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LAS AUTORIDADES LEXICOGRÁFICAS EN LOS TOMOS I Y II DEL DICCIONARIO DE CONSTRUCCIÓN Y RÉGIMEN DE R. J. CUERVO TRABAJO DE INVESTIGACIÓN PARA EL MÁSTER EN LENGUA ESPAÑOLA Y LITERATURA HISPÁNICA DE PILAR PARDO HERRERO DIRIGIDO POR CECILIO GARRIGA ESCRIBANO DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA BELLATERRA, SEPTIEMBRE DE 2008

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LAS AUTORIDADES LEXICOGRÁFICAS EN LOS TOMOS I Y II DEL

DICCIONARIO DE CONSTRUCCIÓN Y RÉGIMEN DE R. J. CUERVO

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN PARA EL

MÁSTER EN LENGUA ESPAÑOLA Y LITERATURA HISPÁNICA

DE PILAR PARDO HERRERO

DIRIGIDO POR CECILIO GARRIGA ESCRIBANO

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA

UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA

BELLATERRA, SEPTIEMBRE DE 2008

“Nada, en nuestro sentir, simboliza tan

cumplidamente la Patria como la lengua”

Rufino José Cuervo

ÍNDICE

0. Introducción ………………………………………………………………………… 1

1. Vida y obra de Rufino José Cuervo ……………………………………………….. 2

1.1. Biografía de Rufino José Cuervo ……………………………………………...

1.2. Breve contexto histórico……………………………………………………….

1.3. El Diccionario de construcción y régimen ……………………………………. 4

1.3.1. Qué es un diccionario de construcción y régimen ……………………… 4

1.3.2. Descripción del DCR de Cuervo ……………………………………….. 6

1.3.3. El prólogo del DCR …………………………………………………….. 7

2. Las autoridades del DCR: fuentes lexicográficas ………………………………..

2.1. Las autoridades del DCR ………………………………………………………. 10

2.2. Las autoridades no literarias del DCR …………………………………………. 11

2.3. Las autoridades lexicográficas del DCR ……………………………………….

2.3.1. Observaciones a las autoridades lexicográficas ………………………...

2.3.2. Uso de las autoridades lexicográficas en la microestructura …………...

a. Idea del desenvolvimiento de las acepciones ………………………...

b. Explicación de las construcciones y ejemplos ……………………….

c. Autoridades del periodo anteclásico …………………………………. 23

d. Testimonios de documentos latinos hispánicos ……………………… 26

e. Etimología ……………………………………………………………. 26

f. Conjugación …………………………………………………………..

g. Ortografía y Prosodia ………………………………………………...

h. Notas y Forma ………………………………………………………..

2.3.3. Las gramáticas como autoridad lexicográfica ………………………….. 33

2.3.4. Uso lexicográfico de fuentes no lexicográficas: el caso de Antonio

Palomino ………………………………………………………………... 35

3. Conclusiones ………………………………………………………………………..

4. Bibliografía …………………………………………………………………………

5. Anexos ………………………………………………………………………………

Cuadro 1. Listado de autoridades clasificadas del DCR ………………………... 41

Cuadro 2. Listado de autoridades lexicográficas del DCR y sus obras

correspondientes ……………………………………………………..

Cuadro 3. Uso de las autoridades lexicográficas en el DCR ……………………

Cuadro 4. Participación de las entradas de cada fuente en la microestructura .....

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Estadísticas

Tabla 1. Tabla de contingencia: Época de la autoridad – Tipo de autoridad,

y prueba de chi² ……………………………………………………... 48

Gráfico 1. Época de la autoridad – Número de autoridades de cada tipo

en cada siglo …………………………………………………………. 49

Gráfico 2. Gráficos de sectores según participación de cada tipo de autoridad

en cada uno de los siglos …………………………………………….. 50

Gráfico 3. Gráfico de sectores clasificado según la época de las autoridades

en conjunto…………………………………………………………… 51

Gráfico 4. Gráfico de sectores según tipo de autoridad…………………………. 52

Gráfico 5. Gráfico de sectores según la participación en cada siglo de las

autoridades lexicográficas …………………………………………...

Gráfico 6. Gráfico de barras con el número de entradas de autoridades

lexicográficas en el DCR por siglo …………………………………..

Tabla 2. Número de fuentes lexicográficas por siglo …………………………

52

53

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0. Introducción

Acerca de Rufino José Cuervo hay todavía muchos temas por estudiar, tanto sobre

aspectos de su biografía relacionados con su obra como acerca de cada una de sus obras en

particular. Para este trabajo de investigación, cuidadoso mas limitado por el espacio, he

elegido el Diccionario de construcción y régimen, opus magnum del autor. El análisis está

basado en los dos primeros tomos del repertorio (letras A a la D) pues son los que redactó

el autor completamente y fueron publicados estando él aún vivo. El trabajo de recolección

de datos se ha realizado con el CD-ROM que acompaña la edición de Herder, sin el que el

tiempo no hubiera sido suficiente para obtener todas las entradas pertinentes al estudio.

Lo que se intentará a través de este trabajo de investigación será dar a conocer las

distintas fuentes lexicográficas utilizadas por Cuervo y dar cuenta de la manera en que

éstas participan de la microestructura de estos dos tomos del Diccionario de construcción y

régimen. Con ello se busca evidenciar parte de la técnica lexicográfica aplicada partiendo

de un conjunto de fuentes restringido temáticamente. Este acercamiento a las obras y

autores de lexicografía ilustrará, al menos parcialmente, el método seguido por el filólogo

colombiano para construir su obra. Además nos pondrá de manifiesto la situación

metatextual que significa la cita y mostrará cómo la tradición lexicográfica, conocida con

profundidad por el autor, aporta material indispensable en la creación de este novedoso, en

su momento y aún hoy, repertorio lexicográfico.

En cuanto a los Anexos, para los gráficos, exceptuando el número 6, y para las

tablas, incluyendo la prueba de chi-cuadrado, se utilizó el programa SPSS versión 15.01.

Por una cuestión de espacio toda la información que se desprende de estas estadísticas no

es extensamente analizada, pero la incorporo por la utilidad que puede brindar a la hora de

entender la composición del diccionario a nivel de fuentes y autoridades y según la época a

la que estas corresponden.

1 Agradezco a la profesora María Jesús Machuca de la UAB su colaboración en la creación de las bases de datos y la ayuda prestada para la generación de los gráficos y tablas.

1

1. Vida y obra de Rufino José Cuervo

1.1. Biografía de Rufino José Cuervo

Rufino José Cuervo nació en Bogotá el 19 de septiembre de 18442. Hijo menor

entre siete de una familia distinguida, la difícil situación del país no permite que tenga una

educación tan constante como sus padres hubieran querido; la religiosidad y devoción por

la ciencia que parece heredar de sus antepasados puede ser lo que resulta fundamental para

que a pesar de ello tenga tanta sed de conocimiento (Martínez, 1954: LIV). Su padre,

Rufino Cuervo, fue vicepresidente de la República, como tal participó en los planes de

estudio para la instrucción pública protegiendo los estudios de literatura y filosofía y

ciencias físicas y naturales (Martínez, 1954: XXV). Este dato nos indica, sobre todo, la

preocupación familiar por una educación humanista y científica, a la vez que patriótica por

considerar que la mejor manera de hacer progresar la nación era educando a sus

ciudadanos. Cuervo, padre, educa en su propia casa a Rufino José; cuando muere, su hijo

contaba con apenas ocho años. La educación continúa en el Liceo de Familia, donde

conoce a Miguel Antonio Caro, y luego en el Colegio San Bartolomé; pero cuando tiene 17

años se ve interrumpida por problemas de orden político y social. Los cimientos de su

saber están puestos, en adelante, y esto demuestra su gran capacidad, el conocimiento lo

obtendrá de forma autodidacta. Para afrontar la difícil situación económica da clases en

distintos centros, pero abandona esta tarea para ayudar a su hermano Ángel, compañero

fundamental en su vida, con la fábrica de cerveza que éste había fundado. Paralelamente

continúa su labor académica, que revela además que está enterado de los progresos de la

investigación lingüística: en 1867 publica en asocio con Miguel Antonio Caro la

Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano; entre 1867 y 1872

publica las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano; en 1871 aparece la que se

considera precedente esencial del Diccionario, la Muestra de un diccionario de la lengua

castellana, realizada en colaboración con Venancio Manrique, y en 1872 se inicia la

elaboración del Diccionario de construcción y régimen. Los beneficios de la cervecería les

permitirán viajar a París por primera vez en 1878, recorren también Europa y regresan a

Colombia en 1879. En 1882 venden la empresa y los dos hermanos se van a París y se

2 Se puede encontrar más información en el “Estudio preliminar” a las obras de Cuervo de F. A. Martínez, en Vida de Rufino Cuervo y noticias de su época de Rufino José y Ángel Cuervo (1892), y en el artículo de Félix Restrepo “La vida escondida de Rufino J. Cuervo”, entre otros.

2

instalan allí definitivamente. Es en París donde Cuervo puede acceder a muchas más

ediciones clásicas, relacionarse con otros académicos, pero sobre todo dedicarle todo su

tiempo a su gran obra, el Diccionario de construcción y régimen, cuyo primer tomo verá la

luz en 1886 (siendo muy bien recibido por todos) y el segundo en 1893. Según la

información que ofrecen sus biógrafos, tras la muerte de su hermano, por problemas de

salud y las complicaciones con la impresión del diccionario, Cuervo detiene casi por

completo su trabajo (dejando para quien lo prosiga, que será el Instituto Caro y Cuervo,

gran parte de la letra E del Diccionario redactada y muchas papeletas de ejemplos).

Cuervo, sabio tímido y solitario, puntual y generoso corresponsal, murió en París el

17 de julio de 1911, su tumba se encuentra en el cementerio Père Lechaise de ésa ciudad.

1.2. Breve contexto histórico

El primer tomo del Diccionario de Cuervo fue publicado en 1886, en París.

Colombia consiguió la independencia en 1810, con lo que todo el siglo XIX está marcado

por el intento de construir una nación. Conflictos políticos se suceden de forma continua,

pero dejan un espacio para las ideas fundamental para que una obra como la de Cuervo sea

posible. Martínez, en su “Estudio preliminar” a las Obras de nuestro autor nos dice

precisamente que “[E]n las primeras décadas tras la independencia hay una intensa

preocupación por el estudio de la lengua española” (XXXVIII)3. Reformas educativas como

la de Restrepo en 1825, distintos textos publicados en revistas, una amplia serie de libros

sobre lengua (cf. Fabo, 1912:50–73) dejan ver que había en Colombia múltiples

inquietudes acerca de la lengua como objeto de estudio y como elemento estructural de una

nación que comenzaba su historia. Cuervo, si bien parece un milagro en medio del caos, es

en realidad un producto de circunstancias particulares unidas a su genio. Su capacidad para

comprender los fenómenos de la lengua se encuadran en una sociedad preocupada por las

cuestiones lingüísticas y que tenía acceso al pensamiento que se estaba desarrollando en

otras partes del mundo. El positivismo y el comparativismo del siglo XIX en Europa no le

son ajenos, pues, no en vano Bogotá era considerada una de las ciudades latinoamericanas

con mayor desarrollo cultural. Además no estaba solo, algunos de los hombres con los que

se relacionaba son personajes como Rafael Pombo, José Manuel Rivas Groot y José

Asunción Silva; y otros como Miguel Antonio Caro, Ezequiel Uricoechea, Marco Fidel

3 El texto de Martínez profundiza sobre el contexto colombiano que precede a Cuervo y el que enmarcó su vida. A este texto me remito en los datos que ofrezco aquí.

3

Suárez, lo que nos deja ver que a su alrededor la reflexión lingüística estaba a la orden del

día a un muy alto nivel. Se siente por tanto en su obra la influencia de los pensadores de su

tiempo, a la par que una forma de exploración nueva de la lengua y un gran rigor. En la

biografía que se encuentra en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango, la

biógrafa afirma que “la obra de Cuervo se encuentra compenetrada con los principios de la

lingüística del siglo XIX, en la cual predominaban el historicismo, el radicalismo y el

positivismo, junto a la idea de ajuste a la realidad, a los puros hechos”. Cuervo fue

contemporáneo de los filólogos contemporáneos a él; siendo hijo de Colombia lo es

también de la cultura mundial. Su claridad intelectual y su agudeza lingüística lo

convierten en uno los filólogos más importantes del siglo XIX y de la lengua castellana en

general.

1.3. El Diccionario de construcción y régimen

1.3.1. ¿Qué es un diccionario de construcción y régimen?

El Diccionario de construcción y régimen, a partir de ahora denominado por sus

iniciales como DCR, es una obra lexicográfica de gran complejidad. Esto lo demuestra el

hecho de que sea posible considerarlo, como lo hace Porto Dapena (1980:2), un

diccionario, principalmente, sintáctico, pero también restringido, semántico, de citas,

diacrónico con carácter histórico y etimológico, alfabético por la ordenación de sus

artículos y normativo por su finalidad.

Para que pueda abarcar tan múltiples denominaciones se debe tener en cuenta que

el diccionario no es común sino que, como lo especifica el título, es específico sobre la

construcción y el régimen de la lengua española. Sobre la cuestión de lo que estos dos

términos significan, voy a hacer aquí solamente un breve comentario remitiéndome a los

estudiosos que lo han analizado previamente. Una corta explicación sobre la división de la

sintaxis aparece en el prólogo de la Gramática de lengua latina de Caro y Cuervo citado

por Cruz Espejo: Siguiendo una práctica autorizada, dividimos la sintaxis en general, o llámese de construcción, y particular, o sea de régimen; aquella explica, en comprensivas generalizaciones, el mecanismo de las preposiciones; la segunda desarrolla los mismos principios y analiza giros excepcionales (1996:88).

En el prólogo del DCR, Cuervo no explica a qué se refieren estos términos, quizá

suponiendo que debían ser claros para el lector. Aparecen en algunos momentos, eso sí, y

4

con ello se puede intentar dilucidar su sentido. En cuanto a la construcción, la tenemos

muy asociada a la etimología. Dice Cuervo al hablar de los ejemplos que: “Debiendo

aparecer cada construcción como resultado de la significación etimológica de los vocablos,

rastreada cuidadosamente hasta sus más tenues y delicados desvanecimientos, vimos que

era necesario hacer cada artículo tan completo como si hubiese de figurar en el Diccionario

general de la lengua” (III). Al hablar del vocabulario aparece el término en construcción

refleja, construcción pasiva, construcción por analogía o por contaminación analógica, y

de nuevo relacionándose con la historia de la palabra tenemos que las construcciones hacen

parte “del desenvolvimiento normal y orgánico del lenguaje” (XV). Según lo plantea Porto

Dapena, con más rigor y extensamente4, con construcción Cuervo se refiere al “esquema

estructural que subyace a toda oración o sintagma, concepción que, en líneas generales, es

la adoptada por la lingüística moderna” (1980:15); la construcción nace entonces de la

sintaxis general.

En cuanto al régimen, lo tenemos asociado a la sintaxis particular, que es llamada al

inicio del prólogo del DCR ‘individual’. Esta debe ser fijada en el diccionario del idioma

“tomando como base el desarrollo ideológico del concepto que informa cada palabra y

explicando circunstancialmente todas las combinaciones que le son peculiares” (I), lo cual

remite a la explicación que se observa en la cita de la Gramática más arriba. En el

preliminar aparece al hablar en el apartado sobre vocabulario de los verbos y su régimen

preposicional y modal, y de las preposiciones. Allí podemos ver que apela a la sintaxis

individual para referirse a que hay relaciones muy específicas entre las palabras (VIII, X).

Como lo apunta Porto Dapena, el término régimen resulta más complejo debido a su

cercanía con la concordancia. Usando las palabras de este autor al respecto tenemos, en

resumen, que el régimen se entiende en tres sentidos: a) como dependencia sintáctica

existente entre dos elementos denominados regente (el primario o subordinante) y regido

(el secundario o subordinado), b) como la relación establecida entre un verbo y un

complemento preposicional, y, por último, c) como el caso exigido por una preposición

(1980:16–17). Para diferenciarlo de la concordancia debe entenderse que “el régimen viene

dado por rasgos contextuales o extrínsecos del elemento subordinante, en tanto que en la

concordancia ocurre lo contrario: viene dada por rasgos inherentes o intrínsecos del

elemento primario” (21). Sería entonces el rasgo contextual o extrínseco, ligado a la

4 Las citas y referencias que se hacen aquí son del libro Elementos de lexicografía. Puede encontrarse más información en el artículo del mismo autor “En torno a las entradas del Diccionario de R. J. Cuervo”.

5

excepcionalidad de las relaciones, de lo que habla Cuervo al referirse a la sintaxis

particular, o régimen.

De todo esto se desprende que el DCR se entienda como una obra lexicográfica en

la que, siguiendo a Ahumada, “cada artículo recoge no sólo los «puntos dudosos», sino

también todos aquellos de carácter general que le corresponde a la entrada como categoría

funcional del sistema lingüístico” (1995:10). La amplitud del estudio en busca del rigor y

la precisión hacen del Diccionario de Cuervo una obra actual y de referencia obligada para

el lexicógrafo de hoy.

1.3.2. Descripción del DCR de Cuervo

El DCR consta de ocho volúmenes, recogidos en un CD-ROM para la edición de

Herder. Los dos primeros volúmenes, A–B y C–D, son, como sabemos, los que redactó

Cuervo. Lo primero que tenemos es la introducción, que se comenta en el siguiente

apartado, en la que se justifica y describe la obra. Después aparece la lista de autores y

obras citados en el primer volumen (en el segundo no hay), que además de ser una muestra

bibliográfica sirve para conocer las abreviaturas que se usarán en la microestructura. Al

analizar la microestructura, se descubren algunas erratas o variación en la abreviatura y

vemos también que los títulos de las obras también están abreviados, aunque esta

indicación no hace parte de la bibliografía. A continuación está la página de abreviaturas

en la que aparecen las correspondientes a idiomas (it. italiano), marcas de las acepciones de

las palabras (met. metafórico), categorías gramaticales (adv. adverbio), formas verbales

(refl. reflejo o reflexivo), partes de la microestructura (etim. etimología), etc. Al pie de la

página se aclara que las abreviaturas de ciencia y arte son las mismas que usa el

Diccionario de la Academia, lo que plantea la generalización del uso de ese diccionario y

la autoridad lexicográfica de la Academia. Por último tenemos una página en la que se

explican los signos utilizados (guión largo, paréntesis cuadrados, asterisco, etc.) y se

aclaran otros aspectos de la forma de citar.

Tras estos preliminares se da paso al diccionario. Las características de la

presentación, en resumen son las siguientes:

— Texto a dos columnas;

— lema en mayúsculas y negrita, seguido de la categoría de la palabra en cursiva

normal,

— cuerpo de la monografía en letra redonda;

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— las citas van entre comillas españolas («»);

— el nombre de los autores aparece en redonda, el título de la obra aparece en

cursiva;

— el número de la acepción (1, 2) y la subdivisión de estas (a, b) aparecen en

negrita, las letras del alfabeto griego marcan la tercera y cuarta subdivisión de la acepción

(α, β). Las abreviaturas de división de la microestructura aparecen en negrita (Per. antecl.,

Etim.);

— las palabras en idiomas distintos al castellano aparecen en cursiva. Si la palabra

se usa como lema en el cuerpo de la monografía también se usa la cursiva para marcarla.

Remito al lector a la obra impresa para observar todos estos elementos pues aquí las

características de la macroestructura no serán analizadas, las menciono por la importancia

que tienen las decisiones de organización y presentación en la recepción, pero son motivo

de un estudio diferente al que aquí se propone.

1.3.3. El prólogo del DCR

El texto preliminar del DCR tiene en su versión original el título “Introducción” y

no “Prólogo” debido, seguramente, a que era así como la Academia decía en su

Diccionario de Autoridades que debía llamarse el prólogo. Esto justifica que al referirnos a

este preliminar lo hagamos como ‘prólogo’ y no como ‘introducción’. Aunque también es

porque cumple con algunas de las características peculiares asociadas al prólogo en su

estudio contemporáneo. La introducción y el prólogo se pueden considerar sinónimos si

nos limitamos a ver que ambos son textos preliminares a la obra y que preparan al lector

para lo que encontrará inmediatamente después. Pero el prólogo, si se considera un

paratexto (siguiendo a Genette, 2001:7-10) independiente de la obra pero a su vez

inseparable, describe muy bien este discurso preliminar del DCR. Además, hay un

elemento fundamental que es por el que me atrevo a llamar con preferencia a esta

introducción prólogo cuando aludo a ella y es el uso del recurso retórico del discurso

conocido como captatio benevolentiae, que implica una estrategia formulada con la

intención de dialogar y buscar la complicidad entre autor y lector.

El prólogo está dividido en seis partes: Introducción, Vocabulario, Semasiología,

Etimología, Fuentes del diccionario y remate. Es en la primera y dos últimas partes donde

encontraremos explícitamente el diálogo autor-lector. Para centrarnos en esta cuestión,

pasemos revista rápidamente a las partes del prólogo. En la parte sobre el vocabulario se

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comentan las clases de palabras que aparecen el diccionario (pp. IV–XII). En la de

semasiología comenta la modificación del sentido primario de la palabra que lleva a la

formación de nuevas acepciones, teniendo en mente su intención de procurar dar un orden

a la generación de los significados de cada palabra. Los casos de cambio de sentido que

propone son: determinación, generalización y lenguaje figurado (analogía o asociación de

ideas) (pp. XII–XVII). En el aparte de etimología habla de la importancia de este apartado en

el diccionario, justifica las fuentes en las que se apoyará y aclara que, para cuando escribe

este prólogo los estudios de etimología “se hallan en la mayor parte de los pueblos que

hablan la lengua castellana en un estado muy rudimental”, lo que hace de este esfuerzo

riguroso un aporte importante del diccionario (pp. XVII–XXII). El apartado sobre fuentes,

que es el más extenso (pp. XXVIII–LII), explica la elección de las obras y autores, los

problemas con las ediciones y compara someramente los cambios en la lengua a través de

los siglos. Es el más importante pues son los ejemplos el eje del DCR y por tanto sus

fuentes son las que lo hacen posible, debiendo por ello justificar muy bien el método que

sigue para construir el diccionario.

Pasando ahora a la cuestión de la captatio benevolentiae y el diálogo con el lector,

lo más útil es remitirnos a las palabras del propio Cuervo. En la introducción Cuervo se

presenta como conocedor de la lengua y de los estudios contemporáneos a él.

Fundamentalmente, con un tono muy seguro, justifica la composición de una obra que une

gramática y lexicografía: “la insuficiencia de dichas fuentes [las que pueden consultarse en

caso de duda gramatical] es motivo bastante para la composición de una obra especial en

que se dé luz sobre las palabras que ofrecen alguna particularidad sintáctica” (III). Igual

contundencia muestra ante la extensión de los artículos, de la cual nunca temió que su

abundancia “en la falta que lamentamos de un diccionario cual lo exige el estado actual de

la ciencia filológica, suscitara en el lector queja ó disgusto” (III). En cuanto a su lector

objetivo no teme decir que “el autor reconoce sin apremio que no ha hecho una obra

adecuada á correr en manos de sabios é ignorantes, antes muy bien pudo ponerle por

epígrafe el Contentus paucis lectoribus” (IV).

En el apartado de las fuentes, el más extenso y el que ofrece más información sobre

las autoridades y su utilización en la redacción, Cuervo se dirige al lector en varias

ocasiones con menos ímpetu, inclinándose más bien a pedir su indulgencia. Las más

interesantes son en la que da consejo a los lectores, implicando que hacen parte de su

público objetivo aquellos que quieran escribir bien; y las que hablan sobre las ediciones de

las se nutre el DCR pues advierte al lector sobre el valor de las fuentes utilizadas (por

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ejemplo la Biblioteca Ribadeneyra no tiene gran mérito pero es accesible (LIII); el

Diccionario de Autoridades tiene un grandísimo valor pero tampoco está exento de

errores) para que se note que piensa en él al redactar y para mostrar que la lexicografía no

está libre de errores. En estas referencias al lector éste también es informado sobre

correcciones que puede hallar en algunas monografías en cuanto a errores de edición que

Cuervo ha observado (XLIV–XLV) y justifican la elección de las obras y autores así como la

inserción de referencias bibliográficas lo más completas que sea posible para que el lector

pueda recurrir a ellas, comparar y decidir su propia interpretación.

En la parte sobre fuentes y en el remate del prólogo, es clara la búsqueda de una

mirada benevolente ante el trabajo realizado. La abundancia de ejemplos “es una de las

cosas que acaso atraigan á esta obra la indulgencia de los eruditos” (XL–XLII). En la página

LI, tras haber hablado sobre las dificultades con las ediciones, dice que también pueden

surgir con la interpretación. No sólo los otros autores han errado, sino que el propio

Cuervo manifiesta la posibilidad de que a él le ocurra lo mismo y lo dice para precaver al

lector y ganar con la sinceridad su aceptación. El último párrafo resume el discurso, lo

cierra con humildad, pidiendo que se realcen los aciertos pues la obra resulta importante

para quienes la cultivan y justificando los desaciertos apelando a una posible ayuda por

parte del lector, lo que lo convierte a su vez en parte del proyecto. Cito primero, como

curiosidad filológica, un texto de Covarrubias que aparece en artículo de la letra A de su

Tesoro, seguido del párrafo final del prólogo de Cuervo para notar las semejanzas: Y juntamente pido con humildad y reconocimiento al pío letor perdone mis faltas y, como próximo, me advierta aquello en que yo huviere errado cerca de la interpretación y etimología de los vocablos. No embargante que hasta agora no sé que ninguno aya emprendido este trabajo, llevándole a cabo como yo pretendo, si Dios me diere ayuda, salud y vida para proseguirlo y darle fin. (Crespo Hidalgo 1992: nota 4, p. 101) Obra larga y difícil es ésta, y que ni puede ser completa ni quedar exenta de error. El tiempo empleado para llegar á sacar á luz este primer tomo, las dificultades que acompañan la impresión, y los años que pasarán antes que ésta termine, ponen á prueba una paciencia y laboriosidad que nadie puede prometerse sean sostenidas por la salud y demás circunstancias que han de hacerlas fructuosas. […] la benevolencia con que las personas sabias nos han estimulado […] nos ha dado aliento haciéndonos creer que efectivamente satisface una necesidad de los cultivadores de la lengua castellana; y así mismo lisonjea las esperanzas de que igual favor no faltará para lo venidero, como sin duda no faltará la gratitud á esta indulgencia y la docilidad á los consejos y correcciones de los bien intencionados (Prólogo DCR, LIV). La similitud entre Cuervo y Covarrubias nos muestra la inserción de Cuervo en una

tradición lexicográfica en la que la recepción es un tema esencial en cuanto que se percibía

al lector como un participante potencial de un proyecto relevante socialmente y que se

reconocía fundacional. El prólogo del DCR, del cual se puede decir mucho más de lo hasta

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aquí expuesto, nos da muchas pistas sobre el método de trabajo que siguió Cuervo y resulta

interesante tenerlo en cuenta para poder analizar cualquier aspecto de la obra.

En cuanto a las fuentes lexicográficas, que es lo que veremos en este trabajo, la

información que ofrece el prólogo no es exhaustiva, mas las referencias a autores españoles

como Salvá y la Academia o foráneos como Dozy y Diez y la importancia que asigna a la

selección de fuentes y ejemplos para la redacción avisa sobre el rigor con el que se apoyará

en la tradición lexicográfica de Occidente a la hora de utilizarla para proponer las

acepciones e historia de las palabras.

2. Las autoridades del DCR: fuentes lexicográficas

2.1. Las autoridades del DCR

A continuación del prólogo del Diccionario, aparece la “Lista de los principales

autores y obras que se citan en este volumen, con explicación de las abreviaturas é

indicación de las ediciones á que se hace referencia”. Esta lista no es cerrada; por un lado

se presenta como bibliografía sólo del primer volumen (aunque en el segundo no

aparecerá); por otro lado, tras la última entrada nos dice que hay excepciones pues no

incluye ‘obras y autores citados de segunda mano’ y omite muchos extranjeros que se

mencionarán a través de la obra rara vez; y por último, en esa misma nota final, contempla

el hecho de incluir otras obras a medida que avance el diccionario. En esta lista, ordenada

alfabéticamente y que consta de doce páginas, Cuervo opta por reunir todas las obras que

utiliza sin hacer ningún tipo de diferenciación entre ellas; es el lector quien debe discernir

sus diferencias.

En el prólogo de la obra, el autor define lo que serán para él autoridades en el

apartado que lleva como título “Fuentes del diccionario” (XXVIII–LII). A través de él

menciona cuáles serán sus fuentes aceptables a la hora de redactar cada una de las entradas

y justificar los usos y significados de cada palabra. Entre ellas aparece el elemento popular,

los refranes, los romances antiguos y los cantarcillos, las coplas populares, algunos

provincialismos y las obras escritas que hagan buen uso del lenguaje y tengan un estilo

puro (XL). Estas últimas serán elegidas siguiendo el mismo criterio del que habla la

Academia en el prólogo de su Diccionario de Autoridades al decir que confirma las voces

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con el uso manifiesto en obras de autores que han tratado la lengua española “con la mayor

propiedád y elegáncia” (Prólogo, p. III).

Según se puede ver, en la producción lexicográfica de Cuervo no se deja nada al

azar, todo está meditado. La elección de autores y obras no es gratuita, cada uno debe

aportarle algo a la hora de redactar el diccionario. Esto no significa que sus fuentes sean las

únicas y definitivas, pues el autor sabe que no puede acceder a todo el material existente y

es consciente de que una selección implica una interpretación, pero sí permite verificar qué

considera indispensable cuando se habla del uso correcto de la lengua. En este esfuerzo por

ofrecer al lector una obra que pueda servirle para resolver dudas y aprender usos, no puede

contar Cuervo solamente con los textos del castellano sino que debe hacer uso de otros en

otros idiomas (diccionarios y gramáticas, sobre todo), que selecciona teniendo en cuenta el

rigor con que considera que fueron realizados y que los hace fiables para justificar usos,

acepciones y, en gran medida, etimologías.

Tenemos entonces que la “Lista” contempla, por un lado, textos en castellano y en

otros idiomas, y por otro, obras de carácter literario y no literario. Aceptar que todo lo que

aparece en la “Lista” es digno del uso por parte de Cuervo, es lo que nos permite hablar de

esta lista como una lista de autoridades y no solo de autores y obras. Termino haciendo la

precisión de que he considerado los autores como las autoridades, y la obra u obras como

fuentes. Por ejemplo, Antonio de Capmany es una autoridad representada por dos fuentes,

Filosofía de la elocuencia y Teatro histórico-crítico de la elocuencia española, y esto

resulta evidente en la presentación gráfica de la lista. El caso de Pedro López de Ayala es

también el de una autoridad con seis fuentes Crónica de Enrique II, Enrique III, Juan I y

Pedro I, Libro de la caza de las aves y Rimado de palacio, pero en la lista aparece con seis

entradas pues cada crónica, y lo mismo los otros dos textos, tiene una abreviatura diferente,

que es lo que guía el orden alfabético de la presentación de los autores y obras. En el caso

de obras sin autor, la obra se constituye en autoridad, ejemplos de ello pueden ser

Celestina, tragicomedia de Calisto y Melibea, Código civil de Chile, Libro de los buenos

proverbios que dixieron los philosophos, Pícara Justina.

2.2. Las autoridades no literarias del DCR

Antes de comentar las autoridades contempladas como no literarias en el DCR, vale

la pena decir cuáles sí lo son. Entre las autoridades literarias del Diccionario incluiríamos

las obras de los géneros tradicionales (poesía, teatro, novela y cuento; incluyendo

11

traducciones) pero también las obras en prosa con un fin distinto al estético pero que

permiten ser estudiadas como parte de la tradición literaria, como son el ensayo, los textos

legales (como los Opúsculos legales de Alfonso el Sabio), los de historia, las crónicas, los

prólogos de obras, etc. Por ser su uso casi específicamente para los ejemplos, en este grupo

entrarían también aquellas obras que se eligen pensando en su utilización correcta del

lenguaje, como los tratados específicos y libros de derecho.

Las autoridades no literarias, entre las se encuentra la mayor parte de las obras

escritas en idiomas distintos al español, podrían dividirse en tres grupos: los repertorios

lexicográficos, las gramáticas y las otras obras de orden académico; estas últimas si bien se

consideraría que hacen buen uso de la lengua, no es apropiado considerarlas como

autoridades literarias pues su aporte es principalmente teórico. El primer grupo es el que

denominamos autoridades lexicográficas, sobre este hablaremos extensamente en el

apartado siguiente, por lo que dejo para ese momento el análisis pertinente. El segundo

grupo es el de las gramáticas, el cual podría formar parte del siguiente grupo, pero que

separo por la cantidad de obras sobre gramática que se citan y por su temática. Y en el

tercero tendríamos textos sobre lengua que no son ni diccionarios ni gramáticas. En el

Cuadro 1 de los Anexos podemos ver el listado que recoge esta clasificación.

Autoridades literarias resultan ser la mayoría de la lista. Hay 339 autoridades

(según el recuento realizado) en la lista de Cuervo, a las que se han sumado algunas

omitidas, con razón o por olvido, que localicé a través de la investigación y al propio

Cuervo, cuyas Apuntaciones críticas aparecen citadas en algunas ocasiones y quien no se

incluye en la lista salvo a través de su obra conjunta con Caro quizá por la misma modestia

que nos revela de modo constante en el prólogo con respecto a su trabajo. No se conoce la

cifra exacta, así que provisionalmente he utilizado el número dado arriba para comentar la

lista. De esas 339 autoridades, 287 son literarias, 44 son no literarias. Las ocho restantes

tienen obras en más de una categoría. Este último grupo podría dividirse en dos: en el

primer grupo habría dos autoridades que tienen obras literarias y no literarias, sin incluir

lexicográficas; y en el segundo estarían las otras seis, que coinciden en tener obras

lexicográficas, y cuya utilización en el DCR se produce sobre todo en este sentido, bien

porque la obra lexicográfica se cita más o porque la que no lo es aporta información de

acepciones y etimología, principalmente. La división propuesta de este pequeño grupo

tiene como fin poder incluir las autoridades en alguno de los dos grupos generales. Por

tener una importancia menor las obras literarias que incluyen estas fuentes, se añaden las

ocho al grupo de las no literarias.

12

Según lo anterior, el grupo de las autoridades no literarias estaría formado por 52

autoridades. De ellas 39 son obras de lexicografía, 5 son de gramática5 y 8 son de otro

orden académico. Las autoridades no literarias constituyen aproximadamente un 15,4% del

total de autoridades. La proporción entre ambos grupos de autoridades no resulta extraña

pues la función principal de una autoridad es servir para dar ejemplos de uso en todas las

palabras y en los distintos casos. De otro lado, la cantidad de material considerado literario

es relevante para demostrar el conocimiento que el autor tiene de la producción realizada

en la lengua base a través del tiempo y su capacidad para discernir cuáles le serán

realmente útiles para corroborar el sentido y desarrollo de las palabras; además, una lista

amplia de obras y autoridades había de servir también como aval, pues redunda en la

credibilidad que el público lector otorga al autor. La participación numérica de las

autoridades no literarias es lógicamente menor aunque no por eso menos importante ya que

son apoyo fundamental para definiciones y cuestiones de construcción y etimología. Estas

autoridades, como las literarias, también muestran el manejo que tiene el autor de los

textos dedicados específicamente a la lengua, sean repertorios lexicográficos, gramáticas,

ortografías u otros textos lingüísticos, y cómo esa tradición académica se pone al servicio

de una nueva obra con un profundo valor intertextual.

2.3. Las autoridades lexicográficas del DCR

El conjunto de las autoridades lexicográficas y sus respectivas obras es el grupo que

nos interesa comentar extensamente (ver Cuadro 2). En el prólogo Cuervo no ha hablado

de este grupo de obras en concreto, sólo ha aludido a algunas de ellas en distintos

momentos. Al inicio del prólogo, justificando la composición de la obra, rescata la labor de

Salvá por acercarse a la cuestión de las construcciones individuales. Justificaría así su uso

como autoridad. De él dice que es: “Diligentísimo escudriñador de nuestros clásicos […], y

dotado de un raro conocimiento práctico de la lengua, hizo importantes aumentos en la

parte de que aquí tratamos” (DCR, II-III). Lo considera una de las pocas fuentes a las que

puede acercarse el usuario en caso de duda, junto con la Gramática de la Real Academia,

la obra de Gregorio Garcés y los textos de Andrés Bello. En el aparte sobre etimología,

Cuervo observa la importancia de saber la historia de la palabra para proponer las

acepciones en el orden que corresponde cronológicamente. Los estudios de etimología,

5 Incluyo en este grupo a Bello y a Caro aunque tienen otras obras que no son gramáticas pues es en el terreno de la gramática en que destacan tanto los autores como las citas que se hacen de ellos en el DCR.

13

cuando se escribe este prólogo, dice el autor que “se hallan en la mayor parte de los

pueblos que hablan la lengua castellana en un estado muy rudimental” (XVII), con lo que

manifiesta su conciencia de estar iniciando un camino, su seguridad con respecto a su

propia intuición (aunque continuamente en el prólogo aluda a que puede haber errores y

apele a la indulgencia del lector así como a su capacidad de corregir) y la necesidad de

acudir a autores que hayan trabajado el tema en castellano y en otras lenguas y que él

considera acertados sin por ello dejar de hacer críticas cuando las considera pertinentes.

Los autores que aquí menciona son Dozy y Engelmann con respecto al elemento arábigo

en la lengua castellana, a quienes cita pues “[n]o son siempre los diccionarios clásicos los

que nos dan la clave para determinarlo: hay que acudir al árabe de los moriscos españoles,

como lo han hecho Engelmann y Dozy, y á eso se debe el espléndido resultado de sus

trabajos en esta parte” (XIX); y Diez y Thurneysen en cuanto al elemento céltico. Con el

primero además está de acuerdo en que “primeramente ha de buscarse en el latín la

etimología de los vocablos romances, y que sólo es lícito acudir á otra parte cuando aquella

diligencia ha resultado estéril” (XX). En el apartado en que Cuervo se ocupa de las fuentes

menciona otras dos fuentes lexicográficas. En relación al elemento popular, que debe hacer

parte del Diccionario, menciona a Covarrubias y el Diccionario de la Academia: “Con

frecuencia cita Covarrubias los romances antiguos y los cantarcillos que andaban en boca

de las gentes, y la Academia misma no ha tenido á desdoro comprobar con coplas

populares la significación de varias voces que figuran en su Diccionario” (XXVIII–XXIX).

Considera entonces a Covarrubias y a la Academia como autoridades lexicográficas

emulables, por dar también Cuervo cabida al habla popular, y como fuentes para casos en

que sólo ellas tengan ejemplos de uso de determinadas palabras. El caso de la Academia y

su Diccionario de Autoridades es quizá el más importante, pues se remite a él en

numerosas ocasiones; se trata de la autoridad lexicográfica fundamental. Veamos lo que

dice el autor acerca de esta fuente en la introducción del DCR: una corporación [la Academia] que cuenta con los siglos no tiene priesa ni motivo de adular modas pasajeras, y compuesta de individuos de distintos gustos y profesiones, nativos de todos los puntos del dominio hispano, resiste fácilmente á las exageraciones de una escuela, y tiene en sí el equilibrio de conocimientos de que rarísima vez sería capaz un particular. Todo esto dará siempre al Diccionario de la Academia una superioridad incontestable sobre otros libros análogos, y por lo mismo en casos en que no tenemos ejemplos para apoyar alguna acepción ó frase, nos referimos á aquella fuente, con el convencimiento de que sus títulos están debidamente examinados. La Academia misma mejora diariamente su obra […] corrige y acoge gustosa toda cooperación […] Por lo mismo creemos que los reparos que de cuando en cuando, y aun en estas mismas páginas, hacemos á las obras de la Academia, merecerán, si fueren acertados, su aprobación, y, en el caso de no serlo, la indulgencia á que tiene derecho quien, lo mismo que ella, trabaja guiado por el amor de la verdad; tanto más que con ingenua gratitud reconocemos que, á no haber tenido la base de sus trabajos, encontráramos en los nuestros dificultades que no hubiéramos logrado vencer nunca (el subrayado es mío, XLII–XLIII).

14

Como se manifestó anteriormente, la lista de obras y autores es una bibliografía

general del diccionario que, por la conciencia con que se produjo esa selección, puede

considerarse una muestra de extensión considerable de las que para Cuervo eran

autoridades. Si bien a la hora de hablar de sus fuentes para los ejemplos es cuando se

remite al concepto de autoridad, la interpretación de lo que quiere decir una autoridad

cubre a estas obras lexicográficas, pues Cuervo les da un valor lingüístico tal que significa

poder utilizarlas a la hora de comprobar acepciones, usos o historia de las palabras.

En el DCR ya culminado por el Instituto Caro y Cuervo se lee en el apartado de la

lista de autores y obras del CD-ROM, que incluye nuevas fuentes consultadas, lo siguiente: Se encuentran básicamente dos clases de referencias: las correspondientes a los autores y sus obras que aparecen en los ejemplos o autoridades de las diferentes entradas del diccionario, y las metalingüísticas, es decir, las que se consultaron para la redacción y que conforman la base de la información (Lista de autores y textos citados, Versión digital del DCR).

Esta división coincide fundamentalmente con la que hacemos aquí, sólo que las

referencias metalingüísticas las hemos considerado como autoridades. El concepto de

autoridad en los diccionarios se refiere a las fuentes que se utilizan para comprobar en la

lengua los usos de las palabras. Al decir aquí que las autoridades incluyen las obras

metalingüísticas quiero hacer énfasis en que elegir fuentes que apoyen la redacción (luego

veremos que apoyan en muchos niveles la microestructura) cuenta con una aceptación

previa de su valor, pues es doble: no sólo hacen uso correcto de la lengua (o lenguas,

cuando son obras comparativas) sino que la utilizan para reflexionar acerca de la lengua

misma.

En cuanto a las autoridades lexicográficas, su inclusión radica en que el DCR es

parte de la tradición lexicográfica. Antes de él han aparecido otras obras lexicográficas que

se han de tener en cuenta para tomar de ellas lo útil e introducir variantes que tienen por fin

hacer del oficio lexicográfico un oficio riguroso, científico, cada vez mejor estructurado.

Ante la tarea que se propuso Cuervo, aunque no era la del diccionario completo de la

lengua, era indispensable revisar la producción lexicográfica de la lengua castellana; por su

interés histórico ha de remitirse a aquellos que antes de él trabajaron en la construcción de

estas obras pues son muestra del lenguaje del momento en que cada una se publica, pero

también de la evolución del propio arte diccionarista. Igualmente, las obras lexicográficas

de otros idiomas, o bilingües, han de servir para demostrar la historia de las palabras, así

como ejemplos de cómo se han hecho los diccionarios a nivel formal.

15

Citar una obra es asignarle un determinado valor. El rigor con que se citan en el

DCR las obras y autores lexicográficos —y todos los demás— conlleva una relación

intertextual respetuosa del trabajo ajeno, con lo cual ya se le está dando un valor como

documento. Cada cita en sí implica un examen previo por parte de Cuervo y su inclusión

afirma su validez como testimonio del idioma, bien sea que sirva en la definición, como

ejemplo, en la etimología, etc. Cuando hay comentarios críticos sobre alguna obra o un

autor (hay ejemplos en el apartado 2.3.2.d.) pasamos al terreno de la metatextualidad, que

no es muy común en una obra lexicográfica, pero que es interesante pues revela parte del

pensamiento científico de Cuervo, sobre todo en lo referente a etimología, que es donde

más tendremos esta actitud crítica. En este sentido, Cuervo se emparenta con Covarrubias,

en cuyo Tesoro podemos también observar que el autor se involucra de forma personal en

varias oportunidades para criticar o excusarse si no puede dar solución a una etimología6.

La intertextualidad y la metatextualidad en el DCR son imprescindibles en el análisis que

nos hemos propuesto de las autoridades lexicográficas. Las obras que alimentan al DCR

son las mismas que lo han hecho posible, pues es el curso de la tradición lexicográfica del

español, y de las demás lenguas, lo que deriva en que el filólogo colombiano decida tomar

parte en ella en su momento. El DCR es posible por distintas circunstancias históricas y

personales del autor, pero también porque existía una tradición lexicográfica anterior, la

lengua se había transformado y establecido y no se había hecho aún lo que quería hacer

Cuervo.

2.3.1. Observaciones a las autoridades lexicográficas

Del total de autoridades, 39 son lexicográficas y representan 43 fuentes (ver Cuadro

2 y Tabla 1), con lo que las autoridades lexicográficas constituyen un 11,5% del total. Esta

participación es relevante pues después de las autoridades literarias son las más

significativas. En casi cada una de las palabras que conforman los dos primeros tomos del

DCR hay alguna referencia lexicográfica. Por otro lado, del total de autoridades no

literarias, representan el 76,47%, lo que demuestra su importancia en este grupo.

La distribución histórica de estas fuentes es como sigue:

6 Para leer más sobre el método de trabajo y la redacción del Tesoro puede verse el artículo “El arte diccionarista de Sebastián de Covarrubias” de Juan Crespo Hidalgo.

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SIGLO NÚMERO AUTORIDADES XV 1 Nebrija XVII 5 Covarrubias, Franciosini, Hidalgo, Oudin, Ducange XVIII 2 Autoridades, Terreros XIX 35 Almirante, Baralt, Bopp, Borao, Cabrera, Cihac, Curtius…

El aumento en número de las obras en cada siglo es natural pues con el tiempo es

que se consolida la lexicografía y la necesidad de los diferentes tipos de obras

lexicográficas, siendo el siglo XIX en el que más se producirán7. La obra de Cuervo es

novedosa en la lengua castellana, pero es parte de la circunstancia histórica de la filología

en Europa y América. Su conocimiento de todas estas obras contemporáneas a él indica

que no se interesaba sólo por lo producido en España, donde los estudios filológicos

apenas comenzaban, sino que tenía información acerca de lo que se hacía y había hecho en

países como Alemania, Francia e Italia, la cual puso al servicio de su propia lengua para,

en parte, propiciar los estudios filológicos y fomentar el buen uso del idioma a través de un

extenso conocimiento del mismo.

Históricamente las autoridades lexicográficas abarcan toda la tradición

lexicográfica española, desde Nebrija hasta los repertorios contemporáneos a Cuervo. Hoy

podemos decir que conocemos nuevos materiales, también que Cuervo no utiliza todo lo

que existía, mas la selección de obras sí cubre lo principal de nuestra lexicografía. Cuervo

trabajó con todo el material del que disponía en castellano aprovechándolo de la manera

que más le convenía a su propósito. Lo mismo podemos decir con respecto a las obras en

otros idiomas. Repertorios anteriores al XIX como el Vocabolario degli Accademici della

Crusca (1612), el Dictionnaire de l’Académie Française (1694) o el Vocabulario de las

dos lenguas toscana y castellana (1570) podemos estar seguros de que nuestro autor sí los

conocía pero no son una fuente directa del DCR posiblemente por no ser comparativos sino

monolingües de otras lenguas, por no ofrecerle material específico para la redacción de su

obra o por considerar que otra de las obras contenía la información, como sería el caso de

Franciosini, en el cual se concentraría lo necesario en lo tocante al italiano en relación con

7 De la prueba de chi-cuadrado, resultante de la Tabla 1, se infiere que la relación entre la época y el tipo de autoridad es muy significativa pues la frecuencia es de apenas un 0,04. Por tanto, la variación que notamos en la cantidad de autoridades a medida que nos acercamos al siglo XIX, y específicamente en el caso de las lexicográficas, es relevante a la hora de analizar cualquiera de estos tipos de autoridad. Aunque aquí no tiene lugar este análisis, vale la pena decir que esas variaciones en las cantidades, ante todo el hecho de que aumenten, tienen una justificación histórica que pasa por cuestiones como el aumento del número de habitantes en general y de los que hablan castellano; el paso de una cultura escrita muy restringida a una cada vez más masiva, y con ello un crecimiento en el número de autores; la especialización del conocimiento (sobre todo desde el s. XIX); etc.

17

el español; el de Oudin, en que está el francés en relación con el español; y el de Littré, en

el que encuentra lo referente al francés8.

Sobre las fuentes lexicográficas de lenguas distintas al español, podemos hacer

algunos comentarios. De las 22 obras de otras lenguas, 19 son del siglo XIX. Las otras tres

son del siglo XVII. El Glossarium de Ducange, publicado por primera vez en el siglo XVII,

tiene adiciones posteriores hasta el siglo XIX; las otras dos, el Vocabulario de Franciosini y

el Tesoro de Oudin, son las únicas que son comparativas con el español, la primera con el

italiano, la segunda con el francés. Son dos obras fundamentales en la tradición

lexicográfica, que serán referentes para los diccionarios de las diferentes lenguas romances

posteriores a ellas. No son las más citadas en el DCR pero sí demuestran, como se ha

comentado, el conocimiento que tenía Cuervo de la historia lexicográfica de Occidente y

cómo su obra se alimenta de ella. Entre las obras del XIX hay diez de autores alemanes, seis

de franceses y tres de italianos. La cantidad de fuentes de ese siglo se debe, según pienso, a

dos razones. La primera es la utilidad que encuentra Cuervo en remitirse a otras lenguas,

en comparar la historia de las distintas lenguas para intentar descubrir la del castellano. Por

esta condición de relación histórica entre las lenguas, la función principal de las obras

realizadas en otros idiomas o que tienen el español como lengua comparativa será

colaborar en la parte etimológica del DCR. La segunda es el aumento en los trabajos

lingüísticos durante esa centuria, producto, entre otras cosas, de la especialización del

conocimiento. Esto último se observa en el número de fuentes pero también en que, si

dirigimos la mirada a las obras lexicográficas especializadas, tenemos que de las trece que

podemos considerar como tales, once son del siglo XIX9, sólo una es del XVII (Vocabulario

de germanía) y una del XVIII (Terreros). De esas once fuentes tenemos diez españolas (la

mitad del total de obras lexicográficas españolas) cuya especificidad y aporte al estudio de

la lengua contemporáneo al autor hacen que tengan cabida pues ayudan a Cuervo en su

labor de encontrar todas las acepciones de las palabras y poderlas comprobar con fuentes

8 En la versión digital del DCR se encuentra en la entrada desunir una referencia al autor del Vocabulario, Cristóbal de las Casas, en el apartado de etimología. No menciona la obra pero podríamos pensar que es ésta pues junto con él hace referencia a Nebrija. De cualquier forma, el hecho de que aparezca el autor, aunque solo sea en una ocasión, permite asegurar que conocía su obra. La importancia de los otros dos diccionarios mencionados no deja lugar a dudas en cuanto al conocimiento que debió tener Cuervo de ellos. 9 Las obras a que nos referimos son: Diccionario militar, Diccionario de galicismos, Diccionario de voces aragonesas, Diccionario de equitación, Diccionario geográfico-histórico de la Rioja, Diccionario marítimo, Nuevo diccionario de agricultura, Diccionario enciclopédico de la música, Vocabulario gramatical de la lengua castellana, Ensayo de un diccionario aragonés-castellano. Y en francés el Glossaire nautique de Jal.

18

legítimas, así como por la especificación que pueden dar de las marcas de los lemas

(diacrónicas, diatópicas, diafásicas, diastráticas, diatécnicas).

Volviendo al listado de autoridades, se dijo arriba que sumaban un número de 39 y

representaban 43 fuentes. Casi todas las autoridades tienen una sola obra que las

representa. Las autoridades con dos obras lexicográficas fuente son:

a) En español: —la Academia con el Diccionario de Autoridades y el Diccionario

vulgar.

—Monlau con el Diccionario etimológico de la lengua castellana y el Vocabulario

gramatical de la lengua castellana.

b) En otras lenguas: —Diefenbach, con el Glossarium latino-germanicum mediae

et infimae aetatis y el Vergleichendes Wörterbuch der gothischen Sprache.

—Pott con el Etymologische Forschungen auf dem Gebiete der Indo-Germanischen

Sprache y el Wurzel-Wörterbuch der Indo-Germanischen Sprache.

El caso de la Academia, además, podría considerarse en realidad una sola fuente, si

se tiene en cuenta que el diccionario vulgar es básicamente el Diccionario de Autoridades

simplificado, sin las autoridades. De todas formas vale la pena dejar las dos obras por las

adiciones y cambios que tiene la redacción del Diccionario vulgar a medida que se hacen

nuevas ediciones. También hay que mencionar que algunas autoridades tienen dos fuentes

pero sólo una es lexicográfica. Resulta relevante dado que cuando la otra fuente es una

gramática, el uso en el DCR es muchas veces similar al que se hace de las obras

lexicográficas. Los autores de los que hablamos son, además, autores de importantes

gramáticas del castellano como Nebrija, Salvá, la Academia y la comparada del alemán

Franz Bopp.

Por otro lado, hay que decir en cuanto a la lista de autoridades lexicográficas del

Cuadro 2 que están incluidas tres que no aparecen en el inventario de Cuervo en el tomo I

de su diccionario. Estas autoridades son el italiano Franciosini, el francés Cihac y el

español Nebrija. Las apariciones de los dos primeros autores en el DCR son escasas, así

que la razón para no incluirlas podría ser consciente, siguiendo lo que el propio Cuervo

anota al final de la Lista (que ya referimos al inicio de este capítulo). Aunque, teniendo en

cuenta que sí incluye autores que usará rara vez como Fabretti o Spano, también podría ser

un olvido o una cuestión de espacio de impresión. Pero la omisión de Nebrija resulta

bastante extraña dada su importancia como autoridad y su mayor participación a través del

Diccionario. En este caso podría deberse a un error del autor o quizá del impresor. En la

19

versión digital, en la lista de autores, sí aparece Nebrija, pero se omiten de nuevo los otros

dos, que pude incluir en mi recuento pues aparecen en entradas junto con otras autoridades.

Por último, antes de pasar al uso que se hace de las autoridades lexicográficas en la

microestructura del DCR, hay un dato más que ayuda a subrayar la trascendencia de las

citas y las referencias lexicográficas En mi recopilación de estas citas y alusiones

lexicográficas hay 1408 entradas (Cuadro 3)10. Hay 533 palabras en el tomo I y 728 en el

II, que son los tomos de los que nos ocupamos aquí, según el dato que nos ofrece Martínez

en su artículo “La continuación del Diccionario de construcción y régimen de Cuervo”;

eso nos da un total de 1261 palabras. Como se puede observar, la proporción es de algo

más de una referencia por palabra. No es que en cada palabra haya una referencia

lexicográfica; hay palabras sin referencias a estas autoridades, hay otras, muchas, con más

de una autoridad lexicográfica en su interior, o con una autoridad citada más de una vez en

la misma monografía (y que en mi recuento solo hacen una entrada), pero la proporción

numérica nos da una idea del uso constante que se hace de las obras lexicográficas a través

del DCR.

2.3.2. Uso de las autoridades lexicográficas en la microestructura

Las autoridades lexicográficas aparecen en todas las partes de la microestructura

del DCR. Estas partes son, según las expone el propio Cuervo en la Introducción (p. LIII):

idea del desenvolvimiento de las acepciones, donde se explican las construcciones y se dan

ejemplos; autoridades del periodo anteclásico; testimonios de documentos latinos o

“cuasilatinos redactados en España antes de ser el castellano el idioma oficial”; etimología;

conjugación o morfología, y ortografía y prosodia. Como veremos a través de los ejemplos

elegidos para ver la utilización, también hacen parte de todos los tipos de palabras que

aparecen el diccionario: verbos, sustantivos, adjetivos, adverbios, preposiciones,

conjunciones, interjecciones.

a. Idea del desenvolvimiento de las acepciones

Para acepciones generales se observa el uso de diccionarios generales y/o

específicos. Suelen ser paráfrasis, casi citas de la obra lexicográfica a la que se refieren.

Algunos ejemplos son los siguientes: 10 Es seguro que hay más entradas. La recopilación la hice a través de la búsqueda en el DCR digital, pero en la edición impresa, vi algunas que no aparecieron en la lista de la pesquisa virtual, con lo que queda pendiente un recuento exhaustivo que pueda precisar el número. Un aumento en el número de citas y alusiones a obras lexicográficas daría aún mayor envergadura a su participación en el Diccionario.

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ALCANZAR. 3. e) Refl. En las bestias, Tocarse y herirse con los pies en los menudillos ó ranillas de las manos al tiempo de andar. Acad. Dicc. Cp. Dicc. de Equit. Madrid, 1854, s. v.11 AFIRMAR. 6. En Aragón, b) Ajustarse ó concertarse con los criados. Peralta. Borao. BAJO. 12. c) pl. Los terrenos menos elevados de un distrito ó del que alcanza nuestra vista sobre el horizonte. Salvá, Dicc.

También pueden ser citas, con comillas: ACORDAR. 4. (II. Entrar en juicio, formar juicio.) a) Despertar, interrumpir el sueño al que duerme (trans.) (ant). «Acordar, despertar á otro: Expergefacio.» Nebrija, Vocab. b) Refl. Despertar (ant.). «Acordarse, despertar: Expergiscor.» Nebrija, Vocab. AMAESTRAR. b) Germ. «Amaestrar, enseñar ó amansar.» J. Hidalgo, Voc. CARIÑO. a) «Reconocimiento á la antigua amistad y querencia.» Covarr. (ant.). A esta definición se allegan la de Oudin («regret, l´amour que I'on porte á ce que I'on regrette» y la que en adiciones anteriores daba la Acad. («anhelo ó deseo de alguna cosa». «A los animales cuando los apartan de los que con ellos se crían, parece que les queda un cariño y deseo.» Gracián, Morales de Plutarco, fol. 125 (Dicc. Autor.). CUTIR. a) Golpear (trans.). «Cutir es golpear una cosa con otra. Los niños cuten un huevo con otro hiriéndole por las puntas, y el que le saca quebrado ó cascado, le pierde, y gana el que le quebró ó cascó.» Covarr.

En el ejemplo de cita a Nebrija, la cita da la acepción y al mismo tiempo corrobora

el uso antiguo que marca Cuervo. En la cita a Covarrubias en el lema cutir la cita da el

significado de la palabra, afirma el uso. Y Cuervo no acaba ahí la cita, sino que la continúa

para mostrar cómo se utilizaba correctamente con un ejemplo de un juego de niños que

hace que la referencia tenga además una información histórica.

Para las acepciones especializadas no sólo le sirven los diccionarios específicos,

aunque son la fuente clave, los diccionarios generales también delimitan las acepciones de

ámbitos especiales. ALOJAR: 2. Es de especial uso en la milicia: b) Refl. Situarse las tropas en un punto, aun cuando no haya población, como Alojarse en la brecha. Acad. Dicc. También, Atrincherarse ó fortificarse con miras ofensivas. Almirante, Dicc. milit. c) En especial, Dar el hospedaje gratuito que, por carga vecinal ó por disposición de jefe civil ó militar, se da en los pueblos á la tropa. Véase Almirante, Dicc. milit. en la voz Boleta. BLANCO, A. 2. met. a) Germ. Cándido, bobo, necio. Juan Hidalgo, Vocab. CAMBIAR. 2. d) Mar. Hablándose de velas ó aparejo, Bracear y orientar alguna de ellas ó alguno de ellos ó su total, de la banda ó de lado contrario al en que iba mareado (trans.) Dicc. Marít. DIFERENCIAR. e) Mús. y danz. Diversa modulación, ó movimiento, que se hace en el instrumento, ó con el cuerpo, bajo un mismo compás. Acad. Dicc. Melcior dice que es lo que hoy se llama Variaciones.

Igualmente la remisión a la fuente lexicográfica puede ser una cita e introducida a

través de dos puntos. APAREJA.: 2. En especial, c) Pint. Preparar con la imprimación el lienzo ó tabla que se ha de pintar. Terreros, Acad. Dicc. d) Entre doradores, Dar las manos de cola, yeso y bol á la pieza que se ha de dorar. Acad. Dicc. — Terreros agrega: Dar con albayalde á la parte que se ha ensuciado con el color amarillo, y que se quiere conservar blanqueada.

11 Las entradas no se citan completas, sólo aparecerá el fragmento que interesa. Para leerlas completas puede verse el DCR en su versión impresa o digital.

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APOYAR. 1. a) Sostener y afianzar por medio de un apoyo. Dicc. Autor. Terreros define: Apear, apuntalar (trans.).

b. Explicación de las construcciones y ejemplos

Podemos encontrar referencias en la parte específica de la construcción, que son

principalmente comparativas con otras lenguas: ADELANTE. 1. a) Significando la dirección del movimiento en el espacio, Hacia la parte de enfrente, ó sea aquella hacia donde uno va. — β ) Empléase para reforzar complementos formados con par: señalando esta preposición el campo que se recorre, el adverbio significa internación ó progresión en el movimiento. «Dejando al pastor muerto, y á los dos admirados, se tornó á entrar por el montecillo adelante.» Cerv. Gal. 1 (R. 1. 52). — «Otros se ocupaban en conducir á algunos á quienes ya se les iba introduciendo la forma cadavérica por las narices adelante.» Mor. Derr. de los pedantes (R. 2. 5702). — γ ) La íntima conexión que en la combinación anterior contrae con el sustantivo precedente, ha abierto el camino para que se emplee como preposición pospuesta (cp. alemán bergab, bergauf, Pott, Etym. Forsch. 1. 32. Véase ABAJO, ARRIBA) APARAR. 1. Del sentido etimológico y antiguo de Preparar, aparejar, apenas quedan vestigios en aplicaciones especiales con que se designan operaciones que pueden mirarse como preparación ó arreglo previo para la consecución de cierto fin. d) Pelar, mondar (trans.). «Pidió un cuchillo para aparar una manzana, como solía, y diéronsele.» Gran. Símb. 1. 36, § 2 (R. 6. 2701). Este uso es probablemente un portuguesismo que se le escapó á Fray Luis, pues ni lo registran los diccionarios ni aparece en otros autores. Cp. en cuanto al sentido el fr. ant. parer une pomme (Ducange), en ingl. to pare. CERCANO. a) Que está cerca, á corta distancia. — γ ) Con de, en sentido análogo. Este régimen se usa hoy menos que en épocas anteriores. El construírse con á y de, preposiciones significativas de relaciones contrarias, depende de la manera como se considere la cercanía: tomándose como efecto de un movimiento de aproximación hacia un objeto, éste se señala con á: tomándose, como distancia algo menor que separa un objeto de otro, tiene cabida de. Lo mismo en latín se dice prope ad y prope ab (cp. Pott, Etym. Forsch. 2 1. 165).

En la explicación de la construcción también puede aparecer como una cita

entrecomillada: ATRACAR. 1. b) — α ) El Dicc.marít. establece esta diferencia: «Atracar la tierra ó la costa es acercarse á ella; y atracar á tierra es llegar hasta tocar con ella en bote ó embarcación á propósito para desembarcar.» c) mar. Apretar una cosa contra otra (trans.). Dicc. marít.

Por otra parte tenemos la aparición en los ejemplos de las construcciones de citas

de las obras lexicográficas que corroboran la acepción. ALUMBRAR. 7. Agric. a) Separar la tierra del pie ó tronco de un árbol, cuando tiene demasiada. «Los autores de agricultura, así españoles como extranjeros, aconsejan alumbrar el tronco de los almendros para impedir que florezcan tan pronto.» J. Alv. Guerra, Dicc. agric. de Rozier. sb. voc. b) Dícese en especial de la vid. «Se alumbran las cepas de las vides con dos objetos: Primero, que broten más tarde, para que las heladas tardías no las lastimen; segundo, para que recojan las aguas de invierno y primavera, y con ellas los abonos de que vienen impregnadas.» J. Alv. Guerra, Dicc. agric. Item, Herr. Agric. gen. 2. 11, y Rojas Clemente en la nota correspondiente (1. 377, 379). APARTAR. 5. Quitar una cosa, hacer retirar á una persona del lugar donde estaba para dejarle desembarazado (trans.). — α ) «La hermosa moza alzó la cabeza, y apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían.» Cerv. Quij. 1. 28 (R. 1. 3251). — α α ) Pas. «Se aparta una piedra que impide el paso.» Huerta, Sinón. 43. «Se aparta el pañuelo de la cara.» Id. ib. ABRIR. 3. a) Quitar lo que impide la vista: descubrir, presentar. De ordinario en sentido metafórico. d) Met. Descubrir. — β ) Refl. Comunicar á otro su secreto. — γ γ ) «Abrirse en las razones,

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declararse.» Covarr. 9. Grabar (trans.).— α ) «Abrir en cobre, grabar. Abrir en madera, estampar, de ordinario en boj.» Covarr.

Es muy interesante la doble función que pueden tener los ejemplos de obras

lexicográficas. En abrir y en apartar el ejemplo es de uso, pero a la vez es definición o

explicación del modo de usar la palabra correctamente. La utilización de las obras

lexicográficas es así metalingüística. Un ejemplo relevante de este uso metalingüístico de

las obras lexicográficas es la cita al Diccionario de Autoridades en el lema

correspondencia, en el que aparece como ejemplo una oración del prólogo del diccionario

para ilustrar la acepción (‘En sentido concreto, Palabra ó expresión que corresponde á otra,

que la traduce ó explica. «El intento de la Academia en las correspondencias latinas ha sido

dar á conocer á los extranjeros las voces que comprehende el diccionario.» Dicc. Autor. 2

pról.’).

En los ejemplos tienen también cabida las, si se permite este uso, “metacitas”; es

decir cuando la obra lexicográfica puede también ser fuente de otra cita: CONMUTAR. a) Hacer que una cosa venga á ocupar el lugar de otra, trocar, cambiar (trans.). — α ) «El esclavo no tiene derecho para permanecer siempre en la casa de su señor, pudiendo éste venderle, donarle ó conmutarle.» Valverde, Vida de Cristo, 4. 23 (Dicc. Autor.). «Otras veces la eufonía y en algunos casos el capricho --- introducen ciertas alteraciones que conviene tener presentes, y que se reducen á conmutar, añadir o suprimir alguna letra ó sílaba.» Monlau, Dicc. etim. p. 30. ALARGAR. 6. Alejar, desviar (trans.). — α ) «Rendido me llevó el mar ⏐ Y las olas me alargaron.» Tirso, Los amantes de Teruel, 2 (R. 5. 6982). «Nos iban alargando de tierra.» Relación de los capitanes Nodales (Madrid, 1521), en Jal, Gloss. Naut. DESABRIGAR. b) Milit. Dejar descubierto, sin defensa ó apoyo (trans.) (ant.). — β ) Con de, para expresar el apoyo ó defensa de que uno queda privado. «Sus peones no se desabrigaron de la sierra.» Ayora, Cartas, 4 (R. 13. 671. Almirante, Dicc. Mil.).

c. Autoridades del periodo anteclásico12

En esta parte la fuente lexicográfica principal es el Vocabulario de Nebrija, que

habiendo sido escrito e impreso en el siglo XV es referente fundamental del uso de la

lengua española en esa centuria. La mayoría de veces es una cita entre comillas del

Vocabulario en que aparece la palabra en romance y su correspondiente en latín (o al

contrario, aunque son menos). También es indispensable el Diccionario de Autoridades, el

12 Para Cuervo este periodo es el anterior a 1500. La separación la explica así: “Razones de claridad y conveniencia han exigido que se separe el lenguaje clásico y usual del añejo y completamente olvidado. Según queda dicho atrás, al afianzarse la unidad política de la nación, esta unidad se extiende á la lengua por la acción del gobierno y la influencia de las maneras cortesanas, y al mismo tiempo el cultivo de la literatura, cuyo florecimiento suele coincidir con semejantes evoluciones, hace más lentos y uniformes los movimientos naturales del lenguaje. La época en que sintió España esta transformación fue el reinado de los Reyes Católicos, y por esto hemos señalado el período anteclásico contando del año de 1500 atrás” (XLIII–XLIV).

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cual a través de metacitas corrobora muchos usos antiguos o es utilizado para comentar el

uso antiguo de la palabra. ALARGAR. Per. antecl. Nótese en el Rim. de Pal. la acepción Largar, soltar, que en el Dicc. Autor. se halla comprobada con un pasaje de Roa, Ant. de Jerez, cap. 9, y omitida posteriormente. Salvá la reproduce como ant.). ASISTENCIA. Per. antecl. — Siglo XV: «Señalándole assistencias para su manutencion.» Doctrin. de caball. fol. 129 (Dicc. Autor.). ASQUEROSO, A. Per. antecl. — Siglo XV: «Ascoroso, que hace asco.» Nebrija, Vocab. CURIOSO, A. Per. antecl. — Siglo XV: «Curioso: curiosus, curaculus.» Nebrija, Vocab. DESLINDAR. Per. antecl. (Era término común en la legislación foral.) Siglo XV: «Limito, as, por deslindar o poner lindes.» Nebrija, Vocab. DIFERENTEMENTE. Per. antecl. — Siglo XV: «Differentemente: differenter, distanter». Nebrija, Vocab.

En las otras ocasiones hace mención a Nebrija para apuntar alguna diferencia en la

forma de la palabra. Muestra de esto está en los lemas adivinar: ‘Nótese la forma simple

divinar, que se halla también en el Vocabulario de Nebrija’; avergonzar: ‘Fuera de

avergonzar, aparecen las formas vergonzar, envergonzar, avergoñar, envergoñar; de éstas,

envergonzar aparece todavía en el Vocab. de Nebrija, pero, según se colige de Valdés

(Mayans, 77), ya en tiempo de éste había caído en desuso. Nótese la acepción de Respetar’;

cimentar: ‘Nebrija trae todavía la forma cementar’; y clavar: ‘En Nebrija se hallan clavar

y enclavar: pero éste predomina en épocas anteriores’. En desasir se remite a Nebrija para

anotar que en su vocabulario no está incluida la palabra asir.

Las otras obras lexicográficas que se encuentran en esta parte de la microestructura

son el Diccionario de voces aragonesas de Borao, el Diccionario de etimologías de la

lengua castellana de Cabrera, el Tesoro de Covarrubias, el Glossarium mediae et infimae

latinitatis de Ducange, el Glossaire nautique de Jal, el Tesoro de Oudin y el diccionario de

Salvá. Seguidamente se citan las entradas. A. Per. antecl. Notas históricas. a) La desaparición de la diferencia que en latín clásico se observaba entre ad para indicar la mera dirección é in para dar á entender la entrada á un lugar, empieza á notarse desde el siglo IV, como que aparecen ejemplos de ad por in en Eutropio y Esparciano (Diez, Gramm. 3. 143; Ducange, sb. voc. ad). ACLAMAR. Per. antecl. (La Academia trae estas acepciones antiguas: — β ) Refl. Quejarse ó darse por agraviado. Salvá agrega, tomándola del Glos. Académico del Fuero Juzgo, la de Acogerse, acudir; pero mejor que con los pasajes de este código se comprueba con los de Berceo y con la autoridad de Covarrubias: «Aclamar, acudir á pedir socorro.») ACOMODAR. Per. antecl. ⎯ Siglo XV: «Nuestro romance, señor obispo, ageno de moral philosophia lo pensaba. Jamas crei poderlo acomodar en cosas tamañas.» Lucena, Vita beata, fol. 21 (Cabrera, Dicc. 1. 47). AIRAR. Per. antecl. (Hasta el siglo XV se usaron promiscuamente, sobre todo en el part., airar é irar. Deben notarse estas acepciones: — α ) Mirar con ira, aborrecer; β ) Retirar la gracia y valimiento; de ahí Desterrar, y en el part. Bandido, encartado; γ ) Irado y pagado: expresión que en las donaciones usaban los reyes al reservarse el derecho de entrar en los lugares donados siempre que quisiesen, ora de Guerra, ora de paz. La expresión latina era iratus et pacatus; véase Ducange, y Llor. Prov. Vasc. 4. 236.)

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ALARGAR. Per. antecl. (Nótese en el Rim. de Pal. la acepción Largar, soltar, que en el Dicc. Autor. se halla comprobada con un pasaje de Roa, Ant. de Jerez, cap. 9, y omitida posteriormente. Salvá la reproduce como ant.) AMPARAR. Per. antecl. (Nótense las formas emparar, amperar (ésta pudiera ser errata, pero le prestan apoyo el imperare del fuero de Toledo, y el fr. ant. emperer, en Ducange, sb. voc. Emparamentum) ARREDRAR. Per. antecl. (Decíase también redrar.) — Siglo XIII: — Redrar tenía además la acepción de Sanear con fianza de redra ó riedra, ó sea, de desistimiento. Véanse las citas de Ducange (s. v riedra) y Borao (s. v. fianza de riedra). ASOMAR. Per. antecl. (Salvá da como ant. las acepciones: Subir, ponerse en alto; Refl. Asombrarse, espantarse; pero el pasaje del Alex. en que Sánchez halla el último sentido (copla 1879) no es concluyente.) BLANDEAR. Per. antecl. — Siglo XIV: «El puerto luego tomaron ⏐ Aguijando los cauallos. ⏐ Las asconas bien blandiendo ⏐ Con el pendon adelante.» Alf. XI, 2155 (R. 57. 5421). — Usóse también el compuesto esblandir, esblandecer, esbrandecer: «Esbrandeciendo su asta» = hastam vibrans. Mac. 2.. 11. 8 (Scío). En Oudin se halla como usual esblanduñar: branler, brandiller. COBRAR. Per. antecl. (Nótese la acepción de Reparar, enmendar, corregir, que, sin duda por errata se halla en el Dicc. Acad. como intrans.; y el uso intrans. con igual valor que la constr. refl., al cual como part. dep. corresponde Cobrado, que, según la Acad., valía Bueno, cabal, esforzado. Sobre combrar véase Etim.) — Siglo XV:. «Llamando todos á Sancta Maria que los acorriese, cobraron los timones [de caxa: véase Jal, Gloss. naut.), é amaynaron la vela, é lanzaron toda la gente so sota.» Crón. P. Niño, p. 61.

Según se colige de los usos presentados, las autoridades pueden ser citadas, como

Covarrubias; aportar una cita o remitirse a ejemplos de esa obra como en a, acomodar,

arredrar; o apoyar la afirmación de que se usan desde ese tiempo al decir que este o aquel

diccionario las dan como antiguas (alargar, asomar, cobrar).

Por último, aparece en varias ocasiones la alusión a la Academia y su Diccionario.

Como es posible observar, puede ser una corrección a la Academia como en abundar: ‘Se

usaba además en acepciones muy diferentes de las que hoy tiene abundar, y sin duda por

error se ha omitido en este verbo delante de la de Bastar, ser suficiente, el signo de

anticuada que tenía, por ejemplo, en la 6ª edición del Dicc. de la Acad.’; cobrar (ver la cita

de arriba); o ser fuente de acepciones antiguas como en aceptar: ‘La Acad. da como

anticuada la acepción: Refl. Estar gustoso, contento ó satisfecho de alguna cosa ó persona;

aun no hemos hallado ejemplos, y no sabemos á qué época pertenece’; aclamar: (ver la

cita de arriba) y afrontar: ‘La Acad. da estas acepciones antiguas de afrentar: — α )

Requerir, amonestar; — β ) Poner en aprieto ó peligro, estrechar; — γ ) Confinar

(intrans.). Y éstas de afrontar: — α ) Requerir, citar; — β ) Afrentar; — γ ) Echar en cara

algún defecto ó delito; — δ ) Alindar, confinar (intrans.). Siendo afrontar la forma

primitiva, van reunidos en un solo artículo los ejemplos de ambos’.

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d. Testimonios de documentos latinos hispánicos

Se corrobora el uso en esta parte con ejemplos en que tenemos el Diccionario

geográfico-histórico de la Rioja y el Glossarium de Ducange. En el caso del diccionario, el

uso es una metacita pues la obra contiene textos del periodo en cuestión que sirven a

Cuervo. Como ejemplo sirven los siguientes: ANDAR. Test. latin. hisp. «Do foro a festo Sancti Michaelis usque in annum II solidos in fossadera de la moneda que andidiere en Castilla.» Fuero de Ibrillos, año 1200 (?) (Dicc. de la Rioja, 291). CONVENIENCIA. Test. latin. hisp. «Et facimus vobis tale pactum et convenentiam de illo, quod malum, nunquam fiat nisi exeat vobis.» Docum. de 1191 (Dicc. de la Rioja, 287).

Ducange, de otra parte, puede ser una referencia para el lector, como en alcanzar y

en arriba a través de metacitas; o también puede ampliar la información y ofrecer

reflexiones de las que avisaba Cuervo en su prólogo para manifestar las dudas que surgen

en el trabajo de estructurar la verdadera historia de las palabras, como en deslindar donde

indica una versión sospechosa y luego critica una lectura del autor francés. ALCANZAR. Test. latin. hisp. — «Si aliquis homo fuerit interfectus in castro, vel villa Infantionis --- homines ipsius villæ vel castri tenentur calçare illum, et esforcium facere, quod capiant illum.» Fuero de Huesca, año 1247 (Ducange, sb. voc.). ARRIBA. Test. latin. hisp. «Et inde devallat contra illa serra de Trasillos arriba de fonte frigido.» Vida de S. Voto y S. Félix (Ducange, sb. voc.). DESLINDAR. Test. latin. hisp. «Juxta quantitatem calumnie delindet se cum duodecim de manu volta.» Fuero de Palencia, año 1181 (Llor. Prov. Vasc. 4. 270). «Si pesquisam non habuerint, ille cui demandaverit, delindet se cum quatuor vicinis quinto eis annumerato.» Ib. (ib. 4. 265). «Pro homicidio et pro rosso delindent se cum, quinque de escolleita, aut cum duodecim de volta de suo concilio.» Docum. de 1156 (Muñoz, F. 176). «Si habuerit suspecta probatamente deliminet se per littem.» Fuero de Caseda, año 1129 (Muñoz, F. 476. Ducange trae también deliminare por delimitare, indicando ser lección sospechosa.). «Si in termino de Palenciola hominem mortum invenerit non pectet pro illo homicidium si ille ad quem suspectam habuerint delindem se cum suo foro ipse et alter cum eo.» Fuero de Palenzuela, año 1074 (Muñoz, F. 276). «Et si aliquis homo venerit, qui contra eos voce vel judicio suscitaverit, aut aliqua calumnia petierit, nullus firmet super eos; sed illos dent duodecim homines, et delindent se de quocumque judicio illis petierint.» Docum. de 978 (Yepes, 5. 445; Muñoz, F. 49. Ducange sb. voc. elitigare, sin razón supone ha de leerse elidicent).

e. Etimología

Después del uso en acepciones y construcción, es en el apartado sobre etimología

donde se encuentran más referencias lexicográficas en la microestructura del DCR. Hay

autoridades y obras cuya participación se ciñe a este apartado, como es el caso de Vaniček

o de Diez, cuyas obras están especializadas en etimología. Fuentes lexicográficas con

participación importante en la etimología son los diccionarios generales de Covarrubias,

Ducange y Littré y el bilingüe de Oudin. Algunos ejemplos son los que siguen. AFANAR. Etim. […] prov. afanar, causar afán y andar afanado, hoy afana, ahana, trabajar, ganar con trabajo; fr. ahaner. Según Jaubert, ahogarse, exhalarse de fatiga, y en lo antiguo trabajar, labrar la tierra; lt. affannare, angustiar. El origen es dudoso: Ducange, Gloss. sugiere que puede venir de una interjección han con que se expresaría la respiración fatigosa de quien trabaja con exceso; y

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efectivamente á este sentido se refieren el uso provincial francés que trae Jaubert y citado arriba, el napolitano affanno, asma, ahoguío, y el veneciano afaná, asmático, que se ahoga al respirar. Véase más en Diez, Wb. AFECTO, A. Etim. Port. affecto; it. affetto: del lat. affectus, part. de afficere, obrar sobre algo, afectar. En el sentido de Sujeto se halla comprobado en Ducange con un documento de 1384. Lope, con ocasión del pasaje de la Dorotea citado arriba, deja comprender que en su tiempo era voz nueva en castellano. ANTE. Etim. […]. Hállase también en las lenguas léticas y célticas (Curtius, Griech. Etym.4 205). Se supone que pertenece al tema pronominal ana, aquel (Pott, Et. Forsch. 2 1. 260; Vanicek, Gr. lat. Wb. 31). BASTAR. Etim. En castellano tenemos basto, tosco, embastecer, engordar; port. bastar, bastar, y basto, espeso, abundante (cp. abastar, abastado); cat. bastar, bastar, y bast, basto, ant. opulento; prov. bastar; it. bastare. Junto con estos vocablos se hallan basto, especie de aparejo, prov. bast, fr. bât, it. basto; bastón, bâton, bastone; bastir (véase ABASTECER) bastaje, ganapán, cat. bastaix, prov. bastais, ital. bastagio; hay además basta, cierto hilván, bastear, embastar, fr. bâtir, it. imbastare. Estos últimos términos se inclina Diez á separarlos y Littré los separa definitivamente de los anteriores, refiriéndolos al al. ant. bestan (bastjan), remendar, atar. El sentido de Ganapán y acaso el de Palo, albarda, edificar casan con el gr. βασταζω, levantar, cargar; aunque no falta quien mire á basto, albarda, como procedente también de un origen germánico. El sentido de Ser suficiente, abundar, no se deja enlazar fácilmente con ninguno de estos dos grupos. Es de notarse que, aunque el port. basto, abundante, y el cat. bast, opulento, apoyan el basto que con el significado de Abastecido trae la Acad., el pasaje de la Crón. Pedro I, 5. 33, con que lo afianza el Dicc. Autor.2 puede estar viciado en la edición antigua de donde se tomó, pues la esmeradísima de Llaguno da abastado. CA. Etim. Gall., port. ca: en lat. bajo qua se usaba con el sentido de quia (Diefenbach, Gloss.) en lat. clásico qua, por donde, significaba á veces En cuanto, porque, (con esta partícula traduce Coloma el qua de Tácito, An. 6. 10). El siguiente pasaje muestra el valor adverbial que hubo de preceder al conjuntivo: «Los itálicos prefiero yo, so emienda de quien mas sabrá, á los françeses, solamente ca las sus obras se muestran de mas altos engenios, é adornanlas é componenlas de fermosas é pelegrinas estorias; é á, los franceses de los itálicos en el guardar del arte.» DESTITUÍR. Etim. […]. En port. se conserva el sentido originario junto con el que proviene del participio; en cast, parece haber sido el part. la forma más antigua, así como en prov. y en fr. (véanse Raynouard y Littré); en ital. se usa destituto, pero no el verbo. DOCTO, A. Etim. Port. douto; cat., fr. docte; it. dotto: del lat. doctus, part. pas. de docere, enseñar. Oudin trae docto y doto: ésta es la pronunciación más conforme á la antigua fonética castellana, aparece con frecuencia en las consonancias, y todavía se usaba en el siglo pasado entre la gente culta; docto es pronunciación erudita que ha hecho olvidar la otra.

Esta pequeña selección de ejemplos permite ver varias cosas. Por un lado, todos los

tipos de palabra tienen sección etimológica, sean verbos, adjetivos, sustantivos, etc.; y en

todos los casos las autoridades lexicográficas son fuente fundamental para la discusión que

significa ese apartado. En muchas ocasiones las alusiones a los autores son citas indirectas

de las obras, y significan una aceptación por parte de Cuervo de la teoría de determinado

autor sobre la palabra, como en ante, ca o destituír. En docto se remite la autoridad, aquí

Oudin, por contener en su obra un uso específico de la palabra en cuestión. En este caso es

porque las dos grafías que da Oudin comprueban cierta pronunciación y le sirven para

explicar cuál quedará como usual en la lengua, en este caso el uso erudito. Otro caso es el

de afecto, donde el ejemplo que contiene Ducange le demuestra un cierto sentido de la

palabra en un momento histórico. También pueden proponerse discusiones, pues la

cuestión de la etimología se reconoce como difícil, con probabilidades limitadas en

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algunos casos de saber la verdad de la historia de la palabra, como sucede en afanar, o en

andar, donde se lee: ‘Las formas correspondientes en los demás dialectos romances son: port., gall. andar; cat., val., mall. anar; prov. anar annar (sobr-andar), hoy ana, na, ala (Mistral); fr. ant. aner, aler, hoy aller; it. andare, ant. anare (Raynouard, Lex. rom.; Traina, Voc. sicil.); nap. annare; sicil. annari. La etimología de estas palabras es uno de los problemas más discutidos entre los romanistas’.

Un ejemplo de mayor contundencia en cuanto al desacuerdo de Cuervo puede ser el

del verbo alcanzar, en que dice al final del texto que la ‘etimología arábiga propuesta por

Diez no puede aceptarse’. O en arrancar, donde dice: ‘Ducange trae arrancare, arancare,

arrencare. Las etimologías latinas son inaceptables, en cuanto no satisfacen las exigencias

de la fonología romance…’, para luego manifestar su aceptación de otro origen más

plausible para la palabra: ‘Es pues necesario acudir con Diez á un origen germánico. […]

De suerte que el vocablo español pertenece al mismo grupo que renco, rengo (it. ranco),

rincón, antiguamente rencón, rancón (Diez, Wb.; Diefenbach, Goth. Wb. 1. 237)’. (El

subrayado es mío).

Puede colegirse de estos pocos casos que la cuestión etimológica es muy

significativa en el DCR pues está entendida como aporte esencial a la cuestión de la

construcción y el régimen de las palabras, ya que el uso de hoy está ligado a la historia de

la palabra. Las autoridades lexicográficas son aquí de indiscutible importancia pues el

trabajo comparativo es fundamental para que Cuervo pueda proponer sus etimologías, que

según los estudiosos contemporáneos son en muchos casos muy cercanas a las que se

determinarían durante los trabajos del siglo XX en esta materia. (cp. Porto Dapena, 1980:

33). Hay en este trabajo etimológico un rigor evidente por todas las versiones de las

palabras en otros idiomas, por la cantidad de citas y alusiones a autores para comprobar la

historia de la palabra, por la seguridad con que propone las etimologías. Aunque también

se nota en algunos momentos cierta subjetividad y una gran parte de intuición a la hora de

comentar la etimología, que no desmerece en razón de su lógica y por la erudición del

autor en materia lingüística.

f. Conjugación

Esta parte de la conjugación y la morfología no aparece en todas las palabras pues

su función es aclarar los verbos irregulares. Solamente en seis ocasiones han aparecido

referencias lexicográficas en cuanto a la conjugación. Éstas son: ANEGAR. Conjug. En varias partes de América se usan las formas irregulares aniego, aniega, usadas ya en los primeros tiempos de la conquista, como que se hallan repetidas veces en Juan de

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Castellanos (R. 4. 3591, 5262), y no desconocidas antiguamente en la Península, como se echa de ver por los pasajes citados de la Crónica de P. Niño y de los Bocados de oro. No se hallan en los escritores clásicos y hoy se mirarían como incorrectas. El Diccionario marítimo dice aniega (s.v.), y no sabemos si esto sea peculiaridad del habla marinesca. Por otra parte es completa la analogía entre necat = aniega, sécat = siega, negal =niega. ATESTAR. Conjug. En los siglos XVI y XVII tenía estas formas irregulares: atiest-o, as, a, an; atiest-e, es, e, en; atiesta tú. Hoy se usa generalmente como regular, según se echa de ver por los ejemplos de Moratín, Cueto y Campoamor. No debe confundirse este verbo con el forense atestar, atestiguar, que siempre se ha conjugado regularmente. Al último corresponden las frases fam. Ir, salir ó venir atestando, con que se denota que alguno va enfadado y lo manifiesta con maldiciones, amenazas ú otras expresiones de enojo. Acad. Dicc. CUBRIR. Conjug. El part. es cubierto. Valdés (Mayans, 53) prefería ya cubrir á cobrir, única forma que se halla en Nebrija. CONSONAR. Conjug. Tiene estas formas diptongadas: consuen-o, as, a, an; consuen-e, es, e, en; consuena tú. Con excepción del ejemplo del Comend. Griego en que se lee consone, no hemos hallado otro que apoye la opinión de Salvá, quien, contra el uso autorizado y el sentir de la Academia, da este verbo por regular. COSER. Conjug. El Dicc. Autor. comprueba la forma cosga con un pasaje de la Vida de Cristo de Fonseca (1. 1. 2); no es imposible que sea uso provincial ó vulgar, como lo es la diptongación: «Cordurera sin dedal cuese poco y eso mal.» Refr. asturiano en Canella Secades, Estudios asturianos, p. 279. DESCRIBIR. Conjug. El part. es descrito. Aunque descripto se halla en el Dicc. de la Acad., no podría usarse sin reparable afectación de arcaísmo.

Estos pocos ejemplos muestran que las referencias comprenden sobre todo usos

poco comunes de verbos irregulares, pero que tienen cierta autoridad que los avala. No

explican el uso sino que son informaciones adicionales de obras lexicográficas que

contemplan cierta manera de conjugar o aportan particularidades eruditas sobre los verbos

en cuestión.

g. Ortografía y Prosodia

El apartado de ortografía y el de prosodia, como el de la conjugación, no aparecen

en todas las entradas sino solamente en aquellas en las que hay una variación importante al

conjugar (casi todas las palabras son verbos), hay algún comentario sobre la acentuación

(como en aun-aún) o sobre un uso ortográfico distinto (celar (I), celo, celoso). La

aclaración común en el apartado de ortografía es corta y se remite, claro está, a alguna

especificación ortográfica. Algunos casos que permiten verificarlo son los de alegar:

‘Antes de e se escribe gu: alegue, aleguéis’; colocar: ‘Antes de e se escribe qu: coloqué,

coloquen’; o delinquir: ‘Antes de a, o se escribe c: delinco, delincan’. El apartado de

prosodia es menos común que el de ortografía, pero más rico. Muchas veces, como en

ortografía, son solo aclaraciones, pero en varias ocasiones comenta los usos históricos, se

refiere a autoridades lingüísticas (aherrojar, ahora, desahuciar, o hace parte de las

acepciones (breve, contraer).

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En muy pocas ocasiones se hace referencia a autoridades en estos espacios. Cuando

se hace es justamente a autoridades lexicográficas, aunque en algunas entradas se refiere a

autoridades literarias como en comprensible a Tirso en la parte de Ortografía sólo para

remitirse a un ejemplo dado en la monografía. En Prosodia hay autoridades literarias en

más entradas por la misma razón que en Ortografía, algunas de éstas son: afianzar, cuidar,

demasiado, desahogar, descuidar, descuido, deudor, que remiten a los ejemplos dados

para que se compruebe el comentario sobre la pronunciación y/o la acentuación.

Las entradas en que aparecen en la sección ortografía y/o prosodia autoridades

lexicográficas con su comentario son las que siguen: AH. Ortogr. En el Dicc. de la Acad. se halla ha, como equivalente de ah; aquella forma no tiene hoy uso en las aplicaciones que quedan señaladas. Salvá, Gram., da ha como interj. de burla y escarnio; y así se ha de representar efectivamente la ligera aspiración inicial con que en este sentido se profiere. CELAR (I). Ortogr. Se ha escrito también zelar; pero en la 12ª. edición de su Diccionario no trae ya la Acad. esta ortografía, que se halla en las anteriores. CELO: Ortogr. Se ha escrito también zelo, pero la academia ha excluido ya esta ortografía en la 12ª. edición de su diccionario. CELOSO, A. Ortogr. Se ha escrito también zeloso, pero ya en la 12ª edición del Diccionario no menciona la Academia este modo de escribir. COMPRENDER. Ortogr. y pros. Covarr. y el Dicc. Autor. no traen sino comprehender; Oudin y Terreros traen también comprender. La primera forma, comprobada por la medida de los versos en muchos pasajes de nuestros clásicos, fue suprimida en el Diccionario de la Academia, hasta la 12ª edición, en que lleva la nota de anticuada. Es indudable que siempre fue netamente erudita. No hay para qué decir que la pronunciación actual se usó también en lo antiguo: «Aquí no se comprehenden las prudentes ⏐ Que siguen las virtudes.» L. Argens. sát. Muy bien se muestra (R. 42. 2722). DESBALIJAR. Ortogr. La Acad. ha escrito desbalijar, balija en todas las ediciones del Diccionario, excepto la 12ª, en que pone desvalijar, valija; en 1870 traía en la Gram. la primera grafía, y en 1880 la segunda. Este cambio ha sido motivado sin duda por el designio de arreglar la escritura á la de las voces francesas é italianas. Como el uso general, según la Acad., es principio de nuestra ortografía, que prevalece sobre la etimología, aunque esta sea evidente (cp. barrer, maravilla, bochorno), mientras este uso no haya confirmado el empleo de la v en esta palabra, el Diccionario de la lengua no puede darlo como exclusivo. Si hubiéramos de acomodar la ortografía de las voces que llevan b á la del francés é italiano, habría que poner la v en muchas otras, como barniz, bermejo, bogar. DONDEQUIERA-DOQUIERA. Ortogr. Mucho tiempo hace que la Academia escribe doquiera, pero sólo en la última edición del Diccionario ha puesto dondequiera en una sola palabra, conforme lo pide la analogía del primero y de cualquiera, quienquiera. En los libros impresos no hay uniformidad; en obsequio de ella hemos igualado en todos los ejemplos modernos la ortografía. ANEJO. Pros. Rengifo pone juntos en la silva de consonantes annexa, quexa, aconseja, rimas que se hallan comprobadas por los pasajes del Canc. de Baena y de Tirso de Molina citados arriba; de suerte que con razón los editores modernos han puesto anejo al acomodar á la ortografía actual las obras de nuestros clásicos. El Dicc. Autor. en 1726 no advertía nada sobre la pronunciación (como lo hacía en axioma, por ejemplo) y en 1770 escribía aún anexo y no anexô; pero Terreros (1786) escribe anejo, y advierte que algunos pronuncian anexo, dándole á la x el sonido de cs. De suerte que esta pronunciación, que es hoy la más extendida cuando se usa como adj., data del siglo pasado y es hija de la reacción hacia la etimología que entonces empezó á verificarse.

En estas entradas se puede ver que las autoridades son utilizadas ante todo para la

ortografía. La autoridad lexicográfica aparece para comparar la ortografía con la propuesta

por esa autoridad, sobre todo la Academia. En ah, la critica, quedándose con Salvá; en

celar (celo, celoso) aclara el uso antiguo con z y el hecho de que la Academia haya

30

excluido ese uso desde la 12ª edición; en desbalijar hace una crítica sutil a la Academia

por haber eliminado la ortografía con b y sólo contemplar el uso con v, el cual se hará

único con el tiempo sin que suceda lo que piensa Cuervo con respecto a barniz o bermejo;

en dondequiera acota que ya la Academia ha aceptado esta forma después de consignar

solamente doquiera. En comprender aparecen cuatro autoridades lexicográficas para

comparar entre ellas el uso de la h intercalada, única forma en Covarrubias y Autoridades

mientras que en Oudin y Terreros están ambas, notando que la Academia incluye la forma

con h como anticuada sólo en la 12ª edición. Por último, en anejo, que es la única entrada

que tiene como apartado el de prosodia, las autoridades lexicográficas aparecen para

comentar si advertían o no de la pronunciación. Autoridades no lo hacía, pero sí Terreros,

cuya pronunciación apuntada es la que efectivamente se sigue usando hoy (x con sonido

cs). Los ejemplos son pocos pero nos muestran que Cuervo tiene siempre muy presentes

las obras lexicográficas a las que el lector puede acudir regularmente, como es el caso de la

Academia, por lo cual hace aclaraciones que dejen ver que es autoridad fundamental sin

ser por eso perfecta.

h. Notas y Forma

Tenemos apenas cinco entradas con autoridades lexicográficas para Notas y Forma.

Estos dos apartados son raros en el diccionario así que el uso de estas autoridades aquí nos

confirma que en toda la microestructura las fuentes lexicográficas son esenciales para

completar la redacción y fortalecer la credibilidad de la obra. Los casos son los siguientes. ABISMAR. Nota. El Diccionario de Autoridades cita como ejemplo para comprobar el verbo abismar el pasaje siguiente de Quevedo, en que las ediciones que tenemos á la vista dicen animarle. Lo copiamos con mayor extensión para que se vea que el contexto apoya la lección común, y que hubo de haber error en la cédula que sirvió para la redacción de aquel artículo del Diccionario: «¿Queréis ver cómo hace Dios beneficios castigando, cómo da con lo que quita, cómo levanta al que derriba? Poned los ojos en san Pablo; espántale para animarle, derríbale del caballo para levantarle, quítale la vista para dársela y para que la dé á las gentes.» Peste 2 (R. 48. 1142). ADONDE. Nota. El uso moderno repugna el empleo de adonde por donde. Salvá lo da por anticuado; Bello, Gram. § 192, b, lo reputa con razón como un arcaísmo que debe evitarse, y agrega: «Dícese adonde con movimiento, y donde sin él: El lugar adonde nos encaminamos, donde residimos.» De manera que las aplicaciones naturales y corrientes hoy serían las expuestas en 1, a, α; 1, b, α, β, γ, ε, α α; 2, a; 3, α. En el siglo XVI se consideraban adonde y donde como formas enteramente sinónimas, de suerte que Valdés decía que usaba el primero cuando no precedía vocal: «¿Adonde irá el buey que no are?» y el segundo después de vocal: «El abad de donde canta, de allí yanta.» Diál. (Mayans, 43). AGUAR. Nota. La Academia contaba entre las acepciones de este verbo las dos siguientes, que ya no aparecen en la 11ª edición del Diccionario: a) Llenarse de agua algún sitio ó terreno. b) Dícese de los caballos, mulas y otras bestias que, por haberse fatigado mucho ó bebido estando sudadas, se constipan de modo que no pueden andar. Esta acepción se halla en el Dicc. Autor. comprobada con este ejemplo: «Tras de todas las buenas calidades dichas estaba aguado, que no podía dar paso.» Espinel, Escud. fol. 180. De aquí aguadura. AHORA. Nota. c) Se hallan á veces divergencias en ediciones de obras antiguas; así en el Quij. 2. 41 (R. 1. 4882), se lee según la Acad.: «Ahora volváis sobre Clavileño --- ahora la contraria fortuna

31

---;» según Clemencín, «ahora --- hora;» según Hartzenbusch, «ahora --- ora.» En Calderón, A secreto agravio secreta venganza, 2, dice la edición de Keil (1. 4812): «¿Para qué otra vez, decidme, ⏐ Ha de limpiar los paveses⏐ Tomados de orín y polvo, ⏐ En que ahora yacen y duermen?» y Hartzenbusch pone hora (R. 7. 6003). CUALQUIERA. Forma. a) No puede darse regla sobre el uso de cualquiera y cualquier, cualesquiera y cualesquier delante de un sust.; aunque Salvá nota que antes de vocal se prefiere la forma apocopada: cualquier animal, cualquier hombre, y es indudable que el uso actual en el plural prefiere cualesquiera. Cuando no precede inmediatamente al sust., usamos hoy siempre la forma íntegra, si bien no fue así en lo antiguo, sobre todo en verso […] b) El plural autorizado es cualesquiera; pero vulgarmente se usa esta forma como singular: cualesquier cosa. […] A los cajistas se debe sin duda el hallarse este solecismo en ediciones de obras antiguas […]. Sería acaso juzgar demasiado piadosamente el suponer que á un mismo escritor le hubiesen corrompido varios editores y en épocas diversas los pasajes que siguen […]

Aquí se observa cómo se hacen distintos usos de las autoridades lexicográficas. En

abismar para hacer una corrección posible a la Academia. En adonde la nota aparece para

apoyarse en Salvá, y en Bello, en cuanto al uso correcto de las dos formas del adverbio. En

aguar la Academia se cita por acepciones distintas que ya no contempla y Cuervo

tampoco, pero que se justifica incorporarlas como nota ampliatoria. En ahora reposa en la

autoridad de la Academia la veracidad de los usos diversos de la palabra en diversas

ediciones; y en cualquiera, la única para el apartado Forma, se remite a Salvá para apuntar

una posible norma dada por él para el uso de cualquier y cualquiera.

Como se ha podido ver a través de este subcapítulo, las autoridades lexicográficas

hacen parte de la microestructura en todas sus divisiones y de las distintas maneras

posibles. Esto nos comprueba la relevancia de su aporte en la construcción del DCR y el

amplísimo trabajo de recolección de datos por parte de Cuervo. Todas las autoridades y sus

fuentes dan al autor datos útiles, teniendo preeminencia como fuente de ejemplos (directos

y metacitas) y acepciones los diccionarios de la Academia, repertorios que Cuervo parece

querer más complementar que criticar pues la tiene como autoridad principal para todos los

hablantes del castellano.

Una vista general sobre las referencias lexicográficas en su totalidad también

permite ver el DCR como un compendio de la labor lexicográfica en castellano a través de

los siglos. La selección de autoridades provenientes de diversas épocas y, al avanzar en el

tiempo, de distintos lugares es clara muestra de la importancia de la intertextualidad para la

producción de un repertorio lexicográfico rico y riguroso como es el DCR.

32

2.3.3. Las gramáticas como autoridad lexicográfica

En un primer momento podría pensarse que las autoridades gramaticales son para

Cuervo solamente un apoyo en el nivel teórico de la redacción. Pero esto no es así. Aunque

es un tema que aquí no ha de desarrollarse, vale la pena hacer un pequeño comentario en

cuanto a que estas autoridades tienen cierta relación con las lexicográficas en determinados

usos. Las gramáticas son una fuente teórica que participa de la microestructura en gran

medida para aclarar, precisamente, el comportamiento gramatical de las palabras. Aquí

podrían hallarse fundamentalmente Bello, Caro y Cuervo, Kühner y Madvig. Un ejemplo,

entre otros, puede encontrarse en alegrar: ‘1. a) Causar alegría, llenar de alegría (trans.).

— α ) — α α ) Part. Es de poco uso fuera de los tiempos compuestos con haber. De

ordinario le reemplaza alegre. Cp. Bello, Gram. § 380, c.’. Pero este no es el único uso que

se hace de las autoridades gramaticales, y es por ello que no se han mencionado antes las

gramáticas de la Academia, de Salvá, de Diez ni de Bopp. Las dos últimas tienen un uso

representativo en la etimología que las acerca a las autoridades lexicográficas pues su

aporte al intento por determinar la etimología es similar. Casos que lo demuestran son los

siguientes: A. Etim. Notas comparativas. a) Esta preposición existe con igual forma en los demás dialectos romances, salvo que en ital. se usa ad y en prov. ad, az antes de vocal. Es el lat. ad, sobre cuya etimología discrepan los pareceres; el más común es que corresponde al sans. ádhi, sobre, á, cuya forma locativa ha inducido á creer que el sentido de reposo es el originario (Bopp, Vergl. Gramm. § 997; Pott 2, Et. Forsch. 1. 275). ACAECER. Etim. Port. acaecer, antiguamente aquecer, forma que se conserva hoy en gall. y vale Sentar bien ó mal; val. aqueixer. Es inceptivo del antiguo acaer: «E non acayó nada de que él non fuese de ello bien cierto antes.» Cal. e Dymna (R. 51. 352). Cat. acaurer; it. accadere, compuesto de ad y cadere, caer, lo mismo que accidere, pero olvidada la apofonía, según se ve en otras formaciones puramente romances (Diez, Gramm. 2. 386; Schuchardt, Vokal. 1. 36). AMIGO. Etim. Port. amigo; cat. amich; prov. amic: fr. ami; it. amico: del lat. amicus, derivado de amare, amar (Bopp, Gramm. comp., § 949). En el superlativo se halla alguna vez la forma puramente latina amicísimo: «Aquel hombre amicísimo que había perdido era mejor y más verdadero que aquel fantasma en que yo le decía que esperase.» Rivad. Conf. de S. Agustín, 14. 4. CUMPLIDERO, A. Etim. Derivado de cumplir. Port. compridouro, compridoiro. Véase Diez, Gramm. 2, p. 327 (trad. franc.).

La gramática de la Academia y la de Salvá son utilizadas como apoyo teórico como

puede verse en ah (‘En el Dicc. de la Acad. se halla ha, como equivalente de ah; aquella

forma no tiene hoy uso en las aplicaciones que quedan señaladas. Salvá, Gram., da ha

como interj. de burla y escarnio; y así se ha de representar efectivamente la ligera

aspiración inicial con que en este sentido se profiere.’) o en aliar (‘Se acentúa alío, alías,

alíen, etc. Salvá, Gram. Según esto, en toda la conjugación formarán dos sílabas distintas

la i y la vocal siguiente (lo mismo que en fiar, variar), como se ve en los pasajes de

33

Alarcón, Mendoza y el Canc. de Baena.’), entre otros; con lo que cumplen su función

principal, así como cuando las obras lexicográficas se utilizan para comprobar

significados. Pero las apariciones más abundantes de las gramáticas no son teóricas sino

que son como ejemplos del buen uso de las palabras, en especial en relación con las

preposiciones. Los ejemplos de las gramáticas confirman las reglas de construcción. Así

como las obras lexicográficas podían usarse para dar ejemplos, según se ha visto en el

apartado 2.3.2.b., las gramáticas son fuente de abundantísimos ejemplos en todas las

categorías de palabras (verbos, adjetivos, preposiciones, etc.). Esto parece que ocurre por

la preferencia manifestada por Cuervo en el prólogo acerca de que prefiere no inventarse

los ejemplos (p. XLI); aunque podría haberse inventado muchos de ellos, conocemos la

autoridad que le otorga a la Academia y usarla es un intento de subrayar la exactitud de su

diccionario.

La semejanza en el uso de obras lexicográficas y gramaticales puede observarse en

el lema abrir, donde se lee: 3. d) met. Descubrir. — β ) Refl. Comunicar á otro su secreto. — α α ) Con con. «Se abrió conmigo.» Acad. Dicc. — β β ) Con á. «Abrirse á los amigos.» Acad. Gram. ⎯ γ γ ) «Abrirse en las razones, declararse.» Covarr. Aquí, tanto los diccionarios de la Academia y Covarrubias como la Gramática de la

Academia, son fuentes de ejemplos para mostrar el uso del verbo en cuestión como

reflexivo en la acepción de ‘Comunicar a otro su secreto’. Tenemos además que, como

sucede también con las obras lexicográficas, los ejemplos de las gramáticas pueden estar al

mismo nivel que los de obras literarias, es decir, que los ejemplos de una misma acepción

pueden ser de obras literarias y gramaticales a la vez. Muestra de ello es el lema

abroquelarse, donde aparecen la gramática de Salvá y la de la Academia al mismo nivel

que los versos de Quevedo y de Jáuregui: b) met. Emplear alguna cosa como defensa de la propia persona ú opinión. — α ) Con de, para expresar lo que se toma como defensa. «Abroquelarse de su inocencia, de su autoridad.» Acad., Salvá, Gram. «Danle combates interés y olvido, ⏐ Y de fe y esperanza se abroquela.» Quev. Musa 7, son. 4 (R. 69. 2482). ⎯ β ) Con con, en el mismo sentido. «Abroquelarse con su inocencia, con su autoridad.» Acad., Salvá, Gram. «Suelto el pavés á abroquelar se atreve ⏐ Con su pecho, que dobla armas de alientos.» Jáur. Fars. 11 (Fern. 7. 318).

Como podemos ver, de manera muy somera, el valor de las gramáticas en el DCR

también es muy importante y su utilización en la microestructura tiene ciertas semejanzas

con la de las obras lexicográficas. La lexicografía y la gramática, si bien campos distintos,

van por senderos paralelos, sobre todo cuando el objetivo de la obra lexicográfica es el del

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DCR: resolver dudas en cuanto a la construcción y el régimen de determinadas palabras de

la lengua castellana apoyándose en testimonios de uso ajenos.

2.3.4. Uso lexicográfico de fuentes no lexicográficas: el caso de Antonio Palomino

Antonio Palomino, pintor y tratadista de pintura español de finales del siglo XVII y

principios del XVIII es una de las autoridades de Cuervo que no aparece en la lista del

primer tomo del DCR. Su obra más importante, Museo pictórico y escala óptica, es citada

en el diccionario en varias ocasiones, más exactamente en 19 palabras13 (en el lema

cuadrar lo cita dos veces). Lo menciono aquí pues cuatro de esas citas no son ejemplos de

uso de una palabra sino que el Museo aporta a Cuervo la definición de la acepción. Se

comporta en ese sentido como una fuente lexicográfica especializada, en este caso, en el

ámbito de la pintura. Las referencias son las siguientes: CANSAR. a) Hacer que falten las fuerzas á consecuencia de un exceso de trabajo ó de esfuerzo en cualquier línea (trans.). — ε ) Part. Por extensión se dice de aquellas cosas en que se muestra el cansancio ó fatiga. — αα ) Pint. Se dice de lo que carece de naturalidad y descubre el mucho trabajo que ha costado. Terreros. Véase Palomino, Mus. pict. 1, p. 340. CLARO. 7) Sustantívase en acepciones que corresponden á los conceptos de claridad ó de espacio vacío, en esta forma: c) Pint. Parte de un cuadro que baña la luz. Palom. Mus. pict. Indicc, y lib. 4. 4, § 1 (1. 342; 2. 16). DEGENERAR. e) Pint. Desfigurarse una cosa, pasando á parecer otra, en virtud de la perspectiva (intrans.). Palomino, Mus. pict, 1, p. 344. DESTACAR. Etim. Fr. détacher, it. staccare. Introdújose á principios del siglo pasado como voz militar; en la pintura parece haberse empezado á usar después, pues que no se halla en el índice de Palomino (1715-1724) ni en el Dicc. Autor., ni en Terreros; pero sí le trae D. Francisco Martínez en su Introducción al conocimiento de las bellas artes, ó Diccionario manual de pintura, escultura, arquitectura, grabado, etc. Madrid, 1788. DULCE. 1. b) Se dice de objetos que causan en los otros sentidos una impresión suave y agradable comparable á la que la miel causa en el gusto. — γ ) Aplicado al color. «El verde es el color más dulce, porque se compone de un color luminoso y otro tenebroso, y por esto forma una media tinta muy agradable.» Azara, Obras de Mengs, p. 370. — α α ) Pint. Que tiene grato y hermoso colorido. Palomino, Museo pict. 1, p. 345.

En estos ejemplos, la referencia a Palomino resulta similar a las que hace Cuervo de

obras especializadas como el Diccionario militar o el Diccionario enciclopédico de la

música, en las que la obra lexicográfica le ayuda a dar una acepción específica. Un ejemplo

interesante es el de degradar donde se lee: c) Pint. Disminuir el tamaño y viveza de las figuras de un cuadro, según la distancia á que están colocadas. — α α ) Part. «Figura degradada es aquella que con justa regla de perspectiva degenera en cierto modo en cantidad ó en figura, disminuyendo ó estrechándose hacia alguna parte.» Palomino, Mus. pict. 1, p. 249. «Cualquier paralelogramo degradado queda dividido por sus diagonales en cuatro triángulos iguales.» Id. ib. 1, p. 268.

13 En circunscribir, comer y contaminar la cita de Palomino es de segunda mano y proviene del Diccionario de Autoridades. Pero las demás no, por lo que puede considerarse una fuente primaria no contemplada en la lista de obras y autores.

35

Aquí vemos que la cita de Palomino es un ejemplo de uso, pero que tiene una

segunda función cercana a la definición pues el texto describe lo que en pintura es una

figura degradada. Como se puede observar, no sólo las fuentes lexicográficas hacen aportes

a la redacción de las acepciones y la historia de la palabra. Podría haber otros ejemplos en

el DCR que en esta ocasión no se han podido investigar, pero éste nos deja ver otros

caminos para seguir analizando el Diccionario.

3. Conclusiones

El DCR, como heredero del Diccionario de Autoridades de la Academia, pretende

dar un paso más allá de él con el uso extensivo de ejemplos y aumentando la

microestructura para intentar dar sobre cada palabra la información más completa posible.

Cuervo, consciente de la inexistencia de un diccionario en que se pudieran resolver dudar

sintácticas y sobre la historia de las palabras, entiende su obra como una necesidad para la

lengua castellana y encuentra en el componente didáctico de los ejemplos la mejor manera

de ser riguroso a la vez que le sirven para que la cuestión teórica y explicativa sea más

clara y verosímil.

El DCR se alimenta de la tradición lexicográfica, demostrando su actualidad al no

dejar de lado los repertorios que eran contemporáneos al autor, como Borao (1885), la

Academia (12ª ed. del Diccionario vulgar, 1884), Vaniček (1877), Diez (1878), Mistral

(1878), Curtius (1873), Cihac (1870) y Pott (Wurzel-Wörterbuch 1867-1873). Aunque no

lo culmina, desde la publicación del primer tomo la obra de Cuervo se inscribe en esa

misma tradición de la cual bebió.

El corpus de obras lexicográficas que utiliza Cuervo a través del DCR está

involucrado en todas las partes de la microestructura. Las obras lexicográficas pueden

aparecer como citas, mediante una paráfrasis o sólo como referencia, teniendo todos estos

mecanismos el valor de constatar una realidad acerca de la palabra en cuestión. Es en el

apartado de etimología donde se hace uso de un mayor número de fuentes (37), la mayoría

de estas comparativas, aunque también se utilizan los diccionarios de la Academia, el de

Terreros y el de Covarrubias. En un segundo lugar tenemos el apartado de acepciones y

ejemplos (24) en el que predominan los diccionarios en castellano, con la excepción del

Diccionario de galicismos, el Vocabolario italiano e spagnolo, el Glossaire nautique, el

Vocabulario español-latino y el Etymologische Forschungen auf dem Gebiete der Indo-

36

Germanischen Sprache14. Esto demuestra que son estas dos partes las principales de la

microestructura en cuanto a la participación del grupo de autoridades lexicográficas, lo que

concuerda con las ideas expuestas por Cuervo en lo referente a la importancia que tiene dar

de cada palabra de un diccionario del idioma todas las acepciones, sus usos particulares

testimoniados y una propuesta verosímil de su historia.

Para terminar, se asume por principio que todo repertorio lexicográfico utiliza la

lengua para reflexionar acerca de la lengua misma. Eso es lo que hace el DCR: utilizar la

lengua castellana (sus palabras, su sintaxis), según su corrección en el momento en que se

redacta, con el fin de reflexionar sobre la historia de esa misma lengua y el proceso que ha

seguido para llegar a ser lo que es. En esa búsqueda de la verdad no sólo se vale Cuervo de

su conocimiento sino que apela a las autoridades. El uso de las fuentes lexicográficas se

convierte en un elemento cardinal de la técnica lexicográfica de Cuervo. A éste uso

subyace una intención metalingüística por la que se asigna a los distintos repertorios el

valor de documentos fehacientes de la historia de la lengua a la espera de ser interpretados

y organizados de modo que la representen.

Así, el DCR no solamente tiene el objetivo de ser una obra a la que se pueda acudir

para resolver dudas, sino que quiere ser un instrumento para quienes quieren hacer un uso

correcto de la lengua, a los que regala con autoridades; lo que ha de redundar en que ésta

mantenga su esplendor y siga un desarrollo coherente avalado por los siglos.

14 En el Cuadro 4 encontramos estas cifras y vemos que en el caso del número de entradas en cada parte la situación es la contraria. En el apartado de acepciones y ejemplos hay 976 entradas, mientras que en el de etimología encontramos 334. La razón puede ser que en todas las palabras es obligatorio el campo de acepciones y ejemplos, mientras que el de etimología, aunque también aparezca, no en todos los casos contiene discusión sobre el origen de la palabra, lo que evita el uso de autoridades.

37

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Alexandre Veiga, Miguel González Pereira, Montserrat Souto Gómez eds. Léxico y gramática. Lugo: Tris Tram. pp. 131-146.

Genette, Gérard (2001) Umbrales. México: Siglo Veintiuno Editores. Martínez Egido, José Joaquín (2002): Tesis doctoral en formato PDF “La obra lexicográfica de

Lorenzo Franciosini: Vocabulario italiano-español, español-italiano (1620)”. En la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.

Medina Guerra, Antonia María (coord.) (2003): Lexicografía española. Barcelona: Ariel. Porto Dapena, José Álvaro (2002): Manual de técnica lexicográfica. Madrid: Arco/Libros.

40

V. Anexos

Cuadro 1. Listado de autoridades clasificadas del DCR Autoridad Tipo de fuente Autoridad Tipo de fuente

Agustín Durán Literaria Miguel de Cervantes Saavedra LiterariaAntonio Alcalá Galiano Literaria Francisco Cervantes de Salazar LiterariaAntonio de Herrera Literaria Pablo de Céspedes LiterariaJuan Luis de Alarcón Literaria Gonzalo de Céspedes y Meneses LiterariaBaltasar de Alcázar Literaria Gutierre de Cetina LiterariaA. López de Ayala Literaria Poema del Cid LiterariaBernardo Aldrete Literaria Nicasio Álvarez de Cienfuegos LiterariaMateo Alemán Literaria Diego Clemencín LiterariaJuan Lorenzo de Astorga Literaria Carlos Coloma LiterariaJosé Amador de los Rios Literaria José Coll y Vehí LiterariaFélix Torres Amat Literaria El Comendador Griego LiterariaAmadís de Gaula Literaria Compendio de las crónicas de Castilla LiterariaAmbrosio de Morales Literaria José Antonio Conde LiterariaLibro de Appollonio Literaria La gran Conquista de Ultramar LiterariaJoan Roiz, Arcipreste de F. Literaria Cristobalina de Alarcón LiterariaGonzalo Argote de Molina Literaria Crónica de Alfonso X LiterariaJuan de Arguijo Literaria Crónica de Alfonso XI LiterariaJuan Bautista Arriaza Literaria Crónica de don Álvaro de Luna LiterariaÁngel Saavedra Literaria Crónica del rey Enrique IV LiterariaAlonso Fernández de Avellaneda Literaria Crónica de Fernando IV LiterariaJuan de Ávila Literaria Las quatro partes enteras de la Crónica de E. LiterariaLuis de Ávila y Zúñiga Literaria Crónica de Juan II LiterariaJosef Nicolás de Azara Literaria Crónica del condestable Miguel Luc LiterariaJaime Balmes Literaria Crónica de Pedro Niño LiterariaJosef Antonio Banqueri Literaria Crónica de los Reyes Católicos LiterariaBartolomé L. de Argensola Literaria Crónica rimada de las cosas de Es. LiterariaGonzalo de Berceo Literaria Crónica Sancho IV LiterariaFrancisco de Berganza Literaria Leopoldo Augusto de Cueto LiterariaJerónimo Bermúdez Literaria Juan de la Cueva LiterariaAndrés Bernáldez Literaria Danza de la muerte LiterariaBiblia de Ferrara Literaria Diego del Castillo LiterariaBibl. De las tradiciones populares españolas Literaria Diego González LiterariaBiblioteca venatoria Literaria Discursos leídos… Real A. de la H. LiterariaBocados de oro Literaria Dionisio Solís LiterariaJuan Boscán Literaria Juan de Encina LiterariaManuel Bretón de los Herreros Literaria Ensayo de una Biblioteca de libros LiterariaFco. Sánchez de las Brozas Literaria Epístola moral (Fernández de Andr. LiterariaLibro de los buenos proverbi. Literaria Alonso de Ercilla LiterariaJosé Cadalso Literaria Romualdo Escalona LiterariaPedro Calderón de la Barca Literaria Espéculo (en Opúsculos legales) LiterariaCalila é Dymna Literaria Vicente Espinel LiterariaCancionero de Baena Literaria Pedro de Espinosa LiterariaCancionero de Stúñiga Literaria José de Espronceda LiterariaJerónimo de Cáncer y Velas Literaria España sagrada LiterariaFco. De Bancés Candamo Literaria Fco de Borja, príncipe de Esquilache LiterariaCantos populares españoles Literaria Vida y hecho de Estebanillo Gonzále LiterariaAntonio de Capmany y de M. Literaria Diego de Estella LiterariaBreve compendio de la carpintería de lo blancoLiteraria Francisco de la Torre LiterariaTomás José G. Carvajal Literaria Fernando de Mena LiterariaCastigos é documentos del Rey D. Sancho Literaria Colección de poesías publicada por LiterariaJuan de Castellanos Literaria Cayetano Fernández LiterariaCristóbal de Castillejo Literaria A. Fernández Guerra (F. de Avilés) LiterariaJosé del Castillo y Ayensa Literaria Fernán Caballero LiterariaSevero Catalina Literaria Fernández de Ávila y Sotomayor LiterariaCortes de León y Castilla Literaria Poema del conde Fernán González LiterariaCelestina, tragicomedia de Calisto Literaria Francisco de Figueroa Literaria

41

Flores de filosofía Literaria Juan Márquez LiterariaFolk-lore bético-extremeño Literaria Francisco Martínez Marina LiterariaJuan Pablo Forner Literaria Juan María Maury LiterariaCarlos Frontaura Literaria Gregorio Mayans y Siscar LiterariaFuero juzgo en latín y castellano Literaria Pedro Malón de Chaide LiterariaFuero real (en Opúsculos legales) Literaria Francisco Martínez de la Rosa LiterariaEl Fuero Viejo de Castilla Literaria Juan Meléndez Valdés LiterariaLeón Galindo y de Vera Literaria Francisco Manuel de Melo LiterariaJuan Nicadio Gallego Literaria Memorias de la RAH LiterariaGarcilaso de la Vega Literaria Memorias de la Academia Mexicana LiterariaGuillem de Castro Literaria Memorial histórico español LiterariaGaspar Gil Polo Literaria Juan de Mena LiterariaAntonio Gil y Zárate Literaria Diego Hurtado de Mendoza LiterariaLuis de Góngora y Argote Literaria Marcelino Meléndez y Pelayo LiterariaRui Gonzáles de Clavijo Literaria Ramón de Mesonero Romanos LiterariaLuis de Granada Literaria Miguel Mir LiterariaAntonio de Guevara Literaria Tesoro de escritores místicos españoles LiterariaJuan Eugenio Hartzenbusch Literaria Francisco de Moncada LiterariaJosef Gómez Hermosilla Literaria Libro de la montería LiterariaGregorio Hernández de Velasco Literaria Juan Pérez de Montalván LiterariaFernando de Herrera Literaria Monteser. El caballero de Olmedo LiterariaGabriel Alonso de Herrera Literaria Leandro Fernández de Moratín LiterariaDiego de Hojeda Literaria Agustín Moreto LiterariaJuan de la Hoz y Mota Literaria Luis Muñoz LiterariaVicente García de la Huerta Literaria Tomás Muñoz y Romero Col. De Fueros Muni LiterariaJosé Iglesias de la Casa Literaria Manuel Valbuena LiterariaJosé Francisco de Isla Literaria Juan Eusebio Nieremberg LiterariaJuan de Jáuregui Literaria Novísima recopilación de las leyes de España LiterariaJuan Bautista Pérez Literaria Gaspar Núñez de Arce LiterariaJavier de Burgos Literaria Florián de Ocampo LiterariaJuan de la Sal Literaria Eugenio de Ochoa LiterariaJoaquín Lorenzo Villanueva Literaria Salustiano de Olózaga LiterariaDon Juan Manuel Literaria Ordenamiento de leyes que D. Alfonso XI LiterariaJorge Manrique Literaria Ordenanzas de la Ilustr Universidad y Casa LiterariaPoema de José Literaria Ordenamiento de las tafurderías (en O. L.) LiterariaGaspar Melchor de Jovellanos Literaria Ordenanzas reales de Castilla LiterariaJuan de Villegas Literaria Gonzalo Fernández de Oviedo LiterariaJaime Villanueva Literaria Pedro Antonio de Alarcón LiterariaLa Creación. Historia natural Literaria Alfonso Palencia LiterariaAndrés Laguna Literaria Juan López de Palacios Rubios LiterariaLupercio Leonardo de Argensola Literaria Opúsculo Pan y toros LiterariaMariano José de Larra Literaria Las siete partidas LiterariaPedro López de Ayala Literaria Libro del Passo honroso defendido por el exce LiterariaLope de Rueda Literaria Nicomedes Pastor Díaz LiterariaLuis de León Literaria Fernán Pérez de Guzmán LiterariaLeyes de los adelantados mayores (en O. L.) Literaria Ginés Pérez de Hita LiterariaLeyes del estilo (en Opúsculos legales) Literaria Pedro de Madrazo LiterariaLeyes nuevas (en Opúsculos legales) Literaria Fernán Pérez de Oliva LiterariaFarsas y églogas al modo y estilo pastoril y c Literaria Hernando del Pulgar LiterariaLuis Fernández-Guerra y Orbe Literaria Francisco de Quevedo LiterariaAlberto Lista Literaria Manuel José Quintana LiterariaLope Féflix de Vega Carpio Literaria Rafael Angel de la Peña LiterariaIgnacio Luzán Literaria Rodrigo Caro LiterariaJuan Antonio Llorente. Noticias históricas Literaria Rodrigo de Cota LiterariaJuan de Mal Lara Literaria Ramón de la Cruz LiterariaJuan de Mariana Literaria Félix José Reinoso LiterariaLuis del Mármol Carvajal Literaria Juan Díaz Rengifo Literaria 42

Revelaçión de vn hermitanno Literaria Código civil de Chile LiterariaLibro de los Reyes de Oriente Literaria Febrero novísimo ó librería de jueces LiterariaPoema de los reyes magos Literaria Antonio Palomino de Castro LiterariaRimas inéditas Literaria Juan Agustín Ceán Bermúdez LiterariaFrancisco de Rioja Literaria José Almirante LexicográficaPedro de Rivadeneira Literaria Rafael María Baralt LexicográficaFrancisco de Rojas Zorrilla Literaria Jerónimo Borao LexicográficaSimón de Rojas Clemente Literaria Ramón Cabrera LexicográficaRomancero general, o Colección de romances Literaria Cihac LexicográficaRomances de germanía Literaria Tesoro de la lengua castellana o española. Cov LexicográficaDiego de Saavedra Fajardo Literaria Jorge Curtius LexicográficaLiciniano Sáez Literaria Diccionario de equitación para el uso de los… LexicográficaFélix María Samaniego Literaria Diccionario geográfico-histórico de LexicográficaT. A. Sánchez. Poesías anteriores al XV Literaria Diccionario marítimo español LexicográficaMarqués de Santillana Literaria Lorenzo Diefenbach LexicográficaJosé María Sbarbi. Refraneros Literaria Dozy LexicográficaFelipe Scío de San Miguel Literaria Charles de Fresne, sieur du Cange LexicográficaJuan Josef López de Sedano Literaria Fabretti LexicográficaSeguro de Tordesillas Literaria José López de la Huerta LexicográficaSem Tob. Proverbios morales Literaria Augusto Jal LexicográficaJosé de Sigüenza Literaria Juan Álvarez Guerra LexicográficaVida de San Ildefonso por el Beneficiado de U Literaria Juan Hidalgo LexicográficaSan Juan de la Cruz Literaria E. Littré Diccionaire de la langue fraçaise LexicográficaVida de Santa María Egipcíaca Literaria K.A.F. Mahn LexicográficaFortuna varia del soldado Píndaro Literaria Melcior. Diccionario enciclopédico de la mús. LexicográficaAntonio de Solís y Ribadeneira Literaria Federico Mistral LexicográficaJosé Somoza Literaria Pedro Felipe Monlau LexicográficaSor Juana Inés de la Cruz Literaria Cesar Oudin LexicográficaSanta Teresa Literaria Mariano Peralta. Ensayo de dicc. aragonés LexicográficaSumario de los reyes de España por el D. Literaria Pott LexicográficaEnrique Sweet Literaria M. Raynouard LexicográficaManuel Tamayo y Baus Literaria Oscar Schade. A.Wörterbuch LexicográficaJuan de Timoneda Literaria Lorenzo Franciosini LexicográficaTomás de Iriarte Literaria Esteban de Terreros y Pando LexicográficaTirso de Molina Literaria Antonio Traina. Voc. siciliano-italiano LexicográficaBartolomé de Torres Naharro Literaria Luis Vanicek LexicográficaJosé María Queipo de Llano, Conde de Tor. Literaria Elio Antonio de Nebrija, seud. de Ant. MartíneLexicográficaAlfonso Verdugo y Castilla, Conde de T. Literaria Academia LexicográficaTractado de la doctrina Literaria Francisco Bopp LexicográficaAntonio de Trueba Literaria Federico Diez LexicográficaJerónimo de Urrea. Orlando furioso Literaria José Joaquín de Mora LexicográficaBernardo de Valbuena Literaria Vicente Salvá LexicográficaJuan de Valdés Literaria Juan Spano LexicográficaJuan Valera Literaria Carolina Michaelis de Vasconcellos Otros Ventura de la Vega Literaria Fernando Hand OtrosVicente de los Ríos Literaria Hugo Schuchardt OtrosAlejo Venegas Literaria Mariano José Sicilia OtrosLuis Vélez de Guevara Literaria Eugenio de Tapia OtrosFrancisco de Villalobos Literaria Juan de Sousa OtrosJosé de Villaviciosa Literaria Zeitschrift fur romanische Philologie OtrosEsteban Manuel de Villegas Literaria Rufino José Cuervo Apuntaciones críticas OtrosEnrique de Villena Literaria Guillermo Gesenius GramaticalVisión delectante de la filosofía y las artes lib. Literaria Rafael Kühner GramaticalJosé Yanguas y Miranda Literaria J. N. Madvig GramaticalDiego de Yepes Literaria Andrés Bello GramaticalJosé Zorrilla Literaria Miguel Antonio Caro GramaticalBenito Baíls Literaria

43

Cuadro 2. Listado de autoridades lexicográficas del DCR y sus obras correspondientes

Autoridad Obra SigloReal Academia Española Diccionario de Autoridades XVIII

Diccionario vulgar XIXAlmirante Diccionario militar XIXBaralt Diccionario de galicismos XIXBopp Glossarium comparativum linguae sancritae XIXBorao Diccionario de voces aragonesas XIXCabrera Diccionario de etimologías de la lengua castellana XIXCihac Dictionnaire d'etymologie daco-romane XIXCovarrubias Tesoro de la lengua castellana ó española XVIICurtius Grundzüge der grichischen Etymologie XIXDiccionario de equitación Diccionario de equitación para el uso de los oficiales XIX

del arma de caballeríaÁngel C. Govantes Diccionario geográfico-histórico de la Rioja XIXJosé de Lorenzo Diccionario marítimo español XIXDiefenbach Glossarium latino-germanicum mediae et infimae aetatis XIX

aetatisVergleichendes Wörterbuch der gothischen Sprache XIX

Diez Etymologisches Wörterbuch der romanischen Sprachen XIXDozy Glossaire des mots espagnols et portugais dérivés XIX

d l'arabeDucange Glossarium mediae et infimae latinitatis XVII-XIXFabretti Corpus inscriptionum italicarum antiquioris aevi ordine XIX

geographico digestum et Glossarium italicumFranciosini Vocabulario italiano e spagnolo XVIIGuerra Nuevo diccionario de agricultura, teórico-práctica y XIX

económica, y de medición doméstica y veterinariaHidalgo Vocabulario de Germanía XVIIHuerta Sinónimos castellanos XIXJal Glossaire nautique XIXLittré Dictionnaire de la langue français XIXMahn Etymologisches Untersuchungen auf dem Gebeit XIX

der romanischen SprachenMelcior Diccionario enciclopédico de la música XIXMistral Lou trésor dou félibrige ou Dictionnaire proveçal français XIXMonlau Diccionario etimológico de la lengua castellana XIX

Vocabulario gramatical de la lengua castellana XIXMora Colección de Sinónimos de la lengua castellana XIXNebrija Vocabulario español-latino XVOudin Tesoro de las dos lenguas española y francesa XVIIPeralta Ensayo de un diccionario aragonés castellano XIXPott Etymologische Forschungen auf dem Gebiete der XIX

Indo-Germanischen SpracheWurzel-Wörterbuch der Indo-Germanischen Sprache XIX

Raynouard Lexique roman XIXSalvá Diccionario de la lengua castellana XIXSchade Altdeutsches Wörterbuch XIXSpano Vocabulariu sardu-italianu XIXTerreros Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus XVIII

correspondientes en las tres lenguas francesa, latina é italianaTraina Nuovo Vocabulario siciliano-italiano XIXVaniček Griechisch-lateinsches etymologisches Wörterbuch XIX

44

Cuadro 3. Uso de las autoridades lexicográficas en el DCR: Número de entradas correspondientes a cada autoridad

Autoridad Número de entradasReal Academia Española 637Almirante 23Baralt 29Bopp 8Borao 11Cabrera 4Cihac 4Covarrubias 119Curtius 20Diccionario de equitación 5Ángel C. Govantes 5José de Lorenzo 49Diefenbach 9Diez 42Dozy 4Ducange 42Fabretti 1Franciosini 4Guerra 2Hidalgo 14Huerta 8Jal 13Littré 12Mahn 3Melcior 6Mistral 4Monlau 7Mora 22Nebrija 62Oudin 15Peralta 3Pott 34Raynouard 4Salvá 75Schade 4Spano 2Terreros 71Traina 1Vaniček 30TOTAL 1408

45

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48

Tabla 1. Tabla de contingencia: Época de la autoridad – Tipo de autoridad, y prueba de chi ²

Resumen del procesamiento de los casos

Casos

Válidos Perdidos Total N Porcentaje N Porcentaje N Porcentaje

Época * Tipo de autoridad 339 100,0% 0 ,0% 339 100,0% Tabla de contingencia Época * Tipo de autoridad

Tipo de autoridad Literaria Lexicográfica Gramatical Otros Total

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% de Época 100,00% 0,00% 0,00% 0,00% 100,00%

XII

% del total 0,90% 0,00% 0,00% 0,00% 0,90% Recuento 21 0 0 0 21

% de Época 100,00% 0,00% 0,00% 0,00% 100,00%

XIII

% del total 6,20% 0,00% 0,00% 0,00% 6,20% Recuento 18 0 0 0 18

% de Época 100,00% 0,00% 0,00% 0,00% 100,00%

XIV

% del total 5,30% 0,00% 0,00% 0,00% 5,30% Recuento 29 1 0 0 30

% de Época 96,70% 3,30% 0,00% 0,00% 100,00%

XV

% del total 8,60% 0,30% 0,00% 0,00% 8,80% Recuento 55 0 0 0 55

% de Época 98,20% 1,80% 0,00% 0,00% 100,00%

XVI

% del total 16,20% 0,30% 0,00% 0,00% 16,50% Recuento 55 5 0 0 60

% de Época 93,20% 6,80% 0,00% 0,00% 100,00%

XVII

% del total 16,20% 1,20% 0,00% 0,00% 17,40% Recuento 28 2 0 1 31

% de Época 90,30% 6,50% 0,00% 3,20% 100,00%

XVIII

% del total 8,30% 0,60% 0,00% 0,30% 9,10% Recuento 78 31 5 7 121

Época

% de Época 64,50% 25,60% 4,10% 5,80% 100,00% % del total

XIX

23,00% 9,10% 1,50% 2,10% 35,70% Recuento 287 39 5 8 339

% de Época 84,70% 11,50% 1,50% 2,40% 100,00%

Total

% del total 84,70% 11,50% 1,50% 2,40% 100,00%

Pruebas de chi-cuadrado

Valor gl Sig. asintótica

(bilateral) Chi-cuadrado de Pearson 62,846(a) 21 0Razón de verosimilitudes 74,951 21 0Asociación lineal por lineal 36,813 1 0N de casos válidos 339

a 22 casillas (68,8%) tienen una frecuencia esperada inferior a 5. La frecuencia mínima esperada es ,04.

Gráfico 1. Época de la autoridad – Número de autoridades de cada tipo en cada siglo

Tipo de autoridad

49

Gráfico 2. Gráficos de sectores según participación de cada tipo de autoridad en cada uno de los siglos

50

Gráfico 3. Gráfico de sectores clasificado según la época de las autoridades en conjunto

51

Gráfico 4. Gráfico de sectores según tipo de autoridad independientemente de la época a la que corresponden

Gráfico 5. Gráfico de sectores según la participación en cada siglo de las fuentes lexicográficas

52

Gráfico 6. Gráfico de barras con el número de entradas de autoridades lexicográficas en el DCR por siglo

62

194

520

632

0

100

200

300

400

500

600

700

XV XVII XVIII XIX

Siglo

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Número de entradaspor siglo

Tabla 2. Número de fuentes lexicográficas por siglo

Época XV XVII XVIII XIX TOTAL

Nº de fuentes lexicográficas 1 5 2 35 43

53