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Descubrimiento de América se usa habitualmente para referirse a la llegada a América de un grupo expedicionario español que, representando a los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, partieron desde el Puerto de Palos de la Frontera, comandados por Cristóbal Colón, y llegaron el viernes 12 de octubre de 1492 a una isla llamada Guanahani en lo que hoy es San Salvador (Bahamas). Los viajes de los portugueses a India siguiendo la costa Africana significaron un estímulo para otros navegantes europeos que creían que era posible llegar a las regiones del Asia oriental navegando hacia el oeste. Cristóbal Colón fue partidario de esta hipótesis. Apoyado por la monarquía española, organizó un viaje de exploración que lo condujo a la costa americana en 1492. Cristóbal Colón creía que había llegado al continente asiático, denominado por los europeos Indias y murió sin saber que había llegado a un continente desconocido por los europeos. los viajes realizados por Colón a América, el encuentro de los españoles con las distintas culturas americanas que habitaban esas tierras, así como las relaciones y conflictos inmediatos entre indígenas y españoles que ese encuentro produjo. Se trata de uno de los momentos cumbres de la historia universal porque significó el encuentro de dos mundos humanos que se habían desarrollado independientemente, sin que ninguno conociera la existencia del otro. Conquista de América fue la exploración, invasión, ocupación militar y colonización de parte del continente americano por algunas potencias europeas, de las cuales las principales fueron España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, a partir de la llegada de Colón a América el 12 de octubre de 1492 y que se mantuvo principalmente durante los siglos XV, XVI y XVII, aunque aún permanecen algunos enclaves coloniales en el presente.

Descubrimiento de América

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Descubrimiento de América se usa habitualmente para referirse a la llegada a América de un grupo expedicionario español que, representando a los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, partieron desde el Puerto de Palos de la Frontera, comandados por Cristóbal Colón, y llegaron el viernes 12 de octubre de 1492 a una isla llamada Guanahani en lo que hoy es San Salvador (Bahamas). Los viajes de los portugueses a India siguiendo la costa Africana significaron un estímulo para otros navegantes europeos que creían que era posible llegar a las regiones del Asia oriental navegando hacia el oeste. Cristóbal Colón fue partidario de esta hipótesis. Apoyado por la monarquía española, organizó un viaje de exploración que lo condujo a la costa americana en 1492. Cristóbal Colón creía que había llegado al continente asiático, denominado por los europeos Indias y murió sin saber que había llegado a un continente desconocido por los europeos.

los viajes realizados por Colón a América, el encuentro de los españoles con las distintas culturas americanas que habitaban esas tierras, así como las relaciones y conflictos inmediatos entre indígenas y españoles que ese encuentro produjo.

Se trata de uno de los momentos cumbres de la historia universal porque significó el encuentro de dos mundos humanos que se habían desarrollado independientemente, sin que ninguno conociera la existencia del otro.

Conquista de América fue la exploración, invasión, ocupación militar y colonización de parte del continente americano por algunas potencias europeas, de las cuales las principales fueron España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, a partir de la llegada de Colón a América el 12 de octubre de 1492 y que se mantuvo principalmente durante los siglos XV, XVI y XVII, aunque aún permanecen algunos enclaves coloniales en el presente.

Principales características de la conquista

A principio del siglo XVI, cuando solo las islas del caribe pertenecían a España, se organizaron desde allí las expediciones de conquista. Fueron iniciativa de personas particulares financiadas por comerciantes y banqueros. Los conquistadores debían obtener la autorización de los reyes para reclutar un ejército y conquistar un territorio determinado.

Los reyes legitimaban jurídicamente y reglamentaban la conquista y explotación de los territorios y de los pueblos.

Pero a fines del siglo XV la Corona de Castilla aprueba el proyecto colombino de navegación del Océano Atlántico hacia el Occidente como parte de la expansión en que se encontraba empeñada España y que incluía la búsqueda de oro y especies y de una ruta hacia las Indias Orientales. Las primeras tierras descubiertas fueron las de las Antillas y confundidas por Colón con tierras asiáticas. A pesar de esta confusión geográfica que se mantuvo hasta la primera década del siglo XVI, las Antillas fueron integradas como parte de los territorios que constituían el área de explotación europea de fines del siglo XV.

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El sometimiento de la población aborigen de la región del caribe se inicio en 1493 y se prolongo hasta 1520. Marcó los países que comprenden las antillas mayores y las costas del ismo de Panamá.

La primera fundación en las Antillas fue la ciudad de Santo Domingo, que se convirtió en el núcleo de la primitiva ocupación española de América organizándose como factoría comercial bajo la administración colombina. Conflictos originados por la lucha de intereses privados y estatales promovieron el reemplazo de Colón y la transformación de la factoría en colonia bajo la administración posterior. La experiencia de colonización en Santo Domingo, del mismo modo que la realizada anteriormente por España a mediados del siglo XV en las Canarias, resultó el primer ensayo de conquista y colonización española en América. Allí surgieron los puntos de partida de la administración colonial (cabildos, audiencias) que más tarde serían trasladadas al continente.

La colonización española de América fue parte de un proceso histórico más amplio, denominado posteriormente colonialismo, mediante el cual diversas potencias europeas incorporaron una considerable cantidad de territorios y pueblos en América, Asia y África entre los siglos XVI y XX.

Para ello, se debió someter a varias culturas originarias que ya estaban establecidas cuando en el año 1492 los exploradores españoles llegaron a tierras americanas. En los aspectos más negativos de su dinámica colonial, el Imperio español, para sostenerse frente a otras potencias europeas, despobló España y consumió las riquezas que el transporte español añadió al oro y plata llevados a Europa desde América, donde la moneda no tenía ningún valor comercial en la sociedad amerindia,ni tampoco otros recursos naturales, fuera del trueque. Todos los valores fueron añadidos por el comercio español a lo largo de su permanencia. Por otro lado, y al principio de este choque de civilizaciones, algunos historiadores arrojan cifras de mortalidad de 90 millones de nativos, en su mayoría por enfermedades. Por estas razones, diversos estudiosos, países y organizaciones indígenas consideran que se trató de un genocidio.

A partir de 1808, con la caída del monarca Fernando VII, y el comienzo de la transformación de España en un Estado liberal en 1812, se inicia la desmembración del Imperio español en América. Los territorios americanos bajo dominio español, convertidos en Repúblicas, iniciaron sus luchas de emancipación. Por último las islas de Cuba y Puerto Rico, bajo soberanía de España en el año 1898, se separan por la intervención militar de los Estados Unidos, siendo las últimas posesiones coloniales españolas de América en organizarse como Estados independientes.

Primeros asentamientos y la cuestión del reparto

El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón llegó a América, a la isla de Guanahani, ubicada en el archipiélago de las Lucayas, creyendo en realidad que había llegado a la India. Tras éste, realizó tres viajes más. En el primero fundó el primer asentamiento en La Española, destruida después por los pobladores de la isla como reacción al maltrato de los

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exploradores; como reacción, los Reyes Católicos dieron por terminado el acuerdo con Colón.

La expansión hacia el oeste de España trajo tensiones con Portugal, pidiendo ambos reinos la mediación del Papa. Por la bula Inter Caetera de 1493, el papa Alejandro VI delimitó el área de influencia que cada reino podía reclamar al otro, con una línea de polo a polo situada 100 leguas al oeste de las Azores. Poco después, el Tratado de Tordesillas de 1494, trasladó la línea fronteriza a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, abriendo así una amplia zona al este de Sudamérica, para la expansión portuguesa, que se conoció luego como Brasil.

Fundación de ciudades

El mestizajeUno de los fenómenos mas notables de la colonización española fue el mestizaje, debido casi exclusivamente a las relaciones sexuales que mantuvieron los varones españoles con las mujeres indígenas (es poco habitual en el periodo colonial las relaciones de españolas con varones indígenas).

Debido a la escasa cantidad de españoles en América, que no habría alcanzado al 1% de la población total, y teniendo también en cuenta que las mujeres españolas siempre fueron escasas en América y que los sacerdotes en general no mantenían relaciones sexuales con las indígenas, los conquistadores y colonizadores españoles mantuvieron relaciones sexuales simultáneas con muchas mujeres indígenas para engendrar la cantidad de mestizos que se presentaron en Hispanoamérica. En algunos casos, como en Paraguay existen constancias de que llegaron a procrear diez o veinte mestizos cada uno. Fray Bernardo de Armenta relató que en 1544, un centenar de españoles ya habían procreado «600 criaturas de que los cristianos han habido en las indias».

Al respecto se ha abierto un debate sobre las características de esas relaciones sexuales. Tradicionalmente las fuentes españolas han sostenido que las indias y las africanas buscaban voluntariamente tener relaciones sexuales con los españoles. El ejemplo clásico es el de la Malinche, la amante maya de Hernán Cortés, con quien incluso tuvo un hijo, Martín Cortés, que no hay que confundir con su hijo legítimo del mismo nombre.

Otras fuentes han sostenido que en la mayoría de los casos se trató de simples violaciones.

Consolidación de la colonización

Extensión norteña de la influencia españolaEn 1720, la expedición de Villasur desde Santa Fe conoció e intentó parlamentar con los pawnis, aliados con los franceses en lo que es ahora Nebraska. Las negociaciones fueron poco exitosas, y se libró una batalla; los españoles fueron derrotados seriamente, con sólo 13 que pudieron regresar a Nuevo México. Aunque esto fue un pequeño enfrentamiento, es significativo en que era la penetración más profunda de los españoles en las Grandes Llanuras, estableciendo el límite ahí para la expansión e influencia española.

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En un esfuerzo por excluir a Gran Bretaña y Rusia del Pacífico este, la Corona Española envió a Juan Francisco de la Bodega y Quadra al norte desde México en 1775 para encontrar y controlar el fabulado Paso del Noroeste. En 1781, una expedición española durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos dejó San Luis, Misuri (entonces bajo control hispano) y llegó hasta St. Joseph en Niles, Míchigan donde capturaron el fuerte mientras los británicos estaban lejos. Las reclamaciones territoriales españolas basadas en esta penetración al norte por España en Norteamérica Media no fueron apoyadas en las negociaciones del tratado.

La Convención de Nutka (1791) resolvió la disputa entre España y Gran Bretaña sobre los establecimientos británicos en Oregón y la Columbia Británica. En 1791, el Rey de España dio a Alejandro Malaspina el mando de una expedición científica alrededor del mundo, con órdenes de localizar el Paso Noroeste y buscar oro, piedras preciosas, y cualquier establecimiento estadounidense, británico o ruso a lo largo de la costa noroeste.

Al final, la rivalidad del Pacífico Norte probó ser demasiado costosa para España, la cual se retiró de la región en 1819, dejando poco más de algunos cuantos nombres de lugares.Independencia y fin de colonialismo español

En 1776 las trece colonias inglesas en América iniciaron un proceso político inédito declarando su independencia de la metrópoli monárquica europea y creando una república reglada por una constitución escrita con el nombre de Estados Unidos de América.

A partir de 1808, durante la Guerra de la Independencia Española a causa de la invasión napoleónica, los criollos, al igual que los peninsulares en España, establecieron juntas para gobernar las tierras en nombre del rey Fernando VII de España. Esta experiencia de autogobierno, el antecedente de la Independencia de Estados Unidos, y la influencia del liberalismo y las ideas de la Revolución francesa y estadounidense llevó a la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824), de la que emergieron la mayoría de las repúblicas hispanoamericanas de la actualidad.

En América del Sur, las primeras juntas criollas como las establecidas en La Paz, Virreinato del Río de la Plata (1809), Chile (1810), [Nueva Granada] (1810), Quito (1809), fueron violentamente reprimidas por las autoridades metropolitanas españolas, causando la derrota de todas ellas. La Primera Junta de Buenos Aires (1810) fue el único gobierno patrio que pudo permanecer, estableciendo una continuidad histórica con los gobiernos posteriores de la Argentina. Desde Buenos Aires se comenzó la campaña de liberación del sur del Continente. Dos grandes ejércitos libertadores se formaron y atacaron a las tropas realistas desde el sur y el norte, dirigidos por José de San Martín y Simón Bolívar, para confluir en Guayaquil, donde el mando general de las tropas independentistas sudamericanas quedó en manos de Bolívar. La guerra por la independencia de Sudamérica (Suramérica) se extendió entre 1810 y 1824. Este último año, los realistas, arrinconadas en el Alto Perú fueron finalmente derrotadas en Ayacucho por un ejército sudamericano al mando del Mariscal Antonio José de Sucre. Una vez que los pueblos de América de Sur se independizaron de España, y luego de complejos procesos, terminaron creando las siguientes naciones independientes de la actualidad: Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

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Los pueblos del Virreinato de Nueva España se iniciaron en 1810 con el Grito de Dolores y también luego de complejos procesos políticos terminaron creando las siguientes naciones independientes de la actualidad: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua. Con posterioridad se independizó República Dominicana.

En 1898, los Estados Unidos ganaron la Guerra Hispano-estadounidense y ocuparon las islas de Cuba y Puerto Rico, finalizando la presencia española en América. Cuba se independizó en 1902, mientras que Puerto Rico se organizó como estado asociado a Estados Unidos. Otros territorios de origen hispano, como California, Texas y Florida, se organizaron como estados de los Estados Unidos.

Actualmente, los países de habla hispana y portuguesa de América y Europa, se han organizado en la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que tiene su máximo órgano de cohesión en la Cumbre Iberoamericana.

La expansión atlántica: América

En 1486 Cristóbal Colón ofreció a los Reyes Católicos un proyecto ya ofrecido a Portugal (con Castilla los únicos países europeos con una Marina capaz): viajar a las Indias hacia el oeste, en una nueva ruta por el Atlántico. Los informes científicos al respecto fueron muy poco favorables para Colón, y para la corona era cuestión prioritaria en esos momentos la conquista de Granada.

Terminada ésta, los Reyes Católicos aceptaron su proyecto, ya que el comercio de especias era un casi monopolio: de antiguo, los genoveses eran los únicos que habían conseguido tratar con el Imperio otomano, dueño de los viejos caminos del comercio de especias. Los vecinos portugueses estaban empezando a encontrar un camino propio, por mar, rodeando África. Un reino rico, como el de Castilla, se veía obligado a tener una ruta propia para obtenerlas, evitando depender de Génova o de Portugal, lo que sería muy rentable para su comercio.

Mediante las Capitulaciones de Santa Fe del 17 de abril de 1492 se recogieron las negociaciones llevadas a cabo con Colón: nombramiento de almirante, virrey y gobernador de los territorios por descubrir y la décima parte de todos los bienes obtenidos. El costo de la expedición fue estimado en 2.000.000 de maravedís, más el sueldo de Colón. En contra de la idea popular de que fue sufragado por «las joyas de Isabel la Católica», hay que aclarar que la mitad de dicho dinero lo prestó Luis de Santángel —tesorero de la Corona de Aragón, de familia conversa— con fondos de la Santa Hermandad, la cuarta parte la aportó el mismo Colón —que a su vez los pidió prestados—, y la cantidad restante probablemente la derramaron banqueros y mercaderes residentes en Andalucía, entre los que estaban los hermanos Pinzón y Juan de la Cosa, interesados en dicho comercio.

El 3 de agosto de 1492 partió Colón del puerto de Palos con la nao Santa María —propiedad de Juan de la Cosa— y las carabelas la Pinta y la Niña —propiedad de los hermanos Pinzón— con 120 tripulantes aproximadamente. El 12 de octubre llegaron a la

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isla de Guanahaní, que bautizaron con el nombre de San Salvador y desde la que pasaron a Cuba y la Española, dando comienzo a la colonización de las Indias Occidentales.

Poco más de un año después de la vuelta de Colón, se firmó entre España y Portugal el Tratado de Tordesillas en 1494, mediante el cual se redistribuyó la influencia territorial de cada país fijada en el Tratado de Alcáçovas.

En las Indias, anexionadas al reino de Castilla, se instauraron los sistemas administrativos tradicionales del reino castellano. Se instituyó en Sevilla en 1503 la Casa de Contratación, para controlar el comercio con América, impidiendo que cualquier otro puerto de España pudiese hacerlo. Se creó la Audiencia en Santo Domingo en 1510 y, para la administración de los nuevos territorios, se creó un antecedente del Consejo de Indias que más tarde instituiría formalmente Carlos I (1523) organizándolo a semejanza del Consejo de Castilla.

Los reyes consiguieron el Patronato de Indias —concedido por el Papa— que les dejó controlar la Iglesia americana. Se instauraron además las encomiendas para evangelizar a los indígenas.

Los conquistadores tenían, una mentalidad bastante feudal y les costaba someterse a una autoridad superior cuando creían que habían adquirido méritos para subir en la escala social. De hecho, en las Capitulaciones pactadas entre los reyes de España y el respectivo conquistador, el conquistador quedaba obligado a llevar a cabo la empresa a cambio de ciertos beneficios, mercedes y franquicias, que la corona otorgaba a aquél y a quienes formaban su comitiva.

Fue tónica común a los conquistadores españoles el actuar por su cuenta y riesgo: un conquistador, sin haber obtenido permiso real, tomaba un territorio desobedeciendo la autoridad de su superior; éste enviaba una expedición para castigar al rebelde; el rebelde capturaba al enviado por su superior; en otros casos, el rebelde era capturado y ejecutado.

«Los conquistadores eran en su mayor parte andaluces y extremeños. Extremadura y Andalucía son las tierras más bajas de España: las tierras a donde tardó más tiempo en llegar la Reconquista y donde más tiempo se detuvo. Sus hombres estaban, pues, templados por una experiencia más larga de guerra. Además, son las tierras españolas más calurosas. Sus hombres estaban mejor preparados para resistir las altas temperaturas americanas. Segar un trigal cordobés en agosto, no es mala preparación para conquistar tierras tropicales.» [José María Pemán: Historia de España. Cádiz: Escelicer, 1958, p. 215]

«Tras las conquistas de Hernán Cortés, la Corona se percató de que en vez de pagar como gobernadores a burócratas o nobles, mediocres por cierto y con escasa iniciativa, podía conseguirlos mejores y sin desembolsos aceptando la iniciativa privada de los conquistadores, tras el proceso selectivo que entre ellos operasen la suerte y el destino.

Asimismo merece subrayarse el hecho de que los conquistadores, procedentes de una sociedad estamental en la que ya cada uno nacía y casi siempre moría en el mismo lugar de

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la escala social, comprendieran que la extinguida frontera del Medievo y sus oportunidades de movilidad social se habían abierto de nuevo para los inteligentes, los fuertes, los audaces y los afortunados. A la nueva frontera, asumiendo los mayores riesgos, un individuo de baja extracción social podía “ir a valer más”, y obtener otra vez, como el Cid y como los primeros nobles castellanos, prestigio, gloria, dinero, poder e incluso nobleza. El conquistador podía contar, además, con la reconfortante seguridad de estar laborando por algo trascendental y que empezaba a ser –según pronto escribiría un cronista– lo más importante que había sucedido en el mundo desde que Cristo vivió y murió en él para salvarlo. Una gigantesca fuerza había sido creada y puesta en movimiento.» [Céspedes, Guillermo: “La conquista”. En: Carrasco, Pedro / Céspedes, Guillermo: Historia de América Latina. Madrid: Alianza Editorial, 1985, vol. 1, p. 327-328]

Los conquistadores llegaron a América en el Renacimiento, pero eran portadores de una mentalidad todavía feudal, propia de la Edad Media. La política de la Corona de Castilla, por en contrario, iba ya camino de establecer un estado centralista moderno, siguiendo la máxima renacentista de “que mande uno y obedezcan todos”, lo que la llevó a mantener una relación tirante y conflictiva con la nobleza, como reflejará muy bien el teatro de Lope de Vega más tarde.

En México y América central, los españoles en sus relaciones con los indios introdujeron el sistema feudal, aplicando, en el terreno económico, las concepciones mercantilistas. Hasta mediados del siglo XVI los dos móviles esenciales de la conquista fueron, de una parte, la búsqueda de oro, y, de otra, la dominación de las regiones indias muy pobladas a las que se obligaba a pagar un tributo a los conquistadores (oro, algodón, cacao) así como a proporcionar la mano de obra necesaria. Al igual que el señor debía proteger a su pueblo, los soldados y los nobles españoles, ascendidos a la categoría de encomenderos, debían proteger a las comunidades indias de la encomienda concedida.

La palabra crónica o cronicón para designar cierto género de composición histórica, es decir una historia redactada según el orden y sucesión de los tiempos; historia de un país, de una provincia, de una época, etc.

Una crónica es una obra literaria que narra hechos históricos en orden cronológico. En una crónica los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presénciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona.

Se entiende por crónica la historia detallada de un país, de una localidad, de una época o de un hombre, o de un acontecimiento en general, escrita por un testigo ocular o por un contemporáneo que ha registrado sin comentarios todos los pormenores que ha visto, y aún todos los que le han sido transmitidos.

Las crónicas del descubrimiento y la conquista de América a través de las fuentes intermedias, debería considerar las circunstancias culturales del cronista -sus categorías- para evaluar sus testimonios, que representaron importantes avances, durante el siglo XVI, en el conocimiento de la idiosincrasia indígena y sus creencias desde fuentes aborígenes. O

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valiosos testimonios de los propios indígenas, como los de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y Fernando de Alvarado Tezozómoc, en México, o los de Titu Cusi Yupanqui y Santa Cruz Pachacuti, en Perú, todos los cuales nos han permitido acercarnos al punto de vista del “otro”.

La literatura colonial, por lo tanto, es aquella que tuvo lugar en América mientras las potencias europeas mantenían el control político y administrativo. En sus relatos se combina la tradición literaria de Europa con la cultura americana autóctona, en un contexto de continuas luchas por el poder y sueños independentistas.

Los primeros años de la conquista española están marcados por los cronistas de Indias, tanto españoles como indios y mestizos. Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566, autor de “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”), Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1507-1559), Bernal Díaz del Castillo (1492-1584), Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) y Felipe Guamán Poma de Ayala (1536-1616) son algunos de los principales cronistas de la literatura colonial.

El renacimiento español y el fervor religioso también fueron claves en la literatura colonial hispoanoamericana. Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), nacida en lo que hoy es México, es un ejemplo de la unión entre las creencias religiosas y el talento literario.

Hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, los movimientos de emancipación comenzaron a ganar fuerza. Surgió entonces una corriente literaria en apoyo de estas ideas de libertad e independencia, con obras muy distintas a las escritas a comienzos de la conquista pero que, de todas formas, suelen englobarse dentro de la categoría de literatura colonial.

SOCIEDAD COLONIALLa sociedad colonial estaba formada por poco más de 18 millones de personas, dividida en tres grupos bien diferenciados:- Los blancos eran los españoles y sus descendientes criollos.- Los indígenas eran libres y se los consideraba súbditos de la corona.- Los negros eran esclavos traídos específicamente desde Africa para ese fin.Debido a que los españoles llegaban solos, se produjo la unión entre hombres y mujeres de distintos grupos, que dieron lugar a la aparición de nuevas razas: mestizos, zambos y mulatos. La labor de todos los habitantes y sus relaciones definieron la sociedad cultural, religiosa y económica de la colonia.

Eran llamados criollos los hijos de españoles nacidos en América. En un inicio la corona no tuvo política definida frente a este sector de la población, que cada año se hacía más y más grande. Sin embargo, la corona sabía que era posible que surgiera en ellos sentimientos

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anticoloniales, principalmente tras la revuelta de los encomenderos a mediados del siglo XVI.

Por esta condición estuvieron prohibidos de ejercer cargos públicos (en la práctica ocuparon casi todos los cargos públicos, a excepción del cargo de virrey). Sin embargo, durante el siglo XVII y XVIII, la reticencia de la corona casi no se sintió en los virreinatos americanos. La "independencia económica" hizo que los criollos pudieran tener más libertades, por lo que varios de ellos amasaron grandes fortunas. Inclusive en el campo religioso las diferencias entre peninsulares y criollos se redujeron drásticamente. Muchas criollas llegaron a ser monjas de velo negro, abadesas, etc. y los hombres llegaron a ocupar importantes cargos en el arzobispado.

Ya en el siglo XVIII la corona puso especial énfasis en quitarles el poder que habían logrado obtener en los siglos anteriores. Los análisis históricos ven en esta prohibición borbónica uno de los principales factores del surgimiento del sentimiento anticolonial en este grupo, aunque no haya habido una revuelta o rebelión criolla de dimensiones considerables en todo el siglo XVIII.

El Barroco americanoEl arte americano presenta características originales a causa de las influencias de los modelos peninsulares y del arte precolombino. En América, el Barroco se desarrolló desde mediados del siglo XVII hasta los comienzos del siglo XIX.

El Barroco americano, llamado también música colonial americana, comprende el período artístico que se desarrolló en nuestro continente Americano entre los siglos XVI y XIX.Musicalmente corresponde a la finalización del Renacimiento y, principalmente, al Barroco europeo. Muchos fueron los músicos que vinieron de Europa para instalarse en las capitales de los virreinatos. Los europeos no trajeron solamente su idioma, sino también el arte europeo y la religión católica.

Poco a poco se agrandó la brecha cultural entre los dos continentes. Y pronto se destacan músicos americanos, criollos y aborígenes, encontrando obras musicales escritas sobre textos en idiomas lugareños (quechua, nahuátl).

Triste es la historia de la música del Barroco americano, porque muchas partituras se perdieron por la expulsión de los Jesuitas en 1767. Si a ello sumamos que cinco años después fue dada la anulación de la Compañía de Jesús en Italia por el Papa Clemente XVI, podremos apreciar el daño causado.

A todo esto hay que sumarle que en los primeros decenios del siglo XIX se independizó la mayoría de las colonias españolas. Buscando una nueva identidad trataron de desconocer las expresiones ibéricas.

Recién después de la Segunda Guerra Mundial se comenzaron a estudiar e interpretar obras de este período. Lentamente afloraron excelentes producciones de Juan de Araujo,

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Domenico Zipoli, José Antonio Nunes Garcia, y tantos más. Por desgracia nuestros gobiernos americanos no alientan la búsqueda y rescate de estas expresiones. Creemos que hay muchas obras más que están esperando el momento para que se las transcriba e interprete.

En toda América se subordinaron los músicos eclesiásticos a los obispados. Pero en América del Sur, y específicamente en el norte argentino, y en los países limítrofes (Brasil, Paraguay y Bolivia) se da el caso de que los jesuitas fundaron las reducciones. En ellas no enseñaron solamente los oficios y destrezas, sino que transmitieron la cultura europea a los nativos americanos. Así nos encontramos con excelentes pintores, escultores, arquitectos y músicos, todos ellos aborígenes.

En las reducciones había tan cantidad y calidad de expresiones culturales que los historiadores de la época las comparaban con las mejores del antiguo mundo.Por ello se dividirá el presente trabajo en dos partes. Una estará dedicada a la música en las reducciones, y la otra será la biografía de algunos compositores importantes de toda América.

Las características del arte barroco en América

Las obras artísticas realizadas en las colonias americanas presentan algunas características propias que las diferencian de las hechas en Europa. Esta situación se debió a la distancia existente entre las metrópolis y las colonias y a la ausencia en América de grandes artistas europeos. Fue decisiva la presencia de una tradición artística precolombina que influyó en la creación de un estilo particular. Objetos llegados del Asia sirvieron también como fuentes de inspiración, en especial, en el arte desarrollado en las colonias portuguesas y en la zona de la costa del Pacífico.

Los rasgos básicos del estilo barroco se transmitieron a América fundamentalmente por medio de la enseñanza de los religiosos, que utilizaban libros o estampas que contenían obras realiza-das por artistas europeos.

Asimismo, la presencia de artistas europeos, criollos, indígenas y mestizos contribuyó a crear un lenguaje plástico propio de cada una de las grandes regiones americanas.

Una de las principales características del Barroco americano es la importancia que adquirió la arquitectura con respecto a las otras artes. Esta propuesta se debe a la necesidad de crear iglesias para recibir a las poblaciones recientemente cristianizadas. Otra característica importante es la rica decoración de las fachadas y los interiores de los edificios.

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Sor Juana Inés de la Cruz

(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.

Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés, cuya obra introdujo en el virreinato, y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad.

En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro, en los que se aprecia la influencia de Góngora y Calderón, hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la carta Respuesta a sor Filotea de la Cruz, seudónimo de Manuel Fernández de la Cruz, obispo de Puebla. En 1690, éste había hecho publicar la Carta atenagórica, en la que sor Juana hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo», acompañada de una «Carta de sor Filotea de la Cruz», en la que, aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.

A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso», la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después

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sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.

Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.

Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700).