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Debate AMLO-Cevallos en marzo del 2000

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«¿Quedó algo del “temible polemista” Diego Fernández de Cevallos, tras el encuentro del martes con Andrés Manuel López Obrador en el programa Primero Noticias, de Joaquín López Dóriga? Ante millones de televidentes matutinos, el supuesto “gladiador invicto” del PAN se estrelló una y otra vez contra la indiscutible autoridad moral del joven candidato perredista, quien desde el primer intercambio de golpes de efecto lo puso contra las cuerdas, y en menos de una hora lo desmoronó hasta reducirlo a polvo, sepultándolo bajo una feroz andanada de pruebas documentales.» (Jaime Avilés)

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Page 1: Debate AMLO-Cevallos en marzo del 2000

SABADO 4 DE MARZO DE 2000

* López Obrador acusa al panista de hacerle el juego a Carlos Salinas

Fernández de Cevallos, alcahuete del régimen

* A usted lo tienen que investigar por riqueza inexplicable, responde el aspirante de AN al Senado

Elia Baltazar y Gabriela Romero *

Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD a jefe de Gobierno del Distrito Federal, acusó a Diego Fernández de Cevallos de ser “alcahuete del régimen” y “hacerle el juego” al ex presidente Carlos Salinas, por respaldar la decisión de quemar las boletas de la elección de 1988, que probarían el fraude electoral.

El aspirante al Senado por el PAN escuchó esta vez las imputaciones en su contra en voz del propio López Obrador, que por vía telefónica estableció un improvisado debate con Fernández de Cevallos, durante una entrevista a éste en el noticiario de Joaquín López Dóriga.

A teléfono abierto, le increpó: “Diego Fernández de Cevallos siempre ayudó a Salinas y ahora ayuda también a Zedillo en el caso Fobaproa. Siempre le ha hecho el juego al régimen y por eso el apuro de meterlo en esta campaña, para que haga el trabajo sucio”.

Ya dispuesto el terreno para el debate, Fernández de Cevallos acordó con su contrincante: “Coincido con López Obrador en que la elección (de 1988) no fue limpia”, como tampoco lo ha sido, según su propio argumento, ninguna de éstas para elegir Presidente de la República.

Explicó: “Los paquetes electorales siempre se destruyen; no hay ninguna novedad en eso, porque todas las elecciones para la Presidencia de la República han sido fraudulentas, y usted no encontrará guardados los documentos electorales de ninguna de éstas”.

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El contraataque del panista vino con el tema Fobaproa, pues advirtió a López Obrador: “Le recomendaría un poco de más cuidado, porque si nosotros hemos sido alcahuetes del gobierno, que no olvide que su partido acaba de votar en la Cámara de Diputados dinero público para el Fobaproa, vía el IPAB”.

López Obrador, sin embargo, echó mano de la historia reciente, y precisó: “Yo nada más le recuerdo que en la época de Salinas, él (Fernández de Cevallos) era el encargado de toda la negociación para el Fobaproa, para que el PAN apoyara a Zedillo y convertir en deuda pública las deudas privadas”. Y la precisión de espacio: “La negociación la hicieron en Gobernación”.

“Puras injurias”, respondió el panista. Pero eso sí: “Tiene que reconocer que mis entradas y salidas de Los Pinos fueron abiertas, públicas, conocidas por todo el mundo”.

Y extendió entonces la liza, para alcanzar el nombre del candidato a la Presidencia por el PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, a quien cuestionó por encontrarse con Salinas, y lo acusó de tener “bienes escondidos aquí y en otra parte”.

“Esto no es un asunto del ingeniero Cárdenas”, acotó López Obrador. “Por mi parte, le digo: yo nunca le vi la cara a Salinas, y usted era como un miembro más de aquel gabinete, como lo sigue siendo ahora con Zedillo, porque PRI y PAN significan lo mismo: PRIAN”.

Cada frase de intercambio subió el tono de las acusaciones. De López Obrador a Fernández de Cevallos: “Tiene que explicar muy bien cómo obtuvo lo de Punta Diamante (en Acapulco) y otros bienes, porque conozco abogados talentosos que no tienen su fortuna”.

Del panista al candidato del PRD: “A usted lo tienen que investigar por riqueza inexplicable, porque nadie sabe en qué trabaja”. Y la respuesta de López Obrador: “No soy abogado de picudos, señor Fernández de Cevallos, y tampoco alcahuete del régimen”.

De colofón, el compromiso de un próximo debate, cara a cara y en el mismo noticiario. La fecha: “El próximo martes, quizá”, adelantó López Obrador.

http://www.jornada.unam.mx/2000/03/04/cap4.html

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MIERCOLES 8 DE MARZO DE 2000

¤ Durante 45 minutos se dijeron de todo en un noticiario televisivo

Confrontan posiciones López Obrador y Diego

¤ El aspirante al Gobierno capitalino mostró un video sobre la quema de las boletas de 1988

¤ Estamos obligados a hacer algo positivo por el país, expuso el ex candidato presidencial

En treinta segundos, Andrés Manuel López Obrador y Diego Fernández de Cevallos resumieron su acalorado debate televisivo. El panista concluyó: “Todos, absolutamente todos, estamos obligados a hacer algo positivo por el país”, y no reducir la política a “es él o yo, sino él y yo”. El perredista, en sólo cuatro palabras, lapidó: “¡Es usted un farsante!”.

De esta manera terminaba lo que 45 minutos antes había iniciado en el espacio noticioso de Joaquín López Dóriga, justo en el momento en que López Obrador solicitó se transmitiera un video que llevó específicamente para comprobar que, siendo diputado, Diego Fernández avaló que fueran quemadas las boletas de las cuestionadas elecciones en que Carlos Salinas ganó la Presidencia en 1988.

“Aquí está la versión estenográfica, la traigo y la podemos leer... si tú me lo permites yo lo leo”, atajó rápidamente el virtual candidato panista al Senado de la República, en un intento porque no se trasmitiera la cinta.

-A mí me gustaría poner el video -replicó el perredista.

-¿Se ve mejor? -insistió su oponente.

-Sí, se ve mejor.

Corre cinta. Toma única. Diego Fernández de Cevallos Ramos en la tribuna de la Cámara de Diputados:

“Nadie podría beneficiarse con escudriñar papeles que nada dicen y menos significan. La bancada panista acepta que se destruyan esos míticos documentos y que esos cientos de documentos (escándalo en el pleno)... ¡Cállense...! Y que esos cientos de toneladas

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de papel se procesen y se regeneren como reclamamos, que se regenere la vida pública de México”.

Las justificaciones salieron sobrando.

A partir de ese momento, López Obrador soltó una andanada de acusaciones hacia el panista y su partido por el papel clave que tuvieron no sólo para aprobación el Fobaproa, durante el actual gobierno de Ernesto Zedillo, sino su relación con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

“Usted ha venido diciendo que yo fuí aliado y que soy del sistema; que fuí un apoyo de Salinas; que el Partido Acción Nacional siempre ha apoyado al gobierno. Eso no es verdad y lo podemos demostrar; lo que sucede es que en todos los países civilizados las oposiciones que se respetan a veces votan a favor de las propuestas del gobierno, y a veces en contra. Sólo los enfermizos mentales, sólo los que están mal de sus facultades, asumen que para ser honestos se tiene que estar en contra del gobierno, eso no lo aguanta ningún país”, replicó molesto Fernández de Cevallos.

Sin embargo, las pruebas del perredista pesaron más: 87 por ciento de las iniciativas de Carlos Salinas fueron respaldadas por panistas, y Ernesto Zedillo, “con el apoyo de ustedes”, convirtió en deuda pública de todo el pueblo el débito privado de unos cuantos, y esa es “la deuda más grande que se haya contraído en la historia del país”.

Luego, el candidato a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal le recordó a Diego Fernández su trabajo como abogado de algunos bancos implicados en el fraude del Fobaproa, como Anáhuac; los “beneficios” que recibió para adquirir (propiedades en) Punta Diamante; su “fortuna inmensa”, producto de “traficar con influencias en lo más alto del poder” y que lo convirtió en “el litigante más rico del país”, además del silencio que tuvo en 1994 cuando, después del debate con Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo, tenía muchas posibilidades de vencer al régimen.

Sólo que los argumentos y la defensa del queretano fueron poco efectivos, incluso con documentos.

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Los lances del panista se centraron en atacar a Cárdenas Solórzano, principalmente; en criticar el papel del PRD al aprobar, junto con el PRI, recursos para el IPAB, y de refilón cuestionar el dinero del perredista que es, a decir de López Obrador, 5 por ciento de lo que tiene el ex candidato presidencial del Partido Acción Nacional.

Al final, una petición de López Dóriga: “¿Se pueden dar la mano para sellar este encuentro civilizado?”.

Ambos entrevistados se levantaron y se dieron un forzado y prolongado saludo, con el que nuevamente se medían las fuerzas.

El conductor debió tomar el brazo del panista para serenar los ánimos, pero era el fin.

(Raúl Llanos Samaniego)

http://www.jornada.unam.mx/2000/03/08/cap3.html

La Jornada sábado 11 de marzo de 2000

EL TONTO DEL PUEBLO

¤ Jaime Avilés

Diego Fernández, knock out

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Todo se lo debe a su manager. ¿Quedó algo del “temible polemista” Diego Fernández de Cevallos, tras el encuentro del martes con Andrés Manuel López Obrador en el programa Primero Noticias, de Joaquín López Dóriga? Ante millones de televidentes matutinos, el supuesto “gladiador invicto” del PAN se estrelló una y otra vez contra la indiscutible autoridad moral del joven candidato perredista, quien desde el primer intercambio de golpes de efecto lo puso contra las cuerdas, y en menos de una hora lo desmoronó hasta reducirlo a polvo, sepultándolo bajo una feroz andanada de pruebas documentales.

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La mañana misma del combate, el columnista Jorge Fernández Menéndez anticipó, con sospechoso lujo de detalles, la estrategia que desarrollaría su tocayo de apellido. “Cuando López Obrador lo impugne por los terrenos de Punta Diamante, Diego explicará cómo se hizo de los mismos, mientras que impugnará a Cárdenas por haberle adjudicado, cuando fue gobernador de Michoacán, a su madre, doña Amalia, amplios terrenos en Playa Eréndira, en ese estado” (el tonto del pueblo pide excusas por la sintaxis pero, ni modo, la cita es textual).

Y cuando Andrés Manuel, añadió, lo acuse de salinista, el hombre de las barbas contestará que “sus reuniones con Salinas fueron públicas, mientras que las que sostuvo Cárdenas con el ex presidente se mantuvieron en secreto hasta hace poco”.

Si usted vio el durísimo enfrentamiento verbal que Joaquín “Don King” López Dóriga armó con sobrado talento, reconocerá que Fernández de Cevallos, en efecto, siguió las instrucciones de su “espontáneo” asesor. Pero todo le salió mal de cabo a rabo, pues desde el principio López Obrador lo puso en su sitio al presentarlo como lo que siempre ha sido: un “opositor farsante”, un “alcahuete del régimen”, un “corrupto que se ha enriquecido a costa del sufrimiento de los demás” y un político envilecido por su prevaricadora conducta en la vida pública.

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“Usted es un luchador social”. Televisado en cadena nacional, de costa a costa y de frontera a frontera, Diego Fernández sorprendió al país el 13 de mayo de 1994 cuando llegó al “histórico” debate con Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo -lo de “histórico” era porque nunca había ocurrido algo así en más de seis décadas de “democracia” a la mexicana-, y violando todas las reglas convenidas de antemano se tiró a la yugular de sus contrincantes por medio de una andanada de ataques personales y sensacionalistas, que lo convirtieron en el Pedro Navajas de la bravata y el descontón.

El martes pasado, López Obrador lo enfrentó precisamente en ese terreno.

El pique había surgido días antes, cuando el panista era entrevistado por López Dóriga y el tabasqueño, que además de ubicuo tiene la mala costumbre de madrugar, se comunicó al estudio y le recordó que él apoyó en la Cámara de Diputados la iniciativa priísta de quemar los papeles electorales de 1988, que atesoraban millones de evidencias del fraude cometido por el gobierno de Miguel de la Madrid a favor de Carlos Salinas.

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Concertada la pelea en torno de aquel escándalo -en el que tuvo un papel sobresaliente Manuel Camacho Solís-, López Obrador y Fernández comparecieron en Televisa la mañana del martes y, para empezar, el tabasqueño pidió que se transmitiera un video de 40 segundos con el cual, dijo, iba a demostrar sus afirmaciones. El panista replicó débilmente, arguyendo que llevaba consigo la versión estenográfica del debate parlamentario de aquella sesión de 1991, y trató de impedir la reproducción del video. Este, que no fue proyectado de inmediato, resultaría ser aplastante.

De acuerdo con el guión que tal vez le había ayudado a preparar su tocayo de apellido, Fernández sacó a colación lo de Playa Eréndira, pero López Obrador lo neutralizó con un retruécano facilista. “Vamos a suponer que yo soy un intermediario y le propongo un trato. Yo hablo con el ingeniero Cárdenas y usted se queda con Playa Eréndira y a cambio da sus terrenos de Punta Diamante, ¿le parece bien?”, le dijo. Diego, en ese momento, sufrió el segundo revés de la batalla. Cuando aludió a sus reuniones públicas con Salinas y tachó a Cárdenas de mentiroso por haberse entrevistado en secreto con Carlos, López Obrador hizo gala de venenoso humorismo y sacó una fotografía en la que el entonces joven abogado Fernández aparece junto al calvo ex presidente incómodo y sonriendo desde la atalaya de sus estrepitosas barbas a la Maximiliano de Habsburgo, que entonces lo pintaban en toda su conservadora ridiculez. Y fue el tabasqueño más lejos, al recordarle que si Cárdenas habló con Salinas después de 1988 no acordó nada, absolutamente nada con él. Quizá hubiese debido matizar que el único compromiso asumido por ambos fue el de no revelar jamás la celebración de aquel encuentro, pacto que Salinas violaría en 1998 durante una conversación con Jorge G. Castañeda.

Al final de la contienda -todos lo vimos-, Diego optó, cansino y derrotado, por repetir cada uno de los adjetivos que un López Obrador incontenible le reiteraba sin piedad. “Es usted un farsante”, le decía. Y Diego: “Sí, farsante”. “Y un corrupto.” Y Diego otra vez: “Sí, corrupto”, asintiendo con ojos de borrego a medio morir, después de haberle dicho al perredista, con angustia y desesperación: “Usted es un luchador social y no sabe hablar sino con denuncias” (¡!). Para un ultraconservador, ¿puede haber una etiqueta más repugnante que esta?

Como sea, después del martes, el precandidato del PAN al Senado salió de Televisa con el ánimo por los suelos, convertido en el futuro sucesor de Ignacio Burgoa Orihuela y Raúl Carrancá, los abogados de las alcantarillas del sistema. En la contraparte, según El Financiero del miércoles 8, mientras Diego era comido por la rabia y la depresión que le dura hasta hoy, López Obrador era ovacionado de pie por los comensales de una cafetería de la colonia Roma, donde desayunó después de empacharse de zopilote mojado.

http://www.jornada.unam.mx/2000/03/11/tonto.html

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