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En la lengua de Íkaro

El diablo y yo nos entendemos...

Cómo Mo-la - Andres Varela (cuento )

El Boulevard - Felipe A. Sotela (cuento)

El escape de Julio - Julian Zamora(cuento)

El Diablo según Alberto Montt

En razón del buen uso de la lengua: Lengua y Dialecto -

Dayani Lopez

Epílogo

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Revista Íkaro, edición 38, año 20, Febrero/Abril 2016. Publicación Independiente de Culturaeditada por Adrián Montenegro. Diseño Gráfico por Digital Vox. Página web www.revistaikaro.com. Email: [email protected]. Teléfono: +506.8530-3535. Agradecemos a nuestros colaboradores de esta edición: Dayani Lopez, Andres Varela, Julian Zamora, Felipe A. Sotela. Esta públicación es editada en Vázquez de Coronado, San José, Costa Rica. Todos los derechos reservados para los autores.

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Hola amalgama de humanos diversos, que en tiempos virulentos de ansias y sueños retraídos, nos enfocamos al

capital, pues el dinero dicta el encomiable anverso de nuestra vida.

Hoy venimos con tributo post mortem al dador de luz, a la mitología abstracta del mal. Ya que más allá de las historias de fantasía de un cuadernillo de apuntes llamado biblia, talmud o corán. Esta figura arcaica con el devenir de los tiempos ha pasado de la maldad pura, a ser el chivo expiatorio de una humanidad sedienta de controlar a la misma humanidad.

Pues si lo miramos racionalmente, “El Diablo” tan solo ha sido utilizado como el trapito de dominguear de un grupo de acólitos de un dios bipolar. Pues con tanta religión uno no sabe cuál dios es el correcto, pero el mal siempre se ha mantenido acorde con su pensar.

Desde el sexo hasta la ciencia, todo aquello que nos haga progresar o sentir placer, es un producto de satán. La reencarnación imagino, debe existir porque el cielo debe ser aburrido.

Si mis imperfectos lectores, la labia imperfecta de este multicolor panfletillo cultural rinde tributo al señor del averno, quien tiene más libros dedicados que el barbudo del cielo, que ingrato ignora las plegarias de los justos, pues egocéntrico como lo pintan, se presenta como el bueno de la película.

Esperamos analicen las palabras expuestas, mientras navegamos en la década de la nueva ignorancia.

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El diablo y yo nos entendemos...

El diablo y yo nos entendemoscomo dos viejos amigos.A veces se hace mi sombra,va a todas partes conmigo.Se me trepa a la narizy me la muerdey la quiebra con sus dientes finos.Cuando estoy en la ventana me dice ¡brinca!detrás del oído.Aquí en la cama se acuestaa mis pies como un niñoy me ilumina el insomniocon luces de artificio.Nunca se está quieto.Anda como un maldito,como un loco, adivinandocosas que no me digo.Quien sabe qué gotas poneen mis ojos, que me miroa veces cara de diablocuando estoy distraído.De vez en cuando me tomalos dedos mientras escribo.Es raro y simple. Parecea veces arrepentido.El pobre no sabe nadade sí mismo.Cuando soy santo me pongoa murmurarle al oídoy lo mareo y me desquito.Pero después de todosomos amigosy tiene una ternura como un membrilloy se siente solo el pobrecito

De: Jaime SabinesOtro recuento de poemas

(1950-1991)

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Cómo Mo-laAndrés Varela

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El joven taxista espera a algún cliente escuchando la radio del coche. Parece ser que Joa-Quín Bai, el célebre escritor nacional, acaba de recibir un nuevo galardón por su labor

literaria en defensa de la patria y sus valores. La ceremonia ha tenido lugar en la Academia de Letras y ha asistido la flor y la nata de la sociedad: filósofos, catedráticos, empresarios, po-líticos, embajadores, generales, jugadores de fútbol y actores. El resto de los representantes sociales ha limpiado los suelos, peinado pelucas, chupado pollas en los hoteles, velado por la seguridad o servido los platos.

Joa-Quín es una institución bípeda en el país. No es solo una de las voces más respetadas del panorama cultural sino que tiene su propio programa televisivo y desarrolla una intensa activi-dad política. Además, su vida es ejemplar, ya que ha sido monógamo desde los dieciséis años y no se le conoce más vicio que la botella y la pipa, que, dicho sea de paso, son vicios nacionales también. Especial estima tiene un licor violeta elaborado en el noroeste del país, una región de aguas idóneas para destilar este alcohol de sesenta grados, que es su una de sus principales exportaciones.

Los libros de Bai son de lectura obligatoria en los colegios, institutos y la universidad, lugares en que se enseña a recitar sus poemas de memoria y extraer la sabiduría presente en otros tra-bajos. Incluso en las salas de espera del dentista no encontrarás algo distinto. Si algún estudian-te se atreve a decir que no ama lo que escribe el gran literato, se le tatúa un pequeño triángulo en el omoplato derecho, dificultándole así bañarse en público en playas o ríos e incluso tener relaciones íntimas, pues tener tal triángulo es mal visto y convierte al portador en algún tipo de paria, aparte de ser conocimiento popular que esos con triángulo son amantes pésimos. Joa-Quín Bai ensalza el carácter valiente y honesto de sus gentes, describe sus hermosas mon-tañas y cielos, sus animales y ciudades, sus ríos, sus mujeres, su gastronomía y su historia. Cualquier ciudadano de bien se identifica con sus textos y tiene un póster homologado de él en su casa. En este cartel, disponible en los quioscos, se le ve sosteniendo una pluma y acari-ciándose la perilla sentado sobre un tocón en un bosque de coníferas mientras un pajarito se posa en su hombro y parece soplarle cosas que están solo al alcance de unos pocos. Alrededor de su cabeza es perceptible una tenue aureola, lo cual le confiere divinidad en un país con un gobierno fuerte en que las dimensiones espiritual y religiosa no son deseables.

La radio continúa hablando sobre la situación económica del país cuando un hombre se acerca a la ventanilla y el taxista le invita a pasar.

-Buenos días, ¿está ocupado?-Ni el taxi ni yo. ¡Suba! ¿A dónde le llevo?-Quería ir al Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

-Ahora mismo.

El taxista arranca y se incorpora a las venas y arterias de la ciudad. La contaminación impide ver lejos y las fachadas de los edificios parecen cascadas grisáceas. Aunque el taxista ha bajado

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el volumen, la voz de la locutora de radio es todavía audible.

…el Presidente de la República ha transmitido a la nación que las últimas décadas de bonanza económica, posibles debido al descubrimiento de reservas de petróleo y los yacimientos de Rodio y Platino en la cuenca del río Siño, van a hacer posible que nos podamos permitir pro-yectos impensables hace unos años. Para empezar, ha anunciado, junto al Ministro de Defensa que la modernización del ejército ya es una realidad, así como el lanzamiento de un satélite independiente del que no se ha detallado más que su nombre: Piros MJ . Un poco más tarde las Ministras de Educación y Urbanismo no cabían en sí de gozo y se abalanzaron sobre los micrófonos para gritar que Mo-La empezaría a ser construido muy pronto cerca de la frontera con el objeto de impresionar al país vecino y motivar la inmigración masiva hacia…

El taxista, excitado e inconscientemente, comenzó a acelerar el vehículo. El pasajero sonreía mirando a través de la ventanilla tocándose la perilla. -¡Mo-La! ¿Ha oído eso?-Sí, señor. Gran noticia. -¡Es una gran noticia, pues claro! Cuando era muy pequeño leí el libro y jamás lo he olvidado. Hay quién dice que Joa-Quín se copió de la Shangri-La de James Hilton. Pero por todos es sabido que el británico lo escribió en 1932 o 1933, ahora no lo recuerdo bien, mientras que Bai publicó Mo-La un mes antes del comienzo de la Gran Guerra. Tengo sus calles grabadas en la memoria, esas casas de cuento, esas gentes que no conocían la tristeza y celebraban la muerte, esos animales sumisos cuyo propósito vital era servirnos…

-Me sorprende su conocimiento sobre la materia. ¿Cuál es su opinión de Joa-Quín?-Oh, es el más grande. Sin duda. Su prosa es divina, modelo. Incluso le han traducido a algu-nas lenguas inuit, sea lo que sea. Esto es un ejemplo de cómo el arte, la literatura en este caso, modifica la realidad, ¿no cree?-Desde luego, de una manera u otra lo hace. Aunque yo creo que el ciclo comienza en la na-turaleza. El artista se nutre del mundo, lo transforma y lo devuelve. De cierto modo el arte es vómito.

-¿Vómito? Que cosas tiene usted…Me pregunto si podré apuntarme para vivir en Mo-La.-He oído que hay lista de espera y hay algunos requisitos.-¿Ah, sí? ¿Cuáles?-Tener más de quince años, amar a Bai, ser soltero, ser fiel al régimen y ser capaz de comer patatas un día sí y otro también.

-Oh, ya veo. Bueno, podría intentarlo, las condiciones no son extravagantes…

-Le animo a ello.

-¿Oiga, pero esta ciudad es igualita que la del libro?

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-Voy a serle sincero. Las ideas son las ideas, los hechos son los hechos. No son unas mejores que otros pero raramente coinciden en este mundo.

-¡Ya llegamos! Diez churros treinta churrillos, por favor.-Ahí va, tenga buen día.

El taxista le observa salir del taxi pesadamente. Los años no perdonan. Un guardia de seguri-dad espera al hombre.

-¡Buenos días, señor Bai! He escrito un poema especial, ¿le gustaría oírlo? -Claro, hijo.

-Un día planté una semilla de depresión en la maceta del querer olvidar el dolor/la regué a conciencia con cerveza/ hasta que me di cuenta/de que mi adicción era el problema.

-Me gusta. Tienes madera de poeta. Pero no digas que he dicho eso, ya sabes, escritor nacional y toda la pesca. Voy ahora a diseñar Mo-La, ¿alguna sugerencia?-Póngale un puticlub gratuito enorme, para ellos y para ellas. Calles triangulares, fuentes de café, perros que hablen, gatos que ladren, personas que digan la verdad, árboles que toquen rock and roll y pájaros que cocinen el mejor pan integral del mundo. Y camas gigantescas y lápices de colores pegados en las fachadas de las casas. Y un mono que toque las horas en una campana…

-Pare, pare. Haré lo que pueda. -¿De verdad?-De la buena.

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EL BOULEVARD

Felipe A. Sotela

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Había muchas palomas alrededor de él. Eran tantas que no podía evitar majarlas mientras corría a toda prisa.

Las aves emitían un sonido siniestro. La gente que estaba en los balcones observando la escena lo abucheaba.

Él no podía disminuir la velocidad. Por lo tanto estiró un brazo y con su paraguas recogía las palomas que estaban adelante de él y así despejaba el camino. Ayudándose con la otra mano metía las aves de tres en tres en su maleta.

Entonces la maleta fue aumentando de peso hasta que su espalda se torció hacia un lado y empezó a chocar con quienes iban caminando pero en dirección opuesta.

Los abucheos aumentaron su volumen. Los guardianes del orden llegaron para ver qué sucedía y lo detuvieron por secuestro de palomas.

La muchedumbre de los balcones entró en éxtasis y aún sigue en ese estado.

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En medio de las tropicales aguas del Caribe flotaba un bote de madera en el que viajaba Julio. Llego ahí huyendo de la estresante y abrumadora realidad que lo rodeaba. Un día

compro un bote, al que llamo “el escape” y decidió navegar sin rumbo. Luego de varias horas de navegar decidió parar y admirar la paz color celeste que tenia frente a sus ojos. Se sentó a la orilla del bote a respirar libertad. Mientras estaba ahí, notó una enorme sombra moviéndose bajo sus pies. La siguió con la mirada. Sumergió su cabeza en el agua, pero se había desvane-cido en las profundidades caribeñas. Se levantó intrigado y la buscó en el horizonte pero no había nada. De pronto, una ballena jorobada salto por encima del bote volcándolo y dejando a Julio en el agua. La ballena volvió a desaparecer. Julio trataba de subir a la superficie para agarrarse de alguna tabla cuando volvió a sentir la presencia del enorme animal marino por debajo. Cuando volvió a ver hacia abajo lo único que vio fue una enorme boca abriéndose en dirección a él.

Despertó atontado y empapado. Estaba en medio de un desierto con arena color azul y bajo un cielo color café con estrellas verdes y luna roja. No sabía dónde estaba, lo último que re-cordaba era estar siendo devorado por una ballena. En medio de la confusión, se abrió un hueco en la arena y salto un mono alegre y con la mirada distraída. El mono se acercó a Julio y le dijo: “Pareces algo confundido, he venido a aclarar tus dudas.” Julio estaba tan asombrado que apenas alcanzó a preguntar una cosa: “¿Dónde estoy?” el mono le contestó “dentro de una ballena” y se devolvió a su hueco. Al principio le costó procesar la noticia pero se calmó

finalmente. Estaba lejos del mundo, en una realidad tan irreal que parecía estar dentro de un cuento. Pero se sentía bien, bajo esa luna roja y sobre la arena azul. Entonces decidió caminar y explorar las maravillas inusuales.

Caminó sin parar admirando los fantasiosos paisajes, hasta que llegó a una colina. Subió la pequeña colina y se topó con una puerta que era vigilada por otro mono, solo que este tenía un peluquín gris, lentes de sol y no podía hablar. Julio le preguntó que si podía pasar. El mono extendió su mano, le entregó unas llaves y se desvaneció. Abrió la puerta y apareció en medio de la noche, en una selva. Habían arboles gigantescos con hojas luminosas que alumbraban el camino y con troncos transparentes, llenos de agua y con peces adentro. Las raíces de los arboles estaban conectadas por abajo y desembocaban en un río de agua helada con focas que

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nadaban entre los peces. Julio llegó al rio y se dio cuenta que no había donde ir. No quería entrar al agua porque se iba a congelar. Pero un mono salto de un árbol empujándolo al rio donde una foca lo arrastro a las profundidades. En el camino se toparon con sirenas y ruinas de palacios que habían sido construidos por las focas y destruidos por el tiempo.

Apareció en una montaña. En el cielo se abría un pequeño hueco por donde se asomaba la foca que lo llevo hasta ahí. El resto era majestuoso. Un cielo negro, casi morado. Miles de es-trellas formaban palabras en un idioma desconocido. Una constelación con forma de ballena y otra con forma de mono y siete planetas con formas extravagantes que rodeaban a una luna inmensamente bella. Bajo de el cielo recargado de belleza solo había una casita de madera con una mecedora afuera. Julio se acerco y había una anciana sentada cantando en un idioma ex-traño mientras veía las estrellas. Junto a ella un mono tocaba la armónica, acompañando la voz nocturna de la anciana. La música paro. La puerta de la casa se abrió mientras la anciana y el animal la señalaban. Julio entro a la casa.

Ahora apareció sentado en una nube. La única nube en el cielo. Alrededor solo había celeste y abajo había mar. Era un mar claro, que se le hacía conocido. De repente una gaviota lo agarró de la camisa y se lo llevó. Volaron por un rato hasta que lo dejó caer. Cayó y apareció en su bote, sentado, observando una sombra bajo sus pies que se desvaneció en lo profundo y no volvió a aparecer.

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Este es uno de esos textos que nos robamos a falta de creatividad para hacer algo mejor, pero realmente no tiene desperdicio. Y es que en diablesas gráficas, nadie mejor

que este individuo.

Alberto Montt es ecuatoriano de nacimiento y chileno por adopción. En el 2007, su tra-bajo en el blog “Dosis diarias” se hizo mundialmente conocido cuando una cadena ale-

mana lo premió. Hoy es uno de los artistas más prolíficos en el campo del humor gráfico.

Entre 2006 y 2007 empezó a sonar en el mundillo de los blogs un nombre asociado con un estilo muy particular de hacer humor gráfico. Los dibujos de Alberto Montt se publicaban en dosis diarias en su blog homónimo (Dosis diarias). Fue la época del auge de las bitácoras, y desde los poetas suicidas hasta las panaderías querían tener un blog.

Esa comunidad disgregada en los tiempos en que Facebook estaba en pañales originó una cofradía de gente que, tanto por talento como por pericia, se destacó con sus trabajos en un

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mar de páginas personales cuyos contadores de visitas diarios a veces se acercaban a las cua-tro cifras. Fue la época del estallido de los anónimos que ganaban rápidamente popularidad. Montt es un caso testigo, puesto que ese empeñón de la novedad le permitió ganarse un lugar de privilegio que la cadena alemana Deutsche Welle reconoció al otorgarle el premio al mejor blog en español. Luego vendría Liniers, para ese entonces todo un entendido en la materia, a empujarlo fuera de las sombras y avalar sus primeros pasos.

Montt nació en Ecuador y reside en Chile. Y tiene una agenda apretada. Hoy su realidad es otra, su presente está plagado de trabajos por encargo, publicación de libros y agendas (sin contar las charlas y los convites a ferias de libros internacionales). Su estilo es fácilmente reconocible: una viñeta autorresolutiva, con ilustración diáfana y una línea o dos de texto. Montt se mueve con soltura en las aguas del absurdo, los juegos de palabras y la actualización decorosa del mal llamado “chiste fácil”.

En sus dibujos también es recurrente la presencia de Dios y el Diablo, tanto en complicidad como en lucha antagónica, lo que a simple vista podría interpretarse como una propensión natural al mundo de las deidades y la justicia divina, pero que de ninguna manera tiene que

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ver con eso: “Soy ateo desde muy temprana edad –dice el ilustrador–, y uso esas figuras como íconos. Además vienen con una carga de información enorme y eso me facilita hablar de di-versos temas. Y me encanta la carga cultural que traen”.

El ecuatoriano devenido chileno acabó convirtiéndose en ciudadano del mundo cuando sus trabajos se hicieron conocidos por Internet. Había algo en la forma en que Montt plasmaba las ideas que lo distinguía de la media y lo acercaba lentamente al podio de los trabajadores digitales que pegan el salto. El formato de sus Dosis, con viñetas y tratamiento de color, supone Montt, responde a su formación en diseño gráfico. “El haber consumido gráfica desde pequeño, o el leer libros o visitar un mercado, siempre son un aporte desde lo visual. Imagino que es una mezcla de todo eso”.

La sencillez en el abordaje de algunas temáticas ríspidas desde un lugar de absoluta inocencia hace que los tópicos delicados se conviertan en editoriales brutales enmascaradas de humorada. Montt tiene la poco frecuente capacidad de decir algo incómodo, entretener con esa incomodi-dad, otorgar placer visual y motivar la presión sobre el botón de “Compartir” en redes sociales. No pasa con todos los artistas que trabajan con material diario (y se encarga de aclarar que es diario si está de humor). Y a esto lo saben bien sus seguidores, que no le pierden paso y que lo al-

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ientan a no bajar los lápices, seguidores que, a veces como yonkis, se pasean por su blog o su Facebook para lle-varse puesta una sonrisa cómplice en los labios.

Montt es más prolí-fico por las noches, cuando enmudece los teléfonos, cu-ando el chorro de mails cierra el grifo y cuando no hay que ocupar la ca-beza con trámites cotidianos. De

cualquier manera, esa posibilidad de trabajar tranquilo no garantiza que su creatividad estalle en medio de una epifanía y la musa le entregue en bandeja una idea. Tipos como Montt, ¿se quedan sin ideas? “Sí, claro –confiesa–. Por eso tengo que ser ordenado y aprovechar los mo-mentos creativos. Es una especie de ahorro de ideas. Hay días que falta y otros que sobra”.

La lista de referentes para Montt es enorme, pero si tiene que hacer foco en materia de humor, de su boca salen nombres como Quino, Les Luthiers, Gary Larson, Dik Browne, Jim Henson, Alf y una interminable ristra de etcéteras.

–¿Hay algún nombre para definir tu estilo?–No... No lo creo. Tal vez “Informal-chic” –bromea Montt, para quien las cosas parecen ser siempre simples.

–¿Conocés ilustradores/dibujantes/humoristas gráficos de Córdoba o Argentina? ¿Qué pen-sás de sus trabajos?–No estoy seguro si conozco específicamente de Córdoba, pero tengo una muy buena relación con varios dibujantes argentinos. Gustavo Sala, Liniers, Tute, Decur. Son grandes dibujantes y algunos muy buenos amigos.

En el universo Montt no hay trabas para el humor. Vale decir, ninguna circunstancia es enmu-

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decedora o descartable, salvo contadas excepciones. “El humor puede tocar lo que le plazca –explica–. Yo, personalmente, no me burlo de lo que una persona no puede cambiar. Raza, problema físico, qué se yo. De las ideas y gustos, me río de todo. Religión, partido político y equipo de fútbol incluidos”.

El cerebro de Montt es una gran olla donde todo lo que pasa delante de sus ojos es plausible de acabar en el caldo de un chiste. Y hace hincapié en que el momento coyuntural de su carrera fue cuando empezó a dibujar las “idioteces” que tenía en la cabeza sin pasarlas por un filtro, ni pretendiendo que le gustaran a nadie. Es interesante pensar que la fórmula del “ostracismo” gráfico pueda dar resultados inversos al fin buscado. Sin embargo cabe preguntarse por qué publicar, por qué darle ese final a los destellos creativos. ¿Es un destino inevitable cuando se trabaja en humor gráfico?

“Creo que es una mezcla –ensaya Montt–. Me gusta pensar en la inevitabilidad más que en el destino. Algo que tiene que ver con el anhelo y los deseos más que con designios”. Independi-

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entemente de la respuesta, la obra de Montt en papel se compone de recopilaciones de sus Do-sis (Dosis diarias 1, 2 y 3), y su último libro editado por Ediciones de La Flor, Sí, pero no. Con este mismo sello también publicó ¿Quién es Montt? (primera recopilación en la Argentina de sus trabajos), Rompe, paga (con prólogo del escritor mejicano Juan Villoro), y ¡Mecachendié! (con otra selección exquisita de su material). También acaba de salir de imprenta su último trabajo Achiote, una novela gráfica autobiográfica que, en principio y según anunciaba la pre-venta, saldría por editorial Cancún.

Aparte de todo ese material de biblioteca, tiene agendas hermosas, cuadernos de viaje, dibujos sueltos a modo de postales que se venden por Internet. Detrás de eso, además, hay una larga fila de editoriales interesadas en publicar sus títulos en diferentes países de habla hispana. “Mi último libro (Sí, pero no) habla sobre las relaciones humanas –cuenta Montt–. La forma que tenemos para conectarnos con los otros y nuestro entorno... Claro, desde el punto de vista de las torpezas”.

De relaciones humanas Montt parece entender y mucho. Su mirada es la de un cazador de in-stantáneas impredecibles, de un tipo despierto.

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Hay muchas entrevistas a Alberto Montt en Internet, muchos videos donde se lo ve partici-pando en charlas o sentado con gesto impávido en medio de disertantes con caras aburridas en charlas aparentemente serias. Descifrar el rostro de Montt no es tan simple.

De cualquier manera, su humor no se ve afectado por los avatares de una entrevista, cuando se supone que la gente se pone seria para responder cosas importantes. El artista dice que la única pregunta que le falta al reportaje es si vendría a visitarnos a Córdoba. “Y entonces yo diría que sí, que si un millonario me paga el pasaje y una estadía con vino y asados, voy –dice–. Lo bueno es que no hubo esa pregunta incómoda sobre de dónde saco las ideas. Es la única pregunta que no quiero responder, porque si supiera la respuesta, todo sería más fácil”.

Texto Robado de: http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/alberto-montt-no-me-burlo-de-lo-que-una-persona-no-puede-cambiar

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LENGUA Y DIALECTO

DAYANI LOPEz

En el español, hay muchas palabras cuyo significado –semántico o pragmático– depende de la comunidad de

hablantes en donde es empleada. De este modo, aunque todos los latinoamericanos compartimos una misma lengua no compartimos dialecto y aquello que decimos no siempre

significa lo mismo tanto para nosotros como para nuestro interlocutor. Así que, aun cuando estemos hablando con alguien nativo de un país hermano, hay que tener mucho cuidado con lo que decimos o corremos el riesgo de pasar por un incómodo “trágame tierra”.Ilustremos un poco estos tecnicismos con algunos ejemplos:

1) Luis se tropezó y su vaso de leche cayó al piso junto con él. Al percatarse del desastre que causó, exclamó: “Qué mala leche, me caí”.Coloquialmente, en Ecuador, El Salvador, México y Venezuela, la palabra “leche” se asocia con la buena fortuna; es decir, alguien con leche es alguien con buena suerte. Cuando Luis dice “mala leche” no se refiere a la leche que acaba de derramar sino a su mala suerte por tropezar y derramar el con-tenido de su vaso.2) Cuidadito con la palabra “arrecho/a” porque esta se las trae. Verás, en el español estándar –y de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) – “arrecho/a” es un adjetivo calificativo que se emplea (en Colombia, por ejemplo) para decir que un persona está excitada sexual-mente; pero en otros países su significado varía: en Venezuela, especialmente en Caracas, “arrecho” es una de las palabras favoritas de sus hablantes, y dependiendo del contexto se puede usar para decir que alguien está molesto, que algo es espectacular e incluso para describir una situación como com-plicada. Como notarás entonces, no es lo mismo que un venezolano diga “Estoy arrecho” a que lo diga un colombiano. La diferencia es muy grande, ¿verdad?3) Pedo: canónicamente, esta palabra hace referencia a los gases que nuestro cuerpo expulsa por la puerta trasera (if you know what I mean), y vulgarmente puede ser utilizada para indicar una bor-rachera; sin embargo, en México también se utiliza para referirse a una fiesta o reunión para divertirse y en Venezuela se usa como sinónimo de la palabra “problema” o “disturbio”.4) Coger algo (o más bien a alguien) no significa lo mismo en España que en gran parte de Latinoamérica. El verbo “coger” en el español estándar puede aplicarse como sinónimos de muchos otros verbos, tales como: agarrar, recibir, recoger, hallar, alcanzar, entender, etc. Muy por el contrario, en Latinoamérica es frecuente emplear el uso vulgar de este verbo, el cual, al igual que el verbo “tirar”, remite a la consumación de un acto sexual. “Qué difícil es hablar el español” cantaron a coro dos colombianos, a modo de parodia, hace un par de años en un vídeo que rápidamente se hizo viral en Youtube, y basta buscar una palabra cualquiera en el portal web de la RAE para darse cuenta de que sí, es realmente difícil hablar el español, pero es precisamente ahí donde reside su encanto, ¿no crees?

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En cuestiones religiosas el diablo sabe mucho más, pues por irónico que parezca hay más personas matando a nombre del hombre barbudo que en cielo esta, que en nombre del pervertidor del hombre. Irreal suena

hasta el apocalipsis en donde el jefe del averno ya está avisado que va perder en una guerra ya arreglada. Acaso no es creación él mismo de dios, como iría a ganar contra ser imaginario tan fuerte.

Salvo en las películas en donde el ser inframundo de cuernos con olor a azufre elimina gente de las formas más extravagantes, a nivel de historia religiosa no mata a nadie y prácticamente algunas leyendas urbanas achacan a los satanistas haber cometidos sacrificios humanos en su nombre, aunque bien dichas reuniones son tan solo pretexto para drogarse y hacer una mega orgía.

Si lectores entusiastas los soldados que van oriente son cristianos que matan mu-sulmanes. Isis son musulmanes que matan a otros musulmanes, a cristianos, a judíos y a los que no siguen al Barcelona. Los judíos del ejército de Israel son judíos que matan a los musulmanes de Palestina. Los chinos mataron a muchos budistas en nombre del comunismo que era como una religión. Hay budistas que son terroristas. Los sacerdotes violan a niños y niñas que supuestamente son cristianos. Y al diablo les mandan a todos los homosexuales, mujeres libres, artis-tas, científicos y muchos más, pues son pecadores según San Pedro, Mahoma y Moisés.

Y todo lo anterior por amor a dios.

Entonces como vemos, el diablo y dios deben ser lo mismo, pues son maldad pura. A todos nos engañaron con esos libros de fantasía, que dicen son “sagra-dos”.

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