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¿Qué es Arte?
¿?
¿Qué tienen
en común?
¿?
Establecer qué es Arte,
definir el ―Arte‖,
¿pasa por descubrir qué tienen en común
todas estas cosas?
¿?
¿?
¿?
Según William Kennick (que fue quien propuso este
experimento), podría llevarse a cabo una selección exitosa
de objetos/obras de Arte sin que para ello tuviésemos que
disponer de una definición teórica del Arte. Kennick
sostiene; además, que una definición del Arte no haría más
que entorpecer y crear problemas a la hora de tomar
decisiones.
Bastaría, afirmó Kennick, con ser un usuario de nuestro
idioma para llevar a cabo la operación de modo
competente.
Ésta tesis había sido expuesta ya por Benedetto Croce en
1911.
Benedetto Croce, Breviario de Estética
LECCIÓN PRIMERA
¿QUÉ ES EL ARTE?
“A la pregunta ¿qué es el Arte? puede responderse
bromeando, con una broma que no es completamente
necia, que el arte es aquello que todos saben lo que es.
Y verdaderamente, si no se supiera de algún modo lo
que es el Arte, no podríamos tampoco formularnos
esta pregunta, porque toda pregunta implica siempre
una noticia de la cosa preguntada, designada en la
pregunta y, por ende, calificada y conocida.
.
En 1913 Duchamp hizo su Roue de bicyclette, y en
1917 presentó su Fountain, que, a fecha de hoy, está
considerada la obra de Arte más relevante del s. XX.
¿Las habría reconocido Croce como Arte?
¿En qué pensaba Croce cuando
pensaba en el Arte = eso que todo
aquel que pueda preguntar “¿qué
es Arte?” sabe qué es?
Croce sugiere en qué podía estar
pensando cuando, refiriéndose en
su Breviario de Estética al “mayor
contraste de tendencias que se
haya dado jamás en el campo del
Arte” afirma: “aludo a la oposición
entre Romanticismo y Clasicismo”
Pensaba en los objetos que hay en
los museos, y que están
debidamente enmarcados,
señalados como Arte…
¿Qué es Arte?
Se atesoran en el mismo
sitio, se las llama ―Arte‖,
¿tienen algo en común?
¿Qué es Arte?, ¿por qué lo es?, ¿para qué sirve?, ¿por qué importa?
Responder estas preguntas importa, pero, ¿cómo abordamos la búsqueda
de la respuesta?
Una de las respuestas más conocidas a la cadena la de cuestiones ¿Qué
es Arte?, ¿por qué lo es?, ¿para qué sirve?, ¿por qué importa? es la
ofrecida por el filósofo alemán Martin Heidegger (1889 –1976) en un
ensayo titulado "El origen de la obra de arte" („Der Ursprung des
Kunstwerkes―), que recoge el texto, concienzudamente revisado, de tres
conferencias impartidas en Zurich y Frankfurt entre 1935 y 1936.
El ensayo versa sobre la respuesta a la pregunta acerca de lo que
constituye al Arte como Arte: ¿Qué es el Arte?
Heidegger aborda en primer lugar la cuestión de la esencia de la obra de
Arte (―das Wesen der Kunstwerkes”).
Después de especificar la diferencia entre ―cosa‖ y ―útil‖
“Origen significa aquí aquello a partir de donde y por lo que una cosa
es lo que es y tal como es. Qué es algo y cómo es, es lo que llamamos
su esencia. El origen de algo es la fuente de su esencia. La pregunta
por el origen de la obra de arte (Kunstwerkes) pregunta por la fuente de
su esencia.‖
Así comienza el ensayo de Heidegger
―Según la representación habitual, la obra surge a partir y por medio de
la actividad del artista. Pero ¿por medio de qué y a partir de dónde es el
artista aquello que es? Gracias a la obra. Decir que una obra hace al
artista significa, en efecto, que si el artista destaca como maestro en su
arte es únicamente gracias a la obra.‖
--- sigue el ensayo de Heidegger
1. La obra surge a partir y por medio de la actividad del artista.
2. Lo que hace artista al artista es la obra, el artista es artista gracias a
la obra.
Esto afirma Heidegger
―El artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista.
Ninguno puede ser sin el otro. Pero ninguno de los dos soporta tampoco
al otro por separado. El artista y la obra son en sí mismos y
recíprocamente por medio de un tercero que viene a ser lo primero,
aquello de donde el artista y la obra de arte reciben sus nombres: el arte (Kunstwerkes).
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Por mucho que el artista sea necesariamente el origen de la obra de un
modo diferente a como la obra es el origen del artista, lo cierto es que el
Arte es al mismo tiempo el origen del artista y de la obra todavía de otro modo diferente.
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Pero ¿acaso puede ser el Arte un origen? ¿Dónde y cómo hay Arte?
Arte no es más que una palabra a la que no corresponde nada real. En
última instancia puede servir a modo de término general bajo el que
agrupamos lo único real del Arte: las obras y los artistas. Aun
suponiendo que la palabra arte fuera algo más que un simple término
general, con todo, lo designado por ella sólo podría ser en virtud de la
realidad efectiva de las obras y los artistas. ¿O es al contrario? ¿Acaso
sólo hay obra y artista en la medida en que hay Arte y que éste es su origen?
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Sea cual sea la respuesta, la pregunta por el origen de la obra de arte
se transforma en pregunta por la esencia del Arte. Como de todas
maneras hay que dejar abierta la cuestión de si hay algún Arte y cómo
puede ser éste, intentaremos encontrar la esencia del Arte en el lugar
donde indudablemente reina el arte. El arte se hace patente en la obra de arte. Pero ¿qué es y cómo es una obra que nace del Arte?
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Qué sea el Arte nos los dice la obra. Qué sea la obra, sólo nos lo puede
decir la esencia del Arte. Es evidente que nos movemos dentro de un
círculo vicioso. El sentido común nos obliga a romper ese círculo que
atenta contra toda lógica.
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Se dice que se puede deducir qué sea el arte estableciendo una
comparación entre las distintas obras de arte existentes. Pero ¿cómo
podemos estar seguros de que las obras que contemplamos son
realmente obras de arte si no sabemos previamente qué es el arte?
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Pues bien, del mismo modo que no se puede derivar la esencia del Arte
de una serie de rasgos tomados de las obras de arte existentes,
tampoco puede derivarse de conceptos más elevados, porque esta
deducción daría por supuestas aquellas determinaciones que deben
bastar para ofrecernos como tal aquello que consideramos de antemano
una obra de arte. Pero reunir los rasgos distintivos de algo dado y
deducir a partir de principios generales son, en nuestro caso, cosas
igual de imposibles y, si se llevan a cabo, una mera forma de
autoengaño.
--- sigue el ensayo de Heidegger
―Pues bien, del mismo modo que no se puede derivar la esencia del Arte
de una serie de rasgos tomados de las obras de arte existentes,
tampoco puede derivarse de conceptos más elevados, porque esta
deducción daría por supuestas aquellas determinaciones que deben
bastar para ofrecernos como tal aquello que consideramos de antemano
una obra de arte. Pero reunir los rasgos distintivos de algo dado y
deducir a partir de principios generales son, en nuestro caso, cosas
igual de imposibles y, si se llevan a cabo, una mera forma de
autoengaño.
--- sigue el ensayo de Heidegger
Argumento de Heidegger:
• Arte (obra de Arte) es lo que hacen los artistas
• Artista es quien hace arte
A partir de aquí no se aclara nada.
Argumento de Heidegger:
• El origen de las obras de arte está en la esencia del Arte (y también
el del artista, ya que es artista en tanto que hace Arte)
• Si el origen de las obras de arte es la esencia del Arte, deducir qué
es el Arte pasaría por ver qué tienen en común las obras de Arte = la
esencia del Arte
• Pero, como sabemos en qué es el Arte, ¿cómo podríamos saber si
algo es, o no, una obra de arte? Es imposible
Así que
• No podemos deducir qué es el Arte (la esencia del Arte = el origen de
las obras de arte) de las obras de arte, porque ¿cómo podemos
saber que son Arte si no sabemos qué es el Arte?
• Tampoco podemos derivar la esencia del Arte de una noción anterior
(más elevada), ya que para hacerlo necesitaríamos saber en qué
consiste la esencia del Arte.
Estaríamos incurriendo en un círculo vicioso, y romperlo es imposible.
¿Qué opción toma entonces Heidegger?
La opción toma entonces Heidegger es afirmar lo siguiente:
―no queda más remedio que recorrer todo el círculo, pero esto no es ni
nuestro último recurso ni una deficiencia. Adentrarse por este camino es
una señal de fuerza y permanecer en él es la fiesta del pensar, siempre
que se dé por supuesto que el pensar es un trabajo de artesano. Pero el
paso decisivo que lleva de la obra al Arte o del Arte a la obra no es el
único círculo, sino que cada uno de los pasos que intentamos dar gira
en torno a este mismo círculo.‖
¿?
Heidegger afirma que la obra de arte, ―antes que nada, se muestra
como una cosa‖.
―¿Qué es una cosa?‖, pregunta. Y responde ―todo es una cosa. Pero
hay cosas que nos cuesta verlas como meras cosas —reducir su
entidad a la coseidad de la cosa que son—, nos disgusta pensar como
cosa a Dios, a un ser humano, a un ciervo. Y también distinguimos los
útiles de las meras cosas: los útiles son algo más que una mera porción
de materia.‖
Heidegger explica que un útil es una cosa + la utilidad que se obtiene de
ella. La utilidad del útil constituye su razón de ser: determina qué es,
cómo es y para qué es.
Heidegger también distingue la obra de arte de los útiles.
Los útiles están destinados a ser útiles haciendo algo que es lo que
constituye el sentido y la razón de ser de su existencia. Siendo usados,
los útiles se desgastan, y como van dejando de ser útiles, su existencia
deja de tener sentido.
La naturaleza de la obra de Arte es diferente.
Simbolizar una realidad distinta de la suya propia (en tanto que cosa) es
lo que constituye el sentido y la razón de ser de su existencia. Los
deterioros que el tiempo y las circunstancias infringen a la obra de Arte
no merman su sentido ni menguan la razón de ser de su existencia. El
desgaste no menoscaba la integridad de la esencia del Arte que se manifiesta a través de la obra de Arte.
La esencia del Arte consiste en ser "fundamento de la verdad― („Stiftung
der Wahrheit―).
La obra de arte manifiesta (―pone en obra‖, ―obra‖, ―produce‖) una
verdad (die Wahrheitins Werkgesetzt), una verdad que es generada y
revelada por y mediante ella misma, una verdad que se manifiesta
porque es des-ocultada en y gracias a la propia obra de arte, una
verdad que llega a ser y que se hace patente en la obra de arte y a
través de la obra de arte como verdad (ἀλήθεια).
La palabra griega ἀλήθεια (aletheia) puede interpretarse literalmente
como des-ocultamiento, des-velamiento, des-cubrimiento, ostentación y
verdad. El sentido de ἀλήθεια sería estado de no ser ocultado, de
pasar a ser evidente tras haber sido destapado; e implica, por tanto, franqueza, sinceridad, objetividad o realidad.
En un epígrafe de su libro Signo, titulado ―El lenguaje como voz del
Ser‖, Umberto Eco se refiere a la demiúrgica comprensión del Arte de
Heidegger del siguiente modo:
―Desde el romanticismo hasta Heidegger, existe todo un capítulo de la
estética que se confunde con la filosofía del lenguaje. Y se confunde
también con la teoría poética de una legión de artistas que han
desarrollado sus actividades de visionarios o de reveladores en esta
dirección, como si manipularan símbolos que surgían espontáneamente
en su imaginación, y que eran reveladores del parentesco más íntimo de las cosas entre sí.
Desde la naturaleza de Baudelaire como bosque simbólico hasta
Heidegger, el itinerario es el mismo: no es el hombre quien manipula el
lenguaje para dominar las cosas, sino que son las cosas, la naturaleza
o el Ser quienes se manifiestan por medio del lenguaje, el lenguaje es la
voz del Ser, la Verdad no es otra cosa que la revelación del Ser por
medio del lenguaje. Si se acepta esta creencia, dejan de existir la
semiótica y la teoría de los signos: no queda nada más que una práctica
continua y apasionada de interrogación de signos, que es hermenéutica
[…] se escucha una voz que habla desde aquel lugar en el que no
existen convenciones…
Es evidente que si este libro existe, se debe a que no acepta esta
hipótesis… No porque sea inútil, sino porque [porque este libro] podría
insinuar la sospecha de que detrás de la Voz que habla, hay una
Cultura que ha establecido antes las reglas de interpretación, y que nos
ha enseñado, por convención, a reconocer como Voz lo que no era más
que causalidad, dato de la naturaleza, o mecanismo inconsciente de
nuestra mente ya educada…‖ (p. 114)
Heidegger cree que ante la obra de arte puede presentir la emergencia
de una verdad inagotable, …‖
Heidegger está convencido de que ante la obra de arte puede presentir
la emergencia de una verdad inagotable. Está seguro de que la verdad
que le revela la obra de arte no es una figuración suya, no es una
interpretación, es la verdad que se [le] hace patente en y a través de la
obra de Arte.
Usa como ejemplo un cuadro de Van Gogh.
―En la obra de arte —afirma— se ha puesto en obra la verdad de lo
ente. «Poner» quiere decir aquí erigirse, establecerse.‖
―La labriega —dice Heidegger con la visión puesta en el cuadro— lleva
los zapatos en la tierra de labrantía. Aquí es donde realmente son lo que
son. Lo son tanto más auténticamente cuanto menos al trabajar piense
la labriega en ellos, no se diga los contemple, ni siquiera los sienta. Los
lleva y anda con ellos. Así es como realmente sirven los zapatos. […] En
la pintura de Van Gogh acontece la verdad.‖
―La obra de arte nos hizo saber lo que es en verdad el zapato. Sería un
engaño de nosotros mismos el pensar que fue nuestra descripción, una
operación subjetiva, la que pintó todo así...‖
Esto es lo que nos dice Heidegger de la verdad revelada (puesta en
obra, obrada) por el cuadro de Van Gogh. Y éste es el principal ejemplo
aducido por el filósofo en un discurso sobre la esencia del Arte (sobre la
respuesta a la pregunta ―¿qué es el Arte?‖ del que se dice que es ―un
texto fundamental para la Estética y la teoría del arte contemporánea, el que más ha insistido en esta relación del arte con la verdad.‖
Pero Heidegger nos propone una interpretación (una verdad)
presumiblemente incorrecta.
Heidegger asegura que se trata de los zapatos de una labriega, que la
campesina lleva los zapatos en la tierra de labrantía, y que es
justamente aquí donde estos zapatos son eso que son (―Hier erst sind
sie, was sie sind―).
Es conocido que el historiador Meyer Schapiro pidió a Martin Heidegger
que le aclarase a qué cuadro en concreto de Van Gogh se refería. En su
respuesta, Heidegger aclaraba que se trataba de ―uno que vio en una
exposición en Ámsterdam, en marzo de 1930‖. Utilizando esta
información, Schapiro pudo establecer cuál, sin lugar a dudas, había
sido el cuadro usado por Heidegger como ejemplo.
Una vez identificado el cuadro, la siguiente observación de Schapiro
resultó demoledora: ni del cuadro visto por Heidegger, ni de ninguno
otro de los cuadros pintados por Van Gogh en los que aparecen zapatos
―podríamos decir de un modo apropiado que un cuadro con unos
zapatos pintados por Van Gogh expresa el ser o la esencia de los
zapatos de la mujer campesina y su relación con la naturaleza y el
trabajo. Son los zapatos del artista, por entonces hombre plenamente
de ciudad‖.
El ejemplo principal que nos propone Heidegger de su idea del Arte se
basa en una interpretación presumiblemente incorrecta, y da cuenta de
una verdad presumiblemente inventada.
¿Esto no nos obliga a dudar de su creencia en que ―La obra de arte nos
hizo saber lo que es en verdad el zapato‖, y de su afirmación ―Sería un
engaño de nosotros mismos el pensar que fue nuestra descripción, una operación subjetiva, la que pintó todo así...‖?
El fiasco de la principal demostración de la concepción heideggeriana del Arte recuerda cierto comentario del crítico de Arte Robert Hughes:
―Treinta años atrás [en la década de los 60], el expresionismo abstracto
era un estilo mundial obligado. En Australia lo mirábamos con temor y
reverencia. La botella en la que llegaban sus mensajes hasta nuestras
costas (dado que las pinturas no cruzaban el Pacífico) era la revista ARTnews. Su tono hagiográfico era evidente.‖
―… jamás habíamos leído semejante atribución de méritos a artista
alguno como los que Harold Rosenberg o Thomas Hess hacían a
figuras tales como Barnett Newman y Wilhem de Kooning. Eran tan
concluyentes que reprimían cualquier oposición estética. Sólo el
contacto con los originales podrían haberles puesto a prueba, y no
podíamos verlos.
―… estábamos en la misma situación que muchos artistas americanos
fuera de Nueva York, en 1960: tendidos boca arriba, a la espera del
misionero [flat on our backs, waiting for the missionary].
Llegaban los ejemplares de ARTnews, y nosotros los diseccionábamos,
y cortábamos las reproducciones en blanco y negro para clavarlas en
las paredes del estudio. Una era, digamos, un Newman. Acabábamos
de leer uno de los discursos de Tom Hess acerca de que la cremallera
vertical [vertical Zip] de Newman era Adán, o el acto primario de la
división entre la luz y la oscuridad, o la figura del propio e innombrable
Yahvé.
―¿Cómo podíamos no estar de acuerdo? ¿Sobre qué podíamos basar
nuestro trivial acto de oposición colonial? ¿En una vulgar reproducción
de ocho por cinco centímetros? Pero Yahvé no muestra su cara en las
reproducciones. Sólo la muestra en las pinturas. Y si consigues ver la
pintura, ¿qué pasa si sigues sin verle? ¿Significa que su terrible y
sublime rostro tampoco estaba allí? Desde luego que no; su único
significado sería que tenías mal la vista; o que Yahvé no se mostraba a
los gentiles del Pacífico Sur.
¿Con la aparición a Heidegger de la verdad revelada por el zapato que
aparece en cuadro de Van Gogh, ¿no sucede lo mismo que con el rosto
de Yahvé?
¿No estamos frente a una situación ya comentada?
¿No estamos frente a un caso de ―método espiritista?
Más que entrar en la respuesta propuesta por Heidegger (la esencia del
Arte consiste en generar y manifestar verdades, Arte = originación de
verdades inéditas), a nosotros nos interesa reflexionar sobre el modo en
que este filósofo Heidegger plantea la cuestión de cómo abordar la búsqueda de una respuesta.
El método heideggeriano no procede a partir de la consideración de
distintas cosas denominadas ―obras de arte‖, y del esclarecimiento de lo
que todas ellas podrían tener en común.
Aunque parece seguir un procedimiento aristotélico (distinguir los útiles
de las cosas, y las obras de arte de los útiles — la clásica distinción de
géneros y especies), lo que hace es afirmar dogmáticamente una ―intuición‖ (un deseo), que funciona como la declaración ―hace frío‖...
El método heideggeriano pretende des-velar y revelar una verdad, un
desvelamiento (ἀλήθεια) que no se propone como respuesta subjetiva
o posición personal, sino como la ―esencia‖ del Arte, es decir, como la
respuesta que resuelve el interrogante planteado por la pregunta ―¿qué es [el] Arte?‖
La pretensión heideggeriana des-velar y revelar la presunta esencia del
Arte es característica del tipo de respuestas a la pregunta ―¿qué es [el] Arte?‖ llamado ―esencialista‖.
El tipo de respuestas a la pregunta ―¿qué es [el] Arte?‖ llamado
―esencialista‖ suele incurrir en lo que se denomina ―Falacia del alegato especial‖.
Esta falacia tiene lugar cuando una persona, en su argumentación,
recurre o hace alusión a una visión o sensibilidad especial del tema
objeto de debate y, bien sea de manera implícita o explícita, mantiene
que si su interlocutor no está de acuerdo con ella, no la entiende o no
experimenta el mismo tipo de respuesta emocional, es porque no
alcanza a comprender las sutilezas del tema en cuestión, o porque no
alcanza el nivel de conocimiento, empatía o sensibilidad que
supuestamente se requiere. (Recuérdese la broma de R. Hughes.)
Detrás de tal alegato especial, pretensiones de una visión profunda o
apelación a una modalidad peculiar de sensibilidad empática está la
presunción que sostiene las opiniones del sujeto que recurre a tal
alegato no pueden ser evaluadas por el oponente porque este no tiene
la capacidad de hacer ningún juicio válido.
Obviamente, estas pretensiones se deben tratar con profundo
escepticismo.
Los alegatos especiales pueden adoptar muchas formas y ser
empleados en una amplia variedad de contextos, siendo muy comunes
en las columnas de opinión de los medios de comunicación, en los
discursos políticos y, de manera especialmente notable, en los
discursos acerca del Arte. Aquí, al igual que en las doctrinas religiosas y
en las pseudociencias, los alegatos especiales son utilizados como
recurso retórico porque se carece de argumentos válidos (no falaces)
para demostrar o defender las tesis que se esgrimen.
Los alegatos especiales pueden adoptar muchas formas y ser
empleados en una amplia variedad de contextos, siendo muy comunes
en las columnas de opinión de los medios de comunicación, en los
discursos políticos y, de manera especialmente notable, en los
discursos acerca del Arte. Aquí, al igual que en las doctrinas religiosas y
en las pseudociencias, los alegatos especiales son utilizados como
recurso retórico porque se carece de argumentos válidos (no falaces)
para demostrar o defender las tesis que se esgrimen.
Buscamos definiciones razonablemente precisas que nos permitan
entender de qué hablamos...
Porque ayudan a evitar los diálogos de besugos y los conflictos en el
ámbito de la comunicación derivados de dichos diálogos.
A la pregunta ―¿Qué es Arte?‖ se le han dado dos tipos
de respuestas: ―esencialistas‖ y ―no esencialistas‖.
Las principales respuestas formuladas en el marco del
enfoque esencialista han sido estudiadas por el
pensador polaco Władysław Tatarkiewicz. Son las
siguientes:
1. El rasgo distintivo del arte es que produce belleza
2. El rasgo distintivo del arte es que representa, o
reproduce, la realidad
3. El rasgo distintivo del arte es la creación de formas
4. El rasgo distintivo del arte es la expresión
5. El rasgo distintivo del arte es que éste produce la
experiencia estética
6. El rasgo distintivo del arte es que produce un
choque
+ 8. El rasgo distintivo del arte es indefinible