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Descartes Teoría Pauta de estudio El temario de teoría para la Selectividad 1. El método cartesiano: [MUY IMPORTANTE] 1.1. El ideal matemático de certeza [BASTANTE IMPORTANTE] 1.2. La duda metódica [MUY IMPORTANTE] 1.3. El criterio de verdad [MUY IMPORTANTE] 2. Concepto de idea en Descartes y sus tipos [BASTANTE IMPORTANTE] 3. Concepto de sustancia en Descartes y sus tipos [BASTANTE IMPORTANTE] 4. Demostración de la existencia de Dios y del mundo [BASTANTE IMPORTANTE] 5. Dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad [SECUNDARIO, pero hay que verlo] 6. Moral provisional [SECUNDARIO, pero hay que verlo] Breve referencia introductoria sobre el papel de Descartes en la historia de la filosofía De una manera muy general, toda la historia de la filosofía se puede dividir básicamente en 2 etapas: 1. En una primera etapa la filosofía se propone el estudio de la realidad de las cosas: a. Primero, la realidad de las cosas del mundo físico, material, de la naturaleza física. b. Después, la realidad de las cosas propias de los seres humanos (“los asuntos humanos”: cuestiones morales, políticas y sociales) y del propio ser humano, de la naturaleza humana (qué o cómo somos). 2. Pero, en una segunda etapa la filosofía ya no se pregunta directamente por la realidad de las cosas, sino por nuestro conocimiento de la realidad de las cosas: se cuestiona críticamente nuestra capacidad de conocer, que antes daba por supuesta. Por ello, a esta etapa se la puede llamar etapa crítica . Pues bien, ese giro en la filosofía, que supone una reflexión , es decir, un volverse de las cosas hacia nuestra consciencia interna sobre las cosas , se debe a Descartes. A ese giro que se produce en la filosofía de Descartes lo podemos llamar giro crítico o giro epistemológico, pues se centra en la revisión o el estudio de nuestra capacidad de conocimiento. 2 ejemplos para percibir el sentido de este giro y su importancia: 1. Antes, la filosofía se servía de nuestra observación o experiencia para estudiar sobre todo las cosas externas que nos rodean. Con Descartes, en cambio, la filosofía se vuelve intro spectiva: es decir, es reflexiva, subjetiva, se centra en explorar lo que sucede dentro de nuestra mente cuando conocemos o creemos estar conociendo cosas

Descartes Teoría

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Page 1: Descartes Teoría

Descartes – Teoría

Pauta de estudio

El temario de teoría para la Selectividad

1. El método cartesiano: [MUY IMPORTANTE]

1.1. El ideal matemático de certeza [BASTANTE IMPORTANTE] 1.2. La duda metódica [MUY IMPORTANTE]

1.3. El criterio de verdad [MUY IMPORTANTE] 2. Concepto de idea en Descartes y sus tipos [BASTANTE IMPORTANTE] 3. Concepto de sustancia en Descartes y sus tipos [BASTANTE IMPORTANTE]

4. Demostración de la existencia de Dios y del mundo [BASTANTE IMPORTANTE] 5. Dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad [SECUNDARIO, pero hay que verlo]

6. Moral provisional [SECUNDARIO, pero hay que verlo]

Breve referencia introductoria sobre el papel de Descartes en la

historia de la filosofía De una manera muy general, toda la historia de la filosofía se puede dividir básicamente en 2

etapas:

1. En una primera etapa la filosofía se propone el estudio de la realidad de las cosas:

a. Primero, la realidad de las cosas del mundo físico, material, de la naturaleza

física.

b. Después, la realidad de las cosas propias de los seres humanos (“los asuntos

humanos”: cuestiones morales, políticas y sociales) y del propio ser humano,

de la naturaleza humana (qué o cómo somos).

2. Pero, en una segunda etapa la filosofía ya no se pregunta directamente por la realidad

de las cosas, sino por nuestro conocimiento de la realidad de las cosas: se cuestiona

críticamente nuestra capacidad de conocer, que antes daba por supuesta. Por ello, a

esta etapa se la puede llamar etapa crítica.

Pues bien, ese giro en la filosofía, que supone una reflexión, es decir, un volverse de las cosas

hacia nuestra consciencia interna sobre las cosas, se debe a Descartes. A ese giro que se

produce en la filosofía de Descartes lo podemos llamar giro crítico o giro epistemológico, pues

se centra en la revisión o el estudio de nuestra capacidad de conocimiento.

2 ejemplos para percibir el sentido de este giro y su importancia:

1. Antes, la filosofía se servía de nuestra observación o experiencia para estudiar sobre

todo las cosas externas que nos rodean. Con Descartes, en cambio, la filosofía se

vuelve introspectiva: es decir, es reflexiva, subjetiva, se centra en explorar lo que

sucede dentro de nuestra mente cuando conocemos o creemos estar conociendo cosas

Page 2: Descartes Teoría

externas… Es una filosofía reflexiva, mental, subjetiva, interna… no una filosofía de

cosas, de realidades del mundo…

2. Hasta Descartes, la palabra ‘idea’ no era mental o subjetiva, sino que se refería, sobre

todo en Platón, al principio metafísico real de las cosas (idea como modelo o patrón

ideal de las cosas, de su perfección: p. ej. ‘idea o ideal de Justicia…’ o la ‘Idea del Bien’

como patrón general de todo el orden de la realidad). ‘Idea’ es aquello según lo cual

todo está hecho y funciona: es claramente anterior a nuestra mente, pero, según

Platón, también es anterior y externa a la mente del creador o formador del mundo.

Para Platón, las ideas son reales, ¡lo real! , metafísicas, y están en un mundo aparte de

este mundo físico o del mundo de nuestra mente: el mundo de las ideas (de los

principios de la realidad). Sin embargo, con Descartes, la palabra ‘idea’ pasa a

entenderse por primera vez como la entendemos hoy, es decir, como concepto o

contenido de nuestra mente (‘tengo una idea…’).

Con Descartes, la filosofía de la mente, del conocimiento, el estudio sobre nuestras

capacidades, o no, de conocer, se convierte en primordial: lo primero que hay que estudiar, y

lo fundamental (de ello depende el valor real de todos los demás estudios de la filosofía).

A modo de Introducción general, es útil leer: - Del Capítulo I Contexto histórico,

o los dos primeros párrafos introductorios. o el apartado 2 Reforma y Contrarreforma.

o el apartado 4 Crisis de la cultura medieval. —Sirve para entender mejor la Primera parte del texto de Descartes.

- Del Capítulo II Contexto filosófico y científico,

o el párrafo introductorio del apartado 3 La Nueva Ciencia o el subapartado 3.2 Causas de la Revolución científica o el apartado 4 Consecuencias filosóficas de la Nueva Ciencia

o el apartado 5 La reflexión sobre el método. —Algo extenso, pero muy conveniente e interesante de leer (de gran utilidad para muchas cuestiones).

Muy importante: - Del Capítulo III La filosofía de Descartes , leer muy atentamente el apartado 1

completo: El problema del conocimiento en el siglo XVII: Racionalismo y Empirismo y Objetivo y punto de partida de la filosofía cartesiana.

Desarrollo de los temas en el libro de texto de la Editorial Diálogo

El método cartesiano: Ideal matemático de certeza En la Primera parte del texto de Descartes, éste nos expone cómo dudaba de todos los saberes

excepto de las matemáticas. Éste es el único saber que parece ofrecernos conocimientos

verdaderos absolutamente ciertos. Y Descartes considera que la diferencia con los demás

saberes está en el método. Así, Descartes se propondrá aplicar el método matemático a los

demás saberes, y concretamente a la filosofía.

Page 3: Descartes Teoría

A modo de Introducción, leer la Primera parte del texto de Descartes, sobre las ciencias, y el apartado 2 del Capítulo III del libro, que trata sobre Los principios del conocimiento. Ahí habla, además, de ‘intuición’ y ‘deducción’ (2.1 Los 2 modos del conocimiento humano), a los que luego se referirá en las reglas 2 y 3 del método.

Esencial: - Ver Capítulo III La filosofía de Descartes: apartado 3 El método: ideal matemático de

certeza. Incluyendo 3.1 Las 4 reglas del método.

- Leer la Segunda parte del texto de Descartes, que trata sobre las reglas. - Ver el término ‘Método’ en el Vocabulario final del texto. - Ver los términos ‘Intuición’ y ‘Deducción’ en el Vocabulario, al final del libro de texto. Es

importante tener en cuenta que, para Descartes, ‘Intuición’ no es sensible, ni tampoco algo imaginativo, sino ver claramente y directamente, sin la menor duda, las cosas (ideas) con la mente.

La duda metódica El escepticismo es una filosofía de la duda, de la incertidumbre, de la inseguridad permanente

en el conocimiento… Se trata de una filosofía antigua, griega y romana, que resurgió con el

Renacimiento, influyendo en la filosofía de Descartes. Sin embargo, ésta no es escéptica , sino

todo lo contrario: Descartes busca en su filosofía justamente lo contrario, evitar el

escepticismo, salir de las dudas, encontrar certezas absolutas, y, siguiendo su método, cree

haberlas encontrado definitivamente. Su filosofía, por tanto, no es escéptica, pero tampoco lo

opuesto: dogmática. Pues, aunque cree haber llegado a ese tipo de certezas, no lo hace

dogmáticamente (sin dar justificaciones), sino críticamente, es decir, de una manera

justificada, mediante un método, sea por intuición o por demostración. La filosofía de

Descartes es, por tanto, una filosofía crítica.

Aunque en Descartes aparecen momentos de ‘duda’, ésta es metódica. Esto quiere decir que

se sirve de ella sólo como método para poner a prueba la verdadera certeza de nuestros

conocimientos: Descartes juega a dudar todo lo posible, para ver si así puede llegar a algo que

sea absolutamente indudable, fuera de toda duda (busca, por tanto, la certeza, aquello sobre

lo que no cabe duda). Según Descartes, todo aquello de lo que podamos dudar, no es del todo

cierto (seguro); o, a la inversa, sólo es completamente cierto aquello de lo que no podemos

dudar. No es que Descartes dude de verdad, sino que llega incluso a fingir la duda, con tal de

que sea simplemente posible. Y así, por ejemplo, finge poder dudar de que seamos capaces de

distinguir si estamos despiertos o dormidos, o finge incluso la posibilidad de que, en vez de

habernos creado un Dios bueno, dotándonos de una capacidad de conocer efectivamente la

realidad, nos pudiera haber creado un genio maligno, dotándonos de una aparente capacidad

de conocer que, en realidad, no hace más que engañarnos. Y, fingiendo dudar de esa manera

tan extrema, al final llega a la conclusión de que podemos dudar de cualquier contenido de

conocimiento, en definitiva, de todo, pero nunca de la propia actividad de dudar, o pensar…

ese contenido, al menos mientras lo estamos haciendo: puedo dudar de si estoy despierto o

dormido, pero no me puede caber la menor duda de que lo estoy dudando…, al menos

mientras lo dudo… Nuestra consciencia puede estar engañada en lo que piensa, pero no en el

hecho de que está pensando eso.

Page 4: Descartes Teoría

A modo de Introducción, conviene leer primero, dentro del Capítulo II del libro “Contexto filosófico y científico”, el apartado 2 Escepticismo renacentista.

Esencial: - El tema de La duda metódica está desarrollado en el subapartado 3.2 del Capítulo III

del libro. —Es importante distinguir los tres niveles de duda (cada vez más ‘exagerada’, hasta llegar a ser puramente ficticia…).

- Esta materia no está presente del todo en el propio Discurso del método, sino en otra obra suya: las Meditaciones metafísicas, en la “Primera meditación”, donde desarrolla con el siguiente texto la primera regla del método, que busca como ‘evidente’ sólo

aquello «que no tuviese ninguna ocasión de ponerlo en duda» (cfr. Cuarta parte del Discurso del método, párrafo [1]).

- Ver el término ‘Duda’ en el Vocabulario final del libro de texto.

- Ver el término ‘Certeza ’ en el Vocabulario del final del libro de texto. —No confundir con ‘Evidencia’. La certeza es subjetiva: p. ej. un creyente puede tener certeza de las

verdades de la fe (confía ciegamente en ellas). Sin embargo la evidencia es objetiva y fundamento de la verdad del conocimiento. La evidencia sólo se tiene por la intuición directa de la razón de una idea clara y distinta: no es fe, sino conciencia cierta

(racional) y objetiva de verdad. Todo lo evidente es cierto; pero no todo lo cierto, p. ej. la fe, es evidente.

TEXTO de las Meditaciones metafísicas (para lectura)

PRIMERA DE LAS MEDITACIONES SOBRE LA METAFÍSICA, EN LAS QUE SE DEMUESTRA L A

EXISTENCIA DE DIOS Y LA DISTINCIÓN DEL ALMA Y DEL CUERPO

Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como

verdaderas en la primera edad de mi vida y de cuán dudosas eran las que después

construí sobre aquéllas, de modo que era preciso destruirlas de raíz para comenzar

de nuevo desde los cimientos si quería establecer alguna vez un sistema firme y

permanente; con todo, parecía ser esto un trabajo inmenso, y esperaba yo una edad

que fuese tan madura que no hubiese de sucederle ninguna más adecuada para

comprender esa tarea. Por ello, he dudado tanto tiempo, que sería ciertamente

culpable si consumo en deliberaciones el tiempo que me resta para intentarlo. Por

tanto, habiéndome desembarazado oportunamente de toda clase de

preocupaciones, me he procurado un reposo tranquilo en apartada soledad, con el

fin de dedicarme en libertad a la destrucción sistemática de mis opiniones.

Para ello no será necesario que pruebe la falsedad de todas, lo que quizá nunca

podría alcanzar; sino que, puesto que la razón me persuade a evitar dar fe no

menos cuidadosamente a las cosas que no son absolutamente seguras e indudables

que a las abiertamente falsas, me bastará para rechazarlas todas encontrar en cada

una algún motivo de duda. Así pues, no me será preciso examinarlas una por una,

lo que constituiría un trabajo infinito, sino que atacaré inmediatamente los

principios mismos en los que se apoyaba todo lo que creí en un tiempo, ya que,

excavados los cimientos, se derrumba al momento lo que está por encima

edificado.

Page 5: Descartes Teoría

1er nivel de duda.— Todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto

lo he percibido de los sentidos o por los sentidos; he descubierto, sin embargo, que

éstos engañan de vez en cuando y es prudente no confiar nunca en aquellos que

nos han engañado aunque sólo haya sido por una sola vez. Con todo, aunque a

veces los sentidos nos engañan en lo pequeño y en lo lejano, quizás hay otras cosas

de las que no se puede dudar aun cuando las recibamos por medio de los mismos,

como, por ejemplo, que estoy aquí, que estoy sentado junto al fuego, que estoy

vestido con un traje de invierno, que tengo este papel en las manos y cosas por el

estilo. ¿Con qué razón se puede negar que estas manos y este cuerpo sean míos? A

no ser que me asemeje a no sé qué locos cuyos cerebros ofusca un pertinaz vapor

de tal manera atrabiliario que aseveran en todo momento que son reyes, siendo en

realidad pobres, o que están vestidos de púrpura, estando desnudos, o que tienen

una jarra en vez de cabeza, o que son unas calabazas, o que están creados de vidrio;

pero ésos son dementes, y yo mismo parecería igualmente más loco que ellos si me

aplicase sus ejemplos.

2º nivel de duda [sobre la realidad del mundo externo].— Perfectamente, como si yo

no fuera un hombre que suele dormir por la noche e imaginar en sueños las

mismas cosas y a veces, incluso, menos verosímiles que esos desgraciados cuando

están despiertos. ¡Cuán frecuentemente me hace creer el reposo nocturno lo más

trivial, como, por ejemplo, que estoy aquí, que llevo puesto un traje, que estoy

sentado junto al fuego, cuando en realidad estoy echado en mi cama después de

desnudarme! Pero ahora veo ese papel con los ojos abiertos, y no está adormilada

esta cabeza que muevo, y consciente y sensible-mente extiendo mi mano, puesto

que un hombre dormido no lo experimentaría con tanta claridad; como si no me

acordase de que he sido ya otras veces engañado en sueños por los mismos

pensamientos. Cuando doy más vueltas a la cuestión veo sin duda alguna que estar

despierto no se distingue con indicio seguro del estar dormido, y me asombro de

manera que el mismo estupor me confirma en la idea de que duermo.

Pues bien: soñemos, y que no sean, por tanto, verdaderos esos actos particulares;

como, por ejemplo, que abrimos los ojos, que movemos la cabeza, que extendemos

las manos; pensemos que quizá ni tenemos tales manos ni tal cuerpo. Sin embargo,

se ha de confesar que han sido vistas durante el sueño como unas ciertas imágenes

pintadas que no pudieron ser ideadas sino a la semejanza de cosas verdaderas y

que, por lo tanto, estos órganos generales (los ojos, la cabeza, las manos y todo el

cuerpo) existen, no como cosas imaginarias, sino verdaderas; puesto que los

propios pintores ni aun siquiera cuando intentan pintar las sirenas y los sátiros con

las formas más extravagantes posibles, pueden crear una naturaleza nueva en

todos los conceptos, sino que entremezclan los miembros de animales diversos;

incluso si piensan algo de tal manera nuevo que nada en absoluto haya sido visto

que se le parezca ciertamente, al menos deberán ser verdaderos los colores con los

que se componga ese cuadro. De la misma manera, aunque estos órganos generales

(los ojos, la cabeza, las manos, etc.) puedan ser imaginarios, se habrá de reconocer al

menos otros verdaderos más simples y universales, de los cuales como de colores

Page 6: Descartes Teoría

verdaderos son creadas esas imágenes de las cosas que existen en nuestro

conocimiento, ya sean falsas, ya sean verdaderas.

A esta clase parece pertenecer la naturaleza corpórea en general en su extensión, al

mismo tiempo que la figura de las cosas extensas. La cantidad o la magnitud y el

número de las mismas, el lugar en que estén, el tiempo que duren, etc.

En consecuencia, deduciremos quizá sin errar de lo anterior que la física, la

astronomía, la medicina y todas las demás disciplinas que dependen de la

consideración de las cosas compuestas, son ciertamente dudosas, mientras que la

aritmética, la geometría y otras de este tipo, que tratan sobre las cosas más simples

y absolutamente generales, sin preocuparse de si existen en realidad en la

naturaleza o no, poseen algo cierto e indudable, puesto que, ya esté dormido, ya

esté despierto, dos y tres serán siempre cinco y el cuadrado no tendrá más que

cuatro lados; y no parece ser posible que unas verdades tan obvias incurran en

sospecha de falsedad.

3er nivel de duda [sobre la existencia de Dios].— No obstante, está grabada en mi

mente una antigua idea, a saber, que existe un Dios que es omnipotente y que me

ha creado tal como soy yo. Pero, ¿cómo puedo saber que Dios no ha hecho que no

exista ni tierra, ni magnitud, ni lugar, creyendo yo saber, sin embargo, que todas

esas cosas no existen de otro modo que como a mí ahora me lo parecen? ¿E incluso

que, del mismo modo que yo juzgo que se equivocan algunos en lo que creen saber

perfectamente, así me induce Dios a errar siempre que sumo dos y dos o numero

los lados del cuadrado o realizo cualquier otra operación [matemáticas] si es que se

puede imaginar algo más fácil todavía? Pero quizá Dios no ha querido que yo me

engañe de este modo, puesto que de él se dice que es sumamente bueno; ahora

bien, si repugnase a su bondad haberme creado de tal suerte que siempre me

equivoque, también parecería ajeno a la misma permitir que me engañe a veces; y

esto último, sin embargo, no puede ser afirmado.

Habrá quizás algunos que prefieran negar a un Dios tan potente antes que suponer

todas las demás cosas inciertas; no les refutemos, y concedamos que todo este

argumento sobre Dios es ficticio; pero ya imaginen que yo he llegado a lo que soy

por el destino, ya por casualidad, ya por una serie continuada de cosas, ya de

cualquier otro modo, puesto que engañarse y errar parece ser una cierta

imperfección, cuanto menos potente sea el creador que asignen a mi origen, tanto

más probable será que yo sea tan imperfecto que siempre me equivoque. No sé qué

responder a estos argumentos, pero finalmente me veo obligado a reconocer que de

todas aquellas cosas que juzgaba antaño verdaderas no existe ninguna sobre la que

no se pueda dudar, no por inconsideración o ligereza, sino por razones fuertes y

bien meditadas. Por tanto, no menos he de abstenerme de dar fe a estos

pensamientos que a los que son abiertamente falsos, si quiero encontrar algo cierto.

Con todo, no basta haber hecho estas advertencias, sino que es preciso que me

acuerde de ellas; puesto que con frecuencia y aun sin mi consentimiento vuelven

mis opiniones acostumbradas y atenazan mi credulidad, que se halla como ligada a

ellas por el largo y familiar uso; y nunca dejaré de asentir y confiar habitualmente

en ellas en tanto que las considere tales como son en realidad, es decir, dudosas en

Page 7: Descartes Teoría

cierta manera, como ya hemos demostrado anteriormente, pero, con todo, muy

probables, de modo que resulte mucho más razonable creerlas que negarlas. En

consecuencia, no actuaré mal, según confío, si cambiando todos mis propósitos me

engaño a mí mismo y las considero algún tiempo absolutamente falsas e

imaginarias, hasta que al fin, una vez equilibrados los prejuicios de uno y otro lado,

mi juicio no se vuelva a apartar nunca de la recta percepción de las cosas por una

costumbre equivocada; ya que estoy seguro de que no se seguirá de esto ningún

peligro de error, y de que yo no puedo fundamentar más de lo preciso una

desconfianza, dado que me ocupo, no de actuar, sino solamente de conocer.

Supondré, pues, que no un Dios óptimo, fuente de la verdad, sino algún genio

maligno de extremado poder e inteligencia pone todo su empeño en hacerme errar;

creeré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todo lo

externo no son más que engaños de sueños con los que ha puesto una celada a mi

credulidad; consideraré que no tengo manos, ni ojos, ni carne, ni sangre, sino que lo

debo todo a una falsa opinión mía; permaneceré, pues, asido a esta meditación y de

este modo, aunque no me sea permitido conocer algo verdadero, procuraré al

menos con resuelta decisión, puesto que está en mi mano, no dar fe a cosas falsas y

evitar que este engañador, por fuerte y listo que sea, pueda inculcarme nada. Pero

este intento está lleno de trabajo, y cierta pereza me lleva a mi vida ordinaria; como

el prisionero que disfrutaba en sueños de una libertad imaginaria, cuando empieza

a sospechar que estaba durmiendo, teme que se le despierte y sigue cerrando los

ojos con estas dulces ilusiones, así me deslizo voluntariamente a mis antiguas

creencias y me aterra el despertar, no sea que tras el plácido descanso haya de

transcurrir la laboriosa velada no en alguna luz, sino entre las tinieblas

inextricables de los problemas suscitados.

El criterio de verdad El criterio de verdad viene formulado en la 1ª regla del método: es la evidencia, y se

caracteriza o reconoce por la claridad y la distinción que nos produce en nuestra mente.

Verdadero es lo que es evidente; y es evidente aquello que percibimos como claro y distinto,

de manera que no nos cabe la menor duda acerca de ello (supera el escepticismo). Sólo la

claridad y la distinción detiene el uso metódico de la duda; es decir, sólo puedo aceptar como

cierto, indudable, imposible de dudar, lo que me resulta evidente, esto es, lo que percibo con

claridad y distinción.

No se debe confundir la claridad (interna) de la idea con su distinción (externa: respecto de

otras). La claridad de la idea por sí misma es su transparencia: se refiere a su presencia ante la

mente, en la intuición, y en presente. Se distingue p. ej. del recuerdo, que es vago, oscuro… y,

por tanto, más dudoso. Una idea clara produce una impresión en la mente, es viva…

indudable: podemos ver su estructura interna, sus partes o aspectos… La distinción, en

cambio, es la definición o precisión de la idea, es decir, su separación cierta respecto de otras

similares, para evitar la confusión. La distinción nos muestra el perfil de la idea. Una idea

Page 8: Descartes Teoría

puede ser clara y no ser del todo distinta (no estar bien definida); sin embargo, una idea, para

ser distinta, antes tiene que ser clara: la distinción se añade a la claridad de la idea.

Y la primera verdad (primera certeza absoluta) que resiste todos los intentos del uso metódico

de la duda es la referida al final del epígrafe anterior: que, aunque puedo dudar de todo

contenido de mi mente, sin embargo, de lo que no puedo dudar en ningún caso, porque es

evidente a mi propia conciencia, es de que estoy dudando… Esto es lo que suele llamarse “el

cogito”. ‘Cogito ’ quiere decir ‘pienso’, en primera persona y en presente: puedo dudar de la

verdad de todo lo que yo pienso (de todo contenido de pensamiento), pero no de que de

hecho lo estoy pensando… al menos, mientras lo pienso. —Si yo pienso que tal, podría ser falso

que tal, pero no, al menos, que lo estoy pensando… Aún cuando piense que todo sea falso, al

menos sería verdad que lo pienso… Es decir, y de acuerdo con el giro crítico o epistemológico

que caracteriza la filosofía de Descartes, puedo dudar de todas las cosas, pero no de la

actividad de mi propia mente.

Esencial: - Este tema está desarrollado en el Capítulo III del libro, apartado 4 La formulación y

fundamentos del criterio de verdad. - Ver la Parte cuarta del Discurso del método, párrafos [1]-[3]. - Ver los términos ‘Claridad’ y ‘Distinción’ en el Vocabulario final del libro de texto.

- Ver el término ‘Evidencia’ en el Vocabulario final del libro de texto. —Distinguir de ‘Certeza’ y saber relacionar ambas (ver apartado anterior).

Concepto de ‘idea’ y tipos de ideas, en Descartes Ver más arriba, al inicio: Breve referencia introductoria sobre el papel de Descartes en la

historia de la filosofía, ejemplo 2 del giro crítico o epistemológico que se produce con

Descartes.

Para entender los tipos de ‘Ideas’:

1. ‘Adventicias’ quiere decir recibidas (a través de nuestros sentidos, que son los que nos

comunican con el exterior). Las ideas adventicias son, en realidad, las sensaciones que

nos producen las cosas, en la medida en que somos conscientes de ello.

2. ‘Facticias’ o ‘ficticias’ quiere decir concebidas (por nosotros mismos). Las ideas facticias

son, en realidad, los conceptos que elaboramos con nuestra mente.

3. ‘Innatas’: Descartes supone, por exclusión, que son innatas las ideas que tenemos,

pero que ni hemos recibido de fuera (mediante sensaciones), ni hemos podido hacer

nosotros mismos, pues desbordan nuestra capacidad mental (p. ej., según Descartes,

la idea de infinito…). Atribuye tales ideas a la dotación natural de nuestra mente por

parte del creador (ser infinito).

Para entender la realidad formal y la realidad objetiva de las ideas:

a) La realidad formal quiere decir la naturaleza de ‘idea’, el ser ‘idea’, no cosas

(externas), es decir, algo en nuestra mente, en nuestra consciencia. Las ideas, sean

adventicias, facticias o innatas, sea la de Dios, la del alma o la del mundo y las cosas

Page 9: Descartes Teoría

externas, todas ellas son formalmente ‘Ideas’, es decir, pensamientos, contenidos de

nuestra mente.

b) La realidad objetiva de las ideas quiere decir a qué (objetos o cosas) se refieren. Hay 3:

la idea de Dios, la de alma y la de un mundo externo o de las cosas externas.

Esencial: - Estudiar el Capítulo III, apartado 5 Concepto Cartesiano de idea y sus tipos. - Estudiar el término ‘Idea’ en el Vocabulario final del libro de texto.

Concepto de ‘sustancia’ y tipos de sustancias, en Descartes En la filosofía de Aristóteles (siglo III a. C.), que era una filosofía de la sustancia, ‘sustancia’ era

principalmente “lo que existe (en sí mismo y) por sí mismo”. Es decir, algo así como ‘cosa’,

realidad en cierto modo singular e independiente de todas las demás, que tiene existencia

propia individual.

Sin embargo, con el giro crítico o epistemológico que se produce en la filosofía de Descartes,

‘sustancia’ pasa a significar principalmente, no lo que existe , sino “lo que concebimos (o

entendemos) que no tiene necesidad más que de sí mismo para existir”. Como se verá en el

siguiente apartado, para Descartes, en el caso de la Idea de Dios, su realidad objetiva es tan

perfecta (se supone que Dios es tan perfecto), que no sólo entendemos o concebimos que

existe por sí mismo, sino que, podemos concluir que efectivamente es así, que existe, es decir,

que necesariamente ha de existir, pues es inconcebible que lo que es perfecto, sin embargo, no

exista.

En realidad, esto sólo sucede con la Idea de Dios, y, por tanto, según Descartes, sólo Dios es

propiamente y plenamente ‘sustancia’. Todo lo demás no se concibe o existe por sí mismo,

sino, como se verá a continuación, sólo supuesto que exista Dios, el cual no es, por tanto, sólo

creador, sino además garante de mis conocimientos, de mi capacidad efectiva de conocer.

Sin embargo, Descartes considera también como sustancias (como realidades subsistentes por

sí mismas) el yo pensante, que se descubre a sí mismo como real (necesario, indudable), a

pesar de todos los intentos de duda, y el mundo externo , en la medida en que no dependen

de nada más que Dios.

A estas 3 sustancias, Descartes las llama: 1) sustancia infinita (Dios), 2) sustancia pensante (el

yo o alma) y 3) sustancia extensa (corpórea, material: el mundo externo). ‘Infinita’, ‘pensante’

y ‘extensa’ son 3 atributos diferentes por los que nosotros entendemos y distinguimos las 3

sustancias: Dios es infinito; el yo o el alma es pensante (res cogitans: la cosa que piensa); y las

cosas materiales del mundo externo son extensas (res extensa: las cosas extensas,

espaciotemporales).

Esencial: - Estudiar el Capítulo III, apartado 7.1 Teoría de la sustancia.

- Ver el término ‘Sustancia’ en el Vocabulario final del libro de texto. - Ver los términos ‘Pensamiento’ y ‘Extensión ’ en el Vocabulario final del libro de texto.

—Hay que tener en cuenta que, para Descartes, ‘pensamiento’ no es sólo lo que se

Page 10: Descartes Teoría

piensa, con la inteligencia o entendimiento, sino toda actividad consciente, de la conciencia, incluso sentir. Por otro lado, ‘extenso’ es lo que existe en el espacio

(espacial).

Demostración de la existencia de Dios y del mundo Partir del concepto de ‘Sustancia’ como concepto que, en realidad, sólo es apropiado para

referirse a Dios: sólo cuando se trata de él, concebirle como perfecto nos lleva a concluir que

necesariamente ha de existir —Ver apartado anterior.

Después, exponer los 3 argumentos empleados por Descartes:

1) Si tengo la Idea de Infinito y yo no soy infinito, entonces es que existe un ser infinito

que ha puesto esa idea en mi mente.

2) Sólo Dios puede ser causa de la Idea de perfección que tengo.

3) El argumento ontológico, que es el que deduce la existencia de su perfección (si es

perfecto, debe tener también la perfección de existir).

Luego, hablar de cómo nuestra certeza de la existencia de Dios garantiza el criterio de verdad,

permitiéndonos superar el tercer y máximo nivel de duda metódica, que se basaba en la mera

hipótesis ficticia de la existencia de un genio maligno en lugar de Dios.

Y, finalmente, mostrar cómo, a partir de ello, se puede pasar a demostrar o restituir la

existencia del mundo externo: las cosas que siento como externas deben existir fuera, pues,

de lo contrario, nuestro conocimiento sería engañoso, lo cual no concuerda con la Idea de un

Dios perfecto, bueno y creador (lo contrario que un genio maligno).

Esencial: - Estudiar el Capítulo III, apartado 6.1 Argumentos para la demostración de la

existencia de Dios, y el apartado 7 sobre la existencia del mundo externo. - Leer la Parte cuarta del texto de Descartes.

Dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad El mecanicismo es la imagen del mundo, del universo, como una máquina, es decir, como un

compuesto donde todo se explica por la transmisión continua del movimiento, siguiendo leyes

universales y necesarias. En el mecanicismo, los fenómenos de la naturaleza se explican como

predeterminados causalmente, necesariamente, es decir, de manera inevitable, por los

fenómenos anteriores conectados con ellos. Se proyecta sobre la naturaleza una necesidad

análoga a la que se produce en las deducciones lógicas, que sirve para predecir

acontecimientos.

Esta mecánica se supone que tiene vigencia en todo el universo material. Por ello, en la

medida en que el ser humano tiene una dimensión corporal, material, también debe verse

sometido a las leyes necesarias de la física. Y esto es lo que plantea el problema de la libertad:

¿¡cómo es posible que seamos libres si todos los movimientos de nuestro cuerpo se han de

suponer predeterminados natural o físicamente!?

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Al aplicar la duda metódica y tratar de encontrar el primer principio indudable de la filosofía,

se ha visto que éste consiste en la propia autoconsciencia de la mente mientras piensa, duda,

siente… de manera que resulta evidente el yo, el sujeto , pero sólo en tanto que alma

pensante (res cogitans), sin estar por ello aún seguro de su propia corporalidad. Hemos visto

que ésta sólo se recupera como cierta, se demuestra, junto con el resto de las cosas materiales

(res extensa), cuando estamos seguros de que existe Dios como creador, que nos ha dado una

capacidad de conocer eficiente y no engañosa (como podría haber hecho un genio maligno).

El problema de la libertad se soluciona con la aplicación de la teoría de las dos sustancias

(aparte de la Sustancia Dios) a la concepción del ser humano, y en eso consiste el dualismo

antropológico: el ser humano se compone de las dos sustancias, que son, el pensamiento

(alma) y la materia extensa (cuerpo). Según Descartes, las sustancias son completamente

independientes. Por ello, el hecho de que el ser humano esté compuesto de dos sustancias

independientes permite que, mientras el cuerpo está sometido a las leyes mecánicas de la

naturaleza, donde no cabe la libertad, en cambio, el alma puede ser completamente libre,

independiente del cuerpo , hasta el punto de que puede llegar a existir sin él. Así, la libertad

sólo se da en el ámbito del pensamiento y la voluntad , pero no en el ámbito corporal.

El problema es, entonces, cómo se relacionan o comunican ambas sustancias , pues nuestras

acciones libres, aunque son pensadas y decididas por el entendimiento y la voluntad, sin

embargo, su ejecución implica normalmente al cuerpo. Para ello, Descartes lanza la hipótesis

de que el alma comunica con el cuerpo en un punto, en la zona baja del cerebro, que es la

glándula pineal. Pero también trata de explicar esa comunicación mediante la teoría de las

pasiones. Las pasiones del cuerpo afectan al alma y suelen enfrentarse a la razón y la voluntad,

que son facultades del alma. La razón debe proporcionar conocimiento y juicio para que la

voluntad pueda conducir nuestra vida, teniendo en cuenta, pero por encima de las pasiones.

En la lucha del alma por controlar las pasiones interviene la libertad. Ésta se limita al ámbito

del alma (no material, no extensa, al margen de las leyes de la física). El entendimiento es la

facultad del alma de pensar y tener intuiciones verdaderas, directas. La voluntad , en cambio,

es la facultad de afirmar o negar, y en ello es en lo que nos podemos equivocar, y

precisamente en eso consiste la libertad. Es la voluntad la que puede precipitarse en el juicio o

excederse en la prevención (escepticismo), y entonces cae en el error.

La libertad es la característica esencial de la voluntad, y supone la máxima perfección del ser

humano, gracias a la cual podemos calificar sus acciones como buenas o malas. Y es e vidente

que existe, como lo prueba la existencia del error.

La libertad es la indeterminación de nuestro comportamiento. Sin embargo, en aquella época,

los luteranos defendían la predestinación del ser humano, la idea de que Dios por su

omnipotencia debía conocer también el comportamiento futuro de las personas. —Según

Descartes, que Dios conozca (prevea) nuestros comportamientos, no impide que sean libres,

pues con su conocimiento no nos obliga a actuar: sólo sabe lo que haríamos, y lo que de hecho

haremos, pero porque así lo queremos.

Para Descartes, la libertad es la capacidad de elegir por nosotros mismos entre diversas

opciones, pero no con indiferencia (como si fuera al azar), sino con pleno conocimiento por

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parte del entendimiento de lo que es verdadero y bueno. Es decir, la libertad no es la

independencia de la voluntad , sino, al contrario, la capacidad de someterse ésta por sí sola a

los dictados del entendimiento.

Esencial: - Estudiar el Capítulo III, apartado 7.3 La explicación mecanicista del mundo, y

apartado 8 El dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad.

Moral provisional Igual que Descartes deja en suspenso las verdades de la ciencia, del conocimiento, mientras

aplica su duda metódica, del mismo modo hace con las normas de la moral , del

comportamiento. Pero, con la diferencia de que, si bien en lo científico no pasa nada por

quedarse en suspenso temporalmente, en cambio, en el ámbito de la moral, que es el ámbito

del comportamiento, no es posible mantenerse sin actuar. Es por eso que, mientras no llegue a

una fundamentación firme, a su criterio, de las verdades de la moral, decide provisionalmente

dejarse llevar de la costumbre (principio de inercia…) y algunas normas más, que se resume en

las siguientes:

1. Mantenerse obediente a las leyes y costumbres de su país.

2. Ser constante, firme y decidido en sus acciones (no caer en la parálisis o indecisión del

escepticismo).

3. Vencerse uno a sí mismo antes que a la fortuna: lo primero está en mi mano

controlarlo; lo segundo no.

4. Mantenerse en el cultivo de la razón y avanzar en conocimiento siguiendo un método

eficaz.

Esencial: - Estudiar el Capítulo III, apartado 9 La moral provisional: una moral de moderación,

con sus apartados 9.1, que incluye las reglas de la moral provisional (importante) y 9.2.

- Importante: Leer la Parte tercera del texto de Descartes.