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Debatesenlas democracias · Jujuy; el apoderamiento de Papel Prensaporpartedemediosdecomuni-cación(LaNación,Clarín)queserían férreos sostenesdeestemodelodeacu-mulacióncapitalista;yotros

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Debates en las democraciaspopLa misma disgregación social im-

puesta culturalmente en la sociedad ar-gentina por el modelo neoliberal, hizoque la lucha ante las graves violacionesa los derechos humanos quedase limi-tada. Por un lado centrando el reclamolegítimamente en los derechos esencia-les de la vida y la libertad. Y por elotro, en un contexto de dispersión yagresión hacia todos los sectores popu-lares afectados en lo social y lo econó-mico por dicho modelo, que condujo acomportamientos sectoriales con prio-ridad a las reivindicacionesespecíficas,sin lograr niveles de articulación per-manentes, sobre todo con el movi-miento obrero; más allá de lascoincidenciasque permitieron accionespuntualesmasivas, como las importan-tes marchas de repudio a la dictadurael 24 de marzo de cada año o el 10 dediciembre.

Nada de esto es ajeno al terro-rismo de estado, su implementación ysus logros.

Coautorías civiles

Algunas acciones que impulsa-mos en el marco de los juicios por de-litos de lesa humanidad como ladenuncia contra funcionariosjudicialespor connivencia con la dictadura mili-tar, realizada en el 2008, fueronabriendo el debate en torno a la com-plicidad civil, que hoy ya es admitidapor quienes en ese momento cuestio-naron nuestra iniciativa, principal-mente desde algunos sectores deorganismos de derechos humanos. Seiba a dar la paradoja de un funcionario

judicial, Carlos Otero Álvarez, secre-tario penal en 1976 — hoy procesadopor 86 ilícitos de ese entonces — inte-grando el tribunal que debía juzgar alos principales responsables del terro-rismo de estado en Córdoba, como elex general Luciano Benj amín Menén-dez.

Los testimonios judiciales de víc-timas y militantes ampliaron esa com-plicidad a sectores eclesiásticos,empresariales, académicos, medios decomunicación, e inclusos políticos ysindicales. Más la documentación delas mismas instituciones, que ha sidoaportada a la justicia, como las actasdel episcopadoargentinoque revelaronel “asesoramiento” al genocida ex ge-neral Jorge R. Videla. Empresarios ogerentes de la Cementera Loma Negra,las automotrices Mercedez Benz yFord 0 el proceso judicial más avan-zado a Pedro Blaquier, uno de los pro-pietarios del Ingenio Ledesma, enJujuy; el apoderamiento de PapelPrensa por parte de medios de comuni-cación (La Nación, Clarín) que seríanférreos sostenes de este modelo de acu-mulación capitalista; y otros.

La experiencia enArgentina pusoen escena y al desnudo la crueldad delas fuerzas armadas en la aplicacióndelterrorismode estado. Sin ellas, en el rolrepresivo, no es posible mantener y de-fender el sistema capitalista. Pero parasu eficacia se requiere el componente“civil”. Y no se trata sólo de “colabo-ración”. Es este mismo componente elinteresado en dicha eficacia, porqueestán en juego sus propios intereses.

El terrorismo de estado es un pro-36 - Tiempo Latinoamericano

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ceso que se va desarrollando y perfec-cionando en directa relación y en líneacontrapuesta al avance del campo po-pular en la conquista de sus reivindica-ciones sociales, económicas, políticasy culturales. Por eso se trata de un mé-todo de disciplinamiento social, me-diante la implantación del terror y laeliminación de opositores políticos,que va más allá de la forma institucio-nal de gobierno. Cuando los mecanis-mos democráticos o sus residualesfueron insuficientes, entonces se apelóa las fuerzas armadas y de seguridad,como ha sucedido en la mayoría de lospaíses latinoamericanos durante el rei-nado de las dictaduras militares y laimplantacióndel neoliberalismo, comoexpresiónmás salvaje del capitalismo.

Lo fundamental es que desde elmanejo del poder del estado, inva-diendo los estamentos sociales con elterror, se vayanmodificandoconductasde solidaridad, de lucha por derechos,etc..- Una modificación de la sensibi-lidad social, dirían algunos jóvenes fi-lósofos amigos al hablar de la estéticade la dominación y de la liberación.Por eso será una acción integral y com-binada, tanto desde las fuerzas de la re-presión como desde ministerios deeducación, economía, salud o de polí-ticas sociales, en tiempos de dictaduraso en tiempos democráticos. Merecedestacarse este aspecto, porque losmismos sectoresbeneficiadospor el te-rrorismo de estado, buscan camuñarseen partidos políticos, instituciones aca-démicas u organizaciones no gubema-mentales en períodos democráticos,

Luis M. Baronetto

borrando sus páginas más negras,como ha ocurrido literalmente con lamutilación del discurso del Presidentede la Fundación Mediterránea, de1977, al crearse esta institución empre-sarial.

El terrorismo de estado en tiem-pos democráticos

En nuestro caso la imposición delterror desde el Estado tuvo manifesta-ciones violentas antes de la interrup-ción del proceso democrático, duranteel gobierno de Isabel Perón en 1974: Elaccionarde las 3 A (AlianzaAnticomu-nista Argentina), que se organizarondesde el Ministerio de Bienestar So-cial. El Comando Libertadores deAmérica (CLA) en Córdoba, integradopor militares y policías de inteligenciay delincuencia común desocupada. ElCNU (Concentración UniversitariaNacionalista) en Mar del Plata, que re-conocía comouno de sus ideólogos na-zifascista al profesor Carlos Disandro.En otras provincias también existió elaccionar de comandos clandestinos in-tegrados por fuerzas de seguridad, queactuaron en secuestrosy asesinatos, sindenominación específica, con el te-rreno despejadopor las fuerzas legales.Los decretos presidenciales de finesdel año 1975 facultando a las fuerzasarmadas para “aniquilar el accionarsubversivo”, que en la práctica fue laeliminación fisica de quienes eran con-siderados subversivos, brindó el con-texto desde el estado para la represiónlegal e ilegal, no sólo de los grupos re-volucionarios de la lucha armada, sino

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Debates en las democracias po…de los sectores más dinámicos del mo-vimiento obrero, estudiantil o profesio-nal, que luchabanpor el cambio social.

Otras actividadesy sectores en lostiempos democráticos también contri-buyeron a la eficacia del terrorismo deestado. Los empresarios participaronmediante la confección de listados deactivistas sindicales, con calificacionesideológicas ofreciéndolos en bandejapara el secuestro, la tortura y la muerte.El acopio informativo de los serviciosde inteligencia del Estado (SIDE) y delas distintas fuerzas militares y de se-guridad. El control social en los ámbi-tos educativos, ya sean en nivelesmedios como superiores. Tanto de losdocentes como de los estudiantes, or-ganizados o no en centros de estudian-tes. Mediante expulsiones, cesantías odespidos laborales fueronpuestos en lacalle quienes luego, ya en tiempos dic-tatoriales, serían levantados por los co-mandos secuestradores para terminaren los campos de concentración. Esilustrativo al respecto el rol jugado portodos los obispos de la provincia deCórdoba y la Federación de Padres deColegios Católicos, a fines de 1973cuando el gobierno popular de Obre-gón Cano-Atilio López promovió laley con los derechos laborales de losdocentes privados; y se lanzó una furi-bunda campaña acusando al “mar-xismo” instalado en el poder provincialque atacaba a la religión. Esto que fuedenunciado en esos términos ante elentonces presidente Juan Perón, coad-yuvó al golpe policial del “navarrazo”en febrero de 1974, instaurando la in-tervención federal, que fue abriendo las

puertas a la represión legal y organi-zando la represión ilegal en Córdobacon la creación del clandestino Co-mando Libertadores deAmérica, ame-diados de 1975, durante la intervenciónfederal del brigadier © Raúl O. Laca-banne. Unas 170 personas fueron víc-timas de secuestros y asesinatos luegodel derrocamientode ObregónCano en1974 hasta el golpe militar en 1976.

El Plan Cóndor y el sistema ca-pitalista

El proceso del terrorismo de es-tado tuvo su desarrollo en Argentina;pero formaparte del conflicto social enotros países de Latinoamérica. Lasfuerzas armadas y de seguridad a nivelcontinental coordinaron la represión,intercambiaron planes de formación,prácticas terroristas, e incluso víctimassecuestradas. Es lo que se conociócomo el Plan Cóndor. Según ha decla-rado el coronel HoracioBallester en di-versos juicios por delitos de lesahumanidad, las fuerzas armadas argen-tinas fueron imbuidas por la doctrinafrancesa, aplicada en Indochina y Ar-gelia, donde las fuerzas de ocupacióninstrumentaron metodologías terroris-tas, con secuestros, desapariciones ycampañas sicológicas, contra la pobla-ción en general y las organizacionespopulares de resistencia y liberación.

A partir del reparto del mundo enzonas de influencia,después de la Con-ferencia de Yalta en 1945, al finalizarla segunda guerra mundial, correspon-día alos países de occidente, hegemo-nizados por EEUU defender la

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civilizaciónoccidental y cristiana, con-tra el modelo de sociedad comunista:atea, desociadora de la familia y ene-miga de la propiedad privada. En supropio territorio el senador JosephMacCarthy, impulsó la “caza de bru-jas” en 1950, contra la infiltración co-munista en la sociedad y el propiogobierno norteamericano. La nueva si-tuación geopolítica ubicó a los EEUUejerciendo su primacía militar y econó-mica en todo el continente. Se consti-tuyó en guardián de los valores deoccidente, es decir de la sociedad capi-talista y los intereses de sus empresasinstaladas en nuestros países. Los sec-tores del fundamentalismo religiosocontribuyeron; y en nuestro país el ca-tolicismo conservador se expresó a tra-vés organizaciones como Tradición,Familia y Propiedad.

Nacionalismo popular y socia-lismo

El desarrollo de las contradiccio-nes sociales en cada uno de los paísesdependientes de América Latina y elCaribe, sumadas a las necesidades eco-nómicas de la postguerra, posibilitó elsurgimiento de procesos nacionalescon lo que después se llamó “estadosde bienestar”, basados en un fuerte yconcentrado rol del estado en la econo-mía para posibilitar mejores niveles dedistribución de las riquezas, con elconsecuente avance en legislación so-cial y organización popular. Estos pro-cesos calificados como nacionalistas odespectivamente como “populistas” enrealidad no modificaban la base de la

Luis M. Baronetto

La experiencia en Argentinapuso en escena y al desnudola crueldad de las fuerzas ar-madas en la aplicación del te-rrorismo de estado. Sin ellas,en el rol represivo, no es posi-ble mantenery defender el sis-tema capitalista

producción económica, aunque logra-ron una importantehegemoníapopular.Se conocieron como capitalismo de es-tado. Aseguraban un mayor bienestar ala mayoría de la población, elevandosus estándares de vida en salud, educa-ción, vivienda y otros derechos socia-les básicos, sin afectar la propiedadprivada de los medios de producción eimponiendo restricciones a la exporta-ción de ganancias de los capitales ex-tranjeros. Se trataba de procesosnacionalistas, en algunos casos con lí-deres provenientes de las fuerzas arma-das, algunos con influenciasideológicas anticomunistas; pero des-arrollados en países dependientes delpredominio económico de EEUU, loque fue generando una conciencia an-tiimperialista. Estos procesos en sumayoría fueron abortados por golpesmilitares pronorteamericanos. El na-cionalismo popular se vio fortalecido

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Debates en las democracias pop.;.1 ……

en la resistencia principalmente de lostrabajadores, que consolidaron sus ni-veles organizativos elevando el nivelde las luchas, hasta incorporarmetodo-logías insurreccionales o la lucha ar-mada, especialmente después deltriunfo de la revolución cubana, en1959. Lo cierto es que desde lo ideoló-gico estaban bastante lejos de la in-fluencia “comunista”.Al ubicarse en la“tercera posición”, distantes tanto de“liberalismo capitalista como del co-lectivismo marxista”, estos procesoscontribuyeron a desdogmatizar postu-ras ideológicas, aceptando que los pro-cesos sociales y revolucionarios sonsiempre complejos, imbricados; ynunca pueden determinarse en unamesa “con escuadray tiralíneas”, comoafirmaba John W. Cooke. Sin com-prender esto es difícil entender la apli-cación del terrorismo de estado a lasprimeras resistencias peronista, a pesardel contenido nacionalista y en buenacuota anticomunista del “justicia-lismo”. Fusilaron sin juicios de nin-guna índole, a militantes peronistas enlos basurales de León Suárez, luego dela represión al levantamientoantigoriladel General Juan José Valle en 1956.Luego los Consejos de Guerra especia-les, del llamado Plan CONINTES(Conmoción Interna del Estado), du-rante el gobierno de Frondizi, en 1960,a trabajadores y militares de baja gra-duación, que fueron acusados de “co-munistas” y “terroristas”, calificaciónque por cierto desmentían con vehe-mencia porque en nada se ajustaba a superfil ideológico, que reconocía raícesen la doctrina social de la iglesia y las

Las fuerzas armadas y de se-guridad a nivel continental co-ordinaron la represión,intercambiaron planes de for-

mación, prácticas terroristas, eincluso víctimas secuestradas.Es lo que se conoció como elPlan Cóndor.

políticas laboralistas de los diez añosde gobierno peronista (1945-1955),sintetizadas en la “doctrina justicia-lista” y sus veinte verdades. Argentinano fue la única experiencia. GetulioVargas en Brasil, Arbenz en Guate-mala, fueron otros modelos donde elavance en conquistas sociales fue com-batido mediante acusaciones similares.

El desarrollo de estos procesosnacionalistas y populares necesaria-mente fue elevando el nivel de expe-riencia y conciencia social, hasta poneren discusión el sistema social mismo.El avance en conquistas sociales porparte de los sectorespopulares condujoa una mayor toma de conciencia. Hayuna experiencia de vida mejor — nosólo en lo económico, también con unacosmovisión distinta - que se consti-tuye en el principal enemigo para lapropia existencia del sistema vigente.De allí la necesidad de eliminar el des-

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arrollo de su pensamiento, sus formasorganizativas y cualquier otro tipo deexpresión social, política o cultural.Esto fue calificado por los ideólogosdel sistemacapitalistacomo atentatorioal “orden establecido” y la civilizaciónoccidental y cristiana. Y así quedóconstituido ese complejo entramado depoderes, cada uno con sus propios in-tereses, pero confluyendo todos en lalucha contra el enemigo común identi-ficado como “comunismo”.

Doctrinade la SeguridadNacio-nal y lucha por la justicia

En la Conferencia de EjércitosAmericanos enWest Point, en 1964, elcomandante en jefe del ejército argen-tino, general Juan Carlos Ongania, du-rante el gobierno democrático deArturo Illia, dijo que la misión de lasfuerzas armadas en lasAméricas ya noera la guerra de territorio, sino la de-fensa de las fronteras ideológicas. Laamenaza ahora no era a las fronterasgeográficas, sino al sistema socio-eco-nómico vigente, garantia de privilegiospara las clases dominantes, “dueñas”de la identidad y los valores naciona-les. La guerra era ahora hacia el inte-rior de los propios países ya que elenemigopodría encontrarse camufladoo infiltrado en las universidades, en lasfábricas, en las iglesias, etc. El ene-migo “subversivo” que pretendía sub-vertir el orden capitalista por elcomunista. Este embrión de la Doc-trina de Seguridad Nacional, fue per-feccionada por la CIA y difundida enlas sucesivas ConferenciasAmericanas

Luis M. Baronetto

de Ejército, entre otros mediante losconocidos documentos de Santa Fe I yII, donde ya se especificaron comomayor precisión las organizaciones“subversivas”: el movimiento obreroorganizado, algunos partidos politicosde izquierda, movimientos del nacio-nalismo popular como el peronismo, lateología de la liberación y su correlatoorganizativo en Argentina, sintetizadoen el tercermundismo y organizacionesrevolucionarias armadas.

Sólo para señalar algunas caracte-risticas vale añadir que es todo el apa-rato del estado el que se pone enmovimiento para combatir al enemigosubversivo,apátrida, promotor del caosy la violencia. Y desde ese Estado seorganizan las fuerzas legales de repre-sión y los aparatos clandestinos quefuncionaránmediante las metodologíasde los secuestros, torturas, desaparicio-nes y asesinatos,junto a escabrosas ex-hibiciones públicas, como campañassicológicas, para imponer el terror. Ycon ello generar el miedo paralizanteante la movilización social, la partici-pación política y cualquier forma deorganización comunitaria. “Por algoserá” 0 “Algo habrán hecho” pasó a serla frase de la antisolidaridad instaladaen el pueblo, para no verse involucradoen ningún reclamo ni protesta. Este ca-rácter antipopular del terrorismo de es-tado fue usufructuado por losostentadores del poder económico enel sistema capitalista, poniendo al des-nudo su ideología neoliberal, para pe-netrar en lo cultural loscomportamientos individualistas y an-tisociales. En esto fue protagónica la

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Debates en las democracias pop…“u

actuación de sectores eclesiásticos, deprofesionales en instituciones públicaso privadas, de empresarios o funciona-rios gerenciales,que demonizaron a losopositores, al considerarlos enemigosencubiertos e infiltrados en las mismasinstituciones. Accionaban en el terro-rismo de estado desde sus propios es-pacios de poder y motivados por susintereses específicos, algunas vecescoincidentes y otras, concordantes.

Así como el terrorismo de estadoes un proceso que tiene su máxima ex-presión con la hegemonía de las fuer-zas armadas en la represión, peronecesita de diversos actores que vanconformando en tiempos democráticosel escenario del terror en los distintosámbitos de la sociedad, de sus institu-ciones y espacios de poder; tambiénhay que decir que la lucha contra lasviolaciones a los derechos humanos,que se inicia desde sectores afectados,va ganando espacios sociales hasta serasumida por las instituciones del es-tado de derecho, generandoun positivoacopio de jurisprudencia que ya formaparte del acervo cultural, legal e insti-tucional de Argentina. La lucha jurí-dica también ha sido importante por lacalificación de los delitos como de lesahumanidad y la aplicación de la doc-trina desarrollada por el penalistaClaus Roxin a propósito de los juiciosal nazismo. Por ella es posible identi-ficar y sancionar no sólo la ejecucióninmediata de los crímenes, sino la au-toría mediata, que es la que dispone,ordena, planifica y estructura las herra-mientas para llevar adelante la repre-sión, actuando desde las sombras,

“atrás del escritorio”. Resta aún expli-citar que entre los “hombres de atrás”están los miembros de las instituciones“civiles” que pusieron su parte en laaplicación del terrorismo de estado.

Para terminar este panoramaaún incompleto

Esta perspectiva integradora delterrorismo de estado, que encarna enpersonas e instituciones concretas encada tiempo y lugar, con beneficios es-pecíficos de las mismas,más allá de lasformas de gobierno, sólo se entiendeen el contexto de los conflictos de in-tereses propios del desarrollo social,que llegan a ser antagónicos. De allí lanecesidad de remarcar la contracarahistórica de los movimientos socialesy los gobiernos populares.

Los defensores del sistema capi-talista han argumentado la necesidadde evitar su destrucción y el reemplazopor el modelo socialista. Desde lospropulsores del cambio social tambiénsemotivó la luchapor una sociedad so-cialista, con un acento ideológico dico-tómico. La realidad, siempre másconfusa y complicada, pareciera indi-carnos que los pueblos avanzan apasos, a veces más grandes y otras máspequeños. Pero también puede sucederque se retroceda, como lo experimen-tamos con la aplicación más virulentadel terrorismo de estado en la últimadictadura militar.

Ante esta dinámica social pare-ciera que lo más atinente para los inte-reses populares es valorarpositivamente los avances logrados

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