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Discriminación social. En las últimas semanas hemos presenciado algo ya sabido por los estudiosos de las ciencias sociales y humanidades: la radical discriminación social en México. Gracias a los medios de autocomunicación de masas, como les llama Castells, se evidenció cómo la clase social alta ha maltratado con violencia simbólica y física, es decir, desde los calificativos despectivos (“gatos”, “prole”), hasta llegar a los golpes (Sr. Paseo de las Lomas) a los que no son como ellos, a los que poseen la piel distinta a la blanca, a esa población que es la gran mayoría de este país. Lo que hemos presenciado con esta discriminación ha sido uno de los signos de distinción del habitus de la clase alta (dividido a su vez en burguesía aristocratizada y nueva burguesía), como lo llama Bourdieu. Cada clase social tiene una forma de autolegitimarse como algo natural y verdadero, a partir de un principio generador de prácticas “enclasables”: moda, viajes, música, tono de hablar, ideas sobre el amor, la sexualidad, la política, amistad, trabajo, etc. En los casos que menciono aquí más bien fue necesario un signo de distinción violento como es el verbal y el físico. Su historia proviene desde el periodo de la Colonia con su sistema de castas. Recordemos que los españoles como el grupo dominante clasificaron a la sociedad conforme a su color de piel. Los peninsulares ocupaban el puesto más alto mientras que los negros y los indígenas los más bajos. Esta idea clasificatoria se producía por un ojo discriminador que se hacía obedecer con violencias de todo tipo. El verdadero éxito de esta violencia fue que ese ojo discriminatorio se

Discriminación social

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Discriminación social.

En las últimas semanas hemos presenciado algo ya sabido por los estudiosos de las ciencias sociales y humanidades: la radical discriminación social en México. Gracias a los medios de autocomunicación de masas, como les llama Castells, se evidenció cómo la clase social alta ha maltratado con violencia simbólica y física, es decir, desde los calificativos despectivos (“gatos”, “prole”), hasta llegar a los golpes (Sr. Paseo de las Lomas) a los que no son como ellos, a los que poseen la piel distinta a la blanca, a esa población que es la gran mayoría de este país.

Lo que hemos presenciado con esta discriminación ha sido uno de los signos de distinción del habitus de la clase alta (dividido a su vez en burguesía aristocratizada y nueva burguesía), como lo llama Bourdieu. Cada clase social tiene una forma de autolegitimarse como algo natural y verdadero, a partir de un principio generador de prácticas “enclasables”: moda, viajes, música, tono de hablar, ideas sobre el amor, la sexualidad, la política, amistad, trabajo, etc. En los casos que menciono aquí más bien fue necesario un signo de distinción violento como es el verbal y el físico.

Su historia proviene desde el periodo de la Colonia con su sistema de castas. Recordemos que los españoles como el grupo dominante clasificaron a la sociedad conforme a su color de piel. Los peninsulares ocupaban el puesto más alto mientras que los negros y los indígenas los más bajos. Esta idea clasificatoria se producía por un ojo discriminador que se hacía obedecer con violencias de todo tipo. El verdadero éxito de esta violencia fue que ese ojo discriminatorio se introyectó en el discriminado con los pasos de los años, volviéndose el sentimiento de inferioridad que popularizó Samuel Ramos.

En lacanés: el sentimiento de inferioridad es una actuación histérica para un solo espectador: al Otro el cual es encarnado, por proyección, a través de lo blanco. La cura es cuando aceptamos nuestra identidad, lo que somos, sin la necesidad de la mirada aprobatoria del Otro. De forma radical, la laceración a sí mismo del histérico es un chantaje para hacer responder a la realidad social sobre su destino. ¿Y qué quiere que le responda? Respuesta: sentido de vida. Por lo tanto, desde esta perspectiva, en México, lo blanco es la mirada en tanto orden simbólico que justifica el sentido de vida.

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Para entender mejor esta introyección discriminatoria recurramos a lo que realizó inteligentemente Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). Esta institución realizó un video donde se muestra a un niño frente a dos muñecos, uno blanco y otro negro. Al niño se le pregunta sobre qué muñeco posee cualidades como belleza, inteligencia, bondad, etc. Casi todos los niños respondieron que el muñeco blanco tiene todas las cualidades positivas, a diferencia del muñeco oscuro el cual posee las cualidades negativas (fealdad, torpeza y maldad). A pesar de todas las críticas metodológicas que se le puede hacer, su gran validez fue que nos hizo ver (o recordar) un fenómeno que al ser tan común se vuelve invisible.

Esta discriminación social tiene implicaciones terribles en la construcción de las políticas públicas de parte de las instituciones del Estado. La clase social alta ocupa muchos espacios clave para las tomas de decisión referentes a las políticas públicas que son para beneficio de la sociedad y, en específico, para los más desprotegidos. Muchísimos funcionarios provienen de la burguesía aristocratizada mexicana. Si un tipo como el funcionario de Sedesol en Michoacán comenta que los indígenas apestan en total burla hacia ellos, y a esto le agregamos que de él dependen las políticas públicas para aquellos indígenas ¿acaso no afecta a la calidad de las políticas públicas este tipo de ideología propio del habitus de la clase social alta? El problema es que esta nobleza de Estado carece de total sensibilización social, de hecho a través de mi experiencia me he encontrado que estos tipos de funcionarios sienten que le están haciendo un favor a la institución pública. Pero si son servidores públicos!!! Y como su nombre lo indica deben de servir a la sociedad mexicana.

La discriminación social es un tema que debe de ser discutido con más énfasis en los grupos intelectuales de cualquier índole. Todavía es un tabú en varios espacios académicos. Y es que no es fácil hablar de ello. Cuando una vez expuse este tema frente a varios profesores, había unos que incluso no aceptaban la idea, les parecía algo “radical” y “raro”. Yo como profesor doy este tema aunque duela. (Manchinelly, 2012)

BibliografíaManchinelly, D. (18 de enero de 2012). SDPnoticias.com. Obtenido de La discriminacion social en México: www.sdpnoticias.com/2012/01/18/la-discriminacion-social-en-méxico

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