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Jacques Derrida, De la gramatología (Buenos Aires: Siglo XXI). Notas En un movimiento lento pero constante, que ha recorrido toda la época de la metafísica (el logoncentrismo), el concepto de lenguaje comienza experimentar su desbordamiento. Desbordamiento vinculado a un volverse sobre sí, sobre su propia materialidad, y en que este mismo movimiento pone en evidencia una paradoja inaugural, que allí donde el lenguaje se libra o, mejor dicho, se desmarca de su límite, el «significado», el sentido, se encuentra con su finitud. Este es el gesto radical del desbordamiento del lenguaje, el de la borradura de su límite como un acto de escritura que dice su finitud. El signo «lenguaje» no ha sido por tanto, la borradura de su límite lo indica, más que el disfraz, la apariencia con que la época de la metafísica ha obstaculizado, invisibilizado, su pleno descubrirse como «escritura primera». Y esto porque la escritura no ha sido para el logocentrismo más que el «doble inconsciente» de otro significante prioritario, el habla, la «palabra», la phoné; materialidad fundamental, significante replicado por otro significante, la escritura. De allí que en toda esta larga época la escritura no haya sido otra cosa que el «significante del significante». De lo que trata el proyecto de una «ciencia de la escritura», que no puede sino estar siempre a punto de (no) nacer , no es de negar la condición de «significante del significante» de la escritura, sino de desactivar la operación por la cual esto desgina la «duplicación accidental» del habla, desocultando más bien el movimiento por el cual todo origen (sentido, significado) se excede y se borra en el momento de su producción.

De La Gramatología. Notas

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Page 1: De La Gramatología. Notas

Jacques Derrida, De la gramatología (Buenos Aires: Siglo XXI).

Notas

En un movimiento lento pero constante, que ha recorrido toda la época de la metafísica (el

logoncentrismo), el concepto de lenguaje comienza experimentar su desbordamiento.

Desbordamiento vinculado a un volverse sobre sí, sobre su propia materialidad, y en que este mismo

movimiento pone en evidencia una paradoja inaugural, que allí donde el lenguaje se libra o, mejor

dicho, se desmarca de su límite, el «significado», el sentido, se encuentra con su finitud. Este es el

gesto radical del desbordamiento del lenguaje, el de la borradura de su límite como un acto de

escritura que dice su finitud.

El signo «lenguaje» no ha sido por tanto, la borradura de su límite lo indica, más que el disfraz, la

apariencia con que la época de la metafísica ha obstaculizado, invisibilizado, su pleno descubrirse

como «escritura primera». Y esto porque la escritura no ha sido para el logocentrismo más que el

«doble inconsciente» de otro significante prioritario, el habla, la «palabra», la phoné; materialidad

fundamental, significante replicado por otro significante, la escritura. De allí que en toda esta larga

época la escritura no haya sido otra cosa que el «significante del significante».

De lo que trata el proyecto de una «ciencia de la escritura», que no puede sino estar siempre a punto

de (no) nacer , no es de negar la condición de «significante del significante» de la escritura, sino de

desactivar la operación por la cual esto desgina la «duplicación accidental» del habla, desocultando

más bien el movimiento por el cual todo origen (sentido, significado) se excede y se borra en el

momento de su producción.