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DE TIERRA, AGUA Y TUERCAS. LA PRESENCIA INDUSTRIAL EN LA HACIENDA DE ATEQUIZA DURANTE EL PORFIRIATO Y SUS HUELLAS AL SIGLO XXI | 127 S e presentará Atequiza como una unidad agrícola que canalizó sus fuerzas y recursos productivos hacia el establecimiento de industrias novedosas, tales como la fabricación de ladrillos, la elaboración de alcohol de maíz, la moder- nización de un molino de trigo, la extracción mecanizada de cantera y la gene- ración de energía hidroeléctrica. 1 Se plantea como hipótesis que la industria- lización observada al interior de la hacienda de Atequiza (figura 1) fue posible por el accionar de dos entes principales: el fomento estatal y económico de la época, y las con- diciones físicas y geográficas particulares de la finca; la dinámica comercial y de fomen- to porfirista, junto con la existencia de tierras aptas para el cultivo, dotadas de agua y otros materiales explotables, las vías de comunicación y su cercanía con Guadalajara, posibili- De tierra, agua y tuercas. La presencia industrial en la hacienda de Atequiza durante el Porfiriato y sus huellas al siglo XXI El presente artículo tiene como objetivo esbozar la presencia industrial dada en una hacienda jalisciense, Atequiza, hacia finales del siglo XIX, a través del establecimiento de diversos procesamientos mecanizados que fueron implantados con la misión de extender el ciclo productivo de la finca, desde la explotación de recursos naturales y agrícolas hasta su procesamiento industrial, así como exponer brevemente las huellas arquitectónicas que estas actividades dejaron a su paso y que persisten, en estados variables, hasta nuestros días, particularmente obras hidráulicas y fabriles. Palabras clave: Negociación de Atequiza, modernización, fábrica de alcohol, molino de trigo, planta hidroeléctrica, ferrocarriles. LAURA Y. PACHECO URISTA* * Investigadora independiente. 1 Este artículo está basado en la tesis que actualmente desarrollo para obtener el título de licenciada en His- toria, denominada “Entre máquinas, harina y agua. Modernización agrícola industrial en la hacienda de Ate- quiza y su impacto productivo, 1873-1907”, registrada en el Departamento de Historia de la Universidad de Guadalajara.

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Se presentará Atequiza como una unidad agrícola que canalizó sus fuerzas yrecursos productivos hacia el establecimiento de industrias novedosas, talescomo la fabricación de ladrillos, la elaboración de alcohol de maíz, la moder-nización de un molino de trigo, la extracción mecanizada de cantera y la gene-ración de energía hidroeléctrica.1 Se plantea como hipótesis que la industria-

lización observada al interior de la hacienda de Atequiza (figura 1) fue posible por elaccionar de dos entes principales: el fomento estatal y económico de la época, y las con-diciones físicas y geográficas particulares de la finca; la dinámica comercial y de fomen-to porfirista, junto con la existencia de tierras aptas para el cultivo, dotadas de agua y otrosmateriales explotables, las vías de comunicación y su cercanía con Guadalajara, posibili-

De tierra, agua y tuercas. La presencia industrial

en la hacienda de Atequiza durante el Porfiriato

y sus huellas al siglo XXI

El presente artículo tiene como objetivo esbozar la presencia industrial dada en unahacienda jalisciense, Atequiza, hacia finales del siglo XIX, a través del establecimientode diversos procesamientos mecanizados que fueron implantados con la misión deextender el ciclo productivo de la finca, desde la explotación de recursos naturales yagrícolas hasta su procesamiento industrial, así como exponer brevemente las huellasarquitectónicas que estas actividades dejaron a su paso y que persisten, en estadosvariables, hasta nuestros días, particularmente obras hidráulicas y fabriles.Palabras clave: Negociación de Atequiza, modernización, fábrica de alcohol, molino detrigo, planta hidroeléctrica, ferrocarriles.

LAURA Y. PACHECO URISTA*

* Investigadora independiente.1 Este artículo está basado en la tesis que actualmente desarrollo para obtener el título de licenciada en His-toria, denominada “Entre máquinas, harina y agua. Modernización agrícola industrial en la hacienda de Ate-quiza y su impacto productivo, 1873-1907”, registrada en el Departamento de Historia de la Universidad deGuadalajara.

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taron la aparición de la actividad industrial en lafinca cuando ambas instancias coincidieron en unproyecto común: la construcción de obras hidráu-licas y el uso intensivo del agua en actividades pro-ductivas agrícolas e industriales.

La muestra analítica que se presenta a conti-nuación, lejos de ser una descripción densa demaquinaria y procedimientos técnicos, está enfo-cada a mostrar de manera cualitativa cómo uncentro originalmente agrícola modificó su oferta ycapacidad productiva a raíz de su paulatina indus-trialización.2 Se propone que la mecanización ru-ral que presentó Atequiza fue coherente con lastendencias modernizantes tecnológicas y econó-micas que caracterizaron al Porfiriato, pero sobretodo se intenta, con este caso, demostrar la pre-sencia efectiva de la industria en el campo mexi-cano hacia finales del siglo XIX (figura 2).

Aunado a lo anterior, este artículo puede ser elprimer paso de un reconocimiento renovado paraAtequiza como centro pionero en el desarrolloindustrial en el estado; un antecedente directo de la

presencia fabril que actualmente existe en la zonaaledaña al río Santiago, desde La Barca hasta losmunicipios de El Salto y Juanacatlán, y que hoy for-ma el corredor industrial de Jalisco.3 La actividadmecanizada de la hacienda de Atequiza, junto a lade El Castillo y su fábrica Río Grande, inauguraronel asentamiento de industrias grandes en el siglo XX

en las márgenes del río Santiago.4 Igualmente seexpone de manera breve la construcción de obrashidráulicas e industriales en su contexto, con lafinalidad de contribuir con información que apoyela revaloración de las fincas históricas que pervivenen el actual pueblo de Atequiza, y así redoblaresfuerzos para su conservación material.

Tendencias, posibilidades y recursos para la modernización productiva rural

En primera instancia resulta necesario advertirbrevemente el contexto que posibilitó a Atequizapara incursionar en la actividad industrial. Así, sepuede mencionar que desde el último tercio delsiglo XIX la producción nacional se vio estimuladapor un mercado renovado a consecuencia de laReforma, hasta lograrse un enclenque mercadonacional que demandaba mayor cantidad y diver-sidad de productos de todos los sectores, y espe-cialmente del agrícola.5 Como respuesta a tal

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3 Este corredor industrial, fue creado oficialmente por elgobierno a mediados del siglo XX y actualmente está pobladode grandes industrias nacionales y trasnacionales que fabri-can cualquier cantidad de mercancías. En décadas recienteslas consecuencias ambientales y de salud pública han sidoalarmantes por el elevado nivel de tóxico que lleva el río debi-do a contaminación industrial vertida al mismo.4 Véase Rogelio Luna et al., Jalisco desde la Revolución, t. XIII,Crecimiento industrial y manufacturero 1940-1980, Guadalaja-ra, Gobierno del Estado de Jalisco/Universidad de Guadala-jara, 1988; Carlos Riojas, Las intransitables vías del desarrollo.El proceso de industrialización durante el siglo XIX, Guadalajara,Universidad de Guadalajara, 2003; Jorge Durand, Los obrerosde Río Grande, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986.5 Véase Enrique Cárdenas, Cuando se originó el atraso econó-mico de México. La economía mexicana en el largo siglo XIX, 1780-

2 La óptica técnica de esta investigación aún no está en posi-bilidades de ser presentada de manera íntegra, debido a laescasez de fuentes sobre el tema.

Figura 1. Casa principal en la hacienda de Atequiza, ca. 1899. J. FigueroaDomenech, Guía general descriptiva de la República Mexicana. Historia, geo-grafía, estadística…, t. II, México, Ramón de S. N. Araluce, 1899, p. 259.

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demanda, el Estado, los propietarios y la tecnolo-gía contribuyeron a la modernización productivade las haciendas a través de la intensificación ydiversificación de sus mercancías ofrecidas.

Contrario a la versión clásica que caracteriza alas haciendas como centros productivos y econó-micamente estáticos e irracionales, una visión másreciente basada en estudios regionales ha demos-trado la existencia de una lógica capitalista enhacendados cuya inversión y dirección de sus fin-cas estuvo regida por intereses mercantiles.6 Así, la

hacienda mexicana —al menos la jalisciense— evo-lucionó a lo que Nickel denomina como haciendamoderna,7 la cual se puede entender de manerageneral como aquella que adoptó novedosos méto-dos y lógicas de explotación a través de la diversifi-cación de inversiones en sus fincas, la ejecución demedias mercantiles liberales, la renovación de susprocesos de administración y producción, y apro-vechó el fomento estatal para la mecanización eindustrialización de sus actividades.

Cabe señalar que lo que se observa para estemomento en las haciendas es un proceso de tran-sición donde básicamente cambian las formas deproducción —orientadas a la industrialización—,pero se conservan las bases sociales tradicionalesal interior de esta institución. Además, que el gra-

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rural jalisciense, Guadalajara, Universidad de Guadalajara,2003.7 Herbert Nickel, op. cit., pp. 134-143.

1920, Barcelona, Biblioteca Nueva Fundación Ortega y Gasset,2003.6 Por enunciar algunos de estos estudios, Herbert Nickel, Mor-fología social de la hacienda mexicana, México, FCE, 1996; Ale-jandro Tortolero, De la coa a la máquina de vapor. Actividadagrícola e innovación tecnológica en las haciendas mexicanas:1880-1914, México, Siglo XXI, 1998, y Notarios y agricultores.Crecimiento y atraso en campo mexicano, 1780-1920, México,Siglo XXI/UAM-Iztapalapa, 2008; El campo jalisciense durante elPorfiriato, Guadalajara, IES-UDG, 1986; Sergio Valerio, Historia

Figura 2. Ixtlahuacán de los Membrillos (en un círculo). www.capturapostal.jalisco.gob.mx, consul-tado el 19 de febrero 2012.

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do de evolución o modernización en una haciendavaría de un establecimiento a otro según sus con-diciones y provisiones regionales. Por tanto, debeconsiderarse que para que se diera la transición enuna finca, eran necesarias ciertas provisiones de-pendientes de la región, pues la evolución dependióde la “adecuación de las haciendas a la disponibili-dad y al acceso de recursos naturales, a la tierra, alagua, a la tecnología, a la fuerza de trabajo, así co-mo a los mercados locales, nacionales y hasta in-ternacionales”.8 Así pues, es necesario apuntar al-gunas características particulares y regionales queposibilitaron la aparición de la industria en Atequi-za, tales como su posición geográfica y los recur-sos naturales y humanos de que estuvo dotada.

La finca se ubicó unos 30 km al sureste de Gua-dalajara y unos 16 km al norte del lago de Chapala,en el actual municipio de Ixtlahuacán de los Mem-brillos (figura 3). Se encontraba asentada en unvalle formado a la orilla del Río Grande o deSantiago (figura 4), compuesta mayormente portierras planas cuya calidad arcillosa predominabay en la que se practicaban principalmente la siem-bra de trigo, maíz, garbanzo y frijol. En sus bos-

ques predominaban los mezquites, sabinos, huiza-ches y ozotes, así como la grama (pasto brasileño)y el trébol de carretilla.9 Contaba además congrandes provisiones naturales de piedra cantera yotros materiales aptos para la construcción, comola cal y la arcilla.

Fundada hacia 1556, con una superficie inicialaproximada de 2,630 ha que fueron otorgadas comomerced del pueblo de Atotonilquillo.10 La propie-dad pasó por manos de diversos personajes hastaque en 1839 fue adquirida por Cástulo GallardoGonzález Hermosillo, quien además compró otrashaciendas y ranchos colindantes con Atequiza; coneste personaje comenzó la familia que poseyó pormás tiempo la hacienda y con quienes se experi-mentó el máximo crecimiento y diversificación

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9 Mariano Bárcena, Ensayo estadístico del estado de Jalisco.Referente a los datos necesarios para procurar el adelanto de laagricultura y la aclimatación de nuevas plantas industriales,Guadalajara, UNED, 1983, pp. 438-439.10 Adrián Padilla Arias, Atequiza. Lugar donde se corta el agua,Atequiza, Casa de la Cultura de Atequiza, 2005, p. 20.8 Sergio Valerio, op. cit., p. 72.

Figura 3. Territorio actual de Ixtlahuacán de los Membrillos. www.capturapos-tal.jalisco.gob.mx, consultado el 19 de febrero 2012.

Figura 4. Hacienda de Atequiza y sus linderos, ca. 1902. Itzel Ramírez, conbase en Salvador Collado, Plano de las haciendas de Atequiza y La Calera yde la Laguna de Cajititlán. Con indicaciones de las obras ejecutadas y pro-yectadas para aprovechar sus aguas según concesiones de la Secretaría deFomento, Guadalajara, mayo de 1902; Archivo Histórico del Agua (AHA),Aprovechamientos superficiales, caja 2777, exp. 38895.

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productiva que se observó en ésta. Esta sucesiónfamiliar recibió los nuevos elementos políticos, eco-nómicos, tecnológicos y mercantiles que permitie-ron la prosperidad de sus intereses, acorde al mode-lo desplegado durante el Porfiriato.

Luego de varios traspasos de propiedad entre ladescendencia de este personaje, en 1890 JosefaGallardo Riesch, junto con su esposo y adminis-trador de la finca, Manuel María Cuesta, compró asus hermanos la totalidad de Atequiza,11 la cualsumaron a la propiedad que ya tenían sobre lashaciendas La Huerta, La Calera y el rancho Puertade la Cruz, que le habían sido legadas a Josefa porsu padre.12 El matrimonio formó de ello, junto consu hijo Manuel, la sociedad Manuel M. Cuesta ehijo, en 1897, para la explotación de la hacienda deAtequiza y sus anexas.13 Con ello se creó un con-junto agrícola ganadero e industrial que llegóalcanzar las 12,847 ha y que aquí se denominarácomo Negociación de Atequiza14 (figura 5).

La Negociación se conectaba a través de cami-nos de tierra con los pueblos y haciendas fronteri-zas, así como con los principales centros de desa-rrollo en la región, como sería el caso de Chapala,La Barca y la capital jalisciense. En 1888, al pie desu frontera norte pasó el Ferrocarril CentralMexicano (FCM) en su ramal de Guadalajara-Irapuato, por una faja de terreno de 12,725 m, conlo cual se estableció la Estación de Atequiza aproxi-madamente a 2.4 km del casco de la misma hacien-da.15 Un año después, la posibilidad de transporta-ción se incrementó cuando se instaló un tren de víaangosta y de tracción animal, que comunicaba des-de esta estación hasta el molino y la cuadrilla deAtequiza, para movilizar carga y empleados.16

Además se instaló también una estación delFerrocarril Central Mexicano en su rancho adjuntoLa Capilla. Contó con líneas telegráficas propias, yposteriormente telefónicas, que le permitieronentablar comunicación entre cada una de las fincasasociadas y sus agencias comerciales.17

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Secretaría de Fomento, Guadalajara, mayo de 1902; ArchivoHistórico del Agua (AHA), Aprovechamientos superficiales,caja 277, exp. 38895.15 AIPJ, Francisco González Palomar, vol. 13, 28 de julio de 1899.16 Archivo Histórico de Jalisco (AHJ), F-5-901, caja 170, exp. 8144.17 Dirección General de Telégrafos Nacionales de México,

11 Archivo de Instrumentos Públicos de Jalisco (AIPJ), HeraclioGarciadiego, vol. 49, 26 de junio de 1890.12 AIPJ, Juan Riestra, vol. 27, 13 de abril de 1869.13 AIPJ, Francisco González Palomar, vol. 13, 28 de julio de 1899.14 Salvador Collado, Plano de las haciendas de Atequiza y LaCalera y de la Laguna de Cajititlán. Con indicaciones de las obrasejecutadas para aprovechar sus aguas según concesiones de la

Figura 5. Negociación de Atequiza con su sistema de canales de riego, ca. 1902. Itzel Ramírez, conbase en Salvador Collado, Plano de las haciendas de Atequiza y La Calera y de la Laguna de Cajititlán.Con indicaciones de las obras ejecutadas y proyectadas para aprovechar sus aguas según concesionesde la Secretaría de Fomento, Guadalajara, mayo de 1902; Archivo Histórico del Agua (AHA),Aprovechamientos superficiales, caja 2777, exp. 38895.

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Por último, cabe apuntar que aprovechó elmercado de brazos que significaba la cercanía delos pueblos de Atotonilquillo, Ixtlahuacán de losMembrillos y Cajititlán; además estuvo bordeadapor fuentes y corrientes acuíferas de importancia,como el río Santiago, el lago de Chapala, la lagunade Cajititlán y el arroyo Los Sabinos. Así pues, laNegociación de Atequiza contó con recursos natu-rales explotables, con mano de obra, un mercadolocal cercano de importancia y la posibilidad deuno internacional gracias al ferrocarril, así comoun acceso factible al agua (tabla 1).

El peaje hacia la industrialización

Una vez esbozadas algunas particularidades de laNegociación respecto a su ubicación y provisionesnaturales, es necesario caracterizar brevemente elsegundo ente que es el fomento estatal y econó-mico, y que a juicio propio permitió el surgimientoindustrial en la empresa rural que se trata (figura6). A través de la Secretaría de Fomento, el estadoporfirista dispuso medidas para emprender lamodernización e intensificación productiva delcampo y la industria en México,18 de las cuales

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Catálogos de oficinas telegráficas, radiotelegráficas, telefónicasNacionales y de las telegráficas y telefónicas extrañas a la rednacional, México, 1924; Sergio Valerio, op. cit., p. 340.

Tabla 1. Composición territorial de la Negociación de Atequizaa

Finca Extensión (ha), 1902 Ranchos y estancias internas

Hacienda AtequizaHaciendas La Calera, La HuertaNegociación de Atequiza

09,062.603,784.412,847.0

El Rodeo, La Capilla del RefugioPuerta de la Cruz

a Realización propia, con base en Salvador Collado, Plano de las haciendas de Atequiza y La Calera y de la Laguna de Cajititlán. Conindicaciones de las obras ejecutadas y proyectadas para aprovechar sus aguas según concesiones de la Secretaría de Fomento, Guadalajara,mayo de 1902.

Figura 6. Panorámica del cuadro principal de Atequiza, primer plano Fábrica de alcohol, ca. 1905. Adrián PadillaArias, Atequiza. Lugar donde se corta el agua, Atequiza, Casa de la Cultura de Atequiza, 2005.

18 Alejandro Tortolero sugiere que, en este periodo, en mate-ria agrícola no hubo una lógica predominante por parte de laSecretaría, sino que más bien dicha lógica variaba según elinterés del ministro en turno; los intentos fueron desde la co-

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hay que resaltar la política emprendida hacia ladécada de 1890 encaminada a implementar en elcorto plazo “maquinaria agrícola, mejores plantas,facilidades mercantiles, créditos e irrigación”,19

noción secundada e impulsada por el secretarioManuel Fernández Leal, quien orientó su trabajosobre todo a la expansión de la irrigación y la cons-trucción de grandes obras hidráulicas. En este sen-tido hay que considerar las medidas desplegadaspara el aprovechamiento de recursos, como elagua y la infraestructura requerida, así como laintroducción y establecimiento de maquinaria eindustrias novedosas en el país.

Para hacer posible el aprovechamiento dellíquido en grandes cantidades, hubo que recurriral capital privado y se optó para ello por el sistemade concesiones; las obras de infraestructura se rea-lizarían por cuenta de los beneficiarios, quienes acambio de su inversión explotarían según su con-veniencia una determinada cantidad de agua, yafuera en riego, como insumo o como potenciamotriz, acompañado además de una serie de pri-vilegios arancelarios y lucrativos para sus nego-cios. Mientras, en el ámbito industrial la consignaera facilitar, a costa fiscal, el establecimiento decualquier tipo de fábrica, producción o transporteque pusiera las mercancías mexicanas a la van-guardia y en competencia dentro del mercadointernacional. Las medidas tomadas giraron entorno a las exenciones fiscales tanto para la impor-tación de herramientas como para el funciona-miento de una industria, tendencia provocada porla Segunda Revolución Industrial, que consistióbásicamente en la diversificación y complejidadque alcanzaron los materiales, procesos, fuentesde energía, y los medios de comunicación y trans-

porte que intervenían en la cadena productiva.En este contexto, el agua comenzó a jugar un

papel muy importante en el pretendido creci-miento de la época tanto para la expansión agríco-la como dentro de la industria, pues este elemen-to representaba materia prima, fuente de energíay medio de desalojo de desechos.20 En la medidaen que se propagaron estos ideales productivos ysurgieron nuevos interesados en la consecucióndel agua para sus empresas, el líquido fue cada vezmás disputado y también mayormente utilizado;el ingeniero Mariano Bárcena refería que enJalisco, hacia 1888, la mayoría del conjunto deaguas corrientes en Jalisco eran “utilizadas enmuchas partes para irrigaciones y en otras comofuerza motriz, especialmente en los molinos decaña y trigo”.21

Las promesas productivas que representaba lautilización abundante del líquido para la agricul-tura y la industria, llevaron a Atequiza y sus pro-pietarios a la regularización y ampliación de dere-chos que poseían para el aprovechamiento delagua, pero sobre todo a invertir fuertemente en laconstrucción de obra hidráulica para incrementarsu rendimiento agrícola, pero también para posi-bilitar su incursión en la industria mediana. Aquíel proceso de concentración de agua se intensificódesde mediados de 1890, cuando comenzó a soli-citarse el líquido tanto para fines de riego comopara la generación energética. Una hipótesis cen-tral en este estudio es que, a partir de la acumula-ción de agua en la Negociación de Atequiza, fueposible el establecimiento de nuevas industrias yla intensificación de la producción agrícola, y porende una mayor diversificación productiva dentrodel conjunto hacendario.

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20 Diana Birrichaga, Agua e industria en México: documentossobre el impacto ambiental y contaminación, 1900-1935, México,CIESAS/El Colegio Mexiquense, 2008.21 Mariano Bárcena, op. cit., p. 238.

lonización y deslindes a la instrucción, la irrigación, la indus-trialización, invención y el crédito; véase Alejandro Tortolero,De la coa…, op. cit., pp. 48-127.19 Ibidem, p. 83.

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Por medio de concesiones federales y estatales,la Negociación logró estar dotada durante todo elaño de grandes cantidades de agua provenientesde cada una las fuentes hídricas que le rodeaban(figura 7). A través de la ampliación y construc-ción de presas y canales derivadores se logró pro-veer agua constante tanto a sus parcelas irrigadascomo a sus diversas industrias. Entre 1896-1900 elagua que fue obtenida por diversas concesionespara las tres fincas sumó en conjunto por lomenos 8,170 litros por segundo, más “las aguasque escurren sobre la presa de Atequiza”, para serutilizadas en la generación de fuerza motriz,22 ylas “aguas sobrantes” que en la época de lluvia lle-vaba el arroyo de Los Sabinos en su cauce.23 Aexcepción del agua de Los Sabinos concedida porel poder estatal, las demás fueron otorgadas por laSecretaría de Fomento; según cada fuente acuáti-ca y solicitud, los propietarios expresaron quesería utilizada tanto para la extensión del riegocomo para la generación de energía motriz.

En este sentido, hay que establecer cuál fue lainversión en materia de construcción hidráulica

que la empresa tuvo que pagar para contar con laestructura suficiente para emprender sus grandesproyectos agrícolas e industriales. Así, fue necesa-ria la ampliación de la presa y canal de riego deAtequiza que datan del siglo XVIII, la construccióndel canal de Cajititlán y la extensión del propiocanal de Calera.

La ampliación de infraestructura hidráulica enAtequiza comenzó desde 1896, cuando se solicitóla confirmación de aprovechamiento del río San-tiago. Luego de recurrir a una serie de acuerdoscon las haciendas vecinas también interesadas enesa corriente, por fin se le confirmaron 3,500 litrosde agua por segundo, así como la autorización pa-ra elevar la altura de la cortina, en 27 cm, de lapresa que tenían instalada.24

La llamada Presa de Atequiza, construida a me-diados del siglo XVIII, tuvo las dimensiones origi-nales de 313.5 m de largo por 3.5 m de altura, conuna pared de mampostería de un grosor de 2.5 m.25

Estaba ubicada en la margen izquierda del Santia-go, 5 km al este de la finca de Atequiza; desde ahíel agua apresada descendía por un canal de mam-postería que llevaba el mismo nombre (figura 8), a

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24 AHA, Aprovechamientos superficiales, caja 1326, exp. 18045.25 AIPJ, Félix Ulloa Rojas, vol. 16, 29 de marzo de 1873.

22 AHA, Aprovechamientos superficiales, caja 1516, exp. 20865,f. 35v.23 AHJ, F-6-900, caja 260, exp. 6596.

Figura 7. Río Santiago al norte del actual Atequiza. Fotografía de LauraPacheco, noviembre de 2008.

Figura 8. Vista de una parte del Canal de Atequiza. Fotografía de LauraPacheco, noviembre de 2008.

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lo largo de 3,460 m y atravesaba terrenos del pue-blo de Atotonilquillo, hasta llegar el caserío de Ate-quiza, donde era aprovechada como fuerza motriz;de ahí, el canal conducía el agua a las parcelas deregadío de Atequiza y continuaba irrigando hastalos terrenos de La Capilla.26 En años posterioresvendrían algunas ampliaciones al llamado canalde Atequiza, hasta que en 1905 este sistema deconservación y conducción de agua fue capaz deirrigar cerca de 2,700 ha y generar la energíahidráulica necesaria para actividades como lamolienda de trigo y el funcionamiento de los dina-mos existentes en la hacienda desde 1888.27

El sistema recién descrito satisfacía las necesida-des hidráulicas de una de las fincas que conforma-ban la Negociación (Atequiza), pero para lograr elmismo aprovechamiento en las otras fincas de laempresa fue necesaria otra obra hidráulica que con-sistió en la compleja construcción del canal deCajititlán (figura 9), cercano a la hacienda La Calera.Desde 1898 a esta propiedad le habían sido confir-mados 2,900 litros de agua por segundo para su apro-vechamiento en riego.28 No obstaste, esta cantidadno era suficiente para los planes productivos que supropietario, Manuel Cuesta Gallardo, tenía proyecta-dos; por ello ideó una obra de mayor envergaduraque le aseguraría agua constante durante todo el año.

En tiempos de agua se trabaja de la desviacióndel arroyo Los Sabinos hacia el vaso lacustre deCajititlán, de donde serían extraídos 4,000 litrospor segundo durante los meses de secas —en losaños pluvialmente pobres—, mientras que enlos años abundantes en lluvias el agua de LosSabinos sería utilizada en riego directamente.29

Con el nuevo canal se estimaba incrementar amás de 4,246.56 las hectáreas al regadío de la Ne-gociación.30 Para ello y con autorización federal,comenzó la compleja obra que por su trazo tuvoque conducir el agua por las haciendas vecinas deSanta Rosa y Cedros, razón por la cual fue necesa-ria una serie de convenios entre sus propietarios.31

El proyecto general para el sistema de canales dela Negociación era el unir el nuevo canal que con-ducía el agua de Los Sabinos con el existente en lahacienda de La Calera, y éste a su vez con el canalde Atequiza, para lograr con ello un sistema integralen sus dominios como el que se puede apreciar enla figura 5. Para esto, fueron necesarios además delos convenios e indemnizaciones con propiedadesvecinas, ampliar la capacidad del canal de La Caleraa 6,000 litros por segundo y prolongarlo hasta conec-tarlo con el de Atequiza. Las obras correspondientesse reportaron como terminadas en septiembre de1905 ante la Secretaría de Fomento.32

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30 AHA, Aprovechamientos superficiales, caja 4626, exp. 61617.31 AHJ, F-6-900, caja 259, exp. 659.32 AHA, Aprovechamientos superficiales, caja 4626, exp. 61617,fs. 137-138.

26 AHA, Aprovechamientos superficiales, caja 1516, exp. 20865.27 Idem.28 Ibidem, caja 4633, exp. 61744.29 Manuel Cuesta, previamente había conseguido la conce-sión ante el gobierno de Jalisco para aprovechar las “aguassobrantes” que en temporal de lluvias llevaba el arroyo LosSabinos; AHJ, F-6-900, caja 260, exp. 6596.

Figura 9. Canal de Cajititlán, ca. 1899. J. Figueroa Domenech, Guía generaldescriptiva de la República Mexicana. Historia, geografía, estadística…, t. II,México, Ramón de S. N. Araluce, 1899.

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Establecimiento de industrias en Atequizacon sus construcciones

Se ha sugerido intrínsecamente que la Negociaciónde Atequiza tuvo un plan productivo que incluíadesarrollar tanto su actividad agrícola como la in-dustrial, que la tendencia legislativa y tecnología deaquel momento impulsaba a que los sectores pro-ductivos diversificaran su oferta y el procesamientode sus mercancías; así, Atequiza tuvo primero queasegurarse el abastecimiento de agua, como primerpaso para poder establecer nuevas industrias den-tro de su territorio e intensificar las ya instaladas,con lo cual Atequiza logró intensificar la irrigaciónde sus sembradíos, al tiempo que aumentó su pro-ducción industrial y amplió su oferta productiva.

Con las obras hidráulicas descritas, la empresade Atequiza logró irrigar 4,386 ha. Pero las obrasde canalización no sólo permitían el riego agríco-la, sino que también realizaban la conducción delagua a un determinado punto en que pudiera serutilizada para actividades diversas, ya fuerandomésticas o industriales. En este caso, el agua secondujo en mayor medida hacia la cuadrilla deAtequiza donde estaban los principales edificioshabitacionales y se habrían de instalar las cons-trucciones industriales, como el molino de trigo,las fábricas de alcohol y de ladrillos y la plantahidroeléctrica (tabla 2).

Paralelo al tiempo invertido para obtener los con-venios de concesiones de agua y la construcción de

obras para su aprovechamiento, Manuel Cuesta Ga-llardo, como propietario encargado de la Negocia-ción, estuvo realizando una serie de alianzas indus-triales y comerciales que permitieron finalmente laindustrialización decidida de la empresa (figura 10).Expresamente, en 1899 logró formar tres compañíasdiferentes que aprovecharon los recursos agrícolasy naturales de la propiedad junto con el agua de

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Tabla 2. Terrenos irrigados en la Negociación de Atequiza, 1902a

Finca Ha de temporal Porcentaje de riegoHa de riego

AtequizaLa Huerta y La CaleraNegociación Atequiza

34.034.434.1

09,062.603,783.412,847.0

3,083.31,302.94,386.2

a Realización propia, con base en Salvador Collado, Plano de las haciendas de Atequiza y La Calera y de la Laguna de Cajititlán. Conindicaciones de las obras ejecutadas y proyectadas para aprovechar sus aguas según concesiones de la Secretaría de Fomento, Guadalajara,mayo de 1902.

Figura 10. Representación de la Industria, original de la hacienda. AntoineDurenne, París. Fotografía de Laura Pacheco, marzo de 2012.

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que era concesionario, para la elaboración industrialde ladrillos, la extracción mecánica de cantera y unexclusivo alcohol de maíz, además de modernizar elproductivo molino de trigo.

Fabricación de ladrillos

A principios de 1899 Manuel Cuesta Gallardoarrendó al estadounidense John Pohl un terre-no ubicado en su rancho adjunto La Capilla ycercano a la estación del FCM del mismo nom-bre, del cual se podría extraer la arcilla, agua ydemás insumos necesarios para la elaboraciónde ladrillos y materiales análogos, en el cual seestablecerían la maquinaría y hornos corres-pondientes de la fábrica. No obstante, este con-venio advertía que si el arrendador lograba ins-talar una potencia motriz en el terreno, éste seconvertiría en socio de la industria y por estaenergía cobraría 20% de las ganancias logra-das.33 Dos meses después, la potencia requeri-da fue un hecho y el contrato de arrendamien-to fue secundado por el propio de una sociedadmercantil o comandita: John Pohl y Compañía.Fabricantes de Ladrillo.34

Aunque no se han localizado con exactitud losvestigios de esta fábrica, ni el inventario exacto desu equipamiento, se sabe que funcionó con maqui-naria estadounidense, cuyo costo fue aproximado a

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Joseph Pohl, Walter Morris y Hezel Morris. Joaquín Escrichedefine este tipo de sociedad como aquella que “se contraeentre uno o más socios responsables y solidarios, y una omuchas personas que no hacen más que prestar sus fondos yse llaman comanditarios, o bien la que se contrae prestandouna o varias personas los fondos para estar a las resultas de lasoperaciones sociales, bajo la dirección exclusiva de otros so-cios que los manejen en su nombre particular. El socio osocios que tengan el nombre o razón comercial de ella, sonresponsables solidariamente de los resultados de todas susoperaciones. Los comanditarios no pueden incluir sus nom-bres en la razón comercial, a fin de no dar lugar a que el públi-co se engañe sobre la naturaleza de las obligaciones de lossocios comprendidos en la razón social, y mire como socioresponsable y solidario al que no es más que comanditario”;Joaquín Escriche, Diccionario Razonado de legislación y juris-prudencia, t. IV, Madrid, Imprenta de Eduardo Cuesta, 1874.

33 AIPJ, Genaro B. Ramírez, vol. 8, 9 de febrero de 1899.34 A la empresa se unieron también los estadounidenses

Figura 11. Maquinaría de la época para la fabricación de ladrillos. ModernMéxico, vol. VIII, núm. 3, diciembre de 1899, San Luis Missouri-Ciudad deMéxico.

Figura 12. Maquinaría de la época para la fabricación de ladrillos. Fondoespecial Sociedad Científica “Antonio Alzatate”-Rafael Aguilar y Santillán,Acervo Histórico del Palacio de Minería.

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los 2,000 pesos oro americano y que la instalaciónde los hornos para la quema de los bloques, ascen-dió a 1,000 de la misma denominación; las instala-ciones eran capaces de producir 30,000 ladrillos dia-riamente35 (figuras 11 y 12).

Es notable que para la instalación de esta indus-tria fueron necesarias condiciones naturales parti-culares de la finca, como la existencia de la arcillay demás insumos requeridos; pero también seobserva la modernización técnica e institucional aque se ha hecho referencia, el establecimiento deuna fuerza motriz gracias a la concesión del agua yla importación de maquinaria industrial reciente,junto con capital extranjero. Suerte muy similartuvo la industria de extracción de piedra cantera.

Cuesta Gallardo y Weifenbach, Canteras de Atequiza

Para el establecimiento de esta sociedad industrial,la Negociación de Atequiza dispuso de sus minas decantera —hasta entonces explotadas manualmen-te— y de 50 caballos de fuerza hidráulica, para quebajo la dirección de George Weifenbach la extrac-ción de la piedra fuera mecanizada.36 Los mediosespecíficos utilizados en ello son desconocidos has-ta este momento de la investigación, pero segúntestimonios de la época se trataba de “costosasmaquinas y aparatos” con los que se extraían gran-des bloques que alcanzan los 5 y 6 m de volumen.37

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36 Ibidem, vol. 8, 13 de mayo de 1899.37 J. Figueroa Domenech, Guía general descriptiva de la repú-blica mexicana. Historia, geografía, estadística…, t. II, México,Ramón de S. N. Araluce, 1899, pp. 261-262.35 AIPJ, Genaro B. Ramírez, vol. 8, 21 de abril de 1899.

Figura 13. Vista exterior capilla ex hacienda de Atequiza. Fotografías de Laura Pacheco, marzo de 2012.

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La evidencia patrimonial que dejó esta industriahasta nuestros días no reside en maquinaria o en unestablecimiento como tal, pues ni siquiera las minassobrevivieron ante el crecimiento urbano, derivandoen el actual poblado; la huella material que nos dejaestá implícita en las diversas construcciones en quefue utilizada la cantera de Atequiza, tanto en este lugarcomo en otras fincas de la región (figura 13), como enla crecientemente turística Chapala de esa época.38

Fábrica de alcohol de granos

Comenzó sus actividades también en 1899; esta fábri-ca fue sin duda la más novedosa que se instaló enAtequiza.39 A comparación de las anteriores empre-sas, ésta requirió de una infraestructura mayor y deuna maquinaria más compleja, y sobre todo porquefue una industria auténticamente original. La elabo-ración de este producto y su procedimiento estuvie-ron patentados por el ingeniero Agustín V. Pascal,quien fue el socio industrial que, en asociación conManuel Cuesta Gallardo, formó la sociedad mercantilque producía el alcohol de maíz40 (figura 14).

Para comenzar operaciones fue necesario con-tar con un local donde establecer la industria, el

aseguramiento de materia prima y la maquinariaque realizara el procesamiento. Así, Cuesta otorgóun espacio en la cuadrilla principal de la haciendade Atequiza para ello y se comprometió a introdu-cir a la fábrica el maíz necesario, mientras que lamaquinaria solicitada consistió en un molino com-pleto, cuyo costo fue de 22,289 pesos.41

El molino para alcohol estaba constituido,entre otras piezas, por dos calderas de acero tubu-lar Atlas, que proporcionaban alrededor de 7 m2 desuperficie de calefacción cada una, es decir 45

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41 AIPJ, Francisco García Sancho, vol. 10, 24 de mayo de 1899.

38 En 1898 The Mexican Herald publicó una nota respecto aldesarrollo y belleza que comenzaba a despuntar en la villa deChapala, donde se informa que las nuevas construccioneseran realizadas con cantera proveniente de Atequiza; The Me-xican Herald, vol. V, núm. 195, 15 de marzo de 1898, México.39 AIPJ, Francisco García Sancho, vol. 10, 24 de mayo de 1899.40 Agustín V. Pascal, ingeniero agrimensor e hidromensor,titulado por el Instituto de Ciencias de Jalisco en 1873, miem-bro de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco y de la SociedadMédica “La Fraternal”, profesor en la Escuela de Ingenieros deJalisco, así como en la Escuela Libre de Ingenieros, redactordel Boletín de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco, que cubrió elcargo de responsable del Observatorio Astronómico y Meteo-rológico del Estado, así como realizador del proyecto para in-troducir agua desde El Colli a Guadalajara, entre otras activi-dades profesionales que lo destacaron en la comunidadcientífica tapatía de la segunda mitad del siglo XIX; véase Fe-derico de la Torre, La ingeniería en Jalisco en el siglo XIX, 2a. ed.,Guadalajara, Universidad de Guadalajara/CETI/Colegio de In-genieros Civiles de Guadalajara/Sedeur, 2011.

Figura 14. Logotipo de la fábrica de alcohol de Atequiza. Adrián Padilla Arias,Atequiza. Lugar donde se corta el agua, Atequiza, Casa de la Cultura deAtequiza, 2005.

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caballos de fuerza; un cocidor Hueze con sus adi-tamentos, que tenía capacidad para 800 kilos demaíz en cada operación; un sacrificador y enfria-dor con extractor y chimenea completos; un apa-rato para preparar malta con mezclador y meca-nismo para enfriar completos; dos serpentinas decobre para enfriar la levadura durante la fermen-tación; otras dos serpentinas del mismo materialpara enfriar la tuva durante la fermentación; unabomba para elevar el agua desde el piso hasta losdepósitos, cuya capacidad era de 10,000 litros porhora, así como un alambique de cobre de marchacontinua con capacidad de 1,400 litros de tuva porhora, entre otros aparatos.42 La maquinaria fuecomprada a Julio Collignon y Cía., y en el mismocontrato de venta el comprador quedó obligado atener disponibles 10,000 litros de agua por hora de

trabajo del molino, como mínimo, para que éstafuncionara adecuadamente.43

Nuevamente aquí es notable la importanciaque tuvo la existencia de agua para hacer posiblela instalación de la industria alcoholera. Pero tam-bién se observa cómo con esta mecanización selogró ampliar el ciclo productivo de la finca desdela obtención de un bien agrícola hasta su conver-sión a una mercancía procesada (figura 15).

El Molino de Atequiza

La industria por excelencia durante toda la histo-ria de Atequiza ha sido el molino de trigo, activi-dad que se estableció desde el periodo colonial yse mantuvo hasta hace un par de décadas, cuandocerró sus puertas a la molienda. La harina de Ate-quiza cobró fama desde entonces y Guadalajara

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43 AIPJ, Francisco García Sancho, vol. 8, 27 de junio de 1898.Collignon y Cía. fue una negociación especializada en la ven-ta e instalación de toda clase se maquinaria para cualquier ti-po de industria, descrita en 1899 como aquella en que “se en-cargan por contrato, de la instalación de fábricas completaspara elaborar azúcar y alcoholes, calderas, máquinas de va-por; contando con un buen número de mecánicos instalado-res y ofreciendo sus trabajos garantías de perfección como lodemuestran los muchos que llevan practicados en el Estado,con la satisfacción de sus clientes”. J. Figueroa Domenech, op.cit., p. 246.

42 El término “tuva” no ha sido localizado como tal; hasta elmomento se puede entender el de “tuba”, cuyo significadohace referencia a un licor suave y de tradición filipina que seobtiene de la destilación de la tuba, que es la savia de la pal-mera de coco, y que después de la fermentación sirve parahacer vinagre o aguardiente. Resulta obvio que en el caso delalcohol de maíz el producto destilado no provenía del coco,sino del grano mencionado, pero que el término fue adopta-do por cierto estado del líquido destilado en su proceso de laelaboración del alcohol. Diccionario de la Lengua Española,22a. ed., Real Academia Española, http://www.rae.es, consul-tado el 29 de noviembre del 2011.

Figura 15. Vista exterior actual de la fábrica de alcohol. Fotografías de Laura Pacheco, marzo de 2012.

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fue su mercado cautivo; por tal motivo fue la pri-mera industria que se estableció como tal en la fin-ca y, al mismo tiempo, la última en desapareceren nuestros tiempos. Desde que el consumo deharina en la capital tapatía proliferó a partir del si-glo XVII, la hacienda mostró una oferta constantede este producto; la aptitud agrológica del terrenoy la cimentación de un mercado triguero en la re-gión ayudaron a consolidar desde aquella épocauna estrecha y fructífera relación comercial queestimuló constantemente la inversión en mejorasinfraestructurales y mecánicas del molino trigue-ro de Atequiza44 (figuras 16 y 17).

Como todos los molinos importantes de laColonia, puede asegurarse que éste trabajó pormedio de la instalación de un rueda hidráulica yque su ubicación se debió a la cercanía que teníacon la corriente del río Santiago. En las primerasdécadas del siglo XIX el administrador de la fincalogró aumentar su capacidad de molienda a travésde un corte especial en sus piedras, con lo cualalcanzó a procesar entre 1,271 y 1,362 litros de tri-

go en un día de trabajo, mientras que en 1855 elingeniero civil Agustín Samuel Pedro realizó unaserie de mejoras en el establecimiento con las quefue posible, sin cambiar la potencia ni su rueda,procesar el doble de cargas de trigo. Introdujo unpar de muelas según su sistema, y con ello pudomoler el doble del grano con una sola piedra gira-toria como se hacía antes, de modo que a través deesta mejora en Atequiza se obtenían 5,448 litros detrigo procesado al día.45

A principios del siglo XX la misma industria eracapaz de producir 300 barriles diarios de harina detrigo blanco y colorado de excelente calidad. En1901 esta empresa estaba dirigida mecánicamentepor el estadounidense W. Schmerker y equipadacon maquinaria también estadounidense que aúntrabajaba con energía hidráulica y además contabacon alumbrado eléctrico en sus instalaciones.46

Existe un testimonio que sugiere el funciona-miento de cuatro molinos y no solamente uno; to-

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45 AGN, Patentes y marcas, vol. 2, exp. 208.46 “Un Molino de harina moderno en México”, en Modern Me-xico. Periódico Político, Comercial, Literario y de Anuncios, vol.XI, núm. 3, Sant Louis, EUA-México, 1901; Fondo documentalde la Sociedad Científica “Antonio Alzate”-Rafael Aguilar ySantillán, Acervo Histórico del Palacio de Minería.

44 Eric van Young, La ciudad y el campo en el México del sigloXVIII. Economía rural de la región de Guadalajara, 1675-1820,México, FCE, 1989.

Figura 16. Complejo industrial del Molino de Atequiza, ca. 1899. J. FigueroaDomenech, Guía general descriptiva de la República Mexicana. Historia, geo-grafía, estadística…, t. II, México, Ramón de S. N. Araluce, 1899.

Figura 17. Molino contiguo a supuestos graneros, ca. 1886-1888. Adrián Pa-dilla Arias, Atequiza. Lugar donde se corta el agua, Atequiza, Casa de la Cul-tura de Atequiza, 2005.

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mando las evidencias fotográficas de cómo la fin-ca se fue extendiendo y algunos otros datos, estaversión podría ser cierta; sin embargo, a este mo-mento queda como una tentativa.

Lo cierto es que la actividad harinera en la Ne-gociación de Atequiza fue la que más perduró y qui-zá la más rentable que existió. En este caso, comoen las empresas mecanizadas anteriores, se obser-van los elementos modernizantes clave que se hansugerido: tecnología, aprovechamiento de recursosnaturales en grandes cantidades y la ampliación delciclo productivo desde que se obtenía un bien agrí-cola hasta su transformación en mercancía.

Planta generadora eléctrica

La última industria a que se puede hacer alusióndentro de estas líneas, es la relacionada con lageneración de energía hidroeléctrica. Atequizacontó con energía eléctrica al menos desde 1888,cuando se reportó la existencia de

[…] una planta pequeña de alumbrado incandes-cente y destinada al servicio de la hacienda, [que]consiste en un dinamo (Weston) y alimenta 30focos de 16 bujías cada uno, el motor empleado enesta planta es de turbinas.47

Al año siguiente la corriente alimentaba 45lámparas, de las cuales 20 estaban ubicadas al inte-rior del molino.

En Guadalajara la electricidad llegó hasta 1892proveniente de la hidroeléctrica del Salto, en lavecina hacienda El Castillo;48 y al menos hasta1897 Atequiza podía jactarse de ser el único sitioque contaba con este tipo de energía dentro del

cantón de La Barca, que era la jurisdicción a queésta pertenecía.49

Cabe señalar que si bien esta generación eléc-trica estuvo destinada en mayor medida para la in-candescencia, también movía algunas máquinas,era paralela a la generación hidráulica que ali-mentaba en gran medida a las industrias máspesadas, como fue el caso de la extracción de can-tera y la fábrica de ladrillos de las que hay cons-tancia de que funcionaron con este tipo de fuerzamotriz. Así, según reporte de 1889, el molino detrigo, las oficinas y las habitaciones de la casa prin-cipal eran iluminadas por 45 lámparas, de las cua-les 20 estaban situadas en el molino. El dinamo deesta instalación generaba una corriente de 80 voltsy 40 amperes a través de 1,200 revoluciones, paralo cual requería de un poco más tres caballos defuerza hidráulica.50

La planta hidroeléctrica, además de abastecerel alumbrado de las principales edificaciones delconjunto hacendario de Atequiza, permitía hacerfuncionar algunas máquinas de la industria agríco-la, como trilladoras y “otros aparatos”, por mediode la fuerza producida por la turbina de sistemaLeffel.51 Se puede inferir que pocos años despuéslas instalaciones y capacidades de esta planta seampliaron, primero porque existió una cantidadmayor de agua otorgada en concesión para la ge-neración de energía entre 1899 y 1900. Cabe men-cionar que la energía eléctrica se generaba, segúntestimonio de 1899, con tres turbinas “con la fuer-za suficiente para mover las trilladoras, los dina-mos de luz eléctrica y otras máquinas del servicio

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49 AHJ, F-9-897, caja 327, exp. 9656.50 Alberto Best, “Hacienda y molino de Atequiza”, en Memoriade electricidad (adjunto de la Comisión Mexicana de la Exposi-ción Internacional de París 1889), México, 1889; Fondo docu-mental de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”-Rafael Agui-lar y Santillán de la Biblioteca “Ingeniero M. Anza del AcervoHistórico del Palacio de Minería, Facultad de Ingeniería-UNAM.51 Idem.

47 AHJ, F-5-888, caja 888, exp. 4839.48 Misael Gradilla, “La modernización técnica de la estructuraproductiva y la introducción de la energía eléctrica como fuer-za motriz industrial en el estado de Jalisco”, en Estudios Socia-les. Revista Cuatrimestral del Instituto de Estudios Sociales de laUniversidad de Guadalajara, año II, núm. 5, Guadalajara, p. 20.

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de la hacienda”52 (figura 18). Incluso las estima-ciones de este documento aseguran que con elagua que se obtenía en ese entonces del Santiago,la hacienda de Atequiza lograría producir entre2,000 y 3,000 caballos de fuerza.53

El edificio que albergó la planta actualmente seencuentra en regulares condiciones de conserva-ción y en total desuso; pertenece a la Unión de Co-lonos de Atequiza y ya hay algunas iniciativas —porparte del Ayuntamiento y patronato de conserva-ción histórica, que tienen organizados algunos ve-cinos del pueblo— para la recuperación del in-mueble.

Condiciones actuales de los inmuebles

Si bien el conjunto hacendario que actualmente seconserva va más allá de los edificios que alberga-ron las mencionadas industrias, en el actual pobla-do aún persisten otras construcciones, como la

propia casa grande de Atequiza, una residenciaafrancesada construida cerca de 1901, la capilla dela hacienda, una serie de casas pequeñas con posi-ble utilización ganadera y la estación del ferroca-rril (figuras 19 y 20), entre otras edificaciones quese pudieran encontrar en los ranchos La Capilla yLa Calera. Aquí se hará alusión a los edificios fabri-les y a la conservación o descuido de los más re-presentativos del pasado hacendario.

En términos generales, la conservación enAtequiza ha sido eficaz en las décadas recientes,debido en parte a la reutilización que se le ha dado

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52 J. Figueroa Domenech, op. cit., p. 260.53 Cabe señalar que la estimación señalada por este autor bienpuede referirse a un proyecto paralelo del propietario deAtequiza, para la instalación de una planta hidroeléctrica dedimensiones mayores que por esos años estaba gestionandoLa Compañía Hidroeléctrica e Irrigación de Chapala. Por elmomento esta cuestión todavía está en fase de exploración.

Figura 18. Zanja que alimentaba la turbina del molino de trigo (pared derecha).Fotografía de Laura Pacheco, marzo de 2012.

Figura 19. Estación de Atequiza. Fotografía de Laura Pacheco, febrero de2011.

Figura 20. Casas en la cuadrilla de Atequiza. Fotografía de Laura Pacheco,febrero de 2011.

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a las fincas. Por ejemplo, un porcentaje importan-te de la casa principal se mantiene con uso habita-cional y comercial, a pesar de que hace unas déca-das fue demolida una parte de ella. Lo que fue lafábrica de alcohol y el conjunto del molino de trigo(figura 21) se conservan prácticamente enteros, yhace sólo pocos años que cayeron en desuso, aun-que no en el total abandono, pues el actual propie-tario no desatiende el mantenimiento de las fincas;en la capilla se han realizado algunas medidas deconservación y reconstrucción que permiten quese sigan oficiando misas especiales; no obstante, laestación del tren está en abandono, susceptible alvandalismo y en paulatino decaimiento, aunquecon expectativas de rehabilitación.

La casa afrancesada es con seguridad la cons-trucción que en peor estado se encuentra, pues apesar de ser el más bello arquitectónicamente seráel primero en desaparecer, ya que se encuentra enruinas y a punto de colapsar en su totalidad; a pe-sar que una parte su estructura se mantiene, enlos últimos años se han derrumbado progresiva-mente techos, paredes y vitrales. Es propiedad ac-tual de una fábrica que opera en la localidad y queno ha tenido el interés o la capacidad de conservarla finca, por lo que su recuperación es muy difícily el costo de su reconstrucción sería enorme. Con-

trastante a lo anterior, el edificio mejor preservadoy sin duda el mayor éxito de conservación, restau-ración y reutilización de la antes hacienda, es laconstrucción conocida hoy como el teatro de Ate-quiza (figuras 22, 23 y 24).

Este edificio ha sido considerado por largotiempo como un teatro fincado en 1886, para eluso exclusivo de los propietarios de la hacienda. Sibien esta construcción cuenta con instalacionespropias de un establecimiento de este tipo, como

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Figura 21. Conjunto constructivo del molino. Fotografía de Laura Pacheco, mar-zo de 2012.

Figura 22. Teatro, década de 1980. Fuente: www.skyscrapercity.com, consul-tado el 31 de mayo de 2012.

Figura 23. Teatro, 2010. Fotografía de Laura Pacheco, febrero de 2012.

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es un escenario y un balcón frontal a éste, que ha-ce las veces de palco; la realidad es que no hay do-cumentación que avale la existencia de un teatroen los años hacendarios; esta investigación apues-ta más a la idea de que el uso original tuvo algunafunción industrial ligada con el molino de trigo, yquizás en la segunda de década del siglo XX fueadaptado como teatro, pero no así antes de 1910.54

Lo cierto es que este edificio ha sido, de todo elconjunto hacendario, la construcción que mayorreutilización ha tenido y, sobre todo, el más res-taurado (figura 24).

Así, luego de haber servido en la actividad pro-ductiva de la hacienda, y de que en una fecha des-conocida hasta ahora fue adaptado como teatro,entre 1950 y 1953 fue utilizado como primera sedede la Escuela Normal Rural de Atequiza; poste-riormente funcionó como secundaria entre 1957-1977, luego de lo cual cayó en desuso y abandono,

hasta que a mediados de la década de 1980 un gru-po de vecinos interesados en el rescate de la fincaformó el patrimonio para su restauración, la cualha llevado un trabajo constante y fructífero, puesquedó totalmente reconstruido en los últimosaños para convertirse en la biblioteca y Casa de laCultura de la localidad.55 Además, durante lascelebraciones del Centenario de la Revolución sehizo acreedor a un recurso federal que hizo posi-ble su total equipamiento como teatro en cuanto aamueblado, luz y sonido. Hoy en día es el mayororgullo de los atequicenses.

Consideraciones finales

La presencia industrial que hubo en la haciendade Atequiza, intensificada a finales del siglo XIX,hizo destacar a la finca dentro de su ámbito regio-nal debido a la modernización y diversificaciónproductiva que alcanzó. Paralelo a la continua pro-ducción agrícola y ganadera, esta explotaciónincursionó en la actividad industrial dentro de un

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55 Adrián Padilla Arias, op. cit., p. 55.

54 La amplia búsqueda que se ha realizado en documentación,crónicas y prensa de la época nunca ha arrojado el dato espe-cífico de que la hacienda haya contado con teatro propio,mientras que otras fuentes señalan la actividad industrial alinterior del edificio.

Figura 24. Teatro en su reinauguración en 2012. www.ixtlahuacandelosmembrillos.gob.mx, consultado 31 de mayo de2012.

Page 20: De tierra, agua y tuercas. La presencia industrial en la ...boletin-cnmh.inah.gob.mx/boletin/boletines/3EV25P127.pdf · La muestra analítica que se presenta a conti-nuación, lejos

contexto físico e institucional que lo permitía; paralograr desarrollar este grado de especialización lahacienda tuvo que implementar obras específicaspara ello, como fueron construcciones hidráuli-cas y edificaciones fabriles. Una vez que se dispuso—según las condiciones de la época— de agua encantidades importantes y se realizaron obras deinfraestructura para su aprovechamiento, aunadoa las posibilidades comerciales que representabasu buen sistema de comunicación y transporte,Atequiza logró el establecimiento de innovadorasactividades productivas en el medio rural.

Las huellas arquitectónicas hidráulicas y cons-tructivas, que en su mayoría hasta esta fecha aúnson aprovechados por la comunidad, son sólo unamuestra material del proceso de industrializaciónque se gestó desde entonces, en lo que actualmen-te forma parte del corredor industrial del estado deJalisco. La valoración patrimonial y su rescate estásiendo llevado en alguna buena medida por lasautoridades, habitantes y estudiosos de Atequiza,pero sin duda es necesario redoblar esfuerzos enello y contribuir a un reconocimiento históricomás profundo de lo que significan estos vestigios.

BOLETÍN DE MONUMENTOS HISTÓRICOS | TERCERA ÉPOCA, NÚM. 25, MAYO-AGOSTO 2012

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