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C®NCEPT0S¡DE MATEMATICA I
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CL PROFCSOR ---- -
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El razonamiento matemático
En este número
Pág. Pág.
Problemas medievales .................La enseñanza de la matemática
(A, Agazzi) ...............................Las definiciones en la enseñanza
323Carta al lector .........Geometrías no enclidianas (Luis A.
Santaló) ....................................Razonamiento matemático en la
escuela secundaria (G. Gozzer) 11Los enunciados de los problemas
de aritmética (C. Depover) .... 18El postulado de la continuidad (L.
Campedelli)
4 30
de la matemática (L. Campede-Ni) ............................................. 39
La pasión de la cifra (G. Petitjean) 43 Bibliografía 46
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©ÍÜCERTOS¡No quede fuera
de la GUIA!DE MATEMATICA
AÑO XI Octubre-Noviembre-Diciembre 1977 N° 44CONCEPTOS
DE MATEMATICAPUBLICACION TRIMESTRAL
Redacción y Administración: Paraguay 1949, Piso 6o Depto. A. 1121 Buenos Ai-i CARTA AL LECTOR
Consignamos nuestra satisfacción por haber dado cima a nuestro undécimo año de vida. Bien se saben las dificultades que hemos debido superar y no en balde el doctor Luis A. Santaló ha manifestado que la aparición de "Conceptos de matemática era realmente un "verdadero milagro".* Por serio nos sentimos más obligados a agradecer
ia colaboración de nuestros consecuentes lectores que no sólo nos han expresado su solidaridad sino que, también, algunos de ellos, han recomendado Iá revista a sus alumnos de cursos de profesorados de matemática y los han convertido en nuevos suscrip- tores.
res.
Director — Editor JOSE BANFIGUIA
Suscripción Anual: Argentina $ 3.500.-- Exterior 8 dólares o el equivalente en moneda de cada país. Los giros postales o bancarios sobre Bs. As., deben ser extendidos a nombre de CONCEPTOS DE MATEMATICA.
de Nuestro agradecimiento no sólo se refiere a la colaboración económica sino también a la oportunidad que hemos tenido de poder llevar a todos los lectores excepcionales trabajos que, de otro modo, seguramente les hubiera sido difícil conseguir.* Por esa senda andaremos. Publicaremos lo mejor
que llegue a nuestras manos de autores modernos, pero no descuidaremos los trabajos de autores clásicos que, a nuestro juicio, sean convenientes para las finalidades de nuestra publicación. Nos gustaría también recibir colaboraciones de profesores de nuestro país y de otros países sudamericanos aún cuando no desconocemos que la intensidad de sus tareas les resta tiempo para ello.* El precio de la suscripción por 1978 será de
TRES MIL QUINIENTOS PESOS. No necesitamos explicar el porque del aumento. Quien esté infro- mado del precio de las revistas, habrá comprobado cómo ha aumentado su precio y cómo ese aumento se produce de un número para otro. Es la única manera de poder seguir publicando y, por ello, esperamos seguir contando con la comprensión de los lectores.
Nos complacemos en augurarles prosperidad para el próximo año 1978.
Los saluda cordialmente.
COOPERATIVASEjemplar suelto o atrasado: S
1.200.-EDITA Y DISTRIBUYE
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Para colaboraciones, números atrasados, suscripciones y avisos, dirigirse directamente al editor.
RIVADAVÍA 767 Tel. 34-1769BUENOS AIRES3X-Registro de la Propiedad Inte
lectual: N° 1.037.530.LLENÉ Y ENVIE ESTE CUPON
Impreso en COGTAL Rivadavia 767, CapitalNombre de /a cooperativa
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SoJ INTERES GENERAL Concesión N° 8205
= 11 • u ? FRANQUEO PAGADO Concesión N° 2687s « EL DIRECTOR
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Rectas paralelas son scjus113s que, estando en un mismo plano, no sg encuentran al prolongarlas indefinidamente en ambas direcciones.
No es nuestro objeto detenernos en poner de manifiesto los inconvenientes y la inconsistencia de las primeras definiciones anteriores. Responden al afán, que la autoridad de Eucli- des hizo perdurar durante siglos, de definirlo todo, incluso las nociones primitivas de las cuales hay que partir en cualquier construcción lógica y que no pueden definirse en términos más simples. En las construcciones axiomáticas modernas, el punto y la recta, por ejemplo, se introducen como elementos que satisfacen ciertos axiomas, es decir, se definen por sus propiedades (ver Hilbert (25)).
Siguen después los cinco postulados siguien-
para definir la iguadad hace falta definir el movimiento que permite llevar una figura sobre otra, punto de vista que fue ampliamente discutido por Helmholtz y que, además, constituye la base de la definición de la geometría según Klein.
Tratándose de figuras, en vez de "igualdad" se acostumbra a utilizar la palabra "congruencia", precisamente para indicar que puede llevarse una de ellas a coincidir con la otra.
Con los cinco postulados anteriores y las nociones comunes citadas se intenta edificar toda la geometría. A la luz de la crítica moderna, el sistema presenta varios defectos. No figura, por ejemplo, aunque es usado con frecuencia, el postulado de la continuidad, que en la forma dada por Dedekind se enuncia:
Si los puntos de una recta están divididos en dos clases, de manera que los de la primera dase precedan a todos los de la segunda, entonces existe un punto, y sólo uno, que separa a ambas clases, es decir, que sigue a todos los de la primera y precede a todos los de la segunda.
También es usado, sin que sea postulado explícitamente, el hecho de que un punto de. una recta divide a ésta en dos partes separadas, o de que una recta de un plano divide a éste en dos regiones, así como el siguiente postulado de Arquímedes, que en realidad es consecuencia del de la continuidad, y que luego resultó fundamental para la construcción axiomática rigurosa de la geometría:
Dadas dos magnitudes entre las cuales están definidas la suma y la relación de mayor a menor, tal como para segmentos o ángulos, existe siempre un múltiplo de la primera que es mayor que la segunda.
Sin estos postulados, u otros equivalentes, pueden señalársele varias fallas lógicas a los Elementos. Por ejemplo, ya en su primer problema, que consiste en la construcción de un triángulo equilátero de lado dado, al hacer la construcción habitual de trazar dos circunferencias, de radio igual al lado dado, por los extremos de un segmento de la misma longitud (lo que puede hacerse por el postulado II), no queda demostrado que dichas circunferencias deban cortarse.
Sin embargo, todos los defectos que pueden señalarse resultan insignificantes comparados con el mérito extraordinario de haber oonstruido una ciencia deductiva a partir del cúmulo de conocimientos dispersos, en su mayoría empíricos, que constituían la matemática anterior a la griega. Además, el hecho de
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L.A. SANTALO (Argentina)
las escuelas. Es el primer libro de fundamenta- ción geométrica, y su estilo y ordenación fueron los moldes a los que se ajustaron todas las obras posteriores de matemática.
No se trata, en absoluto, de un manual práctico o de un conjunto de reglas útiles que puedan servir para calcular o medir, al estilo de los documentos egipcios o babilónicos de épocas anteriores. Se trata de una estructura lógica que responde exactamente al concepto de Platón de la geometría: "Como si se tratara de alguna finalidad práctica, los geómetras hablan siempre de cuadrar, prolongar, agregar, cuando en verdad la ciencia se cultiva con el único fin de conocer." (República, Libro Vil, 527.)
1.1. Euclides. Poco se sabe con certeza de la vida de Euclides. Según el testimonio de Pro- clo, un matemático que vivió en Bizancio entre los años 410 y 485 de nuestra era, "Euclides floreció durante el reinado de Ptolomeo I (que murió en 283 a.J.C., pues es citado por Arquímides, que nació hacia fines del reinado de ese soberano). Además, se cuenta que un día Ptolomeo preguntó a Euclides si para aprender geometría existía un camino más breve que el de los Elementos, obteniendo la respuesta de que en geometría no existe camino real. Euclides es, pues, posterior a Platón (428-348 a.C.) y a sus discípulos (como Aristóteles, 384-322 a.c.), pero anterior a Eratóstenes (aproximadamente 280-192 a.C.) y a Arquímides (287-212 a.C.)."
Debido a estas noticias es costumbre ubicar a Euclides como habiendo vivido alrededor del año 300 antes de nuestra era. Sin embargo, teniendo en cuenta que el comentario de Pro- clo fue escrito más de setecientos años después, y que se carece de referencias más directas, se comprende que algunos historiadores pongan en duda tal fecha y aun la existencia misma de Euclides, atribuyendo sus obras ya sea a otro matemático griego, o a la labor conjunta de una escuela que habría pretendido compendiar todos los conocimientos matemáticos de la época.
Prescindiendo de la persona, real o hipotética, lo que interesa para la historia de la matemática es (a obra, y ésta, aunque a Euclides se le atribuyen algunos escritos más, se reduce fundamentalmente a los famosos Elementos.
es:I. Desde cualquier punto a cualquier otro
se puede trazar una recta.II. Toda recta limitada puede prolongarse
indefinidamente en la misma dirección.III. Con cualquier centro y cualquier radio
se puede trazar una circunferencia.IV. Todos los ángulos rectos son iguales
entre si.V. Si una recta, al cortar a otras dos, forma
de un mismo lado ángulos internos menores que dos rectos, esas dos rectas prolongadas indefinidamente se cortan del lado en que están los ángulos menores que dos rectos.
Finalmente, Euclides sienta unas cuantas nociones comunes (llamadas por algunos autores axiomas) cuyo número es variable según los textos llegados hasta nosotros, pero entre las cuales se encuentran siempre las siguientes:
1. Cosas iguales a una misma cosa, iguales entre sí.
2. Si a cosas iguales se les agrega cosas iguales, las sumas son iguales.
3. Si de cosas iguales se quitan cosas iguales, los restos son iguales.
4. (ó 7 según los textos). Cosas que se pueden superponer una a la otra son iguales entre sí.
5. (u 8 según los textos). El todo es mayor que la parte.
De estas nociones comunes interesa señalar la cuarta. En efecto, la ¡dea de superposición lleva implícita la de un movimiento que lleve
figura (o cosa) sobre otra, y, precisamente, la manera de llevar una figura sobre otra, para decidir acerca de su igualdad, es una de las características esenciales de cada geometría. Es decir, ya Euclides, aun expresándolo en forma vaga, vislumbró que, en geometría.
Las bases de que parte Euclides para edificar su geometría son las definiciones, los postulados y Jas nociones comunes.
Las definiciones son veintitrés, al comienzo, aunque luego en el texto se van introduciendo otras más, hasta un total de ciento dieciocho. Con ellas se intenta dar nombre a los elementos con los cuales se va a construir la geometría. Citaremos algunas como ejemplo.
Punto es lo que no tiene partes.Linea es una longitud sin anchura.Recta es aquella línea que yace igualmente
respecto de todos sus puntos.Superficie es lo que tiene únicamente longi
tud y anchura.Plano es la superficie igualmente situada
respecto de sus rectas.Angulo es la inclinación entre dos líneas de’
un plano, las cuales se encuentran y no están en línea recta. Si las dos líneas que contienene ángulo son rectas, el ángulo se llama rectilíneo.
Rectas perpendiculares: si una recta forma ángulos adyacentes iguales, cada uno
de estos ángulos es recto y las rectas se llamanperpendiculares.
son
1.2.Los Elementos. Los Elementos de Euclides forman un conjunto de 13 libros dedicados a los fundamentos y al desarrollo, lógico y sistemático, de la geometría. Es la obra bre de la matemática griega. Durante siglos ha sido el texto obligado de geometría en todas
una
cum- con otra
4 5
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jantes es algo característico de la geometría euclidiana. En las geometrías no euclidianas, si dos triángulos tienen sus ángulos iguales, son congruentes (es decir, se pueden superponer), pues el tamaño de un triángulo queda determinado por sus ángulos, como ocurre con los [triángulos esféricos.
guen". Queda así abierta la posibilidad de que existan rectas asintóticas, es decir, rectas que,
ocurre con la hipérbola y sus asíntotas, encuentren, pero que sin embargo no
señalar como postulado al quinto de ellos, que dio origen a tantos estudios y discusiones durante más de veinte siglos, demuestra una intuición genial acerca de uno de los puntos clave del pensamiento geométrico.
imuestra que dicho postulado es equivalente, al siguiente:
V6. La suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual a dos rectos.
Saccheri llega a este resultado a través de una figura de la que hace muy frecuente uso (llamada cuadrilátero de Saccheri, ver 5.8). Sea AB un segmento arbitrario; perpendicularmente a él se toman dos segmentos AD = BC, y se forma el cuadrilátero ABCD.
comoinunca se
se conserven equidistantes, sino que su distancia llegue a hacerse tan pequeña como se quiera, sin reducirse nunca a cero. Si explícita-
excluye esta posiblidad, el postulado de las paralelas puede demostrarse, es decir, se le puede dar la forma siguiente, debida a Posi- donio (siglo I a.C.):
Vi. Dos rectas paralelas son equidistantes.Muy análoga es la forma dada al postulado
de las paralelas por C. Clavius (1537-1612):V2. Si tres puntos están de un mismo lado
de una recta y equidistan de ella, los tres puntos pertenecen a una misma recta.
Este enunciado equivale a pedir que el lu-
1.3. El postulado V o postulado de las paralelas. De los cinco postulados del sistema de Euclides, los cuatro primeros traducen propiedades más o menos evidentes para nuestra intuición geométrica. El mérito consiste en haber sabido seleccionar, de entre el sinnúmero de tales propiedades, una cantidad reducidísima de ellas que fuera suficiente para truir la geometría. El postulado V en cambio, llama la atención, y ello desde él principio, por su mayor complicación y por carecer de la evidencia intuitiva de que gozan los demás. Es probable que al mismo Euclides no se le escapara esta diferencia y procurase, en toda su obra, evitar lo más posible este postulado, que aplica por primera vez para demostrar la proposición 29 del Libro I, a saber: una recta que corta a dos paralelas forma con ellas ángulos alternos internos ¡guales, correspondientes iguales, e interiores de un mismo lado suplementarios. Este esfuerzo de Euclides por evitar el uso de su postulado V, mientras puede, y por construir la geometría con independencia del mismo, justifica la muy repetida frase de que Euclides fue el primer geómetra no eucli- diano, o bien, que la geometría no euclidiana nació negando su paternidad.
Hay que observar que en algunos manuscritos el postulado de las paralelas aparece como- axioma XI (algunas nociones comunes pasan ser postulados). Así se lo menciona también en algunos trabajos posteriores, por ejemplo en los de J. Bolyai. Siguiendo la costumbre general, que históricamente parece ser la más exacta, nosotros seguiremos llamándole postulado V.
La primera ¡dea, que prevaleció por más de veinte siglos, fue la de querer "demostrar" este postulado. Los sucesivos ensayos de demostración no dieron otro resultado que llevarlo a otras formas equivalentes, aunque a veces de apariencia muy distinta a la del enunciado original. Vamos a mencionar algunas de estas equivalencias, algunas de las cuales presuponen que las rectas son no cerradas, condición ésta que antes se consideraba implícita en el postulado li (ver 2.3).
Una tendencia, que afloró repetidas veces, consiste en modificar la definición de rectas paralelas. Según Euclides, son aquellas "no se encuentran por más que se prolon-
mente se i
D Ccons-
gar geométrico de los puntos equidistantes de una recta (de un mismo lado de ella) sea otra
90°BArecta.
Proclo, el matemático bizantino al que se deben las pocas noticias que sobre Euclides se conocen, y los primeros comentarios sobre los Elementos, se apoya en la siguiente proposición (que atribuye a Aristóteles y toma cómo evidente): la distancia entre dos puntos de dos rectas que se cortan puede hacerse tan grande como se quiera prolongando suficientemente las dos rectas. A partir de este lema, que «.vale siempre que las rectas se consideren líneas no cerradas, el postulado V equivale a
V3. Si una recta encuentra a una de dos paralelas, encuentra necesariamente a la otra; también puede enunciarse de estos modos:
V'3. Por un punto uxteior a una recta se traza una y sólo una paralela a dicha recta;
V"3. Dos rectas paralelas a una tercera son siempre paralelas entre sí.
La forma V'3 es la más comúnmente utilizada en la actualidad en los textos de geometría, y se atribuye generalmente a Playfair, matemático inglés del siglo XVIII.
De! mismo tipo, aunque muy posterior, es la forma a que lo reduce A. M. Legendre (1752-1833), a saber:
V4. Por un punto cualquiera, tomado en el interior de un ángulo, se puede siempre trazar una recta que encuentre a los dos lados del ángulo.
De índole muy diferente, pero de gran importancia conceptual, es la forma siguiente dada por J. Wallis (1616-1703):
V5. Dado un triángulo cualquiera existe siempre uno semejante de magnitud arbitraria.
Es decir, la existencia de triángulos seme-
T.A'A C H Sin el uso del postulado V se demuestra fácilmente que el ángulo C es igual al D. Caben entonces tres casos, según que este ángulo sea recto, agudo u obtuso. Se demuestra que siempre se está en el mismo caso cualesquiera que sean las dimensiones de la base AB y de los segmentos iguales AD y BC. Aparecen así tres posibilidades que pueden tomarse como hipótesis: la del ángulo agudo, según lo sea el ángulo C=D. Saccheri demuestra que el postulado de las paralelas equivale a la hipótesis del ángulo recto, y trata luego de probar que las otras hipótesis llevan a un absurdo. Para la hipótesis del ángulo obtuso consigue demostrar que ella conduce a la conclusión de que las rectas son finitas, lo que toma como el absurdo deseado, y por lo tanto excluye tal posibilidad. En cambio, para la hipótesis del ángulo agudo no consigue llegar a contradicción alguna. Efectivamente, tal contradicción no existe y es precisamente la búsqueda de la misóla lo que habría de conducir, un siglo más tarde, al descubrimiento de las geometrías no euclidianas.
No es difícil demostrar que las tres hipótesis (del ángulo recto, obtuso o agudo) equivalen respectivamente a suponer que la suma de los ángulos interiores de un triángulo es igual, mayor o menor que dos rectos.
Finalmente, es interesante la forma obtenida por Gauss (carta a W. Bolyai en 1799 (18)):
Es interesante el razonamiento de Wallis para demostrar la equivalencia de las formas V y V5. Sean las rectas AB y CD que forman los ángulos ay/3 con la secante AH (fig. 1). Supongamos que a + 0< 180°. Traslademos AB hasta CB1 de modo que se conserve el ángulo a que forma con AH. Siendo ft< 180°— j3 , la recta CBl caerá dentro del ángulo DCH. Por consiguiente, durante la traslación habrá un punto A' en que la recta A'B' cortará a CD. Si P es el punto de intersección se tiene el triángulo A'CP. Si se puede construir un triángulo semejante al A'CP cuyo lado sea AC, el punto homólogo del P será el de encuentro de AB y CD; es decir, estas rectas se cortan, lo que prueba la vigencia del postulado de las paralelas. Que éste implica Vs es evidente.
ia
Wallis opina que su forma V5 del postulado es la más próxima al pensamiento de Euclides, puesto que el postulado IV establece la existencia de circunferencias semejantes, y parece natural el paso sucesivo de postular la existencia de figuras semejantes también para otras figuras geométricas.
Otra orientación, que hace ver bajo un nuevo aspecto la incidencia del postulado de las paralelas sobre teoremas geométricos al parecer muy distintos, es la iniciada por el jesuíta G. Saccheri (1667-1733) y seguida posteriormente por J. H. Lambert (1728-1777) y A. M. Legendre (1752-1833), según la cual se de-
V7. Existen triángulos de área tan grande como se quiera.
que
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alejándose infinitamente, tanto hacia un lado como hacia el otro. Pueden presentarse tres casos:
los dos últimos, pues Gauss, princeps mathe- maticorum, ya coronado de fama por otras investigaciones, temió siempre que las relativas a la teoría de las paralelas fueran consideradas
contemporáneos como divagaciones in
punto P. Sea el punto en que LL 'corta a r. Según el postulado I de Euclides (interpretado en el sentido de que por dos puntos pasa una sola recta), el punto debe ser único, y el mismo tanto si M se aleja hacia la derecha como hacia la izquierda. La recta r resulta así cerrada y, por lo tanto, finita. Es decir:
En la geometría elíptica las rectas son cerradas.
Si se admite esta proposición, el postulado V también puede demostrarse.
Hemos dado varias formas diferentes del postulado de las paralelas. Se podrían citar todavía otras más. Todas ellas fueron encontradas durante las tentativas de "demostrar” dicho postulado. El resultado fue siempre la sustitución del mismo por otro equivalente, de enunciado más o menos simple, o más o menos evidente. Así se fue llegando al convencimiento de que se trataba efectivamente de un verdadero postulado —no de un teorema que pudiera demostrarse con el solo uso de los postulados precedentes—, y que, por lo tanto, iban a ser inútiles todas las tentativas de demostración.
En este sentido, Wolfang Bolyai (1775-1856) escribía a su hijo Johann, uno de los creadores de la geometría no euclidiana (21): "Te ruego que no intentes tú también luchar con la teoría de las líneas paralelas. Perderías el tiempo y sus teoremas quedarían sin decmostrar.. Estas impenetrables tinieblas pueden derribar a miles de torres como New- ton. Nunca se aclararán en la Tierra, y el desdichado género humano nunca poseerá en el mundo nada completo, ni aun en la geometría. Esto constituye una grande, y eterna herida en mi alma."
2. Geómetras no eucl¡dianas2.1. Las obras de Gauss, Lobachevsky y
Bolyai. Si el postulado V, en la forma dada por Euclides u otra equivalente, es un verdadero postulado, el hecho de negarlo, aceptando los demás, no debe conducir a contradicción alguna. Esta fue la idea que maduró en la Primera mitad del siglo XIX, y. que dio por resultado el nacimiento de las geometrías no euclidianas, es decir, de las geometrías en que el postulado V de Euclides deja de ser válido.
Como toda ¡dea que llega a la madurez en un determinado momento de la historia, dichas geometrías no pueden atribuirse totalmente a una sola persona. Fueron gestadas por la obra de todos los matemáticos anteriores que intentaron ver claro el significado del famoso postulado, y. cosechadas simultáneamente por varios matemáticos, entre los cuales, y como más significativos, se cita siempre al gran matemático alemán Karl Friedrich Gguss (1777-1855), al ruso Nikolai Ivanovich Lobachevsky (1793-1856) y el húngaro Johann Bolyai (1802-1860).
En realidad, los únicos que publicaron durante su vida los resultados obtenidos fueron
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por sussensatas del orden de la,cuadratura del círculo o del movimiento continuo. Por eso, a pesar de que reconoció el mérito de tales trabajos y los alentó, y en cartas privadas dio noticias
de sus propias investigaciones, no quiso No puede decirse que sean "limitadas", puesto que no tienen puntos donde empiecen o terminen; por lo tanto no hay estricta contradicción con el postulado II. Sin embargo, implícitamente se había entendido siempre que las rectas debían ser abiertas e infinitas.De aquí que la conclusión de que debían ser cerradas se estimase una contradicción con el postulado II, y la geometría elíptica no fuera considerada, en un principio.
La geometría elíptica es la geometría sobre la superficie esférica cuando se consideran como rectas las circunferencias máximas. Solamente hay que convenir, para evitar que dos rectas se corten en dos puntos diferentes, que los puntos diametralmente opuestos sean un solo punto. En regiones suficientemente limitadas para que no haya en ellas puntos diametralmente opuestos, la identidad, entre la geometría sobre la esfera y la geometría elíptica, es completa. Se tiene así el primer ejemplo de geometría en que no se cumple el postulado V. Por tratarse de un ejemplo muy familiar, es muy útil para comprender algunos hechos que a primera vista parecen paradójicos. Por ejemplo, el resultado de Wallis, de que no puede haber figuras semejantes en una geometría no euclidiana, se cumple evidentemente sobre la esfera, donde un triángulo queda determinado completamente por sus ángulos. También, si se considera el lugar geométrico de los puntos equidistantes de una circunferencia máxima (recta de la geometría elíptica), resulta una circunferencia menor, que ya no es una recta; se comprende así el postulado V2 deCiavius.
Con esta interpretación de la geometría elíptica es fácil deducir todas sus propiedades, por lo que no vale la pena detenerse en ella. Así: la suma de los ángulos de un triángulo es mayor que dos rectos, el área de un triángulo es proporcional a su exceso esférico, en un cuadrilátero de Saccheri se cumple la hipótesis del ángulo obtuso, etcétera.
Análogamente, la trigonometría correspondiente a la geometría elíptica coincide con la trigonometría esférica.
A veces se considera también como geome-
acercapublicar nada durante su vida "por temor al griterío de los beodos" (carta a Bessel en 1829).
Los primeros trabajos de Lobachevsky datan de 1826 (memoria presentada a la Univer-
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sidad de Kazán y cuyo manuscrito se ha perdido), siguiendo después varias publicaciones entre 1830 y 1840, fecha esta última en que aparecen sus famosas Investigaciones geométricas sobre la teoría de las paralelas, obra escrita en alemán.
1. Existe una única posición LL,'6e la recta variable a,en la cual no corta a r. Esta única posición límite será la paralela por Par. Estamos en el caso euclidiano: por P pasa una sola paralela.
2. Cualquiera que sea la recta que pasa por P, siempre corta a r: por P no pasa ninguna paralela.
3. Existen dos posiciones límite, EE y FF‘ para las rectas secantes; son las correspondientes a los dos sentidos en que M puede alejarse infinitamente. Las rectas que pasan por P y están comprendidas en el ángulo FPE cortarán a r: serán secantes. Las que pasan por P y están comprendidas en el ángulo EPF'no cortarán a r: serán no secantes. Las EE y FF'óe separación entre ambos tipos de rectas, se llaman paralelas. Es decir, en esta caso: por el punto P pasan dos paralelas are infinitas no secantes.
(Obsérvese que las rectas no secantes responden también a la definición de rectas paralelas dada por Euclides (ver 1 . 2); sin embargo, las posiciones límite tienen ciertas propiedades particulares que hacen conveniente conservar sólo para ellas el nombre de paralelas, para así distinguirlas de las no secantes.)
Los casos 2 y 3 corresponden a las geometrías no euclidianas, llamadas, respectivamente, elíptica e hiperbólica.
2.3. La geometría no euclidiana elíptica. La geometría elíptica es la que resulta de sustituir el postulado de las paralelas por el siguiente:
Por un punto exterior a una recta no pasa ninguna paralela, es decir, todas las rectas que pasan por un punto exterior a otra cortan a esta última.
Consideremos (fig. 3) la recta PH>perpend¡- cular a r y la LL 'perpendicular a PH por el
Los trabajos de Bolyai empiezan alrededor de 1823, según cartas a su padre Wolfang y a otros amigos, pero su publicación se retrasa hasta 1832, en que aparecen como apéndice del primer tomo de un libro de su padre.
Tanto Lobachevsky como Bolyai ponen en estos trabajos las bases de la geometría y de la trigonometría no euclidianas. Bolyai se dedica especialmente a distinguir las proposiciones geométricas que necesitan el postulado de Euclides de aquellas que son independientes del mismo, a las que llama propiedades absolutas o absolutamente verdaderas. Lobachevsky construye más decididamente la geometría no euclidiana, al negar de entrada el postulado V y suponer, en cambio, que por un punto exterior a una recta pasa más de una paralela.
2.2. Las geometrías no euclidianas. Dejando de lado el desarrollo histórico, así como la difícil tarea de distinguir a quién pertenece cada una de las ¡deas que forman la geometría no euclidiana -y que se encuentran muy entremezcladas en las obras de Lobachevsky, Bolyai, y otros autores de su época, como F'. C. Schweikart (1780-1859) y F.A. Taurinus (1794-1874) vamos a presentarlas tal como quedaron una vez pulidas y sedimentadas. Un estudio histórico y bibliográfico puede verse en el libro de B o no I a, Geometría euclidiana, ESPASA-CALPE Arg., Bs.As., 1945.
Sea una recta r^AB y un punto P exterior a ella (fig. 3). Tomemos un punto cualquiera M sobre r> y consideremos la recta a=PM. Supongamos que el punto M se mueve sobre r,
9
ORIENTACIONdad de geometrías distintas de la euclidiana, en lugar de adquirir el convencimiento de que el postulado V era indemostrable y que, en consecuencia, existían otras geometrías igualmente verdaderas, mostraron una constante preocupación por averiguar, por vía experimental, cuál era la "verdadera" geometría, es decir, cuál era la geometría válida en la naturaleza.
tría no euclidiana a la geometría esférica propiamente dicha, es decir, la geometría sobre la esfera sin la identificación de los puntos diametralmente opuestos. En este caso el postulado I debe entenderse en el sentido de que por dos puntos pasa por lo menos una recta.
Como la idea de estudiar la geometría sobre una superficie determinada —en el caso actual, la esfera— tomando como rectas las geodésicas o curvas de longitud mínima entre dos de sus puntos (suficientemente próximos) es de B. Riemann (1826-1866), a las geometrías elíptica y esférica se las suele llamar geometrías no euclidianas de Riemann.
Razonamiento
en la escuelamatemáticosecundaria
El mejor método que a uno se le ocurre pensar, para ello, consiste en medir la suma de los ángulos de un triángulo y comprobar si ella es igual, mayor o menor que dos rectos. El primer ensayo lo hizo Gauss, midiendo los ángulos del triángulo formado por las cimas de los montes Brocken, Hohenhaben e Inselberg, triángulo cuyos lados miden varias decenas de kilómetros. El resultado fue que la suma difería de 180° en cantidades muy pequeñas, atri- buibles a errores de observación.
Lobachevsky ensayó lo mismo con el triángulo formado por los extremos de un diámetro de la eclíptica terrestre y la estrella Sirio, siempre con el mismo resultado de que la diferencia era del orden de los posibles errores de observación. Estos errores, inevitables por precisas que sean las mediciones, hacen que mediante este tipo de experiencias no sea posible decidir cuál es la geometría real de la naturaleza; a lo sumo-sirven para llegar a la conclusión de que, para los usos ocrrientes de las ciencias experimentales, la geometría euclidiana es perfectamente válida. Las no euclidianas tienen interés puramente teórico, cuando se considera que conocer es el único fin de la geometría, pero tienen valor escaso como geometrías para medir u observar los fenómenos
Giovanni GOZZER (I tafia)
La enseñanza de la matemática y la preparación para el razonamiento matemático en la escuela de la adolescencia (11 a 14 años) constituye uno de los aspectos más importantes y, al mismo tiempo, uno de los más complejos que se presentan a quienes se preocupan por las cuestiones didácticas relativas a este tipo de escuelas.
En efecto, la matemática, por su carácter de ciencia "pura" basada en un rígido procedimiento hipotético deductivo, parece ser la enseñanza más reacia para admitir esos procedimientos didácticos que, en cambio, parecen fáciles de adoptar en otras materias, en las cuales, evidentemente, los automatismos y los procedimientos mecánicos son bastante menos fáciles, mientras que para esta enseñanza particular parecería, a primera vista, casi necesario prescindir de las posibilidades inmediatas de comprensión del alumno para llevarlo directamente al campo del estudio abstracto y de la pura "aplicación" de los procedimientos.
Justamente en relación con estos problemas particulares la tendencia de la escuela moderna o nueva, en estos últimos decenios, ha consistido en aplicar a la enseñanza de la matemática la gradación que parecería corresponder a las fases del desenvolvimiento mental del joven y a su sucesión, experimentalmente estudiadas.
Elaborada, pues, una psicología de la edad evolutiva basada sobre el criterio de las fases y los estudios sucesivos, la enseñanza de la matemática (aritmética y geometría), requería naturalmente una adaptación de la materia a las posibilidades adquiridas del jovencito, para el cual no sólo se pasaba de un estadio de enseñanza "concreta" para llegar a través de sucesivas etapas a una enseñanza abstracta en la cual se desplegaba el aspecto racional de la enseñanza, sino que en cada fase de esta misma enseñanza se respetaba el procedimiento intuición-representación-abstracción que se
considera esencial para la adquisición de cualquier elemento de la matemática.
Coherentemente con estos principios, la escuela moderna tiende a una adaptación de la enseñanza matemática en las diversas fases o edades psicológicas y, en primer término, en la escuela secundaria, con una constante derivación del dato puramente racional del dato intuitivo. En este sentido hoy nos encontramos frente a un movimiento radical del tratamiento tradicional de la enseñanza de la matemática en la escuela secundaria. Esto se apoya, por otra parte, en la tradición más genuina.
La actual escuela secundaria en su primer trienio ha padecido casi constantemente de un defecto que está vinculado con sus propios orígenes, esto es, el de ser considerada más bien como un momento y una anticipación de la escuela de los grados siguientes que en su fisonomía de escuela de traspaso entre dos edades psicológicas distintas y diversamente calificadas, correspondientes respectivamente a la escuela primaria y a las escuelas superiores. Por tanto, el problema de la enseñanza de la matemática en la escuela secundaria está estrechamente vinculado con la realización de la enseñanza en esta escuela caracterizado por una posibilidad no alcanzada de desarrollo no completo de las facultades lógico-racionales.
Viceversa: el. hábito incluido en la enseñanza de la aritmética y la geometría que hoy, todavía muy frecuentemente, se encuentra, es el del método apriorístico consistente en presentar la figura anticipadamente, luego la fórmula, el procedimiento de posesión que deriva del estímulo de la memoria y de su adquisición puramente mecánica.
No se insiste lo bastante sobre la comprensión, o sea sobre la posibilidad de aferrar intuitivamente el procedimiento, sino, más bien, sobre la capacidad objetiva, con el objeto de habituar a la mente a aplicar un procedimien-
i
2.4. La geometría no euclidiana hiperbólica. El caso 3 de 2.2 corresponde a la geometría no euclidiana propiamente dicha. Es la geometría desarrollada por Gauss, Lobachevsky y Bolyai, a la que Klein dio el nombre de geometría hiperbólica.En ella las rectas son abiertas e ¡limitadas. Se cumplen los cuatro primeros postulados de Euclides y deja de cumplirse el quinto, el cual se sustituye por el siguiente:
Por un punto exterior a una recta pasan dos paralelas, que separan las infinitas rectas no secantes de las infinitas secantes.
La posibilidad de esta geometría deriva de que, sin contradecir los primeros postulados, Puede haber rectas que no se corten (por lo tanto, paralelas según Euclides) y cuya distancia mutua sea variable, llegando a ser tan pe-, queña como se quiera. De esta manera las Paralelas EE' y FF¡ de la figura 3, resultan rectas "asintóticas" a la r—AB, a la cual se' acercan infinitamente sin llegar a cortarla. El ánguloa: = HPE=HPFse llama ángulo de paralelismo y depende de la distancia d=PH. En la geometría euclidiana es siempre a = 90°; en la no euclidiana, a varía desde cero, para d infinito, hasta 90° para d tendiendo (ver 6.4.) En ella, la suma de los ángulos de un triángulo es menor que dos rectos y, por lo tanto, corresponde a la hipótesis del ángulo agudo de Saccheri.
2.5. Geometría y realidad. Es curioso observar cómo los creadores de la geometría no euclidiana de la primera mitad del siglo XIX, a pesar de su obra capital, parece que se hubieran alejado del concepto platónico que preside los Elementos de Euclides y hubiesen retrocedido, volviendo a considerar la geometría como una ciencia destinada a medir las cosas de la Tierra. En efecto, al vislumbrar la posibili-
naturales. Para ello la euclidiana es suficiente, y es también la más práctica, por ser la más simple y la más adaptada a la intuición.
Es explicable que así sea. Los postulados en que se basa una geometría se eligen lo más evidentes posible para la intuición. Pero ésta es producto de la observación de la naturaleza por los sentidos. Por lo tanto, al menos mientras nos mantengamos en el orden de magnitud apreciable por los sentidos, la geometría euclidiana será la más acorde con la naturaleza, por ser el postulado de Euclides el más evidente para la intuición. Otra cosa puede ocurrir al tratar fenómenos cuyo orden de magnitud sea muy diferente del que aprecian directamente los sentidos, como distancias estelares o diámetros de partículas elementales. En estos fallara
a cero
casos podría ser que la intuición Y que otras geometrías fueran más
(sigue en pég. 17)1011
continuar y ser extendidos a otros campos de la enseñanza matemática.
Justamente cuando Grosgurin, en su Metodología, ponía en guardia contra el abuso de las definiciones, contra la enseñanza que presenta a priori fórmulas o procedimientos que anticipan el desarrollo real del espíritu o del razonamiento, acordando en cambio particular importancia a la participación directa del alumno, o la construcción, a la representación gráfica, tratando de remediar mediante formas concretas el enunciado de los problemas, a poner de relieve en los cálculos las relaciones que subsisten entre las figuras y los símbolos.
Sobre la base de observaciones e investigaciones hechas con alumnos de 10 a 18 años y a los más recientes resultados de los estudios psicológicos, se podría trazar el siguiente esquema aproximado de la subdivisión en estadios de la enseñanza matemática:
1er. estadio (escuela elemental): Operaciones fundamentales con números; contar, sustraer, multiplicar, dividir, con el aprendizaje de los mecanismos operativos, pero con constante preocupación por hacer intuitiva a cada operación.
2o estadio (escuela secundaria, 11 a 14 años): número decimal y número fraccionario, con operaciones relativas, siempre traducibles en el plano intuitivo; la operación formal con el procedimiento mecánico podrá ser realizada sólo cuando el alumno esté en condiciones de comprender las operaciones elementales y traducirlas inmediatamente al plano concreto; por ejemplo no será posible hacerle operar sobre fracciones hasta que las operaciones mentales sobre éstas (mitad de un quinto, doble de un sexto, mitad de un tercio) no sean cumplidas por él con plena conciencia, vale decir, hasta que pueda representarlas de inmediato; para esto es necesario: a) trabajar con elementos intuitivos, con operaciones concretas y moverse gradualmente hacia la operación formal compleja; b) no abusar ¡nicialmente del procedimiento mnemónico o mecánico, no someter a los alumnos a operaciones muy complicadas que requieran exclusivamente de él la aplicación de técnicas formales.
3er. estadio: razones y proporciones. El tercer estadio se podría considerar como aproximadamente correspondiente a las clases cuarta y quinta del gimnasio (14 a 16 años) y corresponde a la adquisición del concepto de razón con las respectivas aplicaciones prácticas. Es necesario, empero, que a este estadio sólo se
llegue cuando las operaciones previstas en los estudios precedentes hayan sido adquiridas con seguridad por el alumno.
4to. estadio: la operación algebraica formal. Esta operación representa el momento más difícil del desarrollo del razonamiento matemático, y su anticipación, actualmente común en la escuela, constituye ciertamente uno de los más graves prejuicios en la formación y en el desarrollo del razonamiento matemático en el joven; también en este campo es evidente que el elemento de mayor importancia deriva de la gradualidad y de la traducibilidad sobre el plano concreto-intuitivo de los elementos fundamentales de los cuales se pasa luego, gradualmente, a las operaciones complejas.
Esta subdivisión en estadios, entiéndase bien, no quiere ser un encuadramiento absoluto sino sólo una indicación aproximada derivada de los resultados de las experiencias cumplidas sobre las posibilidades de los jóvenes de adquirir los elementos fundamentales del razonamiento matemático.
Tal subdivisión no se basa sólo en una subdivisión de las edades sino sobre los principios y sobre los fundamentos psicológicos de adquisición del razonamiento matemático. En efecto, para que la operación matemática sea asimilada, es decir comprendida, el elemento esencial es la reversibilidad de la operación realizada. Impuesto al alumno un problema cualquiera, podrá resolverlo gracias a cierto convencionalismo en los procedimientos, pero esta solución no es suficiente y no denota totalmente desarrollo de capacidad lógica. Lo importante es que el alumno tenga certeza sobre el desarrollo de la operación realizada.
Un alumno es sometido a la solución de una simple operación con fracciones: 1/4: 1/2. Podrá cumplirla de tres modos:
a) con la simple aplicación de las reglas: producto de la primera fracción por la recíproca de la segunda, pero la solución obtenida es una aplicación pura del procedimiento aprendido, y el resultado obtenido nada le dice al joven.
b) con una aplicación de las reglas acompañada por la preocupación genérica de darse cuenta del resultado obtenido.
c) con el control del resultado mediante la aplicación del principio de reversibilidad, vale decir, mediante la reconstrucción inverso del procedimiento operativo (si 1/4 dividido por 1/2 da 1/2, 1/2 por 1/2 debe dar 1/4). Evidentemente, esta reversibilidad presupone comprensión plena del procedimiento matemá-
rior, por ejemplo, a un entero determinado, esinadmisible.
En efecto, el mecanismo con que se realiza la operación formal lleva fácilmente al error si falta esa posibilidad de control. Johannot saca algunas importantes conclusiones entre las cuales citaremos las siguientes:
1) en la escuela secundaria, la mayor parte de los adolescentes no comprenden el razonamiento abstracto y se valen, por lo contrario, de métodos y fórmulas adquiridas mecánicamente y, a la vez, mecánicamente aplicadas.
2) si el joven aprende una regla o una fórmula en un período anticipado con respecto al que le permitiría comprender el sentido, podrá aplicarla mecánicamente, pero no podrá comprenaer su procedimiento y, sobre todo, no tendrá modo de controlar la exactitud y de 'tener confianza en los resultados de la operación realizada.
3) la poca seguridad que demuestran los adolescentes en las soluciones algebraicas de los problemas que se les someten deriva del hecho de no haber tenido manera de haber podido hallar una solución intuitiva previa del problema propuesto. Por tanto, es fácil que para los alumnos de este tipo de escuela, la enseñanza se reduzca a un puro mecanismo de operaciones efectuado según determinadas normas pero sin que exista la posibilidad de la comparación y, por tanto, de confiar en la operación realizada.
Esto también explica la dificultad del cálculo literal, que es todavía más complejo que el aritmético, cuando faltan las premisas encontradas.
to determinado según los principios rigurosos del método lógico-deductivo.
En otros términos, en la escuela secundaria se debería considerar el procedimiento abstracto más bien como punto de llegada que como punto de partida.
En una publicación aparecida hace algunos decenios (Louis Johannot, Le raisonement ma- thématique, Delachaux y Nestlé, París, 1944) el autor, formado en la escuela psicológica de Piaget, después de una serie de estudios y observaciones sobre un complejo verdaderamente notable de jóvenes de la escuela secundaria delineaba, en lo que se refiere al desarrollo del razonamiento matemático, cuatro estadios; de un problema dado se presentan, pues, varias formas resolutivas.
1) Solución en el plano concreto.2) Solución en el plano de la representa
ción gráfica.3) Solución en el plano formal aritmético.4) Solución en el plano formal algebraico.
No hay razonamiento sin intuición -afirma— y no hay intuición sin un regreso a nociones todavía muy simples. El joven liceísta de 18 años resuelve el problema en el plano algebraico traduciéndolo al aritmético (pasaje del cuarto al tercer estadio); un joven estudiante de escuela media resuelve el problema aritmético llevándolo al plano gráfico (mediante objetos, etc.).
La tarea fundamental en la enseñanza de la matemática consiste precisamente en asegurar al joven la posibilidad de recorrer los cuatro estadios, y tal capacidad se alcanza cuando el alumno se encuentra con la posibilidad de descubrir el error que eventualmente pudo cometer; empero, este descubrimiento exige que pueda volver a recorrer de vuelta el camino del procedimiento matemático seguido o aplicado, dándose cuenta, siquiera sea en forma aproximada, de los errores eventuales cometidos en su procedimiento.
Sea, por ejemplo, sometida al alumno de escuela media una operación sobre una serie de fracciones: 2/10 + 1/5 + 3/7. Podrá realizar la operación en el plano aritmético formal mediante un procedimiento adquirido mecánicamente (búsqueda del mínimo común múltiplo, etc.) pero un error eventual cometido en la resolución podría fácilmente escapársele; lo importante es que sepa proceder al revés y ver la inaplicabilidad y la intraducibilidad sobre el plano concreto del cálculo efectuado por él, viendo de inmediato que un resultado supe-
Veamos un ejemplo práctico: un joven de primer año secundario aprende a calcular la superficie de polígonos regulares; la razón entre lado y apotemia, expresado para cada polígono por el número fijo, puede muy bien ser captada por el alumno, el cual también se puede hallarlo por su lado cómodo, pero ¿es verdaderamente útil que aplique una fórmula de la cual no sabe de dónde procede? En efecto, si no tiene la noción clara de razón, la operación que realice se reducirá exclusivamente a un mecanismo puro.
Si nosotros nos preocupáramos exclusivamente por una enseñanza matemática con finalidad práctica, podríamos muy bien contentarnos con estas soluciones mecánicas, pero si el objetivo de la enseñanza es el de preparar para el razonamiento matemático, no podremos sino verificar la insuficiencia del método seguí o, los ejemplos, evidentemente, podrían
una
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otros. Esta subdivisión se puede realizar en la forma siguiente:
a) desarrollo vertical: operación sobre el plano concreto, sobre el plano concreto-abstracto, sobre el plano puramente abstracto. Un problema como el siguiente: A > B, B>C. Por consiguiente: A>C. Esto, que para el adulto es de evidencia absoluta, no le parece así al joven, con un enunciado tan abstracto, sino a cierto nivel y a determinada edad psicológica, mucho más avanzada de cuanto se piensa habitualmente.
b) desarrollo horizontal: un problema idéntico se presnta en forma distinta según que lo coloque, por ejemplo, en números enteros, en números decimales, o en números fraccionarios, en términos algebraicos; por eso, en un mismo nivel de desarrollo mental las diversas nociones se reagrupan según leyes organizativas y según un orden constante.
Señaladas estas premisas, volvamos al punto de partida.
El problema que nos preocupaba era el de la enseñanza de la matemática en la escuela secundaria. ¿A qué conclusiones hemos llegado luego de una serie de investigaciones realizadas con jóvenes de escuelas medias, y postelementales, de 12 a 14 años? Helas aquí, sucintamente:
1) El adolescente cumple un esfuerzo mental al resolver un problema sobre el plano exclusivamente abstracto y recurre a la representación gráfica o a la ayuda concreta toda vez que le resulte posible.
2) Encuentra notables dificultades para comprender las operaciones (casi siempre con las fracciones) que se les imponen y que debe efectuar. Las operaciones elementales traducibles en el plano concreto (por ejemplo, dividir 1/4 por 1/8) le satisfacen más que las operaciones no traducibles intuitivamente (por ejemplo 2/45 multiplicada por 8/15).
3) Las operaciones en las cuales adquiere seguridad y autoridad son aquéllas que derivan de una experiencia directa en el plano concreto o en el plano representativo y en las que, por consiguiente, la regla, como esquematiza- ción del procedimiento, es apresada en sus elementos esenciales y se apoya sobre la experimentación y sobre factores intuitivos.
4) El adolescente trata constantemente de establecer analogías entre los elementos abstractos del problema propuesto y las nociones simples y elementales que posee mediante un constante trabajo de trasposición.
5) Huye del razonamiento exclusivamente abstracto porque éste no le permite establecer analogías con nociones ya asimiladas y no le consiente concretar o volver visible a la operación.
ejemplo, el alumno no sea capazta que, porde comprender y de traducir también en el plano concreto la operación 1/4 x 1/4 dándose
de que también multiplicando dos nú- fraccionarios obtiene un resultado infe-
tico y del valor de los símbolos, o sea, la comprensión de las operaciones con números fraccionarios.
Concluyendo estas observaciones podemos decir que la plena comprensión de un procedimiento no se manifiesta en la capacidad de aplicar la regla, sino en la aplicación consciente del principio de reversibilidad de las operaciones realizadas y, por consecuencia, el alumno comprende la regla cuando comprende las operaciones que ella esquematiza.
Algunos matemáticos, o docentes de matemática, frente a nuestros razonamientos sobre la necesidad de un reordenamiento didáctico de esta enseñanza, sobre lo absurdo de continuar exigiendo al 80 % de los jóvenes la reali- zación de operaciones o ejercicios de los cuales no comprenden el procedimiento, sobre el error de habituar al niño a la aplicación de reglas o fórmulas como automatismos puros, nos han hecho estas observaciones. La aplicación de los procedimientos automáticos es una necesidad; ¿cómo podría, de otro modo, el niño de cuarto o quinto grado elemental, comprender el procedimiento de la multiplicación o de la división? Ocurre un poco lo que sucede en las aplicaciones del mundo industrial. Por ejemplo, no pretendemos que un radioescucha conozca todas las uniones de un aparato o que la criada sepa ajustar una heladera o que el automovilista ponga a punto el motor; lo importante es que sepan mover las palancas o las conexiones que permitan el funcionamiento de las correspondientes máquinas.
Del mismo modo, para hallar la longitud de la circunsferencia lo importante es que sepamos multiplicar por 7r sin proponernos que se conozca qué es 7T.
A tal razonamiento, que justifica muy profunda y cómodamente el procedimiento usado por quien enseña matemática en la escuela secundaria (habituar exclusivamente a las soluciones formales) me parece que se debe responder que la enseñanza de la matemática no tiene por objetivo la adquisición de automatismos operativos sino la preparación para el razonamiento matemático, esto es, el procedimiento hipotético deductivo que caracteriza al cálculo matemático. Por eso, en este caso, el automatismo, la fórmula, las uniones, sólo servirán para abreviar un camino, pero no para substituirlo.
Lo importante ¿s adquirir y poseer con seguridad los elementos fundamentales del procedimiento y traducirlos luego en esquema- tizaciones aplicables bajo forma de regla. Has-
cuentamerosrior porque multiplica (es decir, toma) la cantidad múltiplicada un número de veces inferior a la unidad, todas las propiedades que podrá aplicar en el plano formal, todas las soluciones, incluso las exactas, que podrá dar de los problemas propuestos, serán extrínsecas, inútiles para los fines del desarrollo del razonamiento matemático, serán puras convenciones mnemónicas. Esto justifica nuestra opinión de
la enseñanza de la matemática no se
6) La aplicación mecánica de la regla determina en él un hábito peligroso que le hace adaptarse y aceptar pasivamente procedimientos que no estimulan su capacidad reflexiva, ni su posibilidad para establecer analogías.
7) Por consiguiente, muy a menudo el estudio de la matemática determina verdaderas inhibiciones en el desarrollo del razonamiento lógico y la convicción de que el mundo matemático es un mundo de símbolos y operaciones extrañas, incomprensibles y muy a menudo injustificables (se han hecho muchos experimentos para ver cómo los alumnos de tercer año justificaban la operación (—x) (—x) = x2 y constantemente se oía decir que "menos por menos da más" o que "ésta es la regla".
que entrata de adquirir habilidad aplicativa y que la tesis de que basta saber poner en movimiento la palanca es absurda y nefasta a los efectos de la enseñanza, pero que, por otra parte, hasta que la enseñanza de la matemática tenga sobre la escuela media una anticipación (con respecto a la edad psicológica y al desarrollo mental) como la prevista en los programas
8) Las operaciones interpretables por el joven de la escuela media y, por tanto, capaces de favorecer el desarrollo de sus posibilidades razonativas, son las representables o transferi- bles al concreto; mientras sólo en un estadio posterior él comprende el enunciado matemático abstracto, esto es, cuando está sólidamente anclado el complejo de las nociones precedentes, y el enunciado algebraico es transferido al plano aritmético (pero hacia los 17-18 años) antes de ser adquirido como procedimiento exclusivamente algebraico. En otros términos, entre los cuatro estadios se determinan fases intermedias que favorecen el pasaje de uno a otro y el pleno desarrollo del proceso de conquista del razonamiento matemática
vigentes en Italia (y sabemos cuánto han intentado los matemáticos reducirlos o por lo menos desarrollarlos en un lapso mayor), los profesores de matemática se verán constreñidos a hacer de esta enseñanza lo contrario delo que debería ser; a hacer un ejercicio de puro mnemonismo, con la esperanza de que más tarde las cosas aprendidas sean, cuando se haya alcanzado la plenitud del desarrollo mental, reconsideradas y reconquistadas. Pero esto sólo ocurre en un porcentaje de casos muy exiguo, y el procedimiento matemático queda, en la mayoría de nuestros jóvenes, como un extraño mundo de signos y de operaciones obligadas. En suma, el razonamiento matemático, no es anticipado con respecto a la capacidad mental del niño y, por consiguiente, las operaciones sobre las cuales se basa no pueden ser impuestas simplemente como ejercicios de memoria; los cuatro estadios (números enteros, decimales, razones, símbolos algebraicos) corresponden exactamente a estudios experimentales, y la posibilidad de establecer una hipótesis y de desarrollarla deductivamente está evidentemente vinculada con cierto nivel del desarrollo mental.
Estos principios de Johannot y del mismo Piaget, los ilustran en una especie de diagrama en el cual la ordenada representa las fases sucesivas del desarrollo del razonamiento matemático; las abscisas, los diversos agrupamieg- tos de los sistemas o complejos de nociones como se los recoge a unos con respecto a los
i
Por eso, en esta fase (11-14 años), parecería que el objetivo fundamental de la enseñanza matemática sea buscar constantemente el significado de las operaciones efectuadas representándolas (siquiera sea aproximadamente); no se trata, por supuesto, de la exclusiva intuición que caracteriza, o debería caracterizar, la enseñanza en la escuela elemental, sino de una constante búsqueda para vincular al elemento abstracto con el elemento intuitivo (representación) con el fin de llegar a la operación en el plano abstracto cuando esté apoyada sobre un complejo de operaciones seguras y nociones precedentemente asimiladas. La función del elemento intuitivo es, pues, la de volver posible la adquisición del procedimiento que sienta proceder a la solución también sobre un plano puramente abstracto.
con-
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de síntesis. Una buena cultura matemática de- be extenderse más en profundidad que en superficie y al raciocinio más que a la memoria. El complejo de conocimientos que se exigen de él no ouede superar los debidos límites so pena de dañar su verdadera formación. Debemos, pues, deshojar al programa de todo lo que en él hay de demasiado libresco y dar una parte más amplia a las aplicaciones, las únicas que ponen verdaderamente en evidencia la personalidad de los escolares. La elección de las ejercitaciones prácticas debe hacerse con gran discernimiento. Muy a menudo el docente no sigue ninguna directiva en su elección, en sus relaciones inmediatas con la teoría estudiada recientemente, en su gradación, en su adecuación a la vida cotidiana. Los ejercicios deben ser fáciles al principio para que el alumno pueda aplicar a lo máximo su pensamiento sobre el hecho matemático que debe aplicar.
limitado. El alumno se convencerá también de que la solución de un problema de matemática
un caso feliz sino una operación lógica de la mente relativa a los procedimientos puestos de relieve. Cuando se llega a la solución del mismo problema siguiendo métodos distintos se tiene ocasión de comparar los diversos métodos por su elegancia y su rendimien-
En conclusión : quisiéramos que muchos capítulos del programa de matemática aparecieran en la escuela secundaria acompañados por una mayor disponibilidad de tiempo para desarrollar las cosas esenciales; la escuela secundaria no debería enseñar más que la numeración decimal y fraccionaria, con las respectivas aplicaciones prácticas; sería necesario dejar que los muchachos expresen sus razonamientos, construyan, midan, pesen y calculen; en otros términos, experimenten, como hacían en sus escuelas los antiguos matemáticos.
Nueve décimos de nuestra enseñanza actual serán inútiles hasta que los nueve décimos de nuestros escolares no sepan ver detrás del símbolo aritmético la realidad concreta que él puede representar, del mismo modo que sería inútil estudiar la notación musical sin hacer sentir, además de las notas, los sonidos que representan. Nuestra enseñanza se reduce a menudo a un juego de combinaciones y desordenamientos, eliminaciones, sustituciones, inversiones, realizadas sin que el joven se dé cuenta de por qué se las realiza.
Es necesario hacer pocas, poquísimas cosas, pero hacerlas de manera de asegurarse la comprensión y la adquisición de los alumnos. En pocas palabras, es necesario "graduar" la enseñanza matemática de manera acorde con la edad y a la posibilidad de asimilación; es necesario eliminar "lo innecesario y lo vano" que todavía contiene; es necesario recordar, en fin, que el procedimiento abstracto formal es el vértice de la enseñanza, el punto de llegada al cual, como para todas las cosas, la naturaleza del joven no llega nunca "per saltus".
aliviará mucho si se le dan sólidas bases racionales, y los conocimientos, reagrupados en torno a conceptos fundamentales adquirirán mayor unidad.
Finalmente, es evidente que las ciencias matemáticas, por su rigor intrínseco, requieren una terminología exacta. Todos se lamentan por la incapacidad casi general de los alumnos para expresar exactamente su pensamiento, y por la pobreza de su vocabulario. Estas graves deficiencias deben ser enérgicamente combatidas y la enseñanza de la matemática puede participar eficazmente en esta batalla. El docente debe suscitar el gusto y la preocupación por la exactitud exigiendo términos apropiados, definiciones y enunciados correctos, respuestas sobrias, claras y completas. Con tal propósito es oportuno que las nociones ya bien asimiladas se recuerden bajo la forma de reglas concretas y exactas. Se sobrentiende que el docente no puede someter al alumno a un rígido automatismo que, apoyándose sobre la memoria, excluya la contribución del raciocinio.
no es
to.
Una buena enseñanza de la matemática debe también aprovechar todas las ocasiones para infundir en la mente de los alumnos, sin esperar que tenga la edad de las clases superiores, algunos de los más importantes conceptos de simetría y de analogía.
El docente debe recurrir a menudo a la recapitulación, a la síntesis después de la exposición de cada teoría, a las comparaciones con teorías similares. Por otra parte cada lección debe ser la ocasión para incesantes retornos a la materia precedentemente estudiada. Debe mostrar también que las diversas ramas de la matemática no están separadas en compartimentos estancos, sino que se compenetran y las respectivas disciplunas se ayudan recíprocamente. Así, el trabajo de la memoria se
(Viene de pág. 10)
apropiadas, de la misma manera como para grandes velocidades, superiores a las observadas directamente por los sentidos, deja de ser exacta la mecánica newtoniana (la más evidente para la intuición) y debe ser sustituida por la einsteiniana.
Desde el punto de vista de la matemática pura, en cambio, todas las geometrías tienen igual valor. Son estructuras metemáticas distintas pero igualmente valederas, cuyo interés puede variar según la aplicación que se les encuentre. Para los usos de la práctica, la geometría euclidiana es la que mejor se adapta. En cambio, para ciertos capítulos de la matemática pura (teoría de la relatividad) los esquemas de las geometrías no euclidianas son más apropiados.
Lobachevsky y Bolyai desarrollaron su geometría por vía elemental. Prescindiendo del postulado V o sustituyéndolo por otro, pero siguiendo un camino análogo al de los Elementos, llegaron a muchos resultados interesantes de la geometría y trigonometría no euclidia*
Al no encontrar contradicción en sus razonamientos, llegaban a la convicción de que el postulado de Euclides era verdaderamente un postulado, puesto que su negación no con-
En cuanto a los métodos, partiendo del hecho de que nuestras ideas tienen su origen en lo concreto, en la conquista de cada nuevo conocimiento, debe evitarse recurrir rápidamente a la abstracción. Esta debe ser precedida, más bien, por consideraciones sobre lo concreto, que sirven como introducción. Las nociones abstractas serán comprendidas mejor si se fundan sobre bases intuitivas más simples y más sólidas. Por lo demás, el profesor advertirá frecuentemente sobre la necesidad de bus-
Por lo contrario, debe dejar cierta libertad de expresión aun cuando exija exactitud matemática y corrección en la forma.
ducía a resultados contradictorios. Sin embargo, esto era nada más que una convicción, no una demostración, puesto que quedaba la duda de si la contradicción aparecería en algún nuevo teorema. Así, en ciertos momentos, el mismo Bolyai creyó, por un error de'cálculo, haber llegado a una contradicción y, por lo tanto, haber "demostrado" el postulado de Euclides (ver Bonola (pág. 116|).
La prueba de la indemostrabilidad del postulado de Euclides no fue dada hasta más tarde, por caminos diversos. Primero por Bel- trami (1835-1900), en 1868, y luego por F. Klein (1849-1925) en una memoria famosa, en la cual sistematizó las geometrías no euclidianas desde el punto de vista de la geometría proyectiva, construyendo modelos con los cuales se podían obtener todos los teoremas de las mismas. Llegó incluso más lejos que Lobachevsky y Bolyai y, sobre todo, demostró que nunca se encontraría contradicción en sus razonamientos, puesto que ello conduciría a una contradicción en el modelo, el cual estaba construido a partir de la geometría euclidiana. Es decir, demostraba que si hubiera contradicción en la geometría no euclidiana, también la habría en la euclidiana.
car en lo concreto una noción que se podía creer definitivamente comprendida y adquirida .
Estas importantes recomendaciones valen especialmente para el curso inferior en el cual la instrucción tiene importancia fundamental.APENDICE
La enseñanza de la matemática en la universidad y en la escuela secundaria, si se la entiende bien, tiene un profundo valor forma- tivo. No es menor su importancia práctica si se considera la contribución de la matemática al estudio de las otras ciencias y al incesante progreso de sí misma.
No obstante sin menospreciar la importancia del segundo objetivo, la reforma actual entiende, sobre todo, defender la verdadera formación espiritual. Su objetivo fundamental es de volver a los jóvenes capaces para observar objetivamente y con método todos los problemas que deberá resolver no sólo en la enseñanza universitaria a la cual sólo llega una minoría, sino en la vida cotidiana. Por eso, debemos suscitar en el alumno el espíritu crítico y desarrollar su preciosa capacidad de análisis y
Durante la lección el profesor debe-evitar el método dogmático que de hecho repugna a la actividad del alumno. Para que ella salga de su actividad de pasividad es oportuno usar el método socrático que, mediante una sucesión de preguntas bien graduadas, suscita en la mente de los alumnos los vínculos de dependencia entre los datos y la conclusión y los lleva naturalmente a descubrir el procedimiento que conduce a la solución. Un método tal lleva vitalidad a la clase, consolida la fe de los alumnos en sí mismos, estimula su interés y fortalece en ellos el sentido de la investigación.
El profesor cuidará de poner de relieve, siempre que pueda, los diversos procedimientos de investigación, clasificarlos, compararlos y mostrar que, al final, su número es muy
ñas.
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LA EXPERIENCIAsegunda persona del singular) más bien que una forma más impersonal (tercera persona del plural) (hipótesis 3).
4. La explicación de ciertos datos contenidos de manera implícita en el enunciado del problema (hipótesis 4).
5. Ausencia de números grandes en el enunciado del problema (hipótesis 5).
6. Presentación de los datos del problema de acuerdo con el orden de su empleo (hipótesis 6).
en tiempo presente más bien que en pasado facilita el descubrimiento de la solución correcta.
Hipótesis 5. La formulación del enunciado en tiempo presente más bien que en pasado ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuanto más difícil es el problema.
Hipótesis 6. La formulación del enunciado en tiempo presente más bien que en pasado ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuando el nivel del alumno en resolución de problemas es poco elevado.
2.3. Hipótesis relativas a la posición de la pregunta.
Hipótesis 7. La formulación de la pregunta al comienzo del enunciado facilita el descubrimiento de la respuesta correcta.
Hipótesis 8. La formulación de la pregunta a! comienzo del enunciado ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuanto más difícil es el problema.
Hipótesis 9. La formulación de la pregunta al comienzo del enunciado ejerce una influencia tanto o más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuando el nivel del alumno para la resolución de problemas es poco elevado.
Hipótesis 10. La formulación de la pregunta al comienzo del enunciado ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuando el enunciado es larga
2.4. Hipótesis relativas a la explicación de los datos
Hipótesis 11. La explicación de ciertos datos contenidos de manera implícita en el enunciado del problema facilita el descubrimiento de la solución correcta.
Hipótesis 12. La explicación de ciertos datos contenidos de manera implícita en el enunciado del problema ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuando el nivel de los alumnos para la resolución de problemas es poco elevado.
3. Tratamiento de los resultados
La verificación estadística de las hipótesis emitidas se apoya en el uso del análisis de la varianza a dos dimensiones. Esta técnica permite poner en evidencia no sólo el efecto de
4. El nivel de dificultad de los problemas fue establecido mediante su experimentación.
Los enunciados de os
problemas de aritméticaC. DEPOVER
(Bélgica)
cuenta el carácter determinante ele ciertas varíales del enunciado.
7. La ausencia de datos superfluos (hipótesis 7). O, si hay informaciones inútiles, el hecho de subrayar los datos pertinentes (hipótesis 7').
8. La formulación de conceptos metodológicos (referencia a un esquema, estrategia de la lectura del enunciado, estrategia de la resolución) (hipótesis 8)
9. La formulación de la pregunta al comienzo del enunciado (hipótesis 9).
Estas nueve hipótesis fueron controladas mediante una experimentación realizada con 120 alumnos de sexto grado primario. Esto permitió seleccionar cuatro hipótesis entre las propuestas arriba.
El análisis estadístico confirmó cinco de esas hipótesis (24-7-8-9); la hipótesis contraria fue confirmada en tres casos (1-3-5) en tanto que el tratamiento correspondiente a la hipótesis 6 no ha provocado ninguna diferencia.
Estas comprobaciones así como la necesidad de no conservar más que las hipótesis que puedan expresarse en términos dicotómicos (presencia-ausencia) nos condujo a la selección de cuatro variables de enunciado que nosotros cuidaremos de precisar controlando las fuentes de variación suplementaria.
El problema de aritmética cumple una doble función en nuestras clases: es a la vez objeto de aprendizaje e instrumento de evaluación. 1. Itinerario de la investigación emprendida
La presencia de estos dos componentes origina una serie de interrogantes con respecto al uso de las situaciones de los problemas. ¿Qué parte hay que asignar a una función y a la otra? Y además ¿a qué nivel taxonómico1 es preciso ubicarlas? ¿El de la aplicación de principios que requieren del alumno la capacidad para aplicar una regla que ha aprendido o el de la resolución de problemas que requiere una elaboración original de esas reglas? O ¿acaso podría ocurrir así pues con la mayor frecuencia la cuestión ni siquiera se plantea? Los maestros enseñan a resolver problemas sin tratar de distinguir, en lo que hace el alumno, lo que constituye realmente una actividad de resolución de problemas,2 diferente de lo que constituye una simple aplicación. Resulta así que con la mayor frecuencia es una falacia hablar de resolución de problemas; más bien se debería declarar que se enseña a los alumnos a aplicar ciertos algoritmos3 de resolución en situaciones en que se precisaría el grado de semejanza con la situación que ha constituido el objetivo del aprendizaje.
Sólo mediante una cuidadosa especificación de los objetivos lograremos controlar los niveles de conocimiento a que ha llegado el alumno. Por ejemplo, no basta decir que se enseña reparticiones desiguales, sino que conviene precisar en qué tipo de situaciones (por ejemplo, con datos superfluos o sin ellos) deseamos que los alumnos puedan resolver esos problemas.
La experiencia que aquí relatamos constituye una primera aproximación en esa perspectiva. Intentando circunscribir-la significación de ciertas variaciones con respecto a la situación habitual de aprendizaje, esperamos no sólo subrayar la necesidad de diversificar las situaciones de aprendizaje sino también tener en
Hemos redactado sucesivamente dos series de problemas destinados a poner en evidencia el efecto de diferentes variaciones en la presentación del enunciado.
La investigación se cumplió en dos etapas. La primera experiencia nos permitió poner a punto instrumentos más precisos para asegurarnos un refinamiento de nuestro análisis estadístico. La segunda nos condujo a la elaboración de conclusiones sobre el efecto de ciertas variables de presentación del enunciado.
La elección de hipótesis que regularan la construcción de las pruebas fue dictada por un estudio de la literatura especializada que condujo a la selección de nueve hipótesis que enumeramos a continuación.
Las siguientes variables facilitan el descubrimiento de la solución:
1. El empleo de un vocabulario familiar en lugar de un vocabulario matemático específico (hipótesis 1).
2. La formulación del enunciado en tiempo presente másTíien que en el pasado, (hipótesis 2
3. La presentación del enunciado en forma que implique más al alumno (empleo de la
nos
2. Hipótesis de la experimentación.
2.1. Hipótesis relativas a la presencia de datos superfluos
Hipótesis 1. La presencia de datos superfluos en el enunciado del problema molesta en. el descubrimiento de la solución correcta.
Hipótesis 2. La presencia de datos superfluos ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución corriente cuando más difícil es el problema4.
Hipótesis 3. La presencia de datos superfluos ejerce una influencia tanto más importante sobre el descubrimiento de la solución correcta cuando el nivel del alumno para la resolución de problemas es poco elevado.
2.2. Hipótesis relativas al tiempo de verboHipótesis 4. La formulación del enunciado
1 Una taxonomía designa una clasificación jerár quica realizada según un principio explícito; la taxonomía de Bloom está jerarquizada ségún el principio de complejidad creciente de las actividades, en tanto que la de Gagné (1965) (a la cual nos referiremos generalmente en esté trabajo) está organizada según e tipo de aprendizaje que comprende la realización de las diferentes actividades cognoscitivas.
2. Cuando hablamos de actividad cion de problemas
real de resolu-. , nos referimos a la definición psi
cológica de dicha noción: actividad .cognoscitiva Pleta que implica de parte del sujeto una nueva combinación de las reglas que dispone.
I término algoritmo designa la descripción de serie de operaciones jerarquizadas que conducen
a la solución de una clase de problemas.
com-
3. Eluna
18 19
enunciado así como el del tiempo de la acción. Borid y Wagner (1966) se interesan en la dificultad de los problemas en los cuales los datos no se presentan en el orden de su uso en la resolución. La inserción en el enunciado de datos no pertinentes ha sido el objetivo de estudios conducidos por Paradis (1968) y Ar- ter (1974). El efecto vinculado con la presencia de palabras que sugieren ciertas operaciones matemáticas, ha sido controlado por Early (1967). Variables como la longitud del enunciado o la posición de la pregunta, han originado investigaciones de Williams (1966).
Estos estudios, para evitar el sesgo experimental coherente con el primer enfoque, prestan, sin embargo, un flanco para la crítica. Todas las condiciones que imponen el uso de técnicas estadísticas no siempre son cumplidas, pero sobre todo la interacción de esas variables con la dificultad intrínseca del problema o el nivel de los alumnos no es jamás examina-
sos. Si nos limitamos a la distinción que hemos establecido entre resolución de problemas y aplicación de principios, no se puede hablar ciertamente de verdadera resolución de problemas, dificultad ante la cual se encuentra el alumno: el alumno explora el problema, lo identifica como perteneciente a una clase determinada de situaciones y después aplica el algoritmo de cálculo que juzga adecuado. Pero, ante todo, cuando existen lagunas en la capacidad de conceptualización, creemos poder atribuir la dificultad inherente a la introducción de datos no pertinentes o al cambio de lugar de la pregunta.
El principio "remediador" en ese nivel pasa por una reconstrucción jerárquica de los procesos cognoscitivos tal como la que ha presentado Gagné (1965). Debemos, en una primera ocasión, enseñar a los alumnos a identificar los problemas como pertenecientes aunadetarmina- da clase de situaciones, es decir, llevarlos a practicar una actividad de conceptualización ante toda situación que se le presente. Para ello, se tendrá cuidado de proponer una gran variedad de ejercicios insertando, sucesivamente primero y simultáneamente después, el mayor número de variaciones posibles. Sólo con esta condición se podrá pasar a la explicación de los principios y, por qué no, a una progresión cuidadosamente dosificada, a situaciones de problemas reales que exigirán del alumno la combinación de diversos principios que ya habrá conceptual izado.
En lo que concierne a la evaluación, el control de variables como las que hemos puesto en evidencia constituye una condición sine que non para la validez de la evaluación. En toda evaluación, ¿no se debe en primer término saber qué se evalúa? Hace tiempo que se sabe de la necesidad de conocer la parte de las dificultades vinculada a la aplicación de los procesos resolutivos y de las vinculadas con la conceptualización de los problemas. Si nos contentamos con evaluar el resultado, será imposible establecer un diagnóstico válido que nos permita remontarnos a la fuente del fracaso y establecer un programa de remedios efi-
fuentes de dificultad en el proceso de investigación de una estrategia de resolución).
La toma de conciencia de esta doble determinación ha subrayado las debilidades de un acercamiento centrado sobre el aspecto estrictamente matemático de la cuestión. La actitud con respecto a estas situaciones de problemas ha pasado así de una concepción donde sólo el aspecto matemático era tenido en cuenta a un tratamiento disciplinario que engloba no sólo el primer aspecto sino también las dificultades ligadas a la estructura de la presentación del enunciado.
Esta renovación de los intereses ha originado numerosas investigaciones que se articulan alrededor de dos ejes fundamentales.
a) El interés de los investigadores se localizó, en primer término, sobre un enfoque que calificaremos de sintético: intentar liberar las competencias que favorecen el éxito en la resolución de problemas.
Johnson (1950) insiste sobre la importancia de la correlación entre aptitudes en vocabulario y capacidad para resolver problemas. Han- sen (1954) aclara esos resultados subrayando que el conocimiento de un vocabulario general desempeña un papel menor que el de un vocabulario específico de la matemática. El vínculo con el nivel de lectura ha sido examinado bien a menudo (Terry, 1922) y más precisamente con ciertas estrategias de lectura (Bruechner y Bond, 1955; Treacy, 1944; Han- sen, 1944; Fay, 1955). Sin embargo, el interés acordado a esas investigaciones ha disminuido considerablemente después de la publicación por Balow (1964) y Aiken (1972) de resultados que señalan la parte importante que ocupa la inteligencia general en las correlaciones registradas. Esto representa un giro en la manera de examinar las situaciones de los problemas.
b) Se ha pasado así de estudios en que las ambiciones estaban en notorio desequilibrio con respecto a la precisión de los medios de investigación empleados, a las investigaciones puntillistas que ponen deliberadamente el acento sobre ciertos aspectos particulares de las situaciones.mente ¡lustrada por Linville (1969) y Rimoldi (1968) que atraen la atención sobre las dificultades en el léxico de ciertos enunciados. Miala- ret (1967) subraya el papel desempeñado por la presencia de los grandes números en el
5. Un estudio realizado aparte, por lo contrario, ha revelado enunciado en primario.
las variables testadas (hipótesis 1-4-7-11) si no también su interacción con otras fuentes de variación (hipótesis 2-3-5-6-8-9-10-12).
4. Análisis de los resultados4.7. Presencia de datos superfluos Nuestros resultados confirman la hipótesis
1 pero no la 2 y la 3: los datos superfluos constituyen un obstáculo para la solución y su efecto no depende ni de la dificultad de los problemas ni del nivel de los alumnos.
4.2. Tiempo del verboLa hipótesis 4 no fue confirmada lo mismo
que la 5 y la 6. El tiempo de verbo no constituye, pues, una fuente de variación capaz de provocar un aumento de dificultad entre los alumnos de sexto grado pr¡marios. Este resultado es constante cualquiera sea la dificultad del problema o el nivel de los alum-
í
nos.da.4.3. Posición de la pregunta
Nuestros resultados invalidan la hipótesis 7. Esto nos lleva a aceptar la hipótesis contraria: la pregunta planteada al final del enunciado favorece el descubrimiento de la respuesta correcta. Además, ni la dificultad del problema ni el nivel de los alumnos provocan una modificación del efecto comprobado; la misma longitud del problema también tiene poca influencia.
4.4. Explicación de los datos implícitosEl estudio estadístico confirma que la ex
plicación de ciertos datos facilita el descubrimiento de la solución. Siendo, no obstante, las diferencias registradas netamente más importantes en ciertos problemas, nos detendremos en el análisis interno de los mismos para intentar aclarar las razones de la variabilidad del efecto comprobado. El papel desempeñado por esa variable es, por lo contrario, independiente del nivel de los alumnos.
Una de las repercusiones más fructuosas de esas investigaciones ha sido la creación de un clima nuevo con respecto a los problemas de aritmética, clima en el cual los desniveles no están limitados a los laboratorios de pedagogía experimental, pero que cada vez más, se extienden a todos los medios pedagógicos. Se ha pasado así progresivamente de una visión monolítica a una perspectiva pluridisciplinaria. Buena parte de la inercia del proceso de cambio en ese dominio nos parece ligado a la psicología del educador, mejor asegurada cuando puede atribuir de inmediato una debilidad del alumno a una deficiencia particular. En efecto, según una perspectiva unitaria, un fracaso en un problema de aritmética, requiere necesariamente un remedio en ese nivel.
Analizaremos nuestros resultados con una doble preocupación: ¿cuál es el papel desempeñado por la variable estudiada y cómo llegar a superar la dificultad consecutiva a la presencia de esas variantes de situación?
Entre las tres hipótesis confirmadas, sin ninguna restricción, por nuestra experimentación, distinguiremos, por una parte las que tienen que ver con la estructura de la presentación del enunciado (los datos no pertinentes y el lugar de la pregunta) y, por otra parte, las hipótesis vinculadas con las dificultades sintácticas del enunciado (la explicación de los datos implícitos).
La introducción de datos no pertinentes lo mismo que la presentación de la pregunta, se traducen en un aumento del número de fraca-
5. Discusión de los resultados e implicaciones de la investigación realizada
Al filo de esta discusión seguiremos un camino que, partiendo de una sensibilización sobre la necesidad *de un control experimental de los enunciados, nos conducirá a la elaboración de ciertas observaciones de orden metodológico.
Un primer examen permite distinguir dos niveles de dificultad en una situación referente a problemas de aritmética: el nivel lingüístico y el nivel del tratamiento de los datos matemáticos (estando íntimamente ligadas esas dos
Esta perspectiva está notable- caz.La precisión en el vocabulario del enuncia
do parece tener un papel determinante en los problemas de aritmética. Esta comprobación nos conduce a precisar dos aptitudes que nos parecen complementarias. En una primera instancia, tratar de controlar cuidadosamente la estructura del léxico del enunciado clarificando las ambigüedades. A continuación, llevar
una diferencia significativa en favor del i presente para alumnos de segundo grado a
20 21
ORIENTACIONANEXO: Ejemplos de problemas empleados en la experiencia./. Variable presencia de datos superf/uos
Item 6: Un comerciante compra una pieza de género de lana de 62 m en 6200 francos,
pieza de 24 m. de tergal en 8300 francos y tina pieza de franela de 30 m. en 2400 francos. La pieza de lana ha sido vendida en 9500 francos.
¿Cuál es el beneficio obtenido por el comerciante para 1 m. de dicha pieza?
Item 6: Un comerciante compra una pieza de género de lana de 62 m en 6200 francos. La pieza fue vendida en 9300 francos. ¿Cuál es el beneficio que obtuvo el comerciante para 1 m de dicha pieza?2. Variable tiempo de verbo
Item IV. En el comercio, 3 botellas de vino de 0,75 I cuestan 160 francos, 2 kg de manteca cuestan 250 francos y 2 kg. de lechuga, 65 francos. ¿Qué precio paga mamá para comprar 5 botellas de vino de 0,75 I ?
Item 11. En el comercio, 3 botellas de vino de 0,75 I, 160 francos, 2 kg de manteca cuestan 250 francos y 2 kg de lechuga, 65 francos. ¿Cuál es el precio que mamá pagar para comprar 5 botellas de vino de 0,75|?'3. Variable posición de la pregunta
Item 12'. ¿En qué comercio es más ventajoso el precio de las manzanas? Los dos comercios venden manzanas de la misma calidad. Los precios difieren: uno vende 3 manzanas por 10 francos y el otro 2 manzanas por 6 francos.
Item 12. En dos comercios venden manzanas de la misma calidad. Los precios difieren: uno vende 3 manzanas por 10 francos y el otro 2 manzanas por 6 francos. ¿En qué comercio es más ventajoso el precio de las manzanas?
los alumnos a adoptar una posición crítica con respecto a los componentes del enunciado y adiestrarlos para reconstruir metódicamente la estructura del mismo. Prever ejercicios que conduzcan a la construcción por el alumno de sus propios problemas y a criticar la redacción de problemas contenidos en sus manuales; son éstas actividades que pueden contribuir eficazmente a la construcción de una actitud de exploración reflexiva de los enunciados.
Los resultados obtenidos con nuestra experiencia nos llevan a insistir sobre esta capacidad de exploración del enunciado que nos parece condicionar toda estructuración adecuada de los datos. En efecto, la influencia de la variable nos ha parecido particularmente significativa cuando requería de los alumnos una reconstrucción de ciertos datos a partir del contenido del enunciado. En el ítem 10', por ejemplo (confrontar anexo), la reconstrucción del dato ausente (el hecho de gastar durante los 7 días de la semana), implica una actitud de análisis crítico que supera al dato inmediato. Aquí nos parece importante atraer la atención sobre el hecho de que los maestros no son siempre conscientes de los rodeos que imponen a sua alumnos. Cosas que le parecen "ir de por sí" como el hecho de que se gaste todos los días de la semana requieren a veces del alumno un conjunto de actividades cognoscitivas que a veces estamos lejos de supo-
postu ado de a
continuidaduna
L. CAMPEDELLI (Italia)
En efecto, si hubiera dos, Pi y P2, cada punto comprendido entre Pi y P2 no podría pertenecer a Pt porque seguiría aPj y no podría ser de G2 porque precedería a P2
Adviértase aquí que entra en juego otro postulado (explícitamente incluido en el elenco de Hilbert (1) según el cual cada segmento Pj P2 contiene siempre puntos distintos de los extremos)
El punto de separación pertenece necesariamente a uno u otro de los dos grupos.
La propiedad deducida del postulado N°3 •viene presentada comúnmente como postulado, conocido con el nombre de postulado de la continuidad de Dedekind que, habitualmente, se enuncia ai:
Si un segmento orientado, AB, está dividí- do en dos partes tales que
cada punto de AB pertenece a una de las dos partes,
el extremo A pertenece a la primera parte y B a la segunda,
cada punto de la primera parte precede a todos los puntos de la segunda,
entonces existe un sólo punto P tal que cada punto de AB que precede a P pertenece a la primera parte, y cada punto que lo sigue es de la segunda (siendo el punto P de una u otra de las dos partes).
1. Los grupos "separados" sobre un segmento Dado un segmento AB sobre el cual se ha fijado un sentido (por ejemplo, el de A haciaB).
Sobre AB se tienen dos grupos (o clases) de puntos, Gj y G2,formados, uno o ambos, por un número finito o infinito de puntos, pero, en cada caso, no vacío, esto es, tal que cada uno de ellos contenga por lo menos un punto.
Decimos que los grupos G! y G2 están separados cuando todos los puntos de Gj preceden (en el sentido prefijado sobre AB) a los de G2.
Los grupos separados, Giy G2 son entre sí contiguos si, fijado un segmento e, arbitrariamente pequeño, es posible hallar un punto de Gj y un punto de G2 cuya distancia sea menor que e (esto es, constituyen los extremos de un segmento más pequeño que e)
Necesariamente, cuando G¡ y G2 son contiguos, por lo menos uno de ellos posee infinitos puntos.
2. Los puntos de separaciónSe dice que P es un punto de separación
para los grupos separados, Gi y G2. cuan- dp P no es precedido por algún punto de G2 y no es seguido por ningún punto de G¡.
El punto P puede estar fuera de los grupos Gj y G2 o puede pertenecer a uno de ellos (pero no a ambos, puesto que G! y G2 no tiene puntos en común)
va a
ner.
Creemos que debemos dirigirnos a una educación de esta capacidad de exploración del problema. Esta tesis se sostiene en otros resultados experimentales. Un estudio de la exploración ocular de los problemas de aritmética (análisis de las modalidades según las cuales el sujeto toma conocimiento y usa la información contenida en el enunciado), hecho en el marco del Servicio de Estudios de los Métodos y de los Medios de Enseñanza de Bélgica, reveló diferencias apreciables en las estrategias de lectura del problema. Datos que se están elaborando actualmente, nos llevan a creer que deberían existir estrategias optimales para disponer las informaciones en un enunciado de aritmética.
La educación de esta capacidad nos parece que pasa a la vez por una participación de los alumnos en todos los niveles de elaboración de los enunciados y por una inquietud constante por asegurar una variedad tan grande como sea posible en las situaciones presentadas a los alumnos.
5. ObservaciónBusquemos la relación entre el postulado
general de la continuidad (N° 3) y el de Dedekind.
Si los grupos separados y G2 no completan todo el segmento AB, se puede sustituirlo por otros dos, GÍ y G2f para los cuales ocurra eso.
4. Variable "explicitación" de los datosItem 10. En una familia el padre gana 950
francos por día. Trabaja durante 5 horas. Los gastos medios ascienden a 550 francos por día para la familia. ¿Cuánto le queda al final de la semana?
Item 10. En una familia el padre gana 950 francos por día. Trabaja durante 5 horas. Los gastos medios acienden a 550 francos por día para la familia y se gasta durante los 7 días de la semana. ¿Cuánto le queda al final de la semana?
3. El postulado general de la continuidad Dos grupos separados admiten, por lo
nos, un punto de separación.
4. El postulado de continuidad según Dedekind
Se deduce, en seguida, que, si los puntos de los grupos separados completan el segmento AB, el punto de separación es único.
me-
1. Es el segundo postulado del grupo II, “Axiomas de orden": si A y C son puntos de una recta, siempre existe sobre la recta por lo menos un punto B, comprendido entre A y C, y por lo menos un punto D tal que C está entre A y D.
22 23
puntos de AB, del postulado de Dedekind se deduce la existencia de un (solo) punto de separación (y la condición de la contigüidad es superflua).
Supongamos que los puntos de Gx y G2 no completen todo el segmento ÁB. Entonces el postulado de Dedekind dice que existe un segmento P' P" formado todo por puntos de separación por el par (Glf G2), y la hipótesis de la contigüidad lleva a que necesariamente aquel segmento se reduzca a un punto: P'= P"
Para probar que en cambio del postulado de Cantor no se reduce al de Dedekind valen las consideraciones del siguiente párrafo.
Los grupos Gx y G2 completan todos los puntos de AB y son separados; por tanto, por hipótesis, resultan contiguos. Tomemos ahora un segmento e, tan pequeño que siendo AH = e, el punto H pertenezca aGj.
Podemos encontrar dos puntos P¡ y P2, uno de G{ y el otro de G2, tales que Pl?2<e. Pero, tomando un entero n conveniente, se tiene:
puntos, tales que:sus puntos se suceden en el sentido de A
hacia B prefijado sobre AB, o en el opuesto;cada punto de Gx (excluido el último, si
existe) resulta seguido por infinitos puntos de Gj mismo, en el sentido opuesto;
Se dice entonces que Gi está limitado superiormente cuando sus puntos se suceden en el sentido de A hacia B, y a él no pertenece
Coloquemos por esto en G\ los puntos de Gx y todos los otros puntos de AB que preceden por lo menos a un punto de Gx. En G2 coloquemos los puntos remanentes de AB (y en particular los de G2)
El par (Gi y G2) determina un único punto P'\ (que, si- pertenece a G¡, es un punto de
La repartición de AB en relación con los grupos Gj y G2 también puede hacerse de otro modo.
Coloquemos en un grupo, G2, a todos los puntos de G2 y los ulteriores puntos de AB que son precedidos por lo menos por un punto de G2. En G? colocamos los puntos restantes (y por tanto también los de GJ
Dados que los grupos G'( y G2 completan los puntos de AB, conducen a un sólo punto separador, P", (que, si es de G2, se encuentra en G2).
Cuando Gx = G¡ y G2 = G2, y también Gx = G" y G2 = GJ; por tanto P' = P".
G.)
n. AP2 >AB 2 n. AP2 > AB
2/7. AP! < AB 2 n. P, P2 <2/7. AH<AB
B.Supongamos que, por ejemplo, Gj esté li
mitado superiormente y dividamos a los puntos de AB en dos grupos, G'i y G'2 , colocando en G#2 los puntos de Gj y todos los puntos de AB que preceden, en el sentido de A hacia B, algún punto de G^En G'2 ubíca
los puntos restantes de AB.Por el postulado de Dedekind queda así
determinado un punto P (perteneciente o no a G'2 y si es de G'2 es también de Gj) tal que todos los puntos de Gx preceden a P, mientras que cada punto que precede a P pertenece a G', y, por tanto, es, en cada caso, seguido por infinitos puntos de Gi.
Estas consideraciones se expresan en una forma del todo equivalente al postulado de Dedekind, la cual :constituye el postulado de la continuidad según Pea no.
Si el grupo Gx está limitado superiormente (interiormente) admite un (solo) extremo superior (inferior)
Se entiende por extremo superior (inferior) al punto P que no es seguido (precedido) por algún punto de G¡ mientras que cada punto que lo precede (sigue) es siempre seguido (precedido) por puntos de Gi.
8. Examen comparativo de los diversos enunciados del postulado de la continuidad.
y también mientras es:J>\
Por otra parte:9. El significado de la "contigüidad" para dos
grupos separados que comprenden todos lospuntos de AB.Indiquemos con Gj y G2 dos grupos de
puntos separados y que comprenden todos los puntos de AB.
Supongamos que para la recta a que pertenece AB valga el principio de Arquímedes (o, como también se denomina, de Eudoxio-Ar- químedes).
Entonces los puntos de Gx y G2 resultan contiguos.
En efecto, fijado un segmento e,arbitrariamente pequeño, construimos sobre AB, a partir de A, tantos segmentos consecutivos AA¡ — A0Aii Aj A2,A2 A3,. .., de longitud e hasta alcanzar, por lo menos a un punto P2 de G2. Será necesario proseguir la construcción indicada hasta cierto segmento An-i An; esto, además de P2 de G2, contiene puntos de G Si P| es uno de ellos resulta Px P2 < e. Por tanto, Pj y P2 son contiguos.
Viceversa: hagamos la hipótesis de que de cualquier modo que se repartan todos los puntos de AB en dos grupos separados Gx y G2, estos son contiguos. Entonces, vale la propiedad expresada por el principio de Arquímedes.
AP2 = AP, +PxP2 2/7. APx + 2 /?. PjP2 > 2. AB
y esto es absurdo, puesto que los dos sumandos del primer miembro son ambos menores que AB.
Por tanto:> la hipótesis de que cada repartición del segmento AB en dos grupos separados da lugar a grupos contiguos, equivale al postulado de Eudoxio-Arquímedes.
De modo que:mos
6. El postulado de continuidad según Cantor.El punto de separación, P, de los grupos
G¡ y G2 es único aun cuando estos no sean contiguos.
En efecto, en esta hipótesis, si existieran dos de esos puntos, P' y P", la distancia entre un punto de Gj y un punto de G2 no podría nunca resultar inferior al segmento P' P" contra la hipótesis de la contigüidad.
Estas circunstancias se toman en cuenta en un enunciado distinto del postulado de la continuidad que, sustancialmente, se debe a Can-
10. Independenciadel postulado de Dedekind del de Cantor.
Admitamos la validez del postulado de Cantor y de Arquímedes: entonces la propiedad expresada por el postulado de Arquímedes queda establecida como teorema.
En efecto, si los grupos Gx y G2 son separados y comprenden todos los puntos de AB, aquéllos son contiguos y (por el postulado de Cantor) existe un punto de separación.
Esto es, el postulado de Dedekind es consecuencia de los de Cantor y Arquímedes.
Por lo tanto, para investigar la naturaleza del vínculo entre los postulados de Cantor y Dedekind, es necesario conocer la relación existente entre los postulados de Arquímedes y Cantor.
En otros términos: admitido el postulado de Cantor, sólo se puede aplicar para deducir la existencia del punto de separación de los grupos separados Gj y G2 que comprenden todos los puntos de AB, entonces, y sólo entonces, sólo si Gx y G2 son contiguos, y para ello se requiere el postulado de Arquímedes.
Si tal postulado resulta del de Cantor, este último lleva por si solo al postulado de Dedekind. Si, en cambio —como lo probaremos— e( postulado de Arquímedes resulta indepen-
>i •
tor:Dados dos grupos, G¡ y G2/ de puntos del
segmento AB, si cada punto del segmento AB precede (en un sentido prefijado sobre AB) a todos los puntos de G2. y, fijado un segmento arbitrariamente pequeño, etsiempre es posible encontrar un punto Gx y un punto de G2 que sean los extremos de un segmento menor que
Como hemos visto, los enunciados de Dedekind y de Peano son equivalentes. Del postulado de la continuidad deriva el de Peano, y viceversa (en efecto, los dos grupos Gj y G2 de que se habla en el postulado de Dedekind y que completan todo el segmento AB, presentan las circunstancias indicadas en 7; el primero de ellos admite un extremo superior y el segundo un extremo inferior que coincide con aquél)
En cambio, el postulado de, Dedekind y el de Cantor no son equivalentes porque del primero se deduce el segundo pero no viceversa. Mostremos la primera parte de esta afirmación.
En efecto, supongamos que este principio no subsista, esto es, para cada punto Px de AB no es posible hallar siempre un número n tal que n, APx>AB. No obstante, existen ciertamente puntos de AB para lo cual la cosa ocurre. Por ejemplo, si C es 'un punto interno de AB y AC > CB resulta 2.AC > AB.
Ahora dividamos a AB en dos grupos, Gx y G2, ubicando en Gx a cada punto Px para el cual no existe un entero n tal que /7APx>AB, y en G2 los puntos P2 para los cuales se puede tener /7.AP2>AB.
e.entonces, existe un (sólo) punto, P, que no
es seguido por algún punto de G j y no es precedido pór ningún punto de G2.
El punto P puede pertenecer a uno u otro de los grupos Gx y G2, pero también puede estar fuera de ellos.
7. El postulado de la continuidad según Peano.
Sobre el segmento AB (orientado de A hacia B), sea un grupo (o clase), Gx de infinitos
Sean Gj y G2 dos grupos separados y contiguos. Si G y G2 comprenden todos losi
2524
A quien acoja el postulado de Dedekind, esta proposición aparece como teorema, y no conviene calificarla de postulado, sino principio de Eudoxio y Arquímedes.
En conclusión, la propiedad establecida, y las que hemos establecido en 8 y 10 consienten en escribir la relación (válida en ambos sentidos):
postulado de Dedekind = postulado de Cantor + postulado de Arquímedes.
En los Elementos de Euclides se indica el modo de dividir un segmento AB en n partes ¡guales (cualquiera sea n)
La construcción (bien conocida) se hace mediante el trazado de oportunas rectas paralelas, y se justifica con el recurso de la semejanza de ciertos triángulos; se basa, pues, en el postulado de las paralelas.
Y tiene la función de mostrar la existencia de la enésima parte de un segmento esto es la divlsi/idad del segmento en partes ¡guales.
El procedimiento seguido está de acuerdo con el criterio habitual en Euclides, quien, para probar la existencia de cualquier ente geométrico, hace la efectiva construcción.
Este es el motivo por el cual, mientras en Euclides está establecida la divisibilidad del segmento, falta en cambio la demostración de la propiedad análoga para el ángulo porque, con los medios de que disponía Euclides, tal divisibilidad puede ser reconocida mediante una construcción efectiva para valores particulares de n (n = 2m) siendo imposible, por ejemplo, dividir un ángulo en tres partes ¡gua
ma de Cantor (lo que se justifica por haber aceptado ya el postulado de Arquímedes y el de la divisibilidad, de modo que el postulado de Dedekind, vendría ¡núltilmente a pedir de nuevo, de modo implícito, algunas proposiciones ya explícitamente concedidas.
diente del de Cantor, y de la suma de estos se obtiene la proposición de Dedekind.
cho al interlocutor. Se le dice: consiénteme tal propiedad y te deduciré tales consecuencias).
Naturalmente, también este pedido inicial está subordinado a algunas condiciones, y cuando más restrictivan sean éstas, tanto menos amplia parece la concesión hecha. En suma, a quien, al pedir, ofrece más, se les dará menos.
En el postulado de Dedekind se ponen las condiciones:
a) que los grupos G¡ y G2 sean separados;b) que los grupos G! y G2 comprendan
todos los puntos del segmento AB.En cambio, en el postulado de Cantor se
establece la condición a) pero la b) es sustituida por:
b') los grupos Gx y G2 son contiguos.El pedido es el mismo para los dos postula
dos: conceder la existencia del punto de separación
como11. Independencia de los postulados de Ar
químedes y CantorN M
•-----*B A 15. Xa cuadratura del círculo y la rectificación de la circunferencia
Observemos que la construcción de un polígono regular de cualquier número de lados requiere:
a) el postulado de Dedekind (= post. de Cantor 4- post. de Arquímedes) para la divisibilidad en partes iguales del ángulo de un giro;
b) el postulado de las paralelas, por la propiedad según la cual los ángulos en la circunferencia, inscritos en arcos iguales, son iguales.
Ya recordamos que la división de un segmento en un número cualquiera de partes iguales, se prueba con una construcción que no se vale del postulado de la continuidad (ni del de Arquímedes) sino del postulado de las paralelas. Y también dijimos que no ocurre lo mismo con el ángulo que no se puede dividir en partes iguales salvo que se trate de ángulos particulares. Así, en relación con la divisibilidad del ángulo de un giro, mediante la regla y el compás, se construyen efectivamente los polígonos regulares cuyo número de lados es 2m, o 3,2m, o 5f2m o bien 15,2™.
Sobre la semirrecta AM f¡ jemos como sentido positivo el que va de A hacia M; y sobre la semirrecta BN el de N hacia B. Veamos el conjunto de puntos (a distancia finita) de las semirrectas AM y BN como constituyentes de un segmento AB orientado de A hacia B.
Sus puntos resultan ordenados puesto que un punto M precede a N si —yendo de A hacia B, en el sentido de A a M y, sucesivamente, de N hacia B— se encuentra primero a M y luego a N.
Decimos que un segmento AN, contenido en AB, es mayor que otro AM, si N sigue a M en el orden prefijado.
Claro es que para el segmento AB, así entendido, no vale el postulado de Arquímedes.
En cambio vale el postulado de Cantor cuando se lo haya admitido para la recta AB en la acostumbrada acepción de la geometría eucl ¡diana.
Este ejemplo prueba la independencia del postulado de Arquímedes del de Cantor. Y confirma ulteriormente las consideraciones del párrafo anterior, puesto que, incluso admitiendo el postulado de Dedekind para la recta AB, éste no subsiste para el segmento entendido en el sentido predicho.
En verdad, los puntos de AB pueden dividirse en dos grupos separados, colocando en Gj a todos los puntos de la semirrecta AM, y en G2 a todos los de la semirrecta BN. Los grupos Gi y G2 no admiten un punto de separación (de acuerdo con el postulado por el cual la semirrecta resulta infinita)
Viceversa: resulta claro que del postulado de Arquímedes no se sigue el de Cantor (ni, por tanto, el de Dedekind).
En efecto, consideramos a la recta como constituida sólo por la totalidad de puntos de abscisa racional; para ella se verifica el postulado de Arquímedes, pero no el de Cantor (ni el de Dedekind).
A
Frente a b) la condición b'J se presenta como más restrictiva. Implica, añadida a la b'J, el recurso de un nuevo postulado (el de Arquímedes). Esto es, si admitimos-la ó), para satis'acer a la b') es necesario introducir también el postulado de Arquímedes.
En cambio, si aceptamos la b'/ de la a) se pasa a la b) sin ninguna nueva hipótesis, mediante la sustitución de los grupos G'j y G'2 a los dados G¡ y G2.
Por tanto, las condiciones bajo las cuales se afirma la existencia del punto de separación en el postulado de Cantor son más restrictivas de las que exige el postulado de Dedekind. De modo que aceptando este último postulado se concede más de lo que se concede aceptando el postulado de Cantor.
Esto explica porqué el postulado de Dedekind aparece como de mayor alcance que el de Cantor.
I
!
Otra observación. Se demuestra que, fijado un número e, positivo arbitrario, pueden siempre construirse dos polígonos regulares, del mismo número de lados, uno inscrito y el otro circunscrito a una circunferencia dada, de modo que lá diferencia entre sus perímetros sea
que a. Para esto basta tomar a n suf ¡cíen
les..i
En cambio, una vez aceptado el postulado de Dedekind, de él resulta la posibilidad de dividir, en' cualquier número de partes iguales, un segmento o un ángulo cualquiera.
• II
menor temente grande.
Si se quiere, n siempre puede ser elegido de la forma b.2m, siendo h= 1 ó 3 ó 5, ó 15.
Esto sentado, pasemos a la cuestión de la rectificación de la circunferencia: se trata de
14. Intersección de rectas -y circunferencias y de circunferencias entre si.13. ¡Principales consecuencias del postulado de
Arquímedes: el postulado de Arquímedes y la divisibilidad del segmento y del ángulo.Del postulado de Arquímedes se deducen
algunas notables proposiciones que, a menudo, en la geometría elemental, por comodidad y didáctica oportuna, se introducen como postulados autónomos. Se refieren a cuestiones de existencia.
En primer término, recordemos que, como es fácil probar, del postulado de Dedekind se sigue el postulado de Eudoxio-Arquímedes:
dados dos segmentos (finitos) cualesquiera, existe siempre un múltiplo del menor que supera aI mayor.
Del postulado de Dedekind se deducen también estas dos propiedades: dada una circunferencia C y dos puntos A y B de su plano, uno interno y el otro externo a C, el segmento AB encuentra a C en un punto;
lo mismo ocurre a cada arco de circunferencia que tenga un extremo en A y el otro en B.
precisar, en forma racional, el concepto intuitivo por el cual la longitud de la circunferencia aparece mayor que el perímetro de todo polígono convexo inscrito y menor que el perímetro de todo polígono convexo circunscrito.
Para esto se introduce la definición (definición nominal): di cese circunferencia rectificada al segmento que es mayor que el perímetro de los polígonos convexos inscritos y menor que el perímetro de los polígonos convexos circunscritos a la circunferencia dada.
En geometría elemental, estas dos proposiciones se aceptan como postulados dado su carácter de gran intuitividad, mayor de la que presenta el postulado de Dedekind que se introduce más tarde (para la rectificación de la circunferencia), prefiriéndose a menudo la for--
12. Alcance de los postulados de Dedekind y Cantor
Un postulado, ubicado como base de un tratamiento, tiene el efecto de un reclamo, de un pedido ("postulado" significa "pedir"] he-
2726
I
"si los puntos de Gx preceden (o no siguen) a todos los puntos de G2 *, y los puntos de G2 siguen (o no preceden) a los puntos de
Naturalmente, para que la definición sea aceptable, es necesario probar que el ente definido resulta plenamente caracterizado, es decir, probar que es único.
Es necesario, además, demostrar que existe (en el sentido que tiene esta palabra en la lógica científica) y, por tanto, en nuestro caso, según los criterios del procedimiento lógico-deductivo sobre el cual está organizada la geometría elemental; esto es, es necesario transformar la definición de "nominal" en "real".
Aquí entra en juego el postulado de la continuidad que se puede tomar en la forma de Cantor.
los elementos, interpretar la geometría y crear al mismo tiempo un instrumento que permita desarrollos posteriores, nuevas investigaciones y mayor profundidad.
La operación b responde a la pregunta: ¿se puede tener un "modelo" de la geometría construida con el primer procedimiento (aunque se limite a los entes reales) valiéndose de la geometría de la intuición común, organizada racionalmente?
La respuesta es muy simple. Se trata de mostrar que no sólo dado un punto sobre la base del método b), se pueden encontrar las coordenadas sino que, viceversa, dado un par de números reales (esto es, un "punto" real del primer procedimiento) "existe" en el plano (del segundo tipo) un punto que tiene por coordenadas esos dos números.
La cuestión es evidente para dos números enteros o racionales; para los números irracionales es necesario, en cambio, que sobre la recta (del tipo b) valga el postulado de la continuidad (y esto, por el mismo modo en que se introducen los números irracionales).
necesario mostrar que cuando sobre una recta dos pares de puntos no se separan, existe un tercer par que los divide armónicamente entre ambos, y que entra en juego el postulado de la continuidad. Al teorema de Standt se le puede dar la forma equivalente: una correspondencia biunívoca armónica entre dos puntuales sobrepuestas, que posea tres elementos unidos, es una identidad.
Bajo este aspecto aparece clara su limitación al campo real.
Puesto que si llamamos x y x' a las abscisas de dos puntos y hacemos
X' = X0
siendo x0 el número complejo conjugado de x; la fórmula anterior representa una correspondencia biunívoca armónica entre los puntos xyx' que es idéntica solo para los valores reales de x (correspondencia introducida por C. Segre).
La demostración del teorema fundamental se consigue también en forma analítica mediante un procedimiento en el cual se encuentra la conocida ecuación funcional de Dar- boux:
Gi\los dos pares (Gx y G2) y (Gx * y G2*)
admiten un mismo punto de separación P.Supongamos tener en cambio dos puntes
de separación distintos, P y P* y, para fijar las ¡deas, el punto P*, por ejemplo, siga a P en el sentido en que están ordenados Gj y G2 (y también Gx * y G2 *).
En el segmento PP* no puede caer ningún punto de G¡ (porque tales puntos no siguen a P); tampoco puede caer ningún pupto de G2 * (porque esos puntos no preceden a P*).
i
Pero no puede hallarse ningún punto de Gi * y de G2.
En efecto, dividamos al segmento PP* por la mitad mediante el punto H. Por la continuidad de los grupos (G¡ y G2) en el interior de P H caen siempre puntos de G2; análogamente, por la continuidad de (Gx* y G2*), en el interior de HP* se encuentran puntos de Gj *. Esto contradice a la hipótesis de que los puntos de G! * no siguen a los de G2.
Pero el hecho de que el segmento PP* no contenga puntos ni de Gi ni de G2 (ni de G! * ni de G2 *) contradice a la contigüidad de
Consideremos todos los polígonos convexos inscritos en la circunferencia dada C y llevemos sobre una semirrecta r, a partir del origen 0, segmentos ¡guales a los perímetros de esos polígonos. Los segundos extremos de tales segmentos constituyen un grupo ordenado de (infinitos) puntos. Lo indicamos con G
Análogamente procedemos con los polígonos convexos circunscritos a C (obteniendo así sobre r un segundo grupos de puntos G2).
Los dos grupos Gi y G2 resultan separados y contiguos y, por tanto, existe un punto de separación P que es único y no pertenece ni a Gj ni a G2 (porque la sucesión de perímetros de los polígonos inscritos no tiene máximo, ni la de los polígonos circunscritos tiene míni-
1 •
17. El postulado de la continuidad y la geometría proyectiva f (x+ y) = f (x) + f (y)
en el cual la ayuda del postulado de Dedekind se esconde en el uso de las coordenadas cuando se las interpreta en el campo racional.
De este modo, ese postulado entra entre los que deben ser colocados como base de la geometría proyectiva tratada en modo autónomo como ciencia hipotético-deductiva. Los otros postulados de que se vale son los de pertenencia y de orden.
Surge una pregunta: Hemos dicho que el postulado de Dedekind sigue al de Arquíme- des, ¿qué ocurre ahora con el postulado —de carácter esencialmente métrico- cuando el postulado de Dedekind se transporta al campo de la geometría proyectiva?
El postulado subsiste, pero debe ser interpretado proyectivamente en forma convenien-
Cuando se desarrolla la geometría proyecti- .va mediante consideraciones exclusivamenteesos grupos.
Por tanto, necesariamente P = P*Consideraciones análogas valen para la cua
dratura del círculo, sólo que, en lugar de segmentos se deben considerar clases de magnitudes (áreas) de distinta naturaleza las que, sin embargo, son, como es notorio, reconducibles a segmentos y para las cuales valen, por tanto, ¡guales consideraciones (2).
gráficas, la proyectividad (entre dos rectas se define como una correspondencia biunívoca construible con proyecciones y secciones (Pon- celet).
Se introduce después, mediante el cuadrángulo completo, el denominado grupo armónico, y se observa que una proyectividad conserva los grupos armónicos.
Surge entonces el problema de saber si esta propiedad caracteriza a la proyectividad, esto e§, si, viceversa, cada correspondencia biunívoca armónica (o sea, que conserva las cuaternas armónicas) entre dos puntuales (o dos formas de primera especie) es una proyectividad.
La respuesta es afirmativa (limitándonos al real al cual se circunscriben las conside-
mo).El segmento 0 P da la circunferencia rectifi
cada.Entran en estas consideraciones, además de
los habituales postulados de pertenencia, orden, igualdad, etc., también los postulados de Cantor, Arquímedes (sustituibles por el de Dedekind) y el postulado de las paralelas.
En lugar de emplear todos los polígonos inscritos y circunscritos a la C, nos podemos limitar a considerar los polígonos regulares (llegando, en lugar de Gj y G2, a dos grupos también separados y contiguos), o también se puede recurrir sólo a polígonos regulares del tipo particuter construibles con regla y compás (esto es, que tengan un número de lados dados por 2m o 3.2m, o 5.2m o 15.2m.
Empero, para demostrar que mediante distintos procedimientos se llega siempre al mismo punto P, es necesario probar que sobre una recta:
dados dos grupos de puntos separados y contiguos G! y G2, y también dos grupos de puntos separados y contiguos Gj * y G¿* (ordenados en el mismo sentido que Gj y G2),
16. El postulado de la continuidad y la geometría analítica.
Hablemos, por comodidad, de la geometría analítica del plano; dos caminos se pueden seguir para construirla, a) Un método abstracto que consiste en denominar "punto" a un par ordenado de números ("coordenadas" de dicho punto); "plano" a la to- totalidad de esos pares, "recta" (en el plano) la totalidad de los pares que satisfacen a una ecuación de primer gra'do; etc.
b) En el segundo procedimiento, el plano, sus puntos, sus rectas, ya se consideran introducidos según las maneras habituales y ya se conoce la geometría. Se trata entonces de llegar con los medios del álgebra (o, más en general, del análisis matemático) a representar
te.Es notorio como se define la escala armóni-campo
raciones gráficas) y se deduce del teorema fundamental, el cual asegura que una correspondencia biunívoca armónica está individualizada por dos ternas de elementos correspondientes.
Este teorema se debe a Staudt, pero su primera demostración lógicamente rigurosa fue dada por Enriques quien recurrió al postulado de la continuidad bajo la forma de Dedekind, el cual, obviamente, tiene carácter gráfico.
Para establecer el teorema enunciado, es
ca, individualizada por tres puntos alineados- A, B0 Bj. Se trata de la serie de puntos Bn,.. .B-!, B0, B1#... Bn,... obtenidos tomando aB<*conjugadode B¡.2 con respectoaAyBj.j. Bj-i.
Entonces el postulado proyectivo de Arquímedes dice que, si A, B0, P son elementos distintos de una forma de primera especie y los pares A Bx y B0 P se separan, existe un número n entero y positivo tal que, indicando
a
2928
De este modo no es posible dar de todos los entes geométricos una "definición nominal" que sirva para ligarlos con otros entes geométricos; por tanto, algunos deben siderados como primitivos.
Para ellos es necesario señalar qué propiedades emplearemos en nuestro tratamiento: las proposiciones que expresan tales propiedades constituyen los "postulados" y sirven para dar una "definición implícita" de los entes se refieren.
Es interesante leer las palabras empleadas por Dedekind: escribe después de formular su postulado, las que muestran cómo había tenido en cuenta la doble génesis que se le puede atribuir:
"Como ya he dicho, creo no equivocarme al admitir que todos reconocerán de inmediato la exactitud del principio enunciado. La mayoría de mis lectores sufrirá una gran desilusión al comprender que es otra trivialidad lo que debe develar el misterio de la continuidad. Al respecto observo lo siguiente. Que todos encuentren al principio tan evidente concuerda con la propia representación de la recta; esto me satisface en máximo grado porque ni a mí ni a los demás resulta posible dar de este principio una demostración cualquiera. La propiedad de la recta expresada en este principio no es más que un axioma, y pensamos la continuidad de la recta sólo bajo la forma de este axioma, esto es, reconocemos a la recta su continuidad. No ocurre lo mismo en efecto con el espacio, si éste tiene existencia real, que sea necesariamente continuo; muchas de las propiedades permanecerían tales y cuales aunque fuera discontinuo. Si supiésemos con certeza que el espacio es discontinuo, nada nos impediría, si fuese cómodo, colmar sus lagunas en nuestra mente y volverlo de ese modo continuo. Pero esta operación mental consistiría en la creación de nuevos elementos puntuales que debería ser realizada según dicho concepto".20. Clases continuas de cantidades
El postulado de la continuidad, enunciado para la recta, se transporta al haz de rayos o de planos, de modo que también para éstos vale el concepto de continuidad. V de las puntuales se extiende la continuidad a todo el plano y al espacio.
Pero se puede generalizar ulteriormente.Un conjunto de (infinitos) entes se dice
que constituye una c/ase de cantidades con- respecto a una relación determinada (que se considera como una igualdad) y a cierta opera
ción ( a la que se da el nombre de adición y se llama suma a su resultado) cuando:
a) para la relación de igualdad valen las propiedades reflexiva, simétrica y transitiva;
b) La operación suma es asociativa y conmutativa, y aplicada a dos o más cantidades de la clase produce una (sola) nueva cantidad de la misma clase.
c) Sumas de cantidades iguales son ¡guales;d) dos cantidades de la clase, A y B, pue
den siempre ser comparadas entre sí y originan uno (y sólo uno) de los tres casos siguientes: A=B; A>B; A<B, el segundo de los cuales significa que existe una tercera cantidad C de la clase, para la cual A=B+C (y análogamente para el tercero).
De A > B y*B > C se sigue que A > C.Una clase de cantidades se considera conti
nua en ei sentido de Dedekind cuando vale para ella el postulado de la continuidad de Dedekind (que puede enunciarse en términos del todo análogos a los usados para el caso de los puntos, dado que el criterio de comparación entre las cantidades de la clase permite disponerlos en orden creciente como, sobre la semirrecta, los segmentos que tienen origen coincidente con el déla misma semirrecta).
De este postulado se deduce la existencia de la cantidad cuarta proporcional entre tres cantidades dadas.
Con el postulado de Dedekind se verifica también el de Arquímedes; vale decir, la clase considerada es arquimediana.
Ella resulta continua en ei sentido de Cantor si subsiste el postulado de la continuidad en la forma de este autor.
Cuando es también arquimediana se recae en el caso anterior.
Empero, se puede construir efectivamente ejemplos de clases de cantidades no arquime* dianas y continuas según Cantor; han sido indicadas por Veronese, Hilbert, Klein y otros.
encuentra por lo menos un tercero; estas dos proposiciones son, pues, ^ las que traducen la continuidad de la recta.
con Bp el enésimo elemento de la escala armónica individualizada por A, B0,Pi, ios pares A Bn y B0P no se separan. ser con-
19. Génesis de la continuidadDetengamos la atención sobre las últimas
palabras escritas. El lector debe interpretarlas así: Hay algo preexistente (la recta) que goza de cierta propiedad, (la de ser continua), y nosotros nos preocupamos por encontrar las palabras para enunciar esa propiedad enunciando proposiciones ("postulados") que valen pa-
*ra indicar los elementos que la caracterizan.Esto corresponde a uno de los modos de
concebir la esencia de la geometría. Desde este punto de vista, los entes geométricos aparecen como datos fuera de nosotros, como si tuvieran una existencia objetiva, aun si estuvieran relegados en un mundo que es el de las ¡deas, fuera de nuestra experiencia sensible. Pero a través de esta experiencia sensible nos damos cuenta de su existencia; se nos presenta como "abstracciones" de objetos materiales, como constituidas por lo que forma lo abstracto de dichos objetos; vale decir, el aspecto bajo el cual nos interesa conservarlos para reconocer ciertas propiedades particulares: las propiedades geométricas.
Y si los entes geométricos tienen una existencia objetiva, no queda otra cosa por hacer que "describirlos": los postulados señalan justamente algunas propiedades esenciales y los teoremas expresan otras, que podrían observarse directamente, pero que es más cómodo deducirlas de las primeras. Y es lícito hacerlo porque el mundo al que pertenecen esos entes está gobernado por las leyes de la lógica, las mismas a las cuales obedecen las facultades racionales de nuestra mente.
Los filósofos definen al "racionalismo" como la posición del pensamiento mediante la cual toda la realidad se traduce en términos de "razón", de modo que la esencia se recoge, independientemente de toda experiencia, mediante al análisis de los principios de la misma razón.
Y bien, la realidad del mundo de los entes geométricos admite la más absoluta posición racionalista de su investigador.
La segunda manera de concebir la geometría consiste en considerarla como una creación de pensamiento puro (aun si a nosotros nos es sugerida por circunstancias adquiridas mediante la experiencia o lo que a nosotros nos haya llegado desde afuera) organizada en ciencia hipotético-deductiva.
18 Continuidad de la rectaEl postulado de Dedekind (traduce el con
cepto intuitivo por el cual se dice que la recta es continua y se habla de la continuidad de i a recta.
!
a queExaminemos la cuestión. Sobre el segmento
orientado A B tomemos dos grupos separados de puntos Gj y G2. Hemos enunciado el postulado general de la continuidad y dedujimos la existencia de un segmento P' P", perteneciente a AB y constituido totalmente de puntos de separación para Gj y G2.
Pueden presentarse los siguientes casos:1) los puntos P' y P" son distintos, esto es,
P'P" no se reduce a un punto,2) es P—P"=P, pero P pertenece a uno o al
otro de los grupos Gx y G2,3) también es P'=P"= P pero P no pertene
ce ni a uno ni a otro de los grupos G! y G2.En el primer caso, se dice que los gruposY están separados por un intervalo; en
el segundo, que resultan continuos; en el tercero, que presentan una laguna.
El’postulado de Dedekind asegura que si Gi G2 completan los puntos del segmento AB, son dos grupos continuos.
Y como esto ocurre para cada segmento perteneciente a una recta, esta es una línea continua.
El hecho se aclara mejor mediante el contraste con lo que ocurre cuando GL y G2 no completan todos los puntos de AB.
Por ejemplo, si los grupos G¡ y G2 comprenden exclusivamente los puntos de abscisa entera perteneciente a AB, aparecen separados por un intervalo (de longitud unitaria).
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En cambio, cuando ubicamos en Gj a todos los puntos de abscisa racional menor que cierto número irracional k, y en G2 a los de abscisa también racional pero mayor que k, los grupos Gi y G2 poseen una laguna constituida justamente por k
Vale decir, sobre la recta, los puntos de abscisa entera dan lugar a una distribución a "intervalos"; los de abscisa racional a una distribución con "lagunas"; los de abscisa real constituyen una totalidad "continua".
El postulado de Dedekind se deduce, como hemos visto en 4 del postulado general de la continuidad y de aquél por el cual se asegura que entre dos puntos de una recta siempre se
21. El postulado de la integridad según Hilbert.
Hilbert introduce la continuidad de un modo indirecto que parece sugerido por ¡deas diversas de las acostumbradas. Se sabe que Hilbert coloca como base de su construcción racional de la geometría elemental cinco grupos de postulados, o axiomas, como los llama:
I. Axiomas de pertenencia.II. Axiomas de orden.III. Axiomas de la igualdad o congruencia.IV. Axioma de las paralelas.V. Axiomas de la continuidad.
¡Sigue en pág 35)31
30
este juego hacer que pierda el jugador que retire la última moneda, en cuyo caso, cada de los números claves excede en la unidad a un múltiplo de m + /.
LO AMENO Y CURIOSO itaje total, digamos 50, y un jugador que se vea forzado a superar 50 pierde.
"Supongamos que juegan así. A juega un 6 y suma 6; B un 2 y suma 8; A un 5 y suma 13; B un 2 y suma 15; A un 5 y suma 20; B un 2 y suma 22; A un 5 y suma 27; B un 2 y suma 29; A un 5 y suma 34; B un 6 y suma 40; A un 1 y suma 41; B un 4 y suma 45; A un 3 y suma 48; B ahora debe jugar 1 y así sumar 49; A juega 1 y vence.
"En estas variantes, el objetivo de cada jugador es llegar a uno de los números claves con tal de que haya disponibles suficientes números remanentes que le permitan conservar la posesión de cada número clave subsiguiente: El número de cartas empleadas, los puntos de las mismas, y el puntaje pueden cambiarse como se desee; cuanto mayor sea el puntaje que debe alcanzarse más difícil es pronosticar el resultado y el decir si es ventajoso comenzar el juego".
El problema de Josefo. Otro de estos antiguos problemas consiste en disponer un grupo de hombres a lo largo de un círculo de modo que si se mata cada emésimo hombre, los restantes serán ciertos individuos especificados. Tales problemas pueden ser resueltos fácilmente en forma empírica.
Hegesipo dice que Josefo salvó su vida mediante un artificio semejante. De acuerdo con su relato, después que los romanos hubieron capturado Jotapat, Josefo y cuarenta judíos más se refugiaron en una caverna. Para su disgusto, Josefo se encontró que todos los demás, excepto él y otro hombre, estaban resueltos a matarse para no caer en manos de los conquistadores. Temiendo mostrar su oposición demasiado abiertamente Josefo consintió pero opinó que la operación debía realizarse de manera ordenada y sugirió que podían colocarse alrededor de un círculo y que cada tercera persona sería muerta hasta que quedara un solo hombre, el cual entonces debía perpetrar su suicidio. Se afirmó que él se colocó en el lugar 31° y colocó al otro hombre en el lugar 16°.
La cuestión medieval usualmente se presentó de la siguiente manera. Un barco, cuyos pasajeros eran 15 Turcos y 15 Cristianos, encontró una tormenta y, para poder salvar el barco y la tripulación, la mitad de los pasajeros fueron ubicados alrededor de un círculo y cada noveno hombre, a partir de un lugar prefijado, era arrojado al agua. Se deseaba hallar un ordenamiento mediante el cual se
unoi
Otra variedad consiste en disponer circularmente p fichas y permitir que cada jugador retire no más de m de ellas que estén en sucesión ininterrumpida: m debe ser menorque p y mayor que la unidad. En este caso, el segundo de ambos jugadores puede siempre vencer. I
Estos juegos son simples, pero si al problema original le imponemos la restricción de que cada jugador no puede sumar el mismo número mas que, digamos, tres veces, el análisis no resulta fácil de ninguna manera. "De esta extensión del problema, Rouse BalI afirma: Nunca vi impresa esta extensión y la enunciaré ampliamente. Supongamos que a cada jugador se le dan dieciocho cartas, tres marcadas con 6, tres con 5, tres con 4, tres con 3, tres con 2, y tres con 1. Ellos juegan alternadamente, A comienza jugando una de sus cartas; luego B juega una de las suyas, así sucesivamente. Vence el primero que juega una carta que haga que la suma de los puntos o números de todas las cartas jugadas exactamente igual a 50, pero pierde si juega una carta que haga que esta suma exceda a 50. El juego puede ser jugado anotando números en un pedazo de papel, y no es necesario emplear cartas. Supongamos que juegan de la siguiente manera. A juega un 4 y la suma es 4; B juega un 3 y suma 7; A un 1 y suma 8; B un 6 y suma 14; A un 3 y suma 17; B un 4 y suma 21; A un 4 y suma 25; B un 5 y suma 30; A un 4 y suma 34; B un 4 y suma 38; A un 5 y suma 43. B puede ahora vencer, pues puede seguramente jugar un 3, puesto que A no tiene otro 4 con el cual proseguir; y si A juega menos que 4, B vencerá en la siguiente jugada.
"Ahora, supongamos que juegan de este modo: A,6; B,3; A,1; B,6; A,3; B,4; A,2; B,5; A, 1; B,5; A,2; B,5; A,2; B,3. A ahora se ve forzado a jugar 1 y B vence jugando 1.
OriginalmenteNos referiremos a algunos problemas que durante siglos han aparecido en casi todas las obras de matemática recreativa y que estimamos han de resultar muy útiles para los docentes que quieran amenizar sus clases con ejemplos ilustrativos y curiosos que, sin duda, han de atraer la atención de los alumnos. Las principales obras referentes a estas cuestiones, lo hemos dicho en otra ocasión, son la de W.W. Rouse Bal I, Mathematical recreations and essays y la de O. Gherzi, Mathematica di/ette- vole é curiosa que, además de estar escritas en idiomas extranjeros, son muy difíciles de conseguir, lo que justifica la escritura de este artículo tomado de dichas obras
24 130 8
16 816 03 133 88 8
11 5OriginalmentePrimeroSegundoTerceroCuartoQuintoSexto
11 500
8 0 i!8 08 50 0
Tercer ejemplo. El siguiente es un juego no común jugado entre dos personas, A y B. A comienza mencionando algún número no ma-
. yor que, digamos seis; B puede agregar a éste cualquier número no mayor que seis; A puede agregar a ésto, de nuevo, cualquier número no mayor que seis, y así sucesivamente. Vence el primero que alcanza, por ejemplo , a 50. Obviamente, si A dice 43, entonces cualquiera sea el número que B agregue, A puede vencer en la próxima vez. Semejantemente, si A dice 36, B no puede impedir que A diga 43 en la próxima oportunidad. Resulta claro, pues, que los números claves son los que forman la progresión aritmética 43, 36, 29, 22, 15, 8, 1 y por tanto, el que comienza el juego debería vencer.
En forma semejante, si no se puede agregar ningún número mayor que m en cada jugada, y n es el número que debe decir el vencedor, entonces los números claves son los que forman la progresión aritmética cuya diferencia común es m + 1 y cuyo término menor esel residuo que resulta de la división de n por- m +1.
ii
Primer ejemplo. He aquí una muestra de este tipo de problemas. Un hombre va tina de agua con dos jarros, uno de los cuales contiene exactamente 3 litros y el otro 5. ¿Cómo debe hacer para traer de vuelta 4 litros de agua exactamente? La solución no presenta dificultad.
a unaf
f
Segundo ejemplo. He aquí otro problema de la misma clase. Tres hombres roban caballero un jarrón que contenía 24 onzas de bálsamo. Mientras huían encontraron vendedor de artículos de vidrio al cual praron 3 vasos. Llegados a lugar seguro quisieron repartir el botín, pero advirtieron que los tres vasos contenían 5, 11 y 13 onzas respectivamente. ¿Cómo podían dividir el bálsamo en tres partes iguales? Problemas como éste sólo se pueden resolver mediante ensayos.
a un
a un com-
"Se ha sugerido una variante ligeramente diferente del juego. En este caso se colocan sobre la mesa un número de cartas previamente acordado —digamos, por ejemplo, los cuatro ases, dos, tres, cuatro, cinco y seis de un mazo de cartas. El puntaje en cada oportunidad es la suma de los puntos de todas las cartas
B. Vence el primeroi
El mismo juego puede jugarse en otra forma colocando p monedas, fósforos u otros objetos sobre una mesa y haciendo que, por turno, cada jugador retire no más que m de ellas. Obviamente, los números claves son múltiplos de m + 1, y el primero que pueda retirar un múltiplo exacto de (m + 1) monedas podrá vencer. Acaso sea una variante mejor de
Hay varias soluciones de la división de 24 onzas en las condiciones especificadas. Una de las soluciones es la siguiente
jugadas, sea por A o por que selecciona una carta que haga que el pun-Los pasos a cumplir son:
32 33
para A que hizo la distribución). Por parte, si A distribuye dos grupos iguales, B no puede ayudarse volviéndolos desiguales, y A debe eventualmente vencer si en cada etapa hace que se vuelvan nuevamente ¡guales. Tal distribución es entonces una combinación satisfactoria para A. El hecho real es que cada combinación es satisfactoria o insatisfactoria, en el sentido de que cada combinación no satisfactoria mediante una jugada adecuada puede volverse satisfactoria mientras que cada combinación satisfactoria en cada jugada se vuelve no satisfactoria. Así si A distribuye según una combinación satisfactoria, B al jugar no puede evitar volverla no satisfactoria; A, jugando acertadamente, la vuelve satisfactoria de nuevo, y así sucesivamente, hasta que finalmente B se ve obligado a dejar un solo montón y entonces A vence. Por otra parte, si A distribuye una combinación no satisfactoria, B jugando adecuadamente la transforma en satisfactoria, y entonces el juego prosigue como antes hasta que finalmente B vence.
Rápidamente se ha comprobado que montones que contienen 1,2/7 2n + ^ filas, o bien n, 7 —n, 7 fichas; o 2,3,4,5 fichas, son combinaciones satisfactorias, y que dos combinaciones satisfactorias separadas forman una combi-
(Viene de pág 31) ■ ■ -------------Este último grupo comprende dos enuncia
dos: uno es el postulado de Arquímedes, y el otro —llamado postulado de la integridad o de la completitud— que trata de aclarar ulteriormente las relaciones entre los aspectos abstractos y los intuitivos de los conceptos en los cuales se inspira la geometría.
Reexaminemos las consideraciones desarrollada? en 16 y las dos “geometrías" -de tipo a) y de tipo b) — entonces construidas. Estas coinciden —o como conviene decir con más corrección— son isomorfas en relación con las hipótesis de continuidad (permaneciendo, se comprende, la a) en el campo real|).
Analicemos mejor las circunstancias.Supóngase que se sabe construir —sobre la
recta del tipo b)— todo segmento cuya longitud se exprese, con respecto a una unidad de medida prefijada, por cualquier número racional. Ésto implica el postulado de Arquímedes, puesto que sobre esa recta, dos grupos de puntos separados que completan un segmento resultan siempre contiguos (por 9).
Ahora bien, cada “punto" del tipo a), que esté constituido por un par ordenado de números racionales, tiene por “imagen" un punto en el plano de tipo b), que tiene coordenadas racionales, y viceversa.
nación satisfactoria. Estos hechos son usualmente suficientes para jugar con un novicio, pero Bouton ha mostrado que ellos son casos especiales de una regla general.
Supongamos que haya fichas en el mondón k. Expresamos ar en la escala binaria, y expresemos el coeficiente del 2P mediante drp (= 0 o 1). Por tanto
ar=c*ro + 2 dn + 22 dr2 + 23 dr3 + .. .Hagamos esto para cada montón y sea sp la
suma de los coeficientes de 2P así determinados; por tanto
a lo largo del círculo para cada agregado de un solo hombre al grupo original.
Supongamos ahora que con n hombres, el último sobreviviente (r= 1) ocupó originalmente el lugar p, y que con ( n + x) hombres, el último sobreviviente ocupó el lugar y. Entonces, si nos limitamos al menor valor de x que hace x<m, tenemos y— (p+m x) ~ -(n + x).
Basándose en esta propiedad, podemos calcular rápidamente, para cualquier valor especificado de n, la posición ocupada por el último sobreviviente. Por ejemplo, tomemos el problema de Josefo en que m = 3. Entonces, sabemos que el último sobreviviente de 41 hombres ocupó originalmente el lugar 31. Supongamos, que cuando hay [41 <x) hombres, el sobreviviente ocupa el lugar y. Luego, si consideramos sólo el menor valor de x que hace y<x, tenemos: y = (31 + 3x) —(41 + x)= 2x—10. Ahora bien, debemos tomar un valor de x que haga positivo a y y menor que m, esto es, en este caso, iguala 1 o 2. Esto es x = 6, lo que hace y = 2. Por tanto, habiendo 47 hombres, el hombre últimamente elegido había ocupado originalmente el segundo lugar. Semejantemente, habiendo (47 + x) hombres, el hombre habría ocupado originalmente el lugar y, donde, con las mismas condiciones que antes,
otrasalvaran todos los cristianos. Para ello los hombres deben disponerse de la siguiente maneraCCCCTTTTTCCTCCCTCTTCCTTTCTTCCT
indicando C a los cristianos y T a los turcos. El orden se puede recordar por las posiciones de las vocales en la siguiente expresión:
From number's a id and art. never will fame depart. *en la cual a vale 1, e vale 2; / vale 3, o vale 4 y u vale 5. Por tanto, el orden es o Cristianos, u Turcos, etc.
Si cada décimo hombre debe arrojarse al mar, una frase mnemotécnica es
fíex paphi cum gente bona dat signa serenaUn marco oriental de este problema es más
o menos así: En cierta época vivía un rico hacendado que tenía 30 niños, 15 de su primera esposa que había muerto y 15 de su segunda esposa. Esta última estaba impaciente para que su hijo mayor heredara la propiedad. Consecuentemente, cierto día le dijo: “Querido esposo, te estás volviendo viejo. Debemos elegir quién será tu heredero. Coloquemos nuestros 30 niños alrededor de un círculo y contando a partir de uno de ellos eliminemos cada décimo niño hasta que quede uno solo. El propósito parecía razonable. Cuando el proceso de selección se fue cumpliendo, el hacendado se iba asombrando cada vez más al ver que los primeros 14 que fueron eliminados eran de su primera mujer y advirtió que el próximo que correría tal suerte sería el restante miembro de esa familia. De modo que sugirió que se contara en sentido contrario a partir de ese momento. Ella, forzada a tomar una decisión inmediata y reflecionando que la ventaja era ahora de 15 a 1 a favor de su familia, prontamente y asintió. ¿Quién resultó el heredero?
En el caso general, se dispone m hombres alrededor de un círculo. Comenzando en cualquier parte, continuamos girando alrededor del círculo escogiendo cada emésimo hombre hasta que quedan r. Sea uno de ellos el hombre que originalmente ocupa el lugar p Entonces, habiendo comenzado con el hombre n + 1, habría ocupado originalmente el lugar [p+m] cuando p+m no es mayor que n + 1 y el lugar [p+m-ni) cuando p+m es mayor que n + 1. Entonces, siempre que hayan dado r hombres, sus posiciones originales se habrán trasladado a m lugares hacia adelante
:'i
sp = d¡p + d2p + d2p + .. .Veremos que esta combinación es satisfac
toria o no satisfactoria según que S0/ S\, S2 .. . sean todas pares o no todas pares.
Si S0l S\, S2 ..., no son todas pares, sea ; Sq la última de ellas que es impar. Entonces drq = 1 para un valor de r reduciéndolo ,de manera tal de alterar drp para los valores de p que hacen a S impar. Esta operación tiene naturalmente el efecto de. hacer a S0 Si S2 ... todos pares. Pues’to que el otro jugador debe tomar por lo menos una ficha no puede ayudarse cambiando a una de las S por 1 y volviéndola así impar.
!
a I
!
Pero estos puntos no completan ni a uno ni a otro de los dos planos. Mientras del primero, no se verifica la inversa (en el campo real) cuando -para el plano de tipo b)— no se agrega el postulado de Cantor al de Arquíme-
tenemos: y = (2 + 3x) —(47 + x) = 2x — 45. Si x = 23 y = l.Con 70 hombres, el último hombre elegido habría ocupado el primer lugar. El proceso puede continuar. De estos resultados se obtienen por aplicación repetida de la propiedad, para valores intermedios de n, las posiciones ocupadas por los últimos hombres elegidos.
í des.Hemos hecho referencia, por simplicidad, a
la geometría plana (real); podemos abandonar esa restricción y decir, por tanto, que el postulado de Cantor expresa la condición necesaria y suficiente para el isomorfismo de la geometrías de tipo a) y b) con la hipótesis de que para la segunda valgan los postulados de los grupos 1, //, III y IV de Hilbert y el de Arquímedes.
Esta conclusión se puede presentar en otra forma, admitiendo como nuevo postulado el isomorfismo de las dos precitadas geometrías. Es lo que efectivamente hace Hilbert quien -en términos sustancialmente equivalentes- incluye, como hemos dicho, este postulado en el grupo V, después del de Arquímedes.
La denominación de postulado de la completitud se debe a que, para él, el sistema geométrico del tipo b) aparece completo y no es ampliable en uno de tipo a) (real).
En conjunto, los dos postulados del grupo V resultan equivalentes al de Dedekind.
El juego de Nim
He aquí un juego que tiene un análisis matemático completo. Se supone que un número cualquiera de fichas se divide arbitrariamente en varios montones. Dos personas juegan alternadamente. Cada uno, cuando llega su turno, puede elegir un montón cualquiera y retirar de él todas las fichas o el número de ellas que desee (pero, por lo menos una). Eljuga o que retira la última ficha (o fichas) es el vencedor.
Supongamos que las fichas son distribuidas por el jugador A
.1
que-
Y pue el jugador B juega primero. Si A distribuye sólo un montón, B Pue e vencer de inmediato retirando todas las fichas. Tal distribución ción
Un buen ejercicio sería formar una frase en castellano para reemplazar a esta frase en inglés. es, pues, una combina-
no satisfactoria (esto es, no satisfactoria(Sigue en pág 38) 3534
!REFLEXIONES perseguida, verificada, hecha progresar, presu
pone el concurso, por ejemplo, de la intuición y el razonamiento, de la deducción discursiva y de la coherencia lógica interna, cuando penetra en el mundo escolar, en su plano educativo, y aun más simplemente en su "programa", automáticamente al docente -maestro o profesor— los problemas de "cómo enseñarla", (porque ung cosa es "saber" y otra cosa "saber enseñar el saber", y plantea también el problema de cómo hacer surgir en el escolar la "necesidad matemática", el interés, la investigación, la capacidad y los actos aritméticos, geométricos, algebraicos, y de hacerlos surgir de modo tal que no sea tanto el profesor que "explica" la matemática y la participa al alumno como ciencia perfecta, ya totalmente construida, sino más bien que sea el escolar el que la descubre por intuición interior y por reflexión propia, que la redescubra y la reconstruya genéticamente por su actividad propia de pensamiento y de raciocinio, de manera que la matemática más que "enseñada" por el profesor sea precisamente "apresada" —por descubrimiento íntimo, actividad íntima, alegría por el esfuerzo interior— por el alumno.
Estudio de la matemática: esta expresión,
mente; la poesía, estéticamente, y así sucesivamente. Todo "estudio" conserva siempre, junto.a un valor cultural un valor específico propio de formación de acuerdo con sus propios caracteres estructurales, además de un valor propio del uso o instrumental.
La eficacia formativa que puede conseguir una disciplina en educación está, sobre todo, más que en su contenido nocional, en el proceso que ella implica y en el proceso de la "adquisición" que exige, vale decir en el "modo en que se la estudia".
Un método mnemotécnico, verbalista, dogmáticamente repetitivo, que descuida las exigencias de la comprensión, de darse cuenta, de verificar, de expresarse en forma personal, mortifica en lugar de desarrollar, termina inhabilitando y atrofiando las actividades del pensamiento en lugar de desarrollarlo y volverlo ágil y vigoroso. Por eso, está fuera de duda que el primer fin de la enseñanza de la matemática —en la escuela (o sea en educación)— no es tanto el de "cerebrar" la matemática cuanto el dé concurrir a la formación y a la explicación de ía mente del alumno (también por medio de la matemática), única manera, por otra parte, para cerebrar, al final, la misma matemática, tanto en su augusta y solemne objetividad, separada del acaecer y de las cuestiones mundanas cuanto a su fecunda productividad de maravillas, de utilidad y de valores en el multivariado campo de la humanidad civilizada.
enseñanza de la matemáticaALDO AGAZZl
(Italia) es
!Demos por adquirido y sabido que' la solu
ción del problema didáctico, o sea la posibilidad de un fructífero acto de enseñanza, presupone cumplidas por el educador cuatro condiciones inderogables:
1) El conocimiento de la ciencia a enseñar (instancia científica);
2) El conocimiento de la estructura —la "lógica interna"— propia de esa ciencia (instancia epistemológica relacionada con las diversas articulaciones de la estructura cultural del espíritu);
3) El conocimiento del alumno y de los procesos mentales específicos con
confines de esta fase de la edad evolutiva del hombre.
Fijemos la edad evolutiva en los conocidos períodos: la infancia, de 0 a 6 años; la niñez (puericia) de 6 a 9; la pubertad o "primera adolescencia", entre los 9 y los 13; la adolescencia en sentido propio, entre los 14 y los 17; la juventud entre los 17 y los 20 (para algunos aspectos hasta los 24), edad en la cual se alcanza la madurez del adulto; se puede, correspondientemente, determinar también las edades escolares correlativas, esto es, de 3 a 5 años, período de la escuela materna o infantil; de 6 a 10, escuela elemental o del niño; de 11 a 13, escuela media o secundaria o del muchacho de la primera adolescencia; de 14 a 15, escuela media superior, primer período, o del adolescente
que aprende, en general, y expresan en sí y de por sí esa misma ciencia en particular (instancia psicológica).
4) El conocimiento de sí mismo como docente y educador, esto es, de su propia capacidad y habilidad y de las deficiencias que debe remediar (deficiencias de estudio, de psicología, de pedagogía, de pedagogía y de arte didáctico).
Sólo con esta prospectiva se podrá, en efecto, recoger en su sustancia y extensión, en su viveza, los problemas esenciales de una didáctica válida para la enseñanza de la matemática.
hablando didáctica y pedagógicamente, no parecería poder aspirar, en la escuela y en la educación, a una gran fortuna, si es verdad que, en la escuela, debe ceder su lugar a la enseñanza, más que al aprendizaje de la matemática. Pero digamos que las cosas no son totalmente así. Todo saber, en verdad, toda "noción" puede desarrollarse y se desarrolla siempre por sí misma, porque se interna de alguna manera en un espíritu activo que rápidamente la considera y elabora. En definitiva, p^ra educar no basta tan sólo con los métodos con que se da o admite la verdad, los cuales no son más que "medios", sino que es fundamental la verdad misma. Cada verdad forma, desarrolla y potencia, más que en general, en formas propias de ella, características e insustituibles. El denominado transferí (esto es, la equivalencia del contenido diverso o de las diversas disciplinas para la formación y el desarrollo de la capacidad mental) ha sido firmado por la investigación psicológica y se han verificado experimentalmente los límites: el latín, la matemática, el alemán, la física desarrollan cierta capacidad de la mente huma-
sólo pueden equivalerse
en sentido propio; de 16 a 18, escuela media superior, segundo período o del joven.
Hablaremos de las exigencias de una buena enseñanza de la matemática en las escuelas de la adolescencia en general (primera adolescencia y adolescencia en sentido propio); después, en particular, de la enseñanza en la escuela de la primera adolescencia, en la escuela media, o sea, secundaria (de los 11 a los 14 años).
fAspectos formativos del estudio de la matemática
Como medio de formación espiritual, la matemática se configura con miras al conocimiento, y con fines de desarrollo de la capacidad mental, lo que equivale a decir —en una visión conjunta y unitaria de estos dos aspectos- como potenciadora del espíritu. El espíritu se desarrolla y refuerza ejercitando sus potencias en los procesos que la matemática —junto a los requeridos por las otras disciplinas- exige y le propone, y ejerce de hecho sus poderes sobre las cosas y sobre el mundo, usando conocimientos,' principios, resultados específicos v propios de los cuales las ciencias matemáticas -junto a las otras— le van haciendo donación (que él va aclarando y conquistando por sí mismo).
Casi empíricamente, considerando y enumerando, la matemática, comienza presentándose a la mayoría como materia "instrumental", como uno de los tres pilares de la instrucción
f
Influjo del estudio de la matemática sobre el desarrollo de la capacidad intelectual del adolescente
Adolescencia es un término impreciso c, los mismos psicólogos y tiene significados to
davía menos precisos en el lenguaje literario y corriente.
La matemática y la educación
Después de esta primera consideración surge una segunda. Afrontamos, no el problema de la matemática sino el del "estudio de la matemática", sabiendo que se transformará naturalmente desde estudio de la "finalmente en el "aprendizaje" de la misma, como única formulación auténtica de un concepto pedagógico y didáctico de la función y de los modos de ser de una ciencia en la escuela para los fines de un proceso educativo.
Aquella matemática que tiene sus estructuras propias y características, la cual para ser estudiada", 0 sea para ser construida, basada,
entre
el primer momento en el enseñanza de la matemática''' y,En cambio, la ubicación de nuestro proble-
—influencia del estudio de la matemática sobre el desarrollo de la matemática en la edad adolescente— como aspecto del problema educativo, conducido sobre la base de la psicología en función natural, tiene cierto punto de conciencia didáctica a los fines de una mejor enseñanza, exige preliminarmente precisar los
con-m a
na y, por tanto, no sino incluso sustituirse en un programa educativo; pero también es verdad que el latín forma latinamente; la matemática, matemática-
3637
el adolescente, estos sugestivos resultados."elemental" (la instrucción que proporciona los elementos primarios y comunes de todo saber) como el "hacer cuentas" (numerar, medir, computar, junto a "leer" y "escribir"), sin lo cual no sería posible la adquisición de ninguna forma de.cultura. Pero muy poco después, la matemática se pone en evidencia como reveladora de un mundo totalmente propio y autónomo, el "mundo del número" y de sus leyes, la ciencia de las situaciones en el espacio, lá realidad de armonías, de concordancias y de perspectivas, estables y por venir, capaces de proporcionar las exaltaciones de los dos "infinitos" pascalianos (preparación para entender el verdadero infinito filosófico, que no es una cadena inagotable o una progresión de productos o de cocientes de cantidades finitas, sino algo "no fiñito" por naturaleza y esencia) y de consentir la representación de un orden matemático del universo, sea metafísica- mente, según las concepciones de Pitágoras y de Platón, de Bruno y de Spinoza, por ejemplo; sea científicamente, según reducciones a cálculo y medida, según el modo de Leonardo y de Galileo, de Newton y de Planck, de Eins- tein y de Heisenberg. Tan pronto como el muchacho se introduce en el estudio de la matemática —o de las ciencias físicas— este estudio le testimonia el poder objetivo (o aparentemente tal) que la matemática confiere al hombre en el conocimiento o dominio del mundo; le da el sentido de la unidad, de orden, de la coherencia (efectiva o sólo intelectual) de la realidad; lo vuelve capaz de generalizar y de unlversalizar; le vuelve efectivamente inteligible el mundo mismo del trabajo y de la economía; le da claridad y precisión de pensamiento, sobriedad y eficacia de expresión, aptitud para reducir las cuestiones a la evidencia, para concretar la valoración, le confiere el habito del razonamiento riguroso y confirmado por pruebas; se convierte en la y ejercicio de seriedad y carácter.
Y bien, ya enumerados los influjos pedagógicamente más notables del estudio de la matemática en el desarrollo y la formación del adolescente; estudio que, tal cual es, abraza a la vez la vida cotidiana y las especulaciones y predispone al pensamiento para la acción vigilada y conciente. Sólo que esto es sólo verificar, no establecer cómo se consiguen: limitarnos a describirlas sería quedarse en lo genérico y eludir la verdadera cuestión puesto que las verdaderas dificultades del problema residen justamente en la determinación de cómo poder alcanzar verdaderamente, en la escuela y
con
Las definiciones en la
enseñanza de la matemáticaLa enseñanza de Pitágoras, Arquímedes y Pascal frente a Euclides y al cartesianismo
Es muy interesante, y metodológicamente fecundo, verificar como, en los mismos tipos clásicos de demostración matemática, se vuelve a encontrar la preponderancia y la caracterización del procedimiento matemático según una u otra de las formas de "intuición" y "racionalidad".
PITAGORAS expresa su matemática como intuición de la verdad, como evidencia inmediata, como "visión" de la evidencia, como contemplación directa de la íntima esencia matemática de las cosas y de las razones: los seres que aparecen, "números" (uno o más, pares o impares), siente y ve la estructura matemáticamente representable de cada cosa, y la armonía del cosmos (su ordenamiento matemático): para Pitágoras el proceso matemático consiste en recoger esta anima mathe- matica rerum y, como procedimiento, es una "dialéctica" de tipo platónico cuya intención es apresar la idea, la esencia constituyente del mundo, su estructura y sus hechos: él quiere llegar a una "comprobación" (no a una demostración) de validez.
¡
L. CAMPEDELLI (Italia)
(individuales y sociales, constituidos por la fascinación de la magia y el fetichismo; fruto de la actitud de detenerse en lo que da sensación de reposo, evitando cualquier vigilia crítica, y del perezoso dirigirse a otros que parecen haber pensado antes que nosotros. No se olvide que José Lombardo Radice llega incluso a asegurar: "también en la matemática se educa para la falta de sinceridad, haciendo creer al niño que saber quiere decir repetir bien una serie de palabras enseñadas por el maestro".
He visto un cuadernillo de apuntes dictado por una maestra a sus pequeños alumnos (que la malhadada costumbre de dictar apuntes comienza desde la escuela elemental por parte de ciertos docentes incapaces de elegir un libro de texto o de apartarse del único que conocen por ser el mismo que estudiaron cuando muchachos); dp modo que alguno agrega agudamente: "el círculo es un conjunto de infinitos puntos todos colocados en redondo".
No obstante, el episodio no puede sólo ser considerado como motivo de chanza: su significado va mucho más allá porque sirve para testimoniar la inconsulta necesidad, que a ve-
iPero el que conciba a la enseñanza como
un suministro ininterrumpido de nociones con- densadas en "definiciones", "teoremas", "reglas" de diverso género, no construye ciencia. Sea dicho esto para la ciencia de "observación" cuanto para la de pura especulación
manía, de las "definiciones" que tances esfrecuentemente se encuentran en la enseñanza
ARQUIMEDES representa el pasaje de la intuición empírica de la experiencia a las abstracciones unlversalizantes, en donde, para él, la matemática es una interpretación gnoseoló- gica y científica del mundo (como lo es después para Galileo) capaz de consentir los milagros de la técnica y de permitir -siempre que se haya puesto un punto de apoyo— incluso de levantar al mundo (o de descubrir, tan sólo con el cálculo, un nuevo cuerpo celeste).
EUCLIDES
elemental.Esto entra en una visión restringida de la
escuela que lleva a concebir la exposición de una ciencia como un cuadro ordenado en donde todo está clasificado con bella caligrafía y abundancia de subrayados en rojo. Están sus breves definiciones y luego, una después de otra, todas las propiedades que el muchacho debe aprender.
.Es un método que puede ser cómodo e incluso parecer claro, pero resulta carente de contenido en lo que concierne a los alumnos y revela superficialidad y falta de sentido crítico en el docente.
El muchacho es llevado a engañarse porque es conducido a cambiar por verdad sucesiones vacías de palabras y se le hace suponer que ha logrado alguna concepción científica cuando, en cambio, no ha hecho más que retener en la memoria una serie de enunciados presuntuo-
lógica.En las primeras, "definir" significa sólo pre-
t cisar y circunscribir, entre los millones de objetos o de los fenómenos observados aquellos hechos que son motivo de la propia investigación; para las segundas —en las cuales se desarrolla una obra de construcción para la cual el pensamiento proporciona el material y el medio- la operación de "definir", que quiere ser clarificación, es una empresa ardua y delicada como corresponde a todos los problemas del conocimiento.
rompe -al menos en inten- con la intuición sensible; la matemática
es un asunto de pura coherencia interna entre postulados, teoremas, demostraciones, teoremas y una silogística referente a figuras y magnitudes que va generando explícitamente nuevos conocimientos; por sí misma no tiene relación alguna con el mundo empírico y es autónoma
ción-escue-
nuevosSobre este argumento nos detendremos tra
tando de abrir al maestro horizontes que —aunque quizás más ampliamente explorados por otros— puedan haberles quedado cerrados. De esta conciencia de la cuestión llevará directamente al reflejo al espíritu con que desarrollará su propia enseñanza y también las modestas nociones de aritmética y de geometría que deberá impartir se le iluminarán con un sugestivo sabor humanístico.
Definir, sea un objeto material o una concepción puramente mental, significa expresar
y pura en su racionalidad; su proceso es una cadena deductiva entendida para expresar una realidad sobre la base de l..- verificada coherencia interior con los postulados. La matemática euclidiana no es un procedimiento metafísico o científico sino lógica, y no es una lógica aristotélicamente "órgano", instrumento medio "para llegar a una realidad"; más bien
sos.una En esa forma no se nutre la mente y se daña al carácter; no se hace comprender la necesidad de reflexionar y se habitúa a la‘ retórica, a la palabra que sustituye al concepto. Se alimentan los gérmenes, Jatentes en cada uno de nosotros, de esos 'graves males;I
es una "lógica por sí misma y38 39
f
ciencia, no es posible dar la definición y que, por tanto, se presuponen notorios o adquirí-
guetes, se denomina trompo al juguete truido de tal modo que funciona así y así”.
Igualmente, al referirnos a los preceptos morales, se explicara que, entre las virtudes, se llama "obediencia” a aquélla por la cual. ..”
Y, si se hace geometría, explicaremos que entre las figuras planas, toma el nombre de "triángulo” la figura que. . .
Pero en cada una de tales frases se hace referencia a una dase de objetos materiales (los juegos. . .), o de conceptos morales (las virtudes. . .) o geométricos (las figuras. ..) en las cuales se cree reconocer la existencia material o abstracta, y en ninguna de estas clases se da el nombre a aquel elemento particular (individuo) o grupo de elementos (de individuos).
Hagamos algo más que el simple acto de atribuir un nombre; se presupone la existencia del ente denominado. Se tiene entonces con más propiedad lo que se acostumbra a designar como "definición real” y que parece el resultado de una "definición nominal” y una' "prueba” o "hipótesis [postulado) de existencia”. Nace más bien una "descripción” que una simple definición, dado que ella implica la enumeración de la circunstancias que caracterizan al objeto examinado. Tal es el criterio que se sigue en las ciencias naturales, por lo menos en los capítulos que constituyen la "sistemática”.
las características haciendo referencias a otros objetos o conceptos conocidos o presupuestos.
Pero aquéllos que no hayan tenido esto en cuenta, deberán comprender plenamente, saber lo que son; esto es, tendrán necesidad de su definición la cual, a su vez, podrá darse mediante el recurso de un tercer grupo de objetos o conceptos y así sucesivamente. •
¿Hasta cuándo? En una ciencia experimental hasta que no se pueda tomar materialmente un objeto físico y decir al interlocutor: "Bien, fíjate qué es lo que entiendo llamar con tal nombre o indicar con tal palabra”.
En una ciencia abstracta no es posible hacer lo mismo; se pasa de concepto en concepto a través de las más variadas experiencias y diferentes acciones educativas o adquisiciones culturales que aparecen cada vez más "simples” y "claras” hasta llegar a un punto en el cual cada uno exclama intuitivamente. "Pero esto se bien qué significa, no tengo necesidad de otras explicaciones".
Es el logro de la fase de la "evidencia". Y cada uno sabe qué se quiere decir con esto aun cuando a cada uno de nosotros nos resulta difícil explicarlo a los demás.
Se estila aclarar la cuestión con una conocida paradoja. Piénsese en lo que es un diccionario. Se trata de un libro en el cual está ¡lustrado el significado de "todas" las palabras existentes en cierta lengua. Pero ¿realmente de "todas”? ¿De qué modo se dan las explicaciones?
ción real". Por tarito, se puede asegurar que en matemática intervienen sólo "definiciones nominales".
cons-
dos*. *
El docente, lo hemos dicho, debe tener bien aclaradas estas ¡deas; de otra manera falseará su propia obra.
Pero ¿se pueden llevar estas ideas a la es-
También dijimos que definir significa expresar un concepto mediante otros, los cuales a su vez deberán estar vinculados con otros conceptos, y así sucesivamente. Al término de la cadena, si se imagina hacerla ir de lo más "simple" a lo más "complejo" aparecen los "conceptos primitivos".
Algunos de éstos (también llamados "axiomas") están formados por proposiciones de la lógica (tales que no se podría pensar lo contrario) y en sus operaciones (incluso al dar un nombre a un objeto está implícita la ¡dea de igualdad, de la posibilidad de ubicar una palabra en lugar de una frase completa: triángulo o polígono de tres lados). Pero no es sobre esto que deba detenerse la atención, puesto que son los mismos instrumentos de nuestro pensamiento, confundibles con su esencia y con su modo de revelársenos.
Los conceptos primitivos que conviene examinar difieren en las diversas ciencias. En matemática encontramos los conocidos con los nombres de "número", "punto", "recta", "plano", "orden", "clase".
Por el mismo hecho de ser elementos primitivos, no se puede responder a la pregunta: ¿Qué son? (Esto equivaldría a ubicar en su lugar otros entes que se deberían considerar como "primitivos" y, por consiguiente, conti-, nuar la cadena de la cual habíamos alcanzado el principio inicial.
Pero si se reflexiona rápidamente se advertirá que no es necesario saber "qué son" esos objetos primitivos que basta conocer el uso que se puede hacer de ellos, esto es, la propiedad que poseen.
Así, considerando a una casa como un agregado de ladrillos, al constructor no le interesa preguntar "qué son los ladrillos" (de qué sustancias químicas están compuestos, cómo se los prepara, etc.) sino que necesita conocer sus propiedades; éstas les permitirán disponerlos de modo y en número tal de obtener para su edificio los requisitos deseados de forma, resistencia, etc.
Totalmente análoga es la posición de quien construye en el campo del pensamiento y la lógica: le basta conocer las propiedades de los conceptos primitivos. Estos -cuando es posible— se expresan mediante una serie de proposiciones que constituyen los "postulados" de
cuela?Depende del tipo de escuela de que se
trate. Cuando el alumno no ha alcanzado todavía la edad de la formación mental adecuada, hablar de este tipo de cosas sería hacerle un mal o, por lo menos, en la mejor de las hipótesis, llevarlo a agregar nuevos aprendizajes a los otros modos que, sin embargo, conservará en la memoria y en las orejas.
Pero a jóvenes que han avanzado más en sus estudios, no se les deben callar estas elementales cuestiones gnoseológicas. Se les dará así la justa medida del valor y de la potencia del pensamiento humano y también será honesto mostrarles sus límites y la esencia constructiva.
Si las verdades científicas rio tienen un significado absoluto esto no significa empobrecimiento porque aparece como consecuencia, como un vínculo más estrecho de ella con la mente humana. La ciencia se enriquece de humanidad: la obra del hombre no es en ella simplemente la de la simple invención sino una creación.
Nótese en los conceptos fundamentales, que el hombre debe aceptar para elevar sobre ellos su edificio científico, que ellos no son imposiciones dogmáticas o arbitrarias, es guiado a ellos por una elección que se le aparece
libre" como le parece libre todo lo congénito con él y a lo que es guiado por su "instinto", o "inspiración", o "intuición", o como quiera que se llame esa reflexión hacia afuera que hace de las vibraciones de su mente o de su alma.
i
ii
Pero en las ciencias de puro pensamiento las cosas ocurren en forma diferente: la mente que construye vigila de por sí y en cada pequeño paso indaga el significado y no puede admitir que en los pliegues de una "defjni- ción" se esconda una hipótesis de existencia. Ya Aristóteles advirtió que la existencia de
puede establecer por defini-
El significado de cada palabra se expresa mediante la ayuda de otras, cada una de las cuales es aclarada -en la página debida- diante nuevas palabras, y así sucesivamente. Pero no se puede continuar indefinidamente. A menos que no se cometan "peticiones de principio", es decir, círculos viciosos (en el sentido de que de una palabra sé pasa a otra- y de esta se torna a la primera), a menos que no se proceda de esta manera vacía de sentido se llega necesariamente a un pequeño grupo de palabras de las cuales, en el diccionario, da el significado que, sin más, se supone notorio. En suma, es como si el autor del diccionario se dirigiese al propio lector y le dijera: si tu sabes lo que quieren decir estos pocos términos, yo, mediante ellos, le explico el significado de todas las demás palabras de nuestra lengua.
La conclusión es que en la base de toda ciencia hay necesariamente algunos conceptos (denominados "primitivos" o "fundamentales") de los cuales en el ámbito de la propia
r
me-
una cosa no se pión.
como
¡Y entonces? ¿Qué significa "existir"? Esta palabra expresa ideas bien distintas si se refiere a un objeto material o a una figura geométrica, cuando se refiere a un número
(un millón de estrellas, media docena de continentes) o a un número abstracto (dado un número natural, por grande que sea,
concretono se * # *Volvamos a nuestro argumento.En sustancia "definir" significa atribuir un
nombre (definición nominal) con el fin de ograr simplicidad en la exposición y claridad e lenguaje. Tanto es así que, para verificar la
exactitud de una definición, se debe colocar, en los razonamientos en que se alude a ella, la 'locución definidora" en el lugar de lo "definido".
existe siempre uno mayor).En el ’campo'de las ciencias especulativas,
la matemática, la existencia es compatibilidad de condiciones lógicas y, por tanto "definir", esto es dar un te diferente que afirmar —y más aun que probar— esa compatibilidad.
De aquí la necesidad de distinguir la e i nición nominal" de la demostración o del postulado de existencia que se muda en de ini-
como
nombre, es totalmen-11
Asi definimos al "trompo" cuando, dirigiéndonos al niño, le decimos: "Entre tus ju-
40 41
\
De todos los objetos de su entorno nace la ¡dea de número y la cuerda extendida entre dos clavos habla de la recta y de los dos puntos necesarios para determinarla. Así, poco a poco la figura geométrica se vuelve familiar y habla, por sus. ojos, a la mente, abriendo las nociones que dan a los niños la fascinación de la armonía frente al descubrimiento de las primeras leyes y las más elementales propiedades. Es un interés que puede llevar lejos.
Así, al pensar en todas las rectas paralelas a una dada, nace la idea de "dirección" (o también del punto impropio) común a ellas. Si tomamos los segmentos ¡guales en longitud uno dado y paralelos a él, y sobre él señalamos un sentido concorde para todos ("segmentos equipotentes") ese algo que tienen en común por haber sido elegido del modo dicho es el "vector" por ellos definido.
En estas consideraciones está implícita la idea de una igualdad: los objetos o entes a los cuales se recurre vienen considerados como "¡guales" a los efectos de lo que interesa po-
en evidencia. Por ejemplo, las rectas paralelas son "¡guales" con respecto a su "dirección"; los segmentos equipotentes lo son como vectores.
La relación de dos cantidades se define por abstracción (al modo de Euclides), haciendo ver cuándo dos razones se deben considerar ¡guales; lo mismo ocurre, en física, para la temperatura (dos cuerpos tienen igual temperatura si, puestos en contacto —directamente o por medio de un tercer cuerpo— no intercambian calor) o, en mecánica, por las masas.
Hagamos una observación: para hablar de igualdad se requiere la satisfacción de las propiedades fundamentales (reflexivas, simétrica y transitiva) que, en nuestra concepción, cian a esta ¡dea.
icuyo conjunto nace la "definición implícita” de los entes introducidos. Así se construye la matemática considerada como ciencia hipotética deductiva.
a pasión a citra*Otro modo de definir está d'Jo por la denominada "definición por abstracción". Consiste en presentar una serie de objetos o conceptos (precedenemente definidos) que presentan una circunstancia, una propiedad, algo, cierto quid en común; ese quid resulta definido a su vez. En sustancia, eso constituye lo "abstracto" del criterio con que se eligió el conjunto de los entes considerados entre los entes de la familia a la que pertenecen, como hicieron Guillermo de Occam (siglo XVI), Pascal (1623-1622), Hobes (1588-1679), Leibniz (1646-1716), etc., hasta los lógicos modernos. Entre éstos, sobretodo dichos lógicos matemáticos o, también, los cultores de las ciencias exactas, han contribuido a precisar las nuevas ¡deas, bajo el influjo de la obra de esclarecimiento y de crítica a que han sido sometidas las ¡deas sobre la naturaleza y el alcance de las concepciones matemáticas (Peano, Enriques, Russell, etc.).
!Gerard PETITJEAN
(Francia)
nusa..." y lo que sigue, ya había sido demostrado perfectamente por los chinos en el siglo VIII antes de Cristo y también por los tamules, una raza del sur de la India que contaba con algunos buenos matemáticos.
Según Georges Ifrah, los babilonios, mil ochocientos años antes de nuestra era, también tenían sus ¡deas sobre la cuestión. Pero Pitágoras parece poder hacerse acreedor al beneficio de la duda: lo ignoraba probablemente.
"Pascal era un impostor".-Un pequeño profesor de matemática cuenta esto muy tranquilo. ¡El gran Pascal! El autor de los Pensamientos, el inventor de la máquina de calcular, el jansenista rígido sorprendido con la mano en la bolsa. La historia es graciosa. Pero Georges Ifrah, matemático de veintiocho años, la cuenta sin sonreír, apoyándose en documentos. El famoso triángulo aritmético de Pascal. . . no era de Pascal. Se encuentra en un manuscrito árabe del siglo XII: no podemos saber todo. O todavía más, en una obra china
data de 1303: no todo el mundo lee chino. Pero el famoso triángulo figuraba también en la obra de aritmética de un tal Stiegl, editada en 1543 y de la cual, seguramente, Pascal tenía conocimiento. Algo cercano al pillaje.
Pitágoras parece más excusable. Por cierto, su célebre teorema, "el cuadrado de la hipóte-
a
IIContar los dedos de los piesneriGeorges Ifrah no es un apasionado destruc
tor de estatuas. Las debilidades de Pascal sólo forman parte de un aspecto de la investigación
lo ha paseado por los museos y por los archivos del mundo entero siguiendo las huellas de un producto de gran consumo altamente trivializado en nuestros días: la cifra. "Las
dan cuenta hasta qué punto el
que
queEstamos pues ante una tarea más bien
plicada. Pero no se asuste el joven maestro. Las pocas noticias que le hemos dado valdrán para ponerlo en guardia sobre un problema del que ahora conoce la existencia
com-
gentes no se sistema de numeración que utilizan todos los días es una cosa perfecta. La más perfecta que pueda imaginarse. Una obra maestra".
La historia de esta obra maestra indica que fueron necesarios muchos balbuceos antes de llegar a dicha perfección. Ella comenzó hace mucho tiempo y no sabemos dónde. Se contaba "uno, dos, muchos. ..". Es el grado cero del cálculo, si se puede decir, puesto que el
estaba muy lejos de haberse inventado. Todavía se cuenta de esta manera en algunas
y en cuyoespíritu ha penetrado. Esto basta para crearle la defensa de la autocrítica y darle el sentido de la medida y de la orientación para cuando esté en la escuela, en mqdio de sus alumnos.
Si está dispuesto a dar definiciones lo de-, tendrá una imprevista sujeción. Reflexionará mejor sobre las palabras que estaba por pronunciar, retornarán a su mente ciertas diabluras de los "nombres", de la "existencia", de la "abstracción" y tendrá cierta timidez. Y entonces dejará a un lado toda esa cosa abstracta y se abandonará al benéfico impulso del hombre culto que olvida blará a los niños como
f
i
se aso-
ceroEl problema lógico de "definir" los objetos-
a cuyo estudio se dedica una ciencia determinada, y los conceptos que son el argumento de un tipo particular de especulación ha fatigado largemente a los filósofos, los cuales, ya desde épocas delicado
Un profesor de matemática francés, Georges Ifrah, ha emprendido una vasta investigación sobre el origen de los números y su papel en las distintas sociedades, a lo largo del tiempo y del espacio. Los resultados provisionales de esa búsqueda permiten
algunas conclusiones inesperadas: muchas conquistas de la matemática moderna ya han sido puntualmente detalladas por las civilizaciones que solemos denominar "primitivas"; los grandes sabios occidentales tuvieron oscuros antecesores a los que no se puede silenciar... En el artículo que sigue, Gerard Petitjean, de Le Nouvel Observateur traza
ocurrente crónica de los hallazgos de Ifrah.
sus propios libros y ha- se les debe halar: de
modo llano, con referencias concretas, con comparaciones adecuadas, despertando su fantasía y confiando en su sentido de observación.
muy antiguas, han advertido lo y complejo de la cuestión.
Sobre ello discute Platón (fines del Siglo V. a J. C. y principios del Siglo IV) por boca de Sócrates y, poco después, Aristóteles (384-322 a J.C.) intenta la sistematización, dedicaron después mucho de tantes pensadores.
sacar
Será para ellos una invitación socrática paradarse cuenta de que, en resumen, muchas de las cosas que enseña el señor maestro ellos ya las saben y las pueden ver como se debe.
iA ello se los más impor- una
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1
Un día se tuvo la idea de reemplazar las piedritas por objetos convencionales. Todo eso pasaba en la región de Elam, no lejos del Golfo Pérsico. Un gran cono por cien piedritas o cien ovejas o cien medidas de trigo. Un
más pequeño por diez, un disco chato
tros conocemos (un tres no tiene el mismo valor si está colocado en la columna de las unidades, de las decenas, de las centenas o de los millares) pero su cero era balbuciente. No sabían servirse de él sino en la mitad de un número. Los mayas colocaban el cero en el medio y al final pero no se servían de él para efectuar las operaciones. El cero indio de los tamules tenía exactamente las mismas posibilidades del que nosotros conocemos. Este es el que nos ha sido transmitido por los árabes (con el nombre de al sifr, que significa vacío o nada y que en español ha dado lugar a la palabra cifra), al mismo tiempo que las famosas cifras llamadas árabes que no son otras que las cifras tamules.
Escuchando a Georges Ifrah, uno se pone a soñar en una matemática menos descarnada, más cultural, más humana, en síntesis, que
aldeas de las Nuevas Hébridas, de Nueva Guinea y de Africa. V, para Georges Ifrah, la cifra "tres" es una supervivencia de esta manera primitiva de calcular: la palabra latina tres y trans tienen un mismo origen; trans significa "más allá"...
Rápidamente se logró algo mejor: la naturaleza suministraba ejemplos. Existen dialectos africanos en los cuales uno se dice yo; dos se dice ala; tres, trébol; cuatro, patas; cinco, manos. Para decir diez se dice dos manos. Como todo el mundo comenzó a calcular de esta manera, la mayoría de los sistemas de numeración que existen se basan en el diez:, sólo tenemos diez dedos. Algunos, más originales, eligieron el doce. Los mayas, los aztecas y los antiguos celtas, que se habían dado cuenta que agachándose un poco podían contar con los dedos de sus pies, habían adoptado el número veinte como base de su sistema. En cuanto a los babilonios que, por el solo hecho de haber inventado el cero merecerían quedar en la historia, contaban, no se sabe por.qué, teniendo como base de su numeración, el sesenta (como se sabe, la base es el número de unidades necesarias para formar una unidad de orden inmediatamente superior. La base del sistema decimal es diez', la del sistema binario es dos). Ellos nos legaron esos endemoniados problemas de división en horas, minutos y segundos que todos los escolares conocen y ese círculo dividido extrañamente en 360 grados. Pero ahí se trata ya de cálculos sofisticados.
visite el país Je la matemática", afirma Goerges Ifrah, quien confiesa que él mismo escribió, hace tiempo algunos libros de matemática que conducían inevitablemente a la somnolencia. Hasta el día en que encontró su camino de Damasco. "Un alumno de los últimos cursos me pidió al final del año que le explicara cómo calculaban los egipcios. Me quedé mudo".
La respuesta le costó cara a Georges Ifrah. Diez millones de centavos. Es el precio de una investigación que nadie ha querido subvencionar. Ni en las universidades: "La historia del número no es una tesis, es una síntesis", le contestaron finamente. Ni en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas: "demasiado interdisciplinario". No sabían a qué inciso tenían que imputar los gastos. Para pagar su vuelta al mundo con el fin de verificar en los lugares de existencia de documentos que le indicaban, Georges Ifrah hizo en cada lugar todos los oficios posibles: nadador, mozo de café, lavacopas, etcétera. Hoy, da conferencias en casi todos lados, hasta en la Escuela Normal Superior y escribe, libros. Es de esperar que los chicos lo conozcan un día en las escuelas, entre dos soluciones de ecuaciones de segundo grado.
cono.para las unidades. Antes de conducir el ganado del propietario a pastar en los campos de los alrededores, el pastor iba a presentarse al contador de la ciudad. Este encerraba conos grandes o pequeños y discos en una gran bola de arcilla fresca que se hacía secar al sol después de haberle estampado el sello del propietario. Cuando el rebaño volvía, se rompía la bola y se verificaba sí el pastor había hecho bien su
I
trabajo. Era el principio del montón de piedritas, un poco más perfeccionado. Pero no era muy práctico. Para verificar la importancia del rebaño, había que quebrar cada vez la bola de arcilla. Entonces se tuvo la ¡dea de trazar tallas de tamaño variable sobre la bola de arcilla en función del número de conos y de discos. Y luego, un día, una de las bolas se rompió. Los conos se perdieron pero el contador se dio cuenta, muy sorprendido, de que las marcas sobre la bola eran suficientes como para reconstituir la importancia del rebaño. Aquel día, entre los años 3300 y 300 antes de Cristo, en la región de Susa, un contador torpe inventó la escritura, si es que se le puede creer a Georges Ifrah. Y por qué no creerle, aunque ello Contradiga la teoría clásica que quiere que la escritura haya nacido para fijar el pensamiento. Esas bolas de arcilla son visibles en el Museo del Louvre.
Es emocionante ver hasta qué punto, en sus investigaciones a tientas, los hombres más alejados emprendieron el mismo camino. El ába- co, descendiente directo de las piedritas primitivas, todavía es utilizado hoy en la URSS, en China Popular y en el Japón, países que se tocan o casiconsiste en anudar cuerdas pequeñas para tar los números era utilizado por los incas antes de que los pescadores de la isla de Oki
lo descubrieran. Todavía hoy se utiliza la misma práctica para efectuar multiplicaciones con los dedos de las dos manos en China Popular, en la URSS, en la India, en Arabia, en Irak y en Auvernia. Es verdad que el método en cuestión ya existía en el año 1500 antes de Cristo. Como lo egipcias.
Es fascinante asistir a las etapas del razonamiento matemático. Los babilonios habían inventado la numeración de posición
aquella que a uno le asestan en los colegios secundarios: (a + b)2 = a2 + 2 ab + b2. . . Dedonde no se sale. De donde no se sale nunca a menos que se tenga un gusto perverso y rarísimo pornormales, curiosos, aquellos que prefieren la novela policial al tratado de lógica, están condenados desde el comienzo al aburrimiento y a la nulidad. "Casi no se alienta a que la gente
la ascesis intelectual. Los espíritus
(Viene de pág. 36)PASCAL: la matemática es una lógica tam
bién para él, sólo que la demostración no es procesión de confirmaciones anteriores ha
cia nuevas deducciones garantizadas por la autenticidad respetada del proceso (como en la lógica silogística, la garantía está dada por la eliminación de todo vicio paralogístico), sino
vuelta al principio "evidente por sí
en sí misma". Se puede observar que el esquema euclidiano es el mismo esquema aristotéli- co-silogístico llevado por la lógica a la matemática, esquema que será retomado por Descartes, seguido por Spinoza, quienes lo llevaron de la matemática a la gnoseología en fuñ
ar i stoté-
La bola y el rebañoLos guerreros de Abisinia, hace no demasia
do tiempo, tenían todavía una costumbre muy práctica: antes de partir a la pelea, cada uno depositaba una piedrita sobre un montón. Al volver, los sobrevivientes retomaban cada una piedrita. Se evaluaban así las pérdidas según el grosor del montón. Y
una
ción metafísica; pero es el esquema Iico absolutizado en autosuficiencia antes que
función cognoscitiva de la esencia de las cosas, lo que concluirá conduciendo a
matemática sin ninguna validez certifícala realidad objetiva;
solamente y sólo
unoque es unamismo", es un volver a los principios como verificación de validez, una reducción a la evidencia de un enunciado primario, incontrovertible porque su evidencia excluye toda necesidad -más que toda posibilidad- de demostración, en el sentido de que sería absurdo querer demostrar lo que no tiene necesidad de ello, que, además, no tiene en sí exigencia alguna de demostrabilidad. Es una reproducción del procedimiento aristotélico-leibmziano de volverse al principio de no contradicción, de manera de no exigir y admitir demostraciones.
se tocan. Pero el método queno vaya a
creerse que esos abisinios razonaban como salvajes. Hace no más de diez años, el panadero de una pequeña aldea cerca de Troyes vía de cortes hechos en un pedazo de madera para calcular el número de hogazas que le debían sus compatriotas. Dichos compatriotas recibían igualmente una punta de madera tada del mismo modo para evitar toda discusión. En el siglo pasado, esta rústica contabilidad se utilizaba en toda Francia. Y cuando decimos "cálculo", la palabra nos remite nuestros antepasados de las cavernas. En latín calculus significa piedra.
asunto enano-
unable en sus relaciones con "verdadera" para nosotros, para nosotros. Como "construcción" del intelecto humano (Vico, Hume, Kant, con el cual la matemática vuelve a ser ciencia del mundo que contiene necesariamente un elemento in-
el mundo es también para construcción
se ser- nawa
cor-
tuitivo, sólo porque nosotros "nuestro mundo", una categorial de nuestro intelecto que incluye for-
puras de la intuición sensible, las formas priori de espacio y tiempo).
atestiguan las pinturas
aa
masque noso-
4544
BIBLIOGRAFIA
LEDESMASOCIEDAD ANONIMA AGRICOLA INOUSTRIAl
que ha hecho de Jujuy y del Noroeste Argentino un polo de desarrollo de nuestra economía, produce y transforma muieria prima nacional recursos y mano de obra del país y concreta en los hechos una tarea de gran trascendencia económico-social.
COTI
BUDDEN, F. J. La fascination des groupes, 622 páginas, Ediciones O.C.D.L. París, 1977.
Acaso sea la cuestión que se plantea un gran matemático que no gusta del álgebra, una cuestión a la manera del famoso "¿Cómo se puede ser persa? ". Digamos de paso que el gran matemático citado sabe toda el álgebra que necesita y probablemente mucho más.
Es verdad que existen en la naturaleza y en muchas otras actividades comunes maneras de motivar estudios geométricos y que, como consecuencia de una experiencia pedagógica más larga, la enseñanza de la geometría, incluso la elemental, es rica en ejercicios interesantes. A su lado, la enseñanza del álgebra parece pobre.
¿No es más que una apariencia? ¿No es más que el efecto de un menor esfuerzo de imaginación para presentar ese tema? E| libro que comentamos permite responder a la última pregunta de manera afirmativa.
Un libro grande para tratar un tema importante: los grupos; 600 páginas no son demasiadas. E| autor toma su tiempo para introducir progresivamente las nociones útiles. Una una: componer operaciones reconocer la ciatividad, elemento neutro, elementos inversos. Teniendo definida la estructura de grupo, se dan ejemplos variados, se investigan las propiedades generales, se definen los subgrupos, el producto directo de grupos, las clases de equivalencia en los grupos, elementos conjugados y subgrupos distinguidos, homomorfismos de grupos y grupos cocientes, siempre con la preocupación de explicar las cosas simplemente e ilustrar los resultados con ejemplos sugestivos.
sición de B. Saulin, propiciada por la Regional de París de la "Asociación de Profesores de Matemáticas de la Enseñanza Pública" sobre "Arte de tañer las campanas. La asistencia, desgraciadamente, era escasa, sea que el título de la charla no indicara suficientemente que se trataría de asuntos de combinatoria y de teoría de grafos, sea que la próxima primavera, las elecciones o el partido de rugby entre Francia e Irlanda habían reducido la rrencia a las benévolas tentativas de diestramiento de los organizadores.
En la charla, hubo constantes referencias a los grupos y como algunos puntos no resultaban demasiado claros para mí, quize volver a las fuentes y para ello busqué en mi biblioteca el libro adecuado. Encontré el grueso libro de Budden... Fue una agradable sorpresa descubrir en él todo un capítulo sobre la "ciencia del carillón" donde hallé lo esencial y quizás un poco más, de las consideraciones de la exposición de Laulin. Habiéndoseme abierto el apetito por esta lectura estimulante, me volvía al capítulo anterior que se refiere a "Grupos y música". Allí también no fui decepcionado: la exposición es clara, rica, bien ilustrada, al alcance de personas que, como yo, llegaron algo tardíamente a las "matemáticas actuales". Luego, dos capítulos atrajeron mi atención "Los Grupos en Geometría", donde encontré una exposición muy clara sobre geometría proyectiva y algunas indicaciones sobre geometría finita, y el intitulado "Los modelos de dibujos con modelos repetitivos" que recomiendo a los profesores que puedan ser llamados a trabajar junto a profesores de dibujo. Brevemente: hay en el libro una documentación
I
• AZUCAR • PAPEL
• ALCOHOL • FRUTA
concu-rea-
í
Por razones fácilmente explicables, solicitamos de nuestros lectores, nos remitan el importe de su suscripción por 1977 (y el importe de las deudas que puedieran tener) con toda urgencia.
Esto nos permitirá realizar nuestra programación con mayor seguridad.
Muchas graciasa
aso-
I
MATEMIITICAMe había decidido a recomendar simple
mente este libro estimulando cuando recibí de Lean Sauvy esta nota que me resulta de lo mejor como conclusión:
"E| sábado 19 de marzo asistí
muy preciosa para los educadores que tratan de hacer más viva su enseñanza refiriéndola a la vida de todos los días.
a una expo-G. Walusinski 1121 Paraguay 1949 - 6° A - Buenos Aires
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v .'• .; •; í >_en el arte 1P:, :44SAXTA MAGñ'AhKXA.,#V\El. DESIERTO"
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