Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en … · Esto no significa simplemente que las palabras de Jesús son Palabra de Dios; además, significa que Jesús en persona

IGLESIA PAZ DIVINA LA COMUNIDAD DISCIPULOS DE JESÚS

PREDICACION EXPOSITIVA PASTOR JAVIER FERNANDO VALDÉS SOTO

JESUS: PALABRA DE DIOS Hebreos 1:1-2

1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, Damos gracias a Dios por su iniciativa al buscar establecer comunicación con nosotros. Dios ha hablado y solamente por esa acción misericordiosa tenemos acceso a la comunión con Él. La misma Biblia nos da a conocer nuestra realidad: “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” Romanos 3:11 “Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios” Efesios 4:18 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” 1ªCorintios 2:14 Es por estas razones que era Dios quien debía, en su bondad hacia nosotros, tomar la iniciativa de hablarnos. Solo entonces podríamos nosotros salir de nuestras tinieblas y encontrarnos con el verdadero Dios; no ese “dios” que en nuestros sueños y pesadillas inventamos, sino nuestro verdadero y amado Padre celestial. Si Dios no hubiera hablado, si no hubiera dado a conocer la Verdad, nosotros estaríamos perdidos en un mundo de tinieblas, ajenos a la vida abundante en El.

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En el pasado Dios habló; lo hizo en partes, la revelación del mensaje de Dios para nosotros fue progresiva, acumulativa; Dios utilizó muchos medios para dar a conocer su mensaje: visiones, visitas personificadas, sueños, voz audible, etc. “La mano de Yahvéh vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Yahvéh, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de hueso” Ezequiel 37:1 “Entonces respondió Yahvéh desde un torbellino, y dijo” Job 38:1 “Palabra de Yahvéh que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras” Jeremías 18:1-2 Dios habló por medio de profetas; sin embargo, esto pertenece al pasado. La construcción gramatical en griego, sugiere que ya cesó esa era. “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” 2ªPedro 1:21 1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; “Postreros días” es traducción de una frase que en el Antiguo Testamento denota la época en que las palabras de los profetas iban a cumplirse; su uso aquí significa que con la llegada de Jesús inicia la era del cumplimiento. Los “postreros días” es el periodo que abarca desde la llegada de Jesús a la tierra hasta el fin del mundo; una era que ya lleva 2,000 años, cierto, pero el periodo que abarca desde el llamamiento de Abraham hasta la llegada de Jesús también abarcó 2,000 años y fue con Abraham que inicia el proyecto de Dios de formar un pueblo de fe.

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Lo que sabemos con certeza plena es que ahora estamos viviendo el último periodo de la historia humana aquí en la tierra, sabemos que todas las profecías referentes al Mesías se han cumplido y que solamente faltan aquellas que tienen que ver con el nuestro encuentro con Jesús en las Bodas del Cordero. “Nos ha hablado por el Hijo”. Una traducción más apegada al idioma original: Dios nos ha hablado “como Hijo”. Dios ha tomado la forma de “Hijo” para comunicar su voluntad a la humanidad, ya no envió emisarios (profetas), ahora nos ha hablado tomando la forma de un ser humano, de Jesucristo, de “Hijo”. Como veremos más adelante, es Dios mismo, en forma personal y corporal, “como Hijo”, que nos ha hablado. A esto se refiere Juan cuando llama a Jesús el “Verbo”, esto es la Palabra de Dios en acción: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” Juan 1:14 Esto no significa simplemente que las palabras de Jesús son Palabra de Dios; además, significa que Jesús en persona es la Palabra definitiva de Dios, su mensaje clímax para la humanidad. Por eso Jesús declara triunfal: “Y el que me ve, ve al que me envió” Juan 12:45; al ver a Jesús vemos a Dios; es por eso que es tan importante conocer a Jesús por medio del estudio de los Evangelios. Es una emocionante aventura el poder reunirse en ambiente fraternal y bajo la iluminación y guía del Espíritu Santo para leer juntos y entender uno de los cuatro Evangelios, de principio a fin y así tener un encuentro verdadero con Jesús. Y como dijo Jesús: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” Juan 6:47 Si aún no tienes esta bendición, en compañerismo lean el Evangelio de Juan o el Evangelio de Marcos, será emocionante.

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Cuando Jesucristo vino, la Palabra hablada de Dios fue, por cierto, la Palabra final de Dios. La historia de la revelación divina es una historia de progresión hacia Jesucristo. En la fase actual de la historia de salvación, Dios ha hablado con tal perfección que no se da lugar para una etapa posterior. Por eso Pablo advierte: “…os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta…nadie os engañe…” 2ªTesalonicenses 2:1-3 ¡Cuidado! Aún hay muchos que pretender tener visiones o sueños o un mensaje de Dios aparte de lo que Dios ha dado a conocer en la Biblia, pretenden ser nuevos profetas al estilo de los del Antiguo Testamento, no te dejes engañar. La Verdad del mensaje de Dios está en la Biblia, leída bajo la guía del Espíritu Santo y rodeados del ambiente fraternal de la iglesia en la que Dios te ha integrado. Así, debemos tener la misma actitud de aquellos hermanos que nos han legado un ejemplo digno de imitar: “Y éstos eran más nobles…pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” Hechos 17:11 Es cierto, a nuestro alrededor todo es gris y desesperanza, la gente tiene miedo y se siente sola y confundida ¡pero Dios ya habló! Y eso lo cambia todo Ya no tenemos porque vivir en las tinieblas, podemos venir a la luz de la verdad y encontrarnos con Jesús para vivir una verdadera vida abundante y con propósito, en comunión de amor con nuestro amado Padre celestial. Y tenemos una bella promesa a nuestra disposición: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” Isaías 26:3

Por tanto “sigamos la verdad en amor” Efesios 4:15 AMEN JFVS

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PREDICACION EXPOSITIVA

JESUS: HEREDERO Y CREADOR Hebreos 1:2

1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; Comenzamos el mensaje de hoy, en la segunda parte del v2; el v1 y la primera parte del v2 constituyen el mensaje anterior, en el que aprendimos que Dios ha hablado definitivamente en “el Hijo”. En Él todas las promesas de Dios se encuentran con la respuesta “¡Sí!” que sella su cumplimiento a su pueblo y evoca de nuestra parte una entusiasta respuesta “¡Amén!” (2ªCorintios 1:20) Ahora, en los vv2-4, el autor de esta Carta quiere enfatizar siete hechos acerca del “Hijo” que muestran su grandeza divina y exponen la razón por la cual la revelación dada en Él es la más grande que Dios puede dar:

(a) Dios lo ha constituido “heredero de todo” (v2) (b) Fue a través de Él que Dios “hizo el universo” (v2) (c) El es el “resplandor de la gloria de Dios” (v3) (d) El es la imagen misma de la sustancia de Dios (v3) (e) El sustenta todas las cosas “con la palabra de su poder” (v3) (f) El ha efectuado la purificación de nuestros pecados (v3) (g) El “se sentó a la diestra de la Majestad” (v3)

Lo primero que apreciamos es que Jesucristo es “heredero” de Dios. Estas palabras hacen eco de la profecía contenida en Salmo 2:8, dirigida a uno que es a la vez el Ungido del Señor y además es aclamado por Dios como su Hijo: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”.

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Por esto, era vana la tentación de Satanás de querer darle a Jesús los reinos de la tierra que, por derecho, le pertenecen a Dios y le serían dados por herencia (Mateo 28:18) Como vanas son todas las tentaciones que Satanás pone delante de nosotros, como si él fuera capaz de brindarnos algo para nuestro bien, para nuestra paz. Por eso dice la Biblia: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces…” Santiago 1:17 No te desesperes, no sigas el sendero que te propone el maligno, no cedas ante la tentación, no elijas pagar mal por mal En Jesús está: La verdadera paz La verdadera dicha La verdadera vida Entonces, escúchalo con atención y amor. “Heredero”. Todo lo que existe en el cosmos es propiedad de Dios, y por su propia voluntad lo ha heredado al “Hijo”; esto quiere indicar que el único con derecho a reclamar el cosmos como propiedad suya es Jesucristo. Aún nuestra vida es su herencia, todo cuanto existe le pertenece. Es ingenuidad nuestra el pretender que nuestra vida o nuestra alma nos pertenecen, que la naturaleza o la vida de otros son propiedad nuestra, que el futuro o lo que sea puede estar bajo nuestro control. Todo le pertenecer, por herencia, a Jesucristo; Él es el verdadero dueño de todo. También, quiere decir, que nada ni nadie tiene control absoluto sobre tu vida; no hay maleficios, ni maldiciones, ni conjuros, a los que estés esclavizado. Tu vida le pertenece a Jesús y si estableces una correcta comunión de amor con Él podrás gozar de la vida abundante y con propósito que Él ha diseñado para ti.

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Todas esas cadenas que las personas arrastran por la vida, toda esa esclavitud amarga en que las personas creen estar, es solo una ilusión, una mentira fabricada por el “padre de las mentiras”; las apariencias engañan ¡Ya basta! Declara tu libertad en Cristo Jesús, sepulta toda una vida de esclavitud y resucita, por fe, a una nueva vida con Cristo Jesús. “Hizo el universo”. Esta palabra “universo” quiere abarcar todo lo creado en espacio y tiempo. En Génesis 1:1 se declara que es Dios quien “hizo” el universo; aquí se nos amplía la declaración para reconocer a Jesús como aquel que dio forma al Cosmos. En referencia a Jesús, Pablo afirma: “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visible e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” Colosenses 1:15-17 “Primogénito” aquí no quiere decir que Jesús fue creado primero, sino que Él ocupa la posición de “primogénito”, es decir, de heredero. El apóstol Juan afirma de Jesús: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Juan 1:3 Pero más importante hoy para nosotros y en relación directa con lo anterior: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” Juan 1:4-5

Jesús hoy ilumina nuestra existencia para darnos verdadera vida y las tinieblas no prevalecen en la vida de quien ha iniciado su peregrinar con Jesús a través de su Palabra.

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Ven tú también a Jesús, abandona esa existencia de tinieblas y acude a la Luz brillante que se refleja en la Palabra de Dios para que tengas vida, verdadera vida en Jesús ¡únete ya a un grupo de estudio bíblico en ambiente fraternal! El universo, nuestro planeta, nosotros mismos, no somos el resultado del azar o del accidente; somos creación de Jesús; por tanto a él pertenecemos. Tú fuiste creado por Jesús para un propósito. No desperdicies tu vida en los afanes de este mundo materialista, viviendo una vida superficial y vana; busca en la Biblia ese encuentro con Jesús que de sentido a tu existencia. Recuerda lo que Jesús dice: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10 Todo esto tienen correspondencia directa con Hebreos 2:1, que dice: “por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” Puesto que Dios ha hablado por Jesucristo, nosotros debemos prestar toda nuestra atención a la enseñanza de Jesucristo revelada en la Biblia, en especial en el Nuevo Testamento y particularmente en los Evangelios. Un verdadero cristiano es aquel que estudia su Biblia para obedecer y la estudia en el ambiente fraternal de un grupo de discipulado y en especial, estudia los Evangelios en el ambiente fraternal de un grupo de discipulado. Con entusiasmo y expectación perseveremos en nuestros grupos de estudio bíblico, esta es la voluntad de Dios para nosotros. AMEN JFVS

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JESUS: RESPLANDOR E IMAGEN DE DIOS Hebreos 1:3

1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, Comenzamos el mensaje de este día con lo que bien puede ser un himno que exalta los atributos divinos de Jesús. Aquellos que han experimentado el poder salvador y transformador de Jesús y su Evangelio en su experiencia de conversión, testifican con cantos entusiastas de gratitud a Dios todo el poder misericordioso de Jesús experimentado en sus vidas. “Resplandor de su gloria”: brillo que irradia una fuente de luz. El Hijo de Dios es luz de Dios; la luz refulgente que es “de la misma esencia” que la fuente de luz. Así como el resplandor del sol llega a esta Tierra, así Jesucristo, la luz gloriosa de Dios, brilla en los corazones de las personas. Jesús no es un resplandor pasivo, como el brillo de la luna que refleja pasivamente la luz solar, su luz no es de la misma esencia que la luna, es luz del sol. Jesucristo es el resplandor activo de Dios, como la luz del sol, que es la manifestación de la gran actividad solar.

Jesús es la brillante manifestación visible de Dios a la humanidad.

Cuando levantamos nuestro rostro en dirección al sol, sentimos inmediatamente algo de su poder y sentimos gran respeto ante él, nos protegemos de sus poderosos rayos uv e intuimos, apenas, el enorme poder que despliega en su resplandor. Así, Jesús es el resplandor brillante de la gloria de Dios mismo.

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Nosotros teníamos “el entendimiento entenebrecido” (Efesios 4:18), por mucho que nos esforzáramos en razonamientos, jamás lográbamos salir de las tinieblas, de la soledad, de la amargura, del miedo, de la desesperanza. “…se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:21-22) Llevábamos una existencia sin comunión con Dios y puesto que “Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él” (1ªJuan 1:5) nuestra lejanía de Dios era notoria por esas densas tinieblas en las que pretendíamos existir. Pero “la luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella…aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo…mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:5-12) Ahora, cada uno de nosotros estamos saliendo de las tinieblas y acudimos con expectación hacia la luz maravillosa de la presencia de Dios manifestada en Jesús y accesible a nosotros por medio de la Biblia: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105) Toma tu Biblia, reúnete en un grupo que en ambiente fraternal estudie la Biblia y descubre la luz que puede iluminar tu entendimiento para vida y vida abundante. “Imagen misma de su sustancia” La palabra “imagen”, en griego, viene del verbo “grabar” y se utiliza en relación a la impresión de monedas y sellos; Jesús es “la imagen misma de lo que Dios es” (VP) Jesucristo es la representación corporal exacta de Dios: “El que me ve, ve al que me envió” (Juan 12:45)

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Tomando las dos declaraciones, Jesús es “resplandor” y es “imagen”, Pablo expresa: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2ªCorintios 4:3-4) El Evangelio es la luz que ilumina nuestro entendimiento para salir de las tinieblas y venir a la comunión de amor con Dios; pero esa luz es Jesús mismo y esa luz es el resplandor de Dios mismo. Además, Jesús es la manifestación material del Dios espiritual: “El es la imagen del Dios invisible…” (Colosenses 1:15) Lo que Dios es esencialmente, se ha hecho manifiesto en Jesucristo. Ver a Jesús es ver cómo es el Padre. De vital importancia para cada cristiano es tener un conocimiento claro del ministerio terrenal de Jesús, descrito en los Evangelios. No podemos decir que somos cristianos a menos que hayamos leído y entendido a lo menos uno de los Cuatro Evangelios. Siempre será una emocionante aventura “caminar con Jesús” a través de las páginas de uno de los Cuatro Evangelios y nuestros hermanos recién convertidos deben disfrutar de esta bella experiencia de encuentro con Jesús. Descubriendo las palabras, acciones y actitudes de Jesús, relatadas en los Evangelios, lograremos tener una “imagen de Dios”, sabremos cómo es Dios. “Sustenta todas las cosas con la palabra de su poder”. Este “sustentar” da la idea de “llevar”. Jesucristo “lleva” todas las cosas hacia una meta. Es Jesús quien da orden al universo, quien brinda la armonía que nos permite ver la luz del sol cada mañana; por Jesús todo se conserva en su “orden” natural; pero no sólo esto, sino que Jesucristo conduce a la totalidad del cosmos hacia una meta, existimos con un propósito.

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Hoy podemos decidir qué posición tomar con respecto a la meta de la vida: el encuentro con Jesucristo; quien escucha a Jesucristo entiende el propósito para su vida. Jesús mantiene un orden natural para preservar la vida humana, con un propósito, llevar a la humanidad al encuentro con Él: “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11) “La palabra de su poder”: “su poderosa palabra”. En Génesis 1 Dios habló y fue creado todo; la Palabra de Dios tiene poder creativo y sustentador. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesús y por fe aceptamos; esta Palabra crea en nosotros vida nueva y nos sostiene a lo largo de nuestra vida llevándonos al encuentro con Jesucristo en su regreso triunfal. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” Isaías 55:11 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” Romanos 10:17 Por tanto: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” 1ªPedro 2:2 Todo lo que necesitamos saber de Dios está contenido en Jesús, por tanto, nuestra principal actividad es conocer a Jesús por medio del estudio de la Biblia en ambiente fraternal y al hacerlo nuestra vida será iluminada para salvación. AMEN JFVS

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JESUS: REY SALVADOR Hebreos 1:3-4

1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, Continuación del mensaje anterior, el texto de la Carta a los Hebreos exalta algunos de los atributos divinos de Jesús. Ahora pasamos de aquellos atributos cósmicos de Jesús a su acción salvadora que ofrece para nosotros una opción de vida y vida abundante. “Purificación de nuestros pecados”. Jesucristo es el que nos limpia de todo pecado; es a Jesús a quien debemos acudir para resolver el problema del pecado en nuestra vida y el problema es que el pecado produce muerte. La referencia aquí corresponde a la eficacia purificadora de su entrega voluntaria en la cruz del Calvario para el perdón de nuestros pecados: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir…con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mudo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros…habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos…por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1ªPedro 1:18-23) Este pasaje que acabamos de leer entrelaza el sacrificio de Jesús, su sangre derramada, con nuestra salvación; esta salvación se describe como un “rescate”, como una liberación de la esclavitud en la que estábamos.

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También entrelaza esta purificación que la sangre de Jesús realiza en nuestra vida con nuestra “obediencia a la verdad”, obediencia que es posible gracias a la acción del Espíritu en nuestra vida por medio de la Palabra de Dios, la Biblia. Este “rescate”, esta “purificación”, tienen un propósito: “el amor fraternal no fingido”; para esto somos “renacidos por la Palabra de Dios”, para vivir en comunidad de amor fraternal: ¡Esta es la idea de Dios! La iglesia es una comunidad integrada por personas que han sido rescatadas por la sangre de Jesús de las garras del pecado, purificadas por la obediencia a la Biblia mediante la acción del Espíritu en el creyente y renacidas para vivir en comunidad de amor fraternal. Por eso dice el apóstol Juan: “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” 1ªJuan 1:7 El énfasis que se subraya en todo esto es que al purificarnos de nuestros pecados, el “Hijo” ha realizado algo que ningún otro ser hubiera podido hacer. Solamente en Jesús hay salvación y solamente su sangre preciosa nos limpia de todo pecado; a nadie más deberíamos acudir para tener acceso al Padre: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12 “Se sentó a la diestra de la Majestad”. Jesús está sentado a la derecha de Dios Padre en el cielo; así lo declaró triunfalmente Jesús ante el concilio: “Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios” (Lucas 22:69) Pablo expresa el mismo pensamiento en un lenguaje diferente al decir que Cristo “subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” (Efesios 4:10) que “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9)

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La figura de “sentarse” nos habla de un príncipe (hijo del rey) que vuelve victorioso de la batalla, se sienta porque ha vencido, a concluido con éxito su misión.

Jesucristo a derrotado a Satanás en la cruz del Calvario: “Y a vosotros, estando muertos en pecados…os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:13-15)

Jesús es rey victorioso y no hay poder que le sea rival, consumada es nuestra salvación y la iglesia celebra la victoria de Jesús. Por lo tanto, la grandeza del Hijo de Dios recibe siete confirmaciones:

1. Dios lo ha constituido heredero de todo 2. Fue a través de Jesús que Dios hizo el universo 3. Jesús es el resplandor de la gloria de Dios 4. Jesús es la imagen visible de Dios 5. Jesús sustenta todas las cosas por su poderosa palabra 6. Jesús ha efectuado la purificación de nuestros pecados 7. Jesús se ha sentado victorioso a la derecha de Dios.

1:4 hecho tanto superior a los ángeles, cuando heredó más excelente nombre que ellos.

Esto no se refiere a su naturaleza sino a su ministerio; Jesús posee un ministerio superior a cualquier ángel, es nuestro Salvador, que nos purifica, da nueva vida, sustenta y da propósito a nuestra existencia; El es la voz autorizada de Dios.

El “nombre” o título que solamente Jesús es digno de recibir, es el de nuestro Gran Sumo Sacerdote (4:14), nadie fuera de Jesús debe recibir tal nombre, solamente Jesús es nuestro único y suficiente Salvador y nuestro único mediador.

A partir de Jesucristo todo ha cambiado radicalmente. También, cuando Jesús llegó a nuestras vidas todo cambió, fuimos purificados de nuestros pecados, por tanto gozamos de paz con Dios y ahora somos sustentados por su Palabra, que nos da gozo y somos dirigidos por Él a una vida abundante y con propósito, llena de su amor. AMEN



JESÚS: EL UNICO HEBREOS 1:5

1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí Hijo? En los vv2-3 el autor de la Carta exalta 7 atributos divinos de Jesús. En los vv5-14, interesantemente, cita 7 pasajes del Antiguo Testamento para exaltar a Jesús como superior a los ángeles. En la época que se escribió esta carta, gente judía que se infiltraba en las iglesias, sin una verdadera experiencia de conversión, confundían a los creyentes con ideas falsas acerca de los ángeles y su supuesta capacidad de interceder por los seres humanos ante Dios; estas ideas, combinadas con falsas enseñanzas de la filosofía griega y las religiones animistas (los que creen es espíritus y maleficios) pretendían crear una sucesión de seres intermediarios entre Dios y el hombre para así dar forma a una religión basada en rituales muy elaborados. El propósito de esta Carta y de otras Cartas del Nuevo Testamento, es el de enseñar la verdad acerca de que solamente Jesús es nuestro único intermediario entre Dios y nosotros, sólo Él tiene autoridad para interceder por nosotros, sólo Él nos representa ante Dios, sólo Él nos salva. Y nosotros: ¿A quién le pedimos que interceda por nosotros? ¿En quién confiamos para el sustento diario? Jesús es nuestro único y suficiente salvador.

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En 1:4 el autor de la Carta ha expresado: “hecho tanto superior a los ángeles, cuando heredó más excelente nombre que ellos” Esto no se refiere a su naturaleza sino a su ministerio; Jesús posee un ministerio superior a cualquier ángel, El es nuestro Salvador, que nos purifica, da nueva vida, sustenta y da propósito a nuestra existencia. El es la voz autorizada de Dios. El “nombre” o título que solamente Jesús es digno de recibir, es el de nuestro Gran Sumo Sacerdote (4:14), nadie fuera de Jesús debe recibir tal nombre, solamente Jesús es nuestro único y suficiente Salvador y nuestro único mediador. En este v4 se declara la superioridad de Jesús sobre los ángeles; ahora, en v5, el autor de la Carta dice que Dios ha llamado “Hijo” exclusivamente a Jesús; ningún ángel comparte esta relación con Dios; para probar este argumento, el autor de la Carta utiliza citas del Antiguo Testamento. La primera cita “mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy” es del Salmo 2:7, la cual solo podía ser explicada como referente a Jesús, solo El es Hijo de Dios. Estas palabras nunca fueron dirigidas a ningún ángel de parte de Dios. Cuando Jesús se bautizó, recibió del cielo la confirmación de su naturaleza: “Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Marcos 1:11) no que Jesús necesitase de esta confirmación, sino como testimonio para todos sus discípulos, incluidos nosotros. Estas palabras de Dios Padre a Jesús tienen su antecedente profético: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento…” (Isaías 42:1) por tanto, Dios Padre tiene su contentamiento en Jesús y nosotros al tener comunión con Jesús y reconocerlo como único y suficiente salvador, superior aún a los ángeles, entramos en esa esfera de “contentamiento” y disfrutamos de ese ambiente de “paz divina”.

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En Jesús se contenta Dios Padre, en Jesús está nuestro contentamiento. Ya deja de buscar tu “contentamiento en “los afanes de este siglo y en el engaño de las riquezas”; acepta la invitación de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30) La palabra “engendrar” se refiere a que Jesús procede de la misma naturaleza de Dios; no es que Dios lo creó, sino que Jesús posee naturaleza divina. Jesús no procede de la tierra, Jesús ha venido de la presencia de Dios. La palabra “hoy” tiene relación directa con el Salmo 2, el cual se utilizaba como canto de alabanza en referencia a la coronación del “Ungido de Yahvéh”. En los servicios de adoración, se entonaba este Salmo 2 en el entendido de que un día vendría a la tierra el “Ungido” (en hebreo: Mesías; en griego: Cristo) para derrotar a todas las fuerzas del mal y establecer el eterno Reinado del Mesías. Al utilizar esta cita en referencia Jesús, el autor de la Carta declara que Jesús es el “Ungido de Yahvéh” y que ya ha sido coronado como Rey; a esto se refiere Jesús cuando dijo: “…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18) Esta coronación se efectuó después de la resurrección de Jesús, como lo expresa Pablo: “que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4)

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Aquel que fue el Hijo de Dios desde la eternidad fue coronado, o en palabras del Salmo 2, engendrado como Rey absoluto después de su obediencia en la cruz y su resurrección. Jesús es Rey y nadie está por encima de Él; además Él es nuestro salvador en quien podemos confiar nuestra vida. La segunda cita “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” proviene de 2º Samuel 7:14; profecía de Natán referente a Salomón, hijo de David, prometía que un descendiente de David construiría el Templo para Dios, si bien Salomón cumplió con esta profecía, a un nivel más profundo estas palabras del profeta Natán apuntan a Jesucristo (así lo interpreta la Carta a los Hebreos, por inspiración divina), verdadero y único Hijo del Padre y el constructor de un templo mucho más maravilloso para Dios, Su Iglesia: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1ª Pedro 2:4-5) El cumplimiento de la antigua promesa hecha a través de Natán se celebra claramente en las palabras de anunciación de Gabriel a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32-33) Pablo lo confirma: “acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:3-4) Deja ya todo intermediario, solo en Jesús hay salvación, solo en Él hay contentamiento, solo bajo su guía tendremos descanso y paz divina. AMEN JFVS

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JESÚS: PRIMOGENITO HEBREOS 1:6

1:6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. En los vv2-3 el autor de la Carta exalta 7 atributos divinos de Jesús. En los vv5-14 cita 7 pasajes del Antiguo Testamento para exaltar a Jesús como superior a los ángeles. En la época que se escribió esta carta, gente judía que se infiltraba en las iglesias, sin una verdadera experiencia de conversión, confundían a los creyentes con ideas falsas acerca de los ángeles y su supuesta capacidad de interceder por los seres humanos ante Dios; estas ideas, combinadas con falsas enseñanzas de las religiones animistas (los que creen es espíritus y maleficios) pretendían crear una sucesión de seres intermediarios entre Dios y el hombre para así dar forma a una religión basada en rituales muy elaborados. El propósito de esta Carta y de otras Cartas del Nuevo Testamento, es el de enseñar la verdad acerca de que solamente Jesús es nuestro único intermediario entre Dios y nosotros, sólo Él tiene autoridad para interceder por nosotros, sólo Él nos representa ante Dios, sólo Él nos salva. Y nosotros ¿A quién le pedimos que interceda por nosotros? ¿En quién confiamos para el sustento diario? Jesús es nuestro único y suficiente salvador. “Otra vez”, señala una cita más para resaltar la superioridad de Jesucristo. Se lo llama “Primogénito” no porque haya sido creado primero, sino más bien porque en referencia a todos lo creado Él ocupa el lugar del “primogénito”, porque Él es el heredero de todo lo creado:

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“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:15-17)

El título de “Primogénito” es dado al “Ungido de Yahvéh” al ser coronado rey universal: “Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra” (Salmo 89:27); así, Jesús, el “Ungido” de Dios es el “Primogénito” por haber heredado todo el cosmos y sobre él ejerce su reinado.

De esto habla el libro de Apocalipsis al referirse a Jesús como rey victorioso: “Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5) La parte final del texto de Apocalipsis 1:5 nos hace ver que no estamos hablando simplemente de títulos dados a Jesús; debemos detenernos a observar cómo en estos títulos dados a Jesús se manifiesta la acción salvadora de Jesús.

Primero: “nos amó”; Jesús ha demostrado su amor hacia nosotros haciendo todo lo necesario para que tu y yo podamos estar en las Bodas del Cordero conviviendo amenamente con Jesús para siempre: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

Segundo: “nos lavó de nuestros pecados con su sangre”; con su sangre derramada en la cruz del Calvario, Jesús se convirtió en el Cordero de Dios, capaz de “quitar” el pecado que nos asediaba y purificarnos para que tu y yo podamos presentarnos delante de Él, en las Bodas del Cordero, con vestiduras blancas: “…Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14) “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-8)

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Es por esto que Juan nos recuerda: “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ªJuan 1:7) Somos limpios de pecado para vivir en comunión de amor con Dios, en fraternidad con la iglesia, en amistad con el prójimo.

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29) Reconocer a Jesús como el “Primogénito” es aceptar que hemos sido “predestinados” para un propósito maravilloso: “ser como Jesús”, vivir como Él vive, en comunión de amor con Dios, rodeado de paz y disfrutando de una vida abundante: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28) ¡Amén!

El Primogénito, Jesús, es llamado con este título porque El inaugura una nueva era, con su resurrección marca el camino y la opción para una nueva humanidad. Al aceptar a Jesucristo y “nacer de nuevo” entramos a esta nueva humanidad y somos introducidos a una nueva familia de la que Jesús es el Primogénito.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:12 Tú también puedes “recibir” a Jesús en tu vida iniciando una comunión de amor con Él por medio del estudio de la Biblia en ambiente fraternal y así gozar del privilegio de ser “hijo de Dios”, de pertenecer a la Familia de Jesucristo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” Apocalipsis 3:20

La palabra “mundo” significa “tierra habitada” e incluye el ámbito de los ángeles; después de su resurrección y al ser coronado Rey, Jesús es presentado al cosmos como Primogénito e Hijo de Dios; la reacción natural a este anuncio es que todo ser vivo le rinda adoración, esto es lo correcto. Los ángeles así lo han hecho; nosotros ¿también lo adoraremos? Nuestra adoración a Jesús es en reconocimiento de que solamente Él es nuestro salvador, que nos está purificando para llevarnos a las Bodas del Cordero y que deseamos ser, desde ahora, parte de su maravillosa familia. AMEN



JESÚS: UNGIDO DE GOZO HEBREOS 1:6-9

1:6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. En los vv2-3 el autor de la Carta exalta 7 atributos divinos de Jesús. En los vv5-14 cita 7 pasajes del Antiguo Testamento para exaltar a Jesús como superior a los ángeles. Esta es la tercera cita: “Adórenle todos los ángeles de Dios” y procede de Deuteronomio 32:43, que es la parte final del “Cántico de Moisés” y está referida a Yahvéh, esto es, el Cántico de Moisés está invitando a rendir adoración a Dios. Pero el texto hebreo de Deuteronomio 32:43 dice: “Alabad, naciones, a su pueblo…” La Septuaginta (LXX), la traducción al griego del Antiguo Testamento y los pergaminos del Mar Muerto añaden: “y adórenle todos los ángeles” En la versión de la LXX del Salmo 97:7 leemos: “adoradle, todos vosotros sus ángeles”; donde el texto hebreo dice: “póstrense a él todos los dioses”. Por tanto, debemos entender que el autor de la Carta a los Hebreos, utilizó, para esta cita, el texto griego de la LXX pues era el que mejor expresaba la idea que por inspiración divina estaba mostrando a sus lectores. Recordemos que: “…ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” 2ªPedro 1:20-21

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También debemos recordar que la revelación de Dios es progresiva, por tanto, debemos esperar más luz conforme Dios va revelando más de su Palabra. Lo que se expresó de manera correcta en el texto hebreo de Deuteronomio, recibe mayor revelación en el texto griego y por la guía del Espíritu Santo llega a nosotros una mayor revelación de esta idea iniciada en el Cántico de Moisés. Es por esto que siempre, para llegar a conclusiones correctas, se debe buscar la raíz de una enseñanza en el Antiguo Testamento y seguir su desarrollo hasta el Nuevo Testamento. La cita que es usada en el Antiguo Testamento para referirse a Yahvéh ahora se aplica a Jesucristo; indiscutiblemente en el Nuevo Testamento Jesús asume el lugar de Yahvéh en la adoración, esto es posible porque Jesús es Dios. Nuestra actitud de adoración a Jesús refleja lo que verdaderamente creemos acerca de la naturaleza de Jesús. “Adorar” significa postrarse en actitud de reverencia, reconociendo a Dios en Jesús como Rey nuestro y Salvador nuestro. 1:7 Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. Esta es la cuarta cita y proviene del Salmo 104:4, en su versión al griego (LXX), pero ha sido reinterpretada en función del servicio que prestan los ángeles. En el Salmo 104:4, en hebreo, es Dios quien convierte al viento y al fuego en sus mensajeros y en sus servidores; en hebreo se enfatiza el poder de Dios sobre viento y fuego, elementos que el ser humano es incapaz de dominar y que Dios puede utilizar a su gusto. En griego, ángel = mensajero; viento = espíritu; existe aquí un juego de palabras.

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En la Carta a los Hebreos, utilizando el texto griego, se enfatiza que los ángeles cumplen los mandatos de Dios con la rapidez del viento y la fuerza del fuego. En énfasis del autor de la Carta a los Hebreos es que los ángeles son simples mensajeros de Dios y por tanto, no tienen atribuciones más allá de las que Dios le encomienda; no tiene caso, por tanto, hacerle peticiones y ruegos a los ángeles. 1:8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Esta es la quinta cita y corresponde al Salmo 45:6, esta cita está ubicada en contraste con la anterior cita; este Salmo 45 describe a un rey que celebra su boda y es simbólico del Mesías triunfal; es interesante que el Nuevo Testamento describa la misma escena en referencia a las Bodas del Cordero. El salmista se dirige, en Salmo 45, primero al novio y después a la novia. Las palabras citadas aquí forman parte del discurso al novio. La frase “más del Hijo dice”, claramente nos indica que la cita de Salmo 45:6 está referida, proféticamente a Jesús; ¿A quién se le llamaría “Dios” al ser coronado rey? Definitivamente a ninguno, por tanto, la cita es profética y ahora, por inspiración divina, entendemos que se refiere a Jesús. La construcción gramatical “oh Dios” en griego, señala que Jesús es Dios Cetro: Bastón o vara del rey, que es el símbolo de su poder. Dios ha constituido a los ángeles como sus mensajeros, como sus instrumentos fugases; pero de Jesús, del Hijo, Dios ha dicho que le pertenece el Trono Eterno y que su reinado se caracterizará por la justicia; Jesús reina eternamente y sus juicios son emitidos justamente, es en la justicia que radica su poder, y esto se debe a que Jesús es Dios.

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Jesús reina y pronto a de regresar por nosotros para llevarnos a las Bodas del Cordero, juzgar al mundo y dar inicio a la nueva era de eternidad; hacia allá vamos 1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. La cita, continuación de la anterior, corresponde al Salmo 45:7 Tenemos a un maravilloso y divino Rey, que ama la justicia, lo bueno, lo que es recto; en su pensamiento no hay ninguna clase de maldad. Hermanos necesitamos reconocer que de Jesús no procede nada malo. El nos ama sacrificialmente y desea lo mejor para cada uno de nosotros, confía tu vida en Jesús, de Él procede lo bueno. “Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo”. Aquí la construcción gramatical en griego significa: “Tu Dios te ha ungido con aceite”; originalmente: aceite de oliva; señal de ser nombrado Rey. “Con óleo de alegría” misma expresión de Isaías 61:3, se refiere al gozo con que Dios unge a Jesús, en reconocimiento a la purificación de nuestros pecados. Dios Padre está gozoso de que Jesús haya limpiado nuestras vidas para que podamos estar presentes en las Bodas del Cordero. “Más que a tus compañeros”. Se refiere a los “muchos hijos” de 2:10, a quienes el Primogénito no se avergüenza de llamar “hermanos” (2:11), los cuales son designados en 3:14 como los “participantes” del Señor Jesucristo: nosotros. Jesús ha sido ungido con aceite de alegría, esto quiere expresar que la alegría se derramó en su Ser y cubrió su rostro de gozo. Jesucristo ha venido a salvarnos y eso lo ha llenado de gozo exuberante; puesto que nosotros gozamos ya de la experiencia de salvación, entonces gocémonos juntos con nuestro Dios, Rey y Salvador Jesucristo. AMEN



JESÚS: DIOS CREADOR Hebreos 1:10-14

1:10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. En los vv2-3 el autor de la Carta exalta 7 atributos divinos de Jesús. En los vv5-14, interesantemente, cita 7 pasajes del Antiguo Testamento para exaltar a Jesús como superior a los ángeles. Esta es la sexta cita y corresponde al Salmo 102:25, la cual está unida con la conjunción “y” a la cita precedente del Salmo 45:6-7. Si en la cita precedente Dios se dirige al Hijo como “Dios”, en esta se dirige a Él como “Señor” Nuevamente se declara que el universo es obra de Jesús y es aquí que se le aplica a Jesús el título de “Señor” (Kirios, en griego) que es el título con el cual reverentemente y con sentido de adoración se designa a Yahvéh (Adonay, en hebreo) Nuevamente el autor de esta Carta asigna a Jesús un texto dedicado en el Antiguo Testamento a Yahvéh. La cita incluye Salmo 102:25-27 El autor de la Carta está diciéndonos que Jesús es Dios.

1:11-12 Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.

Así como un hombre sobrevive durante su vida a varias mudas de ropa, así Dios ha visto y verá todavía muchos universos materiales sucesivos, pero él mismo es eterno e inmutable. Jesucristo creó los cielos y la tierra, Él existía antes de ellos, seguirá existiendo cuando ellos desaparezcan, se desgastarán como ropa usada, serán enrollados como un manto viejo. Mas el Señor Jesús continúa reinando, inmune a todo cambio.

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“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” 2ªPedro 3:10-13 Este universo llegará a su fin, se desgastará como un vestido y entonces Dios eventualmente creará otro universo, pero Dios permanece para siempre sin cambio. Este universo tuvo un inicio y llegará a su fin, otros universos surgirán, pero Jesucristo nuestro Dios, existe por siempre. 1:13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Esta es la séptima cita, que afianza el argumento, consiste en las palabras de apertura del Salmo 110 “Yahvéh dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” Sólo Jesús está sentado en el lugar de más alto privilegio, a la derecha de Yahvéh. Está sentado porque ha cumplido a satisfacción y con victoria su misión. Jesús nuestro Dios y Salvador es Supremo Señor y reina victorioso al lado de Yahvéh. Jesús mismo durante su juicio había dicho que él era aquel a quien estaban dirigidas las palabras de este Salmo 110, al decir a sus jueces (Marcos 14:60-62) que de allí en adelante: “veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” ¿Por qué recurrir a otros seres si Jesús es el que está a la diestra de Dios? 1:14 ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?

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El servicio de los ángeles se lleva a cabo para beneficio de una clase de seres humanos favorecidos: los “herederos de la salvación”. El hecho de que sean éstos los beneficiarios se debe a su asociación con el Hijo de Dios, por medio de quien son llevados a la gloria como lo declara más adelantes la Carta: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria…” (2:10) El hecho de que los ángeles, aunque superiores a los hombres en el orden de la creación, presten servicio a los “herederos de la salvación” muestra cómo está revertida la relación entre los dos en el orden de la gracia.

Los ángeles son enviados a servirnos (en griego, “diaconía”) Los ángeles son nuestros diáconos; enviados por Dios para servirnos en aquello que necesitemos para alcanzar la meta: llegar a las Bodas del Cordero.

La salvación que se menciona aquí está en el futuro; aún debe heredarse, a pesar de que sus beneficios y bendiciones ya pueden gozarse con anticipación. Es decir, se refiere a la salvación final, que: En palabras de Pablo, “ahora está más cerca de nosotros… que cuando creímos” (Romanos 13:11) En palabras de Pedro, “está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1ªPedro 1:5) En palabras del autor de esta Carta a los Hebreos, “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Hebreos 9:28)

Ningún ángel y ninguna persona debe ser reverenciada y adorada; los ángeles solo son servidores a nuestro favor; solo Jesús merece nuestra adoración reverente y solamente en Él debemos confiar nuestro destino. No hay nadie, ni seres humanos, ni ángeles, que puedan competir con Jesús; Él es supremo Señor, Rey victorioso, Creador del Cosmos, Eternamente existente y es Dios, nuestro Salvador. Ningún ser en el tierra o en el cielo deben ocupar nuestra adoración y reverencia que es sólo para Jesús. Solamente a Él debemos escuchar y su mensaje debemos atesorar. AMEN JFVS

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JESÚS: SU GRAN SALVACION HEBREOS 2:1-3

2:1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

“Por tanto”. Puesto que Dios nos habló por medio de su Hijo y El es superior a los ángeles, de hecho es el soberano Señor del universo; ahora se nos demanda prestar toda nuestra atención a la enseñanza del Evangelio, puesto que, a diferencia de la revelación del Antiguo Testamento, éste es dado a nosotros por medio de Jesús.

“No sea que nos deslicemos”, esta expresión contempla a los cristianos caminando por la orilla de un río caudaloso, en peligro de ser llevados corriente abajo, más allá del lugar seguro y, por lo tanto, sin alcanzar esa seguridad. Es nuestra salvación lo que exponemos.

Para la mayoría de los cristianos esta es una llamada de atención muy urgente ya que no están tomando en serio el estudio de la Biblia y de hecho llegan a menospreciar la enseñanza bíblica, sin detenerse a considerar que de ello depende su desarrollo espiritual, y hasta su salvación.

2:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución,

El Antiguo Testamento es valioso por ser Palabra de Dios dada “por medio de los ángeles”, dice el autor de la Carta, es muy importante entender su mensaje; el Nuevo Testamento es infinitamente más importante pues es revelación de Jesús, el “Hijo”, el “Primogénito”; nuestro Señor y Salvador.

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” Oseas 4:6 El pueblo de Israel menospreció el conocimiento de las Sagradas Escrituras y se perdió; no ocuparon su tiempo en conocer el mensaje de Dios y fácilmente fueron engañados por sacerdotes despiadados que los enredaron en rituales superficiales, en supersticiones, en miedos y en pecados.

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Cuidado hermanos si estamos actuando con soberbia, menospreciando la Palabra de Yahvéh, como si la Biblia no tuviera nada que enseñarnos. La Gran Comisión incluye un programa de enseñanza (discipulado) que ayude a los creyentes a conocer y aplicar el Evangelio de Jesús en sus vidas: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 28:20) La palabra “guardar” involucra tres acciones: Entender el significado de las palabras de Jesús Atesorar las palabras de Jesús y Obedecer las palabras de Jesús. “Vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis” (Hechos 7:53) este pasaje nos recuerda que la Ley (el Antiguo Testamento) fue dada al pueblo por medio de ángeles. La palabra “ángel” significa “mensajero”, los ángeles son los mensajeros de Dios y los mensajeros del Antiguo Testamento entran aquí en la clasificación de “ángeles” por ser “mensajeros de Dios”. Obsérvese que Esteban está reprochando a los líderes religiosos del pueblo judío el no haber dado la debida atención a la Ley, además Esteban indica que esta Ley no era invención humana, era mensaje de Dios entregado al pueblo por medio de “ángeles”. Pues mayor privilegio tenemos nosotros con respecto al Evangelio que ha sido entregado a la iglesia por medio de Jesús, Dios en persona y este privilegio implica gran responsabilidad. 2:3 ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, “Una salvación tan grande” La salvación lograda por Jesús es grandiosa; es un milagro maravilloso de la gracia de Dios, la cual no tiene comparación.

La falta de obediencia y el menosprecio de la enseñanza hacen que descuidemos el desarrollo sano del proceso de salvación en nuestra vida. El resultado de esto es la falta de madurez, de crecimiento, se vive en esclavitud de pecado y frialdad espiritual.

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El peligro mayor es alejarnos tanto de la comunión con Dios, el objetivo de la salvación, que el regreso a esta comunión resulte imposible a causa del endurecimiento de nuestro corazón. “La cual (la salvación) habiendo comenzado a ser hablada por medio del Señor, fue confirmada por los que le oyeron, llegando hasta nosotros”. Nuestro autor, a diferencia de Pablo, no reclama ninguna revelación directa de Jesús para sí. En este sentido, se pone al mismo nivel que sus hermanos cristianos que oyeron el Evangelio de aquellos que “desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra” (Lucas 1:2) El autor de la Carta a los Hebreos, entonces, pertenece, por lo menos, a la segunda generación de cristianos, aquellos que recibieron el Evangelio de los discípulos directos de Jesús. La tentación que enfrentan los lectores de la Carta y quizá muchos de nosotros, es la de dejarse engañar por falsas ideas que hagan que nos deslicemos de nuestra comunión de amor con Dios y seamos arrastrados por la corriente impetuosa de la religiosidad y las tradiciones. “Descuidamos una salvación tan grande”; el objetivo de la salvación consiste en establecer y cultivar una comunión de amor con Dios a través de Jesús, comunión ejemplificada por Jesús como una agradable cena entre amigos: “…cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Pero la sencillez del Evangelio puede ser adulterado con falsas ideas, miedos, supersticiones, tradiciones, religiosidad, materialismo y pecado. La comunión de amor con Dios se nutre principalmente cuando nos reunimos en ambiente fraternal a estudiar la Biblia con gozo. Hermano, hermana, no descuides tu discipulado, no descuides tu oración, no descuides el compañerismo cristiano. Mejor, disfrutemos de la grandiosa salvación que Jesús nos ha otorgado. AMEN JFVS

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JESÚS: TESTIFICADO HEBREOS 2:4

2:4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

Para entender correctamente este verso, debemos leerlo en su contexto inmediato, esto es, los vv1-3 que dicen: 2:1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, 2:3 ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,

En el Antiguo Testamento se declara solemnemente: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…” Oseas 4:6 El pueblo de Israel menospreció el conocimiento de las Sagradas Escrituras y se perdió; no ocuparon su tiempo en conocer el mensaje de Dios y fácilmente fueron engañados por sacerdotes despiadados que los enredaron en rituales superficiales, en supersticiones, en miedos y en pecados.

En el Nuevo Testamento, también se declara solemnemente: “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2ªTesalonicenses 2:10) Por no atender a la Palabra de Dios con amor, muchos, de la última generación de creyentes, serán presa de los engaños y se perderán.

Cuidado hermanos si estamos actuando con soberbia, menospreciando la Palabra de Yahvéh, como si la Biblia no tuviera nada que enseñarnos. La Gran Comisión incluye un programa de enseñanza (discipulado) que ayude a los creyentes a conocer y aplicar el Evangelio de Jesús en sus vidas:

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“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20) La palabra “guardar” involucra tres acciones: Entender el significado de las palabras de Jesús Atesorar las palabras de Jesús y Obedecer las palabras de Jesús. “La cual (la salvación) habiendo comenzado a ser hablada por medio del Señor, fue confirmada por los que le oyeron, llegando hasta nosotros”. Esta frase indica que el autor de la Carta a los Hebreos pertenece, por lo menos, a la segunda generación de cristianos, aquellos que recibieron el Evangelio de los discípulos directos de Jesús. Así llegamos al v4: “testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” Estos “ellos” se refiere a la primera generación de discípulos de Jesús, los cuales al predicar el Evangelio, recibieron de Dios confirmación a su mensaje. Es interesante destacar que el autor de la Carta no se nombra entre quienes recibieron de Dios estas manifestaciones en su propio ministerio, aunque sí parece haber observado estos milagros en esos primeros discípulos. “Señales y prodigios y diversos milagros”, esta frase, en griego, marcan el ministerio de Jesús: “…Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él…” (Hechos 2:22) También marcan el ministerio de los Apóstoles: “…y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles” (Hechos 2:43) Es muy importante señalar que esta misma construcción gramatical en griego se encuentra en 2ª Tesalonicenses 2:9 pero esta vez con referencia al “inicuo” (al anticristo): “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”, éste vendrá realizando obras milagrosas, pero por obra de Satanás; es sumamente importante detenernos a reflexionar en este tema tan delicado y tan peligroso en nuestro tiempo.

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Hacia el tiempo del fin, vendrá la gran apostasía, en donde muchos renunciarán a la fe del Evangelio; surgirá entonces uno que, avalado por Satanás vendrá realizando señales muy parecidas a las de Jesús y los Apóstoles con el propósito de engañar a muchas personas: “y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2ª Tesalonicenses 2:10), en especial engañará a los que “no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2ª Tesalonicenses 2:12)

Jesús nos advierte sobre esto: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24) Verdaderamente el ministerio de Jesús fue autentificado por Dios, el de los Apóstoles de igual forma; pero no debemos confundir las señales con el mensaje, lo que debemos atender es el mensaje. El Señor nos ha hablado de muchas formas, pero ahora nos ha hablado por medio de Jesús (Hebreos 1:1-2)

En 2:1 el autor de la Carta nos anima a atender lo que hemos oído, esto es, el mensaje del Evangelio de Jesús; nos invita a atender las Palabras, no los milagros. Tristemente hoy muchos creyentes son susceptibles de seguir a cualquiera que haga “señales” sin considerar su mensaje detenidamente, la razón es que no tienen estudio bíblico; la manera de no ser engañados consiste en “atender con diligencia” la enseñanza del Evangelio. ¡Cuidado hermanos!

“Repartimientos del Espíritu Santo” se refieren a los dones espirituales distribuidos por el Espíritu Santo a los “miembros” del Cuerpo de Cristo, su Iglesia: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” 1ªCorintios 12:7. Gramaticalmente en griego se pueden comparar con Gálatas 3:5 “Aquel, pues, que os suministra el Espíritu…”; siendo la referencia entonces a la distribución que hace Dios de los dones espirituales a su Iglesia, y esto en conformidad con su voluntad: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” 1ªCorintios 12:11

Creer en el Evangelio de Jesucristo trae para nosotros dones espirituales, los cuales nos capacitan para servir en la iglesia y de esta forma, juntos y en armonía, crecer espiritualmente y no ser engañados: “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14-15) AMEN



JESÚS: TE ESPERAMOS HEBREOS 2:5

2:5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; La lectura que hace la LXX (traducción al griego del Antiguo Testamento) de Deuteronomio 32:8 (que presenta el texto original más antiguo) dice así: “Cuando el Altísimo dio su heredad a las naciones, cuando dividió a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los ángeles de Dios” La RVR60 dice, en vez de “los ángeles de Dios”, “los hijos de Israel”. Pero, el verso siguiente continúa diciendo que Yahvéh, sin embargo, ha reservado a Israel como su propia herencia; por tanto, la lectura correcta de 32:8 se refiere a los ángeles y no a los “hijos de Israel”. De este pasaje de Deuteronomio 32:8 y en especial de su versión en la LXX, muchos han enseñado que cada nación de la tierra está bajo el dominio o administración de un “ángel”; pero no es esto lo que dice la Biblia; pues el texto de Deuteronomio no habla de gobierno o administración. El texto de Deuteronomio 32:8 dice que el número total de naciones que ha habido y hay en el mundo corresponde al número de ángeles, nada más; su énfasis está en expresar que ha habido y habrá muchas naciones en la tierra, tantas como ángeles hay en el cielo, es pues simple lenguaje poético. Y sirve para aclararles a los israelitas que, a pesar de haber tantas naciones en el mundo, Yahvéh ha elegido a Israel como su “heredad”, como su parcela privada. El autor de la Carta inicia en 2:5 una tesis: Jesús es rey soberano, superior a los ángeles. “Ese mundo futuro del cual estamos hablando” (Versión Popular) es el inaugurado por la entronización de Jesús a la diestra de Dios:

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A esto se refiere Jesús en su oración antes de ser arrestado: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5)

De esta “entronización” ya nos habló el autor de la Carta: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Hebreos 1:13) esta expresión indica, primero que Jesús regresó al “cielo” como príncipe victorioso, su sacrificio en la cruz y su resurrección marcan el triunfo de Jesús sobre el pecado, sobre la muerte y sobre Satanás; segundo que está en espera una batalla final que acabará con este mundo temporal y establecerá “cielo nuevo y tierra nueva”. Entonces, este “mundo venidero” ha sido entregado al Hijo de Dios, a quien su Padre “constituyó heredero de todo” (He 1:2)

Aunque aún “ese mundo”, del cual Jesús es Rey soberano, no está presente en plenitud para nosotros aquí en la tierra; su manifestación plena aguarda el tiempo en que Jesucristo aparezca para llevar a su pueblo, a nosotros, a las Bodas del Cordero; se trata, pues, de una realidad espiritual. Así lo entiende y enseña el apóstol Pedro: “Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2ªPedro 3:12-13) Esas “promesas” a las que hace referencia el apóstol Pedro están en el gran libro del profeta Isaías: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17)

El apóstol Juan recibió la última revelación en torno a este tema y nos invita a poner nuestra esperanza en ese futuro glorioso que nos espera y que será el inicio de una nueva era de eternidad con Dios: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:1-4)

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Por esto, Pablo nos invita a fijar nuestra mirada en esa nueva realidad espiritual que está por llegar y no dejarnos distraer por la realidad temporal y caduca: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4) También tenemos la invitación del apóstol Juan: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mudo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ªJuan 2:15-17) Por esta razón Jesús nos ha hecho una bella promesa en función de esta nueva realidad y esta promesa no es sólo para sus apóstoles, sino para todos aquellos que hemos recibido a Jesús: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3) Hoy tú y yo podemos levantar nuestra mirada con esperanza firme, no importando lo que suceda en este mundo, nosotros esperamos el regreso de Jesús, Él viene para llevarnos a las Bodas del Cordero, allá seremos consolados y una nueva vida nos espera. Mientras tanto, ocupemos nuestro tiempo de vida en llamar a más personas para que se unan a la comunidad de discipulado y juntos cultivar una hermosa comunión de amor con Dios que nos sumerja en su Paz Divina AMEN JFVS

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JESÚS: EL NUEVO ADAN HEBREOS 2:6-8

2:6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?

“Alguien testificó” Al autor de la Carta no le preocupa la identidad del escritor de un pasaje en particular de las Sagradas Escrituras, pues tiene claro que es el Espíritu Santo el autor de toda la Biblia.

“En cierto lugar” El autor de la Carta no aporta la cita del texto al que hace referencia; en primer lugar porque en aquella época la Biblia no tenía capítulos y versículos, estos fueron agregados posteriormente para ubicar con rapidez una cita, aunque causaron el inconveniente de que muchos no consideran el contexto inmediato de cada cita.

En segundo lugar, el autor de la Carta da por hecho de que sus lectores, al escuchar el pasaje, sabrán a que libro de las Sagradas Escrituras se refiere e incluso, algunos, podrán repetir el pasaje en su contexto más amplio.

También tenemos que considerar que en aquella época muy pocos creyentes tendrían a su disposición una colección completa de todos los libros (escritos a mano en rollos de papiro) que hoy integran la Biblia; por tanto, acostumbraban memorizar grandes porciones de la Biblia y posteriormente repasaban esos pasajes en su mente o en reuniones fraternales y extraían enseñanzas ¿Cuántos pasajes hoy podemos recitar de memoria? ¿El Salmo 23? ¿Juan 3:16?

“¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?” La construcción gramatical en griego nos entrega esta traducción: “¿Quién es el hombre por quien te preocupas? Verdaderamente el Hijo del Hombre, porque a él visitaste.” Esta alteración del texto hebreo realizada por el autor de la Carta tiene el propósito de mostrar que Dios colocó el mundo venidero bajo el gobierno, no de los ángeles sino del Hijo del Hombre: Jesús.

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Por un poco de tiempo, por cierto, hizo a Jesús más bajo que los ángeles (en la experiencia de sufrimiento y muerte), pero después lo coronó con gloria y honor exaltándolo a la diestra del Padre. Aquí tenemos una identificación del “Hijo del Hombre” de Salmo 8:4 con “uno como hijo de hombre” de Daniel 7:13, que recibe del Anciano de días un “dominio eterno que nunca pasará”. Es cierto que en el Salmo 8 “el hijo del hombre” está en una relación de paralelismo sinónimo con “hombre”, o sea se refiere a un ser humano; pero también es igualmente cierto que el “uno como hijo de hombre” de Daniel 7:13 simplemente significa “uno como ser humano”. Desde que Jesucristo se refirió a sí mismo como el “Hijo del Hombre”, reveló la verdadera interpretación de estos pasajes del Antiguo Testamento. El Salmista se maravilla al pensar en la gloria y el honor que Dios ha derramado sobre la humanidad, al hacerla apenas un poco menor que Él mismo y al darle dominio sobre toda la creación inferior. El lenguaje del Salmo está claramente basado en las palabras del Creador: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26) Mientras que el Salmista exalta la grandeza del hombre, en especial la de Adán al ser creado y colocado en el Paraíso, el autor de esta carta, da al Salmo un giro mesiánico y con la fuerza del argumento bíblico demuestra la correspondencia entre humillación y exaltación de Jesús como etapas previstas de la historia de la salvación. ¡Es de Jesús de quien hablan estos pasajes! “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:13-14)

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“Y Jesús les dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Marcos 14:62) 2:7 Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos; El lenguaje del Salmo 8:4-6 está claramente basado en las palabras del Creador: “…Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1:26) Pero el autor de la Carta, sin embargo, aplica estas palabras no al primer Adán sino a Jesucristo como el último Adán, cabeza de la nueva creación y gobernador del mundo por venir. Así, Jesús, al asumir la naturaleza humana, se hizo “un poco menor que los ángeles”, pero esta condición fue temporal ya que él fue “coronado de gloria y honra” y ahora es Rey 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. “Todo lo sujetaste bajo sus pies”; pero “todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas”. Aquí el autor de la Carta debe estar expresando la angustia, si no el desaliento de los cristianos despreciados y perseguidos, que esperan la manifestación del reinado de Jesús: “y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2ª Pedro 3:4) Pero el Reinado de Jesucristo es progresivo; debe derrotar a todos sus enemigos (Hebreos 1:13; 2ª Tesalonicenses 2:1-12) antes de su manifestación plena; Jesucristo ya ha sido entronizado y coronado Rey, pero está en espera “hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Hebreos 10:13)

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“…Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies…” (Hebreos 1:13) “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2ªTesalonicenses 2:8) Absolutamente todo lo que existe en el cosmos ha quedado sujeto a Jesús; ahora Jesucristo ya reina, ciertamente no vemos físicamente ese reinado aquí en el mundo, pero por ser una realidad que se verificará con toda seguridad en el futuro, en el gran día del regreso de Jesús; ahora los cristianos pueden proclamarlo por fe. La gente que no cree en el Evangelio prefiere esperar hasta “verlo con sus propios ojos” y en ese día todo ser humano caerá frente a Jesús postrándose reverentemente: “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11) Pero ya será demasiado tarde; ya que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6) Por esto, hoy nosotros declaramos ya este reinado absoluto de Jesucristo y lo declaramos por fe y con esperanza. Nuestra esperanza no se basa en que las cosas aquí mejoren; nuestra esperanza firme se sustenta en que Jesús ya reina y vendrá por nosotros para llevarnos a su reino de paz divina AMEN JFVS

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JESÚS: TRIUNFALMENTE REGRESARA HEBREOS 2:8-9

2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. “Todo lo sujetaste bajo sus pies”; pero “todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas”. Aquí el autor de la Carta debe estar expresando la angustia, si no el desaliento de los cristianos despreciados y perseguidos, que esperan la manifestación del reinado de Jesús: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2ª Pedro 3:3-4) “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo…el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2ª Pedro 3:5-7) “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9) Pero el Reinado de Jesucristo es progresivo; debe derrotar a todos sus enemigos: “…Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Hebreos 1:13)

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“Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2ª Tesalonicenses 2:8) “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre…y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:30-31) Antes de su manifestación plena; Jesucristo ya ha sido entronizado y coronado Rey, pero está en espera “hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Hebreos 10:13) Absolutamente todo lo que existe en el cosmos ha quedado sujeto a Jesús; ahora Jesucristo ya reina, ciertamente no vemos físicamente ese reinado aquí en el mundo, pero por ser una realidad que se verificará con toda seguridad en el futuro, en el gran día del regreso de Jesús; ahora los cristianos pueden proclamarlo por fe. La gente que no cree en el Evangelio prefiere esperar hasta “verlo con sus propios ojos” y en ese día todo ser humano caerá frente a Jesús postrándose reverentemente: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11) pero ya será demasiado tarde; ya que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6), por esto, hoy nosotros declaramos ya este reinado absoluto de Jesucristo y lo declaramos por fe y con esperanza. Nuestra esperanza no se basa en que las cosas aquí mejoren; nuestra esperanza firme se sustenta en que Jesús ya reina y vendrá por nosotros para llevarnos a su reino de paz divina 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

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El Señor fue hecho un poco menor que los ángeles a fin de que pudiera morir en la cruz del Calvario para que con su sangre preciosa nosotros seamos purificados de nuestros pecados; por otra parte, fue coronado de gloria y honra a causa de sus padecimientos.

Jesucristo murió por nosotros y tomando sobre sí lo que nos correspondía nos redimió de la maldición de la muerte y de cualquier otra maldición que pesase sobre nosotros.

Es precisamente debido a su humillación, sufrimiento y muerte que Jesucristo ha sido investido de gloria celestial. Su sufrimiento y su triunfo constituyen las señales de su reino eterno.

“Por la gracia de Dios”: el amor eterno de Dios inspiró decididamente a Jesús a experimentar la muerte en lugar nuestro; y es por amor a nosotros que él llevó sobre sí los padecimientos crueles; es amor sacrificial que fructifica en “una salvación tan grande”, la cual no podemos menospreciar.

Si por ser cristianos sufrimos, el sufrimiento de Jesús es mucho mayor y lo padeció como ser humano y lo hizo por amor a nosotros.

El mensaje del Evangelio llegó a nosotros por medio de Jesucristo, el es Rey soberano y Señor; por tanto el mensaje ha de ser atendido con solicitud.

Quien descuida la enseñanza del Evangelio pone en peligro su salvación, que es grandiosa por el sufrimiento que soportó Jesucristo para otorgárnosla.

Jesús, siendo Dios, asumió la naturaleza humana, se humilló para experimentar la muerte a nuestro favor; pero ahora ha sido exaltado y coronado por encima del cosmos. Por fe podemos proclamar que Jesús reina.

El llamamiento hoy es a no menospreciar la enseñanza del Evangelio; es tiempo ya de dedicarnos con reverencia y solicitud a estudiar las enseñanzas del Evangelio y a obedecer, pues Jesucristo nos ha otorgado una salvación que no podemos descuidar. AMEN JFVS

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JESÚS: PIONERO SALVADOR HEBREOS 2:10-11

2:10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Aquel “por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten” se refiere a Dios Padre, de cuya obra perfeccionadora es objeto el Hijo. Es frase de “por cuya causa” se refiere a Dios, quien es la causa final y eficiente de todas las cosas; Dios es el originador de nuestra salvación. El cosmos tiene su inicio y sustento en la voluntad soberana de Dios Padre. Es Yahvéh quien diseñó la armonía cósmica y quien lo sustenta, el que desea fervientemente que muchos “procedan al arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9); para tal efecto impulsa a Jesús hacia la obra de salvación, la reconciliación que traerá a Dios “muchos hijos”.

Esta ilustración de traer a “la gloria” (equivalente a decir: “la presencia de Dios”) recuerda la llegada a la casa, Dios nos lleva a su hogar. La salvación no es la iniciativa humana de buscar hacer contacto con Dios; es más bien, la determinación de quien sustenta todas las cosas de invitarnos a vivir delante de su presencia.

Así la esperanza cristiana tiene un muy sólido fundamento en la iniciativa divina de querer salvarnos del pecado para llevarnos al hogar celestial.

“Porque convenía” a Dios; frase maravillosa que describe la iniciativa de Dios; todo lo que Jesús hizo para salvarnos lo ejecutó porque así convenía a Dios. El gran propósito de Dios consiste en ejecutar, por medio de Jesús, un plan perfecto de salvación para lograr abrir un camino por el cual nosotros podamos llegar a la presencia de Dios.

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Dicho de otro modo: es voluntad de Dios que los seres humanos caminemos por el sendero de la salvación para llegar a las Bodas del Cordero y disfrutar de eterna y maravillosa comunión de amor con Él. El propósito, lo que a Dios Padre “convenía”, era hacer a Jesús, a través de su sufrimiento y muerte en la cruz, perfectamente capacitado para ser El Salvador de nosotros. “Perfeccionar” no implica que Jesús no sea perfecto; indica más bien, que el Hijo perfecto de Dios se ha transformado en el Salvador perfecto de su pueblo, abriendo su camino hacia Dios y para llegar a esto debió soportar sufrimiento y muerte. La gran salvación que proclama el Evangelio no sólo fue “hablada a través del Señor” como se nos ha dicho anteriormente, sino también alcanzada para nosotros por Él a través de su pasión. El es el descubridor, el pionero de nuestra salvación; este es el significado de la palabra griega “arquegos” traducida al español como: “autor”. El es el Salvador que abrió el sendero de la salvación por el cual “muchos hijos” de Dios podían ser llevados a la gloria. El ser humano, creado por Dios para su gloria, fue impedido por el pecado, de alcanzar esa gloria hasta que vino el Hijo del Hombre (Jesucristo) y abrió por su muerte un nuevo camino, por el cual el ser humano puede alcanzar la meta para la cual fue hecho. Como representante y precursor de su pueblo, ahora ha entrado a la presencia de Dios para aguardar la entrada de ellos allí. Aquel que sufrió fue el Hijo de Dios (Jesucristo) y los “muchos” por quienes sufrió a su vez son aquellos que ahora están siendo guiados a la gloria como hijos de Dios: nosotros los creyentes en Cristo Jesús.

“La Gloria” es la presencia de Dios y los cristianos rescatados por Jesús somos llevados allá en condición de “hijos”. Se establece una relación de familia con Dios en base a la obra de Jesucristo.

2:11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,

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Mejor traducción: “Porque el que santifica y los que son santificados son todos hijos de un solo Padre; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”

Jesús, como pionero de la salvación, abrió un camino para nosotros, lo recorrió primero, lo hizo transitable para nosotros y ahora nos invita a caminar por el sendero de la salvación para llegar hasta la “gloria de Dios”, esto es, hasta las Bodas del Cordero:

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14)

“Los que son santificados”; la construcción gramatical en griego de esta frase expresa una acción ya iniciada, la cual continúa realizándose y prolongándose hacia delante: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6)

El que santifica es Jesús; los santificados son los creyentes en Cristo, los redimidos. Todos nosotros somos hijos de un mismo Padre: Yahvéh.

Gracia a la acción de Jesús nosotros estamos siendo adoptados en la familia de Dios: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)

Lo maravilloso, además, es que Jesús no se avergüenza de nosotros, con regocijo y satisfacción nos da el honroso calificativo de “sus hermanos”; ¿y nosotros? ¿Estamos orgullosos de ser cristianos? ¿Nos sentimos privilegiados y llenos de gozo por pertenecer a la familia de Dios?

Es un privilegio ser parte de la familia de Jesús y por eso vivimos con gozo y esperanza, aún en medio de las circunstanciad adversas de la vida, pues nosotros sólo estamos de paso, vamos a la gloria de nuestro hogar celestial. AMEN JFVS

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JESÚS: DISFRUTANDO FAMILIA HEBREOS 2:12-13

2:12 diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. La cita es del Salmo 22:22; por cierto que este Salmo 22 es entendido como referido al Mesías. Es el Salmo cuyas palabras iniciales Jesús dijo, como expresión de su propia experiencia de desamparo en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (Salmo 22:1) “Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? Que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34)

Siguiendo la versión al griego del Antiguo Testamento (LXX) el autor de la Carta utiliza la palabra griega “ekklesia” para “congregación”, que traduce la palabra hebrea “qahal”, en referencia a la comunidad reunida para adorar a Yahvéh. El uso de esta palabra “congregación” en paralelismo con “hermanos” en un contexto cristiano indica que aquellos a quienes el Hijo de Dios se agrada de llamar sus hermanos son los que se congregan en su Nombre para escuchar su Palabra.

“Anunciaré a mis hermanos tu nombre” Es Jesús quien anuncia a “sus hermanos”, esto es a nosotros, el nombre de Dios; recordemos que Dios nos habló por medio de su Hijo Jesucristo. Cuando nosotros nos reunimos para leer y meditar en la Biblia, es Jesús quien nos da a conocer a su Padre y esto genera en nosotros ese ambiente de familia, pues para Jesús somos sus “hermanos” y no se avergüenza de ello.

¿Nos reunimos para estudiar la Biblia con entusiasmo y humildad? ¿Son nuestras reuniones verdaderas expresiones de fraternidad? ¿Nos reconocemos como “hermanos”? ¿No nos avergüenza llamarnos “hermanos”?

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“En medio de la congregación te alabaré” Es Jesús el que en medio de nuestras reuniones canta junto con nosotros exaltando a Dios Padre por su determinación de salvarnos.

Cuando nos reunimos para cantar a Dios ¿Somos conscientes de que Jesús está en medio de nosotros? Mientras seguimos el servicio de alabanza ¿Somos conscientes de que Jesús también está cantando junto con nosotros?

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20), Jesús se hace presente en la “iglesia” para participar de la adoración

“Congregación” La iglesia es el conjunto de personas que se reúne para escuchar a Jesús por medio de la lectura y explicación de la Biblia; también canta a Dios exaltando su obra de salvación y además convive en fraternidad como una familia. Y tú hermano ¿a qué vienes?

Que maravillosa y enorme responsabilidad tenemos de hacer que nuestros servicios de adoración dominical como iglesia y las reuniones entre semana como grupos de discipulado, sean en reverencia y gratitud; con un verdadero sentido de adoración ya que Jesucristo está en medio de nosotros porque esta es ¡su familia!

2:13 Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí yo y los hijos que Dios me dio.

En este verso tenemos dos citas. La primera cita “yo confiaré en él”, es de la parte final de Isaías 8:17. La segunda cita “He aquí yo y los hijos que Dios me dio” corresponde a la primera parte de Isaías 8:18.

“Hijos” literalmente: “niñitos”; expresión que nos recuerda la ternura con que el apóstol Juan se refiere a los hermanos a quienes les escribe como pastor: “Hijitos míos” (1ªJuan 2:1)

En medio de sus aflicciones terrenales, Jesús confió en Dios; el depositó toda su confianza en su Padre celestial y en esto consistió su éxito de la misión redentora que vino a realizar. En el momento oscuro de su vida terrenal, allá en Getsemaní, la noche de su juicio, Jesús clamó a Dios pues en él confiaba. (Hebreos 5:7-9)

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Nosotros también siguiendo el ejemplo de nuestro Hermano Mayor, podemos decir por fe y con absoluta confianza: Yo confío en Dios nuestro Salvador Jesucristo. Ahora Jesús victorioso, se presenta con gran satisfacción a Dios Padre con los “hijos que Dios le dio”. Así lo expresa Jesús en su oración al Padre antes de ser arrestado: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra…Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos” (Juan 17:6-10) A los creyentes en Cristo, a nosotros, se nos denomina ahora como “hijos de Jesucristo”; esta relación tan única en el Nuevo Testamento tiene sus raíces en la frase profética “verá linaje”, del Siervo Sufriente (Isaías 53:10) Nosotros somos ese “linaje” que Jesús, con satisfacción ahora contempla. Los cristianos son los descendientes espirituales de Jesús, son otorgados por Dios a Jesús y esto nos recuerda que la elección es de Dios, Él nos buscó primero. Y Jesús se siente “satisfecho” de esta familia, como lo expresa el mismo canto del Siervo Sufriente (Isaías 53:11) Jesús está satisfecho de la familia que está formando, pero nosotros ¿Acaso no estamos satisfechos con ser parte de la familia de Jesús? ¿Acaso creemos necesitar algo más para sentirnos satisfechos en la vida? Entonces “hijos” y “hermanos” son títulos complementarios que apuntan hacia una sola realidad: Somos la familia de Jesucristo. Sin importar el número, sin importar el lugar, sin importar el día, al congregarnos para aprender de la Biblia y alabar a Dios, en ambiente fraternal, Jesús está en medio de nosotros y eso es suficiente para vivir abundantemente y con propósito. AMEN JFVS

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JESÚS: TRIUNFO EN LA CRUZ HEBREOS 2:14

2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, Los “hijos” somos nosotros, los creyentes en Cristo, que hemos recibido a Jesús: “…Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio” (Hebreos 2:13) “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12) Pues bien, nosotros hemos participado “de carne y sangre”, en el sentido de que ese es nuestro estado natural; somos criaturas de carne y sangre; también tenemos una esencia espiritual, pero ésta es parte integral de nuestro ser: “…y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1ªTesalonicenses 5:23) “Él también participó de lo mismo” Jesús existía antes de su encarnación; carne y sangre no forman parte esencial de su ser eterno; pero en un punto determinado en el tiempo, por su propia elección, él también participó de lo mismo y así comenzó a compartir plenamente la naturaleza de aquellos a quienes deseaba redimir: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipense 2:5-7) Jesucristo quiere participar de la sangre y la carne “lo mismo” que los seres humanos, es decir, a través de la puerta del nacimiento; en todo quiere ser como nosotros:

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“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15) Y si los que entran en esta tierra por medio del nacimiento, la dejan a su debido tiempo por la muerte, era adecuado que él también muriera: “y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos…” (Hebreos 9:27-28)

Pablo enseña acerca de este propósito de Jesús: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1ªCorintios 15:3) También enseña Pablo que: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1ªCorintios 15:26)

Por cierto, esto está establecido aquí como el propósito de la encarnación: que Jesús debía morir y en el mismo acto de su muerte destruir el aguijón de la muerte; “para que por medio de la muerte redujese a la impotencia al que tenía el dominio de la muerte”

Así lo declara triunfalmente Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1ªCorintios 15:55-57)

Jesús crucificado es el conquistador de la muerte. Esta victoria de Jesús en la cruz, es declaración de fe puesto que visiblemente, aparentemente, en la cruz Jesús había sido derrotado, pero esto es simple apariencia, ya que, en el ámbito espiritual, Jesús triunfó en la cruz: “Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15)

Jesús, en el lenguaje de su propia parábola, había invadido la fortaleza del hombre fuerte, que es el diablo, lo había desarmado en la cruz, lo había inmovilizado quitándole su poder sobre la muerte y le había quitado su botín, la vida de las personas:

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“Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lucas 11:21-22) Lo que sustenta esta victoria es la resurrección de Jesús; El vive y reina: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1ªCorintios 15:20-22) Es por esta victoria de Jesús, en su muerte y resurrección, que los creyentes, por fe y con sentido de victoria, representamos este triunfo y nos identificamos con Jesús en la experiencia del bautismo: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4) “Para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” La crucifixión de Jesús no fue un accidente, no fue una derrota; ese era su propósito al venir al mundo: derrotar al diablo en su propio terreno, la muerte. Así lo expresa el apóstol Juan: “…Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1ªJuan 3:8) De esta victoria es de la que Pablo nos habla: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1) “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros ¿Quién nos separará del amor de Cristo?...” (Romanos 8:34-35) Nada ni nadie nos separará del amor de Dios pues perseveramos en comunión con Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS: NOS LLEVA DE LA MANO HEBREOS 2:15-16

2:15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

A lo largo de toda nuestra existencia terrenal los seres humanos estábamos esclavizados por el pecado: “Jesús les respondió: De cierto, de ciertos digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34-36)

Esta infernal esclavitud nos arrastraba irremediablemente hacia la muerte: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24)

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3)

El miedo a morir nos obsesiona a buscar disfrutar al máximo de la vida, esta obsesión la utilizó Satanás para hundirnos en vicios, placeres pecaminosos, avaricia, violencia; toda la gama de tentaciones se infló por nuestra corta visión de nuestro destino eterno, que no quisimos “ver a Dios”, solamente nos preocupaba el “ahora” y esto nos hizo esclavos del pecado.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ªJuan 2:15-17)

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Cabe muy bien aquí la advertencia del apóstol Pedro: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1ªPedro 1:13-14) También Pablo nos invita a trascender esta realidad temporal: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…” (Col 3:1-5) Por eso Jesús nos advierte de este engaño en su parábola del Sembrador: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) Pero Jesús con su muerte y resurrección nos ha liberado de esta esclavitud y nos ha brindado una esperanza firme más allá de la muerte. En Jesús somos verdaderamente libres para vivir abundantemente, con propósito y eternamente.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6)

“…nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2ªTimoteo 1:10)

2:16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

Esta palabra “socorrió” en griego expresa la idea de “tomar” y es el mismo verbo que se utiliza en 8:9, donde Dios recuerda como “tomó” a su pueblo Israel de la mano para sacarlo de Egipto, y en ambos casos, el “tomar” lleva en sí la idea de salvación para comunión con Dios.

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Entonces la idea de que Jesús nos “socorrió” significa, en su idioma original y en su contexto original, que Jesús nos tomó de la mano para sacarnos de la esclavitud del pecado en que existíamos para llevarnos a la vida abundante, esto es a disfrutar, en libertad, de la comunión de amor con Dios. Jesús expresó su amor preferencial por nosotros al tomarnos de la mano, como un padre toma a su pequeño hijo: “Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmo 139:10) Jesús nos toma de la mano para conducirnos a la casa de Dios: “…habiendo de llevar muchos hijos a la gloria…” (Hebreos 2:10) Esta “gloria”, que es una expresión de estar delante de la presencia de Dios, señala nuestro verdadero hogar: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3) Entonces nuestra estancia terrenal es temporal, somos peregrinos avanzando por esta existencia terrenal rumbo a nuestro hogar celestial: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1ªPedro 2:11) “Descendencia de Abraham” Somos más valiosos que los ángeles y somos descendencia de Abraham por la fe: “Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gálatas 3:7) Por la fe en Jesús somos libres del pecado y estamos siendo conducidos al hogar celestial; disfrutemos, entre tanto que llegamos, de la comunión de amor con Dios a través de Jesús nuestro Salvador AMEN JFVS

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JESÚS: SUMO SACERDOTE HEBREOS 2:17-18

2:17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. “Debía”: Fue necesario que todo esto aconteciera de esta forma. Jesús experimentó la realidad humana en todas sus magnitudes, se despojó totalmente de su naturaleza divina por amor a nosotros: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8) Esta condición humana de Jesús hace posible para nosotros confiar absolutamente en que Él nos entiende perfectamente como humanos, simpatiza con nosotros; esta condición humana de Jesús hace de Él nuestro único y misericordioso Sumo Sacerdote: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:14-16) Jesús es “misericordioso” porque, a través de sus propios sufrimientos y pruebas, puede simpatizar con los de la humanidad. Es “fiel” porque soportó hasta el final con el objetivo de salvarnos.

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El término “en” después de “sacerdote” enfatiza: un Sumo Sacerdote fiel con respecto a las cosas pertenecientes a Dios. Jesús está al lado de Dios: “…se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3) La cercanía de Jesús con respecto a Dios Padre nos brinda confianza y efectividad en el ministerio de Jesús a nuestro favor, además nos recuerda que nadie está más cerca de Dios Padre que Jesús nuestro Salvador. Por tanto ¿Por qué tantas personas buscan otros intercesores? Claramente la Biblia ha señalado la exclusividad de Jesús para interceder eficazmente por nosotros; es más, se enfatiza la voluntad divina de salvarnos ¿para qué requerimos de intercesores que logren convencer a Dios de escucharnos? Jesucristo es llamado Sumo Sacerdote y no meramente sacerdote, porque el autor de la Carta visualiza la obra redentora de Jesús como el cumplimiento del ritual sacrificial del día de la expiación, donde debía oficiar el sumo sacerdote. “Expiar” Esta palabra se utiliza en referencia a la restauración de la relación entre Dios y el hombre la cual ha sido rota por el pecado del hombre; siendo mediador de esta restauración el sumo sacerdote. “He aquí que no se ha acortado la mano de Yahvéh para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2) En esta restauración Dios toma la iniciativa de proveer el medio para la restauración de la relación entre Él y su pueblo ¡Dios quiere restaurar la comunión con nosotros! “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona” (Levítico 17:11)

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“…la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1ªJuan 1:7) “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-25) “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1ªJuan 2:2)

Propiciación = ofrenda para obtener el perdón de pecados. Siendo Jesús la propiciación por nuestros pecados, ya no se requiere de ningún sacrificio u ofrenda nuestra para obtener el perdón de los pecados y restaurar la comunión con Dios ¡ya todo lo hizo Jesús!

Un Sumo Sacerdote que realmente ha quitado los pecados de su pueblo y, por lo tanto, la barrera que sus pecados había interpuesto entre ellos y Dios, es el único Sumo Sacerdote que necesitamos tener.

2:18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

El mismo ha sufrido al ser tentado pues todo el odio enfurecido de Satanás, Jesucristo lo experimentó y resultó victorioso. Ahora Jesús es sensible a nuestras luchas y está pronto a socorrernos.

Jesús asumió nuestra naturaleza humana, sufrió amargamente y experimentó la muerte. Pero por su muerte y resurrección nosotros somos libres del pecado. El Sumo Sacerdote era el único responsable y capaz de conservar la comunión entre Dios y el pueblo; ahora Jesús es nuestro Sumo Sacerdote quien de manera eficaz ha quitado nuestro pecado definitivamente y nos ha reconciliado con Dios.

En medio de la tentación, clama a Dios, con la confianza de que Jesús, nuestro sumo sacerdote, entiende todas tus luchas y afanes. Él te rescatará.

Cultivar una hermosa comunión de amor con Jesús por medio de la lectura de la Biblia en el ambiente fraternal de la iglesia, es todo lo que necesitamos, de verdad, en la vida. AMEN

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JESÚS: APOSTOL Y SACERDOTE HEBREOS 3:1

3:1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; “Por tanto” esta frase une la reflexión presente con lo dicho en el capítulo 2, en el que se ha establecido la unidad fraternal que Jesús tiene con sus hermanos, o sea, nosotros; juntos pertenecemos a la Familia de Dios. Este privilegio viene acompañado de un mandato: fijar nuestros pensamientos en Jesús y hacerlo diligentemente. “Hermanos santos”. Somos la Familia de Dios; esta relación permite que nos llamemos hermanos y en este título expresamos nuestro gozo y anhelo de participar en la creación de una familia donde el amor es sincero y profundo: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1ª Pedro 1:22-23) Podemos observar la centralidad de la Palabra de Dios; por tanto, la unidad y amor en la iglesia es el resultado directo de la atención que damos a la Biblia. Somos llamados “santos” porque hemos sido apartados para servir a Dios: “Porque somos hechura suya, creados es Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10) Fraternidad y servicio, estas son las características a las que se refiere respectivamente los títulos de “hermanos” y “santos”

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“Llamamiento celestial” designa a los cristianos como ciudadanos de un reino no circunscrito a las condiciones de la vida terrenal. En otros lugares del Nuevo Testamento se le llama “llamamiento santo” y un “supremo llamamiento” La iglesia es la comunidad de aquellos a quienes Dios ha llamado con propósito “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2ª Timoteo 1:9) “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14) Recordemos que nosotros hemos sido llamados por Dios, este llamamiento nos trae salvación, es un privilegio; pero también implica responsabilidad: escuchar con atención las palabras de Jesús, nuestro Dios y Salvador. “Apóstol” el representante de Dios entre los hombres, con un mensaje. “Sumo sacerdote” el representante de los hombres ante Dios. “Apóstol” aplicado a Jesús lo designa como mensajero de la revelación perfecta de Dios: “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” (Hebreos 1:2) El sustantivo “apóstol” se deriva del verbo griego “apostelo” que significa: “enviar con un mensaje”; Jesucristo es el enviado de Dios Padre que nos trae un mensaje especial: la revelación del Evangelio. Jesús es nuestro Apóstol.

“Profesión” Se refiere a la declaración de fe realizada por el creyente en el momento de su bautismo, en este caso, los cristianos de esta comunidad, al bautizarse, declaraban que Jesús era para ellos su apóstol y sumo sacerdote.

Al recordar en este contexto a los lectores de la Carta que ellos hicieron (en el bautismo) una profesión (declaración solemne) de seguir a Jesús, el autor busca dar mayor énfasis a la exhortación de perseverar en el camino del Evangelio.

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“Considerad” En griego da la idea de fijarse en algo o alguien cuidadosamente y detalladamente; en este caso, en Jesús como Apóstol y Sumo sacerdote. No basta con una entusiasta declaración pública de fe, es necesario llegar a un claro entendimiento de la fe que profesamos, para eso es el discipulado. Jesús es nuestro “Apóstol”; el mensajero autorizado de Dios para comunicarnos su voluntad. Cuando nos reunimos a leer la Biblia “en el nombre de Jesús” escuchamos el mensaje de Dios para nosotros. Jesús es el “Apóstol”, no requerimos de un mensaje o mensajero más allá de Jesús; nuestra atención se concentra en entender las palabras de Jesús: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 28:20) “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24-25) Jesús es nuestro “Sumo Sacerdote”; el representante del pueblo ante Dios, divinamente autorizado para interceder delante del trono de Dios a favor del pueblo redimido de creyentes. Jesús es el “Sumo Sacerdote”, no requerimos de sacerdotes humanos que nos representen ante Dios; no necesitamos de intercesores que lleven nuestras oraciones ante el trono de Dios. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)

Jesús es todo lo que necesitamos para entrar en comunión de amor eterno con Dios.

Unidos, como familia de Jesús, en ambiente fraternal, ocupemos la vida en entender las palabras de Jesús registradas en la Biblia, para salvación de muchos. AMEN JFVS

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JESÚS: SUPERIOR A MOISÉS HEBREOS 3:2-6

3:2 el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

“Constituyó” Esta palabra se refiere a la encarnación de Jesús. Gracias a esa encarnación Jesús se convirtió en Apóstol y Sumo Sacerdote a nuestro favor.

Jesús es “fiel” a Dios Padre: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que mediste que hiciese” (Juan 17:4)

“Moisés” El autor de la Carta nos recuerda a Moisés como un apóstol de Dios a su pueblo, pues por medio de él, Dios reveló a Israel su deseo de formar un pueblo conforme a su voluntad y establecer un pacto. Es igualmente cierto que Moisés fue el intercesor más efectivo de su pueblo ante Dios; Moisés, en la práctica, actuó como representante del pueblo ante Dios, cumpliendo así una función sacerdotal. Fue Aarón su hermano, y no él, el sumo sacerdote de Israel en lo que a título e investidura se refiere; pero fue Moisés y no Aarón el verdadero abogado de Israel ante Dios. Para el pueblo judío, fue Moisés el gran Apóstol y el gran Sumo Sacerdote; ahora el autor de la Carta declara a Jesús como superior a Moisés. Los judíos convertidos deben reconocer a Jesús como superior a Moisés.

Nosotros hoy, tenemos la necesidad de evaluar nuestras actitudes y acciones a fin de reconocer, de palabra y en acción a Jesús como superior a todo y a todos; Él es nuestro único representante ante Dios, nuestros suficiente y único intercesor, en único capaz de perdonar nuestros pecados y el único que nos revela la voluntad de Dios.

“Casa” La palabra griega “oikos” hace referencia no tanto a una estructura material sino al concepto de familia; de hogar; así, en este verso, el autor de la Carta hace referencia a la comunidad de creyentes que voluntariamente quieren vivir en esta relación de pacto con Dios. En ese sentido, nosotros, somos la Familia de Jesucristo.

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3:3 Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo Ninguno de los servidores de Dios se puede comparar en dignidad con Jesús; hoy necesitamos reconocer que ningún santo, ni María, ni nadie ni nada, es comparable a Jesús. También debemos reconocer que esta sociedad materializada propone sus ídolos para competir y desplazar a Jesús de nuestro corazón ¿Quién es la persona, concepto o cosa que ocupa el lugar más importante en nuestro sistema de valores? 3:4 Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios Dios Padre, es el fundador de su propia “casa”, y fue a través de su Hijo que hizo que todas las cosas existieran en general y su propia “casa” en particular. Una casa, cuya construcción demanda un diseño inteligente y una voluntad creadora; indica un fundador, un constructor. Este universo en todo su despliegue de belleza y armonía apunta a un sabio creador con un propósito específico y con un alto sentido de estética y armonía. El cosmos es creación de Dios y esto es declaración de fe para los cristianos; también la iglesia es su creación. 3:5 Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; Esta frase “lo que se iba a decir” hace referencia a la respuesta que Dios le dio a los hermanos de Moisés cuando murmuraron acerca de su ministerio: “Entonces Yahvéh descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Yahvéh, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Yahvéh ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (Números 12:5-8)

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Moisés alcanza la dignificante calificación de “siervo fiel”. Nosotros como cristianos también podemos llegar a esta calificación: “…bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:23) La mayor dignidad para el ser humano es ser siervo obediente de Dios, fiel en el cumplimiento de todas las responsabilidades asignadas. “Siervo” Esta palabra en griego designa a un servidor voluntario y no a un esclavo. 3:6 pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza Moisés sirvió en la casa como alguien que era parte de la casa; Jesucristo gobierna sobre la casa como el Hijo a quien el Padre, el dueño de la casa, ha asignado para ejercer ese gobierno. Moisés no era el autor del antiguo pacto como Jesús sí es el autor del nuevo. Sin embargo Dios emitió una solemne advertencia contra cualquiera que se aventurase a “hablar contra mi siervo Moisés” (Números 12:8); más solemne es todavía la advertencia implícita contra rechazar a Jesús. La casa de Jesucristo somos nosotros, la comunidad que persevera en la fe. Los verdaderos creyentes son aquellos que perseveran hasta el fin. No somos huérfanos arrastrados por vicios y vagabundeando sin orden; aunque de allí nos sacó Jesús. Ahora pertenecemos a un bello hogar, con orden y disciplina, limpieza y amor. Fuimos adoptados y esto da sentido y dignidad a nuestra vida. “Hasta el fin” Jesús dijo: “…el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Marcos 13:13); no podemos “descuidar una salvación tan grande” (Hebreos 2:3), por tanto perseverar ha de ser criterio básico de vida para el creyente; y es en la “casa de Jesús”, en el calor de hogar donde se puede consolar y animar, exhortar y aconsejar y siempre caminar en fraternal unidad por el sendero marcado por Dios, el cual conduce “a la gloria” (Hebreos 2:10) AMEN

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JESÚS Y EL ESPIRITU SANTO HEBREOS 3:7

3:7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, Toda la sección de Hebreos 3:7-4:11 es un sermón basado en el Salmo 95:7-11 muy al estilo de la reflexión judía de aquella época. Interpretando el texto en base a las circunstancias del momento actual, el autor de la Carta se propone prevenir y consolar a sus lectores. Los vv7-11 son la cita del Salmo 95:7b-11. El Salmista advierte a una generación posterior de israelitas que no sigan el mal ejemplo de sus antepasados que se negaron a escuchar a Dios, no fuera que el desastre les llegara también a ellos a su tiempo. Ahora, una nueva generación, posterior a la del salmista, recibe la misma advertencia por medio del autor de la Carta a los Hebreos. Nosotros hoy, una nueva generación, recibimos esta misma advertencia. Así la Palabra de Dios se ha ido actualizando generación a generación y ha sido pertinente siempre. “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:8) “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envíe” (Isaías 55:10-11) El Espíritu Santo es señalado como autor del Antiguo Testamento. El autor de la Carta, al igual que los creyentes reconocemos que detrás del redactor humano de cada pasaje de las Sagradas Escrituras el Espíritu Santo es el verdadero autor. La Biblia es palabra de Dios.

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“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2ªTimoteo 3:16-17) Enseñar.- Mostrar el camino verdadero Redargüir.- Convencer del error Corregir.- Enderezar el camino Instruir.- Entrenar para una tarea “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2ªPedro 1:20-21) La Biblia declara, con toda claridad y sin ambigüedad, que ella está escrita por el Espíritu Santo, El es su verdadero autor. El Espíritu Santo ocupó a personas para redactar los libros de la Biblia, cuidó las palabras que utilizaron los redactores y preservó el texto escrito para integrar lo que hoy llamamos “Biblia”. Ejemplo: “Así habló Yahvéh Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado” (Jeremías 30:2) Es tan importante el texto escrito de la Biblia, que a partir de la integración del Pentateuco, los primeros 5 libros de la Biblia, redactados por Moisés y entregados a Josué, se invita a estudiar y meditar el texto sagrado:

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:7-8)

Aquella persona que llegase a levantarse como rey del pueblo, tenía la obligación de copiar a mano el Pentateuco y estudiarlo detenidamente:

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“Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yahvéh su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel” (Deuteronomio 17:18-20) Nosotros también debemos desear fervientemente la enseñanza de la Palabra de Dios: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1ªPedro 2:2) Ejemplo: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11) La Biblia entonces, no es un libro mas, es el libro de Dios; ciertamente no esperamos que el creyente ponga su Biblia en un altar y la adore, pero sí esperamos de cada creyente que tome su Biblia en serio, pues al leerla estamos leyendo la Palabra de Dios ¿No debería leerse con reverencia? ¿No deberíamos esforzarnos por leerla correctamente? Estamos comprometidos a que lo que leamos lo interpretemos correctamente ¿Demandamos de nuestros pastores y maestros una interpretación correcta de la Biblia, o acaso nos conformamos con ideas superficiales?

Es tiempo ya de tomar con reverencia las enseñanzas bíblicas y desear estudiar la Biblia fervientemente; es el Espíritu Santo quien nos habla, no menospreciemos lo que Dios está brindándonos.

Frente a la Biblia la actitud correcta es de humilde obediencia y atención reverente. AMEN JFVS

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JESÚS: CIMIENTO FIRME HEBREOS 3:7-11

3:7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,

Toda la sección de Hebreos 3:7-4:11 es un sermón basado en el Salmo 95:7-11 Interpretando el texto en base a las circunstancias del momento actual, el autor de la Carta se propone prevenir y consolar a sus lectores.

Los vv7-11 son la cita del Salmo 95:7b-11. El Salmista advierte a una generación posterior de israelitas que no sigan el mal ejemplo de sus antepasados que se negaron a escuchar a Dios, no fuera que el desastre les llegara también a ellos.

Ahora, una nueva generación, posterior a la del salmista, recibe la misma advertencia por medio del autor de la Carta a los Hebreos. Nosotros hoy, una nueva generación, recibimos esta misma advertencia. Así la Palabra de Dios se ha ido actualizando generación a generación y ha sido pertinente siempre.

3:8 No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,

“No endurezcáis”, en griego indica una enérgica prohibición. El Espíritu Santo nos hizo sensibles a la Palabra de Dios; sin embargo el pecado, la necedad, la falta de reflexión; van endureciendo nuestra conciencia. Cuando cometemos pecados y no los confesamos a Dios, cuando persistimos en conductas necias y no queremos escuchar los consejos de la Biblia, cuando menospreciamos el estudio bíblico, la oración y la alabanza en la iglesia; estamos creando una “costra” en el corazón y con esta actitud nos podemos alejar definitivamente de Dios.

A esto se refiere 2:1 cuando advierte “no sea que nos deslicemos” y en 2:3 cuando pregunta “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” Grandes peligros amenazan al cristiano que no toma en serio su salvación y la Biblia como Palabra de Dios.

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El incidente al que se hace referencia se relata en Éxodo 17:1-7 El pueblo, a la menor incomodidad clamaba amargamente y lloraba exageradamente por su suerte dudando continuamente y repetidamente de la misericordia y el amor de Dios para con ellos.

Hoy son muchos los cristianos que frente a las carencias materiales se quejan contra Dios y se atreven a decir que Dios no los ama; esto es calificado de provocación a Dios. Cultivemos una profunda comunión de amor con Dios no dejando que nuestro corazón se endurezca. Pertinente es la exhortación de 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca.”

3:9 donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años.

Repetidamente durante los 40 años de peregrinación, el pueblo “tentó” a Dios, en el sentido de tratar de ver cuánto tiempo se mantendría la paciencia divina ante la dureza de sus corazones. Durante 40 años en el desierto el pueblo conservó su necedad y ni siquiera el ver las obras de Dios los movió al arrepentimiento.

Cuando el corazón se endurece el individuo es incapaz de conmoverse ante las obras maravillosas de Dios, simplemente “no ve”. En la vida cristiana un peligro mortal es dejar que el corazón se endurezca. Seamos de corazón humilde y escuchemos con solicitud la voz de Dios.

3:10 A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos.

Lo triste de esa generación es que nunca cimentaron en su confianza en Dios, su corazón vagaba de un lugar a otro sin rumbo fijo; pero a Dios nunca lo buscaron con sinceridad. Muchos cristianos hoy corremos el peligro de dejarnos llevar por cualquier novedad o moda, de perder el rumbo; los cristianos necesitamos conocer el camino de Dios que conduce a vida eterna, “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14); es urgente atender a la voz de Dios y ser sensibles a su Palabra.

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3:11 Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.

El pueblo había sido llamado “ovejas” (Salmo 95:7); para las ovejas el mayor bien es el reposo, pero en este reposo no iban a entrar nunca, porque no habían conocido ni se habían deleitado en los caminos por los que el Buen Pastor deseaba guiarlos. No puede haber reposo para el corazón que no cree. Esta es una solemne advertencia para todos los que abandonan el camino de la fe por los caminos de la murmuración y la desconfianza.

Ya anteriormente se rechazó el ofrecimiento de Dios por incredulidad y desobediencia, el destino de Israel debe servir de advertencia. La voluntad de Dios revelada en su Palabra no permite evasivas. Con Dios no se juega, El no acepta nuestros caprichos o chantajes; no somos iguales a Dios, no podemos tratar de manipularlo, ni sobornarlo; a Dios le rendimos reverente adoración así como amor absoluto.

El Antiguo Testamento contemplaba el enojo y la ira de Dios como trágicamente necesarios. Eran trágicos porque no eran lo que Dios deseaba en relación con su pueblo; eran necesarios por causa de su rebeldía terca. El enojo divino siempre se veía como el producto de la calamidad humana y el pesar divino. Nunca era arbitrario, ni visceral, sino que era ocasionado por el pecado del hombre. La ira de Dios ante el pecado resultaba en el juicio sobre los pecadores. La “ira” de Dios es una expresión humana que trata de describir, limitadamente, una actitud divina.

“Juré” Se refiere a la determinación divina emitida con toda seriedad, es un juicio establecido y no admite cambios en tanto no se modifique la situación de rebeldía en el pueblo. Cuando Dios emite un juicio está hablando en serio. También “jurar” es expresión humana que quiere describir una realidad divina.

Un peligro mortal en la vida cristiana en dejar que nuestro corazón se endurezca. Por tanto persevera con gozo en la Familia de Jesús es lo mejor. AMEN JFVS

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JESÚS Y LA INCREDULIDAD HEBREOS 3:12-19

3:12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;

“Corazón malo de incredulidad”: malo por su incredulidad. “Apartarse del Dios vivo” expresa rebelión contra Él. “Hermanos”, la iglesia es la familia de Dios.

El peligro es que un creyente puede llegar a tener un corazón malo, resultado de la incredulidad; ciertamente hay creyentes que dudan de la bondad y del poder de Dios, cuando esta actitud crece en el corazón éste se vuelve perverso y la tentación a desertar surge, pero esto equivaldría a rechazar a Jesús.

“El Dios vivo”, Dios posee la vida en su máxima expresión, es una Persona con quien podemos relacionarnos y de cuya comunión recibimos vida abundante; rechazarlo implica muerte.

3:13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

“Exhortaos”: anímense unos a otros. Debemos animarnos mutuamente a fin de permanecer unidos y no desertar. Para lograr esto se requiere de un ambiente de sincero amor fraternal.

“Hoy”: “…He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2ª Corintios 6:2) Las oportunidades no se presentan en la vida indefinidamente; mientras se proclama que todavía “hoy” hay oportunidad debemos acercarnos y conservar la unidad y la fidelidad. Pero para los que persisten en mantenerse lejos de Dios el “hoy” puede acabarse pues el corazón se habrá endurecido irremediablemente a causa de persistir en incredulidad. La incredulidad, en su engaño, puede endurecer el corazón del creyente a tal grado que ya no sea sensible a la voz de Dios, las consecuencias llegarán a ser entonces mortales.

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Hebreos

3:14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio,

“Participantes de Cristo”, se refiere a participar con Él en su Reino inconmovible (12:28) Esta “confianza” inicial debemos retenerla hasta el día del regreso de Jesús: “…el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Marcos 13:13)

3:15 entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

“Entre tanto que se dice” La cita sigue siendo del Salmo 95:8-9, repitiendo así la idea comenzada en v7. El Salmo se cita para recordar a los cristianos que ya en el pasado el pueblo de Dios rechazó persistentemente a Moisés y acarrearon para ellos mismos condenación; ahora el peligro es mayor pues a quien se está rechazando es a Jesucristo. Rechazamos a Jesús con una actitud de incredulidad y persistente pecado que endurece el corazón. Hoy en día debemos evaluar nuestra conducta no sea que a nosotros también se nos esté endureciendo el corazón.

3:16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?

La segunda pregunta contesta a la primera; aquella generación que salió de Egipto dirigida por Moisés, experimentó el enorme despliegue de poder de Dios. Esa generación que gozó de tantos privilegios “viendo” la poderosa mano de Dios fue la que con sus repetidos reproches y sus infantiles caprichos provocó a Dios.

Los cristianos, a pesar de haber experimentado el poder redentor y transformador de Dios que nos salvó y nos dio vida nueva, podríamos estar provocando a Dios con nuestra incredulidad. Evaluemos nuestra vida con la Biblia.

3:17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?

Nuevamente la segunda pregunta responde a la primera, y nos muestra que la razón de esos 40 años en el desierto fue el pecado del pueblo.

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Hebreos

Números 13-14 nos relatan lo que sucedió con el pueblo; después de Sinaí el pueblo avanzó hacia la Tierra Prometida, al llegar, enviaron espías, el informe de ellos fue que ciertamente la Tierra Prometida era fértil y próspera (Números 13:27) pero que en ella había gigantes y ciudades amuralladas; solamente Josué y Caleb mantenían una actitud positiva ante la idea de avanzar. Cuando el pueblo escuchó el informe de los espías, no consideraron las palabras de fe de Josué y Caleb sino que se basaron en el pesimismo de los demás espías y reclamaron a Dios (Números 14:1-4) incluso se propuso regresar a la esclavitud en Egipto. El pecado del pueblo de Israel fue la incredulidad, se les había olvidado ya todas las poderosas y maravillosas obras de Dios y no creyeron en la promesa de Dios. El pueblo no quería entrar a la Tierra Prometida pero Dios no permitió que se regresaran a Egipto; la estancia en el desierto por 40 años tenía el propósito de que toda esa generación muriera en el desierto (la generación incrédula) 3:18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? La Tierra Prometida aparece como un reposo. Pero a causa de la desobediencia del pueblo en no querer entrar, Dios les aseguró que no entrarían en ese reposo. 3:19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

Por tanto, fue incredulidad, lo que los mantuvo fuera de la Tierra Prometida. Habían disfrutado la misericordia liberadora de Dios en el Éxodo, pero aquellas experiencias no evitaron la incredulidad. La figura debe haber sido suficientemente clara para los receptores de la Carta puesto que ellos también habían experimentado el poder de Dios en experiencia de salvación.

La invitación es a cultivar un sincero compañerismo fraternal que nos permita estimularnos unos a otros a perseverar gozosamente en nuestro avance hacia el encuentro con Jesús en su inconmovible Reino. AMEN JFVS

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JESÚS Y EL REPOSO HEBREOS 4:1-2

El “reposo de Dios” es un estilo de vida que Dios nos ha preparado desde el tiempo de la creación para toda la humanidad; todos podemos participar de este reposo y nadie tiene excusa para quedarse fuera del reposo. Para entrar en el reposo de Dios se requiere escuchar las Buenas Nuevas, en griego Evangelio, de Dios y ejercer fe recibiendo a Jesucristo como nuestro Salvador. Nuestra actitud frente a la poderosa y penetrante Palabra de Dios, determina nuestro destino final, puesto que la invitación de Dios es que entremos en su reposo, esto es, en la comunión de amor con Jesús. 4:1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. “Temamos”, es terrible no entrar en el reposo de Dios; la frase con que comienza este verso expresa la necesidad de ser conscientes que el destino de quien rechaza a Jesús es horrible y debemos tomarlo con seriedad. Debemos abandonar esa actitud de apatía ante las promesas de Dios. El autor de la Carta comenzó su exposición declarando que Dios nos ha hablado por medio de Jesús y es necesario que nosotros pongamos atención a su mensaje. No tomar en serio la Palabra de Dios, no creer en sus promesas, nos impide entrar en su reposo, en el estado de comunión con Jesús:

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Hebreos

De este “reposo” es del que habla Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mateo 11:28-30)

“Permaneciendo aún”, la frase en griego tiene el sentido de “dejada abierta”, esto es, la promesa de Dios, de entrar en su reposo, aún está en vigor.

Tomemos con mucha seriedad la advertencia de Dios en este pasaje, no sea que a pesar de permanecer abierta la promesa, algunos “simpatizantes” del Evangelio en realidad estén fuera del reposo y por tanto sin esperanza eterna.

Esta actitud de alerta surge porque aunque la promesa de entrar en el reposo continúa abierta para nosotros, esto es que no se nos ha cerrado la oportunidad sino que Dios nos está esperando, resulte que no logremos entrar.

Sería trágicamente desastroso darnos cuenta que a pesar de estar la puerta abierta, nosotros estemos fuera.

“Reposo” designa el estado de relación de amor con Dios por medio de Jesús.

4:2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.

“Se nos ha anunciado”, en griego: “hemos sido evangelizados” “Buena nueva”, en griego: “Evangelio”

Las Buenas Nuevas de la salvación que Jesús trae para nosotros, por gracia, tienen que ser apropiadas por fe si han de traer beneficio a los oyentes.

Los israelitas habían recibido la proclamación de las buenas nuevas de entrar al “reposo de Dios”, a la comunión de amor con Dios; el marco donde se disfrutaría esta comunión con Dios sería la Tierra Prometida

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Pero el pueblo no ejerció fe en Dios: “Todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz” (Números 14:22) Versión Popular dice en este verso: “Porque no se unieron por fe con los que habían obedecido al mensaje”. En referencia a Moisés, Josué y Caleb: “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Números 13:30) Josué también dijo: “…la tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Yahvéh se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Yahvéh…con nosotros está Yahvéh…” (Números 14:7-9) También las generaciones anteriores escucharon la Palabra de Dios como una buena noticia: “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos10:16-17) “Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (Romanos 10:21) Las cosas no han cambiado, frente al anuncio de la Palabra de Dios el ser humano no solo ha de conformarse con escuchar, además debe ejercer fe en Dios por medio de la obediencia Sin fe no se aprovecha lo que se escucha de la Palabra de Dios; sin fe es imposible entrar en la esfera de la vida divina y la Palabra aunque eficaz, queda sin provecho para el simple oyente. La invitación de entrar al reposo de Dios sigue vigente hoy, ya escuchamos el mensaje de la Biblia, ahora debemos entrar con fe y disfrutar de la comunión con Dios por medio de Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS REPOSANDO HEBREOS 4:3-4

El “reposo de Dios” es un estilo de vida que Dios nos ha preparado desde el tiempo de la creación para toda la humanidad. Para entrar en él se requiere escuchar las Buenas Nuevas de Dios y ejercer fe recibiendo a Jesucristo como nuestro Salvador. Nuestra actitud frente a la poderosa y penetrante Palabra de Dios, determina nuestro destino final, puesto que la invitación de Dios es que entremos en su reposo, en la comunión con Jesús. 4:3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. “Los que hemos creído entramos en el reposo”; se refiere a todos aquellos que hemos escuchado el Evangelio y hemos creído que esa es la verdad; entonces comenzamos a vivir en obediencia a esa Palabra de Dios en el Evangelio y descubrimos a Jesús en comunión de amor: estamos ya en el reposo de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28) “De la manera que dijo: Por tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo” La cita corresponde al Salmo 95:11; la construcción gramatical en griego de la palabra “dijo” se usa para destacar la permanencia del registro bíblico; lo que una vez se dijo de parte de Dios permanece para siempre, la Palabra de Dios está viva y se actualiza por medio de la acción del Espíritu Santo: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz…” (Hebreos 4:12)

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Ciertamente, cuando las personas rechazan a Dios quedan fuera del reposo de Dios; pero aquí se muestra que tal reposo no es una realidad novedosa, pues ha estado presente “desde la fundación del mundo”. El reposo de Dios ha estado disponible desde siempre para la humanidad y la clave de entrada es: CREER. Y creer es recibir a Jesús por fe: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12) “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Este “creer” es querer vivir en comunión con Dios. Los “que hemos creído” se refiere a aquellos que ahora ya son de la familia de Dios. Los cristianos, por fe, ya hemos entrado en el reposo de Dios. ¡AMEN! 4:4 Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. La cita es Génesis 2:2 “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo” Y continúa: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:3) El reposo del séptimo día no es un tiempo para estar inactivos, es más bien un precioso periodo de escape de la rutina diaria para meditar en Dios y servirle en adoración. Es interesante que la “santidad” del Sabbat esté relacionada directamente con el tiempo y no con un lugar. El fundamento del Sabbat ha sido transferido del último día de la semana (culminación de la creación) al primer día de la semana (resurrección de Jesús, inicio de la nueva creación); pero la esencia de ese Sabbat persiste

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Este “reposo de Dios” no implica que Dios está ahora inactivo. Es cierto que a partir de la culminación de la obra de la creación Dios “descansó”. Desde entonces la naturaleza sigue su curso bajo leyes naturales; pero Dios no es ajeno a su creación, de hecho, el universo es sustentado por Jesús: “…y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…” (Hebreos 1:3) Lo que implica este “reposo” es que Dios al crear “tiempo, materia y espacio” reservó un tiempo de reposo para que el ser humano cultivara una relación de amor con Dios. Este reposo es la voluntad de Dios para la humanidad. El reposo de Dios es un recuerdo de que “…no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Yahvéh vivirá el hombre” (Deuteronomio 8:3) Y lo que ha salido de la boca de Dios es el maravilloso Evangelio de Jesucristo. El reposo es un tiempo para cultivar una sana relación de amor con Dios y esta es la invitación hoy para cada uno de nosotros. La invitación hoy es a ejercer fe; esto es, confiar en la Biblia como Palabra de Dios, creyendo en sus promesas y viviendo conforme a su voluntad; esto es llevar el yugo de Jesús: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30) Entonces experimentaremos ese descanso que Jesús nos promete. AMEN JFVS

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JESÚS INVITA AL REPOSO HEBREOS 4:5

4:5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.

“Aquí” se refiere a la cita del Salmo 95:11 que está sirviendo de base al autor de esta Carta para establecer su mensaje. Con esta cita y la de Génesis 2:2 el autor de la Carta ha querido demostrar que el reposo de Dios siempre ha sido una realidad accesible para su pueblo, pero que siempre el pueblo de Dios ha rechazado tal posibilidad a causa de su incredulidad.

El “Reposo” de Dios, simbolizado con la estancia del pueblo en la Tierra Prometida, consiste en disfrutar de la comunión de amor con Dios, rodeados de un ambiente de paz, provisión y protección.

El pueblo de Israel, que salió de Egipto, no pudo entrar en este reposo a causa de su necia incredulidad; al autor de la Carta le preocupa que sus lectores también estén, por su incredulidad, negándose a sí mismos la oportunidad de entrar al “Reposo de Dios”. Nosotros hoy, debemos atender este llamado con seriedad.

Demos un breve repaso a la historia detrás de este pasaje: El pueblo de Israel vivía en esclavitud en Egipto, clamó a Dios por su liberación y Dios los escuchó: “…Claramente he visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y a llevarlos a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua…” (Éxodo 3:7-8; VP)

Yahvéh liberó a su pueblo de la esclavitud en medio de grandes y poderosas señales: “Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Yahvéh derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno” (Éxodo 14:27-28)

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“Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Yahvéh aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Yahvéh ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Yahvéh, y creyeron a Yahvéh y a Moisés su siervo” (Éxodo 14:29-31) Al salir de Egipto, Dios condujo a su pueblo hasta Sinaí para establecer allí un pacto: “Ustedes han visto lo que yo hice a los egipcios, y cómo los he traído a ustedes a donde yo estoy, como si vinieran sobre las alas de un águila. Así que, si ustedes me obedecen en todo y cumplen mi alianza, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece” (Éxodo 19:4-5; VP) Pero, al llegar a la orilla de la Tierra Prometida, el grupo expedicionario informó al pueblo lo siguiente: “…Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habitaba aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas…” (Números 13:27-28) Es importante observar cómo se desarrollaron los eventos ese memorable y fatídico día: “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros” (Números 13:30-31) Debemos observar la reacción generalizada del pueblo: “Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto” (Números 14:4)

Aún Josué intentó animar al pueblo de avanzar hacia la Tierra Prometida: “…la tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Yahvéh se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Yahvéh…” (Números 14:7-9)

“Entonces toda la multitud habló de apedrearlos” (Números 14:10) De apedrear a Moisés, Josué y Caleb.

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“Y Yahvéh dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?” (Números 14:11) Así, Yahvéh concluyó diciendo: “todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, no verán la tierra…” (Números 14:22-23) Los israelitas que salieron de Egipto no entraron en el reposo de Dios a causa de su falta de fe, no creyeron en las promesas de Dios, no creyeron en el poder de Dios, no creyeron que Yahvéh seguía siendo Dios poderoso. Los israelitas solamente escucharon “los contras”, se asustaron por los supuestos peligros y los obstáculos los frenaron; pudo más esto que toda la experiencia anterior de liberación ¿Y nosotros? ¿Qué actitudes tenemos frente a los problemas y obstáculos? Pudiera ser que aún hoy nosotros estemos también cerrándonos la oportunidad de entrar al Reposo de Dios a causa de nuestra actitud frente a la Biblia La Palabra del Evangelio ha iluminado nuestro entendimiento para salvación ¡Amén! El Espíritu Santo ha operado poderosos milagros en nuestra experiencia de conversión ¡Amén! El amor, la paz y el gozo de nuestro amado Padre celestial se han manifestado en nuestra vida ¡Amén! Y Dios sigue siendo el mismo aún hoy ¡Amén! No podemos, ahora, pretender regresar a la esclavitud del pecado, a las tinieblas de la ignorancia, a la soledad, a la amargura Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás Cree en la Palabra de Dios y juntos, unidos en amor fraternal, comencemos ya a disfrutar del reposo de Dios, esto es, de la comunión de amor con Dios en Cristo Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS EN AMENA CHARLA HEBREOS 4:6-7

Los israelitas que salieron de Egipto no entraron en el reposo de Dios a causa de su falta de fe, no creyeron en las promesas de Dios. Pudiera ser que aún hoy nosotros estemos también cerrando para nosotros la oportunidad de entrar al reposo de Dios a causa de nuestra actitud frente a la Palabra de Dios. 4:6 Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, “Algunos” que faltan de entrar en el reposo de Dios; se refiere a creyentes vacilantes de la congregación, creyentes de doble ánimo, “simpatizantes”, que no se han decidido completamente por Jesús o que a causa de su persistente desobediencia están rechazando la Palabra de Dios. Ellos todavía no han entrado en el reposo de Dios, aún no se sienten en “casa”, no se consideran parte de la familia de Dios ¿Cuántos en nuestra congregación aún no entran en este reposo de Dios? La razón por la cual los anteriores miembros del pueblo de Dios no entraron en el reposo: Desobediencia. Entonces, el que una persona no pueda participar del reposo de Dios se debe a una determinación humana y no a un deseo de Dios. Cada uno de nosotros recibe de Dios la misma entusiasta invitación de entrar en su reposo, pero nosotros a causa de nuestra persistente desobediencia seguimos permaneciendo fuera de este reposo de Dios.

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El reposo de Dios consiste en disfrutar de la comunión de amor con Dios por medio de Jesús; comunión que Jesús mismo describe como una amena convivencia entre amigos: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Este reposo de Dios, en el Antiguo Testamento, era simbolizado con el entrar a la Tierra Prometida, una tierra próspera; en el Nuevo Testamento se simboliza con la vida abundante: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10) Es a este reposo de Dios que Jesús nos invita entusiastamente: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28) La clave para “entrar” en el reposo de Dios es la obediencia: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30) 4:7 otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. La Biblia es Palabra de Dios. Nuestra responsabilidad es escuchar a Dios. ¡Escuchad! Grita el profeta con la autoridad de Dios: “Oíd esta palabra que ha hablado Yahvéh…” (Amós 3:1) En conformidad con el sentido hebreo de la palabra, “escuchar” no consiste solamente en percibir sonidos, sino en poner toda la atención para entender lo que se dice y obedecer con gusto: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24)

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Pero el ser humano no quiere escuchar y este es el drama de la humanidad, no querer escuchar a Dios. “No endurezcáis” es una orden divina, es una orden urgente, que surge del amoroso corazón de Dios que no quiere vernos fuera de su reposo. A fuerza de repetición el autor de la Carta trata de hacer entender a sus lectores el hecho de que la advertencia divina es aplicable a ellos como lo fue en los días de Moisés y posteriormente de David. Si tratan ligeramente el mensaje de salvación, si “tientan” a Dios tratando de ver hasta dónde presionar su paciencia, también ellos perderán su reposo. Por lo tanto, la advertencia urgente es para ellos igual que lo fue para los lectores originales del Salmo. Dios ha fijado un nuevo plazo: “Hoy”, que actualiza la historia de salvación. El pueblo de Israel, en el desierto, perdió su oportunidad a causa de la desobediencia; para la época del Salmo 95, nuevamente se convoca al pueblo para que entre en el reposo de Dios, lo cual quiere decir que el acceso a este reposo sigue abierto a pesar de tanta desobediencia. El autor de la Carta a los Hebreos, por inspiración divina, entiende que esta oportunidad de entrar en el reposo de Dios sigue vigente para su propia generación; pero igual que siempre, los que dicen creer, siguen desobedeciendo, mostrando con esto una falta grave de fe y quedándose fuera del reposo de Dios. Ahora nosotros en la actualidad entendemos este “hoy” como la renovada invitación de Dios para entrar en su reposo y se expresa con esta urgente orden de no permitir que nuestro corazón se endurezca. Hoy, para nosotros, está aún abierto el acceso al reposo de Dios; de hecho ya es tiempo de entrar en el reposo de Dios, no menospreciemos la invitación de Dios pues es para nosotros también. AMEN JFVS

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JESÚS NUESTRO REPOSO HEBREOS 4:8-11

4:8 Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día.

Resulta claro, dice el autor de la Carta, que el “reposo” del que se habla en el Salmo 95:11 no es la tierra de Canaán. Porque esa tierra fue ocupada por los israelitas que entraron bajo el mando de Josué; la Tierra Prometida era solo un símbolo material de una realidad espiritual.

El pueblo al que se dirige este Salmo ya estaba habitando en tierra de Canaán; por tanto, el “reposo” que estaban en peligro de perder por la dureza de sus corazones debe ser algo distinto del “reposo… de todos sus enemigos” que Dios le había dado a Israel en días de Josué (Josué 23:1)

De lo que estamos hablando aquí es de una realidad espiritual eterna y no de una realidad terrenal temporal.

El reposo que Dios tenía planeado para su pueblo no era un simple paraíso terrenal. Lo que Dios estaba preparando era un ambiente material propicio, abundante, en el que su pueblo gozara de las delicias de la creación y se deleitara en una comunión de amor con Dios.

Sí, había una realidad material prometida, pero ésta era simplemente el marco necesario para disfrutar de una realidad espiritual, y eso a causa de ser nosotros seres materiales.

El libro de Jueces, tristemente nos relata que el pueblo de Israel se dedicó a prácticas idólatras copiadas de sus vecinos; lejos de ser ellos “luz” para los pueblos se amoldaron a su mundo circundante (Romanos 12:1-2) y “pusieron la luz debajo de un cajón” (Mateo 5:15) dejándose así arrastrar por el pecado; su falta de fe y su persistente y necia desobediencia, los llevaron a rechazar a Dios y se cerraron la oportunidad de entrar en el reposo de Dios.

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“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2) “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16) 4:9 Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. “Reposo”, en griego: “sabbatismós”, “un descanso sabático”; “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:13) El “reposo de Dios” para nosotros significa que entramos en una atmósfera de “paz divina”, un cambio saludable en nuestro estilo de vida, que para nosotros implica encontrar alivio. El pueblo de Dios en el Nuevo Testamento son los que han recibido por fe a Jesucristo como su Salvador y Señor; para este pueblo, heredero y continuador de Israel, se le promete que le queda un reposo por disfrutar: la comunión de amor con Dios por medio de Jesús. 4:10 Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Este “reposo” indica cambio de actividad en nuestra vida. Dios concluyó su obra creadora y reposó de esa tarea, cambió su actividad.

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Recordemos que Dios es un Ser dinámico: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17), siempre tiene actividad; el reposo de Dios se debe entender como un cambio en su actividad esencial que le trajo reposo: comunión con el ser humano creado. De la misma manera, aquella persona que entra en el reposo de Dios está cambiando de actividad esencial en su vida, ahora está ocupado “deliciosamente” en cultivar una sana comunión de amor con Dios y en esta edificante comunión con Dios el ser humano encuentra su verdadero reposo, su plenitud de vida (Juan 10:10), su descanso de los afanes de este mundo (Mateo 11:28-30) 4:11 Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. En vista a toda la gloria que es accesible por medio de la fe, en vista del desastre que sigue a la incredulidad, el autor de la Carta a los Hebreos urge a sus lectores una vez más para que se esfuercen en obtener su lugar en el pueblo de Dios y no perderlo por una actitud de desobediencia. El “Hoy” de Dios ha llegado, tomemos su palabra con seriedad y entremos en su reposo, no hay tiempo que perder, no debemos imitar el ejemplo de desobediencia de Israel. Nuestro mayor deseo debe ser el de lograr entrar en el reposo de Dios, en esa vida de comunión con Dios que empieza ya desde ahora y se extiende hacia la eternidad: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3) Esta vida de compañerismo con Dios constituye nuestro reposo. AMEN JFVS

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JESÚS Y LA PALABRA HEBREOS 4:12-13

4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Se incluye aquí un breve himno a la Palabra de Dios, una bella estrofa de alguno de los himnos que se entonaban en las reuniones de los cristianos. En el original griego leemos: ¡La Palabra de Dios está viva! La Biblia no es algo inerte, una realidad ante la cual el ser humano pueda permanecer indiferente: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1ª Corintios 4:5); la actitud que adopte con relación a ella determina en definitiva y para siempre el destino del ser humano. El autor de la Carta a los Hebreos ha probado que la Biblia es Palabra de Dios y que está viva, al utilizar pasajes del AT y actualizar su mensaje a la realidad de sus lectores. Lo que Dios dijo en la época del Deuteronomio, se actualiza en la época de los Salmos y se actualiza en la época del escritor de la Carta a los Hebreos; aún más, se actualiza a nuestra presente realidad. La Palabra de Dios es “eficaz”; el griego utiliza una palabra de la que derivamos “energía”; la Palabra de Dios es energizante en la vida del creyente:

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“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:10-11 La Palabra de Dios está viva y brinda energía vital al que en ella confía y en ella se deleita: “Bienaventurado el varón…que en la ley de Yahvéh está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” Salmo 1 “Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra” Salmo 119:25 En el mundo antiguo, la espada de dos filos era el arma más cortante. Aquí, el escritor de la Carta compara la Palabra de Dios con dicha arma. En Apocalipsis 1:16 leemos acerca de la “espada aguda de dos filos” que sale de la boca de Jesús. Y Pablo menciona “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17) La Palabra de Dios impacta al ser humano, llama su atención, incluso llega a quebrantarlo. Aquella persona que tiene un encuentro con la Palabra de Dios no queda igual, su vida queda marcada a partir de ese encuentro y la decisión individual que tome con respecto a ella determina su destino eterno. La Palabra de Dios tiene tal poder de penetración, como la espada de dos filos, que nada escapa de ella; aún lo más profundo e íntimo del ser humano, sus pensamientos e intenciones, quedan abiertos para Dios con tal claridad que el Espíritu Santo los puede evaluar y determinar su verdadero significado. “Discernir”: separar, clasificar, examinar. La Palabra de Dios examina nuestros pensamientos e intenciones para juzgarlos y darles su verdadero valor; por ello es que muchas veces la Palabra de Dios nos quebranta.

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4:13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. “Abiertas”: con el cuello descubierto “A quien” se emplea aquí para denotar una relación viva e íntima conversación: “con quien tenemos que arreglar cuentas” La frase “aquel a quien hemos de rendir cuentas” se puede traducir mejor como: “aquel (Dios) ante quien hemos de entendernos”. Para los que no creyeron, este encuentro con Dios es desastroso, es terrible, es la derrota total del poder humano; es encontrarse delante de Dios derrotado y desnudo de toda vanidad terrenal y sin fuerza alguna para tratar de atacar a Dios. Frente a Dios los poderosos del mundo se encontrarán de rodillas, humillados y derrotados. Es el día en que se les demostrará claramente que han vivido en vano, que al rechazar la oferta del reposo de Dios solo les queda un destino: el infierno. Para el creyente, que ha entrado en el reposo de Dios, este encuentro íntimo con Dios en diálogo ininterrumpido es el anhelo de toda su vida. Ciertamente habrá de dar cuenta de sus “talentos”, pero entonces se descubrirá viviendo eternamente en el reposo de Dios. Nuestro ardiente deseo es llegar a este encuentro con nuestro Padre, es llegar a “la casa de Dios” a nuestro verdadero hogar y esto es la plenitud del reposo de Dios.

El reposo de Dios es estar en relación de amor con Él dejando que su Palabra, viva y eficaz, juzgue nuestros pensamientos e intenciones para entonces poder nosotros entender la voluntad de Dios, caminando por el sendero de la obediencia a la voluntad de Dios y el compañerismo fraternal en la familia de Dios.

La Palabra de Dios es viva y eficaz, ella evalúa nuestros pensamientos e intenciones para ajustar nuestra vida a los propósitos de Dios. Por ella logramos entrar en comunión con Dios y aprendemos a amar a nuestros hermanos, esto es el reposo de Dios. AMEN JFVS

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JESÚS NOS ENTIENDE HEBREOS 4:14-15

Estamos en uno de los momentos cumbres de la Carta a los Hebreos. Aquí se muestra el papel exclusivo y maravilloso de Jesús como Sumo Sacerdote: solamente Jesús puede representarnos, solamente Él puede entendernos, solo Él puede garantizarnos salvación. 4:14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Este “por tanto”, enlaza la exhortación anterior con la enseñanza que sigue. Una vez que ampliamente se ha demostrado la necesidad de entrar en el reposo de Dios y puesto que “algunos no han entrado” se les invita a todos los creyentes a “entrar”, a perseverar, buscando permanecer en este reposo; el incentivo que se presenta es que tenemos en Jesús al Gran Sumo Sacerdote que puede entendernos. “Teniendo” da la idea de pertenencia. Sin embargo, esta pertenencia es afectiva; esto quiere decir que Jesús nos pertenece, en el sentido de que nuestro más profundo sentimiento está orientado hacia Él y lo sentimos cercano. Entendemos que ahora somos parte de la familia de Jesús (2:10) Al ser nosotros de la Familia de Jesucristo existe un sentido de mutua pertenencia enganchada en el amor y hecha realidad por la salvación. “Gran Sumo Sacerdote”. Jesús es nuestro gran sumo sacerdote en oposición al sistema sacerdotal humano, el cual, a partir del sacrificio-resurrección de Jesús, ha resultado inadecuado, obsoleto. A partir de Jesús, el ser humano ya nunca más necesitará de un sacerdote humano que lo represente ante Dios; Jesús es el único sacerdote calificado por Dios para la función sacerdotal que es: representarnos ante Dios e interceder por nosotros ante Él.

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“Traspasó los cielos” Jesús llegó hasta donde ningún sacerdote humano jamás podrá llegar. Solamente Jesucristo ha traspasado los cielos, solamente Jesús nos asegura acceso directo a la presencia de Dios Padre. Jesús “traspasó los cielos” a fin de llevarnos a nosotros, sus hijos, a la presencia de Dios: “… habiendo de llevar muchos hijos a la gloria” (2:10) “El Hijo de Dios” como lo expresa Juan 3:16 Jesucristo es el Hijo único de Dios. La naturaleza de Jesús es esencialmente diferente de la nuestra, o de la de cualquier ser; solamente Jesús es el Hijo de Dios. “Retengamos” Por medio de la comunión con Jesús el creyente puede recibir toda la fuerza necesaria para mantener su confesión y resistir toda tentación. De la “profesión” se habla ya en 3:1 y luego en 10:23; se trata de la declaración de fe dicha durante el bautismo. “Retengamos” en griego este verbo también significa “dominar”: No nos dejemos dominar por la tentación de abandonar la fe en Jesús No nos dejemos dominar por la tentación de endurecer el corazón No nos dejemos dominar por la tentación de buscar un sacerdote o intercesor Dominemos nuestro ser interior reteniendo firmemente la profesión de fe hecha en el bautismo. Jamás debemos de abandonar la profesión de fe que un día realizamos públicamente “delante de Dios, delante de los ángeles y delante de la congregación”

4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Tenemos un sumo sacerdote con la capacidad para simpatizar con nosotros en todos los peligros, padecimientos y pruebas. La simpatía con el pecador en su tentación no depende de la experiencia de pecado sino de la experiencia con la fuerza de la tentación para pecar, que sólo aquel que no tiene pecado puede conocer en su intensidad completa.

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Jesús experimentó, a diferencia de cualquier otra persona, la fuerza del pecado en toda su intensidad; conforme permanecía firme sin caer en la tentación, la fuerza de la tentación aumentaba hasta que llegó al límite máximo al que ningún ser humano ha podido llegar jamás. Jesús experimentó así toda la furia cruel y el odio demoníaco y la fuerza del infierno y maldad de Satanás. Jesucristo experimentó la tentación como nadie más lo ha hecho; es por esta razón que Jesús puede entendernos y comprendernos en cualquier situación de la vida humana que lleguemos a experimentar; de la amplia gama de experiencias humanas, ninguna llega en intensidad de sufrimiento a lo que Jesús experimentó en su lucha terrenal contra Satanás. Jesús entiende tus luchas y afanes y sabe de cada lágrima que has derramado no solo de tus ojos, sino aún de tu corazón. “Pero sin pecado” A diferencia de toda la humanidad, Jesús experimentó la tentación sin cometer pecado; dos cosas entonces se hicieron realidad: Primero, Jesús puede entendernos perfectamente “en nuestra debilidad” Segundo, Jesús abrió para nosotros el libre acceso a la presencia de Dios y por tanto nos garantiza salvación. Yo confío en Jesús; tú ¿en quién confías? “Compadecerse” en griego: “simpatise” que significa: compartir los sentimientos de otro; compartir los sufrimientos. Jesús, por amor, ha querido compartir nuestros sentimientos, nuestros sufrimientos; Jesucristo ha querido “simpatizar” con cada uno de nosotros y es esa capacidad de “simpatizar” lo que le permite ser nuestro eficaz gran sumo sacerdote. Jesús de una manera única, especial y maravillosa nos entiende. La invitación es que confíes tu vida a Jesús pues te puede comprender como nadie más lo hará; esta capacidad de comprenderte te garantiza que Jesús te ama como nadie más te amará. AMEN JFVS

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JESÚS NOS COMPRENDE HEBREOS 4:15-16

4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Jesús experimentó, a diferencia de cualquier otra persona, la fuerza del pecado en toda su intensidad; conforme permanecía firme sin caer en la tentación, la fuerza de la tentación aumentaba hasta que llegó al límite máximo al que ningún ser humano ha podido llegar jamás. Jesús experimentó así toda la furia cruel y el odio demoníaco, la fuerza del infierno y la maldad de Satanás. Jesucristo experimentó la tentación como nadie más lo ha hecho; es por esta razón que Jesús puede entendernos y comprendernos en cualquier situación de la vida humana que lleguemos a experimentar. De la amplia gama de experiencias humanas, ninguna llega en intensidad de sufrimiento a lo que Jesús experimentó en su lucha terrenal contra Satanás. Jesús entiende tus luchas y afanes y sabe de cada lágrima que has derramado no solo de tus ojos, sino aún de tu corazón. “Compadecerse” en griego: “simpatise” que significa: compartir los sentimientos de otro; compartir los sufrimientos (10:34) Jesús, por amor, ha querido “simpatizar” con cada uno de nosotros y es esa capacidad de “simpatizar” lo que le permite ser nuestro eficaz gran sumo sacerdote. Jesús de una manera única, especial y maravillosa nos entiende. La invitación es que confíes tu vida a Jesús pues te puede comprender como nadie más lo hará; esta capacidad de comprenderte te garantiza que Jesús te ama como nadie más te amará.

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4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. “Acerquémonos” esta palabra se refería a los sacerdotes que en el servicio de adoración, en el Antiguo Testamento, se acercaban a Dios con sacrificios: “Y dijo Moisés a Aarón: Acércate al altar…” (Levítico 9:7) La invitación que ahora se nos hace es la de acercarnos a Dios en oración confiada, con actitud humilde, sincera, pues esta actitud representa el único sacrificio que el creyente puede traer a Dios: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:17) Este trono de gracia es el trono de Dios, donde Jesús, como Sumo Sacerdote de su pueblo (de su familia) está sentado, exaltado a la diestra del Padre. En la certeza, pues, de que nuestra situación no es desesperada, podemos y debemos dirigirnos a Dios en oración, cuyo trono, gracias a Jesús, no es ya para nosotros motivo de miedo sino fuente de gracia; obtenemos misericordia y hallamos gracia y esta certeza, nacida de la fe, nos transforma. En virtud de que Jesús nos puede comprender y puesto que no tiene pecado; se constituye en nuestro único y eficaz Sumo Sacerdote. Por tanto la invitación insistente y afectuosa es: “Acerquémonos”. Se nos invita entrar al reposo de Dios, pero aquí tal idea se amplía para indicarnos que la invitación concreta es a presentarnos delante del “trono de la gracia” que no es otra cosa que la presencia majestuosa de Dios. El reposo de Dios es entrar en su presencia. Todos podemos presentarnos delante de Dios “confiadamente”, no hay de que tener miedo, el perdón es absoluto. Nuestro Gran Sumo Sacerdote es lo máximo.

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El término griego “parrisia” que en todos los pasajes de la Carta a los Hebreos en que aparece se suele traducir por “confianza” (3:6; 4:16; 10:19; 10:35) designa originalmente la libertad política de hablar que tenían los ciudadanos. Se utiliza también para designar la debida actitud del hombre frente a Dios: quien tiene la conciencia pura, quien no se siente responsable de culpa, es como un amigo de Dios. En la Carta a los Hebreos se piensa en la actitud del cristiano ante el trono de Dios, el cristiano se siente seguro de ser bien recibido, por poseer la gracia de Dios. Disfrutamos de este derecho porque permanecemos en correcta comunión con Jesús. En tiempo de angustia, de peligro, de muerte, de persecución, de tentación; acerquémonos a la presencia de Dios en oración. También en tiempo de victoria, de éxito, de gozo; pues de Jesucristo fluye la misericordia (amor constante) y la gracia (la actitud salvadora gratuita) cuyo poder es eficaz para socorrernos, para protegernos; para salvarnos. Asimilemos la enseñanza de que Jesús, a causa de su terrible pero victoriosa lucha contra las fuerzas demoníacas de la tentación, nos puede entender perfectamente en nuestras debilidades y quiere ayudarnos eficazmente. Esta ayuda es segura pues Jesús no sucumbió ante la tentación; Jesús es victoriosamente sin pecado. Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios, es nuestro único y suficiente gran sumo sacerdote; solamente en Él debemos confiar para tener acceso a la presencia de Dios y por su ministerio victorioso. Jesús es lo máximo. AMEN JFVS

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JESÚS INTERCESOR HEBREOS 5:1-6

Un sumo sacerdote debe: (1) Tener la capacidad de simpatizar con aquellos a quienes representa (2) Haber sido designado divinamente para esta tarea. Jesús reúne los requisitos necesarios para el ministerio del sumo sacerdocio: Capacidad de compartir las debilidades de los hombres y Llamamiento de Dios 5:1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; El sumo sacerdote es una persona, seleccionada por Dios mismo. Esta persona cumple la función de representar a los hombres delante de Dios por medio de ofrecer a Dios las ofrendas y sacrificios por los pecados. El sumo sacerdote no es elegido por el pueblo, sino por Dios y busca el perdón para su pueblo.

5:2 para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad;

“Paciente”, porque él mismo se encontraba sumergido en un ambiente de inclinación al pecado; por lo que su trato con el pueblo era de comprensión en sus luchas y debilidades, era uno más de la débil humanidad.

Su ministerio comprendía ayudar a los “ignorantes” a entender la voluntad de Dios y animar a los “extraviados” a regresar al camino de la obediencia.

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5:3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Que debe ofrecer sacrificios por los propios pecados subraya que el sumo sacerdote está no por encima, sino en medio de los pecadores. No era un nombramiento de autoridad sino de servicio. 5:4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Las personas por su debilidad hacia el pecado, no deben nombrar a nadie para el cargo de sumo sacerdote. Aarón, el hermano de Moisés, llegó a ser el primer sumo sacerdote no por elección popular sino por voluntad de Dios. Ahora Jesús es llamado por Dios Padre a ejercer el sacerdocio en sustitución al de Aarón, por tanto hoy ya nadie puede ejercer ese ministerio, la dinastía de Aarón ha concluido su ministerio. Cuando las personas buscan a “santos” o “religiosos” para que intercedan por ellos ante Dios, los están viendo como sacerdotes y por tanto están rechazando a Jesús como Sumo Sacerdote cerrándose para sí mismos el acceso de Dios: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1ª Timoteo 2:5) 5:5 Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Aun Jesús fue llamado por Dios a esta dignidad, quien lo aclamó como su Hijo (Salmo 2:7). Este “hoy” era el día de la entronización de Jesucristo (Hebreos 1:5), el día cuando el Padre hiciera público que había exaltado a Jesús “como Señor y Cristo” (Hechos 2:36) y el mismo Dios que proclama a Jesús como su Hijo también lo proclama como Sumo Sacerdote permanente.

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El texto expresa que en su glorificación, Jesús fue “proclamado” como “Hijo”; algo así como cuando una persona, en una reunión de amigos y familiares, llama a su hijo y lo reconoce por algo que ha hecho bien diciendo: “este es mi hijo”. Dios Padre está orgulloso y complacido de la obra de Jesús aquí en la tierra; esta obra por la cual Jesús es proclamado “Hijo de Dios” es la obra de salvación efectuada para nosotros en la cruz del Calvario. El término “engendrar” se refiere a que Jesús procede de la misma naturaleza de Dios Padre; no indica que Dios creó a Jesús, sino que se trata de una frase poética que quiere enfatizar que Jesús no procede de la tierra, sino de Dios. 5:6 Como también dice en otro lugar: tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. El autor de la Carta a los Hebreos toma el v4 del Salmo 110 y lo aplica a Jesús. La novedad aquí es que el autor de la Carta, por revelación divina, enseña que el nuevo Sacerdote ya no procede de la familia de Aarón pues esa dinastía ha terminado su ciclo. Jesucristo ha venido a inaugurar un nuevo sacerdocio definitivo, establecido por Dios, según el orden de Melquisedec, esto es que Jesús, como sumo sacerdote, no pertenece a la dinastía de Aarón, sino a la de Melquisedec: “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo…Y le dio Abram los diezmos de todo.” Génesis 14:18-20 Jesús es el único sumo sacerdote en la tierra, designado por Dios para interceder por nosotros y no hay otra persona autorizada para este ministerio. Es a Jesús a quien debemos siempre acudir “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12 AMEN JFVS

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JESÚS: MODELO PARA ORAR HEBREOS 5:7

5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. El punto que debe enfatizarse no es tanto que la oración de Jesús fue escuchada, como su necesidad de que fuera escuchada; Jesús “humanamente” necesitaba ayuda celestial para beber la copa señalada. En los momentos más oscuros de nuestra existencia elevamos nuestro ruego a Dios, como un clamor de lo profundo del corazón y nuestro mayor anhelo es poder ser escuchados por Dios: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración” (Salmo 4:1) “Escucha, oh Yahvéh, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré” (Salmo 5:1-2) Cuando el pecado con su pesado y lúgubre manto oscuro nos impide “ver” a Dios, nos desesperamos; necesitamos hablar para confesar nuestro pecado y escuchar a nuestro amado Redentor que de verdad nos ha perdonado: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día…mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Yahvéh; y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás” (Salmo 32:3-7)

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Pero nosotros estamos acostumbrados a no convivir con Dios, el mundo no busca a Dios: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Ro 3:10-11)

Jesús en cambio, eternamente a estado en bella comunión con su Padre: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5)

Pero ahora, por amor a nosotros, Jesús ha querido experimentar la realidad humana de esta condición bajo el lúgubre manto oscuro de pecado: “teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Efesios 4:18)

Fue precisamente en Getsemaní donde Jesús comenzó a experimentar la negra oscuridad provocada por el velo del pecado, no su pecado, pues Jesús jamás pecó, pero sí se sumergió en esta realidad de pecado al grado de no poder “ver” a su Padre; puesto que el pecado separa al ser humano de Dios y esta condición es denominada por la Biblia como muerte:

“He aquí que no se ha acortado la mano de Yahvéh para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2)

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:1-2)

Por esto Jesús clama desde la cruz con ese clamor humano de no poder ver a Dios, a causa del manto lúgubre del pecado: “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46)

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Este v7 debe leerse en paralelo con los relatos de los Evangelios que describen la agonía de Jesús en esa noche en la que su oración llegó a ser tan intensa que “sudaba gotas de sangre”, se aterrorizó y suplicaba a su Padre con lágrimas que pasase esa copa de dolor; pero fiel a su convicción de querer agradar al Padre, Jesús determina que su deseo más intenso es cumplir con la voluntad del Padre. Esta experiencia tenía un propósito, “simpatizar” con nosotros para ser excelente sumo sacerdote a nuestro favor, al grado de que en nuestra soledad Jesús nos puede entender perfectamente y nos aconseja que elevemos nuestra oración a Dios “en el nombre de Jesús” pues Dios si nos va a escuchar. La gran necesidad humana ha sido suplida y en forma abundante: Por medio de Jesús nuestras oraciones pueden ser escuchadas por Dios, con la confianza de que nos entiende perfectamente.

Este “temor reverente” hace referencia a la devoción de nuestro Señor Jesús a la voluntad de Dios. El hecho de que la copa no fue quitada lo califica para simpatizar con su pueblo. Jesús reconoció el camino de la voluntad del Padre y lo siguió hasta el fin, allí radica su “temor reverente”, su obediencia (como lo traduce la Versión Popular)

La oración de Jesús, hecha desde lo más profundo del corazón y en intensidad espiritual fue escuchada por Dios; eso es lo que Jesús quería, que su Padre le escuchara. Ciertamente si llegó hasta la cruz y si experimento la crueldad de la muerte; su peregrinar por “el valle de sombras de muerte” fue en soledad. Pero allí en Getsemaní, Jesús experimentó la realidad humana en toda su crudeza y aunque no “escuchó” a Dios si se levantó fortalecido para enfrentar su destino, no cedió a la tentación de renunciar, prefirió “ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. Su oración fue contestada en el sentido de que su deseo más profundo era hacer la voluntad de Dios y obtuvo la fortaleza para cumplir.

El sendero que Jesús nos abrió a través de la muerte, nos asegura que nosotros, en toda experiencia de la vida, no estaremos solos; Jesús nos llevará de la mano hacia el hogar celestial. Tu yo, ahora, en cualquier circunstancia de la vida, podemos elevar nuestra oración al Padre confiadamente, sabiendo que Jesús nuestro sumo sacerdote nos entiende y nos auxilia para que sigamos nuestro peregrinar hacia las Bodas del Cordero. AMEN

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JESÚS OBEDIENTE HEBREOS 5:7-10

5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. El punto que debe enfatizarse no es tanto que la oración de Jesús fue escuchada, como su necesidad de que fuera escuchada; Jesús “humanamente” necesitaba ayuda celestial para beber la copa señalada. Este v7 debe leerse en paralelo con los relatos de los Evangelios que describen la agonía de Jesús en esa noche en la que su oración llegó a ser tan intensa que “sudaba gotas de sangre”, se aterrorizó y suplicaba a su Padre con lágrimas que pasase esa copa de dolor; pero fiel a su convicción de querer agradar al Padre, Jesús determina que su deseo más intenso es cumplir con la voluntad del Padre. Esta experiencia tenía un propósito, simpatizar con nosotros a fin de ser excelente sumo sacerdote a nuestro favor, al grado de que en nuestra soledad Jesús nos puede entender perfectamente y nos aconseja que elevemos nuestra oración a Dios “en el nombre de Jesús” pues Dios si nos va a escuchar. La gran necesidad humana ha sido suplida y en forma abundante: Por medio de Jesús nuestras oraciones pueden ser escuchadas por Dios, con la confianza de que nos entiende perfectamente. Este “temor reverente” hace referencia a la devoción de nuestro Señor Jesús a la voluntad de Dios. El hecho de que la copa no fue quitada lo califica para simpatizar con su pueblo. Jesús reconoció el camino de la voluntad del Padre y lo siguió hasta el fin, allí radica su “temor reverente”, su obediencia (como lo traduce la Versión Popular)

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Pero allí en Getsemaní, Jesús experimentó la realidad humana en toda su crudeza y aunque no “escuchó” a Dios si se levantó fortalecido para enfrentar su destino, no cedió a la tentación de renunciar, prefirió “ser obediente hasta la muerte y muerte de cruz”. Su oración fue contestada en el sentido de que su deseo más profundo era hacer la voluntad de Dios y obtuvo la fortaleza para cumplir. 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; El texto no indica que Jesús era desobediente y tuvo que aprender obediencia. Lo que se expresa es que Jesús experimentó y verdaderamente vivió lo que es obedecer humanamente a Dios en este mundo de pecado. Desde su lugar, Jesús entendió que la intención de su corazón era obedecer y agradar a su Padre; todas las tentaciones presentadas por Satanás se encaminaban a desviar a Jesús de este maravilloso camino de la obediencia. Por agradar a Dios, Jesús se opuso al curso de este mundo, nadó contra la corriente pecaminosa de esta sociedad; esta vida de obediencia es un sacrificio continuo que Jesús padeció al igual que todo cristiano. El aliciente es a perseverar puesto que Jesús nos puede entender. 5:9 Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; El texto no indica que Jesús era imperfecto. Por su obediencia hasta la muerte Jesús completó los requisitos que lo convierten en el único Sumo Sacerdote. La salvación que Jesús ha logrado está garantizada “para todos los que le obedecen”. Hay algo apropiado en el hecho de que la salvación que fue lograda por la obediencia del Redentor sea asequible según la obediencia del redimido.

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La salvación solamente es posible para los que son obedientes a Cristo Jesús quien es el diseñador y creador de nuestra salvación. La salvación que Jesús ha creado para nosotros es eterna, lo cual indica su permanencia por encima de todo valor terrenal que pudiera distraer al creyente. Frente a las tentaciones y las persecuciones, los cristianos necesitamos reconocer que la salvación que Jesús nos ofrece es un regalo y es de eterna duración. Todo lo terrenal que pudiéramos llegar a perder, incluso la vida, por causa de obedecer a Jesucristo, no es comparable en valor con la eterna salvación. 5:10 Y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. Jesús al regresar al “Trono de Dios” después de su gloriosa resurrección es aclamado (declarado) como Sumo Sacerdote. Jesús está plenamente capacitado (perfeccionado) para este cargo. Pero tal cargo es establecido por el único que puede nombrar a una persona como sumo sacerdote: Dios mismo. El antiguo sacerdocio de la dinastía de Aarón ha sido sustituido por el de Melquisedec, nada que ver con sacerdotes humanos imperfectos; pues en este nuevo “orden” solamente existen Melquisedec y Jesús, nadie más puede pretender ser sacerdote. Evaluemos cual es la intención básica en nuestro corazón; y si la intención es la de obedecer a Jesucristo entonces estamos dentro de la eterna salvación creada por Jesús para nosotros; en caso contrario estamos en peligro mortal. La obediencia es la manifestación de nuestra fe en la Palabra de Dios. La clave de la salvación es la obediencia. AMEN JFVS

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JESÚS Y EL CRECIMIENTO HEBREOS 5:11-14

5:11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.

Melquisedec, en relación con Jesús es tema que requieren profunda reflexión, pero el autor de esta Carta les reprocha a sus lectores su incapacidad para acceder a tal reflexión debido a que sus mentes se han vuelto perezosas para estos temas espirituales; por lo que sería “difícil de explicar” (literalmente: oscuro)

La dificultad no radica en la complejidad de la enseñanza, pues la enseñanza bíblica es entendible para quien se deja instruir con humildad y solicitud, con amor. La dificultad se debe a que ellos no saben escuchar, no están acostumbrados a disfrutar de un estudio de la Biblia.

“Ser tardos”: pereza para recibir instrucción; les daba flojera leer su Biblia con detenimiento y reflexivamente; no asistían con regularidad a los servicios de la congregación (10:25) y por tanto, no tenían continuidad en la enseñanza.

Esta pereza imposibilita al creyente para entender la voluntad de Dios. Además, predispone al creyente para ser arrastrado por el engaño: “inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2ªTesalonicenses 2:9-10)

“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos…” (Efesios 4:14-15)

5:12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.

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“Maestros” se refiere a creyentes, que después de haber recibido las enseñanzas básicas de la fe, seguirán aprendiendo de la Palabra de Dios pero ahora buscarán compartir esas primeras enseñanzas con nuevos creyentes: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 28:20) Desde el inicio de la vida cristiana se espera que el creyente inicie su discipulado con un buen estudio bíblico. El entusiasmo por la Palabra y el gozo de la salvación son los principales motivadores para iniciarse en el camino de la instrucción: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1ªPedro 2:2-3) La palabra “rudimentos” la traduce Versión Popular así: “las cosas más sencillas”. “Después de tanto tiempo”; mucho tiempo perdido que bien se habría podido invertir en ganar a más personas para Cristo y brindarles el discipulado básico que ellos ya deberían estar dominando como enseñanza primaria. A pesar del tiempo transcurrido, estos creyentes “necesitan otra vez que alguien les enseñe”. Esto es vergonzoso. “Tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido”. En 1ª Pedro 2:2 se hace referencia a la “leche espiritual” la cual equivale a los “rudimentos de la fe”, a la enseñanza básica del Evangelio, no adulterada, o sea, no mezclada con falsas doctrinas, con tradiciones y rituales. “Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía” (1ªCorintios 3:2) Pablo reprocha que a causa de divisiones y pleitos no podían recibir otra enseñanza que no fuese la “leche espiritual”. Los cristianos de Corinto, a causa de sus pleitos, no lograban asimilar lo más básico del Evangelio. Los lectores de la Carta a los Hebreos, a causa de su pereza, no habían avanzado en su discipulado y por lo tanto estaban también estancados.

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5:13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;

“Palabra de justicia” la que nos indica el camino de la voluntad divina. Los “inexpertos” llegan a causar mucho daño a la iglesia. Estos son los que se detienen en detalles de torcidas interpretaciones (“leche adulterada”) y se creen muy estrictos en el cumplimiento de “tradiciones y mandamientos de hombres” que interpretan como bíblicos; ellos llegan a ser necios.

5:14 Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

“Sentidos”: medios o instrumentos de percepción. La expresión es muy gráfica: “por el uso tienen los sentidos ejercitados”. “Los que han alcanzado madurez” son aquellos creyentes que constantemente están evaluando las situaciones del diario vivir para separar lo que es bueno y lo que es malo; la madurez, por tanto, no es el resultado de acumular conocimiento, sino de utilizarlo en el diario vivir para vivir conforme a la voluntad de Dios.

Esto nos lleva hasta el paradisíaco jardín del Edén (Génesis 3) donde Eva fue tentada por Satanás para adquirir el discernimiento entre el bien y el mal, pero lo que Satanás no le dijo a Eva es que el pecado, introducido en el mundo por la desobediencia, se convertiría en una densa nube oscura que impediría “ver” lo bueno y lo malo; el pecado distorsiona nuestro discernimiento de tal modo que: “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías 5:20)

Pero lo que Satanás prometió y no podía cumplir; la Biblia lo ofrece como voluntad de Dios para el creyente. El discernimiento del bien y del mal está a disposición del creyente; pero este conocimiento no se adquiere “arrebatándolo” (como Eva con el fruto) sino que es el resultado de un sano discipulado.

El cristiano va experimentando la vida cristiana y aprende a discernir lo bueno de lo malo. Su sensibilidad espiritual se entrena. La lección es clara, este discernimiento es el resultado de pasar tiempo con Dios, estudiando la Biblia en el ambiente fraternal de un grupo de discipulado. AMEN

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JESÚS Y EL FUNDAMENTO HEBREOS 6:1

6:1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,

“Por tanto”, esta expresión conecta este pasaje del capítulo 6 con el anterior del capítulo 5. En el pasaje anterior aprendimos que los nuevos creyentes requieren, para su sano crecimiento espiritual, de una buena enseñanza: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1ªPedro 2:2)

Pero, conforme crecemos espiritualmente, requerimos de una enseñanza más detallada: “pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez; para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14)

Puesto que la “leche espiritual” es para el inexperto y el “alimento sólido” para el maduro; nosotros no debemos ser conformistas y quedarnos con nuestro actual estado espiritual, debemos avanzar. Siempre podemos profundizar nuestra relación con Dios.

El “por tanto” indica que la condición de inmadurez de sus lectores es tal que sus mentes requieren ser ejercitadas en el estudio y reflexión de la Palabra de Dios.

A fin de no quedar en un nivel de inmadurez, el cristiano ha de involucrarse en estudios más detallados y profundos de la Biblia; además debe participar permanentemente en cursos de discipulado tanto como alumno y como maestro.

“Dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo” se refieren a los primeros elementos de la enseñanza cristiana. Este “dejar” no implica renunciar a esos “rudimentos”, sino más bien se refiere a que sobre esos cimientos se avance en la construcción de la vida espiritual.

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“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mareo 7:24-25) “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (Efesios 2:20-21) Efectivamente necesitamos tener una buena cimentación en la vida cristiana, y esta cimentación es posible gracias a la “leche espiritual”; pero los cristianos no deben quedarse estancados en las primeras enseñanzas del Evangelio. Todo buen cristiano comienza con los “rudimentos”, pero una vez estudiados se debe avanzar hacia nuevos y necesarios conocimientos que lo lleven hacia la madurez, hacia la perfección. “Vamos adelante a la perfección”. Ahora se exhorta a los hermanos a salir de la infancia espiritual y avanzar hacia la madurez espiritual. La clase de madurez (“perfección”) a la que se hace referencia es un nivel de vida cristiana hacia el cual cada creyente puede llegar si está determinado a hacerlo. No se trata, por tanto, de un ideal inalcanzable sino más bien de una meta alcanzable por todo verdadero creyente. “Vamos adelante” describe un movimiento enérgico y rápido. No hay tiempo que perder, necesitamos movernos rápidamente de donde estamos y con energía desarraigar de nosotros todo tipo de apatía. “Perfección” no es un estado estático sin defecto alguno; la palabra perfección aquí en este pasaje es sinónimo de “madurez” (5:14) y enfatiza un estilo de vida, por tanto, es un estado dinámico; consiste en avanzar continuamente.

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La perfección cristiana no consiste en llegar a un punto de carencia total de defectos; consiste en un movimiento de permanente crecimiento espiritual; este movimiento implica, en primer lugar, saber diferenciar entre lo bueno y lo malo (5:14) También implica el desarrollo de nuestros dones espirituales puestos al servicio de la iglesia, involucra además nuestra comunión con Dios en tiempo devocional y nuestro compañerismo cristiano en amor fraternal. “De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” (1ªCorintios 3:1-3) Pablo reconoce que la iglesia de Corinto, a causa del ambiente de divisiones y pleitos, no puede recibir el “alimento sólido” y debe seguir recibiendo “leche espiritual”. El sano compañerismo fraternal en la iglesia es, entonces, el fruto natural del discipulado; no tiene que ver, por tanto, con simple razonamiento, implica cambio de vida. El autor de la Carta a los Hebreos considera que sus lectores son capaces de “avanzar” hacia una enseñanza más detallada y por tanto no deben quedarse estancados.

Entre estos dos ejemplos nosotros necesitamos ubicarnos ¿acaso seremos como los de Corinto? No

Nosotros podemos avanzar en el discipulado, podemos mejorar nuestra comunión de amor con Dios y podemos mejorar nuestra comunión de amor fraternal entre nosotros y podemos ayudar con amor a otras personas para que establezcan su comunión de amor con Dios, por tanto, avancemos. AMEN JFVS

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JESÚS Y LA ENSEÑANZA HEBREOS 6:1-2

6:1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, “Por tanto” conecta este pasaje con el anterior. Puesto que la “leche” es para el inexperto y el “alimento sólido” para el maduro; nosotros no debemos ser conformistas y quedarnos con nuestro actual estado espiritual, debemos avanzar. Siempre podemos profundizar nuestra relación con Dios. “Dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo” se refieren a los primeros elementos de la enseñanza cristiana. Este “dejar” no implica renunciar a esos rudimentos, sino más bien se refiere a que sobre esos cimientos se avance en la construcción de nuestra vida espiritual. Los cristianos no deben quedarse estancados en las primeras enseñanzas del Evangelio. Todo buen cristiano comienza con los “rudimentos”, pero una vez estudiados, han de ser asimilados y se debe avanzar hacia nuevos y necesarios conocimientos que lo lleven hacia la madurez, hacia la perfección. “Vamos adelante a la perfección”. Ahora se exhorta a los hermanos a salir de la infancia espiritual y avanzar hacia la madurez espiritual. La clase de madurez (“perfección”) a la que se hace referencia es un nivel de vida cristiana hacia el cual cada creyente puede llegar si está determinado a hacerlo; no se trata, por tanto, de un ideal inalcanzable sino más bien de una meta alcanzable por todo verdadero creyente. “Perfección” no es un estado estático sin defecto alguno; la palabra perfección aquí en este pasaje es sinónimo de “madurez” (5:14) y enfatiza un estilo de vida, por tanto, es un estado dinámico; consiste en avanzar continuamente.

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“No echando otra vez el fundamento”. La vida cristiana se debe comenzar a edificar “echando” los cimientos. Para construir una buena casa se debe comenzar con una excelente cimentación. De la misma manera la vida cristiana sana, en proceso de “perfección” es aquella que comienza con un correcto discipulado; sin embargo no debe seguir indefinidamente “echando” más y más fundamento donde ya se debería estar levantando la edificación; el tal sería un “inexperto”, incapaz de entender la voluntad de Dios para su vida y menos aún discernir entre lo bueno y lo malo (5:14). El esfuerzo de la iglesia se ha de encaminar hacia la enseñanza, hacia la capacitación, hacia el discipulado. Lo que a continuación se expone son los “rudimentos de la doctrina de Cristo”, son aquellas enseñanzas primordiales que el nuevo creyente debe ser capaz de entender en el primer nivel de su vida espiritual y que sobre estas ha de continuar edificando lo que será su vida cristiana. “Arrepentimiento de obras muertas”. Como primer punto se ha mencionado la transformación integral, interior y radical, el alejamiento de las obras muertas, es decir de los pecados, obras incapaces de dar vida. Este renunciamiento a un modo de vida pasado y este volverse a Dios en la fe para recibir nuevo poder de Él están simbolizados en el bautismo. “Fe en Dios”; más adelante el autor de la Carta a los Hebreos nos señalará que “sin fe es imposible agradar a Dios” (11:6) Nuestra confianza absoluta en Dios es nuestra enseñanza fundamental. La fe es nuestra entrega apasionada a Dios.

6:2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.

“Doctrina de bautismos”. Esta enseñanza es la que muestra a los nuevos creyentes el correcto significado del bautismo cristiano frente a los rituales bautismales de los fariseos carentes de efectividad. Los lectores originales de esta Carta estaban fuertemente influidos por los fariseos, los cuales practicaban diversos “bautismos” de carácter ritual y con propósitos de purificación.

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¿Debían los cristianos practicar aún estos “bautismos”, además del bautismo cristiano en la conversión? Esta “doctrina de bautismos” enseñaba que no, una vez recibido el bautismo cristiano como testimonio de conversión ya no se requería seguir practicando estos rituales; esta doctrina, entonces, hacía referencia a los diferentes bautismos. Hoy hablaríamos acerca de rituales y tradiciones carentes de efectividad espiritual.

“Imposición de manos” Esta práctica simbolizaba la recepción del Espíritu Santo. Proviene del AT, en el cual se utilizaba para comisionar a alguien para un oficio. La imposición de manos no era un ritual mágico que transmitiera el Espíritu Santo de una persona a otra; al imponer manos se simbolizaba compañerismo y elección para un propósito.

El bautismo y la imposición de manos eran símbolos que daban testimonio de realidades espirituales que estaban sucediendo en el nuevo creyente; para quien no tenía fe en Dios tales símbolos carecía de eficiencia, pero para quienes tenían fe en Dios estos símbolos eran de gran valor y animaban al creyente a vivir una nueva vida de servicio gozoso al Señor Jesucristo.

“Resurrección de los muertos” Esta enseñanza pone el fundamento de la esperanza cristiana (1ª Tesalonicenses 4:13-18); el creyente ha de ser consciente que un día todos los “muertos en Cristo” resucitarán. Los parientes y amigos cristianos ya fallecidos, solamente están “durmiendo” en espera del día del Señor; esta enseñanza debe servir de ánimo a la vida del creyente, el cual ya no debe tener miedo a la muerte (1ª Corintios 15:54-58)

“Juicio eterno” Verdaderamente va a haber un juicio definitivo sobre la humanidad: “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (9:27) Todo nuevo creyente necesita reconocer esta realidad y aún entender que el resultado de ese juicio tiene consecuencias eternas; por tanto, no se ha de tomar con ligereza dicha realidad.

Todos nosotros debemos cimentar firmemente nuestra vida cristiana en estas enseñanzas básicas. AMEN JFVS

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DOCTRINA DE CRISTO I HEBREOS 6:1b

6:1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, ARREPENTIMIENTO DE OBRAS MUERTAS Jesús dijo: “…arrepentíos y creed en el evangelio” Marcos 1:15 Pedro dijo: “…arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” Hechos 3:19 La parábola del hijo pródigo ilustra lo que es el arrepentimiento: “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre…” Lucas 15:17-20 En este pasaje apreciamos dos elementos del arrepentimiento: Reconocimiento de la condición de miseria y Determinación de regresar a casa El arrepentimiento consiste precisamente en reconocer nuestra condición de pecado y tomar la determinación de regresar a la comunión con Dios. Nuestra condición de miseria espiritual: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo…” Efesios 2:1-2 Es el Espíritu Santo quien nos convence de nuestra condición:

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“Pero yo os digo la verdad: …el Consolador…cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” Juan 16:7-8 El arrepentimiento es un proceso: Inicia con la iluminación del Espíritu de nuestra miseria espiritual Sigue con el reconocimiento de nuestra necesidad Se verifica con nuestra determinación de venir a Jesús y Se completa con la acción de venir a Jesús. El arrepentimiento, por tanto, es reconocer que el camino que llevábamos conducía a la muerte, nos frenamos, dimos media vuelta y comenzamos a caminar en dirección a la salvación, a la comunión con Jesús. FE EN DIOS Jesús dijo: “…arrepentíos y creed en el evangelio” Marcos 1:15 Creer y tener fe son expresiones sinónimas usadas para señalar una actitud de confianza absoluta en Jesús y su mensaje: “…Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” Hechos 16:30-31 Creer en Jesús, confiar de manera absoluta nuestro destino en Él es la clave para obtener salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9 “Gracia” La salvación es un regalo de Dios; Él la otorga gratuitamente y la adquirimos por medio de la fe. La salvación no es el resultado de nuestro esfuerzo, es un regalo que Dios nos da y nosotros, por fe, debemos recibir: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” Romanos 5:1 La fe, que nos trae salvación, nos introduce en el estado de paz con Dios Padre.

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Vivir en esta paz es el propósito de la salvación y la disfrutamos gracias a nuestro Señor Jesucristo La Biblia agrega: “por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:2-5 La fe en Dios nos lleva al amor de Dios. Entonces, la fe en Jesús excluye la fe en cualquier otro ser; Jesús es el único medio para acceder al Padre, para ser salvos: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6 Fe es confiar en Jesús y por esa confianza podemos aceptar su invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Mateo 11:28-30 Creer en Jesús es sinónimo de recibir su invitación: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:12 Creer en Jesús, recibir a Jesús, nos da derecho (“potestad”) de ser adoptados en la familia de Dios como “hijos”; tal como le pasó al hijo prodigo, que al regresar a casa adquiere el derecho de ser nuevamente “hijo”. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20 La salvación es convivencia fraternal con Jesús AMEN JFVS

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DOCTRINA DE CRISTO II HEBREOS 6:2a

6:1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 6:2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. DOCTRINA DE BAUTISMOS “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28:19-20 Apreciamos aquí que la gran comisión consiste en hacer discípulos Apreciamos aquí el mandato de bautizar a los discípulos Apreciamos aquí la importancia de la enseñanza

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Romanos 6:3-4

Apreciamos aquí que el bautismo es un símbolo Apreciamos aquí que es símbolo de arrepentimiento Apreciamos aquí que el bautismo implica ser sumergido en agua

El símbolo del bautismo: Ser sepultados, identificándonos con Jesús en su muerte Ser sepultados como testimonio de renunciar a la antigua vida Ser levantados, identificándonos con Jesús en su resurrección Ser levantados, como testimonio de la nueva vida que iniciamos

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“Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:42-43 Apreciamos aquí la centralidad de la fe para salvación Apreciamos aquí que el bautismo no es requisito para salvación

En He 6:2 no se usa la palabra griega “baptisma” (bautismo), sino la palabra “baptismos” (lavamientos) “Doctrina de bautismos”: Esta enseñanza es la que muestra a los nuevos creyentes el correcto significado del bautismo opuesto a los rituales de los fariseos carentes de efectividad.

Los fariseos practicaban diversos “bautismos” de carácter ritual y con propósitos de purificación. ¿Debían los cristianos practicar aún estos “bautismos”, además del bautismo cristiano en la conversión? No, una vez recibido el bautismo cristiano como testimonio de conversión ya no se requería seguir practicando estos rituales. Hoy hablaríamos acerca de rituales y tradiciones carentes de efectividad espiritual.

IMPOSICION DE MANOS A los diáconos en la iglesia de Jerusalén: “a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.” Hechos 6:6 A los nuevos creyentes en Samaria: “Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.” Hechos 8:17 A Saulo en su experiencia de conversión: “y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista…Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús…me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.” Hechos 9:12-18 A Bernabé y a Saulo cuando fueron llamados a la obra misionera: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros…ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.” Hechos 13:1-3

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A un grupo de nuevos creyentes en Éfeso: “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.” Hechos 19:5-6 A un hombre enfermo: “Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo…y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó.” Hechos 28:8 Una advertencia: “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.” 1 Timoteo 5:22

Apreciamos aquí que no siempre se trata de nuevos creyentes Apreciamos aquí que se utiliza para diferentes propósitos Apreciamos aquí que no es exclusivo de un grupo privilegiado Apreciamos aquí que se trata de un acto simbólico

“Imposición de manos” Practica proveniente del Antiguo Testamento, en el cual se utilizaba para comisionar a alguien para un oficio: “Y Yahvéh dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él” Números 27:18 “Y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo, como Yahvéh había mandado por mano de Moisés.” Números 27:23 “Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Yahvéh mandó a Moisés.” Deuteronomio 34:9

De todos estos pasajes de las Sagradas Escrituras aprendemos: La imposición de manos no era exclusiva de un grupo elite; apóstoles, maestros y creyentes en general podían hacerlo Imponer manos al nuevo creyente simbolizaba que en él habitaba el Espíritu Santo para un propósito El bautismo y la imposición de manos eran símbolos que daban testimonio de realidades espirituales que estaban sucediendo en el nuevo creyente Para quien no tenía fe en Dios tales símbolos carecía de eficiencia Para quienes tenían fe en Dios estos símbolos eran de gran valor y animaban al creyente a vivir una nueva vida de servicio gozoso al Señor Jesucristo. La imposición de manos, como símbolo, manifestaba fraternidad Igual que el bautismo, la imposición de manos no es indispensable para obtener la salvación; son símbolos que expresar nuestra fe

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DOCTRINA DE CRISTO III HEBREOS 6:2b

6:1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, 6:2 de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. RESURRECCION DE LOS MUERTOS Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.” Juan 8:51 Jesús nos ha prometido que los creyentes en Cristo jamás veremos “muerte”; por tanto, al fallecer, tendremos una experiencia diferente a la de las demás personas. “Les dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente ¿Crees esto?” Juan 11:25-26 “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:42-43

El “paraíso” es un lugar de descanso, donde los creyentes en Cristo duermen hasta el regreso de Jesús

Los creyentes en Cristo, que han fallecidos, reciben el título de “los que duermen”, debido a su condición de descansar en paz

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” 1ªCorintios 15:51-52

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“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria…Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” 1ªCorintios 15:53-57 Los creyentes en Cristo fallecidos no están muertos, solo duermen Cuando Jesús regrese los que estemos vivos y los que estén “dormidos”, seremos transformados a una naturaleza incorruptible Cuando Jesús regrese los “dormidos” serán resucitados La victoria sobre la muerte la ha obtenido Jesús al resucitar “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.” 1ªTesalonicenses 4:13-14 No debemos estar tristes por los creyentes en Cristo fallecidos; pues tenemos la esperanza de volver a verlos cuando Jesús regrese La fe en la resurrección de Jesús asegura la confianza en que también Dios traerá del “paraíso” a los que “duermen en Jesús” “Por lo cual os decimos esto en Palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.” 1ªTesalonicenses 4:15-16 Cuando Jesús regrese, los “muertos en Cristo”, los “que durmieron”, resucitarán; por tanto, no serán olvidados “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por lo tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” 1ªTesalonicenses 4:17-18

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Cuando Jesús regrese, todos los creyentes en Cristo seremos congregados para recibir a Jesús. El énfasis del pasaje está en el hecho de que estaremos con Jesús para siempre

JUICIO ETERNO “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27) Verdaderamente va a haber un juicio definitivo sobre la humanidad. Todo creyente necesita reconocer esta realidad y entender que el resultado de ese juicio tiene consecuencias eternas

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras…Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” Apocalipsis 20:11-15

Sin embargo, para los creyentes en Cristo, existe otro destino: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero…Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero…y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.” Apocalipsis 7:9-17

“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.” Apocalipsis 19:6-9. AMEN

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JESÚS: AVANZAREMOS HEBREOS 6:3-5

6:3 Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite. “Haremos” se refiere a la invitación de 6:1: “vamos adelante a la perfección”. El autor de la Carta espera que sus lectores se decidan a “avanzar” en su discipulado, dejando ya las primeras enseñanzas para asimilar las enseñanzas más profundas de la Biblia, dando por hecho que pondrán en práctica lo aprendido para separar lo bueno de lo malo en su andar diario. Nosotros también avancemos en el discipulado. “Si Dios en verdad lo permite” no pone en duda que Dios quiera que avancemos, más bien establece que este avance, si se logra será por medio de la bendición de Dios. Que el creyente logre avanzar no es el resultado de sus humanas capacidades sino del deseo de Dios. El autor pone todo en verdadera perspectiva.

Así lo expresa Santiago en su mensaje: “¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:13-15)

6:4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

Es imposible una segunda conversión para quien ya una vez recibió los bienes de la salvación y volvió a caer. Dado que el autor de la Carta continúa exhortando se ve claramente que no considera que todo esté ya perdido; los lectores de la Carta todavía pueden “avanzar”; el hecho de estar leyendo la Carta ya es esperanza de “avanzar”.

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Pero aquellos que han compartido los privilegios de la experiencia de conversión y luego renuncian a ellos deliberadamente son las personas más difíciles de recuperar para la fe; de hecho es “imposible”. Es a esta renuncia voluntaria que la Biblia llama “apostasía”. Obviamente los lectores de la Carta no se encontraban en esta situación, pero su estancamiento espiritual los colocaba en una posición de peligro mortal: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1ª Pedro 5:8) “Fueron iluminados”. Interesantemente esta frase está asociada con la práctica del bautismo, en la que la iglesia testificaba que el nuevo creyente, en el bautismo, pasaba de las tinieblas a la luz: “Por lo cual dice: despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14) En las celebraciones de bautismos se hacía mención del Salmo 34:5 “los que miraron a él fueron alumbrados”. La luz del Evangelio ha roto las tinieblas que rodeaban al creyente antes de su conversión, el bautismo era entonces el testimonio que daba el creyente de haber sido iluminado. Renunciar al Evangelio era como regresar a las tinieblas. “Gustaron el don celestial”. Así como la “iluminación” sugiere el bautismo, “gustar” sugiere la Cena del Señor. Las personas a que se hace referencia aquí han disfrutado de la Cena del Señor cuando eran nuevos creyentes. Este don celestial involucra el compañerismo fraternal, idea importante en el símbolo de la Cena. “Hechos partícipes del Espíritu Santo”. La palabra “partícipe” en griego, es la misma que en 1:9 se traduce por “compañeros” y en 3:14 por “participantes”. Así, ser “partícipes del Espíritu Santo” no se refiere a algún tipo de experiencia estática. La frase hace referencia a la experiencia de compañerismo y diálogo.

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El verdadero creyente en Cristo disfruta de la comunión íntima con Dios a través de la presencia dinámica del Espíritu Santo; la frase apunta al tiempo devocional que el creyente practica regularmente y que lo coloca en relación de compañerismo con Dios. Además, el Espíritu Santo se manifiesta en diversos dones otorgados para servir en el compañerismo de la iglesia. Entonces, este pasaje está haciendo referencia a creyentes verdaderos; pues alguien podría ser bautizado sin haberse convertido y podría participar de la Cena sin tener verdadera comunión con Dios y con su iglesia; pero el participar del Espíritu Santo lo coloca en una posición de verdadera comunión con Dios. Las personas a las que se refiere este pasaje son personas que de verdad tuvieron una experiencia de conversión, vivieron en sincero compañerismo con una iglesia y disfrutaron de una comunión con Dios. Por tanto su condición de renuncia al Evangelio agrava su situación mortalmente.

6:5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero,

“Gustaron” Estas personas disfrutaron la dulzura del estudio y meditación en la Biblia. Estas personas iniciaron su peregrinar espiritual con un discipulado, el cual disfrutaron ampliamente, se deleitaban estudiando la Biblia en compañerismo cristiano. Ellos sabían de la Palabra de Dios y supieron lo que es escuchar la voz de Dios y experimentar paz divina.

“Los poderes del siglo venidero” Estos creyentes habían experimentado en sus vidas milagros y señales que confirmaron su fe; estos milagros y señales son demostraciones del poder perteneciente a la era venidera, pero que se manifiestan ya ahora en el presente. Todo creyente ha experimentado milagros de Dios, comenzando por su experiencia de conversión. Sin embargo tales demostraciones de poder no son “suficientes” para garantizar la fidelidad del que las experimenta.

Todos nosotros hoy somos advertidos del peligro que corremos si descuidamos nuestro discipulado; estancarnos puede llevarnos a la incredulidad, ésta a la desobediencia y ésta a la apostasía. Mejor avancemos en el estudio de la Biblia en el ambiente fraternal de los grupos de discipulado. AMEN

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JESÚS: DAREMOS FRUTO HEBREOS 6:6-8

6:6 y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. “Recayeron”. En griego da la idea de “caer por debajo del nivel” en referencia a la apostasía. Los versos 3 al 5 nos dan el contexto de a qué tipo de personas se hace referencia aquí. No se trata de cristianos que han sucumbido a la tentación y con sincero arrepentimiento confiesan su pecado; los tales son perdonados: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ªJuan 1:9) Por supuesto que quienes persisten en seguir pecando deliberadamente, demuestran con esto, que no han experimentado verdadera conversión: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aún en él?” (Ro 6:1-2) La vida cristiana consiste, metafóricamente, en un proceso de ir despojándose de la antigua vestidura de pecado, para ir vistiéndose de la nueva vestidura; se trata de un verdadero cambio de vida: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:5-10)

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Se trata, entonces, de personas que verdaderamente han tenido una experiencia de conversión y que de manera persistente y voluntaria se están alejando de la comunión con Dios y el compañerismo fraternal de la iglesia. Conforme estos creyentes persisten en su alejamiento, cada vez resultará más difícil el que puedan regresar a la comunión con Dios y el compañerismo fraternal de la iglesia. Llegará un momento en el que regresar resultará imposible. Estos cristianos no pueden ya ser renovados a causa de la dureza de sus corazones; la renovación es el modo de pensar que predispone al individuo para el arrepentimiento.

La apostasía no acontece de un modo repentino e inesperado; es más bien la culminación de un proceso gradual que comienza con la incredulidad, sigue hacia la desobediencia y culmina en el rechazo; para entonces el apóstata ha endurecido su corazón haciendo imposible el arrepentimiento. El autor, al usar el ejemplo de los israelitas en el desierto, ha mostrado este proceso (4:11)

“Crucificando” VP traduce: “ellos mismos están crucificando otra vez al Hijo de Dios”. Al “recaer”, el cristiano está tomando el lugar de los enemigos de Dios, se afilia con los que crucificaron a Jesús; más aún, ellos con su actitud, a los ojos de Dios, pareciera que están queriendo volver a crucificar a Jesucristo.

“Exponiéndole a vituperio” en Números 25:4 (LXX) se utiliza esta frase para hablar de los líderes de la apostasía quienes fueron colgados “ante Yahvéh delante del Sol”.

La apostasía es una ofensa para Dios y hace objeto de burlas al sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario. Por ello no queda para ellos “otra opción” para su conversión.

Dios en su infinita misericordia no quiere que nadie se pierda sino que todos se arrepientan: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2ªPedro 3:9)

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Jesucristo murió por todos para que todos sean salvos. La imposibilidad de salvación no se encuentra del lado de Dios sino del lado del ser humano. Un apóstata, dice este pasaje, no tiene otra oportunidad porque su endurecido corazón ya no responde a las invitaciones de Dios, ya no volverá a ser humilde. Dios siempre puede perdonar si el ser humano se arrepiente. 6:7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; Esta metáfora que se extiende hasta el v8 compara al creyente con la tierra de cultivo; la Palabra de Dios es sembrada pero no siempre da fruto pues a veces es el pecado el que se arraiga en la vida. El énfasis de este v7 está en el cuidado de Dios al brindarnos los recursos necesarios para que demos el fruto esperado. Constantemente el creyente recibe alimento espiritual y tiene de parte de Dios todos los recursos necesarios para crecer espiritualmente hacia la madurez y así “florecer” para nuestro Dios. Todos los cristianos podemos y debemos crecer. 6:8 pero la que produce espinas y abrojos es reprobada, está próximo a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. “Produce”. La construcción gramatical en griego señala que no se trata de espinos accidentales o de abrojos ocasionales, sino de la persistencia en producir mala hierba. Se refiere al individuo que de forma habitual está acostumbrado a producir fruto de pecado en vez de crecimiento espiritual; se trata de cínicos que se deleitan en el pecado descuidando por completo la Palabra de Dios.

“Su fin es ser quemada” Siguiendo el estilo de Jesús al narrar sus parábolas, el autor de la Carta expresa el terrible destino del apostata con la figura del fuego: lo que les espera es el infierno.

Por tanto, nosotros, ocupémonos en el estudio de la Biblia en ambiente fraternal para dar fruto provechoso para Dios nuestro Salvador. AMEN JFVS

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JESÚS: PERSEVERAREMOS HEBREOS 6:9-12

6:9 Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así. Ciertamente existe la apostasía, pero no entre los lectores de esta Carta, incluidos nosotros; pues inspirado por Dios, el autor de la Carta espera de todos nosotros “cosas mejores” Los lectores son para el autor sus “amados” hermanos, sus ovejas y como pastor que es, el autor de la Carta está seguro que sus ovejas pueden llegar a superar las crisis de la vida y los alienta a avanzar. Ciertamente el pastor tiene la responsabilidad encomendada por Dios de llamar la atención a la congregación en lo que están haciendo mal, pero no se debe quedar en el regaño, sino que debe acompañar la corrección con palabras de consuelo y de impulso para avanzar. Las “cosas mejores” son las que tienen que ver con la salvación. No quiere decir con esto que los lectores de la Carta tenga que “hacer cosas” para alcanzar la salvación, más bien lo que se quiere expresar es que la experiencia de salvación, la cual es por gracia (un regalo de Dios), implica un estilo de vida caracterizado por “buenas obras”, las cuales reflejan la esperanza en las promesas de Dios y la actitud de alegre perseverancia en medio de las presiones de este mundo. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:8-10)

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6:10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. El énfasis es que las obras de bondad hechas al pueblo de Dios son reconocidas como si fueran hechas para Él: “…en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40) Este es un llamado a permanecer firmes sin desanimarse. Dios evalúa nuestra “obra y trabajo de amor”, El sabe que lo realizado en su nombre ha sido hecho en amor y con el propósito de aliviar la carga de los “santos” “Santos” se refiere a cada uno de los miembros de la iglesia. Ser “santo” es ser apartado para servir a Dios y todos nosotros hemos sido, en la experiencia de conversión, apartados para servir a Dios, por eso todos somos “santos” Este actuar en amor para beneficio de los hermanos en la fe es una actividad que Dios ve con agrado y de la que el cristiano jamás ha de renunciar; por ello: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9) Una buena estrategia contra las tentaciones consiste en ocuparse en servir por amor a los miembros de la iglesia, realizando este trabajo en nombre de Dios con alegría y sencillez de corazón. 6:11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, El deseo del autor de la Carta es que la vida cristiana de cada uno de los lectores sea todo lo contrario del terrible cuadro que ha trazado en los vv4-8 La palabra “solicitud”, en griego, se usa como verbo en 4:11, “procuremos”. Allí el objetivo que exige diligencia es el reposo; aquí es la plena certeza de la esperanza.

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Se nos invita a seguir mostrando la misma diligencia en las cosas espirituales que cuando comenzamos en el camino del Señor; no debemos “dejar nuestro primer amor”, hemos de mantener encendido “el gozo de la salvación” y perseverar con entusiasmo tanto en el discipulado como en el compañerismo fraternal.

Ser cristiano debe ser un despliegue maravilloso de vida abundante, de gozo, de paz, de servicio por amor; y este entusiasmo debe preservarse hasta el final, hasta el día glorioso del regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

6:12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.

El término “perezoso” designa la falta de firmeza en la esperanza. El autor de la Carta urge a sus lectores a que sigan el ejemplo de aquellos que creyeron a la Palabra de Dios y perseveraron en la esperanza.

Existe una gran cantidad de personas que como “nube de testigos” (12:1) han perseverado en la fe y han sido pacientes en lo que respecta a las promesas de Dios. Estas personas son ejemplo de la fe que nos debe caracterizar como cristianos y nosotros ¿nos quedaremos rezagados?

De ninguna manera; levantémonos ya de nuestra pereza y ejercitemos la fe; aunque a nuestro alrededor nada parezca propicio para perseverar en la fe, avancemos como lo hicieron nuestros antepasados pues “sin fe es imposible agradar a Dios” (11:6)

Hoy necesitamos demostrar con nuestra conducta y fidelidad que verdaderamente creemos en Dios y aceptamos su Palabra revelada como la Verdad.

El mundo nos engaña y nos distrae de nuestra fe; es a Dios y su Palabra a quien debemos creer y en quien debemos depositar nuestra confianza. Por tanto, avancemos en la vida cristiana, perseveremos en el estudio de la Biblia, sigamos haciendo el bien por amor a quienes nos rodean y participemos en el ambiente fraternal de la iglesia para gloria de nuestro Dios y Salvador Jesús. AMEN

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JESÚS: PROMESA DE DIOS HEBREOS 6:13-17

6:13 Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, Abraham es ejemplo supremo de un hombre que recibió la promesa de Dios y vivió en la bendición de esa promesa, perseverando hasta el fin en fe y esperanza. En el Antiguo Testamento el juramento aseguraba la verdad de una afirmación. En el pensamiento de Jesús, Él no recurre nunca al juramento para asegurar la autoridad de su enseñanza (Mateo 5:33-37) Pero la Carta a los Hebreos, sin contradecir a Jesús, utiliza ese lenguaje propio del Antiguo Testamento indicando que con este juramento se da valor máximo a la promesa de Dios. Aquí el autor de la Carta recuerda la costumbre del Antiguo Testamento de sellar una promesa con un juramento que daba valor a las palabras en base al honor de la persona. El acto de jurar quiere mostrar el supremo valor de la promesa en términos de la mentalidad de la época. Al decir que Dios hizo una promesa con juramento se quiere enfatizar la seriedad y solemnidad de la Palabra de Dios, ella es la verdad absoluta y el ser humano debe recibirla pues ha sido pronunciada con la más absoluta seriedad; dudar de su promesa es poner en duda en honor de Dios. Sin embargo es bueno recordar que Jesús nos enseñó que entre nosotros, entre los miembros de una iglesia, no deben existir juramentos pues nuestro trato se ha de basar en la franqueza y la confianza mutua.

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6:14 diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente La promesa de Dios tiene la fuerza de la abundancia divina. Lo que Dios promete lo cumple abundantemente: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20) Si Abraham creyó en la promesa aún a pesar de todos los inconvenientes, los creyentes actualmente no debemos desanimarnos frente a la estructura satánica de poder, riqueza y placer que se levanta frente a nosotros para distraernos de nuestra verdadera razón de vivir, que es perseverar en servicio y amor hasta el fin. 6:15 Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. La promesa es la que Dios le hizo a Abraham de que sería bendición y haría de él un pueblo grande (Génesis 12:2s). En aquel tiempo Abraham no tenía hijos pero continuó creyendo a Dios y en el tiempo de Dios el hijo prometido nació. Sobre este hijo, Isaac, descansaban todas las esperanzas de cumplimiento; pero entonces Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo único, Isaac; cuando la fe y la obediencia de Abraham se demostraron en la prontitud para hacer aún esto, recibió a Isaac de la muerte “en sentido figurado” (11:19) y recibió al mismo tiempo la afirmación de la promesa de Dios reforzada en esta ocasión con juramento (6:15). En la restitución del hijo único, Abraham en sentido muy real, “alcanzó la promesa”.

6:16 Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación.

Este verso es un comentario de las costumbres sociales de aquella época y de aquella región. El juramento tenía el propósito de confirmar que lo dicho era verdad; con el juramento las personas quedaban comprometidas a cumplir lo prometido. Para aquellas personas el no cumplir con algo juramentado implicaba perder el honor y la credibilidad siendo esto una tragedia enorme.

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6:17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; El autor de la Carta enfatiza el hecho de que cuando Dios repitió su promesa a Abraham después del ofrecimiento de Isaac, la confirmó con juramento. Esta insistencia en el juramento divino de la promesa de Dios a Abraham, prepara a los lectores para apreciar la significación del hecho de que la promesa de Dios en cuanto al sacerdocio de Melquisedec estaba confirmada de manera similar por una profecía: “Juró Yahvéh, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4); compare Hebreos 7:20-22 La Palabra de Dios por sí misma es suficiente garantía de veracidad, pero al confirmarla con juramento la hace doblemente veraz. Acomodándose a las costumbres humanas Dios hace un juramento. Los “herederos de la promesa” son aquellos que han experimentado en el Evangelio el cumplimiento del juramento que Dios hizo a Abraham. En Jesús se cumple la promesa que Dios hizo a Abraham, pues, humanamente, Jesús es descendiente de Abraham; además, por la fe en Jesús las personas de todas las naciones son bendecidas con la salvación. La promesa de Dios se ha cumplido en cada persona que acepta a Jesús como Dios y Salvador. Por tanto, nosotros, que ya tenemos fe en Jesús, perseveremos con entusiasmo con la certeza de que Dios cumplirá sus promesas más abundantemente de lo que pedimos o entendemos AMEN JFVS

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JESÚS: ANCLAJE FIRME HEBREOS 6:18-20

6:18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. Es un maravilloso consuelo para todo creyente en Cristo el saber que su salvación está en las manos de Dios ¡Gloria a Dios! Nuestra salvación es el gran proyecto de Dios de llamarnos a la comunión eterna con Él. El creyente no tiene razón alguna para dudar de las promesas de Dios, estas han sido entregadas con el sello del juramento divino; lenguaje humano con el que se quiere expresar la absoluta seriedad con la que Dios cumple lo prometido. Dios cumple sus promesas y puesto que ha hecho juramento sobre ellas, nosotros estamos obligados a creer en Dios en forma absoluta, dudar implica poner en entredicho el honor de Dios, por tanto Dios quiere que nos comprometamos a descansar en sus promesas. Las “dos cosas inmutables” de las cuales deriva este consuelo son: (a) La promesa de Dios; porque “es imposible que Dios mienta” y (b) el juramento por el cual se confirma su promesa. De estas dos cosas es imposible que Dios mienta y por tanto nosotros tenemos en Dios un consuelo firme, fuerte, seguro. Dios no cambia, permanece siempre fiel a sus promesas: “Porque yo Yahvéh no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6)

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“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17) Los cristianos hemos huido del mundo y acudimos en busca de refugio aferrándonos de la esperanza que se nos ha presentado a nuestro alcance. Esta idea que nos transmite el texto griego describe maravillosamente nuestra realidad: Somos un grupo de refugiados, huyendo de un imperio demoníaco de terror donde éramos esclavos Ahora vamos en busca de un “lugar mejor” el cual consiste en estar en comunión de amor con Jesús “detrás del velo”, permanentemente. 6:19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, La metáfora del ancla, la cual no es lanzada al mar sino “detrás del velo”, nos quiere mostrar una barca cuyos ocupantes lanzan su ancla hacia tierra firme para luego jalar de la cuerda y llegar seguros. Somos refugiados del barco naufragante de este orden mundial presente, que va a desaparecer pronto; nuestra esperanza está fijada en las promesas de Dios que es como nuestra ancla espiritual. Nuestra esperanza es firme porque Jesús ya está allá, detrás del velo, sentado “a la diestra de la Majestad” (1:3) La figura “detrás del velo” hace referencia al Lugar Santísimo, donde se encontraba el Arca del Pacto y que a su vez simboliza el acceso al trono de Dios.

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Nuestra esperanza no está “anclada” en nada de este mundo, está firmemente “anclada” en el trono de Dios: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4) 6:20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. “Precursor” en griego es el jefe militar que va delante del ejército. La figura es de victoria y exaltación de Jesús. Pero el énfasis añade la invitación de seguir a Jesús, somos su ejército y es a él a quien debemos seguir con sentido de victoria. Con la frase “sumo sacerdote” el autor de la Carta regresa al argumento que dejó en 5:11 Ahora continuará y dirá lo que quería decir acerca del sacerdocio “según el orden de Melquisedec”, aunque para algunos de sus lectores resulte difícil de entender. La invitación es a confiar de manera absoluta en la Palabra de Dios pues su promesa de salvación es segura, como el ancla firme que nos llevará a tierra firme AMEN JFVS

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JESÚS REY DE PAZ HEBREOS 7:1-2

7:1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, Un grupo de reyes invadieron la ciudad de Sodoma, llevándose una gran cantidad de cautivos, entre ellos a Lot, sobrino de Abraham. Cuando Abraham recibió la noticia, organizó un ejército y persiguió a los invasores. Tras una exitosa batalla recuperó a los cautivos. Al regresar a casa salió a su encuentro Melquisedec: “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abraham del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abraham los diezmos de todo” (Génesis 14:18-20)

“Dios Altísimo”, en hebreo: El-Elyón, define a Yahvéh como poseedor de los cielos y la tierra. Como poseedor de los cielos y la tierra El-Elyón tiene y ejerce autoridad en ambas esferas de la realidad; hoy lo expresaríamos como dominio absoluto sobre la esfera material y la esfera espiritual.

Jesús declaró triunfalmente haber recibido esta autoridad absoluta: “…toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18) Jesús es El-Elyón, Dios Altísimo, que gobierna y ejerce su poder sobre la esfera material y espiritual de la realidad, y este poder se manifiesta en la “gran comisión”:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20)

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Melquisedec se presenta ante Abraham con “pan y vino” para celebrar su victoria y otorgarle una bendición a nombre de El-Elyón; Abraham reconoce en este personaje al representante de Yahvéh y le entrega los diezmos de sus posesiones Melquisedec saca “pan y vino” para celebrar. Pero en la esfera espiritual, “pan y vino” son símbolos que representan los elementos de la Cena del Señor. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento “pan y vino” simbolizan la renovación del pacto con Dios en ambiente fraternal. Melquisedec y Abraham, en ambiente fraternal, renuevan la relación de Pacto con Yahvéh, Dios Altísimo. 7:2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem esto es, Rey de paz; “Los diezmos de todo” Abraham da sus diezmos a Melquisedec pues lo reconoce como sacerdote de Yahvéh. Esta es la primera mención del “diezmo” y resulta ser, por tanto, anterior a la Ley, tal vez sea Abraham la primera persona a la que Dios puso el deseo de “diezmar”; además, se presenta como una ofrenda de gratitud y reconocimiento. Podemos imaginar que al darle Melquisedec la bendición a Abraham y compartir pan y vino, Abraham percibió espiritualmente que Melquisedec era sacerdote de Yahvéh, entonces debió de comenzar a hacer cálculos de todas sus posesiones, rebaños, oro, plata, etc. Determinó la décima parte “de todo” y enviaría a algunos de sus sirvientes a su campamento para traer esa parte como su diezmo.

En Hebreos 7:4 leemos: “…dio diezmos del botín”; pero literalmente dice: “diezmo de la parte de arriba” ¡Abraham dio de lo mejor de sus posesiones!

“Luego el rey de Sodoma le dijo a Abram: Dame las personas y quédate con las cosas. Pero Abram le contestó: Le he jurado al Señor, al Dios altísimo que hizo el cielo y la tierra, que no voy a tomar nada de lo que es tuyo, ni siquiera un hilo o una correa para mis sandalias, para que nunca digas que tú fuiste el que me hizo rico” (Génesis 14:21-23, VP)

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Así pues, Abraham no tomó botín de esta guerra pues su propósito no era enriquecerse o aprovecharse de la situación; simplemente fue a rescatar a su sobrino Lot. Los diezmos que entregó a Melquisedec, fueron de sus posesiones que tenía en su campamento y no del botín que entregó al rey de Sodoma.

Ahora bien, el texto de la Carta a los Hebreos nos indica que Melquisedec significa “Rey de justicia” en referencia a Yahvéh: “Porque Yahvéh es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro” (Salmo 11:7)

“…Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más…de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. Y se dirá de mí: Ciertamente en Yahvéh está la justicia…En Yahvéh será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel” (Isaías 45:21-25)

Comparemos este texto con el siguiente: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10-11) Evidentemente el “Rey de justicia” es Jesús.

La etimología de Jerusalén es: “ciudad de Salem”; y la palabra “Salem”, en idioma ugarítico, deriva de la palabra hebrea “Shalóm”, que significa: “paz”. Pero, tanto el texto de Génesis 14 como éste de Hebreos 7, mencionan a Melquisedec como “rey de Salem”, no como rey de la ciudad de Salem; además este v2 aclara: “esto es, Rey de paz”. Melquisedec, es el Rey de la paz; por tanto, Jesús es el Rey de la justicia y de la paz.

Interesantemente la paz con Dios está basada en la justicia de Dios: “Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17) “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1) Disfrutemos de la paz con Dios, gracias a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. AMEN

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JESÚS NOS LLEVA A DIOS HEBREOS 7:3-19

7:3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Melquisedec “ni tiene principio de días, ni fin de vida”, es eterno y permanece como sacerdote para siempre ¿Quién es este personaje? Las claves que nos da este verso no deja la menor duda: Es Jesús, que vino a visitar a Abraham 7:4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. “Diezmos del botín”; literal: “diezmo de la parte de arriba” ¡Abraham dio lo mejor! No se refiere al botín de guerra pues éste lo entregó Abraham al rey de Sodoma. El diezmo que Abraham entregó fue de sus propios bienes. “El patriarca” entrega a Melquisedec sus diezmos, demostrando la superioridad de Melquisedec no sólo sobre Abraham, sino sobre su descendencia, el pueblo de Israel, y particularmente sobre los sacerdotes del orden levítico. 7:5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. La tribu de Leví era de donde se seleccionaban a los sacerdotes y ellos podían tomar el diezmo del pueblo, que eran sus hermanos; descendientes de Abraham. Este diezmo era para su subsistencia pues los sacerdotes debían estar dedicados de tiempo completo al servicio de Dios a favor del pueblo.

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7:6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7:7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Abraham es el receptor de las promesas de Dios (6:13) Puesto que Melquisedec bendice a Abraham, se demuestra su superioridad no sólo frente a él sino frente a Leví, descendiente de Abraham y todo el sacerdocio. Ya sabemos nosotros que este Melquisedec es Jesús mismo. 7:8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. “Se da testimonio de que vive” Clara referencia a Jesús. La Biblia dice de Jesucristo en el Salmo 110:4 “…Tu eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. El sacerdocio levítico comenzaba a ejercerse a los 30 años de edad y se jubilaban a los 50 años de edad, mientras que el sacerdocio de Melquisedec no tiene “principio ni fin” (v3) El sacerdocio de Jesucristo no requiere de sucesión genealógica, pues es sacerdocio perpetuo. Del orden de Melquisedec solamente hay un sacerdote y ese es Jesús y para siempre. 7:9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 7:10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

Leví fue el tataranieto de Abraham y todavía no había nacido cuando Abraham se encontró con Melquisedec; pero en el pensamiento bíblico se considera que un antepasado contiene en sí mismo a todos sus descendientes.

7:11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿Qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 7:12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;

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7:13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. 7:14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. No existe relación alguna entre Jesús y el sacerdocio levítico. Serían incorrectos los intentos de establecer un nuevo sacerdocio terrenal ya que Jesús único sacerdote según el orden de Melquisedec no ejerce su oficio sacerdotal en la tierra puesto que pertenece al orden eterno. “Vino”, en griego: “ha amanecido”. Jesús surge como el sol al amanecer de un nuevo día; esta hermosa figura coloca a Jesús como nuestra luz (Lucas 1:78 “la aurora”) que ilumina eternamente en una nueva era que ya ha comenzado. 7:15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 7:16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible El verdadero sacerdote, Jesucristo, ejerce su oficio eficazmente gracias a que El es la fuente de una “vida indestructible”. 7:17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. El gran sumo sacerdote que tenemos los cristianos es inmortal; no necesitamos de sacerdotes humanos.

7:18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 7:19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.

El Evangelio, a diferencia de la ley, ha abierto un camino de acceso libre a Dios; esa perfección que la ley nunca podría causar. Únicamente Jesús, verdadero sacerdote, puede llevarnos hasta Dios; Él es nuestra esperanza firme de salvación y comunión con nuestro amado Padre. AMEN

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JESÚS ETERNO SALVADOR HEBREOS 7:20-28

7:20 Y esto no fue hecho sin juramento; Solamente Jesús ha sido constituido como Sumo Sacerdote por medio de un juramento y Dios solamente reconoce a Jesús como sacerdote, cualquier otra persona que quiera ejercer este oficio sacerdotal no posee eficacia ni validez 7:21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec Ningún sacerdote ha sido constituido mediante un juramento. Jesús, en cambio, fue establecido por Dios como Sumo Sacerdote Eterno, “según el orden de Melquisedec”, con juramento (Salmo 110:4) con esto Dios ha querido comprometerse a darnos la seguridad de la permanencia de Jesús como nuestro único, suficiente y permanente Salvador. 7:22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. “Fiador”. El antiguo pacto tenía un mediador pero no un fiador; no había nadie capaz de garantizar el cumplimiento de la promesa del pueblo de cumplir y obedecer (Éxodo 24:7) Pero Jesús garantiza el cumplimiento perpetuo del pacto del que es mediador. 7:23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; Generación tras generación los sumos sacerdotes iban muriendo y su oficio pasaba de uno a otro

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7:24 más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;

Aquellos que confían su vida a Jesús, en cualquier época de la historia, saben que el sacerdocio de Jesús jamás cambiará. Cada día tenemos la seguridad de que Jesús sigue siendo nuestro Gran Sumo Sacerdote; por tanto podemos disfrutar eternamente de una correcta relación de amor con Dios.

7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Aquellos que tienen a Jesucristo como su Gran Sumo Sacerdote tienen en él a un Salvador cuyo poder redentor está disponible perpetuamente y no está condicionado a las variables de la vida terrenal. Jesucristo vive eternamente, y está eternamente y voluntariamente comprometido a bendecir y proteger a aquellos que se han entregado a Él. Por medio de Jesús Dios se ha acercado al ser humano y las personas pueden acercarse confiadamente a Dios.

“Viviendo siempre”. Porque Jesús vive siempre puede salvar a cada persona en cada generación y en cada circunstancia. Jesús está permanentemente en comunicación con su Padre y el tema de conversación es nuestra salvación

7:26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;

Este verso es un himno que se entonaba en las iglesias. Jesús tiene la cualidad única de haber experimentado la fuerza completa de la tentación sin haber sucumbido ni una vez ante ella. Jesucristo preservó su pureza mientras recorría los caminos comunes de este mundo y compartía la totalidad de nuestra naturaleza humana.

“Santo”, apartado para servir a Dios “Inocente”, libre de toda culpa “Sin mancha”, como los corderos para el sacrificio, Jesús es el cordero de Dios

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“Apartado de los pecadores”, no participa de las actitudes y acciones de ellos “Más sublime que los cielos”, superior a todo lo creado y cercano a Dios Padre

7:27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Jesús murió “para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45) y estableció un nuevo pacto en su sangre derramada por nosotros (Marcos 14:24)

7:28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.

“Débiles” se refiere a la condición de pecado que les hacía necesario presentar sacrificios primero por sus propios pecados y posteriormente por los del pueblo a quienes representaban. Jesucristo en cambio, se presentó a sí mismo como ofrenda para sacrificio, pero no por sus pecados, pues es “perfecto”, más bien por los pecados de su pueblo, nosotros. Por tanto Jesús es el único y verdadero Sacerdote. Jesucristo, por su naturaleza perfecta y su sacrificio en la cruz del Calvario, no solamente es nuestro Gran Sumo Sacerdote, sino que además garantiza el cumplimiento del nuevo pacto entre Dios y los cristianos; Jesús nos garantiza estar en comunión con Dios permanentemente.

El nuevo pacto nos introduce en una maravillosa relación de compañerismo con Dios, de la que Jesús es nuestro intermediario que permite que la comunicación con Dios sea fluida. Gracias al sacrificio voluntario de Jesús, nada se interpone entre Dios Padre y nosotros. Para gozar de la comunión con Dios todo está dispuesto gracias a Jesucristo y su sacrifico redentor; solamente debemos acercarnos a Jesús en sincero arrepentimiento y con fe absoluta en El.

Ver, hermano, a la familia de Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS: NUEVO PACTO HEBREOS 8:1-7

8:1 Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 8:2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. “Majestad” es una forma reverencial de referirse a Dios sin mencionarlo directamente. Lo que el texto quiere decir es que Jesucristo se sentó a la derecha de Yahvéh, en el lugar de más alto honor y de mayor intimidad, en el lugar donde nunca nadie jamás se ha sentado. Nadie más puede estar más cerca de Dios Padre que Jesucristo; ningún sacerdote humano, ningún “santo”, ni siquiera la madre terrenal de Jesús, pueden interceder por nosotros, ese oficio es exclusivo de Jesús. “Tabernáculo”, la tienda que plantó el Señor, la cual se ubica en el cielo, permanece firme (“verdadero”) porque lo levantó el Señor mismo y no los seres humanos: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:3) El santuario de Dios permanece para siempre. No debemos pensar que Dios literalmente construyó un templo material donde Jesús ministra; más bien lo que debemos entender es que este “Tabernáculo” simbólico no es otra cosa que la misma presencia de Dios: “Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Yahvéh, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento” (Éxodo 33:7)

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En referencia al Templo de Jerusalén, el día de su dedicación, el rey Salomón dice, entre muchas otras bellas declaraciones: “toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa, tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres” (2°Crónicas 6:29-30) Así, entonces, el Tabernáculo en el desierto y el Templo en Jerusalén eran sólo representaciones temporales imperfectas de la realidad eterna y perfecta de la presencia de Dios en medio de su pueblo. 8:3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer. 8:4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; Este texto demuestra que el sacerdocio levítico seguía funcionando en el Templo de Jerusalén cuando el autor de la Carta escribe. Por la historia sabemos que el Templo y la ciudad de Jerusalén fueron destruidos en el año 70 d.C. por las tropas romanas tras un sitio de dos años. Por tanto esta Carta a los Hebreos debió haber sido escrita antes del año 68 d.C. Jesús no pertenece al orden sacerdotal terrenal puesto que no desciende de la tribu de Leví; el autor de la Carta quiere expresar que si Jesús siguiese en la tierra ni siquiera podría ser sacerdote pues ya había sacerdotes ofreciendo ofrendas.

Entonces el autor de la Carta entiende que el hecho de que Jesús esté a la derecha de Dios Padre, demuestra que su sacerdocio es espiritual y no terrenal.

8:5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte

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“Modelo”, a Moisés se le mostró un modelo a escala (una maqueta) del santuario que debía erigirse: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40) Entonces, la idea del Tabernáculo, sus dimensiones y distribución, fueron una idea divina. En el texto hebreo de Éxodo 25:40 la frase “que te ha sido mostrado” significa literalmente: “que te ha hecho ver”. El Tabernáculo que Moisés construyó era un símbolo material de verdades espirituales y apuntan hacia la persona y obra de Jesús. 8:6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas 8:7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. El Nuevo Testamento reconoce dos pactos, el antiguo pacto fue inaugurado por Moisés, el nuevo pacto por Jesús; este nuevo pacto desplaza al antiguo. “Pacto”, correcta relación entre Dios y su pueblo. Cuando una persona recibe a Jesús como su salvador (Juan 1:12-13) entra a esta relación de pacto, gracias a la obra redentora de Jesús en la Cruz del Calvario, y pasa a formar parte del pueblo (familia) de Dios. El primer pacto, era provisional, en espera del definitivo que ya es permanente. Esta diferencia nos permite apreciar que el antiguo pacto fue eficaz solo porque fue dado por Dios como un medio temporal para establecer la relación entre Dios y su pueblo; este antiguo pacto señalaba siempre hacia delante, hacia el cumplimiento de las promesas de Dios que llevaría al verdadero pueblo de Dios a una más profunda y permanente comunión con Dios. Ahora los creyentes pueden interpretar el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento y la obra redentora de Jesucristo Ahora nosotros, por medio de Jesús, podemos disfrutar de una correcta relación de amor con Dios, que da sentido a nuestra vida, la cual ya es abundante en paz, gozo y amor. AMEN JFVS

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JESÚS: COMUNION DE AMOR HEBREOS 8:8-13

8:8 Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; Los vv8-12 son cita de Jeremías 31:31-34; al comparar esta cita con el texto del libro de Jeremías, encontraremos diferencias, éstas se deben a que nuestra traducción del libro de Jeremías se basa en el texto hebreo, conocido como Texto Masorético (TM); mientras que, el autor de la Carta a los Hebreos, utilizó la traducción al griego del libro de Jeremías; esta traducción al griego del Antiguo Testamento es conocida como la Septuaginta (LXX) “Reprendiéndolos dice” Dios regaña al pueblo rebelde pues su desobediencia ha invalidado el pacto, ese pacto que se estableció en el monte Sinaí con Moisés. Pero en vez de que Dios abandone a la humanidad, anuncia la llegada de un “nuevo pacto”; para que los seres humanos entren en relación de amor con Dios.

“He aquí vienen días”. Con Jesús la profecía está en su etapa de cumplimiento: “…Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15)

8:9 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor.

Dios sacó a su pueblo de la esclavitud en Egipto para establecer una relación de amor con ellos; el pacto establecía el modo correcto de relacionarse con Dios. Al rechazar el pueblo este pacto, a causa de su persiste desobediencia, Dios los llamó a regresar, pero no los obligó, por ello dice que se “desentendió”.

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8:10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; El nuevo pacto consiste en la interioridad de la voluntad de Dios en la vida del creyente; esta voluntad divina no se establecerá como preceptos superficiales, sino más bien como actitud interna de vida. Mente y corazón son el ser interior; Dios, en el nuevo pacto trabaja en el interior del ser humano, se ocupa de cambios profundos y por esta razón los rituales religiosos no sirven de nada. Al escribir su voluntad en nuestro interior, Dios apunta hacia una transformación integral de nuestro ser: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto” (Romanos 12:2, VP) Lo que se graba en lo más íntimo de nosotros es lo que determina nuestro carácter, nuestra conducta, estilo de vida, lenguaje, etc. Escribir en nuestro interior implica la regeneración de nuestro ser. La única manera de relacionarnos con Dios es volver a nacer: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3) 8:11 y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.

La oportunidad para tener comunión directa con Dios será la misma para todos los creyentes; ya no necesitarán de sacerdotes humanos. Todos pueden llegar a conocer a Dios personalmente.

Jesús dijo: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…” (Mateo 28:20) El autor de la Carta dijo: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar…” (Hebreos 5:12)

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Por tanto, aquí no se refiere a la enseñanza del discipulado; se refiere a la comunión con Dios. “Conocer” en hebreo expresa amistad profunda: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap 3:20)

“Conoce al Señor” expresa la idea de un mediador humano para establecer la comunicación con Dios.

“Todos me conocerán” expresa la idea de una relación personal con Dios; cada creyente puede cultivar una comunión de amor con Dios, sin intermediarios humanos, sin obstáculos. Cada creyente puede orar en todo lugar, en todo tiempo, en toda circunstancia; cada creyente puede escuchar la Palabra de Dios sin restricción alguna y puede ser capaz de entender el mensaje de la Biblia que es predicado y enseñado.

8:12 Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

“Nunca más me acordaré”, Dios ya no va a actuar conforme a nuestros pecados; estos han sido perdonados en la cruz del Calvario; ahora Dios va a tratar con nosotros en base a nuestra relación con Jesucristo, cuya sangre nos limpia de todo pecado. La relación con Dios se basa en el perdón; el perdón de nuestros pecados es una posibilidad, brindada por Dios para restablecer la relación de pacto. Esta experiencia de perdón y regeneración nos introduce en un nuevo pueblo de Dios, la familia de Jesucristo

8:13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

“Está próximo a desaparecer” es frase profética, se refiere a la desaparición del sistema sacerdotal levítico a causa de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. puesto que ya había cumplido su función y había perdido todo valor frente al sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.

Ven a Jesús, él quiere perdonarte de todo pecado para que disfrutes de la comunión de amor con Jesús y su familia. AMEN JFVS

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JESÚS: SACRIFICIO PERFECTO HEBREOS 9:1-14

9:1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 9:2 Porque el Tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 9:3 Tras el segundo velo estaba la parte del Tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 9:4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 9:5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle En esta descripción del Tabernáculo, el mobiliario tenía una función y simbolizaba realidades espirituales que el autor no pretende explicar en detalle (v5); pero si recordar a sus lectores que el acceso al Lugar Santísimo estaba restringido. Según este texto, el altar del incienso debiera estar en el Lugar Santísimo, pues allí es donde el sumo sacerdote oraba. Pero como los sacerdotes debían encender el incienso todos los días (orar diariamente) el altar del incienso debía ser colocado en el Lugar Santo; su ubicación es por razones prácticas “Propiciatorio” la tapa del arca: “asiento de misericordia”; Pablo hace referencia a Jesús y su sangre derramada: “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre…” (Romanos 3:25) El propiciatorio era de oro y tenía dos figuras de querubines, colocados frente a frente teniendo las alas desplegadas y la mirada inclinada sobre el arca. El autor de la Carta los llama “querubines de gloria” porque el propiciatorio representaba el lugar de la manifestación de la presencia de Dios.

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El día de la expiación, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo trayendo la sangre para interceder por el pueblo; esta sangre era rociada en el propiciatorio. La sangre “cubría” (simbólicamente) los pecados del pueblo, en espera del “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29) El propiciatorio era el lugar donde el pueblo alcanzaba la misericordia de Dios. Pero este propiciatorio era temporal; con Jesús se obtiene una redención eterna 9:6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del Tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; El Lugar Santo era la cámara donde diariamente entraban los sacerdotes a realizar las actividades del servicio diario de adoración “Pecados de ignorancia”. Cuando pecamos deliberadamente, probablemente no nos arrepintamos, entonces continuamos pecando, y nuestro corazón llega a endurecerse y nos alejamos de Dios, si la muerte nos sorprende en tal estado, no hay esperanza para nosotros. Cuando pecamos deliberadamente estamos en peligro, no perdamos tiempo y busquemos a Dios en sincero arrepentimiento 9:8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del Tabernáculo estuviese en pie. El autor de la Carta entiende que el Antiguo Testamento fue inspirado por el Espíritu Santo y que “el camino al Lugar Santísimo” (a la presencia de Dios) no era accesible para todos hasta la llegada de Jesús “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6), “el camino” para llegar a la presencia de Dios es Jesús gracias a su sacrificio en la cruz del Calvario y su resurrección

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9:9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 9:10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.

“Símbolo” literalmente: parábola. El verdadero significado del Tabernáculo solo puede ser entendido a la luz de la obra redentora de Jesucristo. Solamente la obra de Jesús puede purificar nuestra conciencia. Se hace referencia a lo que no se podía comer o beber, a lo baños rituales (abluciones), a la purificación superficial; esto era temporal; con Jesús se establece un nuevo pacto que influye sobre la conciencia y no en lo externo

9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto Tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

Jesús se ofreció a sí mismo como ofrenda en su propio altar, la cruz del Calvario y así entró con su propia sangre al Lugar Santísimo espiritual. “Entró una vez para siempre” da la idea de que ya no salió de la presencia de Dios, su ofrenda es, por tanto, perfecta

9:13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 9:14 ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

“Las cenizas de una becerra” según Números 19 era elemento necesario para la preparación del agua purificadora, destinada al baño ritual.

Las obras muertas (6:1) son los pecados (Efesios 2:1) que pesan sobre la conciencia y no permiten acercarse a Dios en amor y servicio gozoso.

La buena noticia es que ya no necesitamos de templos, ni rituales, ni sacerdotes, para acercarnos a Dios con una conciencia limpia; Jesús con su preciosa sangre nos limpia de todo pecado. AMEN

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JESÚS VIENE HEBREOS 9:15-28

9:15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. “Nuevo” significa una nueva clase, maravillosa y de la cual no se había oído antes Es altamente significativo que la muerte de Jesús sea eficaz contra las transgresiones. El sacrificio de Jesús es para salvación de todos los verdaderos creyentes antes y después del evento de la crucifixión de Jesús. Los israelitas en el Antiguo Pacto alcanzaban el perdón de pecados y la salvación, no por el sistema sacrificial, sino por el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, sacrificio que era simbolizado a través de los sacrificios en el altar; el israelita ponía su fe en la provisión de Dios, esta provisión “cubría” el pecado permitiendo la comunión con Dios, hasta la llegada del “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29); siempre ha habido una única forma de alcanzar el perdón: Jesús “Transgresiones” pecados cometidos voluntariamente y en plena conciencia; los sacrificios eran para los pecados de ignorancia (9:7) El sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario ofrece completo perdón aún para el más grave transgresor que verdaderamente se arrepienta y venga a Jesús. 9:16-18 Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre

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La muerte de Jesús cumplió la condición necesaria para otorgar el perdón. El autor de la Carta recuerda el episodio de Éxodo 24:3-8, la inauguración del pacto en los días de Moisés al pie del monte Sinaí 9:19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, El rociamiento del libro es un detalle que no aparece en Éxodo 24; aquí el Espíritu Santo añade detalles. El Nuevo Testamento amplía y explica la revelación del Antiguo Testamento. El libro era “el libro del pacto” que escribió Moisés y luego leyó al pueblo. Después de recitarlo ante el pueblo, recibió la respuesta unida: “Haremos todas las palabras que Yahvéh ha dicho” (Éxodo 24:3-8) El contenido de este libro probablemente era Éxodo 20-23; entonces el pacto fue sellado con sangre 9:20-21 diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado. Y además de esto, roció también con la sangre el Tabernáculo y todos los vasos del ministerio Éxodo 24 relata que después de comunicar las palabras de Yahvéh al pueblo (v3) las pone por escrito; al día siguiente de madrugada erige un altar y manda sacrificar novillos; toma luego la mitad de la sangre y la pone en unas vasijas, la otra mitad la derrama sobre el altar, toma el libro del pacto y lo lee en presencia del pueblo, éste lo ratifica y Moisés entonces los rocía con la sangre (v8) y posteriormente se celebró una “comida de pacto” (v11) Cuando el Tabernáculo se levantó también fue rociado 9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

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“Remisión”: perdón, para ello es indispensable el derramamiento de sangre. Así se subraya la gravedad del pecado pues destruye la vida cuyo símbolo es la sangre 9:23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Lo que necesitaba purificación era la conciencia contaminada de hombres y mujeres; esta es la purificación que corresponde a la esfera espiritual. Mientras que el ritual de purificación es adecuado para el orden material (el cual es simbólico), se necesita una clase mejor de sacrificio para efectuar una purificación en el orden espiritual. Aquellos que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador, por la sangre derramada de Jesús son purificados y pertenecen ya a “las realidades celestiales” para así poder servir a Dios (v14) 9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; Lo que el sumo sacerdote hacía simbólicamente en el Lugar Santísimo, Jesús lo hace ante la presencia de Dios; el santuario terrenal ya no tiene propósito 9:25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. En el día de la expiación (Levítico 16) el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo con sangre para obtener el perdón

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Este ritual era símbolo provisional necesario hasta la llegada de Jesús, quien con su propia sangre logró el perdón, permitiendo al creyente gozar de una correcta relación de amor con Dios. “Consumación de los siglos” significa el clímax (no el final) de la historia humana. Jesús vino a morir en la cruz del Calvario en el momento crítico de la historia humana, no fue un tiempo elegido al azar, sino en el tiempo de Dios. 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 9:28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. Este texto muestra el destino de cada individuo, negando cualquier idea de reencarnación, de almas en pena, de fantasmas o de comunicación con muertos. Al morir una persona, su destino es el juicio final Jesucristo murió una vez y logró nuestra salvación, porque en su muerte llevó “los pecados de muchos” (Isaías 53:12) Esta salvación lograda por Jesús es para aquellos que “lo esperan” con gozo El verdadero creyente vive con la esperanza del regreso de Jesucristo. AMEN JFVS

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JESÚS: SALVACION PERFECTA HEBREOS 10:1-18

10:1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. “Bienes venideros” se refiere al perdón de los pecados realizada por Jesús “Las sombras”. Un artista dibuja un boceto antes de producir el retrato o paisaje terminado; el ceremonial del Antiguo Testamento es el boceto y el sacrificio de Jesús es la obra maestra completa “Perfectos” La purificación de la conciencia, lograda mediante la sangre preciosa de Jesús, nos permite entrar en una correcta relación de amor con Dios; esta relación con Dios nos “hace perfectos” 10:2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.

La purificación marca el comienzo de la vida cristiana; Pedro se refirió a ello cuando recordó al concilio de Jerusalén el hecho de que Dios, al dar su Espíritu Santo a los gentiles como lo había hecho a los judíos, “ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:9) Quien ha recibido a Jesús en su corazón (Juan 1:12; Apocalipsis 3:20) purificado está para gozar de una correcta relación de amor con Dios y ya no necesita de sacrificios

10:3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

Los sacrificios no quitaban el pecado; solo los cubrían, en espera del “Cordero de Dios que quita el pecado”

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10:5 Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. 10:6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. 10:7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí. El texto citado proviene del Salmo 40:6-8 Jesús, en el momento de iniciar su obra salvadora, declara el fin del sistema sacrificial y expresa que el cuerpo que Dios le “preparó” tiene el propósito de hacer la voluntad de Yahvéh. Este “rollo del libro” se refiere a la Torah. Jesús actuó en obediencia apasionada “para que se cumplan las Escrituras” (Marcos 14:49) 10:8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 10:9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. El sacrificio en la cruz del Calvario, una vez y para siempre, de Jesucristo logra nuestra santificación que es el la voluntad de Dios 10:11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 10:12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 10:13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies, Los sacerdotes nunca se sentaban en el santuario. El simbolismo es que esos deberes nunca estaban completos. EL símbolo de sentarse, indica que el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto e irrepetible.

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Hebreos

“La diestra de Dios” es el lugar de mayor dignidad e indica que nadie está más cerca de Dios Padre que Jesucristo y ahora aguarda regresar victorioso a someter a sus enemigos “bajo sus pies”.

10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

“Hizo perfectos”: ha provisto todo lo necesario para la salvación. La perfección consiste en estar en correcta comunión de amor con Dios: esa es nuestra santificación

10:15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

El autor de la Biblia es el Espíritu Santo quien inspiró a diversas personas a escribir el mensaje de Dios. La Biblia es el registro de lo que Dios quiere que sepamos en referencia a su voluntad de salvarnos

10:16 Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré; 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

La nueva relación con Dios ya estaba profetizada por el Espíritu Santo, utilizando al profeta Jeremías (31:33-34) casi 600 años antes. Ahora en Jesús se cumple. La relación con Dios es posible gracias al sacrificio perfecto de Jesús en la cruz

10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Perdonados los pecados por medio de la sangre de Jesús, no hace falta ya de ningún tipo de sacrificio, pues el pecado no ha sido cubierto, sino quitado, eliminado, tal es la idea de la remisión.

Se acabaron los sacrificios, los rituales, los sacerdotes; libres ya de todo pecado, e iluminados por el Espíritu Santo mediante la Biblia, dediquemos nuestra vida a cultivar una hermosa comunión de amor con Dios por medio de Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS EN ARMONIA FAMILIAR HEBREOS 10:19-25

10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 10:21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, Jesús, por medio de su “sangre” derramada en la Cruz, nos brinda libertad para gozar de una correcta comunión de amor con Dios. Esta comunión con Dios por medio de Jesús es el verdadero “Lugar Santísimo” “Nuevo”: “recién inmolado”, referencia a los corderos sacrificados en el altar de los holocaustos: Jesús fue inmolado en la cruz para perdón de los pecados “Vivo” enfatiza la eficacia de este camino ya que no se trata de un ritual sino de una persona: Jesucristo, nuestro “gran sacerdote” “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6)

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios…” (1ª Pedro 3:18)

“La casa de Dios”: la iglesia, la familia de Dios: “pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…” (Hebreos 3:6)

“Sangre” y “Carne” de Jesús, en referencia a su sacrificio en la Cruz del Calvario; elementos simbólicos de la Cena del Señor que nos recuerdan nuestra salvación

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Hebreos

10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. “Acerquémonos”, misma palabra en griego que en 4:16. La invitación ahora es a entrar en esa comunión de amor con Dios “Corazón sincero”, sencilla y sincera dedicación a la voluntad de Dios; un corazón dividido no podrá permanecer en esa comunión con Dios “Plena certidumbre de fe”, plena convicción, confianza absoluta; fe débil es lo que aleja al creyente del Lugar Santísimo “Purificados los corazones de mala conciencia” Jesús con su sangre nos purifica “Lavados los cuerpos con agua pura” referencia al bautismo: El sumo sacerdote debía “…lavar su cuerpo con agua” (Levítico 16:4) Ahora el bautismo simboliza ese “lavamiento”, no como un ritual externo sino como símbolo de pureza 10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. “Firme”: sin inclinar. Solo “si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” seremos “casa de Dios” (3:6) Solamente si retenemos “firmes hasta el fin nuestra confianza del principio” seremos hechos partícipes de Jesucristo (3:14) Nuestra esperanza está firmemente establecida en la promesa de Dios, la cual nunca falla. Dios es fiel en el cumplimiento de sus promesas; es por esto que la esperanza del cristiano no ha de fluctuar ante las amenazas del mundo.

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Hebreos

10:24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; En la comunión fraternal de los cristianos, cada uno debe tomar muy en serio la salvación de los otros como si fuese la suya propia. Su fin no debe ser las relaciones egocéntricas, que no sería otra cosa que un reflejo de las prácticas de este mundo; el propósito de la fraternidad debe ser estimular el progreso de los hermanos en la fe, el amor y las buenas obras asignadas por Dios: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10) 10:25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquél día se acerca. “Exhortar” describe todo un conjunto de actividades relacionadas con el cultivo de la fraternidad: invitar, llamar, visitar, rogar, consolar, estimular “Aquél día” En vista del seguro regreso de Jesús, los cristianos debemos animarnos unos a otros a congregarnos en un ambiente de armonía familiar a fin de permanecer firmes en la esperanza frente a este mundo que corre desesperadamente hacia su perdición Siempre ha habido quien tiene por costumbre, por flojera y por irresponsabilidad, no congregarse en forma frecuente. Estos “cristianos” corren peligro de no permanecer “firmes y sin fluctuar” (v23) y por tanto pueden llegar a ser de mal testimonio e incluso ser instrumentos de Satanás Somos invitados a cultivar una profunda y hermosa comunión de amor con Dios, confiando en la promesa de Dios; para ello es indispensable congregarnos como hermanos en bella armonía familiar AMEN JFVS

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JESÚS UNICO SALVADOR HEBREOS 10:26-39

10:26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, Dios no tiene otro medio de salvación para aquellos que rechazan a Jesús El pecado voluntario es la rebelión persistente, el abandono del estudio bíblico, el dejar de congregarse por flojera y capricho; endurecer el corazón Las personas mencionas aquí ya habían “recibido el conocimiento de la verdad” (6:4-6) y deliberadamente, voluntariamente rechazaron el Evangelio; para ellos no queda un camino opcional u otro sacrificio de Jesús; solamente hay una forma de salvación, quien la desprecie se cierra a sí mismo la entrada a esta salvación 10:27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El infierno es una experiencia horrorosa y eterna. Este “hervor de fuego” ilustra, a la manera de Jesús, el infierno, como un lugar de fuego atormentador 10:28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. El texto proviene de Deuteronomio 17:2-7 y se refiere a los idólatras ¿Cuáles ídolos ganan nuestra lealtad? Fama, poder, dinero, lujos, ostentación, trabajo excesivo, adulterio, flojera, etc. Evaluemos nuestra vida con honestidad

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Hebreos

10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? El pecado de apostasía se describe como: 1) Pisotear al Hijo de Dios: rechazar la comunión en la Familia de Dios 2) Tener por inmunda la sangre del pacto: buscar otro camino para intentar llegar a Dios, o simplemente negarse a servir a Dios, o sea, no dejarse santificar 3) Hacer afrenta al Espíritu de gracia: endurecer el corazón para no oír al Espíritu Santo, no querer escuchar la voz de Dios en la Biblia 10:30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. La cita viene de Deuteronomio 32:35-36, se trata de una traducción interpretativa La frase “conocemos al que dijo” se refiere al Espíritu Santo 10:31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! El juicio es el resultado del pecado. Las personas pueden pensar que el pecado no les afecta y que se han salido con la suya, pero: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7) 10:32 Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; “Días pasados”: cuando fueron “iluminados”, la experiencia de conversión. Después de su maravillosa experiencia de conversión, estos hermanos y nosotros también, “sostuvieron gran combate de padecimientos”, seguida de la conversión llega la prueba y la tentación

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Hebreos

10:33 por una parte, ciertamente con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. Caminar con Jesús será motivo de burlas crueles, de chismes malignos, de críticas hirientes; llegando a convertirnos en todo un show para el mundo 10:34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. “Os compadecisteis” Ellos se compadecieron de los que estaban presos por causa del Evangelio, pero sus posesiones materiales fueron saqueadas. El regocijo mencionado en este versículo se debía no a que les eran quitados sus bienes, sino a que sus bienes materiales no constituían su verdadera riqueza. La herencia eterna apartada para ellos era tan real que podían decir con ligereza “adiós” a las posesiones materiales, que de todos modos, tenían corta existencia. Esta actitud es aquella “fe” de la cual el autor habla. Ellos la manifestaron en aquellos días y por eso el autor de la Carta los anima a seguir manifestándola Así pues, estos cristianos en el pasado ya habían sufrido graves problemas que pusieron a prueba su fe y salieron victoriosos permaneciendo fieles. Pues así como en el pasado permanecieron fieles, ahora deben seguir así

10:35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;

“Confianza”, libertad para hablar del Evangelio y para cultivar una correcta relación de amor con Dios. Confiar en Dios es lo único que se debe conservar

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Hebreos

10:36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. La clave del éxito en la vida cristiana es la obediencia; quien obedece permanece en correcta relación de amor con Dios 10:37 Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 10:38 Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Habacuc 2:3-4 el autor de la Carta, inspirado por el Espíritu Santo, invierte la cita, siendo este orden más conveniente a la idea que se quiere comunicar. Para agradar a Dios hay que vivir por fe (11:6); una fe que permanece firme en las tribulaciones. Para ello se requiere poner la mirada en Jesucristo y sus promesas. Nuestro gozo está en la esperanza del regreso de Jesucristo 10:39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Solo hay salvación por fe (Efesios 2:8) Fe que persevera hasta el fin (Mateo 24:13) Fe dispuesta a perder todo para salvar el alma (Mateo 10:39) Perseveremos hasta el fin para completar nuestra salvación AMEN JFVS

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JESÚS: CONFÍA EN EL HEBREOS 11:1-2

11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve

“Es pues”, esta frase conecta la idea con la que concluyó el capítulo 10 al concepto de la fe que persevera. Recordemos el final del capítulo anterior:

10:36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

La clave del éxito en la vida cristiana es la obediencia; quien obedece permanece en correcta relación de amor con Dios. Recordemos que la obediencia es la manifestación de la fe.

10:37 Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 10:38 Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma.

Habacuc 2:3-4 el autor de la Carta, inspirado por el Espíritu Santo, invierte la cita, siendo este orden más conveniente a la idea que se quiere comunicar. Para agradar a Dios hay que vivir por fe: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios…” (11:6)

Una fe que permanece firme en las tribulaciones Para ello se requiere poner la mirada en Jesucristo y sus promesas Nuestro gozo está en la esperanza del regreso de Jesucristo

10:39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.

Solo hay salvación por fe: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe…” (Efesios 2:8) fe que persevera hasta el fin: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13) entonces, perseveremos hasta el fin para completar nuestra salvación

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Hebreos

“La fe”. En el Antiguo Testamento las personas de fe se relacionaron con Dios en función de las promesas divinas, sin evidencia previa de cumplimiento. Sin embargo, estas promesas divinas significaban tanto para ellos que regularon el curso de sus vidas; estaban convencidos de que Dios podía y quería cumplir lo que había prometido Su fe consistió en confiar en la Palabra de Dios y dirigir sus vidas de acuerdo con ella; por lo tanto, las cosas futuras en cuanto a su propia experiencia, eran presentes para efectos de la fe y las cosas que no se veían eran aceptadas como realidades existentes “Certeza” La fe es fundamento (certeza), la correcta cimentación sobre la cual levantamos las columnas de una esperanza firme en las promesas de Dios; estas columnas sostienen la vida cristiana frente a las grandes tormentas de la vida “Lo que se espera” se refiere al contenido de las promesas divinas; vivir en función del cumplimiento de esta promesa es ejercer fe en Dios “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3) Jesús nos dio la promesa de regresar por nosotros para llevarnos a la Bodas del Cordero; esto es lo que “esperamos” y la fe consiste en vivir diariamente con la esperanza firme de que Jesús cumplirá su promesa “Convicción” es la seguridad de la existencia de una realidad espiritual, que no es perceptible humanamente “lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª Corintios 2:13-14)

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Hebreos

“Lo que no se ve” se refiere a las cosas pertenecientes al orden espiritual; aquellas realidades no materiales, que solamente pueden ser percibidas si el Espíritu Santo nos da esa percepción La fe es vivir diariamente con la seguridad de la existencia de una realidad espiritual, que no es perceptible humanamente pero que existe; conforme profundizamos en una correcta relación de amor con Dios empezamos a “ver” esa realidad espiritual ¿Cómo podemos cultivar una relación de amor con una persona en la que no confiamos? ¿Cómo podemos cultivar una relación de amor con una persona en la que no esperamos que cumpla lo que promete? La fe es la única forma en que una relación de amor se puede cultivar sanamente Confiar en Dios, confiar en su Palabra, confiar en sus promesas, eso es fe y es el firme cimiento sobre el que se construye la relación de amor con Dios 11:2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Siempre ha sido la fe la razón por la que cada creyente ha alcanzado “buen testimonio” delante de Dios Nunca ha habido otra forma, ya que “sin fe es imposible agradar a Dios” (v6) La fe, entonces, es la clave para relacionarse con Dios Confía en que lo que dice la Biblia es la Verdad; confía en que lo que Dios te dice es para que vivas abundantemente y con propósito, confía en que los pensamientos de Dios para tu vida son de paz; eso es fe Si confiamos en Dios lo vamos a obedecer y esta obediencia será la manifestación de nuestra fe en Él. Con confianza absoluta arrójate a los brazos de Jesucristo, Él sabe lo que es mejor para ti. AMEN JFVS

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JESÚS: CREADOR DE VIDA HEBREOS 11:3

11:3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Fe es confiar en que Dios nos dice la verdad en la Biblia Fe es confiar en el amor de Dios para nosotros “Por la fe”, por medio de esta confianza absoluta en Dios y en su Palabra, llegamos al “entendimiento” de que el cosmos es creación de Dios “Entendemos”, no se refiere al conocimiento adquirido por la investigación científica intelectual; se refiere al conocimiento adquirido por revelación divina; gracias a la Biblia nosotros podemos entender que el cosmos es creación de Dios La ciencia nos dice cómo fue creado el cosmos y como funciona La Biblia nos dice que Dios creó el cosmos y lo sustenta con un propósito Biblia y ciencia no se deben contradecirse pues trabajan en ámbitos diferentes de la realidad “Constituido”: perfectamente ajustados. La armonía que existe en el universo, en el cosmos, testifica de la acción creadora de Dios; por ejemplo, los planetas han sido ajustados perfectamente en sus trayectorias por Dios. Podemos especular acerca de los procesos y leyes del universo, pero el creador es Dios “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1) La actividad de Dios creador se aprecia mejor desde la experiencia de conversión. Es porque nosotros hemos “nacido de nuevo” que entendemos la actividad creadora de Dios

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Hebreos

Primero “entendemos” que Dios es nuestro salvador en experiencia de conversión, después “entendemos” que si Dios nos ha dado una nueva vida con un propósito, también creó el cosmos con un propósito

“Por la Palabra de Dios” El universo fue creado por “la palabra de Dios”, fue el resultado de una voluntad divina expresada como mandato, como la palabra de un rey que sus súbditos se apresuran a cumplir; Dios habló y las cosas sucedieron. La Palabra de Dios posee fuerza creadora y esto lo sabemos nosotros que hemos experimentado el poder creador de su Palabra en nuestra vida. Dios habla y suceden cosas, Dios habla y se crea vida y orden. Por eso dice el texto “por la fe”, porque nosotros hemos escuchado la Palabra de Dios y hemos experimentado su poder regenerador en nuestra existencia

“Pero la tierra llegó a estar desolada y vacía, y había tinieblas sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:2, Biblia Textual) Este texto de Génesis 1:2 describe un momento en el que la tierra, a causa de un cataclismo, del que no tenemos noticia, “llegó a estar” en estado de desolación. Pero, “por fe entendemos”, que en este texto de Génesis 1:2 se refleja simbólicamente un cuadro de lo que fue nuestra existencia sin comunión con Jesús

Antes de recibir a Jesús, antes de establecer esta comunión de amor con Dios, nuestra vida estaba desordenada y vacía, en tinieblas. Pero Dios habló a nuestra existencia y surgió en nuestro interior vida y orden. Nuestra vida era un caos, estaba “desordenada y vacía”, pero comenzamos a escuchar su voz en la Biblia y Él trajo luz, orden y nueva vida a nuestra existencia

La palabra de Dios, su voz, posee energía creadora. A partir de la energía generada por su palabra pronunciada el cosmos fue creado siguiendo los procesos y las leyes naturales que aún hoy la ciencia sigue descubriendo

El universo fue creado a partir de “lo que no se veía”; Dios no utilizó cosas visibles, esto es materia, para crear el cosmos; el énfasis de esta declaración, en tiempos bíblicos, es que Dios no requirió de materiales preexistentes para modelar su creación; la materia tiene un origen

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Hebreos

Para crear todo lo que “vemos”, esto es, materia, Dios utilizó “lo que no se veía”, esta frase bien puede referirse a la energía. A partir de la energía generada por su palabra pronunciada el cosmos fue creado. Este despliegue de energía convirtiéndose en materia bien pudo ser controlado por Dios para crear materia en armonía, tiempo y vida

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3) seguimos hablando de creación

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ªCorintios 5:17) por la fe en Jesús hemos experimentado una nueva creación

“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4) en el bautismo hemos dado testimonio, por fe, de esta nueva creación, de esta nueva vida, que habremos de verse desarrollar y la cual disfrutaremos a lo largo de nuestra vida cristiana

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”(Apocalipsis 3:20) fe es la confianza de abrir la puerta de nuestra vida para dejar entrar a Jesús y convivir amenamente con Él

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13) al recibir a Jesús, al creer en Él, Dios genera en nosotros esa nueva creación, esa nueva vida en Cristo

Por fe entendemos que Dios ha creado el cosmos; por esa misma fe entendemos que Dios está creando en nosotros una nueva vida abundante y con propósito. AMEN JFVS

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JESÚS Y ABEL HEBREOS 11:4

11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto aún habla por ella. El primer ejemplo de “fe que persevera”, que el autor de la Carta a los Hebreos quiere compartir es el de Abel “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Yahvéh. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas…” (Génesis 4:3-4) La frase hebrea que se traduce “andando el tiempo” expresa un plazo determinado, una fecha previamente señalada: “al fin de los días previos al evento” Por el contexto, podemos afirmar que Yahvéh estableció con Adán y Eva los tiempos y las formas para la adoración. Llegado el plazo fijado, ambos hermanos debían presentarse delante de Dios ¡con gratitud! Ambos debían manifestar, por el mismo acto de ofrendar, su fe en la existencia, provisión y protección de Dios Lógicamente las ofrendas se corresponden con la actividad propia de cada hermano: el labrador ofrece frutos vegetales, el pastor ofrece animales “…Y ninguno se presentará delante de Yahvéh con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Yahvéh tu Dios te hubiere dado” (Deuteronomio 16:16-17) “…Y miró Yahvéh con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:4-5)

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Hebreos

La frase hebrea que se traduce por “mirar con agrado”, significa mirar a profundidad y con detenimiento, “escudriñar”; en referencia a Yahvéh, como sujeto del verbo, se traduce como “inflamar” para purificar

En referencia Yahvéh como fuego purificador, declara el profeta: “…Él es como fuego purificador…” (Malaquías 3:2)

En referencia a la mirada de Dios como fuego, declara el apóstol Juan: “…sus ojos como llama de fuego” (Apocalipsis 1:14)

De modo que la aprobación divina del sacrificio de Abel se demostró en el hecho de que su ofrenda fue consumida por un fuego venido de lo alto; como sucedió en la experiencia del profeta Elías:

“Entonces cayó fuego de Yahvéh, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Yahvéh es el Dios, Yahvéh es el Dios!” (1°Reyes 18:38-39)

Abel estaba en correcta relación de amor con Dios y por eso su ofrenda fue agradable a Dios

El elemento determinante para que la adoración sea agradable a Yahvéh es la fe. Sin ella, todo lo que hagamos será visto con desagrado por Dios: “por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín…”

Abel había depositado su completa confianza en Dios, la actitud de su corazón era la de querer agradar a Dios en todo, o en lenguaje bíblico: ser justo. Seguramente la motivación era la gratitud, el amor a Dios como su Padre celestial

Así, Abel, por la fe, fue justificado y experimentó paz: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)

“Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1ªJuan 3:11-12)

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Este pasaje nos recuerda, en el contexto del amor fraternal de la iglesia que adora a Dios, que las obras de Abel eran buenas, a los ojos de Dios, y que las obras de Caín eran malas, a los ojos de Dios Entonces, el germen del pecado en Caín fue el no amar a su hermano Abel. Esta falta de amor hacia su hermano, manchó las actividades de Caín, logrando con ello que su ofrenda fuera mala, que su vida fuera injusta y que el pecado, como una fiera, comenzara a rondar su corazón para atacarlo en el momento de mayor vulnerabilidad: el de la envidia “Mató a su hermano”, en griego: degollar. Caín mató a su hermano Abel, cortándole el cuello

“Entonces Yahvéh dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Génesis 4:6-7)

Con referencia a Caín, en Génesis 4:7 la palabra que se traduce “está a la puerta” viene del hebreo “rabats” que era una designación muy antigua (en acadio) del demonio

Se describe, en Génesis, al pecado como un poder maléfico que está esperando para saltar sobre su presa: “Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1ª Pedro 5:8)

Dios advierte a Caín del peligro que corre y se le recuerda que aún tiene el control sobre su voluntad; si sede al pecado será por propia voluntad

La fe de Abel no se apaga por el asesinato, aún muerto sigue siendo testimonio de fe pues Abel vivirá eternamente en comunión de amor con Dios

La fe que persevera se manifiesta en la actitud de ofrendar con gratitud y en la participación de la adoración en ambiente fraternal. Por fe perseveremos en el amor fraternal. AMEN JFVS

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JESÚS Y ENOC I HEBREOS 11:5

11:5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. El relato bíblico de la historia de Enoc: “Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:21-24) De acuerdo al relato del Génesis, cuando nació el hijo de Enoc, Matusalén, Enoc comenzó a caminar con Dios y este “caminar” duró 300 años (Génesis 5:22) Tenemos bastante evidencia en los capítulos 5 y 6 del libro de Génesis para hacernos una idea clara de porque Enoc tomó esta bendita decisión. Pareciera que Dios habló con Enoc diciendo algo como: “Enoc, te voy a dar un hijo y en el año en que él muera, voy a visitar este mundo para juzgarlo”. Su hijo Matusalén sería como un reloj de Dios, como una señal viva del tiempo que le quedaba a la humanidad antes del juicio del diluvio Jesús también nos dejo algo parecido: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14) Para comenzar, Matusalén, en hebreo: Methuselah, significa: “Hombre de la jabalina”, con significa profético. Matusalén era símbolo de la “jabalina de Dios” que traería el juicio sobre la humanidad: el diluvio. Efectivamente, Matusalén muere en el mismo año del diluvio

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Enoc, entonces, dedicó el resto de su vida a predicar este juicio que estaba por llegar. La Carta de Judas, en el Nuevo Testamento, relata esta actividad de Enoc: “También Henoc, que fue el séptimo después de Adán, habló proféticamente cuando dijo acerca de esa gente: Vi al Señor, que venía con miles y miles de sus ángeles a juzgar a todos los hombres y a condenarlos por todo el mal que cometieron en su maldad y por todas las palabras insolentes que como malvados pecadores dijeron contra él” (Judas 14-15; VP) Enoc le creyó a Dios, le puso a su hijo el nombre de Matusalén, conforme a la revelación que seguramente recibió de Dios. Estuvo de acuerdo con la actitud de Dios con respecto a la maldad que debe ser juzgada El profeta Amós pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3) Enoc estaba de acuerdo con Yahvéh y dedicó su vida a llamar a las personas de su generación al arrepentimiento, a abandonar sus maldades y sus palabras insolentes Para Enoc era tan cierto el juicio de Dios que se refiere a éste evento como ya realizado: “Vi al Señor que venía”; tal era la fe de Enoc, espiritualmente ya era un hecho, físicamente aún faltaban muchos años para su realización. A esto se refiere el autor de la Carta a los Hebreos cuando declara que la fe es “la convicción de lo que no se ve” Seguramente Enoc, por fe, estaba seguro que los planes que Yahvéh tenía para él y para su familia eran de “paz”, como lo declara Yahvéh mismo por boca del profeta: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Yahvéh, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11) El Espíritu Santo, por medio del autor de la Carta a los Hebreos nos dice que “la fe es la certeza de lo que se espera” (Hebreos 11:1) Nosotros podemos cimentar firmemente nuestra esperanza en la seguridad y confianza plena de que los pensamientos de Dios para nosotros son de “paz” ¿crees esto?

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“Profetizar” es anunciar el mensaje de Dios y sus planes para la humanidad. Durante el resto de su vida, Enoc predicaba acerca de la tragedia de desobedecer a Dios y advirtió del juicio venidero. Sin duda que sus vecinos se burlaron de él. El testimonio de Génesis capítulo 6 nos indica que nadie se convirtió, al contrario la maldad creció hasta rebasar todo límite y desencadenó el juicio del diluvio Enoc permaneció fiel a Dios en una época en que la gente se olvidaba de adorar a Dios, una época en la que mucha gente ya no tenía ni quería tener comunión con Dios; era una época de creciente maldad. En su generación, seguramente Enoc predicó acerca de Dios y su promesa: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15) Un examen minucioso de los primeros 6 capítulos del libro de Génesis nos revelan que los descendientes de Set, los “hijos de Dios”, esperaban expectantes el cumplimiento de esta promesa de Dios. Es por esta razón que decimos que Enoc no sólo esperaba este cumplimiento, sino que además, su vida diaria demostraba la seguridad que tenía en Dios El “caminar” de Enoc con Dios empezó cuando Yahvéh se manifestó en su vida al nacer su hijo Matusalén y Enoc aceptó la invitación de “andar” con Dios por fe

Los que “caminan con Dios”, por fe, tienen la certeza, la convicción, de que su vida agrada a Dios; de Enoc, dice la Biblia: “…antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5)

Fe es creer que la Palabra de Dios es verdad, aún cuando todo alrededor dice lo contrario Fe es tener la seguridad de que Jesús va a regresar por nosotros para llevarnos a las Bodas del Cordero y vivir para siempre con Él Fe es vivir cada día en comunión de amor con Dios e invitar con entusiasmo a otros para entrar en esta comunión de amor Fe es vivir con la esperanza firme de que los planes de Dios para nosotros son de paz. AMEN JFVS

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JESÚS Y ENOC II HEBREOS 11:5

11:5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. El relato bíblico de la historia de Enoc: “Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:21-24) De acuerdo al relato del Génesis, cuando nació el hijo de Enoc, Matusalén, Enoc comenzó a caminar con Dios y este “caminar” duró 300 años (Génesis 5:22) El “caminar” de Enoc con Dios empezó cuando Yahvéh se manifestó en su vida al nacer su hijo Matusalén y Enoc aceptó la invitación de “andar” con Dios por fe Enoc permaneció fiel a Dios en una época en que la gente se olvidaba de adorar a Dios, una época en la que mucha gente ya no tenía ni quería tener comunión con Dios; era una época llena de maldad Los que “caminan con Dios”, por fe, tienen la certeza, la convicción, de que su vida agrada a Dios; de Enoc, dice la Biblia: “…antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5) El testimonio que dejó Enoc es que un día las personas que lo conocían lo buscaron y ya no lo encontraron porque Dios había venido a invitar a Enoc a su casa y allá se quedó a cenar, a convivir amenamente: “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte”

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Hebreos

“Traspuesto” esta palabra proviene del verbo griego títhimi, colocar, destinar, establecer; aquí, da la idea de ser colocado al lado de Dios. Describe a dos personas conversando amenamente, una a lado de la otra. Enoc es destinado por Dios para ser colocado, establecido en la presencia de Dios en ambiente de amistad. Entonces, Dios invitó a Enoc a una cena a su casa para platicar amenamente. Para esta invitación Enoc no tuvo que pasar por la muerte, fue trasladado de este ámbito terrenal al ámbito espiritual Jesús también quiere entrar en nuestra vida para poder platicar amenamente con cada uno de nosotros: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Este es el destino de todas las personas que perseveran en la fe “Conozco a un hombre en Cristo, que…fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2ªCorintios 12:2) “Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2ªCorintios 12:4) “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1ªTesalonicenses 4:17) En cada uno de estos textos, la palabra griega que se traduce por “arrebatar” es metatíthemi, derivada del verbo griego títhimi y por tanto de donde se deriva nuestra palabra “traspuesto” Ser “arrebatado” es ser desplazado de un lugar a otro por una fuerza sobrehumana. En el texto de 1ªTesalonicenses 4:17 se trata de la experiencia final de ser trasladados de esta realidad terrenal a la eterna comunión con Dios en Jesús Así, entonces, el Nuevo Testamento, al utilizar dos palabras: “arrebatar” y “traspuesto”, derivadas del mismo verbo en griego, indica que, lo que le pasó a Enoc, es lo que le va a suceder a todos los verdaderos cristianos que aún estén vivos en el momento del regreso triunfal de Jesucristo; claro está, nos referimos a los que perseveran en la fe

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Hebreos

Este traslado implica un cambio en la naturaleza de Enoc y nos hace pensar en la transformación que experimentaremos todos los verdaderos cristianos cuando seamos llevados a la presencia de Dios: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1ªCorintios 15:51-52) Al cambiar de la esfera terrenal a la esfera espiritual, por llamarlas de alguna forma, esta transformación se hace necesaria. Enoc experimento una “metamorfosis” al ser trasladado a una nueva realidad existencial, ajena a la muerte terrenal Este milagro, de ser llevado por Dios, tenía el propósito de brindar una prueba palpable ante una sociedad en creciente incredulidad de que la predicación de Enoc (Judas 14-15) era verdad y que su vida era del agrado de Dios Enoc, desde el nacimiento de su hijo Matusalén, por fe, dedicó el resto de su vida a predicar el juicio que estaba por llegar. La Carta de Judas, en el Nuevo Testamento, relata esta actividad de Enoc: “También Henoc, que fue el séptimo después de Adán, habló proféticamente cuando dijo acerca de esa gente: Vi al Señor, que venía con miles y miles de sus ángeles a juzgar a todos los hombres y a condenarlos por todo el mal que cometieron en su maldad y por todas las palabras insolentes que como malvados pecadores dijeron contra él” (Judas 14-15; VP) Fe es confiar absolutamente en Jesús, como un buen amigo, con quien uno puede sentarse a comer y platicar amenamente Jesús está a la puerta de nuestra vida, quiere entrar en ella para convivir con nosotros, para platicar amenamente, por toda la eternidad ¿Abrirás la puerta de tu vida a Jesús? AMEN JFVS

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JESÚS Y ENOC III HEBREOS 11:5

11:5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. El relato bíblico de la historia de Enoc: “Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:21-24) De acuerdo al relato del Génesis, cuando nació el hijo de Enoc, Matusalén, Enoc comenzó a caminar con Dios y este “caminar” duró 300 años (Génesis 5:22) El “caminar” de Enoc con Dios empezó cuando Yahvéh se manifestó en su vida al nacer su hijo Matusalén y Enoc aceptó la invitación de “andar” con Dios por fe Los que “caminan con Dios”, por fe, tienen la certeza, la convicción, de que su vida agrada a Dios; de Enoc, dice la Biblia: “…antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5)

El profeta pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3) Enoc creyó en Dios, estuvo de acuerdo con Dios, por eso pudo “caminar con Dios”

Yahvéh se apareció a Abraham y le dijo: “…Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1)

Es muy ilustrativa la invitación de Yahvéh: “camina delante de mí”; entonces, “caminar con Dios” no es simple deseo humano, es invitación de Yahvéh

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Hebreos

La palabra “perfecto” significa: tener un solo propósito en la vida. Si decidimos “caminar con Dios”, ese debe ser el único propósito central de nuestra vida; todo lo que somos debe orientarse hacia ese objetivo Hubo defectos y errores en la vida de Abraham; pero fue un varón de fe que buscó agradar a Dios; de entre todas las experiencias de su vida, Abraham tenía un propósito directriz: agradar a Dios Lo mismo podemos decir de Enoc; al “caminar con Dios”, Enoc fue del agrado de Dios; primeramente porque Enoc y Yahvéh estaban de acuerdo, Enoc veía el mundo como Yahvéh lo veía En segundo lugar, Enoc fue del agrado de Dios porque en este “caminar” Enoc manifestó esa confianza absoluta en la promesa de Dios, esa seguridad firme de que Dios cumpliría lo que había prometido En otras palabras Enoc agradó a Dios por ejercer fe: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios…” (Hebreos 11:6) En tercer lugar, porque este “caminar” con Dios definió la vida de Enoc, tenía un solo propósito en la vida: “caminar con Dios”, por tanto, Enoc era “perfecto” Resulta que Jesús nos dice hoy a nosotros: “Sed, pues, vosotros perfectos…” (Mateo 5:48) y para ello necesitamos “caminar con Dios” y este “caminar” es experiencia de fe Caminar con… Caminar con tu pareja es disfrutar del amor que se tienen Caminar con un buen amigo es disfrutar de una agradable charla Caminar con tu papá o tu mamá es disfrutar de la seguridad del hogar Caminar a solas es oportunidad de conocerte mejor “Caminar con Dios” es una bella frase que quiere expresar esa maravillosa actividad humana de disfrutar de la compañía de otra persona, en este caso de la presencia de nuestro amado Padre celestial

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Hebreos

“Caminar con Dios” es: Símbolo de estar en paz con Dios Disfrutar de una hermosa comunión con Dios Tener la oportunidad de hablar en completa libertad de lo que queramos con Dios Poder escuchar con claridad lo que Dios quiere decirnos Disfrutar del diario vivir en compañía de nuestro amado Padre celestial Poder “tomar su mano” cuando en el camino sentimos alguna amenaza o peligro Saber que no estamos perdidos en la vida Tener la seguridad de que nuestra vida tiene dirección y sentido

Para “caminar con Dios” se requiere fe: “Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo” (Ro 10:17; VP)

Este “caminar con Dios”, al que estamos hoy invitados, inicia cuando participamos en un grupo de estudio bíblico, escuchamos la Palabra de Dios a través de la explicación de la Biblia en ambiente fraternal y entonces la fe que agrada a Dios nace y crece en nosotros

Si perseveramos en su Palabra, conforme a su promesa, estaremos rodeados de su paz y comenzaremos a experimentarla en nuestro diario vivir: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3) y este “confiar” es ejercer fe

Impulsados por esta fe, deseamos hablar con Dios por medio de la oración y anhelamos escuchar más de la Palabra de Dios; se inicia así el diálogo con Dios y al hacer de estas actividades un estilo de vida hemos comenzado a “caminar con Dios”

“Dios es amor” y al “caminar con Dios” somos sumergidos en su amor y nuestra obediencia a la Palabra será la respuesta entusiasta a este amor de Dios

Por ese mismo amor de Dios, espontáneamente y entusiastamente buscaremos invitar a otros para escuchar las bellas palabras de vida. Ven hermano, ven hermana, toma mi mano, toma la mano de tu hermano, de tu hermana y juntos “caminemos con Dios” por fe. AMEN JFVS

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JESÚS APASIONADO HEBREOS 11:6

11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Queremos agradar a Dios porque lo amamos, por su amor hacia nosotros al buscarnos para salvación ¿Cómo agradar a Dios? ¿Practicando elaborados rituales? ¿Preservando antiguas tradiciones? ¿Construyendo santuarios y monumentos? Las religiones del mundo se han diseñado a lo largo de la historia para responder a esta pregunta imaginándose lo que a Dios pudiera agradarle. El Espíritu Santo inspiró a personas elegidas para escribir las palabras de Dios y así saber cómo agradar a Dios. La respuesta divina no será del agrado de muchas religiones que con sus rituales y tradiciones han pretendido atar al ser humano a sus miedos y supersticiones Agradamos a Dios por medio de la fe ¿Cómo podemos establecer una relación de amor con una persona en la que no confiamos? ¿Cómo podemos platicar amenamente con una persona a la que no le creemos? ¿Cómo podemos correr a los brazos de una persona a la que le tenemos miedo?

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La fe es confiar en Jesús, tanto como para depositar nuestra vida en sus manos La fe es creer en las palabras de Jesús, tanto como para caminar por el sendero de la vida de acuerdo a sus instrucciones La fe es saber que Jesús nos ama, tanto como para correr a sus brazos, como un niño pequeño corre a los brazos de papá y mamá Fe es la palabra que describe la relación de amor entre Jesús y nosotros Esta relación de amor entre Dios y nosotros es descrita en la Biblia como: Una amena charla entre dos amigos que se reúnen a cenar Una agradable caminata en compañía de un buen amigo Un padre que enseña a su pequeño hijo a comer y a caminar Una alegre fiesta La base de una sólida amistad es la confianza Desde el jardín del Edén el propósito de Dios ha sido el de buscarnos para salvación, para establecer la comunión de amor con Él Hoy muchísimas personas son extremadamente religiosas, tradicionalistas, supersticiosas; pero no tienen una verdadera comunión de amor con Dios Muchas personas practican elaborados rituales Muchas personas conservan antiguas tradiciones Muchas personas tienen miedo a los “castigos divinos” Pero no aman a Dios y no saben del amor de Dios “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)

Esto es amor apasionado, de Dios por nosotros 193

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“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:9-10)

Dios nos ama y ha demostrado su amor hacia nosotros Dios nos invita a entrar en esta relación de amor por medio de la obediencia La obediencia es la manifestación de nuestro amor a Dios La obediencia es, además, la expresión de nuestra confianza en Él, de nuestra fe

Esta fe incluye: (1) “Creer que Dios existe”, no solo admitir su existencia, sino tener una experiencia de conversión, resultado de haberlo experimentado en nuestra vida (2) “creer que es galardonador” de los que le buscan, esto es que brinda regalos a quienes lo buscan, confiando en que Dios bendice “mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20)

Fe es creer que Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, está presente en nuestra realidad cotidiana, que nos escucha, que nos observa, que nos protege, que mueve personas y circunstancias para llevarnos a las Bodas del Cordero

Fe es creer que Dios nos ama como un padre a su hijo, que al buscarlo lo vamos a encontrar y que Él quiere bendecirnos con todo tipo de bendiciones y por tanto, que este amor arroja fuera todo miedo

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32) No podemos estar en correcta comunión de amor con Dios si estamos dudando de sus promesas Necesitamos tener confianza absoluta en Dios, eso es la fe La fe es una entrega apasionada de nuestra vida a Dios, sin reservas Solo cuando se ama a Dios “apasionadamente”, dando todo por esa relación, se puede confiar absolutamente Apasionadamente Dios nos ama Apasionadamente amemos a Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS Y NOÉ HEBREOS 11:7

11:7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe El relato bíblico de Noé comienza con estas palabras: “Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé” (Génesis 6:9) “Justo”, en hebreo: Tsadic, define a aquella persona que actúa conforme a la voluntad de Dios; se trata de aquella persona que está en correcta relación de amor con Dios “Perfecto”, en hebreo: Tam, define a una persona “completa”; da la idea de alguien que tiene un solo objetivo en la vida y hacia el cual orienta su existencia. Es una persona que se entrega en cuerpo y alma a lograr ese único objetivo Noé tenía un solo propósito en la vida: agradar a Dios, hacer su voluntad, disfrutar de una permanente comunión de amor con Dios Quien vive con este propósito en su vida, está completo ¡le ha dado al clavo en la vida! Vive conforme al propósito para el que ha sido creado, vive en plenitud, esa es la perfección de vida “Perfecto en sus generaciones”, se refiere a sus contemporáneos. Noé, en medio de una civilización corrompida y llena de violencia, conservaba valientemente su mente, sus sentidos, su corazón, su vida entera, fija en un solo objetivo: su comunión con Yahvéh “Con Dios caminó Noé”, describe la actitud de cultivar una sana comunión diaria con Dios, como Enoc, como Abraham

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El Nuevo Testamento llama a esta comunión la vida eterna: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3) La verdadera vida, que se prolonga sin límite alguno, es aquella vida de comunión íntima con Dios: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Noé último representante de una primera era humana y primero de una nueva, recibe el alto honor de ser calificado como uno que caminó con Dios, tal como lo hizo Enoc “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca…Y he aquí que yo traigo un diluvio…” (Génesis 6:13-17) Noé obedece a Dios: “Y lo hizo así Noé, hizo conforme a todo lo que Dios le mandó” (Génesis 6:22) Noé obedece a Dios aceptando como verdadero el diluvio, pero del cual no había evidencia alguna: “…porque Yahvéh Dios aún no había hecho llover sobre la tierra…sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (Génesis 2:5-6) “Por fe” Noé construye “con temor”, con rigurosa obediencia, el arca, instrumento de salvación para toda su familia: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31) Noé estaba absolutamente seguro de la Palabra de Dios y actuó para no ser sorprendido sin preparación. El resultado de su fe fue la salvación Cuando las personas actúan con fe absoluta en Dios logran la salvación y logran influir en muchas vidas a su alrededor

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Cuando Dios anunció que haría algo sin precedentes Noé creyó y lo demostró haciendo los preparativos para el día en que esa palabra se hiciera realidad; la fe de Noé era “convicción de lo que no se ve”. La construcción de un arca en terreno firme en una época en que no llovía debe haber parecido un procedimiento absurdo para sus vecinos; pero en realidad, la construcción del arca, un acto de fe, ponía a las personas en la posición de creer para salvación o no creer para condenación

La reacción de la gente ante la fe de Noé determinó el destino de esa generación. Lo mismo sucede hoy con quienes apasionadamente han decidido obedecer a Dios aún y a pesar de las burlas y persecuciones de que son objeto por parte de una sociedad incrédula

Conforme las personas de fe se congregan en la familia de Dios, son objeto de burlas por parte de los incrédulos; el estilo de vida “por fe” se opone a este mundo: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo…” (Efesios 2:1-2)

Pero si Noé perseveró creyendo en Dios hasta el fin (hasta el día del diluvio), nosotros también, que confiamos en las promesas de Dios, debemos perseverar en esta fe hasta el fin, sin importar burlas y tribulaciones

“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39)

La fe es la confianza absoluta en la existencia de una realidad espiritual que determina nuestra existencia

Esta fe en Dios y sus realidades espirituales constituye el fundamento de nuestra esperanza firme en el futuro de Dios y su influencia en nuestro presente

Perseveremos en esta fe hasta el regreso de Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS Y ABRAHAM I HEBREOS 11:8

11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. “Por la fe” El autor de la Carta a los Hebreos dice que “sin fe es imposible agradar a Dios” (11:6); dicho de manera positiva: solamente mediante la fe se logra agradar a Dios Fe es mucho más que simplemente creer que Dios existe: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19) Santiago enseña que la fe debe tener una manifestación práctica: “…la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:17) Este ha sido el argumento del autor de la Carta en este capítulo 11: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín…” (Hebreos 11:4) “Por la fe Enoc fue traspuesto…tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (11:5) “Por la fe Noé…preparó el arca…” (11:7) “Por la fe Abraham…obedeció para salir…” (11:8) La fe es la confianza con la que se establece una correcta comunión de amor con Dios Cuando la Biblia habla de “comunión con Dios” no se refiere a observar rituales, a preservar tradiciones, a construir templos, a cultivar miedos…

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La comunión con Dios es una relación fraternal que la Biblia ilustra, entre otras formas, como: Una agradable cena y charla entre buenos amigos: “…cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20) Una agradable caminata, acompañado de un buen amigo: “Caminó, pues, Enoc, con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:24) Un padre, que con amor enseña a su hijo pequeñito, a caminar, que le da de comer en la boca y que lo carga en sus brazos para darle un beso: “Cuando el pueblo de Israel era un niño, yo lo amaba…y lo enseñé a caminar…los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de pecho; me incliné a ellos para darles de comer” (Oseas 11:1-4, VP) Fe es correr a los brazos de nuestro amado Padre celestial y dejarnos llevar por él, tomados de su mano, por el sendero de la vida, con plena confianza Por esto, la fe en Dios se puede entender como la confianza que nos permite caminar con Dios por el sendero de la vida; como: Enoc, como Noé, como Abraham “Caminó, pues, Enoc, con Dios…” (Génesis 5.24) “…con Dios caminó Noé” (Génesis 6:9) “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Yahvéh y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1) Este “caminar con Dios”, como manifestación de fe, es invitación para nosotros: “Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Yahvéh” (Isaías 2:5) Este “caminar con Dios” es vida gozosa: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad…para que caminen los redimidos. Y los redimidos de Yahvéh volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” (Isaías 35:8-10)

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“Abraham, siendo llamado, obedeció” El relato bíblico nos dice: “Pero Yahvéh había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré…Y se fue Abram, como Yahvéh le dijo…” (Génesis 12:1-4)

La frase en griego “siendo llamado obedeció” indica que Abraham inmediatamente que fue llamado, obedeció. Tener fe es obedecer a Dios inmediatamente. La fe y la obediencia son inseparables en la relación del creyente con Dios: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21)

“Salió sin saber a dónde iba” Abraham no sabía exactamente a dónde iba, caminaba un día a la vez: “…a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1) en el llamado inicial se indica que Abraham no recibió instrucciones detalladas, incluso la “tierra prometida” sería mostrada en el futuro. Abraham actuó como un varón que caminó por fe y no por lo que veía. El mandato divino fue suficiente para él en su llamado, “y salió sin saber a dónde iba”. La promesa de la herencia no fue, en primera instancia, un incentivo para la obediencia; fue la recompensa para su obediencia.

Algunas personas nunca realizan nada para Dios porque no obedecen a un primer llamado; ellos quieren demasiada información adelantada antes de partir. La fe de Abraham fue manifestada, primero que todo, por la prontitud con que dejó su hogar ante el llamado de Dios, confiado en la promesa de un nuevo hogar que nunca había visto antes y que, aun después, que entró en él, nunca poseyó en persona.

Abraham no habría obedecido el llamado divino si no hubiese confiado en la Palabra de Dios; su obediencia era la evidencia externa de su fe interior.

Por fe Abraham inició esta aventura de “caminar con Dios”

Nosotros también podemos por fe caminar con Dios a lo largo de nuestra vida, obedeciendo por amor a la Palabra de Dios y vivir con gozo. AMEN JFVS

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JESÚS Y ABRAHAM II HEBREOS 11:9

11:9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;

“Por la fe” Abraham cometió errores a lo largo de su vida terrenal, pero en resumen, su vida se caracterizó por confiar en Yahvéh. Ciertamente a veces dudó, pero regresaba a ese estado de confianza en Dios.

En ese sentido, nosotros también podemos caminar al lado de Abraham, ejerciendo esa confianza en nuestro Dios y Salvador Jesucristo; no permitiendo que nuestros errores y fracasos nos frenen, desvíen o alejen de este peregrinar.

La fe es confiar en las promesas de Dios y caminar por el sendero de la vida tomados de su mano, confiando en que Él sabe lo que es mejor para nosotros.

Por esta fe es que Abraham peregrinó toda su vida por la tierra prometida, sin pretender regresar: “El criado le respondió: Quizá la mujer no querrá venir en pos de mí a esta tierra ¿Volveré, pues, tu hijo a la tierra de donde saliste? Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá. Yahvéh, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra…” (Génesis 24:5-7)

Aun cuando Abraham recibió la promesa de la herencia, fue sólo la promesa lo que recibió, no la posesión visible de la tierra; pero para Abraham la promesa de Dios era tan segura como su realización.

Abraham, año tras año, colocaba su carpa en medio de los habitantes establecidos de Palestina: “…Abram el hebreo…” (Génesis 14:13) esta palabra “hebreo” significa: inmigrante.

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Aunque Abraham recibió el calificativo de “el inmigrante”, del que derivaría en el futuro el nombre de esa raza: “hebreos”; Abraham adquirió alta estima entre quienes vivía: “Óyenos, señor nuestro, eres un príncipe de Dios entre nosotros…” (Génesis 23:6)

Sin embargo Abraham carecía siquiera de un metro cuadrado de tierra hasta que compró la heredad de Macpela, como lugar de sepultura familiar: “Extranjero y forastero soy entre vosotros; dadme propiedad para sepultar entre vosotros…” (Génesis 23:4) “Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes. Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela…como propiedad de Abraham…” (Génesis 23:16-18)

“Habitó como extranjero” El verbo griego aparece sólo en otro lugar del Nuevo Testamento, en Lucas 24:18, donde los dos discípulos en el camino a Emaús preguntan a Jesús, sin saber que era él: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén…en estos días?” Interesantemente esta palabra griega “paroikia” se utiliza en el Nuevo Testamento para referirse a nosotros, los creyentes, en referencia con este mundo: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1ªPedro 2:11)

El apóstol Pedro nos recuerda que somos “extranjeros”, no pertenecemos a esta civilización pecadora y condenada, ya hemos sido aceptados como ciudadanos del Reino: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19)

Así lo expresó Jesús: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:15-16)

También, el apóstol Pedro nos recuerda que estamos de paso por este mundo, vamos en peregrinación hacia nuestro verdadero hogar, por eso somos “peregrinos” y no debemos enredarnos en los afanes y engaños de este mundo.

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La palabra griega “paroikia” como designación de los cristianos se siguió utilizando a lo largo de la historia, aún cuando había perdido su sentido original; de ella se derivó “parroquianos” y su lugar de reunión: “parroquia”

Abraham, sin embargo, viviendo como un residente extranjero en la tierra que se le había prometido a él y a sus descendientes, no se impacientó. Por cierto que recibió algunas señales visibles de la palabra de Dios en Isaac, el hijo prometido de su vejez, y aun en el hijo de Isaac, Jacob, a través de quien iba a correr la línea de la promesa. Jacob y Esaú tenían 15 años de edad cuando Abraham falleció. Abraham mismo pudo instruir a sus nietos en este peregrinar de la fe y la expectativa en el futuro de Dios. Abraham se estableció no como propietario o conquistador, sino como extranjero. Este también era parte del camino de la fe: permitir que sea Dios quien cumpla su promesa a su tiempo y manera. Se necesita fe para vivir en tiendas mientras el mundo vive en cómodas casas.

Lot no tuvo esa fe y se acomodó en la ciudad de Sodoma: “Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (Génesis 13:12) Lot, finalmente se acomodó en la ciudad de Sodoma donde perdió todo lo que tenía. Por tratar de ganar comodidad en este mundo perdió.

Pero esta fe de Abraham es el resultado de ver más allá de lo terrenal, hacia el futuro de Dios: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra…cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:2-4) “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ªJuan 2:15-17)

Junto con Abraham, por fe, continuemos nuestro peregrinar por este mundo, confiando y esperando en las promesas de Dios nuestro Salvador. AMEN

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JESÚS Y ABRAHAM III HEBREOS 11:10

11:10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

¿Cuál fue el secreto de la paciencia de Abraham? El autor de la Carta dice que Abraham esperaba una heredad diseñada y construida por Dios, pues solamente tal heredad podría permanecer eternamente.

Este razonamiento, esta convicción de vida, sería, seguramente, el resultado de largas y detenidas meditaciones que Abraham, con iluminación y asistencia del Espíritu Santo, iría llevando hasta llegar a esta sublime conclusión. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13)

En algún momento de su peregrinar por la vida, Abraham, que confiaba y quería seguir confiando en las promesas de Dios, fue llevado por el Espíritu Santo a la sagrada conclusión de que si aún no recibía la tierra por heredad era porque esas ciudades eran solo polvo en comparación con lo que Yahvéh tenía destinado para él.

Esto significa, entre muchas otras cosas, que Abraham apreciaba la existencia de una realidad espiritual, que en esa esfera espiritual es donde la promesa de Dios habría de gestarse, que la bendición prometida “para todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3) tenía que ver con esta realidad espiritual

La fe es confiar en Dios y acudir a Él, entonces Dios nos muestra una realidad sublime: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3)

La vida de extranjeros habitando en tiendas, no fue adoptada por los patriarcas porque les agradara, o por costumbre, o por falta de dinero para adquirir propiedades; se sometieron a este estilo de vida con la confianza inconmovible de que Dios, según su palabra, daría esa tierra a su posteridad y que, en esa posteridad “todas las familias de la tierra recibirán bendición”.

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Tal vez Abraham admiró las ciudades de Canaán, pero no las envidió, “porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos”, la única ciudad con fundamentos duraderos “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (Apocalipsis 21:2) “En la casa de mi Padre muchas moradas hay…voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2) “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20) Nosotros, como Abraham, podemos esperar la ciudad que tiene fundamento firme, la Nueva Jerusalén, la ciudad de la que ya somos ciudadanos, la ciudad donde Jesús fue a prepararnos lugar para nosotros. De “ese lugar” dice la Biblia: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:3-4) Y añade Dios: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7) Y sobre el tema de “vencer” el apóstol Juan nos recuerda: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1ªJuan 5:4) Nuevamente, la clave es la fe, la confianza en Dios nuestro Salvador. Entonces vemos que Abraham bien podría permitirse esperar, porque mucho después que las ciudades cananeas se hubieran convertido en polvo, la ciudad de Dios se mantendría.

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Nosotros también podemos esperar si tenemos fe y esta espera es lo que se llama perseverar: “…mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Marcos 13:13) Abraham usando la fe y con iluminación divina, pudo establecer que la meta en la vida no era el disfrutar de las comodidades de una ciudad terrenal. Abraham pudo llegar a percatarse que más allá de la vida, le esperaba la Ciudad de Dios, cuya estabilidad y belleza, comparada con las fastuosas ciudades terrenales, hacía que éstas últimas se vieran como simples y pasajeras carpas. ¿Quién vivía realmente en carpas? La misma fe debe motivar al creyente de hoy a no frenarse y dejarse perder con las deslumbrantes cosas terrenales, sino que ha de poner sus ojos en Jesucristo: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4) No debemos poner nuestra confianza o basar nuestra felicidad en “lo que vemos” en la tierra; sino que hemos de avanzar expectantes hacia la Ciudad de Dios Para ello se requiere “ver las cosas espirituales”, tener fe y perseverar en esta fe, esta fe es nuestra victoria. Para el verdadero creyente todo en la tierra es pasajero, nuestro destino es llegar a la Ciudad de Dios. AMEN JFVS

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JESÚS Y SARA HEBREOS 11:11-12

11:11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 11:12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.

La fe es aceptar que Dios puede actuar en situaciones humanamente imposibles. Sara y Abraham experimentaron el poder creativo de Dios dentro de su hogar.

El relato bíblico: “Y apareció Yahvéh a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Yahvéh, quien le había aparecido” (Génesis 12:7)

Tiempo después: “Y Yahvéh dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada” (Génesis 13:14-16)

Pasado aún más tiempo: “Después de estas cosas vino la palabra de Yahvéh a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Yahvéh, ¿Qué me darás, siendo así que ando sin hijo…? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole…Luego vino a él palabra de Yahvéh diciendo:…un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Yahvéh, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:1-6)

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Aquí apreciamos que la fe no es tanto un monolito inalterable; es más bien, como andar en la “montaña rusa”: A veces subimos en la fe A veces parece que descendemos vertiginosamente pues dudamos Pero luego tomamos vuelo aceptando como verdad lo que Dios nos declara en sus promesas Pero siempre, aunque no lo notemos, avanzamos en esa fe que nos justifica: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1) Pero a veces, pareciera que Dios “se tarda” en cumplir sus promesas y nos desesperamos y actuamos conforme a nuestra humana sabiduría: “Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Yahvéh me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai” (Génesis 16:1-2) Pero éste no era el plan de Dios para Abraham: “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo…Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” (Génesis 17:15-17) Apreciamos que, como en el caso de Abraham, no siempre tomamos en serio las promesas de Dios, quizá porque su cumplimiento escapa a nuestras humanas posibilidades, es entonces cuando nuestra fe debe crecer.

“Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac, y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” (Génesis 17:19) Entre esos “descendientes” que estarán dentro del “pacto” estamos tu y yo, que por fe, hemos entrado en esta relación de pacto con Jesús.

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“Después le apareció Yahvéh en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día” (Génesis 18:1) “Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Génesis 18:10-12) Observemos la respuesta de Dios a la humana objeción de Sara: “Entonces Yahvéh dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil?? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo” (Génesis 18:13-14) La confianza en la fidelidad de Dios llevó a Abraham y a Sara al límite de su capacidad pues se demandó creer en lo imposible, y aunque hubo duda al principio, decidieron creer a pesar de todo; la fe de ambos es ejemplo para nosotros. “Visitó Yahvéh a Sara, como había dicho, e hizo Yahvéh con Sara como había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho” (Génesis 21:1-2) A pesar de nuestras fallas podemos depositar nuevamente nuestra confianza en Dios, sabiendo que para Él nada es imposible. Debemos perseverar y ser pacientes pues no sabemos cómo ni cuándo actuará Dios, pero si sabemos que cumple sus promesas: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:20-21) AMEN JFVS

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JESÚS SIMIENTE Y PROMESA HEBREOS 11:13

11:13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. “Sin haber recibido lo prometido” “Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros” (Hebreos 11:39-40) Dios quería que recibiésemos juntamente con ellos, la promesa. Ellos y nosotros recibiremos a Jesús en las nubes para estar en comunión de amor con Él para siempre; esto es “lo prometido”. “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que dónde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3) “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1ªTesalonicenses 4:17) La promesa: “…y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3) “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra…” (Génesis 22:18) La aplicación: “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros” (Romanos 4:16)

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Entonces, la promesa dada a Abraham y a su descendencia nos incluye, a todos los que por fe nos integramos en la familia de la fe, en la familia que espera el cumplimiento de la promesa; en la familia de Jesucristo. La integración: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gálatas 3:6-7) La fe es la confianza con la que nos relacionamos con Dios como nuestro amado Padre celestial; esa es la fe de Abraham, esa es nuestra fe, por tanto, junto con Abraham formamos una familia. La interpretación: “Cristo nos redimió de la maldición…para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:13-14) “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16) Entonces todo lo dicho, desde el jardín del Edén, apunta hacia un solo objetivo: Jesús y su obra salvadora para llevarnos a la eterna comunión de amor con Dios La primera mención de esta promesa y la Simiente: “Y Yahvéh Dios dijo a la serpiente:…pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:14-15) Entonces: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29) Por la fe, entramos en la esfera de la promesa de Dios hecha a Abraham; esta promesa se centra en la Simiente, que es Jesús.

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En esa Simiente, en Jesús, cada familia de la tierra tiene la oportunidad de ser bendecida con la promesa de entrar en esta comunión de amor con Dios. La promesa es eficaz para todas las naciones, esto es, para cada familia en cada nación; por eso la Gran Comisión tiene alcance mundial: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:19) Observemos que la promesa de bendición en para “familias”, por lo que al creer en Jesús, al ejercer esta fe, tenemos la esperanza firme de alcanzar con ella a nuestros seres queridos: “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31) “Mirar de lejos” Se refiere a la fe que les permitía “ver” el futuro de Dios, de una manera imperfecta, obviamente, pero ellos tenían confianza en Dios. Es por esto que podían creer en la promesa y saludarla como realidad espiritual y alcanzable. Obviamente no lo entendían todo (nosotros tampoco entendemos todo), pero estaban convencidos que Dios es fiel para cumplir la promesa y su sentido de lo eterno les permitía ver hacia delante más allá del horizonte de la vida. Los verdaderos cristianos no estamos buscando la felicidad completa, ni la llenura de nuestro corazón en las cosas de este mundo; aquí solamente somos peregrinos y extranjeros No debemos “arraigarnos”, como Lot, en una sociedad de pecado que no es la nuestra; nos dirigimos hacia la ciudad celestial donde nuestra verdadera vida se desarrollará plenamente AMEN JFVS

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JESÚS Y LA PATRIA CELESTIAL HEBREOS 11:14-15

11:14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 11:15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. El peregrinar de los patriarcas es testimonio de su búsqueda pues si hubiesen encontrado su destino dejarían de peregrina. “Y le dijo: Yo soy Yahvéh, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredad esta tierra” (Génesis 15:7) “Tú eres, oh Yahvéh, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham” (Nehemías 9:7) Ur era una ciudad cómoda, una de las más grandes de aquella época; Abraham no salió de Ur a causa de incomodidad, o a causa de carencia; salió por causa de un llamamiento divino: “Pero Yahvéh había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1)

Los patriarcas tal vez llegaron a pensar en regresar en algún momento, sobre todo en momentos de carencia, pero nunca fue tan fuerte este pensamiento como la fe que tenían en Dios.

“Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá. Yahvéh, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra…” (Génesis 24:6-7)

Ciertamente el entendimiento de una “patria celestial” aún no se declara expresamente en los pasajes de Génesis, pero el autor de la Carta, por inspiración divina, nos revela la conclusión a la que llegaron los patriarcas tras largas meditaciones guiadas por el Espíritu.

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Lo que sí es evidente en los relatos del Génesis es esa determinación de no regresar a la tierra de donde salieron por causa de la promesa recibida. Allí estaba la base de su fe: confiar en la promesa de Dios. Apostasía es renunciar a la fe para regresar al pecado. Los patriarcas decidieron voluntariamente seguir el camino de la fe; cada uno de ellos tuvo la oportunidad de regresar a la ciudad de Ur, ninguno lo hizo. Nosotros también tenemos la opción de seguir con gozo a Jesús renunciando voluntariamente a este mundo de pecado. Uno de los principales énfasis de esta Carta es el de llamar la atención de los lectores, que pudieran estar en tentación de apostasía, esto es, de abandonar su fe en Jesús, interrumpir la comunión de amor con Dios. El ejemplo de los patriarcas, a pesar de sus errores y fracasos, debiera ser inspirador para todos, a fin de perseverar en esta comunión de amor con Dios; no dejando que las tentaciones y tribulaciones de este vida nos desanimen. No seas como la mujer de Lot, que cuando iban saliendo de Sodoma, volvió la mirada y se convirtió en estatua de sal; nosotros debemos perseverar en esta fe

Ya es tiempo que el cristiano deje de añorar con tanta fuerza al mundo y sus comodidades en vez de añorar el regreso de Jesús: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4)

Por eso, el apóstol Pablo nos invita a cambiar nuestro modo de pensar: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios…” (Romanos 12:2; VP)

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Ya basta de rogar con lágrimas al Señor por un pedazo de propiedad terrenal, una casa, un auto, etc. en vez de rogar por la salvación de otras personas. ¿Cuántos cristianos ruegan fervientemente y con lágrimas por el avance de la obra misionera? ¿Oramos a Dios por la salvación de nuestros seres queridos con la misma intensidad que por cosas vanas? Jesús nos dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:31-33) Ya basta de dejarnos deslumbrar por las cosas materiales que exaltan nuestro ego y nada contribuyen al avanza del Reino de Dios. Somos extranjeros y peregrinos: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1ªPedro 2:11) Nuestra felicidad mayor, la realización de nuestra vida, lo único que puede llenar por completo nuestro corazón, está allá, tras del horizonte, en el futuro de Dios. Perseveremos hasta el fin y no nos dejemos ahogar por “el afán de este siglo y el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22) Dios ha reservado para los suyos una Ciudad con fundamentos firmes, diseñada y construida por Dios mismo, la cual no tiene nada que ver con el actual sistema pecaminoso.

Los patriarcas avanzaron por la vida como peregrinos y extranjeros rumbo a esta Ciudad y nosotros hoy caminamos por el mismo sendero para juntos entrar en esa Ciudad. Adelante hermanos, confiemos en Dios y sus promesas. AMEN JFVS

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JESÚS Y LOS PATRIARCAS HEBREOS 11:16

11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

La fe nos coloca en correcta relación de amor con Dios y solamente quien valora a Dios por encima del mundo y sus placeres, comodidades y lujos, puede relacionarse correctamente con Dios.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1ªJuan 2:15)

Vemos entonces que todo se trata de amor; amamos a Dios y nos alejamos del mundo, amamos al mundo y nos alejamos de Dios.

La fe es confiar en Jesús para entrar en relación de amor con Dios; la fe es expresión de este amor a Dios y solamente amando se vive

A esto se refiere Dios cuando nos hace la más solemne invitación: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Yahvéh tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días…” (Deuteronomio 30:19-20)

La vida es amar a Dios y amarlo es poner atención a su voz y caminar con Él en obediencia; la cual es una manifestación de este amor a Dios y de esta confianza en que los que Dios nos pide es lo mejor para vivir la vida abundantemente.

A esto se refiere Jesús: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Juan 15:9-10)

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Vemos que el énfasis está en la comunión de amor con Dios, comunión a la que Jesús nos invita a permanecer mediante la obediencia y para que no haya confusión, Jesús aclara cuál es su mandamiento: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12)

Y de esto se trata la vida: De aprender a disfrutar del amor de Dios De aprender a amar a Dios De aprender a amar a nuestro prójimo

La persona que no sabe o no quiere aceptar que esta comunión de amor con Dios es lo más valioso en la vida, está perdido.

“Anhelaban una mejor” El Nuevo Testamento aclara y amplía la información del Antiguo Testamento. En Génesis observamos a los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, peregrinando a lo largo y ancho de la tierra de Palestina, con la idea firme de que esa tierra era la heredad prometida por Yahvéh para ellos y su descendencia.

A lo largo de su vida, cada uno de los patriarcas consideró que de ninguna manera deberían salir de esa tierra, salvo por instrucción divina y de manera temporal. Ellos vivieron con la esperanza de que Dios hiciera de ellos un gran pueblo que habitaría en esa tierra prometida.

Sin embargo, el autor de la Carta, por inspiración divina, enseña que los patriarcas, cada uno a su tiempo, después de largas y profundas meditaciones, también dirigidos por el Espíritu Santo, llegaron a la conclusión de que “anhelaban una mejor”, una patria “celestial”.

“Celestial” Conforme transcurría su vida, cada patriarca llegó a la convicción, y esto es fe, de que más allá de una tierra prometida, debía estar una patria celestial. El Nuevo Testamento nos revela que los patriarcas llegaron a esta convicción: no sólo existe una realidad material y temporal, existe también una realidad espiritual y permanente.

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En su momento, nos dice esta Carta, cada patriarca desarrolló esa “certeza” de esperar el cumplimiento de la promesa no simplemente en el plano material y temporal, más bien, en el plano espiritual y permanente.

En su momento, nos dice esta Carta, cada patriarca desarrolló esa “convicción” de estar seguros de la existencia de esa patria celestial.

Esa certeza, esa convicción, es fe.

Los patriarcas sabían que al morir irían al Seol, pero más allá del Seol, tenían la certeza de llegar a la patria celestial y por esa convicción perseveraron en la fe.

“Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos” Por esta fe que desarrollaron los patriarcas, cultivaron una hermosa comunión de amor con Dios, de la que da evidencia esta Carta del Nuevo Testamento.

Observemos cómo se presentó Yahvéh a Moisés: “Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob…” (Éxodo 3:6)

Jesús aclara que con esta declaración se establece que los patriarcas viven en comunión con Dios: “…Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mateo 22:32)

“Les ha preparado una ciudad” Dios ha reservado para los suyos una Ciudad con fundamentos firmes, diseñada y construida por Dios mismo, la cual no tiene nada que ver con el actual sistema pecaminoso.

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay…voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2) “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios…” (Apocalipsis 21:2)

Los patriarcas avanzaron por la vida como peregrinos y extranjeros rumbo a esta Ciudad y nosotros hoy caminamos por el mismo sendero de fe para juntos entrar en esa Ciudad celestial. Adelante hermanos, perseveremos con fe y amor. AMEN

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JESÚS E ISAAC I HEBREOS 11:17

11:17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,

Fe es entrega apasionada motivada por un gran amor. Fe es entrega apasionada que expresa un gran amor. Fe es creerlo todo, esperarlo todo, entregarlo todo.

“Por la fe Abraham” Abraham vivió por esta fe apasionada y disfrutó de la comunión con Dios: “Y creyó a Yahvéh, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6)

De esta comunión de amor con Dios, basada en la fe, nos habla Santiago: “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23)

La Escritura da testimonio de esta amistad: “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo” (Isaías 41:8)

Pablo une la fe de Abraham con nuestra fe para formar una familia: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gá 3:6-7)

Jesús declara que nosotros también podemos ser amigos de Dios: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando…os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:14-15)

Recordemos que la obediencia es evidencia de nuestra fe en Jesús y por esta fe, como Abraham, somos justificados y entramos en aquella bella comunión de amor con Dios que la Biblia denomina con la palabra “paz”: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es donde Dios” (Efesios 2:8) “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)

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Entonces, nosotros también podemos ser “amigos de Jesús” y disfrutar de esta comunión de amor con Dios, por esta apasionada fe.

“Abraham cuando fue probado” La palabra “probar”, en hebreo “nasah”, en Génesis 22:1, significa: acrisolar.

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1ªPedro 1:6-7) Entonces, “probar la fe” es purificarla; así como el oro, al salir de la mina es puesto en el fuego para quemar impurezas y separar minerales; también nuestra fe, en las circunstancias adversas de la vida, es purificada para ser presentada a Jesús, como regalo de bienvenida, cuando regrese por nosotros.

Por esta fe es que, en medio de las tribulaciones somos invitados a una actitud que refleje esa fe en Jesús: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

Lo más importante es esta “paz de Dios”, esta comunión de amor con Dios que rodea nuestra vida de tranquilidad, de seguridad, pues en Él confiamos. No nos angustiemos por lo que a simple vista se ve, más bien, nuestra esperanza firme debe fundamentarse en sus promesas, como esta: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28) “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32) “Por lo cual estoy seguro de que…ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39)

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Hebreos

La prueba más difícil a la fe de Abraham fue la exigencia hecha por Dios de sacrificar al que debía ser después de él, portador de la promesa: Isaac “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1-2) Pero esta “prueba” fue al mismo tiempo la ocasión para dar su más brillante testimonio de fidelidad. “Ofreció a Isaac” La determinación de Abraham de ofrecer a Isaac hace que el verbo “ofreció” se exprese, en griego, como una acción ya realizada. Es ejemplo de obediencia absoluta a la voluntad de Dios. En Génesis 22:1-2 La frase “tu hijo” recordaba que Isaac había sido un regalo de Dios. La frase “tu único” recordaba que Isaac era irreemplazable. La frase “a quien amas” recordaba que Isaac era el hijo amado. Estas frases, a nosotros, nos recuerdan otra realidad: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) “…Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17) Jesús es el “Hijo” de Dios Jesús es el “unigénito” de Dios Jesús es el “amado” de Dios

Abraham tuvo la oportunidad única de compartir con Yahvéh la experiencia de ofrecer en sacrificio al hijo unigénito amado.

Perseveremos en la oración, en la fe, con la confianza absoluta de que nada ni nadie nos podrán separarán del amor de Dios. AMEN JFVS

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JESÚS E ISAAC II HEBREOS 11:17-19

11:17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, Fe es entrega apasionada motivada por un gran amor. Fe es entrega apasionada que expresa un gran amor. Fe es creerlo todo, esperarlo todo, entregarlo todo. “Por la fe Abraham” Abraham vivió por esta fe apasionada y disfrutó de la comunión con Dios: “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23) Jesús declara que nosotros también podemos ser amigos de Dios: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14) “Abraham cuando fue probado” La palabra “probar”, en hebreo “nasah”, en Génesis 22:1, significa: acrisolar. Entonces, “probar la fe” es purificarla; así como el oro, que al salir de la mina es puesto en el fuego para quemar impurezas y separar minerales. “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1-2) “Ofreció a Isaac” La determinación de Abraham de ofrecer a Isaac hace que el verbo “ofreció” se exprese, en griego, como una acción ya realizada. Es ejemplo de obediencia absoluta a la voluntad de Dios.

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Hebreos

“Recibido las promesas” Abraham recibió la promesa de tener un hijo, ese hijo es Isaac, el continuador de la “simiente” hasta llegar a Aquel en quien todas las familias de la tierra pueden llegar a ser bendecidas con la salvación. “Ofrecía” el sacrificio de Isaac no fue completado, como lo declara la forma gramatical de este verbo en griego: “estaba a punto de ofrecerlo” Así, en griego, se puede apreciar mejor que la intención decidida de Abraham consistía en verdaderamente ofrecer a Isaac en holocausto; en ese sentido, a los ojos de Dios, el sacrificio estaba hecho; aunque, a la vista humana, tal sacrificio no llegó a completarse. Tenemos dos planos de realidad: el terrenal y el espiritual; sumamente importante en todo lo que hacemos. “Unigénito” Esta palabra expresa que Isaac era irremplazable, pues él era la materialización de la promesa hecha a Abraham. 11:18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; “En Isaac te será llamada descendencia” La cita corresponde a Génesis 21:12 La promesa de una gran descendencia hasta la llegada del Mesías: Jesús.

La vida de Abraham estaba enfocada hacia las promesas en las cuales había puesto toda su fe, y estas promesas estaban ligadas a Isaac. Ahora se veía inesperadamente en la angustiosa situación de tener que dar muerte con su propia mano, por orden de Dios, al que poco antes le había sido otorgado mediante un milagro del mismo Dios para sucederle como portador de la promesa.

Esta fue la crisis existencial de Abraham llevada al límite de la razón humana. La fe demanda una entrega total apasionada y nada, ni siquiera las bendiciones de Dios, se deben convertir en obstáculos o ídolos que suplanten nuestra lealtad a Dios. ¿Estamos nosotros dispuestos a dejarlo todo por seguir a nuestro Dios y Salvador? Esto es la fe puesta a prueba.

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Hebreos

11:19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. “Pensando que Dios es poderoso” Cuando Abraham dejó a sus siervos detrás mientras él e Isaac iban al lugar del sacrificio, les dijo: “…yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros” (Génesis 22:5) Abraham esperaba regresar con Isaac, pero ¿Cómo iba a volver con Isaac si éste iba a ser sacrificado? Solamente si Isaac iba a ser resucitado. “Levantar aun de entre los muertos” La fe de Abraham le da la certeza de que Dios sabrá conciliar todas las contradicciones, manifestando su fidelidad, aunque para ello debiera “resucitar a Isaac de entre los muertos”. “Sentido figurado” Literalmente: una parábola; una ilustración del sacrificio de Jesús, el Hijo amado y unigénito, quien después de muerto resucitaría. “Le volvió a recibir” Le alcanzó; como se alcanza el premio de una victoria, también figuradamente, es decir como un símbolo de la potencia de Dios para resucitar a los muertos. En este pasaje vemos: La Fe Probada y Triunfante La Fe es probada Cuando los sacrificios exigidos parecen irrazonables, Cuando los misterios de la providencia permanecen insolubles, Cuando las promesas de Dios parecen irrealizables. La Fe triunfa porque: Cree en la grandeza de Dios a pesar de las dificultades, Confía en la bondad de Dios a pesar de las apariencias, Obedece las órdenes de Dios a pesar de las consecuencias. Apasionadamente caminemos por el sendero de la fe, sabiendo que “todas las cosas nos ayudan a bien”. AMEN JFVS

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JESÚS E ISAAC III HEBREOS 11:20

11:20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.

La fe de Isaac fue apasionadamente demostrada en su actitud de sometimiento a la voluntad de Dios a través de la intensión de su padre Abraham de ofrecerlo en sacrificio.

La fe de Isaac se demostró a través de una obediencia absoluta, obediencia capaz de llegar hasta el sacrificio. De esta apasionada fe habla Jesús: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará” (Marcos 8:34-35)

Ahora, el autor de la Carta, menciona, como señal de la fe por parte de Isaac, la bendición que otorga tanto a Jacob como a Esaú. El nombre de sus hijos se da en ese orden y no en el orden de nacimiento, porque este fue el orden en que recibieron la bendición de su padre.

Este detalle, ya de por sí, nos enseña que lo determinante no es la perspectiva o valoración humana de los acontecimientos, lo importante es el propósito de Dios, su bendita determinación de mover personas y circunstancias para que su bendición llegue hasta nuestras vidas.

Nada se dice aquí acerca del engaño a que fue sometido Isaac, como consecuencia del cual la bendición que había destinado para Esaú fue derramada sobre Jacob.

La línea de la promesa de Dios corría a través de Isaac, pues Isaac mismo había recibido de Dios una confirmación de las bendiciones prometidas después de la muerte de Abraham y la continuación de la promesa divina:

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Hebreos

“Y se le apareció Yahvéh, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. Habitó, pues, Isaac en Gerar” (Génesis 26:2-6) Al leer esta bendición, podemos recordar mucho de lo aprendido acerca de la fe de los patriarcas y de la promesa de Dios; por ejemplo: “Habita como forastero…estaré contigo y te bendeciré”, caminar con Dios por esta vida teniendo la confianza puesta en las promesas de Dios y no en el engaño de las riquezas. “Todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente”, Jesús es descendiente directo de Abraham y por tanto de Isaac y en Él, todas las naciones, esto es, todos los grupos étnicos del mundo, tienen la posibilidad de ser bendecidos con la salvación. “Oyó Abraham mi voz y guardó…”, la base de la preservación de la promesa es la obediencia y ésta es reflejo de la fe que Abraham tenía en Dios. Abraham vivió en la promesa de Dios, es otra forma de referirse a la comunión de amor que Yahvéh y Abraham cultivaron; esta relación, cimentada en la confianza, en la fe, se expresaba mediante un pacto: “Era Abraham de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Yahvéh y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1) Este pasaje nos recuerda el tema de “caminar con Dios”. “Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera” (Génesis 17:2) La relación entre Yahvéh y Abraham se desarrollaría sobre la base de un pacto.

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Hebreos

“Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac, y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” (Génesis 17:19)

Nosotros también, cultivamos una comunión de amor con Dios, por medio de Jesús, basados en la fe, como Abraham; y a esta relación se le llama paz: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)

Esta comunión con Dios también se desarrolla sobre la base de un pacto: “Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre…” (1ªCorintios 11:25)

La comunión con Dios siempre ha tenido como base un pacto, siempre se ha cultivado por la fe, siempre se ha inspirado en las promesas de Dios. Descansa en sus promesas y disfruta de la comunión de amor con Dios en Jesús nuestro Salvador y Señor: vive en paz sabiendo que sus promesas son verdaderas.

Así, entonces, Isaac transmitió estas bendiciones a la generación siguiente. Isaac como su padre Abraham, creía en Dios y su fe también era una “certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Cuando Isaac se dio cuenta que Jacob había recibido la bendición que él había destinado para Esaú, no hizo intento alguno de revocarla; más bien la confirmó: “…Yo le bendije y será bendito” (Génesis 27:33)

Sin embargo, reservó una bendición para Esaú y aunque no era la bendición ligada a la promesa, era una bendición “respecto a cosas venideras”. Esta forma de actuar de Isaac, a la luz del desarrollo de esta Carta, muestra que sin saberlo y sin planearlo, Isaac, actuó conforme al plan de Dios. Su fe lo hizo dócil a ser usado por Dios aunque no fuese consciente de ello.

La fe es entrar, con plena confianza, a la relación de pacto con Jesús, descansando en sus promesas y sabiendo que seremos usados para bendición de otras personas. AMEN JFVS

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JESÚS JACOB Y JOSÉ HEBREOS 11:21-22

11:21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.

No se habla de la bendición de los hijos de Jacob, sino de la bendición de los nietos; una vez más la bendición de Dios toma un rumbo inesperado.

Isaac fue engañado por el ardid de su mujer y su hijo menor para dar a este último la bendición que le había destinado al mayor; sin embargo, Dios intervino, moviendo personas y circunstancias, por encima de los engaños de Jacob, para que la voluntad divina se verificara.

Pero cuando Jacob en su lecho de muerte bendijo a los dos hijos de José, deliberadamente derramó la bendición más grande sobre Efraín, el hijo más joven: “Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito” (Génesis 48:14)

Pero bendijo a ambos respecto a cosas venideras: “Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín…asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza. Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé, también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones” (Génesis 48:17-19)

Por lo tanto, mientras su carrera anterior había estado marcada por cualquier cosa menos por la fe, a medida que repetidamente se dejaba llevar por sus propios engaños para obtener ventajas para sí, sin embargo al final de sus días reconoció la futilidad de todos sus engaños y descansó en la fidelidad de Yahvéh, Dios de su padre Abraham y Dios de su padre Isaac.

Hebreos

La afirmación de que “adoró apoyado sobre el extremo de su bordón” está basada en la traducción al griego (LXX) del pasaje de Génesis 47:31; el texto hebreo dice que “…Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama”. El cambio se debió a que los traductores de la Septuaginta (LXX) leyeron la palabra hebrea mittah “cama”, como si fuera matteh “bordón”. El cuadro del patriarca sentado sobre su cama y apoyado en su bordón (bastón largo y grueso) es suficientemente claro, por lo que ambas lecturas se complementan. 11:22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. También José, al final de sus días, mostró la misma fe firme en el cumplimiento de las promesas de Dios. La carrera de José, ciertamente presenta abundantes instancias de fe, como su firmeza ante la tentación y su paciencia bajo el tratamiento injusto: “Envió un varón delante de ellos; a José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona” (Salmo 105:17-18) Soportó sus pruebas noblemente y triunfó sobre ellas, porque, como dice Esteban: “…Dios estaba con él, y le libró de todas sus tribulaciones…” (Hechos 7:9-10) Pero el incidente mencionado por el autor de la Carta para ilustrar su fe pertenece al final de su vida, porque, sobre todas las cosas registradas de él, expresa su convicción en cuanto a “cosas venideras”. “Yo voy a morir”, dijo a sus hermanos, “mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob…y haréis llevar de aquí mis huesos” (Ge 50:24-25)

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Hebreos

“Mencionó”. También la mirada de José, por fe, permanece fija en el futuro; sabía que su residencia y la de su familia, en Egipto era temporal, en base a las promesas de Dios entregadas a Abraham, Isaac y Jacob. Al pasar los siglos, su cuerpo embalsamado fue llevado de Egipto cuando los israelitas dejaron aquella tierra: “Tomó también consigo Moisés los huesos de José…” (Éxodo 13:19) y fue enterrado finalmente en Siquem: “Y enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto…” (Josué 24:32)

En los ejemplos que hoy hemos visto la confianza en el futuro estaba basada en la fe, en la integridad de las promesas de Dios. Ellos tenían una visión que trascendía su propia realidad terrenal. Se veían a sí mismos como partes de un gran plan, eslabones de una larga cadena en la historia divina de la salvación. Su fe no estaba perturbada por la falta aparente de cumplimiento de las promesas en sus días.

La fe implica una actitud básica de obediencia absoluta a Dios a pesar de los sacrificios que esta obediencia implique. Debemos obedecer con la confianza plena de que Dios siempre cumplirá sus promesas sin importar lo adverso de las circunstancias.

La fe es ver con claridad más allá del horizonte de la vida terrenal; es la confianza absoluta de que las cosas no siempre serán como se ven ahora; es la segura convicción en la intervención de Dios para el cumplimiento de sus promesas.

La fe es la confianza en que a pesar de la aparente tardanza, Dios cumplirá sus promesas y entonces decidimos esperar confiadamente aún de generación en generación, hasta el glorioso regreso de Jesucristo.

En medio de un mundo materialista en donde lo importante es vivir el “hoy” y el “aquí” sin pensar mucho en Dios; se nos invita como cristianos a ver más allá del horizonte de esta vida, se nos invita a poner nuestra esperanza en el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Debemos vivir con la seguridad de que Dios intervendrá en nuestra realidad para cumplir sus planes y nosotros debemos obedecer a Dios en todo aunque no nos parezca lo más razonable, ya Dios se encargará de que su voluntad se verifique. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS I HEBREOS 11:23-25

11:23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.

El ejemplo de fe que ahora nos toca observar y meditar es Moisés, cuya vida entera estaba marcada por la conciencia de la presencia y el poder del Dios invisible y la obediencia a su palabra.

Esteban menciona que: “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” (Hch 7:22)

El historiador judío del siglo I, Josefo, describe una expedición victoriosa que guió Moisés, cuando era príncipe de Egipto, contra los etíopes como comandante en jefe de los ejércitos egipcios.

El filósofo judío del siglo I, Filón, le acredita conocimientos en aritmética, geometría, poesía, música, filosofía y astronomía; como correspondía estudiar a los príncipes de la época.

Esteban enfatiza que Moisés sacó al pueblo de Israel “…habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años” (Hechos 7:36)

La fe que fue mostrada en el nacimiento de Moisés, por supuesto, no era la propia sino la de sus padres. Su nacimiento fue en Egipto, un poco después de que el faraón reinante, para restringir el número rápidamente creciente de los israelitas en sus dominios, publicara un decreto por el que ordenaba que todos los niños varones que nacieran deberían ser muertos.

Pero, de acuerdo con la narración de Éxodo, cuando la madre de Moisés vio “que era hermoso, le tuvo escondido tres meses” (Éxodo 2:2) y después de esto ella lo colocó en una canasta de juncos a la orilla del Nilo, donde fue encontrado por la hija del Faraón.

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Hebreos

La fe de los padres de Moisés los colocó por encima del miedo al Faraón. Esta fe les hizo ver también en la “hermosura” del niño, un presagio de la obra que Dios realizaría por su medio para la liberación del pueblo. Era “agradable a Dios”, dice Esteban en su discurso (Hechos 7:20) Entonces, no fue tanto la belleza externa del niño lo que los movió, ya que la fe, como Dios mismo, no mira la apariencia externa: “…Yahvéh no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yahvéh mira el corazón” (1°Samuel 16:7) Más allá de lo superficial, los padres percibieron una especie de marca espiritual que les hizo pensar en una misión especial; tal como los padres de Noé vieron en su hijo la posibilidad de un consuelo para la humanidad: “y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Yahvéh maldijo” (Génesis 5:29) Aquí, en el texto de la Carta a los Hebreos, vemos la fe de los padres de Moisés, una fe que les da la oportunidad de “ver lo invisible” de tener la convicción firme de que Dios les había otorgado este niño con un propósito especial en una época de crisis. Es obvio que su comunión de amor con Dios les permitió llegar a esta convicción. 11:24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, Cuando la hija de Faraón encontró al infante Moisés en el Nilo, lo adoptó y educó como si fuera su propio hijo. Pero “…crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas…” (Éxodo 2:11) Esteban dice: “Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel” (Hechos 7:23)

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Hebreos

De acuerdo con Esteban, Moisés se presentó a sus hermanos israelitas como su defensor, suponiendo que “comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así” (Hechos 7:25) El autor de la Carta, por inspiración divina, interpreta la narración del Éxodo como lo hizo Esteban, también por inspiración divina y concluye que, al identificarse con los desposeídos israelitas, Moisés renunció a la posición que disfrutaba en Egipto como miembro de la familia real. No podía identificarse al mismo tiempo con los israelitas y con los egipcios; tenía que elegir a unos u otros. Elegir el lado de la nación esclava, con todo el dolor y la privación que significaba, en lugar de preferir las ventajas muy reales y las perspectivas que eran suyas como “hijo de la hija de Faraón”, debe haber parecido un acto de necedad ante los valores mundanos. Moisés tenía una posición magnífica dentro de la sociedad egipcia; su vida se desarrollaba dentro del círculo más alto del poder mundial. Pero cuando Moisés hizo aquel renunciamiento no tenía nada por delante más que privación, peligro y sufrimiento. Vivir en la corte del Faraón era disfrutar “de los deleites temporales del pecado” o como dice VP: “gozar por un tiempo los placeres del pecado”, que aunque visibles solamente lo hubiesen llevado a la perdición; al renunciar a ello Moisés alcanzó el verdadero propósito de la vida. Una actitud contraria a la actitud de fe de Moisés, la ilustra Jesús con la parábola del sembrador: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) Pablo nos aconseja acerca de esta actitud de fe que renuncia a lo temporal: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2ªCorintios 4:18) Debemos aprender a “ver” únicamente a Jesucristo y seguirle en forma permanente, no dejando deslumbrarnos por lo temporal. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS II HEBREOS 11:24-26

11:24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 11:25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,

Cuando la hija de Faraón encontró al infante Moisés en el Nilo, lo adoptó y educó como si fuera su propio hijo. Pero “…crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas…” (Éxodo 2:11) Esteban dice: “Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel” (Hechos 7:23) De acuerdo con Esteban, Moisés se presentó a sus hermanos israelitas como su defensor, suponiendo que “comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así” (Hechos 7:25)

El autor de la Carta, por inspiración divina, interpreta la narración del Éxodo como lo hizo Esteban, también por inspiración divina y concluye que, al identificarse con los desposeídos israelitas, Moisés renunció a la posición que disfrutaba en Egipto como miembro de la familia real. No podía identificarse al mismo tiempo con los israelitas y con los egipcios; tenía que elegir a unos u otros. Elegir el lado de la nación esclava, con todo el dolor y la privación que significaba, en lugar de preferir las ventajas muy reales y las perspectivas que eran suyas como “hijo de la hija de Faraón”, debe haber parecido un acto de necedad ante los valores mundanos. Moisés tenía una posición magnífica dentro de la sociedad egipcia; su vida se desarrollaba dentro del círculo más alto del poder mundial. Pero cuando Moisés hizo aquel renunciamiento no tenía nada por delante más que privación, peligro y sufrimiento. Vivir en la corte del Faraón era disfrutar “de los deleites temporales del pecado” o como dice VP: “gozar por un tiempo los placeres del pecado”, que aunque visibles solamente lo hubiesen llevado a la perdición; al renunciar a ello Moisés alcanzó el verdadero propósito de la vida.

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Una actitud contraria a la actitud de fe de Moisés, la ilustra Jesús con la parábola del sembrador: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22)

Pablo nos aconseja acerca de esta actitud de fe que renuncia a lo temporal: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2ªCorintios 4:18)

11:26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.

La identificación de Cristo con su pueblo resulta notable. Las palabras que Yahvéh puso en boca de Moisés cuando fue a Faraón para demandar la liberación de su pueblo, “Israel es mi hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22) son tan aplicables a Jesús personalmente como a Israel corporativamente. Jesús es uno con su pueblo: “En toda angustia de ellos él fue angustiado…” (Isaías 63:9)

“Tenía puesta la mirada”: miraba un solo objeto, apartando la mirada de todos los otros objetos, como un artista mantiene su mirada fija en el objeto o modelo que está reproduciendo en pintura o escultura.

Los sufrimientos y los desprecios a que estaba expuesto el pueblo de Dios en Egipto figuraban el oprobio de Jesús. De igual manera los sufrimientos de los cristianos son los del Señor Jesús: “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2ª Corintios 1:5) “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:24)

Moisés decidió que la riqueza temporal de Egipto era menos valiosa que sufrir la deshonra del escogido de Dios: “Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos; oprobio de muchos pueblos, que llevo en mi seno. Porque tus enemigos, oh Yahvéh, han deshonrado, porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido” (Salmo 89:50-51)

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Lo que otros habrían considerado como algo que debía ser evitado a toda costa, él lo estimó como un premio por el cual debía esforzarse. Como Pablo, contaba como pérdida aquellas cosas que había acumulado: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8)

Para los lectores cuya perseverancia estaba en grave peligro de decaer debido al estigma social que representaba ser cristiano: “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio” (Hebreos 13:13) el ejemplo de Moisés era un desafío y un motivo de aliento.

Les ayudaría a que fijaran sus ojos en “el galardón”; en griego, aquí como en 10:35 se refiere a la recompensa que viene de Dios; compare 11:6; galardón ofrecido a la fe que persevera: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (Hebreos 10:35) “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)

De este “galardón”, recompensa a la fe que persevera, habla Jesús: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padre con los profetas” (Lucas 6:22-23)

La verdadera fe, no es perfecta, sin fallas; es más bien una fe que persevera. Debemos aprender a “ver” únicamente a Jesucristo y seguirle en forma permanente, no dejando deslumbrarnos por lo temporal; nos espera, de parte de Dios, un premio a nuestra fe que persevera. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS III HEBREOS 11:26

11:26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. En algún momento, cerca de los 40 años de edad, Moisés experimentó una profunda crisis existencial; desde lo profundo de su conciencia, Dios comenzó a hablar a Moisés y lo llevó una decisión fundamental de vida. Moisés, dirigido en sus pensamientos por el Espíritu Santo, comenzó a cuestionar quién era él, que relación existía entre él y el pueblo esclavo de los israelitas, qué relación existía entre él y la casa de Faraón. Después de largas y profundas meditación y seguramente sufriendo amargamente Moisés llegó a la determinación de identificarse con el pueblo esclavizado de los israelitas. Esta identificación, implicaba obviamente, renunciar a “los tesoros de los egipcios” “Vituperio”, deshonrar, ofender gravemente. Evidentemente que Moisés no eligió, de manera consciente, “el vituperio de Cristo” puesto que él nada sabía de Jesús. Moisés eligió defender al pueblo esclavizado de los israelitas aún cuando esto implicara recibir burlas, ofensas y hasta persecución por parte de los egipcios. Esto fue en una esfera o plano material, por llamarlo hoy de alguna forma. Sin embargo, el autor de la Carta, por inspiración divina, nos da a conocer como esta decisión de Moisés se interpreta en la esfera o plano espiritual; sin saberlo, Moisés estaba eligiendo ser parte del pueblo de la fe, de la familia de Jesús.

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Hebreos

Por la fe, Moisés decidió que la riqueza temporal de Egipto era menos valiosa que sufrir la deshonra del escogido de Dios: “Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos; oprobio de muchos pueblos, que llevo en mi seno. Porque tus enemigos, oh Yahvéh, han deshonrado, porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido” (Salmo 89:50-51) Al comparar esta cita del Salmo 89, con la de nuestro texto de Hebreos 11, recordamos que la palabra “Ungido”, viene del hebreo “Mesías” y se traduce al griego como “Cristo”. Así, este Salmo 89 hace referencia a las burlas, ofensas y persecuciones a las que están expuestos los siervos de Dios y cuyo representante es el “Ungido”: Jesucristo, nuestro Salvador y Señor. Los sufrimientos y los desprecios a que estaba expuesto el pueblo de Dios en Egipto figuraban los sufrimientos y desprecios de Jesús. De igual manera los sufrimientos de los cristianos son los del Señor Jesús: “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2ª Corintios 1:5) “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio” (Hebreos 13:13) Para los lectores de esta Carta, cuya perseverancia estaba en grave peligro de decaer debido al estigma social que representaba ser cristiano en aquella época, el ejemplo de Moisés era un desafío y un motivo de aliento. La decisión de Moisés tuvo una trascendencia espiritual tan importante, que sus efectos y ejemplo siguen siendo actuales hasta el día de hoy. Lo que otros habrían considerado como algo que debía ser evitado a toda costa, él lo estimó como un premio por el cual debía esforzarse. Como Pablo, contaba como pérdida aquellas cosas que había acumulado: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8)

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Hebreos

Como en la época de Moisés, antes de él, y en todos los tiempos hasta ahora, quienes han elegido el camino de la fe, de la obediencia a Dios, de la comunión de amor con Dios, han optado por estar del lado de Jesús, el Ungido de Dios, aún cuando no fuesen conscientes de ello. Ellos se han enfrentado a las burlas, ofensas y ataques de un mundo que corre en dirección opuesta. Al sufrir todo este “oprobio”, se han identificado plenamente con Jesús el Mesías, en su “vituperio”.

“Tenía puesta la mirada” Moisés llegó a esta decisión, dice el autor de la Carta, porque miraba un solo objeto, apartando la mirada de todos los otros objetos, como un artista mantiene su mirada fija en el objeto o modelo que está reproduciendo en pintura o escultura.

“En el galardón” En griego, aquí como en 10:35 y 11:6 se refiere a la recompensa que viene de Dios; galardón ofrecido a la fe que persevera: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (Hebreos 10:35) “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)

De este “galardón”, recompensa a la fe que persevera, habla Jesús: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padre con los profetas” (Lucas 6:22-23) Jesús cita el ejemplo de los profetas que fueron perseguidos en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero en la actualidad, Él mismo es nuestro ejemplo supremo de padecer haciendo la voluntad de Dios. En vez de desanimarnos frente a la persecución, Jesús nos anima a gozarnos pues nos espera un “galardón”.

Este “galardón”, frente al cual Moisés tiene fija la mirada y lo impulsaba en su decisión; este “galardón” que espera como recompensa a todos los profetas que fueron perseguidos a causa de su fidelidad a la Palabra y su fe en Dios; este “galardón” que Jesús promete darnos a todos los que perseveremos en la fe en medio de todo tipo de persecución es: La eterna comunión de amor con Dios que nos rodea de paz y nos impulsa a una vida eterna, abundante y con propósito. La verdadera fe, no es perfecta, sin fallas; es más bien una fe que persevera. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS IV HEBREOS 11:27

11:27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible

“Por la fe dejó a Egipto” Con esta fe que miraba hacia adelante, Moisés abandonó Egipto. Esta palabra “dejó”, en griego: katélipen, expresa la actitud de renuncia, como cuando Mateo (Leví), el recaudador de impuestos “dejándolo todo” siguió a Jesús: “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lucas 5:27-28)

Entonces, la palabra “dejó”, implica en primer lugar un llamamiento divino de seguimiento, ante el cual la persona invitada responde renunciando a todo aquello que pudiera estorbar en su seguimiento. Nosotros también hemos recibido un llamamiento divino de seguimiento: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34)

Renunciar a todo para seguir a Jesús, es un acto de fe, puesto que dejamos atrás lo que se ve para avanzar hacia lo que no se ve; es un acto de fe, puesto que avanzamos confiando en que Dios cumplirá sus promesas.

La sincera renuncia de Moisés a Egipto, con todo lo que Egipto tenía para ofrecer, fue el acto esencial de fe. El autor de la Carta está haciendo referencia a la ocasión en que Moisés dejó Egipto para vivir en el desierto de Madián: “En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, Salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.” (Éxodo 2:11-12)

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Hebreos

“Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.” (Éxodo 2:13-14) “Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.” (Éxodo 2:15)

“No temiendo la ira del rey” La narración del libro del Éxodo, nos cuenta cómo se asustó Moisés cuando se dio cuenta de que el asesinato que él había cometido era de público conocimiento. El autor de la Carta, por supuesto no trata de contradecir la narración de Éxodo, más correctamente, por inspiración divina, lo interpreta. Recordemos que el Nuevo Testamento interpreta y amplía la información del Antiguo Testamento. Moisés tenía miedo, es cierto, pero no fue por eso que dejó Egipto; su fuga de Egipto fue un acto de fe. “Por fe, Moisés se fue de la tierra de Egipto, sin miedo al enojo del rey” (VP)

El Espíritu Santo, por medio del autor de esta Carta, nos ilumina acerca del verdadero sentido de este momento crucial en la vida de Moisés; nos da a conocer el plano de realidad espiritual que de ninguna otra forma nosotros hubiésemos podido conocer. La vida de Moisés no se puede entender simplemente leyendo el relato de su vida en el Antiguo Testamento, hace falta la interpretación espiritual que brinda el Nuevo Testamento.

Nuestra vida no puede ser entendida simplemente analizando los eventos cotidianos desde un plano material y terrenal; necesitamos la iluminación del Espíritu Santo, a través de la predicación y enseñanza de la Biblia, para “ver” ese otro plano de realidad, el espiritual y así entender nuestra vida en función del propósito de Dios.

Moisés, con su acto impulsivo de violencia, se había cerrado su acceso al salón del trono. Por fe, sin embargo, no siguió actuando impulsivamente, debió haber tenido algún tipo de “llamamiento divino”, en el sentido de que la hora de Dios aún no había llegado y, por tanto, resueltamente dio la espalda al curso que había comenzado a seguir y rehízo sus pasos, hasta que entró en el camino más difícil.

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Hebreos

La traducción al griego del libro del Éxodo enfatiza que Moisés se “retiró” del rostro de Faraón, como un atleta que se toma un intervalo para recuperar fuerzas. Ciertamente Moisés “tuvo miedo”, pero de que su asesinato fue descubierto, pero como enfatiza nuestro texto de hoy, “no tuvo miedo de Faraón”.

Tal vez todos a tu alrededor piensan que huiste, tuviste miedo, fracasaste; pero muy dentro de ti sabes que tu decisión fue motiva “por fe”, aunque esta fe, como seguramente fue el caso de Moisés, apenas fuese una pequeña velita encendida en medio de densas tinieblas.

“Se sostuvo como viendo al Invisible” Moisés le prestó más atención al Rey de reyes invisible que al visible Faraón. Si la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, es en primer lugar, y principalmente, una convicción en cuanto al Dios invisible, como ya hemos enfatizado en la afirmación de que aquel que viene a Dios debe creer que le hay (v6)

El autor de la Carta quiere significar que la visión de Dios que de por vida tuvo Moisés fue el secreto de su perseverancia y su fe. Aquí una vez más hay una indicación a los lectores de la Carta de que el orden invisible es el real y permanente.

La verdadera naturaleza de la fe es tener siempre a Dios ante los ojos; la fe mira cosas más elevadas en Dios que las que nuestros sentidos pueden comprender.

Cuando Moisés salió de Egipto seguramente que nada sabía de lo que sería de él y de los israelitas, no tenía la menor idea de los acontecimientos espectaculares que se avecinaban en su futuro. Pero “algo” muy dentro de él lo impulsó hacia Madián, con la actitud firme de renunciar a “los deleites temporales del pecado” (v25); ese “algo” era la fe en Yahvéh.

No importa que hoy nada entiendas, no importa lo que otros digan de ti; lo importante es que levantes tu mirada y fijes tus ojos en Jesús; escucha su Palabra y vive por ella en apasionada fe. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS V HEBREOS 11:28

11:28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. “Por la fe” Moisés llegó ante faraón, por mandato de Yahvéh, pidiendo dejara salir al pueblo de Israel; faraón se negó y vinieron sobre Egipto las plagas; pero éstas únicamente lograron endurecer el corazón de faraón para no dejar salir al pueblo. Llegaron a un punto muerto, el juego estaba en tablas: “Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Yahvéh el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es Yahvéh, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Yahvéh, ni tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5:1-2) Después de diversas plagas que azotaron a Egipto, Faraón se negó rotundamente a dejar salir al pueblo de Israel: “Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro” (Éxodo 10:28-29) Fue precisamente en este momento de negativa total por parte de Faraón y hasta con amenaza de muerte para Moisés, que Yahvéh comunicó su plan definitivo a Moisés: “Yahvéh dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo” (Éxodo 11:1) Todo alrededor evidenciaba que nada haría cambiar de parecer a Faraón, por tanto, se requería “fe” para seguir las nuevas instrucciones de Yahvéh que implicaban la salida inmediata, “esa noche”, de Egipto.

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Hebreos

“Celebró la pascua” “Habló Yahvéh a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será…el primero en los meses del año…tómese cada uno un cordero…por familia…El animal será sin defecto, macho de un año…Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas…Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Yahvéh” (Éxodo 12:1-11) Cuando todas las circunstancias parecen adversas y toda humana esperanza perdida; cenar de pie, hechas previamente las maletas y con la idea de que esa misma noche saldrían de Egipto, es fe en acción ¿Cuántas familias realmente creían que saldrían esa noche? Lo bueno es que todas participaron de esta cena. “Aspersión de la sangre” Esta “aspersión” se refiere a la sangre del cordero de la Pascua, sangre que serviría de señal esa noche memorable: “Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer” (Éxodo 12:7) “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Yahvéh” (Éxodo 12:12) “Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Éxodo 12:13) La frase “pasaré de vosotros” significa: “cruzaré sobre vuestro umbral”, se deriva del verbo hebreo pasaj, de donde se deriva, a su vez, el nombre pesaj, traducido al griego por pásja y de allí: “Pascua”. La palabra “Pascua” significa etimológicamente: “pasar salvando”. La “Pascua” celebra, no la muerte de los primogénitos egipcios, sino el paso de Yahvéh salvándolos.

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La Pascua es la celebración del paso de Dios por nuestra existencia, paso que salva de la muerte y la esclavitud: “…nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta…” (1ªCorintios 5:7-8) Jesús es el Cordero sacrificado en la cruz, cuya sangre en nuestra vida nos salva de muerte y nos libera de esclavitud.

Jesús es nuestra “pascua” porque Él ha pasado por nuestra vida salvándonos; por tanto nuestra actitud de vida debiera ser de celebración y los que así viven, lo hacen por fe.

“El que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos” “Y Moisés…les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa…Porque Yahvéh pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre…pasará Yahvéh aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir” (Éxodo 12:21-23)

“El que destruía” es frase tomada de la traducción al griego de Éxodo 12:23 La pascua era el memorial perpetuo de la última noche que pasaron en Egipto, cuando el “heridor” pasó por la tierra matando a los primogénitos en todos los hogares, excepto aquellos cuyos dinteles estaban marcados con la sangre del cordero, porque a la puerta de ellas Dios mismo montó guardia, simbolizada por la sangre del cordero en el dintel de la puerta, y evitó que “el que destruía” entrara.

¿Qué hacemos cuando fracasamos? ¿Cuándo somos derrotados? ¿Cuándo todo está en contra nuestra? En vez de sucumbir a las tentaciones, en vez de hundirnos en la melancolía y la amargura; pongamos nuestra esperanza en Jesús, nuestra Pascua y esperemos nuevas instrucciones de Dios.

Acatemos las instrucciones de Dios, no en base a las circunstancias que nos rodean sino en base a las promesas de Dios. Obedezcamos por fe apasionadamente y celebremos el paso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. AMEN JFVS

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JESÚS Y MOISÉS VI HEBREOS 11:29

11:29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. La narración bíblica es la siguiente: “Habló Yahvéh a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen…junto al mar” (Éxodo 14:1-2) La orden de Dios contradice la lógica de un pueblo que “sabe” muy bien cuál es la ruta de escape ¿Qué se debe hacer? ¿Seguir la lógica humana? ¿Obedecer, por fe, las claras instrucciones de nuestro sabio y amado Padre celestial? “Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yahvéh. Y ellos lo hicieron así” (Éxodo 14:3-4) Yahvéh ha llevado a su pueblo, después de liberarlo de la esclavitud, a un callejón sin salida, a una situación de peligro; pero Yahvéh tenía un propósito. “Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Yahvéh” (Éxodo 14:10) Una humana y comprensible reacción ante un eminente peligro. “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Yahvéh hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Yahvéh peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:13-14) Estas son las palabras de quien se sostiene “como viendo al Invisible”.

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“Entonces Yahvéh dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco” (Éxodo 14:15-16) Es importante resaltar que tanto el texto de Éxodo 14:16 como el de Hebreos 11:29 indican que el pueblo de Israel cruzó este mar “en seco”, como quien camina “por tierra seca”; no solo se separó el mar para abrir un camino, además el suelo estaba “seco” para que avanzara el pueblo sin dificultad. “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Yahvéh que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda” (Éxodo 14:21-22) La obediencia, como manifestación de la fe, nos permite ver las maravillosas acciones salvadoras de Dios en nuestra vida y en la de nuestros seres queridos. “Y Yahvéh dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Yahvéh derribó a los egipcios en medio del mar” (Éxodo 14:26-27) Fue la fe de Moisés la que inspiró al pueblo a moverse hacia el mar cuando vieron al ejército de Faraón en persecución y vieron “la salvación que Yahvéh hará hoy con vosotros” (Éxodo 14:13) Por la obediencia de Moisés a las instrucciones de Yahvéh, el mar se abrió por causa del viento oriental que sopló toda la noche (Éxodo 14:21) y pudieron caminar por el lecho del mar como si fuese tierra seca: “Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda” (Éxodo 14:29)

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Hebreos

Pero los egipcios que los perseguían solo habían podido llegar hasta la mitad del camino cuando el mar retornó a su lugar y los cubrió: “Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno” (Éxodo 14:28) La fe de los israelitas consistió en que cuando vieron los carros de faraón en persecución hacia ellos, decidieron continuar adelante, hacia el mar, solo confiando en la Palabra de Dios: “…Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo 14:15) aunque parecía imposible cumplir tal orden. Moisés les aseguró que Yahvéh actuaría a su favor y aunque no podían ver cómo iban a obedecer la orden de avanzar, obedecieron. Es importante hacer notar que al leer el relato en el libro del Éxodo es sencillo apreciar que no había en el pueblo una fe ejemplar y que la fe de Moisés no parece ser inconmovible. Pero lo importante es que Moisés siempre buscó a Dios para todo y la revelación de Dios en la Carta a los Hebreos nos muestra que la fe que se alaba es la fe que actúa, no la que nunca falla. Por tal motivo, a pesar de nuestras fallas podemos perseverar y avanzar hacia la Ciudad de Dios, hacia las Bodas del Cordero. La fe de Moisés consistió en “ver la realidad de Dios” y no dejarse deslumbrar por la realidad del mundo, tampoco se dejó vencer por las tinieblas de la maldad; por ello pudo perseverar y ser considerado por Dios como ejemplo de fe. “Así salvó Yahvéh aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Yahvéh ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Yahvéh, y creyeron a Yahvéh y a Moisés su siervo” (Éxodo 14:30-31) Nosotros también podemos permanecer es esta fe y perseverar entusiastamente, avanzando siempre hacia las Bodas del Cordero, porque no confiamos en las circunstancias terrenales sino en las promesas de Dios. AMEN JFVS

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JESÚS Y JOSUÉ HEBREOS 11:30

11:30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.

El relato bíblico es el siguiente: “Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; más como Príncipe del ejército de Yahvéh he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Yahvéh respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (Josué 5:13-15)

Es importante anotar que este personaje divino no debe ser identificado con un ángel puesto que ellos no aceptan la adoración de los seres humanos, mientras que en este pasaje Josué se postra en adoración y el personaje no solo acepta la adoración, además le indica que ese lugar es sagrado por estar Él allí. Ejemplo de que los ángeles no aceptan ser adorados por los seres humanos: “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:9-10)

Entonces este “Príncipe del ejército de Yahvéh” es Jesús, es Dios mismo que viene a visitar a Josué tomando forma corporal humana, para dar instrucciones de lo que debían hacer en Jericó. Además, en el siguiente pasaje, este “Príncipe”, al hablar se identifica a sí mismo como Yahvéh:

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Hebreos

“Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. Mas Yahvéh dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra” (Josué 6:1-2) Jericó era una de las más antiguas ciudades, con una impresionante muralla, la cual había sido reforzada continuamente durante un periodo de cientos de años; era algo así como la Troya de Palestina. Seguramente Josué y el pueblo estaban preocupados acerca de cómo conquistar una ciudad tan importante y con tan poderosas defensas. En medio de sus preocupaciones, Jesús viene a Josué para decirle que Dios ya ha entregado la ciudad y le da las instrucciones de lo que debe de hacer. La fe nos permite “ver” a Jesús y “oír” su voz, en medio de nuestras humanas preocupaciones; en ese momento es muy importante poner atención a lo que Dios nos dice por medio de su Palabra y hacer lo que Él nos dice. Por tanto, hermanos míos amados: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

“Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante” (Josué 6:3-5)

¿Así no más? ¿A gritos derribarán las murallas más poderosas de aquella época? La estrategia de Yahvéh consistía en hacer lo imposible, básicamente: dejar a Dios actuar. ¿Qué hacer? ¿Cuestionar las instrucciones de Dios por parecernos ilógicas? ¿Buscar opiniones de expertos humanos? ¿Establecer alianzas? ¿Obedecer como manifestación de nuestra fe en Dios? Josué simplemente obedeció.

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Aquí tenemos en acción la fe de Josué cuyo soporte está en la Palabra de Dios, la cual obedeció. Pero también la fe del pueblo, pues cumplieron las instrucciones de Josué. Pero ellos no podían darse cuenta de cómo iba a caer; a primera vista, nada podía parecer más necio que marchar alrededor de semejante muralla ¿Quién oyó alguna vez de una fortaleza que fuera capturada de ese modo? Pero obedecieron, cada día de esa semana caminaron alrededor de Jericó en obediencia a la Palabra de Dios, hasta el día que se les ordenó gritar y entonces la muralla se derrumbó: “Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron” (Josué 6:20) Pero esta muralla de Jericó se derrumbó “por la fe” y se requiere de esta fe para seguir las instrucciones de Dios en obediencia absoluta.

Por la misma fe, otras “murallas de Jericó”, grandes o pequeñas, aún pueden ser derribadas el día de hoy, puesto que “las armas que usamos”, dice Pablo, “…no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas…” (2ªCorintios 10:4)

Nuevamente vemos como la fe es la convicción en la existencia de una realidad espiritual que no podemos ver a simple vista pero que existe.

Esta realidad espiritual es la que nos permite vivir con esperanza firme pues, en vez de afanarnos por las “fortalezas humanas”, descansamos en las promesas de Dios: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28) Entonces, como Josué, adoremos a Jesús, escuchemos su Palabra y pongamos por obra sus instrucciones con la esperanza firme de que “…en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37) AMEN JFVS

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JESÚS Y RAHAB HEBREOS 11:31

11:31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.

El próximo ejemplo de fe es el más sorprendente que hemos encontrado hasta aquí: Rahab la ramera de Jericó: “Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí” (Josué 2:1)

La palabra “ramera” aquí en este pasaje, viene del hebreo zonah, una prostituta secular; en diferenciación de las “jaqedeshaj”, las mujeres consagradas para la prostitución sagrada cananea.

Santiago, en su carta, hace también referencia a Rahab y su acción a favor de los espías de Josué, como expresión de su fe: “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:25-26) Santiago hace mención honorable de la fe de Rahab en su trato amable para con los espías de Josué para ilustrar que la fe sin obras está muerta.

La narración bíblica nos informa: “Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra” (Josué 2:2-3)

“Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis” (Josué 2:4-5)

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“Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado” (Josué 2:6) Rahab no se dejó llevar por “la corriente de este mundo” (Efesios 2:2), más bien reflexionó en lo que se decía del pueblo de Israel y dijo a los espías: “Sé que Yahvéh os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Yahvéh hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto…Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Yahvéh vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Josué 2:9-11) Rahab llegó a creer fielmente que “el Dios de Israel” era el verdadero Dios y que los dioses de Jericó nada podrían contra Yahvéh. Entonces Rahab habló a los espías para pedir ayuda: “Os ruego pues, ahora, que me juréis por Yahvéh, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte” (Josué 2:12-13) “Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro” (Josué 2:15) Los dos espías que Josué envió a Jericó se comprometieron a preservar la vida de Rahab y su familia, para lo cual le dieron instrucciones: “He aquí…tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre” (Josué 2:18) “Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana” (Josué 2:21)

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Hebreos

Se enfatiza que Rahab era prostituta (ramera) para recordar que la fe que triunfa puede nacer en cualquier tipo de persona que quiere creer. Todo el pueblo de Jericó sabía de la existencia de Yahvéh y de que Él es “Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” y sin embargo, no se convirtieron a Dios; por esto aquí se califica al pueblo de Jericó como “desobedientes”, no se dejaron persuadir por este testimonio de las grandes proezas de Dios. Cuando Josué tomó la ciudad de Jericó, dio instrucciones para rescatar a Rahab y su familia: “Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo…” (Josué 6:23) El relato bíblico anota triunfal: “Mas Josué salvó la vida de Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó” (Josué 6:25) Resulta más que evidente que la fe de Rahab en Yahvéh la movió a comportarse como lo hizo y llevó a su preservación. En el Nuevo Testamento vuelve a mencionarse a Rahab, esta vez, como parte del árbol genealógico de Jesús: “Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí” (Mateo 1:5) ¡Hasta allá llegó su incorporación al pueblo de Dios! La fe de Rahab consistió en escuchar las grandes hazañas de Dios y creer en ellas. Al escuchar los testimonios de nuestros hermanos y hermanas, que han experimentado el poder y la misericordia de Dios en sus vidas, somos invitados a ejercer fe en Jesús y su Evangelio, confiando en que también Él es poderoso para convertir nuestra existencia en una vida abundante y con propósito. AMEN JFVS

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JESÚS: LA RAZON DE VIVIR HEBREOS 11:32-38

11:32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 11:33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 11:34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.

Con la transición retórica, “el tiempo me faltaría”, el autor de la Carta continúa, en primer lugar, mencionando seis hombres por su nombre, cubriendo el intervalo entre el establecimiento en Canaán y la monarquía. Los seis nombres no se dan en el orden en que aparecen en la narración bíblica; de hecho, si los agrupamos en tres pares, los dos nombres de cada par están mencionados aquí en orden inverso al de su aparición en el Antiguo Testamento. El orden inverso de Samuel y David puede haber sido intencional, para poner a Samuel en contacto más directo con “los profetas”; dejando así a Samuel como el primero de la sucesión profética.

Los logros de estos guerreros y mensajeros de Dios aparecen enumerados en forma general. No es el propósito del autor detenerse más tiempo y no porque sean menos importantes las experiencias de estos héroes de fe, más bien, por falta de tiempo para seguir con este argumento. Lo importante es que todo lo que lograron estos héroes fue gracias a la fe. El éxito no depende de estrategia, sabiduría, fuerza u otras cualidades humanas, siempre ha sido por la confianza en Dios y sus promesas. Aquí quedan incluidos mucho más creyentes de los que se hace mención y abarca desde los días del Antiguo Testamento hasta nuestra generación; pues en toda época han existido héroes y heroínas de fe.

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Hebreos

Las personas a las que esta Carta estaba siendo enviada estaban a punto de enfrentar: persecuciones, despojo de sus propiedades, insultos, burlas, maltratos. Pero ya sea que su destino fuera preservación de vida o muerte, deberían estar seguros de la compañía divina en medio de tales pruebas.

11:35 Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.

En medio de este verso se hace un viraje: “mas otros”; se han citando logros heroicos de fe; ahora se habla de quienes prefirieron sufrir la agonía antes que salvar sus vidas a costa de renunciar a su fe. Esta es la marca suprema de la fe auténtica: priorizar lo que está más allá de la vida terrenal. Por esto, la verdadera fe es aquella que persevera aún ante las más terribles tribulaciones; a esto se refiere Jesús en su invitación a seguirlo: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si aluno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34)

La fe es seguimiento apasionado: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:35-37) La fuerza de la fe no reside en victorias visibles y liberaciones milagrosas, viene más bien de la comunión íntima con Dios, trascendiendo la necesidad de apoyarse en emociones humanas, porque está segura de Dios en Jesucristo.

“Atormentados” Estas personas fueron atormentadas a causa de su fe, prefirieron sufrir el cruel tormento antes que negar a Dios. Para ellos su fidelidad no estaba en remate; confiaron su destino eterno a Dios.

11:36 Otros experimentaron vituperios y azotes, y más de esto prisiones y cárceles. Los lectores pensaron en miembros de su propia comunidad que ya habían sufrido algo de esto. Ahora sabían que no eran los primeros en recorrer este camino.

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Hebreos

11:37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;

“Puestos a prueba”: “quemados”; torturados al grado de ser quemados vivos. Muchos cristianos de los primeros tres siglos prefirieron ser quemados vivos que negar públicamente su fe en Jesús. Esta apasionada fidelidad avergonzaría a muchos cristianos de hoy que por no querer sufrir burlas y perder privilegios prefieren esconder y aún negar su fe en Jesús ¿Qué excusa darán delante de Dios “teniendo alrededor tan grande nube de testigos” (12:1)?

“Anduvieron de acá para allá” describe el destino temporal de los fieles de Dios en tiempos de persecución. En la historia hay creyentes que por su fe en Jesús han tenido que convertirse en “errantes”; pero mejor es este destino temporal que renunciar a la fe y no ser ciudadano permanente de la Ciudad de Dios.

“Pobres, angustiados, maltratados”. Permanecer fieles a Dios puede llevarnos a estos extremos de vida; los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin sin importar las amenazar terrenales, pues Dios es su razón de ser hasta morir.

11:38 de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

Describe a los fieles de Dios lejos de casa en movimiento constante por causa de la persecución. Estos creyentes fueron calificados como indignos de la civilización. La verdad es que esta sociedad es indigna de ellos. Para este mundo, las vidas de los fieles de Dios carecían de valor alguno, por eso es que los persiguieron, torturaron y mataron, para muchos de ellos ni una tumba hubo; pero ¡oh error humano! Estaban totalmente equivocados, pues para Dios estos creyentes fieles son más valiosos que el mundo, son tan valiosos “que el mundo no era digno de ellos”. Si Dios nos da una calificación eterna ¿Qué importancia tiene que el mundo nos menosprecie? Para nosotros Jesucristo es nuestra razón de ser hasta morir. AMEN JFVS

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JESÚS NOS INSCRIBE HEBREOS 11:39-40

11:39 Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;

“Y todos éstos” Todos los ejemplos citados en este capítulo 11 de la Carta a los Hebreos, han tenido el propósito de ilustrar la fe de los que antes de nosotros comenzaron a “caminar con Dios” por fe.

La fe en Dios no lleva en sí ninguna garantía de comodidad en este mundo: esta fue una de las lecciones que el autor de la Carta deseaba que sus lectores apreciaran y aprendieran. Pero esta fe sí lleva consigo el único “galardón” que realmente importa: La eterna comunión de amor con Dios.

“Alcanzaron buen testimonio mediante la fe” La idea, en griego, de esta frase es: “habiendo tenido sus nombres en el registro”; esto es, que fueron aprobados por la fe que tenían, para aparecer en el registro.

Desde Abel hasta aquellos cuya fe va a ser tan noblemente manifestada a las puertas del regreso de Jesús, en medio de la gran tribulación y la gran apostasía, todos “ganaron su registro, por fe”.

La fe de las generaciones precedentes fue sometida a prueba de maneras muy semejantes a lo que sufre la generación de los lectores de la Carta. La fe consiste en eludir la atracción de lo visible (“el engaño de las riquezas”) para apreciar mejor lo invisible del Reino de Dios.

“Alcanzaron buen testimonio”: ganaron su registro por la fe; haciendo referencia al libro de la vida, que posee el registro de los que podrán entrar en la Nueva Jerusalén: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27)

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Hebreos

En este libro es donde están escritos cada uno de los nombres de aquellos que por la fe perseveran y alcanzan salvación: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Marcos 13:13) “No recibieron lo prometido” Algunos de ellos, como dice v33, “alcanzaron promesas”, pero ninguno de ellos recibió la promesa en el sentido de ser testigos presenciales de su cumplimiento. Vivieron y murieron con la perspectiva de un cumplimiento que ninguno de ellos experimentó sobre la tierra. Sin embargo, tan real fue su cumplimiento para ellos que les dio el poder de avanzar resueltamente en contra de la “corriente de este mundo” y vivir en esta tierra con la certeza de pertenecer a una comunidad cuyos fundamentos están firmemente echados en el orden invisible y eterno. Las historias de estas personas están en el cielo, en el libro de la vida, y también están en la tierra, a través de las Sagradas Escrituras, para instrucción y aliento de hombres y mujeres de épocas posteriores, hasta el día del regreso de Jesús. 11:40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Pero ahora la promesa se ha cumplido; la era del nuevo pacto ha amanecido; Jesucristo, cuyo día se anhelaba, ha venido y por su ofrenda de sí mismo y su ministerio sacerdotal en la presencia de Dios, ha obtenido la perfección para ellos y para nosotros. Ellos y nosotros, juntos, ahora podemos “ser perfeccionados” y disfrutar del acceso ilimitado a la presencia de Dios a través de Jesucristo, por ser ciudadanos de la Ciudad de Dios. Esa “cosa mejor” es la reunión final de todos los creyentes para estar en eterna comunión de amor con Jesús:

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Hebreos

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1ª Tesalonicenses 4:16-17) Si aquellos, para quienes no había brillado aún la gracia, se distinguieron por una fe que persevera ¿Cuánto más debiera producir en nosotros todo el esplendor del Evangelio revelado? Algunas chispas de luz fueron suficientes para que su fe perseverar hasta el fin y sus nombres quedaran registrados en el libro de la vida ¿Cómo vamos a disculparnos nosotros, a quienes se nos ha dado tan grande resplandor de revelación, si no perseveramos apasionadamente hasta el regreso de Jesucristo? Perseverar en la fe hasta el fin, a pesar de todo tipo de privaciones, sufrimientos y agonía cruel, nos hace realmente valiosos y dignos, no para este decadente mundo, sino para Dios, y nos coloca en camino hacia la Ciudad de Dios. No quiere decir esto que tenemos que morir en tormento para ser valiosos ante Dios pues lo importante no es como morimos o qué tipo de sufrimiento experimentamos; algunos van a ser librados de peligros, otros no, pero lo que determina nuestra dignidad ante Dios es la fe que persevera hasta el fin. La verdadera fe es la que persevera, no importando si el horizonte de la vida es prometedor o amenazante. Si otros en el pasado perseveraron y quedaron registrados en el libro de la vida, la invitación y el desafío para nosotros es a permanecer fieles al Señor, pues vivimos ya bajo la promesa de Dios. Nuestro desafío: Que Jesús y su Evangelio sean nuestra razón de vivir hasta morir. AMEN JFVS

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JESÚS Y LA CARRERA HEBREOS 12:1-2

12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

“Nube de testigos” Todos esos héroes de fe, descritos en el capítulo 11 de esta Carta, son la nube de testigos; nosotros los vemos a ellos como testimonio vivo de una fe que persevera, nosotros también debemos perseverar en esta apasionada fe.

“Despojémonos de todo peso” Debemos despojarnos de todo estorbo que nos hace lentos para avanzar en la carrera de la vida cristiana. Cada creyente debe honestamente evaluar que cosas en su vida se están constituyendo en estorbo para seguir la carrera de la fe; lo que para uno es una carga no lo es para el otro; pero todos necesitamos despojarnos de cualquier “peso”. El atleta debe disciplinarse a sí mismo, despojarse de todo peso superfluo, no sólo de objetos pesados alrededor del cuerpo sino también de exceso de peso corporal. Hay muchas cosas que pueden ser perfectamente buenas en sí mismas, pero que estorban a un competidor en la carrera de la fe; son “pesos” que deben ser dejados de lado.

“Del pecado que nos asedia” La palabra “asediar”, en griego, da la idea de “lo que distrae fácilmente”. Así como el “peso” es propenso a estorbar al atleta, así el “pecado” es propenso a desviarlo de su meta.

El autor de la Carta está pensando en el pecado como algo que inevitablemente va a estorbar al creyente en su “carrera” y lo hará caer antes de llegar a la meta. Así, el pecado es algo “que nos enreda”.

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Hebreos

El peligro del que nos quiere advertir el autor de la Carta es el pecado de la incredulidad; se ha hablado de la necesidad de perseverar en la fe una vez recibida y no caer en la tentación de apartarse del Evangelio. Si bien jamás pensaríamos en la apostasía, de forma sutil estamos permitiendo que ciertas actitudes nos vaya alejando de la correcta comunión de amor con Dios y con los hermanos: esto es pecado. “Corramos con paciencia” Esta carrera debemos realizarla con “paciencia” (perseverancia, constancia), pues el premio no es para quien comienza bien, sino para quien termina bien. La palabra “corramos” enfatiza la unidad fraternal para perseverar: corremos juntos. “La carrera” “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1ªCorintios 9:24-25) Corramos la carrera de la vida cristiana con la idea de llegar a la meta: las Bodas del Cordero. Abstengámonos de todo aquello que pueda distraernos, alejarnos e impedir que lleguemos a la meta: al encuentro de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Corramos juntos, somos un solo equipo, una familia unida para alcanzar una meta común: el encuentro con nuestro Señor y Salvador Jesucristo. “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14) Dejemos atrás el pasado, el pecado y todo lo que nos estorba; tenemos una meta en la vida, avancemos con entusiasmo pues hemos sido invitados a ser ciudadanos de la Nueva Jerusalén.

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Hebreos

12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

“Puestos los ojos en Jesús” Para avanzar en la carrera de la vida cristiana se requiere fijar la mirada en Jesús, pues es hacia Él que nos dirigimos: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2)

Si en la carrera de la vida cristiana, nos distraemos volviendo la mirada hacia “el engaño de las riquezas”, o si nos dejamos enredar por “los afanes de este siglo”, o si tropezamos en pecados diversos; nuestro avance quedará tristemente interrumpido. De esto nos advierte Jesús: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) Comenzó bien pero no pudo perseverar.

“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62) Las distracciones nos desvían de la meta. Para correr con éxito esta carrera de la fe, debemos mantener fija la mirada en Jesús. Si desviamos la mirada tropezaremos y nos desviaremos de la ruta de fe. Caminar por la vida con la mirada fija en Jesús, es expresión de amor, de una bella comunión de amor con Dios, es expresión de confianza apasionada en Jesús manifestada en seguimiento entusiasta.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1ªJuan 2:15)

Tenemos testimonios de héroes y heroínas que con apasionada fe caminaron con Dios por el sendero de la vida.

Nosotros también, despojémonos de “todo” lo que nos estorba y corramos pacientemente y apasionadamente la carrera de fe hasta llegar a la meta: las Bodas del Cordero. AMEN JFVS

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JESÚS Y EL SALON DEL TRONO HEBREOS 12:2

12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. “Puestos los ojos en Jesús” Para correr con éxito la carrera de la fe, debemos mantener fija la mirada en Jesús. Si desviamos la mirada tropezaremos y nos desviaremos de la ruta de fe. Esta carrera de fe es menciona en el verso anterior: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (12:1) Todos esos héroes de fe descritos en capítulo 11 son la nube de testigos; nosotros los vemos a ellos como testimonio de una fe que persevera, nosotros también debemos perseverar en esta carrera de fe con la mirada fija en Jesús. Debemos despojarnos de todo estorbo que nos hace lentos para avanzar en la carrera de la vida cristiana. Cada creyente debe honestamente evaluar que cosas en su vida se están constituyendo en estorbo para seguir la carrera de la fe; lo que para uno es una carga no lo es para el otro; pero todos necesitamos despojarnos de cualquier “peso”, incluyendo el pecado. Esta carrera debemos realizarla con “paciencia” (perseverancia, constancia), pues el premio no es para quien comienza bien, sino para quien termina bien.

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Hebreos

“El autor y consumador de la fe” El capítulo 11 concluye con dos grupos de relatos: Uno (vv32-35) nos presenta el poder de la fe para “vencer” El otro (vv36-38) el poder de la fe para “sufrir” Ahora, capítulo 12 presenta a Jesús como la persona que: Ha abierto el sendero de la fe (“autor”) y Ha corrido la carrera de la fe hasta el triunfo (“consumador”) Jesús es el “autor” de la fe porque Él es quien ha guiado a todo el pueblo de Dios, desde las épocas más primitivas, a lo largo del camino de la fe. Ninguno de los héroes y heroínas de la fe han corrido esta carrera solos, Jesús estuvo siempre con ellos y lo estará con cada uno de nosotros que caminemos esta carrera: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20) “Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39) Sin saberlo, sin ser plenamente consciente, desde Abel, todas las personas de fe, han recibido de Jesús el impulso de fe para perseverar en la carrera de la fe, caminando con Dios. Igualmente nosotros, muchas veces no somos plenamente conscientes de la presencia de Jesús en nuestra vida, mucho menos de su amor por nosotros. Pero siempre ha sido Jesús quien nos ha sostenido, quien nos ha levantado, quien nos ha impulsado a seguir adelante, contra todo, contra todos, perseverando en la fe. ¡Hoy estamos aquí gracias a Jesús! Amén.

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Hebreos

Jesús no sólo es el “autor” de la fe; en Él la fe ha alcanzado su perfección. “Confió en Dios” dijeron de él cuando estaba en la cruz: “De esta manera también los principales sacerdotes…con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar…confió en Dios; líbrele ahora si le quiere…” (Mateo 27:41-43; haciendo eco del Salmo 22:8) Toda la vida de Jesús estuvo caracterizada por una fe inquebrantable y nunca lo fue más que cuando en el Getsemaní se encomendó en las manos de su Padre para la muy dura prueba de la cruz con las palabras: “mas no lo que yo quiero, sino lo que tú” (Marcos 14:36) Fue en la cruz del Calvario donde Jesús completó su carrera y es, por tanto: “consumador de la fe”. “El gozo puesto delante de Él” El gozo puesto delante de Jesús es el que Él experimentaría después de sufrir la cruz: La satisfacción de saber que el camino de nuestra salvación estaba abierto y todos nosotros podemos tener libre acceso a la presencia de Dios Padre. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16) “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8) “Sufrió la cruz” Morir crucificado era alcanzar las profundidades más terribles de la desgracia; era un castigo reservado para aquellos que eran considerados menos aptos para vivir entre todos los seres humanos. Los ciudadanos romanos habían sido exceptuados de una muerte así, ni siquiera se mencionaban las palabras “cruz” o “crucifixión” en medio de una conversación de ciudadanos romanos, por considerarlas indignas

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Hebreos

“Menospreciando el oprobio” Versión popular traduce: “sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte” Para Jesús lo único importante era cumplir la voluntad de su Padre de completar nuestra salvación muriendo en la cruz del Calvario. Esa es obediencia apasionada “Se sentó a la diestra del trono de Dios” El trono de Dios, al cual Jesús ha sido exaltado, es el lugar donde ha ido como precursor de su pueblo: “donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre…” (Hebreos 6:20) Esa es la meta del camino de la fe: llegar al salón del trono de Dios Jesús como pionero ha alcanzado ya la meta, pero todos aquellos que “perseveremos hasta el fin” llegaremos también a ese salón del trono, esa es nuestra esperanza: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero…” (Apocalipsis 7:9) Perseverar en la carrera de la fe, caminando con Dios en comunión de amor diariamente hasta el fin, es el llamado de Jesús para nosotros hoy y su promesa es: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21) AMEN JFVS

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JESÚS EJEMPLO NUESTRO HEBREOS 12:3-6

12:3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. “Considerad” Esta palabra, en griego, tiene tanto la idea de “comparación”, como de “tener en cuenta”. Este pasaje nos invita a considerar el sufrimiento de Jesús como consuelo en medio de nuestras humanas aflicciones, pues Jesús nos puede comprender: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:14-16) La contradicción de que Jesús fue objeto durante toda su vida terrenal, no consistió solamente en palabras, fue sobre todo la oposición, la rebelión y la enemistad con que el mundo le persiguió hasta la cruz. Jesús por amor a nosotros soportó todo el dolor y agonía de la cruz; sería vergonzoso e indigno que un cristiano no quiera soportar ningún tipo de dolor por causa del Evangelio. 12:4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; Al soportar la hostilidad de los pecadores Jesucristo sufrió la muerte: “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8)

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Hebreos

Permanecer fieles a Dios, perseverar en la fe, implica luchar contra el pecado. Pero esta lucha no es solo soportar tentaciones o burlas; puede llegar hasta la persecución, a la tortura física y aún hasta el martirio. Pero en todo esto Jesús siempre puede entendernos (4:15) y fortalecernos en medio de la aflicción. Así Jesús nos invita a perseverar: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10) Dice la Biblia, de los que perseveran en la fe, en medio de los ataques del diablo: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:11) 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.

Se deben interpretar los sufrimientos como una purificación y la purificación como una evidencia del favor de Dios para con sus hijos y por lo tanto no como ocasión para el desaliento sino para el estímulo.

En este versículo queda claro que la disciplina en el cristiano es sinónimo del amor de Dios hacia sus hijos adoptivos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)

Nosotros al aceptar a Jesús somos introducidos en la Familia de Dios; pero veníamos muy mal educados, así que Dios por amor a nosotros invierte tiempo educándonos, corrigiéndonos, disciplinándonos, a fin de ser dignos representantes de la Familia de Dios.

El texto que se cita es Proverbios 3:11-12 según la versión de la Septuaginta. La disciplina que Dios ejerce sobre nosotros está impulsada por el amor paternal que quiere a toda costa encaminar al amado hijo por la senda correcta en la vida.

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En este texto se mencionan los azotes, el uso de la vara. Nuestro Padre Celestial sigue aquí el consejo dado a los padres terrenales: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24) En la segunda mitad de Proverbios 3:12 la Septuaginta (traducción al griego del AT muy utilizada por los primeros cristianos) se desvía del Texto Hebreo (TM), que lee: “como el padre al hijo a quien quiere”. Por tanto, la idea de “azotar”, no está en el texto hebreo de Proverbios. En Proverbios 3:11 “castigo”, corresponde a la palabra hebrea “musar” y significa el castigo individual como parte del régimen general de educación y disciplina. Este “castigo” no queda especificado a qué se refiere, pero da la idea de una restricción a las comodidades del hijo a fin de que éste valore que sus actos acarrean consecuencias y por lo tanto debe ser más sabio al tomar decisiones. En Proverbios 3:11 “corrección” corresponde a la palabra hebrea “tokajat” y describe el esfuerzo intelectual, por medio de argumentos, que pretende hacer ver y reconocer el error o culpa en el hijo. En Proverbios 3:12 “castigo” corresponde a la palabra hebrea “yokiyaj” con la idea básica de “razonar juntos”; es sinónimo de la palabra hebrea “yasar” cuya significado es educar, instruir, enseñar, formar, advertir. Por tanto, en la educación se manifiesta una especie de paternidad divina: “Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Yahvéh tu Dios te castiga” Deuteronomio 8:5 En este contexto se inserta muy bien la idea de: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Romanos 8:28-29. Pacientemente acepta la educación que nuestro amado Padre nos brinda pues somos sus hijos amados, por tanto, perseveremos en la carrera de la fe. AMEN JFVS

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JESÚS NOS DISCIPLINA HEBREOS 12:7-11

12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿Qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? ¡Qué gran privilegio ser tratados en disciplina y amor por Dios como sus hijos! ¡Mejor es ser reprendido por Dios, que ser halagado por el diablo! 12:8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Un padre utilizaría mucho cuidado y paciencia en la educación de un hijo suyo verdadero, a quien espera convertir en un heredero digno y en ese tiempo un hijo así podría tener que soportar mucha más disciplina rigurosa que un hijo ilegítimo, para quien no se ambicionaba ningún futuro de honor y responsabilidad familiar, y a quien, en buena medida, por lo tanto, podía dejarse que hiciera lo que le agrada. Es interesante la nota: “de la cual todos han sido participantes”, la cual aclara que todos los que perseveramos en la fe, caminando con Dios, estamos participando, a través de tribulaciones, de esta disciplina divina. 12:9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus y viviremos? Nuestros padres terrenales nos disciplinaban durante un período limitado de años que precedía a nuestra adultez, y recibían el respeto apropiado de parte de nosotros. Aceptamos la disciplina en el entendido que sabían, o pensaban que sabían, qué era lo mejor para nosotros.

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Es interesante notar que el texto indica que venerábamos a nuestros padres en función de la disciplina que nos aplicaron y no a pesar de ella. Al llegar a cierta edad, entendimos el amor de nuestros padres y su esfuerzo por educarnos; en gratitud, los veneramos. Ahora bien, nuestros padres pueden haber estado equivocados en la disciplina que necesitábamos; sin embargo, podemos confiar que nuestro Padre Celestial, en la perfección de su sabiduría y amor, nunca va a imponernos ninguna disciplina que no sea para nuestro bien; y el bien supremo que tiene en vista para sus hijos es este: compartir su santidad (v10 y v14) “Padre de los espíritus” está en contraste con los padres terrenales (“carnales”) buscando poner de relieve la superioridad de la paternidad divina sobre la humana. El término “espíritu” nos recuerda nuestra naturaleza espiritual. 12:10 Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Por medio de la disciplina actual, Dios nos está capacitando para poder participar en aquel día glorioso de su santidad y esto significa que nuestra vida actual con su disciplina es una preparación para poder vivir adecuadamente con Jesucristo en su gloria, en el futuro que nos espera después de su regreso triunfal. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18) “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4)

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Hebreos

Nuestra estancia terrenal ciertamente no es la única que vamos a vivir, es apenas una preparación para la verdadera vida espiritual que habremos de disfrutar en comunión de amor con Dios: esta es “su santidad”, de la que habremos de participar. 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra” (Salmo 119:67) “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata” (Salmo 119:71-72) Nuestro Señor Jesús pidió a sus discípulos que se regocijaran cuando fueran perseguidos por causa de hacer la voluntad de Dios, porque de ellos iba a ser el Reino de los cielos: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5:10-12) El creyente que acepta la disciplina de la mano de Dios como algo diseñado por su Amado Padre Celestial para su bien, deja de sentirse resentido y rebelde; ha encontrado calma para su alma. La disciplina de Dios consiste en que Él toma las diversas circunstancias que nos rodean y las utiliza para brindarnos enseñanzas útiles a nuestra vida; es así como para el cristiano “todas las cosas ayudan para bien” (Romanos 8:28) AMEN JFVS

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JESÚS SANTIDAD Y AMOR HEBREOS 12:12-17

12:12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Se utiliza Isaías 35:3 con la idea de animar a los hermanos a mantenerse firmes en la fe: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles”. La congregación sufría de lo siguiente: la vitalidad de su vida espiritual disminuye, crece la indiferencia, el entusiasmo de los primeros años se nota cada día menos, y en algunos de ellos ha desaparecido por completo. 12:13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Expresión tomada de Proverbios 4:26 insistiendo en que siga un camino recto, se piensa ante todo en los miembros de la congregación que se hallan en mayor peligro: “Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos”.

“Cojo” todo cristiano tiene algo faltante en su caminar cristiano, y si no se toman precauciones podemos salirnos del camino arrastrados por las debilidades. Por ello el texto de Proverbios continúa: “No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal” (Proverbios 4:27)

12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

“Seguid” literal: “perseguir”, ir a la caza de esta paz. “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:17-18)

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Hebreos

No solo debe cultivar sanas relaciones con sus semejantes (paz), además, debe tener una actitud de disponibilidad para servir a Dios, esto es la santidad. Ver al Señor es la bendición más alta y más gloriosa que el individuo puede disfrutar, pero esta bendita visión está reservada para aquellos que tienen santidad, esto es, para aquellos que viven con la plena convicción de estar reservados para servir a Dios. Entonces una muy buena forma de “hacer sendas derechas” en la carrera de la fe, consiste en servir a Dios, haciendo su voluntad y manteniendo sanas relaciones fraternales. 12:15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; La “gracia de Dios” es la actitud bondadosa de Dios por la cual nos ha regalado la salvación; esta misma actitud bondadosa es la que nos permitirá completar el proceso de nuestra salvación hasta llegar al salón del trono en las Bodas del Cordero. En nuestra experiencia de conversión experimentamos paz, gozo y amor de parte de nuestro amado Padre celestial; conforme avanzamos en la vida cristiana fuimos experimentando la belleza del Evangelio en nuestra vida y disfrutamos de maravillosas manifestaciones de su misericordia. Pero en algún momento y por diversas causas, descuidamos nuestro avance en la carrera de la fe, descuidamos nuestra recién adquirida comunión de amor con Dios, nos tropezamos con algún “pecadillo”, volvimos la mirada hacia atrás. Dejamos entonces que algunas de las raíces de amargura, anidadas en nuestro interior, volvieran a brotar y nos arrastraran a la melancolía, a la añoranza, e incluso hacia la tentación. En nuestro trágico deslizamiento podemos arrastrar a otros a situaciones de pecado, de conflicto, de soledad ¡cuidado!

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Hebreos

“No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yahvéh nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo” (Deuteronomio 29:18) Algunas de estas “raíces de amargura” son aquellas que surgen por querer conservar a nuestros ídolos modernos y a la vez querer ser cristianos. Tal actitud conduce a la ruina espiritual, pero además afecta a los hermanos que nos rodean. “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (He 3:12)

12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.

“Fornicario”: idólatra; el cristiano que sigue con la vista puesta en los ídolos modernos: belleza, dinero, atesorar cosas, placeres sexuales, automóviles, egocentrismo, ropa, joyas, casas, etc. El pecado de Esaú al despreciar la promesa y excluirse así del pacto de Dios es caracterizado como “fornicación”

“Profano”: persona que pretende servirse de Dios en vez de querer servirle. Dios está realizando su obra en la tierra y nos invita a unirnos a su proyecto; allí es donde está la provisión, la protección y la presencia divinas; el ser humano debe unirse a los planes de Dios y servirle con entusiasmo.

12:17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.

El bocado de comida pronto se terminó, pero las consecuencias de su elección nunca. Vender la santidad a cambio del potaje que nos ofrece el mundo nos llevará a la condenación.

Nuestra santidad consiste en haber sido apartados parta servir a los propósitos de Dios aquí en la tierra y participar allá en el cielo en las Bodas del Cordero. Evaluemos nuestras decisiones y no olvidemos que nuestra vida se extiende más allá de la muerte, que nuestro destino está en la Ciudad de Dios. No vendamos nuestra ciudadanía celestial por unas migajas de pecado que Satanás nos avienta al suelo. Perseveremos apasionadamente en la carrera de la fe, caminando con Jesús en comunión de amor. AMEN

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JESÚS Y JERUSALEN CELESTIAL HEBREOS 12:18-24

12:18 Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 12:19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, 12:20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; 12:21 y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; “Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte” (Éxodo 19:16-17) “Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahvéh había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo…Y descendió Yahvéh sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Yahvéh a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió” (Éxodo 19:18-20) “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron…entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios” (Éxodo 20:18-21) Esta manifestación espectacular de la presencia del Señor sobre el monte Sinaí tenía un propósito didáctico, era un recurso para mostrar al pueblo la grandeza de Yahvéh por encima de los dioses y el poderío egipcio.

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Hebreos

Estas tinieblas querían comunicar que nadie puede “ver” a Dios con toda claridad, no antes de que Jesús llegara a la tierra y con su sangre preciosa derramada en la cruz nos abriera el acceso directo al salón del trono.

Moisés se encontraba ante el umbral de lo divino, experimentó una especie de horror religioso, de ansiedad y crisis espiritual ante el misterio absoluto. Moisés no está entrando a cualquier lugar, de hecho, jamás había experimentado algo así, su cuerpo entero era recorrido por un estremecimiento angustioso pues su instinto le indicaba que lo que estaba frente a él no pertenecía a las realidades terrenales.

Se trata de una profunda reverencia que nos hace reconocer lo indigno que somos y a la vez emociona en extremo ante la posibilidad de llegar delante de la persona que amamos con toda la intensidad de nuestra vida. Moisés estaba espantado, aún temblando ¿acaso nosotros no experimentaremos semejante sensación cuando estemos encaminándonos hacia su presencia?

Una mezcla de alegría desbordante, profunda gratitud, reverencia absoluta, emociones al límite, pasión desbordada, humildad que nos postra de rodillas y sensible sentido de vergüenza por lo que hemos sido. Entre más conocemos de Dios, entre más profunda es nuestra adoración y entre mejor lo reconocemos en nuestra vida, más plenamente entendemos esta experiencia de Moisés.

12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 12:23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 12:24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

“Os habéis acercado”: experiencia de conversión. Aún viviendo todavía en la tierra, los cristianos forman parte de la comunidad del cielo. El autor de la Carta habla de nuestro encuentro con Jesús en la “Jerusalén celestial”, como si fuese un evento presente, pues en el plano de realidad espiritual ya comenzamos nuestro acercamiento.

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Hebreos

Ser primogénito en el Antiguo Testamento implicaba ser posesión especial de Dios y recibir una herencia especial. Ahora, en el Nuevo Testamento cada cristiano ha heredado el derecho de ser llamado hijo de Dios (Juan 1:12) y recibir la herencia eterna: somos “la congregación de los primogénitos”.

“Están inscritos en los cielos” Estar inscritos en el libro de la vida, es garantía de salvación y es el más alto privilegio; nada en la tierra que obtengas será igual a esta ciudadanía: “…regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20) “No entrará en ella ninguna cosa inmunda… sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27)

La mención de Dios como juez enfatiza el hecho de que cada persona deberá dar cuenta de su vida a Dios en el juicio final: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él…y vi a los muertos…de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:11-12)

“Espíritus de los justos hechos perfectos” se refiere a los mencionados en cap11 y que junto con nosotros, gozaremos de la comunión íntima con Dios: esa es nuestra perfección.

Acercarse a Dios por medio de Jesús significa tener “libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” (Hebreos10:19) por ello Jesús es el “Mediador de un nuevo pacto”; de acuerdo con esto, se dice que los creyentes han venido a “la sangre rociada”. Por medio de la sangre del nuevo pacto simbólicamente aplicada, los corazones de los creyentes son “purificados… de mala conciencia” (10:22) La remoción de la mala conciencia remueve también la barrera entre ellos y Dios; el sacrificio de Cristo, por tanto, “nos habla mejor que la sangre de Abel”.

Acercarnos a la “sangre rociada” es una manera muy especial de referirse a la experiencia de conversión, a la salvación alcanzada por medio de la sangre de Jesús derramada en la Cruz. ¡Ya somos salvos! y vamos a la Jerusalén celestial donde los ángeles nos esperan para vivir eternamente en comunión de amor con Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS FUEGO CONSUMIDOR HEBREOS 12:25-29

12:25 Mirad bien que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. Dios habló a su pueblo por medio de Moisés, sin embargo, el pueblo no quiso escuchar (obedecer) a Dios y rechazaron el liderazgo de Moisés (Números 14); por esta actitud Israel permaneció en el desierto 40 años. Ahora Jesús desde “los cielos” nos habla y se advierte del peligro que representa rechazarlo. 12:26 La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. “Porque así dice Yahvéh de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Yahvéh de los ejércitos” (Hageo 2:6-7) El regreso de Jesucristo, que esperamos expectantes, marca el fin absoluto y definitivo de este sistema mundial del cual no quedará nada; será así el fin de la civilización humana. 12:27 Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.

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Hebreos

Cuando, de acuerdo con la promesa divina, tenga lugar esta revolución cósmica, todo el universo material se caerá en pedazos y las únicas cosas que sobrevivirán serán aquellas que pertenecen al orden espiritual. A este orden eterno pertenece el Reino de Dios, cuyos ciudadanos esperan la llegada de Jesús. La primera sacudida fue en Sinaí, cuando “…todo el monte se estremecía en gran manera” (Éxodo 19:18); la segunda abarcará toda la realidad material, descrita aquí como “cosas móviles”. “Aún una vez” indica que esta segunda sacudida será la última y manifestará lo definitivo, que ya no podrá ser sacudido jamás. 12:28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; El reino eterno de Jesús, es inconmovible y lo recibiremos quienes perseveremos en la fe hasta el fin. Esta es la meta que impulsa nuestro diario vivir. “Tengamos gratitud”. Seamos agradecidos porque el reino que recibimos es inamovible; y así podemos ofrecer una verdadera adoración aceptable a Dios. Nuestra actitud a Dios debe ser de festiva gratitud, sin olvidar la profunda reverencia y el respeto reverente de que Él es digno. Nuestra adoración debe tener en cuenta este equilibrio de actitudes a fin de poder agradarle y servirle.

12:29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.

“Porque nuestro Dios es fuego consumidor” Tal adoración sacrificial debe ser ofrecida con un adecuado sentido de la majestad y santidad del Señor: no solo agradecimiento, sino también reverencia y respeto solemne (temor) deben marcar el acercamiento de su pueblo. Aquel que descendió sobre el monte Sinaí en fuego y habló a su pueblo en medio de ese fuego, aún consume en el calor de su pureza todo lo que es indigno de Él.

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Este es un aspecto del carácter de Dios, según está revelado en la Biblia, al cual se le presta poca atención en el pensamiento de nuestros días; pero si hemos de ser completamente honestos con Dios no debemos ignorar ninguna parte de su revelación. La reverencia y temor ante su santidad no son incompatibles con la confianza agradecida y el amor como respuesta a su misericordia. No puede haber un servicio de adoración aceptable si tratamos con ligereza o descuidamos el apropiarnos la gracia salvadora, que es nuestra mediante la preciosa sangre de Jesucristo derramada en la cruz del Calvario. “Porque Yahvéh tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso” (Deuteronomio 4:24) O consumirá el pecado en nosotros o nos consumirá a nosotros en nuestro pecado En el monte Sinaí Dios habló por medio de Moisés, quien amonestó al pueblo respecto a la ley de Dios, la amonestación fue terrenal; esta revelación de Dios conmovió el monte. Ahora Dios nos habla por medio de Jesús, quien está en el cielo, la amonestación es ahora celestial, por lo que el mensaje del Evangelio es de la más alta importancia. Si en el Antiguo Testamento era grave no obedecer la amonestación terrenal, mucho más lo es no atender a la amonestación celestial. Se anuncia, en esta sección, el fin de todas las cosas existentes. Un día, Dios ha de conmover el cosmos, será el día del regreso de Jesucristo en el cual la civilización humana llegará a su fin. Nada quedará del orden actual. Pero nosotros hemos recibido en herencia el Reino eterno e inconmovible; por ello, con absoluta reverencia, con profundo respecto y con festiva gratitud; adoremos a Dios en santidad de vida, dejando de distraernos con las cosas de este mundo y gozándonos en la adoración en espera del regreso de Jesús con la herencia prometida. AMEN JFVS

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JESÚS Y EL AMOR FRATERNO HEBREOS 13:1-4

13:1 Permanezca el amor fraternal

“Permanezca”, en griego esta palabra indica que el estado de amor fraternal ya existía en la congregación; ahora se recomienda la permanencia de tal estado, el cual es responsabilidad de todos los miembros de la congregación. “Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros” (1ªJuan 3:11) El primero y más importante mensaje que hemos recibido es el del amor fraternal que debe perseverar en la comunidad cristiana.

“Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más” (1ªTesalonicenses 4:9-10) El amor fraternal es una de las consecuencias naturales de perseverar en la fe.

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios” (1ªJuan 4:7) El objetivo de cada creyente es establecer una comunión de amor con Dios y esta comunión tendrá su reflejo natural en la comunión de amor unos con otros.

“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros” (1ªJuan 4:12)

13:2 No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Lo que nosotros hacemos por Dios tiene un alcance mayor del que sabemos. En el ambiente de las nacientes congregaciones del primer siglo, la hospitalidad era indispensable, tanto para recibir las reuniones de la congregación en casa, como también el recibir a los predicadores que viajaban de ciudad en ciudad.

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Hebreos

La palabra “ángeles” designa a los mensajeros de Dios, sea que se trate de seres espirituales o de predicadores; por ejemplo, en el libro de Apocalipsis a los pastores de las congregaciones se les designa con este título de “ángeles” (mensajeros de Dios) pues toda persona que trae un mensaje de Dios por medio de la predicación de la Biblia es un ángel (Apocalipsis 1:20; 2:1)

Se debe recibir en casa a los hermanos de la congregación con la misma solicitud con la que se le atendería a un ser celestial, pues sin saberlo, algunos de los nuevos creyentes de hoy serán los predicadores (ángeles) de mañana; que honor haberles ayudado en su experiencia con Dios.

Sin embargo, igual que la experiencia de Abraham (Génesis 18), nuestra actitud de hospitalidad puede ser bendecida con la visita de seres espirituales. Abraham recibió a Yahvéh y a dos ángeles, los cuales comieron descansaron y platicaron con Abraham. Personas que nosotros consideramos predicadores o nuevos creyentes, podrían ser personificaciones de seres celestiales.

13:3 Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.

“Los presos”, en el contexto de la Carta, se refiere a los hermanos de la congregación que a causa de su fe en Jesús han sido hechos prisioneros. La iglesia ya ha sufrido persecuciones: “Algunos de ustedes fueron insultados y maltratados públicamente, y otros se unieron en el sufrimiento con los que fueron tratados así. Ustedes tuvieron compasión de los que estaban en la cárcel, y hasta con alegría se dejaron quitar lo que poseían, sabiendo que en el cielo tienen algo que es mucho mejor y que permanece para siempre” (Hebreos 10:33-34; VP)

Compasión hacia los que sufren. No puede haber verdadera fraternidad si no entramos en los sufrimientos de los demás: orando, escribiendo, visitando, etc. Debemos ser considerados con cualquiera de las personas que nos rodean en sus sufrimientos; eso es amor fraternal en acción.

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Hebreos

La buena fortuna momentánea no es excusa para la complacencia, y ciertamente no es evidencia de favoritismo celestial, ni es garantía para el futuro. Estar “en el cuerpo” es estar igualmente expuestos a todos los riesgos que pertenecen a la vida en la tierra.

“Los maltratados” son aquellos que han sufrido dolor; puede ser debido a torturas o golpes a causa de ser cristianos, puede ser por causa de enfermedades, también puede ser “dolor” del alma por las calumnias recibidas por los inconversos. Aquí queda englobado un gran catálogo de posibilidades y esto se hace pensando en que frente a todo dolor físico, psicológico o del espíritu y que se trata de uno de nuestros hermanos, es nuestra responsabilidad servirles brindándoles algún tipo de apoyo y de consuelo en amor fraternal.

13:4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

En el ambiente de la congregación, el matrimonio debe ser igualmente respetado por todos: por los casados, que deben tener su unión conyugal como cosa sagrada y por los que siendo solteros, deben honrar el matrimonio ajeno. Esto será una maravillosa manifestación del amor fraternal en la congregación, que busca preservar y fortalecer cada hogar que se está integrando a la experiencia de salvación.

La fornicación y el adulterio no son sinónimos en el Nuevo Testamento: el adulterio, en griego: “moijeía”, implica infidelidad por cualquiera de las partes al voto matrimonial; mientras que la palabra traducida “fornicación”, en griego: “porneía”, cubre una amplia variedad de irregularidades sexuales. “Lo que Dios quiere es que ustedes lleven una vida santa, que nadie cometa inmoralidades sexuales y que cada uno sepa dominar su propio cuerpo en forma santa y respetuosa, no con pasión y malos deseos como las gentes que no conocen a Dios. Que nadie abuse ni engañe en este asunto a su prójimo, porque el Señor castiga duramente todo esto, como ya les hemos advertido” (1ªTesalonicenses 4:3- 6; VP)

Jesús nos dice hoy: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor…Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:9-12) AMEN JFVS

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JESÚS DIOS ETERNO HEBREOS 13:5-8

13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; En griego, la avaricia es el amor al dinero: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1ªTimoteo 6:10) “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) El “engaño de las riquezas” es creer que con más dinero seremos felices. “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1ªTimoteo 6:11) ¡Cuán importante es el enfoque de nuestro amor en la santidad! “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él…Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ªJuan 2:15-17) Desde v1 se está hablando de cómo enfocar positivamente nuestro amor; aquí hay un aspecto del amor que debe ser vigilado: “Sea vuestro carácter sin rastro de amor al dinero” y las cosas que se compran con dinero. Nuestros más altos anhelos deben enfocarse en un cada vez más excelente servicio a Dios; tratar de enfocarnos en imitar los estándares de confort mundano es avaricia y nos alejará de la voluntad de Dios. Se mencionan dos textos: la primera cita, en v5, viene de Josué 1:5, que a su vez cita Deuteronomio 31:6 y 31:8

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13:6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. Los cristianos pueden aprender a contentarse con limitadas ventajas materiales si realmente confían en la Palabra de Dios, prefiriendo la comunión con Dios que la adquisición de cualquier cosa material a costa de dañar su vida espiritual o el testimonio de fe. La presencia de Dios es la mejor prenda de seguridad del creyente. La cita aquí es del Salmo 118:6 El texto se debe conectar directamente con el tema de la avaricia. El verdadero cristiano no ama al dinero, ama a Dios profundamente y por ese amor renuncia a cosas y placeres mundanos con tal de pasar más tiempo con Dios y participando en el avance de su Reino. La posesión más valiosa del cristiano es estar en compañerismo con Dios y sirviendo a los intereses del Reino con gozo; por tanto su vida y felicidad no depende de lo material sino de Dios. Además, el cristiano de fe no tiene miedo a lo que humanamente pudiera pasarle por no tener tal o cual cosa material, pues nuestro “ayudador” es Dios mismo ¿Qué podemos necesitar? 13:7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.

La iglesia necesita siempre estudiar cuidadosamente las vidas y enseñanzas de los líderes cristianos del pasado, a fin de seguir sus huellas, su manera de vivir e imitar la fe que los sostuvo. Estos pastores de v7 ya no están con ellos por algún motivo que no se menciona en la Carta; pero ellos procuraron comunicar de una manera clara la Palabra de Dios.

Ahora la iglesia, en actitud de amor y reconocimiento a sus pastores, debe considerar y buscar los frutos producidos por la conducta de cada uno; tal vez de uno de ellos se aprenda su amabilidad, de otro su disciplina, de otro su pasión por servir, de otro su humildad, de otro sus enseñanzas, etc.

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Pero de todos, si se busca con amor, hay algo de su conducta que nos sirve a la congregación; debemos unirnos a ellos en el peregrinaje que han emprendido hacia la Ciudad de Dios, imitando su fe, su certeza del regreso triunfal de Jesús por nosotros. 13:8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Esta frase, para cualquier judío de la época y más para los lectores originales que eran versados en las Sagradas Escrituras, les haría pensar inmediatamente en Yahvéh. Esta es una declaración de la naturaleza de Dios aplicada a Jesús, con lo que claramente y deliberadamente el autor de la Carta quiere expresar la maravillosa revelación de que Jesucristo es Dios mismo. Frente al mundo variable y pasajero, Jesús permanece siempre invariable e inconmovible, Jesucristo siempre es el mismo. “Ayer” Jesús ofreció “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte” (Hebreos 5:7) “Hoy” representa a su pueblo ante la presencia de Dios, un Sumo Sacerdote capaz de simpatizar con ellos en su debilidad, porque “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15) “Por los siglos” vive, “para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). Su ayuda, su gracia, su poder, su guía, están a disposición de su pueblo en forma permanente pues su sacerdocio es inmutable y permanece para siempre (Hebreos 7:24) Por tanto, dejemos ya de afanarnos por las cosas mundanas que nos lastiman, nos agobian y nos atan; confiemos en la provisión de Dios, confiemos en la protección de Dios y sobre todo, disfrutemos de la presencia de Dios en nuestro diario vivir AMEN JFVS

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JESÚS OFRENDA GRATA HEBREOS 13:9-16

13:9 No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.

Porque “Jesucristo es el mismo” (v8), no se dejen llevar por enseñanzas diferentes y extrañas. Es mejor fortalecernos en el amor de Dios que en seguir reglas inútiles sobre alimentos.

Ser llevados: ser arrastrados. La tentación era el intento de hacerse moral y espiritualmente fuertes con normas dietéticas; aunque ya Jesús dijo que de todo podemos comer: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva, o días de reposo” (Colosenses 2:16)

“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido” (Ro 14:1-3)

13:10 Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo.

Nuestro “altar” es la cruz del Calvario. De este “sacrificio” no pueden “comer” (participar) los que continúan sirviendo al Tabernáculo (el Templo de Jerusalén); aquellos que pretender observar las disposiciones del Antiguo Pacto, que incluye, entre otras cosas, prescripciones en cuanto a días de fiesta y comidas. Para disfrutar de la salvación lograda por Jesús es necesario salir del ritualismo.

13:11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.

Levítico 16: el animal sacrificado era quemado (holocausto) fuera del campamento y la sangre era rociada en el propiciatorio (la tapa del arca del pacto); así el pecado quedaba, simbólicamente, cubierto.

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Este ritual era provisional hasta la llegada de Jesucristo, “el Cordero de Dios que quita el pecado”. A partir del sacrificio de Jesús ya no hace falta ningún ritual.

13:12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13:13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio;

La fuente de la verdadera espiritualidad no son los rituales sino la cruz de Jesucristo. Jesús fue llevado fuera de Jerusalén para ser crucificado y esto como señal de rechazo. Pero, así como Moisés “consideró de más valor sufrir la deshonra del escogido de Dios que gozar de la riqueza de Egipto” (11:26) también nosotros debemos considerar esa misma deshonra como mayor riqueza que cualquier otra cosa que este mundo pueda darnos a cambio de nuestra fe.

Después del incidente del becerro de oro, “Moisés tomó la tienda de campaña y la puso a cierta distancia fuera del campamento, y la llamó tienda del encuentro con Dios. Cuando alguien quería consultar al Señor, iba a la tienda, la cual estaba fuera del campamento” (Éxodo 33:7; VP) Ahora, en Jesús, Dios había sido rechazado; por tanto, quien quiera buscarlo debe salir fuera del campamento (el sistema mundial de pecado) hacia Jesús, la nueva tienda de encuentro con Dios: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…” (Juan 1:14) “habitó” en griego es literalmente: “puso su tienda”.

13:14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.

La Ciudad Eterna aún está por venir, pero por fe ya estamos inscritos en ella como ciudadanos. Nuestra estancia aquí es temporal.

13:15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificios de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

“Sacrificio” corresponde en hebreo a “holocausto” (ofrenda totalmente quemada) La alabanza no es un sacrificio para el creyente, en el aspecto de que le sea algo doloroso y difícil. La alabanza es para el creyente una ofrenda a Dios.

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Ya no es necesario traer ofrendas de animales ante un altar como parte de un ritual; ahora la ofrenda de gratitud que podemos presentar a Dios es la alabanza festiva que proclama las grandes hazañas de Dios “Holocausto” etimológicamente da la idea de “algo puesto en alto”; al quemar el animal sacrificado en el altar, una nube de humo ascendía y se entendía que la ofrenda “subía a Dios”, en caso de que esta ofrenda hubiese sido entregada con fe “subía como una ofrenda de olor grato a Yahvéh” “Y percibió Yahvéh olor grato…” (Génesis 8:21) Nuestra alabanza de gratitud a Yahvéh es un “sacrificio”, puede ascender a Dios y serle grata; por tanto, cuidemos la calidad y la actitud durante la alabanza. Nuestra actitud debe ser de entrega total, no podemos darle al Señor una alabanza parcial, porque entonces ya no sería sacrificio de alabanza; cuando estamos distraídos y pensando en otra cosa, dejamos de ofrecer este “sacrificio de alabanza”. 13:16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios. Nuestras acciones benéficas se convierten en parte de este “sacrificio de alabanza”. El hacer bien y la ayuda mutua entre los miembros de la Familia de Dios es expresión de amor sincero que a Dios agrada; pues su voluntad para su comunidad es que esté viva en armonía ayudándose unos a otros para juntos perseverar hasta el fin. Nuestra ayuda mutua tiene un objetivo específico: que juntos lleguemos al encuentro con Jesús. No nos dejemos deslumbrar por el destello del ritualismo, ni nos dejemos engañar por el error doctrinal; ayudémonos unos a otros en amor y entonemos alabanzas festivas que suban hasta el trono de gracia, donde está nuestro Salvador: Jesús. AMEN JFVS

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JESÚS Y LOS PASTORES HEBREOS 13:17-19

13:17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.

“Obedeced”: dejaos persuadir por ellos “Sujetaos”: doblegaos bajo su autoridad “Velar”: vigilar el bienestar espiritual de la congregación

“Velar”: la vigilancia de un rebaño para que ninguna oveja saliera del control del pastor. Los lectores de la Carta son invitados a colaborar con sus pastores para que la tarea de “velar” sea más fácil para ellos, al grado de experimentar gozo en la tarea de “velar”

Siempre iba a haber una tendencia entre las iglesias de que los visitantes que llegaban con ideas “nuevas” y místicas fueran considerados mucho más atractivos e interesantes como personalidades, que los pastores locales, que nunca enseñaban nada diferente a la Biblia. Sin embargo, eran esos pastores locales y no los portadores de enseñanza extraña, quienes tenían una verdadera preocupación por el bienestar de la iglesia y un sentido de responsabilidad ante Dios por la enseñanza que recibía la iglesia

Si la iglesia, en vez de ser dócil, se muestra rebelde a la sana doctrina, indisciplinada y atenta a cualquier falsa enseñanza, el trabajo pastoral se volverá más difícil de lo que es; por ello, no agreguemos más cargas sobre nuestros pastores; que no se entristezcan por esta causa, al contrario, que seamos motivo de gratitud delante de Dios en sus oraciones. La armonía dentro de la congregación también incluye el dar motivos de alegría a nuestros pastores. Toda congregación está expuesta al peligro de dejarse arrastrar por falsas enseñanzas. Para evitar esos peligros, Dios ha colocado pastores en las iglesias que velan por el cuidado de la congregación; ellos deberán dar cuenta a Dios de la enseñanza brindada a la congregación.

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El apóstol Pedro aconseja a los pastores: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” (1ªPedro 5:2) Además, aconseja: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1ªPedro 5:5) Aquí los “jóvenes” son aquellos miembros de la congregación que ya llevan tiempo de crecimiento espiritual, ya no son “niños”; y los “ancianos” son los “pastores”. Pablo aconseja a los pastores: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20:28-29) Los pastores tienen la encomienda de cuidar del rebaño que Jesús ganó por su propia sangre, deben cuidarlo de los ataques de lobos rapaces que entrarán a dividir, dispersar y poner tropiezos a los hermanos. Los pastores deberán cuidar la calidad de la enseñanza que brindan al rebaño. En una comunidad fraternal, por amor, ayudaremos al pastor a que su tarea sea hecha con alegría, por tanto, pondremos toda diligencia en aprender la Palabra de Dios y contribuir a la unidad en amor fraternal. Además contamos con la seguridad de que la mayor satisfacción del pastor somos nosotros, la congregación que Jesús le ha encomendado: “Porque ¿Cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?” Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1ªTesalonicenses 2:19-20)

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13:18 Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo. En griego “orad”: manténganse orando como hasta ahora ¿seguimos orando por nuestro pastor? Los predicadores no son súper-hombres, sino muy humanos, débiles, incapaces de llevar las responsabilidades por su propio esfuerzo, los pastores necesitan del apoyo de su iglesia, principalmente en oración. La responsabilidad de la iglesia es la de orar por su pastor a fin de que pueda sentir el respaldo de quienes está ministrando con amor sincero. “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1ªCorintios 1:26-29) “Estamos convencidos” La responsabilidad del pastor es evaluar constantemente su ministerio y su vida a la luz de la Biblia a fin de mantener sensible su conciencia y estar seguro que está actuando conforme a la voluntad de Dios; el Espíritu Santo bien puede ser escuchado por quien tiene la conciencia sensible a la Biblia 13:19 Y más os ruego que lo hagáis así, para que yo os sea restituido más pronto. El autor de la Carta había esperado poder renovar su asociación personal anterior con ellos, pero hasta ese momento no había podido hacerlo; sin embargo, espera que muy pronto se abra el camino para una reunión, y los invita a redoblar sus esfuerzos de oración por él. El amor fraternal, como manifestación de la fe, puede también expresarse en apoyo sincero y eficaz a quien Jesús ha designado para cuidarnos y encaminarnos a las Bodas del Cordero. AMEN JFVS

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JESÚS PASTOR DE LA PAZ HEBREOS 13:20-25

Bendición Pastoral 13:20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 13:21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos Amen.

“El Dios de paz”, su paz ha de reinar dentro de la congregación: la paz divina.

Dios pudo levantar a Jesús de la muerte, por tanto, puede también levantarnos a cada uno de nosotros de nuestra moribunda condición y vitalizarnos para emprender el peregrinaje hacia la Ciudad de Dios

Jesucristo es el supremo pastor, cada pastor humano tiene que rendir cuentas al Gran Pastor del rebaño asignado (1ª Pedro 5:1-4). Para cada creyente, el aliento de su vida y el estímulo para avanzar, es saber que el que va pastoreándonos, por el sendero de la vida, es Jesucristo nuestro Dios y Salvador

Jesús fue levantado de la muerte “por la sangre del pacto eterno”; su resurrección es la demostración de que el sacrificio que hizo de sí mismo ha sido aceptado por Dios y el nuevo pacto ha sido establecido sobre la base de ese sacrificio

La oración es para que la congregación pueda estar debidamente equipada con los dones espirituales, para realizar todas aquellas buenas obras que Dios ya ha dispuesto para ser realizadas por cada creyente:

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10)

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Y así, realizar la voluntad de Dios, mientras el Señor opera en nosotros “…así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13)

En esta oración se incluye una petición: que Dios los perfeccione de tal forma que la iglesia pueda cumplir eficientemente la voluntad de Dios. Además se pide que Dios haga con la vida de cada creyente lo que Él quiera por medio de Jesucristo.

Esta nota de esperanza ubica nuestra vida en las manos de Dios; nuestro destino, entonces, no depende del pasado, del mundo, de las circunstancias, de la “suerte”; sino del futuro glorioso del Señor Jesús.

No importa de dónde vengamos, nuestro destino está en las manos de Dios. La clave para ser equipado y estar en las manos de Dios es permanecer en obediencia y perseverar en la fe

13:22 Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación, pues os he escrito brevemente.

“La palabra de exhortación” se refiere a un sermón; esta Carta es en un sermón; pero el pastor expresa su amor por la congregación en el sentido que espera que “soporten” esta “palabra” si es que les ha parecido severa.

13:23 Sabed que está en libertad nuestro hermano Timoteo, con el cual, si viniere pronto, iré a veros.

El autor de la Carta, pertenece, al parecer, al equipo misionero de Pablo y con esta Carta, apreciamos que su ministerio se ha especializado en el discipulado de los cristianos convertidos del judaísmo, especialmente aquellos relacionados íntimamente con el sistema sacerdotal levítico

13:24 Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.

Ya han sido exhortados a obedecer a sus líderes; ahora se les pide que transmitan los saludos del autor de la Carta para ellos, y a todos los creyentes en la amplia comunidad de la región a la que pertenecían.

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En aquella época la iglesia cristiana en una ciudad se integraba de pequeñas congregaciones reunidas en casas, cada una con su pastor, estas congregaciones, además de sus reuniones particulares en las casas, acostumbraban hacer un servicio de adoración todos juntos en el día domingo para celebrar la resurrección de Jesucristo. Es por esta razón que el saludo se hace extensivo a todo el grupo de pastores que trabajan entre los creyentes salidos del judaísmo religioso. El autor de la Carta a los Hebreos escribe desde fuera de Italia y transmite los saludos de una pequeña colonia de cristianos conocidos como “los de Italia” 13:25 La gracia sea con todos vosotros. Amén. El autor de la Carta a los Hebreos, como Pablo, entiende que la gracia de Dios (Efesios 2:8) es el sumo bien del ser humano. Ningún don mayor podría desearles en su despedida: que el regalo de Dios en Cristo Jesús, que nos ha dado la salvación se manifieste en todos los lectores para que gocemos de la dulce experiencia de ser salvos y caminar por fe hacia la Ciudad de Dios. La esperanza del cristiano en medio de este mundo que va a caducar, es que nuestro destino está en las manos de Dios y que es Jesús quien lo diseña para que seamos, por toda la eternidad, para alabanza de su gloria. Para ello se requiere de nuestra fidelidad, perseverancia y obediencia. Ha llegado el momento de ponernos en pie y con determinación abandonar todo tipo de idolatría, todo tipo de ritualismo, toda actitud pecaminosa, todo intento de amoldarnos a esta civilización pecaminosa, toda negligencia, toda desobediencia, toda pasividad y en unidad fraternal con los demás cristianos y en armonía como una sola familia, considerando, amando y obedeciendo a nuestros pastores, avanzar siguiendo el camino marcado por Jesucristo, rumbo a la Ciudad de Dios; en esta Ciudad estaremos cara a cara con nuestro Dios Salvador en actitud de reverente respeto y alabanza festiva, esta es la meta de nuestra vida. AMEN

Javier Fernando Valdés Soto Junio 2012

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Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en … · Esto no significa simplemente que las palabras de Jesús son Palabra de Dios; además, significa que Jesús en persona