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7/26/2019 De La Simpata Adam smith
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De la simpata
1. Por ms egostas que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay
algunos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte
de los otros, de tal modo que la felicidad de stos le es necesaria, aunque
de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla. De esta naturaleza
es la lstima o compasin, emocin que e!perimentamos ante la miseria
a"ena, ya sea cuando la vemos o cuando se nos obliga a imaginarla de modo
particularmente vvido. #l que con frecuencia el dolor a"eno nos haga
padecer, es un hecho demasiado obvio que no requiere comprobacin$
porque este sentimiento, al igual que todas las dems pasiones de la
naturaleza humana, en modo alguno se limita a los virtuosos y humanos,
aunque posiblemente sean stos los que lo e!perimenten con la ms
e!quisita sensibilidad. #l mayor malhechor, el ms endurecido transgresor
de las leyes de la sociedad, no carece del todo de ese sentimiento.
%. &omo no tenemos la e!periencia inmediata de lo que otros hombres
sienten, solamente nos es posible hacernos cargo del modo en que estn
afectados, concibiendo lo que nosotros sentiramos en una situacin
seme"ante. 'unque sea nuestro hermano el que est en el potro, mientras
nosotros en persona la pasamos sin pena, nuestros sentidos "ams podrn
instruirnos sobre lo que l sufre. (unca nos llevan, ni pueden, ms all de
nuestra propia persona, y slo por medio de la imaginacin nos es posible
concebir cules sean sus sensaciones. (i, tampoco, puede esta facultad
au!iliarnos en ese sentido de otro modo que no sea representndonos laspropias sensaciones si nos encontrsemos en su lugar. (uestra imaginacin
tan slo reproduce las impresiones de nuestros propios sentidos, no las
a"enas. Por medio de la imaginacin, nos ponemos en el lugar del otro,
concebimos estar sufriendo los mismos tormentos, entramos, como quien
dice, en su cuerpo, y, en cierta medida, nos convertimos en una misma
persona, de all nos formamos una idea de sus sensaciones, y aun sentimos
algo que, si bien en menor grado, no es del todo deseme"ante a ellas. )u
angustia incorporada as en nosotros, adoptada y hecha nuestra, comienza
por *n a afectarnos, y entonces temblamos y nos estremecemos con slo
pensar en lo que est sintiendo. Porque, as como estar sufriendo un dolor ouna pena cualquiera provoca la ms e!cesiva desazn, del mismo modo
concebir o imaginar que estamos en el caso, provoca en cierto grado la
misma emocin, proporcionada a la vivacidad u opacidad con que lo hemos
imaginado.
+. a simpata no surge tanto de contemplar a la pasin, como de la
situacin que mueve a sta. #n ocasiones sentimos por otro una pasin de
la que l mismo parece totalmente incapaz, porque, al ponernos en su lugar,
esa pasin que brota en nuestro pecho se origina en la imaginacin, aun
cuando en la realidad no acontezca lo mismo en el suyo. (os sonro"amos a
causa de la desfachatez y grosera de otro, aunque l no d muestras ni
siquiera de sospechar la incorreccin de su conducta, porque no podemos
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menos que sentir la verg-enza que nos embargara caso de habernos
comportado de manera tan indigna.