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Profesor Pastor Pedro Velásquez Por Fénix Gutiérrez Sueño 15 de agosto 2012 Hace poco, tuve un sueño muy significativo en el que me encontraba en un paisaje árido, sin árboles, ni animales, casi un desierto. Pero de repente mi vista se fue hacia el suelo, donde había un lago que se dividía en dos, para pasar por un camino. Su color era incomparable, un azul tan intenso que nunca he visto tal cosa en la tierra; brillaba de una manera que me quedaba perpleja al contemplar tan hermoso paisaje. Y quería sumergirme en las aguas, pero no sabía qué tan profundas eran, ni veía a nadie nadando, así que metía los pies en la orilla y caminaba por el lago suavemente, pudiendo sentir el agua que refrescaba mi ser. Tenía tanto alivio, parecía que estar en un desierto como ese ya me había tenido muy agotada, pero aquellas aguas brillantes, parecían darme nuevas fuerzas. Cuando desperté estaba con 39˚ C. Tenía fiebre y no bajaba con nada, entonces comencé a orar pero, parecía que en vez de mejorar empeoraba, así que decidí esperar, callada, pero comencé a desesperarme pues no bajaba la fiebre y me sentía muy mal, tosiendo, y aguantando los mareos y escalofríos. Parecía que Dios estaba tan lejos de mí. Él me hablaba de pasar esa prueba. Entonces como al mediodía, cuando no hallaba más qué hacer, decidí comenzar a alabar al Señor, pienso que él puso ese deseo en mí, pues no podía hablar porque estaba sin voz y con la garganta inflamada por la infección. Pero, canté como pude, con todas las fuerzas que tenía: -“Tú eres mi Dios, mi sanador, tú eres mi Dios quien me sana, enviaste tu palabra y sano fui, eres mi Dios quien me sana”, -“Eres Santo”, - “Jesús, Jesús, Jesús, hay algo en ese nombre, maestro, salvador, Jesús, como la fragancia después de la lluvia…”. Y al comenzar a adorar al Señor, mi sueño se hizo realidad, un rocío que refrescaba todo mi ser corría en mí, parecía que me bañaban en él, sentí tanto alivio que hasta me paré y fui a ver a mi familia al living. Canté, canté y grité mucho, y ya en la tarde la fiebre había bajado, había sudado muchísimo, podía hablar y ya me estaba riendo. Al día siguiente ya estaba lúcida y no me subió la fiebre más.

De repente me encontraba en un paisaje árido

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Page 1: De repente me encontraba en un paisaje árido

Profesor Pastor Pedro VelásquezPor Fénix Gutiérrez

Sueño 15 de agosto 2012

Hace poco, tuve un sueño muy significativo en el que me encontraba en un paisaje árido, sin árboles, ni animales, casi un desierto. Pero de repente mi vista se fue hacia el suelo, donde había un lago que se dividía en dos, para pasar por un camino.Su color era incomparable, un azul tan intenso que nunca he visto tal cosa en la tierra; brillaba de una manera que me quedaba perpleja al contemplar tan hermoso paisaje. Y quería sumergirme en las aguas, pero no sabía qué tan profundas eran, ni veía a nadie nadando, así que metía los pies en la orilla y caminaba por el lago suavemente, pudiendo sentir el agua que refrescaba mi ser. Tenía tanto alivio, parecía que estar en un desierto como ese ya me había tenido muy agotada, pero aquellas aguas brillantes, parecían darme nuevas fuerzas.

Cuando desperté estaba con 39˚ C. Tenía fiebre y no bajaba con nada, entonces comencé a orar pero, parecía que en vez de mejorar empeoraba, así que decidí esperar, callada, pero comencé a desesperarme pues no bajaba la fiebre y me sentía muy mal, tosiendo, y aguantando los mareos y escalofríos. Parecía que Dios estaba tan lejos de mí. Él me hablaba de pasar esa prueba.

Entonces como al mediodía, cuando no hallaba más qué hacer, decidí comenzar a alabar al Señor, pienso que él puso ese deseo en mí, pues no podía hablar porque estaba sin voz y con la garganta inflamada por la infección. Pero, canté como pude, con todas las fuerzas que tenía: -“Tú eres mi Dios, mi sanador, tú eres mi Dios quien me sana, enviaste tu palabra y sano fui, eres mi Dios quien me sana”, -“Eres Santo”, - “Jesús, Jesús, Jesús, hay algo en ese nombre, maestro, salvador, Jesús, como la fragancia después de la lluvia…”. Y al comenzar a adorar al Señor, mi sueño se hizo realidad, un rocío que refrescaba todo mi ser corría en mí, parecía que me bañaban en él, sentí tanto alivio que hasta me paré y fui a ver a mi familia al living.Canté, canté y grité mucho, y ya en la tarde la fiebre había bajado, había sudado muchísimo, podía hablar y ya me estaba riendo. Al día siguiente ya estaba lúcida y no me subió la fiebre más.

El Señor me enseñó algo tan valioso para mí, que a través de la alabanza podemos recibir consuelo y que él pelea la batalla cuando lo exaltamos, trayendo la victoria a nuestras vidas.

“Te alabaré; porque formidables, Maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”.

(Sal 139:14 RV60)