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cesitan de orden, y nada ms que de orden; que se inquietan
y
se acobar-
Es evidente que se hace necesario definir los tipos de acci
dan si por un momento este orden tambalea, y se quedan absolutamente
que son tambin -puesto que tienen por eje modalidades de orie
inermes si se los sustrae de su total incorporacin a l. Que el mundo
hacia los dems- tipos de relacin social. Para Weber, existen cu
no deba conocer otro tipo de hombres: en una evolucin de esta natura-
tipos de accin
y
orientacin social: la ~ a c i ~ r nnstrument l (accin ori
leza
y a
estamos atrapados, y el gran interrogante no consiste, por lo tan-
tada h acia "el logro de los fine s propios del actor , raciona lmente pe
to, en saber cmo promoverla y acelerarla, sino cmo oponernos a esta
guidos y
calculad os^);
la racional ualoratioa (accin .determinada
maquina ria a fin de conservar una porci6n de huma nidad libre de este
la creencia conciente en el valor intrnccco dealgun a for ma de conduc a
parcelam iento del al ma, de este supremo dominio del estilo burocrtico
tica, esttica, religiosa o de otra clase, independientemente de su pers-
de pect iva de xito.); la afectiua (.determinada oor Los afectos
v
los estados
En otr as palabras. .el gran interrogante. es el ~ ro bl e m a el dominio,
de donde la insistencia de Webe r en la perspectiva d e la accin socia21
de sentimiento propios del actor.);
y
la tradicional (.determinada por
el hbito
inculcado^)^^.
Todas las tipologas son, por supuesto, herramientas heuristicas au e
/
consi guimte a aquella preocu pacin . suponen la abscraccb5n conc eptu al) artificial de determ inados elemn-
C
"En general, par a la sociologia, conceptos como "Estado", "asociacin'',
"feudalismo\
y
otros semejantes designan determinadas categoras de la
interaccin humana. De all que sea tarea de la sociologa reducir estos
conceptos a u na acci n "comprensible", es decir, sin excepcin, a las
acciones de hombres individuales participantesu43.
Y
aqui, a un 6on este lenguaje tan abstracto, formal y aparentemente
neutro, Weber captura las dos dimensiones de la contradictoria expe-
tos de los fenmenos dado? qge en su forma
concreta
presentarn com-
binaciones de todos los elementos que a sls e hacen ap arecer aislados y
unidimensionales. La accin y las relaciones sociales reales manifesta-
rn. entonces, en diversas combinaciones, elementos de todos aquellos
'tipos de accin y orientacin, como lo reconoce Weber directamente y
por referencia a ellos como tipos ideales o puros. Pareceria deducirse
que es precisamente d e este modo como se las debera anali zar; es decir,
segn las diversas form as en que manifies tan esas combinaciones. No
obstante, no es este el rumbo a ue adouta Weber. Porau e ahora se hace
riencia mod erna . Est la insistencia en dos hombres individuales partici-
visible que en el empleo de sus tipos de accin, su iAter6s primordial
pantes., que es una par te de nuestra experiencia de nosotros mismos. Pe-
s:diriget--r
la
n
. .
t i ~ o s e orden social.
ro est tambin la otra parte, la de encontrarnos dominados por entes
YlQ proc ura combi nando Los conceptos (relacionados, pero distintos) de
como el .Estado.
y
la .asociacii>n~.
dems
l opta ~ o rna, en
sentido y de accin e n nlodalidades de orientacion nacia 10s dems. Por-
1
de la o tra. Porqu e wreducir~~os conceptos que designan esas entidades
6ue esto es evidente: si la accin esta orient n
n Q I I IIPFIITCT>.
nn r la
~
- -
. .
.
-
-.
dominantes a .accin comprensible. e s adoptar el partido del obrar hu-
mano contra esas entidades. Es afirmar .las acciones de los hombres in-
dividuales participantes. contra .el suprem o dominio del estilo burocr-
tico de vida..
unilateral. Analizar en cambio la accin y las relaciones sociales an bus-
En
este contexto Weber propone s u definicin bsica de la sociologa
ca de las formas en que po nen de manifiesto diversas combinaciones de
y
de su objeto:
los tipos de accin habria significado reconocer y conservar la ambige-
.
. .. .. . ..
-- .
.
.. .
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de una inq~i ina"" ~on esta visin de su negacin absoluta, no nos sor-
preilde encoiiti-ar aqu i otro ejemplo de clistinciii taja nte tota l eiltre
ia accin social, que
lo real y lo ideal, y el consiguiente anlisis de lo real en funcin de siste-
iniciales porque
iria social. Hallainos tanibiii otro ej en ~pl o
n
que esta disiinciri e ? pro-
derecha-
ducto de la modalidad de anlisis einpleacla; en este caso inhs que eii
ciialquiei- otro, es producto de la particular coiicepcin y carac'teriza-
cin qiie hace Weber de la accin lium ana y eii coiisec~iencia, el ideal
nioral. Esto se desprende clarameiite d e sus tipos de acciii racional va-
lorativa y afectiva, del viiciilo entre amba s, y del modo en que las utili-
za en su anlisis.
Todo el tono de
su
definicin de la acciii racional valorativ a, con
su acentiiaciii de la "creencia conciente en el valor intrnseco [
. . .:
ir]-
dependientemente de sus perspectivas de-xito,,, ndica que su verdadera
sigiiificaciii radica, n o en el valor niismo, sino en su fuiid amento emo-
siv
cioiial. De aqu el esencial vinculo enti-e este tipo de acci dn y la acciil
c e d e b i i i d a d . Tambin de esta preocppaciii iiace aquella par-
afeciiva, porque a tod as luces arraiga eii "los estados emotivos especfi-
te de su o b ~ a n que c6slinda e investiga cuidadosaiiieiite el concepto
cos del actor. que definen a la segu nda. Puede distiiiguirse del tipo afee-
de autoridad legtima. La seguiida de aquellas razoiies es que Weher in-
tivo en que formula con clara autoconciencia los valores ltimos que
tmdu jo en la sociologia una aspiracin cientfica que lo llev
a
conceder
rigen la accin y en que o rienta segn planes coherentes su marclia cir-
priniaca analtica al tipo ideal de la accin ra;cional instrumental. Esta,
cunstanciada hacia esos
valor es^^
pero, como manifestacin de obr ar in-
en efecto. se iiiteresa esencialme nte por la relacin cor rect a, o exacta,
tencional, subsiste la ciiestin vital de que
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tur ban p or completo los regmenes sociales existentes, encarnados en nor-
Hasta este punto, para Weber, la accin humana posee claramente
dos caractersticas fundamentales. La primera es su ineluctable indivi-
dualismo, El movimiento carisrntico se define por l a devocin ~e rs on al
hacia un lder individual, al que se considera extraordinario. Lo que se
i
halla permanentemente en cuestin en el movimiento es la prueba indi-
v.idual: por p arte de lidcr, la demostracin de sus cualidades individua-
les extrao rdina rias, en actos ejemplares por va de revelacin; y por
parte del discpulo, de su dedicacin total y exclusiva
y
de sus mritos,
tambi n po r medio de manifestaciones ejemplares. La segunda caracte-
rstica de la accin humana es, pare W eb e~ ,u asimilacin al sentimien-
to puro. kvidentemente, esta es la condicin
sine
qu
n o n
de la autori-
dad carismtica. que rechaza toda norm a, salvo la del intenso y decidi-
I
do compromiso afectivo; as preserva su separacin del mundo de la
\
racio nalida d v un da na , y en consecuencia exige el .sacrificio del intelec-
toa,". Se apela en form a dire cta a las raices emocion ales ms profun das
del ser humano indiv idual. esta es, claramente, la fuente del ideal mo-
ral de Weber. Es un tema que impregna todo su pensamiento
y
su obra:
sus reflexiones sobre poltica y ciencia, sus anlisis sustantivos, sus ensa-
yos metodolgicos. P ara l, .el alma elige su propio destino.; -n ada es
i
digno del homb re como tal, a menos que lo pueda perseguir con apasio-
nad a devocinn53; ,#los deales ms elevados. que con mayor fuerza nos"
mueven. se forman siempre y nicamente en la lucha con otros ideales
que son tan sagrados para los dems como los nuestros lo son para noso-
trosnS4. Somos en esencia seres "dotados de la cap aci dad y la voluntad
tar una actitud deliberada hacia el mundo y prestarle significa-
Esa prescripcin es la que anima los puntos de vista de Weber sobre
i
l
la contingencia esencial y el ncleo creador, en los planos personal y
social, del obrar humano.
j
i
-
Y~es n e1.mouimienti.cariirnfirarinnde8L~~.u~y~~~ine plcw
{ .
.
desarrollo v la exoiesin ltima de ese obrar . De hecho, Dara l la nica
esperanzaposible de liberacin de la "jaula e hierro,, del moderno o r-
den burocrtico habra sido la aparicin de otro movimiento d la mis-
ma naturaleza: otra erupcin espontnea, abrumadora y creadora, de
I
intencionalidad conducida por otr o de los "hroes hurnanosw que alte ran
el curso de la historia. Pero se trataba. por supuesto. de una vana espe-
ranza. Porque los movimientos carismticos no duran y no pueden du-
r a r . Por su misma naturaleza. estn condenados desde el momento de
l
su nacimiento.
El proble ma es que, en la medida en que obtiene triunfos, en que
a umen ta n su escala y ~ unfluencia, y en que debe enf rentar la perspecti-
va de su permanencia, el movimiento carismtico ya no puede mante-
nerse sobre la base del compromiso af ectivo intenso, espontneo y resuel-
necesaria para realizarlos; en una palabra, aadir, a lo .racional
arreglo
a
valor es", lo
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I
to puro lo inunda todo. Pero se vuelve manifiesta cuaildo es necesario
se consuiila la integridad mora l, Weber trabaja con uiia concepcin, fa-
cdormulai. concientementen el sentimiento. En este punto, se agrega lo
niiliar en el pensamiento occidental. del
r nmn
- escindido
.racional. a lo ra cional con arreglo a valores,,, de suerte que el compro-
entre atecto azn, en que el hombre afectivo es el hombre mora l autkIl-
iniso einocional, el valor ltimo 1 la solidaridad comiinal originales se tico
y
cl hombre i~e nsante s el
u t n t i c o . . ~
disuelven en la elecciil de aquellos aspectos del coinpromiso
y
del valor
tiene evidentes cennoiarionni romnlicas. ~ e r o ohel. cln en i 17to oc
, L ~ - ~
.u-..
L .
.-
que Favorecen la posicin econmica y social individual. Y esto a un
V rG nt ico. En efecto, como hemos visto, s a u e a razn instru-
, A
--- - ~~
sentido
rnux
veciso a lo ,cracionalx,: es, de inan era clara
'
?ental es una facu ltad humaiia innata, no una distorsin de origen so-
i ~ ~ e t a ~ eI a conociua Yxzx
ciai. v e modo que la antinomia no se traza entre diferentes mundos so-
i -
h
ciales posibles. Es inheren te a la -in weberiana fu i~damenta l e
niativo e institwioiializado que ahora ejerce una c w n xterior
S
la naturaleza humana,
y
por tal razdti queda tnriiediatarnente disuel&
aquellos que inicialmente lo crearon c ui ~ u aclcionar. Se desprende de
como anttnotniq. Porque resulta evidente, por toda la inspiracin de su
elbqcre- - personal
anlisis del carism a, que de los dos rasgos bsicos del hombr e, 61 consi-
y social, n valoi-ativa, sino en la esfera
era m8s poderoso el im
de la accin afectiva'. La accin racional valoi-ativa, en tanto le es inhe-
If
,laantinoiiva se disuelve en una progiesin desde el hombre
rente sum ar un elemento *racional. que es invpriablerriente instrumeil-
, ~ecue~ca que siempre culmina en la raz=
tal, engendra entonces el dominio de la instriimentalidad v la racionali-
.Zi DL[ rnGt al, que es al mismo tiempo expresin de la caracter stica autonewa-
da d en-el i.giineil y en la accin social
y, por
lo tanto, negacin del
obr ar intencioiial. Esta es la razn de aue anteri ormente se afirmara oue.
> .
para Weber, l a significacin fi~nda menta l n Inacci n reside en el com-
proiiiiso emocional con ella. v aue distinguir la accin aiectiva ai la
i
d o n a l valorativa sobre la base de la ~fLnrniuiacin utocoiicientex de
.
,
i
la segiinda es sentar las bases cle la nenacih de 14 humana._Poi-y
cpe ha quedado claro que esa distincin sevara. lunclainentalmente, el
sentimiento moral de la ras& instrumental.
Pero hay iina peculiaridad en la formulacin que Weber hace de esta
ltima v de sus consecurncias. oue lleva la lgica de sii versin de la
accin humana a una conclusin paradjica y (esafortunada. c
11.1 ar . la razn insti-iliriri?fals clarame nte ui iacar act er ist ica intr nseca
d l a accin huniana, como corolario de su individiiaiismo. han segundo
lu ga r, es precisamente ella la que imprime a la kccin racional valorati-
va-su efecto revolucioriario, e< tan to da origen Jaiorden racional instru-
nien tal coi1 el cual es derri bado el orden tradicioiial": en consecuencia
es iinl tapa irieludil>le del ejercicio
rl I i
a,:ci>n huiiinkii v l riiis6o
ti@n7rnino.
In
luentr dr rii neracin De tal manera. e i i foiina 5iriiultana
& .
~ ~ -~~
~
:.
ji'por la inisina razn, la accin
riUmana
sa: 1i XGliEionaria y
lleva en s el germen de su, propia e inevitabl e negacion.
un lluevo orden s0cial;pero;-en-el mismo procesov-en virfu
su propia negacin como accin humana. El dualismo
y
la oposicin
entre sentimiento moral y razn instrumental
0
puede tener otro resul-
tado. Desde luego, que son el dualismo v la odosicin iiltroducidos Dor
- .
Weber los que generan la cqocida
gente y creadora hasta su negacin
si on ad o~ . n particular, esto es el producto de
tre razn
y
afectos9.
cuentra en el corazn mismo de su
A difer encia de Rousseau, con su concepci&n del hombr e completo
e integral, y de la razn moral como la facdltkd por niedio de la cual
-~
~ ~ ~ .
m
\
'
dora de la accin humana ), negacin de su ndole moralmente creado-
ra.
Y
as sucede con todas sus antinomias, no en forma mera mente anal-
quinan.
Weber narra esta historia
y
muestra su evolucin en su estudio serie-
~.
ro;-La-dtiea-prodatante-y leqspr.ihr del capidalisrn0: lo hace~oiitrmi=.
nos que recomiendan comentar lo aqu no como simple ejemplo, sino co-
mo expresin fundamental y sntesis de sa concepcin de la accin hu-
mana, que se localiza en el carisma y que se niega en virtud de su
produccin instrumental del capit alisn~o cciclental moderno. No hay du-
historia. Y el protestantismo es caracterizado como un movimiento ca-
rismtico de .fuerza revolucionaria* en la destruccin del orden social
.tradicional. y en la gnesis del capitalismo occ identa l. Los enipresarios
el extremo individuaiismo. Con el tiempo, su propio creciiiiie
protestantes fueron figu ras carismticas en virtud de expresar ellos, en
tensin e influencia. la inestabilidad cada vez niayor de su base
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form a arquetpica, dos ~arac ter sti cas hsicas de la accin tiurnaria ca-
y los emergentes intereses ideales y materialistas de sus seguidores,
rismt ica: el individualismo extre mo y el intenso car cte r afectivo. Ya
raro n la elaboracin minuciosa de las normas de conducta genuina
hemos visto que se trataba de individuos moralmente aislados, a quienes
te protestantes: adicin de lo mracionaln protestante a lo xraci
la ienota voluntad divina habla dejado en la ignorancia acerca de su
arreglo a valores. protestante. Esas norma s impo rtan al estable
-
condicin de elegidos o condenados y ace rca de la conducta qu e se re-
por pa rte de sus seguidores, del protestantismo como doctrina y co mo
auera de eilos en el mundo. Al orincioio. la conducta exieida ~ o d a e-
movimiento formulados con ~~au tocori cienci a~~.o obstante, ~ o ra mis-
L . .
terminarse a travs d e arbitrarias revelaciones de la autorid ad carisnl-
tica protestante, por medio de edictos y actos
d
hoc, y ser manifestada
por pa rte de los seguidores a travs de la demostracin ejemplar de una
intensa fe emocional en esa autoridad y en sus edictos. Pero a medida
que el movimiento se expanda en su escala y en su influencia, y su cada
vez ms.numerosa feligresa se alejab a de la proxim idad inmed iata de
la autoridad carisrnhtica, los empresarios protestantes ya no podan vi-
vir con la tensin emocional de s u aislamiento moral y, sobre todo, de
,n o saber si h hallaban entre los elegidos o los condenados.
De tal manera, t inters
ideal en la
-formulacin autocon-
i cienten de l v al or a cc i n c on co mi ta nt e d el pro tes tan tism o,
qu e aliviara su aislamiento moral y les diera algiin signo de que podiah
contarse entre m g i d o s . Yero tenian tambin un in ters m a t e r i a h
aquellos aspectos de la doctrina protestante que presentaran "atii
niaaax con r u p r n r i ~ ~ o n o m i c asocial en ascenso como empresarios.
F e equ la detallada elaboracin de normas para una aprop iada conduc-
ta-ame por parte de p e r~ o na ~ co m oenjamin Franklin y Richard
. .
ma razn , instituyen su rutinizacin O b ti e
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a que o e a nexacto i r P a o n e el ltimo de o c e
10
Iundadores de la sociologa. En primer lugar,y maiiifiectamente, est
Sil participaciii reconocidarr;enie decisiva en la elaboracin de la teora
de la accin social, que
1
sita con claridade~ia tradicin del inters
perm anen te de la sociologfa por la problei11:iiina del obrar humaiio. E n
segundo lug ar, y en f orm a menos evidente. puede ai-gumeiilnrse que 1
motivacin rectora en toda su obra ha sido -
b~r im os, egn luego veremos. En tercer trniinti. a consecuencia de
.
~ r ~ i ~ i i l a g n c i nontinu a del nexo entre lo veal v lo ideal.
Y
en cuarto lugar, el fruto de la la bor de Par#oiis es la ms elaborada
forinulac in sociolgica de las perspectivas de $a acciii y el sistema so-
cial, de la tensin existente entre esas perspeqti,ias, , de la transicin
Id
cclica de la una =\{a otr a.
La conipleja y variada trayectoria de Parsbils comienza con a es-
f
tru,ctr.a de la accidti social, uno de cuyos ohjeiivos principales co nsista
en superar
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.pasiva, ada pta tiv a, receptivau7f; y desde luego, esta versin desemboca
cial a la tradici n sociolgica europea (dentro de la cual, d e tod
directamente n el marco de la accin social, que l describe con ilacin
ras, esa oposicin es cent ral),Parsons es en muchos sentidos un
lgica
y
detalles precisos. parecen establecidas entonces las bases Para
norteameric ano. la sociologa norteamericana surgi en
un
mntex
elaborar los elementos d e la accin en una con ce~tual izaci6n el rau l-
social en el cual 10s problemas del orden y el control e ran soc
i n t e ~ a ~ ~ n
es decir, el sistema social- como
politicamen te, mora lment e, por lo tanto sociolgicamente centrales.
tado
emereente
e l
producto de actores sociales que definen creadoram ente sus situaciones
Despues de una ole ada inicial de darwinismo social, que tuv o
reales con arr eglo a SUS fines ideales, en tan to a dopta n cursos de accin
esta sociologa se desarro ll en parte como respuesta fren te a la explota.
k j g i d o s
a a l c anz a r
estos; que construyen activamente sus relaciones re-
cin econmica desenfrenada, el auge del fenmeno urb ano y el creci-
c~-procas
que, en
el trascurso de su consiguiente interacclon que brota
de las co~~orac iones ,s como el surgimiento de maquinarias
de su .relacion creadora con as normas., realizan comunitar iamente el
de poder poltico a fi nes del sigloXIX y principios del XX; de aqu la preo-
mundo social.
cuPacin Por el probl ema del control. 'Por otro lado. se desarroll en
o obgtante, en
La
estructura de la
accin
socid, Parsons tiene otro
parte como reaccin f rente a las .grandes migraciones. provenientes de
propsito qu e, para decirlo con suavidad, complica en ormemente la c es-
Europ a en el misino perodo. las cuales exacerbaron los problemas nor-
tin y que es, ,por otra parte, un propsito rector: resolver 10s problemas
teamerjcanos clsicos de la diversidad social cultural, propios del
que e] pensami\ento social utilitarista, crea al anlisis ~0ci0lgic0. or su-
sol de razas,>: de aq u, tambin. la preocupaci n po: el problema del
puesto, el
problema del utilitarismo consiste en que es. funda-
orden. Es sorprendente, sin einbarg o, que Parsons no reconociera en nin -
mentalmente, una teora econmica que atribuye a los actores sociales
guno de estos problem as preocupaciones m oiales que respondan a pers-
una
nica .orientacin
la racionalidad econmica. Para de-
pectivas divergentes de la accin humana. Despus de todo,
SU
visin
cirio ~ b nos terminos utilizados en este captulo, se tra ta d e la racionali-
~o lun tar ist a e basa en la proposicin de que .el homb re es esencialmen-
dad instrumenta l; en su bsqueda egosta del inters privado. las Persa-
te una criatura activa. creadora, evaluadoran. e si las c o s a s ~ t o d a v a
nas proc uran la mxima satisfaccin por medio del clculo egosta del
ms sor iendente qu e no llegue a admitir la existencia de otro problema
balan ce ptimo de fines, en relacin tanto con otras combinaciones posi-
e-uiie el de orden. Para l. este no es slo el problema c e n m r
bles cuanto
con
el monto de esfuerzo que se requiere Para alcanzarlos.
S Slo es posible una inferencia,
y
es es~7e-err--mntra-d&-.
y al hace rlo, consuman el mundo social; en efecto. segn el utilitarismo
concepcin de la accin h umana en que sustenta su concepto de la ac-
(que de t a ~ odo co nstituye una teora de la acc in), el bien pblico sur-
cin social. su crtica del utilitarismo responde a la perspectiva egosta
ge en fo rma automtica de la persecucin del inters privado. Desde he -
e instrumental de Hobbes.
go que no existe razn para que esto sea as,
y
es 1 que Parsons cuestio-
Y
as1 es, en efect o. Fund amen talm ente a travQ de su anblisis de Durk-
na .
este punto su argumentac in es nuevam ente polifac tica. Pero
heim, cuyas prin cipa les Proposiciones no slo suscrib e, sino que desarro-
culmina en una idea central,
que
lo es para Parson% tambien Para
]la. ParsonS traza una versin de lo individual, lo social
y
la relacin
nosotros.
L~
norma de la racionalidad econmica O instrumental bien
entre ambos. q ue es inconfundiblemente hobbesiana: *como los apetitos
puede hacer que el inters propio no se encamine a la cooperacin, sino
individuales son en principio ilimitados, es condicin esencial tanto de
--.---z~~escu~rimien~e-de-qUeelaf~rmI--ns.efiraz..deratisfaceros intereses-..
la estabilidad social como de la felicidad individual qu e ellos estn regu-
privados
es
recurrir a *la fuerza
y
el engano*. En pocas palabras: $1 utili-
-1tidosen-funcin
~ d e - - n m a s ~ S - e y ~ & e n t e e a g U ~ a a p e r 5 P e C t i M - ~ o ~ b
si m a sobre las collsecuencias destructivas que en lo individual y lo so-
- - - - - - r i a ~ ~ ~ ~ ~ i b ~ ~ - p r ~ ~ c i i u L d e ~ n t ~ g r u r ~ d o ; . i L ~ e i ~ f ~ e r e q U & ~ S D
la concepcin utilitaria de la persona como un ser instrumental-
mente calculador. E n consecuencia, la moralidad es, necesariamente, un
fenmeno de origen social. Tp io lo individual es instrumental, todo 1
es moral. Y desde luego, no existe duda alguna ac erca de ia r eL-
sobre la cua l, com o hemo s visto, des-
cin necesar ia entre ambos: la .integracin de un ru o social consiste
en el reconocimiento comn,
bar
n social, de la accin ros, de un un im
1 como tambie n hemos visto, descansa el>n-
cuerpo integrado de normas, porta
jnstrum entab. sobre la cua
l autoridad moral,t, de %a-
.siano del orden, Se trata, e n i r a on-
q sistema comn de ~~ Que
-upaciones opuestas por los problemas del or-
socie tad sea un sistema estable,
en
eo u . Entre esto y la in-
den
e] contro l, y entre las sociologas opuestas consiguientes.
tenciOnaiidaa
actor, que Parsons declara bsica para la
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perspectiva voluntarisla, no parece haber i ii r~ ~i in aelacin posible, sal- 1
vo la contradiccin total y absoluta.
No obstaiite, para Parsons. la coiicepciii i;oluntai-ista de la accin
asuine ahora uii carcter central en la solucinn ,que propone pa ra el pro-
blema del orden, pero de un modo q ue modifici radicalmente el sentido
de su formulaciii original. Los elementos c~eilci ales e su argumenta-
cin en este punto son, primero, que los idealeseiicariiados en el sistenia
c l v i e r .
zo de 10s-aes E ~ Oo slo parece reducir todos 10s c&npo- l
i i m e s q U e m a de la acc i a l ii ibo e lemento del esfuerio ,
sino que clifciimenle pueda resolver la contradiccin en la que Parsons
se ha enredado. En efecto, aliora dice que el orden social depende d,e
que se comparta u sistema Cmun ne vaime s,'io que
se iiumanos
- Si los actoi-es h ~ m a n o son independien-
tes. errtoiices, dentro del contexto en que Parsqns sita el problema del
orden, 110s hallaino s de nuevo en la pos tura utijitari a: slo podr n crear
la anttesis exacta de un sistema comn de valores: asi aue este ltimo \~
rlphp exlcrir prirncro
lec-lores
socjalrs del>en sci soci.ili~a
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ou%ZlRmTarismo ig n o r a problema del orden depende de este concep-
to. En consecuencia, da prioridad al sistema comn de valores
en este proceso, elimina la distincin entre l
de la accin. De tal m odo se hace positivista
exactamente c omo sucede, segn 81 mismo af irm a, por no conservar esa
distincin. No obstante. se las ingenia para caer; al mismo tiempo, en
la trampa del idealismo. En efecto, la prioridad del sistema de v a k s
comunes significa q u e a actor social se enfrenta ahora a un mundo cons-
tituido por sentidos ya dados, hacia el que simplemente tiene que orien-
tarse
y
del que su conducta no es m is que una emanacin. Por o tra par-
te, la'trampa idealista se relaciona con la positivista. Aqu la cuestin
radica bn que, si el sistema comn devalores existe para el actor ba]O
bservador debe tra-
contrario no podra
%ncompatibilidad de los dos proyectos es evidente. Ideal ista, posi-
tivista, lo uno y lo otro: la concepcin de la accin human a es la misma.
La *c riat ura activa, creado ra, evaluadoran del primer proyecto se con-
v;ert~ e n l a cr ia tu ra " pa siva , a da ptat iv a. re del se gu nd o.
on poida rd fG en su bsqueda d e la fuente y la naturareza del
valor lt imo, Parsons ha par tid o en dos direcciones absolutamente opues-
tas. Y se trata, por supuesto, de dos direcciones y de una contraposicin
muy conocidas: la oposicin entre las concepciones del obrar humano
como ~ ~ .
Y
tal es, en verdad. la evolucin de Parsons. En efecto, vara 1951
- ~ r
dos en e sistema c u l t u r a l a d . OC la fuente
timadi
.
~
~ 7
~~
tanto. orden. Son dir icti vas de a'cin amplias y pau-
tan para los actores una serie de elecciones fundamentalmente morales,
oue todos ellos enfren tan en la vida social6'. La eleccin, antes prerro-
ativa del actor, es ahora propiedad del sistem
n a s n o r m a especfica que r i g
{
heS, y las modal idades de desempeo de det ermin adas funciones. De tal
manera definen los roles que, en una relacin institucionalizada e inte-
grada, componen el sistema social. Los actores sociales son ahora 10s
p d e roles que definen, por v a de s d i z a c i n y de interioriza-
cin, no slo
II
c d u c t a , sino su identidad propia. De aqui la jerarqu[a
parsonsiana de los.sistemas cult ural social y de ~er son ali dad .
En cuanto al segundo aspecto. la autogeneracin y autocoiaservaci6n
del sistema. nuevamente los valores centrales proporcionan el punto de
part ida. En efecto. Dor intermedio de las norm as fu ncionales especifiCbr
que de ellos se derivan, estructuran roles y subsistemas en un sisten
global, al definir la red de actividades necesarias para satisiacer
i o q n
rrequisitos tuncionales de ia supervivencia sistemica. ra ra Pa r s
.
.
ten cuat
o m s t a n do le , o ue ta mb ie n so n, en
~ s a t i s f a i e r l o s ,as cuatro dimensiones b
-
s sistemas ae accin: adaptacin, logro de metas. latencia o
ien to
e
pa ut as, e integracian8'. Cad a uno d e los roles y sub=#
desempea u papel en la estructura total, al realizar las funciones
arpr
cificas que le son asignadas por el lugar que ocupa dentro del procaao
de satisfaccin de los cuatr o prerrequisitos funcionales. Cu ando una pra.
sin del ambi ente o una tensin interna am enaza la supervivencia. a1
sistema se adan ta v se reaiusta en los uuntos inst itucionales que son
necr.
su pr&ia din mica ,+.camb io a travi del proceso de diferenc-
-~- -es tru e -que-signifiea. simpiemente,uria oreciente-dzisin yespeoli
l a a s u n ~ se subsXei%G'~FZa
Yi F
i i f e r e n C i m
virtud de esto. una institucin q u w - S > y
funcionales se subdivide en diversas i p 5 ~ u u ~ o n e ~ a s ,p d r
una de las cuale~&&pea una de las tarea s-fun cmnaies en cu0itl6i l.
el desarrollo evolutivo inevitable de las socledidai,
oue tienden a convertirse en unidades crecientemente completas,
da
nrin
i
.
: laborad06~.
&cala, y tecnolgicamente refinadas. En una
al abra
en el concepto
snceptos de valores centrales. normas,
riaciia estructur al, la idea de autogeneracin y autoconse rvi-
aciacin estructural. este ;is-
c a i s t m i c c -
ta que se ha hecho ha
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Esto, desde luego, lleva a su acabamiento la desti-uccin de toda la
~ e a a c i n ,aradiic amente po r la reiterada traslacin del coiicepto: del
'
concepciii parsoiisiaiia de la accin social en s u forniul acin origiiial.
&el del actor so cial, al del sistema social. En defin itiva, eii Marx. e+n
El acto uiiidad es reinolazado
D O Y
el rol de stotzrs como tinidad bsica
Weber, en Durldieim, en Parsons, siempre son sistenias los Sue actan,
%S, y este ltim o ahor a no es uiia propiedaci clei actoi- soci al,
i
sistemas desencariiados, arrancados de sus races en la accion huma na
sm e s ste a- -
&enre, a nioclos dlr ie nt .a ci n 'hacia la situacin . Los fiiies ya no son
b a s e hombres comunes que no estdn .ni obsesionado s ni privi-
parte integrante del iiiarco de referencia d e l a accin. En realidad. va
A
iio existeii-fines, salvo uno: optin~izara gratificaciii. que se define en
\
-iscar aprobaci n evit ar desaproiriaci6n segu n paut as legis-
lada s uiia vez ni&, por el sistema de valores bomuiies, este, por su-
puesto, es el libnibre utilitario que persigue el placer
y
evita el dolor;
-.
el toque parsonsiano consiste en definir el plaqer
y
el dolor en funcin
de confoi-midad a ese sistema de valores
y
de esviacin respect o de l,
con lo cual crea unA,criatura malea ble para la ipculcacin de los valores ,,
centrales. Eii otras palabras: el
aceptacin de la concepcin utiTitarista de
col1 asonil3roso ingenio,
taiisLa de litire eleccin en su ex acto
duo utilitario en elemeiiti,
\ cado sobie el iiioclelo del acto r social par so ns ia~ ~o ;0 que eqiiivale a de-
cir: sobre la base de la misma (
su grito de triunio.
Dg de Hobbes hasta Farsons el camino ha ido largo. Sin embargo,
pai-ece que nada se hubiera avan zado. P orqi ie, en el sentido convencio-
nal, la sociologia aun carece de una teoya de la)accin so cial. Consisten-
temeiite ha partido del concepto de accin social y ha terni;nado en su
legiados con una visin
unilateral^^^.
So11 los sistemas nacid os d e 1s im-
perativos iio terrenales de la cmb
ua ciencia aue pretende persuadir al niiindo de que slo sus -asertos
son acordes a la conducta practica
de n v i d a n b b
Una y otra vez, es el
re&urso a la ciencia el que ha negado la accin humana, en aparien-
scparndoia de su ootencia l, pero en r e a l i d a ~ i - i d o s e s misma
.
*la coriducta prct ica de laT ii ~que es su f un da me nt o v 7 G E a
yazn de ser. Para quienes la ciencia fue un nuevo aman ecer y una niie-
va esperanza, ella signific una nrieva cosmovisin con la cual dar for-
ma posibilidad a su concei~c i6nmoral. No oodeinos acusarlos uor ha-
brnoila legado. Pero es esta-una parte
d e
su lqerencia qu e debemgs d ejar
de lado, porque su h o z hace tiempo que ha pasado. La ciencia mecaui-
cionalista con la cua l a n trabaia luo
rkada
en
el inismo inomento en que Eii
manifiesto el carcter relativo. incierto, provisional y contingente de tT-
do vconocimienton huniaiio, cientfico o no. Ho wd en tr o de una socioio-
ea desooiada de la con cemcin moral a cuvo sei-vicio estuv o en un tiem-
L
.
.
po, es pura vanidad, un medio de exproiiar y amoldar la vida social
y
la experiericia humana a las coiivicciones
y
propsitos cle aquellos que
as oretenden aseeurarse su orovio luear v carcter. En oarticular. el
. u
irnprrarivo
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de la ciencia: la metfora
de la conversacin:
L
Somos herederos, no de una investigacin sobre nosotros mismos y el
mundo, ni tampoco de un cuerpo acumiilativo de informaci6n. sino de
una conversacin que se inici en los bosques primitivos y q ue se prolon-
g y adquiri mayor articulacin con el paso de los siglos. Es una con-
versacidn que trascurre a la vez en pblico y dentro de cada uno de
nosotios. Por cierto que hay razonamiento e investigaci6n e informacin,
pero siempr e que son tiles se descubre que son pasajes de la conversa-
cin, y quiz no los ms cautivantes. [ .
. ] Y
es esta conversacidn la
que. eq definitiva, sita y
d
carcter a toda actividad y expresin hu-
mananag.
Los caTbios de metfora son vitales porque la metfo ra se halla en
la ra z de 105 modos de ver (cualquiera que sea su m odali dad, y en cual-
quier conceptualizaci6n consiguiente) por medio de los cuales otorga-
mos sentido a una diversidad de experiencias tal que de ot ro modo esta-
ra ~ o rompleto fue ra de nuestro alcance. Pero la eleccin de
n
metfo-
ra tam bin es vital: alnunas son esclarecedoras, mientras q ue otras
enceguecengO. Y lo primero que nos permite ver la metfora de la con-
versacin, m i e n t r a s s i -
~ o v o n s .ecordando u na cuestin
y una distincin que senaie al comienzo de mi exposicin de ese itinera-
rio, la sociologa puede no tener teorias &l a accin social, pero s posee
un vasto cuerpo de teorizaciones acerca d
-social van y vienen, hundindose en sus propias contradicciones. Pero
ellas no son imoort antes ; efmer os .pasajes d e esta conversacinn y en
.
rigurosas, desinhibidas, de alcance indeterminado, que an permanecen
en el corazn de la sociologa porque estn saturadas de la diversidad
de la experiencia huma na, por que son ricas en la expresin de las aspira-
i
ciones human as, vastas en el sentido del mb it o huma no. Alienacin,
penalizacin,
anomia, metrpolis. lo saerado
y
lo Pr~fan~-on
/
percepciones imaginativas a las que retornamos una y otra vez cuando
; todas las -proposicipnes bien definidas, de limitado alcance%) han muerto
y desaparecido, enterradas con la misma rapidez con que aparecen en
publicaciones profesionales y monografas ledas una vez y olvidadas
de nuestra experiencia vivida y viviente. Slo cuando
s
preten
representan toda nuestra experiencia, todo nuestro mundo, deja
creador as, vitalizadoras, const ructo ras de mundos, y se fosilizan
tindose en teoras y sistemas mortecinos: .El sistema mata , la percep-
cin interior da vidazg3.
considrese
que e
su relacin con el mundo es huniana; entonces se puede inter
amor por amor, confianza por confianza . e t ~ . . ~ ~ .s as como la dege-
neracin en sistema mata a Marx, mata a esas intuiciones, y
a
la vida,
los
muridos y las posibilidades que ellas contienen.
-
Yero la metfora de la conversacin rescata aquel itinerario;
y
no
slo como el de aquellos que lo hicieron e informar on pblicamente so-
bre l. Porque lo recorrieron en conversaci6n con la vida que los rodea-
ba, de la cual eran parte. Nuevamente, articulaban la experiencia que
a la vez observaban
y
vivan.
Y
en la medida en que. en su teorizacin,
siguen expresando nuestra experiencia, su itinerar io es el que todos noso-
.
tros hacemos en nuestra vida. De tal for ma, la conversacin disuelve la
antinomia entre e - humano y las perentorias leyes de una
spciologa cientfica que hace caso omiso de ese mundo. En efecto,,-
trata, en primer lugar. de una conversacin entre nosotros como partici-
pcntes y nosotros como socilogos. Pero disuelve tambin la a n m i a
entre individuo y sociedad. Es que,& segundo tbrmino, es una conversa-
c-in entre nosotros como pa rtici pantes y a la vez sociloeos. v torlnc los
~
~
dems participantes con que nos encontramos en los caminos que reco-
rremos en nuest ra vida, est6n *presentes para nosotros aqui y ahora, o
a travs de su obra y su legado'rg5. Esto equivale decir aue se trata
~~ -
en iorma total
y
absoluta, de una empresa Comunitaria
y
;&%o,
que debemos anor a ciejar ae lado otro aspecto de la respuesta sociolgi-
ca t r a d m l f rente a
ia
accion humana: el dualismo de iniividuo y
dad. Tampoco aqu podemos acusar a quienes se vieron atrapados
en e surgimiento del individualismo DOr habrnoslo I n ~ a d o ara
ellos
;.
fue una nueva experiencia, a la vez embriagante aterrorizador a.
pero^
~~
el individuo., por un la do; y por el otro, a las generali zadas reificacio-
nes de la singularidad individual, el s-mismo privado, el yo solitario.
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Con este lugar de encuentro en la historia del anlisis sociolgico, hemos
llegado al final de un larg o cami no. Es hora dle modificar el inletro gante
bsico, para que este nos permita superar las dos sociologas. N m t a
do ~a h e ; n ai.16 sentido & nios indi\,;du ur ve n ro du cii ri cs comunitai iaiiieiire
arl r i i a l c u t a s '
El
nuevo inte rrog an& es inequ vo camente activ o. Apce
sanie actividad de la accin humana y, sobre Lodo, la con~unit ~ied b
activa de la prodiicciii del mu nd o social. el enosotrosl. implci to en
l mente a la conversacin, que se convierte as
eO de la; nvestigacin sociolgica,
sino de la esencial cpnstitucion comunitaria de este inundo. Por la coii-
versacin entre nosotros -sea con ~a ia br as , estos, miradas, ~postliras,
.
el trabajo, el juego, el dolor, el placer, la tfisteza, la alegra; el odio,
el ainor-, nos ot~o s reamos en forma conjiinta el mundo social como
relacin activa recproca; no
.L Ih
y wyon, si40 ,~nosotrosn, omo sujelos
liumanos ?ctivos, lo prodiicimos juntos d e un inodo qu e Iiace posible el
* t
y el *(yo.. Esto es vlido pa ra cualq uierre laci n, cualquier activi-
dad, cualquier mundo, no importa cun pasivlo y dominante pueda pare-
cer. Tan pronto como alguienpro nuncia la pi;imera pala bra, hace el pri-
iner gesto, da el primer golpe, el otro respon'de y la conversacin se ha
iniciado.
Y
a menos que la gente perman ezca para siempre silenciosa,
inexpresiva e inmvil, la respuesta siempre es activa,
y
cle tal manera
part' creacin de la relicii ~.a actividad, el mun-
d o m p i n -
gente, cargada de direcciones eveiituales J de posibilidades. Aqu esta
el lugar de la accin, la capacidad y la posibilidad human a. No importa
cun predecible pueda pare cer, la conversac(61i es siempre novedosa. se
trate de una innovacin o de u na reelaboracin, de "otra primera vez*.
En realidad, la misma predecibilidad es una eleccin humana contin-
gente y la realizacin de una de las posibilidades eventuales: y nueva-
inente, tina realizacin co mun itari a, porq ue, ,como las dems posibilida-
des, depende de la secuencia comunitaria de expresin y de respuestag6.
As, mcdio de la conversacin, a la vez con;tituimos y confirmamos
nuestro mutuo carctei- social e individual ,$deta l form a recobramos s s ~ s s s s s . . ~
.. ... .. . . ..p. ~.
la socialidad primordial en que arraiga nuestqa individualidad -una vez
ms. a oesar de la omnioresente mistificacin del individualismo-.
Y
tam,,i&i; inJ e;ta Sijcialidad
pUn O
c6inun on el
imperialismo de
. la
sociedad,, sobre
.el
indiliduos:
',El hecho fundamental de la existencia humana no es ni el individuo
como tal ni el agregad o czmo tal. Cada uno considerado en s mismo,
una potente abstiaccin.
[ ]
El h echo fuyidamental de la existencia
bvi nana es el hombre con el hombre^,^'.
En una palabr a, .toda vida verdad era es encuentrosg8
1
a conversa-
&n de la sociologa es la narr aci n del encbentro. Tal es la medi da y
el propsito de nuestra tarea cuando ingresamos en la sociologa, porque
ella "es la presentacin de nuestra vida compartida. de nuestro propio
crecimiento, y del lugar que los dems tienen en nuestra existencia, sin
lo cual nos veramos disminuidos y solitarioswg9. Es el viaje de la perso-
na a travs del mundo lo que la sociologa intenta aprehender. Y es en
virtud del itinerario de las relaciones entre uno mismo
y los dems como
el s-mismo, en sus particularidades y generalidades, es descubierto en
su condicin de elemento y encarnacin de la comunidad humana que
lo contiene y que le da autei~ticiciad. o es meramente un viaje a travs
del inunclo, sino un vi aj ed el mundo. La conversacin de la sociologa
es la conversacin cle la humanid ad en la cual aquella. por definicin,
tiene sus races.
Una nueva metfora, un nuevo interrogante. Pero sin duda esto no
es suficiente. Dnde esta la creacin de u n lenguaje p reciso y la especifi-
cacin de un mtodo riguroso? La respuesta a esta pregunta es que, co-
mo siempre, lo que verdaderamente importa son los interrogantes que
nos planteamos, porque ellos incorporan los modos de ver que definen
lo que Luscamos y la manera en que hablamos de esto. En otras pala-
bras, el lenguaje fluye del interrogante
y
como no existe distincin algu-
na entre los dos. la conversacin es el lenguaje
Y
el metodo. Esvecificar
.
sus trminos antes de mantenerla es reglamentarlos unilateralmente, con-
virtiendo de ese modo el diloeo en monloeo: el monloeo socioleico
P convencional que as1 excluye de la vista y el odo, y niega sustancia.
a la accin humana, que es su nico asunto posible y cuya metfora
es la conversacin. Est en la naturaleza misma de la conversacin el
ser abierta, y que sus thminos sean los de la expresin y la respuesta
contingente. Y en lo que tbca a
la
sociologa, en la secencia de la con-
versacin es el mundo social el que habla primero. De modo que, en
lugar del procedimiento sociolgico convencional, que hace que sus su-
jetos le "respondann c o m o objetos-, la coiiversacin hace' que los so-
cilogos respondan: a s misinos como participantes, y a los dems parti-
cipantes. Se contrap onen entonces la utilizacin de los "objetos. c omo
cdigos de nuestra prop ia pertenencia a l a com unidad sociolgica, y el
recuerdo permanen te de que estamos por encim a de todo, en deuda con
.~lacomunidaclliumana,si nb~~~aL~ar~~er.amo~.deubi~a~i6n~.p~~ot
parte se contraponen
la
teora y el mtodo co mo procedimiento abstrac-
to, artificialmente. . . "reguladon por canones. . ~ . . deinvestigacin que
nps
en-
carcelan en una tierra
de
nadie como observadores, y la teorizacin co-
mo actividad ric amente emprica, -regulada. n aturalmente por las con-
tingencias de la vida en el mundo social cuya historia se nos pide nar rar.
Como procederes contrapuestos quedan tambin envolver ese mundo y
a sus integrantes en nuestra s propias convicciones y propsitos, encerr n-
dolos en categoras que slo expresan nuestras propias intenciones e iiite-
reses, o respetar su int egiidad y autonoma en tanto seres diferenciados
y distintos, con sus propias intenciones y propsitos, que son las profe-
rencias primeras en la conversacin. Esto no equivale a decir que los
intereses, la concepc in sociolgica, la fideli dad que uno tenga a u n axio-
e, .
U ~
.
venacin. Despus de todo, es un dilogo, y el inters, la concepcin,
el axioma siguen siendo el supuesto de la accin human a activa y comu-
nitaria. Pero si equivale a deja r absolutamente e n claro que esto no impi-
una carta, en parejas casadas, en silla separadas, en tiestas ramii
en fiestas alegres, preparndose para acostarse, disponindose a d
y a nadie puede importarle f uera de esa habitacin; y nadie puede
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de
y
no debe impedir la debida consideracin por la integridad del fe-
nmeno-. E n verda d, la concepcin sociolgica en cuestin la exige, por-
que el primer elemento de su perspectiva de la accin humana es su
autonoma. Y esto significa tres cosas.
Significa, en primer luga r, que los trminos de nuestras respuestas
frente a las expresiones del mundo social siempre sern a d hoc y eclkcti-
cos, adapt ados a la particular actividad y expresin humana., v eenera-
dos por-ella . Esto ;o es novedoso. Ya existe un mag nfic o ejemplo de
sociologa a d hoc en la eran serie de estudios etnoerficos realizados nor
..
~ ~
.
~-
la escu aa de sociologa urbana de Chicazo. El carcter
ad
hoc v el eclec-
-
tic ism o,a or referencia a la generacin de un lenguaje y a l a gama de
mate rial es conside rados. distineuen tam bin al wm6todon de Ervine Gof-
..
~
fm an : cual quie ra que sea la opinin personal que se tenga de su visin
del mundo'yO,'es dificil encontrar un socilogo contemporneo que co-
muniq ue una\percepcin ta n intensa de tantas dimensiones de .la vida
tal co mo es vivida.. Lo cierto es que el car cter a d hoc es intrinseco
a la prctica de la investigacin soLiolgica. Bien sabemos todos que s-
lo con posterioridad lo recubren las cateeoras ,. De tal man era , si-
-
- pe c t i va que c onse r val a
visin-duradera-de-laactividaa
humana iomo
accin moral y comunidad moral. Y tambin conserva su basamento
en la experiencia social hum ana , articulndola: la cida y has tiada expe-
riencia moderna de aislamiento y encierro dentro de los pequenos capa-
razones de sus habitaciones , y el vacilante y difuso surgimiento, en anos
recientes, de la aspirac in de trascenderlo. Pero. en contr a de todas las
perspectivas unilaterales, insiste en la ambigedad de la experiencia y
de la aspiracin. Porq ue la ambigiledad sigue siendo esencial para toda
concepcin seria de las capacida des y posibilidades de la accin huma-
na, creadora en lo personal y social. Sigue siendo la nica base posible
para la traslacin de lo real hacia lo ideal. Y de todos modos, no ser
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eliiniiiada por el solo deseo. por el mer8 intento itriilateral de iniponer
una necesidad aieiia a Ix contineencia.
1s
autonoma
v
la diversidad de
1
la actividad, la expresidn y la exper ienci a h um an as . Slo_erurimrc+rle
1
;.inl>.g~~ecla:l
Frerr,
19i 6. caps. 1 y 11.
'' ol in cx. Sodology
nit
the Demystificntioii of t l ie Moderii Wnrld, ~on dr er :
OU-
tledge Kegan Paiil, 1974, pgr. 239-40, 253.
1
una
eualuacin
m i s
equilibrada de este moviniisiito
y
de
su
iinpacto en e &sarro-
Ilo
del
pensamiento rociol6gico se intenta en mi Tlie I $ g78.
El resto de crte capitiilo constituye
tina
revisin radical de la tesis original de las
"dos rociolrigier. q ue expuse
en
nii articulo ~Ti ie wo Soeiologier~,T/,e Hritirli lorirnol
~f Socinlog ~. rol. 21.
no 2 .
j iinio de 1970. pgs. 207.18, reeditado por ~~ " n e t hhompron
r
leremy Tiinstal .
en
Sociologicol Penpe ctiue s, I-iarmondrworth: Penguin Boaka, 197 1.
2
Roymond Wiil iam ~. he Lori.g ReooIt,tion. 1-ondrer: Chatta Windus. 1961. pigr.
--.
'' Para
esta dercripciii de la sociedad rnedieval me he iundado
eo
trabajo* inditos
de mi colega John Heritage.
2 V & a s ~
olm Heritage. Tlie Saciology o Alotioes, de prxima aparicin.
2*
Ciiacio e i i Ernst Caasirer. Tlie Indiuidrioi arid t l i e Cosmos in nenoisrnnce philo-
, ~ o p l , ~ .II-delfia: Univcrrity of Pennrylvania Prers, 1963 . pip 85.
2
Williamr. The
Lorie
Reuolution. oie. 74.
~,
. .
%%M65
precisamente. las concepciones
acerca
de la naturaleza
huinann
fueron
reeu-
peradas
de
la antigedad por los pensadores sociales posteriores al medioevo, pues durante
la Edad Mudia hablan qu edado sepultadas por lar doctriiiar de
la
ortodoxia religiosa.
Tlionias Hobber. Leviathan iedicibn al cuida do
de
Micliael Oa kerh ~tt) , uev a York:
Collier Bookr. 1962. p6g. 125.
Ibid.. pgs. 100-1.
29 Pa~nnlh ixan, .,Coliceptionr
o
Huinan
A ~ e n c y
n Social Tlieorvn. irabaio indito.
.
pg.
s.
lean-Jacquerousreau. The Social Coiitroct otid
Discoumes.
trad. al ingls por G.
D. H.
Cole. I.ondrer: Den t. 12173, pg. 45 .
Ibid.. pg. 76.
. .-
3 2
Ibid ., pg. 165
-
-3-n- jacqu es Rousseau. Emile . trad . al ingls por Barbr ra Foxiey. Londres: Dent.
1911. pgs.. 197, 215.
.
34 C i t ~ a d ~ e n , M v s h ~ l lerma". The Politics of Autl~eriticity.Londres: Allen &.Un-
wiii 1971.
d e .
215.
. -
35Rour3eau,
Socio1 Contvoct. pg. 174.
y
xon
"Conceptionr
of
Hurn an Agency in Social Tlieory.. pgs.
6-8.
ara
la teorla rocial moderna,
sea
revolucionaria o conservadora, el hombre mo-
d&
es
fundamentalmente unldimensional, y
no
le resta
en
consecuencia posibilidad al-
guna de liberacin. Si uno indaga a un autoproclamado nr e~olucion~r io. oderno ms
de su prdica optimista de la necesidad de la revolucin. con demasiada frecuencia
desciibriri a un pesimista. por no (lecir a un
cnico.
Y la vehemencia de la prdica suele
en
reiacidn directa
con
la profundidad de la desesperacin nacida del pe~imirnio
[Y carecer
d e
toda relacin
can
lo
que
verdaderamente sucede
en
el mundo,
fuera
de,sus
claser biblicar sobre El capital). El pesimismo es
en
lo esencial, conrecuencia del frac aso
en la brqaeda de un agente de cambio veror inil y viable. como lo la creciente
desesperacin y escaso poder de coiivenciniiriito de las apelacione. hechas
en
anos recien-
invlidos de los siglo. XVlIl y XIX, mientras que deja de lado
o
no percibe la con
ter por los tericos revolucionari.or:a los intelectuales por Millr. a los estudiantes por Mar-
moral
en
la cual ertor
re
basaban y que ~ i g u eiendo vital ). pertinente.
cure, a las artistas por Birnbaum. Pero. inrirtimos. el fracaso no
re
debe a la unidimensio-
61 Weber, The P~otestnntEthio: pgs. 181-9.
nalidad del hombre moderna. sino
a
la uaidimemionalidad de lar teoriar que as lo retratan.
Certh y Millr. From Mar Weber, pg. 128.
7/25/2019 Dawe Alan - Las Teoras de La Accin Social
32/33
Nixon, .Conceptionr of Human Agency in Social Theor y., pg. l
Talcott Par ronr, mThe Place of Ultimste Valuer in Saeiological Theoryi. Itite m
Tengo
aqui la frecuentemente renalada confianza de Marx
en
la modali-
tionnl lou rno l of Et hics (actualmente, Ethicr). vol. 45,
no
3, 1935, pg. 316.
dad instrumental del razonamiento cienttfico y en particular, en algunas de lar categoras
6 Talcott Parsons. Ths Sh vct vie of Social Action, Gleiicoe. 111.; Free Prerr. 1949.
de la ecanomia clsica.
pg. 719.
' En Conceptio nr oi Human Agency in Social Theory., Pamela Nixon expone uri
an-
Ibid.. pg. 732.
lirir conciso y perspicaz de estor cambior de acento, entendiendo que ron consecuencia
6 8 Ibid., pg. 701.
del impacto del dualismo instrumental-moral en la obra de Durkheim.
67
I bid ., ~ g . 1, y pgs. 44-6 para la teoria que sintetizamos
en
este prrafo.
Max Wcber, The Protertonr Ethic and the Spirit
gf
Copitolism, trad. al ingls por
Parsonr, The Place of Ultimate Values in Sociological Theary.., pg. 282.
Talcott Parsans. Londres: Allen
&
Unwin, 1930, pg. 181.
9 Alvin W. Couldner. The Coming Criris of Wesfern Sodology.
Nu e v a
York: Basic
2 Citado en J. P. blayer Mar Weber nnd G ermon PoliHcs, Londrsi: Faber, 1956.
Bookr. 1970. pgs. 190-1. 197.
pgs. 127-8.
'
Parronr. Structure of Social Action, pg. 369.
3 H. H. Gerth y C. Wright biillr. eds . From M o x Weber: E rsays in Sociology.
Lon-
lbid.. pg. 399.
dres: Routledge
&
K e ~ a n aul. 1948. pg. 55.
'
a > W = b e r , conomy a nd Socia% (editado por Guenther Roth y Claus Wittichl.
l bid:.
~ 5 g
97.
T
Ibid.. pg. 382.
Nueva
York; Bedminrter Prerr. 1968. pg. 4.
Ibid. . pgs. 389-90.
bid.. plg. 26.
Ibid.. pg. 384.
bid. , p&$r. 24-5.
l lbid.. pg, 380.
M a x Weber, Th e Methodology of rhe Social Sciencer (editado por Edw ard A Shiir
bid.. pg. 388.
y Henry
A.
Fincti),,Nueva York: Free
Prezs
1949, pg. 18.
8 Esta formulacin acerca de la dualidad del enf oque terico -frecuentemente
Citado en Mayer. Mor Websi. pg. 127.
renalada-
en
el inicio de a obra mayor de Parsonr la hemos tomado de
Ken
Menzier,
Weber, Ecanomy nnd Society, pg. 25.
Tolcatt Parsons ond the Social lmnge of&Ian, Londres: Routledge & Kegan Paul. 1977,
' lo que sigue. el texto es rlnteris de la exporicin que
verse en ibid.. vol.
aunque mi desarrollo diverge en lo que re :efiere a la diferencia entre los
7/25/2019 Dawe Alan - Las Teoras de La Accin Social
33/33
' 1Cai.l M o i x . cononilc
r~ridPl~i losopl i ic on imoip ts
o R 4 4
Loiidres:
Lawrence
& Wirliarl, 1959, p6g.
1 ~ 1 1
1 1.
La
teora del iiitercambio
o"'~eill. Adokirig Seiise To getfiet.. pg. 4.
Este pi.into ha reri~ltarlo nriquecidb a
raz de
mis
coiiversrcionar
generales con ]ohn
arry
C
redemeier
Heritege.
O &llai.liii Ruber, citado
en
Charles Talbot Gillin, ,,Fieedom e i id tlie
I~,imitr
f Social
Bcliaviouriiinn,
Socio logy , vol 9,
n o 1. enero de 1975, pkg. 36.
Ib i d . ,
p h g .
31.
O'Neill. f i loking Seiise Tog ethe ~. g 56.
O0 Mi Opticn
sobre
el tema la
be expuesta eii
The l~Jder-\ i 'orld View o
Erving
Goff-
miinn. Britlrh Jouvt i n l o Socinlogy. vol 24, no 2. juriid
d e
19 i3 , p6ga. 246-53.
O 1
l o n i e s
Agee
y 1;YaIlrer E v en s ,
L et
[h o to
Proice
Pori ioris
Adeii, Loiidt-es:
Pcter
Owen
1965, p&g. 54.
O 2 Ib i d . , p i g . 81.
103 O.Ne.11 A4oking Seiise l'ogellier. pg. 10.
O Raris l'erternal ,
Dr
ZRivago. trad. n i inglPr
par ~ a x
-Ilyulaid Manye Harsri.
Londi-es: Collins R Hervill Pi-css, 1958. pg. 306.
Que las personas son interdependientes y que, por lo tan to, necesaria-
mente intercambian cosas. he ah algo que, con toda probabilidacl. no
ha sido un secreto para nadie desde que existe el mundo. Y que la estabi-
lidad de un conj unto cualquiera de relaciones de interdependencia exige
un acuerdo acerca de quin intercambia y debe intercambiar qu cosa,
con quines, por qu razones y en
u
condiciones, tampoco ha escapa-
do a la percepci6n de nadie q ue haya reflexionado un poco sobre el asun-
to desde Plat6n en adelante, para tomar un pensador de la Antigiiedad
como punto de partida . Y quienquiera que haya intentado escribir sobre
asuntos humanos sabe q ue estos temas int eresan a cuestiones de poder,
capacidad de negociacidn, conducta atpica, justicia, egosmo, altruis-
mo, estratificaci6n. eficiencia, competencia, cooperaci6n, conflicto, mo-
nopolio, estrategias, tcticas, moral . Estas cuestiones constitiiyen la m a-
teria de la ciencia y de la filosofa social; y todas ellas son directas conse-
cuencias del hecho de la interdependencia y de su corolario, el i ntercam -
bio.
En un sentido, entonces, que habremos de descubrir significativo, la
historia de la teora del intercambio es la historia de buena parte de la
ciencia social: todos aquellos temas que antes enumeramos se cuentan
entre los tratados bajo la denominaci6n de teora del intercambio. En
los anlisis e investigaciones que con este titulo se ha n hecho, se los abor-
d6 a veces de manera novedosa, y a veces notoriamente mediocre. En
esle captulo esbozar4 los mbs destacados entre esos abordajes, vincul n-
dolos cuando sea oportuno con anlisis anteriores.
En la teora contempornea del intercambio, una de dos escenas, o
ambas, se pueden considerar primordiales. Una es la de B F. Slcinner
en su laboratorio, intentando hacer que una paloma picotee un punto
redondo; la otra es la de Persona, que en una oficina intenta lograr que
Otro lo aconseje (Blau, 1964; Homans, 196 1; 1974). Hay una tercera
que se pudiera inc luir. pero part e de la peculiaridad de que la teora del in-
tercambio radica en que rara vez aparece, en la bibliografa que le es
estrictamente tributari a, como una de sus principales situaciones drama-