De la Psicología Analítica a la Psicología Arquetipal

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  • 7/27/2019 De la Psicologa Analtica a la Psicologa Arquetipal

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    De la Psicologa Analtica a la PsicologaArquetipal

    Dr. Axel Capriles M.

    Me hubiera gustado mucho ir a Roma, -escribi Carlos Gustavo Jung en su

    autobiografa- pero sent que no estaba preparado para las impresiones que la ciudad

    hubiera causado en mii[i]. Sintindose ya capacitado por la avanzada edad para hacerlo,

    Jung quiso reparar su omisin en 1949, pero en el momento en que intent comprar los

    billetes en la estacin de tren, un repentino desmayo le hizo perder la consciencia.Como consecuencia del lance psicosomtico, el analista alpino descart totalmente sus

    planes de conocer la capital del gran imperio de la antigedad clsica.

    Este curioso evento relatado en Memorias, sueos y pensamientos, ha sido

    interpretado como el enfrentamiento inconsciente del esquema protestante y teolgico

    en la mente de C. G. Jung con la polivalente imaginera de la tradicin mediterrnea,

    con el mundus imaginalis del sur. Las visiones conflictivas que condujeron al desmayo

    del sabio de Ksnacht no han sido resueltas por quienes posteriormente se interesaron

    en la psicologa de Jung y las negociaciones entre dichas visiones son la que

    probablemente demarcan la transicin de la Psicologa Analtica a la Psicologa

    Arquetipal. Ese es el tema que abordaremos brevemente en las pginas que siguen.

    Durante un largo lapso de mi formacin como analista en Zrich yo me sent

    incmodo con muchas proposiciones de la Psicologa Analtica. Cargando con el rigor y

    la tradicin cientfica de la psicologa emprica dominante en el mundo universitario, la

    Psicologa Compleja se vea el producto de una opinin subjetiva surgida de la

    particular constelacin histrico cultural de su fundador que requera revisin desde la

    perspectiva actual. Quise entonces encontrar respuestas y soluciones a mis inquietudes

    en los trabajos de los seguidores de Jung. La lectura de los escritos de la primera

    generacin de analistas jungianos no fue demasiado estimulante. El expediente de la cita

    textual y de la simple parfrasis, que sin aadir algo nuevo recurra, una y otra vez, a la

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    sabidura del precursor, haca preferible concentrarse nicamente en la lectura directa de

    las obras completas de C.G. Jung cuya riqueza y profundidad psicolgica eran pbulo

    suficiente para toda una vida.

    Los libros de Marie-Louise von Franz, Jolanda Jacoby, C.A. Meier, Aniela Jaffe

    o Barabara Hannah, demostraban su gran cultura y erudicin. Fueron, sin duda,

    estmulos importantes para la investigacin y el estudio sosegado de las siguientes

    generaciones. Todos haban desarrollado aspectos fundamentales de la obra de Jung.

    Marie-Louise von Franz profundiz en el mtodo amplificacin y la interpretacin de

    mitos y cuentos de hadas. Barabara Hanna aclar el uso de la imaginacin activa en

    psicoterapia. C.A. Meier retom los aspectos arquetipales de una psicoterapia bsica,

    como la incubacin. Liliane Frey-Rohn facilit el anlisis comparativo del desarrollo

    histrico de la Psicologa Profunda, y Jolanda Jacoby intent sistematizar la teora

    aportando una valiosa exgesis divulgativa. Todos ellos expandieron, ciertamente, el

    horizonte de aplicacin de las visiones y concepto de C.G. Jung, pero en el fondo me

    era inevitable sentir el aporte de esa primera generacin como un eco repetitivo

    paralizado en el tiempo por la ausencia de crtica, como el xtasis proselitista de una

    secta de espiritualistas conversos, quienes habiendo sentido el impacto de la deidad,

    buscaban corroborar por diferentes vas la misma experiencia, consagrando su vida a la

    divulgacin de la grandeza de la verdad descubierta por el iluminado.

    El contacto personal y la familiarizacin con las ideas de algunos analistas de la

    segunda generacin de jungianos fue una bocanada de aire fresco para mis pulmones,

    sobre todo porque sus trabajos se me hicieron una continuidad individualizada y

    creativa. Me referir solamente a tres de ellos, de cuya amistad y acaloradas discusiones

    a finales de la dcada de los sesenta y comienzos de los setenta surgi mucho de lo quehoy se conoce como la Psicologa Analtica despus de Jung. Ellos son: Rafael Lpez

    Pedraza, Adolf Guggenbhl-Craig y James Hillman. Introducir el tro con una

    ancdota que me narrada hace algn tiempo el Dr. Guggenbhl.

    Despus de un largo perodo de estudio e incubacin sentido como una poca

    muy rica, intensa y llena de creatividad, los analistas antes mencionados pensaron que

    haba llegado el momento de impulsar el desarrollo de la Psicologa Jungiana ms all

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    del pequeo crculo de seguidores y salir al mundo exterior. Para ello deban

    organizarse y repartirse tareas. James Hillman ofreci ocuparse de los aspectos

    divulgativos: escritos, publicaciones, editorial, cursos, conferencias, coloquios. Adolf

    Guggenbhl-Craig convino en el aspecto organizativo y poltico: el Curatorium del C.G.

    Jung Institut de Zurc, la Asociacin Internacional de Psicologa Analtica. Llegado el

    turno de Rafael Lpez-Pedraza, le preguntaron cul sera su aporte y rea de ocupacin.

    Echndose hacia atrs y masajendose con las dos manos su nutrido abdomen, Lpez-

    Pedraza respondi que l se encargara de la inercia. Era obvio que si dos de las persona

    que conformaban el grupo tomaban el camino del movimiento direccional y continuo

    intentando cambiar y reorganizar muchas cosas, alguien deba ocuparse de la inercia

    psquica, de la falta de actividad y carencia de energa, de esas fuerzas que nos llevan a

    permanecer en estado de reposo.

    Durante mis estudios de pre-grado en Venezuela, estando en anlisis con Rafael

    Lpez-Pedraza, yo haba ledo su libro, Hermes y sus hijos, pero en esa poca fue muy

    poco lo que pude obtener de l. El ambiente social en que viva, el concepto dominante

    de ciencia, el ritmo acelerado de la juventud y los agregados de mi propia inmadurez

    psicolgica, no eran el recipiente propicio para que las imgenes y la indireccin

    pudieran penetrar y mover mi psique. En aquel momento, me parecan ideas originales e

    interesantes, pero extremadamente difusas e inconexas. Era incapaz de atisbar la forma

    extraa en que trabaja el inconsciente, la indireccin de su movimiento y su

    repercusin anmica. Fue algo ms tarde, durante el proceso de mi anlisis personal con

    el Dr. Adolf Guggenbhl-Craig en Zrich, que surgi en mi un renovado entusiasmo

    por la Psicologa Jungiana. No fue solamente porque la lectura de sus libros, como

    Poder y destructividad en psicoterapia o Eros on Crutches, rompieron el tedio de las

    infinitas amplificaciones de la von Franz y su mana de encontrar el self en todos ladoscomo Deus ex machina de toda conducta humana, sino porque esas lecturas me

    abrieron a otras formas de ver y aplicar la psicologa de Jung. Ellas perfilaban una

    perspectiva diferente para la comprensin de la vida que a pesar de su amplitud

    metafrica era al mismo tiempo prctica y real.

    No es que Guggenbhl haya dado respuesta a mis dudas tericas o me haya

    facilitado el camino para la integracin de tantos conceptos contradictorios, tantos

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    vicios de circularidad e incoherencia terica en la psicologa de Jung, sino que me

    mostr la manera de poner en entredicho, con esos mismos conceptos, los absolutismos

    obtusos que nos paralizan. Cierto desapego personal, una especie de fro

    desprendimiento y lejana que, si excluir la sensacin de calor, nos coloca a la altura

    propicia desde donde se hace posible situar a distancia el evento que nos sofoca; una

    capacidad de dudar absolutamente de todo, de burlarse de lo aparentemente dramtico y

    de s mismo; una razn crtica y perspicaz capaz de abrigar al unsono la fe y el

    compromiso, o un manejo virtuoso del raro arte de la conversacin culta, fluida y

    amena, que cortada de tanto en tanto por la irona de un elegante y depurado cinismo

    desemboca irremediablemente en una explosin de carcajadas y humor movilizando

    mercurialmente la psique, son todas facetas de la personalidad del Dr. Adolf

    Guggenbhl-Craig que hace de l una figura para reflexionar sobre lo que Jung

    probablemente quiso decir por principio de individuacin o desarrollo de la

    consciencia, nociones tan frecuentemente diluidas en la abstraccin esotrica y el ter

    difuso de la literatura de la ortodoxia jungiana de la primera generacin.

    En el plano de las ideas, Guggenbhl nunca se interes por objetar

    sistemticamente los fundamentos del cuerpo terico de la Psicologa Jungiana, como

    tampoco mostr mayor preocupacin por las contradicciones internas y deficiencias del

    modelo terico. Otro tipo de cuestionamiento estaba, sin embargo, ah, y quien fuera

    presidente del C.G. Jung Institut de Zrich y de la Asociacin Internacional de

    Psicologa Analtica, se preguntaba si la Psicologa Jungiana no haba derivado en una

    especie de fe, en un culto a la perfeccin. Por ello cuestion la imagen del s-mismo en

    psicoterapia, demasiado cargada de redondez, balance, complemento y totalidad, nada

    ms alejado de la vida real tan cargada de imperfeccin, deficiencia e invalidez. Lo

    psicoptico como carencia contumaz, como ausencia o falta irreparable en el serhumano, est en todos nosotros.

    De la lectura de los libros de Guggenbhl pas a la obra de James Hillman, y fue

    sta la que me mostr, por primera vez, hitos bien claros de un desarrollo intelectual que

    partiendo de Jung buscaba diferenciarse de su sistema y que al radicalizarse exigi el

    nuevo nombre de Psicologa Arquetipal. El afortunado encuentro en la geografa alpina

    de un psicoterapeuta caribeo, un psiclogo norteamericano y un psiquiatra suizo, as

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    como la coincidencia de que otros analistas formados en la escuela jungiana

    compartieran en ese momento una misma pasin y una misma necesidad de encontrar

    un lenguaje ms ceido y cercano a las realidades del alma, la urgencia comn de

    ahondar en las misteriosas formas en que se expresa el fenmeno psquico, fueron

    algunos de los determinantes de una sincrona temporal y geogrfica que hizo posible el

    desarrollo de un nuevo enfoque que buscaba centrarse en la imagen y en la actividad

    imaginativa del alma, conocido posteriormente como Psicologa Arquetipal.

    James Hillamn, el principal representante de esta escuela, no slo revis

    crticamente y reformul muchos principios y conceptos que en la literatura jungiana

    aparecan con mil significados muchas veces inconexos, como hizo en sus ensayos

    sobre el Anima publicados originalmente en la revista Spring, sino que atac las

    fundaciones mismas del cuerpo terico jungiano y refut la utilidad del modelo

    implcito. Sabemos que las nociones de polaridad y compensacin son instrumentos

    indispensables para el funcionamiento del aparato y la psicoterapia jungiana. Hillman

    cuestion la utilidad de esos conceptos descartndolos como obsolescencias que

    impiden el desarrollo de una verdadera visin psicolgica. En su principal obra, Re-

    Visioning Psychology, nos dice:

    Comprender los eventos psicolgicos a travs del principiogeneral de los opuestos el mtodo fundamental de la psicologa

    profunda- es demasiado mecnico. Presenta todos los eventos delalma dentro de un sistema compensatorio de pares: mente ycuerpo, ego y mundo, espritu e instinto, consciente einconsciente, interior y exterior, y as interminablemente. Pero loseventos anmicos no son parte de un sistema general de balances,un sistema polar de energa o un sistema de informacin binaria.Los eventos anmicos no son parte de ningn sistema. No son

    reacciones y respuestas otro tipo de eventos en el lado opuesto decualquier fulcro...La formacin de mitos no es compensatoria aninguna otra cosa; tampoco lo es la creacin de alma (soulmaking). ii[ii]

    Para explicar la estructura y dinmica de la psique, Jung utiliza un modelo en el

    que integra con excesiva libertad nociones de estratificacin geolgica, evolucionismo,

    electromagnetismo, termodinmica y energtica teleolgica. As lo demuestra su uso de

    la ley de la conservacin de la energa, el principio de equivalencia y la entropa para

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    explicar la dinmica psquica y su concepto de libido. La ley de la gravedad de la fsica

    newtoneana, por la cual los cuerpos se atraen con una fuerza que est en funcin de sus

    masas, o la atraccin electrosttica y la fuerza de absorcin de los campos magnticos

    descritas por las ecuaciones de Maxwell, son modelos alternativos y diferentes que

    respaldan la idea del poder constelizador del ncleo energtico de los complejos y la

    proposicin de Jung de que toda actitud consciente tiene un signo contrario en el

    inconsciente, el cual polarizado y constelizado como complejo genera un campo de

    atraccin magntica.

    La superposicin de capas y estratos geolgicos es el modelo de fondo que

    respalda la descripcin jungiana de la estructura psquica, la explicacin de las formas

    de organizacin y sedimentacin de la experiencia humana y del inconsciente colectivo

    con sus diferentes niveles de memoria y arcasmo. Si la regresin y progresin de la

    libido implican un movimiento de la energa psquica a travs de los diferentes estratos,

    el desarrollo de la consciencia y el proceso de individuacin remiten a la idea de

    teleologa, a un desplazamiento energtico orientado hacia un inevitable fin. Hillman

    descarta el uso de esos principios, surgidos de las ciencias naturales, y propone un

    nuevo modelo para entender la psicologa, no como ciencia, sino como una actitud que

    acercndose a la metfora y a la poesa, permite ver a travs de los hechos literales y

    concretos que tanto empobrecen la vida. En relacin a ello escribe:

    El proceso de ver a travs no requiere un sistema determodinmica (entropa) como el que encontramos en Jung, nide hidrodinmica (represar, canalizar, inundar) como el queencontramos en Freud. Tampoco necesitamos campos elctricos(cargas, conversiones, transformaciones), o un sistema deenergtica teleolgica con todas sus partes atradas como

    limaduras de hierro por el magneto del objetivo o meta...Dehecho, la fantasa dinmica puede proveer un butacaengaosamente confortable para la esttica estigia de seis o sieteaos de terapia semanal.Volvamos a imaginar la psicodinmica como cuentos mticos enlugar de procesos fsicos; como el auge y cada de temasdramticos, como genealogas, como viajes, contiendas y treguas,como intervenciones de los Dioses... Nuestras reflexiones podrnmostrar, entonces, una proporcin ms personificada. En vez dellenguaje de los reclamos territoriales y los iceberg (Freud), o las

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    excavaciones arqueolgicas y los polos positivos y negativos(Jung), nuestras reflexiones se correspondern con la modestiadel alma. iii[iii]

    El rasgo caracterstico de la Psicologa Arquetipal, lo que la hizo parecer un

    movimiento que aportaba un punto de vista diferente y nuevo, es haber enfatizado hasta

    sus ltimas consecuencia algo que ya Carlos Gustavo Jung haba sealado, es decir, la

    observacin de que a pesar de toda nuestra espiritualidad religiosa y metafsica, a pesar

    del triunfo del racionalismo y el mecanicismo; el politesmo, el animismo y la

    personificacin, constituyen todava la base del funcionamiento psquico afectivo, el

    tipo de actividad psicolgica fundamental de ese acontecer que entendemos como alma.

    En palabras de James Hillman: Aqu estoy trabajando una psicologa del alma basada

    en una psicologa de la imagen. Aqu estoy sugiriendo ambas, una base potica de la

    mente y una psicologa que comienza no con la fisiologa del cerebro, la estructura del

    lenguaje, la organizacin de la sociedad, o el anlisis de la conducta, sino con el proceso

    de la imaginacin iv[iv].

    La nica forma de comprender una emocin es capturar y leer la imagen que

    est detrs. Por ello, es preferible re-imaginar la psicologa con como ciencia, sino como

    literatura, como teatro, como un entendimiento con la imagen y la metfora. Jung

    anduvo siempre a horcajadas entre su formacin mdica y cientfica y su pasin

    religiosa y literaria. Slo hacia el final de su obra logr darle rienda suelta a sus

    intuiciones sin pretender cubrirlas de un ropaje cientfico. Lo resaltante de la Psicologa

    Arquetipal es que en lugar de manejar con diplomacia sus relaciones con los paradigmas

    imperantes en la universidades y el mundo acadmico, hizo del desprecio a la psicologa

    cientfica y monotesta tan fbica a las imgenes, su bandera preferida. No se pens a s

    misma como una sntesis conciliatoria sino como tendencia contraria, enfrentada a lasincesantes batallas de la ciencia dirigidas a cortar las numerosas cabezas de lo

    imaginario en nombre de la consciencia y la razn.

    La psicologa profunda ms que una disciplina es una forma de ver. Es un ver a

    travs de las conductas y de los hechos concretos para diferenciar las imgenes, afectos

    y pasiones que estn detrs. Supone un interior de las cosas, un teatro oculto, un

    fantasma en la oscuridad. Se trata de disolver el hecho que se nos presenta en el mito y

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    la fantasa que lo respaldan. Es el intento de huir de lo literal y de lo concreto. Si

    queremos un paradigma para la psicologa, un modelo para expresar la dinmica

    psquica, en vez de acudir a la lgica o a la fsica, imaginemos ms bien un cuento

    mtico con intervencin de dioses y genealogas, una pieza de teatro con temas

    dramticos, con pasiones, retos y fracasos, con multitud de personajes, expresiones, al

    fin y al cabo, del alma como campo de accin de personalidades mltiples.

    Jung pretendi, por mucho tiempo, hace ciencia. En sus libros aparecen

    continuamente alegatos defendiendo su empirismo y espritu cientfico. Es evidente que

    la Psicologa Arquetipal no se ve a s misma como perteneciente a la ciencia, ni aun

    siquiera a esas ciencias tan conflictivas e inseguras de s mismas como son las ciencia

    sociales o ciencias de la conducta. Una disciplina que prefiere muchas perspectivas en

    vez de definiciones operacionales, que mitifica en vez de verificar; un investigador que

    pregunta por personas en vez de circunstancias; una personificacin que antropomorfiza

    y anima lo que para otros son procesos, mecanismo, estructuras; una indefinicin

    constante; una existencia ms cercana al verso y a la metfora que al concepto; todo

    esto hace imposible que esta rama del conocimiento basada en la experiencia de la

    psique se piense a s misma como cientfica. En palabras de Hillman, si la psicologa

    humanista sigue a Aristteles, identificando la psique con la vida y al psicologa como

    el estudio de la naturaleza del ser humano viviente, la psicologa arquetipal sigue a

    Platn y el examen del alma en relacin con la muerte, la psicologizacin del morir

    fuera de la vida. No nuestra salida de la vida o la negacin de la vida, no se trata de una

    muerte literal, sino del movimiento de cada evento fuera de su defensiva identificacin

    con la vida.v[v]

    La imagen es, desde esta perspectiva, la data primaria de la psique, el objetivode estudio de la psicologa, el producto espontneo de ese fenmeno emergente que

    llamamos alma organizado por estructuras o patrones arquetipales. Gran parte de la

    psicologa y del pensamiento occidental se ha ocupado de devaluar la imaginacin como

    la loca de la casa. La funcin imaginativa vinculada a la realidad ha sido vista, por lo

    general, como un fenmeno anormal y patolgico aceptable slo en los dominios del

    arte y la literatura; como fuente de error, engao y falsedad; o como una forma primitiva

    de pensamiento. La imagen ha sido considerada un doblete mnsico de la percepcin, la

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    Nada pareciera ms alejado de la abstraccin conceptual del pensamiento

    cientfico que esta apologa de la imaginacin. Pero, paradjicamente, al postularse a s

    misma como una vuelta al paganismo y como expresin de un politesmo radical donde

    las nociones de unidad y totalidad dejaron de tener la importancia que tenan para Jung,

    la Psicologa Arquetipal sali por la puerta trasera al mismo teatro del mundo postulado

    por la ciencia contempornea. A pesar de que Jung insisti en la disociabilidad de la

    psique como parte de su dinmica ms substancial, y fue un pionero en las

    descripciones del comportamiento humano como escenario repleto de dioses donde

    interactan personalidades mltiples, el sabio de Ksnacht siempre mantuvo la idea de

    un factor unificador, una especie de armona preestablecida. Frente a las fuerzas

    disociativas y desintegradoras de la personalidad, dominaba una tendencia hacia el

    orden, hacia la coherencia, la simetra, el equilibrio y la totalidad. Atrincherando a Dios

    en el Self, Jung vio en el S-Mismo la fuerza arquetipal que impulsaba la funcin

    trascendente que permite la unin sinttica de los opuestos, la tendencia natural hacia el

    balance, el equilibrio, la coherencia y la unidad. De all la importancia asignada a la

    consciencia del yo como manifestacin emprica de esa fuerza unificadora trascendente.

    Recordemos la representacin del eje ego-self de Erich Neumann y toda la teora sobre

    la evolucin de la consciencia donde el tan alemn Hegel no puede esconder su

    presencia. Hay obviamente, muchas formas de imaginar y acercarnos a la idea del Self,

    pero en la base de esa nocin predomina su presencia comoDeus Ex Machina, como un

    programador a-priori y trascendente que anclado en el nivel ms profundo de la psique

    regula y da sentido al proceso vital.

    Las correcciones impuestas por la investigacin cientfica de las ltimas dcada

    al paradigma clsico de las ciencias naturales describen el comportamiento de los

    sistemas en trminos de constantes bifurcaciones y acontecimientos aleatorios. Resaltanla inestabilidad y la ruptura de simetras como propiedades caractersticas de los

    procesos vitales. Segn el premio nbel de qumica, Ilya Prigogine:

    El no equilibrio como origen de orden se presenta ya como uno de los

    principios ms generales que podemos formular actualmente...Concebido como la entropa mxima accesible a un sistema dado, elequilibrio se convierte en sinnimo de desorden, de caos, como ya haba

    anticipado Boltzman.viii[viii]

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    Si consideramos seriamente la segunda ley de la termodinmica con suinterpretacin probabilstica, tenemos que asociar el equilibrio a lamxima probabilidad. Pero la mxima probabilidad, en trminos de

    partculas, significa movimiento incordiando, catico, similar a lamodalidad con que los atomistas griegos imaginaban el mundo fsico...

    Cul es, entonces, el efecto del no equilibrio? Crear correlaciones entreesas unidades, crear orden a partir de los movimientos caticos que seoriginan en el estad de equilibrio. Esta descripcin de la naturaleza, en laque el orden se genera a partir del caos a travs de condiciones de noequilibrio aportadas por el medio cosmolgico, nos lleva a una fsica

    bastante similar en espritu al mundo de procesos imaginado porWhitehead, nos lleva a concebir la materia como algo activo, un estadocontinuo de devenir.ix[ix]

    Cul es la novedad y cmo influye esta visin en la Psicologa Analtica? sobre todo si

    tomamos en cuenta la idea del Self y el ascendente del idealismo alemn sobre esteconcepto holista que apunta a un orden pre-establecido. Vale la pena abusar de las

    palabras de otro y citar de nuevo a Prigogine:

    El elemento nuevo es que actualmente lo que se introduce es el noequilibrio que establecen las correlaciones entre unidades, en el lugar queLeibniz atribuan a una armona preestablecida. La materia vuelvefinalmente a ser activa en un mundo de no equilibrio; la actividad es una

    propiedad interna y no un elemento impuesto desde afuera.x[x]

    A pesar de que este tipo de discurso sobre modelos tericos y paradigmas

    cientficos no es la copa de t de Rafael Lpez-Pedraza, y hasta me atrevera a afirmar

    que es, en esencia, la negacin misma de lo que este analista caribeo representa, los

    comentarios precedentes sobre la imagen, el politesmo, la armona y el desequilibrio,

    nos dan pie para comenzar a hablar sobre algunos aspectos de su psicologa. En Locura

    Lunar-Amor Titnico, uno de los cuatro ensayos de Ansiedad Cultural, Lpez-Pedraza

    menciona que l haba adoptado para su trabajo el lema la imagen, lo que hace posible

    lo imposible, es decir, la metfora que hace consciente lo inconsciente. La frase surgi

    de la confluencia entre su experiencia psicoteraputica y sus reflexiones sobre el ensayo

    del poeta cubano Jos Lezama Lima intituladoLas imgenes posibles.

    La recomendacin de apegarse a la imagen (stick to the image) se convirti en

    la regla de oro del mtodo psicoteraputico de la Psicologa Arquetipal. La expresin

    logr gran difusin por destacar la importancia de detenerse y quedarse con el dato

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    psicolgico primario, es decir, la imagen, y porque ella llevaba implcita una crtica a la

    interpretacin y a los mtodos de asociacin y amplificacin tan usado en la Psicologa

    Analtica. Dichos artificios metodolgicos no slo nos alejan de las imgenes sino que

    al transformarlas en smbolos de otras cosas, al traducirlas a un lenguaje conceptual,

    perdemos de vista su riqueza y profundidad afectiva. Convirtiendo todos los animales

    onricos en instintos y todos los parasos de la fantasa en self, coartamos el proceso de

    diferenciacin psicolgica y reducimos la multiplicidad y diversidad imaginativa a un

    mismo denominador comn. Detrs de la interpretacin subyace la fantasa de poder

    unificar el movimiento descoordinado y sorpresivo del suceder psquico.

    Las observaciones de Prigogine antes citadas revelan que el aporte novedoso de

    las investigaciones recientes en el campo de la qumica y la fsica es la nocin de que el

    orden surge del caos, que se origina en los estados de desequilibrio, y que las mltiples

    correlaciones entre las unidades particulares en condicin de no equilibrio sustituyen el

    supuesto de una armona preestablecida o de un mecanismo homeosttico y regulador

    como rbitro vigilante separado del calor del juego en la periferia del campo. Intuyo una

    visin similar en la proposicin de Lpez-Pedraza de que el aporte psicoteraputico est

    en la simetra. No en la conformacin de totalidades o en el equilibrio armnico. Para el

    analista caraqueo, el rasgo distintivo de una psicologa de los arquetipos es que el

    psicoterapeuta habla simtricamente con el analizando, penetra en la retrica arquetipal

    del paciente. Cuando hay simetra ya existe una relacin psicoteraputica. Sin duda

    Rafael Lperz habla de balances psicosomticos y compensaciones pera la resonancia

    de esos conceptos es totalmente diferente de la que sentimos en Marie-Louise von

    Franz, por ejemplo. Los relaciono, ms bien, con lo que en el lenguaje taurino se

    entiende por temple, hacer concorde, poner la mismo tiempo el movimiento del engao

    y la embestida del toro de tal suerte que el toro tenga siempre a su alcance la tela perono logre alcanzarla nunca xi[xi].

    Simetra no es lo mismo que equilibrio homeosttico por igualacin de fuerzas,

    ni unidad o totalidad. La palabra denota preferentemente la proporcin adecuada de las

    partes de un conjunto entre s, suerte de minsculas adaptaciones y nivelaciones

    proporcionales, dinmicas. Es ponerse a la altura, acoplarse al nivel de lo que aparece

    constelizado en el saln analtico. Por ello la actitud psicoteraputica no busca

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    interpretar, ya que el mismo acto de la interpretacin sita al terapeuta fuera de la

    retrica del paciente, fuera de la psicoterapia. Es un idioma ajeno que rompe la simetra

    con el lenguaje arquetipal, la imagen en que se expresa la problemtica de la personal

    analizada. El mtodo de amplificacin sirve, ciertamente, como creador de contexto

    pero llevado a un extremo contradice la naturaleza misma de la relacin

    psicoteraputica. Las imgenes del inconsciente aparecen en una situacin muy

    especfica. Al amplificar y asociar la imagen individual con las de otros individuos o

    culturas, se pierde la emocin y en vez de facilitar una relacin simtrica entre ese algo

    inconsciente que aparentemente no funciona y la consciencia del paciente, lo que

    hacemos es familiarizarlo con imgenes de un inconsciente colectivo que tal vez s

    funcionan pero lo hacen en otro contexto.

    Durante la preparacin de esta charla pens en que en lugar de ordenar mis

    reflexiones sobre los aportes de Lpez-Pedraza en funcin de su obra escrita, la cual con

    seguridad ustedes ya conocen, sera mucho ms interesante traerles algunas opiniones

    frescas surgidas del contacto personal y directo con el autor. Concert entonces algunas

    reuniones con l. En una de esas entrevistas, inici la conversacin mencionando un

    prrafo del libro de Joseph Campbell,El poder dl mito, que yo haba casualmente ledo

    esa misma tarde. Respondiendo una pregunta del periodista Bill Moyers sobre el sentido

    de la vida, Campbell expres:

    Se dice que todo cuanto ansiamos es encontrarle un sentido a la vida. Nocreo que sea eso lo que realmente buscamos. Creo que lo que buscamoses experimentar el hecho de estar con vida, de modo que nuestrasexperiencias vitales en el plano puramente fsico tengan resonanciasdentro de nuestro ser y realidad ms internos, y as sentir realmente elxtasis de estar vivos. Al fin y al cabo, de eso se trata, es lo nico

    importante, una serie de pistas que nos ayuden a encontrarnos dentro denosotros mismos....No hay sentido. Cul es el sentido del universo? Cul es el sentido deuna pulga? Es algo que est ah. Estamos tan ocupados en hacer cosas

    para lograr fines con valores externos que olvidamos que el valorinterior, el xtasis que se asocia con la vida, es lo nico que importa.xii[xii]

    Despus de leer el pasaje de Campbell mencion que la idea del proceso de

    individuacin, como aparece en Jung, implica el supuesto de que la vida es un proceso

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    ordenado que contiene dentro de s su propio objetivo y su propio significado. Parte del

    principio de que la existencia tiene sentido, que la tarea del hombre es estar aqu para

    algo y nos guste o no, hay un objetivo significativo en la vida que debe ser hecho

    consciente. Record el famoso pasaje de Jung en su autobiografa, cuando enfrentado al

    extraordinario espectculo de la pradera africana entendi que la funcin del hombre en

    el universo era hacer consciente la creacin, que el sentido de la vida del hombre era

    haber aparecido en el largo camino de la evolucin como el rgano de consciencia del

    maravillosos fenmeno de la creacin, como el punto de reflexin donde el universo

    toma consciencia de s mismo. El desarrollo de la personalidad se entiende, entonces,

    como un proceso orientado hacia metas, como el despliegue organizado de un plan vital

    escondido dentro de nosotros y que a pesar de las incontables variaciones individuales

    tiene implcito una direccionalidad universal cuyo objetivo inmanente es llegar a la

    unidad consciente, experimentar la totalidad y unicidad subyacente a todos los

    fenmenos naturales y vitales. El camino es la realizacin del instinto en el espritu.

    A diferencia de otros analistas jungianos, las palabras totalidad, unidad, s-

    mismo o significado de la vida, parecieran no tener mucho peso en la obra de Rafael

    Lpez-Pedraza. Le pregunt directamente, entonces, qu entenda l porself y por

    proceso de individuacin y cul era, segn su sentir, el sentido de la vida. Despus de

    una breve pausa me respondi que l entenda el self como una vivencia, como la

    experiencia personal de los balances psquicos. Interpreto de su respuesta la dificultad

    de pensar en el self como una instancia reguladora especfica cuya funcin

    predeterminada es inducir la armona y la totalidad. Las compensaciones y balances

    psquicos parecieran ser inusitados ajustes entre los componentes autnomos del

    suceder anmico, acuerdos y compromisos entre las personalidades fragmentarias y

    almas mltiples, pero acuerdos surgidos de ellas mismas en el fuego del suceso, no deun tercer elemento o de otro arquetipo que a manera de rbitro ha sido especficamente

    designado por la naturaleza para tal fin.

    Con relacin al significado de la vida, Lpez-Pedraza coment que la palabra

    sentido tiene mucho que ver con lo religioso. Pertenece a la retrica espiritual ms que a

    la retrica psquica. Retando su parquedad insist en que el afn analtico llevaba

    implcito la idea de que el sufrimiento y la insatisfaccin son productos de nuestra

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    incapacidad para encontrarle sentido a la vida, el cual yace supuestamente oculto en el

    inconsciente. Ante mi empecinamiento en obtener respuestas ms elaboradas, Rafael

    Lpez-Pedraza respondi: para mi, el gol de la psicoterapia es estar y sentir, volver al

    cuerpo emocional que perdimos en la historia. Ese estar y sentir hay que pensarlo en

    espaol. En ingls to be significa ser y estar. Despojando al ser del ideal de ser y

    permaneciendo en el estar, le quitamos lo metafsico y nos quedamos con el estar en un

    cuerpo que es ms dionisaco.

    La mencin del cuerpo dionisaco nos acerca al ncleo de lo que para Lpez-

    Pedraza significa hacer psicologa. Un hacer que nada tiene que ver con lo que ensean

    en las universidades. Existe lo que en sus propias palabras son fronteras limtrofes

    entre los estudios de humanidades acadmicos y algo que se evade a ello, el mbito de

    los dioses subterrneos, donde el estudio, cualquier cosas que entendamos bajo esta

    palabra, llega a sus lmites y all comienza la experiencia vivida. Dionisos no se puede

    pensar como creencia, es experiencia viva: emociones, sentimientos, quejidos, llanto,

    expresiones corporales.xiii[xiii]

    Entre 1969 y 1974, en los inicios de lo que despus de conoci como Psicologa

    Arquetipal, un grupo de personas como James Hillman, Patricia Berry, Audrey Hass,

    Valery y Rafael Lpez-Pedraza, comenzaron a leer el Picatrix, un libro helenstico de

    medicina talismnica trado por los rabes y traducido en Toledo en el tiempo de

    Alfonso X el Sabio. La medicina talismnica es una variedad de coribantismo. Consiste

    en la identificacin del dios o de los dioses afines a la naturaleza de cada persona y en el

    uso de talismanes y la prescripcin de rituales capaces de propiciar la divinidad

    causante de la enfermedad. Se trata de una lealtad a la naturaleza arquetipal de cada

    cual. Lo novedoso de esa experiencia en el stano de un edifico de la Untere Zaune, lamisma donde yo asist durante mucho aos a anlisis en Zrich con Guggenbhl, no fue

    entender la enfermedad psicolgica como una falta de lealtad a la naturaleza arquetipal

    de cada persona, de lo cual ya haba escrito suficientemente Jung, sino que por primera

    vez los participantes en esas reuniones sintieron que los arquetipos de que hablaba el

    fundador de la Psicologa Analtica haban dejado de ser conceptos para convertirse en

    vivencia. A medida que adelantaban en la lectura donde aparecan los dioses, los

    mismos se hacan presentes con sus complejidades en las relaciones entre los miembros

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    del grupo. Fue una experiencia arquetipal in vivo de consecuencias insospechadas

    hasta ese momento. Esta es la nuez de la experiencia de Lpez. No se hace psicologa

    hablando de mecanismo, congniciones y conceptos, sino haciendo psicoterapia, la cual

    trata, a fin de cuenta, con emociones, con lo que llamamos cuerpo psquico, habitado

    por los dioses ms reprimidos de la historia.

    En Reflexiones sobre el duende, ensayo que arranca como comentario a la

    Teora y juego del duende, de Federico Garca Lorca, que para mi es la obra maestra de

    Rafael Lpez-Pedraza, encontramos una referencia explcita al problema del sentido:

    eso que la tradicin y los filsofos llaman el sentido de la vida puede estar preservado

    por lo ms profundo de las iniciaciones dionisacas, slo para ser sentido en el momento

    de morir y en estado de Duende...xiv[xiv] .El sentido tal vez sea, entonces, el movimiento

    lento de un estilo de consciencia que permite la aparicin del duende, un momento de

    reflexin hecho posible por la consciencia de muerte. No una reflexin intelectual, sino

    un giro reflexivo que tocando nuestras emociones y cindonos al cuerpo psquico lo

    sentimos como posibilidades internas de acceso... En ello consiste la maestra del

    ensayo sobre el duende, un lenguaje en imgenes que obviando los conceptos transmite,

    de manera inefable, un sentir que es imposible explicar o expresar con palabras.

    Que alejadas parecen estar las sensaciones y experiencia del cuerpo dionisaco

    de la mstica de la totalidad, el balance, el self y el significado. Sin embargo, en el

    camino tal vez no lo estn tanto. Por algo Erwin Rohde vio en la embriaguez de las

    danzas orgisticas y xtasis dionisaco una de las causas de la fe en la inmortalidad del

    alma. El autor de la clsica obra, Psique, imagin a Dionisos como el cuerpo que hace

    factible el sentido, este sacudimiento de las emociones capaz de hacer al espritu del

    hombre, sobreexcitado hasta el maximum, remontarse por encima de los limitadoshorizontes de su consciencia habitual hasta ganar las alturas de un saber y una intuicin

    ilimitados; capaz de hacer aspirar al alma humana a poseer la fuerza necesaria para

    vivir momentneamente, de un modo real y sin quimeras, la vida misma de los dioses.

    Esta fe es el manantial del que nace toda la mstica xv[xv]. Si la ortodoxia jungiana

    entiende el mandala como una representacin, un signo, un smbolo o una alegora de la

    totalidad individual donde yace la experiencia del significado, los aquetipalistas

    prefieren bailar al sonido del silbido de la brisa que entraba por la ventana mientras el

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    monje tibetano dibujaba el cuaternio sobre el lienzo. Y de la embriaguez de la danza

    culta es que puede surgir el significado personal.

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    i[i]JUNG, Carl Gustav.Memories, Dreams, Reflections. Collis Fountain Books, Great Britain, 1977, P. 318ii[ii]HILLMAN, James.Re-Visioning Psychology. Harper Colophon Books, Harper & Row, Publishers. New York,1977, P. 100.iii[iii] HILLMAN, James. Op. Cit. Pp. 145-146.iv[iv]HILLMAN, James. Op. Cit. P.v[v]HILLMAN, James. Op. cit. P. 208.vi[vi]DURAND, Gilbert.Las estructuras antropolgicas de lo imaginario. Taurus Ediciones, S.A., Madrid, 1981, P. 20vii[vii]

    LE GALLIOT, Jean.Psicoanlisis y lenguajes literarios. Librera Hachette, S.A., Argentina, 1977, P.69viii[viii]PRIGOGINE, Ilya. Tan slo una ilusin? Una exploracin del caos al orden. Tusquets Editores, Barcelona,1993, P. 53.ix[ix]PRIGOGINE, Ilya. Op. Cit. P.32x[x] Op. Cit. P. 54xi[xi]LPEZ-PEDRAZA, Rafael.Ansiedad cultural. Cuatro ensayos de psicologa de los arquetipos. PsicologaArquetipal S.R.L., Caracas, 1987, P. 67.xii[xii]CAMPBELL, Joseph. El poder del mito. Conversaciones con Bill Moyers.xiii[xiii]LPEZ-PEDRAZA, Rafael.Ansiedad cultural. Op. Cit. P.61xiv[xiv]LPEZ-PEDRAZA, Rafael.Ansiedad Cultural. Op. Cit. P. 77.xv[xv]ROHDE, Erwin. Psique. Fondo de Cultura Econmica, Mxico,