Delincuencia urbana. Zaffaroni[1]

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    Delincuencia urbana y victimizacin de las vctimas

    Por E. Ral Zaffaroni*

    1. La poltica actual y la delincuencia urbana. (A alguien le interesa la delincuencia urbana?)

    Existe un preocupante fenmeno de delincuencia urbanaen todo el mundo. La vida se ha vuelto

    urbana, la poblacin mundial tiende a concentrarse en ciudades y, por ende, la criminalidad

    tambin. Pero el hecho de la delincuencia urbana es proyectado a poblacin a travs de la

    comunicacin masiva, que construye la realidad de la delincuencia urbana (proyeccin meditica

    del hecho). Por ltimo, hay una respuesta polticaal hecho y a su proyeccin. Tericamente puede

    distinguirse la respuesta poltica al hecho (medidas preventivas y represivas, servicios de

    seguridad, etc.) de la respuesta poltica a la proyeccin (discurso poltico de seguridad) pero en la

    prctica no son independientes e incluso se confunden de modo inextricable: los legisladores, las

    agencias ejecutivas y los responsables polticos de stas e incluso los poderes ejecutivos,

    responden a hecho en la forma en que ste es proyectado por la comunicacin, porque sta es la

    exigencia de la llamada opinin pblica.-

    Es Amrica Latina -y quiz en todo el mundo- es cada vez ms claro que la respuesta poltica es a

    la proyeccin meditica y no al hecho mismo de la delincuencia urbana. Urgidos los polticos por la

    proyeccin meditica, responden discursivamente y condicionan a ella la respuesta al hecho

    mismo, al punto de desentenderse de ste. No existen observatorios, estadsticas serias y

    orientadas a la prevencin, nadie se ocupa por investigar con miras preventivas el hecho mismo de

    la delincuencia urbana, mientras los comunicadores sociales y los polticos slo se centran en la

    proyeccin meditica del hecho y manejan alguna estadstica poco confiable y bastante intil para

    efectos preventivos. Se enfrenta la construccin de la realidad y no la realidad, a la que nadie

    intenta aproximarse.-

    Esta afirmacin se verifica compulsando los presupuestos de seguridad: no se destina dinero

    alguno a la investigacin tcnica del fenmeno de la delincuencia urbana: frecuencia, dinmica,

    modalidades, barrios, situaciones de riesgo, poblacin de riesgo, etc.-

    No se puede prevenir lo que no se conoce, pero a nadie la interesa conocer; luego, parece que a

    nadie le interesa prevenir.-

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    (Una preocupacin reciente; la reparacin del dao psquico) Entre las medidas con que

    ltimamente se trata de paliar la confiscacin de la vctima[1], en algunos pases centrales el

    estado ha intentado ocuparse de los daos psquicos que stas sufren, en especial en casos de

    hechos masivos (catstrofes, crmenes de destruccin masiva indiscriminada vulgarmente llamado

    terrorismo), extendiendo el concepto de vctima a familiares y deudos.-

    Los psiclogos se han preocupado por distinguir el mero estrs del verdadero trauma que sufre la

    vctima en delitos violentos: en tanto el estrs es pasajero, el trauma irrumpe en la conciencia de la

    vctima y la perturba. Pero los resultados positivos de la asistencia psicolgica inmediata se

    discuten[2]. Todas las indicaciones para la atencin de las vctimas tienen por objeto la prevencin

    o el restablecimiento de su salud psquica, prestando especial atencin a la elaboracin del duelo.-

    Es sabido que la elaboracin del duelo es precedida por pasos de estupefaccin, de

    autoinculpacin y de posterior proyeccin de la culpa (identificacin de algn culpable), hasta

    lograr la etapa final de elaboracin. Se trata de facilitar el trabajo del aparato psquico para evitar

    que la acumulacin de excitaciones termine siendo patgeno[3].-

    Cuando la elaboracin se interrumpe aumenta el riesgo de acumulacin de tensiones que

    desemboca en patologa psquica ms o menos grave, dependiendo en alguna medida de la

    personalidad de la vctima y del estado de su salud mental con anterioridad al hecho.-

    2. La creacin de la vctima/hroe. (Selectividad en la proyeccin pblica de la victimizacin)

    Abundan las investigaciones que verifican que los ndices de victimizacin se reparten con tan

    escasa equidad como los de criminalizacin. La comunicacin masiva slo proyecta como vctimas

    a algunas de ellas, en tanto que otras carecen de imagen y de voz, directamente se ignoran y no

    son consideradas como tales por la opinin corriente. Esta discriminacin se acenta en las

    sociedades muy estratificadas, como las de nuestra Amrica.-

    (Procedimiento de construccin de la vctima/hroe) En ocasiones, entre las vctimas mostradas, la

    comunicacin masiva selecciona a alguna que es elevada a la categora de hroe. Para eso los

    comunicadores lo incitan a que se exprese como criminlogo, penalista y criminalista experto y

    omnisapiente. Dado que nadie se atreve a contradecir en voz alta a un ser doliente y digno de

    compasin, necesitado de solidaridad, asistencia y consuelo, cualquier respuesta pblica es

    proyectada y percibida como marcadamente insensible al dolor ajeno, de modo que los desatinos

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    que la vctima en esa triste circunstancia puede expresar son tomadas como verdades cientficas y

    son difundidos como tales por los comunicadores vidos de rating, quines les incitan a que

    expresen sus peores prejuicios.-

    En esa coyuntura, los polticos -oficialistas y opositores- ensayan una respuesta a la realidad

    mediticamente construida en base al discurso de la vctima/hroe y que, por supuesto, nada tiene

    que ver con el hecho de la criminalidad urbana, que es ms ignorado que nunca.-

    (Condiciones de la vctima/hroe) Las vctimas que se elevan a la condicin de hroes deben

    reunir ciertas caractersticas que permitan la identificacin por parte del pblico al que se dirige la

    construccin, pero tambin debe poseer cierto grado de capacidad histrinica que le permita

    asumir adecuadamente el papel de vctima/hroe. Esta ltima condicin puede obedecer incluso a

    cierto grado de patologa o trastorno de personalidad previa.-

    (Factores polticos que favorecen la construccin) Tampoco se construye una vctima/hroe en

    cualquier momento, sino cuando su manipulacin es funcional a ciertos sectores polticos o

    econmicos. En este sentido es necesario destacar que el actual momento de poder del mundo es

    particularmente favorable a estas construcciones. A ello se contribuyen los siguientes factores:

    (a) El desequilibrio entre los pases ricos y pobres y la concentracin de riqueza generan mltiples

    conflictos entre nacionales en situacin lmite en los pases pobres e inmigrantes que huyen de esa

    situacin en los ricos[4].-

    (b) En el centro y en la periferia del poder mundial las clases medias se empobrecen como

    resultado de creciente polarizacin de riqueza, cayendo en anomia como resultado de un profundo

    sentimiento de inseguridad.-

    (c) La comunicacin masiva destina el mayor espacio informativo de la delincuencia urbana, si

    puede la magnifica y no la presenta como resultado sino como principal fuente de todos los males.-

    (d) La prdida de poder de los estados nacionales impide a los polticos emprender reformasestructurales que resuelvan los ms graves problemas sociales.-

    (e) El estallido de la revolucin tecnolgica (que es bsicamente una revolucin comunicacional),

    determina que la poltica y el propio estado asuman cada da ms la forma de un espectculo[5].-

    (f) Tiene creciente xito imputar a los polticos incapacidad para resolver los problemas, reduciendo

    stos a la criminalidad urbana y a la corrupcin, omitiendo toda mencin a los otros riesgos

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    sociales, aunque se trate de la destruccin de la vida planetaria.-

    (g) Los medios de comunicacin tienden a monopolizarse por empresas y cuando los intereses de

    stas coinciden con el oficialismo poltico, basta reducir el espacio dedicado a la criminalidad

    urbana para que la proyeccin pblica de sta desaparezca, tal como sucede en las dictaduras.-

    3. La vctima/hroe es un fenmeno nuevo. (Tiene dos notas diferenciales: resultados polticos

    antes desconocidos y una enorme crueldad revictimizante) La construccin de la vctima/hroe es

    marcadamente diferente de la tradicional manipulacin de la imagen de la criminalidad urbana con

    fines polticos. Es nuevo tanto (a) por su efecto poltico inmediato, que importa siempre una

    regresin grave en cuanto a respeto a la dignidad de la persona, como por (b) la crueldad a que

    somete a la propia vctima/hroe, a la que interrumpe el proceso de elaboracin del duelo, con

    grave dao psquico, sin contar con que en ocasiones se vale de la patologa previa de sta sin

    miramiento alguno.-

    (Efecto poltico inmediato sobre la represin) La construccin de la vctima/hroe est provocando

    el desbaratamiento de la legislacin penal en toda Amrica Latina, donde en algunos pases (como

    la Argentina y en buena medida Brasil) puede afirmarse que ya no existe cdigo penal, sino un

    conjunto de retazos de normas incoherentes y contradictorias, con desequilibrio de pena, algunas

    violatorias de normas internacionales de derechos humanos, sin contar con la legitimacin pblica

    de abusos represivos (incluyendo la tortura) y de un mayor control sobre toda la poblacin (que

    conforme a la experiencia universal se concentra sobre los sectores subalternos y los disidentes

    ideolgicos). Por esta va se estn poniendo en peligro los mejores logros de nuestra civilizacin.-

    (Peligro para la democracia pluralista) La culpabilizacin de los polticos est destinada a tener

    gran acogida pblica en momentos en que la representacin institucional est mundialmente

    cuestionada y jaqueada por organizaciones que se arrogan la verdadera representacin de la

    sociedad, que por cierto nadie les ha conferido (lo que se ha dado en llamar la contra

    democracia)[6], sin contar con que abren el camino a la aventura poltica de outsiders oportunistas.

    No puede olvidarse que el descrdito del parlamentarismo y del consiguiente pluralismo poltico fue

    el principal blanco de ataque del totalitarismo en ascenso para demoler la Repblica de Weimar y

    la Repblica Espaola en los aos treinta.-

    (La interrupcin de la elaboracin del duelo) Pero no se detiene all la novedad de la creacin de la

    vctima/hroe. Los medios masivos la captan en su momento de mayor desequilibrio emocional,

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    cuando procura liberarse de la autoinculpacin (poner la culpa fuera) expresando desmesuras

    neutralizantes que los comunicadores ratifican con singular xito. El efecto que esto tiene en la

    vctima es fijarla en una etapa previa a la elaboracin del duelo sin lograr concretarla, en especial

    cuando sus caractersticas psicolgicas son negativas o problemticas para la elaboracin y el

    restablecimiento de su salud mental.-

    El xito comunicacional de esos comentarios se explica (entre otras razones) porque el destinatario

    del mensaje tambin rechaza toda co-culpabilidad y de este modo, si la vctima rene las

    caractersticas necesarias (de clase, lenguaje, educacin, cultura, etc.) se identifica con ella y con

    sus manifestaciones. Adems, la extraccin social de la vctima/hroe permite tambin una

    identificacin ideolgica y la participacin en los mismos prejuicios, que son reforzados[7].-

    La vctima traumatizada pone la culpa en cabeza de las autoridades estatales -polticas, judiciales,

    policiales- y de su ineficacia preventiva y represiva, lo que siempre es posible porque la prevencin

    tiene lmites y, en los pases perifricos del poder mundial, el servicio de seguridad no slo

    reconoce enormes fallas, sino incluso altos grados de corrupcin y complicidad.-

    (La ocasin del oportunismo poltico) La insistencia y apoyo al discurso de la vctima traumatizada

    y elevada a hroe, con caracteres idneos para generar una amplia identificacin de la audiencia,

    sin duda que constituye, al mismo tiempo una formidable amenaza para la poltica, pero tambin

    una enorme tentacin.-

    La identificacin de la audiencia con la vctima puede ser muy negativa para el poltico inculpado,

    pero tambin le resulta muy til si logra poner distancia de cualquier inculpacin y colocarse junto a

    la vctima, lo que intentar radicalizado el discurso traumtico de sta hasta sobreactuar para

    ratificar su identificacin con ella.-

    (Verificacin de la originalidad del fenmeno de la vctima /hroe) Si bien la originalidad del

    fenmeno de la vctima/hroe necesita ser investigada ms profundamente comparando las

    distintas experiencias nacionales al respecto, la verificacin emprica de las notas diferenciales

    puede obtenerse en cada pas y contexto de la comparacin con anteriores manipulaciones de la

    vctimizacin llevadas a cabo con objetivo poltico. En la medida de lo posible sera deseable que

    investigacin de la vctima/hroe se realice comparando los casos ms anlogos distantes en el

    tiempo. Esto es lo que, brevemente, pasamos a hacer respecto de la Argentina, comparando dos

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    casos anlogos en cuanto a caractersticas del crimen y a difusin y manipulacin meditica, pero

    separados por setenta aos de distancia y en contextos polticos muy diferentes.-

    (Los casos analizados) Se trata de dos secuestros extorsivos con resultado de muerte que

    provocaron iniciativas legislativas represoras: el primero (caso Ayerza) es de 1932/1933 y el

    segundo caso ms explotado por los medios masivos en 2004 y aos siguientes.-

    Las similitudes entre ambos son las siguientes:

    (a) La vctima fatal fue un joven universitario,

    (b) hijo de familia de alta posicin social,

    (c) ideolgicamente de derecha.-

    (d) con amplia repercusin meditica sostenida en el tiempo,

    (e) con reclamo de mayor represin a las autoridades,

    (f) con proyectos de considerables reformas penales,

    (g) en ambos casos de individualiz y se pen a las autores,

    (h) y coincidieron con momentos de crisis econmica.-

    3. El caso Ayerza (1932/1933). (El contexto poltico) En el caso Ayerza se produjo el secuestro el

    25 de octubre de 1932 y apareci el cadver el 21 de febrero de 1933. los titulares de los

    peridicos de la poca y la radiotelefona se ocuparon del caso todo el verano. El pas se hallaba

    en una profunda crisis econmica y en manos de un gobierno surgido de elecciones fraudulentas

    (con el partido mayoritario proscrito) impuestas por una dictadura militar establecida en 1930. La

    derecha neoliberal -por as llamarla- se haba encumbrado al gobierno, desplazando a la derecha

    filo-fascista encarnada en la dictadura de 1930-1932, que despus de que su mentor militar

    perdiese el poder se concentraba en organizaciones disciplinadas de jvenes de clase alta y media

    alta.-

    (Clara identidad poltica de la vctima) La vctima era un joven estudiante, perteneciente a una

    familia de clase alta y militante de una de las organizaciones afines al fascismo (legin cvica )8.

    Dada la publicidad alcanzada por el secuestro y que la prensa haba ocupado todo el verano con el

    caso, el sepelio de la vctima fue un acto masivo en el que se acus de complicidad al gobierno

    conservador producto del fraude electoral, pero enfrentado a la derecha a que perteneca la

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    vctima.-

    En el sepelio multitudinario de la vctima se exigieron penas severas, montaron guardia los

    camaradas polticos de la vctima, se prometi venganza y se reclam el restablecimiento de la

    pena de muerte, derogada por el cdigo penal de 1921 y que no se aplicaba desde 1916.-

    Dos meses ms tarde, en abril de 1933, se detuvo a los responsables, pertenecientes a una banda

    de secuestradores Italianos (la banda de Galiffi), o sea, de lo que fue conocido como la mafia

    Argentina9.-

    (El muerto era la nica vctima; su madre sufra en silencio). En el caso Ayerza (1932/1933) si

    alguna vctima/hroe exista era slo el verdadero muerto en el crimen. La comunicacin mostrabaa la madre, pero como sufriente, dolorosa, en ninguna actitud mesinica, reivindicatoria ni

    vengativa. Puede decirse que el joven Ayerza era una plida imagen de Jesucristo y su madre de

    Mara Dolorosa.-

    (Proclamacin del compromiso poltico de la vctima) La identidad ideolgica de la vctima no se

    ocultaba ni disimulaba, sino todo lo contrario: era asumida pblicamente y la organizacin a la que

    perteneca mostraba su presencia e indignacin. Era esta organizacin la que a travs de la

    empata con el joven cuya vida se haba truncado procuraba canalizarla contra el gobierno

    fraudulento. Ningn miembro de la familia Ayerza fue elevado a hroe ni por este medio ambicion

    funcin poltica alguna.-

    El objetivo poltico estaba muy claro: se imputaba debilidad punitiva a un gobierno conservador y

    minoritario (producto de fraude electoral) por un sector ms conservador, cercano a la derecha

    fascista.-

    (Discurso xenfobo) La crisis econmica10estaba en su punto ms alto y se sealaba como factor

    perturbador a la criminalidad organizada de corte mafioso, importada del sur italiano. Se exaltaba

    el nacionalismo frente a una criminalidad extranjera, con discurso de corte discriminatorio (el mal

    no era Argentino, sino que provena del extranjero). La clase media emergente -identificada con el

    partido derrocado en 1930- estaba en su mayora compuesta por la primera generacin de

    inmigrantes.-

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    (Reaccin del gobierno) El poder Ejecutivo reaccion frente a la proyeccin del hecho

    desempolvando viejos proyectos de estado peligrosos sin delito y proponiendo reformas represivas

    al cdigo penal de 1921, remitiendo el proyecto al Senado, cmara de corte claramente

    conservador, aunque integrada tambin por un senador socialista de la Ciudad de Buenos Aires.-

    El proyecto del Ejecutivo dio lugar a un amplio debate en el Senado, muy difundido y con un

    protagonismo crtico del senador socialista ( Alfredo Palacios ). El Senado redobl la propuesta del

    Ejecutivo dando media sancin a un proyecto absurdamente represivo, que inclua la pena de

    muerte por electrocucin.11

    (Resistencia en las estructuras polticas) Dentro del partido oficialista (conservador) se manifest

    un claro rechazo al proyecto con media sancin del senado. El propio autor del cdigo penal e

    importante poltico conservador, Rodolfo Moreno (h), que fue gobernador de la Provincia de

    Buenos Aires, embajador en el Japn y luego precandidato a la presidencia de la repblica, se

    opuso a la reforma y defendi su cdigo de 1921 12. La cmara de diputados recibi el proyecto

    con media sancin del senado y no le dio tratamiento. Por ende, el Cdigo Penal- en esa ocasin-

    sali intacto del primer embate masivo y estructural que sufriera.-

    4. El caso de 2004. (Coyuntura poltica diferente) El panorama, contexto y consecuencias fueron

    muy diferentes setenta aos mas tarde, justamente por efecto del fenmeno del la vctima/hroe.

    Fue otro secuestro extorsivo en que el cadver del joven vctima fue hallado el 23 de marzo de

    200413. No hubo conmocin pblica anterior y la vctima del delito no tena militancia poltica: se

    trat de un secuestro extorsivo que culmin en homicidio, al parecer porque la vctima intent

    fugarse, cometido por criminales de baja condicin social y sin una organizacin sofisticada, que

    operaban en la provincia de Buenos Aires con medios ms bien precarios.-

    La coyuntura poltica era completamente diferente a la del caso Ayerza: el gobierno era producto

    de elecciones libres (sin proscripciones). No se planteaban cuestiones de xenofobia ni de

    nacionalismo. El gobierno- que apenas comenzaba su gestin enfrenaba a dos sectores, ambos

    minoritarios aunque con considerable poder meditico: los responsables de los crmenes de la

    dictadura de 1976-1983, que se vean amenazados por la posible reapertura de los procesos

    penales por un lado; y por el otro a quienes se haban beneficiado con la poltica econmica de los

    aos 1989-1999 y con la posterior crisis de 2001, que vean amenazados sus intereses. La

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    situacin econmica era grave pero se observaba una innegable tendencia a la recuperacin

    acelerada, lo que deslegitimaba cualquier otro reclamo pblico contra un gobierno que llevaba

    pocos meses de gestin. La inseguridad era sin duda el nico camino por el que poda introducirse

    la crtica, omitiendo -obviamente- toda posible referencia a la responsabilidad de los propios

    sectores crticos en la produccin de las causas.-

    (Estallido meditico a partir de la vctima /hroe) La proyeccin meditica no estall con el

    secuestro, sino que, a diferencia del caso Ayerza tuvo lugar a partir del hallazgo del cadver del

    joven vctima.14 Todo parece indicar que fueron las especiales caractersticas del padre de la

    vctima las que decidieron su eleccin como vctima /hroe.-

    (Patriarcalismo?) Es interesante observar que el joven vctima prcticamente desapareci de la

    proyeccin meditica, se lo mencionaba tangencialmente, pero el papel preponderante se

    proyectaba con el padre. La madre nunca tuvo intervencin pblica, salvo una muy espordica en

    el proceso penal. El desplazamiento total de la madre no deja de ser significativo: parece dominar

    un patriarcado que desplaza a la figura femenina, reemplazndola por la de un empresario

    dinmico y agresivo cargado de autoridad. Jesucristo y la Dolorosa desaparecen en beneficio de

    algo as como el padre terrible cercano al Urvater freudiano.-

    (Tendencia autoritaria de las clases medias?) Dada la tendencia a identificarse con la clase

    superior- que a lo largo de la historia caracteriza a la clase media argentina -, los sectores ms

    bajos de sta parecieron identificarse ms con un patriarca que con el dolor de madre, o sea que

    buscaban un padre, lo que no deja de expresar una peligrosa tendencia autoritaria que debiera ser

    materia de mayor anlisis.-

    (El rechazo de la poltica) Una diferencia importante es la no militancia poltica de la vctima

    (apoliticidad). A diferencia del caso Ayerza, en que la militancia era clara y proclamada, en el 2004

    la militancia poltica aparece como contaminante, de modo que la inocencia de la vctima y de su

    padre como vctima/hroe pas por la no contaminacin poltica.-

    Fue la pretendida asepsia poltica del padre lo que facilit la identificacin meditica en momentos

    en que la poltica pasaba por un transe difcil: dos aos antes era comn el slogan que se vallan

    todos, como condena a toda la poltica por efecto de la crisis del ao 2001 que, entre otras cosas,

    haban retenido los ahorros de la clase media argentina.-

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    El padre trat de ocultar sus valores polticos y en un primer momento confundi a la opinin bajo

    la apariencia del padre dolorido por la prdida que reaccionaba por autntica indignacin, sin otra

    motivacin ni objetivo. No obstante, rpidamente se rode de algunos consultores que haban

    estado vinculadas a la dictadura de 1976-1983 o a la gestin poltica de 1989-1999, que estaba

    pblicamente descalificada y sealada como corrupta y responsable de la crisis del ao 2001.-

    La vctima /hroe trat en algn momento de poner distancia de los mentores que lo comprometan

    ideolgicamente, atribuyendo esos contactos a su inexperiencia poltica, pero sin mucho xito, con

    lo cual se gan la antipata de lo sectores ms progresistas -que en principio lo haban apoyado-, lo

    que pas a ser franco distanciamiento y luego abierto rechazo a medida que aumentaban sus

    crticas a las organizaciones de derechos humanos.-

    (La capacidad de convocatoria de la vctima/hroe) La vctima/hroe -con amplsimo apoyo

    meditico- convoc concentraciones de miles de personas, aunque en cada una de ellas con

    menos concurrencia, a medida que los empresarios mediticos le restaban apoyo e incurra en

    errores polticos, como emitir juicios que no eran polticamente correctos. En esas concentraciones

    denostaba a autoridades y funcionarios en la medida en que no era recibido o acogido por stos.-

    (Autoridades y derechos humanos como blanco) En el discurso de la vctima/hroe se sealaba

    como responsables a las autoridades y a los defensores de derechos humanos y de las garantas

    penales y procesales; hubo claros acentos discriminatorios clasistas, pero sin el tono xenofbico de

    la derecha del caso Ayerza; no haba inmigracin italiana que discriminar, contaminacin nacional

    que rechazar y los nuevos inmigrantes (procedentes de pases limtrofes) eran por completo ajenos

    al episodio. Adems, la prdica antidiscriminatoria en la Argentina haba dado algunos frutos y el

    viejo discurso de extrema derecha de los aos treinta no era admisible pblicamente.-

    Si bien todos los discursos montados sobre la manipulacin de las vctimas suelen ser

    discriminatorios, clasistas y en alguna medida tambin racistas, la tendencia actual muestra una

    inclinacin a asumir ms embozadamente estas caractersticas, dejando de lado las pretensiones

    supuestamente nacionalistas y xenofbicas, pero atacando a las organizaciones de derechos

    humanos. Las expresiones pblicas del tipo las garantas son para los delincuentes, nadie se

    ocupa de los derechos humanos de las vctimas y anlogas fueron los slogans preferidos de la

    campaa de la vctima/hroe.-

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    (Silencio del Ejecutivo: proyectos de la vctima/ hroe) El Poder Ejecutivo no envi ningn proyecto

    de reforma penal al Congreso, pues se encontraba trabajando una comisin que elaboraba un

    anteproyecto del cdigo penal en el rea del Ministerio de Justicia, que -como veremos- tambin

    fue neutralizado por la vctima/hroe.-

    El padre de la vctima fue quien llev los proyectos al Congreso de la Nacin, elaborados por sus

    colaboradores espontneos renacidos a su amparo al protagonismo poltico. Se encarg

    personalmente de intimidar a los legisladores en el propio recinto del Congreso de la Nacin, ante

    el silencio temeroso de stos. Sin duda que contribuy a esto una personalidad dotada de rasgos

    marcadamente agresivos, pero tambin la carencia de personalidad y de conocimiento del tema

    por parte de los legisladores, que no disponan de un discurso adecuado.-

    Era claro que el dolor de la vctimaneutralizaba cualquier resistencia o expresin de descortesa, lo

    que le permitira invadir todos los mbitos oficiales, aunque su comportamiento denotaba una

    contradiccin que a la postre le fue fatal: no era compatible el rol de vctima dolorida con la

    agresividad puesta de manifiesto en varias ocasiones y, menos an, con los crecientes rumores de

    posible protagonismo poltico.-

    (Sumisin de los funcionarios y legisladores) Casi ningn poltico y pocos funcionarios se animaron

    a confrontar con sus pretensiones de reformas legislativas o a recibirlo en sus despachos.

    Prcticamente no hubo debate legislativo, los legisladores se sometieron a las exigencias de la

    vctima/hroe, aunque algunas estaban confusamente redactadas por personas vinculadas a la

    dictadura de 1976-1983, mientras el mismo Congreso votaba una ley que anulaba las amnistas a

    los crmenes contra la humanidad.-

    Dentro del partido oficialista no hubo capacidad de resistencia, pero tampoco por parte de la

    oposicin. A diferencia del proceso de 1933, no hubo un Rodolfo Moreno (h) deslegitimando las

    pretensiones reformistas ni tampoco muchas voces sensatas que enfrentasen las disparatadas

    reformas que acabaron por descalabrar el cdigo penal de 1921, hasta el punto de producir una

    hecatombe como jams haba experimentado la legislacin penal argentina en tiempos de

    gobiernos constitucionales (y, sinceramente, tampoco algunos de facto).-

    (Indiferencia del Ejecutivo) El Poder Ejecutivo dej que las reformas que destruyeron el cdigo

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    penal se promulgaran automticamente. A diferencia del caso Ayerza, en que el Poder Ejecutivo

    tom la iniciativa de adelantarse a proponer reformas represivas, stas surgieron todas del

    Congreso de la Nacin, por obra de legisladores atemorizados por la presencia de la vctima/hroe,

    que se limitaban a votar disciplinadamente los proyectos que sta llevaba, redactados por sus

    colaboradores que resucitaban del ostracismo poltico a que los haba condenado su desprestigio

    pblico.-

    (El ejecutivo detiene una reforma integral del cdigo penal) Por ltimo, cabe sealar que en el

    caso Ayerza no estaba en marcha ninguna reforma penal, en tanto que en 2004 una comisin

    integrada por los ms prestigiosos profesores de derecho penal elabor un anteproyecto de buena

    calidad tcnica, que la vctima/ hroe atac frontalmente, imponiendo temor al poder ejecutivo, que

    se apresur a declarar que no estaba dispuesto a enviarlo al Congreso Nacional.-

    (Fragilidad de las estructuras polticas) Las estructuras polticas del estado mostraron mayor

    fragilidad. Si bien el Poder Ejecutivo no se involucr directamente en la reforma legislativa,

    tampoco se sinti capaz de hacerle frente e incluso, en algn momento, trat de captar a la

    vctima/hroe apoyando una fundacin que sta haba creado. Pero la debilidad extrema se puso

    de manifiesto en el Poder Legislativo, donde el Congreso se dej intimidar y humillar por la vctima-

    hroe que, en el mismo recinto de la Cmara se tomaba la libertad de pretender controlar la

    presencia de legisladores en las sesiones.-

    Todo esto pone de manifiesto que la construccin de la vctima/hroe, ante el descrdito y la

    desconfianza a la representacin, se presenta como un medio eficaz de desestabilizacin de

    instituciones democrticas por minoras, invitando a la consagracin de hroes paternalistas

    supuestamente ajenos a la poltica democrtica y en especial a los partidos polticos e

    introduciendo subrepticiamente valores contrarios a la solidaridad, a la igualdad y a la libertad y, en

    definitiva, a la misma democracia pluripartidista. Las instituciones democrticas han perdido buena

    parte de su capacidad de reaccin y defensa, rindindose fcilmente ante las amenazas de la

    vctima-hroe.-

    (La incursin poltica de la vctima/hroe) Despus de las concentraciones multitudinarias que con

    enorme aparato meditico convocaba la vctima/hroe, y pese a que la asistencia disminua a

    medida que se reiteraban las convocatorias, sta recibi ofertas oportunistas de varios polticos

    para lanzar su candidatura y estuvo dudando hasta que por fin -algo tardamente- se decidi a

    hacerlo. Cabe observar que en un momento las encuestas arrojaron un alto porcentaje de votos a

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    su favor como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo que importa la

    segunda funcin poltica del pas.-

    (El deterioro de la imagen pblica de la vctima/hroe) La figura del patriarca asptico se

    desgastaba a medida que se introduca en la poltica y que en sus declaraciones iba

    transparentando una clara ideologa elitista. No obstante, conservaba una fuerte corriente de

    opinin que se desbarat por completo cuando se descubri que el ttulo de ingeniero que

    ostentaba no exista, lo que deslegitim la prdica de la vctima/hroe ante los sectores de clase

    media que le seguan.-

    Cabe observar que sus seguidores no lo abandonan por explotar polticamente su condicin de

    vctima, sino por faltar a un valor elemental en los sectores medios, como es la prohibicin de

    usurpar ttulos.-

    (La contradiccin sealaba el inevitable final) De cualquier manera, la propia contradiccin del

    discurso hubiese provocado este resultado ms o menos inevitable: el desprestigio de la poltica en

    la clase media con sus ahorros retenidos en los bancos no era slo con un sector de sta, sino que

    haba llegado al grado de considerar contaminante cualquier contacto o compromiso poltico.-

    (La inhabilidad poltica) Adems, la vctima/hroe no era suficientemente hbil en el terreno poltico

    activo. No poda serlo debido a su inexperiencia y tambin a la clara identificacin ideolgica de

    sus mentores que, adems, tampoco estaban en condiciones de aconsejarlo al respecto, dado que

    provenan de posiciones de poder a las que haban llegado sin necesidad de tales habilidades o

    que las haban manejado tan mal que se les haba diluido todo el caudal electoral. Por ello, la

    vctima/hroe incurra con frecuencia en declaraciones que ponan al descubierto su ideologa o

    que eran polticamente inconvenientes y altamente incorrectas. Aunque con frecuencia intent

    rectificarse, no lograba neutralizar su relativa torpeza en ese terreno. Fue particularmente clara su

    precaria disculpa del homicidio policial de un adolescente esquizofrnico.-

    Su aventura poltica termin cuando habiendo lanzado su candidatura en una fuerza minoritaria

    insignificante no alcanz ni siquiera una banca de diputado. A partir de ese momento

    absolutamente ignorado por la comunicacin masiva.-

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    5. Algunas reflexiones inquietantes. (La originalidad del fenmeno) Las diferencias entre los dos

    casos -separados por setenta aos- creemos que demuestra acabadamente la originalidad del

    fenmeno, que dista mucho de las usuales campaas deley y orden y de las anteriores

    manipulaciones en la proyeccin pblica de vctimas.-

    (Fragilidad institucional) La actual fragilidad de las instituciones polticas no es puramente

    latinoamericana, sino que la etapa de poder planetario que se ha dado en llamar globalizacinha

    debilitado a los estados nacionales en todo el mundo. Esta fragilidad se agudiza cuando ms fuerte

    debera hallarse -o sea, en los momentos de crisis- y alcanza lmites muy peligrosos en los pases

    perifricos.-

    (Sntesis de efectos polticos) La construccin de una vctima/hroe que refuerza el patriarcado,

    descalifica toda la poltica y el sistema pluralista mismo, impone sumisin a los poderes legtimos

    de los estados, emite juicios infundados sin espacio de respuesta nacional, fuerza la sancin de

    leyes represivas, inconstitucionales y contrarias a los tratados internacionales de derechos

    humanos, refuerza los prejuicios sociales negativos, se hace eco de conceptos elitistas, no es

    comparable con la manipulacin que de una vctima (muerta) haca una fuerza o corriente poltica

    hace setenta aos para desacreditar a un gobierno y forzarlo a defenderse proponiendo medidas

    que, en definitiva, no se concretaron en leyes.-

    (La crueldad con la vctima es nueva) Por otra parte, manipular la imagen de un muerto no puede

    lesionarlo, pero la manipulacin de un deudo, en forma que claramente interrumpe un proceso de

    elaboracin del duelo, para dejarlo luego librado a su suerte cuando su condicin de vctima/hroe

    se esfuma ante la indiferencia total de los mismos medios masivos que lo erigieron, es muestra de

    una crueldad e inhumanidad desconocida en los fenmenos anlogos del siglo pasado.-

    Queda claro que se trata de un fenmeno nuevo y alarmante, que no slo provoca caos en la

    legislacin penal y hace naufragar cualquier poltica criminal racional y democrtica15, sino que

    tambin sacrifica la salud mental de la vctima que elige para erigirla en hroe.-

    (La criminologa no puede desentenderse) Entendemos que nuestra ciencia no puede pasar por

    alto el significado de este fenmeno novedoso. La criminologa se ha olvidado de los genocidios,

    ha omitido largamente su investigacin, quiz por considerarlos demasiado cercanos a la poltica.

    De ese modo, ha estado ausente ante el ms grave de los crmenes, pese a los millones de

    vctimas que cobr en el curso del siglo pasado 16. Sera terrible -y fatal para nuestro destino como

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    cientficos- que por estar imbricado en la poltica coyuntural ahora callsemos un fenmeno que

    amenaza a las instituciones democrticas, a la vigencia de los derechos humanos y que, adems,

    importa un increble grado de crueldad psquica para las vctimas. Sera muy penoso que tambin

    los criminlogos se sintiesen atemorizados ante los desplantes de las vctimas/hroes, olvidando

    que nuestra tarea no est condicionada por los medios de comunicacin masiva ni por la

    aprobacin de ninguna mayora electoral.-

    (El descuartizamiento psquico de las vctimas) Hace siglos -no muchos, por cierto- se

    descuartizaba a los asesinos en las plazas pblicas, lo que constitua un acto de evidente crueldad,

    que no haca ms que reafirmar el poder del soberano absoluto y la pretensin de atemorizar a los

    disidentes y a los marginales. Ahora esta nueva forma de manipulacin descuartiza psquicamente

    a las vctimas cuando ya no les sirven como hroes e impone temor al soberano.-

    Hasta el presente parece que se est pasando por alto que la actual sociedad meditica y la propia

    lucha poltica, mientras declama su solidaridad con las vctimas y su dolor, se empea en

    demasiados casos en enfermarlas, fomentando todo lo necesario para interrumpir el proceso de

    reequilibrio psquico de esas personas.-

    (Se contradice con los mejores esfuerzos contemporneos) La preocupacin de la victimologa por

    resaltar la injusta distribucin de los riesgos de victimizacin, el empeo de quienes procuran

    caminos alternativos a la solucin punitiva de los conflictos, las investigaciones y experiencias

    acerca de la atencin de la salud mental de las vctimas, queda empaado por este fenmeno que

    amenaza la vida democrtica de nuestros pases.-

    En sntesis:

    (a) Est creciendo peligrosamente una marcada tendencia a manipular a algunas vctimas,

    explotando y profundizando su patologa mediante su elevacin a la condicin heroica.-

    (b) La manipulacin tiene resultados polticos que ponen en peligro al estado de derecho, contando

    con que en la actualidad las estructuras polticas son crecientemente dbiles y la comunicacin

    inversamente fuerte.-

    (c) Estas manipulaciones provocan un alivio pasajero a la vctima, pero en realidad constituyen una

    revictimizacin, bajo la forma de un verdadero cinismo victimizante.-

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    (*) Profesor Emrito y Director del Departamento de Derecho Penal y Criminologa . Facultad de

    Derecho. UBA.

    [1] Es sabido que el poder punitivo se caracteriza por la confiscacin de la vctima (que algunos

    llaman expropiacin), cuyo lugar usurpa desde hace casi un milenio el soberano, en cualquiera de

    sus formas polticas. La vctima dej de tener trato de persona, para pasar a ser un dato procesal,

    razn por la cual el modelo punitivo no es un modelo de solucin de conflictos, sino de ejercicio

    vertical de poder del soberano. En tiempo reciente se ha tratado por diversos medios de atenuar la

    posicin subordinada de la vctima con paliativos a la paradoja de su despersonalizacin (o

    cosificacin). Por otra parte, una importante corriente resucita las formas tradicionales de solucin

    de conflictos, tratando de adaptarlas a la civilizacin actual, bajo la forma de justicia restaurativa y

    de mediacin penal. En tanto que los primeros intentos no abandonan el modelo punitivo, los

    segundos se van alejando lentamente de l.

    [2] Cfr. Carolina Eliacheff- Daniel Soulez Lariviere, Il tempo delle vittime, Milano, 2008.

    [3] Corresponde el concepto freudiano de Durcharbeiten (cfr. Laplanche-Pontalis, Diccionario de

    Psicoanlisis, Barcelona, 1981, pg. 106).

    [4] V. Alessandro Del Lago, Non-persone. Lesclusione dei migranti in una societa globale, Milano,1999.

    [5] Lo observaba profticamente hace dcadas Roger-Grard Schwartzanberg, O Estado

    espetculo, Sao Paulo, 1978.

    [6] Cfr. Pierre Rosanvallon, La contrademocracia. La poltica en la era de la desconfianza, Buenos

    Aires, Manantial, 2007.

    [7] El reforzamiento de los prejuicios es la principal caracterstica de toda poltica volkischporque

    es indispensable para la construccin de un enemigo.

    8 David Rock y otros, La derecha Argentina. Nacionalistas, neoliberales, militares y clericales,

    Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 2001.

    9 Sobre este fenmeno y el caso Ayerza; Eduardo Aguirre, Historias de la mafia en la Argentina,

    Buenos Aires, 2000; Lila Caimari, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina,

    1880-1955, Buenos Aires 2004. Lila Caimari, Suceso de cinematogrficos aspectos Secuestro y

    espectculo enBuenos Aires de los aos treinta, en Lila Caimari (compiladora), La ley de los

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    profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940) Buenos Aires, 2007, pgs 209 y

    stes.

    10Producto de la recesin mundial de 1929 y que haba repercutido en la Argentina, siendo

    aprovechada por las fuerzas Armadas para quebrar la constitucionalidad, dando un golpe de

    estado el6 de septiembre de 1930, que derroc al presidente constitucional - Hiplito Irigoyen-

    Perteneciente a una fuerza popular, haba desembocado en una dictadura de tinte corporativista,

    encabezada por Jos Flix Uriburu, quien mediante intriga interna del ejrcito, fue remplazado-

    fraude mediante - por el Gral. Agustn P. Justo.

    11 Sobre este debate: JosPeco, la reforma penal en el senado de 1933,Instituto de Criminologa,

    Universidad Nacional de la Plata, Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales, Buenos Aires, 1936.

    12 V. Rodolfo Moreno (h), el problema penal (segunda edicin con un apndice), Buenos Aires,

    1933.

    13 Los detalles en Lucas Guagnini, Blumberg, en el nombre del hijo, Buenos Aires 2005.

    14 Sobre consideraciones y detalles acerca del fenmeno meditico y sus consecuencias penales:

    Carlos Alberto Elbert (Director), inseguridad, vctimas y victimarios. Argentina 2001/2007, Julio

    Csar Faira Editor, Montevideo- Buenos Aires, 2007.

    15 Aunque no se ha investigado adecuadamente, en el caso de 2004 es muy probable que la

    extrema publicidad dada asecuestros anteriores y luego a la vctima/hroe haya proyectado la

    imagen de este delito como un crimen muy rentable y de fcil ejecucin. Por cierto hubo una serie

    de secuestros y algunos con resultado letal. Es sabido que el secuestro es un crimen que requiere

    una organizacin criminal y que el practicado con medios precarios pone en ms serio peligro de

    muerte a la vctima. No sabemos cuntos secuestros precarios se habrn decidido como resultado

    de esta publicidad ni cuntas vctimas fatales habrn cobrado.

    16V. Wayne Morrison, Criminology, Civilization and the New World Order, Routledge- Cavendish,

    2006, pg. 93.

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