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DÍAZ DE PRADA, Ángel: Cultura, antropología y otras tonterías (Madrid: Trotta, 2010),293 pp. El concepto “cultura” es uno de los pilares sobre los que se ha construido la dis-ciplina de la antropología. Para muchos antropólogos, es la esencia de la propia dis-ciplina; para otros, origen de una gran perversión, producida por su reificación. Hay quienes, como Ángel Díaz de Rada en este libro, reivindican este término como lapiedra angular de la antropología; otros, como Adam Kuper y Lila Abu-Lughod estánradicalmente en contra de que se siga usando. La gran aportación de Cultura, antro- pología y otras tonterías es que, más allá de las usuales controversias sobre los térmi-nos cultura, culturas o la propuesta de erradicar el término, Díaz de Rada proponeuna serie de herramientas para ver de qué se está hablando cuando se usa y profun-dizar en el significado del término en cada una de las críticas que se hacen de estapalabra. El título del libro da cuenta de la ironía de que, mientras que para algunosla cultura son “esas tonterías que hace o colecciona la gente cuando puede perder eltiempo” (p. 17), para otros llega a ser motivo de matar y morir. Díaz de Rada presen-ta el término “cultura” como una palabra fundamental de nuestra disciplina, plantean-do en el libro la necesidad de realizar una especie de trabajo de “restauración” conella: no para convertir el término en una “verdad de fe”, sino como un espacio másde debate.El libro tiene una inteligente estructura, aportando herramientas concretas paraequipar al lector en su viaje a través de las páginas, como son una serie de definicio- nes claras y repetidas a lo largo del libro; así como un manojo de llaves que permi-ten abrir puertas para profundizar en el concepto de cultura. Comienza el viaje cor-tando tres gruesas amarras para poder navegar: la cultura no es un saber espiritual y es necesario dejar de contemplar la realidad desde la perspectiva del dualismo de lamateria y el espíritu; la segunda consiste en aclarar que la cultura no es lo que hacenlos artistas, ya que cualquier ser humano es agente de cultura; y, la tercera, que lacultura no es un grupo de personas, no es una nación, no es un cuerpo social, yaque la cultura “se predica de la acción social, es una propiedad de la acción social y no de quienes la ponen en práctica” (p. 19). Presenta, en el segundo capítulo, cuatrode las seis definiciones de cultura, que se van construyendo de forma progresiva. A continuación, el capítulo tres está dedicado a seis dificultades, a las que el autor lla- ma “las seis llaves” como, por ejemplo, cómo compatibilizar el pensamiento universalcon el de lo concreto, o aprender a mirar

DÍAZ de PRADA. Cultura, Antropologia y Otras Tonterias. Reseña

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Antropologia

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DAZ DE PRADA, ngel:Cultura, antropologa y otras tonteras(Madrid: Trotta, 2010),293 pp.

El concepto cultura es uno de los pilares sobre los que se ha construido la dis-ciplina de la antropologa. Para muchos antroplogos, es la esencia de la propia dis-ciplina; para otros, origen de una gran perversin, producida por su reificacin. Hayquienes, como ngel Daz de Rada en este libro, reivindican este trmino como lapiedra angular de la antropologa; otros, como Adam Kuper y Lila Abu-Lughod estnradicalmente en contra de que se siga usando. La gran aportacin de Cultura, antro-pologayotrastonterases que, ms all de las usuales controversias sobre los trmi-nos cultura, culturas o la propuesta de erradicar el trmino, Daz de Rada proponeuna serie de herramientas para ver de qu se est hablando cuando se usa y profun-dizar en el significado del trmino en cada una de las crticas que se hacen de estapalabra. El ttulo del libro da cuenta de la irona de que, mientras que para algunosla cultura son esas tonteras que hace o colecciona la gente cuando puede perder eltiempo (p. 17), para otros llega a ser motivo de matar y morir. Daz de Rada presen-ta el trmino cultura como una palabra fundamental de nuestra disciplina, plantean-do en el libro la necesidad de realizar una especie de trabajo de restauracin conella: no para convertir el trmino en una verdad de fe, sino como un espacio msde debate.El libro tiene una inteligente estructura, aportando herramientas concretas paraequipar al lector en su viaje a travs de las pginas, como son una serie de definicio-nes claras y repetidas a lo largo del libro; as como un manojo de llaves que permi-ten abrir puertas para profundizar en el concepto de cultura. Comienza el viaje cor-tando tres gruesas amarras para poder navegar: la cultura no es un saber espiritual yes necesario dejar de contemplar la realidad desde la perspectiva del dualismo de lamateria y el espritu; la segunda consiste en aclarar que la cultura no es lo que hacenlos artistas, ya que cualquier ser humano es agente de cultura; y, la tercera, que lacultura no es un grupo de personas, no es una nacin, no es un cuerpo social, yaque la cultura se predica de la accin social, es una propiedad de la accin social yno de quienes la ponen en prctica (p. 19). Presenta, en el segundo captulo, cuatrode las seis definiciones de cultura, que se van construyendo de forma progresiva. Acontinuacin, el captulo tres est dedicado a seis dificultades, a las que el autor lla-ma las seis llaves como, por ejemplo, cmo compatibilizar el pensamiento universalcon el de lo concreto, o aprender a mirar la vida humana traduciendo la accin enrelacin. Dedica un captulo (el cuarto) a ejemplificar cmo se pueden usar esas seisllaves. Los dos siguientes estn centrados en una de las amarras que el autor cort alprincipio: el dualismo entre materia y espritu. Estos captulos son los ms tericos yse alejan, de algn modo, del carcter divulgativo de la obra. Posteriormente incluyelas otras dos definiciones de cultura. Una secuencia agudamente construida ya quepara entender a dnde llega, hace falta el equipaje conceptual que se ofrece con lasseis llaves y otros conceptos tratados en los captulos anteriores. Todo lo explicadose pone en prctica en el captulo ocho Algunas preguntas con respuesta, una lec-tura que debera ser requisito para personas que trabajan en medios de comunicacin,en poltica y en otros campos. Tres de estas preguntas se desarrollan en los ltimostres captulos (pp. 9-11) que estn dedicados a la diversidad, la cultura como procesopoltico y a los relativismos.573Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares,vol. LXVI, n.o2, pp.517-544,julio-diciembre2011,ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi:10.3989/rdtp.2011.01NOTAS DE LIBROSLas menciones a los viajes, las amarras y las llaves no son un recurso estilsticoque propongo yo al escribir esta resea, sino que son metforas sostenidas a lo largodel libro junto a otras como el llavero y las puertas que se abren y cierran. Este re-curso ayuda a entender las explicaciones de manera intuitiva y permite al lectoradentrarse en diferentes niveles de profundidad dentro del tema, pero la acumulacinde metforas puede llegar a abrumar, entre la navegacin, las cerraduras y el mundode los conciertos musicales.Segn el mismo autor seala, el objetivo de divulgacin ha guiado este proyecto.As,elestilodellibroguardaunarriesgadoequilibrioentreunregistrocoloquialyprofundos conceptos tericos. Cabe preguntarse por las convenciones que entran enjuego al decidirse por este carcter divulgativo. Se utiliza un lenguaje fresco llenode referencias a la vida cotidiana (cine, televisin, deportes...) y un tono informal, porejemplo, cuando, a raz de los comentarios a CNN+ de un especialista de la UNESCOen una cumbre sobre democracia, terrorismo y seguridad, el autor escribe: Yo mepregunt entonces cuntas otras bobadas espontneas habra dicho durante los traba-jos de la cumbre (p. 117); o cuando est en desacuerdo con Kuper y se pregunta,Me he perdido algo o cuesta tanto entender que estos smbolos de los que hablaaqu Burke no son ideas sin cuerpo? (p. 130). Son convenciones que responden alcarcter divulgativo que el autor se propone como meta. Sin embargo, y es otro granacierto del libro, no se queda en un plano de comida rpida para el consumo defcil, rpida, aunque dudosa digestin de conceptos; sino que le dedica el tiempo yla profundidad de razonamiento para que se produzca una nutritiva digestin del tematratado. No es por tanto, slo un libro de divulgacin sobre lo que se hace en antro-pologa. Es tambin un espacio para abrir preguntas sobre la profesin, recomendabletanto para antroplogos como para otros expertos en ciencias sociales y humanidades,yparalectoresdeotrasdisciplinasytambindefueradembitosacadmicos.Esta capacidad de llegar a un pblico no especializado y tambin a expertos seconsigue mediante un diseo que permite varios niveles de lectura, ya que incorporaun extenso cuerpo de notas a pie de pgina para poder profundizar en los debatesque se mencionan. Tambin incluye cajetines con informacin extra, que vienen muybien para comprobar que se va entendiendo el texto, y una serie de figuras quepermiten representar en imgenes las ideas principales de algunas partes del libro, comolas llaves. Con estos dos recursos cajetines y figuras se proporciona informacinadicional y se rompe el diseo tradicional de texto corrido en un libro. Sin embargo,esta estructura corre el riesgo de que se pierda el hilo de la lectura y, a veces, resultacomplicado seguir la narracin principal; sobre todo cuando los elementos adicionalesse insertan en mitad de una frase (pp. 36 y ss.).Otro de los grandes aciertos deCultura, antropologa y otras tonterases que searriesga a explicar las cosas con claridad sin renunciar a la complejidad del tema ysin banalizarlo. Es raro encontrar un libro as. Introduce claves muy prcticas y con-cretas sobre la cultura. Sirvan como ejemplo las excelentes explicaciones de la dife-rencia entre relativismo moral y metodolgico; o, en el debate sobre si prescindir ono de la palabra cultura, ante la sugerencia de algunos autores como Garca CancliniyGarcaGarcadequeseuselapalabraculturacomoadjetivopasandoahablardeprocesos o instituciones culturales, Daz de Rada responde de forma contundente, eluso del adjetivo cultural es una pleonasmo cuando lo utilizamos indiscriminadamente.Difcilmente puede cualificar algo una cualidad que opera universalmente. Hablar de574NOTAS DE LIBROSRevista de Dialectologa y Tradiciones Populares,vol. LXVI, n.o2, pp.517-544,julio-diciembre2011,ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi:10.3989/rdtp.2011.01procesos culturales en la escuela es como hablar de persona humana o de los fac-tores sociales en la bolsa; pues no hay persona para la que no sea apropiado el adjetivohumana, comportamiento burstil que no sea social, o accin escolar sin forma cul-tural (pp. 92-3).Los captulos dedicados a las preguntas que s tienen respuesta y a los relativismosdeberan estar incluidos en las lecturas de cursos de iniciacin de periodismo, cienciapoltica, sociologa, historia, antropologa... y, sobre todo, podran ser una herramientamuy til para gestores culturales, personal del ministerio de cultura, cualquier per-sona que trabaje en temas de diversidad cultural y, por supuesto, expertos en patrimo-nio. El tema de la diversidad y la universalidad de la misma cruzan todo el viaje quepropone el autor, en esta nave-libro, superando etiquetas tan estereotipadas comoculturalista, relativista, idealista o materialista. Como el autor seala, cuando sejuzga idealista o materialista la obra completa de un autor (o, como el caso deKuper, un conjunto de autores), no secomete una aberracin intelectual menor quealjuzgar a una poblacin entera como espaola, nigeriana, catalana o cherokee. Enambos casos se trata de generalizaciones que oscurecen la complejidad real (p. 133).Se podra hablar de que hay un ritual de paso de la profesin antropolgica vin-culado al ciclo vital-profesional, que consiste en enfrentarse a la palabra maldita, laletra escarlata de nuestra esencia/estigma. Basta repasar el compendio de Alfred KroeberyClydeKluckhohn,Culture. A Critical Review of Concepts and Definitions(New York:Vintage,1952)paraverelpesodeestadiscusinysusvariadospuntosdevista;yenlos 60 aos que nos separan de esta publicacin, el debate sobre qu es la cultura yla relacin entre cultura y antropologa ha tenido una intermitente presencia. Caberecordar, por ejemplo, el artculo Talking Culture de Verena Stolcke de 1995, en elque alertaba contra los usos fundamentalistas de este concepto. Da la sensacin deque con la madurez profesional viniera esa necesidad de hacer revisiones de los pila-res que sostienen nuestro quehacer profesional: una y mil revisiones que muchas vecesno aportan nada nuevo. As, nada ms ver el libro, no pude dejar de pensar no, otrolibro ms sobre el concepto de cultura, no, pero al acabar de leerlo simplementepas la mano por la cubierta mientras le daba las gracias al libro y al autor conuna sonrisa de satisfaccin.Es un libroimportante, un libro necesario: gracias.Terminocon las palabras de ngel Daz de Rada: no es el concepto de cultura el que debeser arrojado por la borda, sino nuestra desidia cuando se trata de sacarle el lustre quemerece para devolverlo, de nuevo, las veces que haga falta, a las voces del mundosocial que de nuevo lo desgastarn, lo ajarn, a buen seguro. Latonterano se en-cuentra en el concepto de cultura, sino en nuestra indolencia como profesionales dellenguaje. De esa indolencia los antroplogos somos los principales responsables(p.179).CRISTINASNCHEZ-CARRETEROInstituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit).CSIC. Santiago de Compostela