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Columna pd 92 Diseño con otros nombres Por Alfredo Gutiérrez Borrero Advertencia: los siguientes párrafos contienen pretensiones filosóficas, pueden resultar “pesados” y de seguro se prestan a equivocaciones. Ahora bien, “equivocar” deriva del latín vocus, alusivo a “voces” y equi que traduce “igual”, y se aplica, valga la contradicción, a lo que igualmente interpretamos diferente. A resultas de ello, al diseñar juzgo más satisfactorio conversar sobre el sentido que imponerlo, por acertados que nos consideremos y por desacertados que asumamos a otros. Lógicas variadas equivale a significados diversos. Ejemplifico esto con dos anteriores publicaciones mías en proyectodiseño que mutaron por divergencia interpretativa. Es el caso de una fragmento de mi columna “Todas mis relaciones” (proyectodiseño No. 89, p. 91), que remití así a los editores: “Mitakuye oyasin que vinculo con lo apuntado, en 1984, por el diseñador alemán Gert Selle (a quien seguro cité ya en otra columna, aunque no evoque cuál, como diomedezdiesca noticia de mi vejez)”; pero fue publicado esto: “Mitakuye oyasin, que vinculo con lo apuntado en 1984 por el diseñador alemán Gert Selle (a quien seguro cité ya en otra columna, aunque no evoque cuál como diomedesdiesca— en Noticia de mi vejez). Al no recordar en cual columna había citado ya a Selle, sugerí bromeando que padecía yo amnesia, condición que, como las canas, usualmente indica vejez. Con ese fin improvisé el adjetivo ‘diomedezdiesca’, esto es, “relativa a Diomedes” (como quijotesca a don Quijote). Esto por cuanto Diomedes Díaz (1957-2013), el cantautor vallenato ídolo de muchos, en su canción Mi primera cana, describió a la cana (cabello blanqueado) como “noticia de mi vejez”. Ciertamente cambiar las comas al editar procedía y consignar ‘diomedesca’ fue conveniente, pues Diomedes va con “s” y no con “z”, pero ¿y encerrar “diomedediesca” entre guiones incidentales?, ¿o convertir el adjetivo en sustantivo?: “como —

Diseño Con Otros Nombres

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Una aproximación a formas no occidentales de diseñar

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Columna pd 92

Diseño con otros nombres

Por Alfredo Gutiérrez Borrero

Advertencia: los siguientes párrafos contienen pretensiones filosóficas, pueden resultar “pesados” y de seguro se prestan a equivocaciones. Ahora bien, “equivocar” deriva del latín vocus, alusivo a “voces” y equi que traduce “igual”, y se aplica, valga la contradicción, a lo que igualmente interpretamos diferente. A resultas de ello, al diseñar juzgo más satisfactorio conversar sobre el sentido que imponerlo, por acertados que nos consideremos y por desacertados que asumamos a otros. Lógicas variadas equivale a significados diversos.

Ejemplifico esto con dos anteriores publicaciones mías en proyectodiseño que mutaron por divergencia interpretativa. Es el caso de una fragmento de mi columna “Todas mis relaciones” (proyectodiseño No. 89, p. 91), que remití así a los editores: “Mitakuye oyasin que vinculo con lo apuntado, en 1984, por el diseñador alemán Gert Selle (a quien seguro cité ya en otra columna, aunque no evoque cuál, como diomedezdiesca noticia de mi vejez)”; pero fue publicado esto: “Mitakuye oyasin, que vinculo con lo apuntado en 1984 por el diseñador alemán Gert Selle (a quien seguro cité ya en otra columna, aunque no evoque cuál como diomedesdiesca— en Noticia de mi vejez).

Al no recordar en cual columna había citado ya a Selle, sugerí bromeando que padecía yo amnesia, condición que, como las canas, usualmente indica vejez. Con ese fin improvisé el adjetivo ‘diomedezdiesca’, esto es, “relativa a Diomedes” (como quijotesca a don Quijote). Esto por cuanto Diomedes Díaz (1957-2013), el cantautor vallenato ídolo de muchos, en su canción Mi primera cana, describió a la cana (cabello blanqueado) como “noticia de mi vejez”. Ciertamente cambiar las comas al editar procedía y consignar ‘diomedesca’ fue conveniente, pues Diomedes va con “s” y no con “z”, pero ¿y encerrar “diomedediesca” entre guiones incidentales?, ¿o convertir el adjetivo en sustantivo?: “como —diomedesdiesca— en…”, ¿por qué? Más incomprensibles me resultaron las itálicas en Noticia de mi vejez (pues la canción de Diomedes es Mi primera cana). Como quien dice, sentido alterado y mi intención modificada.

Similar desconcierto me produjo un cambio al cierre de mi columna «’Nosotredad’ y más sur» (proyectodiseño, No. 90, p. 156), tan sutil como decisivo. Mi versión para redacción fue: “Hacia rumbos donde lo improductivo nos brinde en la suma de todos los ahoras, a todos los nosotros posibles, lo que la productividad no nos ofrecerá jamás en la resta de todos los mañanas”. Pero ¡oh tristeza! fue publicado: “Hacia rumbos donde lo improductivo nos brinde en la suma de todos los ahoras, a todos los nosotros posibles, lo que la productividad no nos ofrecerá jamás en el resto de todos los mañanas”. Así quien modificó mi redacción, seguro con magnífica intención, asumió pensar mejor que yo mis pensamientos (sin consultarme) y transformó “la resta” con artículo determinado femenino ‘la’ y sustantivo femenino ‘resta’ (para la operación matemática de “restar”) en “el resto” (esto es, con artículo determinado masculino ‘él’ y sustantivo masculino ‘resto’ para “parte que queda de un todo”).

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Mi punto era plantear un mundo donde lo improductivo nos aporte a todos en la suma (de sumar) de todos los ahoras (esto es “¡ya!”), una alternativa más valiosa que lo generado por la producción y el desarrollo orientados al porvenir, esto es, la resta (de restar) de todos los mañanas. Pues todos los mañanas restan. Y no como quedó: “el resto de todos los mañanas” (es decir, sólo unos pocos mañanas). Así, mi juego de sumar en el hoy para evitar restar en el mañana quedó desvirtuado.

Estos incidentes los asemejo con mi búsqueda de los que llamo “diseños del sur”, o los equivalentes del diseño en civilizaciones no occidentales, los cuales, conjeturo ni son llamados diseños, ni serían concebidos como “del sur”. La etimología con que validamos el diseño y su linaje lingüístico europea que fija el significado del término, e incluso la noción misma de etimología, sólo aplican donde unos pocos hablan mucho e imponen a otros mucho, —a quienes dejan hablar muy poco— el sentido que les atribuyen. Lo más amable sería adoptar un ejercicio de traducir, más que de transcribir y comparar, para evitar “comprender” en nuestros términos el entendimiento que otros tienen de sus culturas, y reconocer que pueden expresarse en los suyos para configurar su entorno material con el equivalente de nuestros textos, o herramientas u oralidades.

Considero que en muchas regiones de la tierra aplica para diseñar lo que el filósofo italiano Giacomo Marramao señaló de las ideas políticas: sus gentes tienen otras culturas, otros principios normativos, otros valores y criterios que son también válidos, incluso si son entendidos de modo diferente por nosotros cuando cedemos a la tentación de atribuir nuestras definiciones a los principios de síntesis ajenos, perdiendo toda posibilidad de conversar (“dar versiones juntos”) y de co-crear. Nuestra obsesión por el consenso y el acuerdo en cuanto a lo que “tenemos en común”, nos impide encontrarnos en diferencias mínimas que nos particularizan como la huella digital o las líneas en nuestras palmas de las manos.

Según señala el profesor Antonio García Gutiérrez lo que muchas personas en Occidente solemos entender, históricamente, como comunicación y diálogo, consiste en difundir procedimientos monológicos, informativos, instructivos y “colonizantes” con fines expansionistas y de usurpación de modos de pensar de gentes de otras culturas, cual si se tratasen de textos que nos sentimos llamados a escribir con más idoneidad que sus escritores. Singularmente en muchas de esas culturas primitivas no hay palabras para enseñar, sólo para aprender. En todas ellas, presumo hay diseño. Sólo que con otros nombres. Por cierto, no necesariamente las personas que las integran están desacertadas. Equivocadas, de seguro sí pero únicamente desde nuestra lógica, por lo que antes de corregirlos sería aconsejable preguntarles. En más de una vez aprenderíamos que lo que entendemos como “error” es, con frecuencia, y comprendido en sus términos una forma distinta de pensar. [email protected]