Dilema ético

Pausanias, es un psicólogo clínico que ha moldeado una sólida carrera y también ha tenido logros importantes durante ésta. Le dedica gran parte de su tiempo a la terapia, siente un enorme gusto ayudando a las personas que lo necesitan. Tiene años en ello, por lo que ha adquirido una gran experiencia propia y su gusto ha aumentado.

Desde siempre ha procurado ser como terapeuta –y demás ocupaciones- alguien con principios y valores, no se relaciona con sus pacientes más allá de lo profesional ni sentimentalmente, siempre ha guardado la confidencialidad y no saca provecho cuando podría. Trabaja sin violar ciertos principios propios e impuestos por la profesión,

De entre todos sus pacientes hay uno que es relativamente nuevo, el señor A -un hombre de unos cuarenta años- , llevan trabajando unas cuantas semanas, Pausanias ha encontrado en él una actitud inmadura y un carácter débil, no se contiene apropiadamente en situaciones donde tal vez ni siquiera sea necesario ni un poco alzar la voz, tiende a explotar con facilidad. La relación psicólogo-paciente entre estos dos ha sido un tanto obstaculizada por pate del señor A, para el terapeutas en ocasiones –bastantes- es obvio si el paciente omite la verdad, se nota cuando miente, y no siempre se presta lo suficiente al diálogo.

En las últimas semanas las sesiones han mejorado, han ocurrido acontecimientos en la vid del señor A que ha favorecido la terapia y se ha abierto más a la conversación con el psicólogo.

Han hablado más a fondo sobre la situación del mismo paciente, la forma en cómo vive, sus pensamientos más recurrentes, y demás aspectos importantes para el tratamiento del paciente.

El señor A vive solo, y regularmente visita a su familia; su hermana y sobrinos –un niño y una niña-. Siente una gran simpatía por éstos últimos, es muy blando cuando está con ellos.

Las sesiones siguieron avanzando, el señor A cada vez a llegado a padecer más su soledad y ha creado una dependencia no my sana a su hermana y sobrinos.