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1 DISCIPLINA REDENTIVA Dije al director y a los maestros que Dios les había impuesto la responsabilidad de velar por las almas como quienes deben dar cuenta. Les mostré que si la mala conducta de algunos alumnos continuaba, extraviaría a otros estudiantes y Dios haría responsables de esto a los maestros. Asistirían a la escuela algunos alumnos que no habían sido disciplinados en casa, y que tenían ideas pervertidas acerca de la debida educación y su valor. Si se les permitía hacer las cosas a su manera, quedaría derrotado el propósito por el cual se estableció la escuela, y el pecado sería imputado a los guardianes de ella, como si lo hubiesen cometido ellos mismos. CM,cap12. En el trato con sus estudiantes, los maestros deben manifestar el amor de Cristo. Sin este amor, serán duros y autoritarios, y ahuyentarán las almas del redil. Deben ser como milicianos, vigilándose siempre a sí mismos, y aprovechando toda oportunidad de hacer bien a los que les han sido confiados. Recuerden que cada una de nuestras escuelas debe ser un asilo para los jóvenes duramente probados, donde sus insensateces se tratarán con paciencia y prudencia Debe manifestarse mucho cuidado en la expulsión de estudiantes. A veces hay que hacerlo. Es una tarea dolorosa separar de la escuela a una persona que incita a otros a la desobediencia y deslealtad; pero, por amor de los otros estudiantes, a veces es necesario. Dios vio que si Satanás no era expulsado del cielo, la hueste angélica estaría en constante peligro; y cuando los maestros temerosos de Dios ven que retener a un alumno es exponer a los demás a malas influencias, deben separarlo de la escuela. Pero debe ser una falta muy grave la que exija esta disciplina. CM, cap 36. . Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más alto.

Disciplina redentiva cristiana

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DISCIPLINA REDENTIVA

Dije al director y a los maestros que Dios les había impuesto la

responsabilidad de velar por las almas como quienes deben dar cuenta.

Les mostré que si la mala conducta de algunos alumnos continuaba,

extraviaría a otros estudiantes y Dios haría responsables de esto a los

maestros. Asistirían a la escuela algunos alumnos que no habían sido

disciplinados en casa, y que tenían ideas pervertidas acerca de la

debida educación y su valor. Si se les permitía hacer las cosas a su

manera, quedaría derrotado el propósito por el cual se estableció la

escuela, y el pecado sería imputado a los guardianes de ella, como si lo

hubiesen cometido ellos mismos. CM,cap12.

En el trato con sus estudiantes, los maestros deben manifestar el amor

de Cristo. Sin este amor, serán duros y autoritarios, y ahuyentarán las

almas del redil. Deben ser como milicianos, vigilándose siempre a sí

mismos, y aprovechando toda oportunidad de hacer bien a los que les

han sido confiados. Recuerden que cada una de nuestras escuelas debe

ser un asilo para los jóvenes duramente probados, donde sus

insensateces se tratarán con paciencia y prudencia

Debe manifestarse mucho cuidado en la expulsión de estudiantes. A

veces hay que hacerlo. Es una tarea dolorosa separar de la escuela a

una persona que incita a otros a la desobediencia y deslealtad; pero,

por amor de los otros estudiantes, a veces es necesario. Dios vio que si

Satanás no era expulsado del cielo, la hueste angélica estaría en

constante peligro; y cuando los maestros temerosos de Dios ven que

retener a un alumno es exponer a los demás a malas influencias, deben

separarlo de la escuela. Pero debe ser una falta muy grave la que exija

esta disciplina. CM, cap 36.

.

Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo

cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el

maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe

procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son

aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su

disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más

alto.

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Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense

fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos.

En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se

olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones

serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de

Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad.

Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro

interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares

escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para

Jesús. CM ,cap 36.

Dios nos somete a disciplina para nuestra felicidad actual y nuestro

bien futuro. La bendición más grande que tienen sus hijos es la

disciplina que les aplica. Nunca los guía de modo diferente al que

ellos eligirían si pudieran ver el fin desde el principio, y discernir la

gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores de Dios. Cada dia con Dios, 23 de abril.

Los niños serán más felices, mucho más felices, bajo la debida

disciplina que si se los deja obrar siguiendo la sugerencia de sus

impulsos no educados (Manuscrito 49, 1901).

Los niños tienen temperamentos diversos, y los padres no siempre

pueden aplicar la misma disciplina a cada uno. Hay diferentes clases

de mentalidades y debiera estudiarse con oración a fin de que sean

modeladas para lograr el propósito designado por Dios (Good Health, julio de

1880).

Algunos niños tienen mayor necesidad que otros de paciente disciplina

y bondadosa educación. Han recibido como legado rasgos de carácter

poco promisorios, y por eso tienen tanto mayor necesidad de simpatía

y amor. (Consejos para los Maestros. pág. 89).

Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo

cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el

maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe

procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son

aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su

disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más

alto.

Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense

fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos.

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En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se

olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones

serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de

Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad.

Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro

interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares

escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para

Jesús. CM, cap 36.

Si los instructores de los niños y los jóvenes pudiesen ver desplegados

delante de ellos el resultado futuro de su disciplina errónea, cambiarían

su plan de educación. Esa clase de maestros que se congratulan de

dominar casi por completo la voluntad de sus alumnos, no son los que

tienen más éxito, aunque momentáneamente las apariencias sean

halagadoras. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 315, 316).

Los que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no

respetarían el orden que se observa en el cielo. No podrán nunca ser

admitidos allí; porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo

amarán el orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados

en esta vida determinarán el destino futuro. Cuando venga Cristo, no

cambiará el carácter de ninguna persona. . . (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs.

538, 539).

El verdadero modo de habérselas con las pruebas no consiste en tratar

de escapar a ellas, sino en transformarlas. Esto se aplica a toda la

disciplina, tanto a la de los primeros años como a la de los últimos. El

descuido de la educación temprana del niño y el consecuente

fortalecimiento de las malas tendencias dificulta su educación ulterior

y es causa de que la disciplina sea, con demasiada frecuencia, un

proceso penoso. Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta,

toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas mejores y

más elevadas. (La Educación, pág. 287)

Es cierto que la disciplina demasiado áspera, la crítica exagerada, las

leyes y reglamentos no requeridos, conducen al menosprecio de la

autoridad y finalmente a la desobediencia de aquellas reglas que Cristo

quisiera que se cumplieran (Review and Herald, 13-3-1894).

La más alta educación es la que imparte un conocimiento y una

disciplina que conducen a un mejor desarrollo del carácter, y prepara

al alma para aquella vida que se mide con la vida de Dios. En nuestros

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cálculos no debe perderse de vista la eternidad. La más alta educación

es la que enseña a nuestros niños y jóvenes la ciencia del cristianismo,

la que les da un conocimiento experimental de los caminos de Dios, y

les imparte las lecciones que Cristo dio a sus discípulos, acerca del

carácter paternal de Dios. (Consejos para los Maestros, pág. 67).

La obra de nuestras escuelas debe ser del más elevado carácter.

Jesucristo, el Restaurador, es el único remedio para una mala

educación, y las lecciones enseñadas en su Palabra siempre deben

recordarse a los jóvenes en la forma más atrayente. La disciplina de

la escuela debe complementar a la educación del hogar, y tanto en el

hogar como en la escuela deben mantenerse la sencillez y la piedad (Consejos para los Maestros, pág. 134).

Si los padres están tan absortos en los negocios placeres de esta vida

que descuidan la disciplina apropiada de sus hijos, la obra del

maestro no solamente se hace muy dura y penosa, sino que a menudo

es completamente infructuosa (Review and Herald, 13-6-1882).

Tanto en la escuela como en el hogar debe haber sabia disciplina. El

maestro debe hacer reglas para guiar la conducta de sus alumnos.

Estas reglas deben ser pocas y bien estudiadas, y una vez hechas, hay

que hacerlas cumplir. Deben presentarse al alumno todos los

principios que éstas entrañan para que se convenza de su justicia (Consejos para los Maestros, pág. 118)

El maestro debe imponer obediencia.

Debería entenderse la cuestión de la disciplina tanto en la escuela

como en el hogar. Esperaríamos que en el aula nunca hubiera ocasión

de usar la vara, pero si en una escuela hay quienes resisten tercamente

todos los consejos y súplicas, todas las oraciones y toda la angustia del

alma en favor de ellos, entonces es necesario hacerles entender que

deben obedecer.

Algunos maestros no piensan que es mejor imponer la obediencia.

Piensan que su deber es meramente educar. Es cierto, deben educar.

¿Pero cuánto vale la educación de los niños si, cuando desobedecen los

principios colocados ante ellos, el maestro no siente que tiene el

derecho a ejercer autoridad? (Review and Herald, 15-9-1904).

El descuido de los padres en la educación de sus hijos hace que el

trabajo del maestro sea doblemente difícil. Los niños llevan el sello de

los rasgos indóciles y antipáticos revelados por sus padres. Al ser

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descuidados en el hogar, consideran la disciplina de la escuela como

opresiva y severa. Si no se los vigila cuidadosamente, tales niños

leudarán a otros con sus caracteres indisciplinados y deformados. . . . El

bien que los niños pueden recibir en la escuela, para contrarrestar su

educación defectuosa en el hogar, se menoscaba por la simpatía que

sus padres les demuestran en sus faltas. Es suficiente que los maestros tengan que contender con la influencia de los hijos, sin tener también

[que luchar con] la influencia de los padres. (Review and Herald, 20-1-1901).

Una de las mayores dificultades a las cuales deben hacer frente los

maestros es el fracaso de parte de los padres de cooperar en la

administración de la disciplina del colegio. Si los padres lealmente

sostuvieran la autoridad de los profesores, se evitarían muchas

insubordinaciones, faltas y desenfrenos. (Testimonies, tomo 5, pág. 89).

Hay algunos padres que a propósito envían al colegio a sus hijos

echados a perder porque son incorregibles en el hogar. ¿Sostendrán

esos padres a los docentes en su obra de disciplina, o estarán listos

para creer cualquier informe falso? (Manuscrito 119, 1899)

Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida significa trabajo serio,

responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que los

haga prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer

frente a las emergencias. Debería enseñárselas que la disciplina del

trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como

salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un

desarrollo completo (La Educación, pág. 211).

La perseverancia recompensada

Después de todos estos esfuerzos, los maestros pueden encontrar que

algunos de los que están a su cargo desarrollarán caracteres sin

principios. Son flojos en las normas morales, muchas veces como

resultado de un ejemplo vicioso y una disciplina paterna descuidada.

Y los maestros, aun haciendo todo lo que pueden, no conseguirán

inducir a estos jóvenes a una vida de pureza y santidad, y después de

paciente disciplina, labor afectuosa y ferviente oración, serán

chasqueados por aquellos de quienes esperaban tanto. Y en adición a

esto, recibirán reproche de los padres, porque no tuvieron el poder de

contrarrestar la influencia de su propio ejemplo e imprudente

dirección. El maestro tendrá estos desánimos después de cumplir con

su deber. Pero debe continuar trabajando, confiando en Dios para

colaborar con él, y manteniéndose virilmente en su puesto y laborando

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con fe. Otros serán salvados para Dios y su influencia será ejercida en

la salvación de los demás. Que el pastor, el maestro de escuela

sabática y los maestros de nuestros colegios, unan sus corazones,

almas y propósitos en la tarea de salvar a nuestros jóvenes de la ruina. ­ FE 116, 117..

Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno se

someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en otra,

porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia. Puede ser

que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis conseguir la

confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón con los vínculos

de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma para Cristo. Puede ser

que el muchacho travieso, voluntarioso e independiente, cambie de

carácter. TES 84 – 87

El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que

llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en

verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros

convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las

almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y

los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro

esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y

desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo,

el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90.

El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que

llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en

verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros

convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las

almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y

los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro

esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y

desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo,

el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90.

Los instructores que están bajo la disciplina de Dios reciben gracia,

verdad y luz por el Espíritu Santo para comunicarlas a su vez a los

niños. Están bajo el mayor Maestro que el mundo haya conocido, y

cuán impropio sería que ellos tuviesen un espíritu cruel, una voz

aguda, llena de irritación. Con esto perpetuarían sus propios defectos

en los niños. (Special Testimony to the Battle Creek Church, escrito en Cooranbong, N. S. W., Australia, el 15

de diciembre de 1897).

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Sea norma establecida que, en toda disciplina escolar, han de reinar la

fidelidad y el amor. Cuando el maestro corrige a un alumno de una

manera que no le hace sentir que sea humillarlo, en su corazón brota el

amor hacia el maestro (Santa Helena, California, 17 de mayo de 1903).

Obtened un hombre fuerte para que se destaque como director de

vuestra escuela, un hombre cuya fuerza física le sostenga en la

ejecución de un trabajo cabal de disciplina; un hombre calificado

para inculcar en los alumnos hábitos de orden, aseo y laboriosidad. En

todas nuestras instituciones, los jóvenes deben ser amoldados y

disciplinados para Dios; y en esta obra se han de revelar siempre la

misericordia, el amor y la ternura del Señor. Esto no debe degenerar

en debilidad y sentimentalismo. Debemos ser bondadosos, pero firmes.

Y recuerden los maestros que aunque es necesaria la decisión, nunca

debemos ser duros o condenadores. Nunca hemos de manifestar un

espíritu intolerante. Sean ellos serenos, revelando el mejor método al

negarse a sentirse provocados a ira. (La educación, págs. 228, 229).

EL TRATAR con las mentes humanas es la obra más delicada que se

haya confiado alguna vez a los mortales, y los maestros necesitan

constantemente la ayuda del Espíritu de Dios para poder hacer

correctamente su trabajo. Entre los jóvenes que asisten a la escuela se

encontrará una gran diversidad de caracteres y educación. El

maestro hará frente a los impulsos, la impaciencia, el orgullo, el

egoísmo, y la estima propia desmedida. Algunos de los jóvenes han

vivido en un ambiente de restricción arbitraria y dureza, que ha

desarrollado en ellos un espíritu de obstinación y desafío. Otros han

sido mimados, y sus padres, excediéndose en sus afectos, les han

permitido seguir sus propias inclinaciones. Han disculpado sus

defectos hasta deformarles el carácter.

Para tratar con éxito con estas diversas mentes, el maestro necesita

ejercitar mucho tacto y delicadeza en su dirección, al mismo tiempo

que firmeza en el gobierno. Con frecuencia, se manifestará desagrado

y hasta desprecio por los reglamentos debidos. Algunos ejercitarán su

ingenio para evitar las penalidades, mientras que otros ostentarán una

temeraria indiferencia para con las consecuencias de la transgresión.

Todo esto exigirá paciencia, tolerancia y sabiduría de parte de aquellos

a quienes se ha confiado la educación de estos jóvenes. CM, cap 36.

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Los reglamentos son necesarios para la conducta de los que asisten, y

los estudiantes deberán obrar en armonía con ellos. Ningún alumno

debe pensar que, por el hecho de que se le permitía gobernar en su

casa, puede gobernar en la escuela. Cada estudiante que entra en una

de nuestras escuelas, debe colocarse bajo la disciplina. Los que se

niegan a obedecer los reglamentos, deben volver a sus casas. Los

maestros han de ligar los alumnos a su corazón por las cuerdas del

amor, la bondad y la estricta disciplina. Los estudiantes vienen a la

escuela con el objeto de ser disciplinados para servir y adiestrarse para

sacar el mejor partido de sus facultades. CM, cap 36.

Los directores de nuestras instituciones tienen una tarea muy difícil:

la de mantener el orden y una sabia disciplina entre la juventud

confiada a su cuidado. Los miembros de la iglesia pueden hacer

mucho para animarlos. Cuando los jóvenes no están dispuestos a

someterse a la disciplina de la institución; cuando están decididos a

seguir sus propios impulsos cada vez que no son del mismo parecer que

sus superiores, no los sostengan ciegamente sus padres ni simpaticen

con ellos. Los miembros de la iglesia no pueden secundar de una

manera más eficaz los esfuerzos de los directores de nuestras

instituciones que dando en su propia familia un ejemplo de buen orden

y disciplina. Joyas de los testimonios. Tomo 3.

Muchos jóvenes a quienes se cree incorregibles no son de corazón tan

duro como parecen. Mediante una sabia disciplina, se puede ganar a

muchos que se considera casos desesperados. Estos son con frecuencia

los que más prestamente ceden a la influencia de la bondad. Conquiste

el maestro la confianza del tentado, y al reconocer y desarrollar lo

bueno que hay en su carácter, podrá, en muchos casos, corregir el mal

sin llamar la atención. La Educación.

Digo que estos niños pequeños deben tener una educación,

precisamente la que adquirirían en la escuela. Deben tener la

disciplina de una escuela bajo una persona que entienda cómo tratar

con los niños de acuerdo con sus diferentes temperamentos. Deben

tratar de hacer que estos niños entiendan sus responsabilidades

mutuas, y su responsabilidad para con Dios. Mensajes selectos. tomo 3 cap 24.

En la conducción de la escuela debe usarse la mejor clase de

disciplina. En su aprendizaje los alumnos no pueden hacer lo que

quieran. Deben ceder a la disciplina impuesta. Mensajes selectos. Tomo 3 , cap 24.

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No introduzca ni una sola partícula de aspereza en su disciplina. No

establezca prohibiciones rígidas para los jóvenes. Son estas reglas y

prohibiciones rigurosas las que a veces los llevan a sentir que deben

hacer las cosas que precisamente se les indica que no deben hacer y las

harán. Cuando advierta o reprenda a los jóvenes, hágalo como quien

tiene un interés especial en ellos. Que ellos vean que usted tiene un

deseo ferviente de que logren un buen registro en los libros del cielo. -MM 180 (1902).

Las palabras ásperas y la censura continua confunden al niño pero

nunca lo reforman. Contenga ese regaño; mantenga su propio espíritu

bajo la disciplina de Jesucristo; entonces aprenderá a tener

compasión y simpatía con los que han sido puestos bajo su influencia.

No exhiba impaciencia o aspereza, porque si estos niños no necesitaran

educación, no necesitarían las ventajas de la escuela. Han de ser

conducidos por la escalera del progreso con paciencia, bondad y amor,

subiendo escalón tras escalón en la obtención del conocimiento. -FE 263 (1893).

Sean cuidadosos con lo que hacen al suspender a los alumnos. Este es

un asunto solemne. Debería ser una falta muy grave la que requiera

esta disciplina. El estudiante entra o cae en tentación y ha de ser

disciplinado por su mal. -Carta 50, 1893.

"Reconoce también en tu corazón, que como el hombre disciplina a su

hijo, así el Eterno tu Dios te disciplina a ti. Deuteronomio 8:5.

"¡Feliz el hombre a quien Dios disciplina!*

Por tanto, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso.* Job 5:17.

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Eterno, ni te fatigues de su

corrección; Prov 3:11.

Porque el Mandamiento es antorcha, la enseñanza luz, y camino de

vida las reprensiones de la disciplina. Prov 6:24.

El que atiende la disciplina está en el camino de la vida, el que la

desatiende se extravía. Prov 10:17.

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El que ama la disciplina, ama la sabiduría,el que aborrece la

reprensión, es ignorante. Prov 12:1.

El que tiene en poco la disciplina, se menosprecia a sí mismo; el que

escucha la reprensión, tiene entendimiento. Prov 15:32.

Es verdad que al presente, ninguna disciplina parece ser motivo de

gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los

que en ella son ejercitados. Hebreos 12:11.

Los jóvenes necesitan actividad.

Por naturaleza los jóvenes desean actividad, y si no encuentran una

salida legítima para las energías reprimidas después de estar

confinados en el aula, se vuelven inquietos e impacientes por el control,

y así son impulsados a ocuparse de deportes rudos e indignos de un

hombre que son la desgracia de muchas escuelas y colegios, y aun caen

en prácticas de verdadera disipación. Muchos de los jóvenes que eran

inocentes cuando salieron de sus hogares fueron corrompidos por

aquellos con quienes se asociaron en la escuela. ST, 29 de junio de 1892; FE 72.

Recopilado por Dr. Óscar Camacho.