Después de La Indignación - Versión Para Imprimir _ ELESPECTADOR

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    29/10/2014 Después de la indignación - Versión para imprimir | ELESPECTADOR.COM

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    Editorial | Mar, 10/28/2014 - 22:23

    Después de la indignación

    Por: Elespectador.com

    No poca fue la indignación patriotera que se levantó cuando elperiodista peruano Guillermo Galdos nombraba a Medellín

    como “el burdel más grande del mundo” en un artículo paraCanal 4, uno de los medios más reconocidos en el ReinoUnido.

    Fósforo en polvorín. Exagerada o no la forma de presentarla, lo cierto es que en esa ciudad

    se teje una realidad aterradora a la que hay que meterle (aunque las autoridades ya se han

    despertado) una inyección de políticas públicas. La explotación sexual infantil es un deplorable

    fenómeno que no solo se da en Medellín, valga decir, sino que se esconde, ante los ojos de

    todos, en más ciudades colombianas: 1.000 dólares cobraban en Cartagena unos proxenetas

    por la virginidad de una niña de 11 años, por ejemplo.

    Para que este fenómeno se dé, hace falta que el mercado opere: una relación simbiótica

    entre oferta y demanda que es regulada por su mano invisible. Una realidad alienta la

    existencia de la otra: 2.135 niños y adolescentes fueron rescatados en Colombia entre 2011 y

    2013, según el ICBF. La cifra negra (es decir, lo que las autoridades desconocen) debe ser de

    una escala mucho mayor: un mercado entero en el que se negocian los derechos sexuales yreproductivos de un menor de edad. Ya que está visualizada la problemática, es el momento

    indicado de combatirla sin ningún tapujo, echando mano de las herramientas que existen para

    impedir que el círculo vicioso siga reproduciéndose.

    Están las policivas, claro. Es un problema que (en parte) tiene que ver con una incapacidad

    administrativa para lidiar con una conducta prohibida. Un aplauso merecen los operativos que

    se vienen haciendo durante las últimas semanas. La pasada, por ejemplo, realizada en el

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    centro de Medellín por parte de la Policía Metropolitana y la Alcaldía Municipal, que llevó al

    sellamiento de siete hoteles y dos bares, donde se daban impunemente esos delitos.

    Lo fácil hubiera sido reforzar la indignación que generó el informe periodístico y que todo

    siguiera igual. Por fortuna esa no ha sido la actitud. Aníbal Gaviria, el alcalde de esa ciudad, le

    dijo a este diario que están contemplando la forma de aplicar el artículo 15 de la ley 1708 de

    2014, a saber, la extinción de dominio para los bienes que promuevan la explotación sexual.“Una de las inquietudes que la ciudadanía tiene en cuanto a las acciones contra la explotación

    sexual de menores es cuánto tiempo van a permanecer esos establecimientos cerrados...

    Cuando el lugar vuelve a abrir, el ciudadano pierde confianza”. Por ahí es la cosa.

     Asimismo, se ha creado un comité de trabajo permanente para combatir dicho flagelo, con el

    anhelo de que el director seccional de la Fiscalía conforme un equipo de tareas especiales,

    integrado por fiscales e investigadores, que se dedique exclusivamente a la indagación de

    este tipo de delitos.

    Pero las acciones (está bien, por ejemplo, que en noviembre Colombia ingrese al Virtual

    Global Taskforce, una especie de policía internacional contra los crímenes sexuales virtuales)

    no deben parar en lo punitivo. Mucho es lo que puede hacerse a nivel social. Íngrid Rusinque,

    directora de Protección del ICBF, asegura por ejemplo que dos son los factores que permiten

    la oferta: la falta de charlas de los padres con los hijos —una simple labor de pedagogía

    básica— y el uso irresponsable de redes sociales, por donde la mayoría de menores son

    contactados. Que nuestras ciudades sean nombradas como burdeles, más que por la

    irresponsabilidad de un periodista extranjero, es por la nuestra. Que se acabe, pues.

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