10

DEJA VU

Embed Size (px)

DESCRIPTION

DEJAVU trata de un joven escritor novel que a raiz de extraños sucesos no puede terminar su ultima obra.

Citation preview

DEJA VU Parecía un día normal, la alarma sonó a las siete y cuarto, pero no tenía que levantarme hasta las siete y media, ya es una costumbre siempre tengo dos alarmas, una quince minutos antes que la otra, así puedo seguir durmiendo quince minutos más y no levantarme de un salto de la cama. La rutina para ese día, la normal de siempre hacer diez flexiones después de tirarme de la cama, coger tres dardos y tirarlos otra vez al blanco que tengo desde hace cinco años en la pared, la verdad nunca he podido darle al centro por más que lo intento. Mi madre siempre toca a mi puerta cinco minutos después De escuchar mis pasos. Y siempre dice lo mismo.

—Cory, tu desayuno hijo —y yo siempre digo lo mismo—. Mi favorito. —Si tu favorito, aunque todos los días son favoritos para ti. —Si son favoritos porque todos los días los haces tú. —Tú como siempre un halagador nato. Siempre has sido lo mismo nunca cambias.

Fue lo último que recuerdo, después que la habitación me diera vueltas por un momento. Eso fue el lunes. Ahora nuevamente me he incorporado, miércoles ocho de agosto de 2012. Lo he podido leer en un calendario que está a mi costado en una pared de color blanco laboratorio, pero no es un laboratorio. Estoy en un hospital del pueblo ¿Cómo me di cuenta? Porque mi madre estuvo aquí hace veinte minutos.

—Cory me alegra que hayas despertado. ¡Hijo me tenías preocupada!... —¡Preocupado estoy yo!... ¿Dónde estoy que fue lo que sucedió? —Cory tras desmayarte el lunes, te hemos traído al hospital. Pues tenías una temperatura excesivamente alta y mira hasta ahora que te ha dejado, has finalmente mejorado. —¿Pero que más tengo? ¿Por qué aún sigo aquí? —aun no podía salir de aquello—. No es normal abrir los ojos en un lugar donde nunca has estado.

Mi madre con una calma relativa me ha incorporado otra vez hasta este día. —El doctor me dijo que quizás se debió a que tienes una infección. Pero aún no encuentran realmente la causa. —Yo no tengo nada, ni siquiera eh sentido dolor o algún malestar ¿No sé porque la fiebre y todo eso? —Pues hijo yo tampoco puedo deducir nada. ¡Solo soy tu madre!... —Si tienes razón ¿Y cuándo me podré ir de aquí? —El doctor de turno aún no ha dicho nada, es más aún no se dan cuenta que has despertado. —¡Te veo cansada!... ¿Has estado todo este tiempo aquí verdad? —¿Tú que crees?... Mientras se cruza de pierna. —Bueno ya puedes irte a descansar, ya estoy despierto y no tengo muerte cerebral. —¡Cory no lo digas ni en broma hijo!... Pero si ahora que ya te has incorporado, iré a descansar ¿Te sientes mejor verdad? ¿No miras borroso ni nada de eso?

—No, no veo borroso ni siquiera siento nada. —¡No sientes nada!...

Mi madre con cara de asombro, necesito ser más específico, o un día de estos ella estará donde estoy ahora yo.

—¡Cory Lowell, mueve las piernas y los brazos quiero saber que puedes moverte!.. Mi madre nunca usa mi apellido a menos que su alto estado de preocupación haga que le salga mi nombre completo, siempre hace lo mismo cuando está preocupada por mí.

—¡Madre estoy bien!... Lo dije con tono de seguridad no quería que ella siguiera preocupándose más por mí, realmente aún no había pensado, en mis funciones motoras. Solamente había girado un poco el cuello, hacia un costado, solamente había fijado la vista en mi madre y en el calendario que pendía en la pared sobre su cabeza. Mi madre se puso de pie, estaba sentada al lado derecho de la cama, tan cerca de mí que era capaz de tocar mi rostro, si hacia un ligero movimiento inclinándose hacia mí. Pero se puso de pie, retirando un poco su asiento, con un ligero movimiento.

—¡Cory hijo mueve tu brazo derecho!... Mientras ella retiraba la sabana hasta dejarla a altura de mi abdomen, no podría haber objetado era mi madre. Además necesitaba moverme un poco. Moví primeramente mis dedos, parecían bien luego la mano, después el brazo.

—¡Ves no tengo nada!... Estoy bien no tienes por qué preocuparte tanto —me estaba empezando a preocupar—. ¡Todo está bien!... —¡Soy tu madre!... ¿Cómo me pides que no me preocupe? ¡Ahora mueve tu brazo izquierdo!... —Está bien, no te preocupes estoy a punto de hacerlo —Seguí el mismo procedimiento que hiciera en la mano derecha—. ¡Lo ves todo está bien! —Ya veo todo está bien —soltó un suspiro de tranquilidad, mientras devolvía la sabana a su posición normal—. ¡Cory las piernas, mueve las piernas!.. —Madre solo me desmaye a causa de alguna infección o qué sé yo lo que sea, nadie me ha disparado. —Le dirigí una mirada que sé que sus ojos la interpretaron como un "cálmate" —Cory o las mueves o are algo en ellas para que sientas dolor.

Mientras continúo moviendo la sabana color blanco hasta la altura de mis piernas. No tenía otra opción que moverlas, no me gusta el dolor y si no lo hacía yo sabía que dentro de los próximos treinta segundos, sentiría algo de dolor.

—Está bien. ¿Cuál quieres primero? ¡Derecha o izquierda!... —pregunte con tono sarcástico— ¡Me lanzo una mirada de esas que matan!... —Hijo déjate de bromas, ya estoy lo suficiente vieja y cansada para hacer esto. —Lo siento —No había reparado en lo realmente casada que habría de estar. —Izquierda, mueve la izquierda.

No las había movido ni un centímetro ni una milésima, desde que había despertado y comenzáramos nuestra conversación. Tengo que admitirlo sentí un poco de temor, al dirigir la mirada hacia mi pie izquierdo.

Por un momento vacilé he hice un suave movimiento contrayendo mi pierna hacia mí. Cerré mis ojos como si eso fuera ayudarme. Pude sentir el roce de mi pie sobre la cama que alivio. Mi madre me estaba empezando a dar un poco de temor, con su preocupación excesiva.

—Muy bien Cory mueve la otra —Sonrió mientras se desvanecía un poco el temor de su rostro. No dije nada solamente hice caso sumiso a la petición de mi amada progenitora, suficiente dolor le había causado ya como para seguir acongojando su alma. —Sí, asentí con un movimiento ligero de cabeza —cerré los ojos nuevamente, debería estar menos preocupado ya solo me faltaba una pierna—. ¡Pero no era así!... Aún sentía más temor que cuando empezara a probar mis funciones motoras. Mientras aferre mis manos a la sabana que estaba puesta sobre la cama trate de hacer lo mismo que hiciera con mi pierna izquierda. Para sorpresa mía y asombro de mi madre, mi pierna derecha ¡No respondió a la contracción que hiciera!...

Un sudor frío corrió en mi frente, suspire fuertemente me lleve las manos hacía mi rostro y dirigí la mirada a mi madre, haciéndole saber que no había podido lograrlo. Ella me miro como esperando a que le dijera algo, miro mis gesto después de aquel intento y su rostro se llenó de preocupación y ansiedad, me miro con un poco de incredulidad y dijo;

—¿Y bien? —con un tono profundo en su voz, como si por un momento se le hubiera ido. —¡Cory Lowell! ya hijo, te dije que dejaras de bromas —se llevó la palma de su

mano a la frente seguidamente la deslizo en su rostro—. Estábamos tan impresionados, que no nos habíamos percatado que el doctor ya estaba ahí, yo no pude verlo llegar ya que la puerta de la habitación estaba a mi izquierda y mi madre a mi derecha, toda mi atención estaba en el rostro de mi madre. Ella creo que sabía que él estaba ahí pero era más importante mi estado, que prestarle atención al doctor.

—¡Cory o mueves la pierna! ¿O no sabes lo que haré? —ella realmente sabía por la expresión de mi rostro—. Que no estaba jugándole una broma, pero su subconsciente le dictaba lo contrario o quizás eso quería ella creer para no caer en aquella realidad que nos envolvía en ese momento. —¡Cory Lowell te lo advertí!... —gire mi rostro por un instante al escuchar el sonido que hiciera una tablilla de apuntes al caer sobre una pequeña mesa que estaba al costado izquierdo—. Era el doctor que al ver la expresión que hiciera mi madre había puesto la tablilla de forma brusca sobre la mesa. —¡Señora Roxanne cálmese! Realmente su pierna no puede moverse. —Lo dijo con un tono de autoridad y seguridad—. Que mi madre tan solo musito —No puedo creerlo —seguidamente puso la palma de su mano en su boca—.

El doctor prosiguió a examinar mi pierna, buscado alguna forma de reflejo en ella. Mi madre y yo solo seguíamos sus movimientos esperando algún resultado de aquel rápido análisis que el doctor hiciera de mi pierna derecha. Al no encontrar reflejos, dirigió la mirada hacia mi madre y pregunto;

—¿Cory sufrió algún golpe en la cabeza tras desmayarse? —mi madre lo miro con una expresión es sus ojos como si el doctor fuera de otro planeta—. No lo creo respondió, mientras deslizaba su mano en su rostro nuevamente.

El doctor le miro con ojos de incredulidad. —Se dio media vuelta y puso las manos en mí cabeza.

—Ya veo cual podría ser el problema —artículo—. Mi madre lo miro fijamente sin decir nada.

Sin embargo en lo que respecta a mí. Cuando empezó a mover las manos en el hemisferio izquierdo de mi cabeza, sentí un fuerte dolor que hizo me estremeciera.

—Cory ha sufrido una contusión cerebral en el hemisferio izquierdo, pueda ser que esta sea la causa directa que está afectando la función motriz en su pierna derecha. Vamos a proceder con unos exámenes craneales para saber a profundidad cuan grave fue el golpe que se diera. —¿Doctor Cory caminara otra vez? —mi madre aun con cara de asombro —Es muy temprano y prematuro el análisis como para darle un diagnostico final Roxanne —se le rodaron las lágrimas a mi madre—. Mientras yo sujete su mano. —Lo siento hijo, no me di cuenta en que momento golpeaste tu cabeza, debió haber sido en tu escritorio —sujeto más fuerte mi mano—, luego limpio sus lágrimas y fingió ser fuerte. —No te preocupes todo estará bien —le dije mientras la mire fijamente. —¿Doctor me podría decir? ¿A qué se debió el desmayo de Cory? —le miró fijamente, casi exigiendo una respuesta inmediata y certera. —Lo siento Roxanne, pero pudieron haber múltiples factores.

Cansancio, estrés. Algo en su alimentación, alguna enfermedad o quizás alguna infección, falta de oxígeno en su cerebro por algún motivo, existen muchos factores no puedo mencionarlos todos en este momento. Pero créame que estamos trabajando en tener un análisis preciso.

—Cory creo que dejaras de escribir tu novela por un buen tiempo, quizás eso sea lo que te ha causado esto —un tono alto de preocupación se sentía en su voz mientras se rodó otra lagrima en su mejilla. —lo siento madre sabes que te amo, pero no puedo dejar de escribir. Este libro es mi futuro y no importa suceda lo que suceda tengo que terminarlo.

Es más tengo muy poco tiempo y tú lo sabes, la editorial no me permitirá pasarme del tiempo establecido en el contrato. No puedo devolver todo el dinero que he recibido este es mi futuro. Estoy perdiendo mi tiempo —lo dije todo casi sin pensarlo—. Lo único que me importa realmente es terminar mi novela.

—Cory tú padre me llamo; dice que vendrá a verte cuando pueda hacerlo, que por ahora no puede venir.

Quizás si él estuviera aquí podría persuadirte que ya no sigas con esto.

—Lo siento pero nadie podría persuadirme, de dejar de escribir mi libro —mire al doctor fijamente y le pregunte—. ¿Doctor cuando podré irme de aquí? ¡No tengo mucho tiempo! ¿Esto es temporal o no? ¿Podré mover mi pierna? —Solo me importa salir de este lugar además mis manos y mi vista están bien.

¿Qué es lo que más importa? «Bueno mi vista está un poco borrosa no quiero causarle más preocupaciones a mi madre. Creo que el mismo golpe me ha afectado la visión de alguna manera»

—Cory ¿Por qué no prestas atención al consejo de tu madre? ella quiere lo mejor para ti. —Usted es el doctor —me sentía frustrado—. Limítese a hacer su trabajo, deje a mi madre ser, mi madre y déjeme a mí tomar mis decisiones.

El doctor solo me miro mientras pudo leer un gesto de incomodidad que mi rostro le dirigió. —Orare por ti Cory veras que pronto estarás bien —se dio la vuelta y cogió su tablilla de apuntes.

Luego se paró frente a mí —como esperando una respuesta—. Se cruzó de brazos y sonrió un poco.

—Pues yo no necesito sus oraciones. Yo necesito salir de aquí, terminar mi obra cobrar el resto de mi dinero y ser feliz —lo dije con tono de arrogancia pero ni siquiera se inmuto— doctor debería estar haciendo su trabajo —le dije mientras acomodaba una almohada bajo mi cabeza—. Mi madre solo se limitó a vernos interactuar. —¿Sabes Cory que la fe algunas veces ayuda mejor que la medicina? ¿Y que el dinero no lo es todo en la vida? —Ponía su plumilla en el bolsillo de su chaqueta. —¿Doctor? No me respondió ¿Cuándo podré salir de aquí? ¿Caminare o no caminare pronto? ¿O quizás no camine nunca?

Me estaba empezando a incomodar —hasta estaba llegando a pensar que él doctor no Estaba haciendo lo suficiente por mí.

—pues si tienes fe, quizás salgas de aquí caminando como si nada. Podría ser mañana o ahora mismo… o esperemos a ver que dicen los exámenes, y luego iras a terapia y rehabilitación para tu pierna —yo no sé de qué planeta había venido este doctor pero realmente no me estaba entendiendo. —Doctor ni siquiera sé lo que significa [fe] no insista en esas locuras —le dije mientras mi estómago pareció hablar conmigo. —Tengo mucha hambre y sed ¿Alguien me podría dar algo de comer? —mi madre estuvo a punto de pedir algo por mí, lo pude leer en su rostro—. Pero el doctor se anticipó. —No se preocupe haré que le manden algo ahora mismo —se dio media vuelta mientras dijo—. Confió en Dios que te mejores pronto. —Ya no quise entrar en otro argumento con él.

Simplemente le deje marchar pues empecé a sentirme muy mal todo se me estaba poniendo borroso nuevamente como el lunes cuando me desmaye.

Sábado 18 de agosto de 2012 otra vez he vuelto a despertar son las 10:44 no sé si es de día o de noche. No me había percatado del reloj de manecillas que esta frente a mí. Párese que el miércoles me volví a desmayar. No hay nadie en mi habitación; aunque a mi izquierda después de la mesita hay una camilla. Bueno no importa no tiene relevancia. Me siento un poco desorientado si no fuera por ese calendario que alguien tiene la amabilidad de marcar con una <X> todos los días la fecha, y ese reloj con su tic tac, que hacen las manecillas al moverse estaría completamente perdido. No sé dónde está mi madre, me imagino habrá ido a casa, tampoco se nada sobre mí. De mi situación y de mi diagnóstico. Lo único que sé; es que ahora desearía estar en mi habitación, haciendo lo que más me gusta, escribiendo. Otra vez he vuelto a sentir hambre, no quiero volver a sufrir otro desmayo. No quiero ni pensar en que puedo quedarme dormido por mucho tiempo más. Tanto así que quizás no vuelva a despertar; a mi edad no quiero ser un árbol sobre una cama, aún hay tanto que dar, aún hay tanto por hacer. —Estaba en mis pensamientos cuando alguien entro.

—¿Cómo estas Cory? ¡Finalmente has despertado de nuevo! ¿Cómo te sientes? —No pude articular palabra alguna, solo me limite a ver a aquella enfermera; mientras ella tocaba mi mano—. Su rostro era tan dulce, que podría quedarme por una eternidad mirándole… simplemente mi vista siguió cada uno de sus dulces movimientos. Ahora se quien cambia la fecha en el calendario. —¿Cory puedes escucharme? —ha tomado una pequeña lamparilla está revisando cada uno de mis ojos. —Párese que tienes los ojos dilatados —seguidamente puso un termómetro en

mi boca—, esta tan cerca de mí que puedo sentir cada uno de sus movimientos como si una brisa fresca se moviera en mi rostro—, está haciendo algunos apuntes mientras me mira de vez en cuando como si fuera un pintor que delinea mi rostro en su lienzo. Está a mi derecha párese que se le ha escapado una leve sonrisa.

—¿Sabes que te me haces conocido? ¿Como si te conociera de una vida? —Me miro con esa dulzura angelical—. Mientras sus ojos se llenaron de un brillo inmensurable. —Debería estar acostumbrada a esto, veo tantos rostros y tragedias, cada día.

Retiro con delicadeza el termómetro de mi boca, después de una leve revisada. —Párese que estas bien, no has sobre pasado lo normal —mientras coge una bolsa con suero. —El miércoles tuviste una temperatura extremadamente alta que pensamos que podrías tener daños cerebrales —ha cambiado el suero, es lo único que me mantiene me imagino, con lo que odio los hospitales y estas benditas agujas, la razón por la cual jamás done sangre. —¿Sabes que hemos descubierto una infección en ti? Pero aunque suene ridículo aún no sabemos dónde está, deberías desmayarte menos y ayudarnos más —sus labios se arquearon un poco, dejando escapar una leve sonrisa tras aquellos delicados labios. Quise articular palabras pero es como si mi voz se hubiera ido, quise preguntar por mi madre pero no he podido. Creo que esta por marcharse, se ha girado sobre si, aun

concentrada en sus notas, su cabello es tan largo de un negro completamente oscuro, ha mirado el reloj «ha escrito la hora»

Ha puesto las manos sobre la sabana la acomodo sobre mí. —Bonito detalle el que tu madre te ha dejado. Cory espero mejores pronto —se sonrió levemente y sus ojos se volvieron a llenar de ese mágico brillo.

Se ha marchado revisando sus notas—. No sé si lo he soñado creo que no, pues en los sueños no se distinguen colores ni se puede leer, yo sé el color de su cabello, sus ojos Y su nombre. Rosemary se dejaba leer en la placa color oro, que prende en el lado superior de su bolsillo.

«Bonito detalle el que tu madre te ha dejado» Gire mi rostro un poco a mi izquierda y allí estaba, una pequeña locomotora de madera no tiene más de dos centímetros de alto, por tres y medio de largo, sus ruedas color negro con puntas grises que sobresalen por sus costados, toda ella es de madera, su cuerpo está compuesto, por un pedacito de madera cilíndrica, un pedacito de madera cuadrada que simula la cabina del conductor la cual tiene un pequeño círculo que cruza de lado a lado simulando dos ventanas laterales, cada una por su lado respectivo, un pedacito de madera de un centímetro cuadrado, color café, que simula el techo de la misma.

La base de la misma es un pedacito de madera rectangular por la parte trasera es cuadrada y en la parte frontal termina en ángulo de cuarenta y cinco grados, por poco olvido donde sale el vapor, porque es una locomotora típica de vapor, no tiene vagones, la salida de vapor es un pedacito de madera de forma cilíndrica menos alto que un centímetro. Puedo describirla también porque es más que un hermoso recuerdo. Mi madre siempre sabe cómo hacerme sentir mejor, esta locomotora es un viejo recuerdo de cuando vivíamos en Chicago «La ciudad del viento» tengo muchos años de conservarla conmigo. Recuerdo que mi padre me la compro en una feria, me recuerdo ver a mi madre y a mi padre juntos se miraban felices.

Cada que veo esta pequeña máquina de vapor me recuerda que hubo un tiempo en el cual fui feliz. Pero luego que mi padre conociera a la que ahora es su esposa todo cambio.

Ahora vive en California y nosotros en New York. Las cosas han cambiado mucho después de su partida, mi madre ahora es una alcohólica y me toca darle ánimos de vez en cuando, creo que aún sigue amando a mi padre, yo he querido que salga con alguien más, pero esa decisión solo ella podrá tomarla.

Me gustaría que volvieran pero sé que eso jamás será posible así que no soy egoísta y por mi parte tengo que ayudar a mi madre a superar esto, aunque yo mismo no haya terminado de superarlo en su totalidad.

Sobre mí no puedo decir mucho solamente que tuve en un tiempo muchos deseos de entrar al ejército, pero por mi madre no pude hacerlo y pues desistí por ella. No sé quién podría cuidar de ella mejor que mí y si le faltara no puedo ni imaginarlo. Mi amigo Reno, mi mejor amigo recibió una bala en su cabeza.

Por gracia de Dios aún vive, aunque después de regresar de esta absurda guerra su mujer lo dejo. Ahora padece de un tic nervioso en el área de su cuello que hace que lo gire de forma tensa como cuando nos quitamos el estrés, solo que lo de él es una cosa rápida he involuntaria. Además que ha tenido problemas con la droga, a raíz de su herida de bala le han recetado medicamento muy fuerte, pues aún sigue teniendo dolores repentinos en su cabeza por la bala que todavía conserva en ella.

Yo al no poder hacer lo que más quería, pues tuve un motivo más grande por el cual desistir y quizás por mi madre aún sigo vivo. Me puse a estudiar, tengo una carrera universitaria en sociología (la verdad lo que quiero es estudiar psicología) y eso es lo que me ha ayudado a escribir con tanta soltura al ver el comportamiento individual y grupal de cada individuo así como los fenómenos sociales que afectan valga la redundancia a nuestra sociedad.

Pero ahora con esta mi desgracia que me acongoja, no sé cuándo pueda continuar con mi siguiente libro y es lo que más me preocupa.

Miércoles 22 de agosto 2012

—¿Cory, hijo me escuchas? —la voz de mi madre resuena en mis oídos—, hace unos cuantos minutos atrás abrí nuevamente los ojos pero los cerré de nuevo el cansancio nuevamente se ha apoderado de mi cuerpo y aunque no pueda sentir mi pierna, si puedo sentir un fuerte dolor en mi espada es como si me atravesara un cuchillo. —Cory, hijo puedes escucharme, si me escuchas mueve tus dedos tus manos dame una señal que aun sigues aquí conmigo —las lágrimas de mi madre las he probado las he sentido—. No quiero abrir mis ojos no quiero ver su dolor ya es suficiente con sentirlo. He movido mi mano he tocado sus dedos. Esas manos de madre que durante 29 años han estado conmigo. —Cory hijo yo sé que puedes escucharme, me tienes preocupada al borde de la muerte, no sé qué tienes y no quiero ni pensarlo pero si ya no puedo recuperarte no sé qué haré conmigo —Mi madre su adicción al alcohol y mi estado la tienen al borde de un abismo, quisiera levantarme y abrazarla y hacerle sentir que aún sigo vivo.

Tan vivo por dentro como cuando aún tenía cuatros años, y jugábamos a las escondidas y jamás podía estar oculto pues cuando ella estaba cerca, salía con mis brazos abiertos a su encuentro.

—Cory hijo tienes que esperar a que te encuentre, no salgas tan luego

«Un abrazo y un beso» Y se diluye mi recuerdo. Y ahora que deseo salir a su encuentro, me escondo en este mi propio cuerpo, y no puedo extender mis brazos y abrazarla de nuevo.

—Cory Reno estuvo aquí el lunes y otros amigos tuyos te han dejado algunas cartas ¡hijo mío!... como me gustaría que pudieras leerlas y pudieras sonreír de nuevo.

Mis amigos, entre todos no existe otro como el loco de Reno... Reno y sus locuras.

—Cory ¿Sabes? El doctor ha dicho que finalmente saben lo que tienes. Es una Infección en los riñones ¿por qué nunca me dijiste nada hijo? ¿Por qué nunca confías en tu madre? ¿Por qué Cory? —Mi madre siempre he confiado en ella solo que pensé que esto no

era tan grave como para decírselo. Ya veo era eso ahora comprendo ese fuerte dolor en mi espalda que parecen cuchillas cortándome de a poquito.

Entonces lo de la pierna sucedió a raíz del golpe en mi cabeza, bueno comprendo todo eso. ¡Pero no entiendo! ¿Por qué estoy tan cansado? que ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos, ni mucho menos hablar. —Cory hijo tu padre me ha llam... «La voz de mi madre párese otra vez haberse perdido» no puedo mantenerme más tiempo... Des...pier...to.

El sol que entra por la ventana da justamente en mi rostro, la ventana tiene una cortina pero la han deslizado de forma que el sol pueda entrar. Son las 9:27 y parece que me encuentro en sano juicio. El calendario marca la fecha en: 27 de agosto de 2012. No siento ese dolor agudo en mi espalda, me duele un poco el cuello.

Bueno a estas alturas un pequeño dolor muscular no es la gran cosa. —¿Buenos días Cory como te sientes? —creo que era el mismo doctor con el cual tuve un mal rato el otro día. —Estoy bien —gracias agregue—. Mientras trataba de ver su nombre —Si te miras mucho mejor —sonrió mientras tomaba algunas notas—. ¿Has tratado de moverte?

¿Has sentido algún dolor o no? —No aún estaba en mis pensamientos, cuando me vi interrumpido por tu llegada —Ryan se podía leer en una placa color oro, que prendía en la bolsa de su uniforme—. ¿Quieres que lo intente? —Si claro haber, mueve primero tus brazos —mientras me miraba fijamente—. Ya veo has podido moverlos sin ninguna anomalía. —Sí, claro pero el problema no son mis brazos —agregue mientras bajaba los brazos.

Es mi pierna la que no se mueve. —Si lo sé —sonrió de una forma sarcástica—. Mueve tus piernas.

Alex Vasquez Derechos reservados 2013