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ORDEN DE LOS HERMANOS MENORES CONVENTUALES EL DISCÍPULO FRANCISCANO DIRECTORIO GENERAL DE FORMACIÓN Roma 2001

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ORDEN DE LOS HERMANOS MENORES CONVENTUALES

EL DISCÍPULO FRANCISCANO

DIRECTORIO GENERAL DE FORMACIÓN

Roma 2001

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PRESENTACIÓN

En 1981, por primera vez, todos los formadores de nuestra Orden se reunieron en Asís en un encuentro internacional. El resultado de aquel encuentro fue la creación de una comisión encargada de redactar un Directorio para la formación en la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, la primera tentativa en este campo después del Concilio Vaticano II. Ese documento, titulado El discípulo franciscano, fue aprobado “ad experimentum” por el Capítulo general de 1983 y recibió la aprobación definitiva tres años después, en el siguiente Capítulo general.

Durante los casi veinte años transcurridos desde 1983, se han producido

diversos cambios en la Iglesia, en la Orden y en la sociedad. Han sido publicados nuevos documentos eclesiales sobre la formación, como Vida fraterna en comunidad y Vita consecrata. En nuestra Orden se ha incrementado el aprecio y la conciencia de la importancia de la formación, tanto inicial como permanente. Los Capítulos de México (1992) y –sobre todo- de Ariccia (1998) prestaron mucha atención al problema de la formación. De hecho, el Capítulo de 1998 decidió que se revisase El discípulo franciscano (moción 25), para actualizarlo conforme al espíritu de los documentos más recientes de la Iglesia y de la Orden y también para introducir en él los frutos de la experiencia formativa que han ido madurando en la Orden durante los últimos decenios. Se confió esta ardua tarea a la Comisión internacional para la formación.

Ahora tenemos en nuestras manos el fruto de ese trabajo: la segunda

edición de El discípulo franciscano . El Capítulo general de 2001 aprobó el nuevo documento de modo provisional, animando a los Ministros y los formadores de la Orden a enviar sus opiniones y sugerencias al Secretario general para la formación, con vistas a mejorar los contenidos del documento. Éste servirá también como punto de partida para la reflexión y evaluación que se llevará a cabo durante el encuentro internacional de formadores que se celebrará dentro de los tres próximos años.

Enviando el texto a todos los hermanos, queremos recalcar con profunda

convicción que la formación sigue siendo una de las prioridades de la Orden y que la eficacia de nuestros proyectos formativos dependerá de la seriedad de la conversión, que debería acompañarnos durante toda la vida. Estamos llamados a hacer nuestros “el corazón y la mente” de Jesucristo, según la forma de vida de San Francisco. Durante los últimos decenios, la mayor parte de las Provincias y Custodias de la Orden ha afrontado realmente el compromiso de elaborar programas de formación inicial, a veces en colaboración con otras circunscripciones. No obstante, sigue siendo un espinoso problema la falta de formadores preparados adecuadamente para esa labor.

Además, muchas Provincias y Custodias han dado pasos considerables en

el terreno de la formación permanente, elaborando y desarrollando unos programas que pretenden mantener vivos los valores del carisma franciscano conventual a lo

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largo de toda la vida, apoyando de modo eficaz la encarnación de esos valores en la realidad concreta de las fraternidades y el apostolado. Sin embargo, el Capítulo de 2001 volvió a insistir una vez más en la necesidad de un mayor compromiso en lo que se refiere a la formación permanente (moción 1). La nueva edición de El discípulo franciscano puede ser un buen material para las reflexiones sobre la formación, aunque el texto ha de ser enriquecido todavía con aportaciones procedentes de las circunscripciones que han recorrido ya un camino notable y han promovido experiencias eficaces de formación permanente, que abarcan las diversas dimensiones de la vida humana: personal, franciscana, apostólica.

Al comienzo del nuevo milenio el Papa nos invita a “remar mar adentro”

(duc in altum), con una confianza incondicional en Jesucristo. Como hombres de fe, podremos aventurarnos en esa travesía si el Evangelio se ha convertido realmente en norte y regla de nuestra vida y somos capaces de encarnarlo en los diversos contextos socio-culturales en los que nuestra Orden actúa. Somos conscientes de que ninguna expresión cultural agota por sí sola la riqueza del carisma franciscano conventual. Pero únicamente viviendo con fidelidad el carisma de San Francisco lograremos de verdad encarnarlo no sólo en los lugares en los que nuestros hermanos desarrollan su actividad desde hace tiempo, sino también en las nuevas tierras de misión, allí donde –con la bendición de Dios- tratamos de implantar la herencia franciscana en este nuevo milenio.

Nuestra época constituye un estímulo y un desafío a la vez. El Espíritu nos

empuja a profundizar en las Fuentes Franciscanas, hoy a disposición de toda la Orden en diversas lenguas; nos empuja a asimilar los valores contenidos en ellas y a comunicarlos, a través de programas de formación inicial y permanente, a la nueva generación de hermanos que Dios nos da y seguirá dándonos para compartir nuestra vida franciscana.

El Señor, que inició su obra en nosotros, la lleve a su plenitud. Fraternamente en San Francisco.

Fr. Joachim Giermek Ministro general

Fr. Daniel Pietrzak

Secretario general para la formación

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ABREVIATURAS

Adm. Admoniciones de S. Francisco ASS Capítulo general de Asís de 1995. Documento final

programático 1C Vida primera , de Tomás de Celano 2C Vida segunda, de Tomás de Celano CIC Codex Iuris Canonici, 1983 Const. Constituciones de la Orden de los Hermanos Menores

Conventuales, Roma 1984 Crón. Crónica de Erfurt 2CtaF Carta a todos los fieles (segunda redacción) CtaO Carta a toda la Orden DF El discípulo franciscano. Directorio general de formación

de los Hermanos Menores Conventuales, Roma 1983 ECF El estudio del carisma franciscano en las diversas etapas de

la formación , México 1992 EN Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 1975 Est. Gen. Estatutos Generales OFMConv, 2001 ET Pablo VI, Evangelica Testificatio , 1971 FO Capítulo general de Ariccia 1998. La Formación en la

Orden: líneas para un compromiso renovado GS Gaudium et Spes, 1965 Inst. Gen. F.N.I. Instructio Capituli de Formatione Nostrorum Iuvenum,

Capítulo general 1966 LM Leyenda mayor, de S. Buenaventura LP Leyenda de Perusa OfP Oficio de la Pasión del Señor

5

OT Optatam Totius, 1965 PC Perfectae Caritatis, 1965 PDV Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 1992 PI Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las

Sociedades de Vida Apostólica, Potissimum institutioni. Directrices sobre la formación de los Institutos religiosos, 1990

PTF Presencia y testimonio franciscano conventual hacia el dos

mil. Documento del Capítulo general extraordinario de México 1992

1R Primera Regla, 1221 2R Segunda Regla , 1223 RF Ratio Fundamentalis, 1970 RH Juan Pablo II, Redemptor hominis, 1979 SC Sacrosanctum Concilium, 1963 TC Leyenda de los tres compañeros Test. Testamento de San Francisco VC Juan Pablo II, Vita consecrata . Exhortación apostólica post-

sinodal, 1996 VFC Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las

Sociedades de Vida Apostólica, Congregavit nos in unum Christi amor. La vida fraterna en comunidad , 1994

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I

LA FORMACIÓN

EL DISCÍPULO: SEGUIMIENTO DE CRISTO

1. “Quiero que mis hermanos sean discípulos evangélicos”1.

En este deseo de Francisco está resumida la vida y la Regla del hermano menor, entendida como seguimiento de Jesús, para convertirse así en discípulo suyo.

En Jesús descubrimos a Dios, que se nos revela como Padre, salvador y santificador . En Jesús descubrimos también a un auténtico hermano, que nos invita a ser hijos del Padre y hermanos entre nosotros. Seguir a Jesús es la vocación común de todos los bautizados y constituye el factor determinante de la existencia cristiana. Optamos por él y nos entregamos con él al servicio del Reino. Iluminados por el Espíritu, decidimos adherirnos a Jesús, que se nos presenta como la Buena Noticia de nuestra vida.

2. Ser discípulo no consiste en seguir una idea, es un encuentro con una persona: Jesucr isto. El hermano menor vive su seguimiento a la luz de la experiencia viva de Francisco de Asís. Contemplamos el rostro de Cristo en las páginas del Evangelio y descubrimos el rostro de Francisco en sus escritos. El Evangelio de Jesús y la palabra de Francisco, leídos y vividos en la experiencia de la comunidad cristiana y la fraternidad minorítica en las diversas culturas a lo largo de los siglos, nos permiten renovar y actualizar hoy el seguimiento –como respuesta al proyecto del Padre- en el encuentro con nuestros hermanos, especialmente con los más pobres y necesitados. En este contexto, la formación ayuda a cada hermano a percibir la novedad y la riqueza de su llamada como don del Espíritu, ofreciéndole la posibilidad de ser testigo y profeta, icono2 vivo de cuanto ha asimilado y va experimentando en el seguimiento de Jesús y de Francisco.

1 LM XI,1. 2 VC 14.

SEGUIMIENTO: no consiste en

seguir una idea, es un encuentro con una persona

EL DISCÍPULO: adhesión a Cristo

en la fe y en el amor

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3. A imitación de San Francisco, que “aparecía como un hombre nuevo y del otro mundo”3, toda la vida del hermano menor se ha de entender como un camino de crecimiento global de la persona, en actitud de escucha perseverante de la llamada de Dios y conversión constante a su proyecto.

Desde este punto de vista, la vocación religiosa franciscana es una conquista continua, posible gracias a la acción del Espíritu del Señor, y vivida con disponibilidad y apertura a Dios y a las necesidades de los hermanos y hermanas. La formación se convierte entonces en un instrumento que pretende facilitar la plena toma de conciencia de nuestra respuesta libre a la llamada del Señor en las diversas situaciones que la vida cotidiana nos depara. Este proceso de crecimiento continuo es un derecho y un deber de todo hermano, y tiene su desarrollo y realización plena en el compromiso de conversión de toda la Iglesia 4 y –en sintonía con ésta- de todo Instituto religioso y toda comunidad.

3 1C 82. 4 VC 47.

FORMACIÓN: un camino

que abarca toda la vida

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II

FRANCISCO

MODELO DEL DISCÍPULO

4. “El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia”5. Francisco, después de haberse sentido atraído por el éxito durante su juventud y tras haber experimentado el poder del dinero, iluminado por el Espíritu, descubre el amor misericordioso de Dios. Tras el encuentro con el leproso6, se convierte: cambia de mentalidad y se dispone al seguimiento de Cristo. “Desde este momento empezó a mirarse como vil” 7 y “a transformarse en varón perfecto y a ser distinto de como era”8. Totalmente “despojado”, Francisco comienza su aventura de discípulo en el seguimiento del Señor. Toda su vida estará marcada a partir de ahora por un solo e insaciable anhelo: configurarse a Cristo.

5. “El Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio”9. “Vivir según la forma del santo Evangelio” fue el carisma específico, revelado por el Señor a Francisco. Ése será el fundamento de su opción de vida y de la de sus hermanos10. Francisco buscaba la familiaridad con Jesús a través del Evangelio. En él halló inspiración, rumbo y significado, y en él descubrió –sobre todo- a la persona misma del Dios -Hombre. Gozoso por ese hallazgo, Francisco propuso a sus hermanos el Evangelio como norma esencial de la fraternidad y camino que conduce a la vida. El resultado de su encuentro con la Buena Noticia del Padre fue una vida de perfección evangélica.

6. “Seguir la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesucristo”11. La imitación de Cristo pobre y humilde por parte de Francisco está descrita y sintetizada en el nombre dado a 5 Test 1. 6 1C 17. 7 TC 8. 8 2C 7. 9 Test 14. 10 2R 1,1. 11 1R 9,1.

Francisco, hombre penitente

Francisco, hombre evangélico

Francisco, hombre menor

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sus seguidores: hermanos menores, llamados a serlo en sus relaciones con Dios, con los demás, con el mundo y con ellos mismos. De hecho, Francisco enseñó a sus hermanos la minoridad como estilo propio de su presencia en el mundo: ser hermanos de todos, servidores de los pequeños y los pobres, sin ambicionar el poder y el honor, sino buscando siempre la solidaridad, el compartir y pasar desapercibidos. Meditando incesantemente las palabras del Señor, que son “espíritu y vida”12, Francisco empezó a entender la vida y misión del Señor a la luz del misterio de su anonadamiento (kénosis). La humildad de la Encarnación le reveló la grandeza del amor del Dios-Hombre, que se dignó hacerse uno de nosotros y quiso compartir la condición del más pobre entre los pobres. En la pasión de Cristo Francisco descubre la “obediencia amorosa” del Hijo de Dios, que no claudicó ante el dolor, la humillación y el abandono de los discípulos, sino que abrazó todo eso para redimir a la humanidad13. Además, Francisco comprendió que este amor condescendiente de Dios se renueva y manifiesta constantemente en la celebración eucarística, en la que el Señor del universo se oculta bajo la apariencia humilde del pan que se ofrece por nuestra salvación14.

7. “Tener el espíritu del Señor y su santa operación, orar continuamente al Señor con un corazón puro”15. En el seguimiento del Cristo humilde y rebosante de amor, que se hizo uno de nosotros, Francisco descubre el significado de su vida de hijo del Padre celestial. “¡Oh, cuán glorioso es tener en el cielo un padre santo y grande!” 16 Consciente de su condición de “criatura”, Francisco lo contempla todo como gracia y don de Dios. Es un hijo agradecido, con un talante de gratitud y alabanza. Su vida se va transformando en historia de la iniciativa amorosa del Padre, que lo llama para compartir con él la comunión profunda con el Hijo en el Espíritu Santo. Su respuesta –la más importante - fue una vida de oración, un diálogo íntimo con Aquel que lo había llamado, hasta hacerse así “todo él no ya sólo orante, sino oración”17. Cuanto más se unía al Padre, más crecía su amor a los hombres y su anhelo de salvarlos. Francisco se preparaba así para ser –como Jesús, el enviado del Padre- voz profética en la Iglesia y la sociedad de su tiempo.

12 1R 22,39. 13 Cf. 1C 84; Adm 6. 14 CtaO 27-28. 15 2R 10,9. 16 2CtaF 54. 17 2C 95.

Francisco, hombre

contemplativo

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8. “El Señor me dio hermanos”18.

Basándose en la ley del amor evangélico, Francisco pide que sus hermanos “se amen mutuamente”19, “y se traten espiritual y amorosamente y se honren mutuamente”20, “y muestren con obras el amor que se tienen”21, y que en todo lugar y situación “se conduzcan con familiaridad entre sí”22, acogiendo con bondad a todo aquel que acuda a ellos23. Francisco descubre en cada persona la imagen de Jesús, que en la Encarnación se ha hecho hermano nuestro; dialoga con todos, mostrándose así hermano de todas las criaturas24 y convirtiéndose en su época en apóstol de la fraternidad y la paz. Con sus hermanos sirve a los leprosos y trabaja en los campos para ganarse el sustento. Logra la concordia entre ciudades rivales, anuncia a todos la paz, la hermandad y la reconciliación en el Señor Jesús.

9. “Sumisos y sujetos a los pies de la santa Iglesia ”25. Francisco, “vir catholicus et totus apostolicus”26, desde el comienzo de su experiencia religiosa, deseó y vivió de modo extraordinario la comunión con la Iglesia, el Papa y los obispos. Sometió la Regla a la aprobación de la Iglesia; rezaba las horas canónicas según el rito de la santa Iglesia y recibió de ésta el encargo de predicar a todos la penitencia y la conversión. Prometió obediencia a la Iglesia y, antes de morir, pidió a sus hermanos la misma fidelidad al Evangelio y a ella. Consciente de recibir de la Iglesia “las odoríferas palabras del Señor”27 y la Eucaristía, Francisco respetaba y honraba a los teólogos de la misma como a quienes nos proporcionan “espíritu y vida”. Desde el principio, Francisco, “pregonero del gran Rey”28, se sitúa con sus hermanos en el corazón de la comunidad eclesial y participa con gran celo y pasión en la misión pastoral de la Iglesia, que continúa el ministerio de Cristo.

18 Test 14. 19 1R 11,5. 20 1R 7,15. 21 1R 11,6. 22 2R 6,7. 23 Cf. 1R 7,14. 24 Cf. Cántico de las criaturas. 25 2R 12,4. 26 JULIÁN DE SPIRA, Officium rhythmicum Sancti Francisci, ad I Vesperas. 27 2CtaF 2. 28 1C 16.

Francisco, hombre fraterno

Francisco, hombre católico

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10. “Dios no lo ha llamado a ese estado solamente para él, sino para que coseche fruto de almas y se salven muchos por él” 29. Escuchando la Palabra de Dios en la iglesia de la Porciúncula 30, Francisco había comprendido su vocación, y ese evangelio en el que Jesús envía a sus apóstoles será para él estímulo para ir por el mundo anunciando a todos la penitencia con “brevedad de lenguaje”31. Deseoso de anunciar a todos la bondad del Señor, se convertirá en apóstol itinerante del Evangelio, de tal manera que no se consideraba amigo del Señor si no lograba inflamar de amor a las almas redimidas por Él32. Enviará a sus hermanos por el mundo de dos en dos y, cuando el grupo aumente, los animará a cruzar las fronteras de Italia y abrirse así a los países transalpinos. Anhelando llevar a todos el mensaje de la salvación, intentará una y otra vez “ir entre sarracenos y otros infieles”33 y, por fin, se presentará ante el sultán para anunciarle a Cristo y su Evangelio. A los hermanos que, “por inspiración divina”34, soliciten partir como misioneros, les sugiere dos modos de proclamar el mensaje cristiano: el testimonio de vida (“no promuevan disputas y controversias”35) y el anuncio (“cuando les parezca que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios”36).

11. “Rodeaba de amor indecible a la madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad”37. La vida de Francisco no era una simple alternancia entre oración y acción, es decir, un tiempo para el Señor y un tiempo para el servicio apostólico, sino una vida totalmente centrada en Dios y abierta siempre a las inspiraciones del Espíritu38. Para Francisco el Espíritu es “el Esposo del alma”, una función que descubrió gracias a su devoción a la madre de Jesús, a quien llama “la esposa del Espíritu Santo”39. Francisco recomienda a sus hermanos una comunión de vida como la que existe entre María y el Espíritu Santo, comunión que los hermanos han de construir y vivir en la oración y la contemplación. Y la

29 Florecillas 16. 30 Cf. 1C 22. 31 2R 9,4. 32 Cf. UBERTINO DE CASALE, Arbor vitae crucifixae Iesu, lib. V cap. 3. 33 2R 12,1. 34 Ibid. 35 1R 16,6. 36 1R 16,7. 37 2C 198. 38 Cf. 2C 95. 39 OfP, Antífona “Santa Virgen María”, 2.

Francisco, hombre apostólico

Francisco, hombre

del Espíritu, hombre mariano

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madre de Jesús les llevará a comprender el misterio divino presente en ellos mismos. Como María dio a luz a Jesucristo por obra del Espíritu Santo, así también los hermanos son “madres” de nuestro Señor Jesucristo cuando lo llevan en el corazón y en el cuerpo con amor y con una conciencia pura y sincera, y lo dan a luz por medio de las buenas obras40.

40 Cf. 2CtaF 53.

13

III

EL DISCÍPULO EN EL MUNDO DE AYER Y DE HOY

12. El carisma franciscano es la forma de vida y de testimonio evangélico, iniciada por Francisco de Asís, gracias a la acción del Espíritu, en el seno de la Iglesia; transmitida a la Orden que él fundó; desarrollada luego dinámicamente por parte de ésta a lo largo de su historia y actualizada y necesitada de una actualización fiel y creativa también en el presente. Al carisma franciscano se añade, prácticamente desde sus orígenes, lo específico conventual41.

A lo largo de la historia podemos distinguir las siguientes características: a. la vida en comunidad, que consolida la vida fraterna a

través del capítulo conventual42; b. la disponibilidad ante las solicitudes de la Iglesia,

entendida como pueblo de Dios y jerarquía, con una fidelidad especial al Papa;

c. la vida en las ciudades, donde los hermanos se dedicaban al apostolado (pastoral, litúrgico, cultural, caritativo-social), activamente insertos en los problemas y anhelos de sus contemporáneos;

d. la dedicación especial a la cultura, que exigía una adecuada preparación intelectual tanto en teología como en otros campos del saber y hacer humano.

13. Enriqueciéndose y perfilándose cada vez mejor a

través de los siglos, el conventualismo, en su mejor expresión, manifestada en la santidad de vida de los hermanos que lo han vivido hasta nuestros días, ha sido el modo concreto de actualizar y vivir la vocación franciscana y el carisma de la fraternidad, según las necesidades de la Iglesia y del contexto socio-cultural de cada época. También hoy el hermano menor conventual está llamado a vivir el seguimiento de Cristo acompañando a quienes se sienten desorientados y confusos o están sedientos de paz, libertad y justicia. Éste se encuentra a cada paso con los graves problemas que afectan a la convivencia humana: «los egoísmos de varias dimensiones (materialismo, hedonismo, consumismo), los

41 Il carisma francescano conventuale, Roma 1998, p. 8. 42 Cf. G. ODOARDI, «I Frati Minori Conventuali. Origine ed evoluzione dal ’200 al 1517 e storia moderna, 1517-1976», en I Frati Minori Conventuali. Storia e vita 1209-1976, Roma 1978, pp. 82ss.

En la situación concreta

del mundo contemporáneo

La dimensión conventual

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nacionalismos exagerados, la tendencia a dominar a los otros»43, la carrera de armamentos, las desigualdades entre ricos y pobres, los problemas ecológicos, el desprecio de la vida. En esa situación el hermano menor conventual anuncia y testimonia, con un estilo de vida evangélico y solidario con los últimos de la sociedad44, que hay más alegría en dar que en recibir, llevando “paz allí donde hay discordia, y amor donde hay odio”45.

14. Además de trabajar en las actividades pastorales tradicionales de nuestra Orden, hoy el hermano menor conventual está llamado también a comprometerse en la nueva evangelización en la línea marcada por el “espíritu de Asís” 46, para construir la paz en la justicia, proclamando proféticamente el perdón y la reconciliación y promoviendo la salvaguarda de la creación. En su trabajo por el Reino de Dios en las distintas partes del mundo, los hermanos están llamados a colaborar con las demás familias franciscanas (también en las iniciativas internacionales) y a respetar a toda persona y toda cultura, cultivando siempre la actitud de escucha ante las demás tradiciones espirituales y el diálogo con las diferentes religiones.

15. Consciente de estar siempre en camino con la Iglesia y en la Iglesia, nuestra Orden se abre al futuro con esperanza y confianza en Dios, fuente de todo bien. Se pregunta cómo hacer fecunda hoy la tradición recibida del pasado y, al mismo tiempo, cómo ser una respuesta significativa –a través de una adecuada capacidad de renovación- para el mundo actual. Constituye un desafío especial para la Orden la relación entre la unidad y la pluralidad de expresiones de la vida franciscana, así como el desarrollo que supone el encuentro con la riqueza de las diversas culturas que están representadas dentro de la Orden.

16. En la puesta en práctica del franciscanismo, cada circunscripción ha de prestar una atención especial a la relación con la cultura local. La inculturación del franciscanismo es un proceso experimental, no exento de conflictos, que comporta tanto el conocimiento del franciscanismo histórico –en sus diversas manifestaciones del pasado y del presente- como el conocimiento, la

43 RH 15. 44 PTF 3.2.3. 45 Oración simple (atribuida a S. Francisco). 46 El espíritu de Asís remite a una serie de consecuencias derivadas del encuentro que en 1986 reunió en Asís a los representantes de las distintas religiones.

Desafíos actuales para la Orden

Necesidad de una inculturación

adecuada

El espíritu de Asís

15

aceptación y la asimilación de las distintas culturas locales. Este proceso (conocer, encarnar, redimir) conduce a la comprensión adecuada del franciscanismo en sus valores esenciales y “transculturales” y en sus manifestaciones históricas. En ese contacto entre franciscanismo y cultura, ambos se purifican y se enriquecen mutuamente.

16

IV

EL DISCÍPULO FRANCISCANO

UN CAMINO FORMATIVO

17. Cristo eligió a sus primeros discípulos “para que convivieran con él y para enviarlos a predicar con poder para expulsar demonios” (Mc 3,14-15); los formó con autoridad, a través de sus palabras y acciones, con vistas a una madurez que habría de llevarles a la aceptación de la voluntad del Padre y la disponibilidad al servicio del Reino de Dios. Francisco, guiado por Cristo e inspirándose en la comunidad apostólica, acogió con alegría el don de los hermanos y con su ejemplo los animó a comprometerse en un camino de formación personal en el seguimiento de Cristo pobre y crucificado.

18. El hermano menor conventual vive su condición de discípulo en fraternidad, de tal manera que cada uno es verdadero “formador” del otro, sobre todo con el ejemplo y el testimonio de vida. Si la comunidad fomenta el espíritu de oración y las relaciones interpersonales, entonces resulta más fácil vivir con fidelidad y alegría la vida evangélica en todas sus dimensiones47.

19. Desde el momento mismo en que el hermano-discípulo decide seguir a Cristo en la vida franciscana, intentará asimilar las ideas y los sentimientos de su divino Maestro, escuchando y meditando también las enseñanzas de Francisco y tratando de vivirlas cada día. La enseñanza y la experiencia son dos elementos complementarios del camino formativo.

20. Hay algunos elementos del camino formativo que tienen una importancia especial en las diversas etapas de la vida del discípulo franciscano: a. el encuentro con Cristo a través de su Palabra y la

vida sacramental de la Iglesia, la Liturgia de las Horas, la liturgia eucarística, la escucha de la Palabra de Dios, el sacramento de la reconciliación48;

b. el encuentro con Cristo –que abre a una relación más íntima con el Dios Trinidad- en la oración personal,

47 Cf. VFC 11. 48 Cf. SC 14; PC 6; ET 47-48.

En un camino formativo

En fraternidad

A través de la enseñanza

y la experiencia

...y encuentros de especial importancia

17

fiel y humilde 49, en la oración de alabanza 50, de súplica51, en la oración en soledad52; encuentros todos ellos que, con la ayuda de la gracia, conducen gradualmente a la contemplación;

c. el encuentro con Cristo en los hermanos, tanto en los momentos más relevantes (los capítulos, por ejemplo) como en la vida cotidiana (en la oración comunitaria, la mesa, la recreación, etc.)53;

d. el encuentro con Cristo en todas las personas, especialmente en los pobres, los necesitados, los “leprosos” de nuestro tiempo54;

e. el encuentro con Cristo en todo lo creado, como imagen y reflejo del Hijo de Dios 55.

21. A través del diálogo personal, cada uno puede

interiorizar lo que ha escuchado y experimentado: diálogo interior consigo mismo, con Dios en la oración y con los demás. El diálogo con los responsables de la formación, con el director espiritual y con otros expertos en el campo educativo y espiritual, es fundamental en la formación: se trata de un instrumento privilegiado56. Para que sea eficaz, son condiciones indispensables una apertura sincera por parte del formando y discreción por parte del formador.

El diálogo que tiene lugar en la comunidad reunida en capítulo posee una importancia especial57. Por medio de dicho diálogo, en el cual cada uno se abre a la llamada del Señor, nuestro único Maestro, se ayuda al discípulo a personalizar los valores que se le van presentando y que él va experimentando.

22. La capacidad de establecer un diálogo fructífero requiere un cierto nivel de madurez afectiva y de autodominio, tanto en la relación consigo mismo como en las relaciones con los demás58. Ante todo, el hermano ha de ser capaz de aceptarse como don de Dios, es decir, asumir su historia personal y sus sentimientos más profundos. Aceptar los propios límites, cuando esto se hace a la luz de la cruz de Cristo, es fuente de humildad y un verdadero camino de maduración. A través de la oración y el diálogo con los formadores y con quienes le ayudan espiritualmente, el hermano podrá comprender de 49 Cf. 1C 71. 50 Cf. LM 6,3. 51 Cf. LP 103c. 52 Cf. Crón. XIII,1. 53 Cf. PC 15. 54 Cf. ET 17. 55 Cf. 1C 77. 56 Cf. VC 66. 57 Cf. VFC 32-33. 58 Cf. PC 12.

En diálogo con otros

Hacia la madurez

afectiva

18

modo gradual las propias motivaciones e ir purificándolas de aquellos elementos que resultan inconsistentes con vistas a una respuesta libre y creativa a la llamada divina.

23. Para que el diálogo sea eficaz, el hermano debe mostrar un auténtico respeto a los demás, pues la confianza, indispensable en las relaciones interpersonales, nace sólo en ese clima de respeto. El crecimiento en este campo exige apertura a las sugerencias, las observaciones y la corrección fraterna de los demás, así como la capacidad de adaptarse a las diversas personas y a las circunstancias que cambian59. Una muestra inequívoca de crecimiento en la convivencia con los demás es el hecho de asumir la responsabilidad de mejorar la calidad de la vida comunitaria y la capacidad de sacrificarse por el bien común.

Para poder alcanzar la madurez afectiva, a veces es indispensable la ayuda de expertos en ciencias humanas, una ayuda que la comunidad debe ofrecer a quienes forman parte de la misma.

24. El esfuerzo constante para crecer en la madurez humana y afectiva no hay que descuidarlo ni minusvalorarlo. Con frecuencia surgen dificultades a la hora de vivir los votos porque la persona carece de una madurez suficiente para facilitar la asimilación de los valores de la vida franciscana conventual y una conversión profunda. El paso de un modo de pensar y obrar cerrado y egocéntrico a un comportamiento más abierto y altruista es un signo de que el hermano está abandonando el “espíritu de la carne” para dejarse guiar por el “espíritu del Señor”60.

25. Aunque toda la vida es un proceso de identificación con Cristo, el periodo de la formación inicial es especialmente importante. Constituye un verdadero “entrenamiento” en el seguimiento: el hermano, acompañado y guiado por los responsables, aprende a distinguir la voz de Dios entre los muchos mensajes que oye y, después de haber optado por seguir al Señor, recibe ayuda para obtener frutos de la enseñanza y la experiencia que se le ofrecen para madurar en su opción. Los responsables de la formación han de acompañar al formando, organizando los contenidos y encauzando las experiencias, en especial durante los primeros años, para que éstos sean de verdad años formativos, conforme a los principios de la gradualidad y la continuidad. 59 Cf. Adm 22; PTF 4.2; 4.3.1. 60 Cf. 1R 17,9-16; CtaO 21-25; Adm 1,12-13; Paráfrasis del Padre nuestro 5; ET 38.

Muestras de crecimiento

Paso del “espíritu de la

carne” al

“espíritu del Señor”

Durante la formación

inicial

19

26. La metodología y los medios se dejan a la

creatividad didáctico-formativa de los formadores (contando también con los estudiosos o especialistas de las respectivas circunscripciones), respetando siempre en lo esencial las orientaciones gene rales ofrecidas aquí, las cuales pretenden garantizar en toda la Orden la unidad y la gradualidad en la comunicación o transmisión del carisma. Desde esta perspectiva, resulta evidente la importancia de una buena formación de los formadores61.

27. Entre los medios considerados más eficaces, destacan los siguientes: a. presentación de los temas por parte de personas

expertas; b. reflexión personal y puesta en común en el grupo; c. visitas a lugares significativos (santuarios, iglesias,

etc.); d. uso de los medios de comunicación actuales que

presentan los lugares, figuras y momentos principales de la historia de la Orden;

e. reflexión comunitaria sobre experiencias pastorales significativas (por ejemplo, visitas a los enfermos, servicio a los pobres y necesitados, etc.).

28. Los formadores deben tener en cuenta el carácter y

el ritmo personal de cada uno. Recuerden que el crecimiento humano sigue una línea espiral, más que recta, con una vuelta constante a los valores fundamentales, para seguir profundizando en ellos de modo gradual.

29. Sobre todo en tierras de misión y en situaciones de pluralidad cultural, se preste la debida atención al proceso de inculturación, que requiere un cambio de mentalidad y actitudes por parte de los formadores: un conocimiento respetuoso de las costumbres, la lengua, las tradiciones y todo aquello que forma parte de la identidad de un pueblo62, sin olvidar la universalidad del Evangelio y el núcleo esencial e indispensable del carisma franciscano.

61 ECF 9. 62 Cf. ASS 15.

Con una metodología

específica

Y medios eficaces

Teniendo en cuenta la situación

socio-cultural

Con un ritmo personalizado

20

V

LOS PROTAGONISTAS DEL SEGUIMIENTO

30. Considerando la experiencia de conversión y el crecimiento espiritual de Francisco, observamos que la formación franciscana es una interacción entre Dios y la persona llamada63, con la mediación de la comunidad, como lugar concreto en el cual y a través del cual se revela la llamada 64.

31. Cristo guía a Francisco hasta la contemplación del misterio de comunión plena que constituye la esencia de Dios en la relación trinitaria. Francisco descubre el gozo y la grandeza de la propuesta que Dios le presenta, la cual se le revela como manifestación del intercambio de amor de las Personas de la Trinidad65. Percibe que la iniciativa de la gracia, que actúa en su espíritu y está transformando su vida, es obra exclusiva de Dios. Éste, descubierto como “Sumo Bien” de su existencia, es –por tanto- el único capaz de renovarlo, modelarlo y ayudarlo a llevar a término el camino de santificación emprendido.

32. El hermano menor conventual, en su crecimiento constante, está llamado a revivir la experiencia de Francisco, que es “forma minorum”. En ese contexto, descubrirá la grandeza y la ternura del amor de Dios, quien, mediante su gracia, lo convierte en protagonista de su propio crecimiento, hasta conducirlo “a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4,13) 66.

33. El hermano, dejándose guiar por Dios, es conducido a una relación más íntima de comunión con Él, y en Él encuentra también la libertad para amar a los hermanos y al mundo. Francisco vivió esta experiencia personal junto con los hermanos que el Señor le había dado67.

34. El hermano ha de encontrar en la comunidad local y provincial la atmósfera espiritual, la sencillez de vida y el espíritu apostólico que lo animen a seguir al Señor de modo radical, como requiere su consagración68. Esto 63 Cf. VC 66. 64 Cf. Test 14-15. 65 Cf. VC 20-21. 66 Cf. PI 29. 67 Cf. Test 14. 68 Cf. PI 27.

Formación: interacción

entre Dios y la persona llamada

La formación es obra de Dios

El hermano “se forma”

en la medida en que se deja guiar por Dios

A ejemplo de Francisco

Con la implicación

de todos los hermanos

21

resultará factible si cada hermano y cada comunidad se responsabiliza y compromete en su formación permanente, abriéndose a ella y participando activamente en el proceso formativo. Por su parte, el gobierno de la Provincia procurará que en todas las comunidades existan las condiciones necesarias para una auténtica vida fraterna69.

35. El hermano menor conventual encuentra en la fraternidad la posibilidad de crecer y ayudar a crecer a los demás hermanos. De hecho, cada hermano es, en cierto modo, responsable de la formación del otro. Ahora bien, en la comunidad a algunos se les ha encomendado el “ministerio” de animarla, es decir, ayudarla a asimilar y vivir los valores evangélicos según el estilo de Francisco. Ésta es la misión del “ministro y siervo” de la fraternidad (Ministro general, Ministros provinciales, guardianes) y de los formadores cualificados (maestros, rectores).

36. Los formadores “han de elegirse entre los mejores hermanos, eminentes en el espíritu de oración, caridad y prudencia, y expertos en los principios peda gógicos y didácticos”70. Con otras palabras, éstos deben ser maestros de vida, con una cierta experiencia de vida comunitaria y apostólica, más que maestros de doctrina: han de ser estables, alegres y generosos en su vocación; convencidos del valor de la vida religiosa, en particular del carisma franciscano; fieles y obedientes a la Iglesia; capaces de escuchar y animar a los formandos, especialmente en los momentos difíciles.

37. En esta tarea formativa es cada vez más necesario que el formador trabaje con un equipo de hermanos y, juntos, elaboren programas, desarrollen esos proyectos y evalúen el trabajo realizado, enriqueciendo así la experiencia formativa de los candidatos en su dimensión humana y espiritual.

Este equipo, que necesita una cierta autonomía dentro de la comunidad, debe mostrar una verdadera comunión y establecer relaciones de confianza entre sus miembros, mediante un diálogo abierto y constante, creando así un clima familiar en el ámbito formativo.

38. Al director espiritual personal le corresponde una función esencial y cada vez más indispensable en la formación 71, tanto inicial como permanente. Sus principales responsabilidades son las siguientes: a. discernir la acción del Espíritu de Dios; 69 Cf. PTF 42. 70 Const. 50,2. 71 Cf. FO 15.

Es necesario un equipo formativo

En la comunidad algunos tienen

una misión específica

Los formadores sean alegres y generosos

en su vocación, capaces de escuchar

y animar a los formandos

La función del director espiritual

22

b. acompañar a los hermanos en los caminos del Señor; c. alimentar la vida con una doctrina sólida y acompañar

en la práctica de la oración72; d. ayudar a adquirir una mirada límpida y transparente

para examinar la experiencia personal y las motivaciones que determinan el comportamiento.

39. Durante la formación inicial, cada formando elige

su director espiritual personal entre los indicados en una lista aprobada por sus superiores mayores73.

Es importante que el director espiritual acepte sin reservas su responsabilidad educativa, conozca las líneas formativas de la comunidad en la que vive el candidato, posea una buena formación teológica y espiritual, sea una persona madura no sólo humanamente sino también en lo que se refiere a la vida interior, y con unos conocimientos suficientes y adecuados de las leyes de las ciencias de la educación.

Si en la casa de formación hay un director espiritual para la comunidad, es conveniente que éste forme parte del equipo formativo o colabore con él, siguiendo siempre las indicaciones del Derecho Canónico74 y coordinando el camino formativo espiritual de la comunidad junto con los demás formadores 75.

40. Todas las jurisdicciones consideren prioritaria la formación de hermanos idóneos para prestar el servicio de formadores, y les concedan la posibilidad de prepararse adecuadamente para ello y actualizarse con regularidad, adquiriendo también un conocimiento profundo del carisma y la vida de nuestra Orden76. Las Provincias y la misma Orden deben hacer todo lo posible para proporcionarles la preparación que necesitan, creando centros interprovinciales e internacionales destinados a ese fin. En su preparación y puesta al día, se consideren fundamentales los siguientes elementos: a. la experiencia fraterna de oración y de revisión de

vida; b. el conocimiento profundo de las fuentes, la historia y

la espiritualidad franciscanas; c. el conocimiento del contexto eclesial y socio -cultural

y la sensibilidad ante el mismo; d. el uso de las técnicas de comunicación y la dinámica

de grupo;

72 Cf. PI 63. 73 CIC 239,2. 74 CIC 240,2. 75 Cf. OT 8. 76 FO, moción 10.

Buena preparación de los formadores,

con un contenido teórico y práctico

Cualidades del director espiritual

23

e. la competencia en el arte del diálogo 77.

41. Para que la formación se convierta en un camino continuo y gradual, es conveniente que cada Provincia tenga dos comisiones: una para la formación inicial y otra para la formación permanente, con el Directorio oportuno78. La misión de éstas será examinar las diversas etapas de la formación, coordinar el trabajo formativo de la Provincia, garantizar la continuidad en las diversas etapas formativas y el intercambio de experiencias entre los formadores, elaborar y actualizar el Directorio provincial, sugerir al Ministro provincial y su Definitorio nombres de posibles formadores y fomentar en todos los hermanos y comunidades el sentido de corresponsabilidad en la labor formativa.

42. En las casas interprovinciales de formación inicial, haya algunas líneas orientativas comunes y una colaboración estrecha entre los equipos formativos de las distintas casas. Los Ministros provinciales con sus respectivos Definitorios crearán una comisión interprovincial para facilitar la elaboración y la puesta en práctica de esas líneas comunes.

43. Las Conferencias y Federaciones se comprometan, allí donde sea posible, a colaborar en iniciativas concretas en el campo de la formación inicial y permanente, sobre todo para afrontar los problemas formativos comunes que existen en una misma área geográfica79. Las casas interprovinciales de formación tengan un estatuto particular, conforme a la norma de las Constituciones y los Estatutos generales.

44. El Secretario general para la formación animará, promoverá y coordinará los programas formativos en toda la Orden, a través de encuentros, visitas, comunicaciones de diverso tipo, y promoverá también cursos específicos para la preparación y puesta al día de los formadores 80. En esta tarea le ayudará la Comisión internacional de formación 81.

77 Cf. FO 96d. 78 Cf. DF 128. 79 FO, moción 20. 80 Cf. DF 117; 119. 81 Cf. DF 117; FO, moción 19.

Es conveniente que haya una

doble Comisión de Formación

en cada Provincia

En ciertos casos, también

una Comisión interprovincial

Una Comisión de la Conferencia

o Federación

Y de toda la Orden

24

VI

DISCERNIMIENTO INICIAL DE LA VOCACIÓN

PRIMEROS PASOS DEL DISCÍPULO FRANCISCANO

A. La pastoral vocacional general

45. Dentro del plan de Dios, la vida de toda persona es una respuesta a una llamada común a la santidad. En ese proyecto divino, el cristiano está llamado a un compromiso específico: dar testimonio ante los hermanos, “con sus palabras y obras”, de la novedad que supone la redención, y descubrir y elegir el propio camino en la Iglesia, como respuesta a la iniciativa de Dios.

46. La pastoral vocacional nace del misterio de la Iglesia y su finalidad es el servicio a la misma, para que los dones que Dios continúa concediendo a su pueblo encuentren siempre una acogida generosa.

47. Todos los hermanos de la Orden han de colaborar en la pastoral vocacional, para que el pueblo de Dios sea cada vez más consciente de la llamada común a la santidad y de los distintos caminos personales para responder a ésta.

48. La animación vocacional, aunque se dirige a todos, tiene su lugar privilegiado en la pastoral juvenil y de adolescentes. Éstos suelen ser sensibles a las situaciones de injusticia, explotación y contradicciones de la sociedad actual, y también a los valores del Evangelio. De todos modos, la animación vocacional no puede separarse del resto de la pastoral dentro de la Iglesia local82.

B. Promoción vocacional franciscana

49. Francisco, al acoger a los hermanos que Dios le enviaba, no se preocupaba de lo que había de decir o enseñar, sino que trataba de mostrarles, sobre todo, cómo intentaba responder él al proyecto de Dios. Del mismo modo, el hermano menor conventual es “propuesta

82 Cf. VC 64; ASS 13; FO 2.

Una llamada común al Reino

En el misterio de la Iglesia

Especialmente en la pastoral

juvenil

Para servir según los distintos carismas

Como Francisco, el hermano

ha de ser testigo

25

vocacional” 83 en el encuentro personal acogedor, continuo y alegre.

50. Para el hermano dispuesto a escuchar la llamada de Dios, comienza así la etapa del “venid y veréis”84 de la vida franciscana. En esta fase no pueden faltar algunos elementos formativos fundamentales: a. una vida de oración intensa, orientada también al

discernimiento vocacional; b. una comunidad abierta y comprometida en la

construcción de la fraternidad mediante la aceptación recíproca;

c. el testimonio personal de todos y cada uno de los hermanos: una vida vivida con generosidad y alegría;

d. materiales vocacionales (por ejemplo, biografías de S. Francisco, vídeos, etc. Cf. Apéndice A).

51. Aunque todas las fraternidades han de sentirse

comprometidas en la acogida vocacional, con un hermano responsable directo de la animación vocacional en cada una de ellas, es conveniente que la Provincia designe al menos una comunidad de acogida , en la que los posibles candidatos puedan conocer y compartir nuestra vida de oración y de fraternidad85. Y la Provincia procure también que haya un hermano encargado de promover ese campo, y otros –suficientemente libres de otras tareas- colaboren con él. Corresponde al animador provincial coordinar las actividades vocacionales de la Provincia.

52. A través del acompañamiento vocacional que la Orden lleva a cabo en colaboración con centros vocacionales ya existentes y con grupos como la OFS, la M.I., la Jufra, etc., algunos se sentirán llamados a seguir a Cristo en la vida religiosa, recorriendo la senda trazada por Francisco.

53. En la Orden tiene una importancia especial el Centro Internacional para la promoción vocacional de Asís, con el que las Provincias han de mantener contacto y colaboración mutua. Allí donde parezca oportuno, se creen centros similares, interprovinciales o nacionales.

54. Es necesario que los hermanos acogidos por nosotros adquieran un conocimiento realista de la vida franciscana en las distintas regiones y de las actividades apostólicas de la Orden, incluida la missio ad gentes86. 83 ASS 12. 84 Cf. Jn 1,39. 85 Cf. FO 6. 86 Cf. FO 67a.

El acompañamiento vocacional

Centro Internacional

de Asís

Con informaciones

realistas

Un compromiso provincial

Capaz de decir a los demás:

“venid y veréis”

26

VII

EL POSTULANTADO

PRIMERA EXPERIENCIA DE LA VIDA FRANCISCANA

55. Recordando las palabras de S. Francisco en la primera Regla (“y el ministro acójalo benignamente [a quien pide entrar en la Orden] y anímelo y expóngale con esmero el tenor de nuestra vida”)87, se ha de considerar esta etapa inicial muy importante, y sus objetivos esenciales serán los siguientes: a. ahondar y fomentar el conocimiento recíproco entre la

fraternidad y el candidato, así como el conocimiento del ambiente familiar y social de éste;

b. ayudar al candidato en el proceso de maduración personal: conocimiento y aceptación de sí mismo; apertura a los demás sin perder la propia personalidad; integración humana y cristiana en el contexto local;

c. comprobar el nivel de la cultura general y el conocimiento de la fe de la Iglesia por parte del candidato, y completarlos adecuadamente;

d. ayudar al candidato a entablar una relación cada vez más personal con Cristo, mediante una voluntad de conversión y consagración al Señor, encaminándolo así hacia un nuevo estilo de vida;

e. adquirir un conocimiento básico e inicial de la figura y la vida de S. Francisco.

56. Cada Provincia determine en el Directorio de

formación los requisitos para la admisión al postulantado: a. en lo relativo a la personalidad, la madurez humana,

la salud física y psíquica, las motivaciones; b. respecto al conocimiento y la experiencia de la vida

de fe; c. con relación al conocimiento esencial de la vida y la

figura de S. Francisco; d. cuando el candidato haya estado antes en otro

Instituto religioso o en un seminario mayor, se requiere también una relación de los responsables de dicho Instituto (seminario) y, si es posible, un diálogo directo con ellos.

57. Cuando los candidatos proceden de culturas y lenguas distintas, es necesario que adquieran un

87 1R 2,3.

El postulantado: una experiencia

de iniciación en la vida

franciscana

Requisitos para la admisión

al postulantado

Conocimiento de la lengua y la cultura

27

conocimiento adecuado de la cultura que los acoge y de la lengua usada en la casa de formación.

58. El periodo del postulantado estará regulado y animado por un programa que prevea cuanto sigue: a. introducción a la oración, acompañada de momentos

de oración personal y comunitaria; b. diálogo frecuente del formador con el candidato, a

través del cual el postulante pueda antablar una relación confiada con el formador y llegar así a descubrir su camino, conforme a sus posibilidades, con un discernimiento sincero y las indicaciones oportunas y útiles para su crecimiento personal;

c. experiencias de trabajo manual, sobre todo al servicio de la comunidad;

d. evaluación de la madurez humana y afectiva del candidato y de su capacidad para convivir serenamente con los demás hermanos que están iniciándose en el mismo camino;

e. conocimiento inicial de los votos, la vida religiosa y la familia de pertenencia;

f. estudio de algunos temas concretos, relativos a tres campos fundamentales: la dimensión humana de la vocación, los contenidos de la fe y el conocimiento del carisma franciscano (cf. Apéndice A).

59. El postulantado no debe durar menos de un año88 y

ha de realizarse en una comunidad formativa, bajo la dirección de un formador, con una presencia suficientemente estable del candidato en la casa y, por lo general, con un cierto número de candidatos, de tal manera que resulte posible una verdadera vida fraterna 89. Este periodo constituye una primera experiencia de la vida franciscana.

60. Es necesaria una colaboración estrecha entre los formadores del postulantado y los del noviciado, aunque pertenezcan a Provincias distintas, para facilitar así el paso del candidato de una etapa a la otra.

61. Al final del postulantado, el formador, dialogando con el postulante, evaluará el progreso de éste en el camino vocacional y enviará la relación correspondiente al superior mayor, junto con el parecer sobre la admisión del postulante al noviciado, señalando los puntos siguientes: a. el nivel de madurez humana y cristiana 90; b. la cultura general básica; 88 FO 36a. 89 Ibid. 90 Cf. PI 90-91.

El programa del postulantado

Dura al menos un año

En colaboración

Con una evaluación

al final

28

c. el equilibrio afectivo; d. la capacidad para vivir relaciones fraternas

auténticas91; e. la capacidad para encarnar los valores franciscanos.

En la admisión al novic iado se tengan en cuenta las normas del Derecho Canónico y de nuestras Constituciones. Antes de dicha admisión, el superior mayor dialogue fraternamente con el postulante y compruebe la idoneidad de éste para ingresar en la Orden. Podría ser útil que el formador participase también en ese diálogo.

91 Cf. FO, moción 4.

29

VIII

EL NOVICIADO

TIEMPO DECISIVO PARA EL DISCÍPULO

62. Considerando la experiencia de Francisco, sobre todo los años de su conversión, comprendemos que ese periodo fue decisivo en su condición de discípulo; podemos afirmar que fue su “noviciado” en el seguimiento de Cristo. Esos años representan el momento del enamoramiento de Cristo y, como consecuencia de ello, nace en Francisco el deseo de despojarse de todo lo que no es Él y transformar “su corazón y su mente”. Se trata de una actitud que se concreta en un estilo de vida personal y comunitario. Las dificultades y los retos que tuvo que afrontar le sirvieron para verificar y acrisolar la autenticidad de su decisión.

Así, una vez que el formando ha asumido el compromiso de adquirir una cierta madurez y ha descubierto el carisma franciscano, llega la etapa de la “iniciación integral” 92, es decir, el momento de ahondar en el discipulado y el discernimiento93.

63. El novicio, después de haber comenzado el camino vocacional en el postulantado94, está llamado a profundizar en su opción de vida siguiendo el ejemplo de Francisco. Para ello, habrá de perseguir los objetivos siguientes: a. conocimiento más hondo de la llamada divina; b. transformación del corazón y la mente según el

espíritu de Francisco; c. experiencia del nuevo estilo de vida comunitaria; d. evaluación y clarificación de la consistencia de las

propias motivaciones; e. conocimiento apropiado del carisma de nuestra Orden

(cf. Apéndice A).

64. En la medida en que el noviciado favorezca el silencio interior, el discípulo franciscano podrá encontrarse consigo mismo y entablar un diálogo con el Señor, presente en la Escritura –sobre todo en el Evangelio- y en la Eucaristía, como hacía Francisco95. 92 Cf. PI 47. 93 Cf. ECF 15. 94 Cf. Const 32,1-2. 95 Cf. Const 75.

El noviciado: tiempo decisivo

para el discípulo

Objetivos

Conocimiento más hondo de la

llamada divina

30

Para ello, se le ayude a crecer en el espíritu de oración, mediante indicaciones apropiadas, jornadas de reflexión y de “desierto”, y sobre todo se le ayude a encontrar y reservar un espacio para la oración personal a lo largo de la jornada. Ese espíritu de oración hará posible que participe activamente en la celebración de la Liturgia de las Horas y la liturgia eucarística, cultivando también la música y el canto litúrgicos. Al novicio se le inicie asimismo en las tradiciones específicamente franciscanas. En este itinerario interior, son indispensables la dirección espiritual personal y la confesión periódica 96.

65. Una consecuencia ulterior de su encuentro con el Señor será la conversión de toda la persona a Él, que se traduce en una vida radicalmente cristiana. Leyendo con atención los documentos de la Iglesia y los escritos y biografías de Francisco, el novicio, con la ayuda de sus formadores, llegará a comprender su misión profética en la comunidad cristiana. En esta etapa, el cuadro de la formación se completará con un estudio específico de la vida consagrada, la Regla y las Constituciones de la Orden y la historia del movimiento franciscano hasta nuestros días, prestando una atención especial a nuestra familia conventual y al espíritu mariano de la misma.

66. En su búsqueda de Dios, Francisco se encontró con unos hermanos a los que acogió como don, y con ellos formó una auténtica fraternidad. Por eso, la experiencia de la vida fraterna en todas sus dimensiones, desde la fidelidad al horario y el ritmo cotidiano hasta los servicios más humildes y el trabajo manual, con unas relaciones sencillas y a la vez profundas, es una condición indispensable en el itinerario formativo del novicio.

67. Francisco también descubrió a Cristo en el leproso, el pobre, el que sufre. El programa del noviciado debería ofrecer la posibilidad de llevar a cabo una experiencia similar, para suscitar en el novicio esa predilección tan franciscana por los más necesitados. De todos modos, dichas experiencias tienen que estar bien integradas en los objetivos generales del noviciado.

68. El diálogo personal con el maestro de novicios, que es el acompañante espiritual de todos y cada uno de ellos97, ayudará al novicio a asimilar e integrar las diversas dimensiones del camino formativo. Ese itinerario, si se recorre con seriedad y fidelidad, conducirá al novicio a una maduración y un crecimiento humano y espiritual, es 96 Cf. VC 95. 97 Cf. PI 52.

Hacia una transformación

del corazón y la mente

En una experiencia comunitaria

Junto a los más pobres

Análisis de las motivaciones

31

decir, a un conocimiento más profundo y una aceptación más serena de sí mismo, a una mayor apertura a los demás, que se manifiesta en un amor generoso y en la capacidad de trabajar de modo solidario y corresponsable.

Al final del noviciado, el hermano y sus formadores hagan una primera declaración formal sobre la posible vocación al ministerio ordenado, teniendo en cuenta que la vocación a la vida consagrada, en especial a la «fraternidad evangélica», es el fundamento de nuestra Orden franciscana 98.

69. El conocimiento de la historia, el talante, las prioridades y el espíritu de nuestra Orden se verá reforzado por el contacto y los encuentros con otros hermanos que no sean miembros de la comunidad formativa. Esto ofrecerá al novicio la posibilidad de sentirse vinculado a una familia más amplia: la Provincia, la Orden y, en general, todo el movimiento franciscano.

70. El año del novicia do, como año de prueba, requiere momentos de evaluación personal y comunitaria. Experimentando la vida franciscana en sus diversas dimensiones, el novicio puede profundizar en el discernimiento de la llamada y en su disponibilidad para acogerla y seguirla. Por su parte, la comunidad le ayudará en este proceso de clarificación. Es necesario que los novicios, si viven en una comunidad grande, tengan una autonomía como grupo y sus propios espacios, para facilitar así su camino formativo bajo la guía del responsable directo.

71. Al final del año de noviciado, el maestro de novicios escriba una relación en la que recomiende la admisión a la profesión temporal o bien aconseje al novicio que abandone la experiencia emprendida, teniendo en cuenta los siguientes criterios orientativos: a. disponibilidad para participar y comprometerse

activamente en la propuesta formativa del noviciado (oración personal y comunitaria, estudio, vida fraterna, trabajo, etc.);

b. apertura al diálogo y actitud receptiva (docibilitas99) en el proceso formativo, para con toda la comunidad y en especial con el maestro de novicios;

c. capacidad para vivir relaciones fraternas auténticas100;

98 FO, moción 12. 99 El término docibilitas quiere expresar aquí la capacidad de dejarse guiar por los responsables de la formación, cuya tarea consiste en ayudar a los hermanos a escuchar cada vez mejor la voz del Espíritu. 100 FO, moción 4.

Relación con otros hermanos

A través de los responsables

Algunos criterios

orientativos

32

d. capacidad de interiorizar y asimilar los valores evangélicos presentados, con la correspondiente madurez humano-afectiva para poder asumir el compromiso de los votos.

La admisión a la primera profesión, cuyos requisitos

están indicados en el Código de Derecho Canónico y en nuestras Constituciones, presupone un coloquio previo con el superior mayor.

33

IX

DE LA PRIMERA PROFESIÓN AL COMPROMISO DEFINITVO

CRECIMIENTO DEL DISCÍPULO

A. Hacia un compromiso definitivo

72. La primera profesión de los votos consolida el camino formativo del discípulo franciscano y lo prepara para su entrega definitiva a Dios en la fraternidad. El periodo de los votos temporales sirve también para que el hermano discierna su llamada y se prepare para una vida de servicio. Esta etapa de la formación inicial tiene una importancia singular, pues durante la misma los valores asimilados en las etapas anteriores se completan con experiencias y conocimientos nuevos, en una síntesis personal.

73. Francisco, después de su conversión, continuó viviendo y desarrollando su relación de amor con Cristo, madurando así en su opción. Vivió con sus primeros compañeros una relación de auténtica fraternidad y comenzó a servir a los leprosos y a otros necesitados, anunciando a todos la Buena Noticia: así respondía a la invitación de Cristo a “reparar” su Iglesia. De modo análogo, la profundización que tiene lugar durante el periodo de los votos temporales comprende las diversas dimensiones: humano-espiritual, relacional-cultural, doctrinal-ministerial.

74. Mediante el diálogo continuo con la Palabra de Dios y la tradición franciscana, el hermano va tomando conciencia de lo que significa el seguimiento de Cristo y de su capacidad para vivirlo con autenticidad durante el resto de su vida. Por medio de la oración y la contemplación profundiza en su relación con Cristo, con el deseo de identificarse con Él.

75. Alentado por los responsables, el hermano aprende gradualmente a participar de manera activa en la vida de la fraternidad, en la elaboración de los programas y en la puesta en práctica de las decisiones comunitarias. En todo

Después de la primera

profesión: crecimiento del

discípulo

A ejem plo de Francisco

Para profundizar

en la relación con el Señor

Miembro vivo de la fraternidad

34

este proceso, se siente miembro vivo de la comunidad, un hermano entre hermanos101.

76. La experiencia viva de fraternidad constituye la base fundamental para llegar a acoger a toda persona como a un verdadero hermano o hermana. Hay que ayudar al hermano a descubrir y cultivar los dones que Dios le ha concedido, para ponerlos al servicio de los demás con una entrega generosa. Consciente –como Francisco- de la exhortación a “predicar el Evangelio”, el hermano está llamado a asumir este envío misionero y el espíritu de sacrificio que el mismo requiere, todo ello en el contexto socio-cultural en el que vive y trabaja.

77. El periodo de los votos temporales ofrece al hermano la posibilidad de tomar conciencia cada vez más plena de la presencia del Dios vivo en su vida. Se requiere que viva en actitud de escucha perseverante de la Palabra de Dios, en la celebración litúrgica y en la oración personal, para favorecer así la asimilación de los valores evangélicos. El estudio de la teología y el contacto con la tradición cristiana serán para él fuente de iluminación y comprensión. La formación espiritual se completará con indicaciones específicas sobre los consejos evangélicos, métodos de oración, etc. (cf. Apéndice A).

78. Para que los valores y la riqueza de la tradición franciscana no queden relegados, el hermano –conforme a sus capacidades- estudiará las grandes figuras de los maestros franciscanos, sus escritos y doctrina, y el pensamiento filosófico-teológico del franciscanismo (cf. Apéndice B). Se preparen y celebren con un esmero especial las fiestas franciscanas, los tiempos penitenciales, las tradiciones y usos de la Orden (vía crucis, tránsito de S. Francisco, devoción a María Inmaculada, etc.).

79. Cuando la formación cultural no incluya una formación franciscana adecuada, se programen cursos complementarios y seminarios de estudio (cf. Apéndices A y B), cuando se considere oportuno, incluidos los periodos de vacaciones académicas. Dichos cursos los organizará la propia Provincia, la respectiva Conferencia o Federación o los Centros de estudio de la Orden.

80. Durante esta etapa, se promueva el desarrollo del espíritu de fraternidad, fomentando la participación y la corresponsabilidad según el estilo característico de nuestra familia conventual. En el itinerario formativo son

101 Cf. FO , moción 5; PTF 4.3.1.

Con todas las personas

A través de la oración

y el estudio

En la tradición franciscana

Participando responsablemente en la vida fraterna

Con una adecuada formación

franciscana

35

especialmente importantes los encuentros comunitarios y los capítulos conventuales (formales o ad instar)102, en los que se organiza la vida fraterna en sus distintas dimensiones y se aprende y practica el arte de colaborar, dialogar y convivir con generosidad, respeto mutuo y verdadero amor fraterno. Se recurra también a la ayuda que ofrecen las técnicas de comunicación103.

81. Participando en encuentros y celebraciones provinciales, interprovinciales o interobedienciales, el hermano vivirá una experiencia de fraternidad más amplia y conocerá la realidad de la vida franciscana, a la que desea incorporarse definitivamente. Dado el carácter internacional de la Orden, sería conveniente que los hermanos conociesen el italiano o el inglés, para facilitar así la comunicación y el conocimiento mutuo. Con esa finalidad, durante los años de la formación inicial, se promueva el estudio de dichas lenguas.

82. La vida entera del hermano (el estudio, la oración, el trabajo, etc.) puede convertirse en servicio, como expresión de su entrega total al Señor. Desde el periodo de los votos temporales, el hermano está llamado a vivir en actitud de servicio y disponibilidad, poniendo en común los dones recibidos y orientándolos hacia las necesidades de la Orden y de la Iglesia. La elección del servicio específico tendrá lugar mediante el diálogo entre el hermano y sus responsables, considerando las aptitudes del hermano concreto y las necesidades de la Orden y de la Iglesia 104.

83. Cualquier tipo de servicio es digno de respeto, en cuanto don de Dios, y exige una preparación adecuada. Todos y cada uno de los hermanos, según sus capacidades, reciban una buena formación teológica (Sagrada Escritura, teología sistemática, moral, liturgia, etc.) 105. Además, se especialicen mediante los cursos y prácticas que requiere el servicio que prestarán. Por ello, se elabore también un programa formativo para los hermanos no sacerdotes, que dure al menos tres o cuatro años106, con un responsable directo y según las normas del Directorio provincial de formación.

84. Desde el inicio de su formación, el hermano adopte un estilo de vida sencillo y austero y se comprometa en la

102 Cf. Est. Gen. 23. 103 Cf. Directorio del Capítulo conventual . 104 Cf. PTF 36. 105 Cf. Const. 57,1. 106 FO 104d.

En un contexto cada vez

más amplio

Capaces de compartir la vida

con los más pobres

Con una formación

seria

Una vida de servicio

36

promoción de la justicia, la paz y la salvaguarda de la creación. Para que ese compromiso sea más concreto, es conveniente ofrecer a los hermanos, ya durante el periodo de la formación inicial, la posibilidad de realizar una experiencia –de una cierta duración- de contacto directo con la vida de los más pobres.

85. Desde sus albores, nuestra Orden ha concedido una importancia especial a la formación cultural de sus miembros. Hoy, para poder servir mejor a la Iglesia107, los cambios vertiginosos que se producen en el mundo y la complejidad cultural e ideológica exigen al hermano-discípulo una seria preparación filosófico-teológica y un conocimiento de la doctrina social de la Iglesia y de otras ciencias humanas.

86. La misión apostólica ocupa un lugar privilegiado en la vida del hermano menor, conforme al ejemplo de Francisco, hombre misionero. La Iglesia exhorta hoy a comprometerse en una “nueva evangelización” en muchas partes del mundo, y considera que los religiosos evangelizan ya sea con el testimonio de su vida, ya sea con la oración, el silencio y el sacrificio, al igual que cuando se dedican directamente al anuncio de Cristo108.

Por ello, es importante fomentar en los hermanos, desde el inicio de su formación, el espíritu misionero en todas sus dimensiones, incluida la missio ad gentes, y proporcionarles todos los medios necesarios para adquirir una preparación adecuada para ese ministerio. Se evalúe si es oportuno ofrecer a los hermanos que se hallan en el periodo de la formación inicial la posibilidad de experimentar la vida misionera directamente en tierras de misión, con un programa organizado por la propia Provincia o en coordinación con otra circunscripción de la Orden109.

87. Entre las actividades específicamente franciscanas, todos los hermanos aprecien el servicio fraterno que se presta como asistente espiritual de la Orden Franciscana Seglar (OFS). El conocimiento de la Regla y la experiencia directa de la OFS han de estar incluidos en la formación posterior al noviciado.

88. La gratitud a Dios por el don de S. Maximiliano M. Kolbe y de su patrimonio mariano a la familia franciscana conventual ha de ser un estímulo para que los hermanos se familiaricen con la espiritualidad del movimiento kolbiano 107 Cf. RF 70ss; Inst. Gen. F.N.I. 49-51. 108 EN 69. 109 Cf. PTF 40; FO , moción 7.

Con una orientación

misionera

Atención especial a las actividades

franciscanas

La M.I.

Requiere una preparación

adecuada

37

de la Milicia de la Inmaculada (M.I.) y se muestren dispuestos a colaborar en dicho campo, por ejemplo como asistentes espirituales.

89. Se ayude a los hermanos a apreciar las actividades que se inspiran en el denominado “espíritu de Asís”: el ecumenismo, el diálogo interreligioso, la salvaguarda de la creación, etc.110

90. El periodo de la profesión temporal, con sus diversas experiencias, que el diálogo con los responsables y con el padre espiritual hará más fructíferas, sirve como preparación a la profesión solemne.

Antes de la profesión solemne, es conveniente que todos los hermanos hagan una experiencia –de un año, y debidamente preparada- de vida fraterna y trabajo pastoral fuera de la comunidad formativa. El hermano, libre de obligaciones académicas, podrá madurar e integrar los valores adquiridos durante la formación, y la comunidad, por su parte, podrá apreciar la capacidad de inserción del hermano en una fraternidad característica de la Provincia 111.

Además, la preparación inmediata e intensiva para la profesión solemne (el denominado “segundo noviciado”), que durará al menos un mes, ha de incluir los elementos siguientes: a. la reflexión y evaluación, personal y comunitaria y

bajo la guía de un responsable, sobre la experiencia de vida franciscana realizada hasta ese momento;

b. el diálogo sobre temas fundamentales de la vida franciscana;

c. espacios de soledad y de oración intensa. Este periodo se programe, si es posible, junto con las

Provincias de la misma nación o Conferencia.

91. Al final de cada año de la formación inicial, y en especial antes de la profesión solemne, los formadores han de hacer –por escrito- una evaluación global de cada hermano, teniendo en cuenta los elementos siguientes: a. una autoevaluación del hermano en formación; b. las observaciones por parte de sus hermanos; c. una evaluación de los estudios y de las tareas o

servicios realizados 112. La relación final será enviada al superior mayor

correspondiente, y será dada a conocer también al hermano interesado. 110 Cf. FO 71. 111 Cf. FO 75c; 104d. 112 CIC 1041.

Con las debidas

evaluaciones

Hacia un compromiso

definitivo

El “espíritu de Asís”

38

92. Esas evaluaciones han de comprobar no sólo la ausencia de obstáculos graves para la admisión a la profesión, sino también la presencia de ciertas cualidades consideradas indispensables en un hermano113: a. la salud física y psíquica; b. la vida espiritual y sacramental; c. el espíritu fraterno y la capacidad de vivir en

comunidad de manera serena y comprometida; d. la madurez afectiva; e. la capacidad de entrega y de renuncia; f. la capacidad de vivir con fidelidad la vida consagrada; g. la capacidad de desempeñar un ministerio en la

comunidad; h. la pasión por el Reino114.

93. Para emitir la profesión solemne, el hermano deberá haber manifestado durante el periodo de la formación inicial la conciencia y la capacidad de vivir los valores de la vida consagrada, así como la apertura a una renovación y una conversión continuas. Con la profesión solemne el hermano se convierte en miembro de la fraternidad de manera plena y definitiva, con todos los derechos y deberes, conforme a la norma de las Constituciones115.

94. En la admisión a la profesión solemne se seguirán las normas de las Constituciones y del Derecho Canónico. Si el candidato no es considerado idóneo, se le informe con claridad y se le comuniquen los motivos de la decisión tomada. Y si un hermano deja la Orden por iniciativa propia, el formador prepare igualmente una relación escrita que se conservará en el archivo de la Provincia.

B. Hacia un ministerio sacerdotal franciscano

95. Continúa suscitando interrogantes y es objeto de reflexión la relación entre la vida religiosa franciscana y el ministerio ordenado (diaconado y presbiterado). Esto lo experimentan, sobre todo, los hermanos que conjugan las dos vocaciones.

El hermano que, a lo largo del itinerario formativo, se sienta llamado al ministerio ordenado, dialogue sobre el tema con sus formadores, quienes tienen la responsabilidad de discernir la autenticidad de su llamada. El hermano disponga del tiempo suficiente y de las ayudas necesarias para profundizar en lo específico de esas dos vocaciones y para aprender a conjugarlas con armonía y 113 Cf. CIC 244; 247; 721,3. 114 Cf. FO 66. 115 Const. 45,1-3.

Criterios para la admisión a la

profesión solemne

Según las normas del

derecho

Con criterios precisos

Hacia el ministerio ordenado

39

unidad. Aprenderá a vivir su ministerio como religioso franciscano.

96. Los criterios y programas de la preparación para el presbiterado los determina la legislación de la Iglesia universal y local, aunque no hay que olvidar los elementos específicos de la vocación franciscana conventual116. Además, la formación intelectual se completará con experiencias pastorales concretas, orientadas y acompañadas por unos responsables, de tal manera que conduzcan al hermano a un crecimiento humano integral117. Las experiencias pastorales se realicen de acuerdo con un programa establecido, sean graduales y evaluadas por el formador junto con el formando118.

97. Normalmente, todos los hermanos llamados al presbiterado deberían obtener un título académico de estudios superiores en teología 119. Para todos los hermanos que se encaminan hacia el ministerio ordenado, se corrobora la obligación canónica del año de pastoral, si no continúan los estudios en el campo teológico120. Por otra parte, ese año de pastoral es aconsejable también para quien continúe estudios teológicos superiores.

98. Lo dicho antes a propósito de las evaluaciones de los hermanos en formación (n. 91) tiene vigencia hasta la ordenación sacerdotal, teniendo en cuenta las normas del Derecho Canónico y de nuestras Constituciones.

C. Hacia una especialización

99. Todos los hermanos, aconsejados por sus formadores, sean orientados, ayudados y animados a obtener una especialización en teología o en otras disciplinas/profesiones, según sus capacidades y las necesidades de la Orden.

100. Dado que la formación intelectual y cultural de los hermanos es un elemento fundamental del carisma franciscano conventual, se ratifica que es importante para la Orden tener centros de estudios superiores en Roma y en otros lugares, centros especializados en teología, espiritualidad e historia franciscanas, y en otras disciplinas. Se promueva la relación y coordinación entre

116 Cf. FO 75a, 107b. 117 CIC 258. 118 FO 75b. 119 PTF 34. 120 FO 107c.

Según las normas de

la Iglesia

Hacia una especialización

En teología, espiritualidad,

o historia franciscanas

Con evaluaciones anuales

Hacia un título académico

40

los distintos centros culturales de la Orden121 y del movimiento franciscano.

121 Cf. FO 108.

41

X

LA FORMACIÓN PERMANENTE

A. La finalidad de la formación permanente

101. La formación es un proceso vital a través del cual la persona se convierte al Verbo de Dios desde lo más profundo de su ser y, al mismo tiempo, aprende el arte de buscar los signos de Dios en las realidades del mundo122. La formación permanente es una exigencia intrínseca de la consagración religiosa, ya que la persona consagrada no podrá suponer jamás que ha completado su proceso para conformarse a Cristo123.

La misma naturaleza del seguimiento, como aparece reflejada en Francisco, exige que toda la vida sea una conversión continua y una identificación cada vez mayor con Cristo. Esto significa vivir con la actitud del peregrino en camino hacia la ansiada meta124. La finalidad fundamental de la formación permanente es mantener vivo en la persona consagrada el anhelo de conformarse a Cristo en las distintas etapas de la vida.

102. Por consiguiente, es necesario que el hermano menor conventual siga interiorizando siempre los valores evangélicos, continuando así el itinerario emprendido durante el periodo de la formación inicial. Más aún, el compromiso de un crecimiento constante es uno de los derechos y deberes de todo hermano, especialmente hoy, ante el ritmo de vida de nuestro mundo. Además, las exigencias de la misión en la Iglesia y la eficacia apostólica requieren asimismo esa renovación continua.

103. Ante las resistencias que a veces encuentra, debidas en parte a un excesivo activismo o a un cierto temor a dejarse interpelar y cuestionar, la formación permanente ha de acentuar el valor del ser, la dimensión contemplativa de la vida, la necesidad de seguir avanzando cada día en el camino vocacional.

104. En la formación permanente ha y que tener en cuenta diversas dimensiones, complementarias y estrechamente relacionadas entre sí:

122 VC 68. 123 VC 69-71; PDV 70-81. 124 Cf. 2R 6,2.

Una conversión continua

Un itinerario que dura toda la vida

A pesar de las resistencias

Un programa integral

42

a. la vida espiritual; b. la dimensión humana y fraterna; c. la dimensión del carisma; d. la dimensión cultural-intelectual; e. la dimensión ministerial y profesional125.

105. Cada una de esas dimensiones nos sugiere las observaciones siguientes: a. El Espíritu del Señor, que “renueva el universo” (Ap

21,5), jamás deja de actuar y quiere hacernos criaturas nuevas para conformarnos plenamente a Cristo. La apertura y la docilidad a la iniciativa del Espíritu, constante e insospechada, fiel y creativa, es el mayor reto para nuestra vida franciscana. La formación permanente pretende “prestar atención a los signos actuales del Espíritu y hacerse sensible a ellos, para poder responder de manera adecuada”126. La dirección espiritual127 y la posibilidad de pasar algunos periodos de retiro en eremitorios 128 favorecen esa docilidad al Espíritu.

b. Para que el hermano pueda crecer en la dimensión humana y fraterna, son necesarios el conocimiento de sí mismo y de los propios límites, la libertad interior, la madurez afectiva, la capacidad de comunicación con los demás, especialmente en la propia comunidad, y el compromiso de asumir y vivir con coherencia las responsabilidades comunitarias y pastorales. Los hermanos, en su relación de respeto y confianza mutuos, relación que está hecha de gratitud, ayuda y corrección fraterna, pueden fomentar los unos en los otros esa voluntad de renovación continua. A su vez, dicha atmósfera impregnará todas las expresiones de la vida comunitaria: las celebraciones litúrgicas, la recreación, los encuentros fraternos, el trabajo apostólico, etc. Para lograr ese objetivo, son decisivos la misión del Guardián129 y el Capítulo conventual, vivido como un momento significativo del camino comunitario130. Además, para facilitar la actualización de los hermanos, en todos los conventos haya revistas, libros y otros materiales útiles 131. A los medios ordinarios se añaden algunas ocasiones especiales: retiros mensuales y anuales, jornadas y semanas de estudio, visitas de los

125 Cf. Const. 62; VC 71. 126 PI 67. 127 Cf. PDV 81. 128 Const. 77,3. 129 Cf. PTF 43. 130 Cf. Directorio del Capítulo conventual . 131 Const. 62,1.

Con medios ordinarios y

extraordinarios

Conforme a la novedad del Espíritu

43

Ministros, encuentros de zona, Capítulos generales y provinciales, sobre todo los de carácter espiritual, etc. En algunas circunscripciones de la Orden, la reestructuración de las actividades y las presencias es una condición indispensable para que pueda darse una verdadera vida fraterna132.

c. Con una sólida formación teológica como base, todos los hermanos mantengan una actitud de apertura mental y flexibilidad, dispuestos a una actualización continua que se sirve de todos los medios útiles, incluidos los que nos ofrece el progreso tecnológico, de tal manera que puedan prestar así un servicio cada vez más eficaz.

d. Para que el anuncio de la Buena Noticia sea más significativo, el hermano procurará siempre que su relación con Dios y su conocimiento de la realidad humana sean cada vez más profundos (cf. 2Cor 5,14). Eso supondrá, en definitiva, una sintonía mayor con el hombre de hoy, con sus gozos y esperanzas, sus anhelos y angustias, en un mundo que cambia continuamente 133.

106. Los hermanos se sientan obligados a participar en

los cursos de formación permanente, sobre todo en aquellos que organiza la propia circunscripción o Conferencia 134. Es conveniente que cada hermano elabore su proyecto anual de formación permanente, poniéndose de acuerdo con su comunidad135. Los superiores mayores, por su parte, creen las condiciones que permitan a los hermanos participar en los programas de formación permanente136. En los Capítulos provinciales se evaluará el desarrollo concreto de dichos programas.

B. Las etapas de la formación permanente

107. Cada etapa de la vida nos presenta nuevos signos del Espíritu, nuevas tareas que realizar, nuevos retos que afrontar con un nuevo modo de ser, de servir y de amar. Por ello, hay que ofrecer a cada hermano los medios adecuados –ordinarios y extraordinarios- de formación permanente, para que pueda acoger las sugerencias del Espíritu y afrontar los problemas propios de cada etapa de la vida. Entre esas etapas, señalamos las siguientes:

132 FO 57. 133 Cf. GS 1-3. 134 FO 25a. 135 FO 31; 87. 136 FO 28.

Según las distintas etapas

de la vida

Con carácter obligatorio para

el hermano y sus superiores

Formación teológica continua

Con sensibilidad

pastoral

44

a. los primeros años de plena inserción en la comunidad y en la actividad apostólica;

b. la segunda fase o etapa es el momento de la búsqueda de lo esencial y de la posible desilusión por la escasez de resultados;

c. la fase de la edad madura; d. la fase de la edad avanzada.

A todos, sin distinción de edad, les llega el momento de unirse a la hora de la pasión del Señor. La muerte será entonces esperada y preparada como acto de amor supremo y de entrega total de sí mismo137.

1. El paso de la formación inicial a la formación permanente

108. Un reto especial que el hermano ha de afrontar es

el paso de la formación inicial a la inserción en una comunidad138. Dicho proceso puede resultar enormemente fructífero para el hermano que es protagonista del mismo, pero no está exento de riesgos.

109. Es necesario que cada una de las partes implicadas en ese proceso cumpla adecuadamente su cometido139: a. el hermano que llega a la comunidad debe asumir una

actitud de escucha ante la realidad que encuentra allí, mostrarse dispuesto a comprender sin necesidad de juzgar, saber pasar con madurez de las relaciones gratificantes propias de un ambiente homogéneo, como el de la formación, a unas relaciones más complejas, con hermanos de distintas edades;

b. la comunidad que recibe al nuevo hermano debe estar dispuesta a valorarlo, introducirlo gradualmente en las distintas actividades, apoyarlo en sus primeras experiencias apostólicas, ayudarle a integrar los elementos positivos y problemáticos existentes en los miembros de dicha comunidad;

c. los superiores mayores tienen aquí una misión importante, pues han de valorar atentamente qué comunidad es la más apropiada para esta fase de transición;

d. los guardianes garanticen al hermano que llega a la comunidad un periodo de iniciación y acompañamiento, asignándole con prudencia las tareas pastorales y evaluando con él el camino recorrido;

137 VC 70. 138 Cf. PI 70; VC 70. 139 Cf. FO 100.

El paso de la formación inicial a la comunidad

Cada uno con una misión específica

45

e. se considere la utilidad de designar a un hermano que desempeñe la función de “tutor” o acompañante de un hermano determinado o de todo el grupo de hermanos que se hallan en esa eta pa de la formación140.

110. Durante los primeros cinco años, los neo-

sacerdotes y los hermanos neo-profesos solemnes participen en un programa anual de formación permanente, que durará al menos una semana141. Estos encuentros incluirán los elementos siguientes:

a. tiempo para la oración; b. tiempo para el intercambio de experiencias; c. tiempo para el descanso; d. tiempo para una reflexión acompañada y

compartida 142.

2. En las etapas sucesivas

111. La época de la búsqueda de lo esencial, que comienza normalmente después de diez o quince años de vida en la comunidad ministerial, permite al hermano dar nuevo empuje y nuevas motivaciones a su camino vocacional, superando así el peligro de la rutina y la posible desilusión por la escasez de resultados 143.

112. La fase de la edad madura es la etapa de la entrega libre y generosa, la creatividad, la paternidad espiritual, superando así los peligros de un cierto individualismo, rigidez o relajación144.

113. La fase de la edad avanzada es un momento frecuentemente doloroso, pero ofrece también al hermano la oportunidad de dejarse plasmar por la experiencia pascual, conformándose a Cristo crucificado. Es una etapa que se caracteriza por el progresivo alejamiento de la actividad pastoral directa, y que a menudo va acompañada de la enfermedad o la inactividad forzosa145.

114. Para cada una de esas etapas, se prepare un periodo formativo de tres o cuatro semanas, cuya obligatoriedad, periodicidad, duración y programa específico se determinará en el Directorio provincial de

140 Cf. PDV 76. 141 PTF 37. 142 Cf. PDV 76. 143 VC 70. 144 Ibid. 145 Ibid.

Durante los primeros

cinco años

Cursos con horizontes

amplios

La búsqueda de lo esencial

La madurez

La edad avanzada

46

formación o en el de la Conferencia o Federación. Los hermanos participen en dichos cursos al menos cada diez años, teniendo en cuenta las diversas etapas de la vida y los periodos de transición de una a otra. En este contexto, puede resultar también útil el año sabático. Además de aprovechar las posibilidades ofrecidas por la Orden y las Provincias, los hermanos recurran también a los cursos y programas organizados por las diócesis o por otros Instituos religiosos146.

115. En todas las etapas de la vida pueden presentarse situaciones de crisis, debidas a factores externos (cambio de lugar, fracaso apostólico, etc.) o a factores personales (enfermedad, aridez espiritual, crisis de fe, etc.). En esas circunstancias, cada uno de los hermanos está llamado a comportarse como auténtico hermano de quien experimenta dichas dificultades. Los superiores locales y provinciales y la comunidad se muestren sensibles y pacientes, y sugieran también, si se considera oportuno, el recurso a personas o centros que pueden prestar una ayuda especializada 147. La prueba a la que ese hermano se ve sometido podría constituir un instrumento providencial para madurar afectiva y vocacionalmente en el seguimiento de Cristo crucificado.

116. Francisco, al final de su vida, exhortaba a sus hermanos con estas palabras: «Comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, pues escaso es o poco lo que hemos adelantado»148. Del mismo modo, el Ministro general con su Definitorio promueva esa mentalidad de renovación continua de la Orden, aprovechando todas las ocasiones que su ministerio le ofrece (visitas, encuentros personales, reuniones, Capítulos, cartas “pastorales”, etc) 149.

117. Corresponde al Secretario general para la formación, ayudado por la Comisión internacional de formación 150, coordinar los programas de actualización para los formadores y para los demás hermanos, a nivel internacional e interprovincial, en los centros ya existentes o en otros creados con ese fin.

118. Las Conferencias y Federaciones, al igual que las distintas circunscripciones, se comprometan con decisión a colaborar en iniciativas concretas en el campo de la formación, sobre todo para afrontar los problemas

146 Cf. PTF 38; FO 25c. 147 Cf. FO 59. 148 1C 103. 149 Cf. FO , moción 17. 150 Cf. FO , mociones 18-19.

“Comencemos, hermanos…”

Con el estímulo de la Orden

También en momentos

de crisis

Y de las Conferencias o

Federaciones

47

formativos comunes que existen en una misma área geográfica151.

151 FO, moción 20.

48

XI

TEMAS PARTICULARES

A. Competencias del Secretario general para la formación

119. El Secretario general para la formación promueva

la animación vocacional y la formación inicial y permanente de los hermanos, sirviéndose para ello de los siguientes medios: a. visitas a los seminarios y casas de formación y estudio,

para conocer a los hermanos responsables de la formación, la promoción vocacional y los programas formativos y académicos en las diversas Provincias y Custodias de la Orden;

b. disponibilidad para proporcionar a los responsables locales, provinciales y generales informaciones y sugerencias que ayuden a mejorar y actualizar los programas formativos, teniendo en cuenta siempre la pluralidad existente en la Orden;

c. fomentar un mayor contacto y colaboración en el campo formativo y académico entre las Provincias y el gobierno de la Orden, al igual que entre las Provincias de la misma nación o Conferencia;

d. organizar la preparación y actualización de los formadores, promoviendo, si es posible, iniciativas interprovinciales.

120. Además de esas tareas generales, son también

competencia suya las siguientes funciones específicas: a. presidir y animar la actividad de la Comisión

internacional de formación, y comunicar las conclusiones de la misma al Definitorio general y, en determinados casos, al Capítulo general;

b. examinar los Directorios provinciales y custodiales de formación y verificar la conformidad de los mismos con las orientaciones del Directorio general (El discípulo franciscano ), con las Constituciones y los Estatutos generales, y comunicar su parecer al correspondiente superior mayor y a su Definitorio;

c. forma parte ex officio de la Comisión permanente “pro Seraphico”;

d. proporcionar periódicamente informaciones relativas a la formación a través del Fraternus Nuntius y el Commentarium Ordinis.

Competencias generales

Competencias específicas

49

121. Entre las cualidades requeridas en el Secretario general para la formación destacan las siguientes: conocimiento suficiente de distintos idiomas, apertura a las diversas culturas, conocimiento actualizado de la teoría y la praxis de la formación y una cierta experiencia práctica en ese campo antes de asumir el cargo. Además, estará libre de otros compromisos incompatibles con su cargo, para poder desarrollar su trabajo de manera adecuada.

B. Competencias de la Comisión internacional de formación

122. La Comisió n internacional de formación, prevista

en nuestras Constituciones en el n. 53 §2, posee las competencias siguientes: a. actualizar periódicamente el Directorio general de

formación (El discípulo franciscano); b. ser instrumento de contacto y comunicación entre los

centros de formación inicial y permanente de la Orden; c. promover el conocimiento recíproco y fomentar la

colaboración entre los responsables de la formación inicial y permanente;

d. organizar encuentros internacionales de los responsables de la formación (inicial y permanente).

123. La Comisión internacional se reúna al menos dos

veces durante el sexenio, o más a menudo si lo exigen las necesidades de la Orden. Dicha Comisión está formada por los siguientes miembros: a. el Secretario general para la formación, que es el

presidente; b. el Rector del Colegio internacional Seraphicum, como

secretario; c. un miembro de cada Conferencia y Federación “ad

sexennium”. Éstos serán nombrados normalmente en el primer encuentro de la respectiva Conferencia o Federación después del Capítulo general ordinario, tras haber consultado a los formadores; el nombramiento ha de ser aprobado por el Ministro general con su Definitorio.

124. Los miembros de la Comisión internacional tienen

que saber italiano o inglés. Además, deben conocer suficientemente bien las circunscripciones a las que representan y han de tener una cierta experiencia en el campo formativo.

Cualidades requeridas en

el Secretario

Competencias de la Comisión

Internacional

Miembros de la Comisión

Internacional

Cualidades requeridas en

esos miembros

50

C. Elaboración de los Directorios de formación

125. El Directorio general de formación, es decir, El discípulo franciscano, incluya los principios y normas de formación considerados generalmente válidos y esenciales para el desarrollo del hermano franciscano conventual en nuestros días. Este Directorio será actualizado periódicamente por la Comisión internacional de formación y sometido a la aprobación del Capítulo general152.

126. Cada Provincia y Custodia tenga su propio Directorio de formación, elaborado y actualizado periódicamente por la respectiva Comisión de formación y aprobado por el Capítulo provincial o custodial.

127. Para mantener una cierta unidad en la Orden, los Directorios provinciales y custodiales serán enviados a la Curia general. Corresponde al Secretario general para la formación examinarlos, verificar su conformidad con las orientaciones del Directorio general y comunicar su parecer al Ministro general con su Definitorio y los resultados del análisis y estudio al correspondiente superior mayor y a su Definitorio.

128. En las Provincias de la misma nación o Conferencia, especialmente allí donde existe la posibilidad de colaborar en el campo formativo, es conveniente que haya un Directorio interprovincial con algunas líneas orientativas aceptadas de común acuerdo por las Provincias y Custodias interesadas, conforme a la norma de las Constituciones y los Estatutos. Este Directorio será enviado también al Secretario general para la formación.

129. Además, cada casa de formación elaborará su propio Directorio, en el que se indicarán los objetivos y los medios para lograrlos, siguiendo siempre un proyecto acordado entre las distintas casas de formación y las diversas etapas formativas153. El Directorio local ha de ser aprobado por el Ministro provincial con su Definitorio.

D. El Seraphicum y la Pontificia Facultad de San Buenaventura

130. El Seraphicum, como colegio o comunidad

formativa, ofrece la oportunidad de una experiencia

152 Cf. Const. 48,3. 153 Cf. Const. 53,2.

El Directorio general:

El discípulo franciscano

Directo rios provinciales

Acordes con el Directorio

general

En ocasiones, Directorios

interprovinciales

El Directorio local

El Seraphicum como Colegio

51

internacional de formación franciscana conventual en Roma, centro de la Iglesia.

131. Para que la formación inicial sea eficaz en un ambiente internacional, es necesario que los superiores mayores seleccionen cuidadosamente a los hermanos que van a enviar allí. Por ello, los hermanos que sean enviados a la comunidad formativa del Seraphicum deberán reunir las siguientes condiciones: a. deseo de una apertura internacional, eclesial y

franciscana, que Roma puede favorecer y satisfacer; b. es conveniente que hayan hecho la profesión solemne

y hayan terminado los estudios de teología (bachillerato) en su propio país;

c. una preparación cultural adecuada para continuar los estudios filosófico-teológicos;

d. antes del inicio del año escolar, deberán adquirir un conocimiento adecuado del italiano, mostrándose igualmente capaces de adaptarse al ambiente italiano y a la experiencia multicultural del colegio;

e. disponibilidad para colaborar en los distintos sectores del programa formativo del colegio, incluido el campo pastoral.

132. El Ministro provincial enviará al Rector del

Colegio una relación detallada de cada hermano que envíe, antes de la llegada de éste.

133. La Pontificia Facultad de San Buenaventura, con sede en el Seraphicum, se rige por estatutos propios y por las Ordinationes internas, de acuerdo con la Constitución Apostólica Sapientia Christiana y las Normas Aplicativas de la Congregación para la Educación Católica154.

134. Se fomente y acentúe cada vez más el carácter franciscano de la Facultad, en lo que se refiere al estudio de las fuentes, la historia de la Orden y la actualización teológica fiel a los principios de la escuela franciscana.

135. A la hora de nombrar a los profesores, se tenga en cuenta el carácter internacional de la Facultad. Éstos, por su parte, cultiven no sólo sus compromisos académicos, sino también el campo formativo-pastoral.

136. La Facultad promueva la formación intelectual de los hermanos y coordine la colaboración con los demás centros de estudio de la Orden, mediante el intercambio de profesores y otras iniciativas155. 154 Cf. Const. 61,2. 155 FO 108c.

Selección de los hermanos

La relación correspondiente

Carácter franciscano

E índole internacional

Para la formación intelectual

La Facultad de San Buenaventura

52

137. En lo que se refiere al estudio del carisma

franciscano, se consolide el Instituto Histórico de la Orden, cuya misión será valorar, coordinar y programar la investigación histórica que ya se está desarrollando en la Orden. Éste se ocupará también de la publicación y divulgación de los resultados de sus investigaciones en los principales idiomas usados en la Orden156.

138. La Comisión permanente “pro Seraphico” está formada por los siguientes miembros: a. el Ministro general o su Vicario, como presidente; b. el Secretario general para la formación, como

secretario; c. el presidente de la Facultad de San Buenaventura; d. el Rector del Colegio Seraphicum; e. el presidente de cada Conferencia o Federación; f. un estudiante de nuestra Orden inscrito en la Facultad

de San Buenaventura (elegido por los mismos estudiantes “ad annum”);

g. el ecónomo del Seraphicum; h. el guardián de la comunidad.

139. Las tareas específicas de dicha Comisión son las siguientes: a. promover la comunicación entre las Provincias de la

Orden y la Facultad; b. mejorar la colaboración y la comunicación entre los

distintos centros de estudio de la Orden, promoviendo el intercambio de profesores y publicaciones comunes;

c. promover la vida cultural de la Orden, fomentando los estudios y otras actividades culturales;

d. aprobar el presupuesto para el siguiente año escolar y examinar la relación económica del año anterior, para apoyar así el desarrollo de la Facultad y del Colegio y la adquisición de los medios necesarios para su mejor funcionamiento;

e. examinar la formación y los distintos programas del Seraphicum.

140. Esta Comisión se reunirá una vez al año,

normalmente al final del año escolar (mayo o principios de junio) 157. Las recomendaciones, observaciones y sugerencias de la Comisión serán remitidas al Definitorio general para su ratificación.

156 FO 108d. 157 Antes del 15 de febrero, el secretario de la Comisión pedirá a los miembros de la misma que envíen sus sugerencias, para establecer el orden del día de la reunión, que, una vez decidido, será comunicado a los miembros de la Comisión antes del 15 de abril.

El Instituto Histórico

La Comisión permanente

“pro Seraphico”: los miembros

Tareas específicas

Se reúne una vez al año

53

APÉNDICE A

Cursos de espiritualidad y de franciscanismo para cada una de las etapas formativas

1. Temas para tratar en la promoción vocacional : a. el proceso de discernimiento vocacional; b. vida de San Francisco y de otras figuras franciscanas (según la edad y el

interés de la persona); c. presencia y actividades de la Orden en la Provincia y en el mundo; d. los lugares franciscanos, con vídeos, diapositivas y, si es posible, con

visitas guiadas. 2. Temas para tratar durante el postulantado:

A. Sobre la dimensión humana de la vocación : a. los elementos psicológicos del desarrollo humano, incluido el elemento

psico-sexual; b. la dinámica de grupo y su influencia en la vida fraterna (por ejemplo,

cómo afrontar los conflictos); c. metodología para conocerse mejor a sí mismo.

B. Sobre los contenidos de la fe: a. los contenidos de la fe, como los presenta el Catecismo de la Iglesia

Católica ; b. introducción a la Biblia; c. introducción a la vida litúrgica y sacramental; d. la dimensión moral de la persona y la ley moral cristiana.

C. Sobre la vida religiosa y el carisma franciscano : a. visión global de la vida consagrada y de la vida religiosa franciscana en

particular; b. presentación de los objetivos y la meta del postulantado, sirviéndose de los

documentos recientes de la Orden; c. estudio de la vida de San Francisco en su contexto social, cultural, eclesial

y religioso; d. introducción a las fuentes franciscanas (especialmente a las biografías

clásicas de San Francisco); e. presentación de la riqueza del carisma franciscano y sus diversas

expresiones. 3. Temas para tratar durante el noviciado:

A. Para profundizar en la fe: a. la vida litúrgica y la vida de oración; b. los valores teológicos, bíblicos, espirituales y jurídicos de los votos; B. Sobre el conocimiento del carisma franciscano: a. los escritos de San Francisco, lectura de las fuentes;

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b. estudio de la Regla bulada; c. estudio de las Constituciones, los Estatutos generales, Estatutos

provinciales (custodiales); d. conocimiento de la propia circunscripción y de su historia; e. la identidad del hermano menor conventual y su desarrollo a lo largo de la

historia.

4. Temas para tratar durante el periodo de los votos temporales: A. Temas generales sobre la vida religiosa : a. estudio serio de los documentos de la Iglesia sobre la vida consagrada (por

ejemplo, Vita consecrata , Vida fraterna en comunidad); b. elementos psicológicos del desarrollo humano, personal y comunitario; c. María como modelo de vida consagrada.

B. Temas generales sobre el carisma franciscano: a. además de los temas ya mencionados en el apartado del noviciado, se

estudien también los documentos recientes de la Orden; b. ecología integral: intuiciones e inspiraciones franciscanas; c. Francisco, “hermano universal”, hombre ecuménico; d. peculiaridades de la nueva evangelización franciscana; e. dimensión “conventual” de nuestro carisma; f. integración de las dos vocaciones: franciscana y ministerio ordenado; g. la dirección espiritual según la escuela franciscana.

5. Temas para tratar durante la formación permanente : A. Dimensión personal (crecimiento espiritual y salud personal): a. temas sobre la renovación personal en las distintas etapas de la vida; b. temas sobre la actualización y la conversión continua; c. temas sobre la salud física, psíquica y espiritual; d. temas sobre la integración de los diversos elementos de la personalidad.

B. Dimensión intelectual: a. temas de Sagrada Escritura; b. actualización teológica en las distintas áreas; c. actualización en el conocimiento del carisma franciscano.

C. Dimensión ministerial y sacerdotal: a. temas que favorezcan un mayor conocimiento de los métodos actuales de

evangelización y servicio pastoral; b. la dirección espiritual según la escuela franciscana; c. pautas y orientaciones para los nuevos gua rdianes, párrocos, formadores; d. pautas y orientaciones para armonizar las exigencias de la pastoral con las

de la vida fraterna.

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APÉNDICE B

Cursos de carácter filosófico-teológico o profesional

A. Filosofía:

a. panorama del pensamiento filosófico medieva l; b. historia del pensamiento filosófico franciscano, temas principales; c. el voluntarismo como fundamento de la ética franciscana.

B. Teología dogmática:

a. fuentes inspiradoras de la teología franciscana; b. aportaciones de los grandes teólogos franciscanos (Alejandro de Hales,

San Antonio, San Buenaventura, Duns Escoto, etc.); c. rasgos característicos de la teología de San Buenaventura.

C. Espiritualidad:

a. lectura espiritual franciscana de la Biblia; b. historia de la espiritualidad medieval; c. elementos característicos de la experiencia ascética y mística franciscana; d. respuesta franciscana a las necesidades del hombre de hoy: la opción por

los pobres, la no violencia, la solidaridad. D. Evolución histórica de la Orden:

a. la cuestión franciscana hoy; b. momentos críticos de la histor ia franciscana: reformas, divisiones, los

hermanos menores conventuales después de 1517; c. presencia misionera de la Orden; d. aportaciones de la Orden en el campo intelectual y cultural.

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APÉNDICE C

Elementos a tener en cuenta en la selección y preparación de los formadores

Premisa: Se ha de tener en cuenta que la formación es un arte. Aunque hay principios válidos para conducir el proceso formativo, el uso eficaz de los mismos depende en gran parte de la capacidad creativa del formador a la hora de utilizar sus propias intuiciones y su buen juicio para aplicar esos principios a los casos concretos. 1. Teniendo presente lo que ya se ha dicho en El discípulo franciscano sobre las

cualidades que deben reunir los futuros formadores, parece oportuno subrayar aquí las siguientes características: a. capacidad de empatía y de escucha en el diálogo; b. capacidad de trabajar en equipo; c. capacidad de captar los problemas en una situación compleja, para poder

ayudar al formando a superar sus dificultades. 2. El programa formativo para preparar a los formadores debería ayudar a éstos a:

a. conocer a los jóvenes de hoy con sus actitudes, valores, preocupaciones, etc. (cada generación tiene sus características peculiares);

b. conocer bien los valores de la cultura en la que se encarna la formación, con sus actitudes, comportamientos y tradiciones;

c. conocer la espiritualidad y la tradición franciscana, y saber también cómo pueden ser transmitidos los elementos de éstas en las diversas etapas del proceso formativo;

d. conocer los documentos normativos de la Iglesia y de la Orden en el campo de la formación;

e. aprender a aplicar los criterios que rigen cada una de las etapas formativas; por ejemplo, cómo discernir si un postulante está preparado o no para el noviciado;

f. ser conscientes de la importancia que tiene el camino personal de todo formador, así como la colaboración ineludible entre los miembros del equipo formativo en cualquier etapa de la formación;

g. realizar un periodo de aprendizaje; h. conocer los medios a los que pueden recurrir (por eje mplo: centros,

expertos, también a nivel interprovincial e interobediencial). 3. Formación específica para el ministerio, además de una adecuada preparación

académica (humanística, filosófica y teológica): a. Ciencias humanas:

- Elementos de la psicología de la personalidad. - Elementos de la psicopatología. - Elementos de la psicología del desarrollo humano.

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- Método pedagógico.

b. Teología: - Teología de la vida consagrada. - Reflexión teológica sobre el ministerio sacerdotal.

c. Franciscanismo:

- “Pensamiento” franciscano (elementos filosófico-teológicos). - Espiritualidad franciscana. - Documentos de la Orden y de la Iglesia sobre la formación. - Dirección espiritual y discernimiento.

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APÉNDICE D

El año sabático

1. Definición del periodo sabático

A. El periodo sabático es un esfuerzo intensivo y continuado durante un plazo de tiempo determinado, fuera del ritmo de las tareas habituales del hermano, con la finalidad de: a. participar en un programa que permita al hermano ser más eficaz, estar

mejor preparado, más satisfecho y conocer mejor su ministerio; b. renovarse espiritualmente en un lugar adecuado para el desarrollo de la

vida espiritual.

B. El periodo sabático se diferencia de: las vacaciones, un retiro, un permiso por enfermedad, un tiempo para el discernimiento vocacional, el estudio con dedicación plena para obtener un título académico.

C. El hecho de solicitar un periodo sabático no exime al hermano de la

responsabilidad de continuar su formación/educación habitual a través de seminarios, conferencias, “talleres de trabajo”, cursos de verano, etc.

2. Duración del periodo sabático

El periodo de tiempo concedido será el adecuado para el tipo de programa que se solicita. El periodo sabático medio o normal dura un año.

3. Hermanos que solicitan simultáneamente un periodo sabático

En una Provincia, el número de hermanos con permiso sabático en un determinado momento ha de limitarse normalmente al uno o dos por ciento del número total de hermanos de la Provincia.

4. Cuándo se puede solicitar un periodo sabático

A. Se puede solicitar un periodo sabático una vez transcurridos diez años desde el final de la formación inicial.

B. Se puede solicitar otro periodo sabático ocho años después del primero.

5. Modo de solicitar el periodo sabático

A. Tras el discernimiento espiritual correspondiente, se solicita por escrito el periodo sabático al Ministro provincial y su Definitorio.

B. La petición tiene que incluir y especificar:

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a. una breve descripción del periodo sabático; b. la finalidad del mismo; c. la relación del periodo sabático con el crecimiento personal y el

ministerio del hermano; d. el importe del programa y el modo de costearlo; e. el lugar; f. la duración aproximada y posibles alternativas; g. qué consecuencias tendrá la ausencia del hermano en el ministerio que

desempeña.

C. La solicitud del periodo sabático ha de hacerse al menos seis meses antes de la presentación de la misma para ser aprobada.

6. Evaluación de la solicitud de un periodo sabático La petición ha de ser evaluada según los criterios siguientes:

a. la conformidad de la solicitud con lo establecido en el punto 5.B; b. la edad del hermano; c. las necesidades de la Provincia; d. la disponibilidad del solicitante en un determinado momento.

7. La concesión de un periodo sabático

El Ministro provincial con su Definitorio estudia la solicitud y puede pedir consejo también a otros hermanos. Luego el solicitante será informado de la decisión tomada.

8. Los costes económicos del periodo sabático

En la medida de lo posible, los costes del periodo sabático deberían correr a cargo de instituciones diocesanas, del ministerio del hermano y de la comunidad en la que éste se encuentra de familia. Si esas fuentes no pueden cubrir todos los gastos, la Provincia aportará el resto.

9. La evaluación del periodo sabático

Al concluir el periodo sabático, el herma no debe hacer –por escrito- una evaluación de dicha experiencia y presentarla al Ministro provincial.

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN ABREVIATURAS I. LA FORMACIÓN

El discípulo: seguimiento de Cristo II. FRANCISCO

Modelo del discípulo III. EL DISCÍPULO EN EL MUNDO DE AYER Y DE HOY IV. EL DISCÍPULO FRANCISCANO

Un camino formativo V. LOS PROTAGONISTAS DEL SEGUIMIENTO

VI. DISCERNIMIENTO INICIAL DE LA VOCACIÓN

Primeros pasos del discípulo franciscano A. La pastoral vocacional general B. Promoción vocacional franciscana

VII. EL POSTULANTADO Primera experiencia de la vida franciscana

VIII. EL NOVICIADO

Tiempo decisivo para el discípulo IX. DE LA PRIMERA PROFESIÓN

AL COMPROMISO DEFINITIVO Crecimiento del discípulo A. Hacia un compromiso definitivo B. Hacia un ministerio sacerdotal franciscano C. Hacia una especialización

X. LA FORMACIÓN PERMANENTE

A. La finalidad de la formación permanente B. Las etapas de la formación permanente

1. El paso de la formación inicial a la formación permanente 2. En las etapas sucesivas

XI. TEMAS PARTICULARES

A. Competencias del Secretario ge neral para la formación B. Competencias de la Comisión internacional de formación C. Elaboración de los Directorios de formación

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D. El Seraphicum y la Pontificia Facultad de San Buenaventura APÉNDICE A Cursos de espiritualidad y de franciscanismo para cada una de las etapas formativas APÉNDICE B Cursos de carácter filosófico-teológico o profesional APÉNDICE C Elementos a tener en cuenta en la selección y preparación de los formadores APÉNDICE D El año sabático ÍNDICE