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RECUENTO DEL ACONTECER DEL ANTIGUO RÉGIMEN A LA TOMA DE LA BASTILLA

Del antiguo regimen a la toma de la bastilla

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RECUENTO DEL ACONTECER

DEL ANTIGUO RÉGIMEN A LA TOMA DE LA

BASTILLA

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• La revolución demográfica del siglo XVIII favoreció el rejuvenecimiento de la población europea, que imprimió un mayor dinamismo al proceso histórico y contribuyó, junto con otros factores económicos e ideológicos, al progresivo deterioro de las estructuras sociales que habían permanecido casi invariables en el curso de las últimas centurias. Estas estructuras estaban basadas originariamente en un sistema funcional mediante el cual cada grupo social cumplía con una misión determinada y, al mismo tiempo, se les reconocía jurídicamente unos privilegios determinados.

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• De esta forma, el conjunto social se hallaba dividido en tres órdenes, cada uno de los cuales tenía unos deberes que cumplir y al mismo tiempo podía disfrutar de unos derechos. El primero de estos órdenes o estamentos era el eclesiástico. Sus miembros pertenecían a una institución -la Iglesia- cuya finalidad era la de iluminar a los fieles en el camino de la salvación eterna. Instruían al conjunto de la sociedad, no solamente en el terreno de la espiritualidad, sino que también ejercían una labor semejante en el terreno de la cultura y de las ciencias.

• la Iglesia era sostenida por la propia sociedad.

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• Eso quería decir que a la Iglesia se le reconocía una serie de privilegios entre los que no era el menos importante el estar exenta del pago de impuestos.

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• La nobleza constituía, después del clero, el segundo orden del Estado durante el Antiguo Régimen. La nobleza era originariamente el brazo armado de la sociedad, por cuanto tenía como función su defensa frente a los enemigos interiores y exteriores. Tenía la obligación de servir al monarca cada vez que éste reclamase sus servicios y debía colaborar en el mantenimiento de la integridad del reino. Como compensación a este tutelaje, la nobleza recibía por parte de los miembros del conjunto social una parte de sus frutos y de su trabajo así como el reconocimiento por la Corona de una serie de exenciones y privilegios, entre los cuales estaba también el de no pagar impuestos.

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• El tercer estamento era el más complejo y heterogéneo por ser aquel que integraba a todo el resto de la sociedad y estaba formado por su inmensa mayor parte. La mayoría de sus miembros eran campesinos, aunque también formaban parte de este grupo los artesanos, los comerciantes y todos aquellos que desempeñaban alguna actividad laboral. El estado llano -o el tiers état, como se le denominaba en Francia durante el Antiguo Régimen- tenía el derecho a ser defendido por la nobleza y a ser instruido por el clero, pero a cambio tenía que sostener a ambos con su trabajo, con sus prestaciones y, sobre todo, con sus impuestos.

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• El tercer estamento era el más complejo y heterogéneo por ser aquel que integraba a todo el resto de la sociedad y estaba formado por su inmensa mayor parte. La mayoría de sus miembros eran campesinos, aunque también formaban parte de este grupo los artesanos, los comerciantes y todos aquellos que desempeñaban alguna actividad laboral. El estado llano -o el tiers état, como se le denominaba en Francia durante el Antiguo Régimen- tenía el derecho a ser defendido por la nobleza y a ser instruido por el clero, pero a cambio tenía que sostener a ambos con su trabajo, con sus prestaciones y, sobre todo, con sus impuestos.

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• Esta organización de la sociedad respondía a unas necesidades que había que atender en un determinado momento histórico que se remonta a la época medieval. Posteriormente, con el transcurso del tiempo, esa división de funciones, que no tenía por qué implicar ningún elemento de jerarquización, fue tergiversándose de tal manera que los dos primeros estamentos fueron perdiendo su noción de servicio, aunque, eso sí, se las arreglaron para retener sus privilegios y exenciones.

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• Así pues, cuando llegamos al siglo XVIII, nos encontramos con dos estamentos sociales privilegiados, encumbrados en la parte superior de la pirámide social -la nobleza y el clero- que siguen sin pagar impuestos, mientras que el pueblo -que ya no es defendido ni instruido por ambos- sigue sosteniendo en exclusiva con sus contribuciones los gastos del Estado y realizando una serie de prestaciones a sus señores seglares y eclesiásticos. Sin embargo, no hay que pensar que en la Europa del Antiguo Régimen no existía una homogeneidad en las estructuras sociales. La diversidad era importante en las distintas zonas del continente, de acuerdo con la evolución de su respectivo proceso histórico.

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• En la Europa occidental, el sistema feudal sólo significaba que el señor tenía un dominio eminente sobre las tierras por el que recibía una serie de prestaciones por parte de los campesinos. No existía la servidumbre, salvo en lugares muy localizados y el labrador disfrutaba de una libertad que le permitía disponer de la tierra para legarla, venderla o repartirla a su antojo, sólo con pagar unos derechos de cambio de propiedad al señor.

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• El soberano, que poseía su poder por derecho divino, acumulaba en su persona la potestad de hacer las leyes, de aplicarlas y de determinar si esas leyes habían sido, o no, cumplidas. Es cierto que la complejidad de los Estados modernos les había obligado, cada vez más, a delegar estos poderes en una maquinaria burocratizada cuyo funcionamiento les apartaba progresivamente de su ejercicio real. Pero eso no significaba una renuncia a su soberanía, más bien por el contrario podría decirse que en el siglo XVIII se reforzó el poder absoluto de las monarquías, respaldadas por las corrientes de pensamiento de la época representadas por los "philosophes".

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• Voltaire proponía como ejemplo a los reyes la monarquía absoluta -aunque ilustrada- de Luis XIV. El despotismo ilustrado, ese extraño y contradictorio maridaje entre absolutismo y racionalismo que, según Fritz Valjavec, llevaba en sí mismo el germen de la descomposición, terminaría por debilitar a la monarquía del Antiguo Régimen hasta convertirla en una fácil presa del embate revolucionario.

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• La característica de la política económica imperante durante el Antiguo Régimen era el intervencionismo del Estado mediante la creación de monopolios, la imposición de tasas de precios y salarios y el excesivo reglamentismo sobre todos los mecanismos de producción, comercialización y venta en cada país, así como de los flujos de importaciones-exportaciones con otras naciones del mundo.

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• El aumento demográfico del siglo XVIII y la necesidad de encontrar más medios para alimentar a los nuevos consumidores, obligaron a remover obstáculos, como las formas estancadas de la propiedad o los modos corporativos de trabajo, que rompían las viejas formas que habían prevalecido en la economía durante siglos. La presión ejercida por el fenómeno del aumento demográfico dio origen en muchos países a medidas tendentes a sacar mejor provecho de tierras que, en manos de propietarios negligentes o incapaces, daban menor rendimiento del debido.

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• Eran propietarios de grandes extensiones de tierras que no tenían el capital necesario para poner en cultivo nuevas parcelas o para modernizar sus explotaciones. Además, con frecuencia, no podían enajenar una parte de sus propiedades para cultivar mejor el resto, porque se trataba de tierras amortizadas o de manos muertas. Durante la segunda mitad del siglo XVIII se dio en países como Francia, Italia o España, una verdadera lucha por la desamortización de tierras pertenecientes fundamentalmente a la Iglesia.

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• La extensión de los cultivos y, sobre todo, las nuevas técnicas, tuvieron una gran repercusión en el ritmo de vida de los campesinos. Toda esta gran revolución agrícola fue impulsada por los teóricos, que tanto en Inglaterra (Backewell, Townsend, Young), como en Francia (Quesnay, Dupont de Nemours), Italia (Genovesi, Galiani, Verri) o España (Campomanes, Jovellanos), contribuyeron a difundir la idea de la necesidad de tomar medidas para mejorar la producción mediante la ruptura de los viejos esquemas económicos.

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• Por otra parte, la presión demográfica no sólo fue uno de los factores que determinó la revolución agraria, sino que fue también el origen de una revolución industrial que comenzó en el siglo XVIII y que continuó durante el siglo XIX. La revolución industrial fue más consecuencia de las necesidades de los hombres que de los avances de las ciencias, pero su aparición se debió a la confluencia de esos dos fenómenos distintos. Así pues, a partir de 1760, sobre todo en Inglaterra, pero también en Francia, en los Países Bajos y en los países alemanes y austríacos, se produjo un gran avance de la industria, especialmente de la textil y la metalúrgica.

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• La invención de los telares mecánicos como la spinning jenny (1765), la water -frame (1768) y la mule jenny (1779) y de la máquina de vapor (1784) tuvieron gran incidencia en la producción y contribuyeron a cambiar la vida del hombre en aquellos países del mundo occidental donde esos inventos pudieron ser aplicados entre los últimos años del siglo XVIII y comienzos del XIX.

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• Más que la crisis económica general, la causa a la que tradicionalmente han achacado los historiadores el estallido de la Revolución es la crisis de las finanzas. Las finanzas francesas se hallaban en una situación crítica desde el final del reinado de Luis XV, y se habían agravado como consecuencia de la guerra de los Siete Años. Los intentos que se hicieron para racionalizar el sistema de tributos sobre la base de una simplificación de la multiplicidad de tipos impositivos existentes, fracasaron por la oposición de las clases privilegiadas que temían perder sus exenciones.

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• El ministro Turgot, que presentó un proyecto de reforma de la Hacienda en esta línea, fue destituido a causa de las presiones que recibió el rey por parte de la nobleza y del clero. Cuando Francia decidió intervenir en la guerra de la independencia de los Estados Unidos de América, tuvo que recurrir a nuevos empréstitos para atender a los elevados gastos que se requerían. El ministro Necker presentó al monarca en el año 1781 un presupuesto -el primero que se publicó en Francia- en que se recogían los ingresos y los gastos.

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• Este presupuesto no era real, puesto que omitía los gastos de la guerra y evaluaba de una forma demasiado optimista los ingresos del Estado. No obstante, revelaba la enorme cuantía de los gastos cortesanos, lo que levantó las críticas de la pequeña nobleza y de la burguesía. La reina, molesta por estas críticas, consiguió que el monarca destituyese a Necker.

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• El ministro Calonne intentó también desde 1783 hacer frente a la crisis, pero no había más remedio que aplicar las reformas o seguir pidiendo préstamos. Comenzó practicando una política de recurso sistemático al crédito, pero el crecimiento desorbitado de la deuda le obligó a optar por las reformas. En 1786 presentó a Luis XVI un proyecto basado en la igualdad de los ciudadanos ante los impuestos.

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• Proponía la supresión de una serie de impuestos indirectos para reforzar los impuestos directos. El reparto de éstos sería confiado a unas asambleas provinciales elegidas por los propietarios, sin distinción de estamentos. Asimismo, contemplaba la confiscación de los derechos señoriales de la Iglesia para amortizar la deuda del clero y un nuevo impuesto: el subsidio territorial, proporcional al impuesto del suelo y aplicable a todas las propiedades, sin distinción.

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• Aunque, como señala Michel Vovelle, estas medidas significaban lanzar un cable a la antigua aristocracia por cuanto ésta mantendría la mayoría de sus exenciones, los notables, reunidos en Versalles en una Asamblea compuesta por 144 personalidades designadas por el rey, volvieron a rechazarlas en febrero de 1787. Para el historiador Jacques Godechot, ésta es la verdadera fecha de comienzo de la Revolución francesa, por cuanto simboliza el comienzo de la revuelta de los privilegiados.

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• Ante este fracaso, el monarca reemplazó a Calonne por el arzobispo de Toulouse, Loménie de Brienne.A pesar de que Brienne era uno de los notables más señalados, no tuvo más remedio que sostener algunas de las medidas propuestas por Calonne, como la subvención territorial, para restaurar el estado de las finanzas. Los notables, por boca de uno de sus miembros más destacados, La Fayette, respondieron que solamente los representantes auténticos de la nación tenían poder para aprobar tal reforma en el sistema de los impuestos y reclamaron la convocatoria de una reunión de los Estados Generales.

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• Brienne creyó entonces, en una medida desesperada, que lo mejor era dirigirse a los Parlamentos. Pero el de París, que seguía siendo el más poderoso de todos, aunque aceptó algunos puntos secundarios de la reforma, rechazó de plano el subsidio territorial y pidió también la reunión de los Estados Generales. El gobierno quiso suprimir de nuevo los Parlamentos, pero no sólo tropezó con su resistencia, sino que éstos lanzaron una especie de manifiesto a la nación en contra de la Monarquía (3 de mayo de 1788).

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• Luis XVI comprendió entonces el error que había cometido a comienzos de su reinado restableciendo su existencia. Ahora resultaba ya difícil llevar a cabo de nuevo su supresión y la resistencia se extendió por toda Francia y especialmente en el Delfinado. En julio de 1788, los representantes de los tres estamentos se reunieron en el castillo de Vizille e hicieron un llamamiento a todas las provincias invitándolas a rechazar el pago de los impuestos hasta que el rey no convocase los Estados Generales.

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• Se abrieron numerosos debates y discusiones sobre el sistema de elección que debía aplicarse y sobre el reparto de los escaños. El Tercer Estado reclamaba un gran cuidado en la decisión sobre estas cuestiones ya que era consciente de que se trataba de una ocasión para disfrutar de lo que hasta entonces no se le había reconocido: una forma legal de expresión. No quería que los Estados Generales se reuniesen en cámaras separadas, ni que cada una de ellas votase como una unidad, ya que de esa forma la suya siempre sería superada por la suma de las de los estamentos privilegiados.

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• Éstos, por el contrario, pretendían la reunión y la votación por separado y alegaban los precedentes históricos y especialmente el de 1641, cuando se habían reunido por última vez. Se lanzaron panfletos y se editaron pasquines políticos a favor de una y otra opción y Necker no sabía qué decisión tomar. Fue el Parlamento de París el que en el mes de septiembre decidió que los Estados Generales debían reunirse y votar por separado, en las tres cámaras tradicionales.

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• La Monarquía francesa, al borde de la bancarrota y arrinconada por la aristocracia, pensaba encontrar un medio de salvación en la convocatoria de los Estados Generales. Desde que éstos fueron anunciados, el partido nacional tomó la cabeza en la lucha contra los privilegiados. El partido nacional estaba formado por hombres salidos de la burguesía, entre los que había juristas, escribanos, hombres de negocios y banqueros. A su lado se alinearon los aristócratas que habían aceptado las nuevas ideas, como el marqués de Lafayette, y el duque de la Rochefoucault, que reivindicaban la igualdad civil, jurídica y fiscal.

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• El reglamento que establecía la forma en la que debían llevarse a cabo las elecciones a los Estados Generales se publicó el 24 de enero de 1789 y en él se concedía doble representación al "tiers état" para equipararlo numéricamente a los representantes de los otros dos estamentos. para equipararlo numéricamente a los representantes de los otros dos estamentos. Para ser elector sólo se exigía tener veinticinco años y estar inscrito en el censo de contribuyentes, de tal forma que se trataba de aplicar un sufragio casi universal.

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• A pesar de que la mayoría de electores del estado llano eran artesanos y campesinos, al ser éstos poco instruidos y al ser la mayoría analfabetos, prefirieron elegir como representantes a los burgueses. Así pues, ningún campesino ni artesano acudió a Versalles como representante del Tercer Estado.

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• Los cuadernos de quejas deberían constituir, pues, un cuadro muy completo de la situación de Francia en aquellos momentos. Sin embargo, hay que tener en cuenta una serie de matizaciones que los especialistas han destacado en torno a la autenticidad del contenido de esta documentación. En primer lugar, algunos de estos cuadernos estaban inspirados en unos modelos redactados con antelación para que en ellos se expusiesen, no los problemas locales, sino las grandes cuestiones que se debatían en aquellos momentos a escala nacional, tales como la abolición de los privilegios y la igualdad de todos los ciudadanos ante los impuestos.

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• El 5 de mayo de 1789 el rey abrió solemnemente en Versalles los Estados Generales, compuestos por 1.139 diputados (270 de la nobleza, 291 del clero y 578 del Tercer Estado). La primera cuestión que se planteó fue de procedimiento, pues había de determinarse si los poderes de los diputados se verificarían por estamentos o en asamblea plenaria. En otras palabras: si se votaría por órdenes o individualmente.

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• El Tercer Estado invitó el 10 de junio a los otros estamentos a que se le unieran, pues era muy consciente de que nada serviría haber aumentado el número de sus representantes si seguía disponiendo de un solo voto frente a los otros dos órdenes. La respuesta fue escasa y sólo algunos eclesiásticos abandonaron su estamento.

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• No obstante, el 17 de junio los diputados presentes decidieron constituirse en Asamblea Nacional y dos días más tarde el estamento eclesiástico en pleno decidió unirse al Tercer Estado. La respuesta del rey fue la de cerrar la sala de reuniones para impedir la entrada de los diputados. Éstos, indignados, se dirigieron entonces encabezados por Mirabeau y Sieyès a un edificio público que se utilizaba como frontón para el juego de pelota (salle du Jeu de Pomme).

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• Allí se reunieron y juraron no separarse hasta que hubiesen dado una Constitución a Francia. Mientras tanto, Luis XVI había preparado una sesión real con los Estados para el día 23 de junio en la que ofreció la aceptación del consentimiento del impuesto y de los empréstitos; garantizaba la libertad individual y la de prensa; prometía la descentralización administrativa mediante el desarrollo de los estados provinciales y proclamaba su deseo de proceder a la reforma general del Estado.

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• Pero nada dijo sobre la igualdad fiscal, sobre la posibilidad de acceso de todos a la función pública, ni del voto por cabeza en los futuros Estados Generales. En definitiva, lo que la Monarquía hacía era aceptar sólo las reformas propuestas por la aristocracia, pero se negaba a admitir la igualdad de derechos. Al terminar la sesión real, cuando el monarca pidió a la asamblea que se disolviese, el Tercer Estado se negó a ello alegando que únicamente se retirarían por la fuerza de las bayonetas.

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• La mayor parte del clero y algunos nobles se les unieron, y el 27 de junio el rey invitó a los más recalcitrantes a que hiciesen lo mismo, con lo que de alguna forma estaba sancionando la constitución de la Asamblea Nacional.El 7 de julio, la nueva Asamblea presidida por el arzobispo de Vienne, Le Franc de Pompignan, y compuesta por miembros de los tres estamentos, tomó la decisión de preparar una Constitución y una Declaración de Derechos.

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• Se trataba de una decisión trascendental, puesto que ello suponía que la autoridad del rey quedaría por debajo de las leyes y de esa forma se consumaba una auténtica revolución jurídica que acababa con el principio político fundamental que había sido el sustento del poder de la Monarquía absoluto durante el Antiguo Régimen.

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• Parece ser que no fue tanto el rey como la Corte que le rodeaba, en la que destacaban la reina, el conde de Artois, los príncipes de Conde y Conti, entre otros, los que no se mostraron dispuestos a aceptar esta revolución pacífica. Necker fue destituido el día 11 y hubo movimiento de tropas que se dirigieron a París y a Versalles, hasta sumar un total de 20.000 hombres al mando del mariscal De Broglie.

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• En la capital de Francia el ambiente estaba crispado por la decepción que había provocado la reunión de los Estados Generales, de la que se había esperado más, y por la presencia de estas tropas que contribuyeron a aumentar la carestía que ya se padecía en los alimentos de primera necesidad. La idea del complot aristocrático en estas circunstancias movilizó a la población parisina, que el día 12 se reunió en torno al Palais Royal, donde se encontraba el palacio del duque de Orleans, que sin duda fue uno de los instigadores de la revuelta.

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• Allí fue arengada por el abogado Camille Desmoulins y los manifestantes se repartieron por los barrios. Se produjo el saqueo de las oficinas de los impuestos y se buscaron armas por todas partes. El arsenal de los Inválidos fue asaltado y se recogieron 28.000 fusiles. Sin duda, la Revolución había comenzado y el pueblo en armas se disponía a llevar a cabo de forma violenta lo que no había podido conseguir la revolución pacífica.

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• Los parisinos, temerosos de que la artillería real los bombardease desde la Bastilla o desde las alturas de Montmartre, llenaron de barricadas las calles y comenzaron a buscar armas desesperadamente. El 14 de julio se produjo el asalto a la Bastilla, donde se había almacenado toda la pólvora existente en la capital. Aquel episodio se convertiría para siempre en el símbolo de la violencia revolucionaria y en la señal de partida de unos acontecimientos que iban a mantener en vilo al país durante varios años.