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  • 1. Giovanni BoccaccioDECAMERONwww.infotematica.com.ar

2. Decameron www.infotematica.com.arTexto de dominio pblico.Este texto digital es de DOMINIO PBLICO en Argentina por cumplirse ms de 30aos de la muerte de su autor (Ley 11.723 de Propiedad Intelectual). Sin embargo,no todas las leyes de Propiedad Intelectual son iguales en los diferentes pasesdel mundo.Infrmese de la situacin de su pas antes de la distribucin pblica de este texto. 2 3. Decameronwww.infotematica.com.ar PROEMIOCOMIENZA EL LIBRO LLAMADO DECAMERN, APELLIDADO PRNCIPEGALEOTO, EN EL QUE SE CONTIENEN CIEN NOVELAS CONTADAS EN DIEZDAS POR SIETE MUJERES Y POR TRES HOMBRES JVENES.HUMANA cosa es tener compasin de los afligidos, y aunque a todos convienesentirla, ms propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester deconsuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de lnecesitado o le fue querido o ya de l recibi el contento, me cuento yo. Porquedesde mi primera juventud hasta este tiempo habiendo estado sobremanerainflamado por altsimo y noble amor (tal vez, por yo narrarlo, bastante ms de loque parecera conveniente a mi baja condicin aunque por los discretos a cuyanoticia lleg fuese alabado y reputado en mucho), no menos me fue grandsimafatiga sufrirlo: ciertamente no por crueldad de la mujer amada sino por el excesivofuego concebido en la mente por el poco dominado apetito, el cual porque conningn razonable lmite me dejaba estar contento, me haca muchas veces sentirms dolor del que haba necesidad. Y en aquella angustia tanto alivio meprocuraron las afables razones de algn amigo y sus loables consuelos, que tengola opinin firmsima de que por haberme sucedido as no estoy muerto. Perocuando plugo a Aqul que, siendo infinito, dio por ley inconmovible a todas lascosas mundanas el tener fin, mi amor, ms que cualquiera otro ardiente y al cualno haba podido ni romper ni doblar ninguna fuerza de voluntad ni de consejo ni devergenza evidente ni ningn peligro que pudiera seguirse de ello, disminuy conel tiempo, de tal guisa que slo me ha dejado de s mismo en la memoria aquelplacer que acostumbra ofrecer a quien no se pone a navegar en sus ms hondospilagos, por lo que, habiendo desaparecido todos sus afanes, siento que hapermanecido deleitoso donde en m sola doloroso estar. Pero, aunque hayacesado la pena, no por eso ha huido el recuerdo de los beneficios recibidosentonces de aqullos a quienes, por benevolencia hacia m, les eran graves misfatigas; ni nunca se ir, tal como creo, sino con la muerte. Y porque la gratitud,segn lo creo, es entre las dems virtudes sumamente de alabar y su contraria de 3 4. Decameron www.infotematica.com.armaldecir, por no parecer ingrato me he propuesto prestar algn alivio, en lo quepuedo y a cambio de los que he recibido (ahora que puedo llamarme libre), si no aquienes me ayudaron, que por ventura no tienen necesidad de l por su cordura ypor su buena suerte, al menos a quienes lo hayan menester. Y aunque mi apoyo,o consuelo si queremos llamarlo as, pueda ser y sea bastante poco para losnecesitados, no deja de parecerme que deba ofrecerse primero all donde lanecesidad parezca mayor, tanto porque ser ms til como porque ser recibidocon mayor deseo. Y quin podr negar que, por pequeo que sea, no convengadarlo mucho ms a las amables mujeres que a los hombres? Ellas, dentro de losdelicados pechos, temiendo y avergonzndose, tienen ocultas las amorosasllamas (que cun mayor fuerza tienen que las manifiestas saben quienes lo hanprobado y lo prueban); y adems, obligadas por los deseos, los gustos, losmandatos de los padres, de las madres, los hermanos y los maridos, pasan lamayor parte del tiempo confinadas en el pequeo circuito de sus alcobas,sentadas y ociosas, y queriendo y no queriendo en un punto, revuelven en suscabezas diversos pensamientos que no es posible que todos sean alegres. Y si acausa de ellos, trada por algn fogoso deseo, les invade alguna tristeza, les esfuerza detenerse en ella con grave dolor si nuevas razones no la remueven, sincontar con ellas son mucho menos fuertes que los hombres; lo que no sucede alos hombres enamorados, tal como podemos ver abiertamente nosotros. Ellos, siles aflige alguna tristeza o pensamiento grave, tienen muchos medios de aliviarseo de olvidarlo porque, si lo quieren, nada les impide pasear, or y ver muchascosas, darse a la cetrera, cazar o pescar, jugar y mercadear, por los cualesmodos todos encuentran la fuerza de recobrar el nimo, o en parte o en todo, yremoverlo del doloroso pensamiento al menos por algn espacio de tiempo;despus del cual, de un modo o de otro, o sobreviene el consuelo o el dolordisminuye. Por consiguiente, para que al menos por mi parte se enmiende elpecado de la fortuna que, donde menos obligado era, tal como vemos en lasdelicadas mujeres, fue ms avara de ayuda, en socorro y refugio de las que aman(porque a las otras les es bastante la aguja, el huso y la devanadera) entiendocontar cien novelas, o fbulas o parbolas o historias, como las queramos llamar,4 5. Decameron www.infotematica.com.arnarradas en diez das, como manifiestamente aparecer, por una honradacompaa de siete mujeres y tres jvenes, en los pestilentes tiempos de la pasadamortandad, y algunas canciones cantadas a su gusto por las dichas seoras. Enlas cuales novelas se vern casos de amor placenteros y speros, as como otrosazarosos acontecimientos sucedidos tanto en los modernos tiempos como en losantiguos; de los cuales, las ya dichas mujeres que los lean, a la par podrn tomarsolaz en las cosas deleitosas mostradas y til consejo, por lo que podrn conocerqu ha de ser huido e igualmente qu ha de ser seguido: cosas que sin que se lespase el dolor no creo que puedan suceder. Y si ello sucede, que quiera Dios queas sea, den gracias a Amor que, librndome de sus ligaduras, me ha concedidopoder atender a sus placeres.PRIMERA JORNADACOMIENZA LA PRIMERA JORNADA DEL DECAMERN, EN QUE, LUEGO DELA EXPLICACIN DADA POR EL AUTOR SOBRE LA RAZN POR QUEACAECI QUE SE REUNIESEN LAS PERSONAS QUE SE MUESTRANRAZONANDO ENTRE S, SE RAZONA BAJO EL GOBIERNO DE PAMPNEASOBRE LO QUE MS AGRADA A CADA UNO.Cuando ms graciossimas damas, pienso cun piadosas sois por naturaleza,tanto ms conozco que la presente obra tendr a vuestro juicio un principiopenoso y triste, tal como es el doloroso recuerdo de aquella pestfera mortandadpasada, universalmente funesta y digna de llanto para todos aquellos que lavivieron o de otro modo supieron de ella, con el que comienza. Pero no quiero quepor ello os asuste seguir leyendo como si entre suspiros y lgrimas debieseispasar la lectura. Este horroroso comienzo os sea no otra cosa que a loscaminantes una montaa spera y empinada despus de la cual se hallaescondida una llanura hermossima y deleitosa que les es ms placentera cuantomayor ha sido la dureza de la subida y la bajada. Y as como el final de la alegrasuele ser el dolor, las miserias se terminan con el gozo que las sigue. A este brevedisgusto (y digo breve porque se contiene en pocas palabras) seguir prontamente5 6. Decameron www.infotematica.com.arla dulzura y el placer que os he prometido y que tal vez no sera esperado de talcomienzo si no lo hubiera hecho. Y en verdad si yo hubiera podido decorosamentellevaros por otra parte a donde deseo en lugar de por un sendero tan spero comoes ste, lo habra hecho de buena gana; pero ya que la razn por la quesucedieron las cosas que despus se leern no se poda manifestar sin esterecuerdo, como empujado por la necesidad me dispongo a escribirlo.Digo, pues, que ya haban los aos de la fructfera Encarnacin del Hijo de Diosllegado al nmero de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudadde Florencia, nobilsima entre todas las otras ciudades de Italia, lleg la mortferapeste que o por obra de los cuerpos superiores o por nuestras acciones inicuasfue enviada sobre los mortales por la justa ira de Dios para nuestra correccin quehaba comenzado algunos aos antes en las partes orientales privndolas de grancantidad de vivientes, y, continundose sin descanso de un lugar en otro, se habaextendido miserablemente a Occidente. Y no valiendo contra ella ningn saber niprovidencia humana (como la limpieza de la ciudad de muchas inmundiciasordenada por los encargados de ello y la prohibicin de entrar en ella a todos losenfermos y los muchos consejos dados para conservar la salubridad) ni valiendotampoco las humildes splicas dirigidas a Dios por las personas devotas no unavez sino muchas ordenadas en procesiones o de otras maneras, casi al principiode la primavera del ao antes dicho empez horriblemente y en asombrosamanera a mostrar sus dolorosos efectos. Y no era como en Oriente, donde a quiensala sangre de la nariz le era manifiesto signo de muerte inevitable, sino que ensu comienzo nacan a los varones y a las hembras semejantemente en las ingles obajo las axilas, ciertas hinchazones que algunas crecan hasta el tamao de unamanzana y otras de un huevo, y algunas ms y algunas menos, que eran llamadasbubas por el pueblo. Y de las dos dichas partes del cuerpo, en poco espacio detiempo empez la pestfera buba a extenderse a cualquiera de sus partesindiferentemente, e inmediatamente comenz la calidad de la dicha enfermedad acambiarse en manchas negras o lvidas que aparecan a muchos en los brazos ypor los muslos y en cualquier parte del cuerpo, a unos grandes y raras y a otrosmenudas y abundantes. Y as como la buba haba sido y segua siendo indicio6 7. Decameron www.infotematica.com.arcertsimo de muerte futura, lo mismo eran stas a quienes les sobrevenan. Y paracurar tal enfermedad no pareca que valiese ni aprovechase consejo de mdico ovirtud de medicina alguna; as, o porque la naturaleza del mal no lo sufriese oporque la ignorancia de quienes lo medicaban (de los cuales, ms all de losentendidos haba proliferado grandsimamente el nmero tanto de hombres comode mujeres que nunca haban tenido ningn conocimiento de medicina) no supiesepor qu era movido y por consiguiente no tomase el debido remedio, no solamenteeran pocos los que curaban sino que casi todos antes del tercer da de la aparicinde las seales antes dichas, quin antes, quin despus, y la mayora sin algunafiebre u otro accidente, moran. Y esta pestilencia tuvo mayor fuerza porque de losque estaban enfermos de ella se abalanzaban sobre los sanos con quienes secomunicaban, no de otro modo que como hace el fuego sobre las cosas secas yengrasadas cuando se le avecinan mucho. Y ms all lleg el mal: que nosolamente el hablar y el tratar con los enfermos daba a los sanos enfermedad omotivo de muerte comn, sino tambin el tocar los paos o cualquier otra cosaque hubiera sido tocada o usada por aquellos enfermos, que pareca llevarconsigo aquella tal enfermedad hasta el que tocaba. Y asombroso es escuchar loque debo decir, que si por los ojos de muchos y por los mos propios no hubiesesido visto, apenas me atrevera a creerlo, y mucho menos a escribirlo por muydigna de fe que fuera la persona a quien lo hubiese odo. Digo que de tantavirulencia era la calidad de la pestilencia narrada que no solamente pasaba delhombre al hombre, sino lo que es mucho ms (e hizo visiblemente otras muchasveces): que las cosas que haban sido del hombre, no solamente lo contaminabancon la enfermedad sino que en brevsimo espacio lo mataban. De lo cual mis ojos,como he dicho hace poco, fueron entre otras cosas testigos un da porque,estando los despojos de un pobre hombre muerto de tal enfermedad arrojados enla va pblica, y tropezando con ellos dos puercos, y como segn su costumbre seagarrasen y le tirasen de las mejillas primero con el hocico y luego con los dientes,un momento ms tarde, tras algunas contorsiones y como si hubieran tomadoveneno, ambos a dos cayeron muertos en tierra sobre los maltratados despojos.De tales cosas, y de bastantes ms semejantes a stas y mayores, nacieron7 8. Decameron www.infotematica.com.armiedos diversos e imaginaciones en los que quedaban vivos, y casi todos seinclinaban a un remedio muy cruel como era esquivar y huir a los enfermos y a suscosas; y, hacindolo, cada uno crea que consegua la salud para s mismo. Yhaba algunos que pensaban que vivir moderadamente y guardarse de todo losuperfluo deba ofrecer gran resistencia al dicho accidente y, reunida sucompaa, vivan separados de todos los dems recogindose y encerrndose enaquellas casas donde no hubiera ningn enfermo y pudiera vivirse mejor, usandocon gran templanza de comidas delicadsimas y de ptimos vinos y huyendo detodo exceso, sin dejarse hablar de ninguno ni querer or noticia de fuera, ni demuertos ni de enfermos, con el taer de los instrumentos y con los placeres quepodan tener se entretenan. Otros, inclinados a la opinin contraria, afirmaban quela medicina certsima para tanto mal era el beber mucho y el gozar y andarcantando de paseo y divirtindose y satisfacer el apetito con todo aquello que sepudiese, y rerse y burlarse de todo lo que sucediese; y tal como lo decan, loponan en obra como podan yendo de da y de noche ora a esta taberna ora a laotra, bebiendo inmoderadamente y sin medida y mucho ms haciendo en losdems casos solamente las cosas que entendan que les servan de gusto oplacer. Todo lo cual podan hacer fcilmente porque todo el mundo, como quien nova a seguir viviendo, haba abandonado sus cosas tanto como a s mismo, por loque las ms de las casas se haban hecho comunes y as las usaba el extrao, sise le ocurra, como las habra usado el propio dueo. Y con todo estecomportamiento de fieras, huan de los enfermos cuanto podan. Y en tan granafliccin y miseria de nuestra ciudad, estaba la reverenda autoridad de las leyes,de las divinas como de las humanas, toda cada y deshecha por sus ministros yejecutores que, como los otros hombres, estaban enfermos o muertos o se habanquedado tan carentes de servidores que no podan hacer oficio alguno; por lo cualle era lcito a todo el mundo hacer lo que le pluguiese. Muchos otros observaban,entre las dos dichas ms arriba, una va intermedia: ni restringindose en lasviandas como los primeros ni alargndose en el beber y en los otros libertinajestanto como los segundos, sino suficientemente, segn su apetito, usando de lascosas y sin encerrarse, saliendo a pasear llevando en las manos flores, hierbas 8 9. Decameron www.infotematica.com.arodorferas o diversas clases de especias, que se llevaban a la nariz con frecuenciapor estimar que era ptima cosa confortar el cerebro con tales olores contra el aireimpregnado todo del hedor de los cuerpos muertos y cargado y hediondo por laenfermedad y las medicinas. Algunos eran de sentimientos ms crueles (como sipor ventura fuese ms seguro) diciendo que ninguna medicina era mejor ni tanbuena contra la peste que huir de ella; y movidos por este argumento, no cuidandode nada sino de s mismos, muchos hombres y mujeres abandonaron la propiaciudad, las propias casas, sus posesiones y sus parientes y sus cosas, y buscaronlas ajenas, o al menos el campo, como si la ira de Dios no fuese a seguirles paracastigar la iniquidad de los hombres con aquella peste y solamente fuese a oprimira aquellos que se encontrasen dentro de los muros de su ciudad como avisandode que ninguna persona deba quedar en ella y ser llegada su ltima hora. Yaunque estos que opinaban de diversas maneras no murieron todos, no por ellotodos se salvaban, sino que, enfermndose muchos en cada una de ellas y endistintos lugares (habiendo dado ellos mismos ejemplo cuando estaban sanos alos que sanos quedaban) abandonados por todos, languidecan ahora. Y nodigamos ya que un ciudadano esquivase al otro y que casi ningn vecino tuviesecuidado del otro, y que los parientes raras veces o nunca se visitasen, y de lejos:con tanto espanto haba entrado esta tribulacin en el pecho de los hombres y delas mujeres, que un hermano abandonaba al otro y el to al sobrino y la hermana alhermano, y muchas veces la mujer a su marido, y lo que mayor cosa es y casiincreble, los padres y las madres a los hijos, como si no fuesen suyos, evitabanvisitar y atender. Por lo que a quienes enfermaban, que eran una multitudinestimable, tanto hombres como mujeres, ningn otro auxilio les quedaba que o lacaridad de los amigos, de los que haba pocos, o la avaricia de los criados que porgruesos salarios y abusivos contratos servan, aunque con todo ello no seencontrasen muchos y los que se encontraban fuesen hombres y mujeres detosco ingenio, y adems no acostumbrados a tal servicio, que casi no servan paraotra cosa que para llevar a los enfermos algunas cosas que pidiesen o mirarloscuando moran; y sirviendo en tal servicio, se perdan ellos muchas veces con loganado. Y de este ser abandonados los enfermos por los vecinos, los parientes y9 10. Decameron www.infotematica.com.arlos amigos, y de haber escasez de sirvientes se sigui una costumbre no odaantes: que a ninguna mujer por bella o gallarda o noble que fuese, si enfermaba, leimportaba tener a su servicio a un hombre, como fuese, joven o no, ni mostrarlesin ninguna vergenza todas las partes de su cuerpo no de otra manera quehubiese hecho a otra mujer, si se lo peda la necesidad de su enfermedad; lo queen aquellas que se curaron fue razn de honestidad menor en el tiempo quesucedi. Y adems, se sigui de ello la muerte de muchos que, por ventura, sihubieran sido ayudados se habran salvado; de los que, entre el defecto de losnecesarios servicios que los enfermos no podan tener y por la fuerza de la peste,era tanta en la ciudad la multitud de los que de da y de noche moran, quecausaba estupor orlo decir, cuanto ms mirarlo. Por lo cual, casi por necesidad,cosas contrarias a las primeras costumbres de los ciudadanos nacieron entrequienes quedaban vivos. Era costumbre, as como ahora vemos hacer, que lasmujeres parientes y vecinas se reuniesen en la casa del muerto, y all, conaquellas que ms le tocaban, lloraban; y por otra parte delante de la casa delmuerto con sus parientes se reunan sus vecinos y muchos otros ciudadanos, ysegn la calidad del muerto all vena el clero, y l en hombros de sus iguales, confuneral pompa de cera y cantos, a la iglesia elegida por l antes de la muerte erallevado. Las cuales cosas, luego que empez a subir la ferocidad de la peste, o entodo o en su mayor parte cesaron casi y otras nuevas sobrevivieron en su lugar.Por lo que no solamente sin tener muchas mujeres alrededor se moran las gentessino que eran muchos los que de esta vida pasaban a la otra sin testigos; ypoqusimos eran aquellos a quienes los piadosos llantos y las amargas lgrimasde sus parientes fuesen concedidas, sino que en lugar de ellas eran por los msacostumbradas las risas y las agudezas y el festejar en compaa; la cualcostumbre las mujeres, en gran parte pospuesta la femenina piedad a su salud,haban aprendido ptimamente. Y eran raros aquellos cuerpos que fuesen porms de diez o doce de sus vecinos acompaados a la iglesia; a los cuales nollevaban sobre los hombros los honrados y amados ciudadanos, sino una especiede sepultureros salidos de la gente baja que se hacan llamar faquines y hacaneste servicio a sueldo ponindose debajo del atad y, llevndolo con presurosos10 11. Decameron www.infotematica.com.arpasos, no a aquella iglesia que hubiese antes de la muerte dispuesto, sino a lams cercana la mayora de las veces lo llevaban, detrs de cuatro o seis clrigoscon pocas luces y a veces sin ninguna; los que, con la ayuda de los dichosfaquines, sin cansarse en un oficio demasiado largo o solemne, en cualquiersepultura desocupada encontrada primero lo metan. De la gente baja, y tal vez dela mediana, el espectculo estaba lleno de mucha mayor miseria, porque stos, opor la esperanza o la pobreza retenidos la mayora en sus casas, quedndose ensus barrios, enfermaban a millares por da, y no siendo ni servidos ni ayudadospor nadie, sin redencin alguna moran todos. Y bastantes acababan en la vapblica, de da o de noche; y muchos, si moran en sus casas, antes con el hedorcorrompido de sus cuerpos que de otra manera, hacan sentir a los vecinos queestaban muertos; y entre stos y los otros que por toda parte moran, unamuchedumbre. Era sobre todo observada una costumbre por los vecinos, movidosno menos por el temor de que la corrupcin de los muertos no los ofendiese quepor el amor que tuvieran a los finados. Ellos, o por s mismos o con ayuda dealgunos acarreadores cuando podan tenerla, sacaban de sus casas los cuerposde los ya finados y los ponan delante de sus puertas (donde, especialmente por lamaana, hubiera podido ver un sinnmero de ellos quien se hubiese paseado porall) y all hacan venir los atades, y hubo tales a quienes por defecto de ellospusieron sobre alguna tabla. Tampoco fue un solo atad el que se llev juntas ados o tres personas; ni sucedi una vez sola sino que se habran podido contarbastantes de los que la mujer y el marido, los dos o tres hermanos, o el padre y elhijo, o as sucesivamente, contuvieron. Y muchas veces sucedi que, andandodos curas con una cruz a por alguno, se pusieron tres o cuatro atades, llevadospor acarreadores, detrs de ella; y donde los curas crean tener un muerto parasepultar, tenan seis u ocho, o tal vez ms. Tampoco eran stos con lgrimas oluces o compaa honrados, sino que la cosa haba llegado a tanto que no de otramanera se cuidaba de los hombres que moran que se cuidara ahora de lascabras; por lo que apareci asaz manifiestamente que aquello que el curso naturalde las cosas no haba podido con sus pequeos y raros daos mostrar a lossabios que se deba soportar con paciencia, lo haca la grandeza de los males an 11 12. Decameron www.infotematica.com.arcon los simples, desaprensivos y despreocupados. A la gran multitud de muertosmostrada que a todas las iglesias, todos los das y casi todas las horas, eraconducida, no bastando la tierra sagrada a las sepulturas (y mxime queriendo dara cada uno un lugar propio segn la antigua costumbre), se hacan por loscementerios de las iglesias, despus que todas las partes estaban llenas, fosasgrandsimas en las que se ponan a centenares los que llegaban, y en aquellasestibas, como se ponen las mercancas en las naves en capas apretadas, conpoca tierra se recubran hasta que se llegaba a ras de suelo. Y por no ir buscandopor la ciudad todos los detalles de nuestras pasadas miserias en ella sucedidas,digo que con un tiempo tan enemigo que corri sta, no por ello se ahorr algo alcampo circundante; en el cual, dejando los burgos, que eran semejantes, en supequeez, a la ciudad, por las aldeas esparcidas por l y los campos, loslabradores mseros y pobres y sus familias, sin trabajo de mdico ni ayuda deservidores, por las calles y por los collados y por las casas, de da o de nocheindiferentemente, no como hombres sino como bestias moran. Por lo cual, stos,disolutas sus costumbres como las de los ciudadanos, no se ocupaban de ningunade sus cosas o haciendas; y todos, como si esperasen ver venir la muerte en elmismo da, se esforzaban con todo su ingenio no en ayudar a los futuros frutos delos animales y de la tierra y de sus pasados trabajos, sino en consumir los quetenan a mano. Por lo que los bueyes, los asnos, las ovejas, las cabras, loscerdos, los pollos y hasta los mismos perros fidelsimos al hombre, sucedi quefueron expulsados de las propias casas y por los campos, donde las cosechasestaban abandonadas, sin ser no ya recogidas sino ni siquiera segadas, ibancomo ms les placa; y muchos, como racionales, despus que haban pastadobien durante el da, por la noche se volvan saciados a sus casas sin ninguna guade pastor. Qu ms puede decirse, dejando el campo y volviendo a la ciudad,sino que tanta y tal fue la crueldad del cielo, y tal vez en parte la de los hombres,que entre la fuerza de la pestfera enfermedad y por ser muchos enfermos malservidos o abandonados en su necesidad por el miedo que tenan los sanos, ams de cien mil criaturas humanas, entre marzo y el julio siguiente, se tiene porcierto que dentro de los muros de Florencia les fue arrebatada la vida, que tal vez12 13. Decameronwww.infotematica.com.arantes del accidente mortfero no se habra estimado haber dentro tantas? Ohcuntos grandes palacios, cuntas bellas casas, cuntas nobles moradas llenaspor dentro de gentes, de seores y de damas, quedaron vacas hasta del menorinfante! Oh cuntos memorables linajes, cuntas amplsimas herencias, cuntasfamosas riquezas se vieron quedar sin sucesor legtimo! Cuntos valerososhombres, cuntas hermosas mujeres, cuntos jvenes gallardos a quienes nootros que Galeno, Hipcrates o Esculapio hubiesen juzgado sansimos,desayunaron con sus parientes, compaeros y amigos, y llegada la tarde cenaroncon sus antepasados en el otro mundo!A m mismo me disgusta andar revolvindome tanto entre tantas miserias; por loque, queriendo dejar aquella parte de las que convenientemente puedo evitar, digoque, estando en estos trminos nuestra ciudad de habitantes casi vaca, sucedi,as como yo despus o a una persona digna de fe, que en la venerable iglesia deSanta Mara la Nueva, un martes de maana, no habiendo casi ninguna otrapersona, odos los divinos oficios en hbitos de duelo, como pedan semejantestiempos, se encontraron siete mujeres jvenes, todas entre s unidas o poramistad o por vecindad o por parentesco, de las cuales ninguna haba pasado elvigsimo ao ni era menor de dieciocho, discretas todas y de sangre noble yhermosas de figura y adornadas con ropas y honestidad gallarda. Sus nombresdira yo debidamente si una justa razn no me impidiese hacerlo, que es que noquiero que por las cosas contadas de ellas que se siguen, y por lo escuchado,ninguna pueda avergonzarse en el tiempo por venir, estando hoy un tantorestringidas las leyes del placer que entonces, por las razones antes dichas, eranno ya para su edad sino para otra mucho ms madura amplsimas; ni tampoco darmateria a los envidiosos (prestos a mancillar toda vida loable), de disminuir enningn modo la honestidad de las valerosas mujeres en conversacionesdesconsideradas. Pero, sin embargo, para que aquello que cada una dijese sepueda comprender pronto sin confusin, con nombres convenientes a la calidadde cada una, o en todo o en parte, entiendo llamarlas; de las cuales a la primera, yla que era de ms edad, llamaremos Pampnea y a la segunda Fiameta, Filomenaa la tercera y a la cuarta Emilia, y despus Laureta diremos a la quinta, y a la 13 14. Decameronwww.infotematica.com.arsexta Neifile, y a la ltima, no sin razn, llamaremos Elisa. Las cuales, no yamovidas por algn propsito sino por el acaso, se reunieron en una de las partesde la iglesia como dispuestas a sentarse en corro, y luego de muchos suspiros,dejando de rezar padrenuestros, comenzaron a discurrir sobre la condicin de lostiempos muchas y variadas cosas; y luego de algn espacio, callando las dems,as empez a hablar Pampnea: Vosotras podis, queridas seoras, tanto como yo haber odo muchas veces quea nadie ofende quien honestamente hace uso de su derecho. Natural derecho esde todos los que nacen ayudar a conservar y defender su propia vida tanto cuantopueden, y concededme esto, puesto que alguna vez ya ha sucedido que, porconservarla, se hayan matado hombres sin ninguna culpa. Y si esto conceden lasleyes, a cuya solicitud est el buen vivir de todos los mortales, cun mayormentees honesto que, sin ofender a nadie, nosotras y cualquiera otro, tomemos losremedios que podamos para la conservacin de nuestra vida! Siempre que mepongo a considerar nuestras acciones de esta maana y de las ya pasadas ypienso cuntos y cules son nuestros pensamientos, comprendo, y vosotras deigual modo lo podis comprender, que cada una de nosotras tema por s misma; yno me maravillo por ello, sino que me maravillo de que sucedindonos a todastener sentimiento de mujer, no tomemos alguna compensacin de aquello quefundadamente tememos. Estamos viviendo aqu, a mi parecer, no de otro modoque si quisisemos y debisemos ser testigos de cuantos cuerpos muertos sellevan a la sepultura, o escuchar si los frailes de aqu dentro (el nmero de loscuales casi ha llegado a cero) cantan sus oficios a las horas debidas, o mostrar acualquiera que aparezca, por nuestros hbitos, la calidad y la cantidad de nuestrasmiserias. Y, si salimos de aqu, o vemos cuerpos muertos o enfermos llevados porlas calles, o vemos aquellos a quienes por sus delitos la autoridad de las pblicasleyes conden al exilio, escarnecindolas porque oyeron que sus ejecutoresestaban muertos o enfermos, y con descompensado mpetu recorriendo la ciudad,o a las heces de nuestra ciudad, enardecidas con nuestra sangre, llamarsefaquines y en ultraje nuestro andar cabalgando y discurriendo por todas partes,acusndonos de nuestros males con deshonestas canciones. Y no otra cosa14 15. Decameron www.infotematica.com.aromos sino los tales son muertos, y los otros tales estn murindose; y sihubiera quien pudiese hacerlo, por todas partes oiramos dolorosos llantos. Y si anuestras casas volvemos, no s si a vosotras como a m os sucede: yo, de muchafamilia, no encontrando otra persona en ella que a mi criada, empavorezco ysiento que se me erizan los cabellos, y me parece, dondequiera que voy o mequedo, ver la sombra de los que han fallecido, y no con aquellos rostros que solansino con un aspecto horrible, no s en dnde extraamente adquirido,espantarme. Por todo lo cual, aqu y fuera de aqu, y en casa, me siento mal, ytanto ms ahora cuando me parece que no hay persona que an tenga pulso ylugar donde ir, como tenemos nosotras, que se haya quedado aqu salvo nosotras.Y he odo y visto muchas veces que si algunos quedan, aqullos, sin hacerdistincin alguna entre las cosas honestas y las que no lo son, slo con que elapetito se lo pida, y solos y acompaados, de da o de noche, hacen lo que mejorse les ofrece; y no slo las personas libres sino tambin las encerradas enmonasterios, persuadindose de que les conviene aquello que en los otros nodesdice, rotas las leyes de la obediencia, se dan a deleites carnales, de tal guisapensando salvarse, y se han hecho lascivas y disolutas. Y si as es, comomanifiestamente se ve, qu hacemos aqu nosotras?, qu esperamos?, qusoamos? Por qu somos ms perezosas y lentas en nuestra salvacin quetodos los dems ciudadanos? Nos reputamos de menor valor que todos losdems?, o creemos que nuestra vida est atada con cadenas ms fuertes anuestro cuerpo que la de los otros, y as no debemos pensar que nada tengafuerza para ofenderla? Estamos equivocadas, nos engaamos, qu brutalidad esla nuestra si lo creemos as, cuantas veces queramos recordar cuntos y culeshan sido los jvenes y las mujeres vencidos por esta cruel pestilencia, tendremosuna demostracin clarsima. Y por ello, a fin de que por repugnancia o presuncinno caigamos en aquello de lo que por ventura, querindolo, podremos escapar dealgn modo, no s si os parecer a vosotras lo que a m me parece: yo juzgaraptimamente que, tal como estamos, y as como muchos han hecho antes quenosotras y hacen, salisemos de esta tierra, y huyendo como de la muerte losdeshonestos ejemplos ajenos, honestamente fusemos a estar en nuestras villas15 16. Decameron www.infotematica.com.arcampestres (en que todas abundamos) y all aquella fiesta, aquella alegra y aquelplacer que pudisemos sin traspasar en ningn punto el lmite de lo razonable, lotomsemos. All se oye cantar los pajarillos, se ve verdear los collados y lasllanuras, y a los campos llenos de mieses ondear no de otro modo que el mar ymuchas clases de rboles, y el cielo ms abiertamente; el cual, por muy enojadoque est, no por ello nos niega sus bellezas eternas, que mucho ms bellas sonde admirar que los muros vacos de nuestra ciudad. Y es all, a ms de esto, elaire asaz ms fresco, y de las cosas que son necesarias a la vida en estostiempos hay all ms abundancia, y es menor el nmero de las enojosas: porqueall, aunque tambin mueran los labradores como aqu los ciudadanos, el disgustoes tanto menor cuanto ms raras son las casas y los habitantes que en la ciudad.Y aqu, por otra parte, si veo bien, no abandonamos a nadie, antes podemos converdad decir que fuimos abandonadas: porque los nuestros, o muriendo ohuyendo de la muerte, como si no fusemos suyas nos han dejado en tantaafliccin. Ningn reproche puede hacerse, por consiguiente, a seguir tal consejo,mientras que el dolor y el disgusto, y tal vez la muerte, podran acaecernos si no loseguimos. Y por ello, si os parece, tomando nuestras criadas y hacindonos seguirde las cosas oportunas, hoy en este sitio y maana en aqul, la alegra y la fiestaque en estos tiempos se pueda creo que estar bien que gocemos; y quepermanezcamos de esta guisa hasta que veamos (si primero la muerte no nosalcanza) qu fin reserva el cielo a estas cosas. Y recordad que no desdice denosotras irnos honestamente cuando gran parte de los otros deshonestamente sequedan.Habiendo escuchado a Pampnea las otras mujeres, no solamente alabaron surazonamiento sino que, deseosas de seguirlo, haban ya entre s empezado aconsiderar el modo de llevarlo a cabo, como si al levantarse de donde estabansentadas inmediatamente debieran ponerse en camino. Pero Filomena, que eradiscretsima, dijo: Seoras, por muy ptimamente dicho que haya estado el razonamiento dePampnea, no por ello es cosa de correr a hacerlo as como parece que queris.Os recuerdo que somos todas mujeres y no hay ninguna tan moza que no pueda16 17. Decameron www.infotematica.com.arconocer bien cmo se saben gobernar las mujeres juntas y sin la providencia dealgn hombre. Somos volubles, alborotadoras, suspicaces, pusilnimes ymiedosas, cosas por las que mucho dudo que, si no tomamos otra gua ms quela nuestra, no se disuelva esta compaa mucho antes y con menos honor paranosotras de lo que sera menester: y por ello bueno es tomar providencias antesde empezar.Dijo entonces Elisa: En verdad los hombres son cabeza de la mujer y sin su direccin raras vecesllega alguna de nuestras obras a un fin loable: pero cmo podemos encontraresos hombres? Todas sabemos que de los nuestros estn la mayora muertos, ylos otros que viven se han quedado uno aqu otro all en distinta compaa, sinque sepamos dnde, huyndole a aquello de que nosotras queremos huir, y eladmitir a extraos no sera conveniente; por lo que, si queremos correr tras lasalud, nos conviene encontrar el modo de organizarnos de tal manera que deaquello en lo que queremos encontrar deleite y reposo no se siga disgusto yescndalo.Mientras entre las mujeres andaban estos razonamientos, he aqu que entran enla iglesia tres jvenes, que no lo eran tanto que no fuese de menos de veinticincoaos la edad del ms joven: ni la calidad y perversidad de los tiempos, ni laprdida de amigos y de parientes, ni el temor por s mismos haba podido no sloextinguir el amor en ellos sino ni aun enfriarlos. De los cuales uno era llamadoPnfilo y Filostrato el segundo y el ltimo Dioneo, todos afables y corteses; yandaban buscando, como su mayor consuelo en tanta perturbacin de las cosas,ver a sus damas, las cuales estaban las tres por ventura entre las ya dichas siete,y de las dems eran parientes de alguno de ellos. Pero primero llegaron ellos a losojos de stas que stas fueron vistas por ellos; por lo que Pampnea, entonces,sonrindose comenz: He aqu que la fortuna es favorable a nuestros comienzos y nos ha puestodelante a estos jvenes discretos y valerosos que nos harn con gusto de guas yservidores si no dejamos de tomarles para este oficio. 17 18. Decameron www.infotematica.com.arNeifile, entonces, que toda se haba sonrojado de vergenza porque era una delas amadas por los jvenes, dijo: Pampnea, por Dios, mira lo que dices. Reconozco abiertamente que nada msque cosas todas buenas pueden decirse de cualquiera de ellos, y los creo capacesde muchas mayores cosas de las que son necesarias para stas, ysemejantemente creo que pueden ofrecer buena y honesta compaa nosolamente a nosotras sino a otras mucho ms hermosas y estimadas de lo quenosotras somos; pero como es cosa manifiesta que estn enamorados de algunasde las que aqu estn, temo que se siga difamacin y reproches, sin nuestra culpao la suya, si los llevamos con nosotras.Dijo entonces Filomena: Eso poca monta; all donde yo honestamente viva y no me remuerda de nada laconciencia, hable quien quiera en contra: Dios y la verdad tomarn por m lasarmas. Pues, si estuviesen dispuestos a venir podramos decir en verdad, comoPampnea dijo, que la fortuna es favorable a nuestra partida.Las dems, oyendo a stas hablar as, no solamente se callaron sino que consentimiento concorde dijeron todas que fuesen llamados y se les dijese suintencin; y se les rogase que quisieran tenerlas compaa en el dicho viaje. Por loque, sin ms palabras, ponindose en pie Pampnea, que por consanguinidad erapariente de uno de ellos, se dirigi hacia ellos, que estaban parados mirndolas y,saludndolos con alegre gesto, les hizo manifiesta su intencin y les rog ennombre de todas que con puro y fraternal nimo se quisiesen disponer a tenerlascompaa. Los jvenes creyeron primero que se burlaba, pero despus que vieronque la dama hablaba en serio declararon alegremente que estaban prontos, y sinponer dilacin al asunto, a fin de que partiesen, dieron rdenes de lo que habaque hacer para disponer la partida. Y ordenadamente haciendo aparejar todas lascosas oportunas y mandadas ya a donde ellos queran ir, la maana siguiente,esto es, el mircoles, al clarear el da, las mujeres con algunas de sus criadas ylos tres jvenes con tres de sus sirvientes, saliendo de la ciudad, se pusieron encamino, y no ms de dos pequeas millas se haban alejado de ella cuandollegaron al lugar primeramente decidido. 18 19. Decameron www.infotematica.com.arEstaba tal lugar sobre una pequea montaa, por todas partes alejado algo denuestros caminos, con diversos arbustos y plantas todas pobladas de verdesfrondas agradable de mirar; en su cima haba una villa con un grande y hermosopatio en medio, y con galeras y con salas y con alcobas todas ellas bellsimas yadornadas con alegres pinturas dignas de ser miradas, con pradecillos en torno ycon jardines maravillosos y con pozos de agua fresqusima y con bodegas llenasde preciosos vinos: cosas ms apropiadas para los bebedores consumados quepara las sobrias y honradas mujeres. La cual, bien barrida y con las alcobas y lascamas hechas, y llena de cuantas flores se podan tener en la estacin, yalfombrada con esparcidas ramas de juncos, hall la compaa que llegaba, conno poco placer por su parte. Y al reunirse por primera vez, dijo Dioneo, que msque ningn otro joven era agradable y lleno de agudeza: Seoras, vuestra discrecin ms que nuestra previsin nos ha guiado aqu; yono s qu es lo que intentis hacer de vuestros pensamientos: los mos los dej yodentro de las puertas de la ciudad cuando con vosotras hace poco me sal de ella,y por ello o vosotras os disponis a solazaros y a rer y a cantar conmigo (tanto,digo, como conviene a vuestra dignidad) o me dais licencia para que a por mispensamientos retorne y me quede en aquella ciudad atribulada.A lo que Pampnea, no de otro modo que si semejantemente hubiese arrojado des todos los suyos, contest alegre: Dioneo, ptimamente hablas: hemos de vivir festivamente pues no otra cosa quelas tristezas nos han hecho huir. Pero como las cosas que no tienen orden nopueden durar largamente, yo que fui la iniciadora de los rozamientos por los quese ha formado esta buena compaa, pensando en la continuacin de nuestraalegra, estimo que es de necesidad elegir entre nosotros a alguno como msprincipal a quien honremos y obedezcamos como a mayor, todos cuyospensamientos se dirijan por el cuidado de hacernos vivir alegremente. Y para quetodos prueben el peso de las preocupaciones junto con el placer de la autoridad, ypor consiguiente, llevado de una parte a la otra, no pueda quien no lo pruebasentir envidia alguna, digo que a cada uno por un da se atribuya el peso y con lel honor, y quien sea el primero de nosotros se deba a la eleccin de todos; los 19 20. Decameronwww.infotematica.com.arque le sucedan, al acercarse la hora del crepsculo, sean aquel o aquella queplazca a quien aquel da haya tenido tal seoro, y este tal, segn su arbitrio,durante el tiempo de su seoro, del lugar y el modo en el que hayamos de vivir,ordene y disponga.Estas palabras agradaron grandemente y a una voz la eligieron por reina delprimer da, y Filomena, corriendo prestamente hacia un laurel, porque muchasveces haba odo hablar de cun grande honor sus frondas eran dignas y cundigno honor hacan a quien era con ellas meritoriamente coronado, cogiendoalgunas ramas, hizo una guirnalda honrosa y bien arreglada que, ponindosela enla cabeza, fue, mientras dur aquella compaa, manifiesto signo a todos losdems del real seoro y preeminencia.Pampnea, hecha reina, mand que todos callasen, habiendo hecho ya llamar alla los servidores de los tres jvenes y a sus criadas; y callando todos, dijo: Para dar primero ejemplo a todos vosotros para que, procediendo de bien enmejor, nuestra compaa con orden y con placer y sin ningn deshonor viva y durecuanto lo deseemos, nombro primeramente a Prmeno, criado de Dioneo, misenescal, y a l encomiendo el cuidado y la solicitud por toda nuestra familia y loque pertenece al servicio de la sala. Sirisco, criado de Pnfilo, quiero que seaadministrador y tesorero y que siga las rdenes de Prmeno. Tndaro, al serviciode Filostrato y de los otros dos, que se ocupe de sus alcobas cuando los otros,ocupados en sus oficios, no puedan ocuparse. Misia, mi criada, y Licisca, deFilomena, estarn continuamente en la cocina y aparejarn diligentemente lasviandas que por Prmeno le sean ordenadas. Quimera, de Laureta, y Estratilia, deFiameta, queremos que estn pendientes del gobierno de las alcobas de lasdamas y de la limpieza de los lugares donde estemos. Y a todos en general, porcuanto estimen nuestra gracia, queremos y les ordenamos que se guarden,dondequiera que vayan, de dondequiera que vuelvan, cualquier cosa que sea loque oigan o vean, de traer de fuera ninguna noticia que no sea alegre. Y dadassumariamente estas rdenes, que fueron de todos encomiadas, enderezndose,alegres en pie, dijo : Aqu hay jardines, aqu hay prados, aqu hay otros lugares20 21. Decameron www.infotematica.com.armuy deleitosos, por los cuales vaya cada uno a su gusto solazndose; y al or eltoque de tercia, todos estn aqu para comer con la fresca.Despedida, pues, por la reciente reina, la alegre compaa, los jvenes junto conlas bellas mujeres, hablando de cosas agradables, con lento paso, se fueron porun jardn hacindose bellas guirnaldas de varias frondas y cantandoamorosamente. Y luego de haberse demorado as cuanto espacio les haba sidoconcedido por la reina, vueltos a casa, encontraron que Prmeno haba dadodiligentemente principio a su oficio, por lo que, al entrar en una sala de la plantabaja, all vieron las mesas puestas con manteles blanqusimos y con vasos queparecan de plata, y todas las cosas cubiertas de flores y de ramas de hiniesta; porlo que, dada el agua a las manos, como gust a la reina, segn el juicio dePrmeno, todos fueron a sentarse. Las viandas delicadamente hechas llegaron yfueron aprestados vinos finsimos, y sin ms, en silencio los tres servidoressirvieron las mesas. Alegrados todos por estas cosas, que eran bellas yordenadas, con placentero ingenio y con fiesta comieron; y levantadas las mesas,como suceda que todas las damas saban bailar las danzas de carola, y tambinlos jvenes, y parte de ellos tocar y cantar ptimamente, mand la reina queviniesen los instrumentos: y por su mandato, Dioneo tom un lad y Fiameta unaviola, comenzando a tocar suavemente una danza. Por lo que la reina, con lasotras damas, cogindose de la mano en corro con los jvenes, con lento paso,mandados a comer los sirvientes, empezaron una carola: y cuando la terminaron,a cantar canciones amables y alegres. Y de este modo estuvieron tanto tiempoque a la reina le pareci que deban ir a dormir; por lo que, dando a todos licencia,los tres jvenes a sus alcobas, separadas de las de las mujeres, se fueron; lascuales con las camas bien hechas y tan llenas de flores como la sala encontraron;y semejantemente las suyas las damas, por lo que, desnudndose se fueron areposar.No haca mucho que haba sonado nona cuando la reina, levantndose, hizolevantar a las dems y de igual modo a los jvenes, afirmando que era nocivodormir demasiado de da; y as se fueron a un pradecillo en que la hierba eraverde y alta y el sol no poda entrar por ninguna parte; y all, donde se senta un 21 22. Decameronwww.infotematica.com.arsuave vientecillo, todos se sentaron en corro sobre la verde hierba as como lareina quiso. Y ella les dijo: Como veis, el sol est alto y el calor es grande, y nada se oye sino las cigarrasarriba en los olivos, por lo que ir ahora a cualquier lugar sera sin duda necedad.Aqu es bueno y fresco estar y hay, como veis, tableros y piezas de ajedrez, ycada uno puede, segn lo que a su nimo le d ms placer, encontrar deleite.Pero si en esto se siguiera mi parecer, no jugando, en lo que el nimo de una delas partes ha de turbarse sin demasiado placer de la otra o de quien est mirando,sino novelando (con lo que, hablando uno, toda la compaa que le escucha tomadeleite) pasaramos esta caliente parte del da. Cuando terminaseis cada uno decontar una historia, el sol habra declinado y disminuido el calor, y podramos adonde ms gusto nos diera ir a entretenernos; y por ello, si esto que he dicho osplace (ya que estoy dispuesta a seguir vuestro gusto), hagmoslo; y si no ospluguiese, haga cada uno lo que ms le guste hasta la hora de vsperas.Las mujeres por igual y todos los hombres alabaron el novelar. Entonces dijo la reina , si ello os place, por esta primera jornada quiero quecada uno hable de lo que ms le guste.Y vuelta a Pnfilo, que se sentaba a su derecha, amablemente le dijo que con unade sus historias diese principio a las dems; y Pnfilo, odo el mandato,prestamente, y siendo escuchado por todos, empez as:NOVELA PRIMERAEl seor Cepparello engaa a un santo fraile con una falsa confesin y mueredespus, y habiendo sido un hombre malvado en vida, es, muerto, reputado porsanto y llamado San Ciapelletto.Conviene, carsimas seoras, que a todo lo que el hombre hace le d principio conel nombre de Aqul que fue de todos hacedor; por lo que, debiendo yo el primerodar comienzo a nuestro novelar, entiendo comenzar con uno de sus maravillososhechos para que, oyndolo, nuestra esperanza en l como en cosa inmutable seafirme, y siempre sea por nosotros alabado su nombre.22 23. Decameron www.infotematica.com.arManifiesta cosa es que, como las cosas temporales son todas transitorias ymortales, estn en s y por fuera de s llenas de dolor, de angustia y de fatiga, ysujetas a infinitos peligros; a los cuales no podremos nosotros sin algn error, losque vivimos mezclados con ellas y somos parte de ellas, resistir ni hacerles frente,si la especial gracia de Dios no nos presta fuerza y prudencia. La cual, a nosotrosy en nosotros no es de creer que descienda por mrito alguno nuestro, sino por supropia benignidad movida y por las plegarias impetradas de aquellos que, como losomos nosotros, fueron mortales y, habiendo seguido bien sus gustos mientrastuvieron vida, ahora se han transformado con l en eternos y bienaventurados; alos cuales nosotros mismos, como a procuradores informados por experiencia denuestra fragilidad, y tal vez no atrevindonos a mostrar nuestras plegarias ante lavista de tan grande juez, les rogamos por las cosas que juzgamos oportunas. Yan ms en l, lleno de piadosa liberalidad hacia nosotros, sealemos que, nopudiendo la agudeza de los ojos mortales traspasar en modo alguno el secreto dela divina mente, a veces sucede que, engaados por la opinin, hacemosprocuradores ante su majestad a gentes que han sido arrojadas por Ella al eternoexilio; y no por ello Aqul a quien ninguna cosa es oculta (mirando ms a la purezadel orante que a su ignorancia o al exilio de aqul a quien le ruega) como si fuesebienaventurado ante sus ojos, deja de escuchar a quienes le ruegan. Lo que podraparecer manifiestamente en la novela que entiendo contar: manifiestamente,digo, no el juicio de Dios sino el seguido por los hombres.Se dice, pues, que habindose Musciatto Franzesi convertido, de riqusimo y granmercader en Francia, en caballero, y debiendo venir a Toscana con micer CarlosSin Tierra, hermano del rey de Francia, que fue llamado y solicitado por el papaBonifacio, dndose cuenta de que sus negocios estaban, como muchas veces loestn los de los mercaderes, muy intrincados ac y all, y que no se podan deligero ni sbitamente desintrincar, pens encomendarlos a varias personas, y paratodos encontr cmo; fuera de que le qued la duda de a quin dejar pudiesecapaz de rescatar los crditos hechos a varios borgoones.Y la razn de la duda era saber que los borgoones son litigiosos y de malacondicin y desleales, y a l no le vena a la cabeza quin pudiese haber tan23 24. Decameron www.infotematica.com.armalvado en quien pudiera tener alguna confianza para que pudiese oponerse a superversidad. Y despus de haber estado pensando largamente en este asunto, levino a la memoria un seor Cepparello de Prato que muchas veces se hospedabaen su casa de Pars, que porque era pequeo de persona y muy acicalado, nosabiendo los franceses qu quera decir Cepparello, y creyendo que vendra adecir capelo, es decir, guirnalda, como en su romance, porque era pequeo comodecimos, no Chapelo, sino Ciappelletto le llamaban: y por Ciappelletto eraconocido en todas partes, donde pocos como Cepparello le conocan. Era esteCiappelletto de esta vida: siendo notario, senta grandsima vergenza si algunode sus instrumentos (aunque fuesen pocos) no fuera falso; de los cuales hubierahecho tantos como le hubiesen pedido gratuitamente, y con mejor gana quealguno de otra clase muy bien pagado. Declaraba en falso con sumo gusto, tantosi se le peda como si no; y dndose en aquellos tiempos en Francia grandsima fea los juramentos, no preocupndose por hacerlos falsos, venca malvadamente entantas causas cuantas le pidiesen que jurara decir verdad por su fe.Tena otra clase de placeres (y mucho se empeaba en ello) en suscitar entreamigos y parientes y cualesquiera otras personas, males y enemistades yescndalos, de los cuales cuantos mayores males vea seguirse, tanta mayoralegra senta. Si se le invitaba a algn homicidio o a cualquier otro acto criminal,sin negarse nunca, de buena gana iba y muchas veces se encontr gustosamentehiriendo y matando hombres con las propias manos. Gran blasfemador era contraDios y los santos, y por cualquier cosa pequea, como que era iracundo ms queningn otro. A la iglesia no iba jams, y a todos sus sacramentos como a cosa vilescarneca con abominables palabras; y por el contrario las tabernas y los otroslugares deshonestos visitaba de buena gana y los frecuentaba. A las mujeres eratan aficionado como lo son los perros al bastn, con su contrario ms que ningnotro hombre flaco se deleitaba. Habra hurtado y robado con la misma concienciacon que orara un santo varn. Golossimo y gran bebedor hasta a veces sentirrepugnantes nuseas; era solemne jugador con dados trucados.Mas por qu me alargo en tantas palabras? Era el peor hombre, tal vez, quenunca hubiese nacido. Y su maldad largo tiempo la sostuvo el poder y la autoridad24 25. Decameron www.infotematica.com.arde micer Musciatto, por quien muchas veces no slo de las personas privadas aquienes con frecuencia injuriaba sino tambin de la justicia, a la que siempre lohaca, fue protegido.Venido, pues, este seor Cepparello a la memoria de micer Musciatto, que conocaptimamente su vida, pens el dicho micer Musciatto que ste era el quenecesitaba la maldad de los borgoones; por lo que, llamndole, le dijo as: Seor Ciappelletto, como sabes, estoy por retirarme del todo de aqu y, teniendoentre otros que entenderme con los borgoones, hombres llenos de engao, no squin pueda dejar ms apropiado que t para rescatar de ellos mis bienes; y porello, como t al presente nada ests haciendo, si quieres ocuparte de estoentiendo conseguirte el favor de la corte y darte aquella parte de lo que rescatesque sea conveniente.Seor Cepparello, que se vea desocupado y mal provisto de bienes mundanos yvea que se iba quien su sostn y auxilio haba sido durante mucho tiempo, sinningn titubeo y como empujado por la necesidad se decidi sin dilacin alguna,como obligado por la necesidad y dijo que quera hacerlo de buena gana. Por loque, puestos de acuerdo, recibidos por seor Ciappelletto los poderes y las cartascredenciales del rey, partido micer Musciatto, se fue a Borgoa donde casi nadiele conoca: y all de modo extrao a su naturaleza, benigna y mansamenteempez a rescatar y hacer aquello a lo que haba ido, como si reservase la irapara el final. Y hacindolo as, hospedndose en la casa de dos hermanosflorentinos que prestaban con usura y por amor de micer Musciatto le honrabanmucho, sucedi que enferm, con lo que los dos hermanos hicieron prestamentevenir mdicos y criados para que le sirviesen en cualquier cosa necesaria pararecuperar la salud.Pero toda ayuda era vana porque el buen hombre, que era ya viejo y haba vividodesordenadamente, segn decan los mdicos iba de da en da de mal en peorcomo quien tiene un mal de muerte; de lo que los dos hermanos mucho se dolany un da, muy cerca de la alcoba en que seor Ciappelletto yaca enfermo,comenzaron a razonar entre ellos. 25 26. Decameron www.infotematica.com.ar Qu haremos de ste? deca el uno al otro . Estamos por su causa en unasituacin psima porque echarlo fuera de nuestra casa tan enfermo nos traeragran tacha y sera signo manifiesto de poco juicio al ver la gente que primero lohabamos recibido y despus hecho servir y medicar tan solcitamente para ahora,sin que haya podido hacer nada que pudiera ofendernos, echarlo fuera de nuestracasa tan sbitamente, y enfermo de muerte. Por otra parte, ha sido un hombre tanmalvado que no querr confesarse ni recibir ningn sacramento de la Iglesia y,muriendo sin confesin, ninguna iglesia querr recibir su cuerpo y ser arrojado alos fosos como un perro. Y si por el contrario se confiesa, sus pecados son tantosy tan horribles que no los habr semejantes y ningn fraile o cura querr ni podrabsolverle; por lo que, no absuelto, ser tambin arrojado a los fosos como unperro. Y si esto sucede, el pueblo de esta tierra, tanto por nuestro oficio (que lesparece inicuo y al que todo el tiempo pasan maldiciendo) como por el deseo quetiene de robarnos, vindolo, se amotinar y gritar: Estos perros lombardos a losque la iglesia no quiere recibir no pueden sufrirse ms, y corrern en busca denuestras arcas y tal vez no solamente nos roben los haberes sino que puedenquitarnos tambin la vida; por lo que de cualquiera guisa estamos mal si ste semuere.Seor Ciappelletto, que, decimos, yaca all cerca de donde stos estabanhablando, teniendo el odo fino, como la mayora de las veces pasa a losenfermos, oy lo que estaban diciendo y los hizo llamar y les dijo: No quiero que temis por m ni tengis miedo de recibir por mi causa algndao; he odo lo que habis estado hablando de m y estoy certsimo de quesucedera como decs si as como pensis anduvieran las cosas; pero andarn deotra manera. He hecho, viviendo, tantas injurias al Seor Dios que por hacerle unams a la hora de la muerte poco se dar. Y por ello, procurad hacer venir un frailesanto y valioso lo ms que podis, si hay alguno que lo sea, y dejadme hacer, queyo concertar firmemente vuestros asuntos y los mos de tal manera que resultenbien y estis contentos.Los dos hermanos, aunque no sintieron por esto mucha esperanza, no dejaron deir a un convento de frailes y pidieron que algn hombre santo y sabio escuchase la 26 27. Decameron www.infotematica.com.arconfesin de un lombardo que estaba enfermo en su casa; y les fue dado un fraileanciano de santa y de buena vida, y gran maestro de la Escritura y hombre muyvenerable, a quien todos los ciudadanos tenan en grandsima y especialdevocin, y lo llevaron con ellos. El cual, llegado a la cmara donde el seorCiappelletto yaca, y sentndose a su lado empez primero a confortarlebenignamente y le pregunt luego que cunto tiempo haca que no se habaconfesado. A lo que el seor Ciappelletto, que nunca se haba confesado,respondi: Padre mo, mi costumbre es de confesarme todas las semanas al menos unavez; sin lo que son bastantes las que me confieso ms; y la verdad es que, desdeque he enfermado, que son casi ocho das, no me he confesado, tanto es elmalestar que con la enfermedad he tenido.Dijo entonces el fraile: Hijo mo, bien has hecho, y as debes hacer de ahora en adelante; y veo que sitan frecuentemente te confiesas, poco trabajo tendr en escucharte y preguntarte.Dijo seor Ciappelletto: Seor fraile, no digis eso; yo no me he confesado nunca tantas veces ni contanta frecuencia que no quisiera hacer siempre confesin general de todos lospecados que pudiera recordar desde el da en que nac hasta el que me hayaconfesado; y por ello os ruego, mi buen padre, que me preguntis tanmenudamente de todas las cosas como si nunca me hubiera confesado, y notengis compasin porque est enfermo, que ms quiero disgustar a estas carnesmas que, excusndolas, hacer cosa que pudiese resultar en perdicin de mi alma,que mi Salvador rescat con su preciosa sangre.Estas palabras gustaron mucho al santo varn y le parecieron seal de una mentebien dispuesta; y luego que al seor Ciappelletto hubo alabado mucho estaprctica, empez a preguntarle si haba alguna vez pecado lujuriosamente conalguna mujer. A lo que seor Ciappelletto respondi suspirando: Padre, en esto me avergenzo de decir la verdad temiendo pecar de vanagloria.A lo que el santo fraile dijo: 27 28. Decameron www.infotematica.com.ar Dila con tranquilidad, que por decir la verdad ni en la confesin ni en otro casonunca se ha pecado.Dijo entonces seor Ciappelletto: Ya que lo queris as, os lo dir: soy tan virgen como sal del cuerpo de mimadre. Oh, bendito seas de Dios!dijo el fraile , qu bien has hecho! Y al hacerlo hastenido tanto ms mrito cuando, si hubieras querido, tenas ms libertad de hacerlo contrario que tenemos nosotros y todos los otros que estn constreidos poralguna regla.Y luego de esto, le pregunt si haba desagradado a Dios con el pecado de lagula. A lo que, suspirando mucho, seor Ciappelletto contest que s y muchasveces; porque, como fuese que l, adems de los ayunos de la cuaresma que laspersonas devotas hacen durante el ao, todas las semanas tuviera la costumbrede ayunar a pan y agua al menos tres das, se haba bebido el agua con tantodeleite y tanto gusto y especialmente cuando haba sufrido alguna fatiga por rezaro ir en peregrinacin, como los grandes bebedores hacen con el vino. Y muchasveces haba deseado comer aquellas ensaladas de hierbas que hacen las mujerescuando van al campo, y algunas veces le haba parecido mejor comer que lepareca que debiese parecerle a quien ayuna por devocin como l ayunaba. A loque el fraile dijo: Hijo mo, estos pecados son naturales y son asaz leves, y por ello no quiero quete apesadumbres la conciencia ms de lo necesario. A todos los hombres sucedeque les parezca bueno comer despus de largo ayuno, y, despus del cansancio,beber. Oh!dijo seor Ciappelletto , padre mo, no me digis esto por confortarme;bien sabis que yo s que las cosas que se hacen en servicio de Dios debenhacerse limpiamente y sin ninguna mancha en el nimo: y quien lo hace de otramanera, peca.El fraile, contentsimo, dijo: 28 29. Decameron www.infotematica.com.ar Y yo estoy contento de que as lo entiendas en tu nimo, y mucho me place tupura y buena conciencia. Pero dime, has pecado de avaricia deseando ms de loconveniente y teniendo lo que no debieras tener?A lo que seor Ciappelletto dijo: Padre mo, no querra que sospechaseis de m porque estoy en casa de estosusureros: yo no tengo parte aqu sino que haba venido con la intencin deamonestarles y reprenderles y arrancarles a este abominable oficio; y creo quehabra podido hacerlo si Dios no me hubiese visitado de esta manera. Pero debisde saber que mi padre me dej rico, y de sus haberes, cuando muri, di la mayorparte por Dios; y luego, por sustentar mi vida y poder ayudar a los pobres deCristo, he hecho mis pequeos mercadeos y he deseado tener ganancias de ellos,y siempre con los pobres de Dios lo que he ganado lo he partido por medio,dedicando mi mitad a mis necesidades, dndole a ellos la otra mitad; y en ello meha ayudado tan bien mi Creador que siempre de bien en mejor han ido misnegocios. Has hecho biendijo el fraile , pero con cunta frecuencia te has dejado llevarpor la ira? Oh!dijo seor Ciappelletto , eso os digo que muchas veces lo he hecho. Yquin podra contenerse viendo todo el da a los hombres haciendo cosas sucias,no observar los mandamientos de Dios, no temer sus juicios? Han sido muchasveces al da las que he querido estar mejor muerto que vivo al ver a los jvenes irtras vanidades y oyndolos jurar y perjurar, ir a las tabernas, no visitar las iglesiasy seguir ms las vas del mundo que las de Dios.Dijo entonces el fraile: Hijo mo, sta es una ira buena y yo en cuanto a m no sabra imponerte por ellapenitencia. Pero por acaso no te habr podido inducir la ira a cometer algnhomicidio o a decir villanas de alguien o a hacer alguna otra injuria?A lo que el seor Ciappelletto respondi: Ay de m, seor!, vos que me parecis hombre de Dios, cmo decs estaspalabras? Si yo hubiera podido tener an un pequeo pensamiento de haceralguna de estas cosas, creis que crea que Dios me hubiese sostenido tanto? 29 30. Decameron www.infotematica.com.arEso son cosas que hacen los asesinos y los criminales, de los que, siempre quealguno he visto, he dicho siempre: Ve con Dios que te convierta.Entonces dijo el fraile:Ahora dime, hijo mo, que bendito seas de Dios, alguna vez has dicho algnfalso testimonio contra alguien, o dicho mal de alguien o quitado a alguien cosassin consentimiento de su dueo?Ya, seor, srepuso seor Ciappelletto que he dicho mal de otro, porque tuveun vecino que con la mayor sinrazn del mundo no haca ms que golpear a sumujer tanto que una vez habl mal de l a los parientes de la mujer, tan granpiedad sent por aquella pobrecilla que l, cada vez que haba bebido de ms,zurraba como Dios os diga.Dijo entonces el fraile:Ahora bien, t me has dicho que has sido mercader: has engaado alguna veza alguien como hacen los mercaderes?Por mi fe dijo seor Ciappelletto , seor, s, pero no s quines eran: sino quehabindome dado uno dineros que me deba por un pao que le haba vendido, yyo pustolos en un cofre sin contarlos, vine a ver despus de un mes que erancuatro reales ms de lo que deba ser por lo que, no habindolo vuelto a ver yhabindolos conservado un ao para devolvrselos, los di por amor de Dios.Dijo el fraile:Eso fue poca cosa e hiciste bien en hacer lo que hiciste.Y despus de esto preguntle el santo fraile sobre muchas otras cosas, sobre lascuales dio respuesta en la misma manera. Y queriendo l proceder ya a laabsolucin, dijo seor Ciappelletto:Seor mo, tengo todava algn pecado que an no os he dicho. El fraile lepregunt cul, y dijo : Me acuerdo que hice a mi criado, un sbado despus denona, barrer la casa y no tuve al santo da del domingo la reverencia que deba.Oh!dijo el fraile , hijo mo, sa es cosa leve.No dijo seor Ciappelletto , no he dicho nada leve, que el domingo mucho hayque honrar porque en un da as resucit de la muerte a la vida Nuestro Seor.Dijo entonces el fraile:30 31. Decameron www.infotematica.com.ar Alguna cosa ms has hecho? Seor mo, srespondi seor Ciappelletto , que yo, no dndome cuenta,escup una vez en la iglesia de Dios.El fraile se ech a rer, y dijo: Hijo mo, sa no es cosa de preocupacin: nosotros, que somos religiosos, todoel da escupimos en ella.Dijo entonces seor Ciappelletto: Y hacis gran villana, porque nada conviene tener tan limpio como el santotemplo, en el que se rinde sacrificio a Dios.Y en breve, de tales hechos le dijo muchos, y por ltimo empez a suspirar y allorar mucho, como quien lo saba hacer demasiado bien cuando quera. Dijo elsanto fraile: Hijo mo, qu te pasa?Repuso seor Ciappelletto: Ay de m, seor! Que me ha quedado un pecado del que nunca me heconfesado, tan grande vergenza me da decirlo, y cada vez que lo recuerdo llorocomo veis, y me parece muy cierto que Dios nunca tendr misericordia de m poreste pecado.Entonces el santo fraile dijo: Bah, hijo! Qu ests diciendo? Si todos los pecados que han hecho todos loshombres del mundo, y que deban hacer todos los hombres mientras el mundodure, fuesen todos en un hombre solo, y ste estuviese arrepentido y contritocomo te veo, tanta es la benignidad y la misericordia de Dios que, confesndoseste, se los perdonara liberalmente; as, dilo con confianza.Dijo entonces seor Ciappelletto, todava llorando mucho: Ay de m, padre mo! El mo es demasiado grande pecado, y apenas puedocreer, si vuestras plegarias no me ayudan, que me pueda ser por Dios perdonado.A lo que le dijo el fraile: Dilo con confianza, que yo te prometo pedir a Dios por ti. 31 32. Decameronwww.infotematica.com.arPero seor Ciappelletto lloraba y no lo deca y el fraile le animaba a decirlo. Peroluego de que seor Ciappelletto llorando un buen rato hubo tenido as suspenso alfraile, lanz un gran suspiro y dijo: Padre mo, pues que me prometis rogar a Dios por m, os lo dir: sabed que,cuando era pequeito, maldije una vez a mi madre.Y dicho esto, empez de nuevo a llorar fuertemente. Dijo el fraile: Ah, hijo mo! Y eso te parece tan gran pecado? Oh, los hombres blasfemamoscontra Dios todo el da y si l perdona de buen grado a quien se arrepiente dehaber blasfemado, no crees que vaya a perdonarte esto? No llores, consulate,que por seguro si hubieses sido uno de aquellos que le pusieron en la cruz,teniendo la contricin que te veo, te perdonara l.Dijo entonces seor Ciappelletto: Ay de m, padre mo! Qu decs? La dulce madre ma que me llev en sucuerpo nueve meses da y noche, y me llev en brazos ms de cien veces.Mucho mal hice al maldecirla, y pecado muy grande es; y si no rogis a Dios porm, no me ser perdonado!Viendo el fraile que nada le quedaba por decir al seor Ciappelletto, le dio laabsolucin y su bendicin tenindolo por hombre santsimo, como quientotalmente crea ser cierto lo que seor Ciappelletto haba dicho: y quin no lohubiera credo viendo a un hombre en peligro de muerte confesndose decir talescosas? Y despus, luego de todo esto, le dijo: Seor Ciappelletto, con la ayuda de Dios estaris pronto sano; pero si sucedieseque Dios a vuestra bendita y bien dispuesta alma llamase a s, os placera quevuestro cuerpo fuese sepultado en nuestro convento?A lo que seor Ciappelletto repuso: Seor, s, que no querra estar en otro sitio, puesto que vos me habis prometidorogar a Dios por m, adems de que yo he tenido siempre una especial devocinpor vuestra orden; y por ello os ruego que, en cuanto estis en vuestro convento,haced que venga a m aquel veracsimo cuerpo de Cristo que vos por la maanaconsagris en el altar, porque aunque no sea digno, entiendo comulgarlo con32 33. Decameronwww.infotematica.com.arvuestra licencia, y despus la santa y ltima uncin para que, si he vivido comopecador, al menos muera como cristiano.El santo hombre dijo que mucho le agradaba y l deca bien, y que hara que deinmediato le fuese llevado; y as fue.Los dos hermanos, que teman mucho que seor Ciappelletto les engaase, sehaban puesto junto a un tabique que divida la alcoba donde seor Ciappellettoyaca de otra y, escuchando, fcilmente oan y entendan lo que seor Ciappellettoal fraile deca; y sentan algunas veces tales ganas de rer, al or las cosas que leconfesaba haber hecho, que casi estallaban, y se decan uno al otro: qu hombrees ste, al que ni vejez ni enfermedad ni temor de la muerte a que se ve tanvecino, ni an de Dios, ante cuyo juicio espera tener que estar de aqu a poco, hanpodido apartarle de su maldad, ni hacer que quiera dejar de morir como ha vivido?Pero viendo que haba dicho que s, que recibira la sepultura en la iglesia, denada de lo otro se preocuparon. Seor Ciappelletto comulg poco despus y,empeorando sin remedio, recibi la ltima uncin; y poco despus del crepsculo,el mismo da que haba hecho su buena confesin, muri.Por lo que los dos hermanos, disponiendo de lo que era de l para que fuesehonradamente sepultado y mandndolo decir al convento, y que viniesen por lanoche a velarle segn era costumbre y por la maana a por el cuerpo, dispusierontodas las cosas oportunas para el caso. El santo fraile que lo haba confesado, alor que haba finado, fue a buscar al prior del convento, y habiendo hecho tocar acaptulo, a los frailes reunidos mostr que seor Ciappelletto haba sido un hombresanto segn l lo haba podido entender de su confesin; y esperando que por lel Seor Dios mostrase muchos milagros, les persuadi a que con grandsimareverencia y devocin recibiesen aquel cuerpo. Con las cuales cosas el prior y losfrailes, crdulos, estuvieron de acuerdo: y por la noche, yendo todos all dondeyaca el cuerpo de seor Ciappelletto, le hicieron una grande y solemne vigilia, y porla maana, vestidos todos con albas y capas pluviales, con los libros en la mano ylas cruces delante, cantando, fueron a por este cuerpo y con grandsima fiesta ysolemnidad se lo llevaron a su iglesia, siguindoles el pueblo todo de la ciudad,hombres y mujeres; y, habindolo puesto en la iglesia, subiendo al plpito, el santo33 34. Decameronwww.infotematica.com.arfraile que lo haba confesado empez sobre l y su vida, sobre sus ayunos, suvirginidad, su simplicidad e inocencia y santidad, a predicar maravillosas cosas,entre otras contando lo que seor Ciappelletto como su mayor pecado, llorando, lehaba confesado, y cmo l apenas le haba podido meter en la cabeza que Diosquisiera perdonrselo, tras de lo que se volvi a reprender al pueblo que leescuchaba, diciendo: Y vosotros, malditos de Dios, por cualquier brizna de paja en que tropezis,blasfemis de Dios y de su Madre y de toda la corte celestial.Y adems de stas, muchas otras cosas dijo sobre su lealtad y su pureza, y, enbreve, con sus palabras, a las que la gente de la comarca daba completa fe, hastatal punto lo meti en la cabeza y en la devocin de todos los que all estaban que,despus de terminado el oficio, entre los mayores apretujones del mundo todosfueron a besarle los pies y las manos, y le desgarraron todos los paos quellevaba encima, tenindose por bienaventurado quien al menos un poco de ellospudiera tener: y convino que todo el da fuese conservado as, para que por todospudiese ser visto y visitado.Luego, la noche siguiente, en una urna de mrmol fue honrosamente sepultado enuna capilla, y enseguida al da siguiente empezaron las gentes a ir all y aencender candelas y a venerarlo, y seguidamente a hacer promesas y a colgarexvotos de cera segn la promesa hecha. Y tanto creci la fama de su santidad yla devocin en que se le tena que no haba nadie que estuviera en algunaadversidad que hiciese promesas a otro santo que a l, y lo llamaron y lo llamanSan Ciappelletto, y afirman que Dios ha mostrado muchos milagros por l y losmuestra todava a quien devotamente se lo implora.As pues, vivi y muri el seor Cepparello de Prato y lleg a ser santo, comohabis odo; y no quiero negar que sea posible que sea un bienaventurado en lapresencia de Dios porque, aunque su vida fue criminal y malvada, pudo en sultimo extremo haber hecho un acto de contricin de manera que Dios tuvieramisericordia de l y lo recibiese en su reino; pero como esto es cosa oculta,razono sobre lo que es aparente y digo que ms debe encontrarse condenadoentre las manos del diablo que en el paraso. Y si as es, grandsima hemos de34 35. Decameronwww.infotematica.com.arreconocer que es la benignidad de Dios para con nosotros, que no mira nuestroerror sino la pureza de la fe, y al tomar nosotros de mediador a un enemigo suyo,creyndolo amigo, nos escucha, como si a alguien verdaderamente santorecurrisemos como a mediador de su gracia. Y por ello, para que por su gracia enla adversidad presente y en esta compaa tan alegre seamos conservados sanosy salvos, alabando su nombre en el que la hemos comenzado, tenindolereverencia, a l acudiremos en nuestras necesidades, segursimos de serescuchados.Y aqu, call.NOVELA SEGUNDAEl judo Abraham, animado por Giannotto de Civign, va a la corte de Roma y,vista la maldad de los clrigos, vuelve a Pars y se hace cristiano.La novela de Pnfilo fue en parte reda y en todo celebrada por las mujeres, yhabiendo sido atentamente escuchada y llegado a su fin, como estaba sentadajunto a l Neifile, le mand la reina que, contando una, siguiese el orden delcomenzado entretenimiento. Y ella, como quien no menos de corteses manerasque de belleza estaba adornada, alegremente repuso que de buena gana, ycomenz de esta guisa:Mostrado nos ha Pnfilo con su novelar la benignidad de Dios que no miranuestros errores cuando proceden de algo que no nos es posible ver; y yo, con elmo, entiendo mostraros cunto esta misma benignidad, soportandopacientemente los defectos de quienes deben dar de ella verdadero testimoniocon obras y palabras y hacen lo contrario, es por ello mismo argumento de infalibleverdad para que los que creemos sigamos con ms firmeza de nimo.Tal como yo, graciosas seoras, he odo decir, hubo en Pars un gran mercader yhombre bueno que fue llamado Giannotto de Civign, lealsimo y recto y grannegociante en el rango de la paera; y tena ntima amistad con un riqusimohombre judo llamado Abraham, que era tambin mercader y hombre harto recto yleal. Cuya rectitud y lealtad viendo Giannotto, empez a tener gran lstima de que35 36. Decameronwww.infotematica.com.arel alma de un hombre tan valioso y sabio y bueno fuese a su perdicin por falta defe, y por ello amistosamente le empez a rogar que dejase los errores de la fejudaica y se volviese a la verdad cristiana, a la que como santa y buena poda versiempre aumentar y prosperar, mientras la suya, por el contrario, poda distinguircmo disminua y se reduca a la nada. El judo contestaba que ninguna crea nisanta ni buena fuera de la judaica, y que en ella haba nacido y en ella entendavivir y morir; ni habra nada que nunca de aquello le hiciese moverse. Giannotto noces por esto de, pasados algunos das, repetirle semejantes palabras,mostrndole, tan burdamente como la mayora de los mercaderes pueden hacerlo,por qu razones nuestra religin era mejor que la judaica.Y aunque el judo fuese en la ley judaica gran maestro, no obstante, ya que laamistad grande que tena con Giannotto le moviese, o tal vez que las palabras queel Espritu Santo pona en la lengua del hombre simple lo hiciesen, al judoempezaron a agradarle mucho los argumentos de Giannotto; pero obstinado ensus creencias, no se dejaba cambiar. Y cuanto l segua pertinaz, tanto no dejabaGiannotto de solicitarlo, hasta que el judo, vencido por tan continuas instancias,dijo:Ya, Giannotto, a ti te gusta que me haga cristiano; y yo estoy dispuesto ahacerlo, tan ciertamente que quiero primero ir a Roma y ver all al que t dices quees el vicario de Dios en la tierra, y considerar sus modos y sus costumbres, y lomismo los de sus hermanos los cardenales; y si me parecen tales que pueda portus palabras y por las de ellos comprender que vuestra fe sea mejor que la ma,como te has ingeniado en demostrarme, har aquello que te he dicho: y si nofuese as, me quedar siendo judo como soy.Cuando Giannotto oy esto, se puso en su interior desmedidamente triste,diciendo para s mismo: Perdido he los esfuerzos que me pareca haberempleado ptimamente, creyndome haber convertido a ste; porque si va a lacorte de Roma y ve la vida criminal y sucia de los clrigos, no es que de judo vayaa hacerse cristiano, sino que si se hubiese hecho cristiano, sin falta volverajudo.Y volvindose a Abraham dijo:36 37. Decameronwww.infotematica.com.ar Ah, amigo mo, por qu quieres pasar ese trabajo y tan grandes gastos comosern ir de aqu a Roma? Sin contar con que, tanto por mar como por tierra, paraun hombre rico como eres t todo est lleno de peligros. No crees queencontrars aqu quien te bautice? Y si por ventura tienes algunas dudas sobre lafe que te muestro, hay mayores maestros y hombres ms sabios all que aqupara poderte esclarecer todo lo que quieras o preguntes? Por todo lo cual, en miparecer esta idea tuya est de sobra. Piensa que tales son all los prelados comoaqu los has podido ver y los ves; y tanto mejores cuanto que aqullos estn mscerca del pastor principal. Y por ello esa fatiga, segn mi consejo, te servir enotra ocasin para obtener algn perdn, en lo que yo por ventura te harcompaa.A lo que respondi el judo: Yo creo, Giannotto, que ser como me cuentas, pero por resumirte en unamuchas palabras, estoy del todo dispuesto, si quieres que haga lo que me hasrogado tanto, a irme, y de otro modo no har nada nunca.Giannotto, viendo su voluntad, dijo: Vete con buena ventura!y pens para s que nunca se hara cristiano cuandohubiese visto la corte de Roma; pero como nada se perda, se call.El judo mont a caballo y lo antes que pudo se fue a la corte de Roma, donde alllegar fue por sus judos honradamente recibido; y viviendo all, sin decir a ningunopor qu hubiese ido, cautamente empez a fijarse en las maneras del papa y delos cardenales y de los otros prelados y de todos los cortesanos; y entre lo que lmismo observ, como hombre muy sagaz que era, y lo que tambin algunos leinformaron, encontr que todos, del mayor al menor, generalmente pecabandeshonestsimamente de lujuria, y no slo en la natural sino tambin en lasodomtica, sin ningn freno de remordimiento o de vergenza, tanto que el poderde las meretrices y de los garzones al impetrar cualquier cosa grande no era poderpequeo. Adems de esto, universalmente golosos, bebedores, borrachos y msservidores del vientre (a guisa de animales brutos, adems de la lujuria) que otrosconoci abiertamente que eran; y mirando ms all, los vio tan avaros y deseososde dinero que por igual la sangre humana (tambin la del cristiano) y las cosas 37 38. Decameronwww.infotematica.com.ardivinas que perteneciesen a sacrificios o a beneficios, con dinero vendan ycompraban haciendo con ellas ms comercio y empleando a ms corredores demercancas que haba en Pars en la paera o ningn otro negocio, y habiendo ala simona manifiesta puesto el nombre de mediacin y a la gula el demanutencin, corno si Dios, no ya el significado de los vocablos, sino laintencin de los psimos nimos no conociese y a guisa de los hombres se dejaseengaar por el nombre de las cosas.Las cuales, junto con otras muchas que deben callarse, desagradaron sumamenteal judo, como a hombre que era sobrio y modesto, y parecindole haber vistobastante, se propuso retornar a Pars; y as lo hizo. Adonde, al saber Giannottoque haba venido, esperando cualquier cosa menos que se hiciese cristiano, vinoa verle y se hicieron mutuamente grandes fiestas; y despus que hubo reposadoalgunos das, Giannotto le pregunt lo que pensaba del santo padre y de loscardenales y de los otros cortesanos. A lo que el judo respondi prestamente: Me parecen mal, que Dios maldiga a todos; y te digo que, si yo s bien entender,ninguna santidad, ninguna devocin, ninguna buena obra o ejemplo de vida o dealguna otra cosa me pareci ver en ningn clrigo, sino lujuria, avaricia y gula,fraude, envidia y soberbia y cosas semejantes y peores, si peores puede haberlas;me pareci ver en tanto favor de todos, que tengo aqulla por fragua ms deoperaciones diablicas que divinas. Y segn yo estimo, con toda solicitud y contodo ingenio y con todo arte me parece que vuestro pastor, y despus todos losotros, se esfuerzan en reducir a la nada y expulsar del mundo a la religincristiana, all donde deberan ser su fundamento y sostn. Y porque veo que nosucede aquello en lo que se esfuerzan sino que vuestra religin aumenta y msluciente y clara se vuelve, me parece discernir justamente que el Espritu Santo essu fundamento y sostn, como de ms verdadera y ms santa que ninguna otra;por lo que, tan rgido y duro como era yo a tus consejos y no quera hacermecristiano, ahora te digo con toda franqueza que por nada dejar de hacermecristiano. Vamos, pues, a la iglesia; y all segn las costumbres debidas en vuestrasanta fe me har bautizar.38 39. Decameronwww.infotematica.com.arGiannotto, que esperaba una conclusin exactamente contraria a sta, al orledecir esto fue el hombre ms contento que ha habido jams: y a Nuestra Seorade Pars yendo con l, pidi a los clrigos de all dentro que diesen a Abraham elbautismo. Y ellos, oyendo que l lo demandaba, lo hicieron prontamente; yGiannotto lo llev a la pila sacra y lo llam Giovanni, y por hombres de valer lohizo adoctrinar cumplidamente en nuestra fe, la que aprendi prontamente; y fueluego hombre bueno y valioso y de santa vida.NOVELA TERCERAEl judo Melquisidech con una historia sobre tres anillos se salva de una peligrosatrampa que le haba tendido Saladino.Despus de que, alabada por todos la historia de Neifile, call sta, como gust ala reina, Filomena empez a hablar as:La historia contada por Neifile me trae a la memoria un peligroso caso sucedido aun judo; y porque ya se ha hablado tan bien de Dios y de la verdad de nuestra fe,descender ahora a los sucesos y los actos de los hombres no se deber hallarmal, y vendr a narrrosla para que, oda, tal vez ms cautas os volvis en lasrespuestas a las preguntas que puedan haceros.Debis saber, amorosas compaeras, que as como la necedad muchas vecesaparta a alguien de un feliz estado y lo pone en grandsima miseria, as aparta laprudencia al sabio de peligros gravsimos y lo pone en grande y seguro reposo. Ycun verdad sea que la necedad conduce del buen estado a la miseria, se ve enmuchos ejemplos que no est ahora en nuestro nimo contar, considerando quetodo el da aparecen mil ejemplos manifiestos; pero que la prudencia sea ocasinde consuelo, como he dicho, os mostrar brevemente con un cuentecillo.Saladino, cuyo valer fue tanto que no solamente le hizo llegar de hombre humildea sultn de Babilonia, sino tambin lograr muchas victorias sobre los reyessarracenos y cristianos, habiendo en diversas guerras y en grandsimasmagnificencias suyas gastado todo su tesoro, y necesitando, por algn accidenteque le sobrevino, una buena cantidad de dineros, no viendo cmo tan prestamente 39 40. Decameronwww.infotematica.com.arcomo los necesitaba pudiese tenerlos, le vino a la memoria un rico judo cuyonombre era Melquisidech, que prestaba con usura en Alejandra; y pens que stetena con qu poderlo servir, si quera, pero era tan avaro que por voluntad propiano lo hubiera hecho nunca, y no quera obligarlo por la fuerza; por lo que,apretndole la necesidad se dedic por completo a encontrar el modo como eljudo le sirviese, y se le ocurri obligarle con algn argumento verosmil. Yhacindolo llamar y recibindole familiarmente, le hizo sentar con l y despus ledijo:Hombre honrado, he odo a muchas personas que eras sapientsimo y muyavezado en las cosas de Dios; y por ello querra saber cul de las tres leyesreputas por verdadera: la judaica, la sarracena o la cristiana.El judo, que verdaderamente era un hombre sabio, advirti demasiado bien queSaladino buscaba cogerlo en sus palabras para moverle alguna cuestin, y pensque no poda alabar a una de las tres ms que a las otras sin que Saladino saliesecon su empeo; por lo que, como a quien le pareca tener necesidad de unarespuesta por la que no pudiesen llevarle preso, aguzado el ingenio, le vino prontoa la mente lo que deba decir; y dijo:Seor mo, la cuestin que me proponis es fina, y para poder deciros lo quepienso de ella querra contaros el cuentecillo que vais a or. Si no me equivoco, meacuerdo de haber odo decir muchas veces que hubo una vez un hombre grande yrico que, entre las otras joyas ms caras que tena en su tesoro, tena un anillobellsimo y precioso al que, queriendo hace honor por su valor y su belleza ydejarlo perpetuamente a sus descendientes orden que aquel de sus hijos aquien, habindoselo dejado l, le fuese encontrado aquel anillo, que se entendieseque l era su heredero y debiese ser por todos los dems honrado y reverenciadocomo a mayorazgo, ya que a quien fue dejado por ste guard el mismo ordencon sus descendiente e hizo tal como haba hecho su predecesor. Y, en resumen,este anillo anduvo de mano en mano de muchos sucesores y ltimamente lleg alas mano de uno que tena tres hijos hermosos y virtuosos y muy obedientes alpadre por lo que amaba a los tres por igual. Y los jvenes, que conocan lacostumbre del anillo, deseoso cada uno de ser el ms honrado entre los suyos,40 41. Decameronwww.infotematica.com.arcada uno por s, como mejor saban, rogaban al padre, que era ya viejo, quecuando sintiese llegar la muerte, a l le dejase el anillo. El honrado hombre, quepor igual amaba a todos, no saba l mismo elegir a cul debiese dejrselo ypens, habindoselo prometido a todos, en satisfacer a los tres: y secretamente aun buen orfebre le encarg otros dos, los cuales fueron tan semejantes al primeroque el mismo que los haba hecho hacer apenas distingua cul fuese elverdadero; y sintiendo llegar la muerte, secretamente dio el suyo a cada uno desus hijos. Los cuales, despus de la muerte del padre, queriendo cada unoposesionarse de la herencia y el honor, y negndoselo el uno al otro, comotestimonio de hacerlo con todo derecho, cada uno mostr su anillo; y encontradoslos anillos tan iguales el uno al otro que cul fuese el verdadero no sabadistinguirse, se qued pendiente la cuestin de quin fuese el verdadero herederodel padre, y sigue pendiente todava. Y lo mismo os digo, seor mo, de las tresleyes dadas a los tres pueblos por Dios padre sobre las que me propusisteis unacuestin: cada uno su herencia, su verdadera ley y sus mandamientos creerectamente tener y cumplir, pero de quin la tenga, como de los anillos, todavaest pendiente la cuestin.Conoci Saladino que ste haba sabido salir ptimamente del lazo que le habatendido y por ello se dispuso a manifestarle sus necesidades y ver si queraservirle; y as lo hizo, manifestndole lo que haba tenido en el nimo hacerle si ltan discretamente como lo haba hecho no le hubiera respondido. El judo le sirvilibremente con toda la cantidad que Saladino le pidi y luego Saladino se larestituy enteramente, y adems de ello le dio grandsimos dones y siempre poramigo suyo lo tuvo y en grande y honrado estado lo conserv junto a l.NOVELA CUARTAUn monje, cado en pecado digno de castigo gravsimo, se libra de la penareprendiendo discretamente a su abad de aquella misma culpa. 41 42. Decameron www.infotematica.com.arYa se calla Filomena, liberada de su historia, cuando Dioneo, que junto a ellaestaba sentado, sin esperar de la reina otro mandato, conociendo ya por el ordencomenzado que a l le tocaba tener que hablar, de tal guisa comenz a decir:Amorosas seoras, si he entendido bien la intencin de todas, estamos aqu paracomplacernos a nosotros mismos novelando, y por ello, tan slo porque contraesto no se vaya, estimo que a cada uno debe serle lcito (y as dijo nuestra reina,hace poco, que era) contar aquella historia que ms crea que pueda divertir; por loque, habiendo escuchado cmo por los buenos consejos de Giannotto de Civignsalv su alma el judo Abraham y cmo por su prudencia defendi Melquisidechsus riquezas de las asechanzas de Saladino, sin esperar que me reprendis,entiendo contar brevemente con qu destreza libr su cuerpo un monje degravsimo castigo.Hubo en Lunigiana, pueblo no muy lejano de ste, un monasterio ms copioso ensantidad y en monjes de lo que lo es hoy, en el que, entre otros, haba un monjejoven cuyo vigor y vivacidad ni los ayunos ni las vigilias podan macerar. El cual,por acaso, un da hacia el medioda, cuando los otros monjes dorman todos,habiendo salido solo por los alrededores de su iglesia, que estaba en un lugarasaz solitario, alcanz a ver a una jovencita harto hermosa, hija tal vez de algunode los labradores de la comarca, que andaba por los campos cogiendo ciertashierbas: no bien la haba visto cuando fue fieramente asaltado por laconcupiscencia carnal.Por lo que, avecinndose, con ella trab conversacin y tanto anduvo de unapalabra en otra que se puso de acuerdo con ella y se la llev a su celda sin quenadie se apercibiese. Y mientras l, transportado por el excesivo deseo, menoscautamente jugueteaba con ella, sucedi que el abad, levantndose de dormir ypasando silenciosamente por delante de su celda, oy el alboroto que hacan losdos juntos; y para conocer mejor las voces se acerc quedamente a la puerta dela celda a escuchar y claramente conoci que dentro haba una mujer, y estuvotentado a hacerse abrir; luego pens que convendra tratar aquello de otra maneray, vuelto a su alcoba, esper a que el monje saliera fuera.42 43. Decameron www.infotematica.com.arEl monje, aunque con grandsimo placer y deleite estuviera ocupado con aquellajoven, no dejaba sin embargo de estar temeroso y, parecindole haber odo algnarrastrar de pies por el dormitorio, acerc el ojo a un pequeo agujero y vioclarsimamente al abad escuchndole y comprendi muy bien que el abad habapodido or que la joven estaba en su celda. De lo que, sabiendo que de ello debaseguirle un gran castigo, se sinti desmesuradamente pesaroso; pero sin querermostrar a la joven nada de su desazn, rpidamente imagin muchas cosasbuscando hallar alguna que le fuera salutfera. Y se le ocurri una nueva malicia(que el fin imaginado por l consigui certeramente) y fingiendo que le parecahaber estado bastante con aquella joven le dijo: Voy a salir a buscar la manera en que salgas de aqu dentro sin ser vista, y paraello qudate en silencio hasta que vuelva.Y saliendo y cerrando la celda con llave, se fue directamente a la cmara delabad, y dndosela, tal como todos los monjes hacan cuando salan, le dijo conrostro tranquilo: Seor, yo no pude esta maana traer toda la lea que haba cortado, y por ello,con vuestra licencia, quiero ir al bosque y traerla.El abad, para poder informarse ms plenamente de la falta cometida por l,pensando que no se haba dado cuenta de que haba sido visto, se alegr con talocasin y de buena gana tom la llave y semejantemente le dio licencia. Ydespus de verlo irse empez a pensar qu era mejor hacer: o en presencia detodos los monjes abrir la celda de aqul y hacerles ver su falta para que nohubiese ocasin de que murmurasen contra l cuando castigase al monje, oprimero or de l cmo haba sido aquel asunto. Y pensando para s que aqullapo