Desaparece La Tarjeta

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  • 7/31/2019 Desaparece La Tarjeta

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    Desaparece la tarjeta, no el pacienteEn pocas duras como sta, cuando no podemos olvidar los principios a los que nos debemos

    Aqu no hay rastro de demagogia: detrs de las leyes, escritas en el inevitable lenguaje

    fro y neutro, estn las historias en caliente de aquellos y aquellas con problemas desalud que experimentan el vrtigo de la incertidumbre; detrs de los eufemismos est la

    tragedia real del paciente joven con una enfermedad crnica que vino un da a nuestro

    pas, que trata hoy de abrirse camino y que no puede aguantarse las lgrimas cuando

    cuenta que ya est advertido en su centro de quesu mdico no podr atenderle en la quedebera ser la prxima cita.

    La entrada en vigor de la normapromulgada por el Gobierno espaol(Real D 16/2012)

    deja sin prestacin sanitaria a personas que hasta ahora habamos atendido en nuestras

    consultas porque su situacin es irregular. Y no deberamos mirar hacia otro lado,

    olvidarnos de nuestra lealtad al paciente y esperar a que las aguas se calmen. Los

    mdicos de familia, los que trabajamos en los centros de salud, en la puerta del sistema

    y vemos a diario a muchos pacientes, no podemos dejarles, de un da para otro,abandonados a su suerte por culpa de una ley que vulnera gravemente los principios

    ticos de beneficencia, justicia y no maleficencia. Habr nuevos extranjeros y esa ya es

    otra historia porque debern conocer las nuevas condiciones legales y atenerse a las

    consecuencias. Pero a los que ya hemos atendidos eran y son nuestros pacientes.Y subrayo lo de nuestros porque cuando una persona entra por la puerta y se sienta

    frente a ti es, desde ese momento, tu paciente independientemente del color de su piel,

    de su poder adquisitivo o de si tiene o no los papeles en regla. No hay gradacin

    posible: como mdico todos ellos son tuyos y lo son en la misma medida desde elpreciso instante en que empiezan a contarte lo que les pasa. Y es que hasta donde

    sabemos todos son personas y nuestra posicin sobre este asunto la venimos repitiendo,

    casi como un mantra, desde hace meses: tratamos personas, no asegurados.

    Cabe preguntarse si la asistencia sanitaria es o no un derecho

    fundamental de las personasUna manera de oponerse a lo que consideramos una medida inmoral e injusta pasa por

    ejercer nuestro derecho a la objecin de conciencia. Como presidente de una sociedad

    cientfica que representa a unos 20.000 profesionales de Atencin Primaria de toda

    Espaa y que anima pblicamente a objetar, creando incluso una red de mdicos

    objetores, confieso que me conmueve comprobar que cada vez ms colegas hacen suyas

    frases del documento de objecin: Mi lealtad con los pacientes hace que no sea posible

    faltar a mi deber tico profesional e incurrir en el abandono () Es mi voluntad poder

    seguir atendiendo a las personas que son mis pacientes y que no tienen permiso de

    residencia. Un documento que vamos a enviar al Colegio de Mdicos Provincial, al

    Servicio de Salud correspondiente (excepto Andalucia, Asturias, Catalunya y Euskadi) y

    a la Organizacin Mdica Colegial (OMC).

    El mismo da que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acudi al Congreso de los

    Diputados para informar de una nueva batera de recortes, subidas y supresiones,

    nosotros, los mdicos de familia, presentamos un documentotitulado Anlisis ticoante la retirada de asistencia sanitaria a inmigrantes sin permiso de residencia,elaborado por el Grupo de Trabajo de Biotica de la Sociedad Espaola de Medicina de

    Familia y Comunitaria (semFYC).

    Hago notar esa casual coincidencia porque en nuestro anlisis se indica precisamenteque si bien entendemos que hay una legitimidad por parte del Gobierno a la hora de

    http://www.boe.es/boe/dias/2012/04/24/pdfs/BOE-A-2012-5403.pdfhttp://www.boe.es/boe/dias/2012/04/24/pdfs/BOE-A-2012-5403.pdfhttp://objecion.semfyc.es/http://www.semfyc.es/pfw_files/cma/noticias/noticia/analisis_etico_retirada_asistencia_sanitaria.pdfhttp://www.semfyc.es/pfw_files/cma/noticias/noticia/analisis_etico_retirada_asistencia_sanitaria.pdfhttp://www.boe.es/boe/dias/2012/04/24/pdfs/BOE-A-2012-5403.pdfhttp://objecion.semfyc.es/http://www.semfyc.es/pfw_files/cma/noticias/noticia/analisis_etico_retirada_asistencia_sanitaria.pdf
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    establecer criterios para distribuir o priorizar las polticas pblicas, lo cierto es que los

    objetivos sociales generales incluidos en el prembulo del Real Decreto Ley chocan

    frontalmente contra una importante limitacin: deben respetar los derechos

    fundamentales de los individuos, aquellos que hacen referencia a la igual consideracin

    y respeto. Cabe por eso preguntarse si la asistencia sanitaria es o no un derecho

    fundamental de las personas. Si es as, habr que determinar cul es entonces sualcance. Y si no lo es, entonces la cuestin es cmo puede limitarse.

    El derecho a la proteccin de la salud, tal como figura en el artculo 43 de la

    Constitucin, no constituye un derecho fundamental, pero s se establece que sern los

    poderes pblicos quienes, con el objeto de protegerla, adopten las medidas oportunas

    para eliminar las deficiencias de salud, prevenir enfermedades y fomentar la educacin

    en estas materias. Hasta la fecha se ha procedido as con los ciudadanos extranjeros que

    arrastran una situacin administrativa irregular, ya sea voluntaria o sobrevenida.

    Los criterios utilizados no han respetado los mnimos de la

    Organizacin Mundial de la Salud

    Por tanto, nada que objetar al Gobierno de Rajoy cuando decide acotar la asistenciasanitaria hasta dar con la cantidad que considera ms adecuada. Sin embargo, los

    criterios utilizados para imponer dichas limitaciones no han respetado unos mnimos,

    que segn la Organizacin Mundial de la Salud (OMS), deben contemplar atencin

    urgente s, pero tambin de prevencin, medidas de salud pblica, servicios especiales

    para discapacitados y acceso a medicamentos esenciales. Cumplir esos mnimos nos

    parece una propuesta razonable y econmica. Porque a los que ya atisban en esta

    propuesta un aumento del gasto me apresuro a aclararles que pueden estar tranquilos:

    aparte de que se conseguiran ms garantas de proteccin para el resto de la sociedad en

    relacin a procesos infecciosos, se evitaran colapsos en los servicios de urgencia y se

    disminuira el gasto siempre mayor que supone derivar a los dispositivos urgentes, que

    son ms caros que la atencin primaria o la prevencin.Los mdicos no slo conocemos la crisis por los medios; sabemos de ella tambin

    porque la traen los pacientes a las consultas e incluso porque est afectando

    directamente a nuestros bolsillos. Pero precisamente es en pocas duras como sta,

    cuando no podemos olvidar los principios a los que nos debemos. Ahora que los

    profesionales vivimos como un verdadero conflicto el choque entre la lealtad que

    debemos al Servicio de Salud y la que merece nuestro paciente, optar por la segunda nos

    parece lo ms justo; de lo contrario, estaremos pasando por alto los valores que definen

    la labor que venimos realizando desde el primer da que nos pusimos la bata frente a un

    paciente.

    Falta muy poco para que los inmigrantes irregulares que han sido nuestros pacientes se

    queden sin tarjeta sanitaria. Pero que desaparezca la tarjeta sanitaria y las prestaciones

    que conlleva por orden del Gobierno no significa que ellos, los pacientes, nuestros

    pacientes, tambin desaparezcan. No podemos permitirlo. No hay presuncin alguna en

    esto: tenemos la fuerza, el coraje y la voluntad para cambiar las cosas y vamos a tratar

    de hacerlo.

    Las noticias sobre nuestro deseo de hacer prevalecer la lealtad al paciente por encima de

    cualquier otra consideracin genera, como era de esperar, reacciones de distinto signo.

    Afortunadamente muchas son de adhesin. Pero tambin las hay que nos animan a salir

    de la consulta y actuar por nuestra cuenta y riesgo si tan ticos nos mostramos. No

    somos una ONG y tampoco creemos en la caridad. Me he acordado estos das de

    Plcido, la gran pelcula de Luis Garca Berlanga. En aquella historia, que sedesarrollaba en una provincia espaola en los primeros aos sesenta, celebran en

    http://www.youtube.com/watch?v=mG_GnzmQ76Ehttp://cultura.elpais.com/cultura/2010/11/13/actualidad/1289602804_850215.htmlhttp://cultura.elpais.com/cultura/2010/11/13/actualidad/1289602804_850215.htmlhttp://www.youtube.com/watch?v=mG_GnzmQ76Ehttp://cultura.elpais.com/cultura/2010/11/13/actualidad/1289602804_850215.html
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    nochebuena una campaa cuya nombre lo dice todo: Siente a un pobre en su mesa. Losejemplos de hipocresa se suceden durante el metraje y cada uno piensa exclusivamente

    en lo suyo. Es una pelcula de hace cincuenta aos pero la vigencia de su mensaje es

    indudable: aqu no se trata de echar una mano, de tener grandes gestos, de ser caritativos

    con los que hasta ayer eran nuestros pacientes. Eso sera hipcrita e interesado; se trata

    simplemente de ser justos.El Doctor Josep Basora es presidente de la Sociedad Espaola de Medicina de Familia y

    Comunitaria (semFYC)