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ARTES Y LETRAS E 13 DOMINGO 19 DE OCTUBRE DE 2014 Revista de Libros 1 JARDÍN Pablo Simonetti / Alfaguara 2 2 LOGIA Francisco Ortega / Planeta 8 3 MAZE RUNNER 1 CORRER O MORIR James Dashner / Vergara & Riba 15 = 4 CIUDADES DE PAPEL John Green / Nube de Tinta 16 5 ADULTERIO Paulo Coelho / Grijalbo 9 6 BAJO LA MISMA ESTRELLA John Green / Nube de Tinta 7 = 7 EL VENDEDOR DE PÁJAROS Hernán Rivera Letelier / Alfaguara 19 8 INEVITABLE DESASTRE Jamie McGuire / Suma 2 9 LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIA Milan Kundera / Tusquets 2 10 MARAVILLOSO DESASTRE Jamie McGuire / Suma - - NO FICCIÓN SEMANAS 1 LECCIONES DE ESTRATEGIA Arnoldo Hax y Nicolas Majluf / Ediciones UC - - 2 MIRA TÚ. GUÍA PARA PERDERSE... Juan Pablo Barros / Hueders - - 3 MIGUEL ENRIQUEZ. UN NOMBRE EN... Mario Amoros Quiles / Ediciones B 3 4 MATINEE, VERMOUTH Y NOCHE Fernando Villegas / Sudamericana - - 5 MINUTO 119. LA HISTORIA... Cristián Arcos / Planeta 3 6 LOS PRISIONEROS. BIOGRAFÍA... Claudio Narea / Thabang 5 7 COCINA DE BARRIO Christopher Carpentier / Planeta - - 8 UPSS!! FORMÉ UN MAMÓN Sylvia Langford / Flowing 10 = 9 ATEOS FUERA DEL CLÓSET Cristóbal Bellolio / Debate 2 10 INGRID OLDEROCK. LA MUJER DE... Nancy Guzmán / Ceibo Ediciones 4 Librerías consultadas: Antártica Libros, Feria Chilena del Libro, Librería Francesa, Quimera, Librerías UC, Contrapunto, Catalonia, Qué Leo. Ranking de libros LOS LIBROS MÁS VENDIDOS EN CHILE desde el 11 al 17 de OCTUBRE Negra WENDY GUERRA ANAGRAMA, BARCELONA, 2014, 320 PÁGINAS, $23.160. NOVELA La obra de Wendy Guerra (La Habana, 1970) comprende los poemarios Platea oscura (1987), Cabeza rapada (1996) y Ropa interior (2008), así como las novelas Todos se van (2006), Nunca fui primera dama (2008), Posar desnuda en La Haba- na (2011) y Negra (2013). Sus obras no han sido publicadas en su propio país, detalle cuando menos curioso, pues Wendy Guerra reside en Cuba donde es una reconocida actriz. Y aunque Anagrama acaba de reedi- tar Todos se van, su última novela es Negra y por eso vamos a centrarnos en ella. Negra narra la historia de Nirvana del Risco, una joven cubana de raza negra, condi- ción que desde el comienzo de la novela se nos presenta como marginal, desventajosa y menospreciada. Sin embargo, Nirvana o “Nina” no parece una paria durante la trama. Todo lo contrario. Es hermosa, trabaja como modelo, viaja a Europa porque su madre tuvo una amante francesa y consigue empleos supues- tamente por encima de sus posibilidades. En realidad, uno tiene que hacer un esfuerzo para recordar que “Nina” es negra, porque su vida, sus anhelos, sus disidencias y sus reflexiones no parecen exclusivos de una casta o esta- mento discriminado por el racismo. Por supuesto que a lo largo de la novela leemos insultos racistas (“los negros —dijo mirando a mi abuela que entraba por la puerta del bohío— que vayan para el deporte o para el arte, pero aquí no”) o sentencias contra el racismo post-revolu- cionario (“miedo al mando negro en un país que se narraba blanco”), pero que nunca pasan de la epidermis del problema, pro- fundidad que uno echa en falta cuando ha leído a escritoras como la puertorriqueña Mayra Santos-Febres, autora de la novela Fe en disfraz (2009) y sobre todo de los ensayos reunidos en Sobre piel y papel (2005), donde en “¿Ser una negra públi- ca?” leemos: “El racismo trabaja de mu- chas maneras. Una de sus maneras más efectivas es el silencio. No nombrar el racismo, ni la negritud es borrarla del planeta, desestimar la presencia de una voz de un grupo entero de seres humanos. Pero ese mismo silencio, usado por el mismo grupo de seres humanos que lo sufre, puede servir también para incluirse en esferas públicas más amplias que a la que te constriñen si te nombras. Es una estrategia de supervivencia y de supera- ción. Insistir en la diferencia es importante y necesario, pero también es importante insistir en la igualdad. Por lo tanto, una manera efectiva de pelear contra la margi- nación puede también ser el no nombrar la diferencia, pero trabajar para ocupar una presencia pública lo suficientemente valo- rada y visible como para que dicha presen- cia nombre y revalorice a la raza por sí misma”. Pido perdón por la extensión de la cita, pero era imprescindible para estable- cer una comparación con Negra. Wendy Guerra ha demostrado con largueza su valía como narradora en Nun- ca fui primera dama y sobre todo en Posar desnuda en La Habana. En ambos casos reconstruyó las figuras de Celia Sánchez y Anaïs Nin a partir de fragmen- tos que trabajó con maestría y originali- dad. Sin embargo, Negra no raya a la misma altura de estas dos obras anterio- res, quizá porque no hacía falta que Nir- vana del Risco fuera negra. En realidad, ni siquiera la presencia machacona de la santería debería determinar la condición racial de la protagonista, pues no hace falta ser negro en Cuba para practicar la santería o incluso tener un orishá (de hecho, yo soy hijo de Yemayá). Y en este aspecto, hasta las exageraciones de las notas de prensa conspiran contra la nove- la, porque otras narradoras cubanas también han ficcionalizado el mundo de la santería. Pienso en La línea del sol (1989), de Judith Ortiz Cofer; Soñar en cubano (1992), de Cristina García, y especialmente Del rojo de su sombra (1992) y Como un mensajero tuyo (1998), de Mayra Montero. Con todo, la novela tiene golpes rotundos y derrama una pátina de ácido patetismo sobre la postal revolucionaria. Por ejemplo: “No, nosotras nunca vimos la ciudad de Cabrera Infante, pero hemos vivido años en la de [Reinaldo] Arenas… y si somos since- ras, hay que reconocer que nuestra vida ha sido narrada por Pedro Juan Gutiérrez”; “te educaron en un país donde todo el mundo agrede a todo el mundo para defenderse de un enemigo invisible”, o “En Cuba es difícil estar dentro de la ley, porque las leyes se reescriben al estilo nacional, improvisando. Siempre hacemos algo mal y siempre pode- mos ser señalados por algo que te inventas o te inventan, eso no falla. Tu expediente está listo para ser revisado y desde que naces te encuentras fuera de la ley”. Todas estas citas adquieren un macabro sentido al leer la cuarta parte de Negra, sin duda lo mejor de la novela. Y aquí no podemos retacearle méritos a Wendy Guerra, pues vive en Cuba y sabe lo que se juega cuando critica o ironiza sobre el régimen, al igual que otros estupendos escritores cubanos que también viven y escriben desde la isla como Ena Lucía Portela, Leonardo Padura, Rafael Alcides o Ángel Pérez Cuza. Estoy persuadido de que Wendy Guerra habla muchas veces a través de Nirvana del Risco —como cuando reconoce que, “para quejarme o imponerme, prefiero que sea en mi país, donde si no hay derechos, tendré que pelear por ellos, porque aquél, malo o bueno, es mi lugar”—, pero esos juegos de ventriloquia me han recordado más de una vez la novela de su paisano Alberto Insúa, El negro que tenía el alma blanca (1922). Como Nirvana. por Fernando Iwasaki LA NEGRA QUE TENÍA EL ALMA BLANCA La novela tiene golpes rotundos y derrama una pátina de ácido patetismo sobre la postal revolucionaria. Comente en: blogs.elmercurio.com/cultura Wendy Guerra La Habana, 1970 Poetisa, novelista y cineasta cubana. Estudió Cine en el Instituto Superior de Arte de La Habana y participó en el taller de escritura de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, creada y animada por Gabriel García Márquez. Con su primera novela, Todos se van (2006) obtuvo los premios Bruguera, de la Crítica de El País y Carbet des Lycéens, en Francia. Ha publicado también los poemarios Platea oscura (1987), Cabeza rapada (1996) y Ropa interior (2008), y las novelas Nunca fui primera dama (2008), Posar desnuda en La Habana (2011) y Negra (2013). EFE

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ARTES Y LETRAS E 13DOMINGO 19 DE OCTUBRE DE 2014Revista de Libros

1 JARDÍN Pablo Simonetti / Alfaguara 2 �

2 LOGIA Francisco Ortega / Planeta 8 �

3 MAZE RUNNER 1 CORRER O MORIR James Dashner / Vergara & Riba 15 =

4 CIUDADES DE PAPEL John Green / Nube de Tinta 16 �

5 ADULTERIO Paulo Coelho / Grijalbo 9 �

6 BAJO LA MISMA ESTRELLA John Green / Nube de Tinta 7 =

7 EL VENDEDOR DE PÁJAROS Hernán Rivera Letelier / Alfaguara 19 �

8 INEVITABLE DESASTREJamie McGuire / Suma 2 �

9 LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIAMilan Kundera / Tusquets 2 �

10 MARAVILLOSO DESASTREJamie McGuire / Suma - -

NO FICCIÓN SEMANAS

1 LECCIONES DE ESTRATEGIAArnoldo Hax y Nicolas Majluf / Ediciones UC - -

2 MIRA TÚ. GUÍA PARA PERDERSE...Juan Pablo Barros / Hueders - -

3 MIGUEL ENRIQUEZ. UN NOMBRE EN...Mario Amoros Quiles / Ediciones B 3 �

4 MATINEE, VERMOUTH Y NOCHEFernando Villegas / Sudamericana - -

5 MINUTO 119. LA HISTORIA...Cristián Arcos / Planeta 3 �

6 LOS PRISIONEROS. BIOGRAFÍA... Claudio Narea / Thabang 5 �

7 COCINA DE BARRIOChristopher Carpentier / Planeta - -

8 UPSS!! FORMÉ UN MAMÓN Sylvia Langford / Flowing 10 =

9 ATEOS FUERA DEL CLÓSETCristóbal Bellolio / Debate 2 �

10 INGRID OLDEROCK. LA MUJER DE...Nancy Guzmán / Ceibo Ediciones 4 �

Librerías consultadas: Antártica Libros, Feria Chilena del Libro, Librería Francesa,Quimera, Librerías UC, Contrapunto, Catalonia, Qué Leo.

Ranking de librosLOS LIBROS MÁS VENDIDOS EN CHILEdesde el 11 al 17 de OCTUBRE

NegraWENDY GUERRA

ANAGRAMA, BARCELONA, 2014, 320 PÁGINAS, $23.160.

NOVELA

La obra de Wendy Guerra (La Habana,1970) comprende los poemarios Plateaoscura (1987), Cabeza rapada (1996) yRopa interior (2008), así como las novelasTodos se van (2006), Nunca fui primeradama (2008), Posar desnuda en La Haba-na (2011) y Negra (2013). Sus obras no hansido publicadas en su propio país, detallecuando menos curioso, pues Wendy Guerrareside en Cuba donde es una reconocidaactriz. Y aunque Anagrama acaba de reedi-tar Todos se van, su última novela es Negray por eso vamos a centrarnos en ella.

Negra narra la historia de Nirvana delRisco, una joven cubana de raza negra, condi-ción que desde el comienzo de la novela se nospresenta como marginal, desventajosa ymenospreciada. Sin embargo, Nirvana o “Nina”no parece una paria durante la trama. Todo locontrario. Es hermosa, trabaja como modelo,viaja a Europa porque su madre tuvo unaamante francesa y consigue empleos supues-tamente por encima de sus posibilidades. Enrealidad, uno tiene que hacer un esfuerzo pararecordar que “Nina” es negra, porque su vida,sus anhelos, sus disidencias y sus reflexionesno parecen exclusivos de una casta o esta-mento discriminado por el racismo.

Por supuesto que a lo largo de la novelaleemos insultos racistas (“los negros —dijomirando a mi abuela que entraba por lapuerta del bohío— que vayan para eldeporte o para el arte, pero aquí no”) osentencias contra el racismo post-revolu-cionario (“miedo al mando negro en un paísque se narraba blanco”), pero que nuncapasan de la epidermis del problema, pro-fundidad que uno echa en falta cuando haleído a escritoras como la puertorriqueñaMayra Santos-Febres, autora de la novelaFe en disfraz (2009) y sobre todo de losensayos reunidos en Sobre piel y papel(2005), donde en “¿Ser una negra públi-ca?” leemos: “El racismo trabaja de mu-

chas maneras. Una de sus maneras másefectivas es el silencio. No nombrar elracismo, ni la negritud es borrarla delplaneta, desestimar la presencia de unavoz de un grupo entero de seres humanos.Pero ese mismo silencio, usado por elmismo grupo de seres humanos que losufre, puede servir también para incluirseen esferas públicas más amplias que a laque te constriñen si te nombras. Es unaestrategia de supervivencia y de supera-ción. Insistir en la diferencia es importantey necesario, pero también es importanteinsistir en la igualdad. Por lo tanto, unamanera efectiva de pelear contra la margi-nación puede también ser el no nombrar ladiferencia, pero trabajar para ocupar unapresencia pública lo suficientemente valo-rada y visible como para que dicha presen-cia nombre y revalorice a la raza por símisma”. Pido perdón por la extensión de lacita, pero era imprescindible para estable-cer una comparación con Negra.

Wendy Guerra ha demostrado conlargueza su valía como narradora en Nun-ca fui primera dama y sobre todo enPosar desnuda en La Habana. En amboscasos reconstruyó las figuras de CeliaSánchez y Anaïs Nin a partir de fragmen-tos que trabajó con maestría y originali-dad. Sin embargo, Negra no raya a lamisma altura de estas dos obras anterio-res, quizá porque no hacía falta que Nir-vana del Risco fuera negra. En realidad, nisiquiera la presencia machacona de lasantería debería determinar la condiciónracial de la protagonista, pues no hacefalta ser negro en Cuba para practicar lasantería o incluso tener un orishá (dehecho, yo soy hijo de Yemayá). Y en esteaspecto, hasta las exageraciones de lasnotas de prensa conspiran contra la nove-la, porque otras narradoras cubanastambién han ficcionalizado el mundo de la

santería. Pienso en La línea del sol(1989), de Judith Ortiz Cofer; Soñar encubano (1992), de Cristina García, yespecialmente Del rojo de su sombra(1992) y Como un mensajero tuyo(1998), de Mayra Montero.

Con todo, la novela tiene golpes rotundosy derrama una pátina de ácido patetismosobre la postal revolucionaria. Por ejemplo:“No, nosotras nunca vimos la ciudad deCabrera Infante, pero hemos vivido años enla de [Reinaldo] Arenas… y si somos since-ras, hay que reconocer que nuestra vida hasido narrada por Pedro Juan Gutiérrez”; “teeducaron en un país donde todo el mundoagrede a todo el mundo para defenderse deun enemigo invisible”, o “En Cuba es difícilestar dentro de la ley, porque las leyes sereescriben al estilo nacional, improvisando.Siempre hacemos algo mal y siempre pode-mos ser señalados por algo que te inventaso te inventan, eso no falla. Tu expedienteestá listo para ser revisado y desde quenaces te encuentras fuera de la ley”. Todasestas citas adquieren un macabro sentido alleer la cuarta parte de Negra, sin duda lomejor de la novela. Y aquí no podemosretacearle méritos a Wendy Guerra, puesvive en Cuba y sabe lo que se juega cuandocritica o ironiza sobre el régimen, al igualque otros estupendos escritores cubanosque también viven y escriben desde la islacomo Ena Lucía Portela, Leonardo Padura,Rafael Alcides o Ángel Pérez Cuza.

Estoy persuadido de que Wendy Guerrahabla muchas veces a través de Nirvanadel Risco —como cuando reconoce que,“para quejarme o imponerme, prefiero quesea en mi país, donde si no hay derechos,tendré que pelear por ellos, porque aquél,malo o bueno, es mi lugar”—, pero esosjuegos de ventriloquia me han recordadomás de una vez la novela de su paisanoAlberto Insúa, El negro que tenía el almablanca (1922). Como Nirvana.

por Fernando Iwasaki

LA NEGRA QUE TENÍAEL ALMA BLANCA

La novela tiene golpes rotundos y derrama unapátina de ácido patetismo sobre la postal revolucionaria. Comente en: blogs.elmercurio.com/cultura

Wendy GuerraLa Habana, 1970Poetisa, novelista y cineasta cubana.Estudió Cine en el Instituto Superior deArte de La Habana y participó en el tallerde escritura de la Escuela Internacional deCine y Televisión de San Antonio de losBaños, creada y animada por GabrielGarcía Márquez.Con su primera novela, Todos se van(2006) obtuvo los premios Bruguera, de laCrítica de El País y Carbet des Lycéens, enFrancia. Ha publicado también lospoemarios Platea oscura (1987), Cabezarapada (1996) y Ropa interior (2008), ylas novelas Nunca fui primera dama(2008), Posar desnuda en La Habana(2011) y Negra (2013).

EFE