DE LA RACIONALIDAD TÉCNICA A LA REFLEXIÓN DESDE LA ACCIÓN

Shön, Donald (1998).

La perspectiva del conocimiento profesional implica la aplicación de principios

generales a problemas específicos y constituye un rasgo de las sociedades

modernas y que tales principios generales son abundantes y estén en crecimiento.

La racionalidad técnica ha ejercido una gran influencia en las profesiones y en su

contexto. Moore sostiene que las profesiones son ocupaciones altamente

especializadas y que sus dos principales bases son:

a). el campo sustantivo de conocimiento que el especialista declara dominar, y b)

la técnica de producción o aplicación de conocimiento en la que el especialista

reivindica su dominio.

Las instituciones perpetúan el modelo de racionalidad técnica, es decir el papel del

profesional es diferente al del investigador. Pues este último es considerado

superior, lo que establece un modelo jerárquico, que a su vez se ve reflejado en el

currículum normativo en donde la regla es primero la ciencia básica pertinente y

aplicada y después las destrezas y habilidades para la práctica, de aquí que

pareciera que primero hay que obtener el conocimiento y después las habilidades.

La racionalidad técnica es la herencia en el positivismo en siglo XIX, en donde las

únicas exposiciones significativas acerca del mundo eran aquellas basadas en la

observación y lo basaron en elementos irreductibles de experiencia sensorial,

empezaron a ver a la naturaleza no como construcciones creadas para explicar los

fenómenos observados, y la ciencia se convirtió para ellos en un sistema

hipotético – deductivo, en donde lo empírico podía ser sustentado mediante el

experimento.

La función de las escuelas profesionales eran que en los especialistas crearan

teorías y que los técnicos la aplicaran en la práctica. Pero esta división refleja una

jerarquía de clases de conocimiento que también constituía un estatus. Aquellos

que crearan la teoría eran superiores a aquellos que la aplicaban. Desde la

racionalidad técnica la práctica profesional es una resolución de un problema, pero

ignora el encuadre del problema, ya que estos no se encuentran dados sino que

son construidos desde la práctica. Encuadrar el problema es un proceso en le, que

interactivamente, nombramos las cosas a las que prestamos atención y

enmarcamos el contexto en el que les atenderemos.

Para resolver un problema mediante la aplicación de la teoría o la técnica

existente, en la que el profesional debe ser capaz de extrapolar estas categorías a

características desde la situación práctica.

Los paradigmas formales se han hecho divergentes a partir de los problemas

relativos de la práctica en el mundo real.

El proceso completo de la reflexión desde la acción resulta relevante en la

práctica, es decir reconoce el saber desde la acción, también reconoce que

algunas veces estamos pensando en lo que estamos haciendo.

El saber del docente tiende hacerse cada vez más tácito, espontáneo y automático

y el profesional puede perder importantes oportunidades de pensar en lo que está

haciendo. A través de la reflexión el profesional puede criticar las compresiones

tácitas desde su práctica