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Nueva época, Año 3, No. 25 Guatemala, mayo de 2003 Daniel R. Olascoaga * E l diálogo que se ofrece a la atención de los lectores y las lectoras, se basa en una investigación recientemente realizada para FLACSO a publicarse próximamente, sobre el sistema de partidos políticos en Guatemala y la participación en el mismo, de las mujeres, los indígenas y los jóvenes. Abordar un tema como éste no resulta fácil y mucho menos en un año electoral, cuando se observa la recurrente creación de nuevas organizaciones, los cambios de partido que practican los candidatos, la aparición y desaparición meteórica de candidaturas presidenciales, entre otros fenómenos similares. En las páginas que siguen trataremos de compartir algunas reflexiones sobre el estado actual del sistema de partidos políticos en Guatemala, su grado de aceptación en la sociedad como articulador de la voluntad popular y consecuentemente, hasta dónde dicho sistema aparece institucionalizado. Tratar estos temas desde una perspectiva no militante ni partidista es importante para contribuir a la formación y a la cultura ciudadana cuando empieza a cobrar forma la campaña electoral y es de prever que en el futuro próximo, crezca y se desborde la pasión política, aunque es de esperar que dentro de los límites de lo permitido. Partidos políticos y proceso electoral en Guatemala * Analista, consultor y exdirigente político uruguayo, exinvestigador de FLACSO-Guatemala. M.C. Escher

Diálogo 25 Nueva Época/ Partidos políticos y proceso electoral en Guatemala

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Partidos políticos y proceso electoral en Guatemala / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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mayo 2003, No. 25/1

Nueva época, Año 3, No. 25 Guatemala, mayo de 2003

Daniel R. Olascoaga*

El diálogo que se ofrece a la atención de los lectores y las lectoras, se basa en unainvestigación recientemente realizada para FLACSO a publicarse próximamente, sobre

el sistema de partidos políticos en Guatemala y la participación en el mismo, de las mujeres,los indígenas y los jóvenes. Abordar un tema como éste no resulta fácil y mucho menos enun año electoral, cuando se observa la recurrente creación de nuevas organizaciones, loscambios de partido que practican los candidatos, la aparición y desaparición meteórica decandidaturas presidenciales, entre otros fenómenos similares.

En las páginas que siguen trataremos de compartir algunas reflexiones sobre el estadoactual del sistema de partidos políticos en Guatemala, su grado de aceptación en la sociedadcomo articulador de la voluntad popular y consecuentemente, hasta dónde dicho sistemaaparece institucionalizado. Tratar estos temas desde una perspectiva no militante ni partidistaes importante para contribuir a la formación y a la cultura ciudadana cuando empieza acobrar forma la campaña electoral y es de prever que en el futuro próximo, crezca y sedesborde la pasión política, aunque es de esperar que dentro de los límites de lo permitido.

Partidos políticos yproceso electoral

en Guatemala

* Analista, consultor y exdirigente político uruguayo, exinvestigador de FLACSO-Guatemala.

M.C

. Esc

her

2/mayo 2003, No. 25

¿Aguantaremos unpróximo?

Secretario general de FLACSOWilfredo LozanoSan José, Costa Rica

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALAVíctor Gálvez Borrell-directorVirgilio Álvarez/Walda Barrios-Klée/Claudia Dary/Virgilio Reyes/Edelberto Torres-Rivas

Tel. PBX (502) 362-1431 Fax: (502) 332-6729Correo electrónico: [email protected]ágina web: http://www.flacso.edu.gtCoordinación de edición: Hugo de LeónEdición FLACSO-GuatemalaEsta publicación es posible gracias al apoyo financierode la agencia sueca de desarrollo internacional ASDI/SAREC

Publicación mensual de FLACSO-Guatemalay elPeriódico

30,000 ejemplares

Las funciones de los partidospolíticosEn principio, debería convenirse que el sistemademocrático representativo, implica que los ciu-dadanos, titulares de la soberanía del Estado,delegan parte de su cuota de poder político enrepresentantes legítimamente electos paracumplir con las diversas funciones de gobierno.En este marco, el funcionamiento de un sistemade partidos políticos que cumpla con los come-tidos básicos de intermediación y socializaciónpolítica, movilización de la opinión pública, re-presentación de intereses y legitimación delsistema político, así como los roles de carácterinstitucional (reclutamiento y selección de élitesgobernantes, y formación y composición de losprincipales órganos del Estado), constituye unrequisito fundamental para la existencia de unsistema democrático y representativo de gobier-no. Ni en la teoría ni en la práctica se ha demos-trado cómo podría funcionar tal sistema sin laexistencia de partidos.

Es importante destacar desde un principio,la insustitubilidad de los partidos en sus funcio-nes de representación política a través de lalegitimidad del voto ciudadano. En definitiva, sonéstos los instrumentos mediante los cuales seejerce la democracia; al mismo tiempo cons-tituyen los únicos medios legítimos para accederal poder del Estado y para impulsar las políticaspublicas de interés general. Del buen funcio-namiento de los mismos y de su capacidad pararepresentar los intereses de la población, de-penderá la calidad de la democracia.

Si bien es cierto que una sociedad civil or-ganizada es necesaria, tanto para la repre-

sentación de intereses particularescomo para el ejercicio de la fiscali-zación ciudadana, su rol es biendistinto y no debe entrar en compe-tencia sino complementar el de lospartidos.

Mientras la sociedad civil o losmovimientos sociales representanintereses necesariamente parciales,los partidos deben agregar y articu-lar las demandas generales y con-vertirlas en planes de gobierno y,eventualmente, en políticas públicas.

Breny Cuenca nos ayuda a aco-tar los campos de acción de unos yotros mediante la siguiente definición:“La sociedad civil es una red orga-nizacional que promueve diversasdemandas e intereses de los grupossociales, entre ellos: de defensa eco-nómica, de género, de promoción humana ydesarrollo, científicos y culturales entre otros.Distinguiremos a la sociedad civil del mundoinstitucional, surgido y articulado estructural yfuncionalmente al Estado. También la distingui-remos de la sociedad política, fundamentalmentepartidos y movimientos políticos, cuya metacomún es alcanzar el ejercicio del poder estatal”.1

Complementariamente, Rodrigo Borja2

entiende que los partidos deben reunir tres con-diciones mínimas para ser considerados tales:tener una ideología política, un plan de gobier-no y una organización permanente. El mismoautor apunta que los partidos deben tener comoprincipal objetivo táctico la conquista del poder,medio para convertir en actos de gobierno suspostulados y sus planes de acción. No obstante,los partidos políticos no son entidades aisladas,puesto que funcionan dentro de un sistema.Bartolini define a estos sistemas como... “elresultado de las interacciones entre las unida-des partidistas que lo componen; más concreta-mente el resultado de las interacciones queresultan de la competición político electoral”.3

De estas interacciones surgirá un sistemamás o menos institucionalizado, y por ende máseficiente en la representación de los interesesde la población. En este sentido autores comoMainwaring y Scully4 proponen cuatro criteriospara determinar el grado de institucionalización

de los siste-mas de partidos enlas democracias en tran-sición:

1. Cierta estabilidad enel modo de compe-tencia electoral entre partidos.

2. Cierto arraigo de los partidos políticos en elelectorado, de tal manera que las preferen-cias políticas sean determinadas por ellos.

3. Que los partidos políticos sean los actoresprincipales para la distribución del poderpolítico.

4. Que tengan organización partidaria con valorpropio, independiente de grupos de poderexternos o de la voluntad de un caudillo.

A lo anterior debe sumarse la incidencia delos modelos de transición y las rémoras de unpasado autoritario, como lo plantea Bandel...“Muchas de las deficiencias de los partidospolíticos podrían interpretarse como tropiezosy torpezas de los primeros pasos en el duroaprendizaje de las reglas de juego democrático,como deficiencias también heredadas y arras-tradas del pasado autoritario”.5 Tomando estoscriterios repasaremos las características quedistinguen al actual sistema partidario en Gua-temala.

1 En: Partidos políticos y sociedad civil en Centroamérica.Panorama Centroamericano / Temas y Documentos de DebateNo. 65. INCEP, Guatemala 1996.2 Borja, Rodrigo: Enciclopedia de la Política. Fondo de CulturaEconómica, México, 1997.3 Bartolini, Stefano. En Pasquino, Gianfranco Et al. Manual deCiencia Política, Alianza, Madrid, 1994.4 Mainwaring, Scott y Scully, T: Building democratic institu-tions: Party Systems in Latin America, Stanford Universitypress, 1995.

5 Bendel, Petra: “Partidos políticos y sistema de partidos enCentroamérica”. Documento de Trabajo, Serie Análisis de laRealidad Nacional 95-4, Abril de 1995, Fundación Dr. GuillermoManuel Ungo, San Salvador, El Salvador.

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Tipo de transicióny marco legalLa estabilidad en las reglas de juego se rela-ciona directamente con el marco legal en el quese da la competencia entre partidos. En Gua-temala, a su vez, el marco legal y su evoluciónse relacionan estrechamente con la transicióndemocrática y su entorno.

En el sentido indicado, si desde el punto devista legal las reglas de juego no han variadosustancialmente desde el inicio de la transicióndemocrática en 1985, desde el punto de vistapolítico se puede afirmar que sí se ha venidoregistrando una variación, tanto en lo referentea la ampliación del espectro ideológico, comoen la aparición y desaparición de partidos.

Lo anterior está relacionado con una transi-ción ideada desde el poder autoritario delEjército, en el marco de un conflicto armadointerno. La apertura democrática, concebidacomo un mecanismo de legitimación de laestrategia contrainsurgente, no dio paso a ungobierno civil capaz de ejercer la totalidaddel poder del Estado pues las FuerzasArmadas continuaron controlando granparte del aparato público. Este tipo detransición no contribuyó a generarun sistema de partidos legitimadoa ojos de la población y en el queésta pudiera creer como represen-tante de sus intereses.

A lo ya señalado debensumarse una serie de normasque establece la legislación yque no coadyuvan a la institu-cionalización del sistema, sinoque más bien favorecen la di-visión de los partidos y el manidofenómeno del transfuguismo. Eseste el caso por ejemplo, de lanorma contenida en la Ley Electoral yde Partidos Políticos que establece queen la elección del comité ejecutivo ganarála planilla que obtenga la mayoríaabsoluta de los votos, cerrando de estemodo la posibilidad de que existancorrientes internas o minorías partida-rias reconocidas. La exclusión de lasminorías partidarias de los órganosejecutivos de las organizaciones, envirtud de este sistema de elección, esun factor decisivo para que los partidosse fracturen y subdividan. Por otra parte, mien-tras que la legislación es sumamente flexiblepara la creación de nuevos partidos políticoses bastante rígida para la cancelación delregistro de los mismos.

Otro factor a tener en cuenta es la insufi-ciencia del financiamiento estatal, y suinexistencia en períodos no electorales, lo quedeja a los partidos sin los recursos necesariospara mantener un funcionamiento regular. Lasorganizaciones quedan entonces a merced delfinanciamiento privado que puedan conseguir,vulnerándose seriamente las posibilidades decompetencia en igualdad de condiciones. Seentienden entonces las razones de la críticaintencionada que algunos centros de poder es-grimen en contra del financiamiento público, puesasí se garantizan que ellos sigan controlandodesde afuera, a los débiles partidos políticos.

Función de representacióny centralidad de los partidosen la distribución del poderLa aceptación del sistema democrático porparte de la ciudadanía, requiere de la existencia

de mecanismos reales de participación políticaque permitan la identificación del sistema conlas necesidades de la población.

El sistema de partidos, que se basaba enla representación de los diversos paradigmas,las grandes ideologías y las representaciones

sectoriales, que se traducían en las identidadesy “clivajes” profundos de las sociedades, se vehoy cuestionado. Aunque se pueda afirmar conGarretón, que una de las funciones de lospartidos es... “organizar y agregar los clivajesde grupos ideológicos, culturales o económicosque comparten una misma visión”.6

La existencia de multiplicidad de fracciona-mientos sociales que se entrecruzan y que nopueden ser reducidos unos a otros torna difícilesta función de agregación de intereses, máxi-me cuando muchos de ellos buscan ser los re-presentantes de un determinado grupo socialo cultural, dentro de un panorama que se tornacada vez más difuso.

Ante esta crisis, los partidos buscan con-vertirse en organizaciones más plurales, tratan-do de incorporar las demandas y aspiracionesde los diversos sectores que conforman lasociedad en programas que van perdiendo cadavez más sus rasgos específicos identitarios paraparecerse mucho unos a otros.

En Guatemala, la búsqueda de diferenciasideológicas que justifiquen o creen ese sentido

de pertenencia o de identificación partidariason muy débiles, tanto así que el fenóme-

no más normal es el del transfuguismopartidario, no sólo entre los votantes ymilitantes, sino en las dirigencias y losdiputados electos.

Un factor importante que debetomarse en cuenta y que es común enla mayoría de los países latinoameri-canos, es que la recuperación democrá-tica estuvo acompañada por una suma-

toria desmedida de expectativas que nofueron cumplidas, que provocaron lo que

Norberto Bobbio calificó como “la fatigademocrática”.7

Aspectos como los indicados permitenentender la frustración creciente de una

población que como la guatemalteca, ha vistocrecer el abstencionismo electoral de modo

constante desde los inicios de la recu-peración democrática, como se apreciaen el siguiente cuadro.8

6 Garretón, Manuel Antonio: “Representatividad ypartidos: Problemas actuales”, en: Partidos políticosy representación en América Latina. Thomas Manz yMoira Suazo (Coordinadores). Nueva Sociedad,Caracas, 1998.7 Así, el principal discurso de campaña del primer pre-sidente argentino luego del período militar, Raúl Alfonsín,

recorrió el mundo recalcando... “La dictadura nos ha enseñadoque con la democracia no sólo se vota, con la democracia secome, se cura, se educa...”8 Hay que aclarar que en la última elección nacional (1999) elabstencionismo registró un leve descenso, ello puede atri-buirse a que se trató de las primeras elecciones posterioresa la firma de la paz; y por tanto, se dio la incorporación de lainsurgencia a la lucha electoral.

Arnoldo Ramírez Amaya

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Lo que sin duda es un hecho, es que lospartidos no gozan de mayor credibilidad entrela ciudadanía como instrumentos idóneos derepresentación. Pero como señala González...“Los partidos políticos jamás han tenido buenafama: siempre han sido la institución de lademocracia peor calificada por los ciudadanosen todo el mundo”.10

Lo que en definitiva está en cuestión es lavalidez de los partidos políticos como instru-mentos, o por lo menos como instrumentos mo-nopólicos de la representación política. Comonos indica Carina Perelli... “La partidocracia,considerada sinónimo de democracia a comien-zos del siglo XX, está fuertemente cuestionada.Ha perdido consistencia ideológica, tiene bajainstitucionalización y compite por el poder conotros sectores crecientes”.11

Por otra parte, la cultura política de lapoblación y la historia que le sirve de base,constituyen factores que contribuyen a la per-cepción que la ciudadanía concede al sistemapolítico. Como afirman González y Torres-Rivas:“La democracia que se implanta en sociedadesde un largo y profundo pasado dictatorial notiene el mismo destino ni la fuerza que exhibenaquellas sociedades en donde el liberalismopolítico ha sido una experiencia con largahistoria.”12

Al final de cuentas, todos estos factoresterminan por reflejarse en el abstencionismo alque se hacía referencia y en la volatilidadelectoral.

La volatilidad electoral, que en Guatemalapresenta el índice más alto de América Latina,se puede medir de dos modos. Por un lado, lavolatilidad de la demanda electoral, es decir el

cambio neto de laspreferencias del elec-torado de una elec-ción a otra. Por otraparte el criterio quepropone Artiga-Gon-zález,13 que se refie-re a la oferta parti-daria y que mide me-diante un índice que

denomina de “natalidad y mortalidad partidista”.Se obtiene comparando el número de partidosque consiguen escaños parlamentarios sin haber-los alcanzado con anterioridad (natalidad) y losque habiéndolos obtenido en una elección, lospierden en la inmediata posterior (mortalidad). Lamedición de acuerdo a este criterio se torna impor-tante, dado que los cambios en las preferenciaselectorales, están también condicionados a laoferta de nuevas opciones que aparecen eleccióntras elección. Dicho esquema permite tambiéndeterminar la volatilidad de la oferta para el casoguatemalteco, de la siguiente forma:

Los problemas derivados de lafalta de identidad parlamentariaSi bien la mayoría de la ciudadanía no ha en-contrado aún en Guatemala una identificaciónpermanente con un partido político, fenómenoscomo el apuntado por Artiga-González y eltransfuguismo interpartidario de dirigentes,tampoco ayudan a crear esa confianza y a fun-damentar la identidad ciudadano–partido polí-tico que por generaciones y familias exis-te, por ejemplo, en otras democracias delcontinente.

Este es un factor preocupante enGuatemala como lo evidencia la encuestarealizada en febrero de 2003 por VoxLatina, publicada en marzo del mismo añoen Prensa Libre, que da cuenta de la poca

9 Para un estudio pormenorizado del fenómeno del abstencio-nismo véase ¿Por qué no votan los guatemaltecos?, Boneo,Horacio y Edelberto Torres Rivas, TSE, IDEA, PNUD, Guatemala,2001.10 González, Secundino, La institucionalización del sistemade partidos políticos en Guatemala: desafíos y oportunidades.ASIES, Guatemala: 200111 Perelli, Carina en: “Partidos y clase política en América Latinaden los 90”: Perelli, C., Picado S. y Zovatto, D. comps. IIDH-CAPEL, San José de Costa Rica, 1995.12 Torres-Rivas, Edelberto y Secundino González: Constru-yendo la Democracia electoral en Guatemala, FLACSO,Guatemala, 2001.

13 Artiga-González, Álvaro. La política y los sistemasde partidos en Centroamérica, FUNDAUNGO, SanSalvador: 2000 Filóchofo

Cuadro 1Comportamiento de la abstención en relación al padrón

en elecciones generales (porcentajes).

Fuente: elaboración en base a datos del TSE9

14 Agpuru Dinorah. La cul-tura democrática de losguatemaltecos en el nuevosiglo, Guatemala: ASIES,2002.

Cuadro 2Volatilidad electoral en Guatemala (1985 – 1999)

Fuente: Artiga-González

* Elección parlamentaria parcial para renovar el Congreso como consecuencia de la “depuración”de la administración de De León Carpio.

confianza que en la política y el sistema demo-crático tienen los ciudadanos.

Según el sondeo citado, 75,7 % de los en-cuestados manifestó que la política no le inte-resa. Por su parte, 59,5 % dijo que la política leera indiferente y 68,8 % expresó desconfianzafrente a dicha actividad. En un reciente estudioa la pregunta: ¿qué grupo lo representaríamejor a usted en un diálogo con el gobierno?,los partidos políticos obtuvieron un insignificante4%.14

El fenómeno del transfuguismo político alque se hacia referencia anteriormente, cons-tituye también un índice de la desafección exis-tente hacia los partidos. La falta de lealtadesse traduce, no solamente en la volatilidad elec-toral, sino en el cambio de organizaciones delos propios dirigentes. Este fenómeno es recu-rrente y no se limita a los cuadros medios, esfrecuente entre los legisladores y otros líderespartidarios. Prueba de ello es que de los cuatropresidentes electos democráticamente desde

el inicio de la tran-sición... tres han mili-tado en al menos trespartidos políticos di-ferentes.

Para ilustrar estamisma conducta anivel parlamentario

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es preciso mencionar que, en la anterior legis-latura (1996-2000) quince diputados cambiaronde partido, lo que significa 18,75% del total. Enla presente legislatura este número es aúnmayor, con el récord de una legisladora que entan sólo tres años y medio ha pertenecido acinco bloques parlamentarios diferentes.

Esta situación se agrava aún más al con-siderar que según datos de una encuestarealizada entre los legisladores en 1999 y citadapor Torres-Rivas y González,15 38,1% de losdiputados manifestó no confiar en el parlamen-to, mientras 61,9% dijo... no confiar en los pro-pios partidos que los eligieron.

Los diversos actores socialesy su relación con los partidospolíticosSi entre la población en general la adhesión alsistema representativo no es fácil, la conductade los principales actores sociales del país tam-poco ayuda a ello. Con un tradicional peso polí-tico a lo largo de la historia del país, el sectorempresarial mantiene una organización sólidadesde hace muchos años y ha encontrado,desde siempre, las formas de incidir en el poderpolítico sin comprometerse explícitamente conninguna organización partidista hasta ahora.

Los medios de comunicación por su parte,muchas veces sustituyen a los partidos en lafunción de formación de la opinión pública y enla educación política. Pero lo que resulta máspreocupante es que este sector asume cadavez más funciones de oposición política y seproclama a sí mismo como un cuasi sustitutode los partidos de oposición.

El tercer actor al que debe hacerse refe-rencia es el de las organizaciones sociales, (la

llamada sociedad civil organizada). Este actorconfirma su tradicional desconfianza hacia lospartidos como medios de canalización dedemandas, sustituyéndolos muchas veces en susfunciones de intermediación, aunque sin contarcon la legitimidad del voto popular para ello.

La falta de consolidación de un sistema departidos políticos capaz de articular y agregarlas demandas e intereses de los diversos sec-tores sociales es una de las causas del fenó-meno señalado. Muchos de estos actores socia-les vienen actuando desde la época del conflictoarmado, en el que grupos importantes delespectro ideológico se encontraban políticamen-te excluidos, lo que de algún modo los ha llevadoa una actitud antisistema. La falta de una verda-dera tradición democrática en el país es tambiénun fenómeno que hace que a muchos de losactores sociales no les quede claro el rol quejuega o deben jugar los partidos políticos y elpoder legislativo en la mediación de demandassociales, dentro de una sociedad moderna.

Quizá deba señalarse el autogolpe deSerrano y los acontecimientos que le sucedieroncomo un importante punto de inflexión que llevó–en un sistema de incipiente institucionaliza-ción– a precipitar la crisis de los partidos y ladecisiva influencia, tanto de las organizacionesde la sociedad civil, como de la prensa en lavida política institucional del país.

Organización permanente ypresencia territorialMuchas organizaciones políticas, si bien seamplían en los períodos preelectorales prefierenmantener una organización legal pequeña ycontrolable. De este modo encontramos que,aún cuando se tenga organización o filiales enmuchos municipios, los partidos prefieren pre-sentar ante el Registro de Ciudadanos un nú-mero mínimo de éstas.

Lo anterior explica una de las críticas recu-rrentes a los partidos políticos: su carácter “elec-torero”; es decir, su preocupación, interés yorganización solamente durante los períodospreelectorales. Ciertamente algo de razón asis-te a estas críticas, pero lo que debe tenerse encuenta es que para los partidos, la función fun-damental es la electoral. Montar una maquinariaque les permita traducir en votos sus propues-tas programáticas es la preocupación principalde cualquier organización política; el resto soncomplementarias y sin la primera carecen desentido. Parece lógico, entonces, que los parti-dos den prioridad a su organización en épocaselectorales y que su principal objetivo se centreen conseguir los votos que sustenten sus pos-turas. Lo que se ha criticado mucho es que pa-

sado el momento electoral los partidos dejande funcionar orgánicamente y en los casos quecorresponde, se centran en las labores legisla-tivas o de gobierno.

Es necesario tener presente que manteneruna organización luego de las elecciones noes fácil y el interés general de la poblacióndecae. No se ven razones para continuar unamilitancia partidaria cuando no existen incen-tivos inmediatos; por otra parte, los partidosencuentran dificultades no sólo organizativas,sino de orden económico para el mantenimientode sus actividades.

El último de los problemas a analizar es elreferente a la presencia de caudillos o “dueños”de los partidos y su manejo democrático interno.Es el criterio de este autor que en principio, noes condición necesaria para que los partidospolíticos funcionen correctamente que suorganización interna sea democrática.

En una época en que la actividad políticase concentra cada vez más en un grupo dedirigentes y técnicos que han asumido profe-sionalmente la tarea partidaria y de gobierno,las formas como se organiza una fuerza políticason responsabilidad interna de la misma y seránlos electores quienes les darán o no su con-fianza, si ésta cumple con sus expectativas.

Es evidente que la mayoría de las orga-nizaciones políticas guatemaltecas surgenalrededor de una figura con aspiraciones presi-denciales, sea por su carisma, su capacidad

Crónica, No. 209, 17 al 22 de enero de 1992, pp. 17-18.

15 Torres-Rivas y González: Op. Cit.

Crónica, No. 209, 17 al 22 de enero de 1992, pp. 17-18.

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organizadora o su poder económico, lo cual en un sistema de partidosnuevos o cambiantes no es de extrañar. Esto no es negativo en sí mismo,los liderazgos fuertes son una característica en la política y no sólo enlos regímenes presidencialistas, como se dice comúnmente. La historianos muestra muchos ejemplos de partidos creados en torno a una figuraque representaba, al menos entre sus partidarios, al imaginario colectivo.A título de ejemplo se podrían citar los casos paradigmáticos del PartidoJusticialista de Argentina, fundado bajo el liderazgo indiscutido del Gral.Juan Domingo Perón, o el movimiento Gaullista en Francia. Ambasorganizaciones han sobrevivido, con mucho, a sus fundadores.

El inconveniente se presenta cuando las organizaciones políticasno logran institucionalizarse y su única razón de existir es la de llevar asu líder a la conducción del gobierno. Es decir, se convierten (o nologran superar) su caracterización como formaciones sin ideología niprograma definidos, con organización escasa, lealtades políticas coyun-turales y poca propensión a perdurar en el tiempo. Y sobre todo si setoma en cuenta la prohibición constitucional de la reelección. A estodebe sumarse una costumbre más reciente, la de personas ajenas almundo de la política que “compran” fichas de partidos para poderpresentar sus propias candidaturas.

En torno a estos temas se puede concluir que los partidos serán tandemocráticos como su instinto de supervivencia les diga que deben sery será la propia población, a través de su voto, la que juzgue si le son ono convenientes las formas organizativas de los partidos.

CorolarioA manera de conclusión se pueden avanzarse las siguientes ideas decierre:

- Es necesario recordar que la sociedad guatemalteca tiene escasacultura democrática, producto de un largo y tormentoso pasadoautoritario, represivo y signado por la violencia política. Dicha culturaaparece además, acompañada de una desafección al sistemademocrático representativo por parte de los principales actores de lasociedad. Más allá de sus defectos propios, que son muchos,difícilmente los partidos puedan encontrar en este contexto la legiti-midad que les es indispensable para el ejercicio de sus funciones. Seimpone entonces la necesidad de implementar programas de formaciónen torno a los valores democráticos y del propio sistema.

- Resulta evidente para la superación de algunos de los problemasestructurales que adolece el sistema de partidos políticos guatemalteco,la necesidad de reformar a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Sibien las reformas a esta ley han sido discutidas ampliamente por lasociedad, las mismas se han analizado desde la óptica de sectoresespecíficos o desde la academia. Así, se ha propuesto impulsar lascuotas para los sectores que se encuentran subrepresentados en elsistema político como las mujeres y los indígenas; se postulan medidasque apuntan a mejorar los índices de participación electoral, y se haprocurado mejorar el financiamiento estatal a los partidos. Lo que nose ha hecho es proponer una reforma de fondo del sistema, que ayudea la institucionalización del mismo.

- En el caso de Guatemala y por la evidente debilidad que padece elsistema de partidos, la elaboración de una legislación específica delas organizaciones partidistas podría colaborar a su fortalecimiento,dejando en otra norma los aspectos referentes al sistema electoral.Es decir; debería separarse ambos componentes de la ley tal y comoahora aparecen unidos.

En definitiva, formación democrática que alcance a todos los actoressociales y un marco legal adecuado, deberían ser los principales factoresque coadyuven al fortalecimiento de la institucionalización del sistemade partidos y, por ende, de la democraciaen el país.

Quino

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Presentan ColecciónCuadernos de seguridady defensa

De izquierda a derecha aparecen: lalicenciada Carmen Rosa de León, el doctorHéctor Rosada y el licenciado ArnoldoVillagrán, panelistas participantes.

Cumpliendo con uno de los objetivos del Proyecto Política de seguridady defensa en Guatemala, el 9 de mayo del presente año, en el salón

“Luis Cardoza y Aragón” del Fondo de Cultura Económica, FLACSO-Guatemala presentó en foro público la Colección Cuadernos de seguridady defensa.

Este evento estuvo presidido por el doctor Víctor Gálvez Borrell, directorde FLACSO-Guatemala, quien en su intervención agradeció al CentroInternacional de Investigaciones para el Desarrollo CIID, de Canadá, elapoyo financiero que hizo posible la realización del proyecto, explicó a laaudiencia los alcances que el mismo tiene para la sociedad guatemalteca.El licenciado Manolo Vela, uno de los autores de esta Colección, detalló

En la foto aparecen el licenciado ManoloVela, investigador de FLACSO-Guatema-la, el doctor Víctor Gálvez Borrell, director,y los panelistas, doctor Héctor Rosada yel licenciado Arnoldo Villagrán.

los fines y metas que el cuerpo de investigadores de FLACSO se impusoal concebir la Colección cuadernos de Seguridad y defensa.

En dicho foro la licenciada Carmen Rosa de León, Directora deIEPADES, el doctor Héctor Rosada, consultor independiente, y ellicenciado Arnoldo Villagrán, miembro de Incidencia Democrática,presentaron varias ponencias relacionadas con el tema de seguridad ydefensa, e hicieron comentarios puntuales acerca de los posibles aportesde los Cuadernos a la discusión de este tópico en nuestro país, que yaestán a la venta en librerías.

El libro del Dr. Fernando Valdez se inscribe enun gran esfuerzo y debate académico que enAmérica Latina se viene dando sobre el sectorempresarial.La claridad analítica y el recorrido histórico querealiza el autor a lo largo de la reciente y siem-pre rica realidad guatemalteca hacen del textoun gran aporte para entender el pensamientoempresarial, a los empresarios su pensamiento,sus proyectos de nación y la responsabilidad política y económica de ese sectorcon el Estado de Guatemala.

En suma, el libro es una gran y novedosa investigación que abrirá nuevasvertientes para el análisis del Estado y la Modernización política en ese país.

EDGAR JIMÉNEZ

Próxima publicación

8/mayo 2003, No. 25

Una serie de cuadernos con claraintención didáctica que buscanproporcionar elementos básicospara orientar el debate y la acciónpública en la problemática de lafunción de seguridad del Estado,que puedan servir a los guatemal-tecos que, desde distintas funcio-nes dentro de nuestra sociedad,desean introducirse en materia.

Colección Q 165.00Cada tomo Q 35.00

Colección Cuadernosde Seguridad y DefensaVarios autores

Colección Cultura de Paz N. 1Linchamientos: ¿Barbarie o“justicia popular”?Editores: Carlos Mendoza y Edelberto Torres-Rivas

En Guatemala hubo linchamientos en el pasado yahora se sabe que en otras partes del mundotambién ocurren. Al plantear en esos términos elfenómeno criminal hay que admitir que los lincha-mientos se producen en los más diversos sitiossocioculturales, al impulso de actores movidos porlos más disímiles motivos de odio, exasperación o

simple contagio colectivo. En nuestro caso no deberíamos equivocarnos. Nopodemos dejar de darnos cuenta que tan excecrable acción popular,multiplicada en diversos escenarios, concentra todas las crueldades y horroresdel pasado conflicto armado.

Q50.00

El ocaso de un liderazgo.Las élites empresariales tras unnuevo protagonismoJ. Fernando Valdez

Librería de Ciencias Socialesnueva dirección5a avenida 6-23 zona 9Teléfono: 362-1431

Exdirector del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de laUniversidad Iberoamericana, director del Instituto de EstudiosEstratégicos Internacionales, México.