Del amor y otros demonios, reseña del libro de García Márquez, por Eliseo Rabadán

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  • 8/8/2019 Del amor y otros demonios, resea del libro de Garca Mrquez, por Eliseo Rabadn

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    L Resea de la novela Del amor y otros demonios, de Gabriel Garca MrquezBITCORA : una cordial invitacin al weblog de FILOPOL

    ________________________________________ Autor de la resea Eliseo Rabadn Fernndez

    El libro de Garca Mrquez ,fechado por su autor en 1994 en una ciudad del Mar Caribe, en Cartagena de Indias, Colombia, me produjo una reaccin de inters que puedo definir como inusitado en una novela , leda desde la filosofa .Me interesa resaltar el modo en que el gran escritor colombiano maneja el mestizaje y sobre todo, el sincretismo religioso en Iberoamrica .En la primera pgina , una cita del escritor recuerda que la leyenda que su abuelacontaba est , digamos, avalada por el argumento de autoridad. Nada menos que el

    Doctor Anglico es solemnemente mencionado por Garca Mrquez :

    Parece que los cabellos han de resucitar mucho menos que las otras partes del cuerpo.Toms de Aquino. De la integridad de los cuerpos resucitados . (Cuestin 80, cap. 5)

    El marqus de Casalduero, espaol terrateniente en Indias, tuvo una hija no deseadacon unamestiza brava de la llamada aristocracia de mostrador; seductora,rapaz ,parrandera, y con una avidez de vientre para saciar un cuartel. La nia ,mordida por un perro con rabia, fue criada por Dominga de Adviento, una negra de ley que gobern la casa con puo de fierro . Una nia que creci por lo tanto junto a una negra que se haba hecho catlica sin renunciar a su fe yoruba, y practicaba ambas a la vezsin orden y concierto . Su alma estaba en paz ,deca, porque lo que le faltaba enuna lo encontraba en la otra.

    La nia Sierva Mara de Todos los ngeles era tratada con cario por los peones negros ysus familias y le colgaron collares de santera sobre el escapulario del bautismo

    .Cuando el marqus se dio cuenta de que la nia- que tena doce aos - haba sido mordida por un perro con rabia , decidi llevarla con un mdico judo portugus , que haba sido expulsado de Espaa .Podemos ver en este personaje el modo de entender la sociedad yla vida que en la filosofa europea est representado por Espinosa. En la primera i

    ntervencin del mdico Abrenuncio ,introduce Garca Mrquez esta idea : No hay medicinaque cure lo que no cura la felicidad.Antes de continuar con el desarrollo de los hechos recordemos cmo la felicidad, para la marquesa mestiza , pareca radicar en el demonio del sexo, el semental humano, nombrado por el escritor colombiano con el apodo maldito : Judas IscarioteEn el captulo segundo se describe cmo viven los espaoles , la familia del marqus : Iban a la misa mayor, ms a mostrarse que a cumplir.

    Cuando un rayo mata a doa Olalla y al hijo del marqus : La ciudad sobrecogida interpret la tragedia como una deflagracin de la ira divina por una culpa inconfesable.Y ante tantas calamidades, el marqus cay en la desgracia : Antes de terminar el novenario haba hecho donacin a la iglesia de los bienes materiales que sustentaron la grandeza del mayorazgo : una hacienda de ganado(...)(...)Todo esto suceda, segn relata Garca Mrquez, en un suburbio del mundo intimidado porel Santo Oficio.El marqus va cayendo en un tedio vital que se refleja en su escepticismo e incredulidad. Escepticismo acerca del Amor y otros demonios .Pensamos que el novelistacomienza a tejer un argumento en el cual los hilos de una red dialctica material

    ista van poco a poco introduciendo a los lectores en la filosofa mundana de los personajes.Ella [ Sierva Mara, a su padre, el marqus ] le pregunt por esos das si era verdad, como decan las canciones, que el amor lo poda todo.Es verdad , le contest l ,pero hars bien en no creerlo.

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    Es evidente que el obispo lo llamaba para averiguar por qu razn mantena el marqus esos encuentros con el mdico judo.El marqus le contest, indiferente y como si su poder material le hiciera sentirseprotegido : He dejado de creer.El obispo decidi enviar un exorcista a curar a la nia supuestamente enferma de rabia .El cura encargado en primera instancia del exorcismo apareci muerto misteriosamente cuando fue a sacar agua de un pozo. Nadie supo cmo pudo caer y ahogarse .Lo que s resultaba claro para el obispo era su incapacidad manifiesta para el casoencomendado, pues ese cura era hijo de una mulata, y nunca vio en Sierva Mara, la nia endemoniada por el mordisco de aquel perro con un lucero en la frente ,seales de estar poseda por el demonio. Simplemente , cuando hablaba en esas lenguas extraas, estaba hablando las lenguas que le ensearon los esclavos entre los que se haba criado .El obispo pens entonces en el bibliotecario. Este exorcista ortodoxo era CayetanoDelaura. (...)Delaura era consiente de su torpeza para entenderse con las mujer

    es .Le parecan dotadas de un uso de razn intransferible para navegar sin tropiezospor entre los azares de la realidad.

    Fue as como Cayetano Alcino del Espritu Santo Delaura y Escudero, a los treinta yseis aos cumplidos entr en la vida de Sierva Mara y en la historia de la ciudad.

    A Delaura [ el exorcista ortodoxo, sustituto del primero ,muerto en el pozo]que conoca la vida en los libros, el vasto mundo de su madre le pareca un sueo quenunca haba de ser suyo.En la conversacin que haban mantenido en Espaa ,antes de ir ambos a las Indias, ledijo el obispo :He odo que nuestros clrigos enloquecen de felicidad en las Indias.Y algunos se ahorcan, dijo el obispo . Es un reino amenazado por la sodoma, la idolatra y la antropofagia. Y agreg sin prejuicios :Como en tierra de moros.Vindola selva colosal de Urab desde el batel que los llevaba al nuevo destino, Delaura reconoci las nostalgias que atormentaban a su madre en los inviernos lgubresde Toledo.Una de las ms interesantes partes de esta novela pertenece al dilogo entre Delauray la abadesa del convento en que el obispo- en parte para molestar a una abadesa rencorosa y agresiva hacia l mismo -haba ordenado llevar a la nia supuestamente p

    oseda por el demonio .Todo lo cotidiano tena para ella [ la abadesa ] algo de sobrenatural .No hemos dicho que la nia est poseda [ el exorcista Delaura a la abadesa ]Tenga cuidado , dijo Delaura , A veces atribuimos al demonio cosas que no entendemos , sin pensar que pueden ser cosas que no entendemos de Dios.A lo que la abadesa responde, echando mano de la filosofa dogmtica:SantoToms lo dijo y a l me atengo , dijo la abadesa : A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad .Y contina la abadesa, en tono desafiante, al exorcista : Ya sabemos que ustedes son los dueos de Dios .

    El bibliotecario ( Delaura ) del seminario donde el obispo haba sido su maestro,pudo conocer los abismos de las letras extraviadas y los libros prohibidos .Fue as que el joven cura utiliz en una ocasin a Garcilaso para un exorcismo que lohabra de llevar a las garras del Santo Oficio .Delaura, con Gracilaso, le dijo de voz ardiente : Por vos nac, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero .Sierva mara sonri sin mirarlo.En ocasin de una visita del virrey a la ciudad ,en la cual surgi el asunto de la nia Sierva Mara, Garca Mrquez introduce algunas interesantes ideas sobre la religin ysu implantacin poltica , en relacin con la propia implantacin gnstica . [1] No olvidemos que hay una mixtura de personajes con diversas concepciones religiosas : judasmo, catolicismo, yoruba, santera ... que corresponden a distintas fases de la religin : terciaria, secundaria y de componentes religiosos primogenricos tambin, enel sentido de Gustavo Bueno .Todava carecemos de pruebas terminantes, pero las actas del convento nos dicen que esa pobre criatura est poseda por el demonio , dijo el obispo . La abadesa lo sabe mejor que nosotros .

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    Ella piensa que habeis cado en una trampa de Satans , coment el virrey.No slo nosotros, sino la Espaa entera , le respondi el obispo . Hemos atravesado lamar ocano para imponer la ley de Cristo , y lo hemos logrado en las misas, las p

    rocesiones, en las fiestas patronales, pero no en las almas.Habl de Yucatn , donde haban construido catedrales suntuosas para ocultar las pirmides paganas, sin darse cuenta de que los aborgenesacudan a misa porque debajo de los altares de plata seguan vivos sus santuarios. Habl del batiburrillo de sangre que haban hecho desde la conquista.Resulta muy sugerente la descripcin de la nia con los negros esclavos :Los negros nos mienten a nosotros ,pero no entre ellos , dijo el marqus .La visita del cura exorcista Delaura al mdico judo , quien le muestra su biblioteca :libros de Voltaire ; el libro que el rector del seminario le haba quitado : Los cuatro libros del Amads de GaulaLa cuestin central en el asunto de la nia endemoniada fue que(...) ninguno se haba atrevido a pronunciarse contra las actas del convento ni acontrariar la credulidad popular.En el encuentro de los dos hombres de razn , los dos filsofos digamos, el mdico Abrenuncio le dijo al bibliotecario catlico y exorcista convencido de la inocencia de la nia acusada :

    Por eso me sorprendi que viniera ,dijo Abrenuncio .No soy ms que una pieza en el coto de caza del Santo Oficio .Mientras los acontecimientos iban desarrollndose contra la nia , el exorcista No poda soportar el apremio de ver a Sierva Mara .l [Delaura] volvi a cambiar la mejilla , embriagada por la vaharada de placer prohibido que le subi por las entraas.Abri la maletita de Sierva Mara y puso las cosas una a una sobre la mesa. Las conoci, las oli con un deseo vido del cuerpo, las am y habl con ellas en hexmetros obsces, hasta que no pudo ms.Es el demonio, padre mo, le dijo Delaura , El ms terrible de todos.El obispo lo degrada y lo condena [ al exorcista Delaura ] . Y Sierva Mara qued acargo de Martina, la condenada .Martina no ocult su desesperacin : Prefiero estar muerta a seguir murindome en esteencierro.Su nica esperanza, dijo , eran los tratos de Sierva Mara con los demonios. Quera sa

    ber quines eran, cmo eran , cmo negociar con ellos. La nia numer seis, y Martina identific a uno como un demonio africano que alguna vez haba hostigado la casa de suspadres .Una nueva ilusin la anim.Quisiera hablar con l , dijo. Y precis el mensaje : A cambio de mi alma.Mientras los hechos se sucedan en contra del exorcista y bibliotecario ,el mdico trataba de consolarlo en su desgracia . He aqu un trozo del dilogo que sostuvieron:Ningn dios puede haber hecho un talento como el suyo para malbaratarlo fricando malatos.Quisiera saber por qu me complace tanto.

    Porque los ateos no acertamos a vivir sin los clrigos, dijo Abrenuncio . Los pacientes nos encomiendan sus cuerpos, pero no sus almas , y andamos como el diablo, tratando de disputrselos a Dios.

    Cuntos aos tiene ?Cumpl treinta y seis en marzo , dijo l .Ella lo escudri.Ya es un viejecito , le dijo , con un punto de burla (...)Pero estaba despierta,fijos en l sus ojos de cierva azorada.

    Se amaron ,acaso ms por instinto de rebelda , contra todos los tabes...el incesto se amaron , pero l mantuvo el voto de castidad :(...)Pues l haba decidido mantener su voto de castidad hasta recibir el sacramentoy ella lo comparti.El final de esta novela resulta realmente admirable en cuanto a la maestra del es

    critor colombiano para mostrar la capacidad de la institucin de poder catlica para

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    someter a los rebeldes .Cuando la madre de la nia, ya enterada de que el cura estaba dedicado amar su cuerpo y no tantoa la labor de expulsin del demonio que el obispo le encomendara, ledice al marqus :

    Y lo peor son las malas manos en que la has dejado.En las manos de Dios , dijo l [ el marqus y padre de Sierva Mara ]Entonces Dulce Olivia [ madre de la nia ] grit enfurecida :En las del hijo del obispo [ en la ciudad corran rumores de que el exorcista erahijo del propio obispo ] , que la tiene emputecida y empreada . Si te muerdes la lengua te envenenas ! , le grit el marqus .Y la reaccin del bibliotecario, Cayetano Delaura , ante la negativa de Dulce Oliveira a dejarle hablar con el padre de la nia :(...)Pero Cayetano no lo oy. Su obsesin era huir lo ms lejos posible de la opresin del mundo cristiano.Siempre he credo que l [ el Espritu santo ] toma ms en cuenta el amor que la fe.La postura del mdico judo podra ser equiparable a la de Espinosa y as , el cura perseguido por su iglesia implacable, hubiera sido ateo como el mdico ,en el sentidodel clebre filsofo judo, si su destino pudiera variarse ante las adversas circunstancias, la que encontramos en la Poposicin XXI de la Parte cuarta de la tica :

    Nadie puede desear ser feliz , obrar bien y vivir bien , sino desea, al mismo tiempo ser , obrar y vivir, esto es ,existir en acto.La relacin entreconatus y felicidad ,crucial en el sistema filosfico de Espinosa,es representada por el mdico Abrenuncio en la novela. Nos parece que lo ms valiosode esta novela es precisamente el modo en que su autor defiende la filosofa mate

    rialista de espinosa frente a los dogmas de la filosofa tomista y catlica.Y terminamos esta breve resea recordandola Proposicin XLI de la Quinta Parte de latica espinosiana :

    El primero y nico fundamento de la virtud ,o sea , de la norma recta de vida, esla bsqueda de la utilidad propia. Mas para determinar lo que la razn dicta como tilno hemos tenidopara nada en cuenta la eternidad del alma. [2]

    ________________________________________ [1] Cfr. El animal divino, Ed.Pentalfa,Oviedo, 2ed.1996 yCuestiones cuodlibetalessobre Dios y la religin , Ed. Mondadori ,Madrid ,1989, de Gustavo Bueno . Tambinel Diccionario filosfico ,Ed.Fundacin Gustavo Bueno yEd. Pentalfa, Oviedo , 2000,

    de Pelayo Garca Sierra .