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"Carta a Manuel y Lucas". Discurso pronunciado por el Senador Juan Manuel Galán en la instalación de la cabeza de Luis Carlos Galán en la Plaza Cñivica en Bucaramanga. Agosto 28 de 2009
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CARTA A MANUEL Y LUCAS
Queridos hijos Manuel y Lucas,
Quisiera algún día que puedan leer esta carta a sus hijos. Para
entonces, probablemente estaremos conmemorando 50 años del
asesinato de su abuelo Luís Carlos Galán. Me gustaría estar todavía
a su lado y mirar juntos la historia de los 30 años que habrán
transcurrido para entonces, desde cuando en el vigésimo
aniversario de su asesinato, escasos ya de lágrimas, decidimos no
llorar más su muerte sino celebrar su vida con un: "¡Galán Vive!".
Empiezo por contarles quién era su abuelo, citando a Alberto
Zalamea, autor del texto más bello escrito en estos 50 años sobre el
hombre al que Colombia conoció como Galán. "Aquí está -mire el
lector hacia adentro-, aquí, 'tal como en sí mismo la eternidad lo
transforma', la vasta frente iluminada, el ojo centellante, la palabra
purificadora, el pensamiento liberador. Este instante -detenido
para la inmortalidad en la placa de un modesto pero inmenso
fotógrafo- revela el alma de Luís Carlos Galán. El alma más que la
personalidad, ese engendro de una época pueril.
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Su mensaje, su gesto, su entrega apasionada vienen de las
profundidades de nuestra historia. Por sus venas corre la misma
sangre de Galán el comunero y en las hojas de su genealogía se
encuentran los apellidos de quienes cimentaron una forma de ser
colombiana, desde Florentino González, el conspirador y el
constitucionalista, hasta Eduardo Santos, el formador y el
civilizador.
Avizoremos el paisaje de su alma, puesto que alma hay. En primer
término, la tierra austera, extremeña, de Santander. Esta porción de
tierra colombiana donde el valor es la más alta condición, resultado
de ese enfrentarse iberoamericano de sangres contrapuestas sobre
el recuerdo ya inaccesible de los terruños primigenios de Mérida y
Cáceres, de Girón y Palenque, de Río de Oro y Río Frío, y de la
realidad actual de la gesta y el colapso indígena. Bucaramanga,
Chicamocha, Charalá, vocablos inauditos que encierran para el niño
Galán las claves de un futuro incierto.
El Chicamocha lo atrae esencialmente. En la turbulencia de sus
aguas invernales, en el pavoroso abismo del cañón, en el
dramatismo que rodea todo el paisaje de este Escamandro
santandereano, núcleo de mil leyendas, encuentra una sintonía con
nuestro trágico devenir y muchas veces sueña de niño una
inextricable cita con lo desconocido. Perspectiva dantesca que
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domina sus pesadillas, sus presagios, su destino, pero que no
impide sino por el contrario impulsa una vida plena, pura, ejemplar,
aleccionadora, una vida además, de hombre joven, que jamás
abandonará sus ilusiones y sus esperanzas.
Los colombianos no sabemos admirar. Y es una de nuestras
grandes debilidades. Pero cómo no hacerlo después del tránsito
heroico a la eternidad- ante este hombre que quiso ser, y lo logró,
sin alardes, con modestia, el arquetipo de individuo social que,
ahora y aquí, requiere Colombia con urgencia?
La existencia de Luis Carlos Galán escapa siempre a la monotonía de
lo trivial. Siempre hay algo adelante por descubrir. No importan los
obstáculos. Es la conciencia moral de su tiempo. Ordenado,
organizado, proporcionado, resulta ser el paradigma que la sociedad
actual necesita. Jamás desentona, tiene la mesura y el ritmo vital
de cierta aristocracia del espíritu que nada podrá arrebatarle.
Esta no es, por cierto, una apología. Ni la habría aceptado ni la
necesita. Somos los colombianos los que necesitamos reflexionar
sobre su ejemplo y su destino".
Si su abuelo viviera hoy, cumpliría 95 años y habría logrado su
sueño de morir después de los 90. Habría visto el paso vital de
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estas últimas tres generaciones de colombianos: la mía que es la
misma de sus tíos Claudio y Carlos Fernando, la suya y la de sus
hijos. Han pasado tres generaciones, las que Luís Carlos Galán
pensaba eran necesarias para un cambio en la manera de pensar del
país, para la construcción de una nueva conciencia ética nacional
que sepa reconciliar la moral como pilar de una sociedad viable, con
las necesidades prácticas del progreso.
Ustedes y sus hijos serán los jueces de mi generación. De sus
aciertos y errores en la contribución a la construcción de la
democracia colombiana que Galán soñó. Juzgarán si fue capaz de
honrar su memoria y legado resumido en la sentencia que dejó
antes de morir: "A los hombres se les puede eliminar, pero a las
ideas no". Las convicciones reformistas que fundamentaron su
propuesta política, habrán sido también las nuestras en el camino
hacia una Colombia sin desigualdades ni injusticias. Habremos
logrado la liberación de los ideologismos extremos de izquierda y de
derecha que intentaron en esos años cabalgar sobre el rechazo de
los colombianos a los crímenes de lesa humanidad cometidos por
guerrilleros y paramilitares, cerrando la posibilidad de una
interpretación liberal -que fue la de Galán- para Colombia. Serán los
políticos admirados por su vocación de servicio. Su solvencia ética y
no pecuniaria. Su compromiso con el interés general y no particular.
Cómo su abuelo, se sentirán los políticos educadores y no
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salvadores. Dejará de ser el Jefe del Estado un monarca, como
Galán lo advertía, para eliminar una dependencia indigna de las
instituciones democráticas regionales y locales. La
descentralización podrá superar el estancamiento. La sociedad civil
organizada habrá sido capaz de romper el yugo del clientelismo. Las
víctimas, antes de pedirles perdón se les brindará justicia. Ustedes
pueden hoy dictar sentencia sobre mi generación y su aporte a la
concreción de las ideas galanistas.
Que Colombia no repita la historia, ni caiga en esa abominable
definición shakespeariana: "La vida es una conseja contada por un
idiota, llena de estrépito y de furia, y que nada significa".
Volvamos un instante a Zalamea y su recuento de la vida del abuelo
Luís Carlos. "Una niñez, en los cuarentas, signada por la política.
Como la de otros muchos millares de colombianos. Aquellos que
nunca olvidarán "la violencia", ese pájaro sombrío que por entonces
sobrevuela campos y ciudades. En su casa, la política es el pan
cotidiano. Mario Galán Gómez, su padre, no solo cultiva la historia
de sus ancestros, entre los que se destaca fundamentalmente José
Antonio Galán, el comunero, enraizado en Charalá desde 1732, sino
que participa activamente en la lucha política, donde agita ideas
reformistas y clama por la modernización y tecnificación de las
estructuras estatales.
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La Conversación en casa de los Galán sarmiento doce hijos como en
el hogar del Tritatarabuelo Marcos y Petronila Suárez, padres del
prócer comunero, dos siglos antes está centrada en torno a la
política. Las estaciones radiales difunden por aquellos tiempos el
gran debate que divide al país: Reelección o no reelección. Mario
Galán, como muchos, ha tomado partido contra la reelección
Presidencial. Luís Carlos no olvidará sus argumentos, que la
segunda presidencia de Lopéz Pumarejo confirma, y años después
le tocará en suerte encabezar otra reacción contra la segunda
candidatura del segundo López...
Los debates en el congreso -ese foro lejano donde las voces de los
grandes conductores comienzan a ser sepultadas por la dialéctica
de las pistolas que finalmente triunfarán en 1949 con el grito
trasplantado de "muera la inteligencia"- apasionan al niño Galán.
No entiende bien lo que ocurre, pero sabe que afecta a toda la gran
familia. Efectivamente, en 1949 -año de la clausura del Congreso-
Mario Galán se traslada con todos los suyos a la capital... Atrás
queda la infancia. De ella permanecen en el joven que entra a la
edad de la razón las nostalgias del gran viajero que siempre será; el
respeto por unos ancestros -cuántas veces no ha oído relatar la
gesta de los comuneros, la batalla de Charalá los exilios de
Florentino González, el baile de "Mamá Ramona" con el Libertador,
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los ires y venires de Vargas, Santos, Galvis y Suárez, toda esa
urdimbre de nombres míticos que conforman su Olimpo familiar?;
sí, el respeto por unos ancestros que se confunden con una historia
que él también quiere modelar; y básicamente la memoria viva del
valiente reto galanista, cuyo estricto cumplimiento lo condenará a
la muerte prematura: 'Siempre Adelante, Ni un paso atrás; y lo que
fuere menester sea!'
Sus convicciones son profundas. Como las del Comunero que ante
sus jueces se impacienta y grita: 'Si es pecado defender la justicia y
la libertad, acepto el infierno y no hablemos más!'"
Su abuelo fue el Ministro de Educación más joven en la historia del
país. Pocos meses antes conoció a su abuela Gloria en "El Tiempo",
su compañera de triunfos y derrotas, de satisfacciones y
frustraciones durante 18 años en los que no faltaron días de ilusión
ni tampoco de desesperanza. Así describe Zalamea la relación entre
sus abuelos: "Gloria Pachón Castro, la periodista con quien
compartirá desde entonces sus crecientes preocupaciones
intelectuales y políticas. Las mismas que Alvaro Pachón de la Torre,
director del Suplemento Literario de "El Espectador" y de la revista
"Contraataque", ha inculcado a sus hijas Gloria y Maruja. Este
encuentro humano de solidaridad indeclinable caracterizará el
sentimiento afectivo de Galán durante toda su vida. Comprensión
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absoluta entre dos seres identificados sentimental, moral e
intelectualmente."
En 1978 Galán inició su carrera política en el partido liberal y en su
tierra, la misma en donde ustedes dos nacieron: Santander.
Concejal de Oiba y Senador de la República por este departamento
que recorrió hasta el último rincón. Su abuelo hizo lo mismo con
Colombia hasta que supo cuales eran las reformas y soluciones que
el país necesitaba y la herramienta definitiva para su realización: el
liberalismo. Lideró una fértil disidencia fuera del poder, que
durante una década de trabajo arduo renovó la política del Partido
Liberal a través de la "consulta popular" y el tarjetón electoral como
instrumentos prácticos de su democratización. Nunca pretendió
sustituir al Partido Liberal pero lo cuestionó para devolverle su
estado de ánimo natural de rebeldía ante "la corrupción, la
mediocridad y la miseria", para que volviera a su esencia de
interprete fiel de los más débiles. Su lucha fue lo que -según las
palabras de su abuelo- Mao Tse Tung habría calificado "la larga
marcha a través de las instituciones". Después de disolver el Nuevo
Liberalismo, su movimiento disidente, terminó su vida y su carrera
política en el Partido Liberal donde encontró el apoyo de hombres
como Cesar Gaviria.
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Su abuelo era obsesivo con los temas que según él debían tener un
lugar prioritario en la agenda pública. Trabajó en la construcción de
35 documentos sobre las ideas fuerza de su proyecto político.
Enfrentó solitario "la trampa mortal" del narcotráfico que mata o
corrompe todo lo que toca. Rodrigo Lara Bonilla lo acompaño en esa
batalla desigual, incomprendida y estigmatizada por muchos como
maniquea y moralista. Galán era un visionario consciente de que la
solución al narcotráfico dependería de su globalización y no del
aislamiento que muchos países pretendían imponerle a Colombia.
Luis Carlos Galán, dice Zalamea, es el anti-Maquiavelo de la política.
Logró tocar las emociones de la gente para buscar un cambio de
conciencia y darle rumbo a sus esperanzas. A su abuelo lo asesino
una empresa criminal de narcotraficantes, paramilitares, políticos y
agentes del Estado, ese Estado que murió defendiendo. Pero no
olvidemos que "El martirio es siempre una victoria del hombre, el
desafío de los inmortales". El significado de su lucha nos recuerda el
deber de no caer en el pesimismo o la desesperanza frente las
posibilidades de progreso material y espiritual en Colombia.
Manuel y Lucas, en manos de ustedes y de su generación está hoy la
antorcha galanista, la llama eterna liberal que sigue conquistando
todos los días la justicia, la libertad y la vida. Una lucha como decía
su abuelo que no termina nunca. Me despido de ustedes con una
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cita de Galán en su campaña presidencial de 1892: "En la misma
plaza del sacrificio de José Antonio Galán y sus compañeros invoco
su memoria para demostrar que su holocausto no fue en vano y que
dos siglos más tarde, cuando han pasado ocho generaciones desde
la época de la revolución comunera, sus ideales están vigentes, y en
las circunstancias especiales de nuestro tiempo representan para el
pueblo de Colombia la primera y decisiva expresión histórica de la
conciencia colectiva. A pocos metros del lugar donde fue
descuartizado José Antonio Galán, en mi condición de candidato a la
Presidencia prometo a los colombianos que seré leal a los ideales
del pueblo y que lucharé por ellos con devoción y sinceridad todo el
tiempo que sea necesario para transformar la vida de los oprimidos,
alcanzar la paz y la libertad para mis compatriotas y rescatar la fe
colectiva en un destino superior y trascendente para toda la
Nación".
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GRATITUDES
Doctor Horacio Serpa, Gobernador de Santander
Doctora Consuelo Ordóñez, Secretaria De Planeación de la Gobernación
Doctor Héctor Josué Quintero, Secretario De Desarrollo de la Gobernación
Constantino Tami Jaimes, Secretario General Gobernación
Doctora Mónica Leal Jefe De Prensa
Oficina de Protocolo de la Gobernación
Doctor Diego Fernando Mendoza, Director General Indersantander
Doctora Yolanda Blanco, Diputada Asamblea Departamental
Dr. Fernando Vargas Mendoza, Alcalde De Bucaramanga
Doctor Eulises Balcazar Navarro, Alcalde de Floridablanca
Doctor Luís Alberto Quintero, Alcalde de Girón
Doctor Jorge Armando Navas, Alcalde de Piedecuesta
Doctor Carlos Alberto Contreras Lòpez, Alcalde de Barrancabermeja
Doctor Hernando Castellanos, Gerente General Copetran
Paola Andrea Carvajal, Secretaria de Desarrollo Alcaldía de Bucaramanga Jaime Rodríguez Ballesteros Concejal De Bucaramanga
Directorio Liberal De Santander
Medios De Comunicación Regionales Y Nacional