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1 Milan KUNDERA (Brno, 1929) Para mí, el fundador de los Tiempos modernos no es sólo Descartes sino también Cervantes. Comprender con Cervantes el mundo como ambigüedad es tener que hacer frente, en lugar de a una única verdad absoluta, a un montón de verdades relativas que se contradicen (verdades incorporadas en egos imaginarios llamados personajes). El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad. Cada novela dice al lector: "Las cosas son más complicadas de lo que piensas". Para el espíritu de nuestros tiempos, o es Anna o es Karénina quien tiene razón, y la vieja sabiduría de Cervantes que nos habla de la dificultad de saber y de la inalcanzable verdad parece inoportuna e inútil. El espíritu de la novela es el espíritu de la continuidad: cada obra contiene toda experiencia anterior. Sin embargo, el espíritu de nuestros días está fijado en la actualidad que aparta el pasado de nuestro horizonte y reduce el tiempo únicamente segundo presente. Incluido en este sistema, la novela ya no es obra (objeto destinado a perdurar, a unir el pasado con el porvenir) sino acontecimiento de actualidad como tantos otros, un gesto sin mañana. ¿Quiere esto decir que en un mundo que "no es el suyo", la novela va a desaparecer? Que va a dejar que Europa se hunda en el "olvido del ser". Yo no lo sé. Sólo creo saber que la novela no puede vivir en paz con el espíritu de nuestro tiempo; si la novela quiere progresar como tal, sólo puede hacerlo contra el progreso del mundo. Pero si el porvenir ya no es un valor, ¿a qué me puedo unir?: ¿a Dios?, ¿a la patria?, ¿al pueblo?, ¿al individuo? Mi respuesta es tan ridícula como sincera: No estoy unido a nada salvo a la denigrada herencia de Cervantes. (El arte de la novela)

Diez Visiones De Europa

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Citas concurso 2009

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Page 1: Diez Visiones De Europa

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Milan KUNDERA (Brno, 1929)

Para mí, el fundador de los Tiempos modernos no es sólo Descartes sino también Cervantes. Comprender con Cervantes el mundo como ambigüedad es tener que hacer frente, en lugar de a una única verdad absoluta, a un montón de verdades relativas que se contradicen (verdades incorporadas en egos imaginarios llamados personajes).

El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad. Cada novela dice al lector: "Las cosas son más complicadas de lo que piensas". Para el espíritu de nuestros tiempos, o es Anna o es Karénina quien tiene razón, y la vieja sabiduría de Cervantes que nos habla de la dificultad de saber y de la inalcanzable verdad parece inoportuna e inútil.

El espíritu de la novela es el espíritu de la continuidad: cada obra contiene toda experiencia anterior. Sin embargo, el espíritu de nuestros días está fijado en la actualidad que aparta el pasado de nuestro horizonte y reduce el tiempo únicamente segundo presente. Incluido en este sistema, la novela ya no es obra (objeto destinado a perdurar, a unir el pasado con el porvenir) sino acontecimiento de actualidad como tantos otros, un gesto sin mañana.

¿Quiere esto decir que en un mundo que "no es el suyo", la novela va a desaparecer? Que va a dejar que Europa se hunda en el "olvido del ser".

Yo no lo sé. Sólo creo saber que la novela no puede vivir en paz con el espíritu de nuestro tiempo; si la novela quiere progresar como tal, sólo puede hacerlo contra el progreso del mundo.

Pero si el porvenir ya no es un valor, ¿a qué me puedo unir?: ¿a Dios?, ¿a la patria?, ¿al pueblo?, ¿al individuo?

Mi respuesta es tan ridícula como sincera: No estoy unido a nada salvo a la denigrada herencia de Cervantes.

(El arte de la novela)

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Stefan ZWEIG (Viena,1881 – Petrópolis,1942)

La historia como historia de las guerras resulta ser un absurdo completo. Al lado de esta historia hay, afortunadamente, otra, de la humanidad: la formación de la cultura, los grandes inventos, los descubrimientos, el progreso en la ética, los adelantos de la ciencia y de la técnica. La historia de la civilización, que, desgraciadamente, no figura en el lugar que le corresponde en los programas de estudios, enseña como los pueblos de Europa, gracias al esfuerzo común de Roma, Grecia, Francia, Alemania, Inglaterra, España, Holanda y Escandinavia, han ido elevándose a un concepto espiritual cada vez más grande y más noble.

Pero no es suficiente estudiar la historia de la civilización porque libros y escuelas no son más que una parte de la educación moral del hombre. El hombre europeo del futuro debe conocer, además del curso de la historia, el esfuerzo actual de los demás pueblos, y debe conocerlo con su propia vista, directamente.

Tales conocimientos se recogen viajando y esto es lo que más importa y más anhelamos: que se emprendan acciones particulares para que la juventud de todos los países conozca los países vecinos, porque sólo en esos años iniciales el alma se halla abierta a todo, ávida de instruirse y dispuesta a ceder y a modificarse. El punto cardinal sería, pues, el de que se establezca el contacto entre juventud y juventud, pero no un contacto superficial, sino el verdaderamente creador de los trabajos mancomunados y de efectiva camaradería.

(La desintoxicación moral de Europa)

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José CADALSO (Cádiz,1741 - Gibraltar,1782)

Cadalso reflexiona acerca de la responsabilidad de los pueblos respecto a los desmanes cometidos por alguno de sus ciudadanos:

¿Fueron acaso españoles los que...? Esos monstruos y sus semejantes no son ni franceses ni españoles, sino una nación de bárbaros llamados fanáticos, y es una calumnia indigna de una noble pluma hacer caer sobre toda una nación los excesos de unos pocos hombres que ha habido en todas partes en unos siglos más que en otros, según ha reinado la ignorancia o la ilustración.

(Defensa de la nación española contra la «Carta Persiana

LXXVIII» de Montesquieu)

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Charles-Louis de Secondat, Barón de La Brède y de MONTESQUIEU ( La Brède, 1689 – París,1755)

Hay en cada Estado tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo de los asuntos que dependen del derecho de gentes y el poder ejecutivo de los que dependen del derecho civil.

Por el poder legislativo, el príncipe, o el magistrado, promulga leyes para cierto tiempo o para siempre, y enmienda o deroga las existentes. Por el segundo poder, dispone de la guerra y de la paz, envía o recibe embajadores, establece la seguridad, previene las invasiones. Por el tercero, castiga los delitos o juzga las diferencias entre particulares. Llamaremos a éste poder judicial, y al otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado.

La libertad política de un ciudadano depende de la tranquilidad de espíritu que nace de la opinión que tiene cada uno de su seguridad. Y para que exista la libertad es necesario- que el Gobierno sea tal que ningún ciudadano pueda temer nada de otro.

Cuando el poder legislativo está unido al poder ejecutivo en la misma persona o en el mismo cuerpo, no hay libertad porque se puede temer que el monarca o el Senado promulguen leyes tiránicas para hacerlas cumplir tiránicamente.

Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez seria al mismo tiempo legislador. Si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor.

Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares

(Del espíritu de las leyes)

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Miguel de CERVANTES (Alcalá de Henares, 1547- Madrid 1616)

Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían [...]

Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. [...]

No había la fraude , el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar ni quién fuese juzgado. [...]

Andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasaje y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero. Que aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mí posible, os agradezca la vuestra.

(Don Quijote de la Mancha)

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Marguerite YOURCENAR (Bruselas, 1903 - isla de Mount Desert, Maine, 1987)

La ficción oficial quiere que un emperador romano nazca en Roma, pero nací en Itálica; más tarde habría de superponer muchas otras regiones del mundo a aquel pequeño país pedregoso. La ficción tiene su lado bueno, prueba que las decisiones del espíritu y la voluntad priman sobre las circunstancias. El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente; mis primeras patrias fueron los libros.

(Memorias de Adriano)

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Gaspar Melchor de JOVELLANOS (Gijón, 1744- Puerto de Vega, 1811)

Graduando, pues, la utilidad de las lenguas por estos principios, daré yo el primer lugar a la lengua latina, bien que no indistintamente [...]. Mas para aquellos que se hubieren de consagrar a las ciencias exactas o naturales, y aun a las políticas y económicas, y para aquellos que hubieren de seguir la carrera de las armas en mar o tierra, la diplomática, el comercio, las artes, etc., daría yo el primer lugar al estudio de las lenguas vivas, y señaladamente de la inglesa y francesa. Estas lenguas abrirán al joven un abundantísimo campo de doctrina en todos los ramos de la ciencia y literatura que quiera cultivar; y por lo mismo, su enseñanza, se debe estimar necesaria en cualquier instituto de educación.

Y ahora, si alguno que sólo quiera estudiar una de estas lenguas preguntare cuál debe preferir, le diré que la francesa ofrece una doctrina más universal, más variada, más metódica, más agradablemente expuesta, y sobre todo, más enlazada con nuestros actuales intereses y relaciones políticas; que la inglesa contiene una doctrina más original, más profunda, más sólida, más uniforme y generalmente hablando, más pura también, y más adecuada a la índole del genio y carácter español; y que por tanto, pesando y comparando estas ventajas, podrá preferir la que más acomodase a su gusto y sus miras.

Pero también diré que pues es tan conocida la utilidad de entrambas lenguas, así para la instrucción como para los demás usos de la vida, lo mejor sería siempre que el que aspire a perfeccionar su educación se esfuerce en estudiar una y otra.

(Memoria sobre educación pública)

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Michel de MONTAIGNE (Saint-Michel-de-Montaigne, 1533- Saint-Michel-de-Montaigne, 1592)

Decía Epicarmo que es el entendimiento el que ve y oye, el que saca provecho de todo, el que dispone todo, el que actúa, domina o reina: todo lo demás es ciego, sordo y sin alma. Saber de memoria no es saber; es tener lo que se ha dado a la memoria para guardar [...].

Por este motivo el trato humano es muy conveniente, y el visitar países extranjeros, no para volver sabiendo únicamente, según la moda de nuestra nobleza francesa, cuántos pasos tiene Santa Rotonda o la riqueza de los pantalones de la señora Livia; o, como otros, en cuánto es más largo el rostro de Nerón en alguna ruina antigua de allá que el de cierta medalla igual; sino para volver sabiendo principalmente los caracteres de aquellas naciones y sus maneras, y para frotar y limar nuestras seseras con las de otros. Me gustaría que le empezaran a pasear desde su más tierna infancia y en primer lugar, para matar dos pájaros de un tiro, por las naciones vecinas donde el hablar está más alejado del nuestro y si no se forma la lengua tempranamente a él, no puede adaptarse después.

(Ensayos)

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Claudio MAGRIS (Trieste, 1939)

La sombra de un nuevo, aunque diferente, conflicto planea sobre las relaciones entre turcos y europeos, especialmente alemanes, y sólo la clara conciencia del problema puede impedir que haya irrupción y lo eche todo a perder. Rechazados hace trescientos años, los turcos regresan ahora a Europa, no con armas sino con trabajo, con la tenacidad de los Gastarbeiter, inmigrantes, que, soportando humillaciones y miserias, echan poco a poco raíces en una tierra que conquistan con su oscuro esfuerzo. En diversas ciudades de Alemania y de otros países, las aulas escolares se despueblan de niños alemanes y se llenan de niños turcos; Occidente, que achaca su propia decadencia a la baja natalidad, reacciona con ansiosa soberbia ante los resultados del mecanismo social que él mismo ha puesto en marcha. Es posible que se aproxime el momento en que las diversidades históricas, sociales y culturales muestren violentamente las dificultades de la convivencia; nuestro futuro dependerá también de nuestra capacidad para impedir que se encienda esta mina de odio y que nuevas batallas de Viena transformen a los hombres en extranjeros y enemigos

(El Danubio)

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Victor HUGO (Besançon, 1802 – París, 1885)

  Llegará el día en que las armas se os caerán de las manos ¡También a vosotros!. Llegará el día en que la guerra os parecerá tan absurda y será tan imposible entre París y Londres, San Petersburgo y Berlín,  Viena  y  Turín  como  hoy  os  lo  parecería  si  la  hubiera  entre  Rouen  y  Amiens  o  Boston  y Filadelfia. Llegará el día en que vosotras, Francia, Rusia, Italia, Inglaterra, Alemania, todas naciones del continente, sin perder vuestras diversas cualidades ni vuestra gloriosa particularidad, os fundiréis estrechamente en una unidad superior y constituiréis la fraternidad europea. Llegará el día en que no habrá más campo de batalla que los mercados abiertos al comercio y las mentes abiertas a las ideas. Llegará el día en que las balas de cañón y las bombas serán sustituidas por los votos, por el sufragio universal de los pueblos. Llegará el día en que se mostrarán los cañones en los museos como hoy se hace con los instrumentos de tortura, sorprendiéndonos de que algo así haya podido existir. Llegará el día en que veamos cómo los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de Europa se tienden la  mano  sobre  el  océano  intercambiando  sus  productos,  su  comercio,  su  industria,  su  arte  y  sus talentos [...].

En  el  siglo  XX  habrá  una  nación  extraordinaria;  será  grande,  libre,  ilustre,  rica,  reflexiva,  pacífica  y cordial con el resto de la humanidad. Considerará el despilfarro de sangre humana como algo inútil. El encogimiento  de  hombros  que  hoy  adoptamos  ante  la  Inquisición,  ella    lo  hará  frente  a  la  guerra. Dicha nación se llamará Europa en el siglo XX y Humanidad  en los siglos siguientes; pero a lo que está asistiendo el siglo XIX es a la formación de Europa. 

                                                                        (Discurso pronunciado en 1849 en el Congreso de la paz)