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Revista Virtual REDESMA Octubre 2011 Vol. 5(2) Prólogo: Desastres Naturales por Marthadina Mendizabal 1 1 Marthadina Mendizábal, Economista ambiental, tiene Maestrías de las Universidades La Sorbona y Católica de Chile. Es autora de diversos libros sobre temas ambientales.

Desastres naturales

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Revista Virtual REDESMAOctubre 2011Vol. 5(2)

Prólogo:Desastres Naturales

por Marthadina Mendizabal1

1 Marthadina Mendizábal, Economista ambiental, tiene Maestrías de las Universidades La Sorbona y Católica de Chile. Esautora de diversos libros sobre temas ambientales.

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Revista Virtual REDESMA - Octubre 2011 - Vol. 5(2)

Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 66 esta es una publicación de Cebem

Prólogo: Desastres Naturales [Marthadina Mendizábal Rivera]

E l presente número de la Revista está dedicado altema de Desastres Naturales relacionados con movi-mientos sísmicos (temblores, terremotos), el agua(tsunamis, tormentas e inundaciones), el aire(huracanes, tormentas de viento) con el suelo(deslizamientos de tierra, sequías); el fuego(incendios) y con plagas de toda índole. El medioambiente físico natural contra el medio ambientehumano: fuerzas de la naturaleza creada que contra-rrestan todo esfuerzo para avanzar en el desarrollohumano.

En general, todo aquello que toma por sorpresa a unapoblación, quiebra el orden establecido, desorganizael hábitat humano y el resto de vida, y trae cuantiosaspérdidas humanas y materiales.

Los seres humanos habitamos en un medio ambienteen el que enfrentamos todo tipo de amenazas natura-les… unos más que otros, dependiendo de la posibili-dad de ocurrencia, el grado de vulnerabilidad y lasmedidas de prevención adoptadas, sufrirán el impac-to. Pero estamos viendo cada vez mayor cantidad dedesastres que escapan al control de la humanidad;sólo podemos entender lo que sucede a partir de losimpactos ocurridos y minimizar los daños a partir deexperiencias pasadas.

Si empezamos por la raíz misma del problema, lainterpretación dependerá de la cosmovisión del mun-do que cada individuo y que cada sociedad tenga, ypor ende, de cómo se prepara para prevenir y minimi-zar el daño. Podemos ver los desastres como calami-dades tal como realmente ocurren en el lugar de loshechos a partir de lo que nos informan los medios decomunicación; o los científicos de las ciencias natu-rales y sociales en el marco del cambio climático;podemos discernir la responsabilidad diferenciada delos países cuando se trata de eventos supuestamenteocasionados por los mismos seres humanos… o in-

cluso interpretarlos a la luz del conocimiento de cul-turas ancestrales. Vivencia, conocimiento e informa-ción suficiente para comprender la manifestaciónfísica de los fenómenos, lamentar las pérdidas y to-mar las mejores medidas al alcance para minimizarlos daños de nuevos sucesos. Pero insuficiente paradesentrañar la verdadera dimensión de los fenómenosque tienen lugar en el escenario donde se desarrollala vida humana.

Ciertamente, descartando de plano lo místico y lomágico, podríamos interpretar los desastres a partirde una cosmovisión diferente, que capta estrictamen-te lo que necesita captar de la dimensión del proble-ma, desde una perspectiva que trasciende a todos lossistemas naturales -sin excepción- contenidos en labiosfera. En efecto, tenemos que reconocer conhumildad que la mente humana limitada, aún en eldespliegue de todo su potencial de capacidades físi-cas, mentales y espirituales comprende en el mejor delos casos, tan sólo la parte que le es permitido com-prender: insuficiente para hacerle frente con medioshumanos de que disponemos los seres humanos, perosuficiente para comprender que no hay nada en eluniverso que esté fuera del control del Dios Creador,y suficiente para albergar esperanzas para continuarla vida con identidad, pertenencia, esperanza y signi-ficado.

Tal cosmovisión tiene más que ver con una realidadsobrenatural dentro de la cual la humanidad existe ensu dimensión natural. No obstante, aunque ningunaobra o medida de mitigación humana será suficientepara brindar seguridad, los gobiernos, políticas, pla-nes y estrategias debieran privilegiar la prevención.Admitamos que las consecuencias de los desastresnaturales afectan el estado biopsíquico, social, cultu-ral y espiritual de las personas; y afectan también lainstitucionalidad, la estabilidad económica, las políti-cas que el país afectado está implementando… todaslas esferas de la vida en fin.

Entonces, una primera evidencia es que, dependiendode la magnitud de las calamidades naturales que sa-cuden los cimientos de nuestro planeta o modificanlas condiciones físicas del hábitat humano, aquellaspueden afectar a todos… a ricos y pobres, países in-dustrializados, en desarrollo, sociedades estancadas,poblaciones étnicas a las que ningún desarrollo habeneficiado, el medio ambiente construido y ecosiste-mas naturales en general.

Una segunda evidencia es que el impacto depende dela vulnerabilidad, la exposición de las poblaciones yde cuán preparada están las sociedades humanas parahacerles frente… Los ejemplos de impacto de terre-motos ocurridos en Chile y en Haití ponen bien claraesta diferencia. Muchas medidas de gestión de riesgode desastres se han adoptado en el mundo industriali-zado, pero paradójicamente, ni siquiera Japón contodos los recursos a disposición de una sociedad des-arrollada ha podido evitar el lamentable impactoacaecido meses atrás. Lo cierto es, que es mejor to-mar las previsiones al alcance de las posibilidades decada sociedad, que improvisar la atención cuando elhecho se ha consumado… con costos impensablespara todos. Los pronósticos no son alentadores, ytampoco lo son las capacidades de los países en me-nor nivel de desarrollo para hacerles frente, dado queno disponen de los recursos humanos, técnicos y fi-nancieros necesarios para prevenir, y menos paraatender los daños ocasionados.

La tercera evidencia es, que las ciudades son alta-mente vulnerables a los sismos y otros desastres natu-rales, y dentro de estas, las poblaciones socialmentemás desfavorecidas, -en particular, aquellas que estánubicadas en cercanía de fallas sísmicas, en el caso deterremotos, tsunamis-. Son vulnerables porque lasciudades siguen siendo más pobladas que el mediorural; pero en particular por las tendencias de la urba-nización y la desigualdad en la distribución del ingre-so en los países en desarrollo. En estos escenarios es

donde se revela la segregación social y espacial delas poblaciones urbanas, y en consecuencia, donde esmayor la vulnerabilidad de las poblaciones más po-bres que habitan en zonas no aptas para la urbaniza-ción y que no tienen acceso a servicios de infraes-tructura básica. Es claro que cualquier tipo de sismoy/o desastre natural en general, atrapa desprevenida alas poblaciones que, en las ciudades más grandeshabitan en zonas hacinadas, y por ende, el impacto entérminos de personas afectadas es mayor. El proble-ma se hace más agudo por la falta de planificaciónurbana, y por el cambio de planes acordes con visio-nes propias de los gobiernos.

Pero además de los sismos que también afectan apoblaciones rurales, las sequías empobrecen aún mása estos pobladores por la pérdida de cosechas, o, masallá del continente latinoamericano, las sequías extre-mas en el África; los incendios provocados o porcalor extremo en bosques… El rescate de culturas deotrora que ahora se conocen como agroecológicas,permite prevenir muchos daños en tierras destinadasa la agricultura.

En fin, aunque los desastres son impredecibles, nohay duda de que el nivel apropiado para la gestióndel riesgo es el nivel local. Es en éste donde existencapacidades que pueden aprovecharse para diseñarlas medidas de prevención y atención más apropiadasa la realidad específica y el contexto social; en estenivel se hallan los recursos humanos, capacidades,destrezas e ingenio para promover la resilienciahumana ante los desastres. En fin, en este nivel esdonde la participación informada se concreta, y don-de se desarrollan redes de solidaridad con un granefecto multiplicador en la reducción de la vulnerabili-dad.

La tarea obligada de prevención exige retomar lastareas de planificación en el marco de la gestión deriesgo. No obstante, no puede ser una tarea eventual

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 77 esta es una publicación de Cebem

Prólogo: Desastres Naturales [Marthadina Mendizábal Rivera]

E l presente número de la Revista está dedicado altema de Desastres Naturales relacionados con movi-mientos sísmicos (temblores, terremotos), el agua(tsunamis, tormentas e inundaciones), el aire(huracanes, tormentas de viento) con el suelo(deslizamientos de tierra, sequías); el fuego(incendios) y con plagas de toda índole. El medioambiente físico natural contra el medio ambientehumano: fuerzas de la naturaleza creada que contra-rrestan todo esfuerzo para avanzar en el desarrollohumano.

En general, todo aquello que toma por sorpresa a unapoblación, quiebra el orden establecido, desorganizael hábitat humano y el resto de vida, y trae cuantiosaspérdidas humanas y materiales.

Los seres humanos habitamos en un medio ambienteen el que enfrentamos todo tipo de amenazas natura-les… unos más que otros, dependiendo de la posibili-dad de ocurrencia, el grado de vulnerabilidad y lasmedidas de prevención adoptadas, sufrirán el impac-to. Pero estamos viendo cada vez mayor cantidad dedesastres que escapan al control de la humanidad;sólo podemos entender lo que sucede a partir de losimpactos ocurridos y minimizar los daños a partir deexperiencias pasadas.

Si empezamos por la raíz misma del problema, lainterpretación dependerá de la cosmovisión del mun-do que cada individuo y que cada sociedad tenga, ypor ende, de cómo se prepara para prevenir y minimi-zar el daño. Podemos ver los desastres como calami-dades tal como realmente ocurren en el lugar de loshechos a partir de lo que nos informan los medios decomunicación; o los científicos de las ciencias natu-rales y sociales en el marco del cambio climático;podemos discernir la responsabilidad diferenciada delos países cuando se trata de eventos supuestamenteocasionados por los mismos seres humanos… o in-

cluso interpretarlos a la luz del conocimiento de cul-turas ancestrales. Vivencia, conocimiento e informa-ción suficiente para comprender la manifestaciónfísica de los fenómenos, lamentar las pérdidas y to-mar las mejores medidas al alcance para minimizarlos daños de nuevos sucesos. Pero insuficiente paradesentrañar la verdadera dimensión de los fenómenosque tienen lugar en el escenario donde se desarrollala vida humana.

Ciertamente, descartando de plano lo místico y lomágico, podríamos interpretar los desastres a partirde una cosmovisión diferente, que capta estrictamen-te lo que necesita captar de la dimensión del proble-ma, desde una perspectiva que trasciende a todos lossistemas naturales -sin excepción- contenidos en labiosfera. En efecto, tenemos que reconocer conhumildad que la mente humana limitada, aún en eldespliegue de todo su potencial de capacidades físi-cas, mentales y espirituales comprende en el mejor delos casos, tan sólo la parte que le es permitido com-prender: insuficiente para hacerle frente con medioshumanos de que disponemos los seres humanos, perosuficiente para comprender que no hay nada en eluniverso que esté fuera del control del Dios Creador,y suficiente para albergar esperanzas para continuarla vida con identidad, pertenencia, esperanza y signi-ficado.

Tal cosmovisión tiene más que ver con una realidadsobrenatural dentro de la cual la humanidad existe ensu dimensión natural. No obstante, aunque ningunaobra o medida de mitigación humana será suficientepara brindar seguridad, los gobiernos, políticas, pla-nes y estrategias debieran privilegiar la prevención.Admitamos que las consecuencias de los desastresnaturales afectan el estado biopsíquico, social, cultu-ral y espiritual de las personas; y afectan también lainstitucionalidad, la estabilidad económica, las políti-cas que el país afectado está implementando… todaslas esferas de la vida en fin.

Entonces, una primera evidencia es que, dependiendode la magnitud de las calamidades naturales que sa-cuden los cimientos de nuestro planeta o modificanlas condiciones físicas del hábitat humano, aquellaspueden afectar a todos… a ricos y pobres, países in-dustrializados, en desarrollo, sociedades estancadas,poblaciones étnicas a las que ningún desarrollo habeneficiado, el medio ambiente construido y ecosiste-mas naturales en general.

Una segunda evidencia es que el impacto depende dela vulnerabilidad, la exposición de las poblaciones yde cuán preparada están las sociedades humanas parahacerles frente… Los ejemplos de impacto de terre-motos ocurridos en Chile y en Haití ponen bien claraesta diferencia. Muchas medidas de gestión de riesgode desastres se han adoptado en el mundo industriali-zado, pero paradójicamente, ni siquiera Japón contodos los recursos a disposición de una sociedad des-arrollada ha podido evitar el lamentable impactoacaecido meses atrás. Lo cierto es, que es mejor to-mar las previsiones al alcance de las posibilidades decada sociedad, que improvisar la atención cuando elhecho se ha consumado… con costos impensablespara todos. Los pronósticos no son alentadores, ytampoco lo son las capacidades de los países en me-nor nivel de desarrollo para hacerles frente, dado queno disponen de los recursos humanos, técnicos y fi-nancieros necesarios para prevenir, y menos paraatender los daños ocasionados.

La tercera evidencia es, que las ciudades son alta-mente vulnerables a los sismos y otros desastres natu-rales, y dentro de estas, las poblaciones socialmentemás desfavorecidas, -en particular, aquellas que estánubicadas en cercanía de fallas sísmicas, en el caso deterremotos, tsunamis-. Son vulnerables porque lasciudades siguen siendo más pobladas que el mediorural; pero en particular por las tendencias de la urba-nización y la desigualdad en la distribución del ingre-so en los países en desarrollo. En estos escenarios es

donde se revela la segregación social y espacial delas poblaciones urbanas, y en consecuencia, donde esmayor la vulnerabilidad de las poblaciones más po-bres que habitan en zonas no aptas para la urbaniza-ción y que no tienen acceso a servicios de infraes-tructura básica. Es claro que cualquier tipo de sismoy/o desastre natural en general, atrapa desprevenida alas poblaciones que, en las ciudades más grandeshabitan en zonas hacinadas, y por ende, el impacto entérminos de personas afectadas es mayor. El proble-ma se hace más agudo por la falta de planificaciónurbana, y por el cambio de planes acordes con visio-nes propias de los gobiernos.

Pero además de los sismos que también afectan apoblaciones rurales, las sequías empobrecen aún mása estos pobladores por la pérdida de cosechas, o, masallá del continente latinoamericano, las sequías extre-mas en el África; los incendios provocados o porcalor extremo en bosques… El rescate de culturas deotrora que ahora se conocen como agroecológicas,permite prevenir muchos daños en tierras destinadasa la agricultura.

En fin, aunque los desastres son impredecibles, nohay duda de que el nivel apropiado para la gestióndel riesgo es el nivel local. Es en éste donde existencapacidades que pueden aprovecharse para diseñarlas medidas de prevención y atención más apropiadasa la realidad específica y el contexto social; en estenivel se hallan los recursos humanos, capacidades,destrezas e ingenio para promover la resilienciahumana ante los desastres. En fin, en este nivel esdonde la participación informada se concreta, y don-de se desarrollan redes de solidaridad con un granefecto multiplicador en la reducción de la vulnerabili-dad.

La tarea obligada de prevención exige retomar lastareas de planificación en el marco de la gestión deriesgo. No obstante, no puede ser una tarea eventual

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Elementos conceptuales para laprevención y reducción dedaños originados por amenazassocionaturales:Análisis de 4 experiencias enAmérica Latina y el Caribe1

Eduardo Chaparro A.2 y Matías Renard R.3

1 Publicado en la Carta Circular No. 23 de 2005, de la Red de Cooperación en la Gestión Integral de Recursos Hídricos para elDesarrollo Sustentable de América Latina y El Caribe. Documento completo disponible en Cuadernos de la Cepal, No 91:http://www.eclac.org/cgi-bin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/1/23711/P23711.xml&xsl=/drni/tpl/p9f.xsl&base=/tpl/top-bottom.xslt

2 Geólogo, Consultor; Colombia, Santiago de Chile

3 Consultor de Eduardo Chaparro, Cepal

de tipo reactivo, ni figurar en el estrado de candidatospolíticos o un gobierno en particular, sino que debeser una política de Estado, una política de desarrollosostenible que trasciende a los gobiernos. La gestiónde riesgo parte de la evidencia que, aunque no seaposible evitar totalmente las amenazas naturales, esposible reducir los desastres; y en esta tarea el rol delas mujeres es tremendamente importante.

Estas y otras ideas son desarrolladas por los artículosseleccionados para el presente número sobre Desas-tres Naturales. Nuestro objetivo es como siempre,poner a disposición de gobiernos, profesionales, téc-nicos y comunidades, material suficiente para funda-mentar la formulación de políticas y facilitar la adap-tación a condiciones ambientales que amenazan todaslas dimensiones del desarrollo, la vida humana y losecosistemas en general. En este caso, buscamos queel material oriente a adoptar medidas concretas parareducir la vulnerabilidad de poblaciones que por sufragilidad social, económica, técnica y de localiza-ción del asentamiento, reciben la mayor severidad delos desastres naturales.

Al respecto, es oportuno destacar la labor de COSU-DE /Bolivia, dirigida a impulsar la Red Humanitariaen Bolivia y fortalecer las capacidades en 4 compo-nentes: (i) gobernabilidad local del riesgo a los desas-tres; (ii) adaptación al cambio climático en el sectorpúblico descentralizado; (iii) reducción de riesgosclimáticos en la producción agrícola e integración deltema de riesgos y adaptación al cambio climático enlos programas de COSUDE en Bolivia, y (iv) asisten-cia en preparación, respuesta y recuperación de de-sastres naturales.

Queremos agradecer en particular a nuestros colabo-radores, Eduardo Chaparro (Chile), Luis Salamanca yMaría Quispe (Bolivia), Lucio Muñoz (Canadá),entre otros muchos amigos asiduos de la Revista deREDESMA, pues el material que han preparado para

el presente número agrega enorme valor a este servi-cio que prestamos conjuntamente, sin otro interés queel de aprovechar la facilidad de los medios electróni-cos para contribuir a administrar bien el planeta yproteger a los grupos más vulnerables de nuestroplaneta. Y agradecer en fin, a nuestros auspiciadorespor el apoyo recibido para avanzar juntos en ese pro-pósito.

Prólogo: Desastres Naturales [Marthadina Mendizábal Rivera]