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¿Desde qué imaginarios dehombres, nos relacionamos las

mujeres con los hombres?

A modo de introducción

1- Sostener los cambios en la vida cotidiana

“Esta Cosa escandalosa” es la expresión que utilizanalgunas feministas siguiendo a Dona Haraway, parareferirse a ese tándem siniestro que constituyen elpatriarcado/capitalismo. Pues bien, a esta cosaescandalosa tan fuertemente persistente en el tiempo,que cuando recibe golpes duros sabe cómo reaccionarpara no desaparecer, qué duda cabe que desde elfeminismo la venimos atacando por diferentes ynumerosos frentes.

Uno de ellos que muchas veces pasa inadvertido por sersilencioso, sin gran relevancia pública y que resulta pocomedible cuantitativamente, tiene que ver con el arduotrabajo de intentar que los cambios que sí vamosconquistando socialmente, puedan sostenerseindividualmente en el día a día. Y no sólo me refiero a lasimprescindibles acciones concretas que se debenimplementar desde instancias públicas y privadas, sino aalgo también imprescindible como es promover que cadacambio profundo o estructural que el feminismo va

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conquistando, se pueda ir legitimando individualmenteen la subjetividad de cada una de las mujeres, lo quehabilita el empoderamiento interno.

Promover este tipo de empoderamiento no solo suponela sensibilización sobre nuestros derechos, y lahabilitación de los recursos necesarios para lograr el nivelde autonomía que permita una sana interdependencia.Requiere además de su legitimación en nuestra propiasubjetividad, lo que permite la lenta pero firmeconsolidación de una nueva manera de ser y no solo dehacer.

2- Feministas de lo cotidiano

Esta es la tarea que, con independencia de la labor queejercen profesionales de la psicología clínica en susconsultas con las mujeres que por diferentes motivos lorequieren, nos ocupa a las que yo llamo feministas de locotidiano. En mi caso hace casi 30 años que aquí enEspaña estoy en ello y puedo asegurar que no es unatarea fácil, ni de resultados inmediatos, supone esfuerzoscontinuos, deja expuestas muchas contradicciones,miedos, nos muestra espejos en los que suponíamos queno nos volveríamos a mirar, pone en su justa medida loslogros alcanzados y tozudamente nos muestra los aúnpendientes. Claro está que como todo proceso humanoestá atravesado por las propias y singulares historias devida y de ahí la importancia del entorno en el que cada

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una se desarrolle diariamente, que por supuestodependiendo de si es favorable o no las posibilidadescambian radicalmente.

3- Avanzar a contracorriente

Sabemos que los cambios que promueve el feminismonunca han respondido a un consenso social, nunca lasociedad de forma espontánea los ha aceptadovoluntariamente y mucho menos los ha promovido: alcontrario! Lo que aparecen son distintos niveles deresistencias que se manifiestan con mayor o menorintensidad en la vida cotidiana de las mujeres.

Es así que aún hoy, para muchas mujeres sostener en eldía a día los cambios conquistados resulte una tareatitánica, porque se sigue nadando a contracorriente. Unacontracorriente que constituye uno de los componentesmás importantes de lo que se denomina violenciaestructural.

En el año 2005 en el libro “Los cambios en la vida de lasmujeres”, dediqué un apartado a explicar qué significapara mí la contracorriente. Allí decía que no es unaentelequia, una superestructura, ni es anónima, niinasible; está constituida por todas las instituciones einstancias sociales que no promuevan y/o se opongan aque las mujeres sean consideradas ciudadanas deprimera, que gocen además del derecho a participar en

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el diseño de la existencia y sin tener que pagar altoscostes por ello.

Por supuesto y muy especialmente, la constituyen loshombres que se resisten a perder privilegios relacionalesy que son los que en el día a día pueden ofrecer losobstáculos más complicados en la vida privada,doméstica y pública de las mujeres (atendiendo a ladivisión tan precisa y esclarecedora que hace años nos haaportado Soledad Murillo).

4- La importancia de “hurgar” en nuestra subjetividad

Es importante recordar que cuando hablamos desubjetividad, nos referimos – simplificando- a eseentramado de esquemas internos (percepciones,sentimientos, ideas) sobre los que se van asentando losmandatos sociales y que es desde ahí que luegopercibimos y nos comunicamos con el mundo. Nosiempre es consciente, al contrario. Tiene un grancomponente que queda depositado en nuestroinconsciente; y a pesar de tantos cambios ese entramadoaún puede seguir siendo en parte machista y patriarcal,porque así fue construido.

Como dice Lola López Mondejar, es necesario “Hurgarinterpelar, vigilar lo que pueda estar en el inconsciente que puedeser tan contradictorio a veces con nuestras representacionesconscientes. Hay que dudar, desconfiar de lo que creemosaprendido”

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Este es un trabajo que no opera solo en superficie, no serefiere solo a simples intercambios de roles ni a cambiospuntuales. Se trata de una tarea ardua, sinuosa,compleja, no lineal, que supone procesos con susavances y retrocesos, especialmente cuando apunta atransformar categorías existenciales. ¡Nada menos!

Cuando en la tarea grupal utilizamos la metáfora delbalón” que he diseñado como recurso didáctico, quedaclaro que esa transformación supone “dejar de ser elbalón que habilita el juego ajeno, dejar de serimprescindibles y al mismo tiempo invisibles, dejar de servaloradas precisamente por resignar cualquier indicio dejuego propio, para pasar a sentirse y ser reconocidascomo una jugadora más, con todo lo que ello implique”. Yello implica además, el derecho a elaborar nuevos diseñossociales, en definitiva: a proponer un juego nuevo. Comodecía… ¡nada menos!

Desde qué imaginarios de hombres nosrelacionamos con los hombres

1- Necesidad de abordar el tema

Gracias a mi actividad profesional, durante estos largosaños tuve la posibilidad de compartir historias yexperiencias de vida con más de 10.000 mujeres diversas,con realidades cotidianas también diversas, con las que

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obviamente como mujer podía identificarme en muchosaspectos.

Ha sido trabajando en el proceso de empoderamiento -siempre desde una perspectiva feminista-, que alprofundizar en el tipo de vínculos que se establecen conlos hombres del entorno cotidiano, comencé a observarlos diferentes criterios de valoración y preconceptos queaparecían sobre qué se puede esperar de un hombre oqué grado de equidad se puede pedir en los vínculos.

Por lo que transmitía la mayoría, llegué a preguntarme sitodo el esfuerzo aplicado a transformar nuestra manerade ser mujeres, de posicionarnos diferentes en el mundo,poniendo en valor nuestras capacidades, deseos,necesidades, derechos como personas, plantándole caraa las asignaciones de género que nos oprimen, luchandocon la contracorriente y a favor de todo aquello que nosempodera como ciudadanas de pleno derecho, valogrando en la misma medida, transformar desde unamirada relacional, el imaginario de hombre que elpatriarcado también nos ha insertado a nosotras.

2- Con qué parámetros valoramos el grado deresponsabilidad de los hombres en la transformaciónde su masculinidad

Se da el caso de no pocas mujeres con un alto grado deempoderamiento en áreas importantes de la vida, que ala hora de relacionarse o analizar las conductas de los

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hombres que no cambian o lo hacen superficialmente,persisten en justificaciones que diluyen en la prácticacualquier responsabilidad individual: “la educaciónrecibida, la impronta machista de la familia de origen, elanalfabetismo emocional, el capitalismo neoliberal quenos oprime a todas y todos por igual, la carencia deempatía, lo perdidos/asustados que se encuentran yhasta lleguen a afirmar que los hombres son las primerasvíctimas del patriarcado!

Por otro lado ya son muchas las que al contrario, sindesconocer la importancia de los cambios culturales ysociales que siguen pendientes, apelan y muyespecialmente a la responsabilidad individual de loshombres como seres adultos y con capacidad de seréticos, para transformar el lugar existencial desde dondeejercen las relaciones de poder.

Lo sorprendente para mí ha sido observar que lasdiferencias entre lo que piensan y sienten las mujeres, ala hora de valorar los cambios que van logrando loshombres, sus motivaciones y el grado de responsabilidadque deben asumir, muestran un gran paralelismo con lasdiferencias que transmiten entre sí los hombres a la horade valorarse a sí mismos, de hacer el diagnóstico ypronóstico de su masculinidad y de los vínculos queestablecen con las mujeres.

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Por ejemplo, las que omiten cualquier responsabilidadindividual, aniñándolos y dando por imposibles losvínculos igualitarios, coinciden con aquéllos queculpabilizan a las madres que los educaron, sintiendo queya bastante han cambiado, sin entender la queja de lasmujeres cuando ya casi todo está logrado y solo quedanalgunas cuestiones que el tiempo curará. Son los que nisiquiera ven necesario una mínima revisión de sumasculinidad.

En cambio las que aprecian e inclusive admiran ciertoscambios masculinos, por comparación con otros hombresque van más rezagados o los de generaciones anteriores,coinciden con los que valoran desde ahí sus propiosprocesos. Perciben las diferencias porque vanexpresando mejor ciertas emociones, corren menosriesgos innecesarios, disfrutan de actividades nocompetitivas, cuidan mejor su propia salud... En estoscasos ellas, seguramente ellos también, centran la miradaen el cambio sobre sí mismos, suponiendo que estoconlleva una conexión directa y casi mágica, con lacapacidad de atravesar el núcleo duro de las relacionesde poder y el lugar existencial desde donde se sientenautorizados a ejercerlo. La transformación del modelomasculino no se mide así en función del vínculo con lasmujeres, sino en la comparación con otros hombres.

Como dice Azpiazu, esto conlleva más de condena yseparación del modelo por el que no se sienten

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representados, que de cuestionamiento y cambio delpropio, con lo que fácilmente se llega a un alto grado deauto complacencia y sobrevaloración de logros.

El problema es que cuando somos las mujeres las quecaemos en estos errores, es complicado trabajar elempoderamiento en los vínculos con los hombres, porqueno centramos el análisis en las relaciones que establecencon nosotras, que es de lo que se trata. Qué duda cabeque esto condiciona la valoración del tipo de vínculosque se nos ofrece. Creo que tampoco hace falta remarcarla importancia que adquiere en la prevención de violenciamachista!

Por último están/estamos, las que consideramos que nohabrá cambios de calado si los hombres no incluyendentro de su concepto de ÉTICA, las relaciones queestablecen con las mujeres y el lugar existencial desdedonde las ejercen. Débora Tajer nos deja un aporteesclarecedor en este sentido: “Hay una propuesta patriarcalen el marco de la cual los varones contemporáneos arman suspropios procesos de singularización, por los cuales establecen undoble estándar ético y no colocan a las mujeres en el campo delsemejante, en el cual solo ubican a los varones”.”… por lo cual notienen los mismos recaudos éticos hacía ellas que sí tienen conquienes consideran semejantes, en este caso, los otros varones.Lo cual también obtura que tengan hacia las mismas empatía yposibilidad de identificarse con su sufrimiento en tanto otra.Donde muchos ven solo temas psicológicos que surgen de lointrapsíquico (empatía, etc.), podemos invitar a que comiencen a

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articular lo político con lo psíquico para identificar qué sujetos seconstituyen, en qué contexto”

En este caso, también se coincide con aquellos hombresque de diferentes maneras abordan sus procesos a partirde los costes que la masculinidad genera a las mujeres.Algunos como Leo Thiers Vidal, Luis Bonino o Peter Szil,hace ya más de 15 años que lo han planteado:

Leo Thiers Vidal: “No me interesan mucho los sentimientos,intenciones o pensamientos de los hombres. Me importan losefectos de sus elecciones, día tras día. Y el efecto de su renuenciaa hacer ciertas elecciones”. ”Creo que para el cambio de loshombres la apelación a la justicia debería ser suficiente. Y si no loes, esto simplemente significa que se necesitan mayoresesfuerzos para sacar a los hombres de su cómoda posiciónegocéntrica. ¡Una patada en eltrasero!

Luis Bonino: “Para lograr atravesar el núcleo duro de lasrelaciones de poder, los hombres debemos: visibilizar ladesigualdad / reconocer inmoralidad en la supremacíamasculina/ reconocer a las mujeres como iguales/ perderprivilegios/ ceder poder y aprender a compartirlo. Algunas“nuevas masculinidades” incorporan valores femeninos pero parasí mismos/ suman derechos pero no ceden privilegios/ gananespacios pero no se retiran de ninguno/ comparanencorsetamiento con opresión”.

Peter Szil: “Debemos tener muy claro que la violencia que loshombres ejercen/mos en nuestras relaciones es un claroinstrumento de dominación. Sin ese enfoque corremos el riesgo

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que aunque toquemos aspectos importantes de las conductascotidianas de los hombres, no construyamos igualdad sinoautocomplacencia.” “Debemos investigar en qué medida loscontenidos de los programas de igualdad para hombres,subrayan que para lograr la igualdad de género es necesarioempoderar a las mujeres y desempoderar a los hombres”

Luego durante todos estos años, se han ido sumandoalgunos otros más jóvenes que abordan el tema en esalínea. Entre ellos:

Jokin Azpiazu: “Dejemos de echar culpas a nuestraeducación…¿qué estamos diciendo cuando afirmamos que somosvíctimas también del patriarcado: que el patriarcado nos fuerza aser privilegiados?”

Olmo Morales : “A mí como hombre me viene muy bien hablarde los mandatos y las imposiciones (de los costes de lamasculinidad), en vez de hablar de cómo sigo ejerciendo el podersobre las mujeres, cómo, sin responder a un modelo demasculinidad tradicional, sigo perpetuando la dominación en elcotidiano”

Luciano Fabbri: “los desafíos a los que debe enfrentarse unhombre que se acerca al feminismo: privilegios a renunciar,prácticas a cuestionar y un repensarse de pies a cabeza”...”Tenemos que empezar a traicionar la complicidad machista”

3- Interpelando modelos

La diversidad de criterios centró cada vez más mi interés yme llevó a observar más detenidamente y a preguntarme:

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¿Hemos interpelado suficientemente el modelo demasculinidad que el patriarcado también nos hatransmitido a nosotras?

¿Qué esperamos hoy de un vínculo de equidad? ¿Sobrequé base negociamos necesidades, deseos, intereses yresponsabilidades en el día a día? ¿Con qué criteriosvaloramos los cambios de los que lo están intentando?¿Son cambios que impactan cualitativamente en nuestravida cotidiana, cuánto, cómo? ¿Cuál es nuestro umbral depercepción de los efectos precisos que nos genera lamasculinidad de Aitor/Pablo/Jordi, los hombres connombres y apellidos de nuestro entorno? ¿Qué es lo quehoy enamora a las mujeres heterosexuales? ¿Qué tipo demasculinidad consideramos ética?

4- Irrupción de las “nuevas masculinidades”

Cuando comenzó el auge de lo que se dio en llamarnuevas masculinidades, el entusiasmo que muchastransmitían por la aparición de esa figura de hombresnuevos, tan diferentes a sus referentes, más sensibles,inclusive un poco más implicados en lo doméstico yalgunos en ciertos aspectos de la crianza; la avidez porconsumir literatura de tantos nuevos autores que surgíanescribiendo sobre estos temas y la gran admiración pordeterminados cambios, no coincidía con la pocaincidencia que todo ello generaba en sus vidas cotidianas.No aparecían indicios certeros (con algunas pocas

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excepciones), de estar disfrutando de cambiosestructurales, transformaciones profundas que lesfacilitara una verdadera equidad existencial.

Una vez más lo llamativo era que los criterios devaloración que no pocas utilizaban, coincidían con losque transmitían los hombres entrevistados, en este caso,para investigaciones que tuve que coordinar y que sepublicaron hace algunos años (“Hombres con valoresigualitarios” “Los hombres y el cuidado” “Percepciones yvaloraciones de los hombres frente al cambio de lasmujeres” y otros), en los que se les pedía que evaluaransus propias conductas:

De modo reiterativo, el nivel de transformación delpropio modelo de masculinidad no se medía en funcióndel vínculo con las mujeres, sino en la comparación conotros hombres de generaciones anteriores, de otrasculturas, esos “otros” violentos y maltratadores con losque la mayoría no se identificaba.

5- Distintos imaginarios

Miguel Lorente, médico forense especialista en temas deviolencia machista, cuenta que en su hacer profesional leimpactó tanto una reiterada expresión, que hasta lautilizó como título de su primer libro: “Mi marido mepega lo normal”.

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Entre tantos factores que confluyen en estas situaciones yque merecen un tratamiento específico, qué se puedeagregar sobre el modelo masculino de referencia quelleva a este tipo de valoraciones!

Pero… ¿a qué otros imaginarios de hombrescorresponderían los siguientes comentarios de mujeresque se sienten y probablemente lo estén, muy alejadasde naturalizar la violencia machista en sus formas másexplícitas?

“Es complicado contar con él porque nunca puede ni tienetiempo, pero es un tío muy sensible, llora y se emocionacomo cualquiera de nosotras” / “Es un santo, vieras cómome ayuda con la casa y los críos”/ “ Es muy buencompañero: me deja hacer…”/ “Mi jefe sí que esfeminista, siempre prefiere tener empleadas mujeresporque somos más respetuosas y más fieles ”/“Él no tieneun mundo propio, mi mundo es su mundo…. a veces mesiento un tanto agobiada y eso me hace sentirculpable”/“Es un tío increíble. Lejos de enfadarse disfrutaviendo que no caigo en sus manipulaciones y me defiendotodo el tiempo como una leona.”/“En casa el feminista esél… yo no dejo de admirarlo cada día más y mis amigasde envidiarme. Es tan diferente al resto..!”

Como ya he comentado anteriormente, lo sorprendentees que cada uno de estos testimonios femeninos, coincidecasi textualmente con otros masculinos en los que se

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describen así mismos de esta manera, considerándolotodo un logro!

Cuando el modelo subjetivo cambia… lavaloración se vuelve más exigenteCuando el propio proceso de empoderamiento internoavanza y el modelo de hombre que se va instalando en lasubjetividad es otro, cuando se va ampliando el umbral delo evidente y muchas actitudes naturalizadas pasan alcampo de lo visible y por lo tanto pueden sercuestionadas, está claro que las mujeres se vuelven másexigentes y lo que valoran son otros aspectos:

“Hoy soy jefa de quien era mi jefe, lo interesante es que élfacilitó en lo que pudo mi carrera./ Siempre admiró micoherencia feminista en todo lo que hago y le exijo y aúnasí le atraigo como mujer./ “Qué bien!!! Cuando a la horade criar hay equipo de verdad esto es muy diferente. Sihasta tengo tiempo de seguir siendo yo!”/ “Por primeravez me preguntó si yo sentía que nuestro vínculo erarecíproco. Le dije que no, que yo era mucho más generosay que estaba esperando de él algo más que ocuparse de loque nos corresponde y no interferir en mis cosas”

A partir de aquí se muestran interesadas en ircomprobando si los cambios que hoy se dan en algunoshombres, atraviesan profundamente las relaciones de

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poder, transforman el lugar existencial desde el que serelacionan con ellas y si producen efectoscualitativamente positivos en su calidad de vida cotidiana.De ahí que también estén atentas a otras cuestiones:analizan las formas que tienen de incidir en los espaciosmixtos; la mayor o menor necesidad de protagonismo yvisibilización de cada cosa que hacen; la capacidad deestar ausentes, de no optar por los espacios de poder; elnivel de reciprocidad existencial! El grado de compromisoreal y cotidiano que asumen y sostienen en los cuidadosque les corresponden.

“Son todos muy feministas hasta que les toca bajarse de unacto”/“Vaya con esa obsesión por el protagonismo público:acaban de leer Feminismo para principiantes y ya publican libros.Cada nuevo que aparece va de Colón y ningunea a los anteriores.Vamos chicos que así no avanzáis más!”/ “Que no me agradezcatanto la calidad de lo que le doy y me devuelva algo en el mismosentido: la reciprocidad no es solo ocuparse de las tareas que lecorresponden”/ “Cuando publico algo en las redes, no aparece elcoro de admiradoras que me amen y me mimen tanto comocuando alguno de los chicos guay publican lo que sea: ¿qué nospasa hermaaanas?”/ “Mi hermano el hipotético: siempre dijo quellegado el caso de que hubiera que cuidar de nuestros padres, porsupuesto que lo compartiríamos. A la hora de la verdad…where ismy brother?”/ “Nuevas masculinidades….¿cuál de ellas proponealgo más que lo que debería ser un acuerdo de mínimos entreiguales?”/ “Mucho reconocer privilegios a la hora del bla blablá….¿y luego qué?”

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Estas expresiones una vez más, coinciden con las dealgunos hombres:

Víctor Parkas: “Dividirse tareas, cuidados y crianza, tenerúnicamente relaciones consensuadas, dejar de invisibilizar eltalento femenino y acabar con la brecha salarial creada paraasfixiarlo….TODO ESTO DEBERÍA SER UN SIMPLE PREACUERDO”.”Matilda encontró en mí al único agente masculino que leofreció algo distinto al resto: y en realidad es un montón denada” El mal menor reina, lo hace por imperativo legal: Yo soy elmal menor de Matilda”. “El hombre nuevo solo puede serlo si enprincipio acepta adoptar gestos que no den réditos de cara a lagalería, si controla su apetito por acumular marcadoresfeministas, si detiene la propaganda de sí mismo…..”

Andrés Montero: “Todos los hombres que se declaranfeministas deberían ser conscientes y mantener siempre unacierta prudencia autocrítica vigilante.…”le costará adscribirse alliderazgo de mujeres y mantener un perfil subordinado osecundario; se le hará cuesta arriba no pensar que elconocimiento no es suyo sino de ellas; tendrá que esforzarsemucho para dejar a las mujeres expresar sus opiniones,escuchándolas y no intentando sentar cátedra sobre ellas; leasaltarán constantemente impulsos egocéntricos deprotagonismo; pensará muy rápidamente que ya sabe losuficiente de feminismo; y en definitiva, acabará pretendiendoser ejemplo y prototipo de algo”.”…deberá hacerse con lasuficiente lucidez como para saber que intuir ocasionalmente loque se siente al ser mujer no le convierte a uno en mujer… ni enfeminista.

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Jokin Azpiazu: “Hoy en nuestra sociedad, el nuevo modelohegemónico es mucho más discreto y aparentemente menosmachista, lo cual no significa que sea más igualitario: noreivindica una supremacía masculina, pero la practica de maneramás sutil y cotidiana. Probablemente nos encontremos en estosmomentos con una masculinidad hegemónica más cercana alpatrón de “hombre bueno y sensible”, que “respeta a lasmujeres” sin por ello perder el control de la situación”

Fabián Luján: …”no hay taller, charla o escrito realizado poralgún hombre donde no aparezca la palabra “privilegios”. Loshombres hemos ido incorporando en nuestros discursos lasproducciones teóricas que el feminismo ha ido desarrollando(¿sentimos que estamos así más protegidos de su miradacrítica?). Y sí, algunos hombres somos capaces de renunciar aalgún privilegio y recolocarnos en posiciones más igualitarias endeterminadas situaciones. Pero ¿qué será que lo hacemos conalgunas mujeres y no con otras, en determinados contextos y noen otros. Cuando nos va bien volvemos a usar el privilegio ycuando nos va bien lo soltamos?”

1- Cómo el referente subjetivo, condiciona nuestracalidad de vida

Qué duda cabe que más allá de los discursos, deseos eintenciones, el imaginario de hombre que pueda seguirinstalado en nuestra subjetividad condiciona y delimitanuestras elecciones, valoraciones, decisiones y en generalnuestra calidad de vida.

No es nada fácil para algunas mujeres tomar concienciade que los hombres cercanos con nombres y apellidos,esos que dicen respetarlas, admirarlas, inclusive amarlas,

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son los que generan en el día a día su doble y triplejornada al no corresponsabilizarse de verdad con loscuidados (lo que tozudamente sigue mostrando cualquierestadística). Los que obligan a exigir cuotas porque noestán dispuestos a ceder ni una porción de los puestos depoder, en los que no hay lugar para todas y todos; loscompañeros de militancia con los que“sorprendentemente” hay que abrirse espacios a codazoscomo en cualquier otro ámbito o descubrir a veces que elenemigo no solo estaba fuera del grupo, etc. Hombres delos que se podría esperar actitudes diferentes, hombresque en otras áreas pueden ser muy éticos defendiendocausas varias en relación con los derechos humanos o elmedio ambiente.

2- La importancia de nuestra propia deconstrucción deestos modelos

Sabemos que hay que profundizar en la desnaturalizaciónde lo aprendido para que no permanezca invisible, lo quelamentablemente anula cualquier posibilidad de cambio.

Es en este sentido que resultaría importante abordar conmás énfasis aún, la tarea de deconstruir en nuestrasestructuras subjetivas más profundas, el modelo dehombre que se nos ha transmitido:

¿Podemos hoy hacer nuestro propio diseño hecho contrazo fino, que es lo que requiere la vida cotidiana, de loque esperamos en los vínculos de equidad con los

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hombres? ¿Qué criterios utilizamos las mujeres engeneral en los distintos ámbitos para sentirnosrespetadas, validadas y legitimadas como personas conidentidad, necesidades y deseos propios?

¿Hemos interpelado suficientemente el modelo demasculinidad que el patriarcado también nos hatransmitido a nosotras?

3- Animándose a delinear nuevos modelos

En algunos de los grupos de reflexión de largo recorrido,sí que algunas mujeres se van animando a delinearpautas, que deberían ser básicas para comenzar a mirarcon agrado un nuevo modelo de masculinidad: en el queun trato existencialmente igualitario dejara de ser unalucha cotidiana y en el mejor de los casos una conquistatutelada permanente. En el que no se de por sentado quedeban ser las mujeres las que sigan sosteniendo unsistema tan injusto como nocivo para ellas, mientras ellosensayan nuevas masculinidades. Que no requiera que loscambios sean forzados por mujeres peleonas yresistentes. Que no las obligue a destinar tiempos yesfuerzos a vencer obstáculos cotidianos, mientras ellosutilizan las energías liberadas para ocuparse de “otrascuestiones”. Que deje de ser un modelo autocentrado yse preocupe y ocupe por los efectos que produce en lavida de las mujeres. Que no sufra por todo ello, que dejede justificarse y no culpabilice a las que lo exijan. Una

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masculinidad que por fin, comience a dejar de serprotagonista negativa de la vida de las mujeres.

Y la pregunta que empiezan a hacerse es ¿de ahí enmenos, a qué llamamos nosotras nuevas masculinidades?¿Cómo llamarlas si no giran sus mandatos y aspiracionesalrededor de estas pautas?

Cuidado! No es responsabilidad de lasmujeres cambiar a los hombres

Está claro que si bien el feminismo promueve y se implicaen la coeducación desde la infancia, no es responsabilidadde las mujeres cambiar a los hombres adultos. Como dijoalguna: cada una de nosotras no puede ser un centro derehabilitación para hombres adultos que quieran cambiar.Eso es tarea exclusiva de ellos.

En la investigación cualitativa que coordiné en el año2008 y que publicó el entonces Ministerio de Igualdad,sobre “Hombres con valores igualitarios, historias de vida, logrosalcanzados y cambios pendientes”, en sus relatos aparecíanreiteradamente, tanto la influencia negativa queejercieron los modelos masculinos que les generabanrechazo ya desde pequeños, como la impronta que lesdejaron las diferentes mujeres que los apoyaron a lo largode sus vidas y les ayudaron a poner en valor otro tipo de

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modelos. En el presente, todos los entrevistadosvaloraban la influencia positiva que ha sido para ellos larelación con compañeras feministas de estudios, deprofesión, de militancia, etc. y lo determinante que hasido para aquellos que tenían relaciones sentimentalescon mujeres feministas. Se mostraban satisfechos y muyagradecidos a pesar de lo duro que podía resultarles aveces la vida cotidiana, en donde sus resistencias seponían a prueba día a día. La mayoría reconocía quehasta ese momento, los cambios masculinos másimportantes solo se daban si las mujeres los forzaban.

Ya en esa investigación dejé claro lo que eso suponía paralas mujeres y cómo a pesar de los cambios que ellos ibanlogrando, persistía la valoración según la disponibilidadexistencial que ellas les ofrecieran (la fantasía de la“mayordoma existencial”, lo denominé en su momento).La función nutricia de las mujeres seguía presente en susidearios masculinos, a pesar de que el contenido de loque requerían distara del tradicional. De ahí que detectéla importancia de seguir revisando entre mujeres, lanaturalización de lo que sentimos que debemos ofrecercuando ya no se trata de lo de siempre.

Hoy algunas mujeres parecen tenerlo muy claro(lamentablemente no demasiadas), y pueden disfrutar delos aportes que su generosidad les indique, sin que esoinhiba la posibilidad de seguir apostando por una

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verdadera equidad en los vínculos que establecen con loshombres.

Iván Repila autor del libro “El aliado”, publicado en 2019,durante una entrevista ante la pregunta de por quéescribió ese libro, responde:

“Fue un cúmulo de cosas. En primer lugar mi relación conAixa de la Cruz, que es escritora pero también académica,feminista activa y conoce muy bien el movimiento. Con ellavoy interesándome por el feminismo, esta es la verdad, sino fuera por ella seguiría siendo un machista feliz que sedice feminista y a favor de la igualdad. Ella me ibaintroduciendo, siendo generosa y paciente, dándomepautas, hasta que un día me dijo: “Oye, Iván, deja deutilizarme como tu profesora o terapeuta y haz el trabajopor tu cuenta que esto que haces también es machismo”.

Diseño no vinculante, pero…..

Por todo ello es importante remarcar que el trabajo quedebemos seguir abordando entre mujeres, no tiene nadaque ver con el cambio que los hombres que lo asumandeben abordar por su propia cuenta y responsabilidad.

De llegar a confeccionar nuestro propio diseño de unamasculinidad ética, este no sería vinculante. Ningúnhombre cambiaría por ello! Pero creo que sería un buenparámetro para medir desde nosotras mismas conquiénes nos vinculamos, cómo y para qué. Qué cambiosvaloramos, admiramos, relativizamos o rechazamos. Enlos recovecos de la vida cotidiana, en qué medida los

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cambios se traducen en verdaderas transformaciones quehabiliten espacios vitales diferentes.

De lo que se trata en definitiva, es de seguir promoviendoel empoderamiento de las mujeres evitando algunospuntos ciegos, que muchas veces son los responsables desituaciones que no llegamos a comprender cuando enapariencia “lo teníamos todo tan claro”.

Y sin que nos corresponda pero como consecuencia, talvez sirva además para elevar los niveles de exigencia quelos hombres se plantean a la hora de valorar sus propioscambios y les lleve a revisar continuamente el camino quetransitan. En este sentido puede resultar sugerente elcomentario de un reportero gráfico argentino: ¿Nos vamosa quedar tratando de zafar sigilosamente con recortes de citas deRita Segato? ¿O aprovechamos y vamos en serio a darle alpatriarcado, a nosotros mismos y a nuestra historia?

A modo de cierre

El proceso por el cual todas y todos vamos desalojandode nuestra propia subjetividad los resabios patriarcales,para poder ir legitimando un nuevo lugar existencial,requiere de esfuerzos, tiempos y espacios propios. Alavanzar a contracorriente, las mujeres se ven obligadas adestinar gran parte de sus energías a salvarcontinuamente obstáculos y a vencer resistencias. Algo

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de lo que muchas veces no son conscientes ni ellasmismas.

En el informe cualitativo que realicé en 2010 sobre “Elempoderamiento de las mujeres. Su relación con la saludintegral y la calidad de vida”, que publicó el entoncesministerio de Sanidad, Política social e Igualdad, erallamativo comprobar cómo en el relato de sus historias devida, consideraban -como si fuera del orden de lo natural-que los únicos recursos para lograr ciertas conquistas,aún las más básicas, son la trasgresión, la capacidad delucha y el avance a contracorriente. Naturalizaban así loque probablemente era lo único que podían hacer con ladura realidad a la que debían enfrentarse y por otro ladonaturalizaban también el desgaste, cansancio y costesque eso supone.

Tal como dejé constancia en ese informe: “Son mujeres quedisponen de una gran energía vital porque no sólo han entradoen contacto con sus propios deseos, sino que los han puesto enmarcha y luchan por mantener una vida que no las desconecte deellos. Pero es claro –por lo que ellas mismas expresan a la horade valorar los costes -, que la contracorriente no sólo les ponemuy difícil la conquista de sus objetivos; también les dificulta unmayor empoderamiento subjetivo que se construye con laautoestima, que a su vez se nutre de la legitimación social hechapropia. Esto no es un déficit ni una peculiaridad de las mujeres:todas las personas lo necesitan y es lo que se les ofrece a loshombres desde que nacen.”

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Aunque está claro que sea como sea muchas mujeresseguirán avanzando, no podemos ignorar que esto formaparte de lo que sostiene la desigualdad/violenciaestructural, porque obliga a derivar energías y esfuerzosque en los hombres están liberadas para invertir en loque les parezca más conveniente.

Por tanto es deseable y esperable que por una simplecuestión de ética y de justicia, la transformación profundadel lugar existencial desde donde los hombres siguenejerciendo, de diferentes maneras, las relaciones depoder con las mujeres, se convierta sin más dilaciones enuna realidad concreta y verificable por ellas en el día adía.