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A mediados del siglo pasado, un lingüista, Ro- man Jakobson (1941), anunció la necesidad de lo que, hoy en día, y dentro del paradigma de las ciencias cognitivas, recibe el nombre de “inter- disciplinariedad”. Anteriormente, en 1939, se produjo el –quizás– primer trabajo interdiscipli- nar por parte de un neurólogo (Alajouanine), un psicólogo (Ombredanne) y una lingüista (Du- rand). Hoy, años después, esta interdisciplinarie- dad se ha alcanzado en muchos terrenos y ámbi- tos científicos y, sin lugar a dudas, las conexiones entre la lingüística, la psicología y la neurología (afasiología) es hoy, como en 1939, uno de ellos. Es probable que el lenguaje sea el elemento de la naturaleza humana que más se presta a un es- tudio por parte de cualquier disciplina: separa lo humano de lo animal en la biología, permite que la comunicación hombre-máquina sea parcial- mente posible, nos permite la comprensión de algunas culturas hoy desaparecidas, ofrece la po- sibilidad de la formalización y de la simbología, hace posible el desarrollo científico y, en defini- tiva, es el instrumento por medio del cual pode- mos hacer reír, llorar, causar daño o alegría, iro- nizar, ridiculizar... en fin, crear. Gran parte de esta diversidad la favorece el hecho de que en el lenguaje se puedan distinguir tres aspectos, todos ellos únicos y, a la vez, co- nectados e inseparables: El lenguaje puede concebirse –desde Saussure (1916)– como un sistema de signos, es decir, como una estructura simbólica en la que unas señales, formadas por un significado y un sig- nificante, se relacionan entre ellas por medio de relaciones paradigmáticas y sintagmáticas. El lenguaje también puede verse desde una perspectiva funcional, como un instrumento que permite la comunicación entre los seres humanos y, más en concreto, entre un emisor y un receptor, gracias a la participación de ciertos elementos (un mensaje que apunta a un referente y que se transmite por medio de un código y a través de un canal). Por último, y no menos importante, el lenguaje es también una conducta, una facultad mental o sistema de conocimiento, un sistema que per- mite aumentar nuestra capacidad y desarrollar nuestra creatividad (Chomsky, 1968). Considerado el lenguaje desde esta triple pers- pectiva, es evidente que todos los esfuerzos por desenmascarar la trama interna del mismo son importantes. Uno de estos esfuerzos, como se ha apuntado anteriormente, se centra en desvelar cómo los seres humanos procesamos el lenguaje, qué representaciones utilizamos cuando decimos algo o cuando comprendemos un mensaje, cómo se vinculan entre sí –por medio de procesos– es- tas representaciones, qué estrategias seguimos a la hora de emitir o percibir un mensaje. En este esfuerzo, proporcionan una vital información las alteraciones patológicas que se producen en estas representaciones, procesos, estrategias, emisiones y, en general, en cualquier conducta lingüística. Para aclarar el panorama que pretendemos mostrar aquí, vale la pena acudir a la figura 1-1, extraída de la obra de Nespoulous (1985, 1990). A partir de esta figura se pueden delinear las diferentes disciplinas que imbrican el lenguaje y el cerebro, aunque aquí solo se tratarán aquellas relaciones que pertenecen al denominado para- digma cognitivo –o, mejor, ideográfico (pues todo es cognitivo)–. Neuropsicología, psicolingüística y neurolingüística... neuropsicolingüística La neuropsicología es la disciplina que se en- carga de relacionar la conducta humana con el cerebro. Cuando se indaga en sujetos neurológi- camente sanos, los estudios pertenecen a la psi- CAPÍTULO 1 Neurolingüística, afasiología y lingüística clínica: fundamentos

Die Guez

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A mediados del siglo pasado, un lingüista, Ro-man Jakobson (1941), anunció la necesidad delo que, hoy en día, y dentro del paradigma de lasciencias cognitivas, recibe el nombre de “inter-disciplinariedad”. Anteriormente, en 1939, seprodujo el –quizás– primer trabajo interdiscipli-nar por parte de un neurólogo (Alajouanine), unpsicólogo (Ombredanne) y una lingüista (Du-rand). Hoy, años después, esta interdisciplinarie-dad se ha alcanzado en muchos terrenos y ámbi-tos científicos y, sin lugar a dudas, las conexionesentre la lingüística, la psicología y la neurología(afasiología) es hoy, como en 1939, uno de ellos.

Es probable que el lenguaje sea el elemento dela naturaleza humana que más se presta a un es-tudio por parte de cualquier disciplina: separa lohumano de lo animal en la biología, permite quela comunicación hombre-máquina sea parcial-mente posible, nos permite la comprensión dealgunas culturas hoy desaparecidas, ofrece la po-sibilidad de la formalización y de la simbología,hace posible el desarrollo científico y, en defini-tiva, es el instrumento por medio del cual pode-mos hacer reír, llorar, causar daño o alegría, iro-nizar, ridiculizar... en fin, crear.

Gran parte de esta diversidad la favorece elhecho de que en el lenguaje se puedan distinguirtres aspectos, todos ellos únicos y, a la vez, co-nectados e inseparables:

• El lenguaje puede concebirse –desde Saussure(1916)– como un sistema de signos, es decir,como una estructura simbólica en la que unasseñales, formadas por un significado y un sig-nificante, se relacionan entre ellas por mediode relaciones paradigmáticas y sintagmáticas.

• El lenguaje también puede verse desde unaperspectiva funcional, como un instrumentoque permite la comunicación entre los sereshumanos y, más en concreto, entre un emisory un receptor, gracias a la participación de

ciertos elementos (un mensaje que apunta aun referente y que se transmite por medio deun código y a través de un canal).

• Por último, y no menos importante, el lenguajees también una conducta, una facultad mentalo sistema de conocimiento, un sistema que per-mite aumentar nuestra capacidad y desarrollarnuestra creatividad (Chomsky, 1968).

Considerado el lenguaje desde esta triple pers-pectiva, es evidente que todos los esfuerzos pordesenmascarar la trama interna del mismo sonimportantes. Uno de estos esfuerzos, como se haapuntado anteriormente, se centra en desvelarcómo los seres humanos procesamos el lenguaje,qué representaciones utilizamos cuando decimosalgo o cuando comprendemos un mensaje, cómose vinculan entre sí –por medio de procesos– es-tas representaciones, qué estrategias seguimos ala hora de emitir o percibir un mensaje. En esteesfuerzo, proporcionan una vital información lasalteraciones patológicas que se producen en estasrepresentaciones, procesos, estrategias, emisionesy, en general, en cualquier conducta lingüística.

Para aclarar el panorama que pretendemosmostrar aquí, vale la pena acudir a la figura 1-1,extraída de la obra de Nespoulous (1985, 1990).

A partir de esta figura se pueden delinear lasdiferentes disciplinas que imbrican el lenguaje yel cerebro, aunque aquí solo se tratarán aquellasrelaciones que pertenecen al denominado para-digma cognitivo –o, mejor, ideográfico (puestodo es cognitivo)–.

Neuropsicología, psicolingüística y neurolingüística... neuropsicolingüística

La neuropsicología es la disciplina que se en-carga de relacionar la conducta humana con elcerebro. Cuando se indaga en sujetos neurológi-camente sanos, los estudios pertenecen a la psi-

CAPÍTULO 1

Neurolingüística, afasiología y lingüística clínica: fundamentos

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colingüística. En ambos casos, con la diferenciadel sujeto de estudio, se investigan los mecanis-mos funcionales de procesamiento de la informa-ción verbal.

A partir de lo anterior, es fácil definir la neuro-lingüística como la disciplina que se encarga de re-lacionar un tipo concreto de conducta humana (laverbal) con el cerebro. Nacido el término de lamano de Hécaen (1968) y refrendado posterior-mente por Whitaker (1971), la neurolingüísticatrata de relacionar las estructuras lingüísticas –ver-bales– y los procesos psicolingüísticos que “conec-tan” estas estructuras con las estructuras anató-micas y los procesos fisiológicos cerebrales. Desdeesta definición es más útil el término neuropsico-lingüística que el término ‘neurolingüística’.

Si se retoma lo anterior, queda claro que cual-quier estudio que se centre en la relación cerebro-lenguaje, desde una batería de tests verbaleshasta la exéresis quirúrgica con el paciente des-pierto (vigil), será un estudio neuro(psico)lingüís-tico. Es posible, entonces, encontrar, por lo me-nos, cuatro campos de estudio:

• Estudio anatomofisiológico del cerebro: ac-tualmente, aplicación de técnicas de neuro-imagen al estudio del lenguaje, tanto en alte-raciones cerebrales como en el procesamientode personas sin patología cerebral.

• Estudio filogenético y ontogenético: estudiosevolutivos, desde animales primitivos al hom-

bre, y desde el feto a la vejez en el hombre,respectivamente.

• Estudio lingüístico: aplicación de modelos yteorías lingüísticas al campo experimental o,mirando la moneda desde la otra cara, eviden-cia empírica de modelos y teorías lingüísticas.

• Estudio patológico.

Afasiología

Cuando se estudian las disfunciones que seproducen en las estructuras lingüísticas y en losprocesos psicolingüísticos, normalmente se utilizala expresión afasiología. Así, la afasiología debeentenderse como la disciplina que se encarga decaracterizar la conducta verbal alterada de un pa-ciente a consecuencia de una lesión cerebral yprocurar, en la medida de lo posible, ofrecer unarehabilitación adecuada a esa conducta.

No obstante, y a pesar de todos los avancesacaecidos en los últimos años (gracias, sobretodo, a los avances en el ámbito experimental dela neuroimagen), existe un terreno en el que ape-nas se han propuesto cambios importantes desdelas descripciones iniciales, ya hace 60 o 70 años.En concreto, se hace referencia a la descripciónlingüística de los síntomas y cuadros clínicos ob-servados en sujetos lesionados cerebrales conafectación verbal (semiología). Esta descripción,que encaja dentro de la llamada lingüística clí-nica, y que también es un campo dentro de la

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Figura 1-1. Relaciones entrelos componentes que parti-cipan en el lenguaje y loscomponentes principales ce-rebrales. Es especialmenteinteresante la relación entredos clases de estructuras(anatómicas-lingüísticas) ydos clases de procesos (fi-siológicos-psicolingüísticos).

ESTRUCTURAS(anatomía)

MECANISMOS(fisiología)

ESTRUCTURAS(lingüística)

PROCESOS(psicolingüística)

ESTRATEGIAS(pragmática)

CEREBRO

LENGUAJE

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neurolingüística y, por ende, de la neuropsico-lingüística, sigue sin recibir una descripciónejemplar.

Además, son más los interrogantes que las res-puestas (Diéguez-Vide, 2004: 53-54): las parafa-sias subléxicas del paciente X, ¿son fonológicas,fonémicas o fonéticas?; una alteración de la re-petición, ¿se vincula necesariamente con una dis-función en el mecanismo de conversión acústico-fonético?; los problemas que presenta el enfermoagramático X en relación con la comprensión,¿son paralelos a problemas en la producción?; siel paciente X muestra una alteración con las pa-labras largas, ¿es realmente morfológico el pro-blema que presenta con ciertos sufijos?; etcétera.

Si bien en esta obra no se pretende dar res-puesta a todos los interrogantes semiológicos, síse persiguen unos objetivos más modestos: esta-blecer, delimitar y describir los diferentes cuadrossemiológicos que serán la base para un correctodiagnóstico.

MODELOS DE PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN(ARQUITECTURAS FUNCIONALES)

Los modelos o arquitecturas funcionales sediseñan con el objetivo de intentar describir losprocesos y las estructuras cognitivas relaciona-das con la conducta humana. Así, deben descri-bir la estructura en componentes de un sistemacognitivo y deben especificar la estructura com-putacional de esos componentes (Caramazza,1986). De forma más concreta, los dos objetivosque se persiguen son, como explican Ellis yYoung (1988: 41):

El primero es explicar los patrones de las realizacio-nes cognitivas afectadas o intactas que se puedenobservar en los pacientes con lesiones cerebrales entérminos de alteración de uno o más componentesde una teoría o modelo del funcionamiento cogni-tivo normal [...]

[El segundo] trata de extraer conclusiones sobre losprocesos cognitivos intactos y normales a partir depatrones de habilidades afectadas e intactas obser-vadas en pacientes con lesiones cerebrales.

Aplicados al lenguaje, los sistemas de proce-samiento de la información (lingüística) son mo-delos que intentan explicar las diferentes con-ductas verbales: habla, comprensión, escritura,lectura, repetición, denominación y prosodia.

Las décadas de 1970 y 1980 (y una parte de lade 1960) fueron fructíferas en la aparición de mo-delos, tanto por lo que respecta a la comprensiónoral y escrita (Forster, Morton, Marslen-Wil-son, etc.) como a la producción oral (Fromkin,Levelt, Garrett, etc.)2. Estos modelos, que poseíanun marcado carácter mental o psíquico, se hanaplicado en más de una ocasión en la descripciónde patologías: los casos más claros son los de Le-cours, Peña-Casanova y Diéguez-Vide (1998) yCuetos (1998).

En la década de 1980 aparecieron los lla-mados modelos conexionistas de la mano deMcClelland, Rumelhart et al. (Rumelhart etal., 1986; McClelland et al., 1986). Su aplica-ción al campo de la comprensión (McClelland,Elman, etc.) como al de la producción (Dell,Stemberger, etc.) produjo pronto resultados muysignificativos. En esta línea, es altamente reco-mendable la lectura de la obra de Christiansen yChaser (2001), pues se exponen los principalesmodelos conexionistas tanto en el ámbito del re-conocimiento de palabras, como de la produc-ción oral o de la lectura.

Un paso más lo encontramos hoy en día. Sibien las obras conexionistas tuvieron en su iniciouna aplicación simulada (esto es, eran progra-mas imbricados en redes neuronales artificiales),en la actualidad –y sobre todo gracias a las téc-nicas de neuroimagen– se empiezan a relacionarestos modelos con la propia estructura cerebral.Una lectura casi obligatoria es la obra de Pulver-müller (2002), en donde se teorizan las relacio-nes entre las redes neuronales y algunas afasias(en especial, Broca y Wernicke), así como la lo-calización en estas redes de información léxica(fonológica y semántica) y de información sin-táctica.

El principal desacuerdo entre la mayoría demodelos se concentra en su funcionamiento. Noes éste el lugar para entrar en esta discusión, pero

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1 En toda la obra se referenciará el año de la versión original de todos los libros traducidos –o adaptados– alcastellano, aunque en el caso de citas textuales la paginación corresponderá siempre a la versión castellana.

2 El lector puede conocer la “forma” de algunos de estos modelos (y de los comentados en el párrafo siguiente)en la obra de Valle et al. (1990).

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son diversos los conceptos que deben tratarse y,en muchos casos, contrarios: autonomía versusinteracción, flujo de información unidireccionalversus bidireccional, etcétera.

La asunción de la inexistencia de un modeloimplica, en este contexto, que las descripciones delos cuadros semiológicos en esta obra sean… des-cripciones. No se entrará en posibles explicacio-nes del porqué se produce una conducta u otra,ni se intentará ver qué modelo explica mejor unadeterminada conducta. Sería ingente tratar estosaspectos aquí, a no ser que asumamos el supuestode Pinker (1994): como el modelo es correcto, loque es necesario es ¡cambiar la especie!

Predecesores

Es importante anotar que muchas de las no-ciones descritas por los modelos comentados noson del todo nuevas, por lo que se hace necesa-rio destacar algunos de los predecesores. Aun-que son muchos los nombres que deberían apa-recer aquí (véase el trabajo de Gardner del año1985, donde se describen las influencias de todaslas corrientes –lingüística, psicología, neurolo-gía, informática, filosofía, etc.– que convergie-ron en la formación del paradigma cognitivo) sedestacan tres:

• En los modelos conexionistas y cerebrales semantiene una clara relación de jerarquía entrediversos componentes. Esta jerarquía fue es-tablecida por Goldberg (1989) a partir de lanoción jerárquica de los gradientes cerebrales:occipitoparietal (visuoespacial), temporopa-rietal (linguoespacial), occipitotemporal (viso-lingual), motor-prefrontal (motor ejecutivo) einferior motor-prefrontal (lingual ejecutivo).

• Los denominados sistemas funcionales com-plejos de Luria (1973) –junto con las adapta-ciones de Marr (1982)– son sistemas de pro-cesamiento de la información que incorporanun conjunto de estructuras y un conjunto deprocesos (Fig. 1-1) en un conjunto diversode pasos o estadios. En estos sistemas existenunos componentes específicos (como, porejemplo, el sistema visual o el sistema auditivo,es decir, los relacionados con las áreas prima-rias del cerebro), mientras que otros se rela-

cionan con información más general o inespe-cifica (en clara relación con las áreas terciariaso asociativas cerebrales).

• Aunque no es un correlato teórico de los mo-delos, las denominadas operaciones conver-gentes (Garner, Hake y Eriksen, 1956) estándirectamente relacionadas con la forma detrabajo cognitiva. Se trata de la búsqueda deconclusiones teóricas desde dos o más fuentesdistintas, es decir, cuando se realizan dos ta-reas que requieren la actuación de grupos neu-ronales diferentes, pueden realizarse de formasimultánea con la misma eficacia que si se rea-lizaran individualmente. Así, por ejemplo,Shallice, McLeod y Lewis (1985) –véase tam-bién, Allport, Antonis y Reynolds (1972)–comprobaron que los sujetos normales son ca-paces de leer en voz alta palabras escritas y, si-multáneamente, controlar determinados nom-bres de una lista.

ALGUNOS SUPUESTOS: EL MARCODE LA NEUROPSICOLINGÜÍSTICACOGNITIVA

Toda ciencia, sobre todo si es relativamentereciente, necesita postular un conjunto de princi-pios sobre su corpus teórico. La neuropsicologíacognitiva no es una excepción. Entre este con-junto de supuestos, hay algunos que son refor-mulaciones desde la perspectiva actual de losprincipios que sostenía la neuropsicología clá-sica, entendiendo aquí por ‘clásica’ el período ini-cial de la neuropsicología en el siglo XIX (Broca,Wernicke, Lichtheim, etc.)3. Este conjunto de su-puestos, básicamente metodológicos, forman lospilares sobre los que debe sustentarse cualquierinvestigación, aunque en muchos casos algunosson evidentes; sin embargo, deben explicitarse.

Dobles disociaciones

La neuropsicología cognitiva no es asociacio-nista sintomáticamente. En otras palabras, el he-cho de que dos síntomas diferentes pueden apa-recer unidos en un mismo paciente no siempre sedebe a un único déficit, pues podría responder a

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3 Se pueden encontrar referencias históricas muy interesantes en Perelló et al. (1984), Caplan (1987) y Whitaker(1998).

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causas anatómicas: como la relación entre la he-miplejia y la afasia de Broca.

Por el contrario, la metodología que se siguees la disociativa: para un paciente cualquiera ydos tareas cualesquie ra, el paciente realiza co-rrectamente una de ellas, pero no es capaz deproducir sin errores la otra. Esta metodología, noobstante, puede ser engañosa, ya que una de lasdos tareas puede ser más sencilla de realizar quela otra, o bien el paciente puede presentar unconjunto de habilidades reducidas de forma ge-neral, no específica, en cuanto a la(s) modali-dad(es) estudiada(s).

Así, deben extraerse conclusiones a partir dedobles disociaciones: para dos pacientes cuales-quiera y dos tareas cualesquie ra, el primer pa-ciente realiza de forma correcta una de ellas e in-correctamente la otra, mientras que el segundopaciente realiza un patrón de actuación inversoen relación con las dos tareas.

El problema de las dobles disociacio nes esencontrar patrones alterados de forma “pura”(100% versus 0%), sin contaminaciones relacio-nadas con otros déficit. A modo de ejemplo, sepodría mencionar el caso de pacientes con pro-blemas en el reconocimiento de caras –y quepueden reconocer las letras– y pacientes queno pueden reconocer las letras impresas –pero sílas caras–, de forma que la afectación en algunasclases de prosopagnosia y de alexia debe produ-cirse en diversos subcompo nentes del sistema deprocesamiento de la información (Ellis y Young,1988); de igual forma, en el terreno lingüístico,por ejemplo, los procesos léxicos y sintácticos sealteran de forma separada. El problema se acen-túa cuando se efectúan cribas mayores: pala-bras concretas/ abstractas, nombres/verbos, etc.(Saffran, 1982).

De acuerdo con Nespoulous (2004), tambiénes necesario tener en cuenta las disociacionessimples, es decir, aquellas que acontencen en unúnico enfermo. Así, se define una disociaciónsimple cuando un enfermo presenta una altera-ción A en un subconjunto de fenómenos lingüísti-cos en una tarea 1, y presenta una preservación Bconcomitante en una tarea 2, y ningún pacientepresenta la disociación inversa. Un ejemplo de taldisociación sería que algunos enfermos presentanuna actuación mejor con fonemas “no marca-dos” (fonemas estructuralmente más sencillos)que con fonemas marcados (más complejos), te-niendo en cuenta que, hasta la fecha, no se ha

descrito ningún paciente que presente el patróncontrario.

Aun cuando se mantiene la esencia de la dobledisociación, desde los postulados actuales (Pul-vermüller, 2002) se sostiene que la disociación esproducto de cambios funcionales en una red dis-tribuida, más que de actuaciones diferenciadasen dos áreas cerebrales.

Síntoma versus síndrome o estudio de caso único versus estudio de grupos

Probablemente estas dos aproximaciones, queno deben, sensu stricto, independizarse, sean lasmás problemáticas dentro de la neuropsicolo gíacognitiva, a tenor de las críticas y contracríticaspublicadas. Las dos posturas se pueden resumirde la forma siguiente (para una revisión más ac-tual de estas posturas, véase Caplan, 1995):

• Estudio de grupos: se trata de validar una hi-pótesis formulada en relación con un grupo deenfermos.

• Estudio de caso único: manteniendo el mismopostulado en relación con la validación deuna hipótesis, ahora esta se sostiene desde unúnico paciente (o un grupo muy pequeño deenfermos), dado que la validación se realizadesde un modelo que deberá ser común a to-dos los seres humanos (más allá de las diferen-cias lingüísticas, se supone que el funciona-miento cerebral es el mismo para todas laspersonas).

Así, adoptar una aproximación u otra suponehablar de la afasia o hablar del afásico, hablardel síndrome X en una afasia o hablar del sín-toma X de un afásico. Es interesante apreciaresta evolución desde el libro L’aphasie de Le-cours y Lhermitte (1979) a la obra L’aphasiquede Joanette (1991).

En la actualidad, existe una preferencia por elestudio de caso único (n = 1), preferencia que seinfiere del conjunto de premisas, presentadas enla figura 1-2 y apuntadas por Caramazza (1986).

Así, el patrón de actuación normal y deficita-rio de un paciente (E) se puede derivar computa-cionalmente desde tres elementos: un modelo(M: sistema de procesamiento de la informa-ción), una hipótesis (H: alteración funcional es-pecífica del modelo) y un conjunto de condicio-nes iniciale s (c1, c2, ... cn: factores manipulados

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en el experimento y otras condiciones experi-mentales). Para que el estudio de grupos fuese“correcto”, la hipótesis (es decir, la alteración ce-rebral) y la actuación de los enfermos tendría queser la misma... Es fácil negar esta afirmación,pues basta con suponer que H, en todos los as-pectos, debe ser igual en todos y cada uno de losenfermos para que la evidencia de E sea relevanterespecto al modelo M.

La neuropsicología cognitiva, entendida comoinvestigación de caso único, debe seguir dos pa-sos (Ellis, 1987): estudiar un paciente, primero,dando una descripción tan precisa como sea po-sible de los síntomas del paciente y, segundo, tra-tar los resultados evaluando las implicacionescon respecto a modelos teóricos del dominio cog-nitivo bajo investigación. Es decir, cualquiera quesea el estudio de grupos que se desee evaluardebe hacerse, primero, desde la perspectiva decaso único y, segundo, demostrar después que lahipótesis sobre la alteración cerebral se mantienepara el resto de sujetos de una misma familia de

déficit. Por estas razones, la agrupación de pa-cientes es más útil para el neurólogo o el tera-peuta del habla (en función de clasificar pacien-tes para predecir el área de diversas lesionescerebrales o para formar terapias conjuntas, res-pectiva mente), que para el neuropsicólogo o elneurolingüista interesado en describir la con-ducta humana.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Si retoma el lector la figura 1-1, recordaráque se planteaba una clara relación entre el len-guaje y el cerebro. Si bien esta figura es válida,en el ámbito de la patología deben introducirsealgunos aspectos más, que se exponen en la fi-gura 1-3.

Siguiendo estas ideas de Nespoulous (1985,1990, 2004), ampliadas por Nespoulous y Virbel(2004, 2007), en la patología, aunque íntima-mente unido a la relación entre lenguaje y cere-bro, habría que distinguir, al menos, tres clasesde fenómenos diferentes: positivos, negativos ypaliativos. En cierta forma, la afasiología, dentrode la neurolingüística, se ocuparía de analizar afondo esos fenómenos patológicos (positivos, ne-gativos y paliativos), sin descuidar en ningún mo-mento las estructuras lingüísticas y los procesospsicolingüísticos que entran en juego en toda ar-quitectura funcional.

Ahora bien, ¿qué entendemos por fenómenospositivos, negativos y paliativos? Antes de defi-nirlos, vale la pena acudir a las palabras del pro-pio autor:

La primera categoría (manifestaciones negativas)incluiría todos los problemas o déficit semióticos deun enfermo; la segunda (manifestaciones positivas)cubriría todos los aspectos de la conducta semióticaque han permanecido intactos; y, por último, la ter-cera categoría (manifestaciones paliativas) se refe-

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Figura 1-3. Fenómenos ob-servados en la patología res-pecto a la relación entre len-guaje y cerebro.

FENÓMENOSPOSITIVOS

FENÓMENOSNEGATIVOS

FENÓMENOSPALIATIVOS

PATOLOGÍA

Figura 1-2. Interacción de los componentes presentesen una investigación afasiológica (para una descripción,véase el texto).

M (modelo)

+

H (hipótesis: área lesionada)

+

c1, c2, ... cn(factores manipulados experimentalmente)

Deriva computacionalmente

E (observaciones)

B

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riría a las estrategias adoptadas por el paciente paracomunicarse lo mejor posible con sus interlocuto-res, a pesar de las restricciones impuestas –directao indirectamente– por su nueva condición.

Jean-Luc Nespoulous (1985: 384 [traducido]).

Los fenómenos negativos han estado presen-tes en la neuropsicología desde que esta nació. Esobvio decir que uno de los aspectos que se debeestudiar en un enfermo es caracterizar lo que seha perdido tras una lesión. Cualquier especialistaen este terreno ha de caracterizar los componen-tes que se han alterado en un enfermo tras sufriruna lesión cerebral, es decir, describir los sínto-mas lingüísticos. Esta caracterización puede sergeneral: ¿tiene más problemas en la produccióno en la comprensión?, ¿comprende igual órdenessimples y órdenes complejas?, etc.; o puede sermás concreta: ¿conserva la morfología o la sin-taxis?, ¿tiene más problemas con la morfologíaderivativa o con la flexiva? (y, si fuera así, ¿haperdido la representación de estos morfemas osolo presenta problemas en el acceso –procesa-miento– de los mismos?), ¿es capaz de descom-poner morfológicamente palabras y entender elsignificado de sus partes?, etc. Las baterías detests (Peña-Casanova, 1991, 2005; Goodglass yKaplan, 1972; García-Albea y Sánchez Bernar-dos, 1986) y los tests más específicos (Kay, Lessery Coltheart, 1992; Valle y Cuetos, 1995; Le-cours, Peña-Casanova y Diéguez-Vide, 1998) seencargan de establecer estas caracterizaciones.

Estos fenómenos negativos deben separarse dela actuación premórbida de un enfermo, es decir,de sus capacidades psicolingüísticas antes de lalesión. Por ejemplo, es frecuente encontrar en laescritura disortografías o, en otras palabras,errores ortográficos. Estas disortografías debenestudiarse con mucho cuidado, pues un enfermo,antes de la lesión, podría cometerlas también.

La verdadera contribución de la neuropsico-logía cognitiva ha consistido en prestar unaatención notable a los fenómenos positivos. Lointeresante de esta aproximación no solo es ave-riguar qué ha perdido un enfermo, sino tambiénqué es lo que mantiene preservado y de quéforma. Un ejemplo servirá para aclarar estepunto. Supongamos que existe un paciente, X,que presenta un problema en la repetición depseudopalabras –déficit negativo observable apartir de tests generales y/o específicos–: ¿pode-mos apuntar a un problema en los mecanismos

de conversión entre lo que se oye y lo que se pro-nuncia? Claramente, la respuesta es... depende.Podría ser cierto que este mecanismo de conver-sión estuviera alterado, pero para estar seguroshay que demostrar que otros componentes impli-cados en la repetición de pseudopalabras estánpreservados: los almacenes de reconocimientosubléxicos o los buffers de producción oral seríanalgunos de estos.

Por último, aunque no menos importantes, seencuentran los fenómenos paliativos, es decir, losefectos que producen el conjunto de operacionesde compensación: cómo puede paliarse una pér-dida (fenómenos negativos) a partir de lo preser-vado (fenómenos positivos). En otras palabras,puede decirse que se trata de los procesos utiliza-dos para ejecutar una tarea que en estado pre-mórbido eran propios de otro(s) sistema(s) deprocesamiento. Este tercer aspecto plantea unarespuesta significativa al hecho de que una alte-ración cerebral no produce nuevos subcompo-nentes, sino que más bien algunas de las zonascerebrales intactas tras la lesión realizan estrate-gias alternativas (utilizando estructuras preexis-tentes) que, por otro lado, pueden también ser al-canzadas por los sujetos normales. Es difícil quese trate de una reorganización del sistema de pro-cesamiento, pues este nuevo reaprendizaje toma-ría mucho tiempo, por lo que es mejor postularla utilización de estrategias compensatorias (Va-lle, en 1991, hablaba de una “adaptación”). Sondiversos y variados los ejemplos que se puedenproponer en relación con los fenómenos paliati-vos (Ellis y Young, 1988; Nespoulous y Virbel,2004, 2007): muchos enfermos con problemasen la producción de morfemas flexivos verbales(enfermos agramáticos) se ayudan gracias al usode adverbios temporales como, por ejemplo,aquí, mañana, etc. (véase capítulo 4); algunos en-fermos con sordera verbal pura mejoran su audi-ción gracias a la lectura labial (véase capítulo 5);ciertos pacientes con alteraciones lectoras son ca-paces de leer letra-a-letra (véase capítulo 5); pa-cientes que presentan problemas en la selecciónde ciertas palabras (pacientes anómicos) suelencomunicarse mediante estrategias perifrásticas(definiendo la palabra que desean emitir) o mí-mico-gestuales (realizan con mímica el uso o laforma del objeto) (véase capítulo 7), etc. Estas es-trategias las pueden utilizar sin dificultad sujetosneurológicamente sanos (sujetos normales), puesforman parte de nuestro potencial cognitivo

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“adaptativo”. Además, son recursos valiosísimosde cara a la creación de programas terapéuticos.

Por supuesto, la utilización de estrategias com-pensatorias no implica, ni mucho menos, que nopuedan realizarse conexiones sinápticas nuevas:el cerebro conserva su plasticidad durante muchotiempo (Pinker, 1994; Pulvermüller, 2002).

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