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 J b erto L. Mer ani l'e la Praxis ¡, la Razón

De La Praxis a La Razon

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de la praxis a la razon

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  • Jberto L. Meranil'e la Praxis , la Razn

    ariialbo

  • logia v Crtica de los fundamentos Grijalbo

    Alberto L. Meranl, director del Insi, tuto de Psicologa de la Facultad il> Humanidades y Educacin de la th> versidnd Central de Venezuela, os v, suficientemente conocido dd lector d habla castellana por su contrbud" al estudio de la psicologa desde el tul ma del racionalismo antropolgico. I solucin aportada por Merani -d in

    Sulo y exgeta de H. Wallon, una de I guras de la psicologa contcmpm nea es una solucin dialctica, pirltualistas y pscudopsicolgicas mm de la psicologa experimentar y metan cista. Adems de la presente, entre m obras destacan: Introduccin a la f cologla Infantil, Psicologa de la ed evolutiva, Iji dialctica en psicolugt Naturaleza humana y educacin, Pslc biologa, Psicologa gentica, La gcnal del pensamiento, Freud y el Tulimn Psicologa y pedagoga, Psicologa alienacin, Historia crtica de la Pul de la Psicologa, todas oublirwdas |i

    El criterio fundamcntiil de este libro es que ul tratar al hombre pnlcolu gicamentc no se le puede considerar un simple dato, sino un fenmeno qm* est en un continuo hacerse. Slo con esta perspectiva la psicologa uecrd* al nivel de ciencia e Integra su quehacer en una cosmovlsln, al cxpllna a travs de una cualidad del fenmeno vida expresada en el hombro I* unidad sustancial del Universo. El ttulo del libro es consecuencia lgM de la lnea conceptual que lo vertebra, y sintetiza la intencin pslcogrm (leu que lo Informa.

  • Alberto L. Merani

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    DE LA PRAXIS A LA RAZNMano, cerebro y lenguaje Definicin del hombre

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    SEGUNDA EDICION

    ATOO Di u mifet iCA MBUOTCCA * TUHi.

    Biologa y Psicologa de HoySerie menorGrijalbo

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    f l 0 'B A N C O O E L A R E P U B L IC ABIBLIOTECA LUIS ANGEL ARANGO

    pflorr-sos tcnicos

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    Segunda edicinen Biologa y Psicologa de Hoy ' :

    Reservados todos los derechos:

    1965, 1975, Ediciones Grijalbo, S.A., Du i Mata, 98 - Barcelona, 29

    ISBN 84 253 0453 9 Depsito legal: TO. 188 1980

    Printed in Spain

    Impreso y encuadernado en Artes Grficas Toledo, S. A. ;Polgono Industrial de Toledo. )

  • ANCO D I U PUBLICA

    M iUOIM A TUNJA

    Indice

    Prefacio a la tercera edicin 5Prefacio 7

    Primera parte MANO, CEREBRO Y LENGUAJE

    Introduccin 131 Del acto motor a la praxis 252 De la praxis a la gnosis 373 Lenguaje, pensamiento y sociedad 554 Conclusin 79

    Segunda parteDEFINICIN DEL HOMBRE

    Advertencia 851 Unidad de la materia 872 El devenir biolgico 1013 La hominizacin 1154 El fenmeno humano 1315 La conquista de la razn 1436 Conclusiones 157

    Bibliografa 165

  • Prefacio a la tercera edicin

    Agotada la segunda edicin de este libro, nos propusimos una revisin completa del mismo que alcanzara tanto al fondo como a la forma del texto. E l esfuerzo result intil porque finalmente fondo y forma se nos impusieron; nada ha variado para las ideas expuestas porque hasta ahora ningn adelanto en la biologa o en la psicologa las ha resquebrajado o apenas sacudido. E l concepto gentico y dialctico que nos gui cuando redactamos los dos ensayos que contiene esta obra contina vlido. En cuanto a la forma, tambin se nos revel una vez ms adecuada; no creemos que un cambio de la misma mejorara la expresin y, por el contrario, sospechamos que de alterarla perderamos en claridad y concisin. La nica reforma que introducimos est en las Conclusiones, que ampliamos. Pero lo agregado no innova pues est implcito rm el texto y nada agrega fuera de puntualizar conceptos con mayor precisin.

    A los lectores por su favor y al Editor por su dedicacin y esmero para la nueva edicin, que aparece notablemente mejorada en relacin con las anteriores, muchas gracias.

    Alberto L. Merai

  • P r e fa c io

    En su estructura corporal escribe Le Gros Clark , muestra el Hombre parecidos tan notables con los animales inferiores, que nos parece ahora sorprendente que alguna vez se haya controvertido en serio su parentesco con ellos. En las funciones que estn en la. base del psiquismo humano encontramos idntica unidad fundamental, y es tan sorprendente como en el terreno de la biologa, que la psicologa contempornea lo ignore en muchas de sus premisas, e incluso haya tendencias que establezcan en tales situaciones un divorcio absoluto o casi absoluto. Mano, cerebro y lenguaje constituyen los elementos de diferenciacin sustancial entre hombre y animal, y su accin interactiva engendra el pensamiento y su forma superior la razn, como cualidades intrnsecas del Homo sapiens actua- lis. E l estudio de su gnesis a partir de los animales, del proceso evolutivo que les dio origen, del proceso

  • 8 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    dialctico que a la vez crearan sus funciones interactivas y que desembocara en la hominizacin, del proceso evolutivo y dialctico que todava sustentan, es tema del primero de los dos ensayos que rene este volumen.

    Si la psicologa se conformara con estas comprobaciones como hechos acaecidos y considerara al hombre como dado: un dato, a pesar de la mayor o menor sutileza de sus elaboraciones, de los asertos prcticos que hoy despiertan tanto inters general por ella, tendra meramente carcter de arte, sin alcanzar la estructura de ciencia definida y definitoria. Para salvar este hiato, que muchos denominan crisis de la psicologa, es necesario comprender la unidad fundamental del fenmeno vida en cualesquiera de sus etapas y formas, y su unidad con la totalidad del Universo: Del tomo al pensamiento, es el presupuesto heurstico del camino que deber llevarnos a una comprensin del fenmeno hombre. Pero paso previo a cualquier comprensin es la definicin, y la psicologa no podr comprender si no define el proceso de hominizacin que desemboc en el hombre actual, su objeto de estudio, y no considera las perspectivas que ese mismo proceso muestra en su devenir. Al anlisis dinmico de esta definicin est consagrado el segundo ensayo.

    El criterio fundamental de este libro, como lo fuera de todos nuestros trabajos anteriores, es que en tratando l hombre psicolgicamente no se le puede considerar, como asentamos, un dato, sino un fenmeno que est hacindose. Unicamente con esta perspectiva la psicologa accede al nivel de ciencia, e integra su quehacer en una cosmovisin, al explicar a travs de una cualidad del fenmeno vida, expresada en el hombre, la unidad sustancial del Universo.

  • PUSUCA BUOTVGA * TUNJA

    El ttulo De la praxis a la razn, con que reunimos los trabajos que ofrecemos al lector: Mano, cerebro y lenguaje y Definicin del hombre, es consecuencia lgica de la lnea conceptual que vertmbra a los mismos y sintetiza la intencin psicogentica que los informa. Adems, cada uno de ellos procura explicar, desde un ngulo diverso, precisamente ese proceso que presenta al hombre como fenmeno que est continuamente hacindose, yendo de la praxis a la razn.

    Mano, cerebro y lenguaje, fue originariamente editado por la Universidad de Los Andes, Venezuela, en 1960, y se agot apenas publicado. Hemos corregido y aumentado su texto suprimiendo la Advertencia circunstancial que entonces tena, y agregando una In troduccin. Definicin del hombre, es un ensayo indito en su totalidad, que en el ao de 1963 obtuvo el P re mio Sesquicentenario al mejor trabajo de un profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad de los Andes, Mrida, Venezuela.

    Alberto L. Merani

  • Apenas es un modelo grotesco, no es el hombre de hoy. Compaero de destino del mono Driopiteco, es capaz de trepar con rapidez sobre rboles gigantescos y de lanzarse de rama en rama con audaces saltos. El hombre primitivo es un peludo stiro, como los simios, sus afines; pero cuando camina ' lo hace ya en posicin erecta; su respiracin ; es ms ligera y ms libre que la de los anima- , les con los que vive. Ve a mayor distancia por- . que sus ojos ya se elevan del suelo. Sus miembros anteriores no son, como en los simios, ; rganos para trepar; son manos, y con esas manos fabricar instrumentos, cosa que nin- guna otra criatura logr hacer.

    Desidero Pa p p : A dndeva el gnero humano?

    saaa

  • Introduccin

    El fenmeno vida se revela como la capacidad de establecer un equilibrio continuo entre medio interno y medio externo, y de mantenerlo con constancia diversa, segn los seres, dentro de lmites compatibles con un nivel de interaccin biolgicamente dado. En los peldaos sucesivos de la escala zoolgica aumenta gradualmente la complejidad de las acciones y reacciones que determinan ese equilibrio, y las diferencias que median entre neuroplasma y sistema nervioso establecen los tipos reactivos que van del tropismo al acto motor, del acto motor a la praxis, de la praxis a la gnosis, para desembocar en las simbolias, estructura compleja de lenguaje, pensamiento y sociedad.

    El nivel de la simbolia depende de la relacin acto- efecto, que representa el aspecto prxico y gnsico de la accin y reaccin. Culmina con el desarrollo de los lbulos frontales, que en la prctica son adquisicin

  • 14 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    humana: el hombre es el nico animal con frente despejada. Tanto en la filogenia como en la ontogenia este proceso, derivado del grado de cerebracin alcanzado, se traduce en su cualidad por la inmediatez o la me- diatez de la relacin acto efecto. Los escalones que llevan del reflejo a lo psquico estn estructurados por la duracin que se intercala entre estmulo y respuesta, o sea, que cuando sta es inmediata corresponde a estructuras neurofuncionales estratificadas, primitivas en su origen y primarias en sus funciones, y en siendo mediata indica la actividad reguladora del anlisis y sntesis cerebral: la posibilidad de dar a la respuesta direcciones y sentidos diversos, en una palabra, de elegir la ms adecuada en relacin con circunstancias anteriores, con las circunstancias actuales y las futuras. Es la manera de resolver problemas que caracteriza a la conducta inteligente.

    Este esquema es vlido para los animales superiores y el hombre, pero en este ltimo aparece un nuevo aspecto de la inteligencia: en tanto comparte con antepasados y congneres zoolgicos actuales la inteligencia prctica, cuyo dinamismo acabamos de exponer, se aleja de los mismos por la inteligencia reflexiva, que introduce en la actividad gnosicoprxica la duracin, bajo la forma de proceso histrico que involucra en el camino evolutivo tanto lo biolgico como lo social. El gnero Homo ha desarrollado mano, cerebro y lenguaje; sobre esta trada asienta la caracterstica sapiens, y ella incluye lo biolgico y lo social en interaccin que se resuelve en lo psquico. De cmo nuestros antepasados ms remotos alcanzaron ese nivel interactivo, y cules son los resultados que en el plano psquico se convierten en marcha hacia la racionalidad, nicamente se explica y comprende en funcin de la

  • INTRODUCCIN 15

    evolucin hominizante, de las transformaciones sinr- gicas e interactivas de mano, cerebro y lenguaje.

    * * *

    La mano humana carece de finalidad biolgica. Ha dejado de ser apndice locomotriz primero, de prehensin despus, para asumir dos funciones distintas que ni siquiera tiene en el antropoide: instrumento de accin sobre el mundo exterior y de expresin de las intenciones o sentimientos de la persona. La primera de esas funciones est unida a una extrema movilidad de los dedos, en especial de los tres primeros. El pulgar y el ndice tienen forma y funcin propias en el hombre, lo cual distingue netamente su mano con el movimiento de pinzas. El hecho de que esos dos dedos se hayan separado del resto de la mano, tanto en proporciones como en funcin, significa que sus actividades son distintas a las del patrn animal de mano, la del mono, por ejemplo.

    En relacin con los dedos, la palma est ms desarrollada en el mono que en el hombre, en tanto que en ste el ndice tiende a igualar al anular o a superarlo. El pulgar, por su parte, se distingue netamente de la palma en el hombre, mientras que en el mono todava representa su prolongacin. Eso le permite oponerse al resto de la mano y hace que su musculatura, representada por la eminencia tenar, posea volumen y consistencia mayores. Considerada desde el punto de vista de la anatoma comparada y evolucionista, la mano es un rgano intermedio entre la aleta y el ala; la palma resulta as la porcin elemental y es a partir de ella que los dedos se han desarrollado. La importancia de

  • 18 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    y mnimo en las reas frontal y occipital. Est formada por 12 o 15 mil millones de neuronas o clulas nerviosas independientes, amn de la gla, constituida por clulas cuya proporcin es de 10 por cada neurona, y con papel importante en la funcin nerviosa, como se est empezando a comprender. Este conjunto de neuronas se une en una inextricable red por innumerables puntos de contacto funcional llamados sinapsis. La anatoma y la histologa distinguen zonas y capas caractersticas, pero desde el punto de vista neurodinmico la corteza acta como un todo funcional.

    Para comprender la funcin de cada neurona, o grupo de neuronas, como elemento particular, y a la actividad neurodinmica de la corteza como todo funcional, es necesario considerar la sinapsis, esto es, que la transmisin de la actividad de una neurona a otra no es una transmisin intracelular, como en el nervio, sino intercelular, como en el punto donde un nervio aferente se pone en contacto con un rgano perifrico. As, la funcin nerviosa esencial ocurre en el punto en que las neuronas se enfrentan j no en la clula nerviosa misma. Esta conjuncin interneurnica, la sinapsis, representa una barrera de separacin constituida por una discontinuidad fisicoqumica entre elementos contiguos. Si consideramos que la acumulacin y la transmisin de energa neurodinmica en cada neurona vara con el nivel de la sinapsis, y que segn el clculo de probabilidades diez elementos pueden dar sin repeticin ms de un milln de combinaciones, comprendemos cmo los billones de neuronas corticales, con infinitas posibilidades de niveles sinpticos propios, tienen abiertos caminos innumerables de accin, lo que explica la realidad del cortex cerehri como base fsica de la mente.

  • INTRODUCCIN 19

    Con esto, precisamente, entramos en el significado de la corteza para la evolucin hominizante, o mejor dicho, cmo dicha evolucin surge de la corticalizacin

    H emisferio cerebral humano in srru. R, cisura de Rolando; S, cisura de Silvio; pfr, polo frontal;Fr2, fr2, fr\ primera, segunda y tercera circunvolucin frontal; ca y cp, circunvoluciones centrales anterior y posterior; pt, polo temporal; sm, circunvolucin supramarginal; t1, t2, t3, primera, segunda y tercera circunvolucin temporal. (Foto Chr. Jakob.)

    creciente, propia del gnero humano. En los animales que filogenticamente nos son ms prximos, los simios, el nmero de neuronas corticales va, segn el orden jerrquico de los gneros y de acuerdo con Jakob, de 250 a 1.000 millones. El ndice de Dubois-Lapicque,

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    antes citado, concreta y define la situacin: 2,8 paral el hombre, 0,80 para los antropoides. No obstante, la'? actividad cortical humana motivara casi exclusivamente la conducta vegetativa y afectiva si no fuera por la regin prefrontal, porcin anterior del rea frontal, por delante de la zona motriz. Es la formacin cortical caracterstica del ser humano, pues representa la ltima adquisicin filogentica en el proceso de cerebra- cin, y constituye el rgano de integracin de los neu- rodinamismos y de la unidad mental. Es la zona ms rica en neuronas, y su desarrollo comparado en diversas especies seala la superioridad que posee en el hombre, y con la cual lo distingue; est poco marcada en los mamferos en general, representa un 8 % de la corteza de monos inferiores como los lemridos, 12 % en el mono comn, 17 % en los antropoides como el chimpanc, y 29 % en los humanos.

    El aumento de la 'corteza prefrontal seala el camino de la hominizacin a travs del desarrollo de la frente, que en el hombre de Neanderthal, a pesar de que posey una capacidad craneana similar a la del Homo \ sapiens, se revela todava insuficiente para dar al cerebro prefrontal, desplazado por una frente huidiza, la proporcin de corteza que nos caracteriza. Las funciones de la corteza prefrontal sintetizan lo racional y lo : afectivo y permiten, combinando experiencia concreta y temporalidad presente, pasado y futuro , configurar el porvenir, valor distintivo de la actividad gnosico- prxica humana.

    * * *

    La palabra como smbolo abstracto es caracterstica j del lenguaje humano. Los animales poseen lenguaje; \

  • INTRODUCCION 21

    ms an los monos superiores, por ejemplo, tienen como parte de ese lenguaje un cierto nmero de sonidos con significacin especfica que podemos asimilar a palabras. Los hominidae que nos precedieron, los distintos tipos de Homo cuyas lneas se extinguieron durante el proceso evolutivo que desemboc en nuestro gnero, tambin debieron poseer un lenguaje fnico, esto es, el manejo de sonidos con significacin ms o menos concreta: fonemas. De este fondo primitivo y primario surgi nuestro lenguaje, pero entre los orgenes y el estado actual del mismo media un abismo infranqueable si no se considera el valor psicobiolgico de la palabra, y si con esfuerzo no nos desprendemos de la asimilacin, producto de los pasos de la historia, entre lenguaje e idioma, entre idioma y cultura.

    El lenguaje de los animales: sensorial, mmico o fnico, expresa estados organoafectivos. Directa o indirectamente traduce una situacin de agrado o desagrado, lo til o lo nocivo, para el individuo o conjunto de individuos. Es innecesario discutir si corresponde o no a una convencin, puesto que revela una situacin psicobiolgica propia de una estructura orgnica comn, y sintetiza la respuesta a una circunstancia tambin comn. Un acuerdo presupone la representacin abstracta de una circunstancia, y la afectividad asienta sobre manifestaciones bien concretas y definidas del equilibrio individuo-medio. Un lenguaje con tales caractersticas se resuelve a travs de modalidades restringidas por la capacidad de derivar y abstraer del smbolo concreto, ligado directamente a la sensibilidad, significados y formas de expresin abstractas que no solamente dejan constancia de los hechos sensomo- trices sino que tambin sintetizan y generalizan. De esta manera del sonido con representacin concreta, del

  • 22 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    sustantivo, han derivado las partes del discurso, y de su unin en base de una praxis y de una gnosis liberadas parcialmente del fenmeno en s se estructur la lgica del pensamiento. El hombre comenz a pensar en la medida que posey lenguaje, y hoy los hombres piensan tambin en la medida que se apropian del lenguaje de la sociedad a que pertenecen.

    La categora de smbolo abstracto alcanzada por la palabra, la presenta hoy aparentemente desvinculada de sus races sensomotrices y constituyendo un sistema de estmulos especficos, propios del hombre. Es imposible, en el nivel evolutivo actual de la humanidad, separar lenguaje y cultura, que resultan inextricablemente interaccionados, pero en la perspectiva psi- cobiolgica tampoco podemos desligarlo de las funciones nerviosas superiores ni de su origen prxico. La unidad de praxis y gnosis en el acto de conocer se expresa objetivamente a' travs de la palabra: Seal de seales, como la llamara Pvlov.

    * * *

    El fenmeno humano se define por una complejsima interaccin producto de millones de aos de evolucin del fenmeno vida, y est caracterizado por el Homo sapiens, resultado de una brevsima fase evolutiva comparada con la duracin del proceso que llev del protoplasma primario al cerebro. La caracterstica sapiens indica que poseemos inteligencia, esto es, capacidad de transformar circunstancias en funcin de nuestras propias circunstancias, y que el perfil mental humano todava no agot sus posibilidades, marchando como lo hace del nivel de la inteligencia al de la razn. Sera

  • INTRODUCCIN 23

    absurdo caer en el terreno de las utopas, pero es legtimo brindar las pruebas de hechos capitales que llevaron del hominoide al hombre. El proceso de hominizacin puede y debe explicarnos la razn existencial del hombre pensante, y en el mismo se destaca como fenmeno de base la evolucin interactiva de mano, cerebro y lenguaje. En nuestro nivel aparecen coacervados, la psico y neuropatologa atestiguan de ello, y la psicologa no puede prescindir de este aspecto si quiere definir al hombre, ser ciencia, y concluir con los lmites de una descripcin que la relega al plano de arte aplicada.

    En el curso de la evolucin la sinergia funcional de mano, cerebro y lenguaje desemboc en un tipo adap- tativo nuevo y distinto de los dems seres organizados; necesariamente represent un cambio en la direccin de la evolucin para nuestra especie: su eje se traslad del plano biolgico al social, y las transformaciones consiguientes crearon la cultura, a travs de la cual se comprende a los hombres como seres pensantes. En cuanto a la definicin del hombre, la explicacin del pensamiento como fenmeno humano, es tarea de la psicologa, que slo podr llevarla a cabo si considera ab Jobe principium la unidad sustancial de praxis y gnosis como producto de la interaccin evolutiva de mano, cerebro y lenguaje.

  • 1. Del acto motor a la praxis

    En el Evangelio de San Juan se afirma que en el principio ya era el verbo; la filosofa, as como la fisiologa y la psicologa, repitieron hasta entrado nuestro siglo y unnimemente idntico concepto. El conocimiento fue considerado adquisicin anterior a la accin y en plena era victoriana John Stuart Mili reaccion violentamente contra quienes sostenan que para ver son necesarios los ojos, en tanto que con no menor mpetu el profesor Tyndall aseveraba en tajante oposicin que como la bilis es una secretacin del hgado, la mente es una secretacin del cerebro. Hoy, con menos apasionamiento pero con mayor certeza, afirmamos que primero fue la accin. La historia del hombre, en la marcha triunfal que jalona las diversas etapas porque pas la humanidad, nos dice bien a las claras que la praxis precedi a la teora. Sin duda el aserto tiene un lmite, y este lmite est precisamente trazado por el

  • 26 DE LA PRAXIS A LA RAZN DEL ACTO MOTOR A LA PRAXIS 27

    momento cuando el hombre super a las fuerzas de la naturaleza, y con la filosofa y la ciencia seore el camino de la adaptacin al medio. En el estado actual de nuestra evolucin no podemos anteponer la prctica a la teora, puesto que el orden se ha invertido por la lgica concurrencia de ciencia y filosofa al esclarecimiento de los fenmenos naturales y problemas humanos, pero y este pero es muy importante sea en el momento cuando la praxis abri la primera senda, fue nica, sea en ste, cuando fundida con la teora seala rumbos, la unidad de ambas faculta la ascensin del hombre en el largo proceso que va de los hominoides hasta nosotros.

    Cuando nuestro remoto antepasado utiliz por primera vez el puo como masa, y el pulgar y el ndice en movimiento de pinzas, fue creada la tcnica. No sabemos en qu momento preciso ocurri, como tampoco cundo ese ser se separ de sus hermanos arborcolas y emprendi la conquista del suelo erguido en dos piernas, mas es cierto que desde ese instante mano y cerebro, influyndose recprocamente, dieron paso al ser que calificamos como Homo faber, hombre de accin, y, posteriormente, con la creacin de un instrumento todava ms sutil, muchsimo ms eficaz, la palabra, al tronco de nuestro propio linaje, al Homo sapiens, hombre de pensamiento.

    Sin duda circunstancias especiales imprimieron a los primitivos primates, esto es, a los antepasados comunes de los monos antropoides y de nuestra propia especie, nuevas condiciones de vida. Tal vez cambios en la corteza terrestre dificultaron la posibilidad de vida arbrea y con ello disminuy la importancia del olfato, filogenticamente el ms antiguo de los sentidos, acentundose la del odo y de la vista que an entoncesL

    debieron ser rudimentarios. Por otra parte el pulgar y el ndice adquirieron la capacidad de oposicin, de formar pinza. Mas, aqu no par la aventura, pues de los primates en tren de transformarse, algunos perdieron por entero la capacidad de marchar en cuatro patas, adquiriendo definitivamente la posicin erecta que modific su esqueleto. El cambio represent una desventaja para subsistir en el medio de sus iguales, ya que no fue par nter pares, y.el primate imperfecto debi lanzarse a la conquista de nuevos horizontes. Aqu comienza nuestra verdadera historia, la historia de la hominizacin. Innecesarios para la marcha los miembros anteriores se transformaron, y mientras los dedos del pie perdan parte de sus movimientos para adaptarse al suelo plano, los de las manos se agilizaron extraordinariamente. Las garras, intiles para sustentar al hombre en ciernes, se acortaron; las yemas de los dedos y la palma de la mano, adquirieron sorprendente sensibilidad tctil.

    No obstante, con esto no se complet la transformacin. La mano es solamente un instrumento, un medio de accin y de ninguna manera una finalidad biolgica en s. Cada transformacin orgnica repercute sobre las correlaciones biolgicas y es tan ntima la unidad funcional o sinergia de las mismas que el desarrollo o atrofia de una se refleja sobre' las otras. La liberacin de la mano trajo aparejado el desarrollo del cerebro. Un profesor del Museum de Pars, Anthony, demostr a principios de siglo y con un experimento espectacular algo que debi naturalmente ocurrir a nuestra especie en sus albores. Seccion el msculo crotfito (temporal) de un lado en un cachorro de perro de pocos das, V despus le fue dado comprobar que el correspondiente hemisferio craneal se haba desarrollado ms que el

  • 28 DE LA PRAXIS A LA RAZN DEL ACTO MOTOR A LA PRAXIS 29

    otro. Por un mecanismo similar y al asumir las manos funciones antes reservadas a las mandbulas, desgarrar, arrastrar, etc., se dio lugar al debilitamiento, por falta de uso activo, de los msculos temporales, posibilitando un mayor desarrollo de la cavidad craneana. El rostro todava bestial de nuestro remoto antecesor se afin y gradualmente debi adquirir cierta nobleza, reflejo de nuevas funciones intelectivas que iba adquiriendo.

    * * *

    Que las cosas debieron transcurrir as nos lo demuestra el estudio de la estructura de nuestro cerebro. Cuanto ms importante es la funcin de un rgano, mayor es el rea de su representacin en la corteza cerebral. Las yemas de los dedos, con ser muchsimo menos extensas que la piel de la espalda poseen, por ejemplo, una localizacin cerebral mayor, precisamente por la riqueza de sus receptores sensoriales. Los msculos de los dedos de la mano, pese a su relativa debilidad, estn representados en un rea cortical mayor que los muy potentes del tronco, rea que equivale a la de todos los msculos de una pierna. La focalizacin cerebral est, pues, en relacin eon la importancia psico- biolgica de la funcin. El rea cortical de la mano est situada en torno de la cisura de Rolando, siendo particularmente extensa y ubicada a continuacin del rea facial. Esta situacin es de por s significativa, puesto que seala por su cuasi frontalidad el carcter filoge- nticamente reciente de la adquisicin, demostrado adems por la consecuencia fisiolgica de la importancia de la mano como gua de orientacin del hombre

    Cuadro de Lapicque. Si se colocan en un grfico todos los vertebrados en funcin del logaritmo de P y del logaritmo de E, se puede reunir todos los puntos por rectas paralelas, las isoneurales de cada 0,56 y cuyo nivel depende de K. Ms cerebralizado est un grupo situado sobre una recta ms alta: los carnvoros (K = 0,37) estn por encima de los roedores (conejo = 0,18, rata = 0,06 a 0,09), ms arriba estn los monos (0,3 a 0,4), despus los antropoides (0,7 a 0,8), y el

    hombre por encima de todos (2,37).

    en lo que concierne a sus relaciones con el mundo exterior y su propio cuerpo.

    El anatomista ingls Wood Jones ha podido afirmar que la mano no solamente ocupa una parte extraordinariamente extensa de la regin cortical, sino que tambin posee una influencia directriz sobre la representacin cortical de otras partes del cuerpo. La observacin del rea cortical en torno de la cisura de Rolando permite trazar el esquema de l marcha filo*

  • 30 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    gentica del hombre. La representacin del espacio j bucal, que se inserta en el rea facial, es la ms antigua. Nuestro antepasado animal reciba sus impresiones del mundo exterior a travs del olfato; la nariz alojaba al sentido gua, y es as como las representaciones corticales del mismo pueden ser consideradas las ms pri- mitivas. Tanto la filognesis.como la ontognesis revelan con el orden de aparicin del rea funcional su origen arcaico. Del animal primitivo microsmtico deriv el hominida macrosmtico; pero el arborcola no puede orientarse en el espacio abierto con la nariz: las manos y los ojos deben ocupar su lugar. Los sentidos de la vista y el tacto, este ltimo especficamente representado por la mano, se convirtieron en pautas para la orientacin.

    Si de la hiptesis pasamos a los hechos encontramos en la filognesis citoarquitectnica, como ya destacramos, que el rea de representacin manual sigue a la bucal,vy en la ontognesis o historia individual del hombre, descubrimos el mismo orden de precedencia. i Olfato y gusto son las formas ms primitivas de la sensibilidad exteroceptiva, como prueba el hecho de que dejan indivisa, psicolgicamente hablando, la se- i paracin entre sujeto y objeto. Algunas horas despus del nacimiento se puede observar la accin de sabores y a veces de olores, aunque nada permite separar esas reacciones del comportamiento organoafectivo que ca- j racteriza a la accin de la sensibilidad protoptica. Por el contrario, slo despus del tercer mes la mano se convierte en el principal instrumento de exploracin tctil y comienza la fase del reconocimiento, esto es, la separacin entre sujeto y objeto, que exige un acabado desarrollo de las vas de conduccin as como la accin conjunta de la sensibilidad y la motricidad, nicamen-

  • DEL ACTO MOTOR A LA PRAXIS 31

    te posible despus de la soldadura de von Monakow, que rene con significacin espacial y corporal las sensibilidades intero, propio y exteroceptivas. Aparece entonces la sensibilidad epicrtica para que sea tal desligada de contenidos organoafectivos como funcin activa, capaz de desencadenar las interacciones propias de la accin del medio sobre el individuo, y de ste sobre aqul. El nio conquista el mundo exterior tocando cada objeto con su mano, y es por ella que la mente se abre un camino hacia la funcin del real. La mano es la gua de nuestras experiencias, que constituyen por una parte reacciones en relacin con sensaciones fsicas y del mundo exterior, y por otra la facultad; imaginativa, puesto que todas nuestras imgenes estn tomadas de la realidad. A travs de la mano y por millares de aos se ha elaborado el conocimiento del mundo objetivo; llev al cerebro estimulaciones que a diferencia de las de otros sentidos no eran pasivas, recibidas tal cual se producan, sino provocadas, modificadas, y el rgano nervioso central respondi a esas excitaciones localizndolas en el rea misma donde se producan. La ubicacin frontal del proceso gn- sico deriva de la posicin frontal del rea de representacin cortical de las manos. La fisiologa de los msculos revela que cada emocin se expresa sobre el sistema motor de las manos, como prueban los movimientos involuntarios de la palma y de los dedos que traicionan, a pesar nuestro, los estados emotivos, esto es, respuestas organoafectivas a estados emocionales y mentales que en su repeticin han terminado por constituir el carcter. Como contraprueba experimental tenemos la leucotoma prefrontal, que en estricto sentido neuroquirrgico designa, como la lobotoma, la seccin de porciones de materia blanca entre el lbulo prefron

  • 32 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    tal y el tlamo, con el objeto de obtener cambios de la conducta en determinadas formas graves de psicosis.

    Por lo dems, las enfermdades del acto motor revelan con meridiana claridad la relacin entre accin manual y conocimiento del mundo exterior, cuya gnesis acabamos de establecer. El estudio del desarrollo progresivo del sistema nervioso nos demuestra la superposicin de diferentes dispositivos a lo largo del neuroeje, siendo los ms recientes, desde el punto de vista de la ontognesis como de la filognesis, los situados en las regiones anteriores del eje cerebroespinal, estructuras que pueden ser consideradas como expresin morfolgica de funciones motrices o, ms especficamente, de la accin manual. Que esta ordenacin no se produce al azar y responde a las etapas sucesivas del perfeccionamiento motriz lo puso en claro Hugh- lings Jackson, y lo corrobor en la filo y ontognesis Gurevish. En 1873, Jackson encontr que lesiones cerebrales en foco no daan el conjunto de las funciones motrices, sino stas o aqullas segn los planos o niveles fisiolgicos que alcanzan. As, por ejemplo, en la hemipleja piramidal las partes que sufren al mximo son las que revisten mayor valor psquico por estar directamente sometidas al control de la voluntad, o como se expresan los fisilogos las que realizan los movimientos ms diversos en el menor lapso. Posteriormente, C. y O. Vogt demostraron que el sistema piramidal est bajo la dependencia de centros situados ms oralmente en el cerebro, centros cuya excitacin determina la suspensin de la contraccin muscular,, la llamada denervacin, cuya caracterstica especial es la : perseveracin tnica o clnica. El paciente toma un: objeto pero es incapaz de dejarlo. En tales casos las \ lesiones asientan en las circunvoluciones prefrontales, I

  • DEL ACTO MOTOR A LA PRAXIS 33

    representan una lesin funcional de los centros supra- piramidales. A estos trastornos de denervacin, a los que se puede asimilar el fenmeno de la prehensin de Janichewsky, el grasping and groping reflex de Adi y Critchley, debe agregarse la apraxia, descubierta por Liepmann en 1910, y que se caracteriza por la imposibilidad de ejecutar bajo una orden movimientos adaptados a un fin, en tanto que las funciones intelectuales, motrices elementales, sensitivosensoriales, estn intac-

    i tas. La adquisicin filogentica tarda del proceso gn- sico a travs de la mano se revela una vez ms, y de acuerdo con el proceso de integraciones a travs de la disolucin patolgica: en la hemipleja piramidal, como en la denervacin y la apraxia, es evidente una modificacin de los datos del pensamiento espacial en su aplicacin a los rganos que dirigen directamente la motilidad consciente y voluntaria.

    * * *

    Hasta aqu hemos dibujado a grandes trazos la historia filogentica de la mano en relacin con la adquisicin del conocimiento, la historia de sus cambios a travs de la evolucin de la especie, pero no para en esto la comprobacin de tan trascendental acontecimiento. Existe una ley biogentica debida al evolucionista alemn Haeckel, la cual afirma que en su desarrollo el individuo repite la etapa evolutiva porque pas la especie a que pertenece. La ontogenia repite abreviada la filogenia. Aunque discutible en algunos aspectos la ley de Haeckel se revela acertada en los lineamientos generales; claro est, aquello que en la evolucin de la especie exigi indecibles esfuerzos e innumerables prue-

  • 34 DE LA PRAXIS A LA RAZN*

    bas fallidas, en el individuo que crece se repite con la segura certeza de un organismo que se desarrolla sobre carriles hereditariamente prefijados. Sea como fuere el mecanismo de la prehensin que aqu nos interesa es para los humanos, y entre muchos otros, la etapa final de una serie de reacciones jerarquizadas que en todos los nios se repiten de manera siempre anloga. Los psiclogos de la infancia distinguen en la prehensin diversas etapas que conservan en todos los casos un riguroso orden. Si se filman las variadas reacciones que provoca en nios la aproximacin de una esferilla de ocho milmetros de dimetro, tal como lo hiciera Gesell, se verifica siempre una jerarquizacin de respuestas que se pueden ordenar as: en las primeras semanas el nio no mira la esferilla y solamente la nota de pasada. A las diecisis semanas la observa prolongadamente, cuatro semanas despus le aproxima ambas manos, a las veinticuatro acerca una sola, en pronacin, y realiza un gesto vago como si quisiera araarla. Slo a las veintiocho semanas consigue atraparla pero sin justeza en el movimiento, con toda la mano; recin despus de un largo lapso, a las cuarenta semanas, hace girar el puo al extender la mano y coge la esferilla entre el pulgar y el ndice, con un movimiento de pinzas. La independencia de la mano coincide con la poca cuando el nio permanece sentado sin ayuda, alrededor de los siete meses. Entonces la mano adquiere mxima libertad y desplaza completamente a la boca como instrumento tctil. Para ese momento la filognesis repite la de los mamferos, pero con acusadsima accin del cuerpo estriado, que regulariza los movimientos y, gradual-, mente, tales mecanismos se someten a una accin cor-, tical cada vez ms marcada, reflejando la estructura-, cin nerviosa propia de los animales superiores y, ent(

  • DEL ACTO MOTOR A LA PRAXIS 35

    especial, del hombre. Desde ese instante la filognesis cede en todos los campos a la ontognesis. Ya no se trata de la integracin de sistemas, sino de una jerarquizacin de niveles estructurales, que en el mismo grado que se integran funcionalmente establecen con su predominio las jerarquas respectivas. La integracin deja abierto el camino de la maduracin, base innegable de la actividad psquica superior, y que desde el punto de vista funcional traza el final de la actividad filogentica. La ontognesis pone en primer plano los procesos individuales y seala los comienzos de la madurez cortical. La actividad prxica est hasta ese perodo ligada a la actividad y su accin carece de expresin individual voluntaria, que corresponde a la etapa posterior, denominada por Wallon estadio afectivo ligado a la actividad de relacin. Aparecen las primeras relaciones entre los deseos del nio y el medio exterior: es posible establecer reflejos condicionados y la mano alcanza definitivamente el carcter de rgano humano por excelencia. La actividad prxica revela el carcter de exploracin del mundo circundante y dentro del esquema filogentico pasa por la etapa de la hominizacin definitiva. El homnida cede definitivamente al Homo faber, y toda accin manual tiene entonces valor cognoscitivo. Por ltimo adviene el estadio sensomotor, que se instaura aproximadamente a los nueve meses, y hace posible para el nio la exploracin y asimilacin del mundo exterior ms cercano. Despus, con la eclosin del lenguaje y la relacin entre la percepcin y la mano, logra la objetivacin de deseos que configura el estadio humano por excelencia, la etapa perceptiva y proyectiva.

    Estos tres estadios patentizan la relacin entre mo- tricidad y evolucin psquica. Sealan en cada caso un

  • fc

    36 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    paso adelante n la integracin y maduracin del sistema nervioso, e indican el camino por el cual del acto reactivo movimientos ligados a la actividad vegetativa se marcha al acto proyectivo movimientos con finalidad que, al integrarse con la sensibilidad, abre i las puertas del psiquismo.

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  • 2. De la praxis a la gnosis

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    El pasaje del acto al pensamiento no deja lugar a dudas; en el homnida como en el infante, representa el salto de la actividad vegetativa a la cognoscitiva y, contemporneamente, una prdida de la estricta adaptacin biolgica a las circunstancias ambientales, que pasa a producirse en niveles ms plsticos, menos rgidos y estables. En efecto, cuanto menos inteligente es la conducta del animal,, ms estabilizados son los patrones de la misma y, correlativamente, est menos desarrollado el sistema nervioso superior. Los insectos, por ejemplo, parecen ser los organismos ms afortunados en la lucha por la existencia, ya que ms de las dos quintas partes de las 2.500.000 especies animales conocidas lo son. Solamente las hormigas involucran 3.500 de esas lneas y las cucarachas son los representantes actuales ms antiguos que se conocen del gnero animal. El estudio de las hormigas revela que constituyen

  • 38 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    un grupo plstico: cada especie se adapta a circunstancias muy diversas, pero dentro de la especie existen castas con una bien definida divisin del trabajo, con capacidad nicamente para tareas especficas rgidamente circunscritas. Las adaptaciones de la especie estn determinadas por factores estables genticos, de nutricin, temperatura, humedad, etc. , pero dentro de ellas los individuos carecen de toda posibilidad de variacin, de modo que la actividad queda prescrita por la estandardizacin de la colonia y nunca por los intereses o capacidades de los individuos, genticamente prefijadas. El examen del sistema nervioso de los insectos muestra que los reflejos determinantes de la conducta con tan exacto determinismo estn controlados por una disposicin rgida de clulas y fibras que es, sustancialmente, la misma en todos los individuos de la casta, y cierra el paso a cualquier intento de adaptacin diversificada. Son lneas filogenticamente terminadas, cuya sobrevivencia est asegurada nicamente por una enorme fecundidad, que compensa dentro del equilibrio ecolgico las enormes prdidas de individuos a que da lugar la conducta estereotipada que les es propia.

    Si de los invertebrados pasamos a los vertebrados, y en stos vamos del pez al hombre, encontramos una diferencia fundamental. En los primeros los cambios implican una especializacin del cuerpo individual con rganos o sistemas que los dividen en casta y cuya eficacia es nula fuera de la accin conjunta de la comunidad: abejas y hormigas recolectoras, constructoras, ponedoras, etc. Los cambios individuales vedan toda posibilidad de sobrevivencia individual y solamente aseguran la subsistencia del grupo. El individuo es un engranaje y nada ms en la complicada actividad

  • HEMISFERIO CEREBRAL

    Vista lateral izquierda del cerebro de un pez (A), de un anfibio (B), de un reptil (C), de un ave (D ) y de un mamfero (E )

    ( E s q u e m a s seg n E d in g e r ) .

  • DE LA PRAXIS A LA RAZN 41

    comunal. Sobrevive y se adapta slo en funcin de sta. En cuanto al plan del sistema nervioso, descubrimos que es similar en invertebrados y vertebrados, pero con modificaciones cuantitativas y cualitativas que se revelan sorprendentes en la adaptacin de los diversos modos de vida, culminando con la estructuracin y funciones de la corteza cerebral. La paleontologa revela que de reptiles primitivos desaparecidos partieron dos lneas evolutivas divergentes: una condujo a las aves y la otra a los mamferos actuales. Ambas lneas se caracterizan porque la porcin peduncular de los hemisferios cerebrales aparece extraordinariamente desarrollada, con la diferencia de que la corteza cerebral que la cubre es apenas notable en algunas especies, ms conspicua en otras; inferior en las aves, superior en los mamferos y agrandndose, diversificndose en stos a medida que pasamos de los inferiores a los superiores.

    El desarrollo y diversificacin de la corteza cerebral en los vertebrados est en directa relacin con la estructura corprea y el grado de adaptacin a las circunstancias biofricas. La fbrica corprea de los pjaros ofrece un grado de especializacin ms acusado que en los mamferos, y en conexin con ello la porcin peduncular de los hemisferios y las estructuras del tlamo estn mucho ms diferenciadas. Por lo dems, sabemos que estas estructuras se encuentran en directa relacin con el control de los reflejos innatos y las reacciones organoafectivas, componentes que en las aves son ms patentes que en otros animales. Esta cerebracin progresiva, que abre un abismo entre invertebrados y vertebrados, pone de manifiesto un nuevo tipo de adaptacin al medio ambiente. Como en los insectos, las especies de aves son numerossimas y se adaptan a una muy amplia gama de condiciones am

    40 DE LA PRAXIS A LA RAZNbientales; tal adaptacin procede en sus lincamientos generales de la misma manera para ambas lneas, realizndose a travs de la especie, pero el pjaro como individuo revela una capacidad para resolver nuevas dificultades, esto es, de inteligencia prctica, superior a la del insecto. Sus experiencias personales, o dicho sin presupuestos antropomrficos sus reacciones como unidad organopsquica y no como unidad comunitaria, son ms ricas, ms variadas y menos uniformes.

    Los mamferos sealan un grado acusado de cerebracin; la etapa cortical de los hemisferios cerebrales aumenta en relacin geomtrica con el nivel evolutivo y se encuentra organizada segn un plan diverso al de los otros animales que los preceden filogentica- mente. En los reptiles y en las aves, las reacciones a los estmulos ambientales estn bajo control peduncular y talmico, pero en los mamferos ya est asentada la accin reguladora del cuerpo estriado y es patente, en la gradacin ascendente de su escala, la funcin regular creciente de la corteza cerebral, que asume paulatinamente el control de todas las actividades del pednculo cerebral subyacente. Concordes con este concepto evolutivo del sistema nervioso cuyos basamentos debemos a Jackson, y segn el cual el sistema nervioso se integra en una evolucin que va de los elementos y sistemas primitivos a las ms recientes y complejas, como es la corteza cerebral o neopallium, son las comprobaciones de Gurevish. Encuentra que en los peces la motricidad es rtmica y automtica, de tipo netamente pallidal; en los reptiles, en los cuales la accin del cuerpo estriado se manifiesta ya funcionalmente, aparecen inconstantes, interrumpidos por momentos de

    Lreposo que se alternan a veces con reacciones atetsicas de tipo pallidal como en los peces, y que indican ms

    _____________________________

  • 42 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    bien un equilibrio que un predominio de la accin de uno y otro sistema. En las aves el control estriado y cerebeloSo es ms patente y termina con el predominio neto de la corteza motriz y del haz piramidal en los mamferos. Por ltimo, en el hombre, estos sistemas estn controlados por mecanismos frontales ntimamente ligados con la actividad psquica, que acuerda a los movimientos unidad y orientacin^acia un fin prefijado. En el hombre, adems, tiene lugar una reconstitucin estructural de los diferentes centros, en particular del sistema estriado. Si a este esquema agregamos, como hace Micislas Minkowski, el concepto de localizacin crongena que asentara von Monakow, esto es, que cada funcin aparece en el mismo momento en que coinciden las evoluciones filo y ontogenticas del sistema nervioso, o sea, cuando el desarrollo individual alcanza cada una de las etapas por las que atraves la evolucin de la especie, tenemos completado el cuadro de la integracin y maduracin del sistema nervioso a travs del proceso de elaboracin que lleva desde los primitivos cordados al hombre, y en ste, del nio al adulto.

    * * *

    Por su parte la paleontologa y la paleoneurologa han corroborado la sucesin de las etapas neurofuncio- nales que acabamos de detallar, en lo que se refiere a la estructura de la fbrica corprea y del crneo. Las formas intermedias hasta ahora halladas entre las especies extinguidas de antropoides y los fsiles del hombre primitivo, ofrecen con meridiana claridad los principales pasos que llevaron del cuadrumano l

  • DE LA PRAXIS A LA GNOSIS 43

    homnida y de ste al hombre.1 No obstante, queda un problema que hasta no hace mucho fue piedra de escndalo: el cerebro de las razas ms primitivas que todava viven es aproximadamente el doble de grande que el de un antropoide de tamao comparable, y el mayor aumento est en la corteza cerebral y en sus dependencias inmediatas. El hiato, aunque notable, no queda sin explicacin biolgica y, ms an, plantea aparte de los cambios estructurales la cuestin de la mente y de las relaciones entre sus procesos fisiolgicos y el acto cognoscitivo para el cual la corteza cerebral es rgano especfico.

    Resulta de diaria observacin que la integracin del animal al medio que le es propio se logra en breve lapso. La del hombre, por el contrario, exige una serie de aos suplementarios que sealan morfolgicamente una extrema lentitud del perodo de crecimiento, muchsimo mayor que el de los mamferos de talla equivalente, amn, de como veremos despus, el desarrollo psicosocial. En todos los estadios de la evolucin embrionaria y postembrionaria el crecimiento humano est caracterizado por su lentitud y dbil rendimiento energtico. Estudios comparativos entre el hombre

    1. A b o r ig in e estos pasos fueron considerados como la evolucin de una nica especie (monogenismo), una filiacin ms o menos lineal entre el africntropo de Tanganica, los paleohominidas de Java, de Pekn, de Piltdown, los neanderthalensis y el H o m o sa p ien s de la Edad del reno o de la civilizacin solutrense. En la actualidad no tenemos ninguna consideracin bastante firme para sostener la idea de un encadenamiento real en este sentido, pues los ms recientes descubrimientos (Fontchevade, por ejemplo) aportan la prueba contraria, esto es, la existencia de un H o m o sa p ien s contemporneo del antiqusimo y muy primitivo tipo de Neanderthal (po- ligenismo), lo que obliga a plantear con sentido opuesto el problema de los orgenes de la humanidad, segn los caminos de diversas hominizaciones cuyos representantes llegaron, en algunos casos, a ser contemporneos entre ellos. V id . Grgoire, F.: L a n a tu re du P s y ch iqu e , Pars, 1957; Teilhard de Chardin, P.: L e g ro u p e z o o lo g iq u e h u m a in , Paris, 1956; Le Gros Clark, Wilfrid E.: H is to ry o f th e P r i m a tes . A n J n tro d u c t io n to th e S tu d y o f fo s s il M a n , London, 1960.

  • 44 DE LA PRAXIS A LA RAZN DE LA PRAXIS A LA GNOSIS 45

    y los monos antropoides muestran cun grande es la diferencia que separa a la infancia de ambas especies. Los antropoides alcanzan la pubertad a los seis aos y la talla mxima a los diez. El gorila posee todos los dientes de leche al ao, el chimpanc a los diez meses; el hombre solamente a los dos aos y medio. La osificacin, tanto del crneo como de los miembros, en el mono de cuatro aos alcanza la etapa que el hombre cumple a los veinte. La misma aceleracin aparece en relacin con el desarrollo psquico; las experiencias de los esposos Kellog, que criaron con su propio hijo un chimpanc de la misma edad, revelan que todas las funciones mentales bsicas son adquiridas por el an- tropoide con gran antelacin sobre el nio, con la nica diferencia que aqul, llegado a un nivel crtico, no las supera mientras el humano contina su progresiva ascensin hacia niveles ms elevados.

    Empero, lo que ahora ms nos interesa atae a la vida fetal. El antropoide se separa mucho ms de las proporciones de su propio feto que el hombre del suyo y del de los monos, lo cual indica que con razn auxol- gica el crecimiento no est ms restringido en los antropoides sino en los humanos.

    La diferencia especfica entre los dos gneros est en relacin con la duracin de las etapas de crecimiento, puesto que no cabe duda que a ellas corresponde el alargamiento relativo de los miembros posteriores que hace posible la estacin bpeda, y la reduccin de la laringe, base orgnica del lenguaje articulado. Ademas, la lentitud de osificacin del crneo permite un mayor desarrollo de la masa enceflica. Por otra parte no resulta extrao al desarrollo psquico el largo proceso de maduracin e integracin humanas que imprimen al sistema nervioso la plasticidad que le permite su

    perar al animal en la formacin de reflejos condicionados y de estereotipos. Las mltiples experiencias de laboratorio de las escuelas pavloviana y behaviorista, as

    NERVIO OLFACTIVO

    NERVIO OPTICO s

    CUERPO ESTRIADO ..

    NUCLEO R O JO ------

    NEURONA PIRAMIDAL PSICOMOTORA

    NEURONA DE LA SENSIBILIDAD CONSCIENTE

    . . . CAPA OPTICA

    PEDUNCULO CEREBRAL

    _____ .- HEMISFERIO CEREBRAL

    _______ NERVIO TRIJEMINO

    ____PROTUBERANCIA

    CEREBELO

    RAIZ ANTERIOR (CON NEURONA MOTRIZ (PERIFERICA

    n e r v io s ! f a c ia ll AUDITIVO

    BULBO

    NERVIO PHEUMO GASTRICO

    NEURONA PREGANGLIONAR SIMPATICA

    RAMACOMUNICANTE

    NERVIO SIMPATICORAIZ POSTERIOR

    GANGLIOESPINAL

    ICON NEURONA](s e n s it iv a ]

    GANGL|C> SIMPATICO (CON NEURONA GANGLIONAR)

    Estructura de los centros nerviosos. Encfalo y medula del hombre vistos por sus caras inferior y ventral. La medula est cortada transversalmente para mostrar su estructura y la de un nervio raqudeo. El origen de algunos nervios y el lugar de las principales neuronas estn representados de un solo lado y con agrandamiento desproporcionado. Un nervio encierra, en realidad, varios centenares

    de fibras. (Esquemas de Paul Chauchard.)

  • como la prueba emprica de la enseanza en el hombre y el amaestramiento en los animales, demuestran el papel fundamental que tal plasticidad desempea en el desarrollo del psiquismo.

    Ahora bien, y yendo al meollo de la cuestin, si consideramos que el antepasado animal del hombre posea los caracteres generales de un mono antropoide y nos atenemos a lo antes sealado acerca de la reaccin entre estado adulto y embrionario, estamos obligados a admitir que el proceso evolutivo que ha creado al hombre es, como afirma Devaux, un proceso de pedomor- fosis, de infantilizacin, o segn la denominacin de Bolk de fetalizacin. En su esencia este proceso consiste en que ciertas disposiciones anatmicas fetales propias de los antropoides y de los antepasados proba- bles del hombre, perduran en ste mientras desaparecen en el mono adulto. Nos enfrentamos, pues, con una variante de las leyes de filognesis y ontognesis, encontrando que la evolucin humana se produjo por sucesivas digresiones y no por regresiones o remodelamien- tos de lneas acabadas.

    En este sentido aportan sorprendente apoyo los ms recientes estudios acerca de la etiologa del mogolismo. En 1951 Sergio Levi, basado en una advertencia de Ble- yer, afirm que el problema del mogolismo era de la competencia del citlogo antes que del clnico, y que la modalidad de aparicin y las caractersticas somatocl- nicas de los nios moglicos eran de origen cromosmi- co, formulando la hiptesis de que fuera de las leyes conocidas de transmisin hereditaria se produca un proceso accidental de desequilibrio cromosmico del que resultaba un tipo digresivo.

    Los perfeccionamientos tcnicos de investigacin citolgica derivados principalmente del estudio de las

    46 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    I *AHOO Dfi M BPUBUCT I .DE LA P R A X IS ^ ^ f

    consecuencias de las radiaciones atmicas y basados sobre cultivos in vitro de tejidos humanos, han permitido establecer con exactitud, en el laboratorio atmico de Harwell, que el nmero de cromosomas humanos es tanto de 46 como de 48. Por su parte en el Instituto de Gentica Mdica de Pars, se pudo comprobar en las clulas cutneas de nueve sujetos mogoloides la presencia de un cuadragsimo sptimo cromosoma anmalo, pequeo y sutil, descubrimiento que fue confirmado por Book, en el Instituto de Gentica de Upsala, con

    v el agregado de que el recuento se hizo simultneamente en clulas cutneas y de la medula sea, excluyendo la presuncin de que el fenmeno se presentara en un solo tipo de tejido.

    Este singular proceso digresivo recordemos que el mogolismo comporta una reestructuracin anmala de la morfologa corporal, de la sinergia hormnica y del desarrollo nervioso. La mano del imbcil moglico es el signo ms caracterstico de la enfermedad: la palma es corta, ancha y cuadrada, los dedos anormalmente cortos en relacin con ella, el pulgar y el quinto dedo a menudo muy pequeos. El quinto dedo ha sido asimilado por Penrose a un segundo pulgar brindado por la presencia de un cromosoma supernumerario, asienta, pues, en una embriognesis distinta. Podemos ahora agregar a la hiptesis de Devaux la razn de este error citolgico, hasta hace poco solamente conocido en el reino vegetal y en algunos animales inferiores, y explicar su tesis de la degeneracin fsica del hombre, su largo perodo de gestacin y de amamantamiento durante el cual el cerebro por no desempear ningn papel en la vida de i-elacin multiplica sus clulas nerviosas hasta un nmero no alcanzado por ninguna otra especie animal. El homnida habra sido as un antro-

  • 48 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    poide que bajo la accin de un clima desfavorable, de subalimentacin, de radiaciones o de cualquier otra causa anloga, habra resultado afectado por alteraciones protoplasmticas que a travs de cambios cromo- smicos dieron lugar a la pedomorfosis por el fenmeno que Ed. Prrier defini como taquignesis, y segn el cual el desarrollo embriogentico de las especies superiores tiende a efectuarse en el ms corto tiempo posible. As, el sistema nervioso central de los vertebrados, en lugar de aparecer por emigracin individual, simultnea, en las profundidades de elementos procedentes del exodermo, se forma en su totalidad por un canal longitudinal mediano o por el hundimiento de una placa exodrmica que se transforma de inmediato en un tubo ms o menos cerrado: el eje cerebroespinal. Anlogo sera el fenmeno por el cual el feto humano posee ya a los cinco meses de vida intrauterina los quince mil millones de clulas nerviosas que constituyen el equipo cortical del hombre, y que subsistirn despus sin dividirse aunque el individuo contina su crecimiento. Son las nicas clulas del organismo que permanecen incambiables desde el nacimiento hasta la muerte.

    X * *

    Estas comprobaciones no bastan para explicamos i en todos sus aspectos el pasaje de los primates primitivos a los hominidae, puesto que poseyendo algunos cualidades que podran haber evolucionado con sentido de superacin no han sacado provecho de ellas. La caracterstica neuropsicolgica primordial que separa al hombre en cualquiera de las etapas por que pasa-

  • DE LA PRAXIS A LA GNOSIS 49

    ron sus especies de los animales ms prximos a l, reside en el perfeccionamiento del neopallium y que se revela: a) Por un crecimiento de las reas corticales especializadas que reciben las impresiones exterocep- tivas transformadas en superiores (audicin, visin, tacto) con detrimento del olfato y su concomitante el gusto, b) Desarrollo cada vez ms acentuado de las reas corticales motrices, lo cual asegura una regulacin ms precisa de los movimientos que, correlativamente, aumentan en complejidad, c) Amplsimo desarrollo de la regin anterior del cerebro, del rea prefrontal, zona particularmente rica en fibras asociativas.

    Este progreso en la citoarquitectura del cerebro humano est ntimamente vinculado con las modificaciones estructurales que antes detallramos, especialmente con dos caractersticas esenciales de los hominidae: la estacin erecta y la adecuacin de la mano al uso instrumental con la oposicin del pulgar y el ndice, y los delicados movimientos de ajuste que de ello derivan. Si bien es cierto que los antropoides pueden sostenerse de pie, erguidos sobre los miembros posteriores, ninguno posee la estacin erecta como base primordial y nica de la deambulacin. El hombre goza de una adaptacin especfica a la marcha bpeda, facilitada por caracteres estructurales que alcanzan a todas las porciones del esqueleto, en especial la columna vertebral, insertada debajo y no en la parte posterior del crneo, como en los cuadrpedos. El hombre posee el agujero occipital y el eje de la cabeza casi horizontal y perpendicular al raquis, cuyo eje presenta cuatro curvaturas alternativamente cncavas y convexas. De este modo la cabeza cae en equilibrio ms o menos estable sobre la extremidad superior de la columna vertebral, y solamente se requieren acciones musculares relativa^

  • 50 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    mente dbiles para mantenerla en posicin. Los mscu-' los cervicales y el gran ligamento cervical se encuentran muy desarrollados en los cuadrpedos, cuya cabeza est permanentemente arrastrada por su peso, que gravita sin apoyo en la horizontal. En el hombre, en cambio, la musculatura cervical se reduce notablemente y deja de comprimir la cara superior y laterales del crneo, y puede ste crecer en todo sentido. La experiencia de sorprendente sencillez y notable valor demostrativo realizada por Anthony, y que antes explicramos, avala estas conclusiones acerca de la verosimilitud de un mecanismo evolutivo de tal tipo.

    A este fenmeno resultante de la posicin erecta se agrega otro que tambin deriva de ella y cuyo valor para la hominizacin destacamos al comienzo : la mano. En el hombre ocurre que los miembros posteriores pierden el carcter de mano rudimentaria que poseen en los simios, al desaparecer la oposicin del dedo gordo ; al mismo tiempo los ligamentos y las articulaciones 1 estn dispuestos de modo tal que se sustituye la flexibilidad que presentan en los antecesores arborcolas ; por la solidez y la estabilidad necesarias para el mantenimiento en tierra firme. A consecuencia de la especia- lizacin de los miembros posteriores para la marcha, las manos quedan liberadas de toda funcin de sostn , y convertidas exclusivamente en instrumentos de prehensin : adquieren una libertad y precisin de movimientos mayor que en los antropoides y se convierten en el maravilloso instrumento que conjuntamente con el desarrollo del cerebro y el lenguaje estructur el per- i fil psicolgico del Homo sapiens. i

    En esta nueva funcin los miembros anteriores no solamente permitieron en los comienzos de la evolucin humana una rudimentaria accin instrumental so-

  • tBANCO DS LA

    \ (MSLftDfECA

    bre el mundo circundante, sino que coadyuvaron en la disminucin de las tracciones que los msculos elevadores de las mandbulas ejercen sobre el crneo. Como el equilibrio de la cabeza sobre la columna vertebral verticalizada redujo la accin de los msculos cervicales y del gran ligamento cervical, el debilitamiento de los elevadores de las mandbulas disminuy las tracciones sobre la regin anterior del crneo, donde se insertan, facilitando el crecimiento en altura del mismo y, naturalmente, del cerebro, sobre todo de los lbulos frontales, que representan la ltima adquisicin filogentica del gnero Homo en su sistema nervioso, asiento del neurodinamismo de las simbolias.

    El proceso de expansin de la corteza cerebral durante la evolucin no slo tuvo por consecuencia la creacin de reas nerviosas adaptables a nuevas funciones, sino que implic la transferencia hacia la corteza de aquellas que en el proceso adaptativo se revelaron ms adecuadas para el nuevo gnero animal que se perfilaba. La transferencia de los niveles inferiores a los superiores resulta clara si se comparan los centros visivos del cerebro del ratn con los del hombre; un ratn cuya rea visiva cortical ha sido destruida se encuentra, sin embargo, en ptimas condiciones para hacer buen uso de la vista: puede calcular la distancia y direccin de un salto que lo'lleva de una plataforma a otra y distinguir diversas intensidades de luz. En el hombre, por el contrario, una destruccin similar lo vuelve completamente ciego. De esta simple experiencia resulta claro el camino que llev a la cerebracin humana, y por qu la misma brinda inmensas posibilidades adaptativas que estn rgidamente vedadas a los animales. En el ratn la marcha hacia la cerebracin apenas est iniciada y las principales funciones visivas

    REPUBLICA I

    TUNJA 511

  • DE LA PRAXIS A LA RAZN DE LA PRAXIS A LA GNOSIS 53f 52

    pertenecen a centros primitivos ubicados en el rom- boencfalo o arquiencfalo, mientras que en el hombre son prerrogativa de la corteza cerebral. Desde el punto de vista mecanicista este progreso evolutivo podra ser considerado una desventaja, pero analizado en sus consecuencias dialcticas nos revela el abismo que este solo ejemplo abre en la escala zoolgica cuando al considerar los mamferos se pasa al hombre.

    Si bien la destruccin de la corteza visiva apenas afecta la actividad del ratn y deja por el contrario al hombre ciego, los modos en que un ratn puede actuar frente a estmulos visuales son restringidos, estereotipados dentro de patrones de adaptacin rgida, mecnica diramos, a los variados estmulos del medio. En tanto el hombre es seor de la prerrogativa que hace de la corteza visiva asiento nico de esas funciones y si bien sus reacciones de adaptacin no funcionan con la misma y automtica velocidad que en el ratn, es bien sabido que ste huye de una sombra, anuncio de peligro o no, mientras el hombre analiza los riesgos y luego adopta la actitud conveniente. En el ratn la relacin acto-efecto es inmediata, en el hombre mediata, y este fenmeno aparentemente tan simple establece la compleja diferencia entre el automatismo y la inteligencia prctica por una parte, entre sta y la inteligencia reflexiva, por otra. La vida de las cuevas hizo innecesaria la emigracin cortical completa de los centros visivos del ratn, por lo que puede conservar reacciones vitales con prdida de la corteza, pero le queda impedida la posibilidad de reacciones prcticamente ilimitadas a un estmulo, que posee el hombre. Con o sin corteza visiva el ratn percibe y acta en consonancia dentro de reacciones estereotipadas; sin corteza visiva el hombre enceguece, pero con ella crea lo que el ratn

    IS jams alcanzar: el arte pictrico, por ejemplo. Venta- | jas y desventajas de la corticalizacin!

    Todos los cambios que acabamos de enumerar y que encontramos definitivamente estabilizados en el ltimo eslabn de una larga serie de hominidae, el Homo sapiens, se produjeron con una lentitud imposible de calcular aun con mediana aproximacin. Tanto es as que el estudio de los fsiles parece indicar que el cerebro humano no ha sufrido cambios estructurales notables desde hace doscientos mil aos. No obstante, pese al proceso de decantacin y fijacin a travs de tan extenso lapso, los procesos integrativos no llegan siempre al mismo desarrollo mximo en todas las lneas humanas, lo cual demuestra que de acuerdo con las leyes generales de la evolucin se produjeron por etapas sucesivas, lentas unas, ms o menos bruscas otras, y se continan todava como prueba el escaso desarrollo de la pantorrilla de los negros y la independencia del hallux o dedo medio del pie, similar a la del antro- poide, en tipos humanos primitivos como los indgenas de Australia. Por su parte en el desarrollo ontogentico se reflejan algunas de estas modificaciones. El pulgar y el ndice de los nios negros a punto de nacer son considerablemente ms cortos que en los nios europeos en la misma situacin; adems, los adultos negros tienen los pulgares ms pequeos que los hombres blancos. La curvatura del raquis no aparece en el feto humano y ni siquiera en el infante tiene la misma proporcin que en el adulto, al mismo tiempo que es bien conocida la extrema movilidad de los dedos del pie en el lactante y la serie de movimientos espontneos y unilaterales que caracterizan su motricidad y denuncian, con sus cambios, las sucesivas fases de integracin y maduracin neurolgicas, reproductoras de etapas del

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    desarrollo filogentico de los centros nerviosos, y que sealan con su persistencia, despus de lapsos pruden tes, detenciones en el camino hacia la cerebracin pro gresiva, esto es, hacia el tipo actual y aparentemente definitivo del Homo sapiens.

  • 3. Lenguaje, pensamiento y sociedad

    Del crecimiento y del desarrollo psquico slo adquirimos verdadera comprensin si relacionamos al individuo con la especie a que pertenece. Las etapas de ambos tienden a la formacin del adulto, pero este individuo en plena madurez ofrece caractersticas muy diversas en cuanto al tipo logrado en uno y otro aspecto. La direccin progresiva del crecimiento est determinada de antemano en la constitucin originaria. Se trate de.un invertebrado o de un vertebrado, de no importa cul linaje de la especie animal, el biotipo se realiza con dbiles variantes en torno del individuo que prescribe el grado de evolucin a que ha llegado la especie de que es representante. Por el contrario, desde el punto de vista del desarrollo psquico el camino hacia el nivel del adulto promedio est sometido a las influencias de toda clase que el medio ejerce sobre el individuo como tal y no como especie.

  • 56 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    Las condiciones que dentro del gnero humano pueden hacer variar las caractersticas del crecimiento son propias de todo un grupo, cubren un linaje y pueden manifestarse dentro de una lnea pura, para el hombre; claro est, dentro de los lmites restringidos en que la variabilidad1 de uniones permite hablar de lnea pura humana. En cambio las transformaciones del desarrollo ataen particularmente al individuo; los cambios actan, es verdad, sobre una colectividad, pero de manera acentuada y particular se dejan sentir sobre el individuo. Existe entre ambos aspectos la diferencia fundamental del tiempo. El crecimiento seala el tipo adulto a que tiende la culminacin estructural de la especie, organizada sobre un tiempo prcticamente infinito. La sucesin de individuos representa etapas hacia un prototipo biolgico qu transporta de manera hereditaria las adquisiciones positivas. Lo psquico tambin est sostenido por somaciones hereditarias, pero de posi- \ bilidades estructurales y no de estructuras ni funciones desarrolladas individualmente. Cada generacin parte en el crecimiento de una piedra angular asentada por las anteriores; en el desarrollo arranca de un ncleo de posibilidades heredadas que los cambios del medio pueden anular, dejar como virtuales o realizar. Adems, si la vida con sus caracteres especficos es hereditaria, la funcin del real no lo es. Cada individuo que se desarrolla debe adquirir nuevamente lo que sus padres adquirieron antes que l, aunque la herencia psicolgica facilite la tarea, lo cual seala la diferencia fundamental entre tiempo del individuo, subjetivo, psicolgico, y tiempo de la especie, objetivo, biolgico.

    El desarrollo implica un tiempo personal, que a \ diferencia del crecimiento con su tiempo objetivo y comn a todos los miembros de la especie, puede ser

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    Esquema de Stellar. El esquema de Stellar indica las zonas prefrontales de las funciones simblicas en el ratn. (Dibujo, segn Morgan.)

    abreviado o alargado segn el patrimonio cultural de la sociedad que sobre l se proyecta. Nacimiento y plenitud de la razn estn condicionados por el cmulo de observaciones de otras mentes que nos precedieron y que es transmitido por la palabra oral o escrita. Sobre el plano mental la cultura llega a desempear el papel de la herencia sobre el biolgico; pero mientras que sta se realiza directamente, bajo la forma de es

  • 58 DE LA PRAXIS A LA RAZN

    tructuras viables o no, la razn, como expresin mxima del desarrollo, nicamente se logra en base de tres condiciones sine qua non: La realizacin normal del crecimiento, un mnimo de capacidades psicobiolgi- cas heredadas, y la accin favorable del medio sociocul- tural. La psiquis alcanza sus etapas neurolgicas en el primer plano ,1a capacidad funcional en el segundo, y la funcin individualizada, la funcin del real, en la interaccin con el tercero.

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    El hominida primitivo se humaniz en la misma me- ! dida que con la accin fue capaz de cambiar gradualmente las condiciones del medio que lo acoga, y este paso representa la transformacin del esfuerzo indivi- j dual en colectivo. Solamente un esfuerzo nos permite en la actualidad comprender cmo, desde el punto de vista psicolgico y social, trabajo y conocimiento estu- 1 vieron en un principio tan ntimamete unidos que no se J los poda diferenciar. Nacemos en un medio altamente ?culturizado y nuestros primeros contactos con el mundo se realizan a travs de lo gnsico; en los tiempos que corren incluso al nio ms humilde la radio, la televisin y la escuela lo ponen en relacin directa con la teora antes que con la praxis. Toda la enseanza comienza por ser terica y termina en el mejor de los casos en la prctica. Sin ninguna duda ocurre algo similar a lo que podemos observar entre lenguaje y escritura; dependemos para nuestro saber en tan alto grado de sta, que apenas podemos concebir que en una etapa dada de la humanidad nicamente existiera la palabra hablada, y que incluso se desarrollaran cul-

  • LENGUAJE, PENSAMIENTO Y SOCIEDAD 59

    turas tan asentadas en la especulacin abstracta como la vdica, y en Amrica la civilizacin incsica, que desconocieron los signos grficos del lenguaje.

    La evolucin mental del hombre refleja la historia del esfuerzo mancomunado de trabajo y conocimiento que permiti la supervivencia de nuestra especie. El hecho de que casi la cuarta parte o ms de la vida humana promedio transcurra del nacimiento a la adolescencia terminada como perodo del aprendizaje y de

    - formacin fsica e intelectual, y que de este lapso ms I del primer decenio sea de incapacidad absoluta para

    subsistir sin apoyo familiar o social, destacan la debilidad que, como viramos, est en la base de nuestra ascensin por encima de las especies animales.

    El anlisis del desarrollo psquico del nio y por extensin de la humanidad, nos demuestra que los progresos resultan de la interdependencia de mano y cerebro. En la medida que sta adquiri capacidad ins-

    I frumental el desarrollo de la mente gan en jerarqua.' Las matemticas, ciencia que est en los cimientos ) mismos del saber, no surgi de ninguna filosofa; antes

    que nuestros antepasados descubrieran la relacin abstracta que existe entre dos lagunas y dos patos: el nmero, en la prctica la necesidad de realizar mediciones aparece como primera consecuencia en la simplsima tarea de levantar la tienda del nmada, al comparar los palos que la sostendrn y el tamao de las corambres con el espacio a cubrir. La astrofsica, que hoy nos permite proyectar el pensamiento a las regiones ms infinitas, que junto con la fsica nos habilita para lanzar satlites artificiales, naci de las necesidades prcticas del agricultor egipcio que sembraba en el

    , limo del Nilo, y deba coordinar pocas de creciente y i de germinacin de las semillas, del pastor caldeo v

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    del navegante fenicio, que buscaban en la noche un punto de referencia para no extraviarse en la uniformidad del desierto y en la inmensidad del mar.

    El trabajo es el que pone al hombre y a su cerebro, a travs de la mano, en contacto directo con el mundo que lo rodea. Trabajar significa establecer una interaccin con objetos concretos, modificar y ser modificado | por las nuevas circunstancias creadas que exigen, a su ^vez, adaptacin. Adaptaciones repetidas llevan al esta- * blecimiento de una ley de constancia: para tales acciones tales resultados. La accin deja de ser entonces | pura y exclusivamente prxica para adquirir la categora de proceso intelectual: el trabajo tiende a realizar fines predeterminados. La sistematizacin y generalizacin de esos fines constituyen el basamento del saber, en el ms primario y amplio concepto de conocer. Por su misma definicin el fundamento del lenguaje constituye un intercambio de informacin en el curso de un proceso de comunicacin. Tal es el proceder del nio en la primera infancia, antes que la adquisicin completa del lenguaje le permita recibir tericamente y sintetizadas las experiencias prcticas del grupo social. En la filogenia como en la ontogenia, primero es la accin y despus el verbo.

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    No cabe duda que el pasaje de la accin al conoci- miento, y la transformacin consecutiva de la praxis^ inicial en actitud gnosicoprxica debi entraar profundas modificaciones en la todava casi desconocida bioqumica del cerebro, y aunque aparentemente la figura de los hominoideos se reproduzca en nosotros, la condicin cualitativa de la personalidad sufri una re- f

    volucin copernicana. No tenemos ninguna evidencia directa de cmo fue la estructura cerebral de los homini- dae, pero de cualquier manera su desarrollo debe haber sido un proceso extremadamente lento si consideramos que casi no progres la del Homo sapiens en los tiempos histricos. En cuanto a la evolucin de la inteligencia como acto, poseemos el testimonio no siempre aprovechado en psicologa del origen y evolucin de las lenguas. Con la semntica nos adentramos en el problema de si las palabras nuevas expresan cosas nuevas, hechos, ideas, sentimientos, o son modos nuevos de volver tangibles cosas viejas. El desarrollo de palabras nuevas, los cambios de significado, la evolucin misma de las lenguas, su diferenciacin, responden a cambios que afectan al pensamiento de un pueblo, su manera de sentir, de actuar, a las etapas histricas de su praxis y gnosis?

    Todo cambio, lingstico, de cualquier orden que sea, fontico, morfolgico, sintctico, lexicogrfico, tiene por origen una accin personal o colectiva que revela un cambio en los individuos, porque para que tenga porvenir requiere que la accin, el pensamiento de la sociedad, se hayan tambin transformado. No es otro el origen y destino del neologismo. Origen de las palabras y evolucin de su significado ejemplifican el pasaje de la praxis a la gno,sis. Desde el punto de vista que nos ocupa la marcha del pensamiento es ms fcil de asir en el sustantivo, por ser la parte del discurso ms fecunda en cambios y la ms importante para estudiar. Adems, todo lo que de l podemos decir se aplica con ligeros cambios a las otras partes de la oracin.

    En su origen el sustantivo designa un objeto por una cualidad particular que lo determina llamada en filologa determinante, porque hace conocer un carc-

  • ter especial del mismo. En una capital, capital es el determinante que caracteriza a un determinado subentendido (ciudad, letra capital). En el latn fluvius, na- vis (de donde derivan fluvial, navio), las cualidades de correr, de flotar, son los determinantes. En nuestra expresin ro, lo mismo que en ingls river, que derivan de rivus (desviar agua de una corriente, un arro- yuelo en latn), las caractersticas de correr, fluir, siguen' Siendo los determinantes como en francs fleu- ve,:en italiano fiume, que proviene directamente de fluvius.

    Para la formacin de un sustantivo, tanto en los orgenes del lenguaje como en la actualidad, la eleccin de un determinante y el olvido de la significacin etimolgica es el paso decisivo que sirve para denominar un objeto. Por lo dems, no es necesario que esa cualidad sea esencial, verdaderamente denominativa, basta que tenga capacidad para impresionar los sentidos. Cuaderno, por ejemplo, es etimolgicamente un grupo de cuatro cosas (cahier en francs y quaderno en italiano, que derivan como el nombre castellano del latn quaternum, grupo de cuatro); lo mismo para carrilln (can illn en francs, cariglione en italiano) que significa n grupo de cuatro (campanas), y que proviene del latn vulgar quatrilionem, reunin de cuatro. As, soldado es un hombre pagado, a sueldo (proviene del italiano soldato, de soldo, moneda). En ninguno de estos nombres y en la largusima serie que podramos enumerar nada indica etimolgicamente las ideas que hoy nos parecen esenciales en los ros, los navios, los cuadernos, las campanas y los militares.

    La lista de ejemplos no tiene fin a causa de que el determinante no expresa necesariamente la naturaleza ntima del objeto; el sustantivo no defne la cosa sino

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    que evoca la imagen de la misma. De aqu que el menor signo sensible, el menos importante casi siempre en lo que respecta a la esencia del objetivo, pero el ms accesible a la sensibilidad del observador, sirva como determinante y determine el nombre. Este fenmeno asienta en el hecho de que el lenguaje como parte de la praxis antes de alcanzar el nivel del conocimiento abstracto no tiene necesidad de decir todo, tampoco puede decirlo, y que como seal sirve para caracterizar las cosas, y en plano ms evolucionado las ideas, por medio de rasgos y conceptos que ms fcilmente hieren los sentidos del grupo humano que debe manejarlos.

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    Este proceso que asienta sobre un fenmeno psico- biolgico comn al hombre y al animal: la sensibilidad, y especfico del hombre, la comunicacin oral del smbolo, aclara perfectamente el camino de la socializacin de nuestra especie a travs de la accin mancomunada de mano y cerebro, y demuestra cmo la praxis, la accin, estuvo antepuesta en la filogenia y lo est en la ontogenia a la gnosis, al conocimiento. El hombre primitivo comenz por manipular objetos que de manera espontnea por su forma o tamaos ntura- les se ofrecan para un uso adecuado a sus necesidades; las etapas de la edad de piedra lo ilustran perfectamente: termin por transformar esos mismos objetos en instrumentos, como ejemplifica el uso de la piedra pulida, precedido por el de. la tajada. El instrumento presupone la praxis intencionada, esto es, el trabajo, que significa accin dirigida hacia algn fin: produccin de objetos de consumo alimentos, pieles, construccin de defensas contra las bestias y otros hom-

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    bres , ana las necesidades de los individuos y crea el grupo productor que fue contemporneamente con-* sumidor en la comunidad primitiva, para adquirir ? posteriormente en largo transcurrir de milenios la caracterstica de productor de bienes de consumo y de intercambio con la divisin del trabajo. No es difcil comprender en partiendo de este fenmeno cmo cualidades de objetos que ms heran la sensibilidad, designadas con un vocablo que tuvo auge, terminaron por convertirse en determinantes y determinar el smbolo, la seal que sirvi para denominar el objeto de manera abstracta, sin que su presencia fuera necesaria. . Creado el sustantivo, es fcil comprender el camino hacia la formacin de expresiones que representan la accin, el verbo.

    Sea como fuere, el hecho bsico para el desarrollo \ psquico de la especie' Homo est en la capacidad instrumental adquirida por la mano, que hizo posible la j accin sobre el medio circundante y dio lugar de esa J manera a transformaciones que obligaron al individuo [ a transformarse a su vez. Nosotros definimos la inteli- t gencia como el fenmeno de mediatez entre acto y efecto, esto es, la posibilidad de una duracin que se intercala en la relacin directa de ambos y que trans- forma a la respuesta automtica o refleja, por obra de los procesos de anlisis y sntesis de la corteza cerebral, en respuesta selectiva. El individuo puede elegir \ entre varias respuestas posibles, o crear una respuesta original; en el primer caso est presente la inteligencia | prctica, comn a los animales superiores y al hom- i bre, en el segundo la inteligencia reflexiva, propia nicamente del hombre. Precisamente la continua interaccin individuo medio, con la proliferacin de circunstancias nuevas y cada vez ms complejas acelera y

    agudiza la funcin mental del hombre. Aqu est presente, una vez ms, la diferencia entre trabajo humano y animal. El hornero, por ejemplo, construye su nido, pero de ninguna manera transforma al medio natural, ni adapta a l forma y materiales; estos ltimos los encuentra al azar pero no provoca su produccin, las dificultades que debe resolver son incambiables, seresuelven con el instinto, es decir, desencadenan un reflejo innato. El hombre, al poder expresar de manera abstracta cualidades de objetos y la accin de producir crea un nuevo plano de la praxis, el mental. La accin se sintetiza en el smbolo, la ejemplificacin que el animal debe transmitir a sus descendientes de manera instrumental, haciendo: la gallina, por ejemplo, incita los polluelos a picotear picoteando, en el hombre se logra por una seal de seales, la palabra, que designa al objeto y a la accin instrumental que es susceptible de brindar o a la que puede ser sometido.

    Corteza cerebral. Cara externa e interna. SY, cisura de Silvio; Ro, cisura de Rolando; Pe, cisura perpendicular externa; Cal, cisura calcarina; F, lbulo frontal con zona prefrontal; Pf y S. O., segmento orbital; Fa, frontal ascendente; Pa, lbulo parietal con Pa a parietal ascendente; P.C., pliegue curvo; LPC, lbulo paracentral; 0, lbulo occipital con Cu cua; T, lbulo temporal con CH crculo del Hipocampo que con CIN, cingulum, forma la circunvolucin lmbica del rinencfalo; CC, cuerpos callosos; Tr. trgono. Los nmeros indican las reas cerebrales ms sealadas. (Esquema se

    gn Paul Chauchard.)

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    En el plano de las relaciones mentales la accin instrumental es todava la que est en la base del determinante de las expresiones abstractas, en su empleo desligadas de significacin de cosa y accin de, o sobre la misma. En lps idiomas romances la idea de pensar, por ejemplo, est dada por la de pesar (pensare de pensum, peso), por la de sacudir, de mover de aqu para all algo como en el cogitare latino (de cuider cum-agitare). Las metforas ilustran del mismo modo el origen prxico del pensamiento y sealan en el fondo, con bastante precisin y seguridad, los orgenes historicosociales del grupo humano que las emplea. Algunas tomadas al azar del latn bastan para demostrar cmo el modo de pensar de la Urbs naci de la praxis de un pueblo de agricultores: caliere (tener callos en las manos) ser hbil j cohors (cerco de granja, corral), que ha dado nuestra cohorte, divisin de la legin; manipulus (gavilla de trigo) divisin de la cohorte ; laceras (lagarto) brazo; musculus (laucha) msculo, etc.

    Por ultimo, tenemos un ejemplo que se encuentra sin dificultad en todas las lenguas : los nombres de los colores, que en su aplicacin son dudosos, imprecisos, que pasan fcilmente de la designacin de uno a otro. Nada ms difcil que definir la significacin exacta de palabras como gris, azul, verde, rubio, que han designado colores diferentes a los que designan actualmente en pocas histricas relativamente cercanas como la alta Edad Media. Platn, en el Timeo, reconstituye los colores a partir de cuatro: negro, blanco, oleoso y rojo; en el siglo vi a. C., el arco iris solamente comprenda cuatro colores: rojo, verde, amarillo y violeta. Los griegos no distinguan el azul del verde; glaukn, kua- nn, determinan cada uno el verde y el azul indistin-

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    LENGUAJE, PENSAMIENTO TUNJ*

    tamente: o'inos (el vino) designa al mismo tiempo el color de bueyes y el de la yedra. Entre los romanos /e- rrugineus (color del oxido de hierro) denomina a la vez el rojo, el verde y el negro. Todava nuestro glauco, derivado a travs del latn glaucus, de glaukn, identifica una colaboracin verde clara y denomina al mismo tiempo a un molusco gasteropodo marino de color azul. A qu atribuir esta confusin en idiomas que hacen gala de denominaciones precisas en hechos menos comunes? Acaso la indistincin solamente fue en la lengua y estuvo neta la diferencia en el pensamiento, o bien la evolucin mental de los pueblos modernos ha permitido adquirir la idea de matices y sensaciones desconocidas a los antiguos? Esta ltima hiptesis es la viable, en base del desarrollo de la praxis con la qumica de los colorantes que permite fijar y uniformar colores, tonos y matices. En la naturaleza los tonos nunca son netos: azul o verde?, y tampoco lo fueron las tinturas obtenidas de productos orgnicos por los pueblos de la antigedad. Razn de ms sta para que los griegos, los romanos y los pueblos que los sucedieron no realizaran el ditingo neto hasta muy entrado el siglo x ix : en 1826 Unverdorben descubre la anilina en los productos de la destilacin seca del ail, en 1834 Runge en el alquitrn de hulla, y la industria qumica contempornea llega a la sntesis de los colorantes. Tanto es as que a partir de la invencin de los colorantes sintticos se han registrado 25.000 marcas que representan a otros tantos tonos y matices diferentes, y que corresponden a 5.000 especies qumicas distintas. Ray enumera 500 nombres de colores entre los hindes, y estima que el vocabulario ingls comprende unos 50.000. La fijeza de los colores nace con las anilinas y tambin la precisin de los trminos que a ellos se refieren.

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    El diccionario histrico de una lengua es la cripta donde yacen, como las generaciones de hombres que actuaron y pensaron, las sucesiones de voces y significados que en cada etapa representaron la abstraccin del pensamiento en funcin directa con el grado de praxis alcanzado. Si la psicologa clsica pudo estudiarel acto de pensar como facultad, prescindiendo de lo