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N° 13 año III enero de 2014 Restaurante Morimoto, de Filadelfia, EEUU diseñador: Karim Rashid Patrimonio de nuestra ciudad por Sydney Page Amanece en la ciudad de Buenos Aires, los primeros rayos del sol iluminan poco a poco un antiguo edificio, dibujando con sus luces y sombras curiosas formas fantasmagóricas. El otrora moderno y regio edificio yace en ruinas, habitado solo por ratas y palomas y escondido detrás de un enorme Hipermercado. Este edificio, de pasado glorioso no es otro que el antiguamente llamado Pabellón de Fiestas Correos y Telégrafos. Un edificio curioso, único, donde las formas curvas y rectas se fusionan en perfecta armonía.

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Amanece en la ciudad de Buenos Aires, los primeros rayos del sol iluminan poco a poco un antiguo edificio, dibujando con sus luces y sombras curiosas formas fantasmagóricas. El otrora moderno y regio edificio yace en ruinas, habitado solo por ratas y palomas y escondido detrás de un enorme Hipermercado. Este edificio, de pasado glorioso no es otro que el antiguamente llamado Pabellón de Fiestas Correos y Telégrafos. Un edificio curioso, único, donde las formas curvas y rectas se fusionan en perfecta armonía.

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N° 13

año III enero de 2014

Restaurante Morimoto, de Filadelfia, EEUU diseñador: Karim Rashid

Patrimonio de nuestra ciudadpor Sydney Page

Amanece en la ciudad de Buenos Aires, los primeros rayos del sol iluminan poco a poco un antiguo edificio, dibujando con sus luces y s o m b r a s c u r i o s a s f o r m a s fantasmagóricas. El otrora moderno y regio edificio yace en ruinas, habitado solo por ratas y palomas y escondido detrás de un enorme Hipermercado.Este edificio, de pasado glorioso no es otro que el antiguamente llamado Pabellón de Fiestas Correos y Telégrafos. Un edificio curioso, único, donde las formas curvas y rectas se fusionan en perfecta armonía.

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Amanece en la ciudad de Buenos Aires, los primeros rayos del sol iluminan poco a poco un antiguo edificio, dibujando con sus luces y sombras curiosas formas fantasmagóricas. El otrora moderno y regio edificio yace en ruinas, habitado solo por ratas y palomas y escondido detrás de un enorme Hipermercado.Este edificio, de pasado glorioso no es otro que el antiguamente llamado Pabellón de Fiestas Correos y Telégrafos. Un edificio curioso, único, donde las formas curvas y rectas se fusionan en perfecta armonía. Construido en 1910 por el estudio de los ingenieros Vinent, Maupas y Jáuregui, cuyo director de proyectos era el reconocido arquitecto italiano Virginio Colombo, para los festejos del Centenario de la República Argentina, pertenecía a la sección de ferrocarriles y transportes y era uno de los tantos pabellones realizados en honor a los festejos, compartiendo predio junto al Igualmente bellísimo y enorme pabellón de Mendoza

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Amanece en la ciudad de Buenos Aires, los primeros rayos del sol iluminan poco a poco un antiguo edificio, dibujando con sus luces y sombras curiosas formas fantasmagóricas. El otrora moderno y regio edificio yace en ruinas, habitado solo por ratas y palomas y escondido detrás de un enorme Hipermercado.Este edificio, de pasado glorioso no es otro que el antiguamente llamado Pabellón de Fiestas Correos y Telégrafos. Un edificio curioso, único, donde las formas curvas y rectas se fusionan en perfecta armonía. Construido en 1910 por el estudio de los ingenieros Vinent, Maupas y Jáuregui, cuyo director de proyectos era el reconocido arquitecto italiano Virginio Colombo, para los festejos del Centenario de la República Argentina, pertenecía a la sección de ferrocarriles y transportes y era uno de los tantos pabellones realizados en honor a los festejos, compartiendo predio junto al Igualmente bellísimo y enorme pabellón de Mendoza

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El “Pabellón del Centenario” o “El Histórico” tal como se lo conoce hoy en día, fue en su momento, a criterio de las autoridades, el más bello de la exposición, prueba de esto es el galardón de medalla de oro con el que fue distinguido. La obra, de carácter académico, basada en figuras geométricas, ecléctica en estilo aunque de corte modernista y con relativa poca decoración, contaba con tres volúmenes que remataban en un gigantesco grupo escultórico; ubicado sobre el mirador este grupo estaba compuesto de cuatro mujeres sosteniendo un globo terráqueo, así mismo en el frente y en las torres laterales de remates escalonados, podían verse otras esculturas de hombres en acción junto con 6 mástiles simétricamente repartidos en lo alto de la fachada principal, siendo los mismos,

remates de columnas apareadas, de casi todo el alto del frente. El acceso al edificio se realizaba a través de una escalinata semicircular con descanso de alrededor de siete escalones por tramo, flanqueada por dos rampas decorativas rematadas en su frente con copones que daban la sensación de abrazar y contener a los visitantes dirigiéndolos hacia el acceso principal, una gran puerta de hierro de doble altura ubicada en el centro del edificio bajo una galería hemicíclica. El techo de la parte principal del edificio se componía de una gran cúpula vidriada de cuatro gajos con armazón de hierro y hormigón del cual se desprende el mirador en su centro.

Todas las esculturas fueron realizadas por el escultor italiano Nicolas Gulli (1866 – 1954)

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El “Pabellón del Centenario” o “El Histórico” tal como se lo conoce hoy en día, fue en su momento, a criterio de las autoridades, el más bello de la exposición, prueba de esto es el galardón de medalla de oro con el que fue distinguido. La obra, de carácter académico, basada en figuras geométricas, ecléctica en estilo aunque de corte modernista y con relativa poca decoración, contaba con tres volúmenes que remataban en un gigantesco grupo escultórico; ubicado sobre el mirador este grupo estaba compuesto de cuatro mujeres sosteniendo un globo terráqueo, así mismo en el frente y en las torres laterales de remates escalonados, podían verse otras esculturas de hombres en acción junto con 6 mástiles simétricamente repartidos en lo alto de la fachada principal, siendo los mismos,

remates de columnas apareadas, de casi todo el alto del frente. El acceso al edificio se realizaba a través de una escalinata semicircular con descanso de alrededor de siete escalones por tramo, flanqueada por dos rampas decorativas rematadas en su frente con copones que daban la sensación de abrazar y contener a los visitantes dirigiéndolos hacia el acceso principal, una gran puerta de hierro de doble altura ubicada en el centro del edificio bajo una galería hemicíclica. El techo de la parte principal del edificio se componía de una gran cúpula vidriada de cuatro gajos con armazón de hierro y hormigón del cual se desprende el mirador en su centro.

Todas las esculturas fueron realizadas por el escultor italiano Nicolas Gulli (1866 – 1954)

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El Pabellón estuvo abierto al público desde el 17 de Julio de 1910 y cerró sus puertas en Enero de 1911. Desde entonces sus diferentes usos fueron inciertos, según una fotografía aérea de 1940, para ese entonces poseía jardines en el frente y arboleda en los costados, prueba que no era un lugar abandonado. Con el correr de los años el predio del Regimiento Patricios en el que se encuentra se llenaría de galpones, invadiendo el jardín y llegando casi hasta su entrada. Finalmente el Pabellón terminaría siendo utilizado para la revisación medica del Servicio Militar Obligatorio hasta fines de los años 80s.Nada se sabe que paso con las esculturas, tanto las del remate principal como las de las torres y la central, hay quienes dicen que para los años 50s todavía podían verse sobresalir del edificio. La fecha exacta de su desaparición y su destino sigue siendo un misterio. Lo seguro es que para cuando el Ejercito cedió el predio en concesión por 20 años al hipermercado en 1994 ya no se encontraban en su sitio, al igual que las rampas y los copones también desaparecidos.Hoy puede visitarse de manera casual y sin llamar demasiado la atención, basta con ir al estacionamiento abierto del hipermercado, bajar por una escalera y estaremos prácticamente dentro del Pabellón, ya que el diseño del Hipermercado no contemplo dejarle siquiera un espacio prudente de separación, tapando incluso la escalera de acceso, mitad de la cual se e n c u e n t r a h o y a n i v e l d e l s u e l o d e l Hipermercado.

Según documentación de la época se habría realizado el acuerdo bajo los términos de respetar el Pabellón y ponerlo en valor. Solo se realizó una lavada de cara en el exterior, mientras el interior yacía en mal estado. Con el tiempo el edificio habría sido expoliado y la falta de mantenimiento hizo el resto.

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El Pabellón estuvo abierto al público desde el 17 de Julio de 1910 y cerró sus puertas en Enero de 1911. Desde entonces sus diferentes usos fueron inciertos, según una fotografía aérea de 1940, para ese entonces poseía jardines en el frente y arboleda en los costados, prueba que no era un lugar abandonado. Con el correr de los años el predio del Regimiento Patricios en el que se encuentra se llenaría de galpones, invadiendo el jardín y llegando casi hasta su entrada. Finalmente el Pabellón terminaría siendo utilizado para la revisación medica del Servicio Militar Obligatorio hasta fines de los años 80s.Nada se sabe que paso con las esculturas, tanto las del remate principal como las de las torres y la central, hay quienes dicen que para los años 50s todavía podían verse sobresalir del edificio. La fecha exacta de su desaparición y su destino sigue siendo un misterio. Lo seguro es que para cuando el Ejercito cedió el predio en concesión por 20 años al hipermercado en 1994 ya no se encontraban en su sitio, al igual que las rampas y los copones también desaparecidos.Hoy puede visitarse de manera casual y sin llamar demasiado la atención, basta con ir al estacionamiento abierto del hipermercado, bajar por una escalera y estaremos prácticamente dentro del Pabellón, ya que el diseño del Hipermercado no contemplo dejarle siquiera un espacio prudente de separación, tapando incluso la escalera de acceso, mitad de la cual se e n c u e n t r a h o y a n i v e l d e l s u e l o d e l Hipermercado.

Según documentación de la época se habría realizado el acuerdo bajo los términos de respetar el Pabellón y ponerlo en valor. Solo se realizó una lavada de cara en el exterior, mientras el interior yacía en mal estado. Con el tiempo el edificio habría sido expoliado y la falta de mantenimiento hizo el resto.

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Quien se acerca hoy día y da una mirada al interior del edificio presencia una imagen dolorosa. El piso ya no existe, los tirantes de pinotea y el propio piso han desaparecido por completo, habrían sido producto sin lugar a dudas del saqueo. Los cielos rasos destruidos, faltan barandas de hierro, puertas, y los vidrios de la cúpula principal se encuentran rotos o con fisuras dejando ingresar sin piedad el agua de las tormentas. Las imágenes hablan, gritan por si solas…

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Quien se acerca hoy día y da una mirada al interior del edificio presencia una imagen dolorosa. El piso ya no existe, los tirantes de pinotea y el propio piso han desaparecido por completo, habrían sido producto sin lugar a dudas del saqueo. Los cielos rasos destruidos, faltan barandas de hierro, puertas, y los vidrios de la cúpula principal se encuentran rotos o con fisuras dejando ingresar sin piedad el agua de las tormentas. Las imágenes hablan, gritan por si solas…

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Pero no todo estará perdido, una luz de esperanza se abre en el horizonte ya que en el año 2010, por un decreto del Poder Ejecutivo nacional (Decreto N° 1358/2010 del 29/09/2012) se lo ha declarado monumento y lugar histórico nacional, como parte de una declaración más amplia, que abarca a la totalidad del predio, jardines y edificios del Regimiento de Infantería 1 "Patricios". Más precisamente, el artículo 10 de esa norma dice:

"Art. 10. — Declárase monumento histórico nacional al PABELLÓN DEL CENTENARIO (antiguo PABELLÓN DE FIESTAS, CORREOS Y TELÉGRAFOS), del REGIMIENTO DE INFANTERÍA 1 "PATRICIOS", ubicado entre las Avenidas SANTA FE, Luis María CAMPOS y DORREGO, con acceso principal por la Avenida Intendente BULLRICH números 475 al 517 de la CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES (Datos catastrales: Circunscripción 17, Sección 23, Manzana 68).

Si bien la puesta en valor del edificio no puede esperar más, habrá que ver bien qué uso se le da ya que en el lugar donde se encuentra es de muy difícil acceso ya que el Hipermercado ha ocupado prácticamente todo el predio. Quizás la mejor decisión sería trasladar el edificio hasta un lugar más acorde, como el Parque Centenario o El Parque Tres de Febrero, donde pudiera jugar un papel importante en la cultura con un espacio propio

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Pero no todo estará perdido, una luz de esperanza se abre en el horizonte ya que en el año 2010, por un decreto del Poder Ejecutivo nacional (Decreto N° 1358/2010 del 29/09/2012) se lo ha declarado monumento y lugar histórico nacional, como parte de una declaración más amplia, que abarca a la totalidad del predio, jardines y edificios del Regimiento de Infantería 1 "Patricios". Más precisamente, el artículo 10 de esa norma dice:

"Art. 10. — Declárase monumento histórico nacional al PABELLÓN DEL CENTENARIO (antiguo PABELLÓN DE FIESTAS, CORREOS Y TELÉGRAFOS), del REGIMIENTO DE INFANTERÍA 1 "PATRICIOS", ubicado entre las Avenidas SANTA FE, Luis María CAMPOS y DORREGO, con acceso principal por la Avenida Intendente BULLRICH números 475 al 517 de la CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES (Datos catastrales: Circunscripción 17, Sección 23, Manzana 68).

Si bien la puesta en valor del edificio no puede esperar más, habrá que ver bien qué uso se le da ya que en el lugar donde se encuentra es de muy difícil acceso ya que el Hipermercado ha ocupado prácticamente todo el predio. Quizás la mejor decisión sería trasladar el edificio hasta un lugar más acorde, como el Parque Centenario o El Parque Tres de Febrero, donde pudiera jugar un papel importante en la cultura con un espacio propio

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año 3 - numero 13 - enero de 2014