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LA ALAMEDA, PUEBLO DE ESPAÑA.- El 13 de Agosto de 1843, según deja constancia MADOZ en sus Viajes por España, la Alameda de Osuna era Villa de la provincia de Madrid y allí tenía su Administración de Rentas. Dista la villa de la del Oso y el Madroño dos leguas y en lo eclesiástico pertenecía al Arzobispado y Primado de las Españas: Toledo.
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VIEJOS DATOS SOBRE LA ALAMEDA DE OSUNA Y EL PARQUE
DE “EL CAPRICHO”
El palacio de los Duques de Osuna en el Parque de “El Capricho”
LA ALAMEDA, PUEBLO DE ESPAÑA.- El 13 de Agosto de 1843,
según deja constancia MADOZ en sus Viajes por España, la Alameda de
Osuna era Villa de la provincia de Madrid y allí tenía su Administración
de Rentas. Dista la villa de la del Oso y el Madroño dos leguas y en lo
eclesiástico pertenecía al Arzobispado y Primado de las Españas: Toledo.
Sigue diciendo MADOZ que: La Villa está situada en un llano, a la
izquierda del camino que conduce de Madrid a Zaragoza, atravesada por
su parte sur por una Cañada Real de merinas, con un descanso propiedad
estatal entre arboleda de pinos, junto al camino que va a la Villa de
Barajas. Es terreno llano, de bueno calidad y feraz, con abundancia de
riegos. Corre por su derecha el arroyo llamado “el Vaillo” y el lugar está
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combatido por fuertes rachas de vientos del N. E., son duras y fuertes
escarchas.
El clima poco sano por la humedad y el no cuidado que recogen las
corrientes del barranco denominado “la Coloma”, que vertiendo hacia el
pueblo ocasiona frecuentes terciana y otras enfermedades, sobre todo del
vientre, por las aguas infectas que por acá corren.
La villa está compuesta de veinticuatro casas, incluido el Palacio de
los Excmos. Sres. Duques de Osuna, a más de casas de oficios del mismo
Palacio y una iglesia Parroquial, patrocinada por los Sres. Duques y bajo
la advocación de la filósofa y mártir Santa Catalina. Iglesia para
servidores de Palacio, anexa de la Colegial de San Pedro de Barajas de
Toledo, cuyo señor párroco deberá proponer con los Sres. Duques, el
Vicario que en dicha iglesia ejerza la cura de las almas.
Hay muchas y abundantes aguas salitres para el surtido del
vecindario. Las de los referidos arroyo y barranco de la Coloma, son
menos sanas y sirven solo para riegos de las huertas y heredades, saciando
la sed del ganado de los Sres. Duques y los contados de los aparceros y
servidumbre.
La producción que en las tierras del lugar se tiene es trigo, cebada,
coles y frutas, lino y legumbres muy apetitosas. Los viñedos y olivares son
dos productos de los Sres. Duques, así como lo extensos pinares,
otorgándose a los vecinos la recogida de la leña y piñas secas.
La población, en el año y día de la fecha, es de treinta familias, y sus
almas, ciento dos.
Hasta aquí, los breves datos que hemos recogido del viaje de Madoz,
referente a la Villa de La Alameda.
EL PALACIO DE LOS OSUNA.- (Datos recogidos del Archivo
Municipal de Madrid y de trabajos sueltos cedidos por el Excmo.
Ayuntamiento de la Villa de Barajas)
En el centro de la citada anteriormente Alameda, se encuentran los
jardines y la casa de recreo de los Señores Duques de Osuna, llamada por el
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vulgo de entonces “Capricho”, porque capricho fue de los Osuna, y muy
costosa su construcción, todo hay que decirlo y señalarlo.
La finca es un polígono irregular, de unas 18 hectáreas, a la que se
llega por un largo camino flanqueado de cipreses, llamado El Ramal, y
aunque hoy muy reformado y falto de sus mejores árboles, perfectamente
visible desde su arranque por la vía de servicio de la carretera N–II, a la
altura del Metro de Canillejas, donde todavía se pueden ver las dos antiguas
garitas de vigilancia.
Una hermosa puerta de hierro forjado por buenos profesionales da
acceso a la finca. Y dentro de ella, dos cosas a destacar: la arboleda, y las
construcciones. Ambas tienen su historia y también su leyenda.
LA ARBOLEDA.
Detalle de los jardines y templete del dios Baco
La finca de los Osuna posee todos los ingredientes de un jardín
romántico. Sus árboles son numerosos, corpulentos, centenarios. Hay
cedros, enebros, lilos, olivos, pinos romanos, setos, sauces, acacias, álamos,
tilos, prunos, olmos etc. (relación hecha para nosotros por el jardinero
mayor). Sobre su espesa urdimbre hay estanques, rías navegables para
embarcaciones de recreo de la época, puentes de hierro sobre sus arroyos,
casas rústicas, ermitas con tumbas, como la de fray Arsenio, hombre de
Dios que consumió su vida en oración, disciplinas y miserias, por las
carnalidades y desenfrenos de los gentiles hombres de Osuna (comentarios
del actual párroco de Santa Catalina). Junto a esto, estatuas mitológicas
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como la del dios de los beodos, el dios Baco, que aún subsiste en su
templete neoclásico; el dios Saturno, devorando a sus hijos y que los niños
del lugar le llamaban en aquellos años “el Coco” ¡Menudas son las madres!
También existe una hermosa estatua de Venus esculpida por los cinceles de
Juan Adán.
La isleta, con su monolito, donde fue enterrado el Gran Duque
En el libro de Antonio Marichalar, titulado “Riesgo y ventura de los
Duques de Osuna”, editado en 1930 y de mi propiedad, con estilo preciso y
no exento de forma, donde se relata el esplendor y ruina de esta familia de
los Osuna, parientes y rivales en el poder de los Alba, al describir la
mansión de la Alameda, nos dice: En cada vuelta hay un amigo, un
bosquete, una columna, un sepulcro, una gruta, una caverna de Young; y
muy especialmente una casita de madera rústica, pintada de modo que
parecía una casita de madera sin pintar.
LAS CONSTRUCCIONES.
Entre la exuberante y variada
arboleda, abundan las edificaciones.
La principal de ellas, el Palacio, de
estilo neoclásico, que viene a ser
como el telón de fondo de esta bella
escenografía.
Sus principios fueron los de
una casa rural, adquirida a mediados
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del siglo XVIII por la Duquesa de Benavente, Doña María Josefa de
Pimentel. Esta casa fue ampliada –según consta en los archivos
municipales–, por los arquitectos Machuca y Medina. Más tarde, los menos
famosos pero también arquitectos López Aguado (Martín y Antonio, padre
e hijo) también trabajaron para la Alameda y así completaron la fachada del
Palacio, con sus columnas y escaleras. A ellos se les debe asimismo el
edificio del Casino, con espejos en la parte superior, el puente de hierro
junto a la ría, la Plaza de los Emperadores y el
monumento a la Duquesa de
Benavente, reseñado en una lápida con el
siguiente texto: Doña María Josefa Alfonso
Pimentel, casada con su primo, IX Duque de
Osuna, Don Pedro Téllez–Girón y Pacheco,
Duquesa de mayores títulos, reunió:
Condesa–Duquesa de Benavente, Duquesa de
Béjar, de Gandía, de Arcos y Monteagudo,
Princesa de Esquilache y Anglona, Condesa
de Mayorga y Boñares. Mujer muy celebrada
por la agudeza de ingenio y por su elevado
ánimo, por su piedad, por su benevolencia
hacia los suyos y para con los demás, por su
afabilidad, por sus cualidades admirables, fue fundadora de esta hermosa
Casa de Campo. Ella sepultó los restos de su abuelo el Gran Duque de
Osuna, en una isleta del “Capricho”, haciendo honor póstumo al gran
antepasado.
Esperamos que después de tantos elogios y alabanzas cobrara el
pobre arquitecto su minuta.
EL CASTILLO.
No os asombréis, pero es cierto. En la Alameda de Osuna existen
todavía los restos de un hermoso castillo.
Sobre una loma en la Alameda y apenas subsistiendo un viejo
torreón, quedan esos restos estatales de o que fuera en su día, allá por el
año de 1300, en tiempos de don Pedro de Castilla, “El Cruel”, que lo
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fundara, una fortaleza de cal y canto, con foso y torreones apercibidos para
su defensa.
Restos arruinados del castillo de la Alameda de Osuna
Pocos son los datos que conocemos de esta pequeña fortaleza, hoy
olvidada y expoliada en sus piedras (ha merecido no hace muchos años el
honor de sufrir una considerable restauración por parte de las autoridades
municipales), lugar de juegos de pillastres escapados de los colegios de los
alrededores y cobijo de mendigos por las noches, pero esos pocos datos
serán más que suficientes para descifrar sus avatares históricos.
En tiempos de Enrique II, en 1385, este rey dadivoso, llamad “el de
las Mercedes” confirió el Señorío de Barajas a uno de sus protegidos, don
Pedro González de Mendoza, de quien descenderían gran parte de la
primera nobleza española (dicha concesión hizo que Barajas, por su
condición especial, estuviese ajena a Madrid, hasta su incorporación en el
año 1950)
El tercero de los Mendoza, Don Diego, enajenó el Señorío, que pasó
a os Zapata. Los Sánchez Zapata fueron Copero Mayor de los reyes
Enrique III y Juan II. El sexto de esta rama, don Francisco Zapata de
Cisneros fue agraciado por el rey Felipe II, a quien sirvió muchos años, con
el conde de Barajas.
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Más tarde, cuando el rey Prudente man da hacer las famosas
·Relaciones”, ya aparecen en ellas noticias sobre la Alameda, oo como
antes se decía, El Alameda, ostentando título de Villa y poblada por unos
cien vecinos (pobres, pero sin quejas ni resentimientos), y aunque en el
lugar no exista ningún hijodalgo, todos son labradores y “cristianos viejos”.
Otra reseña que aparece en una crónica de 1580 nos aclara que el
término es estrecho, sin piedras para edificar, las casas son de adobe, pero
hay un noble castillo donde en precario pasan las horas los viejos
gentilhombres de los Zapatas, que van cediendo sus posesiones a los
Condes de Priego.
Pues bien: en este encuadre medieval, hosca cañada con su vetusto
castillo, prisión de clérigos y militares, encarcelado con su fiel servidor,
Quevedo, termina sus días el máximo representante, el III Duque de Osuna,
don Pedro de Alcántara Téllez–Girón y Guzmán, quien siendo Capitán
General y Virrey con Felipe III, por intrigas palaciegas del Conde Duque
de Olivares, a la subida al trono de Felipe IV y esperando entrar en Madrid
desde Alcalá de Henares en olor de multitud, fue encarcelado y muerto el
año de 1624.
Don Pedro de Alcántara Téllez–Girón, III Duque de Osuna y don Francisco de Quevedo
Quevedo, que vivió y sufrió en sus carnes dichas intrigas, lo relató
diciendo: Faltar pudo a su Patria el Grande Osuna; / pero no a su defensa
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sus hazañas; / diéronle muerte y cárcel sus Españas; / de quien hizo
esclava su fortuna.
La Casa de los Osuna, con su feudo, rama de los Acuña, eran
descendientes de Pelayo Fruela (“El diácono, por sus órdenes sagradas), en
tiempos de Ramiro II.
Su primer Duque, don Pedro Téllez Girón y de las Cuevas, a quien
Felipe II le otorgó el título por su ayuda eficaz en el logro de hacerle a la
vez rey de Portugal. Dicho Duque muere en 1590. Los Osuna fueron
rivales de la Casa de Alba, teniendo tanto una Casa como la otra,
posesiones capaces de cruzar media España “sin salirse un palmo de sus
tierras”.
Llegaron a tener los Osuna una escuadra propia en el Mediterráneo.
Decir, por último, que la base del árbol genealógico es el Téllez–Girón, e
incorporará en sus ramas a los Benavente, Infantado, Pimentel, etc.,
extendiéndose por toda Europa. Así los Borgia.
LEYENDA DEL CAPRICHO.
La llamada “Exedra”, donde faltan las esculturas de la Condesa doña Josefa Pimentel
La obra del “Capricho”, nombre oficial y vulgar, tal y como lo
bautizó su verdadera inspiradora, la encopetada e ilustre dama Doña María
Saga Pimentel, prima y rival de la de Alba y nieta del susodicho célebre
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Gran Duque de Osuna. Era mujer extravagante y manirrota. Para colmo de
los bienes de la Casa de Osuna, vivió ochenta y tres años.
Compra en 1787 a los aldeanos de la Alameda y al Conde de Priego
los terrenos, para que siendo una más de las fabulosas propiedades de los
históricos Duques, es algo que ella mantuvo fielmente denominándolo
como “Mi Capricho”.
Jardines del Palacio llamados “El Laberinto”
Goya, el Goya episódico, amable y cortesano, junto a la arquitectura
de los López Aguado, Machuca, Medina y a los jardineros de Martínez de
Salamanca y Francos de Sanguesa, formaron y dieron color a ese cuadro
barroco y ambiental que ha llegado hasta nuestros días. En el Capricho
tiene el pintor sus mejores inspiraciones bucólicas para sus cuadros
“goyescos” y de allí salen: “La caída del burro”, “El Columpio”, “Las
Majas del balcón”, “La ciega de Goya”, etc.
Goya, el poeta Iriarte y los minuetos de Boccherini, acompañarán
entre el boscaje de La Alameda a aquellas damas de alma pastoril, en años
en que la naturaleza se pone de moda.
Goya decora la biblioteca del palacete, el Salón de los Espejos, la
Casa de la Vieja, etc. Sufrió serios desplantes de la Duquesa y él se
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vengaría con la ferocidad de su ingenio pintando “Los Caprichos”, junto a
los caprichos de la Osuna.
Esta finca de “El Capricho” estará ya para siempre ligada a la fama
del genio, sombra y fantasma de sus propietarios.
Curiosos, sin más, son los días y trabajos que el Duque
“Melancólico” añade a la finca. Don Pedro de Alcántara y Girón, por el año
1835, introduce nuevos elementos y monumentos a la regia mansión. Con
el escultor José de Tomás y Sanguesa lo hermosean y dan al conjunto un
estilo versallesco.
Se monta la escuela de equitación, con jinetes, palafreneros y mozos
de cuadra traídos desde Inglaterra, celebrándose aquí las primeras carreras
de caballos de España. Los ricos aristócratas realizan aquí esgrima y duelos
amorosos en el “Valle de los Duelos”, con columnas rematadas con
hombres de capa y espada.
El hoy remodelado “Valle de los Duelos”, primer hipódromo de España
Romántica sin más es la muerte de este Duque, Don Pedro, a los
treinta y tres años de edad. Su prima Inés, casada con el Marqués de
Alcañices, comparte muchas hors con él en esta histórica mansión.
Participa en frecuentes bailes, lo que hace que el Duque esté perdidamente
enamorado de ella.
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Él se encierra en su finca. Ante su prolongado silencio, la prima Inés
viene a visitarlo y a preguntar por él. Los criados, siguiendo las
instrucciones de su señor, le dicen que no está. Doña Inés manda dar la
vuelta al carruaje y cuando el Duque se entera de su visita, ya el coche va
camino de Madrid.
Vella estampa de la otoñada en el Parque del Capricho
El dolor del joven Duque es tan grande que cae fulminado cuando se
disponía a poner fin a su vida ahogado en el estanque. Los servidores lo
recogen y trasladan a su Palacio de la Cuesta de la Vega donde muere
asfixiado de miocardio.
Con la muerte del X Duque de Osuna, esto jardines y todo el Señorío
de Osuna se desmorona. Los minuetos que alegraban muchas veladas
dirigidas por Boccherini en tiempos de la Gran Duquesa se tornan
melancólicos. El aire otoñal de las arboledas muestran el luto por la pérdida
del romántico aristócrata, mecenas del engrandecimiento de esta Casa de
Campo.
Grande había sido su
esfuerzopor rematarla y mejorarla,
pues la confiscación en tiempos de
José Bonaparte, quien otorga la
propiedad de la finca al general
francés Beliard, no sin antes
declarar traidor al XI Duque de
Osuna, Francisco de Borja, la deja
irreconocible. El general francés, en el paréntesis napoleónico, arrienda los
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terrenos a los vecinos y cuando llega la derrota y la huída del invasor, entre
la soldadesca, los colonos y una nube de ladrones que habían asaltado y
matado a guardas y jardineros, dejan con el pillaje completamente arrasada
la histórica finca.
Al Duque romántico, don
Pedro, le sucede su hermano
llamado “el loco de Osuna”, Don
Mariano Téllez y Girón Beaufort,
XII Duque de Osuna, por apodo “el
segundón”, quien hereda la mayor
fortuna de España y la consume
íntegra.
En el libro biografía anteriormente citado de Marichalar, Marqués de
Montesa, “Riego y ventura del Duque de Osuna”, nos dice que: era un loco
que se creía Osuna y a quien no le bastaron diez enormes palacios, más
cinco castillos, las tierras de los Osunas que daban más de un millón de
fanegas de trigo, para calmar sus vanidades. En sus tarjetas esmaltadas
decía: GRANDE DE LOS GRANDES DE ESPAÑA.
Su prodigalidad le hizo célebre en toda Europa. Ni como general, ni
como político, ni como embajador, aceptó jamás sueldo del Estado.
Encopetado, necio, altivo e impertinente con los Grandes, fue caritativo y
afectivo con los necesitados. Amante de las dádivas, da a esclavos y
cosacos que le adulan y acompañan en sus desvaríos grandes cantidades de
dinero.
Ejemplo de humillación a
los Grandes, es el caso que
protagonizó en San Petersburgo
en que hizo copia y mandó vestir
a sus cocheros y lacayos de las
soberbias capas de martas
cibelinas que las grandes damas y
esposas de los Zares solían lucir
en fiestas oficiales,
presentándose él con atuendo de pavo real.
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Otro ejemplo recogido por
las crónicas de la época fue que
en cierto baile imperial, un noble
ruso perdió una moneda de oro
que comenzó a buscar entre los
pies del público asistente. El
grandilocuente Osuna,
encendiendo un fajo de rublos le
comenta al interesado: ¿Me
permite señor que le alumbre
para buscar vuestra monedita? ¿Verdad? ¿Leyenda? Creemos que da igual
a la altura de estos tiempos, pero que refleja por sí mismo la personalidad
de un hombre soberbio e inmensamente rico.
Sí es cierto que dicho Duque nace en Madrid el año 1814 y que
muere en Bélgica el año 1882 y que es traído a enterrar a Osuna (Sevilla).
Como su genio y figura duró hasta después de su muerte, al llevarle y
quererle meter en la cripta de sus antepasados, no pudo realizarse esto
último, por ser enorme el arcón que él mismo se había diseñado paras u
enterramiento, por lo que hubo de depositarlo encima de la cripta. El
pueblo andaluz, tan dicharachero, achacó este inconveniente a un castigo
de sus antepasados quienes no quisieron admitirlo, por sus despilfarros y
necias prodigalidades.
Su secretario particular y novelista, el cordobés Don Juan Valera,
cuenta muchas de sus insensateces. Entre otras, la cena fastuosa en la que el
Duque arrojó al río Nova la vajilla
completa de oro macizo, quizás para
superar con amplitud la costumbre
rusa de tirar las copas de licor al
baño. En otro lugar dice que no
dudó en hacer llegar a Varsovia,
desde España, un rebaño completo
de ovejas merinas, para
cumplimentar el deseo de un buen
amigo.
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Otra vez hizo traer a un cazador asturiano para mostrar a los Nobles
rusos cómo se disparaba en el norte de España.
El resentido novelista lo describe como miope, calvo (aunque ser
calvo en aquellos tiempos estaba de moda), odioso y pesado, en tal grado,
que las jóvenes desdeñaban sus brutalidades.
Vista de la “Casita de la vieja” dentro del Parque del Capricho
De este desmoronamiento de la Casa de Osuna, entre subastas y
recompras, la “Ciega de Goya” buscando niños entre el boscaje, cae el
bello jardín de La Alameda, pasando a las manos de la poderosa familia de
judíos Bauer, quienes dan nuevos días de esplendor a la finca. En el año
1928, las crónicas señalan que la reina Doña María victoria Eugenia y sus
hijos, con los últimos brillos de La Alameda, asisten a una gran fiesta
donde se dan corridas goyescas en la entrada de la finca.
Por el año 1930 la rica familia Bauer cae en bancarrota y tiene que
malvender la finca del Capricho. El 20 de octubre de 1934 es declarado y
calificado por el Estado como Jardín Artístico.
Por último, señalar que durante la guerra civil, 1936–1939, se instala
por parte de los defensores republicanos del general Miajas y del Presidente
Negrín, muy cercano al palacete, su Cuartel General, en grandes cuevas a
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prueba de bombas que taladran el
bello jardín y cuyos respiraderos y
chimeneas pueden observarse
afeando el entorno.
RESCATE TRAS RECOMPRAS.
Las compras, terminada la
guerra civil son frecuentes, como
si las plagas de Egipto cayeran
sobre el Parque y la vieja propiedad de los Osuna. Entre las orugas, la
invasión para filmar películas de fine y lo más peligroso de todo, los
especuladores de viviendas, van asolando, parcelando y talando sus
gigantescos árboles, convirtiendo el boscaje en hormigón y ladrillos.
En tiempos del alcalde de Madrid, Moreno Torre, la ofrecen al
ayuntamiento a peco de ganga, pero no pueden con ello las arcas
municipales, al margen de los intereses urbanísticos que de forma reiterada
se interesan por tan preciado suelo. Entre rapiñas y diversos abandonos de
sus nuevos propietarios, los Oyarzábal, se combaten y fumigan las plagas
de orugas y se pretende convertir la finca en un proyecto turístico,
respetando y salvando sus valores intrínsecos. No prospera esta interesante
intención, pese a contar con la aprobación de Bellas Artes y de la oficina
Información y Turismo, por la desdichada oposición del nuevo alcalde de
Madrid, el ínclito Arias Navarro, quien en su política de jardines pretende
adquirirla para el Ayuntamiento, sin olvidar que personalmente la pretendió
antes como mansión familiar.
Por fin, en tiempos del
alcalde García Lomas y antes el
Notario Don Javier Gaspar Alfaro,
se escritura para el Municipio de
Madrid. Con ello se inicia, aunque
muy lentamente, la nueva
recuperación de los bellísimos
jardines y de parte del palacete,
que esperamos sea definitiva para
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que sea utilizado de forma permanente por los vecinos de la Villa y Corte
de Madrid.
¿Y del Ducado de los Osuna? El último Duque, el XIV, Don
Mariano Téllez Girón y Fernández de Córdoba, falleció en 1925. Dejó una
hija, Doña Ángela María Fernández de Córdoba y Pérez, quien vivía en un
simple piso de Madrid, en la calle del doctor Fleming.
Así es la Historia.