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Don Julián Ribera y Tarragó - Biblioteca Virtual Miguel

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Don Julián Ribera y Tarrago

CON inusitada e implacable tenacidad ha hecho presa la desventura en esta Academia de la Historia, arrebatándonos la muerte los más preclaros y destacados compañeros, rebosando

en nuestro ánimo la amargura y en nuestro corazón el dolor.

Nuevamente se aumenta nuestra pena ante la muer­te del insigne arabista y maestro de maestros don Ju­lián Ribera, ocurrida el 2 de mayo de este año en su finca de Carcagente, donde residía, después de volun­taria jubilación de la cátedra de la Central, desprendi­do de puestos y cargos, que por sus méritos y virtudes había conseguido antes de desearlos y que había de­jado antes que otros los desearan.

Don Julián nació en Carcagente (Valencia) el 19 de febrero de 1858; después de sus doctorados en Derecho y en Filosofía y Letras, ganó en brillantísima oposición la cátedra de Lengua árabe de la Universidad de Za­ragoza, cuando contaba veintinueve años de edad; allí formó selecta escuela y modeló amorosamente precla­ros discípulos, con las dotes de su doble sabiduría: la

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del saber y la del saberlo mostrar, inculcándoles como norma decisiva del progreso la del previo pensamiento y estudio al de la ejecución. De esta época de su resi­dencia zaragozana destaca, aparte publicaciones mo­nográficas e investigaciones, la fundación y dirección de la Revista de Aragón, modelo entre las mejor lo­gradas y escritas.

En el año 1905 pasó a la Universidad Central, en la que explicó la cátedra de Literatura arábigo-españo­la, ingresando en 1912 en la Academia Española de la Lengua, y en 1915 en la nuestra de la Historia, en la vacante de don Eduardo Saavedra y Moragas, previa propuesta que suscribieron don Francisco Codera, don Francisco Fernández de Bethencourt, don Ángel Alto-laguirre y don Antonio Vives; en dicha propuesta se consigna que el señor Ribera está desempeñando la cá­tedra de Historia de la Civilización de judíos y musul­manes en el Doctorado de Ciencias Históricas de la Universidad Central y es académico correspondiente de la Historia desde 22 de enero de 1887.

Los méritos indiscutibles del señor Ribera deter­minaron su ingreso en diferentes Academias y Asocia­ciones científicas, perteneciendo, entre otras, al Comité internacional de Historia de las Ciencias, a la Acade­mia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, a la de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, a la Academia Gallega, a la Junta de Historia y Numis­mática de la Argentina, al Centro de Cultura Valen­ciana como Director honoris causa, etc., etc.

En el tomo I de la obra Disertaciones y Opúscu­los, edición colectiva que amorosamente ofrecieron a don Julián Ribera sus discípulos y amigos al jubilarse en el profesorado, y en la que se insertan varias de sus obras, trazó nuestro compañero don Miguel Asín, el dis-

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cípulo predilecto de Ribera, la biografía del maestro, analizando con sereno, ecuánime y filial afecto, la for­mación, desenvolvimiento y actuación del insigne histo­riador y arabista, mostrándonos cómo llegó don Julián a su plenitud, el espíritu a su sazón, el discurso a lo sustancial, siendo sus enseñanzas cumplidas y ajusta­das en dictamen y obras a la razón más perfecta.

Al trazar estas líneas, testimonio de nuestro dolor y del cariño que ponderadamente profesamos a don Ju­lián Ribera, queremos que nuestra pluma sea guiada por lo escrito y sentido por el señor Asín e identifica­dos en respeto, admiración y amor por el maestro; sea. aquél quien dicte y yo quien escriba.

"El Arabista.-—Es efectivamente un arabista, pero sin que esto quiera decir un gramático. Tradición in­veterada de los lingüistas españoles fué y sigue sién­dolo, con raras excepciones, el culto idolátrico de la len­gua por sí misma. Gayangos y Codera rompieron la tra­dición. Ribera la desterró para siempre de su escuela. Para él el estudio gramatical de la lengua árabe no es más que un instrumento que franquea la puerta del pa­sado, la propedéutica de la historia del Islam..."

"...Ribera inicia en la segunda mitad del siglo xix los estudios de la historia de la cultura islámica, así oriental como española. Sin precursores que merezcan citarse, él por sí solo, con ávida curiosidad nunca sa­ciada y actividad infatigable, abre en este terreno, casi totalmente inexplorado, sendas nuevas que dejan adi­vinar inesperados horizontes: la historia de las institu­ciones docentes, la de la bibliofilia y la de la biblio­teca, la de las instituciones jurídicas, la de la filosofía, la de la lengua romance entre los árabes andaluces, la de los orígenes de la lírica y la épica, la de la música árabe y su influjo en la española. Ya esto bastaría para

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dar valor de excepción a la vida de un erudito, porque innovar, descubrir caminos no trillados, señalar insos­pechadas rutas, es patrimonio de pocos y selectos es­píritus."

Pero "el mérito extraordinario de las empresas de Ribera es que en todas ellas ha conseguido rasgar el velo tras el cual una verdad ignota se escondía, topar con la clave de un enigma, plantear los problemas de un modo tan original como certero y fecundo, atalayar la realidad histórica desde nuevos puntos de vista para explicarla científicamente en función de la que le an­tecede y le sigue".

"El Pensador.—Extramuros del arabismo y de la historia buscó, además, terreno en que ejercitar sus do­tes de observador de los fenómenos sociales, aspiran­do a resolver en sí mismo los problemas que estos fe­nómenos plantean, después de haberlos explicado histó­ricamente. Y también en este estudio positivo Ribera atina a vislumbrar nuevos puntos de vista y soluciones originales en diferentes problemas. Independientemen­te del sociólogo francés Tarde, y muchos años antes que los etnólogos alemanes Graebner y Anherman, concibe Ribera y desenvuelve su teoría de la imitación como pos­tulado ineludible para explicar la transmisión de la cul­tura humana, señala las leyes que la rigen y dicta las reglas metodológicas para su empleo, como criterio y guía de toda investigación histórica."

"Si interviene más tarde en la empeñada polémica que los sociólogos e historiadores más eximios de Euro­pa mantienen acerca del carácter científico de la histo­ria, es también para fijar definitivamente los límites de la historia y de la ciencia, sin otorgar a aquélla otro pa­pel que el de preámbulo o pródromo de ésta. Plantea, fi­nalmente, de manera original el problema pedagógico,

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señalando como la sola orientación útil para resolverlo •el estudio de la manera de aprender, mejor que el de la manera de enseñar, punto de vista este último que ha sido la exclusiva preocupación de los pedagogos hasta el presente."

"El Político. Otra faceta de su ingenio comenzó a re­velar Ribera. Desde 1900, en que la Revista de Aragón nace, el erudito, el arabista de profesión, el historiador de la cultura, simultanea con el estudio de la realidad pasada el examen vivo de la realidad presente, social y política. Sin reticencias ni eufemismos, con la ruda franqueza del médico que sabe cuánto importa para la cura la cooperación del doliente, el doctor Brayer (seu­dónimo que usa Ribera) diagnostica, poniendo al des­cubierto los síntomas de las enfermedades del pueblo español o de sus gobernantes... El vicio clásico en Es­paña de censurar a los políticos y de echar al Gobier­no la culpa entera de todos los males, difícilmente ha­brá sido objeto de un estudio más penetrante y certe­ro. Pero esto no quiere decir que los políticos escapen del todo indemnes de su examen clínico: la manía in­tervencionista del Estado, la complicación roñosa de la máquina administrativa, el místico aislamiento en lo internacional, el empeño utópico de buscar un eterno y definitivo arreglo de las cosas, la subrepticia violación de la democracia por los validos, son achaques" que fustiga, así como a "los seudorregeneradores de aque­llos días (1900-1905), porque la regeneración es para el doctor Brayer un mero flatus vocis, sin contenido real".

Hace el señor Asín detallado y certero examen de la producción científica e histórica del señor Ribera, señalando los progresos que a su actuación se deben y la originalidad de los métodos empleados para la con-

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sedición de los fines propuestos, y, al finalizar el estu­dio, le hace resaltar en nuevas facetas.

"El Escritor.—...la vida científica de Ribera pone de relieve la coherencia que liga entre sí a los distintos trabajos de su obra de pensador y erudito...", en la que sólo una pasión palpita: "la pasión de la verdad"; limitándose "a explicar los hechos históricos en función de sus antecedentes. Y esta moderación en el juicio se refleja también en el estilo, sobrio y rápido, desnudo de todos aquellos recursos literarios aptos para simu­lar o contrahacer la demostración científica, con detri­mento de la verdad. La concisión de Ribera es tal, que algunos de sus más importantes descubrimientos, el del origen de la lírica, por ejemplo, está expuesto es­quemáticamente en un reducido número de páginas, las cuales habrían dado materia sobrada para redactar un voluminoso libro a cualquier erudito menos enemigo-de la difusión y de la vana retórica".

"El Maestro.—La pasión egoísta del trabajo pro­pio ciega de ordinario en el alma del investigador las fuentes de la generosidad. Y maestro que no se sacri­fica, que no renuncia abnegadamente al placer de la investigación personal para entregarse al discípulo y consagrarle generoso el tiempo y el esfuerzo que roba a sus estudios, no es maestro. Ribera lo fué en dos sen­tidos : en el tradicional de pedagogo que la palabra tie­ne y en el otro más noble..., acrecentando y organizan­do la escuela iniciada por Cociera."

"La Universidad le sirvió de semillero, mejor aún, de mera ocasión para despertar vocaciones y escoger adeptos. Luego, fuera de las aulas, en la intimidad de su biblioteca personal, iba formando al discípulo, diri­giendo su vocación, orientando su especialidad, merced a un trabajo lento, penoso, de muchos años...", pero

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de fecundación fructífera, y por mi cuenta añado que así logró demostrar lo que era y valía, con el testimo­nio vivo de las obras y de la sabiduría de sus discí­pulos.

El Hombre.—Fué varón "de conciencia, jamás de­fraudó, ni en sus escritos, ni en su conducta, los altos intereses de la verdad y de la justicia. La sinceridad, la más genuina virtud cristiana, inspira siempre sus censuras sociales, sin temor al respeto humano, sin si­mulación o hipocresía".

"Hombre de voluntad, en todos sus trabajos puso el máximo esfuerzo para el éxito, sin desfallecer ante las dificultades y obstáculos del ambiente hostil, per­severando en el camino que una vez se trazó, previa la deliberación más prudente. La viril entereza ante las tribulaciones con que Dios le probó es el índice más inequívoco de su fuerza de voluntad. Ante el dolor moral, lo mismo que ante el dolor físico, su espíritu, extremadamente sensible, reacciona con una serenidad ecuánime, que no es apatía estoica sino cristiana resig­nación, cuyas raíces están en la fe de sus convicciones religiosas."

Fué hombre de sereno y acertado juicio, de especial pericia 3̂ habilidad manual para determinadas artes, que empleó como auxiliares de sus trabajos eruditos; a este respecto fué litógrafo de especial destreza, fotógrafo y tipógrafo, organizando la imprenta árabe de Codera y realizando el genial proyecto de reformar la complica­da caja de la tipografía árabe, que consta de doscientos tipos, reduciéndola a sólo veinticuatro punzones, con incalculadas ventajas de economía, precisión y esmero.

Su muerte.—Don Julián Ribera murió con muerte tan cristiana como fué su vida; la dolencia que su sa­lud minaba venció a su naturaleza, y en el trance su-

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premo de volver el alma a su Creador le acompaña­ron amorosamente sus familiares y discípulos, y entre ellos nuestro compañero don Miguel Asín, su hijo es­piritual, formado a su imagen y semejanza.

Fué don Julián Ribera sabio, modesto y humilde; por eso en su corazón se aposentaron todas las demás vir­tudes. En el recuerdo de sus cualidades y en la admira­ción de sus enseñanzas vivirá perdurablemente en esta Academia de la Historia.

VICENTE CASTAÑEDA.

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OBRAS PUBLICADAS

POR

DON JULIÁN RIBERA Y TARRAGO

I. Ribera y Tarrago, Julián. La enseñanza entre los musulmanes españoles. Discurso en la Universidad de Zaragoza. 1893-94.

En 1925, segunda edición por la Academia de Cór­doba.

II. Ribera y Tarrago, Julián. Bibliófilos y Bi­bliotecas en la España musulmana. Zaragoza, 1896. Pu­blicada por el periódico zaragozano La Derecha, que hizo, además, una tirada aparte de 50 ejemplares. La segunda edición, también en Zaragoza. Tipografía La Derecha, el mismo año, y la tercera, en 1925, por la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, en un folleto en que incluyó tam­bién La enseñanza entre los musulmanes españoles.

III. Ribera y Tarrago, Julián. Supersticiones mo­riscas. Conferencia leída en el Ateneo de Zaragoza en el curso de 1898-1899, por .

Zaragoza, 1899.

IV. Ribera y Tarrago, Julián. Orígenes de la Fi­losofía de Raimundo Lidio.

En Homenaje a Menéndez y Pelayo, en el año vi­gésimo de su profesorado. (Madrid, V. Suárez, 1899.) Tomo II, págs. 191-216.

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V. Ribera y Tarrago, Julián. Origen del Colegio Nidami de Bagdad.

Trabajo inserto en el Homenaje a don Francisco Codera en su jubilación del profesorado. Estudios de erudición Oriental. Zaragoza, Imp. Escar, 1904, pá­ginas 3-17.

VI. Ribera y Tarrago, Julián. Lo científico en la historia. Madrid, 1906.

Antes se publicó este estudio en la Revista de Ara­gón.

VIL Ribera y Tarrago, Julián. La superstición pedagógica. Madrid, Maestre, 1910. Dos tomos.

VIII. Ribera y Tarrago, Julián. Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del señor don Julián Ribera y Tarrago el día 26 de ma­yo de 1912. (Discurso del señor don (1). Dis­curso del excelentísimo señor don Alejandro Pidal y Mon.) Madrid, Estanislao Maestre, 1912.

IX.—'Ribera y Tarrago, Julián. Junta para amplia­ción de Estudios e Investigaciones históricas. Centro de Estudios Históricos. Manuscritos árabes y aljamiados de la Biblioteca de la Junta. Noticia y extractos por los alumnos de la Sección árabe, bajo la dirección de • — y M. Asín. Madrid, E. Maestre, 1912.

X. Ribera y Tarrago, Julián. Historia de los jue­ces de Córdoba, por Aljoxani. Texto árabe. Prólogo y traducción española, por . Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1914.

XI. Ribera y Tarrago, Julián. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del señor don . (Discurso-contestación

(1) Tema: "Estudio histórico-literario acerca del Cancio­nero de Abencuzmán."

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DOX JULIÁN RIBERA Y TARRAGO 4 1 1

de! excelentísimo señor don Francisco Codera y Zai-<1in.) Madrid, Estanislao Maestre, 1915.

Tenia: "Huellas que aparecen en los primitivos his­toriadores musulmanes de la Península, de una poesía épica romanceada que debió florecer en Andalucía en los siglos ix y x." Necrología de don Eduardo Saa-vedra.

XII. Ribera y Tarrago, Julián. Real Academia Es­pañola. "La escatología musulmana en la Divina Come­dia." Discurso leído en el acto de su recepción, por don Miguel Asín Palacios y contestación de clon , el día 26 de enero de 1919. Madrid, Estanislao Maestre, 1919. Grab. ínter cal.

XIII. Ribera y Tarrago, Julián. Origen y vicisi­tudes de los títulos profesionales en Europa (especial­mente en España). [Necrología del excelentísimo señor clon Eduardo de Hinojosa y Naveros.] Discurso leído ante la Real Academia de la Historia en el acto de su re­cepción pública el día 29 de febrero de 1920, por don Eduardo Ibarra y Rodríguez, y contestación por don —

, Académico de número. Madrid, Tipografía Reno­vación, 1920.

XIV.—Ribera y Tarrago, Julián. La Real Biblio-ieca del Escorial. Discursos leídos ante la Real Acade­mia de la Historia en la recepción pública del padre fray Guillermo Antolín y Pajares, O. S. A., el día 5 de de junio de 1921. (Discurso del padre fray Guillermo Antolín y Pajares. Contestación de don .) Es­corial, Imprenta del Real Monasterio, 1921.

XV.—Ribera y Tarrago, Julián. Discursos leídos ante S. M. el Rey y la Real Familia el día 23 de no­viembre de 1921, en la solemnidad que las Reales Aca­demias celebran en el salón de actos de la Española para conmemorar el VII Centenario del nacimiento del Rey

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don Alfonso el Sabio. Madrid, Tipografía de la "Re­vista de Archivos, Bibliotecas y Museos", 1921.

Contiene: Discurso de don acerca del valor de la música de las Cantigas,

XVI. Ribera y Tarrago, Julián. Cantigas de Al-fonso el Sabio, armonizadas. Madrid, 1922.

XVII. Ribera y Tarrago, Julián. Cantigas de San­ta María de Don Alfonso el Sabio. Las publica la Real Academia Española. Madrid, Luis Aguado, Tip. de la "Revista de Archivos", 1889-1922. 3 vols., fol.

El tomo III, texto y música. Contiene: I-II. Introducción [y] Extractos de las Cantigas

(con noticias bibliográficas de varios romanistas) [por] el Excmo. Sr. [Don Leopoldo Augusto de Cueto], Mar­qués de Valmar.—Cantigas de Santa María [por] el Rey de Castilla y de León Alfonso X. Glosario de las Cantigas [por] el Marqués de Valmar.

III. La Música de las Cantigas. Estudio sobre su origen y naturaleza, con reproducciones fotográficas del texto y transcripción moderna por ...

XVIII. Ribera y Tarrago, Julián. La música an­daluza medieval en las canciones de trovadores, trove­ros y minnesinger. Madrid, 1923-1925.

XIX. Ribera y Tarrago, Julián. Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recepción pú­blica del señor don Miguel Asín Palacios, el día 18 de mayo de 1924. [Discurso del Señor D. Miguel Asín Palacios (1). Discurso de D. .] Madrid, Esta­nislao Maestre, 1924.

XX. Ribera y Tarrago, Julián. Publicaciones de

(1) Tema: "El cordobés Abenházam, primer historiador de las ideas religiosas." "Notas biográficas del ilustrísimo señor don Vicente Lampérez y Romea."

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DON JULIÁN RIBERA Y TARRAGO 4 1 3

la Real Academia de .Córdoba.—La Enseñanza entre los-Musulmanes Españoles. Bibliófilos y Bibliotecas en la España Musulmana, por don . 3.a edición. Cór­doba, "La Comercial", 1925.

XXI. Ribera y Tarrago, Julián. La música de los minmsinger y sus relaciones con la popular española. Conferencia leída en el Centro Germano Español de­Madrid el curso de 1925, e ilustrada con notas musica­les. Madrid, Blass, 1925.

XXII. Ribera y Tarrago, Julián. De Música y métrica gallegas.

Publicado en Homenaje a don Ramón Menéndez Pidal. Tomo III. Madrid, Hernando, 1925.

XXIII. Ribera y Tarrago, Julián. Historia de la-conquista de España de Abenalcotía el Cordobés, segui­da de fragmentos históricos de Abencotaiba, etc. Tra­ducción de don .

En Colección de obras arábigas de Historia y Geo­grafía, que publica la Real Academia de la Historia. Tomo II. Madrid, 1926.

XXIV. Ribera y Tarrago, Julián. Instituto de Valencia de Don Juan. La Música de la Jota Aragone­sa. Ensayo histórico, por . Madrid, [al fin: E. Maestre], 1928.

XXV. Ribera y Tarrago, Julián. Disertaciones y-o plisados. Edición colectiva que en su jubilación del profesorado le ofrecen sus discípulos y amigos (1887-1927). Con una Introducción de Miguel Asín Pala­cios. Madrid, Estanislao Maestre.

Dos volúmenes, con retrato del señor Ribera. Contiene: Tomo I, Literatura, Historia y Cultura árabe.—A.

El Cancionero de Abencuzmán.—B. Épica andaluza ro­manceada.—C. Orígenes de la filosofía de Raimundo-

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4 1 4 BOLETÍN DE LA ACADEMIA DE LA HISTORIA

Lulio.—D. Bibliófilos y Bibliotecas en la España Mu­sulmana.-—E. La enseñanza entre los musulmanes es­pañoles.—F. Origen del Colegio Nidami de Bagdad.-— G. La Crónica de Aljoxani.—H. Una colección de ma­nuscritos árabes y aljamiados.—I. Abenalcotía y su crónica.—J. El arabista español.—K. Pseudoarabista.— L. Supersticiones moriscas.—Lí. Lo científico en la His­toria.

Tomo II, Historia de la Música. A. Valor de la Música de las Cantigas.—B. La mú­

sica andaluza medieval en Europa.—C. La música de los Minnesinger y sus relaciones con la popular espa­ñola.—D. De música y métrica gallegas.—E. Origen árabe de voces románicas relacionadas con la música.— F. Para la Historia de la música popular. ••

Historia árabe valenciana. A. De luengas vías, luengas mentiras.—B. Mons

posturiens.—C. Un monasterio musulmán en Denia.— D. Viajeros moros valencianos.—E. Las tribus árabes en Valencia.—F. La nobleza árabe valenciana.—G. Al-mofois de Játiva.—H. Ceremonias fúnebres de los ára­bes valencianos.—I. Enterramientos árabes en Valen­cia.—J. Un rey ignorado en la Contestania.—K. La elegía de Valencia y su autor.—L. El castillo de la Rei­na Mora.—Ll. Alazrach.—M. La viña de un peripaté­tico.—N. Escuela valenciana de calígrafos árabes.—Ñ. El sistema de riegos en la huerta valenciana no es obra de los árabes.—O. Masalavés.—P. Patraix.—Q. La pla­za del alcalde.—R. La Xarea de Valencia musulmana.— S. La Doctrina Cristiana en lengua arábiga, de Martín de Ayala.—T. Examen retrospectivo.

El problema de Marruecos. A. Su doble aspecto, internacional y español.—B. El

Ministro de Instrucción Pública en la cuestión de Ma­rruecos.—C. El Ministro de Estado en la cuestión de 'Marruecos.

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DON JULIÁN RIBERA Y TARRAGO 4 1 5

Enseñanza. A. La reforma de la Facultad de Filosofía y Letras.:

B. La regeneración vendrá por medio de la enseñan-z a —C. Los padres deben dirigir la educación e instruc­ción de sus hijos.—D. Los exámenes en China o filo­sofía de los exámenes.—E. La supresión de los exá­menes.

Miscelánea. A. La clínica del doctor Brayer.—B. En mi clínica.

—C. Se ha acabado la empleomanía.—D. El movimien­to intelectual en Zaragoza.—E. De vuelta de la Ex­posición.—F. ¿Patriotismo?-—G. ¿Patriotismo o cuque­ría?—H. ¿Patriotismo o vanidad?—I. ¿Patriotismo, necedad o impotencia?—J. A la chinesca.—K. El vi­cio de censurar.—L. El testamento de Aznárez.—Ll. ¿Resurgirá el espíritu de los almogávares?—M. Chi­nerías.—N. Nadie tiene la culpa.—Ñ. Los gobernantes son unos pillos.—O. Majaderías trascendentales.—P. El fracaso de Sílvela.—Q. Impurezas de la realidad.— R. Movimiento de células.—S. El misticismo.—T. La máquina roñosa.—V. ¿Qué dirán los extranjeros?— X. Los validos.—Y. Eí lanzador de ideas.—Z. Lo ab­soluto de la idea.

XXVI. Ribera y Tarrago, Julián. Orígenes del Justicia de Aragón, por el doctor don .

Con un prólogo de don Francisco Codera. En Colección de estudios árabes. Tomo II.

XXVII.—Ribera y Tarrago, Julián. Historia de la música árabe medieval y su influencia en la espa­ñola.

En Colección "Hispania", dirigida por don Anto­nio Ballesteros y Beretta. De Manuales Hispania. Se­rie G. Tomo I.

XXVIII.—En la Revista El Archivo, que dirigió-el inolvidable don Roque Chabás, aparte varios de los

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artículos de Historia árabe valenciana, reseñados en el tomo II de Disertaciones y opúsculos, publicó los si­guientes trabajos: El Cid en Benicadell, La provincia de Denia, Los Beni Mofaguar de Játiva, Topografía de Alcira árabe, ¿El Blau?, Los Jarifes de Jérica, Los Beni-Guachib de la tribu de Cais.

XXIX. En el BOLETÍN DE LA ACADEMIA DE LA

HISTORIA,, además de diferentes dictámenes de los Con­cursos de Premios, insertó estudios acerca de Lápidas arábigas históricas de los Castillos de Tarifa y Baños de la Encina, El padre Fita en la Real Academia Espa­ñola, Vida religiosa de los moriscos, Alta Comisaría de España en Marruecos, Para la Historia de la Mú­sica popular.

XXX. A su muerte dejó concluido el estudio so­bre el Repartimiento de la Ciudad de Valencia, por Jai­me I.