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201 Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. V. No. 14 Enero / Abril de 1999 En los últimos años hemos asistido a un verdadero boom de los estudios que versan sobre la vida cotidia- na. La historia oficial de héroes, obispos, generales, gobernantes, clases sociales de tan abrumadora y parcial que fue, cayó en desuso, por no decir en des- gracia. Hoy en día nos interesa la visión de los de abajo. Pero no desde la perspectiva de los dominados o los vencidos, que finalmente es una historia de los poderosos. Nos preocupa la forma y manera como luchan, padecen, comen, trabajan, se reproducen, viven y sobreviven las gentes del común. Preocupa- ción que siempre ha sido un tema caro de la antropo- logía pero que, en el campo de la antropología política mexicana de los años setenta y ochenta, había sido dejado de lado, para ofrecer una visión de la gesta, de la lucha por el poder, de la lucha contra el Estado y sus terribles y temibles aparatos. Muchos estuvimos metidos en esta empresa, y si no encontrábamos virtudes palpables y documenta- bles que ameritaran el heroísmo de nuestro sujeto de estudio, nos escondíamos en frases crípticas y sono- Torres, Gabriel La fuerza de la ironía. Un estudio del poder en la vida cotidiana de los trabajadores tomateros del occidente de México. CIESAS, El Colegio de Jalisco México, 1997 ras, como aquélla del “poten- cial revolucionario del cam- pesinado”. Y un poco cansa- dos del asunto y la retórica sobre indios y campesinos eternamente oprimidos y ex- J ORGE DURAND La fuerza de la ironía Es Investigador del Departamento de Estudios Sobre Movimientos Sociales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades-UdeG

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La Fuerza de La Ironia

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  • 201Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. V. No. 14 o Enero / Abril de 1999

    En los ltimos aos hemos asistido a un verdaderoboom de los estudios que versan sobre la vida cotidia-na. La historia oficial de hroes, obispos, generales,gobernantes, clases sociales de tan abrumadora yparcial que fue, cay en desuso, por no decir en des-gracia. Hoy en da nos interesa la visin de los deabajo. Pero no desde la perspectiva de los dominadoso los vencidos, que finalmente es una historia de lospoderosos. Nos preocupa la forma y manera comoluchan, padecen, comen, trabajan, se reproducen,viven y sobreviven las gentes del comn. Preocupa-cin que siempre ha sido un tema caro de la antropo-loga pero que, en el campo de la antropologa polticamexicana de los aos setenta y ochenta, haba sidodejado de lado, para ofrecer una visin de la gesta, dela lucha por el poder, de la lucha contra el Estado ysus terribles y temibles aparatos.

    Muchos estuvimos metidos en esta empresa, y sino encontrbamos virtudes palpables y documenta-bles que ameritaran el herosmo de nuestro sujeto deestudio, nos escondamos en frases crpticas y sono-

    Torres, GabrielLa fuerza de la irona. Un estudio del poderen la vida cotidiana de los trabajadorestomateros del occidente de Mxico.CIESAS, El Colegio de JaliscoMxico, 1997

    ras, como aqulla del poten-cial revolucionario del cam-pesinado. Y un poco cansa-dos del asunto y la retricasobre indios y campesinoseternamente oprimidos y ex-

    JORGE DURAND F

    La fuerza de la irona

    F Es Investigador delDepartamento deEstudios SobreMovimientos Socialesdel CentroUniversitario deCiencias Sociales yHumanidades-UdeG

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    plotados, se pas a hacer lo que se llam antropologaobrera y urbana.

    Y en esta lnea, hacer trabajo de campo en un sin-dicato pequeo, inocuo y despolitizado no tena elmenor sentido. Nos bamos a lo grande, nos interesa-ban los rebeldes, aunque fueran primitivos, los com-bativos, aunque nunca llegaran a tomar el poder, losinconformes, aunque a fin de cuentas se conforma-ran, y sobre todo los revolucionarios, aunque fracasa-ran.

    Fueron pocas gloriosas de combate contra losmarginalistas, que queran dejar fuera del ajo y elrelajo a nuestro sujeto de estudio. Por eso, si no en-contrbamos a los verdaderos proletarios que fueranla vanguardia, decamos que estaban disfrazados. Enaquellos tiempos de lucha urbana y acumulacin decapital, el objetivo principal era desenmascarar almonstruo de mil cabezas que llegaba hasta los lti-mos rincones de las sociedad para extraer plusvala.

    Con todo, en trabajos posteriores se lleg a supe-rar esta visin tan estrecha como dogmtica y sepas, de la mano de E.P. Thompson, a considerar quela clase obrera no haba nacido un da de otoo por lamaana, del ao tal o cual, y que ms bien era unproceso. Y en busca de este proceso de formacin de laclase obrera nos sumergimos en las fbricas y talle-res, en archivos y en el trabajo de campo, pero siem-pre con la idea de encontrar a la clase obrera en ac-cin, en combate frontal o formal, con el capital. Lairona de todo esto es que, si de mscaras se trata, noestbamos tan lejos de los asuntos que se tratanahora.

    Pero tambin preocupaba la vida cotidiana, aun-que la verdad sea dicha, no se saba cmo manejarlae interpretarla. Nos llamaba la atencin que los obre-

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    ros fueran empedernidamente alcohlicos, que lostrabajadores se gastaran toda la raya en los bares yburdeles que pululaban por doquier en los centrosobreros, amparados en los permisos municipales queotorgaban los propios dirigentes sindicales; nos des-concertaba que las trabajadoras mujeres fueran des-plazadas por el propio sindicato, en pocas de reajus-te de personal, porque no eran jefes de familia; quelas pugnas contra el capital no fueran tan enconadasy sangrientas como las que sostenan entre ellos mis-mos y con el pueblo vecino de extraccin campesina.

    Ahora resulta que adems de la clase en s y paras, hay una clase as, tal cual, sin conciencia y sin fu-turo, as no ms, como dira Toms Villasante. Eltema de estudio, hoy en da, es develar cmo es, queas es, la clase trabajadora. Ya no interesa el deberser. Ahora, la doble hermenutica que utiliza GabrielTorres en su texto no nos autoriza a divorciar anal-ticamente el momento etnogrfico del examen de losresultados. Lo que caracteriza al discurso poltico enque estn inmersos los trabajadores es la heteroge-neidad de posiciones y la diversidad de las condicio-nes de vida. Y esta dupla emerge con la red social deinvestigacin que operan el investigador y sus con-trapartes.

    En este sentido, el trabajo de Gabriel Torres ponede manifiesto un triple avance. Por una parte revisacuidadosamente los aportes tericos anteriores y pro-pone nuevas opciones para entender y explicar elcomportamiento cotidiano de las redes de poder. Noslo eso, acompaa al lector en el proceso de poner aprueba la nueva reflexin terica, al mismo tiempoque analiza los datos. La teora y el anlisis de la rea-lidad a partir de su propuesta estn ntimamente li-gados con el quehacer y el descubrir etnogrfico.

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    Como autor, Gabriel Torres no deja suelto al lector, lomete, lo imbulle en su propia reflexin, en el ir y ve-nir de la abstraccin a la realidad. Nos lleva hasta losmismos surcos, nos salpica de lodo, nos sirve de inter-locutor para hacerle preguntas a tal o cual trabaja-dor, nos pone en contacto con la empresa por mediode un walkie talkie. El anlisis del quehacer diariodesde la condicin tnica, desde la perspectiva degnero, desde el contexto ideolgico, supera el anli-sis dicotmico centrado en lo tradicional y lo moder-no y se desliga de una visin mecanicista donde el su-jeto es simplemente un receptor pasivo de los manda-tos e intereses del capital. All, en el surco o en el in-vernadero, radica la simiente de la revuelta, de la re-sistencia cotidiana, que se expresa en forma de iro-na, juego y doble sentido.

    Adems del aporte terico, el autor propone y so-mete a la prueba una metodologa compartida por unequipo de investigacin-promocin pero que, a fin decuentas, es una sntesis propia. Es su manera de ha-cer antropologa la que queda explcita a lo largo detodo el texto. La referencia al mtodo es constante ypenetrante. No oculta los problemas, las limitacio-nes, los abordes parciales e inconclusos; ms bien loshace explcitos, para as tratar de explicarse y de ex-plicarnos. No es aficionado a poner de manifiesto con-clusiones con letras maysculas. Ms bien planteaproblemas, relaciona niveles y puntos de vista, desta-ca opiniones diferentes, seala ambigedades. Ladescripcin se hace densa y la lectura tambin.

    Por su parte, la descripcin etnogrfica y el anli-sis antropolgico fluyen de manera gil, sin perderprofundidad. El texto aporta materiales nuevos so-bre las luchas agrarias, el cacicazgo de Garca Barra-gn, el arribo del ingenio, el desarrollo de la industria

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    azucarera, la implantacin de las empresas hortco-las y la vida cotidiana de los trabajadores. Destacasobre todo la informacin que proviene de entrevistascon informantes claves, funcionarios, lderes regiona-les, trabajadores y gente del comn. La forma en quese manejan los datos refleja un oficio depurado enconseguir informacin a travs del arte de la conver-sacin. Se extraa, sin embargo, el apoyo en fuentesprimarias de archivos locales y la prensa regional,que debe existir, aunque muy probablemente estosmateriales hayan sido abordados por otros miembrosdel equipo de investigacin que sent sus reales enAutln, bajo la batuta de Norman Long. Tambin seaora un manejo ms detallado de cifras y estadsti-cas, lo que no necesariamente est reido con el ma-nejo de informacin etnogrfica. Aunque es justo de-cir que Gabriel se cura en salud marcando su rayacon la tradicin de ofrecer datos duros y cuantificadosy con el concepto de habitus propuesto por Bour-dieu, que equivaldra a afirmar que los relatos deprimera mano de los trabajadores y los de segundamano del investigador son insuficientes para expli-car en teora el sentido del proceso de trabajo y lavida cotidiana de los trabajadores, p. 182.

    La fuerza de la irona tiene fuerza y no le falta iro-na. Poner como ejemplos paradigmticos el anlisisdel caso del chivo espantado y las uas recortadassin duda va a generar crticas y comentarios adver-sos. Saber lo que pas en estos dos casos, y sobre todolo que implica para el anlisis sociolgico y para unanueva forma de hacer y pensar en antropologa, que-da como una tarea pendiente para el lector; quierodejar la incgnita como una invitacin a la lectura deun texto maduro y polmico, que aporta reflexin ydiscusin terica, que ofrece solucin y discusin

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    metodolgica y que proporciona informacin y anli-sis sustantivos sobre la regin tomatera y los traba-jadores de Autln, Jalisco.

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    Construir un partido poltico de oposicin en Mxicodurante la dcada de los aos cuarenta y cincuentafue, sin duda, un reto gigantesco, que se puede expli-car en buena parte por el tesn y el arrojo de un pu-ado de hombres que se lanz a la aventura. Hacerun partido era parte de un sueo, de una operacinque a todas luces estaba ubicada en el futuro del pasy que en ese presente significaba una apuesta llenade obstculos.

    A qu se enfrentaron esos hombres? A un Estadorobusto, autoritario, legitimado en un movimientorevolucionario, que se encargaba de pulverizar cual-quier impulso de oposicin y de autonoma que semoviera dentro del ancho y largo territorio nacionalpues, a final de cuentas, ese territorio y esa nacineran propiedad de esos grupos triunfantes de la Re-volucin de 1910.

    Qu anim durante aos a esa oposicin civiliza-da y civilizadora a permanecer en la lucha? La res-puesta puede ser, un sueo, una utopa con fuerza

    Alonso, JorgeTras la emergencia de la ciudadana.Un acercamiento a la personalidad poltica deEfran Gonzlez Luna. Tomo IITESO, Centenario Efran Gonzlez Luna1898-1998Mxico, 1998

    suficiente para protegerse dela adversidad cotidiana en laque se convertan esas vidas.Pero tambin es muy proba-ble que dentro de los clculosde estos pioneros de AccinNacional estuviera el consta-

    A LBERTO AZIZ NASSIF F

    Utopa o inters poltico:dilema o complementacin?

    F Es Investigador delCIESAS, Mxico

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    A LBERTO AZIZ NASSIF

    tar que, a final de cuentas, era mejor participar pol-ticamente que dejar todo en manos del gobierno y desu partido; que poco a poco se daban o se daran algu-nos cambios y que, a pesar de todas las dificultades,los argumentos para permanecer fuera del juegoeran ms dbiles que los de la participacin poltica.sta es una de esas historias.

    Jorge Alonso publica una documentada biografapoltica de un personaje muy importante en las lu-chas iniciales de Accin Nacional. Jorge Alonso se hadedicado desde hace muchos aos a hacer historia departidos polticos; ahora no se trata directamente deun partido, sino de la historia de uno de los fundado-res, del cerebro del partido, como dijo Manuel G-mez Morin cuando Efran muri.

    En estas pginas se encuentra una biografa pol-tica y, por el lugar estratgico del personaje, hay tam-bin una parte sustantiva de la biografa de un par-tido poltico. En las pginas de este libro se ve el com-plicado mundo de formar un partido y de sufrirlo enun pas en donde las minoras tenan un lugar y unespacio muy reducido. Desde la oposicin era difcilver al pas de esos aos; se trataba de la otra cara dela moneda del poder. Mientras para los revoluciona-rios se caminaba hacia un rgimen de justicia socialy libertades, para la oposicin panista no haba liber-tades mnimas, ni un pas justo. A diferencia de laoposicin de izquierda, que quera hacer otra revolu-cin, la oposicin panista quera generar ciudadanospara una democracia. Ese pasado es hoy resignifica-do en un pas que sigue buscando la construccin deun sistema democrtico.

    Hay en la tarea de construir un partido muchaslabores que van ms all de la organizacin y el plan-teamiento; se trataba de hacer ciudadanos, que eran

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    U TOPA O INTERS POLTICO : DILMA O COMPLEMENTACIN ?

    una especie rara en este pas; de crear otra culturapoltica de tipo democrtico, que era casi inexistente;de participar en elecciones dentro de un esquema nocompetitivo y plagado de fraudes e inequidad. Hayque ver lo que tenemos a finales de este siglo enmateria de elecciones y libertades democrticaspara valorar esos primeros pasos. Hoy, cuando todo elmundo habla de democracia, la alternancia polticaes una tendencia creciente, el reequilibrio de poderesy competencia electoral son ms una realidad que undeseo, es cuando ms podemos contrastar con elmundo que vivi Gonzlez Luna y sus compaeros departido. Es a ese panismo al que el pas le debe unaidea clara de lo que es la democracia electoral, queesos aos era una solitaria ave rara que peleaba porlo que despus fueron importantes reformas electora-les: equidad en la competencia, padrn limpio, orga-nismos autnomos, es decir, elecciones democrticas,reclamos permanentes de la oposicin desde hacevarias dcadas.

    Un sueo, una utopa poltica y algunos avancespequeos mantuvieron esa voluntad de los fundado-res, que pareca no quebrarse ante la adversidad.Biografa e historia de partido estn vinculadas deforma ntima en el libro. La cultura de la honradez, ladignidad, el bien comn y una amplia doctrina eranparte de ese mundo en donde el naciente panismodesplegaba su idea de la poltica. Ese universo opo-sitor era una pequea nave que cruzaba el espaciopoltico de un mundo hostil y a veces adverso, de dis-cursos revolucionarios y complejas estructuras depoder, de pragmatismo y de una cultura del poderautoritario; un sistema poltico que aun en los tiem-pos de gloria mostraba algunos signos de crisis. Sinembargo, tendran que pasar muchos aos ms para

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    A LBERTO AZIZ NASSIF

    que esa crisis se generalizara y se pudieran empujarcambios democrticos significativos. Tuvo que crecerel espesor de la ciudadana, la urbanizacin, la cober-tura educativa, e incluso la prdida de muchas vidas,para que se iniciara el trnsito democrtico en Mxi-co.

    Hacer poltica de oposicin eran casi puras dificul-tades, amenazas, pocos recursos, competir en des-ventaja, con una ciudadana escasa, frente a un siste-ma hegemnico que tena todos los recursos econmi-cos e ideolgicos. Podemos pensar que estos impulsosopositores del panismo naciente eran ingenuos,aventurados y que incluso podan haber equivocadolas estrategias, porque las armas de la dignidad y dela decencia no eran suficientes para enfrentar un sis-tema en el que no haba libertad para votar, pero shaba reparto de tierras, crecimiento del salario, se-guridad social, es decir, un reparto que era muy cor-porativo, pero que de alguna forma distribua la ri-queza. Pero, acaso pudo haber sido de otra forma elimpulso de un proyecto de democracia electoral?Quiz la respuesta sea negativa. Por alguna partehaba que empezar y se fue el inicio: participar enelecciones a pesar del fraude, formar ciudadanos apesar de ser una minora, pelear por un sistema delibertades cuando la mayora estaba dentro de unesquema corporativo, insistir en reformas democr-ticas cuando el discurso era revolucionario.

    La tarea de los fundadores es iniciar y empezar aromper inercias; sa fue sin duda la batalla de Gon-zlez Luna, que hoy Jorge Alonso nos pone sobre lamesa para documentar ese pas, esa generacin, esautopa y ese clculo. Hoy que el PAN es un partidocon responsabilidades de gobierno en muchos territo-rios del pas, no deja de ser interesante ver cmo al-

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    U TOPA O INTERS POLTICO : DILMA O COMPLEMENTACIN ?

    gunas ideas de los fundadores se han empezado aconvertir en gobierno; cmo la ciudadana se ha for-talecido y de qu manera la forma de hacer polticaha cambiado radicalmente, sobre todo para la oposi-cin.

    Tras la emergencia de la ciudadana nos develaa un personaje que le dio forma a la idea de crear unpartido poltico moderno en Mxico. El mtodo deJorge Alonso es acucioso, va al detalle, sin perder laperspectiva; organiza recorridos cronolgicos, pero almismo tiempo, temticos; teje la trama poltica sinesconder la personalidad; la informacin surge de losdilogos epistolares que hubo entre Gmez Morin yGonzlez Luna. Hay en ese espejo de consensos unaagitada historia que expresa la voluntad indeclinablede enfrentar a ese Mxico autoritario, cuando elautoritarismo era el color invisible de la vida cotidia-na del pas.

    A diferencia de algunos personajes del sistema,que fueron eje de construccin del poder durante d-cadas y que con su muerte tambin desaparece sulegado y su obra pierde actualidad, porque este pascamina hacia otro lado, con Gonzlez Luna podemosdecir lo contrario, que el centenario de su nacimien-to, su obra y sus ideas sern parte del pas democr-tico que se seguir construyendo en el Siglo XXI.

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    La idea de que los sexos se unen por la pretensin yesperanza de mejorar la vida, y que de la corrupcinen esta unin resultan relaciones de poder, desembo-ca en un estudio inteligente que atrapa al lector deprincipio a fin y que busca explicar las relacionesentre los sexos como forma cultural de vida y el pro-ceso mismo de su formacin a partir de condicioneshistricas y ontogenticas.

    Para ello la autora se apoya en la reconstruccin1

    y se remonta a los inicios de la historia estudiando elfenmeno en su gnesis, siguiendo su desarrollo du-rante siglos hasta llegar a vsperas de la conquista.

    Con estos elementos, Ibarra nos presenta un cohe-rente anlisis gestado en la arena de la historia, lasociologa, la ontognesis, la etnografa, la antropolo-ga, la psicologa y hasta la ciencia poltica.

    Adems de rebasar los anlisis simplistas, unidi-mensionales y lineales que suelen hacerse, esta obrarompe con los tabes ideolgicos del feminismo y delmarxismo y polemiza con algunos historiadores yantroplogos.2

    Ibarra, LauraLas relaciones entre los sexos en el mundoprehispnico. Una contribucin a la sociologadel amor y del poder.Ed. PorraMxico, 1998

    JENIFFER CALLEJA F

    Una contribucin a la sociologadel amor y del poder

    F Departamento deEstudios Polticos delCentro Universitariode Ciencias Sociales yHumanidades de laUniversidad deGuadalajara

    1 Mtodo que entiende como remitir-se a las condiciones para luego hacer com-prensible el resultado a travs del procesoen el que ste se ha formado (p. VIII).

    2 Quienes sostienen la existencia de unmatriarcado prehispnico.

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    JENNIFER CALLEJA

    Es un libro que se lee con facilidad y rapidez. Eneste sentido, cabe reconocer el ejercicio de sntesisque ha hecho la autora para acercar su estudio detantos aos a los amantes de las ciencias sociales.

    El proceso de constitucin de las relaciones de po-der desde las igualitarias culturas nmadas y agra-rias, hasta la estratificada sociedad del imperio azte-ca, es revisado en once captulos agrupados en trespartes.

    El libro comienza con las relaciones entre los sexosen las culturas chichimecas, apartado de siete captu-los que, aparte de abarcar ms de la mitad del volu-men total del texto, concentra las tesis y propuestasms importantes de Laura Ibarra: el surgimiento delamor en la historia de nuestra especie, la forma deprocesar el poder en el proceso de formacin de socie-dades, el papel del amor en el curso de la sustitucinde estructuras de comportamiento en la etapa evolu-tiva de la sociedad paleoltica, la concepcin de lamujer a partir de la recreacin de los mitos fundado-res de los pueblos chichimecas, de hallazgos arqueo-lgicos, divinidades, rituales y creencias, el panora-ma falso de las relaciones entre los sexos reconstrui-do por Engels, y la desigualdad entre los sexos comoresultado de las relaciones sociales fundamentadasen el uso real o potencial de la violencia.

    De entrada, Ibarra seala que el error fundamen-tal de los estudios que se han dedicado a analizar elpoder en las relaciones entre los sexos en las socieda-des antiguas ha sido focalizar exclusivamente la re-lacin, dejando fuera el hecho de que el poder quecorrompe estas relaciones no es el poder que viene dedentro, sino un poder constitutivo del proceso de for-macin de sociedades, un poder que genera sumisinen las relaciones sociales y se anida en ellas.

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    U NA CONTRIBUCIN A LA SOCIOLOGA DEL AMOR Y DEL PODER

    Hay razones histricas que aclaran por qu dichopoder se proces de manera distinta en la sociedadchichimeca (de cazadores y recolectores) que en lasociedad mexica (agraria). La transformacin de lasinstituciones y de las relaciones no slo entre los in-dividuos, sino entre los sexos, es ineludible.

    Al relacionar mito e historia, Laura descubre unaconcepcin singular de la mujer en las primeras eta-pas de la historia, dado que en su estructura, el rela-to mtico asume el esquema del pensamiento y stesigue la lgica de la accin (p. 12). No obstante, acla-ra que el mito es insuficiente para responder a algu-nas cuestiones, puesto que no tiene elementos paradiscernir si lo narrado es reflejo latente de una reali-dad histrica.

    Bajo esta advertencia tenemos que los primeroshombres en los tiempos mticos antes del inicio mis-mo del mundo para garantizar su existencia tuvie-ron que vencer a la diosa Itzpaplotl, quiendetentaba el poder absoluto del mundo.

    La fertilidad de la mujer es una razn suficientepara aseverar la supremaca femenina sobre el hom-bre en el mundo primitivo, ya que se perciba comoun fenmeno que implicaba la prolongacin de unorigen. Es en ella donde el pensamiento mtico en-cuentra una fuerza creadora identificada con el poderque una vez dio vida al cosmos3 y que sigue aseguran-do la existencia de ste (p. 14).

    El mundo fenomnico denota que el hombre es elms poderoso. Esta aparente contradiccin se resuel-ve en la semntica del mito, donde se expone que elorden existente surge de un desorden, esto es, que la

    3 La relacin entre la idea de la virginidad y la idea de que la mujer permane-ce ligada a la fuerza de la vida en su originalidad es revisada por Laura Ibarra en laspginas 206-211.

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    JENNIFER CALLEJA

    feminidad es el desorden de origen y es superadocuando la masculinidad establece el orden, cuandomediante la guerra el hombre fundamenta la organi-zacin del mundo. Para explicarlo, la autora se remi-te al famoso mito de Huitzilopochtli y su hermanaCoyolxauhqui.

    Por participar de la fuerza creadora de la vida, elpensamiento mtico atribuye tambin a la mujer undominio sobre la muerte,4 una fuerza que amenazacon destruir un da al mundo entero. Esto es ilustra-do por Ibarra cuando habla del temor no slo de lastribus, sino del marido y los hijos a relacionarse conla mujer preada y la mujer menstruando.

    El hecho de atribuirle a la mujer poderes sobre lavida y la muerte no encuentra repercusin alguna enla posicin social de la mujer, su accin cotidiana estdemasiado ligada a la existencia terrestre para posi-cionarla como ser sagrado, es decir, las estructurascognoscitivas no determinan el lugar de la mujer enla organizacin social.

    Ibarra seala que, en los estudios etnolgicos yantropolgicos que se ocupan de Mesoamrica, seadmite como probable la existencia del matriarcadoen las antiguas sociedades de esta regin, y ante esonos recuerda que fue Engels quien hizo popular unpanorama de la antigedad caracterizado por la pro-miscuidad sexual y el matriarcado.

    As que dedica el captulo III a exhibir algunosreduccionismos del llamado materialismo histrico yen particular de uno de sus principales exponentes:Friedrich Engels.

    Engels, quien supone la existencia de un estadioprimitivo de comercio sexual sin restricciones y para

    4 Ver mito de la diosa Quilaztli, quien dio vida a Quetzalcatl (p. 29).

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    U NA CONTRIBUCIN A LA SOCIOLOGA DEL AMOR Y DEL PODER

    quien la familia y la sociedad son incompatibles en elperiodo de humanizacin, no precisa cmo la descom-posicin del comunismo result ms opresiva a lamujer que al hombre, ni por qu sta opt por impo-nerse el derecho a la castidad.

    Sin dejar de reconocer que el valor indiscutible dela obra de Engels reside en estudiar las relacionesentre los sexos en la historia bajo las condiciones rea-les en que stas se establecen, la autora seala queste nos da un panorama falso de las relaciones entrelos sexos en la antigedad al caer en dos reduccionis-mos: que la necesidad de reproduccin es lo que mo-tiva la relacin entre los sexos en la prehistoria, y quelas condiciones econmicas determinan la formaciny establecimiento de tales relaciones.

    Su argumento ms fuerte contra esos reduccionis-mos es que son las necesidades de intimidad, sexua-lidad e identidad las impulsoras de la unin entre unhombre y una mujer, y son estas necesidades las quepueden condensar el concepto de amor. Y no se tratade negar la capacidad de amar y la necesidad de seramado en el hombre primitivo,5 pues sostiene en l-tima instancia que las condiciones de las cuales re-sult el amor constituyeron la condicin sine qua nonpara que la humanidad pudiera desarrollarse (p.35). En este sentido afirma que el hombre reorgani-za, en la relacin con la mujer, su relacin primariacon la madre6 y es este modelo de socialidad el quedetermina su forma de relacin con los otros indivi-duos.

    La autora reconoce que, efectivamente, el poder seinfiltra en las relaciones entre los sexos entre ms se

    5 Laura Ibarra asevera que el hombre primitivo debi desarrollar las mismasnecesidades de amar y ser amado que el hombre moderno.

    6 Revisar la relacin social y corporal madre-hijo p. 36 y 37.

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    JENNIFER CALLEJA

    organiza en la sociedad y la va determinando,7 y queal instalarse en ellas se manifiesta en desigualdadesque llegan a corromperlas.8 De esto resulta una gue-rra entre fuerzas: amor vs. poder.

    Frente al mito econmico de Engels, Ibarra pare-ce presentarnos un nuevo mito explicativo de la his-toria y de la evolucin del hombre: el amor, mismoque tendra su propio proceso histrico al no ser algodado al hombre de manera eterna e inmutable.

    En la segunda parte del libro, compuesta por doscaptulos, la autora se adentra en Las relaciones en-tre los sexos en la sociedad agraria azteca para mos-trarnos que la situacin de la mujer mexica y delamor en las tribus nmadas y en la sociedad agrco-la se vio seriamente afectada.9

    En estas sociedades, las formas de constitucindel poder se fueron institucionalizando conforme eltlatoani aprendi a aprovecharse de la sobreproduc-cin y a consolidar su prestigio mediante actos gene-rosos.

    As que, en el proceso de apropiacin de la tierra yde reorganizacin de la constitucin del poder, lamujer no tuvo nada que ver. El poder se procesabapara acumular ms poder y las lneas de parentescopasaron a ser unidades de produccin; las desigual-dades estaban institucionalizadas y la esfera de ac-cin femenina se volvi ms dependiente del hombre.

    7 En este sentido, la autora establece que la propiedad privada no desempeadirectamente algn papel en la formacin e institucionalizacin de la familia, pueseste proceso se determina ms bien por necesidades propias de la intimidad,donde el hombre intenta hacer respetar los intereses de su familia frente a losdems miembros de la comunidad.

    8 Las cuestiones de igualdad y desigualdad en la sociedad chichimeca estnpuntualizadas en el captulo VI.

    9 El factor que la autora seala como decisivo es la disposicin de los padressobre los hijos.

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    U NA CONTRIBUCIN A LA SOCIOLOGA DEL AMOR Y DEL PODER

    En su anlisis, la autora nos presenta cmo lamujer era objeto de un sometimiento ininterrumpido:de la condicin de hija a la condicin de esposa y suautonoma se vea totalmente inhibida. Este modelola converta en moneda de pago a servicios prestadosy en instrumento de influencia poltica para estable-cer alianzas entre los pueblos.

    No obstante, es posible que en los matrimoniosarreglados hayan encontrado satisfaccin las nece-sidades comprendidas en el concepto de amor, puesestas necesidades estn presentes en los humanosantes de celebrarse una ceremonia nupcial.

    Finalmente, en los dos captulos comprendidos enla parte dedicada a Las relaciones entre los sexos en elimperio azteca, Laura logra presentarnos un recorri-do histrico coherente, donde observamos la nulaparticipacin de la mujer en los procesos constituti-vos del imperio azteca, ya que esta esfera se fue orga-nizando en un contexto militarista y belicoso, dondereinaba el espritu de dominacin y la mujer partici-p cada vez en menor grado.

    De lo anterior result la organizacin de nuevoscentros de poder, donde se impidi definitivamente laparticipacin de la mujer en la esfera poltica, tantoen su desarrollo como en su consolidacin. Lo que en-cuentra su justificacin no en una devaloracin de lamujer, sino en que no particip en la gnesis histri-ca de la esfera poltica, la cual se fundament en elpoder y la violencia; de ah que el Estado mexica fue-se una organizacin de hombres (p. 220). Si algunamujer lleg a ocupar alguna posicin importante fuepor mediacin masculina.10

    10 Por su influencia personal sobre algn seor o principal.

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    JENNIFER CALLEJA

    stas y muchas otras cosas descubriremos en estelibro con un excelente respaldo documental, que damuchas e interesantes pautas para comprender yanalizar el amor y el poder, y su relacin en particu-lar con los sexos del mundo prehispnico.

    Con esta aportacin novedosa a los estudios socia-les, Laura Ibarra nos da la oportunidad de releer de-talladamente la historia prehispnica desde unaperspectiva interdisciplinaria muy acertada, ademsde abrir una veta metodolgica muy atractiva parafuturas investigaciones.