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LA DIRECCIÓN ESTRATÉGICA DE LA EMPRESA RESUMEN En primer lugar estudiaremos los elementos fundamentales de lo que constituye el campo de la dirección estratégica que básicamente nos guían dos preguntas que parecen elementales ¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Qué hago para conseguirlo? ¿Realmente es lo que quiero? Ello implica, en primer lugar, definir el concepto mismo de estrategia (empresarial); luego de haber establecido sus orígenes analizamos su contenido, a continuación identificaremos las características fundamentales y los criterios de evaluación relativos a las decisiones de naturaleza estratégica, delimitar los distintos niveles atribuibles a la estrategia empresarial y formular el concepto de unidad estratégica de negocio y como se configura un modelo de la organización, conoceremos en profundidad como se definen los propósitos y objetivos de las organizaciones y las fases necesarias para la elección mas adecuada de la estrategia . Finalmente estudiaremos en que consiste la matriz DAFO. PALABRAS CLAVE: Estrategia, Dirección Estratégica, Decisiones estratégicas, Organización, Unidad estratégica, Matriz DAFO. 1. ELEMENTOS BASICOS DE LA ESTRATEGIA EMPRESARIAL La crisis financiera generada en Estados Unidos y que ha repercutido en todo el mundo, es un llamado urgente al

DIRECCIÓN ESTRATÉGICA DE LA EMPRESA

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LA DIRECCIÓN ESTRATÉGICA DE LA EMPRESA 

RESUMEN 

En primer lugar estudiaremos los elementos fundamentales de lo que

constituye el campo de la dirección estratégica que básicamente nos guían dos

preguntas que parecen elementales ¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Qué

hago para conseguirlo? ¿Realmente es lo que quiero? Ello implica, en primer

lugar, definir el concepto mismo de estrategia (empresarial); luego de haber

establecido sus orígenes analizamos su contenido, a continuación

identificaremos las características fundamentales y los criterios de evaluación

relativos a las decisiones de naturaleza estratégica, delimitar los distintos

niveles atribuibles a la estrategia empresarial y formular el concepto de unidad

estratégica de negocio y como se configura un modelo de la organización,

conoceremos en profundidad como se definen los propósitos y objetivos de las

organizaciones y las fases necesarias para la elección mas adecuada de la

estrategia . Finalmente estudiaremos en que consiste la matriz DAFO. 

PALABRAS CLAVE: Estrategia, Dirección Estratégica, Decisiones estratégicas,

Organización, Unidad estratégica, Matriz DAFO. 

1. ELEMENTOS BASICOS DE LA ESTRATEGIA EMPRESARIAL 

La crisis financiera generada en Estados Unidos y que ha repercutido en todo

el mundo, es un llamado urgente al estudio y generación de nuevas estrategias

que hagan mas sostenibles los modelos económicos y por lo tanto a que las

organizaciones replanteen sus estrategias en todos los niveles, a fin de estar

capacitados para hacer frente a la nueva reconfiguracion del mundo que se

avecina ,para que las amenazas las podamos convertir en oportunidades y las

debilidades en fortalezas , manteniendo y mejorando las fortaleza y

aprovechando las oportunidades , por lo que es de vital importancia el estudio

de la dirección estratégica en todos los niveles de las organizaciones ya sean

estas pequeñas , medianas o grandes empresas. 

Orígenes y antecedentes del concepto de estrategia. 

La palabra estrategia proviene de la palabra griega estrategos, formada por

stratos, que significa 'ejército', y ag, que significa 'dirigir'. De hecho, existen

numerosas y, hasta cierto punto, lógicas aproximaciones al concepto de

estrategia desde la perspectiva militar y la Ciencia Política y Empresarial, etc.,

lo que es demostrativo, sin duda, de la versatilidad y multidisciplinaridad que la

caracteriza. 

Aunque la estrategia empresarial como tal es un campo de estudio

relativamente reciente, muchos de sus conceptos y teorías tienen sus

antecedentes en la estrategia militar que se remonta incluso a principios y

tratados clásicos como el de Sun Tzu (El arte de la guerra), escrito hacia el año

360 a.C., dada la relativa similitud existente entre los ejércitos y las empresas.

Ello ha llevado a aplicar una serie de principios específicos de la estrategia

militar a las situaciones empresariales tales como la conveniente distinción

entre estrategia y táctica o, de un modo equivalente, entre decisiones

estratégicas y decisiones tácticas; el carácter relevante, comprometedor de

recursos y difícilmente reversible de las primeras, etc. Sin embargo, también

pueden encontrarse diferencias bastante evidentes sobre la naturaleza de la

competencia en la guerra y en los negocios o en los mercados. De aquí que, en

realidad, el concepto de estrategia en el contexto empresarial se aproxime más

al de diplomacia en el campo de la Ciencia Política, en la medida que ambos se

caracterizan por una cierta dualidad entre la cooperación y la competencia.

¿pueden aplicarse estos conceptos a la vida personal?, yo creo que si . En mi

caso particular lo aplique para lograr el objetivo de estar sano. 

1.2. - Concepto de estrategia empresarial. 

El concepto de estrategia aplicado al ámbito empresarial surge en los años

sesenta y, desde entonces, ha ido evolucionando, como hemos visto

anteriormente, a medida que lo han hecho los propios sistemas de dirección de

la empresa y la clase de problemas a los que se han ido enfrentando. 

Ciertamente, las definiciones que se han formulado sobre la estrategia de la

empresa son muy variadas, sin que por el momento se haya llegado a

establecer más que un cierto consenso sobre su significado. 

El cuadro 1 trata de ilustrar algunas de las múltiples definiciones de la

estrategia propuestas hasta el momento, dada la gran variedad de enfoques

desde los que se ha intentado abordar el problema. A la luz del mismo se pone

de manifiesto el carácter marcadamente multidimensional de la estrategia

empresarial, si atendemos a las distintas dimensiones clave que conjuntamente

la configuran. 

Chandler (1962) 

“La definición de las metas y objetivos a largo plazo de una empresa, la

adopción de acciones y la asignación de los recursos necesarios para la

consecución de estos objetivos.” 

Andrews (1977) 

“El modelo de objetivos, propósitos o metas y de las principales políticas y

planes para alcanzarlos, planteados de tal manera que definen en qué negocio

está o quiere estar la compañía y la clase de empresa que es o quiere ser.” 

Porter (1982) 

“La esencia de la formulación de una estrategia competitiva consiste en

relacionar a una empresa con su medio ambiente [...]. Supone emprender

acciones defensivas u ofensivas para crear una posición defendible frente a las

distintas fuerzas competitivas en el sector industrial en el que está presente y

obtener así un rendimiento superior sobre la inversión de la empresa.” 

Veciana (1998) 

“La estrategia o política de empresa comprende aquellas decisiones

fundamentales de la empresa relativas a: los objetivos o fines a alcanzar, los

instrumentos o medios disponibles para conseguir los objetivos fijados y los

principios o valores a observar en la aplicación de los instrumentos elegidos.” 

Grima y Tena (1984) 

“Es un acto creativo, innovador, lógico y aplicable que genera un conjunto de

objetivos, de asignaciones de recursos y de decisiones tácticas destinadas a

hacer que la empresa alcance –y mantenga– una posición competitiva [más]

ventajosa en el entorno socioeconómico en el que se desenvuelve, y a mejorar

la eficacia de su gestión.” 

Menguzzato y Renau (1995) “La estrategia empresarial explicita los objetivos

generales de la empresa y los cursos de acción fundamentales para

alcanzarlos según los medios –actuales y potenciales– de la empresa, de cara

a lograr la inserción óptima en su entorno.” 

Hax y Majluf (1996) 

“La estrategia abarca todas las actividades críticas de la empresa, le

proporciona un sentido de unidad, dirección y propósito, así como le facilita los

cambios necesarios inducidos por su entorno.” 

Rumelt (1997) 

“Las políticas, los planes y los objetivos propios de un negocio expresan su

estrategia para enfrentarse a un ambiente o entorno complejo y competitivo.” 

Cuadro 1. Definiciones de estrategia empresarial 

Hax y Majluf (1996: 2-10), a partir de una revisión exhaustiva del concepto de

estrategia empresarial, identifican hasta nueve dimensiones clave del mismo,

que proporcionan en conjunto una definición suficientemente unificada. Desde

este punto de vista, la estrategia de la empresa es: 

1. Un medio de establecer los propósitos de la organización en términos de sus

objetivos a largo plazo, sus programas de acción y sus prioridades en la

asignación de recursos. 

2. Una definición del ámbito competitivo de la empresa. 

3. Un intento de conseguir una ventaja sostenible a largo plazo en cada uno de

sus negocios mediante una respuesta adecuada a las oportunidades y

amenazas del entorno de la organización y de sus propios puntos fuertes y

débiles. 

4. Una manera de definir las tareas de dirección, integrando las perspectivas

corporativa, de negocio y funcional. 

5. Un patrón de decisiones coherente, unificador e integrador. 

6. Una definición de la naturaleza de las contribuciones económicas y no

económicas que se proponen para los grupos participantes de la empresa. 

7. Un camino para dirigir la organización hacia el cumplimiento de sus

objetivos. 

8. Un medio de desarrollar las competencias esenciales de la organización. 

9. Una manera de adquirir recursos tangibles e intangibles que desarrollen

suficientes capacidades para asegurar una ventaja competitiva y sostenible en

el tiempo. 

A partir de este enfoque integrador de la estrategia empresarial, Hax y Majluf

(1996) consideran que dicha estrategia se convierte en la estructura

fundamental a través de la cual una organización puede definir su continuidad

vital y facilitar, al mismo tiempo, su adaptación a un entorno cambiante. De esta

manera, su esencia radica en la dirección intencionada de cambio hacia la

consecución de la ventaja competitiva en cada uno de los negocios en los que

está comprometida la empresa. 

Finalmente, se reconoce que los beneficiarios de la empresa son los grupos

que se relacionan con ella, por lo que el objetivo último de la estrategia es

proporcionar una base para establecer el marco de transacciones y contratos

sociales que vinculan a la empresa con los grupos con los que se relaciona

más directamente. 

Asimismo, la existencia de una estrategia más o menos explícita permite el

desarrollo de las siguientes funciones fundamentales para la gestión

empresarial: 

• Originar el establecimiento de un programa de objetivos ampliamente

detallado que especifica lo que debe hacerse, así como las alternativas y

restricciones que existen para su consecución, satisfaciendo la necesidad de

planificar anticipadamente las operaciones a largo plazo. Así, la estrategia es

un soporte para la toma de decisiones. 

• Facilitar la posibilidad de influir en las condiciones futuras del entorno

organizativo, no sólo de responder adaptándose a los cambios observados,

cumpliendo y satisfaciendo, al mismo tiempo, las necesidades de innovación y

creatividad en el ejercicio de la dirección. 

• Permitir una comprensión ampliamente compartida de los objetivos

propuestos como eje básico y fundamental del compromiso, la acción

coordinada y el esfuerzo colectivo de toda la organización en su conjunto. Por

lo tanto, la estrategia es un medio de coordinación y comunicación. 

• Por último, otra función adicional es entenderla como meta para la

organización. 

¿Cómo podríamos aplicar estas definiciones a las organizaciones sin fines de

lucro? Es sabido que para mediados de la década de los noventa, la mayoría

de las organizaciones sin fines de lucro se orientaban hacia la dirección

estratégica y otros conceptos de negocios para asegurar su supervivencia.

Según Cynthia Massarsky, subdirectora de The Goldman Sachs Foundation

Partnership on Nonprofit Ventures, de la Escuela de Administración de Yale,

“las organizaciones sin fines de lucro tratan de ser más eficientes en la manera

de hacer las cosas. Después de tomar algunas lecciones del mundo de los

negocios, quizá aprendieron a operar con un poco más de eficiencia”. Este es

un cambio importante de las actitudes obsoletas porque la mayoría de los

administradores de organizaciones sin fines de lucro había considerado

tradicionalmente que los conceptos de negocios no eran importantes para su

situación. Estas consideraciones las tomamos muy en cuenta las universidades

Salvadoreñas privadas que estando tipificadas como sin fines de lucro y dada

la dependencia de los pagos de los estudiantes, buscamos nuevas fuentes de

ingreso tomando decisiones estratégicas. 

1.3 Contenido de la estrategia empresarial. 

En toda estrategia empresarial se identifican dos dimensiones relacionadas e

igualmente relevantes de la misma: su formulación (decidir qué hay que hacer)

y su implantación y control (posterior ejecución o puesta en práctica, con la

consiguiente obtención de resultados). 

El gráfico 1 recoge el contenido del proceso desde el cual se formula la

estrategia competitiva de la organización (Andrews, 1977). 

Gráfico 1. Contexto en el que se formula la estrategia empresarial 

En dicha formulación deben abordarse los cuatro puntos siguientes,

conciliando, además, con éxito sus implicaciones en la selección final del

objetivo u objetivos: 

• Una identificación de las oportunidades y amenazas del entorno; es decir,

realizar una apreciación de lo que podría hacerse en términos de las

oportunidades y retos que brinda el entorno, así como una cierta estimación del

riesgo inherente en los mismos. 

• Una determinación y valoración precisa de los puntos fuertes y débiles de la

empresa; es decir, de sus habilidades para aprovechar las oportunidades

detectadas en el mercado, o bien de su agilidad para superar las posibles

amenazas previstas. Las fortalezas y debilidades de la empresa determinan lo

que puede hacerse en términos de sus recursos y capacidades internas, tanto

actuales como potenciales. 

• Las consideraciones oportunas acerca de la/s alternativa/s que prefieren los

directivos basándose en sus valores, aspiraciones e ideales personales (al

margen de otras estimaciones de carácter económico) que influyen, asimismo,

en la elección final de los objetivos; esto es, lo que quieren hacer los ejecutivos

de la empresa. 

• Señalar finalmente el contenido ético en la selección de la estrategia: las

distintas alternativas, además de ordenarse según el grado de riesgo que

comportan, deberán examinarse atendiendo a los criterios de responsabilidad

social elegidos por el estratega basándose en un código moral vigente en la

sociedad. Se deberá, por tanto, atender también a qué es lo que debería hacer

y/o se espera que haga la empresa sobre la base de un reconocimiento de las

expectativas sociales de la comunidad. 

La implantación y control de la estrategia formulada previamente comprende, a

su vez, toda una serie de sistemas y procesos de un marcado carácter

organizativo-administrativo. En sí, tales procesos de ejecución implican que,

una vez decididos los objetivos generales, se movilicen los distintos recursos

de la organización (materiales, inmateriales, financieros y humanos) y se

observen los comportamientos requeridos para asegurar su consecución, con

lo cual se generan unas rentas empresariales o la creación de valor. Dichos

mecanismos serían, básicamente, los siguientes: 

• El diseño de una estructura organizativa (EO) capaz de soportar la ejecución

de las tareas resultantes de la división del trabajo, así como de facilitar,

mediante complejos sistemas de información y de relaciones comunicativas, la

coordinación óptima de las actividades divididas. 

• El establecimiento de otros sistemas organizativos que aseguren una correcta

planificación y control de las actividades (estándares o medidas de realización,

análisis de desviaciones y medidas correctivas), así como una adecuada

motivación (incentivos) y capacitación de los miembros (desarrollo de los

recursos humanos). 

• El ejercicio de liderazgo, basado en los estilos de dirección del personal

directivo, así como los procesos de creación, dirección y cambio de la cultura

empresarial. 

Por otra parte, en su función básica de definición de la estrategia empresarial,

la dirección estratégica ha de establecer cuatro componentes básicos (Ansoff,

1976; Menguzzato y Renau, 1995). Sin embargo, y para facilitar su

comprensión, es preciso establecer previamente lo que se entiende por

negocio en el ámbito empresarial: 

Cada actividad o negocio de la empresa es una relación productomercado,

definida en términos de las funciones o necesidades que cubre un

producto/tipos de clientelas a quienes se satisfacen tales

necesidades/tecnología que se utiliza para ello; cuyo comportamiento

estratégico es identificable, coherente y homogéneo frente a la competencia. 

Dichos componentes básicos son los que se exponen a continuación: 

• El dominio o campo de actividad de la empresa: es decir, la delimitación de su

campo de actuación, entendido como la cartera de negocios o actividades que

configura la combinación relaciones productomercado en los que la empresa

participa o quiere participar en el futuro y, por tanto, las fronteras de la

organización y la tipología de entornos con los que se va a relacionar. 

• Las capacidades distintivas: incluyen los recursos (físicos, humanos, técnicos,

financieros, etc.) y las competencias o habilidades (tecnológicas, organizativas,

directivas, etc.) presentes y/o potenciales que posee y domina la empresa, y

cómo las utiliza para afrontar los retos del entorno. Dichas capacidades

constituyen, por tanto, la base de los conocimientos de la organización, de sus

posibilidades de aprendizaje y del comportamiento de sus miembros. 

• Las ventajas competitivas: las características diferenciadoras respecto de la

competencia que toda empresa puede (y debe) desarrollar para obtener y/o

reforzar una posición competitiva [más] ventajosa sobre sus competidores

presentes, actual o potencialmente, en su entorno competitivo. Tales

características le permiten, básicamente, conseguir, bien una reducción en los

costes de sus productos, bien una mayor diferenciación de los mismos, lo cual

le facilita la obtención de rentas superiores a las de los restantes competidores.

Dicha ventaja o potencial privilegiado proviene, en definitiva, de la disposición,

por parte de la empresa, de algún recurso o competencia clave y/o de saber

cómo asignarlo mejor. 

• Los efectos sinérgicos: la búsqueda y explotación de interrelaciones

favorables entre las distintas actividades, recursos, habilidades, unidades

organizativas, etc., de la empresa para lograr que el conjunto permita crear un

valor superior al que se obtendría mediante una actuación separada de sus

partes. Hablamos, por tanto, de la identificación de interrelaciones positivas

derivadas de una combinación equilibrada de los componentes previos: ámbito

de actividad, capacidades distintivas y ventajas competitivas. 

1.4 Características y criterios de evaluación de las decisiones estratégicas 

En tanto que son decisiones cualitativamente distintas a las de carácter táctico

u operativo en la gestión de la empresa, las decisiones estratégicas o de

política empresarial presentan una serie de rasgos muy característicos. 

Sus rasgos distintivos son los siguientes (Menguzzato y Renau, 1995; Veciana,

1998): 

• Ejercicio de poder: las decisiones de política empresarial implican cierta

imposición de la voluntad del empresario o de los directivos para la

consecución de los objetivos fijados. Son, por tanto, el reflejo de una actividad

directiva autónoma con libertad de selección entre varias alternativas y

asunción de responsabilidad por el resultado. 

• Novedad (creatividad): lo que hoy en día es una rutina, una regla de

actuación, una costumbre o una práctica obligada en el mercado, constituyó en

su momento una auténtica y novedosa decisión estratégica. 

Incluso aunque una determinada medida tomada no sea estrictamente nueva,

su aplicación ante una nueva circunstancia o un nuevo problema forma parte

de la estrategia. 

• Incertidumbre: las decisiones estratégicas, al enfrentarse con lo nuevo, se

refieren al futuro, el cual es siempre incierto por definición. 

• Riesgo: la escasez de información o la falta de un conocimiento exacto y un

dominio completo de la diversidad de fuerzas que repercuten en la empresa y

en sus relaciones con el exterior denota el componente arriesgado de las

decisiones relativas a la estrategia. 

• Capacidad de relacionar la empresa con su entorno: las decisiones de

carácter estratégico marcan las relaciones o interacciones que se producen

entre la empresa y su entorno. 

• Efecto y relevancia a largo plazo: ya que, al definir tanto los objetivos como

las medidas y líneas de acción básicas, se trata de decisiones fundamentales

que comprometen a la empresa a largo plazo (> 3 años). Tienen, pues, un

largo alcance para dar respuesta a la pregunta: ¿qué hacer con esta empresa a

largo plazo? 

• Baja recurrencia: al presentarse únicamente en raras ocasiones, estas

decisiones son escasamente rutinarias o repetitivas, lo cual determina la

existencia de muy pocas oportunidades para rectificar los posibles errores

cometidos. 

• Relativa irreversibilidad: la recuperación de los recursos invertidos en la

implantación de estas decisiones es sumamente difícil, cuando no imposible. 

Algunas decisiones empresariales enormemente relevantes que recogen tales

características serían, por ejemplo, las decisiones de diversificación, de

integración vertical, de diferenciación o de internacionalización empresarial. 

Por lo que respecta a los criterios necesarios para juzgar una estrategia, deben

permitir la identificación de la que, al menos a priori, parece la mejor alternativa

posible entre todas las disponibles. Rumelt (1997) señala al respecto los

siguientes cuatro criterios o principios de evaluación de las estrategias: 

1. Consistencia: la estrategia no deberá presentar metas ni políticas

inconsistentes entre sí. 

2. Consonancia: la estrategia deberá representar una respuesta adaptativa al

medio ambiente externo, así como a los cambios relevantes que en él ocurran. 

3. Ventaja: la estrategia deberá facilitar la creación o preservación de la

superioridad competitiva en el área elegida de actividades. 

4. Factibilidad: la estrategia no deberá agotar los recursos disponibles ni

tampoco generar problemas irresolubles. 

1.5 Niveles de la estrategia empresarial 

Habitualmente, se suele considerar hasta un máximo de tres niveles de

definición de estrategias en el pensamiento estratégico, correspondientes a

otros tantos niveles jerárquicos de la organización, a cada uno de los cuales se

asignan diferentes competencias respecto a la toma de decisiones. 

Dichos niveles estratégicos, cuya relación se muestra en el gráfico 2, son

(Menguzzato y Renau, 1995; Navas y Guerras, 1996): 

• Estrategia global o corporativa: en este primer nivel se trata de considerar la

empresa en relación con su entorno, planteándose en qué negocios o

actividades se quiere participar y cuál es la combinación más apropiada de

éstas. La estrategia corporativa constituye el plan general de actuación

directiva de la empresa diversificada y está referida a las decisiones para

establecer posiciones en industrias diferentes, según su correspondiente

atractivo, así como a las acciones que utiliza para dirigir sus negocios

diversificados. En este nivel estratégico tiene una mayor importancia relativa el

primer componente de la estrategia de la empresa, es decir, su dominio o

campo de actividad; mientras que la búsqueda del efecto sinérgico a este nivel

dependería de la integración adecuada y la complementariedad entre las

distintas actividades de la cartera de negocios. 

• Estrategia de negocio: el siguiente nivel de estrategia se refiere al plan de

actuación directiva para un solo negocio o, mejor dicho, para cada unidad

estratégica de negocio como unidad característica de las empresas

diversificadas, o multiactividad. De aquí que reciba también el nombre de

estrategia divisional, ya que la mayoría de las empresas diversificadas adoptan

este tipo de estructura organizativa. En este segundo nivel se trata de

determinar cómo desarrollar, de la mejor manera posible, la actividad o

actividades correspondientes a cada unidad estratégica. Por tanto, el problema

a resolver es el de cómo competir mejor en un determinado negocio que está

situado en un entorno competitivo específico; es decir, cómo construir una

ventaja o posición competitiva sostenible frente a los restantes competidores en

tal o en cual negocio de la empresa. Para conseguirlo habrá que desarrollar al

máximo sus potencialidades internas. Así pues, en el ámbito de (unidad de)

negocio, los componentes clave de la estrategia son las capacidades distintivas

y la ventaja competitiva, y se debe poner énfasis en la sinergia producida

mediante una integración adecuada de las distintas áreas funcionales de que

consta cada actividad o negocio de la compañía. 

• Estrategia funcional: este último nivel estratégico se centra en cómo se deben

utilizar y aplicar los recursos y habilidades dentro de cada área funcional

perteneciente a cada negocio o unidad estratégica, con el fin de maximizar su

productividad. Aunque no siempre presentes, las áreas funcionales que suelen

ser características de cada actividad o negocio de la empresa son: producción,

comercialización, financiación, recursos humanos, tecnología (I+D) y compras.

Los componentes clave de la estrategia funcional, definible para cada área

funcional de un negocio determinado, son las capacidades distintivas y la

sinergia derivada de la coordinación e integración óptima de las distintas

políticas y acciones diseñadas dentro de cada área funcional, en concreto: las

políticas en cuanto a producto, precio, distribución y comunicación (4P) en el

área de marketing; el diseño del producto, de los sistemas productivos, la

localización de las plantas, etc., en el área de producción; las decisiones de

inversión, financiación y política de dividendos en el departamento financiero;

las políticas de selección, formación o desarrollo, remuneración y evaluación

del factor humano en el área de Recursos Humanos, y así sucesivamente. Las

distintas estrategias funcionales, una vez coordinadas, deben contribuir a que

se consigan los objetivos de la empresa y resultan esenciales para que las

estrategias a niveles superiores tengan el impacto esperado. 

Gráfico 2. Niveles de la estrategia empresarial. Fuente: Grant (1996: 74) 

Tal como muestra el gráfico 2, los tres niveles citados de la estrategia

configuran una especie de jerarquía de estrategias cuya responsabilidad

corresponde a distintos miembros dentro de la organización (presidente o

consejero delegado a nivel corporativo, gerente/s de división o negocio y

director/es funcional/es), significando distintos aspectos de un mismo problema

estratégico de la empresa. 

Por lo tanto, para asegurar el éxito de la estrategia empresarial y garantizar su

consistencia y coherencia con los objetivos últimos de la organización, es

necesaria una coordinación estrecha entre los distintos niveles descritos

(Cuervo, 1995). Sin embargo, en la realidad empresarial puede observarse una

mayor o menor jerarquía de niveles estratégicos.

Como tales, los tres niveles citados aparecen claramente diferenciados en

empresas diversificadas, es decir, aquéllas que actúan con distintas

combinaciones producto-mercado donde es posible distinguir la actuación

global de la empresa, entendida como una cartera de actividades o negocios,

de su comportamiento específico en cada uno de estos negocios situados en

sus respectivos entornos competitivos. 

Por el contrario, en aquellas organizaciones en que se desarrolla una única

actividad o negocio, al no haberse singularizado diferentes relaciones producto-

mercado (lo que suele ser el caso típico de las pymes), los dos primeros

niveles (corporativo y de negocio) se solapan o confunden en uno, limitándose

la estrategia en este caso a buscar la mejor actuación posible en dicha

actividad. 

1.6 Concepto de unidad estratégica de negocio (UEN) 

Tal y como se ha visto en el subapartado anterior, el nivel de estrategia de

negocio se intuye especialmente válido en aquellas empresas diversificadas o

multiactividad, donde la heterogeneidad de los distintos negocios que

configuran su cartera exige un tratamiento estratégico pormenorizado de 

cada uno de ellos. 

Para este tipo de empresas resulta, pues, necesario definir unidades de

análisis algo más concretas que la propia organización en su conjunto pero, a

su vez, más amplias que las tradicionales áreas funcionales. De hecho, el

punto de partida fundamental para el desarrollo del análisis estratégico de toda

empresa diversificada consiste, precisamente, en la subdivisión de la misma en

distintas unidades estratégicas de negocio (UEN). 

Los motivos fundamentales para proceder a dicha segmentación estratégica se

deben al hecho de que (Menguzzato y Renau, 1995; Navas y Guerras, 1996): 

• Una empresa multinegocio no dispone de una posición competitiva global,

sino que requiere una posición competitiva de la empresa en cada actividad o

negocio de su cartera. 

• Cada actividad se desarrolla en un entorno competitivo específico y requiere,

por tanto, competencias distintas, lo cual lleva a plantear una situación de

decisión y acción diferente en cada una de ellas. 

• Puede y, de hecho, suele existir una cierta similitud entre algunos factores de

éxito necesarios para el desarrollo de los distintos negocios de la empresa.

Cabe, pues, la posibilidad de reagruparlos basándose en criterios similares a

fin de aprovechar las correspondientes sinergias y/o facilitar la función directiva

a escala global. 

Desde este punto de vista, se puede contemplar la empresa diversificada como

un conjunto de UEN, cada una ofreciendo oportunidades de rentabilidad y

crecimiento distintas y/o requiriendo un planteamiento competitivo diferenciado

(Guerras et al., 1994). 

Así, se entiende por unidad estratégica de negocio (UEN) una actividad o

negocio directamente, o un conjunto de actividades o negocios homogéneo

desde un punto de vista estratégico, para el cual es posible formular una

estrategia competitiva común y, a la vez, distinta de la estrategia adecuada

para otra u otras actividades o negocios (es decir, unidad o unidades

estratégicas). La estrategia de cada unidad es así autónoma, pero no

independiente de las restantes unidades estratégicas, ya que todas se integran

en la estrategia (global) de la empresa (Menguzzato y Renau, 1995). 

Los criterios para realizar adecuadamente dicha segmentación estratégica o 

delimitación interna de las unidades estratégicas de negocio (UEN) suelen

coincidir, de manera coherente, con los criterios anteriormente establecidos

para definir una actividad o negocio de la compañía. Por tanto, la identificación

de las distintas UEN se realizará a partir de las tres dimensiones determinantes

de cada relación producto-mercado específica (el conocido esquema triangular

de Abell) y definitorias, en última instancia, 

del dominio o campo de actividad de la empresa (Abell, 1980): 

• Grupo de clientes: dimensión que atiende al tipo de clientela/s al cual se dirige

el producto o servicio. 

• Funciones: necesidades cubiertas por el producto o servicio en cuestión. 

• Tecnología: modo/s mediante el cual la empresa cubre, a través del producto

o servicio, la/s necesidad/es de dicha clientela. 

Es del todo imprescindible que dichas UEN se definan manteniendo un

equilibrio favorable entre su número y tamaño. Así, su dimensión debe ser lo

suficientemente reducida (y, por tanto, su número lo suficientemente elevado)

para asegurar una diferenciación adecuada de las correspondientes estrategias

de negocio. Sin embargo, su tamaño también debe ser lo suficientemente

grande (y, consecuentemente, su número más bien reducido) para que el

resultado de dicha segmentación sea manejable por los directivos

responsables de la estrategia global, evitándose, además, caer 

en una atomización excesiva del análisis estratégico al nivel de negocio. 

En relación con esto, son tres los principales retos o problemáticas que, desde

una perspectiva básicamente práctica, más preocupan a las empresas 

multinegocio a la hora de delimitar correctamente sus UEN: 

1. Su grado de detalle o nivel óptimo de desagregación, tanto en términos de

su número como de su magnitud. 

2. La conveniencia de solaparlas y/o hacerlas coincidir con unidades

organizativas preexistentes (principalmente divisiones). 

3. Acertar o no a la hora de manejar la cuestión crucial de la autoridad y la

toma de responsabilidad en la formulación e implantación de las estrategias de

negocio en la empresa. 

Desde nuestro punto de vista, consideramos que la puesta en marcha de una

estrategia formulada para una UEN en concreto requiere de una

ciertaautoridad, si bien teóricamente una UEN no debe coincidir

necesariamente con una unidad organizativa. Sin embargo, en la práctica una

excesiva independencia entre ambas tiende a originar graves conflictos. 

Las posibles soluciones a tales problemáticas pasan seguramente por admitir

un solapamiento inicial entre ambas unidades (organizativa y estratégica de

negocio), permitiendo luego su evolución interrelacionada; o bien, por favorecer

la creación de una organización matricial donde cada UEN, concebida como un

proyecto estratégicamente distinto, se combine con las distintas áreas

organizativas funcionales. 

2.0. – LOS PROPOSITOS Y OBJETIVOS DE LA ORGANIZACION. 

Los propósitos de la organización, al igual que su estrategia, pueden

concebirse como un reflejo de las actitudes y creencias de aquéllos que tienen

mayor poder o influencia en la organización (a menudo los directivos, 

debidamente controlados por los propietarios de la organización). 

en IKEA, por ejemplo, la insistencia sobre la financiación interna o el énfasis de

Anders Moberg en la sobriedad y la simplicidad probablemente influyen en su

desarrollo a largo plazo, en la organización de la compañía y su forma de

operar. Ciertamente en IKEA las potentes influencias del fundador y del director

general eran importantísimas. De hecho, Moberg asumió la responsabilidad

ejecutiva directa de las actividades fundamentales de la compañía. Sería difícil

de imaginar que IKEA siguiese una estrategia que involucrara a tipos de

minoristas totalmente distintos y operase de forma muy distinta en diferentes

países. Su cultura proporciona racionalidad y cohesión a sus negocios. 

Sin embargo, este grupo de interés dominante estará influido por las

expectativas de otros grupos y, en especial, por el poder que ejercen éstos

cuando se formulan propósitos. Así, algunos grupos de interés no intentan

imponer sus propósitos a la organización, pero insisten en implantar

restricciones, ejerciendo, por tanto, una cierta influencia sobre los propósitos de

la misma. Las creencias y/o valores de estos grupos tendrán una influencia

más o menos directa en el desarrollo estratégico de la organización (Johnson y

Scholes, 1997). 

El siguiente cuadro muestra los distintos tipos de propósitos formales

establecidos por las organizaciones, que pueden ser considerados como una

jerarquía de propósitos. Es importante que los directivos asuman que tal

variedad de declaraciones de propósitos de una organización admitirá distintos

roles en el proceso de la dirección estratégica. 

Tipo de propósito Características comunes 

Misión (objetivo supremo) y /o Propósito estratégico. General 

Visionaria 

Central y primordial 

A menudo no escrita. 

Abierta 

Objetivos generales de la compañía. A menudo expresados financieramente 

Expresan las expectativas de los distintos grupos de interés. 

Formulados generalmente por la alta dirección. 

Abiertos o cerrados. 

Objetivos de las unidades organizativas. Específicos para ciertas unidades de

la organización. 

Operativos 

A menudo múltiples. 

Abiertos o cerrados. 

Propósitos organizativos. Fuente: Johnson y Scholes (1997: 173). 

2.1 La misión de la empresa y el propósito estratégico 

La misión de una organización es su declaración de propósitos más

generalizada y puede considerarse una expresión de su razón de ser. Se

puede entender como la respuesta a una pregunta crucial: ¿cuál es la esencia

de nuestro negocio y cuál queremos que sea? Un desacuerdo excesivo dentro

de la organización en cuanto a su misión ocasionará, sin duda, un considerable

aumento de los problemas a la hora de acordar la dirección estratégica de la

organización. 

En sí, la existencia de una misión empresarial es una condición necesaria para

su funcionamiento porque, dada la naturaleza política de la dirección

estratégica, en este nivel es esencial disponer de algún propósito general que

puedan suscribir todos o la mayoría de los grupos relacionados con la

organización. Dicha misión se hará operativa mediante objetivos más

específicos relativos a la propia organización, menos permanentes que la

misión o que suelen cambiar a lo largo del tiempo. 

La definición de la misión de la empresa trata de recoger, en definitiva, el hilo

conductor o aglutinador de las diferentes actividades de la misma. 

Tendiendo en cuenta este papel, debe estar definida de una manera clara y

expresa, ya que de este modo se facilitará la identificación y selección de

posibles opciones estratégicas. En general, se puede decir que aquellas

organizaciones que tienen claramente definida su misión son capaces de dirigir

con mayor eficacia sus posibles actividades múltiples. 

La misión de la empresa forma parte de su cultura, es decir, del sistema de

valores y creencias imperantes en la organización. A su vez, influye y

condiciona dicho sistema de valores. Por ello es relevante que todos los

miembros de la organización la conozcan, puesto que se erige en el

mecanismo básico para la identificación del sujeto con la filosofía de la

empresa y de cohesión entre todos los participantes. 

En definitiva, la misión concede a la empresa una estabilidad en cuanto a su

identidad. En general, puede decirse que la misión tenderá a ser estable en el

tiempo. A pesar de ello, hay que entenderlo como un concepto dinámico, capaz

de evolucionar como el resto de los componentes de la organización. Así, la

misión puede replantearse como consecuencia de cambios relevantes en el

entorno, de dificultades evidentes para hacerla efectiva o de cambios en la más

alta esfera directiva de la empresa (Navas y Guerras, 1996). 

Pese a que su carácter marcadamente general y aglutinador complica su

definición, podemos recurrir a todo un conjunto de variables para definir la

misión de la empresa: 

• La definición del producto que ofrece la compañía. 

• La necesidad genérica del consumidor o cliente que se desea cubrir. 

• La definición del mercado o ámbito de actividad. 

• La tecnología básica sobre la que se sustenta el sistema de producción o

prestación del servicio. 

• Los niveles de producción y/o distribución de objetivos. 

• La competencia distintiva de la empresa o activo estratégico fundamental. 

El número de variables utilizadas, así como la forma de hacerlo, determinarán

misiones distintas en unas organizaciones y en otras. Así, 

podrán encontrarse misiones definidas de manera más amplia, que permitirán a

la empresa una gran discrecionalidad en su desarrollo futuro a costa de

generar cierta desorientación sobre las cuestiones más esenciales para la

misma. Por contra, cabe definir también misiones más concretas que, aunque

contribuyen a centrar los esfuerzos de la empresa para conseguir sus objetivos,

limitan en mayor grado sus posibilidades de desarrollo a largo plazo. 

Recientemente, algunos autores han planteado la cuestión de otorgar cierta

prioridad en la definición de la misión a los planteamientos de futuro frente a los

actuales, una concepción de la misión denominada propósito estratégico. Dicho

propósito trata de responder a una pregunta fundamental: ¿qué queremos ser

como empresa, y adónde queremos llegar? Así, el propósito estratégico tiene

en cuenta cuál debe ser la posición de la empresa en el futuro y establece los

criterios para identificar el camino que se deberá seguir. 

Según Hamel y Prahalad (1990), el propósito estratégico reúne tres

características esenciales: 

1. Se plantea como el reto básico de la empresa formulado generalmente en

términos muy ambiciosos y siempre pensando en el futuro. 

2. Se presenta estable a muy largo plazo, otorgando coherencia a las

decisiones tanto estratégicas como de carácter más operativo (o del día a día),

aunque sin precisar en exceso el camino a seguir para conseguirlo. 

3. Ha de contar con el esfuerzo, el compromiso y la motivación necesaria por

parte de todos los miembros de la organización (desde los más altos directivos

hasta los empleados de menor rango) en su consecución, constituyéndose en

un reto fundamental para ésta en su conjunto. 

Una serie de retos empresariales pueden forzar a la organización a mejorar y a

dar los pasos necesarios para avanzar en la dirección correcta hacia la

consecución de su propósito estratégico, sirviendo de estímulo y motivación

para que la organización se plantee nuevos retos cada vez más ambiciosos.

Estos retos progresivos adoptan el carácter de objetivos generales como

pueden ser, por ejemplo, la mejora de la calidad, la reducción de costes, la

optimización de las existencias, la reducción del tiempo de entrega, etc. 

2.2 Los objetivos corporativos o generales versus los objetivos de las unidades

organizativas. 

Los objetivos generales de la empresa y los objetivos de sus distintas unidades

organizativas se diferencian porque en las organizaciones existen distintos

niveles de objetivos con distintas características. 

Los objetivos empresariales más generales están a menudo expresados en

términos financieros: expresión de las ventas deseadas, niveles de beneficio,

porcentajes de crecimiento, niveles de dividendos o valor de las acciones. Sin

embargo, cada vez más, las organizaciones persiguen objetivos empresariales

de naturaleza no financiera, tales como el bienestar de los empleados o el

progreso tecnológico, si bien raramente no van acompañados de objetivos de

carácter más financiero. 

En esencia, comprenden declaraciones formales de cómo intenta la

organización consensuar las expectativas de los diversos grupos que participan

más o menos directamente. De hecho, se reconoce cada día más que siempre

deberían existir tales declaraciones formales de objetivos que han de lograrse a

favor de diversos colectivos, incluyendo los clientes, los proveedores, los

empleados y la comunidad en general. 

En cambio, los objetivos de las distintas unidades organizativas, de carácter

más secundario, se distinguen de los objetivos generales de la compañía por

los aspectos siguientes: 

• Se refieren a unidades concretas e individuales de la organización. Por

ejemplo, pueden ser los objetivos de un departamento o área funcional

determinada, de una división o de una compañía dentro de un holding. 

• Suelen ser objetivos financieros establecidos de la misma manera que los

generales, pero son más operativos que éstos últimos. De aquí su relación con

la planificación de la actividad operativa. Así, un objetivo global de la empresa

para obtener un determinado crecimiento del beneficio, después de impuestos,

podría convertirse en un objetivo específico para cada unidad de negocio. 

• Además tales objetivos concebidos en términos operativos tienden a ser

habitualmente múltiples, debido a que las operaciones del negocio tienen, en sí

mismas, múltiples facetas. 

3.0. - El PROCESO DE DIRECCION ESTRATEGICA. 

La dirección estratégica de la empresa es aquella parcela de la dirección de

empresas que tiene como objetivo fundamental la toma de decisiones

encaminadas a formular e implantar una estrategia. En sí, constituye un

proceso especialmente difícil de articular al implicar la movilización y

coordinación de los recursos y capacidades de la empresa para la consecución

de sus objetivos globales en un contexto caracterizado, según Cuervo (1995),

por los rasgos siguientes: 

• La incertidumbre sobre el entorno, el comportamiento de los competidores y

las preferencias de los clientes. 

• La complejidad derivada de las diferentes formas de percibir este entorno y de

su interrelación con la empresa. 

• Los conflictos organizativos existentes entre los que se encargan de tomar las

decisiones y quienes se ven afectados por ellas. 

El análisis y formulación de una estrategia empresarial y su implantación

posterior deberán tener en cuenta no sólo aquellos factores de oportunidad o

amenaza que aparecen en el entorno competitivo de la organización, sino

también la integración de los mismos con el diagnóstico de su situación

económica y el conjunto de objetivos y reglas que regulan el funcionamiento

general de la organización en conexión con su medio externo. 

Además, el proceso de dirección estratégica, y la estrategia resultante del

mismo, está profundamente afectado por los valores y expectativas de los

líderes de la empresa y por un cierto grado de influencia de los demás grupos

que, tanto interna como externamente, se relacionan con ella (empleados,

directivos, propietarios, proveedores, clientes y consumidores, competidores,

etc.). 

A continuación, desarrollamos las principales cuestiones que caracterizan este

proceso de la dirección estratégica, refiriéndonos, en primer lugar, a las fases

fundamentales de que consta el mismo y, en un segundo punto, a los

principales enfoques expuestos a la hora de considerar el carácter que

presenta dicho proceso estratégico. Éstos, en su mayoría, hacen referencia a la

idea de la dirección estratégica vista como un proceso, es decir, una secuencia

de fases o actividades que se suceden en el tiempo según un orden

determinado. 

3.1 Las fases del proceso de dirección estratégica 

La dirección estratégica, en tanto que proceso sistemático de dirección,reúne

toda una serie de elementos o actividades orientadas a conducir la empresa

desde una cierta posición competitiva hasta otra nueva posición aún más

ventajosa (Grima y Tena, 1984). 

En dicho proceso deben identificarse y conjugarse adecuadamente los

siguientes componentes fundamentales: 

• El establecimiento de la misión y de los objetivos o metas generales de la

empresa. 

• La exploración y pronóstico del entorno (general y/o competitivo) o análisis

externo. 

• El análisis interno de la empresa y la determinación de su posición

competitiva. 

• La formulación y el diseño de estrategias: a nivel corporativo, de negocio y

funcional. 

• La evaluación y selección entre aquellas alternativas estratégicas

consideradas viables y/o practicables. 

• La puesta en práctica de la estrategia elegida: elaboración del plan

estratégico y su posterior seguimiento y control. 

El gráfico 3 recoge, a modo de síntesis, una visión o propuesta generalmente

aceptada del modo en que suelen sucederse tales actividades 

analíticas y/o decisionales a lo largo de una secuencia de fases o etapas más o

menos diferenciables. 

Se puede considerar, por tanto, que este proceso global de dirección

estratégica de la empresa está integrado por tres grandes apartados o bloques

sucesivos: análisis o diagnóstico estratégico, formulación de estrategias e

implantación o aplicación práctica de las mismas. 

Gráfico 3. El proceso de la dirección estratégica. Fuente: Navas y Guerras 

(1996:44) 

Si bien, como hemos dicho, existe un orden lógico y consecuente en el

desarrollo temporal de las mismas, una concepción más realista del proceso 

denota la existencia de profundas interacciones entre los elementos 

integrantes de los distintos bloques o apartados, lo cual precisa de una 

retroalimentación constante a lo largo del mismo (Navas y Guerras, 1996). 

3.1.1 El diagnóstico o análisis estratégico. 

Por análisis o diagnóstico estratégico se entiende, en líneas generales, aquel

proceso mediante el que es posible determinar el conjunto de oportunidades y

amenazas que ofrece el entorno a la organización, así como el conjunto de

fortalezas y debilidades de la misma, que posibilita larealización de un

diagnóstico y evaluación de la situación actual y/o potencial de la empresa

como requisito fundamental para formular una estrategia a partir de su misión,

metas u objetivos establecidos. 

En sí, dicho diagnóstico se compone básicamente de dos tipos de análisis

fundamentales que complementan la propia definición de la misión, entendida

como el objetivo supremo de la empresa, y el establecimiento de sus objetivos

o metas generales. Tales elementos determinan conjuntamente el dominio

estratégico en que se moverá la organización y proporcionan los ejes sobre los

cuales ésta erigirá su estrategia. 

• El análisis externo o del entorno: que permite identificar el conjunto de retos,

amenazas y oportunidades (factores o variables exógenos) que caracteriza la

naturaleza del entorno actual (tanto a nivel general, como específico o

competitivo) en el que se encuentra inmersa la empresa, así como proceder a

un análisis detallado de su posible evolución en el futuro. 

• El análisis interno de la empresa: que pretende determinar el conjunto de

fortalezas y debilidades más notables de la misma (factores o variables

endógenas) en términos de una identificación, y consiguiente evaluación, de

sus recursos y capacidades actuales y/o potenciales como fuentes principales

de su potencial para generar y mantener una determinada ventaja/s competitiva

a largo plazo. 

Al análisis estratégico le incumbe, pues, la comprensión de la posición

estratégica de la organización. 

3.1.2 La formulación de estrategias. 

Tras el análisis estratégico, la empresa trata de formular, en sus distintos

niveles corporativo, de negocio y funcional, las posibles alternativas

estratégicas dirigidas a conseguir su misión y los objetivos establecidos a partir

del contexto definido en los análisis precedentes (externo e interno). 

Tres subetapas caracterizan esta segunda gran fase del proceso estratégico: 

• Generación de opciones estratégicas. Uno de los mayores peligros

potenciales en el desarrollo de las estrategias reside en que los directivos

consideren sólo las acciones más obvias, lo cual no es necesariamente lo

mejor. Por tanto, un paso de gran ayuda para elegir la estrategia consiste en

generar opciones estratégicas, es decir, definir y seleccionar las estrategias

competitivas a nivel de negocio (liderazgo en costes, diferenciación, enfoque,

etc.), así como las direcciones del desarrollo futuro de la empresa

(básicamente especialización versus diversificación), las formas de crecimiento

(interno, externo, cooperación, etc.), y el grado o las vías de

internacionalización más convenientes. Todo ello deberá concretarse en

estrategias funcionales que posibiliten su implantación inmediata en las

distintas áreas y actividades de la empresa. 

• La evaluación de opciones estratégicas. Las opciones estratégicas pueden

examinarse en el contexto del análisis estratégico para valorar sus ventajas

relativas. Se trata de evaluar las diversas alternativas diseñadas mediante la

utilización de los criterios descritos anteriormente, de modo que pueda elegirse

una de ellas, la que a priori parece ser la mejor, para su implantación posterior. 

• Selección de la estrategia. Éste es el proceso para seleccionar aquellas

opciones que la empresa deberá seguir. Podrá escogerse una sola estrategia o

varias. No existe la posibilidad de una elección que sea claramente la acertada

o la errónea, ya que cualquier estrategia presentará siempre ciertas ventajas y

desventajas (Johnson y Scholes, 1997: 18). Es importante destacar que el

proceso de elección no siempre se entiende como un acto puramente lógico u

objetivo. Está también fuertemente influenciado por los valores de los directivos

y de otros grupos con algún tipo de interés en relación con la organización y,

por último, puede reflejar en gran medida la estructura de poder vigente en la

organización. 

- La implantación de estrategias. 

La última parte del proceso, la de implantación de la estrategia elegida o

formulada previamente implica su puesta en práctica. Para ello, resulta

sumamente útil proceder como se describe a continuación: 

• Elaborar un plan estratégico que recoja los objetivos y las decisiones

adoptadas en etapas anteriores, así como la planificación y asignación de

recursos necesarios, los cambios requeridos en la estructura organizativa y la

adaptación de los sistemas organizativos utilizados para dirigir la organización

con el fin de que la estrategia elegida tenga un verdadero éxito. 

• Completar dicha planificación formal con otra fase de control estratégico, esto

es, una revisión continua y exhaustiva del proceso de ejecución de la estrategia

formulada, así como de su adecuación constante a medida que se modifican

las condiciones internas y/o externas antes definidas. Ello requiere establecer

los mecanismos de control apropiados para verificar si los resultados obtenidos

concuerdan con la misión y los objetivos planteados previamente y, de no ser

así, proceder a corregir las deficiencias observadas en cualquiera de las fases

del proceso de dirección estratégica. 

En este sentido, también es importante la capacidad del equipo directivo para

estimular la actividad de los recursos humanos a lo largo de todo el proceso,

logrando así que los objetivos se cumplan de manera efectiva, como también

contar con la estructura organizativa y la cultura empresarial adecuadas que

sirvan de soporte a la implantación. 

En resumen, el proceso de dirección estratégica, como modelo o paradigma

directivo, se concibe como un enfoque global que consta de distintas etapas

(diagnóstico, formulación e implantación/control de la estrategia elegida) y que

integra aspectos externos (características de la competencia, estructura del

sector, tendencias en la evolución tecnológica, etc.) e internos (recursos y

capacidades esenciales, estructura organizativa, liderazgo o estilo de dirección,

cultura organizativa, etc.), tanto técnicoeconómicos como sociopolítico-

culturales, de la estrategia (Menguzzato y Renau, 1995). 

Como tal, resulta aplicable a cualquier tipo de empresa, independientemente de

su dimensión o tamaño y sector. En términos generales, dicho proceso debe

ser, fundamentalmente: 

1. Creativo e innovador: prever qué nueva y/o mejorada posición podría

alcanzarse en el futuro. 

2. Analítico y racionalista: debe presentar las características propias de toda

investigación (reunir la información previamente disponible, ser rigurosos y

objetivos en su valoración y proceder al establecimiento prueba de hipótesis al

respecto). 

3. Lógico: en el sentido de útil, práctico, fácil de comprender y de comunicar a

todos los miembros de la organización. 

4. Aplicable: practicable y enfocado a la acción. 

El cuadro 3 ilustra, con un mayor grado de detalle, el contenido analítico y/o

decisional 

Diagnostico estratégico interno. 

Diagnostico estratégico externo. 

• Análisis y evolución de los resultados: cifra de negocio, cifra de beneficios,

tasa de rentabilidad, etc. 

• Análisis de los costos internos: estructura de los mismos, economía de escala

y experiencia, etc. 

• Análisis de la cartera de productos. 

• Determinación y evaluación de los recursos (tangibles, intangibles y humanos)

y capacidades organizativas esenciales. 

• Fuentes de ventaja/s competitiva/s especifica/s 

• Análisis y evolución del entorno general: factores económicos, tecnológicos,

sociopolíticos y culturales. 

• Análisis del sector industrial: Capacidad de atracción, factores clave éxito,

tamaño, estructura, fuerzas competitivas, crecimiento, ciclo de vida,

segmentación de la oferta (grupos estratégicos). 

• Análisis de competidores: objetivos, estrategias, puntos fuertes y débiles ,

estructura de costes , cultura , etc. 

• Análisis de los clientes : segmentación de la demanda , motivaciones ,

necesidades insatisfechas. 

Identificación de puntos fuertes, débiles, restricciones y cuestiones internas a la

organización. Identificación de oportunidades , amenazas , restricciones y

cuestiones externas a la organización. 

• Definición de la misión y /o de los objetivos estratégicos. 

• Revisión de alternativas estratégicas: corporativa, de negocio o por binomio

producto – mercado y funcionales. 

• Evaluación de las alternativas estratégicas. 

• Selección de la estrategia mas adecuada 

Formulación de la estrategia 

• Redacción del plan estratégico 

• Implantación del plan estratégico 

• Seguimiento y control del plan estratégico.

Implantación y control de la estrategia 

Cuadro 3. Elaboración y puesta en práctica de la estrategia empresarial 

3.2 Enfoques o concepciones del proceso estratégico. 

Hasta aquí parece haberse seguido un esquema convencional en la

formulación y puesta en práctica de la estrategia, esto es, un modelo de arriba

abajo y no, por ejemplo, al revés, de abajo arriba. Sin embargo, la estrategia ha

sido estudiada e interpretada por distintas escuelas, cada una de ellas a partir

de una óptica, un objeto de estudio y unos intereses propios (Johnson y

Scholes, 1997). Así, cabe diferenciar principalmente entre dos grandes

enfoques (Grant, 1996), como se detalla a continuación. 

Existe un primer enfoque o acercamiento analítico y eminentemente

racionalista a la estrategia empresarial, de marcada base económica, cuyo

resultado suele conocerse como estrategia deliberada. Dicho enfoque lleva

implícitos ciertos supuestos acerca del proceso de elaboración de la estrategia,

tales como que su formulación constituye el terreno acotado de la alta

dirección, que, encabezada por el director general y su equipo directivo, analiza

la situación presente atendiendo a las posibilidades del medio y las

capacidades de la propia empresa para determinar el rumbo más adecuado

para la organización. Una vez formulada la estrategia más adecuada, sería

implantada por parte de los directivos de niveles jerárquicos inferiores. 

Sin embargo, parece lógico suponer también que los procesos de formulación e

implantación de la estrategia empresarial no son fácilmente separables: una

estrategia, para estar bien formulada, debería tener en cuenta el proceso a

través del cual se llevará a cabo, y viceversa. En la práctica, formulación e

implantación deben ir, por tanto, fuertemente unidas, de manera que la

estrategia sea ajustada y revisada constantemente a través del aprendizaje y/o

de la experiencia práctica. Es más, incluso en el caso de que la estrategia sea

deliberada, es improbable que sea el resultado de las decisiones de una sola

persona o grupo directivo; sino que tenderá a ser el reflejo de un complejo

proceso político de negociación, pactos o compromisos entre los

potencialmente afectados por ella, tanto a nivel interno como externo a la

propia organización. 

De ahí que algunos autores, partidarios de la llamada escuela (organizativa)

orientada al proceso, atribuyan un carácter emergente a la estrategia

observada, tras haber identificado ciertas características en el proceso de

elaboración de la estrategia a largo plazo de algunas organizaciones. Dicha

estrategia emergente se plantea descubrir cómo surgen las estrategias

realmente, es decir, intenta describir más y mejor los detalles sobre cómo se

adoptan en realidad las decisiones estratégicas y/o cuáles serían los

determinantes del cambio organizativo, basándose para ello en una amplia

variedad de ciencias sociales y/o del comportamiento. 

en el cuadro 4 se comparan más detalladamente ambos enfoques, poniéndose

de relieve el marcado contraste existente entre una concepción eminentemente

convencional y racionalista de la formulación de la estrategia –próxima, incluso,

a la planificación estratégica–, y otra Dirección concepción más organizativa y

típicamente ‘artesanal’ de la misma, donde se establece un proceso mucho

más flexible de aprendizaje a través del que emergen estrategias creativas y

alejadas de toda planificación excesiva. 

Características 

Enfoque racionalista Escuela del proceso 

Naturaleza de la estrategia 

Deliberada Emergente 

Base conceptual 

Economía Teoría de la organización 

Carácter 

Normativo Descriptivo 

Aspecto central Búsqueda de estrategias correctas Análisis de las decisiones

estratégicas 

Propósito Formulación de la estrategia optima bajo determinadas condiciones.

Descripción de los procesos decisorios estratégicos 

Racionalidad del decidor 

Estricta Limitada 

Autores o defensores Porter, Ansoff, Haz y Majluf Mintberg, Vyert y march,

Simon, Quinn. 

Cuadro 4. Comparación entre corrientes del pensamiento estratégico. 

Fuente: Navas y Guerras (1996: 48) 

Cabe adoptar todavía una tercera postura en esta cuestión, basada en modelos

más integradores, en el medio entre la teoría de la organización y el

pensamiento estratégico racional (Cuervo, 1995; Navas y Guerras, 1996;

Grant, 1997). Así, aunque quepan pocas dudas sobre la relevancia del análisis

sistemático como factor crítico del proceso estratégico, el desarrollo de la

estrategia empresarial es consecuencia, simultáneamente, de un proceso

deliberado, racional e intencional durante su formulación, y del conjunto de

respuestas aprendidas por la empresa, basadas en la experiencia, ante las

contingencias o problemas con los que se enfrenta. 

De este modo, el proceso de la dirección estratégica “combina estrategias

emergentes y deliberadas, esto es, patrones basados en las acciones pasadas

(junto) con planes que miran al futuro” (Cuervo, 1995: 65). En su vertiente más

racional, el proceso estratégico incide más en el contenido de las estrategias y

en la fase de su formulación; mientras que en su faceta emergente se pone

énfasis sobre el proceso en sí mismo y en los problemas organizativos

detectados para ponerlo en marcha. Por tanto, ambos planteamientos resultan

compatibles en realidad. 

Los procesos de formulación e implantación de la estrategia están muy unidos,

por lo que conviene integrar las dos grandes bases de la formulación de la

estrategia (deliberada y emergente) para comprender la dirección estratégica

en su doble faceta de formulación e implantación o puesta en práctica (Cuervo,

1995). 

Observamos, pues, que una visión más integradora de los distintos enfoques

existentes en torno a la formulación de la estrategia empresarial denota la

importancia de la realización de un análisis profundo, sistemático y científico de

la situación (origen de estrategias deliberadas) a combinar, adecuadamente,

con ciertas dosis de intuición, conocimiento tácito y aprendizaje mediante la

acción (learning-by-doing) origen de estrategias emergentes. 

4.0. LA ESTRATEGIA COMO NEXO ENTRE LA EMPRESA Y SU ENTORNO:

LA MATRIZ DAFO 

4.1 Análisis del entorno y de las capacidades de la empresa 

El análisis de la situación estratégica de la organización implica estudiar dos

entornos: por una parte, las capacidades propias de la empresa o los factores

internos, y por otra, aquellos elementos del medio en el que opera la institución

que influyen o pueden influir de alguna forma sobre la misma. El análisis

interno consiste en realizar una evaluación inteligible de las fortalezas y

debilidades internas que presentan tanto el funcionamiento como la estructura

de la organización. Los factores que deben ser considerados en este apartado

implican temas como: 

• La cultura corporativa. 

• La imagen de la compañía. 

• La estructura organizativa. 

• Los recursos humanos. 

• El acceso y abastecimiento de insumos. 

• La estructura de relaciones con los proveedores. 

• La posición en la curva de la experiencia. 

• La eficiencia operacional. 

• La capacidad operacional. 

• La difusión de la marca. 

• La participación en el mercado. 

• Los contratos en exclusiva. 

• Las patentes y secretos comerciales. 

Las estrategias de éxito persiguen explotar aquellos factores en los que la

compañía destaca, o lo que es lo mismo, sus fortalezas: aquello en lo que

muestra experiencia demostrada o incluso excelencia. 

En el lado opuesto, numerosas estrategias fracasan al concentrar los esfuerzos

en las áreas de la empresa en las que ésta se muestra más débil o en las que

no presenta una habilidad probada. 

Suele ocurrir en empresas que no saben identificar claramente sus fortalezas,

que irrumpen en mercados que no conocen bien o que presentan limitaciones

internas (en capacitación, desarrollo tecnológico, gestión o recursos

financieros), entre otros factores. 

El concepto de core competence o competencias esenciales hace referencia a

aquello que la empresa realiza especialmente bien en relación a sus

competidores. La importancia de este elemento radica en la capacidad

operativa que confiere a la organización al establecer un factor de ventaja

competitiva. Es además la piedra angular para el desarrollo de una estrategia

para la empresa. 

La ventaja competitiva es más asequible para una organización determinada

cuando: 

• La empresa tiene una core competente. 

• Las empresas de la competencia no presentan factores de diferenciación. 

• Resulta costoso para los competidores, tanto en tiempo como en recursos, el

igualar las competencias esenciales de la empresa. 

El análisis externo hace referencia a los factores del entorno en el que se

desenvuelve la empresa, es decir, aquellos cambios ajenos al funcionamiento

interno de la empresa que de alguna forma pueden alterar su posición en el

mercado. Cuando estos elementos son positivos para la organización se habla

de oportunidades, mientras que si implican una situación de peligro son

denominados amenazas. 

Los cambios en el entorno de la empresa pueden estar relacionados con los

siguientes temas: 

• La demanda y en concreto los clientes. 

• La competencia. 

• Las tendencias del mercado. 

• Los proveedores. 

• Los socios y las alianzas estratégicas. 

• Los cambios sociales. 

• La aparición de nuevas tecnologías. 

• La coyuntura económica. 

• El entorno político y regulatorio. 

Las oportunidades más relevantes para una empresa son aquellos factores

externos a la misma que pueden propiciarle una ventaja competitiva y/o una

senda abierta para la expansión y el crecimiento del negocio. Son fortalezas las

habilidades específicas de la empresa, el know how en relación a su actividad,

un recurso o una capacidad operativa específica, y en general, cualquier logro

interno que le confiera una ventaja frente a sus competidores en el mercado. 

Las amenazas por el contrario son situaciones externas a la empresa que

pueden alterar negativamente la posición de la empresa en los mercados. 

La identificación de las amenazas de la organización es el punto de partida

para establecer las necesidades de una acción estratégica. 

Entre las posibles amenazas a las que se puede enfrentar una empresa, se

pueden mencionar: 

• La emergencia de tecnología más barata. 

• La comercialización de productos más baratos por la competencia. 

• La entrada en el mercado de competidores extranjeros con costes más bajos. 

• Cambios regulatorios. 

• La vulnerabilidad ante subidas del tipo de interés. 

• Cambios demográficos desfavorables. 

• Efectos negativos derivados de alteraciones del tipo de cambio de las divisas. 

• Cambios políticos que pongan en peligro el posicionamiento de la empresa. 

La estrategia más adecuada para una empresa es aquella que se orienta hacia

la explotación de las mejores oportunidades de negocio para la organización, y

la que a la vez desarrolla las defensas frente a las amenazas a su posición

competitiva y garantiza su operatividad futura. 

4.2 La matriz DAFO como herramienta de diagnóstico. 

El análisis DAFO es una infraestructura simple para generar alternativas

estratégicas derivadas de un análisis de situación. Es un procedimiento

aplicable en la esfera corporativa y también en el nivel de la unidad de negocio,

y a menudo aparece en los planes de marketing. 

La matriz DAFO tiene su origen a finales de la década de los sesenta y desde

entonces ha sido ampliamente difundida y utilizada como herramienta para la

toma de decisiones y como punto de partida para la elaboración de estrategias

corporativas. Resulta especialmente útil cuando una situación compleja

requiere su resolución en poco tiempo. 

Intuitivamente, la DAFO pretende resumir de forma sucinta el análisis interno y

el externo, que dibujan la situación de una empresa, en un momento

determinado. Las siglas hacen referencia a: 

• Debilidades. 

• Amenazas. 

• Fortalezas. 

• Oportunidades. 

En inglés las siglas son SWOT (Strengths, Weaknesses, Opportunities,

Threats). 

Cada uno de estos grupos de factores se representa generalmente en un

cuadrante de la matriz ofreciendo una perspectiva útil para la elaboración de un

diagnóstico. 

El análisis DAFO encaja dentro del análisis estratégico de la organización tal 

y como se muestra en la figura siguiente: 

La estrategia futura parte de tácticas sugeridas por el análisis DAFO, de 

forma que a grandes rasgos, se persigue: 

• Construir sobre las fortalezas. 

• Resolver las debilidades. 

• Explotar las oportunidades. 

• Evitar las amenazas. 

Las fortalezas de la empresa son determinantes para el diseño de una

estrategia de éxito basada en la ventaja competitiva. Por otro lado, las

debilidades representan para la organización un factor de vulnerabilidad, que a

menudo impide abrazar atractivas oportunidades de mercado, y que en suma

suponen una desventaja competitiva. 

En la práctica, una matriz DAFO adquiere la siguiente forma: 

Fortalezas Debilidades 

1. 

2. 

3. 1. 

2. 

3. 

Oportunidades Amenazas 

1. 

2. 

3. 1. 

2. 

3. 

Para realizar un análisis DAFO se puede seguir el siguiente esquema basado

en preguntas que guían el proceso: 

• Fortalezas: definir las áreas de excelencia de la compañía: 

• ¿Qué hace bien la empresa? 

• ¿Qué peso tiene en el mercado? 

• ¿Tiene una dirección estratégica clara? 

• ¿La cultura corporativa produce un entorno de trabajo positivo? 

• Debilidades: evaluar las flaquezas: 

• ¿Qué puede ser mejorado en la empresa? 

• ¿Qué es lo que la empresa hace peor? 

• ¿Qué debería ser evitado? 

• ¿Es la empresa incapaz de financiar tecnología necesaria? 

• ¿Existe falta de liquidez o de cash-flow? 

• Oportunidades: analizar el atractivo de los clientes y de los mercados: 

• ¿A qué circunstancias favorables se enfrenta la empresa? 

• ¿Cuáles son las tendencias interesantes? ¿Está la compañía posicionada

para aprovechar esas tendencias? 

• ¿Está entrando la empresa en nuevos mercados? 

• ¿Está la empresa avanzada en términos tecnológicos? 

• Amenazas: analizar lo que hace la competencia e identificar retos potenciales 

• ¿A qué obstáculos se enfrenta la empresa? 

• ¿Qué hacen los competidores? 

• ¿Están cambiando las especificaciones de los productos o servicios de la

empresa? 

• ¿Están los cambios tecnológicos amenazando la posición de la empresa? 

• ¿Qué políticas están promoviendo los poderes públicos? ¿Afectan a nuestro

sector? 

A pesar de la evidente utilidad del análisis DAFO para resumir una gran

cantidad de información en un formato manejable, esta herramienta tiene el 

problema que clasifica los distintos factores en categorías en las que no

siempre encajan. 

En este sentido, en muchas ocasiones se presentan factores que pueden

resultar una amenaza o una oportunidad, en función de la reacción de la

empresa, como podría ser, a modo de ejemplo, la globalización de los

mercados. Esta circunstancia se puede contemplar como una oportunidad para

acceder a un mercado más amplio, o bien como una amenaza del mercado

propio de la empresa ante la llegada de nuevos competidores extranjeros. 

Algunas clasificaciones de factores como debilidades, amenazas, fortalezas u

oportunidades pueden resultar arbitrarias, dado que un factor puede ser a la

vez una debilidad y una fortaleza, según se interprete, o una amenaza y una

oportunidad, en función de la actitud de la empresa hacia dicho elemento. 

5.0 CONCLUSIONES. 

Como dijo Alan Greenspam “estamos en medio del `tsunami´crediticio del siglo

´”, este fenómeno no solo afecta a los países desarrollados y con economías

emergentes , sino también a nuestros países que se abaten en la pobreza ,

agudizándose mas sus problemas , a pesar de todo ello considero que como

región centroamericana , paliaremos mas los efectos de la crisis , he analizado

numerosas empresas a nivel centroamericano y se percibe un optimismo ya

que aseguran que de las crisis salen las buenas oportunidades de crecimiento

y que es el momento de revisar sus estrategias, considero que las estrategias

que los hicieron crecer de una pequeña empresa a grandes empresas quizás

ya no funcionen y es urgente volver a retomar los elementos fundamentales de

la dirección estratégica, para lograr formular e implantar estrategias que

proporcionen una ventaja competitiva , y es la gran oportunidad para las

empresas pequeñas crecer , haciendo las cosas correctamente y mirando

hacia el futuro de la mano de la dirección estratégica, siendo así

organizaciones inteligentes. 

6.0 BIBLIOGRAFIA. 

Martínez, Maria de Jesús. Lo que se aprende de los mejores MBA. Ediciones

Gestión 2000, Barcelona. Año 2001. 

Wheelen L Thomas; Hunger, J David. Administración estratégica y política de

negocios. Pearson educación , México 2007. 

Jonson Gerry , Scholes; Whittington Richard. Dirección estratégica. Pearson

educación. Madrid 2006. 

Rodríguez Carrasco, José Manuel; Garrido Buj , Santiago. Fundamentos de la

dirección estratégica. Ediciones Pirámide S.A., Madrid Año 1998. 

De Kluyver , Cornelis Acle. Pensamiento Estratégico. Pearson Education S.A,

Buenos Aires, Año 2004. 

Parlad, C.K . Estrategia Corporativa. Ediciones Deusto, Barcelona, Año 2006.