Anónimo. Poema llamado DEL SECRETO DE LOS SABIOS

"Interpretación y explicación de la tabla o de la figura"

Esta imagen, miradla, parece simple, de poca importancia, pero contiene en ella grandes cosas, 

encierra un secreto que es el mayor secreto del mundo. Pues, ¿acaso alguien pudo desear mayor cosa 

que ser sobre esta tierra un señor que jamás agota su fortuna 

y que además posee la salud del cuerpo? Este secreto lo mantiene además en una larga existencia 

hasta la hora predestinada, que ninguna criatura puede sobrepasar. 

Todo esto que os acabo de decir está celado claramente en esta figura. 

Se ven en ella tres escudos, que contienen un águila, un león, una estrella, también hay, finamente pintado en su centro, 

el globo imperial, también el cielo y la tierra 

están allí situados diligentemente. Ves en ella, además de los signos de los metales, 

las manos extendidas la una hacia la otra. En el círculo que rodea la imagen, 

se encuentran escritas siete palabras. Me dispongo pues a decir lo que cada cosa signifca 

y a continución indicar sin reticencia qué nombre se le da, 

en el interior de qué está contenida esta cosa secreta de los sabios, en la que se encuentra una gran fortuna, 

y como se prepara: lo haré punto por punto. 

Los tres escudos significan, en resumidas cuentas, Sal, Azufre y Mercurio. 

La Sal es un cuerpo sólido, lo mejor que hay en el Arte. 

El Azufre es el alma, sin él el cuerpo no puede hacer nada. 

El Mercurio es el espíritu de la fuerza, y mantiene unidos el alma y el cuerpo. 

Por ello es llamado mediador: todo lo que se hace sin él no permanece, 

pues el alma y el cuerpo no podrían morir si el espíritu no estuviese con ellos. 

Asímismo, el alma y el espíritu no existirían si el cuerpo no estuviese con ellos. 

El cuerpo y el espíritu carecerían de fuerza si el alma no les hiciese compañía. 

Todo esto nos lo da a conocer el Arte: el cuerpo fija y da consistencia, 

el alma concede el color y la tintura, el espíritu la fluidez y penetra. 

Por ello no puede haber en este Arte uno de los tres sin los demás. 

El mayor de los secretos no puede tener consistencia si carece de alma, espíritu y cuerpo. 

Pero lo que es el cuarto, del que los otros tres dimanan libremente, 

el nombre de este cuarto te lo muestro: la estrella de siete puntas, en el escudo inferior. 

El León te enseña el color y la fuerza (del cuarto), así como su naturaleza y propiedad, 

el águila amarilla y blanca también te los muestra. Compréndeme bien, pues esto (que te digo) requiere gran aplicación. 

El globo imperial abastece el signo de este bien supremo. 

Están allí el cielo y la tierra, los cuatro elementos, hay fuego, aire y agua. 

Las dos manos atestiguan por juramento el verdadero fundamento y la verdadera doctrina: 

de qué raíz profunda proceden todos los metales y las otras cosas. 

Sólo quedan las siete palabras, escuchad ahora lo que significan. Si comprendéis bien lo que sigue, 

jamás conoceréis el fracaso. Cada una de estas palabras significa una ciudad, cada una de las cuales tan sólo tiene una puerta. 

La primera significa el oro, y es de un amarillo perfecto; la otra significa la plata, y es de un bello blanco; 

la tercera significa el mercurio, y es de un gris uniforme; la cuarta significa el estaño, y es azul como el cielo; la quinta significa el hierro, y es roja como la sangre; 

la sexta significa el cobre, y es de un verde inmaculado; la séptima significa el plomo, y es negra como el carbón. 

Nota bien como lo entiendo, y compréndeme bien: en las puertas de estas ciudades 

está todo el fundamento del Arte. Ninguna de estas ciudades puede hacer nada por sí misma, 

es menester que las otras formen parte del conjunto. Tampoco se puede entrar en ninguna de estas ciudades 

si las puertas han sido cerradas. Y si carecen de puertas, no tienen ningún poder. 

Si estas puertas están reunidas, lanzan un destello de siete colores, 

y todas juntas producen una gran claridad, y entonces nada les es comparable en potencia. 

No encontrarás sobre la tierra una maravilla como esta. Escucha pues la continuación de este relato. 

Siete caracteres, siete palabras, también siete ciudades y, aún, siete puertas, 

siete edades, también siete metales, también siete días y siete cifras, 

a los que yo añadiré siete plantas; siete artes y también siete piedras: 

he aquí el fundamento de todo el Arte, dichoso aquél que lo ha comprendido. 

Pero si todo esto es para ti difícil de alcanzar, escuchame para saber más: 

te lo revelaré en toda verdad, claramente, sin envidia ni reticencia. 

Lo nombra con una sola palabra, vitriolo, aquel que verdaderamente lo conoce. 

Si calculas a la manera cabalísitca, concienzudamente y con aplicación, 

encontrarás por todas partes el número cincuenta y siete. 

No te dejes afligir por el esfuerzo, si me comprendes bien sacarás provecho de ello. 

Para decirlo todo, escucha aún: es un agua que no moja. 

De ella han nacido los metales, se la congela para que sea dura como el hielo, 

polvo húmedo, está llena de viento, en ella se encuentran todas las virtudes. 

Si no reconoces lo que es, posiblemente no puedo nombrártelo de otro modo. 

Voy a enseñarte ahora como conviene prepararla. 

Siete vías conducen al Arte. Si no conoces ninguna, te esfuerzas en vano. 

Para continuar, debes saber ante todo que debes lograr la purificación. Tiene (el agua) un doble aspecto, 

pero el uno sin el otro nada pueden. El primer trabajo se hace sólo, por ella, 

sin que sean necesaria ninguna otra cosa. Nada más, sin niguna destilación, 

tan sólo dejando que esta agua se putrifique, se separe de su naturaleza terrestre. 

De este modo, todo estará preparado. Esta primera vía comprende dos caminos, 

¡dichoso aquél que es capaz de seguir ambos (caminos)! El primero pasa por el ardor del fuego, 

del que parcicipa haciéndola suya. Sabe esto como una cosa segura: el otro camino lleva más lejos, 

hasta conducir al tesoro y a la resurrección. Pasa por la disolución, 

y yo te diré más, impregnar de líquido. Haciendo bien esto alcanzarás el fin del Arte. Después de una perfecta y total purificación, 

he aquí que la cosa está preparada, cocida por el sol o en el humo cálido todo el tiempo que necesite, 

lo que de hecho dura mucho tiempo, hasta que se fija y se cumple. 

El tesoro de los Sabios está contenido en ella. Las otras vías son más sutiles, 

y son numerosos los que se han extraviado en ellas, pues conviene destilar 

y sublimar al mismo tiempo. Los Sabios hablan también 

de la separación de los cuatro elementos, el aire, el agua, el fuego rectificados. 

La tierra en el fondo (del recipiente) ha extraviado a más de uno, pues se la tiene por cosa malvada 

mientras que toda la fuerza se apoya en ella. Algunos no saben separarla 

de sus envolturas, pues éstas y aquéllas les molestan y las tiran tras la puerta. Pero el Sabio la toma, 

la purifica y la vuelve clara y blanca como la nieve, 

ella es el fundamento, lo digo de veras. Pero si quieres separarla, procura no hacerle daño, 

pues si no está bien preparada sigues un mal camino, te lo juro. 

Por ello necesitas el vinagre, que los Sabios conocen bien. 

Hete aquí instruido sobre la manera de prepararla, de modo que nada terrestre no la ataque, 

hasta que el cuerpo y el alma, por todas partes llamados fuego y tierra, deban separarse. 

Pero cuando hayan sido purificados, a continuación viene, fíjate bien, la mezcla: 

y entonces la cosa adquiere una fuerza prodigiosa, el sólido fija el volátil; 

si el fuego está bien gobernado, se vuelve totalmente perfecta 

en menos de un año. Ahora conoces toda la vía detalladamente, 

la cual sólo está hecha de dos senderos, pero rápidamente se puede uno perder y extraviar en ellos 

aunque todo sea claro y simple. De los dos, el primero es el agua de los Sabios, 

que no es sino el Mercurio, el segundo es llamado un vinagre, 

muy pocos lo conocen. Es del hierro filosófico 

del que emana este vinagre, es su AES que los reaviva, 

y por ello lo han celado firmemente, por ello le han dado centenares de formas, 

de nombres, y después cada cual escogió para sí un camino pendiente de la verdadera fuente clara. 

Algunos han trabajado en esto todo un año, pero muchos han podido por su Arte y su inteligencia, 

acortar este largo periodo, libres de elegir la rapidez de la preparación 

tal y como la alquimia la enseña. Sólo la preparación 

vuelve bella y gloriosa esta piedra, y una sola manera es suficiente, 

a la que nada le falta salvo clarificarla, 

su nombre, sin embargo, ha extraviado a más de uno. Pero te lo he revelado suficientemente, 

de muchas maneras y bajo muchas formas, y por ello sus nombres sin tan numerosos. 

En verdad: no te dejes jamás extraviar del camino. Los Antiguos dicen en sus escritos 

que es un dragón, un gran pez, otros lo llaman una serpiente y un monstruo. 

Se la encuentra por todas partes a bajo precio, todos los hombres la tienen por igual, en el mundo entero, pobres y ricos. Ella es la propiedad de los metales, 

que lleva victoriosamente sobre la imperfección de aquéllos 

y pone sobre ellos una corona de oro. Ahora la práctica está bien indicada 

para quien la comprende y conoce la materia. Solamente dos cosas no han sido tratadas, 

pero tú las sabrás encontrar si sigues el verdadero camino 

y te aplicas diligentemente en tu tarea: una es la composición 

que los Sabios guardan secreta; la naturaleza del fuego posee también una inteligencia oculta, por ello su régimen es también una cosa sobre la que pensar, 

no sea caso que en razón de su demasía se eche a perder el juego todo. 

Nunca se es demasiado sutil con él: es al principio 

como la gallina que pone sus huevos, y sólo el tiempo lo llevará al término suyo 

pues según se aplique el fuego tendrá lugar la eclosión del tesoro. 

Sé aplicado, constante, pacífico y piadoso, ruega a Dios que venga en tu ayuda. 

Si lo alcanzas, sé siempre caritativo con los pobres.