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En el CLADE v se realizaron muy pocas confe- rencias magistrales, pero sí, muchos talleres y conversatorios. Todas las organizaciones partici- pantes fueron invitadas a programar Consultas y Talleres. En ellos se desarrollaron una diversidad de temas, como: La iglesia y la misión en América Latina, una pastoral para la familia en el siglo XXI, nuevas perspectivas de la educación teológica, incidencia pública y teología, entre otros tantos. Este libro refleja precisamente el espíritu con el que convivimos esos días de Agosto del 2012 en Costa Rica. No se trata de una recopilación de documentos provenientes de las Consultas. Son reflexiones post CLADE que han seguido su curso de maduración. Los temas que se desa- rrollan están directamente vinculados a las te- máticas que se desarrollaron en las Consultas, Plenarias Regionales de la FTL y las Áreas Verdes. Los autores nos desafían a seguir aprendiendo, pensando y acompañando a nuestro pueblo latinoamericano con los ojos bien abiertos a la realidad, pero sin perder la esperanza genuina. ISBN: 978-99954-877-1-3 9 789995114 87713 Sigamos a Jesús en su reino de vida Reflexiones teológico pastorales a partir de CLADE V Editores: Juan José Barreda Toscano Mariel DeLuca - Voth Edesio Sánchez COLECCIÓN FTL NÚMEROS 37-38

Dios en El Rostro de Los Inmigrantes

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Dios en el rostro de los inmigrantes

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En el CLADE v se realizaron muy pocas confe-rencias magistrales, pero sí, muchos talleres y conversatorios. Todas las organizaciones partici-pantes fueron invitadas a programar Consultas y Talleres. En ellos se desarrollaron una diversidad de temas, como: La iglesia y la misión en América Latina, una pastoral para la familia en el siglo XXI, nuevas perspectivas de la educación teológica, incidencia pública y teología, entre otros tantos.

Este libro refleja precisamente el espíritu con el que convivimos esos días de Agosto del 2012 en Costa Rica. No se trata de una recopilación de documentos provenientes de las Consultas. Son reflexiones post CLADE que han seguido su curso de maduración. Los temas que se desa-rrollan están directamente vinculados a las te-máticas que se desarrollaron en las Consultas, Plenarias Regionales de la FTL y las Áreas Verdes. Los autores nos desafían a seguir aprendiendo, pensando y acompañando a nuestro pueblo latinoamericano con los ojos bien abiertos a la realidad, pero sin perder la esperanza genuina.

ISBN: 978-99954-877-1-3

9 789995114 8 7 7 1 3

Sigamos a Jesús en su reino de vida

Reflexiones teológico pastorales a partir de CLADE V

Editores: Juan José Barreda Toscano

Mariel DeLuca - Voth Edesio Sánchez

COLECCIÓN FTL NÚMEROS 37-38

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Priscila Barredo Pantí - Perspectiva de género en la Iglesia y en la teología

La Biblia. Traducción Lenguaje Actual.

http://observatoriofeminicidio.blogspot.com/

http://www.gmfc.org/es

http://www.un.org/es/

http://www.ilo.org/

http://www.ina.ac.cr/asesoria_mujer/guia_uso_incluyente_len-guaje.pdf

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Capítulo VI

Dios en el rostro de los inmigrantes Luis Scott

El quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE v) se realizó en San José, Costa Rica en junio de 2012. Entre sus objetivos principales estaba la exploración de los grandes desafíos de nuestro tiempo a la luz de las Sagradas Escrituras. Uno de estos retos tiene que ver con la gran explosión de inmigración global. Aunque sería imposible comprobar, es muy probable que haya más inmigrantes en el mundo de hoy que en cualquier otra época de la historia humana. La Organización de Naciones Unidas (ONU) cal-cula que en 2013 unas 232,000,000 personas, o sea, 3.2% de la po-blación global, eran inmigrantes internacionales.1 Esto representa un aumento notable de los 175,000,000 inmigrantes internaciona-les en 2000 y los 154,000,000 en 1990. Estas estadísticas no pueden captar las aspiraciones, los temores, las luchas y los sueños de las personas que emigran, sus familiares y amigos dejados atrás en sus países ni sus nuevos vecinos en las naciones que las recibirán.

Los caminos de la inmigración son complejos. Unos emigran en busca de una vida mejor, mientras que otros están huyendo de la violencia, la guerra o la pobreza. Aunque muchos van del "sur" al "norte", hay aún más personas que emigran de un país en el "sur" a otra nación en el "sur." Se ve este fenómeno mucho en nuestra que-

1 United Nations Department ofEconomic and Social Affairs: Population División - International Immigration. September 11, 2013. esa.un.org/unmigration/ wallchart2013.htm

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rida América Latina. Países con economías más robustas atraen inmigrantes en busca de empleo. Muchos centroamericanos huyen de la violencia en sus países a México. Se estima que unos 500,000 nicaragüenses viven en Costa Rica. Argentina ha sido un destino preferido para otros latinos en busca de trabajo. Según el censo de 2010 había más de un millón de inmigrantes bolivianos, paragua-yos y chilenos que residen en Argentina.

Sea lo que sea la experiencia de cada persona que deja su país, los seguidores de Jesucristo somos llamados a ministrar a los inmi-grantes. Requiere que iglesias locales sean sensibles a sus nuevos vecinos. Es un desafío internacional que toca a congregaciones y gobiernos en el norte y en el sur. Por esta razón, en CLADE V se ha querido explorar el tema de la inmigración desde una perspectiva bíblica pero con un enfoque intencional de una pastoral hacia y con los inmigrantes. Ya que en otras publicaciones la Fraternidad Teológica Latinoamericana ha trabajado los aspectos más persona-les y pastorales de la inmigración, este artículo se concentra más en el contenido bíblico.2

Muchas preguntas surgen alrededor del tema de la inmigración. ¿Qué políticas deben adoptar los gobiernos referente a los inmi-grantes de otros países? ¿Deben abrir sus fronteras a todos o ser selectivos? Para los que sí son admitidos, ¿los gobiernos deben pro-

2 Ver Jorge Maldonado y Juan Martínez, eds. Vivir y servir en el exilio: lecturas teológicas de la experiencia latina en los Estados Unidos. Ediciones Kairos, Buenos Aires: Fraternidad Teológica Latinoamericana, 2007, y en inglés el Journal of Latín American Theology: Christian Reflections from the Latino South (Special Issue on Immigration): 2008:2. Unos miembros de la FTL han escrito libros más extensos sobre el tema de la inmigración, como Daniel Carroll, Cristianos en la frontera: la inmigración, la iglesia y la Biblia. Lake Mary, FL: Casa Creación, 2009. (Existe en inglés como Christians at the Border: Immigration, the Church, and the Bible. Grand Rapids: Baker Academic, 2008.) Ver también, Matthew Soerens y Jenny Hwang, Welcoming the Stranger: Justice, Compassion & Truth in the Immigration Debate. Downers Grove: IVP Books, 2009.

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veerles servicios (como acceso a la educación pública, servicios de salud, oportunidades laborales, etc.) como si fueran ciudadanos? ¿Qué papel tienen las iglesias en acompañar tales inmigrantes des-de su país de origen hasta instalarse en su nueva localidad? ¿Cómo acompañar a los inmigrantes especiales que están en movimien-to continuo, como los campesinos que tienen que mudarse cada quince días para las estaciones de cosechas? ¿Qué respuesta deben dar los cristianos a los inmigrantes "indocumentados"? Las sa-gradas Escrituras nos proveen pistas para responder a estos retos, porque el tema de la inmigración permea la Biblia. Al estudiar las sagradas Escrituras llegaremos a conocer mejor a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Dios es e! dueño absoluto de la tierra

En Génesis, el telón de la Biblia se abre con una descripción del uni-verso. Dios, precisamente porque es Creador, es el "dueño" absoluto de todo, incluyendo la tierra. El Señor ubica la humanidad, tanto el varón como la mujer, en la tierra para cuidarla. De ninguna manera son los seres humanos los "dueños" absolutos de la tierra. Cada per-sona tiene el llamado divino de representar al Señor aquí en la tierra como administrador o mayordomo. Así, la Biblia no concuerda con un capitalismo extremo en que las personas sean los dueños de una propiedad privada ni con un socialismo en que el estado sea el due-ño absoluto. Cualquier sistema económico debe reconocer que Dios es el verdadero dueño y debemos llevar a cabo nuestra mayordomía según la ética de la voluntad divina. El refrán popular "mi casa es tu casa" capta bien la enseñanza bíblica. Precisamente porque el Señor es el dueño verdadero de todo, y nos ha compartido generosamen-te su creación con nosotros, los bienes bajo nuestra administración deben ser compartidos sabia y generosamente con los en necesidad. Eso requiere un radical cambio de paradigma.

La afirmación de que Dios es el dueño de la tierra a menudo se re-petía en las Escrituras hebreas con exigencias éticas tanto para los judíos como para los demás. Durante sus últimos años como "in-

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migrantes" en Egipto, los hebreos sufrían en gran manera bajo las políticas injustas del Faraón. El objetivo de Moisés, en sus múltiples interacciones con el rey egipcio, era enseñarle que "la tierra es del Señor."3 Así, aun en Egipto donde reinaba el Faraón, Dios no tolera-ría las políticas subhumanas realizadas en contra de los inmigrantes.

Esta afirmación también significaba demandas éticas para los ju-díos. Lejos de ser mimados como el pueblo escogido de Dios, tu-vieron que cumplir con una ética más elevada porque habían reci-bido más revelación de Dios.4

En las religiones en la antigüedad, abundaban los dioses locales que favorecían a sus seguidores. Yahweh, el Dios revelado en la Biblia, es diferente. Es el creador de todo el universo como el sal-mista afirmaba: "del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan". Sin embargo, aunque los judíos eran su pueblo escogido, Dios no les dio un paso automático. Dios no toleraría un nacionalismo excesivo. Invitaba a todas las personas, sin tomar en cuenta su raza o nación, para que entraran en su pre-sencia. El requisito era que tuvieran "manos limpias" y "corazones puros". (Salmo 24:1, 4-5) Dado que muchos gentiles llegaron a for-mar parte del pueblo verdadero de Dios, los judíos aprendieron a conocer a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Todo ser humano tiene una dignidad intrínseca

Como hemos visto en la descripción de la creación, los seres hu-manos ocupan un lugar especial de importancia. Dios ha ubicado

3 Éxodo 9:29. Ver también Salmos 24:1-2 y Salmos 146:9.

4 Lucas 12:48 y Romanos 3:1-2 muestran los privilegios y las responsabilidades que acompañan esta revelación adicional. Los primeros capítulos de Amos muestran el respeto mínimo que Dios quiere que se provea para todos inmigrantes, aun por medio de gobiernos seculares. Sin embargo, los seguidores de Jesús deben amar a los inmigrantes como a si mismos, más aun, como al mismo Jesús.

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a los seres humanos como adminstradores o mayordomos de lo creado. La humanidad es la corona de la creación porque hemos sido hechos a la imagen y semejanza del Dios trino (Génesis 1:26). Cada ser humano lleva este Imago Dei, no importa su raza, género, edad o cuánto dinero tenga. Así, cada persona tiene una dignidad intrínseca y vale mucho más que todas las posesiones materiales en el mundo. Esta dignidad y valor inmenso contrastan en gran manera con los valores contemporáneos caídos que dan más prio-ridad al materialismo que a las personas. El paradigma radical que precisamos es que todo ser humano, por ser portador de la imagen de Dios, sea reconocido como un representante y embajador ofi-cial de Dios mismo.

Aun después de su caída en el pecado, los seres humanos siguen portando la imagen de Dios con toda la importancia y las respon-sabilidades derivadas de este rango (Génesis 9:6). Cualquier acción dirigida hacia un ser humano, de hecho, es una acción dirigida al Señor. Esta ética del Imago Dei se ve repetida múltiples veces en toda la Biblia (por ejemplo, ver Job 31:13-23, especialmente v. 15; Proverbios 14:31; Santiago 3:9-10). Sin embargo, el ejemplo más claro de este principio ético se encuentra en Mateo 25:31-46 donde Jesús se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros (los inmigrantes), los desnudos, los enfermos y los prisioneros. Por identificarse con ellos, Jesús los llama sus "hermanos y hermanas." Lo que es aún más sorprendente es que Jesús afirma que el estado eterno de "todas las naciones"5 depende de cómo han tratado a estos "hermanos y hermanas."

Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis her-manos y hermanas, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.... Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos y hermanas, tampoco

5 Mateo 25:32. Esta referencia a "todas las naciones" es significativa porque expresa lo que Dios espera de todas las personas en todos los países. No es una ética limitada a su "pueblo escogido", sean los judíos o los cristianos.

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lo hicieron por mí. Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna (Mateo 25:40, 45-46).

Asi, toda interacción humana se eleva al nivel de un encuentro con Dios. Se conoce a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Los inmigrantes merecen un trato justo y humano

Los judíos, cristianos y musulmanes se unen en considerar al patriar-ca Abraham como primordial en la fundación de su religión. Según la narrativa bíblica Dios estableció un pacto especial con Abraham en el cual todas las naciones del mundo serían bendecidas en él.

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendi-gan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra! (Génesis 12:1-3)

Este pacto es una "bendición transnacional" porque el trato huma-no y benévolo de extranjeros hacia Abraham fue el requisito ne-cesario para recibir la bendición divina por causa suya. De hecho, el caso de Abraham es un paradigma perfecto del trato que Dios quiere para los extranjeros. Emigró de su patria en Jarán y pasó por la tierra de los cananeos. Vivió como extranjero en Egipto. El Fa-raón lo trató muy bien, a pesar de que Abraham le había mentido acerca de su esposa Sara para proteger su propio pellejo. Sin em-bargo, no aprendió la lección muy bien. Repitió la misma mentira al rey Abimélec en Guerar. De nuevo, recibió perdón, esta vez por parte del rey Abimélec quien lo trató bien. Según la Biblia, ambos monarcas recibieron la bendición divina, porque no cumplieron con una definición restringida de la justicia, sino que extendieron misericordia al inmigrante Abraham.

Años después, una hambruna se extendió en la tierra. Los descen-dientes de Abraham emigraron a Egipto. El Faraón los recibió con brazos abiertos y les dio una bienvenida generosa por medio de José:

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La tierra de Egipto está a tu disposición. Haz que se asien-ten en lo mejor de la tierra; que residan en la región de Gosén. Y si sabes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos a cargo de mi propio ganado. (Génesis 47:6)

Tal generosidad por parte de los egipcios inspiro en la legisla-ción normativa del pueblo de Dios. Se les prohibió a los hebreos que maltrataran u oprimieran a extranjeros precisamente porque ellos mismos habían vivido como extranjeros en Egipto (Éxodo 22:21, 23:9).

La hospitalidad benéfica brindada a José y a su familia no se ex-tendió a todos sus descendientes. El crecimiento numérico de los hebreos llegó a ser interpretado como una amenaza a los egipcios,6

lo que resultó en el éxodo. Al salir de Egipto, otras personas de una diversidad de razas ("gente de toda laya") se unieron a los hebreos (Hebreos 12:38). A estos inmigrantes se les dieron los mismos pri-vilegios y responsabilidades que tenían los hebreos. De hecho, toda persona que deseaba unirse al pueblo judío recibiría la misma pro-tección bajo la ley (Levítico 24:22).

Después de su peregrinaje prolongado en el desierto, el pueblo is-raelita estaba preparado para entrar a la tierra prometida. Un epi-sodio interesante sucedió cuando cruzaron el río Jordán. Las tribus de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manases decidieron quedarse en la parte al oriente del río. Para educar a las futuras generaciones acerca de la adoración al Señor, contruyeron un altar junto al río. Cuando las otras tribus escucharon del altar, malinter-pretaron esta construcción como una caída en la apostasía. Los del occidente ofrecieron compartir su tierra con sus compatriotas en el oriente para que no abandonaran la fe verdadera (Josué 22). Es necesario señalar la importancia de esta oferta para el tema de la

6 Con frecuencia, un crecimiento numérico produce preocupación entre los ciudadanos del país receptor. Ver los hispanos en los Estados Unidos o los nicaragüenses en Costa Rica.

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inmigración. Los del occidente tomaron la iniciativa e invitaron a los orientales para que vinieran a compartir su tierra. El bienestar de sus prójimos, incluyendo el aspecto religioso, fue más impor-tante que la posesión exclusiva de "su" tierra. Su invitación ilustra muy bien el refrán "Mi casa es tu casa" y lo extiende aun más, "Mi tierra es tu tierra."

La Biblia reconoce que los inmigrantes, tal como las viudas y los huérfanos, a menudo son víctimas de varios tipos de opresión.7

Por esta razón, Dios mismo es el defensor de extranjeros y de-mandaba que ellos recibieran el mismo trato que los ciudadanos judíos. En muchos momentos Dios vinculaba su señorío con un trato justo a los extranjeros. Sea la posibilidad de recoger lo ex-cedente de las cosechas, de participar en el descanso sabático, de recibir el amor de los judíos, o de tener una igualdad ante la ley, Dios puso su "amén" a estas exhortaciones con la frase "Yo soy el Señor" (Éxodo 20:10; Levítico 19:10; Levítico 19:34; Levítico 24:22; Deuteronomio 31:12).

El rey David provee otro ejemplo pertinente, pero de la opresión injusta a extranjeros. David violó a Betsabé, la esposa del hitita Urías. Cuando ella se quedó embarazada, David trató de cubrir su pecado de varias maneras. Por fin, dio órdenes para que Urías fue-ra asesinado8 en una guerra. Esta narrativa nos muestra que David menospreciaba al extranjero Urías, hasta ordenar su muerte, para evitar inconveniencias egoístas. En lugar de reconocer el valor in-trínseco y grande de cada ser humano, David asignaba o retiraba valor a seres humanos según cómo podrían beneficiarle a él. Algo

7 Frecuentamente en la Biblia se agrupan las viudas, los huérfanos, y los extranjeros como los más oprimidos en la sociedad. Por no tener un varón judío que los defendiera, muchos abusaban de ellos. Ver Salmo 94:6 y Zacarías 7:10.

8 En un sentido literal, David no mató a Urías. Sin embargo, sí dio las órdenes para que Urías fuera abandonado en la guerra, y así, los soldados enemigos lo mataron. Este es un ejemplo claro del pecado estructural. Dios le culpó al rey David por usar las estructuras militares para llevar a cabo su pecado (2 Samuel 11).

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similar sucede hoy en día. Muchos países en el "norte global" es-tán muy dispuestos a proveer visas para extranjeros talentosos o educados (atletas, médicos y otros profesionistas, los ricos, etc.), pero no para los extranjeros pobres o sin "educación". Aunque son entendibles estas políticas que promueven una "fuga cerebral", no reflejan muy bien la verdad que todos los seres humanos son crea-dos a la imagen de Dios y merecen un respeto profundo. Cada ser humano representa a Dios, y por lo tanto, se conoce a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Que hablen las mujeres

Solamente dos libros en la Biblia llevan como título nombres de mujeres: Rut y Ester. En ambos hay una defensa sólida a favor de inmigrantes. Parece que las mujeres, quienes a menudo son vícti-mas de opresión en la sociedad, son muy sensibles al sufrimiento de otras personas oprimidas, incluyendo inmigrantes.

No se puede entender el libro de Rut sin un conocimiento de la legislación judía a favor de los extranjeros. Un judío de nombre Eli-mélec había emigrado a Moab juntamente con su familia para esca-par una hambruna en Israel. Sus dos hijos se casaron, cada uno con una mujer moabita.9 Los tres hombres murieron. Una de las nueras, Rut, cuando llegó a ser viuda insistió en acompañar a Noemí, su suegra, a la tierra de Israel y en proveer sostén para ella. Emigraron al pueblo de Belén porque Rut le había hecho una promesa a Noemí:

Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. (Rut 1:16)

Para proveer para su suegra y para sí misma, Rut empezó a cose-char espigas en un trigal. Durante este tiempo conoció a Booz, el

9 El libro deuterocanónico de Judit también tiene enseñanza clara a favor de los extranjeros. Ver también Proverbios 31:4-9.

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dueño del campo. Después de varias anécdotas interesantes se ca-saron y llegaron a formar parte de la genealogía mesiánica de Jesús (Mateo 1:5). La legislación sobre extranjeros que forma el trasfon-do esencial de este libro se encuentra en Levítico 19:9-10 y 23:22. Basado en la verdad que Dios es el dueño de toda la tierra, Moisés implemento la siguiente legislación:

Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden. No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el SEñOR SU Dios. (Levítico 19:9-10)

Para asegurar que su público captara la importancia de este man-damiento, Moisés lo repitió en un capítulo adelante:

Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen has-ta el último rincón del campo ni recojan todas las es-pigas que queden de la mies. Déjenlas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el SEñOR SU DIOS. (Levítico 23:22)

Lejos de permitir la persecución u opresión de extranjeros, Dios había establecido leyes que les garantizaría el derecho de alimentarse con las cosechas de las tierras judías. Judíos obe-dientes a estas leyes, como Booz, conocieron mejor a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Si el libro de Rut ilustra los derechos de extranjeros en Israel, el libro de Ester defiende los derechos de israelitas en tierras ex-tranjeras. Algunos judíos vivían en Persia, exiliados y lejos de su patria. En una ocasión, el rey Asuero (Jerjes) se enojó con su es-posa, y la destituyó del trono. Para encontrar una nueva esposa, estableció una competencia en la cual muchas mujeres bellas de su imperio participaron. Una mujer judía, Ester, ganó la com-

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petencia y llegó a ser la nueva reina, aunque escondía su raza al rey. Durante este tiempo muchos judíos en Persia sufrían perse-cución. Un consejero del rey Asuero, quien era muy anti-judío, logró que el rey dictara un decreto para "exterminar, matar y ani-quilar a todos los judíos —jóvenes y ancianos, mujeres y niños— y saquear sus bienes en un solo día" (Ester 3:13). La reina Ester intervino, y puso su propia vida en riesgo, para defender a los judíos extranjeros. Tuvo éxito y se anuló el decreto. Así los inmi-grantes obtuvieron la protección legal. Ester conoció a Dios en el rostro de los inmigrantes.

La voz de los profetas

El profeta Amos es muy relevante para nuestra discusión contem-poránea sobre la inmigración. Empieza sus denuncias proféticas al describir los pecados de los países que rodeaban Judá e Israel. Aunque Dios juzga a su pueblo con criterios éticos más elevados, el Señor requiere que todas las naciones vivan según normas bási-cas de interacción humana. En particular, los pecados señalados de Gaza, Tiro, Edom y Amón tenían que ver con la opresión de inmi-grantes. Su trato injusto de extranjeros recibió una severa denuncia por parte del profeta (Amos 1:6-15).

El mundo contemporáneo es bastante complejo con las muchas instituciones (gubernamentales, empresariales, religiosas, etc.) que median acciones entre individuos. Estas instituciones no son moralmente neutrales. También serán evaluadas según los criterios éticos de Dios. Pueden ser utilizadas como estructuras de virtud y de bendición o pueden ser instrumentos de pecado social y de injusticia. En el mundo de Amos, las instituciones humanas fueron evaluadas por el profeta. En el capítulo 4, las esposas eran igualmente responsables por los pecados econó-micos que sus maridos cometieron por ellas. Sus exigencias cre-cientes impulsaron a sus esposos a oprimir a los pobres. Sus demandas insaciables parecen muy similares a las exigencias contemporáneas de accionistas que los presidentes de sus com-

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pañías obtengan más y más ganancias, aunque sea a expensas de los trabajadores.10

El profeta Amos afirma que para ambos, los judíos y los no judiós, necesitan conocer a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Jesús, el inmigrante por excelencia

El Nuevo Testamento empieza con la genealogía de Jesús. No es ac-cidental que muchos de sus ancestros eran extranjeros, como Rut la moabita y algunas personas de mala fama, como Rajab la pros-tituta cananea. Aunque Mateo era el más judío de los cuatro evan-gelistas, a menudo denunció el nacionalismo excesivo del pueblo judío (Mateo 4:12-16, 8:5-13, 15:21-28 y 28:16-20).

La conocida historia del nacimiento de Jesús menciona que no hubo lugar para alojar a María y José en el pueblo de Belén. Los sermones navideños de hoy critican a los residentes de Belén por su falta de hospitalidad, y luego nos invitan para que hagamos lu-gar en nuestros corazones para Jesús. Sin embargo, si Jesús tenía la razón cuando afirmó que lo que hacemos por "uno de sus herma-nos, aun por el más pequeño, lo hacemos por él", (Mateo 25:40) parece más correcto decir que hacemos lugar en nuestros corazo-nes para Jesús cuando hacemos lugar en nuestros países para los extranjeros que quieren quedarse a vivir.

10 Políticas migratorias son estructuras que pueden afectar negativamente a trabajadores. Si restringen el movimiento de la mano de obra, o sea, la inmigración laboral, causan distorsiones en el mercado. En unos países habrá una excesiva oferta de trabajadores, produciendo una baja significativa en sus salarios, mientras que en países vecinos la oferta menor de mano de obra resulta en salarios más altos o, más comunmente, en ganancias excesivas. Si no hay maneras legales de emigrar, las necesidades de unas personas desempleadas les obligarían a buscar caminos no legales de cruzar la frontera y trabajar sin permisos de empleo. Por un lado, ellos recibirán remuneración menor, y por otro lado, los "coyotes" tomarán provecho de estos necesitados.

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Uno de los pocos episodios de la infancia de Cristo narrados en la Biblia muestra al niño Jesús como un refugiado internacional. Para huir del infanticidio ordenado por el rey Herodes, Jesús fue llevado por sus padres José y María a Egipto (otra vez el país de hospitalidad). Jesús el asiático fue bien recibido en el continente africano cuando su vida estaba en peligro. Hoy en día, aunque muchos inmigrantes salen de sus países por razones económi-cas, muchos lo hacen por situaciones de peligro, como una gue-rra o persecución. Durante la guerra fría, las grandes potencias mundiales, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, contribuyeron a muchas guerras civiles, provocando emigraciones masivas, como por ejemplo de El Salvador y Nicara-gua. Si hay buenas razones por recibir inmigrantes en general, hay aun más razones de recibir a los refugiados que están huyendo de guerras u otras situaciones peligrosas, especialmente si su país ha contribuido a dicha crisis.

Una de las conversaciones más conocidas de Jesús fue con una mu-jer samaritana. Los samaritanos y los judíos normalmente no se trataban. De hecho, hacían muchos esfuerzos para no relacionarse. Sin embargo, Jesús intencionalmente llevó a sus discípulos a Sa-maría para confrontar las barreras políticas, religiosas y raciales que dividían estos dos grupos. Afirmó que personas de todas las naciones serían recibidas por Dios si lo adoraran en Espíritu y en verdad (Juan 4:1-42).

En los múltiples encuentros de Jesús con extranjeros, a menudo eran precisamente estos inmigrantes que conocían a Dios. Jesús alabó la fe de la mujer sirofenicia y expulsó a un demonio de su hija (Marcos 7:20-24). En una manera similar, aprobó la fe de un centurión romano y sanó a su siervo (Mateo 8:5-13). Cuando Jesús sanó a diez leprosos, solamente uno de ellos volvió para darle las gracias a Jesús, y él era samaritano (Lucas 17:11-19).

Jesús también utilizó inmigrantes como ejemplos en su enseñanza. Todos conocemos la parábola del buen samaritano, el héroe de la

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historia porque se detuvo para ayudar al víctima junto al camino (Lucas 10:25-37). Los samaritanos eran inmigrantes, medio parien-tes de los judíos, pero con diferencias en su práctica de la fe. Como es común en relaciones con inmigrantes extranjeros, un grupo me-nosprecia al otro. Los judíos no se llevaban con los samaritanos, por sentido de superioridad, por diferencias religiosas, o tal vez por miedo. Jesús forzó a sus discípulos que miraran al samaritano, al inmigrante odiado, como representante fiel de Dios. Los discípulos necesitaban conocer a Dios en el rostro de los inmigrantes.

La iglesia primitiva y los inmigrantes

Lamentablemente, uno de los primeros pecados que emergió en la iglesia primitiva tuvo que ver con la inmigración. En los siglos pre-vios a la vida de Jesús, muchos judíos se habían esparcido por todo el Imperio Romano. Se habían adaptado a sus nuevos contextos en lenguaje, cultura y costumbres. Surgieron numerosas sinagogas por todo el imperio. Se tradujeron las sagradas Escrituras hebreas (nues-tro Antiguo Testamento) a griego, la Septuaginta, para el uso de ju-díos helenizados. De vez en cuando, unos de estos judíos helenizados regresarían a Palestina para residir y eventualmente morir en la tierra prometida. Entre los primeros integrantes de la iglesia primitiva ha-bía varias viudas helénicas. En el ministerio diario de la distribución de los alimentos, estas viudas inmigrantes fueron menospreciadas y no recibieron su porción. Al enterarse de este problema, los apóstoles tomaron una decisión radical. Nombraron a siete varones helénicos, los famosos diáconos, para asegurar una distribución buena y justa para las viudas.11 Aunque este tipo de prejuicio abundaba en la socie-dad, la iglesia no debiera tolerar dicho prejuicio entre sus filas.

El evangelio creció rápidamente por todo el Imperio Romano, en gran parte por medio de movimientos migratorios. El evangelio se extendió

11 Hechos 6:1 -7. El hecho que los siete varones eran judíos helénicos se nota por sus nombres griegos, ej. Esteban.

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Sigamos a Jesús en su Reino de Vida

más allá de Jerusalén por la persecución religiosa que sucedió en la ciudad en contra de los seguidores de Jesús (Hechos 8:4ss). Años des-pués, Priscila y Aquila, juntamente con muchos cristianos de trasfon-do judío, fueron obligados a salir de Roma, pero llevaron la semilla del evangelio a los cuatro vientos del imperio. Sin duda, el trabajo evange-lístico del apóstol Pablo no habría alcanzado los niveles que logró sin la libertad que experimentó el apóstol Pablo como ciudadano romano. (No es especular mucho el suponer que si Pablo viviera hoy, preferiría no tener que esperar en una fila por una visa que nunca llega.) Desde su experiencia, él argumentaría que el evangelio se extiende más rápi-damente cuando las fronteras políticas no restringen el movimiento.

Terminamos este breve panorama de los ejemplos de inmigración en la Biblia con dos referencias en las cartas generales. Las palabras del apóstol Pedro vienen a la mente. Les escribió a los seguidores de Je-sús para que se consideraran como "extranjeros y peregrinos en este mundo", o sea, como personas sin patria pero quienes han llegado a ser el pueblo de Dios (I Pedro 2:9-11). La Epístola a los Hebreos es aún más explícita. Los héroes de la fe reconocieron que eran "ex-tranjeros y peregrinos en la tierra" (Hebreos 11:13). Por esta razón, "Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad" (Hebreos 11:16). En el pensamiento apostólico, los símbolos de extranjero y peregrino captan bien la esencia de la iglesia, porque Dios quiere que su pueblo sea inmigrante y ama a los inmigrantes. La iglesia conoció mejor a Dios en el rostro de los inmigrantes.

Conclusión

Hemos visto que el tema de la inmigración permea las páginas de la Biblia. En general, podemos captar la perspectiva divina sobre los principios éticos que deben regir una política hacia los inmi-grantes. Sin embargo, no es tarea fácil poner en práctica la Palabra de Dios sobre la inmigración hoy. Los contextos bíblicos están lejos de nosotros, en términos de tiempo, costumbres y cultura. Los pá-rrafos siguientes intentan ayudar a seguidores de Jesús en tanto se esfuerzan para poner por obra sus enseñanzas.

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Luis Scott - Dios en el rostro de los inmigrantes

Un aspecto importante de la enseñanza bíblica tiene que ver con las leyes sobre la inmigración, especialmente en la legislación mosaica. ¿Cómo traducimos estas leyes dadas a los judíos hace más de tres milenios a nuestros contextos hoy? Cada uno de nuestros países tiene su propia legislación hacia los refugiados e inmigrantes. Tienen reglas sobre visas de trabajo, definiciones de refugiados y tradiciones de políticas "abiertas" o "cerradas" referente a los inmigrantes. ¿Cómo podemos los cristianos te-ner influencia en la política de nuestras naciones para mejorar dicha legislación, haciéndola más justa y generosa? Urge que los cristianos en cada país elaboren literatura que describe la histo-ria y la situación actual de la política en su país y sus propuestas para transformarla.12

Hay áreas no gubernamentales donde la iglesia tiene mucho tra-bajo para realizar, especialmente en la transformación de la socie-dad y la cultura. En nuestros países, existe abundante racismo y prejuicio racial en contra de los inmigrantes. Aun cuando tienen un estado legal, los inmigrantes sufren abusos por su raza o na-cionalidad, sean bolivianos en Argentina, nicaragüenses en Costa Rica o mexicanos y centroamericanos en los Estados Unidos. En nuestras iglesias debemos predicar los pasajes bíblicos en los cuales Jesús atacaba el racismo y el nacionalismo excesivo de su época. También debemos desenmascarar el racismo sutil de los medios masivos: la televisión, las películas, y los anuncios.

Un espacio en que muchas iglesias pueden involucrarse es un mi-nisterio específico para y con los mismos inmigrantes. Pueden proveer espacios de oasis en una sociedad hostil donde domina

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el rechazo y la discriminación.13 Pueden aportar a los inmigrantes una orientación útil sobre las costumbres de su nuevo "hogar". Si los inmigrantes tienen una lengua diferente de la usada en el país, las iglesias pueden ofrecer clases. Las iglesias pueden incorporar a los inmigrantes en sus cultos y otros ministerios, haciendo que su propia congregación sea más abierta a la diversidad cultural.

La masiva inmigración contemporánea es un desafío enorme para países e instituciones. Sin embargo, para la iglesia de Jesucristo, es una oportunidad de demostrar el gran amor de Dios. Requiere un cambio de paradigma, un cambio de perspectiva, un cambio radical en nuestra manera de entender la vida. Es una gran opor-tunidad de conocer mejor a Dios, el Dios que se revela en el rostro de los inmigrantes.

12 Admitimos que incursiones cristianas en la política no son fáciles. En muchas ocasiones no han sido ni sabias ni dignas de Jesús. Sin embargo, hay pistas que pueden orientarnos es esta tarea. Ver, por ejemplo, los varios trabajos de Paul Freston, Tomás Gutiérrez, Darío López, y el libro clásico de la FTL: Pablo Alberto Deiros, ed. Los evangélicos y el poder político en América Latina. Grand Rapids: Eerdmans, 1983.

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13 Ver el ejemplo de la iglesia Anabautista Menonita en Buenos Aires con los inmigrantes bolivianos: http://www.menonitas.org.ar/.

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