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Día de muertos en Ocuituco, Morelos ómo todo ciclo ritual, el Día de muertos en Ocuituco no se limita a los días mayores de la actividad ritual, múltiples son los momentos prepa- rativos para la realización del ciclo. Se puede afirmar que éste co- mienza desde el mes de julio, cuando se siembra la flor de cempoalxochitl (Tagetes erecta), aunque también se usa mucho nada más como reco- lección la silvestre que es flor de muerto o de campo (Tagetes lunulata Ort.), y el terciopelo (Celosia cristiata). Desde el 29 de septiembre, día en que se festeja a San Miguel, se abre el preámbulo del décimo mes del año que es introductorio para el arribo de los muertos que a partir del primero de octubre comienzan a llegar, por eso todas las noches del mes de octubre, en punto de las 8:00 p.m., las campa- nas del Convento de Santiago Apóstol y las de las cuatro capillas que se encuentran en la po- blación, empiezan a repicar para la recepción. La gente en sus casas se prepara con el sahumador y copal, y de esta manera les da la bienvenida, en su antigua casa, a sus familiares y vecinos difuntos. Los días 15 y 18 de octubre se realizan los tianguis chico y grande para ir preparándose con la compra de los elementos que participarán de la ofrenda. El 28 de octubre se coloca la primera ofrenda, la cuál es dedicada a las personas que perdieron la vida en un accidente o que fueron asesinados (matados); la ofrenda se empieza a poner en punto de la media noche y ahí se les da la bienvenida. El recibimiento consiste en prender el sahu- mador, colocar copal y hacer un caminito de cempoalxochitl desde la entrada de la casa hasta la ofrenda. Para iniciar ésta, se coloca primera- mente un vaso de agua y posteriormente se empiezan a ordenar jarros con flores de cempoalxochitl y en cada uno de ellos una vela (cera), la cual representa a la persona fallecida. También se coloca comida, lo que al difunto le gustaba; acá en Ocuituco es común encontrar el mole rojo o el verde (pipián) con pollo que son muy tradicionales, tortillas y tamales de milpa o manteca, chapulines, tlaxcales, el chocolate de ba- C Raúl Francisco González Quezada María del Consuelo Pineda Yáñez Obed Campos Castañeda Humberto Andrade Pineda ¿A dónde iremos donde la muerte no exista? (Manuscrito Cantares Mexicanos, fol. 70 r. León Portilla. La filosofía náhuatl). rra hecho en casa, azúcar, sal, dulces de arroz, de camote, tejocote, cala- baza enmelados y frutas típicas de la región como manzanas, peras, tejo- cotes, jícamas, plátanos de costilla, naranjas, chirimoya, níspero y cirue- las, además de bebidas alcohólicas, cigarros y refrescos. El pan de muer- to tiene un lugar especial y muchos vecinos lo elaboran y mandan a hor- near en las panaderías o se prefiere el más tradicional de Jumiltepec. El 29 de octubre se despiden los difuntos a las 12 del día encendiendo las velas y sahumando con copal el altar. El 31 es el día de los muertos chi- quitos, se conoce también como el Día del romero o Día de la flor. El ritual comienza muy temprano en la madrugada con un pequeño tianguis en la calle principal donde la gente asiste para comprar lo necesario para su ofrenda y aunque aún se practica el trueque en ese día, se asegura que antes era fundamentalmente así el in- tercambio. Entre los muchos enseres que se ofertan ese día, se consigue el mismo romero, el cual les servi- rá a los niños como un escudo para defenderse del mal en su retorno ha- cia el cielo. A medio día se le da la bienvenida a los niños difuntos que se aproximarán a la ofrenda entre el humo del copal, la luz de las velas y se guiarán por un nuevo camino de cempoalxochitl. Para las 3:00 p.m. se colocan los ja- rros con flores de cempoalxochitl, nube, ramitas de romero y una cera, por cada niño difunto. Se diferencian en ocasiones estas ofendas por que contienen algunos juguetitos de ba- rro como pueden ser chiriletes (sil- batos), platitos, tacitas, esto con el fin de que los niños jueguen en su estancia entre los vivos. A las 8:00 p.m., en el Convento de Santiago Apóstol, se empie- za con el repique de campanas, lo cual indica que en ese instan- te se deben prender las ceras y sahumar las ofrendas, esto con el fin de sentir la presencia de los niños, las ceras permanecen encendidas. Durante esa noche la gente de la población asiste a repartir flores en las casas don- de se murió un niño durante ese año, es decir, los niños que vie- nen de “ofrenda nueva”. Al día siguiente, es decir, el día 1° de noviembre, por la maña- na, se les pone el desayuno, que consiste en hacer chocolate, ya sea con leche, agua o masa, y ponerlo en la ofrenda acompa- ñado con el tradicional pan de muerto; a medio día se les da la despedida a los niños en la cual se prenden nuevamente las ce- ras y el sahumador con el fin de que puedan encontrar el camino que va al cielo. El día 1° de noviembre es el día en que nos visitan los difuntos ...lo que al difunto le gustaba... Entierro de mujer en el Museo Comunitario de Ocuituco Francisco Gutiérrez Morales, quizá el último labrador de cera de Ocuituco.

Día de Muertos en Ocuituco, Morelos

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Page 1: Día de Muertos en Ocuituco, Morelos

Día de muertos en Ocuituco, Morelos

ómo todo ciclo ritual, el Día de muertos en Ocuituco no se limita a los días mayores de la actividad ritual, múltiples son los momentos prepa- rativos para la realización del ciclo. Se puede afirmar que éste co-mienza desde el mes de julio, cuando se siembra la flor de cempoalxochitl (Tagetes erecta), aunque también se usa mucho nada más como reco-lección la silvestre que es flor de muerto o de campo (Tagetes lunulata Ort.), y el terciopelo (Celosia cristiata). Desde el 29 de septiembre, día en que se festeja a San Miguel, se abre el preámbulo del décimo mes del año que es introductorio para el arribo de los muertos que a partir del primero de octubre comienzan a llegar, por eso todas las noches del mes de octubre, en punto de las 8:00 p.m., las campa- nas del Convento de Santiago Apóstol y las de las cuatro capillas que se encuentran en la po-blación, empiezan a repicar para la recepción. La gente en sus casas se prepara con el sahumador y copal, y de esta manera les da la bienvenida, en su antigua casa, a sus familiares y vecinos difuntos. Los días 15 y 18 de octubre se realizan los tianguis chico y grande para ir preparándose con la compra de los elementos que participarán de la ofrenda.

El 28 de octubre se coloca la primera ofrenda, la cuál es dedicada a las personas que perdieron la vida en un accidente o que fueron asesinados (matados); la ofrenda se empieza a poner en punto de la media noche y ahí se les da la bienvenida. El recibimiento consiste en prender el sahu-mador, colocar copal y hacer un caminito de cempoalxochitl desde la entrada de la casa hasta la ofrenda. Para iniciar ésta, se coloca primera-mente un vaso de agua y posteriormente se empiezan a ordenar jarros con flores de cempoalxochitl y en cada uno de ellos una vela (cera), la cual representa a la persona fallecida. También se coloca comida, lo que al difunto le gustaba; acá en Ocuituco es común encontrar el mole rojo o el verde (pipián) con pollo que son muy tradicionales, tortillas y tamales de milpa o manteca, chapulines, tlaxcales, el chocolate de ba-

C

Raúl Francisco González QuezadaMaría del Consuelo Pineda Yáñez

Obed Campos CastañedaHumberto Andrade Pineda

¿A dónde iremos donde la muerte no exista?

(Manuscrito Cantares Mexicanos, fol. 70 r.León Portilla. La filosofía náhuatl).

rra hecho en casa, azúcar, sal, dulces de arroz, de camote, tejocote, cala-baza enmelados y frutas típicas de la región como manzanas, peras, tejo-cotes, jícamas, plátanos de costilla, naranjas, chirimoya, níspero y cirue-las, además de bebidas alcohólicas, cigarros y refrescos. El pan de muer-to tiene un lugar especial y muchos vecinos lo elaboran y mandan a hor-near en las panaderías o se prefiere el más tradicional de Jumiltepec. El 29 de octubre se despiden los difuntos a las 12 del día encendiendo las velas y sahumando con copal el altar.

El 31 es el día de los muertos chi-quitos, se conoce también como el Día del romero o Día de la flor. El ritual comienza muy temprano en la madrugada con un pequeño tianguis en la calle principal donde la gente asiste para comprar lo necesario para su ofrenda y aunque aún se practica el trueque en ese día, se asegura que antes era fundamentalmente así el in-tercambio. Entre los muchos enseres que se ofertan ese día, se consigue el mismo romero, el cual les servi-rá a los niños como un escudo para defenderse del mal en su retorno ha-cia el cielo. A medio día se le da la bienvenida a los niños difuntos que se aproximarán a la ofrenda entre el humo del copal, la luz de las velas y se guiarán por un nuevo camino de cempoalxochitl.

Para las 3:00 p.m. se colocan los ja-rros con flores de cempoalxochitl, nube, ramitas de romero y una cera, por cada niño difunto. Se diferencian en ocasiones estas ofendas por que contienen algunos juguetitos de ba-rro como pueden ser chiriletes (sil-batos), platitos, tacitas, esto con el fin de que los niños jueguen en su estancia entre los vivos.

A las 8:00 p.m., en el Convento de Santiago Apóstol, se empie-za con el repique de campanas, lo cual indica que en ese instan-te se deben prender las ceras y sahumar las ofrendas, esto con el fin de sentir la presencia de los niños, las ceras permanecen encendidas. Durante esa noche la gente de la población asiste a repartir flores en las casas don-de se murió un niño durante ese año, es decir, los niños que vie-nen de “ofrenda nueva”.

Al día siguiente, es decir, el día 1° de noviembre, por la maña-na, se les pone el desayuno, que consiste en hacer chocolate, ya sea con leche, agua o masa, y ponerlo en la ofrenda acompa-ñado con el tradicional pan de muerto; a medio día se les da la despedida a los niños en la cual se prenden nuevamente las ce-ras y el sahumador con el fin de que puedan encontrar el camino que va al cielo.

El día 1° de noviembre es el día en que nos visitan los difuntos

...lo que al difunto le gustaba...

Entierro de mujer en el Museo Comunitario de Ocuituco

Francisco Gutiérrez Morales, quizá el último labrador de cera de Ocuituco.

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grandes o adultos, esta celebración empieza cuando las campanas de la Iglesia del Apóstol Santiago empiezan a repicar a las 3:00 p.m., lo cual indica que los difuntos han llegado. En ese momento en las casas se tiende un nuevo camino de cempoalxochitl deshojado y se sahúma hasta llegar a la mesa y es así como se reciben a los difuntos grandes.

Después de esto, se procede a colocarse en la mesa los jarros enflorados con vela. La cantidad de jarros preparados y ceras depende de la canti-dad de difuntos que se esperan en la casa.

A las 8 de la noche, las campanas del convento del Apóstol Santiago repican, en ese momento se prenden las ceras y se sahúma la ofrenda; esto nos indica la presencia de los difuntos; las ceras se prenden. Al día siguiente, es decir, el 2 de noviembre por la mañana, se pone el desa-yuno. A las 12:00 p.m. se hace la despedida y es cuando se prenden las ceras y se sahúma por última vez en la casa, ya que los difuntos parten al cielo y no volverán hasta el año siguiente.

La noche del primero al dos de noviembre es conocida como Noche de jarros y a partir de las 6:00 p.m. comienzan a sonar las campanas de los templos de la cabecera. Las campanas estarán tocando toda la noche hasta la madrugada y la mañana del 2 de noviembre, en un tañido espe-cial de corte fúnebre. De hecho, para que esto suceda, los diputados de los templos pasan a pedir el cabito de cera y el pan para sostener la parte que a la iglesia le toca en el ritual comunitario, aunque esto ha ido en decremento en los últimos años.

La Noche de jarros es muy bonita ya que a cualquier hora vemos a los habitantes de Ocuituco en las calles, repartiendo sus jarros con flores de cempoalxochitl, ramitas de romero, flor de terciopelo y ceras. Es-tos jarros son llevados a las casas de las personas que fallecieron a lo largo del año ritual, esto es, a partir del 3 de noviembre del año an-terior y que vienen por primera vez, los “difuntos de ofrenda nueva” y en reciprocidad por el presente reciben en casa del difunto algo de pan, ponche, café, un dulce o aguardiente. Los niños, en esta noche, salen a las calles a pedir calavera, es decir, pasan a las casas para que les den algo de la ofrenda del día anterior, donde ahora se han incorporado en lugar de los jarros decorados con su vela, los recipientes de plástico de calabaza o calavera.

Es agradable ver, que en esta noche, mucha gente de Ocuituco no duer-me, ya que todos están participando de la Noche de jarros en compañía del sonido que emiten las campanas al repicar. Los jarros deben ser completamente nuevos, porque la ofrenda es nueva y muchos prefieren las velas de cera de marqueta de panal, sin embargo ya es difícil encon-trar quien haga estas velas, Francisco Gutiérrez Morales es al parecer el último labrador de cera de Ocuituco y solamente hace para su consumo

y para algunos encargos porque es una labor prácticamente ritual que le consume varios días. El 2 de noviembre considerado como de todos fie-les difuntos, a medio día, cuando los muertos visitantes parten de regre-so; entonces se recogen las flores recaudadas durante la Noche de jarros en aquéllas casas donde hubo ofrenda nueva y se llevan al cementerio para colocarlas en la sepultura del difunto en cuestión, anteriormente el párroco bendecía las tumbas y recibía limosnas llamadas “responsas”.

El alumbramiento se lleva a cabo este mismo día por la noche, ya que la gente de la población se reúne en el cementerio, en donde los familiares de los difuntos rodean la sepultura de su querido difunto, se prenden las velas y con el sahumador se sahúma la tumba; estarán ahí hasta que cai-ga la noche y con este día culmina la celebración de nuestros muertos.

...mucha gente de Ocuituco no duerme...

Cabe mencionar que para aquellos que se les otorga la “ofrenda nueva”, es decir, para los que murieron en el último año, se les reza ocho días antes tendiendo la cruz en casa, donde se vela y se levanta la misma el día que le toque al difunto, para llevarla junto con los jarros al panteón.

En Ocuituco el ritual anual comunitario dedicado a los difuntos no es nuevo, transformado ha evolucionado desde hace muchos siglos, in-clusive en momentos previos a la invasión española. Poco sabemos del tratamiento mortuorio antiguo, en el Museo Comunitario de Ocuituco yacen los restos de una mujer que vivió entre 1350 y 1521 d.n.e., ella era de edad adulta al morir y muy probablemente murió de una fractura en la parte inferior del fémur que originó proceso infeccioso conocido con el nombre de osteomielitis. Ella tenía desde su nacimiento una anomalía en el lado izquierdo del sacro que posiblemente en vida le limitó parcial-mente su marcha, y pese a ello le fue colocada una gran ofrenda, por lo que posiblemente en vida gozo de un nivel relevante entre su sociedad a pesar de tener una condición discapacitante motriz. Sabemos pues, no sólo que desde entonces a los ocuituquenses les resultaba necesario darle un tratamiento a sus muertos, sino que la discapacidad motriz no era impedimento para el desarrollo de la vida humana.

No cabe duda que todo ritual dedicado a los difuntos es una estrategia para asumir la ausencia del que perdió la vida, los entretelones del ri-tual, la preparación de ofrendas, las múltiples actividades asociadas son ejemplo de cómo los vivos pretendemos enfrentar la muerte, Ocuituco y su gente son un ejemplo de cómo logramos solucionar un evento tan relevante como lo es el fin de la vida de los nuestros.

Fragmento de brasero previo a la invasión española localizado en recientes excavaciones arqueológicas en Ocuituco.

Ofrenda de Día de Muertos en Ocuituco (Foto Familia Pineda Ramos).

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Tres Masones en el Convento de San Agustín de Jonacatepec, Morelos dosadas a la iglesia del

convento San Agustín, en Jonacatepec, Morelos, se encuentran una serie de vetustas tumbas, que hacia el siglo XIX debieron ser verdaderamente es-pléndidas. Entre ellas destacan tres monumentos de personas que en vida fueron masones, las cua-les se pueden identificar por los característicos símbolos relaciona-dos con esta sociedad secreta, que no estaba peleada con la iglesia.

Dos de ellas se localizan cercanos a la entrada lateral de la iglesia.

Hoy han perdido su antigua mag-nificencia dejándonos ver parte de su sistema constructivo a base de ladrillos. Desgraciadamente están ausentes las lápidas con los nom-bres de la familia o difuntos que las ocupan. Éstas son sobrias y presentan sólo la columna estria-da, aunque con variante entre am-bas tumbas.

En la primera de estas tumbas (Fig.1) se apre-cia una colum-na estriada, de estilo clásico, sin capitel, a cuyos costados se colocaron dos volutas mismas que parecieran ejercer presión para mantenerla en

AMtra. América Malbrán Porto

Arqlgo. Enrique Méndez Torres

posición vertical. La sección des-tinada para albergar el ataúd tenía dos pequeñas columnas al frente las que apenas se distinguen.

La columna aparece aquí como una alegoría de la unión entre el cielo y la tierra; representa la soli-dez, la firmeza y la fuerza susten-tadora.

La segunda tumba, a pesar de su estado de deterioro (Fig.2), denota que fue más suntuosa que la ante-rior, el espacio destinado al ataúd se asemeja a un ara con cuatro so-portes, sobre ella aparece un espa-cio donde debió encontrarse una

lápida, enmarcado por dos pequeñas columnas con capitel, relacionadas con la entrada a la eternidad, dintel y fron-

tón cortado donde ya ha desaparecido el elemento que servía de remate. Igualmen-te tiene dos grandes

volutas que surgen a cada costado de este espacio y se elevan para sostener una columna truncada, asociada con una vida interrumpida prematuramente.La tercera tumba se localiza junto a la entrada principal de la iglesia (Fig.3), en este caso se trata de un monumento sencillo en el que destaca la presencia de una pirámide alargada, símbolo de la construcción, la obra para llegar a dios.

A diferencia de las tumbas anteriores esta posee una lápida de mármol (Fig.4) en la que se lee

EL Sr. D.JULIAN ROBLES

AGOSTO 9 DE 1875.A LA EDAD DE 55 AÑOS

En el extremo inferior derecho se observa la firma F. Ratz.

No se sabe a ciencia cierta cuán-do se fundaron las primeras logias masónicas en México, aunque al-gunos autores mencionan que es-tas se remontan a finales del siglo XVIII, cuando llegaron a nuestro país un nutrido número de súb-ditos franceses de la corte del Vi-rrey. José María Mateos, uno de los fundadores del Rito Nacional en México, señala la existencia, hacia 1806, de una logia del Rito de York ubicada en la calle de las Ratas Nº 4, hoy Bolívar Nº 73 .Como es sabido, la Masonería es una sociedad secreta, de ideas, que tiene por objeto la búsqueda de la Verdad, desechando el fana-tismo y abordando sin prejuicios todas las nuevas aportaciones de la invención humana; estudia la moral universal y cultiva las cien-cias y las artes y no pone obstácu-lo alguno en la investigación de la Verdad.

Desde el siglo XIX las logias masó-nicas marcaron la vida política de nuestro país pasando de las socie-dades de ideas a las organizacio-nes prepartidistas prevalecientes hasta el porfiriato . El mayor apor-te de los masones en México y otros países de Latinoamérica fue contribuir al desarrollo de las ideas liberales e impulsar la consolida-ción de la República.

En México dos famosos masones fueron los expresidentes Benito Juárez y Porfirio Díaz, coincidente-mente las personas que más tiem-po han estado en el poder.

Desgraciadamente las tumbas a las que hemos hecho referencia se en-cuentran en mal estado de conser-vación, lo que no impide apreciar la suntuosidad que tuvieron en un primer momento.

Sirva el presente ejemplo para reva-lorar el interesante legado mortuo-rio que tenemos en los panteones al interior de las iglesias y nuestra riqueza histórica cultural tangible, que por ser parte de nuestra coti-dianidad, pasa desapercibida.

1 Trueba Lara 2006:90-922 Trueba Lara, Op. Cit.:17

...Desde el siglo XIX las logias masónicas marcaron la vida política...

Fig.1. Tumba junto al acceso lateral de la iglesia. Foto América Malbrán Porto

Fig.3. Tumba con pirámide frente a la fachada de la iglesia Foto América Malbrán Porto

Fig.2. Tumba con columna truncada Foto América Malbrán Porto

Fig.4. Lápida de la tumba de Julián Robles Foto América Malbrán Porto

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Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos

Consejo Editorial Eduardo Corona Martínez Norberto González Crespo Luis Miguel Morayta Mendoza Raúl Francisco González Quezada

Coordinación editorial de este número: Raúl Francisco González Quezada Coordinación de producción: Karina Morales Loza

Diseño y formación: Joanna Morayta Konieczna

El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores

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