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    Sylvia Truxa

    DEL MODERNISMO AL ESPERPENTISMODE VALLE INCLN .

    OBSERVACIONES SOBRE ESTTICA Y LENG UA JE.

    En esta comunicacin haremos un rpido repaso de la obra de Valle Incln para observar

    su trayectoria estilstica, es decir, las aceleraciones, paradas o saltos hacia adelante o hacia atrs

    en el camino que lleva del modernismo al esperpento. Como ya indica el ttulo, no vemos este

    ltimo como un gnero, sino como un concepto esttico que se aplica a varios gneros.

    Examinaremos todos los gneros de la produccin artstica del autor en su calidad de

    textos destinados a la lectura, ya que las obras de Valle son bivalentes. Por un lado son ade-

    cuadas para la recitacin y la adaptacin teatral (el autor mismo sola leer varias veces en

    voz alta lo que acababa de escribir para luego repulirlo hasta llegar al mejor efecto fnico)

    (1).Por otro lado, aun obras escritas en forma dramtica podan ser destinadas a la lectura;

    buena parte de su creacin "teatral" es, al mismo tiempo, novela dialogada. Como a otros

    escritores de su poca, le interesa, en estos casos, una ficcin que no cuente sino que mues-

    tre,sin aparente intervencin d e un narrador o autor.

    Son testimonio de su concepcin libre de los gneros las clasificaciones vacilantes que

    da Valle Incln a algunas d e sus obras. As,

    La rosa de papel y La cabeza del Bautista

    apa-

    recen en 1924 con el rtulo de "novelas macabras" y en 1927 con el de "melodrama para

    marionetas", mientras que

    El terno del difunto

    lleva el subttulo de "novela" en 1926 y en

    1930 el de "esperpento" (2). Ntese que ninguna de estas obras es objeto de las grandes re-

    visiones efectuadas con frecuencia por Valle entre las varias ediciones, y que podran moti-

    var un cambio de gne ro.

    Son testimonio tambin las palabras del autor: "Un da nuestros ojos y nuestros odos

    destruirn las categoras, los gneros, las enumeraciones, herencia de las viejas filosofas" (3),

    (1) Testimonio de Cejador, reproducido en G. Daz Plaja,

    Las estticas de Valle Incln,

    Madrid, Gredos,

    1965,p. 155.

    (2) Lo ha subrayado R. Senabre,

    V alle Incln y el teatro.

    "ABC", 20.9.1990, p. 30.

    (3) R. del Valle Incln, La lmpara maravillosa enO bras escogidas, t. I, Madrid, Aguilar, 5a ed., 2a reim-

    pr., 1976, p. 542 (en lo siguiente se citar como

    OE).

    Las palabras citadas estn en el cap.

    Milagro Musical Vil,

    que se public por primera vez en 1916.

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    espera en 1916, inspirado, como modernista, en las reivindicaciones romnticas de superar

    los lmites impuestos por los gneros. Y aos ms tarde, ya en plena poca esperpntica,

    dice:

    Yo escribo en forma escnica, dialogada, casi

    siempre. Pero nome preocupa que las obras pue-

    dan ser o no representadas ms adelante. Escribo

    de esta manera p orque [...] m e parece que es la

    forma literaria mejor [...] sin el comentario, sin la

    explicacin del autor. Que todo sea la accin

    misma (4). [He] escrito algunas ob ras en dilogo.

    Pero [...]las he publicado siempre con acotacio-

    nes que bastasen a explicarlas por la lectura, sin

    intervencin de histriones (5).

    Y son testimonio, finalmente, las palabras de otros, como Pedro Salinas: "Ni las Co-

    medias brbaras, ni las restantes obras dramticas de Valle Incln estn inmediatamente

    destinadas p ara la representacin. S on para ser leda s." Y, a propsito de las ac otaciones, a

    las cuales Valle daba gran relieve literario: "en el teatro de verdad, en el puesto en escena,

    desaparecen [...]. Pero en el teatro ledo cobran mxim a impo rtancia" (6).

    Abarcamos con nuestra mirada tambin la lrica, la cual representa un elemento org-

    nico en la trayectoria estilstica de Valle; M. Fernndez Almagro y M. Cattaneo han encon-

    trado en las poesas lo que esta ltima llam "un analogo svolgimento delle esigenze e-

    spressive e della

    Weltanschauung

    testimoniate dalle opere in prosa." (7). Examinamos, por

    tanto,

    en todos los tipos de textos artsticos de Valle Incln algunos rasgos que caracterizan

    el desarrollo estilstico en cuanto fenmeno perteneciente a la historia literaria, y dejamos

    aparte, de mom ento, lo que puede haber de especfico de cada g nero.

    (4) Entrevista con Montero Alonso, 1926, cit. en G. Daz Plaja, ob. cit., p. 169. Ulteriores enunciados que

    evidencian la concepcin hbrida valleinclaniana de los gneros estn reproducidas en J. A. Hormign,

    Valle In-

    clan. Cronologa. Escritos dispersos. Epistolario. Mad rid, Fundacin Ban co Exterior, 1987, p. 63 .

    (5) "La Voz", 20. 5. 1927, cit. en D. D ougherty, Un Valle Incln olvidado: entrevistas y conferencias, Ma-

    drid, Ed. Fundamentos, 1983, p. 164.

    (6) P. Salinas,

    Significacin del esperpento o Valle-lncln, hijo prdigo del 98,

    en

    Literatura espaola siglo

    XX, Mad rid, Alianza Editorial, 6a ed., 1985, p. 92.

    M s noticias sobre la fusin valleinclaniana de los gneros artsticos - inclusive el cine - se pueden ver, en-

    tre muchos otros, en A. Zamora Vicente,

    Las Sonatas de Valle Incln,

    Madrid, Gredos, 2a ed. 1965, pp. 132 - 144;

    E. Garca de Nora,La novela espaola contempornea, 1.1, Madrid, Gredos, 1958;p. 7 1 , A. Risco, La esttica de

    Valle Incln en los esperpentos y en "El ruedo ibrico" , Madrid, Gredos, 1966, pp. 60, 77, 80 sig., 110-127; J. Ca-

    lero Hera,La presencia del narra dor om nisciente en las acotaciones esc nicas de V alle Incln, "Prohemio", II, 2,

    1971,

    pp.

    257-271;

    J. Rubio, "La cabeza del dragn" : el final del ensueo modernista , "Hispanstica XX", 5,

    1987, p. 40 y R. Senabre,art. cit.An no he podido ver los textos de dos ponencias al parecer dedicadas al m ismo

    tema: E. B. Hastings, A qu gnero o gneros pertenecen las "Sonatas" de Va lle Incln?, "Valle Incln Sym po-

    sium: A Semicentennial Commemoration" Purdue Univ., West Lafayette, Indiana, 1986 y A. E. Snchez-Grey,

    "Romance de lobos", teatro o novela?, convenio "Singularidad y trascendencia", Hofstra University, Hampstead,

    N.Y.,

    1986.

    (7) M. Cattaneo, /

    logaritmi poetici di V alle Incln.,

    en

    MJ. Quintana e R. del Valle Incln,

    Milano, Cisalpi-

    no-Goliardica, 1971 , p. 80.

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    Del m odernismo a l esperpentismo de Valle Incln. Observaciones sobre esttica y lenguaje

    En la obra de Valle Incln se suelen distinguir dos periodos de estilo diferentes: las

    obras del ciclo modernista se contraponen as a las del ciclo esperpntico. Se han estudiado

    bastante los antecedentes del segundo en el primero, y algunos crticos han llegado a la idea

    de una lenta pero incesante transicin de una esttica a la otra; en cambio segn otros es ca-

    racterstica una continua simultaneidad de las dos (8). Muchos crticos, en mi opinin, se

    dejan llevar un poco por el entusiasmo de detectar elementos esperpn ticos tem pranos, atri-

    buyndoles importancia desmedida, a expensas de los elementos modernistas. Quiz esta

    actitud se deba a que Valle, durante largos aos, era famoso sobre todo como autor moder-

    nista, del modernismo de las

    Sonatas,

    y haba que subrayar su "otra cara", la moderna de

    verdad; pero hoy da ya se pueden reconocer plenos derechos a ambas caras, y valorar los

    matices en el seno de su modernismo.

    En nuestra ponencia queremos mostrar que entre estos dos polos de atraccin hay ver-

    dadera contemporaneidad - que requiere mucho m s que pocas frases de gusto esperpntico

    en una obra modernista o viceversa - slo en ciertos momentos del escritor. Tampoco ve-

    mos un acercamiento paulatino sino ms bien a saltos y zigzagueante. Es decir, que ya en

    sus textos muy tempranos se notan delicadas semillas de elem entos de la esttica futura, pe -

    ro que luego descansan invisibles "bajo tierra", para volver a la luz ms tarde como brotes

    ya bien visibles; seguidamente desaparecen de nuevo y slo a partir de los aos 20 se mues-

    tran - para quedarnos en la metfora biolgica - como plantas crecidas que caracterizan de -

    finitivamente la esttica del autor ga llego.

    Para hacer un balance de esta trayectoria, nos apoyaremos algunas veces en estudios

    ya hechos; otras veces aportamos pruebas en forma de citas representativas, tomadas cuan-

    do ha sido posible de las primeras ediciones para determinar su verdadero valor innovativo

    o conservador en el mom ento de su aparicin, y no correr el riesgo de "docum entar" el esti-

    lo de una obra de , p. e., 1906 en su versin reelaborada de 1930. Pocos crticos han tenido

    en cuenta este riesgo, y no excluyo que e sto sea debido a la dificultad de consultar las pri-

    meras ediciones.

    Por motivos de espacio no podemos ahora entrar en detalles sobre el modernismo y el

    esperpentismo de Valle Incln (9). Podemos slo recordar que ambos son complejos : su mo-

    dernismo se nutre del simbolismo y del parnasianismo, y adems admite componentes apa-

    rentemente contradictorios, como decadentismo y vitalismo, satanismo, esoterismo, pantes-

    (8) P. e., A. R isco,La esttica , cit., pp. 11 y 18; para la idea de la transicin, ver p. e. Salinas, ob. c it.,p p.

    88-98,J. Server Bao,Ramn del Valle-Incln, Madrid-Gijn, Jcar, 1983, pp. 23 sig. y J. M. Garca de la Torre,

    La evolucin lingstica de Valle Incln: C onstantes e innovaciones., "C HA " 438, 1986, p. 19 y 28; Daz Plaja,

    ob . cit.,subdivide en tres estticas , la mtica, la irnica y la degradadora. N o seguimos su triparticin por no creer

    que la irona sea un elemento que se pueda limitar a algunas obras de Valle, ni que contraste con el modernism o o

    el vanguardismo.

    (9) Remito a algunos de los fundamentales estudios existentes: G. D az Plaja, ob.cit.;A. Risco,ob. cit. y El

    demiurgo y su mun do: hacia un nuevo enfoque d e la obra de Valle Incln, Madrid, Gredos, 1977, E. S. Speratti-

    Piero, De "Sonata de Otoo" al esperpento, London, Tamesis Boo ks, 1968; R. Cardona y A. Zaha reas,Visin

    del esperpento: teora y prctica en los esperpentos de Valle Incln,M adrid, Castalia, 2a ed. corr. y aum., 1982; y,

    slo sobre modernismo: A. Alonso,

    Estructura de las Sonatas de Valle Incln y La m usicalidad de la prosa en

    Valle Incln

    en

    Materia y forma en poesa,

    Madrid, Gredos, 2a ed. 1965, pp.222-256 y 268-314, respectivamente ;

    A. Zamora Vicente,

    ob. cit.;

    G. Allegra, //

    regno interiore,

    Milano , Jaca Book, 1982; M. J. Alonso Seoane ,

    Aspec-

    tos del modernismo en "La guerra carlista" de Valle-Incln,"Axerquia" 2, 1981, pp.234 -272.

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    mo y cristianismo, refinamiento y primitivismo, estilizaciones de grandiosidad mtica y otras

    de un edulcoramiento preciosista que ya linda con lo cursi. Tambin el otro polo, el esper-

    pento, es una fusin de diferentes elementos y creo que es preferible clasificar esta esttica

    bajo el lema de vanguardia, y no bajo el de expresionismo, como sucede con frecuencia en la

    crtica (10).

    Aun siendo el expresionismo una corriente ya en s heterognea y cuyas caractersticas

    cambian en el tiempo (11), no es del todo anlogo al esperpento. Algunas obras del arte de

    Valle y el expresionismo tienen importantes rasgos en comn, pero luego se diferencian en

    cuanto Valle, segn se va acercando al esperpento cump lido, deja atrs el patetismo hum ano

    (12) y hace dominar lo grotesco-despreciable, rasgo prcticamente extrao al movimiento

    alemn, donde resalta siempre algn tipo de ensueo humanitario (13). Adems, el rtulo

    "expre sionism o" le est estrecho al arte esperpntico de Valle Incln porque ste tiene coin-

    cidencias tambin con el teatro de lo grotesco italiano (14), el teatro del absurdo, el surrea-

    lismo (15) y, aunque en medida mucho menor, con algunas caractersticas del futurismo y

    del ultrasmo. Usando el trmino vanguardismo para el segundo polo de atraccin en el esti-

    lo del escritor gallego, damos cabida a todos los componentes de su arte no modernista; al

    mismo tiempo conviene tener presente, por un lado, que Valle anticipa todas estas corrien-

    tes y, por otro, que se trata de la realizacin espaola de ellas, es decir, menos experimenta-

    lista que en otros pases europeos.

    A grandes rasgos, podemos reducir las estticas del modernismo y del esperpento a la

    oposicin siguiente : esttica de la belleza, placentera y exornada, frente a esttica de la feal-

    dad, grotesca y escueta; plasmada, en el primer ca so, en perodos que suelen tener una fluidez

    de

    adagio

    musical, y el ritmo sincopado del

    staccato

    en el segundo. Lo primero suele aparecer

    asociado a algn tipo de grandeza humana (positiva o negativa, poco importa para los gustos

    finiseculares fascinados por el superhombrismo), mientras que lo segundo se relaciona con la

    miseria y la degradacin del ser humano.

    Estos dos estilos, como han mostrado, con diferentes matices, C. Serrano y H.

    Wentzlaff

    Eggebert corresponden, en la obra dramtica, a una dramaturgia aristotlica de la identificacin

    (10) P. e. en A. Risco, La esttica pp. 228-236; A. Matilla Rivas, Las "Comedias brbaras" : Histori-

    cismo y expresionismo dramtico, New York, Anaya, 1972. pp.

    69-161;

    ver tambin la resea de varios crticos

    que ven en el esperpento un arte expresionista, pp. 85-90 deob. cit.

    (11) W. Rothe (ed.), Expressionismus ais Literatur. Gesammelte Studien, Bern-Miinchen, Francke Verlag,

    1969;

    P. Chiarini,L'espressionismo, Firenze, La Nuova Italia, 1969; H. G. Rtzer (ed.),Begriffsbestimmu ng des

    literarischen Expressionismus, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1976.

    (12) H. Wentzlaff-Eggebert,

    Las "Comedias brbaras" y el expresionismo dramtico alemn,

    en

    Busca y

    rebusca d e Valle Incln,

    1.1, Madrid, M inisterio de Cultura, 1989, pp. 180-184; distingue con m ucha claridad en tre

    el expresionismo de Valle en las

    Comedias brbaras

    y

    Luces de Bohemia

    impregnados de una do lorida sim-

    pata (en el sentido etimolgico de la palabra) con el hom bre, y los esperpentos ms tardos que no la acusan.

    (13) H. Gruber,D ie politisch-ethische Mission des deu tschen Expressionismus, en H. G. Rtzer,ob. cit.,pp .

    404-426.

    (14) M. Lentzen,

    "Tragedia grotesca"

    ,

    "Esperpento" und das italienische "Teatro del grottesco"

    ," Ibero-

    rom ania" 11, 1980, pp. 65 - 83; M. Rssner,

    ZerrspiegeI, Marionetten, Grotesken. Valle-Inclns "esperpentos" im

    Vergleich mit dem italienischen "teatro del grottesco" und Pirand ello

    en H. Wentzlaff-Eggebert (ed.),

    Ramn del

    Valle-lncln (1866 - 1936),

    Tbingen, Max Niemeyer, 1988, pp. 147 - 162 . Rssner presta mucha atencin tam-

    bin a las diferencias entre Valle y los italianos.

    (15) P. Ilie,Los surrealistas espaoles,M adrid, Taurus, 1972, pp. 1 93-219.

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    Del mode rnismo al esperpentismo d e Va lle lncln. Observac iones sobre esttica y lenguaje

    posible y otra, no aristotlica, de la radical distanciacion del autor del mundo representado (16).

    Esta diferencia es vlida tambin para la obra narrativa y la lrica, aunque no hay que olvi-

    dar las excepc iones, como la figura del Marqus de B radom n, constante objeto de la identi-

    ficacin - ms o menos entraable - de su demiurgo a travs de todos los aos y casi todos

    los gneros de la creacin valleinclaniana (17).

    Hoy veremos algunos momentos en que se van modificando las proporciones entre las

    dos estticas. Huelga decir que en el espacio reducido de esta ponencia no se puede tratar de

    un cumplido anlisis estilstico, sino de botones de muestra, y que somos conscientes de lo

    provisional y subjetivo de tal mirada macroscpica. Pero mientras no se hayan hecho inventa-

    rios posiblemente exactos que cuantifiquen la proporcin, en cada obra de Valle, de los ele-

    men tos que caracterizan sus dos polos estilsticos (18) (teniendo en cuenta tambin las varian-

    tes textuales de las reediciones) es difcil evitar la subjetividad - que, por otra parte, tambin

    influira en dichos inventarios. Baste recordar que en la crtica hay ya toda una tradicin de

    opiniones opuestas cuando se trata de adjudicar esta o aquella obra al ciclo modernista o al ci-

    clo esperpntico; menciono slo un ejemplo: en

    L a Marquesa Rosalinda

    se ha visto, por un

    lado,"teatro modernista", "versallera" y, por otro, "ya un esperpento" (19).

    Los primeros, an delicadsimos atisbos de la esttica futura se producen ya al princi-

    pio de la carrera artstica de Valle. Y no nos referimos ahora a los elementos crueles o bur-

    lescos en obras anteriores a 1905 (20), sino a un detalle estilstico: como ha no tado Merega-

    lli, el perodo largusimo (nada menos que doce lneas) que abre el cuento A media noche

    (1889),

    aparece reducido a tres frases breves y sobrias en la edicin revisad a que aparece en

    Jardn umbro

    (1903) (21). Aadimos que se trata, adems de una reduccin, de una serie

    de rupturas, en que el fluir moroso de la narracin empieza a ser sustituido por la fragmen-

    tacin, que ser tan tpica de las obras del artista maduro y de su tiempo. La misma frag-

    mentacin se nota tambin en los dilogos entre los personajes de A m edia noche,ms escue-

    tos en la segunda que en la primera versin, como deja ver este breve ejemplo, sacado de la

    versin de 1889, y donde subrayamos las partes que faltan en la de 1903: "y robronle todo

    sin dejarje [sic]casta, y no lo mataron por m ilagro divino. - Eso son cu entos de una vez....-

    Tan cierto le es como que todos hemos de morir. Har ahora, de esto , un suponer..." (22).

    (16) C. Serrano, Valle lncln et les "dram aturgies non-a ristottictennes" : les termes d'un dba t, "Hispam's-

    tica XX", 5, 1987, pp.

    53-61;

    H. Wentzlaff-Eggebert,

    Las "Comedias brbaras"...,

    pp. 180-182.

    (17) En menor m edida, esto vale tambin para las figuras de Juan Manuel de Mo ntenegro y Max Estrella.

    Ver A. R isco,

    El demiurgo...,

    pp. 9-59.

    (18) Entre los pocos que han trabajado en esta direccin se hallan J. M . Garca de la Torre,art. cit.,pp. 19 -

    29 ; J. Server Bao,ob. cit., pp. 101 y 116-120; M. J. Alonso Seoane,Introduccin aLa guerra carlista, voi. I,

    Madrid, Espasa Calpe, 1979, pp. CX - CX VIII y F. Abad,Sobre la lengua y el estilo: Valle lncln, "El Crotaln"

    1, 1984, pp. 739-748.

    (19) Los rtulos mo dernistas son de P. Salinas,El signo de la literatura espaola del siglo XX , enob. cit., p.

    41 y Significacin..., enob. cit., p. 103, mientras que la ven como esperpento A. Risco,La esttica..., p 64 y J.

    Matas,

    Valle-lncln, Garca Lona y el lenguaje del teatro "potico"

    , en

    La cuestin del gnero literario. Casos

    de las letras hispnicas, Madrid, Gredos, 1979, p. 24.

    (20) A. Risco, ob. cit., pp. 36-78 los documenta, pero quiz les atribuya demasiada importancia pre-

    esperpntica, tanto que opina que Valle no fue nunca verdadero m odernista (p. 18).

    (21) F. Meregalli, Studi su Ram n del V alle lncln, Venezia, Libreria Universitaria, 1958, pp. 5 sig.

    (22) R. del Valle lncln, A media noche, enPublicaciones periodsticas de don Ram n d el Valle-Incln an-

    teriores a 18 95,edicin, estudio preliminar y notas de W. L. Fichter, Mxico, El Colegio de M xico, 1952, p. 50.

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    Por cierto, esto no significa que a partir de 1903 desaparezca la fluidez del modernis-

    mo valleinclaniano, su sintaxis pausada, llena de reiteraciones que subrayan la ndole musi-

    cal de su prosa (23) - sobre todo de las partes narrativas y descriptivas, es decir, tambin de

    las acotaciones en los textos dialogados; menos sistemticamente aparece en los dilogos,

    sea que formen parte de una obra narrativa, sea de una dramatizada. Tal estilo a menudo

    confiere un carcter hiertico a personas y situaciones, y dominar la obras de nuestro autor

    todava por muchos aos despus de la semilla que acabamos de mencionar.

    Otra semilla del estilo futuro son los famosos adjetivos "feo, catlico y sentimental",

    sorprendente caracterizacin del don Juan de las Sonatas, que concluye ya el cuento So-

    nata de otoo de 1901 (24) (ncleo de la novelita homnima de 1902, donde vuelven a

    aparecer). Pero no conviene atribuir demasiada significacin pre-esperpntica a estos ad-

    jetivos, ni a los momentos irnicos de las cuatro novelas cortas, porque representan una

    semilla de veras minscula en comparacin con la cantidad y la calidad de su contexto

    modernista, modernismo en su variante decadente y preciosista, que no desprecia la iro-

    na elegante.

    Y no slo hay que tener en cuenta el contexto de las

    Sonatas,

    sino tambin el represen-

    tado por obras muy diferentes de ellas, como otra novela, Flor de Santidad (1904), por

    aquellos cuentos deJardn umbro(1903) que n o se haban publicado antes y, poco m s tar-

    de,por una obra lrica,Aromas de leyenda(1907). Estas obras son una muestra de la rique-

    za de matices del modernismo de Valle Incln, y tienen en comn el no ser arte por el arte.

    Cada vez ms, se van perdiendo los componentes del esteticismo puramente ldico y deca-

    dente y se van enfatizando los simbolistas, adems de un clima - con su correspondiente

    lenguaje - arcaizante y lrico. Es el "modernism o de interiorizacin", sobre el cual volvere-

    mos ensegu ida; y no se trata de un fenmeno privativo de Valle Incln, sino que hay un des-

    arrollo parecido en otros autores del principio del siglo XX (25).

    M odernistas son tambin las tres novelas deLa g uerra carlista (1908/09), aunque aqu

    el "modernism o de interiorizacin" ya no aparece tan puro como en las obras que acab amos

    de nombrar. Hay en las tres obras - sobre todo en la segunda - varias aportaciones al proce-

    so esperpentizador (26), pero conviene no perder de vista el hecho de que stas se dan slo

    espordicamente.

    El "modernism o de interiorizacin", que busca valores ideales - mticos, heroicos y es-

    pirituales -, contina destacndose por una lengua m usical y sensorial. Alonso Seoane lo ha

    analizado muy atentamente (2 7), de manera que a qu podemos limitarnos a remitir a su art-

    culo o al mximo ofrecer una m uestra textual, donde una serie de contrapuntos dan el resul-

    tado de una unidad de la belleza de forma y fondo. Un prrafo dedicado a las desgracias de

    la guerra termina con su anttesis, una visin de paz: "El huerto, inmvil en la sombra azul

    (23) Sobre el ritmo de la prosa, ver A. Alonso, La m usicalidad cit. y Zamora Vicente,ob. cit.,p p. 173-184.

    (24)Los Lunes del Imparcial,9. 9. 1901, transcrito por Speratti-Piero,ob. cit.,pp. 5 -11; la cita es de p. 11.

    (25) Por ejemplo en el mismo Rubn Daro; ver R. Gulln,Del Daro sonoro al Rubn interior, en Home-

    naje a Casalduero, al cuidado de R. Pincus Segele y G. Sobejano, Madrid, Gred os, 1 972, pp. 241-250.

    (26) M. J. Alonso Seoane,

    Introduccin,

    cit., pp. CXVI - C XV III, da una lista prcticamente com pleta de los

    pasajes en cuestin; y lo hace sin ver por eso ya un semi-esperpento en estas no velas, como ocurre a otros crticos.

    (27) M. J. Alonso Seoane,Aspe ctos...., pp. 238-272. El trmino de "mo dernism o de interiorizacin" se de-

    be a M. Henrquez Urea, ver Alonso Seoane, p. 239.

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    De mode rnismo al esperpentismo de Valle Incln. Observaciones sobre esttica y lenguaje

    de la tarde, les ofrece el perfume inocente de sus rosas." A esta frase Valle le hace luego un

    contrapunto con una voz pregonera de mercancas; pero es un contrapunto que, neutralizan-

    do un poco la dulzura de la frase citada, no la contrasta sino que la completa, porque los

    utensilios rurales evocados son parte armoniosa del mundo arcaico de estas novelas. Ade-

    ms,

    es prosa musical, ritmada y con rimas asonantes: "Tras la tapia, cubierta de yedra, pa-

    sa pregonera una voz: - "Cribos cribos...Cedazos buen os ... Para harina de maz, para

    harina de centeno " En la segunda edicin en libro, en 1920, Valle aade la frase "Cribos,

    cedazos y arneros " (28), reforzando as la rima asonante y, adems, creando una de las re-

    peticiones que son tan caractersticas de su modernismo (29).

    Habamos dicho que el desarrollo estilstico de nuestro autor no se caracteriza por su

    continuidad. Ya en 1907, o sea uno y dos aos, respectivamen te, antes de estas novelas mo-

    dernistas, se public la primera de las tresComedias brbaras, guila de blasn, y en 1908

    la segunda,

    Romance de lobos.

    En ellas s que hay ya rasgos de vanguardismo, sobre todo

    en su variante expresionista (30).

    Se nota tambin el empleo sistemtico de algo que llevar - aunque no automticamen-

    te - al esperpento, y es la valleinclaniana "esttica del exceso", realizada, por lo que se re-

    fiere a la caracterizacin de los personajes, en la figura del viejo Montenegro, con su atrac-

    tivo irresistible ejercido sobre cuantos le rodean y su arrogancia desmesurada, y en la del

    sufrido leproso. Este no slo es la encarnacin extrema de la aceptacin humilde de todas

    las desgracias, sino tambin ejemplo de la bsqueda, por parte del autor, de un tipo de des-

    cripcin, en trminos a la vez repelentes y patticos:

    un mendigo gigantesco que tiene los ojos llagados

    por la lepra, y en aquella voz gangosa y oscura se

    arrastra como una larva la tristeza milenaria de

    su alma de siervo. [...] llega el aliento podre de

    aquella voz gangosa, y [Montenegro] apenas pue-

    de dominar el impulso de apartarse (31).

    Montenegro y el leproso, en sus rasgos exagerado s, son cara y cruz de esta esttica que

    Valle expresar poco ms tarde, en 1910, tambin a nivel terico: "el artista debe mirar el

    paisaje con 'ojos de altura', para poder abarcar todo el conjunto y no los detalles mudables"

    . De este modo, segn el autor, " las cosas adquieren una belleza de alejamiento. Por eso

    hay que pintar a las figuras aadindolas aquello que no hayan sido. As, un mendigo debe

    parecerse a Job y un guerrero a Aq uiles." (32).

    Por un lado, las figuras citadas son manifestacin de la herencia romn tica en lo gran-

    dioso modernista; por otro lado, llevar a sus extremos el engrandecimiento de pocos rasgos

    caractersticos significa sentar las bases de la deformacin. Pero, com o hemos dich o, no lle-

    (28) Ambas citas son de Los cruzados de la causa, La guerra carlista, ed. cit. de Alonso Seo ane, t. 1, p.

    117. Sobre la intencionalidad de rimas y metricismos en Valle Incln ver R. Bentez Claros,

    Metricismos en las

    Comedias brbaras, "Revista de Literatura", III, 6, 1953, pp.247-291.

    (29) Los muestran detalladamente Wentzlaff-Eggebert, Las "Comed ias brbaras"...,cit., y Matilla R ivas,ob cit.

    (30) R. Valle Incln,Romance de lobos, Madrid, Pueyo,

    1908,1,

    6, pp. 78-79.

    (31) Estas palabras de don Ramn, citadas por tantos investigadores, se pronunciaron en una conferencia

    sobre el ayuno, en Buenos Aires. Apoyndose en la prensa, las cita primero R. Gm ez de la Serna, Don Ramn

    Mara del Valle-lncln,Madrid, Espasa-C alpe, 4a ed., 1969, p. 110.

    (32) Wentzlaff-Eggebert, l a i "Comedias brbaras" p. 184.

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    Sylvia Truxa

    gamos por eso automticamente al esperpento; ste se realiza slo cuando la deformacin

    obra al servicio de la ridiculizacin degradante, extraa a las figuras principales de las pri-

    meras

    Comedias brbaras,

    incluidos los hijos "lobo s". Son una buena prueba de ello las es-

    cenas sexta y sptima de la cuarta jornada de

    guila de blasn,

    que, combinando m uerte y

    sexualidad envilecida, muestran una humanidad degenerada - y en esto son expresionistas

    (33). Pero no hay en ellas la contempornea ridiculizacin grotesca que se hallar en las es-

    cenas de muerte y erotismo barato del esperpento, p. e. enLa hija del capitn.

    En las Comedias brbaras, los pasajes de gusto pre-esperpntico estn asociados a

    personajes socialmente inferiores, como la servidumbre de M ontenegro, p. e. en las siguien-

    tes acotaciones:

    Don Galn, debajo de la mesa, infla los carrillos

    con mueca bufonesca [...].

    Don Galn, ya en la puerta, hace una cabriola y

    re con su risa picara y grotesca, la gran risa de

    una careta de cartn.

    Don Galn se da con la mano en los labios vino-

    sos, y re con su risa bufonesca, que parece bro-

    tar sobre el belfo amoratado y reluciente, como

    en una rstica fontana brota el agua sobre el bel-

    fo limoso , de una mscara de piedra.

    Entra otra criada, una moza negra y casi enana,

    con busto de g iganta. Tiene la fealdad de un do-

    lo y parece que anda sobre las rodillas (35).

    Hay, en conjunto, menos innovacin en las partes dialogadas, donde siguen predomi-

    nando los elementos arcaizantes en la sintaxis (de los amos) y la fontica y la morfologa

    (de los criados y de los pobres) con que ya enFlor de SantidadValle evocaba la Galicia m-

    tica de su modernismo.

    Pero alguna novedad se nota tambin aqu. Aparece el tipo de rplicas rpidas y agre-

    sivas, el dilogo entrecortado lleno de elipsis sintcticas de que estarn llenas las obras va-

    lleinclanianas de los aos veinte, tanto las teatrales como las narrativas.

    Romance de lobos

    es ms rico en este procedimiento que

    guila de blasn,

    hecho posiblemente debido a que

    fue escrito en un segundo m omen to, en que el autor gustaba de reforzar las nuevas posibili-

    dades estilsticas esbozadas en la primera

    Comedia brbara.

    Veamos un ejemplo, en que

    aparecen tres hijos de M ontenegro, discutiendo con el joven chaln O liveros:

    - Don Rosendo : "Lo malo ser que te arranquen la lengua "

    - Olive ros: "La defienden los diente s." - [...]

    - Don Mauro: "Dientes de hambre no asustan "

    - Oliveros: "Hambre de m order "

    - Don Gonzalito: "Un mendrugo."

    (33) R. Valle Incln,

    guila de blasn,

    Barcelona, F. Granada Ca., 1907, II, 2 , , pp. 58 y 62; y IV, 8, p. 248 .

    (34) Valle Incln,Romance de lobos, cit., II, 3, pp . 116 - 117.

    (35) Ob. cit.,II, 6, pp. 1 73-17 5.

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    Del mode rnismo al esperpentismo d e Va lle lncln. O bservaciones sobre esttica y lenguaje

    -Don Rosendo: "Cadelo sarnoso "

    - Oliveros: "De su sangre, me vendr la sama." (36)

    As, Valle vuelve a la fragmentacin usada en el cuento juvenil que hemos visto poco

    antes, intensificndola. Adems, introduce elementos de humorismo negro, p. e. cuando,

    muerta Doa M ara, una criada rie a otra: "Qu poca gracia tienes condenada Adep rende

    cmo se hace un planto." (37). Finalmente, en estas obras empieza el dilogo a gritos, tan

    caracterstico del futuro esperpento (38).

    Con todo esto no hay que olvidar que se trata de detalles; incluso las acotaciones

    que hemos escogido por su carcter pre-esperpntico no son metforas - figura retrica

    caracterstica del esperpento - sino comparaciones

    per collationem,

    en que los trminos

    se relacionan mediante "como" y "parece". Son, hasta cierto grado, brillantes en estos

    trminos, pero no muy atrevidas en el aspecto sintctico. La cita de

    guila de blasn

    IV,

    8 es caracterstica de la ambigedad estilstica de muchos pasajes de las

    Comedias br-

    baras, ya que, en el aspecto semntico, se destaca por una visin pre-esperpntica,

    mientras que en el sintctico podra verse como prosa modernista, con su suave ondula-

    cin del ritmo y su elegante quiasmo en el centro del perodo ("brotar"... "belfo", ...

    "belfo" ... "brotado").

    De manera parecida a lo que acontece en

    Los cruzados de la causa,

    tambin en las

    Co-

    medias brbaras el autor confirmar aos despus de la primera edicin su voluntad mo-

    dernista. Al preparar

    Romance de lobos

    para la

    Opera omnia,

    aade una acotacin ejemplar

    por la dignidad plstica y el "decoro esc ultrico" (39) de sus primeras obras:

    A la luz de los relmpagos se columbra al viejo

    linajudo erguido sobre las piedras con la barba

    revuelta y tendida sobre un hombro. Su voz de

    dolor y desdn vuela deshecha en las rfagas del

    viento (40).

    Esta descripcin representa tambin un buen ejemplo de lo difcil que puede ser distin-

    guir rasgos modernistas de expresionistas: las imgenes, el nfasis y la carga simblica for-

    man parte de ambos estilos. Pero la piedra de toque, que en mi opinin adjudica este pasaje

    al modernismo, es su lenguaje, donde no hay agresin contra las estructuras lxicas y sintc-

    ticas del siglo XIX. Al contrario, stas se refinan mediante la musicalidad de la prosa y el

    vocabulario sonoro, suavemente arcaizante.

    El mismo adjetivo "brbaro" del ttulo es menos "riguroso antecedente del esperpento"

    de lo que podra parecer (41), sino que empez a tener connotacin positiva gracias al mo-

    dernismo - boliviano, para ms seas - aunque se usara como calificativo de gneros litera-

    rios ya a med iados del siglo XIX (42).

    (36) Ob. cit.,II, 3, p. 116.

    (37) Lo estudia detenidamente G. Sobejano,C ulminacin dramtica de Valle-lncln: el dilogo a gritos, en

    A. G. Loureiro (coord.),Estelas, laberintos, nuevas sendas. B arcelona, Anthropos, 1987, pp. 11 1- 13 6.

    (38) Sobre este rasgo estilstico, ver A. A lonso,

    Estructura de las "Sonatas"

    , cit., pp. 226 y 24 1.

    (39) Valle lncln,

    Romance de lobos, Opera Omnia XV,

    Madrid, SGEL,

    1922,1,

    3 , p. 42.

    (40) Como tal lo ve P. Salinas,Significacin ...,cit., p. 91 .

    (41) L. Schiavo, La "barbarie" de las "Comedias brbaras" en Loureiro,ob. c it.,pp. 191 -203 .

    (42) Sp eratti-Piero,

    ob. c it.,

    pp. 249 - 25 1; la cita es de p. 249.

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    Sylvia Truxa

    El ao siguiente, 1909, es de gran imp ortancia para Valle Incln. Si por un lado en este

    ao se publican obras total o predominantemente modernistas, como la obrita teatral Cuen-

    to de abril

    y la ltima novela carlista, por otro este 1909 aporta innovaciones considerables,

    o sea, los brotes ya bien visibles de un arte nuevo, a los que nos hemos referido al principio

    de esta ponencia.

    En abril aparece en el peridico "El cuento semanal" la narracin Una tertulia de an-

    tao

    de la que se han subrayado la degradacin y teatralera que le confieren "una marcada

    tendencia esperpntica" (43). Aqu ya se observan las disonancias producidas por la super-

    posicin de lo bello con lo grotesco y con lo que suscita la aversin del lector (comb inacin

    esencial para el esperpento, porque aislados estos elementos se dan desde siempre en la lite-

    ratura).

    As, las voces de un grupo de jvenes seoras muy elegantes suenan "como en una

    selva tropical el grito de las monas."(44).

    En el aspecto estilstico, se advierte que, salvo en pocos pasajes aislados, Valle ha

    abandonado la frase musical y llena de adjetivos sonoros en favor de una escritura de so-

    briedad casi "realista". Prevalece el dilogo; el componente narrativo es sumamente reduci-

    do y, para completar la ndole teatral de esta obrita, a menudo tiene carcter de acotacin

    valleinclaniana, po r sus efectos pictricos y hasta fotogrficos:

    En el claro del balcn destacbase y sobresala

    por oscuro una sombra de mujer, que, con el ros-

    tro pegado a los cristales, procuraba leer una car-

    ta. Slo poda verse que tena el pelo de oro."

    (Cap. II)

    El cuento est estructurado en diecisis minsculos captulos, divisin practicada ya en

    varios cuentos de Jardn umbro ( 1903) y enFlor de santidad , pero perfeccionada aqu y

    que anuncia la an ms minuciosa de las futuras novelas esperpnticas Tirano Banderas y

    El Ruedo Ibrico.

    Y ser en esta ltima donde Valle incorporar buena parte de Una tertulia... (45), pero

    no sin esperpfentizarla tambin en el aspecto lingstico. Aplicando el mtodo de yuxtaposi-

    cin de Speratti-Piero, damos un botn de muestra de las dos versiones, la de 1909 y la de

    1927,

    para evidenciar como en la primera an se trata de un brote del estilo esperpntico,

    no de la planta ya crecida.

    1909:

    Volaba por la sala, como un vuelo sonoro

    de abejas, el murmullo de la [sic] conversaciones

    sostenidas en voz baja y en los instantes de ma-

    yor silencio se oa el rasguo de una guitarra.

    (Cap.

    XIII)

    1927: El isabelino saln... por gracia del garrule-

    ro parlar se converta en una jaula... Cuando re-

    mansaba el chachareo percibase un acompaa-

    (43) R. Valle Incln, Una tertulia de antao, enEl Cuento Semanal 121, 23 . 4. 1909, cap . VI. (El texto no

    tiene paginacin; en lo que sigue indicamos el captulo en parntesis despus de las citas.)

    (44) Con la diferencia de que aqu se narra en el imperfecto, mientras que las acotaciones aparecen en el

    tiempo verbal del presente.

    (45) EnLa corte de los milagros, 1927; ver Speratti-Piero,ob. cit.,p. 252 - 255.

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    Del m odernismo al esperpentismo de V alle Incin. Observaciones sobre esttica y lenguaje

    miento de guitarra y los jipados floripondios de

    un cante flamenco (46).

    Es sintomtico como aumenta el nmero de los vocablos inslitos (tambin en su gra-

    fa) y con connotacin negativa ("jipados floripondios", un "mayor silencio" que se con-

    vierte en un remansar del "chachareo"), y como los ingredientes de la animalizacin, leve-

    mente irnicos pero no agresivos en la primera versin ("vuelo sonoro de abejas"), adqu ie-

    ren claro valor peyorativo con la transformacin del saln en jaula; en total, la vehemencia

    tan tpica de la estilizacin esperpntica.

    Meregalli y Speratti-Piero (47) han notado la afinidad con el estilo de los aos veinte

    en otra obra que parece escrita en 1909,

    La ca beza del dragn,

    una farsa estrenada en enero

    de 1910 y publicada en 1914. Notaron que aqu se deforman, mediante la irona, algunas

    bellas imgenes de la tradicin caballeresca y del cuento de hadas. Aadimos que se crea

    una serie de parodias tambin de un fenmeno muy cercano en el tiempo, y hasta contem-

    porneo: de tpicos del modernismo. En vez del cisne, p. e., aparece repetidamente la ci-

    gea, representada con irona:

    las cigeas escuchan con una pata en el aire. La

    actitud d e las cigeas an uncia a los adm iradores

    de Ricardo Wagner.

    Las cigeas cambian de pata, para descansar an-

    tes de caer en el xtasis musical (48).

    El cambio es de gran efecto pardico tambin por la relativa semejanza fontica (cisnes

    y cigeas tienen el mism o fonema inicial) y zoolgica ( son aves blancas de largo cuello).

    En el estilo ya se anuncian algunos elementos vanguardistas, en forma de metforas crea-

    tivas, no analgicas y burlones malabarismos verbales, sobre todo en las acotaciones: "El

    Duende guia un ojo inflando las mejillas, y la pelota salta a pegar en ellas reventndoselas en

    una gran risa. Es el imn de las conjunciones grotescas " (49)

    Pero tambin en el caso de esta obra conviene tener presente que an estam os lejos del

    esperpento cum plido, ya que los ritmos de la prosa son todava bastante fluidos. Para dejar

    patente la diferencia entre pre-esperpento y esperpento en este a specto, veamo s el ritmo de

    staccato

    con que Valle plasmar una imagen parecida en el ao 1925: "El Diablo que saca

    la lengua y guia un ojo, es un prodigio. Se siente la carcajada. R esuen a." (50).

    De otra farsa,La Marquesa Rosalinda, se publicaron partes a finales de 1911 (51), y la

    totalidad en volumen en 1913. Su lenguaje, completamente en versos, inclusive las acota-

    ciones, vara entre el de la comedia barroca, el de la poesa mod ernista en su variante senti-

    mental y preciosista, y otro que es ya la caricatura de estos ltimos. As, lingsticamente se

    (46) Valle Incin, El Ruedo Ibrico, Primera serie, 1.1, La corte de los milagros, Opera Omn ia XXI, Ma-

    drid, 1927, p. 49 , cit. por Speratti-Piero,ob. cit.,p. 255.

    (47) Meregalli,oh. cit., p. 39; Speratti-Piero,ob. cit.,p. 42 y 45.

    (48) Valle Incin,La cabeza del dragn, farsa, (Opera O mnia X), Ma drid, Perlado Pez y Ca., 1914, pp.

    17 y 2 1 , respectivamente.

    (49)

    Ob. cit.,

    p. 27.

    (50) Valle Incin,Esperpento de los cuernos de don F riolera, enO E,p . 998.

    (51)

    A la luna. Monlogo de Pierrot,

    "Nuevo M undo", 9. 11. 1911, reproducido en Hormign,

    ob. cit.,

    pp .

    246 sig., y La Marquesa Rosalinda. Fragmento,"Por esos Mundos", die. 1911, pp. 965 - 971; se trata de un frag-

    mento de la Jornada I.

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    Sylvia Truxa

    halla cerca del modo expresivo de la juventud artstica del autor, pero est entreverado de

    numerosas disonancias, sobre las cuales volveremos enseguida.

    La M arquesa Rosalindava ms lejos queUna tertulia de antaoen la estilizacin algo

    despectiva de las principales figuras femeninas. Me explico. En la obra valleinclaniana an-

    terior a estos dos textos, a algunos protagonistas masculinos se les confieren elementos feos

    y/o algo grotescos ya relativamente temprano; basta pensar en el peregrino en Flor de san-

    tidad "desgreado y bizantino", que habla con "plaidera solemnidad", y asevera que sus

    numerosos rosarios estn tocados justo "en el sepulcro de los Doce Apstoles" (52). La es-

    tilizacin de las heronas (no de las figuras secundarias), en cambio, obedece hasta los aos

    veinte a una esttica de la belleza ms o menos modernista. Eulalia, la joven protagonista

    de

    Una tertulia de antao,

    no se sale de esta norma. Pero hemos visto la nota despectiva

    con que en este cuento se representan algunas figuras secundarias, aquellas grrulas seoras

    jvenes. Esta nota se extiende en

    La Marquesa Rosalinda

    a la protagonista - una dama del

    siglo XIII en su estilizacin modernista: refinada y bella, lnguida y al mismo tiempo frivo-

    la - que se presenta tambin ridicula: "cubierta de polvos de arroz " (53) y con el vicio, muy

    dieciochesco pero no muy elegante para una seora, de tomar rap para luego lagrimear y

    estornudar con vehemencia (Jornada Primera).

    Estos toques irnicos y grotescos significan un paso considerable hacia el esperpento,

    que da una imagen deformada de todos los personajes (no slo los de condicin social baja

    o los secundarios, como en las obras anteriores ), disminuyendo la dosis de mordacidad ex-

    clusivamente en el caso de las pocas figuras, mencionadas arriba, con que el demiurgo Va-

    lle se identificaba. '

    Otro choque entre lo potico y lo prosaico se produce en el lenguaje de las figuras. Por

    un lado, el autor, confiriendo a stas un habla potico-sentimental, crea en los destinatarios

    de la obra la expectativa de encontrar caracteres elevados. Pero poco despus los desilusio-

    na, poniendo en boca de los personajes con aura potica algn giro inesperado. As, Arle-

    qun estropea la belleza parnasiana de su monlogo a la luna con imgenes como "tus ojos

    de muerta", "tu nariz chata" (54). Estas disonancias ya se hallan en la versin de 1911,

    mientras que los versos "y te saluda con la cabriola/ De una bruja sabtica" posiblemente se

    han introducido slo en la edicin de 1913 (55). Son versos que parecen tomados de

    La pi-

    pa de kif{\9\9),

    por su carcter de "puerilidades po tica s" (56) y tienen sabor esperpntico

    por la connotacin goyesca. (Tambin el cambio de lengua al final del monlogo, "N ihil "

    anticipa un recurso de

    La pipa de kif,

    como veremos ms abajo).

    Pero volvamos al choque entre lo potico y lo prosaico. Arlequn que se dirige a la

    M arquesa en lenguaje de galn de com edia barroca, cae de las correspondientes alturas esti-

    (51)

    VM\elnc\n, Flor de santidad,

    en

    O E

    (citas de

    pp.351,

    353 y 358).

    (52) Valle Incln,La Ma rquesa Rosalinda, (Opera Omnia III), Madrid, Imprenta Alemana, 1 913, p. 17.

    (53) Para estas y otras violaciones estilsticas del canon modernista ver M. Cananeo, ob. cit.,pp. 94 - 99.

    (54)La Marquesa Rosalinda,cit., pp. 78 sig. No hemos podido ver el texto en "Nuev o M und o" directamen-

    te sino slo en Horm ign,ob. cit.,donde, ausentes los dos versos citados, hay una estrofa incompleta, cosa asom-

    brosa en Valle Incln; no sabemos si se debe a un error de imp renta.

    (55) Son caractersticas de la literatura de vanguardia, como afirma E. Gimnez Caballero, Literatura espa-

    ola, 1918 -1930,

    en

    Vanguardistas espaoles, 1925 -1935,

    seleccin de R. Buckley y J. Crispin, Madrid, Alian-

    za Ed., 1973,p. 52.

    (56)La M arquesa Rosalinda,cit., p. 71 .

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    Del mo dernismo a l esperpentismo de Va lle Incln. Ob servaciones sobre esttica y lenguaje

    lsticas al lenguaje del ladrn y a la mezquindad del interesado, prometiendo a Colombina:

    "Si por amores cortesanos/ Logro medrar/[...]/ Os har parte en el botn " (57). Y en la

    Marquesa hay cadas estilsticas hacia coloquialismos: "Tu vida est en un hilo, y como soy

    sensible,/ No hago ms que llorar. Me estoy poniendo horrible " (58).

    Naturalmente, an no se trata de la vulgaridad barriobajera que caracterizar el habla

    de los personajes femeninos del esperpento, desde la reina en

    La corte de los milagros

    hasta

    las prostitutas en

    Luces de Bohemia

    ; pero s Valle se acerca, ya en 1911/13 , a este lengu aje,

    dejando atrs la belleza perfecta - tanto la del habla como la de la apariencia - de las hero-

    nas anteriores a la Marquesa Rosalinda.

    La voluntad de Valle de dar a

    La M arquesa Rosalinda

    un papel innovador se advierte

    tambin en las modificaciones introducidas en la segunda edicin, que tienen principalmen-

    te la funcin de reforzar el matiz burlesco-vanguardista de la obra. As aade versos como

    "las meninas corren tras el bulul/[...]/y el sapo modula su heptica u" (59). Se podra obje-

    tar que el estilo del autor en 1924 admita slo correcciones de tipo vanguardista, pero ya

    hemos visto en las reediciones de Los cruzados de la causayRomance de lobos, casi con-

    temporneas a las de la farsa, que don Ramn sola intensificar la tonalidad que ms - aun-

    que no exclusivamente - le interesaba en las primeras ediciones, introduciendo nuevos ele-

    mentos modernistas en las obras de 1907 y 1908.

    En las obras ms importantes de los aos siguientes asistimos a lo que - hablando slo

    en sentido cronolgico y sin valorar - se puede ver como un paso atrs respecto a las obras

    de 1909-13. Me refiero al drama modernistaVoces de gesta, estrenado en 1912 con gran

    xito (60) y, sobre todo , aLa lmpara maravillosa (1916) yEl pasajero (1920). El primero

    es un volumen singular de meditaciones esttico-filosficas, entremezclados con pasajes

    narrativos de tono autobiogrfico, en prosa a m enudo m uy potica. Canta la bsqueda d e la

    belleza suprema y de valores y verdades inmutables en el tiempo, eso es, una vuelta a los

    presupuestos del modernismo "de interiorizacin". (Daz Plaja, entre otros, celebra esta

    obra como explicacin profunda de las bases estticas del modernismo.) Las ideas de Valle

    se verbalizan ahora, an ms que en La guerra carlista,desde el punto de vista de un hom-

    bre maduro que ve la esttica relacionada con la tica.

    El pasajero

    es un volumen de poesas que ha sido llamado el libro "ms modernista

    pero tambin ms confesional y triste" (61) de su autor y "glosario potico de La lmpara

    maravillosa" (62), obra con la cual tiene intensas correspondencias (63). En La lmpara

    maravillosa confluyen textos compuestos entre 1 91 2y 1916, (64) mientras que los poemas

    de

    El pasajero

    son principalmente de los aos 1918-20, aunque algunos tambin se remon-

    (57)O b. cit.,p. 141.

    (58) Valle Incln,La Marquesa Rosalinda, O pera Omnia III,M adrid, Imprenta Cervantina, 1924, p. 81 .

    (59) Gmez de la Serna,ob. cit.,p. 111.

    (60) Daz Plaja,ob. cit., p. 99.

    (61) A. Martnez Blasco, Poeta y censor de su propia obra. (Observaciones a "Claves lricas, 1930),

    "CH A" 438, 1986, p. 41 .

    (62) G. Allegra, introduccin a R. del V alle-Incln,

    La lampada m eravigliosa,

    a cura di G. Allegra, Lancia-

    no ,Carabba, 1982, p. 8.

    (63) M. Cananeo, //

    viandante nel labirinto. Varianti e invarianti in Valle Incln,

    "Studi ispanici", 1979,

    pp.123 sigs.

    (64 V. Garlitz,

    La evolucin de La Lampara maravillosa,

    "Hispanstica XX ", 4, 1986, p. 193 - 211 .

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    Sylvia Truxa

    tan hasta 1912 (65). Esta anterioridad parcial no quita que con estas obras el autor haya

    vuelto a valorizar plenamente la esttica modernista, aun despus de las obras pre-esperpn-

    ticas que nacieron alrededor de 1910. Ahora que en Europa estn floreciendo las vanguar-

    dias,

    esta esttica puede parecer casi anticuada. Sin embargo, tiene buena calidad y nos in-

    teresa porque representa una ulterior depuracin del modernismo de aquellos elementos que

    a veces le daban una nota cursi o empalagosa.

    Veamos primero

    La lmpara,

    que va ms a fondo en este sentido que el tomo de ver-

    sos. La esmerada elaboracin de su ritmo y de su sintaxis sigue teniendo como resultado la

    musicalidad y armona de la prosa valleinclaniana de principios de siglo, aunque se distin-

    gan ahora por mayor sencillez. E incluso cuando Valle usa la enumeracin asindtica, que

    ser un estilema frecuente en los textos esperpnticos, crea en La lm para maravillosa ora-

    ciones pausadas, con el ritmo de frmulas mgicas po r sus repeticiones sintcticas; sin em -

    bargo, no llegan nunca a la monotona, ya que no suele haber ms que tres o cuatro en una

    serie. En conjunto, y debido tambin a que siempre desembocan en oraciones de estructura

    amplia, tienen el efecto contrario al duro asndeton de ritmo sincopado que distingue el esti-

    lo vanguardista:

    Las figuras, el ondular de los ropajes, el rumor

    de las pisadas, el temblor de las almas, las vidas

    y las muertes, todo estaba lleno de taumaturgia y

    de misterio. Emanaba una sensacin de silencio

    de aquellos relatos forjados de augurios, de casti-

    gos, de mediaciones providenciales, y el paisaje

    que los ojos de la narradora ya no podan ver te-

    na la quietud de las imgenes aprisionadas en

    los espejos mgicos (66).

    Tambin el lxico, aun siendo menos rebuscado y preciosista, ha vuelto a tener carac-

    tersticas finiseculares: arcasmos, cultismos y neologismos, p. e. "guardadora del enigma

    panida" una de las efmeras creaciones del m odernismo, que no ha entrado en los dicciona-

    rios. Finalmente, el texto pulula de sinestesias, como "Eternos ritmos vitales conmueven el

    arte arcaico de los griegos, sus nmeros sin enigma tienen la claridad del da" (67).

    Perfeccionando la interiorizacin del modernismo, Valle Incln quiere ahora sugerir

    valores estticos, s, pero al mismo tiempo espirituales, aunque - siguiendo los consejos de

    Verlaine, uno de los maestros citados - la expresin sea a veces deliberadamente imprecisa,

    y en particular en sus aspectos que recuerdan la mstica y el esoterismo (68). De todas for-

    mas,

    el mism o hecho que Valle haya publicado una obra de un estilo que ya no corresponde

    a la ltima moda literaria, y que no haya efectuado un regreso pasivo a la esttica antigua

    sino que la haya perfeccionado, es, en s, una confirmacin del sentido fundamental del li-

    (65) Cananeo,ari. cit., pp. 108 sig.

    (66) Valle Incln,La lmpara mara villosa, Quietismo esttico X , OE,p.576. Cito de OE porque, segn

    Garlitz,art. cit.,p. 214, la primera ed. de 1916 slo en un punto difiere de la de 1922, que, a su vez, es la que se

    reproduce en OE.

    (67)

    Ob. cit., Exgesis T rina VI, OE,

    p. 556.

    (68) C. Morn Arroyo,La lmpara maravillosa y la ecuacin esttica,enRamn del Valle -Incln. Apprai-

    sal ofhis Life and Works,al cuidado de A. Zahareas, New York, 1968, pp. 443-459.

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    Del m odernismo al esperpentismo de Valle ncln. Observaciones sobre esttica y lenguaje

    bro,el de ser un canto a lo que no pierde validez con el pasar del tiempo. El modernismo ha

    llegado a ser compatible con el "eternism o" unam uniano.

    Tambin

    El Pasajero

    corresponde, parcialmente, a estos ideales; pero es m enos hom o-

    gneo y de tono menos sereno que la obra en prosa, un poco menos decantado ideal y estil-

    sticamente. Algunos poem as representan una vuelta al preciosismo del lxico, por no hablar

    del aspecto temtico, donde se nota un retorno al exotismo y satanismo decadentes.

    Algunos pasajes de

    La lmparam r villos

    destacan por su voluntad de innovacin lings-

    tica y hasta por un toque de agresividad que contrasta con la serenidad y el quietismo que distin-

    guen la obra en su conjunto: "Poetas, degollad vuestros cisnes y en sus entraas escrutad el desti-

    no"

    o "Desde hace muchos aos, da a da, en aquello que m e atae yo trabajo cavando la cueva

    donde enterrar esta hueca y pom posa prosa castiza que ya no puede ser la nuestra cuando escriba-

    mos,si sentimos el imperio de la hora." (69).

    Contrariamente a lo que pueda parecer, estas frases no representan un indicio pre-

    esperpntico sino la confirmacin del anhelo de regeneracin literaria presente en el Valle

    de principios del siglo y explicitado, de forma muy parecida que en

    La lmpara,

    ya en

    1908,en

    Breve noticia acerca de mi esttica,

    escrito terico en defensa del m odernismo que

    abre el volumen de cuentosCorte de amor.De hecho, las frases citadas proceden de uno de

    los textos ms antiguos de que se nutre

    La lmpara;

    fueron redactadas en diciembre de

    1912 y publicadas luego en "El Imparcial" del 3.2.1913.

    Mientras que en

    La lm para maravillosa

    la renovacin "slo puede brotar de las liras"

    (70),

    en

    La pipa de kif

    Valle cambia de instrumento: ahora suenan "gayos tamboriles" y

    "gritos espasmdicos" (71). En este libro, por primera vez lo distorsionado, feo, grotesco y

    absurdo que un ao ms tarde se bautizar esperpento, mezclado con mucha gracia burles-

    ca, ya no es slo episodio sino sistema dominante.

    En el afn vanguardista de recreacin ldica, la palabras se sustituyen por otros signos

    tipogrficos, y hay poesas que terminan con una + o un &, innovacin significativa por la

    importancia que Valle atribua a los ltimos versos y frases de sus textos (7 2). En o tra posi-

    cin final, se cambia de idioma: Aleluya , (que, en sentido estricto, ya tiene el ttulo en

    otro idoma, aunque quiz no percibido como palabra extranjera), termina en latn: Anmula,

    Vgula, Blndula (73).

    Puesto que las imgenes antilricas, el carcter de acotacin y la sintaxis nominal y

    asindtica ya han sido objeto de atentas observaciones (74), quisiera slo recordar un ele-

    mento no-vanguardista de esta obra: dos de los sintagmas clave del poema programtico

    "Aleluya ", es decir "versos funambulescos" y "musa moderna" (75), que caracterizan la

    nueva esttica, son ya tradicionales: el trmino "funambulesco" en relacin a la literatura

    notoriamente es d e Banville, nombrado po r el mismo Valle en la tercera estrofa del poema y

    (69) V alle Incln,

    La lmpara maravillosa, Milagro musical VI, OE,

    pp. 541 sig.

    (J0)Ob. cit., p. 541.

    (71) Valle Incln,

    La pipa de kif en La pipa d e kif,

    Madrid, SGEL, 1919,p. 9 y

    \Aleluya

    en

    ob. cit.,

    p . 20.

    (72) Sobre la impo rtancia de la frase final, ver Daz Plaja,

    ob. cit.,

    p. 158.

    (73)

    La pipa de kif,

    cit., p. 21. Se trata del verso inicial de una poesa de Hadriano; ver S. Horl,

    Die andere

    Seite,

    en Wentzlaff-Eggebert (ed.),

    Ramn del Valle-lncln,

    cit. p.195 .

    (74) M.Cattaneo, /"logaritmi poetici", cit., pp. 131-41 y Risco,ob. cit.,pp. 181 sig.

    (75)

    La pipa de kif,

    pp. 15 y 21 .

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    Sylvia Truxa

    en el "Preludio" de

    La Marquesa Rosalinda .

    La "musa moderna" en cambio tiene su ante-

    cedente en Victor Hugo (76) y fue tambin nombrada por Alejandro Sawa, amigo de Valle,

    com o ttulo de un cuento publicado postumo en 1911 en "La Vanguardia" de Barcelona. Es

    conocida la inspiracin que los modernistas han recibido de los romnticos, pero menos

    atencin se suele prestar a su supervivencia no pardica en la poesa vanguardista. (El pro-

    pio autor lo subraya m ediante una alusin a Poe en el mismo poema.)

    La prctica asidua de la nueva esttica se manifiesta en los fuertes rasgos grotescos y

    absurdos de toda una serie de obras de 1920, com o

    Divinas palabras, Farsa y licencia de la

    Reina castiza

    ("La P luma") y la primera versin de

    Luces de Bohemia

    ("Espaa"), donde el

    autor ya da su conocida definicin del esperpento. Esta acumulacin de obras vanguardistas

    tiene tonalidades ms sombras, una visin del ser humano ms despiadada que

    La pipa de

    kif.

    Se dira que el autor ha dejado influir en su arte con cierto retraso su sensibilidad ante

    la Gran Guerra (77) y los acontecimientos espaoles del ao 1917, ya que la nueva esttica

    coincide con nuevos acentos en sus posiciones polticas, un acercamiento a la izquierda,

    (que no se debe confundir con una clara opcin ideolgica) (78). Entonces, por fin el cam-

    bio de rumbo definitivo?

    No, an no. Hay otro salto atrs o, en este caso, mejor dicho otro ejemplo de la sobre-

    posicin parcial de los dos estilos de Valle Incln: de julio a septiembre de 1922 aparece la

    ltima de las

    Comedias brbaras

    en la revista "La Plum a"; forma una unidad orgnica con

    las

    Comedias

    de 1907 y 1908, aun conteniendo una escena entera, III, 3, de esperpento de

    pura cepa, tanto en el lenguaje escueto como en la visin degradante.

    Pero esta ltima de las

    C omedias,

    casi paradjicamente, considerando la fecha, se dis-

    tingue tambin por un modernismo ms llamativo que las anterioreres. Se trata de un mo-

    dernismo cercano al de las

    Sonatas

    y algunos de los cuentos de

    Jardn umbro

    en cuanto a

    decadentismo, en particular en su vertiente satnica, y esteticismo idealizador. Es as en los

    mon logos y dilogos del loco Fuso N egro, pero tambin en los del viejo M ontenegro, que

    ya en las

    Comedias brbaras

    anteriores mostraba esta faz, y lo hace ahora an ms explci-

    tamente, cuando se acerca con lujuria a su ahijada: "Soy S atans y te pierd o " (79).

    El esteticismo modernista, en cambio, se nota sobre todo en las acotaciones, llenas

    de la belleza hiperestilizada prerrafaelista, cara a Valle ya a finales del siglo pasado (80):

    "Sabelita est en lo alto, de pechos al arambol, rubia de mieles, el cabello en dos trenzas,

    el hbito de Nazareno." (81). Como de costumbre, el autor intensifica las caractersticas

    que ms le interesan en las versiones sucesivas, y al aadir algunas escenas en 1923, in-

    (76) V. Hugo,

    Prface

    a

    Cromwell,

    Paris, Garnier-Flammarion, 1968, p. 73: "Le grotesque, ce germe de la

    comedie, recueilli par la muse moderne". Agradezco a M. J. Alonso Seoane haberme amablemente sealado la

    existencia de este sintagma en Hugo.

    (77) El nico testimonio son las impresiones de su visita al frente en Francia en 1916, que se recogieron en

    una serie de artculos, reunidos luego en el volumen La medianoche (1917).

    (78) Ver las citas reproducidas en Hormign,oh. cit.,p. 55 y, sobre el perfil poltico a veces contradictorio,

    Dru Dougherty,

    Valle Incln y la Segunda R epblica,

    Valencia, Pre-textos, 1986.

    (79) Valle Incln,Cara de Plata, III, 1, "La Plum a", 30, 1 922, p. 33 1.

    (80) Sobre las primeras figuras prerrafaelistas en Valle Incln ver H. Hinterhauser,Fin de siede. Gestalten

    undMythen.

    Mnchen, Fink, 1977, pp. 12 3- 129.

    (81) Valle Incln,ob. cit., II, 2, p. 11.

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    Del mo dernismo al esperpentismo de Valle ncln. Observaciones sobre esttica y lengua je

    traduce otro retrato del mismo estilo: "Bajo la luna, el hermoso segundn tiene el caballo

    de las riendas en el camino solitario, con un fondo lejano de estrellas y panderos de folia-

    da." (82).

    Como ya hemos visto en el caso de otras obras, tambin en

    Cara de Plata

    hay desfases

    entre el contenido, la imagen, y la sintaxis. En el retrato de Sabelita, la imagen pictrica

    modernista se expresa con escueta sintaxis asindtica y sin verbos, ms propia del vanguar-

    dismo que del modernismo valleinclaniano. Es otro ejemplo de que la sintaxis del autor

    suele estar ms en sintona con el desarrollo histrico general de la literatura europea que

    otros elementos de su estilo; recurdese la imagen del bufn citada ms arriba: lo grotesco

    pre-esperpntico ex presado con sintaxis y ritmo de elegancia finisecular.

    Despus deCara de Plataya no hay saltos atrs en la esttica de Valle Incln. Y ya que,

    en la ocasin presente, nos interesa m s el accidentado cam ino estilstico que su final, el es-

    perpento puro, nos paramos sin considarar las obras correspondientes.

    Podemos concluir que en la trayectoria esttica del autor gallego no hay continuidad,

    pero tampoco una clara lnea divisoria. Hasta 1922 se observa, en todos los gneros, mucho

    modernismo, pero poco modernismo puro, en el sentido de que por lo menos semillas o

    brotes de la esttica vanguardista se hallan en casi todas las obras. Slo despus de esta fe-

    cha, el esperpento se lleva la victoria total.

    Una verdadera contemporaneidad de las dos estticas fundamentales se da slo entre

    1918 y 1923, perodo en qu e el autor suele estar trabajando a la vez en obras total o parcial-

    mente modernistas comoEl pasajero, Cara de Plata y La farsa italiana de la enam orada

    del rey,

    y textos vanguardistas, desde

    La pipa de kif

    a

    Los cuernos de don Friolera,

    cuya

    primera versin aparece en 1921 yPara cundo son las reclamaciones diplomticas?, cu -

    ya publicacin, en julio d e 1922, coincide con las primeras entregas de

    Cara de Plata.

    En las obras dialogadas, las acotaciones acusan con mayor fuerza los saltos, tanto los

    hacia adelante como los hacia el pasado estilstico, que los dilogos. Finalmente, el desarro-

    llo de la sintaxis y del ritmo corresponden ms a una transicin progresiva de una esttica a

    la otra que el de otros aspectos del estilo, com o el lxico y las imgen es .

    (82)Cara de Plata, Opera OmniaXIII Mad rid, Renacimien to, 1 923, II, 7, p. 189.

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