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aferrarme al hedonismo sería una alternativa, pero a la vez sería un espejismo, debido a que un asalariado siente mucho más displacer que placer en este sistema, por otro lado ¿sería honorable la categoría de hedonista para alguien que ha leído a Marx? Para alguien que ha estudiado la dialéctica, el materialismo, para alguien que ha militado en organizaciones revolucionarias. Anteriormente cuando era universitario, todo un idealista, el sentido de la vida era la revolución proletaria, la certeza casi religiosa que la construcción del socialismo estaba cerca, que dependía directamente de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo colectivo. En esos tiempos la vida tenía un sentido claro, morir luchando era el objetivo, estábamos siempre dispuestos a dar la vida al pie de la barricada. El transcurso y el final de la existencia ya estaban escritos para nosotros, era socialismo o muerte, no había otra opción de enfrentar la vida, la única elección permitida era guerra al capitalismo y quienes lo sustentan, inclusive, habíamos construido una propuesta política llamada terrorismo senil, en la cual planteábamos que si no lográbamos hacer la revolución socialista durante toda nuestra vida, a los sesenta años elegiríamos un objetivo político, como el palacio de la Moneda o el Congreso, nos pondríamos muchas bombas explosivas y a lo kamikaze haríamos volar en mil pedazos a los opresores de siempre. El profesor comienza una exposición sobre el tiempo, dice, no tenemos presente, nuestra existencia es solo pasado, el trabajo es pretérito, por ello primero se trabaja un mes y luego se cancela el sueldo. Como no tenemos presente, no poseemos tiempo para pensar un futuro propio, aquella es una de las grandes dificultades que tenemos en esta época para transformar la sociedad, pero como el capitalismo es una totalidad abierta, este siempre deja al descubierto posibilidades de cambios radicales, a diferencia de las totalidades cerradas que han existido en la historia, como el fascismo, el nazismo y el comunismo soviético, las cuales tuvieron breves pasos por la historia, debido a su condición intrínseca de invariabilidad política.

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aferrarme al hedonismo sería una alternativa, pero a la vez sería un espejismo, debido a que un asalariado siente mucho más displacer que placer en este sistema, por otro lado ¿sería honorable la categoría de hedonista para alguien que ha leído a Marx? Para alguien que ha estudiado la dialéctica, el materialismo, para alguien que ha militado en organizaciones revolucionarias. Anteriormente cuando era universitario, todo un idealista, el sentido de la vida era la revolución proletaria, la certeza casi religiosa que la construcción del socialismo estaba cerca, que dependía directamente de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo colectivo. En esos tiempos la vida tenía un sentido claro, morir luchando era el objetivo, estábamos siempre dispuestos a dar la vida al pie de la barricada. El transcurso y el final de la existencia ya estaban escritos para nosotros, era socialismo o muerte, no había otra opción de enfrentar la vida, la única elección permitida era guerra al capitalismo y quienes lo sustentan, inclusive, habíamos construido una propuesta política llamada terrorismo senil, en la cual planteábamos que si no lográbamos hacer la revolución socialista durante toda nuestra vida, a los sesenta años elegiríamos un objetivo político, como el palacio de la Moneda o el Congreso, nos pondríamos muchas bombas explosivas y a lo kamikaze haríamos volar en mil pedazos a los opresores de siempre.

El profesor comienza una exposición sobre el tiempo, dice, no tenemos presente, nuestra existencia es solo pasado, el trabajo es pretérito, por ello primero se trabaja un mes y luego se cancela el sueldo. Como no tenemos presente, no poseemos tiempo para pensar un futuro propio, aquella es una de las grandes dificultades que tenemos en esta época para transformar la sociedad, pero como el capitalismo es una totalidad abierta, este siempre deja al descubierto posibilidades de cambios radicales, a diferencia de las totalidades cerradas que han existido en la historia, como el fascismo, el nazismo y el comunismo soviético, las cuales tuvieron breves pasos por la historia, debido a su condición intrínseca de invariabilidad política.