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Ver también: Espiritu Santo Oración para pedir los dones  DONES DEL ESPIRITU SANTO Del Catecismo: 1830 La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. 1831 Los siete dones del Espíritu Santo son: sabidur ía, inteligenci a, consejo, fort aleza, ciencia, piedad y temor de Dios . Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf I s 11, 1- 2). Co mpletan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Sal 143,10). Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios... Y, si hij os, t ambién herederos; herederos de Di os y coherederos de Cristo (R m 8,14.17) Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propi o Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano. Los dones son infundidos por Dios. El alma no podría adquirir los dones por sus propias fuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas e n gracia. Es incom patible c on el pec ado m ortal. El Espíritu Santo actúa los dones directa e inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gr acia ac tual. Los dones perfeccionan el acto sobrenatural de las las virtudes infusas. Por la moción divina de los dones, el Espíritu Santo, inhabitante en el alma, rige y gobierna inmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es la razón humana la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo mismo, que actúa como regla, motor y causa principal única de nuestros actos virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vida sobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo. Número de dones: La interpretac ión unánime de los Padres y la enseñanza de la Igl esia enumera siete dones del Espíritu. Explicación de cada don Ver t ambi én: Los 7 Dones Sabiduría: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar según la medida de Dios. El primero y mayor de los siete dones.

Dones Del Espíritu Santo

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  • Ver tambin:Espiritu Santo

    Oracin para pedir los dones

    DONES DEL ESPIRITU SANTO

    Del Catecismo:

    1830 La vida moral de los cristianos est sostenidapor los dones del Espritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen alhombre dcil para seguir los impulsos del EsprituSanto. 1831 Los siete dones del Espritu Santo son:sabidura, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia,piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud aCristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan yllevan a su perfeccin las virtudes de quienes losreciben. Hacen a los fieles dciles para obedecer conprontitud a las inspiraciones divinas.

    Tu espritu bueno me gue por una tierra llana (Sal 143,10).Todos los que son guiados por el Espritu de Dios son hijos de Dios... Y, sihijos, tambin herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm8,14.17)

    Los dones del Espritu Santo son hbitos sobrenaturales infundidos por Dios en laspotencias del alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propioEspritu Santo al modo divino o sobrehumano.

    Los dones son infundidos por Dios. El alma no podra adquirir los dones por sus propiasfuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones losposeen en algn grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal.

    El Espritu Santo acta los dones directa e inmediatamente como causa motora yprincipal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismohombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa mocin de unagracia actual.

    Los dones perfeccionan el acto sobrenatural de las las virtudes infusas.

    Por la mocin divina de los dones, el Espritu Santo, inhabitante en el alma, rige y gobiernainmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es la razn humana la que manda ygobierna; es el Espritu Santo mismo, que acta como regla, motor y causa principal nicade nuestros actos virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vidasobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo.

    Nmero de dones: La interpretacin unnime de los Padres y la enseanza de la Iglesiaenumera siete dones del Espritu.

    Explicacin de cada donVer tambin: Los 7 Dones

    Sabidura: gusto para lo espiritual, capacidad de juzgar segn la medida deDios. El primero y mayor de los siete dones.

  • S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 9-IV-89

    La sabidura "es la luz que se recibe de lo alto: es una participacin especialen ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios... Estasabidura superior es la raz de un conocimiento nuevo, un conocimientoimpregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad,por as decirlo, con las cosas divinas y prueba gusto en ellas. ... "Uncierto sabor de Dios" (Sto Toms), por lo que el verdadero sabio no essimplemente el que sabe las cosas de Dios, sino el que las experimenta y lasvive "

    Adems, el conocimiento sapiencial nos da una capacidad especial parajuzgar las cosas humanas segn la medida de Dios, a la luz de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidadesdel mundo: nadie mejor que l es capaz de apreciar los valores autnticosde la creacin, mirndolos con los mismos ojos de Dios.

    Ejemplo: "Cntico de las criaturas" de San Francisco de Ass... En todas estasalmas se repiten las "grandes cosas" realizadas en Mara por el Espritu. Ella,a quien la piedad tradicional venera como "Sedes Sapientiae", nos lleve acada uno de nosotros a gustar interiormente las cosas celestes.

    Gracias a este don toda la vida del cristiano con sus acontecimientos, susaspiraciones, sus proyectos, sus realizaciones, llega a ser alcanzada por elsoplo del Espritu, que la impregna con la luz "que viene de lo Alto", como lohan testificado tantas almas escogidas tambin en nuestros tiempos... Entodas estas almas se repiten las "grandes cosas" realizadas en Mara por elEspritu Santo. Ella, a quien la piedad tradicional venera como "SedeSapientiae", nos lleve a cada uno de nosotros a gustar interiormente lascosas celestes.

    "La prefer a cetros y tronos, y, en su comparacin, tuve en nada la riqueza" Sb 7:7-8.

    Por la sabidura juzgamos rectamente de Dios y de las cosas divinas por sus ltimas yaltsimas causas bajo el instinto especial del E.S., que nos las hace saborear por ciertaconnaturlidad y simpata. Es inseparable de la caridad.

    Inteligencia (Entendimiento): Es una gracia del Espritu Santo paracomprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas.

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 16-IV-89

    La fe es adhesin a Dios en el claroscuro del misterio; sin embargo es tambinbsqueda con el deseo de conocer ms y mejor la verdad revelada. Ahorabien, este impulso interior nos viene del Espritu, que juntamente con ellaconcede precisamente este don especial de inteligencia y casi de intuicin dela verdad divina.

    La palabra "inteligencia" deriva del latn intus legere, que significa "leerdentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el EsprituSanto, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica alcreyente una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazn a lagozosa percepcin del designio amoroso de Dios. Se renueva entonces laexperiencia de los discpulos de Emas, los cuales, tras haber reconocido alResucitado en la fraccin del pan, se decan uno a otro: "No arda nuestrocorazn mientras hablaba con nosotros en el camino, explicndonos lasEscrituras?" (Lc 24:32)

  • Esta inteligencia sobrenatural se da no slo a cada uno, sino tambin a lacomunidad: a los Pastores que, como sucesores de los Apstoles, sonherederos de la promesa especfica que Cristo les hizo (cfr Jn 14:26; 16:13) ya los fieles que, gracias a la "uncin" del Espritu (cfr 1 Jn 2:20 y 27) poseenun especial "sentido de la fe" (sensus fidei) que les gua en las opcionesconcretas.

    Efectivamente, la luz del Espritu, al mismo tiempo que agudiza la inteligenciade las cosas divinas, hace tambin mas lmpida y penetrante la mirada sobrelas cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Diosque estn inscritos en la creacin. Se descubre as la dimensin no puramenteterrena de los acontecimientos, de los que est tejida la historia humana. Yse puede lograr hasta descifrar profticamente el tiempo presente y el futuro."signos de los tiempos, signos de Dios!".

    Queridsimos fieles, dirijmonos al Espritu Santo con las palabras de la liturgia:"Ven, Espritu divino, manda tu luz desde el cielo" (Secuencia dePentecosts).

    Invoquemoslo por intercesin de Maria Santsima, la Virgen de la Escucha, que a la

    luz del Espritu supo escrutar sin cansarse el sentido profundo de los misterios

    realizados en Ella por el Todopoderoso (cfr Lc 2, 19 y 51). La contemplacin de las

    maravillas de Dios ser tambin en nosotros fuente de alegra inagotable: "Proclama mi

    alma la grandeza del Seor, se alegra mi espritu en Dios mi salvador" (Lc 1, 46 s).

    Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone,sugirindole lo que es lcito, lo que corresponde, lo que conviene ms al alma.

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 7-V-89

    2. Continuando la reflexin sobre los dones del Espritu Santo, hoy tomamosen consideracin el don de consejo. Se da al cristiano para iluminar laconciencia en las opciones que la vida diaria le impone.

    Una necesidad que se siente mucho en nuestro tiempo, turbado por no pocosmotivos de crisis y por una incertidumbre difundida acerca de los verdaderosvalores, es la que se denomina reconstruccin de las conciencias. Esdecir, se advierte la necesidad de neutralizar algunos factores destructivosque fcilmente se insinan en el espritu humano, cuando est agitado por laspasiones, y la de introducir en ellas elementos sanos y positivos.

    En este empeo de recuperacin moral la Iglesia debe estar y est en primeralnea: de aqu la invocacin que brota del corazn de sus miembros -de todosnosotros para obtener ante todo la ayuda de una luz de lo Alto. El Espritu deDios sale al encuentro de esta splica mediante el don de consejo, con el cualenriquece y perfecciona la virtud de la prudencia y gua al alma desdedentro, iluminndola sobre lo que debe hacer, especialmente cuandose trata de opciones importantes (por ejemplo, de dar respuesta a lavocacin), o de un camino que recorrer entre dificultades y obstculos.Y en realidad la experiencia confirma que los pensamientos de los mortalesson tmidos e inseguras nuestras ideas, como dice el Libro de la Sabidura (9,14).

    3. El don de consejo acta como un soplo nuevo en la conciencia,sugirindole lo que es lcito, lo que corresponde, lo que conviene ms alalma (cfr San Buenaventura, Collationes de septem don is Spiritus Sancti,VII, 5). La conciencia se convierte entonces en el ojo sano del que habla

  • el Evangelio (Mt 6, 22), y adquiere una especie de nueva pupila, gracias a lacual le es posible ver mejor que hay que hacer en una determinadacircunstancia, aunque sea la ms intrincada y difcil. El cristiano, ayudado poreste don, penetra en el verdadero sentido de los valores evanglicos, enespecial de los que manifiesta el sermn de la montaa (cfr Mt 5-7).

    Por tanto, pidamos el don de consejo. Pidmoslo para nosotros y, de modoparticular, para los Pastores de la Iglesia, llamados tan a menudo, en virtudde su deber, a tomar decisiones arduas y penosas.

    Pidmoslo por intercesin de Aquella a quien saludamos en las letanas comoMater Boni Consilii, la Madre del Buen Consejo.

    Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar lascontrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas ylas presiones del ambiente. Supera la timidez y la agresividad.

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 14-V-89

    1. En nuestro tiempo muchos ensalzan la fuerza fsica, llegando incluso aaprobar las manifestaciones extremas de la violencia. En realidad, el hombrecada da experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritualy moral, cediendo a los impulsos de las pasiones internas y a las presionesque sobre el ejerce el ambiente circundante.

    2. Precisamente para resistir a estas mltiples instigaciones es necesaria lavirtud de la fortaleza, que es una de las cuatro virtudes cardinales sobrelas que se apoya todo el edificio de la vida moral: la fortaleza es lavirtud de quien no se aviene a componendas en el cumplimiento delpropio deber.

    Esta virtud encuentra poco espacio en una sociedad en la que est difundidala prctica tanto del ceder y del acomodarse como la del atropello y la durezaen las relaciones econmicas, sociales y polticas. La timidez y laagresividad son dos formas de falta de fortaleza que, a menudo, seencuentran en el comportamiento humano, con la consiguiente repeticin delentristecedor espectculo de quien es dbil y vil con los poderosos, petulantey prepotente con los indefensos.

    3. Quiz nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidadde ser sostenida por el homnimo don del Espritu Santo. El don de lafortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo enmomentos dramticos como el del martirio, sino tambin en lashabituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecercoherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataquesinjustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones yhostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.

    Cuando experimentamos, como Jesus en Getsemani, la debilidad de la carne(cfr Mt 26, 41; Mc 14, 38), es decir, de la naturaleza humana sometida a lasenfermedades fsicas y psquicas, tenemos que invocar del Espritu Santo eldon de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien.Entonces podremos repetir con San Pablo: Me complazco en mis flaquezas,en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustiassufridas por Cristo; pues, cuando estoy dbil, entonces es cuando soyfuerte (2 Cor 12, 10).

  • 4. Son muchos los seguidores de Cristo -Pastores y fieles, sacerdotes,religiosos y laicos, comprometidos en todo campo del apostolado y de la vidasocial- que, en todos los tiempos y tambin en nuestro tiempo, han conocidoy conocen el martirio del cuerpo y del alma, en ntima unin con la MaterDolorosa junto la Cruz. Ellos lo han superado todo gracias a este don delEspritu!

    Pidamos a Maria, a la que ahora saludamos como Regina caeli, nos obtenga eldon de la fortaleza en todas las vicisitudes de la vida y en la hora de lamuerte.

    Ver tambin: Fortaleza como virtud

    Ciencia: Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relacin conel Creador.

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 23-IV-89

    1. La reflexin sobre los dones del Espritu Santo, que hemos comenzado enlos domingos anteriores, nos lleva hoy a hablar de otro don: el de ciencia,gracias al cual se nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas ensu relacin con el Creador.

    Sabemos que el hombre contemporneo, precisamente en virtud del desarrollode las ciencias, est expuesto particularmente a la tentacin de dar unainterpretacin naturalista del mundo; ante la multiforme riqueza de las cosas,de su complejidad, variedad y belleza, corre el riesgo de absolutizarlas y caside divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida. Estoocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder queprecisamente se pueden derivar de las cosas materiales. Estos son los dolosprincipales, ante los que el mundo se postra demasiado a menudo.

    2. Para resistir esa tentacin sutil y para remediar las consecuencias nefastasa las que puede llevar, he aqu que el Espritu Santo socorre al hombre con eldon de la ciencia. Es esta la que le ayuda a valorar rectamente las cosas ensu dependencia esencial del Creador. Gracias a ella -como escribe SantoToms-, el hombre no estima las criaturas ms de lo que valen y nopone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida (cfr S. Th., 11-II, q.9, a. 4).

    As logra descubrir el sentido teolgico de lo creado, viendo las cosascomo manifestaciones verdaderas y reales, aunque limitadas, de laverdad, de la belleza, del amor infinito que es Dios, y comoconsecuencia, se siente impulsado a traducir este descubrimiento enalabanza, cantos, oracin, accin de gracias. Esto es lo que tantas vecesy de mltiples modos nos sugiere el Libro de los Salmos. Quien no se acuerdade alguna de dichas manifestaciones? "El cielo proclama la gloria de Dios y elfirmamento pregona la obra de sus manos" (Sal 18/19, 2; cfr Sal 8, 2);"Alabad al Seor en el cielo, alabadlo en su fuerte firmamento... Alabadlo sol yLuna, alabadlo estrellas radiantes" (Sal 148, 1. 3).

    3. El hombre, iluminado por el don de la ciencia, descubre al mismo tiempo lainfinita distancia que separa a las cosas del Creador, su intrnseca limitacin,la insidia que pueden constituir, cuando, al pecar, hace de ellas mal uso. Esun descubrimiento que le lleva a advertir con pena su miseria y le empuja avolverse con mayor mpetu y confianza a Aquel que es el nico que puedeapagar plenamente la necesidad de infinito que le acosa.

  • Esta ha sido la experiencia de los Santos... Pero de forma absolutamentesingular esta experiencia fue vivida por la Virgen que, con el ejemplo de suitinerario personal de fe, nos enseria a caminar "para que en medio de lasvicisitudes del mundo, nuestros corazones estn firmes en la verdaderaalegria" (Oracin del domingo XXI del tiempo ordinario).

    Piedad: Sana nuestro corazn de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura paracon Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. Clamar Abba, Padre!Un hbito sobrenatural infundido con la gracia santificante para excitar en la voluntad, porinstinto del E.S., un afecto filial hacia Dios considerado como Padre y un sentimiento defraternidad universal para con todos los hombres en cuanto hermanos e hijos del mismoPadre.

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 28-V-1989.

    1. La reflexin sobre los dones del Espritu Santo nos lleva, hoy, a hablar deotro insigne don: la piedad. Mediante este, el Espritu sana nuestro coraznde todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para conlos hermanos.

    La ternura, como actitud sinceramente filial para con Dios, se expresa en laoracin. La experiencia de la propia pobreza existencial, del vaci que lascosas terrenas dejan en el alma, suscita en el hombre la necesidad de recurrira Dios para obtener gracia, ayuda y perdn. El don de la piedad orienta yalimenta dicha exigencia, enriquecindola con sentimientos de profundaconfianza para con Dios, experimentado como Padre providente y bueno. Eneste sentido escriba San Pablo: Envi Dios a su Hijo..., para querecibiramos la filiacin adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios haenviado a nuestros corazones el Espritu de su Hijo que clama: Abb, Padre!De modo que ya no eres esclavo, sino hijo... (Gal 4, 4-7; cfr Rom 8, 15).

    2. La ternura, como apertura autnticamente fraterna hacia el prjimo, semanifiesta en la mansedumbre. Con el don de la piedad el Espritu infundeen el creyente una nueva capacidad de amor hacia los hermanos,haciendo su Corazn de alguna manera participe de la misma mansedumbredel Corazn de Cristo. El cristiano piadoso siempre sabe ver en los dems ahijos del mismo Padre, llamados a formar parte de la familia de Dios, que es laIglesia. Por esto el se siente impulsado a tratarlos con la solicitud y laamabilidad propias de una genuina relacin fraterna.

    El don de la piedad, adems, extingue en el corazn aquellos focos detensin y de divisin como son la amargura, la clera, la impaciencia, ylo alimenta con sentimientos de comprensin, de tolerancia, de perdn.Dicho don est, por tanto, en la raz de aquella nueva comunidad humana,que se fundamenta en la civilizacin del amor.

    3. Invoquemos del Espritu Santo una renovada efusin de este don,confiando nuestra splica a la intercesin de Maria, modelo sublime deferviente oracin y de dulzura materna. Ella, a quien la Iglesia en las Letanaslauretanas Saluda como Vas insignae devotionis, nos ensetie a adorar aDios en espritu y en verdad (Jn 4, 23) y a abrirnos, con corazn manso yacogedor, a cuantos son sus hijos y, por tanto, nuestros hermanos. Se lopedimos con las palabras de la Salve Regina: i... 0 clemens, o pia, o dulcisVirgo Maria!.

  • Temor de Dios: Espritu contrito ante Dios, concientes de las culpas y delcastigo divino, pero dentro de la fe en la misericordia divina. Temor a ofender aDios, humildemente reconociendo nuestra debilidad. Sobre todo: temor filial, quees el amor de Dios: el alma se preocupa de no disgustar a Dios, amado comoPadre, de no ofenderlo en nada, de "permanecer" y de crecer en la caridad (cfr Jn15, 4-7).

    S.S. Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo, 11 -VI-1989.

    1. Hoy deseo completar con vosotros la reflexin sobre los donesdel Espritu Santo. El Ultimo, en el orden de enumeracin de estosdones, es el don de temor de Dios.

    La Sagrada Escritura afirma que "Principio del saber, es el temorde Yahveh" (Sal 110/111, 10; Pr 1, 7). Pero de que temor setrata? No ciertamente de ese miedo de Dios que impulsaa evitar pensar o acordarse de El, como de algo que turba einquieta. Ese fue el estado de nimo que, segn la Biblia, impulsa nuestros progenitores, despus del pecado, a ocultarse de lavista de Yahveh Dios por entre los rboles del jardn (Gen 3, 8);este fue tambin el sentimiento del siervo infiel y malvado de laparbola evanglica, que escondi bajo tierra el talento recibido(cfr Mt 25, 18. 26).

    Pero este concepto del temor-miedo no es el verdadero conceptodel temor-don del Espritu. Aqu se trata de algo mucho ms nobley sublime: es el sentimiento sincero y trmulo que el hombreexperimenta frente a la tremenda malestas de Dios, especialmentecuando reflexiona sobre las propias infidelidades y sobre el peligrode ser encontrado falto de peso (Dn 5, 27) en el juicio eterno,del que nadie puede escapar. El creyente se presenta y sepone ante Dios con el espritu contrito y con el coraznhumillado (cfr Sal 50/51, 19), sabiendo bien que debeatender a la propia salvacin con temor y temblor (Flp,12). Sin embargo, esto no significa miedo irracional, sinosentido de responsabilidad y de fidelidad a su ley.

    2. El Espritu Santo asume todo este conjunto y lo eleva con eldon del temor de Dios. Ciertamente ello no excluye latrepidacin que nace de la conciencia de las culpascometidas y de la perspectiva del castigo divino, pero lasuaviza con la fe en la misericordia divina y con la certezade la solicitud paterna de Dios que quiere la salvacin eternade todos. Sin embargo, con este don, el Espritu Santoinfunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amorde Dios: el alma se preocupa entonces de no disgustar aDios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de"permanecer" y de crecer en la caridad (cfr Jn 15, 4-7).

    3. De este santo y justo temor, conjugado en el alma con elamor de Dios, depende toda la prctica de las virtudescristianas, y especialmente de la humildad, de la templanza,de la castidad, de la mortificacin de los sentidos.Recordemos la exhortacin del Apstol Pablo a sus cristianos:"Queridos mos, purifiqumonos de toda mancha de la carne y delespritu, consumando la santificacin en el temor de Dios (2 Cor7, 1).

    Es una advertencia para todos nosotros que, a veces, con tanta

  • facilidad transgredimos la ley de Dios, ignorando o desafiando suscastigos. Invoquemos al Espritu Santo a fin de que infundalargamente el don del santo temor de Dios en los hombres denuestro tiempo. Invoqumoslo por intercesin de Aquella que, alanuncio del mensaje celeste o se conturb (Lc 1, 29) y, auntrepidante por la inaudita responsabilidad que se le confiaba, supopronunciar el fiat de la fe, de la obediencia y del amor.

    Mas sobre el temor de Dios >>>

    Distincin entre las virtudes y los dones

    Por: El hombre: En orden a losactos:

    la Virtudadquirida

    se dispone para ser movido por la simple raznnatural

    naturalmentebuenos.

    la Virtud infusase dispone para ser movido por la razn iluminadapor la fe

    sobrenaturalesal modohumano.

    los Dones delEspritu Santo

    se connaturaliza con los actos a que es movido porel Espritu Santo

    sobrenaturalesal modo divinoosobrehumano.

    El crecimiento en los Dones del Espritu Santo forma en el alma perfecciones llamadasFrutos del Espritu Santo

    Hay muchas similitudes entre las virtudes y los dones:Ambos son hbitos operativos que residen en las facultades humanas. Ambos buscanpracticar el bien honesto y tienen el mismo fin remoto: la perfeccin del hombre.

    Pero hay diferencias:1: La causa motora: Las virtudes son movidas por la razn vs. Los dones del E.S.son movidos directamente el Espritu Santo. -Las virtudes disponen para seguir el dictamen de la razn razn humana (ilustrada por lafe si se trata de virtud infusa), bajo la previa mocin de Dios (gracia actual)-Los dones son movidos por el Espritu Santo como instrumentos directos suyos.

    2: El objeto formal. (virtudes) Actan por razones humanas vs. (dones del ES)Actan por razones divinas . Los dones del ES transcienden la esfera de la raznhumana, aun de la razn iluminada por la fe.

    3: (virtudes) Modo humano vs. (dones del ES) modo divino -Las virtudes infusas tienen por motor al hombre y por norma la razn humana iluminadapor la fe. Se deduce que sus actos son a modo humano. -En cambio los dones tienen por causa motora y por norma el mismo Espritu Santo, susactos son a modo divino o sobrehumano. De esto se deduce que las virtudes infusas sonimperfectas por la modalidad humana de su obrar y es imprescindible que los dones delEspritu Santo vengan en su ayuda para proporcionarles su modalidad divina, sin la cuallas virtudes no podrn alcanzar su plena perfeccin.

    4: (virtudes) Uso a nuestro arbitrio vs. (dones del ES) al arbitrio divino .-Se deduce de las diferencias anteriores que el hbito de las virtudes infusas lo podemosusar cuando nos plazca -presupuesta la gracia actual, que a nadie se niega--mientras que los dones slo actan cuando el Espritu Santo quiere moverlos. Los donesde Espritu no confieren al alma ms que la facilidad para dejarse mover, de manera

  • conciente y libre, por el Espritu Santo, quien es la nica causa motora de ellos. Nuestraparte es solo disponernos. Ej.: refrenando el tumulto de las pasiones, afectosdesordenados, distracciones, etc.

    "La primera oracin que sent, a mi parecer, sobrenatural, que llamo yo lo quecon industria ni diligencia no se puede adquirir aunque mucho se procure,aunque disponerse para ello s y debe de hacer mucho al caso..." -Sta.Teresa de Avila, Relacin Ira al P. Rodrigo 3

    Dones en las Sagradas Escrituras

    Sabemos de la existencia de los dones por la Biblia. Segn Sto. Toms de Aquino, la sabidura pagana desconoca los dones del Espritu Santo.

    Isaas menciona seis de los dones (falta el don de piedad)

    Isaas 11:1-3Saldr un vstago del tronco de Jes,

    y un retoo de sus races brotar.Reposar sobre l el espritu de Yahveh:

    espritu de sabidura e inteligencia,espritu de consejo y fortaleza,

    espritu de ciencia y temor de Yahveh.

    Este texto es mesinico. Se refiere propiamente al Mesas. No obstante, os Santos Padreslo extienden tambin a los fieles de Cristo en virtud del principio universal de la economade la gracia que enuncia San Pablo cuando dice: "Porque a los que de antes conoci, asos los predestin a ser conformes con la imagen de su Hijo" Rm 8:29.

    San Pablo describe el don de Piedad: "No habeis recibido el espritu de siervos para recaeren el temor, antes habis recibido el espritu de adopcin, por el que clamamos: Abba,Padre! El Espritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios" Rom 8:14-17

    Otros textos que revelan los dones: AT: Gen 41:38; Ex 31:3; Num 24:2; Deut 34:9; Ps 31:8; 32:9; 118, 120; 142:10; Sap7:28; 7:7; 7:22; 9:17; 10:10; Eccli 15:5; Is 11:2; 61:1; Mich 3:8.NT: Lc 12:12; 24:25; Jn 3:8; 14:17; 14:26; Hechos 2:2; 2:38; Rm 8:14; 8:26; 1 Cor2:10; 12:8; Apoc 1:4; 3:1; 4:5; 5:6.

    Padres de la IglesiaTanto los Padres griegos como los latinos hablan con frecuencia de los dones del EsprituSanto, aunque con diversos nombres: dona, munera, charismata, spiritus, virtutes, etc.

    Fuentes principales:-Catecismo de la Iglesia Catlica-Juan Pablo II, Catequesis sobre el Credo-Royo Marn, Teologa de la Perfeccin#117s, BAC

    Los Carismas

    Etimologa: del griego, charis+ma.Char: algo que causa felicidad. Charis: conceder gracia, favor gratuito de Dios.

  • Ma: es el objeto y el resultado de una accin.

    "charisma": el resultado de haber recibido el charis(don de Dios).

    Los carisma son:

    Sobrenaturales concedidos por Dios a determinadas

    personas. Aunque se le atribuyen sobre todo al

    Espritu Santo, son igualmente don del Padre y del

    Hijo.

    Son un don para la Iglesia. Aunque ya existan en el Antiguo Testamento, Dios los

    concede de forma incomparable en la Iglesia, por los mritos de Cristo.

    Para el bien comn. Concedidos para servir en la edificacin de la Iglesia. Sus

    efectos se manifiestan en favor de los miembros del cuerpo en funcin del amor.

    Son tiles para la misin y por lo tanto no son ni privados (para uso egosta,

    personal), ni son superfluos.

    No son requisitos para la salvacin personal como lo es la gracia

    santificante. No es mas santo el que tenga mayores carismas. Pero si es verdad

    que los santos se caracterizan por el buen uso de los carismas porque los ponen al

    servicio de la Iglesia motivados por el amor.

    El Espritu Santo los concede a quien quiere y cuando quiere. (1 Cor 12,11).

    Se encuentran en todo tiempo y lugar.

    Son dones transitorios. El Espritu Santo los da y los quita segn su beneplcito;

    son pasajeros respecto a las virtudes teologales que son permanentes y sobre todo,

    con relacin a la caridad que no disminuye; poseen, sin embargo, una cierta

    estabilidad que hace que el hombre dotado habitualmente del carisma proftico sea

    llamado profeta. Son valorados por su grado de utilidad; en cuanto mas tiles para edificar laIglesia.

    Es bueno pedirlos si lo hacemos por amor a la Iglesia, para servirla (1 Cor 14, 27)

    Jams podran adquirirse ni ser previstos con las fuerzas humanas.

    El carisma brota con formas nuevas. Por eso le incumbe al ministerio jerrquico

    la delicada tarea de examinar y cultivar los carismas que nacen continuamente en el

    seno del pueblo de Dios. Hacer aflorar nuevas modalidades de carismas, favorecer

    las concreciones institucionales de estos y velar para que se mantengan vivos,

    insertndolos adecuadamente en la vida de la Iglesia.

    Por su naturaleza, los carismas son comunicativos, y hacen nacer aquella "afinidadespiritual entre las personas"y aquella amistad en Cristo que da origen a los "movimientos". (cf. Christifideles laici, 24)

    Criterios esenciales de los carismas autnticos (Libero Gerosa):"Los carismas son gracias especiales que el Espritu distribuye libremente entre los fielesde todo tipo y con los que los capacita y dispone para asumir varias obras y funciones,tiles para la renovacin de la Iglesia y para el desarrollo de su construccin. Algunos deestos carismas son extraordinarios, otros, por el contrario, sencillos y mucho msdifundidos, pero el juicio sobre su autenticidad corresponde, sin ninguna excepcin, a losque presiden en la Iglesia, a los que compete no extinguir los carismas autnticos"

    El carisma se distingue del talento: talento: es la capacidad natural de la persona.carisma: es un don sobrenatural del Espritu para edificacin del cuerpo eclesial. Por sersobrenatural no implica que sea necesariamente algo portentoso, mas bien los dones seintegran en la disposicin natural de la persona y acta en ella.

  • Antiguo Testamento

    Aunque el trmino "carisma" parece ser propiamente paulino, la realidad a que se refiereest ya claramente operante en el Antiguo Testamento, en numerosos reyes, jueces,profetas y otros grandes personajes, tanto hombres como mujeres. Estos no solorecibieron de Dios una misin sino tambin la efusin del Espritu Santo para ejercerla masall de las fuerzas meramente naturales.

    Nuevo TestamentoLa palabra carisma aparece 17 veces.

    16 veces en San Pablo: Rom1,11; 5,15.16; 6,23; 11,29; 12,6; 1 Cor 1,7; 7,7;12,4.9.28.30.31; 2 Cor 1,11; 1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6.

    1 vez en S. Pedro: 1 P 4, 10.

    Carisma en San Pablo

    San Pablo hace cuatro listas de carismas:1 Cor 12,8-10; 1 Cor 12, 28-30Rom 12, 6-8Ef 4, 11

    Las listas contienen un total de 20 carismas diferentes, pero estas no pretenden serexhaustivas. Hay muchos mas carismas. Mientras unos son dones que capacitan paraejercer ciertos oficios, otros son extraordinarios. Pero todos son fruto de la gracia, esdecir de la obra del Espritu Santo.

    El significado de "charisma" en Pablo vara. Algunas veces es aptitud, otras es sinnimo degracia sacramental de estado. Pero siempre se trata de una gracia del Espritu Santo quehabilita a quien la recibe para servir en la edificacin (oikodom) de la comunidad(Iglesia). Es por lo tanto para el bien de todos (1 Cor 12). Los carismas tienen uncarcter orgnico. Todos los carismas deben operar en armona, como las mltiplesfunciones de un cuerpo sano.

    Es necesario cuidar el uso de los carismas tanto para desarrollarlos como paraencaminarlos en forma equilibrada hacia el propsito querido por Dios. San Pablo adviertea los Corintios sobre el peligro del mal uso de los carismas:

    Cuando los carismas pretenden remplazar el esfuerzo y la responsabilidad de la vidacotidiana.

    Cuando la atencin se centra en los carismas haciendo de ellos un espectculo,creando desorden y distrayendo de la disponibilidad al sacrificio.

    Cuando se toma posesin de los carismas, buscando vidamente poseerlos porinters egosta (orgullo, competencia, fama, etc.).

    San Pablo acta fuertemente contra los excesos porque los carismas, si no contribuyen ala edificacin del cuerpo, pueden hacerle dao.

    San Pablo igualmente se preocupa de que no se apaguen los carismas

    "No apaguis el Espritu. No despreciis las profecas. Examinad todo y quedaos con lo quees bueno. Abstenos de todo mal." (1 Ts 5, 19-22) Pablo ensea constantemente queDios acta ntimamente y poderosamente en sus hijos, dndoles los dones necesarios parala misin. Minimizar la necesidad de los dones es tambin una forma de poner al hombrecomo un falso protagonista de la edificacin de la Iglesia, usurpando el lugar de Dios y

  • Ver tambin: Espritu SantoOracin para pedir los frutosdones del Espritu Santo

    relegndolo a un cielo que estara distanciado de la tierra.

    Todos los santos son testimonio del poder de Dios y de los carismas que el suscitapara el bien de la Iglesia.

    San Ignacio de Loyola, a travs de su propia experiencia de gracia, desarrolla unos"ejercicios espirituales" para discernir las mociones del Espritu. Estos ejercicioscorrectamente presuponen que Dios se manifiesta al hombre, le da los carismas y le daconocimiento para utilizarlos correctamente. Este proceso de discernimiento debecontinuar toda la vida e incluye necesariamente una profunda obediencia a la Iglesia.

    Despus del Concilio Vaticano II, se ha suscitado un desarrollo de la doctrinaeclesiolgica y pneumatolgica. Al mismo tiempo el Espritu Santo se ha manifestadoextraordinariamente entre el pueblo de Dios. Han aparecido numerosos movimientoseclesiales con nuevos carismas. La Renovacin Carismtica en el Espritu Santo amotivado un "redescubrimiento" de carismas como la curacin, la profeca, el don de laalabanza en lenguas y muchos otros. El Espritu Santo se da as a conocer como laverdadera vida de la Iglesia.

    FRUTOS DEL ESPRITU SANTO

    Del Catecismo:1832 Los frutos del Espritu son perfecciones que formaen nosotros el Espritu Santo como primicias de la gloriaeterna. La tradicin de la Iglesia enumera doce: caridad,gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad,mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad(Ga 5,22-23, vg.).

    Los 12 frutos del Espritu Santo: Caridad | Gozo | Paz | Paciencia | Mansedumbre |Bondad | Benignidad | Longanimidad | Fe |Modestia | Templanza | Castidad Ver abajo: 12frutos

    "El fruto del Espritu es amor, alegra, paz, paciencia,afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio des; contra tales cosas no hay ley." -Glatas 5:22-23

    Cuando el Espritu Santo da su frutos en el alma,vence las tendencias de la carne. Cuando el Espritu opera libremente en el alma, vence la debilidad de la carne y da fruto.

    "Velad y orad, para que no caigis en tentacin; que el espritu est pronto, pero la carnees dbil" Mateo 26:41

    Obras de la carne: Fornicacin, impureza, libertinaje, idolatra, supersticin, enemistades,peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias,ebriedades, orgas y todos los excesos de esta naturaleza. (Glatas 5, 19)

    Naturaleza de los frutos Espritu Santo y la santificacin

    Al principio nos cuesta mucho ejercer las virtudes. Pero si perseveramos dciles alEspritu Santo, Su accin en nosotros har cada vez mas fcil ejercerlas, hasta

  • que se llegan a ejercer con gusto. Las virtudes sern entonces inspiradas por elEspritu Santo y se llaman frutos del Espritu Santo. Cuando el alma, con fervor y dcil a la accin del Espritu Santo, se ejercita en la prcticade las virtudes, va adquiriendo facilidad en ello. Ya no se sienten las repugnancias que sesentan al principio. Ya no es preciso combatir ni hacerse violencia. Se hace con gusto loque antes se haca con sacrificio.

    Les sucede a las virtudes lo mismo que a los rboles: los frutos de stos, cuando estnmaduros, ya no son agrios, sino dulces y de agradable sabor. Lo mismo los actos de lasvirtudes, cuando han llegado a su madurez, se hacen con agrado y se les encuentra ungusto delicioso. Entonces estos actos de virtud inspirados por el Espritu Santo se llamanfrutos del Espritu Santo, y ciertas virtudes los producen con tal perfeccin y tal suavidadque se los llama bienaventuranzas, porque hacen que Dios posea al alma planamente.

    La FelicidadCuanto ms se apodera Dios de un alma ms la santifica; y cuanto ms santa sea, msfeliz es. Seremos mas felices a medida que nuestra naturaleza va siendo curada de su corrupcin.Entonces se poseen las virtudes como naturalmente.

    Los que buscan la perfeccin por el camino de prcticas y actos metdicos, sinabandonarse enteramente a la direccin del Espritu Santo, no alcanzarn nunca estadulzura. Por eso sienten siempre dificultades y repugnancias: combaten continuamente ya veces son vencidos y cometen faltas. En cambio, los que, orientados por el EsprituSanto, van por el camino del simple recogimiento, practican el bien con un fervor y unaalegra digna del Espritu Santo, y sin lucha, obtienen gloriosas victorias, o si es necesarioluchar, lo hacen con gusto. De lo que se sigue, que las almas tibias tienen dobledificultad en la prctica de la virtud que las fervorosas que se entregan de buena ganay sin reserva. Porque stas tienen la alegra del Espritu Santo que todo se lo hace fcil, yaqullas tienen pasiones que combatir y sienten las debilidades de la naturaleza queimpiden las dulzuras de la virtud y hacen los actos difciles e imperfectos.

    La comunin frecuente perfecciona las virtudes y abre el corazn para recibir los frutosdel Espritu Santo porque nuestro Seor, al unir su Cuerpo al nuestro y su Alma a lanuestra, quema y consume en nosotros las semillas de los vicios y nos comunica poco apoco sus divinas perfecciones, segn nuestra disposicin y como le dejemos obrar. Porejemplo: encuentra en nosotros el recuerdo de un disgusto, que aunque ya pas, hadejado en nuestro espritu y en nuestro corazn una impresin, que queda como simientede pesar y cuyos efectos sentimos en muchas ocasiones. Qu hace nuestro Seor?Borra el recuerdo y la imagen de ese descontento, destruye la impresin que se habagrabado en nuestras potencias y ahoga completamente esta semilla de pecados, poniendoen su lugar los frutos de caridad, de gozo, de paz y de paciencia. Arranca de la mismamanera las races de clera, de intemperancia y de los dems defectos, comunicndonoslas virtudes y sus frutos.

    Los 12 Frutos del Espritu Santo

    De los frutos de caridad, de gozo y de pazVer tambin caridad, gozo y paz

    Los tres primeros frutos del Espritu Santo son la caridad, el gozo y la paz, quepertenecen especialmente al Espritu Santo.

    -La caridad, porque es el amor del Padre y del Hijo-El gozo, porque est presente al Padre y al Hijo y es como el complemento de subienaventuranza.-La paz, porque es el lazo que une al Padre y al Hijo.

  • Estos tres frutos estn unidos y se derivan naturalmente uno del otro.-La caridad o el amor ferviente nos da la posesin de Dios-El gozo nace de la posesin de Dios, que no es otra cosa que el reposo y el contentoque se encuentra en el goce del bien posedo.-La paz que, segn San Agustn; es la tranquilidad en el orden. Mantiene al alma en laposesin de la alegra contra todo lo que es opuesto. Excluye toda clase de turbacin yde temor.

    La santidad y la caridad valen mas que todoLa caridad es el primero entre los frutos del Espritu Santo, porque es el que ms separece al Espritu Santo, que es el amor personal, y por consiguiente el que ms nosacerca a la verdadera y eterna felicidad y el que nos da un goce ms slido y una pazms profunda. Dad a un hombre el imperio del universo con la autoridad ms absoluta quesea posible; haced que posea todas las riquezas, todos los honores, todos los placeresque se puedan desear; dadle la sabidura ms completa que se pueda imaginar; que seaotro Salomn y ms que Salomn, que no ignore nada de toda lo que una inteligenciapueda saber; aadidle el poder de hacer milagros: que detenga al sol, que divida losmares, que resucite los muertos, que participe del poder de Dios en grado tan eminentecomo queris, que tenga adems el don de profeca, de discernimiento de espritus y elconocimiento interior de los corazones. El menor grado de santidad que pueda tener estehombre, el menor acto de caridad que haga, valdr mucho ms que todo eso, porque loacercan al Supremo bien y le dan una personalidad ms excelente que todas esas otrasventajas si las tuviera; y esto, por dos razones:

    1- Porque participar de la santidad de Dios, es participar de todo lo ms importante, pordecirlo as, que hay en l. Los dems atributos de Dios, como la ciencia, el poder, puedenser comunicados a los hombres de tal manera que les sean naturales. Unicamente lasantidad no puede serles nunca natural (sino por gracia).

    2- Porque la santidad y la felicidad son como dos hermanas inseparables y porque Dios nose da ni se une ms que a las almas santas y no a las que sin poseer la santidad, poseenla ciencia, el poder y todas las dems perfecciones imaginables.

    Por lo tanto, el grado ms pequeo de santidad o la menor accin que la aumente, espreferible, a los cetros y coronas. De lo que se deduce que perdiendo cada da tantasocasiones de hacer actos sobrenaturales, perdemos incontables felicidades, casiimposibles de reparar.

    No podemos encontrar en las criaturas el gozo y la paz, que son frutos del EsprituSanto, por dos razones.

    1- Porque nicamente la posesin de Dios nos afianza contra las turbaciones y temores,mientras que la posesin de las criaturas causa mil inquietudes y mil preocupaciones.Quien posee a Dios no se inquieta por nada, porque Dios lo es todo para l, y todo lodems solo vale en relacin a El y segn El lo disponga.

    2- Porque ninguno de los bienes terrenos nos puede satisfacer ni contentar plenamente.Vaciad el mar y a continuacin, echad en l una gota de agua: llenara este vacoinmenso? Todas las criaturas son limitadas y no pueden satisfacer el deseo delalma por Dios. La paz hace que Dios reine en el alma y que solamente l sea el dueo.La paz mantiene al alma en la perfecta dependencia de Dios. Por la gracia santificante,Dios se hace en el alma como una fortaleza donde habita. Por la paz se apodera de todaslas facultades, fortificndolas tan poderosamente que las criaturas ya no pueden llegar aturbarlas. Dios ocupa todo el interior. Por eso los santos estn tan unidos a Dios lo mismoen la oracin que en la accin y los acontecimientos ms desagradables no consiguenturbarlos.

  • De los frutos de Paciencia y MansedumbreVer tambin: Paciencia y mansedumbre

    Paciencia modera la tristeza Mansedumbre modera la clera

    Los frutos anteriores disponen al alma a la de paciencia, mansedumbre y moderacin. Espropio de la virtud de la paciencia moderar los excesos de la tristeza y de la virtud de lamansedumbre moderar los arrebatos de clera que se levanta impetuosa para rechazar elmal presente. El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudesrequiere un combate que requiere violentos esfuerzos y grandes sacrificios. Pero cuandola paciencia y la mansedumbre son frutos del Espritu Santo, apartan a sus enemigos sincombate, o si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto. La paciencia ve con alegratodo aquello que puede causar tristeza. As los mrtires se regocijaban con la noticia delas persecuciones y a la vista de los suplicios. Cuando la paz est bien asentada en elcorazn, no le cuesta a la mansedumbre reprimir los movimientos de clera; el alma sigueen la misma postura, sin perder nunca su tranquilidad. Porque al tomar el Espritu Santoposesin de todas sus facultades y residir en ellas, aleja la tristeza o no permite que lehaga impresin y hasta el mismo demonio teme a esta alma.

    De los frutos de bondad y benignidadVer tambin: bondad y benignidad

    Estos dos frutos miran al bien del prjimo. La bondad y la inclinacin que lleva a ocuparse de los dems y a que participen de loque uno tiene.La Benignidad. No tenemos en nuestro idioma la palabra que exprese propiamente elsignificado de bengnitas. La palabra benignidad se usa nicamente para significar dulzuray esta clase de dulzura consiste en tratar a los dems con gusto, cordialmente, conalegra, sin sentir la dificultad que sienten los que tienen la benignidad slo en calidad devirtud y no como fruto del Espritu Santo.

    Del fruto de longanimidad(perseverancia)Ver tambin longanimidad

    La longanimidad o perseverancia nos ayudan a mantenernos fieles al Seor a largo plazo.Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de lalentitud y duracin del bien que se hace, o del mal que se sufre y no de la grandeza de lacosa misma o de las dems circunstancias. La longanimidad hace, por ejemplo, que al finalde un ao consagrado a la virtud seamos ms fervorosos que al principio.

    Del fruto de la feVer tambin: fe

    La fe como fruto del Espritu Santo, es cierta facilidad para aceptar todo lo que hay quecreer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que creemos sin sentirrepugnancias ni dudas, ni esas oscuridades y terquedades que sentimos naturalmenterespecto a las materias de la fe.

    Para esto debemos tener en la voluntad un piadoso afecto que incline al entendimiento acreer, sin vacilar, lo que se propone. Por no poseer este piadoso afecto, muchos, aunqueconvencidos por los milagros de Nuestro Seor, no creyeron en l, porque tenan elentendimiento oscurecido y cegado por la malicia de su voluntad. Lo que les sucedi aellos respecto a la esencia de la fe, nos sucede con frecuencia a nosotros en lo tocantea la perfeccin de la fe, es decir, de las cosas que la pueden perfeccionar y que son laconsecuencia de las verdades que nos hace creer.

  • No es suficiente creer, hace falta meditar en el corazn lo que creemos, sacarconclusiones y responder coherentemente. Por ejemplo, la fe nos dice que Nuestro Seor es a la vez Dios y Hombre y lo creemos. Deaqu sacamos la conclusin de que debemos amarlo sobre todas las cosas, visitarlo amenudo en la Santa Eucarista, prepararnos para recibirlo y hacer de todo esto el principiode nuestros deberes y el remedio de nuestras necesidades.

    Pero cuando nuestro corazn esta dominado por otros intereses y afectos, nuestravoluntad no responde o est en pugna con la creencia del entendimiento. Creemos perono como una realidad viva a la que debemos responder. Hacemos una dicotoma entre la"vida espiritual" (algo solo mental) y nuestra "vida real" (lo que domina el corazn y lavoluntad). Ahogamos con nuestros vicios los afectos piadosos. Si nuestra voluntadestuviese verdaderamente ganada por Dios, tendramos una fe profunda y perfecta.

    De los frutos de Modestia, Templanza y CastidadVer tambin: Modestia, Templanza y Castidad

    La modestia regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras. Como fruto delEspritu Santo, todo esto lo hace sin trabajo y como naturalmente, y adems disponetodos los movimientos interiores del alma, como en la presencia de Dios. Nuestro espritu,ligero e inquieto, est siempre revoloteando par todos lados, apegndose a toda clase deobjetos y charlando sin cesar. La modestia lo detiene, lo modera y deja al alma en unaprofunda paz, que la dispone para ser la mansin y el reino de Dios: el don depresencia de Dios. Sigue rpidamente al fruto de modestia, y sta es, respecto aaqulla, lo que era el roco respecto al man. La presencia de Dios es una gran luz quehace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores yde todo lo que pasa en ella con ms claridad que vemos los colores a la luz del medioda.

    La modestia nos es completamente necesaria, porque la inmodestia, que en s parecepoca cosa, no obstante es muy considerable en sus consecuencias y no es pequea sealen un espritu poco religioso.

    Las virtudes de templanza y castidad ataen a los placeres del cuerpo, reprimiendolos ilcitos y moderando los permitidos. -La templanza refrena la desordenada aficin de comer y de beber, impidiendo losexcesos que pudieran cometerse-La castidad regula o cercena el uso de los placeres de la carne.

    Mas los frutos de templanza y castidad desprenden de tal manera al alma del amor a sucuerpo, que ya casi no siente tentaciones y lo mantienen sin trabajo en perfectasumisin.

    El Espritu Santo acta siempre para un fin: nuestra santificacin que es la comunin conDios y el prjimo por el amor.

    Fuentes principales:-Catecismo de la Iglesia Catlica-Royo Marn, Teologa de la Perfeccin Cristiana, BAC

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