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Venta de terrenos para cultivo en África.
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esesperados por la inversión extranjera y la
promesa de desarrollo, los gobiernos africanos están ofreciendo cada
vez más a los extranjeros aquello de lo que la mayoría de su pueblo
depende: la tierra. El resultado del fenómeno conocido como
“apropiación de tierras” ha visto a millones de personas desplazadas y
descontentas e incluso una mayor pobreza.
Esta apropiación o demanda de tierra empezó a realizarse seria-
mente hace una década, pero se aceleró tras los registros de los ele-
vados precios de alimentos en 2008, la actual crisis económica y un
incremento repentino de la demanda de biocombustible.
Inversores, gobiernos o empresas, compran o alquilan grandes exten-
siones de tierra cultivable en países extranjeros con el propósito de
exportar el producto de regreso a sus países, o simplemente para es-
peculación financiera.
El lugar donde ocurre con más frecuencia este fenómeno es en el Áfri-
ca subsahariana, así como en Brasil y Rusia; los países extranjeros
que están más implicados en esta apropiación de la tierra son: China,
Corea del Sur, India, Arabia Saudí, Kuwait y Qatar. Aunque es muy di-
fícil determinar las cifras exactas, en 2009, el Banco Mundial estimó
que se estaba negociando más de 445.154 km² de tierra para ser
distribuida, de la cual el 70% se encontraba en África.
D
La Coalición Internacional para el acceso a la tierra (ILC son sus siglas
en inglés) eleva la cifra a casi 809.371 km², localizándose el 64% en
África. Según el Banco Mundial, en 2009 el 21% de las negociaciones
de tierra mundial fueron para la producción de biocombustible; la cifra
que ILC presentó para 2009 es el 44%, con Sudáfrica apareciendo co-
mo el nuevo Oriente Medio de los biocombustibles.
Podría decirse que África es la región más vulnerable a esta tendencia,
puesto que el continente depende enteramente de la agricultura
de subsistencia para alimentar a su población. Se ha estimado una
cantidad de 80 millones de agricultores a pequeña escala que abaste-
cen el 95% de las necesidades alimenticias de África y producen un
30% de su PIB.
Si quitan algo de tierra a estos agricultores, las consecuencias para
ellos son nefastas. Danielle Nierenberg, directora del proyecto Alimen-
tando al Planeta, de Worldwatch Institute, comentó en una entrevista
telefónica que “Especialmente en Kenia, Etiopía y en otras zonas del
cuerno de África, el hecho de que el gobierno haya vendido o alquilado
tierras que se pueden utilizar para producir alimentos y alimentar a su
pueblo, está realmente planteando un dilema moral”.
Además, mucha de la tierra que se ha quitado a los agricultores no es-
tá siendo productiva. Un estudio del Banco Mundial en 2010 indicaba
que solo el 20% de los proyectos aprobados había empezado a produ-
cir, el resto de las tierras permanecían inactivas. Nierenberg indica que
los grupos de agricultores que conoció por África estaban asustados y
muy enfadados que se hubieran permitido estas apropiaciones de tie-
rras. Tenían fe de que el gobierno no vendería su tierra a otras perso-
nas.
El caso de Etiopía se ha convertido en el paradigma del impacto de-
vastador de la apropiación de tierras. Enormes franjas de tierra alre-
dedor del Río Omo, en el Sureste del país, unas 244.834 hectáreas,
están siendo arrendadas por compañías extranjeras o desalojadas por
el gobierno, para utilizarlas como plantaciones de cultivos comerciales
como la caña de azúcar.
Por otra parte, el gobierno está construyendo la polémica presa Gibe
III en el Río Omo para proporcionar irrigación y para producir electrici-
dad, que en su mayoría se venderá a la vecina Kenia. La presa impi-
de la crecida anual del río, de la cual depende el “cultivo pluvial
rotativo” de las cosechas de las tribus, y que el agua deje ricos
sedimentos cuando desciende su nivel. Solo en Etiopía, los indígenas
del Valle de Omo, unos 200.000, dependen completamente del creci-
miento de los cultivos y del pastoreo de su ganado en su tierra para
sobrevivir.
En una entrevista reciente con Deutsche Welle, Essayas Kebede, direc-
tor de la agencia de inversión agrícola del gobierno etíope, explicó que
ofrecer la tierra a los extranjeros puede ayudar a incrementar la pro-
ductividad y el poder adquisitivo de los etíopes. Kebede comenta que
14 millones de hectáreas de tierra están en barbecho, y que unos 3.5
millones de hectáreas son adecuadas para la agricultura comercial.
“Pero para eso necesitamos inversores. Pueden venir de Etiopía o del
extranjero, no nos importa, pero necesitamos urgentemente capital y
tecnología moderna para aumentar nuestra producción en el sector
agrícola”. El valle del Bajo Omo está declarado Patrimonio de la Huma-
nidad por la UNESCO por su importancia cultural y arqueológica para
la humanidad. El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO instó
recientemente a Etiopía a que “detuviera inmediatamente” la Presa Gi-
be III.
“Ahora no hay nadie cantando o bailando junt al Río Omo. La gente
está demasiado hambrienta. Los niños están callados. Nosotros, los
adultos, entramos en el refugio y dormimos silenciosamente. No con-
versamos”, se quejaba un miembro de la tribu local Mun.
Según Christina Chauvenet, Survival Internacional recibió informes ve-
rosímiles de que cualquier indígena que se opone a la presa es tratado
duramente por los militares y la policía secreta, propinándole palizas,
torturas y encarcelamiento. Las apropiaciones aumentan el precio de
los alimentos.
La Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agri-
cultura estima que una cantidad récord de 1.000 millones de perso-
nas, una sexta parte de la población mundial, se va a dormir con ham-
bre, sin suficientes calorías como para vivir una vida saludable.
“Si no se controla, el impacto para las comunidades locales será de-
vastador, causando que los precios de los alimentos locales se dispa-
ren, llevando a las personas más pobres del mundo a una pobreza
más profunda”, advertía Ambrose, experto en apropiación de la tie-
rra. El desempleo también está aumentando entre la gente lo-
cal, que está siendo desplazada por la apropiación de la tierra.
Cuando los inversores extranjeros se apoderan de la tierra para pro-
yectos agrícolas, por lo general prometen empleo para la gente de la
zona, pero las oportunidades de trabajo a menudo son pocas compa-
radas con el número de personas que había vivido en esa tierra, y
además el trabajo está muy mal remunerado.
Cuando las comunidades locales son desalojadas, su única opciónes
marcharse a las grandes ciudades. Expertos afirman que la mayoría de
la población desplazada en las ciudades está formada por antiguos
agricultores.
Autor: Kremena Krumova
(2011-11-17)
Fuente: www.solidaridad.net
Campo de trigo con cuervos, Vincent Van Gogh