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EPISTOLARIO de la GUERRA DE LOS 10 AÑOS

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E P I S T O L A R I O

de la

GUERRA DE LOS 10 AÑOS

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1868

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DE FÉLIX FIGUEREDO A VALERIO CAMPOS

Cuartel General del Infierno. Octubre 26 de 1868.

Mi ex-amigo Valerio Campos. El Consejo de Generales que opera por estas inmediaciones con sus tropas,

acordó remitir a usted el adjunto periódico para que le supla la falta de su Gaceta que ya no podrá leer.

Por aquí y en todas partes estamos comiendo como criollos y dispuestos a tirar pocos tiros, pero los que dejamos de tirar serán duplicados por el garantizado: ya usted habrá podido ver que las heridas de machete son simples y curables... traslade su familia a quien quiera de veras. Se lo aconsejo.

Félix.

(Historia de la Guerra" de Cuba, por Antonio Pirala, Madrid, 1895, p. 968.)

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1869

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MANIFESTACIÓN DE DONATO DEL MÁRMOL

Y FÉLIX FIGUEREDO

Al Ciudadano Presidente de la Junta Central Republicana de Cuba y Puerto en Nueva York.

Los infrascritos, Donato del Mármol y Félix Figueredo, que desde el principio de la revolución han tomado en ella una parte activa, y jefes además, de las operaciones militares en las jurisdicciones de Santiago de Cuba y Jiguaní, dirigen á V. la manifestación siguiente:

Cuando las naciones se vanaglorian de elevarse á la altura del siglo diez y nueve por sus adelantos materiales y morales, por sus principios de cultura y civilización, cuando las naciones evitan recordar con actos de barbarie los atrasados siglos del paganismo y de la edad media; España como excepción de esta regla, bajo el protesto de lo que ella denomina insurrección en la Isla de Cuba, desarrolla sus instintos sanguinarios, exponiéndose al desprecio y á la execración de todos los pueblos civilizados.

Esta odiosa madrastra olvidando el respeto debido al hombre, y en general los fueros de la humanidad, fusila a los prisioneros que caen en sus manos, incendia nuestros campos y propiedades, arranca del hogar doméstico á cuantos cubanos se distingan por su talento ó por sus virtudes y sin previa formación de causa los sepulta en Fernando Póo; mata al labriego junto al arado y asesina indistintamente á mujeres, niños y ancianos; tal parece que una sed insaciable de sangre ha venido á sustituir la sed de oro que por espacio de tres siglos y medio la ha perseguido.

Jaguaní hace pocos días ha sido teatro de algunas escenas terribles. Aprovechándose el enemigo de que nuestra columna se había alejado por tener que operar en otra parte, hizo varias salidas, en las cuales puso fuego á muchas casas de campo, asesinó a unos cuantos sitieros pacíficos dejando insepulto sus cadáveres, para que sirviesen de pasto á las aves de rapiña; y aprisionó á otros, llevándose a viva fuerza sus familias; para que fuesen luego testigos de su muerte. De estos últimos, fusilaron a diez y seis en un solo día.

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112 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Semejantes hechos demuestran que aquellos monstruos del tiempo de la

conquista llamados Diego Velázquez, Pánfilo de Narváez, Hernán Cortés, etc., han reproducido sus cabezas como la hidra de Lerna.

Lo que hoy sucede es el último acto de la tragedia representada en Cuba por espacio de tres siglos y medio. En este inmenso período los cubanos no han tenido voluntad propia, sino las que les han impuesto treinta mil bayonetas; reducidos á un rebaño de esclavos, han sido el instrumento material de la sórdida avaricia española; despojados de todas las libertades que nacen en el hombre y que la sociedad sanciona, han estado á merced de imbéciles gobernantes que han seguido la política invariable de mutilar la inteligencia y deprimir la razón.

En vano han esperado los cubanos que se les concediesen leyes especiales, tantas veces prometidas, ó al menos, que se les asimilase á los demás españoles, otorgándoseles las ventajas de que gozan los de Ultramar.

Los Reyes de España, sus ministros y los satélites de ese gobierno desmoralizado, no han tenido el valor y la virtud necesarios para cumpli-mentar un acto de justicia; antes bien, convencidos de que se iba acercando el día en que el pueblo de Cuba quebrantara sus cadenas, lejos de preparar sin violencia este acontecimiento inevitable, han aplicado todos sus esfuerzos en explotar la pingüe hacienda que el ocaso les deparó; han aumentado las contribuciones á un grado infinito, multiplicado los puestos y empleos lucrativos, que venden á subidos precios á sus protegidos compatriotas, y por último, atropellando los tratados; han favorecido á los traficantes de carne humana, con el doble y maquiavélico objeto de percibir grandes sumas y hacer difícil la independencia de Cuba por heterogeneidad de razas.

Esto y mucho más, se ha venido practicando en Cuba durante trescientos cincuenta años, hasta que cansados sus hijos de tanta degradación, conservando todavía un resto de dignidad personal y oculto en el pecho el fuego sacro de la libertad, se han alzado unánimemente, pronunciando el grito de emancipación de la metrópoli española y han empuñado las armas resueltos á conquistarla á todo trance.

Los pueblos como los individuos, poseen derechos imprescriptibles y cuando les han sido arrebatados, contraen el sagrado deber de emplear los mayores y más duros sacrificios para volverlos á adquirir.

Los pueblos sujetos á otros pueblos por la bárbara ley de la fuerza y no por espontaneo consentimiento, o por una estipulación cualquiera

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113 LA GUERRA DE CUBA EN 1878 conservan siempre el derecho de alzarse contra la nación opresora y que-

brantar los hierros que los encadenan. Los cubanos al levantarse contra la dominación española, usan de sus

derechos; pues no estando unidos á España por ningún convenio ni siquiera por la gratitud que engendra un gobierno paternal, sino únicamente por la ley de la fuerza, tienen autorización para emplear esta misma ley y separarse con las armas en la mano de la odiosa metrópoli.

La Revolución que hace cinco meses estalló en Yara, ocupa hoy casi toda la extensión de la Isla, lo que prueba que no es el grito aislado de unos cuantos ilusos sino la expresión unánime de todos los hijos de Cuba, que, resueltos á conseguir su regeneración social, se agrupan alrededor del estandarte de la independencia, para constituir quizás algún día y esta es la opinión más favorecida, un Estado libre de la gran República Americana.

La institución de la esclavitud no ha servido á los cubanos de inconveniente á sus elevadas miras, consecuentes con sus principios y obedeciendo á un pensamiento de justicia, han proclamado la emancipación del esclavo, devolviendo á éste sus derechos de hombre.

El gobierno español no posee hoy más que el terreno que pisan sus soldados, y este se concreta á las cabeceras de los pueblos, en donde se encuentra como encarcelado en su propia casa.

Pero careciendo del don de persuadir y siendo impotente para dominar por la fuerza, ha convertido aquellos lugares en cavernas de tigres disfrazados con la piel del hombre; de allí salen cuando tienen seguridad de que no han de ser atacados para volver con víctimas inocentes y cacarear triunfos imaginarios.

Sin embargo, semejante estado de cosas se prolonga, por la fatal circunstancia de carecer el Ejército cubano de armamento á propósito para batir al enemigo en sus reductos y mientras las adquiera, los soldados españoles, entre los que se distinguen por su brutal ferocidad los voluntarios peninsulares, continuarán á mansalva esa serie de asesinatos deplorables, tanto más sensibles, cuanto que la conducta observada hasta aquí por los republicanos de Cuba, es digna de elogio, pues guardan á los prisioneros españoles todas las consideraciones que inspira la desgracia, y respetan la opinión de los que se niegan á acogerse á su bandera.

En presencia de tan crítica situación y de las justísimas razones que apoyan el derecho de los cubanos para proclamar su independencia con las armas en la mano, tiempo es ya de que alguna nación poderosa y

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114 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA magnánima interponga su influencia, para que se sustituyan el derecho de

gentes y los fueros de la humanidad al sistema de hechos vandálicos que desacreditan al que los comete.

Los infrascritos, pues, elevan su voz hasta el digno Presidente de la Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico residente en Nueva York, á fin de que esforzando su patriotismo, no descanse hasta conseguir que el gobierno de los Estados Unidos reconozca como independiente el Gobierno provisional revolucionario de Cuba y declare beligerante su Ejército Libertador, así mismo, que la gran República Americana, por virtud de la declaratoria, intervenga cerca de España, para que variando ésta el sistema de guerra seguido hasta hoy, admita el cange de los prisioneros y respete a los cubanos pacíficos que no toman partido en la lucha.

Los que suscriben aprovechan esta ocasión para ofrecer á V. sus respetos y su alto aprecio.

Patria y Libertad. Campamento del Ramón, en la Jurisdicción de Cuba, Marzo 22 de 1869.

Donato del Mármol. Félix Figueredo

(«La Revolución: Cuba y Puerto Rico», Nueva York, mayo 8 de 1869, 2da. época, no. 7.)

PROTESTA

Con el objeto de lastimar mi delicadeza y de dar aliento a los incautos, que no conocen la gravedad de las circunstancias porque atraviesa el gobierno español de la Isla de Cuba, se ha hecho circular la especie de que espero una ocasión propicia para acogerme al indulto ilimitado concedido por el General Dulce a los sublevados que se presenten o depongan las armas. Aunque no necesito desmentir tan absurda como siniestra noticia hija del espíritu ruin de algunas entidades que oriundas de España rigen aun una parte de los destinos de la Isla, o de algunos de una parte de sus torpes y ciegos partidarios; aunque no necesito desmentirles, repito, lo está por sí misma con el hecho notorio de que me hallo en el campo enemigo cooperando con todas mis fuerzas a alejar

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115 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA de estas playas al gobierno opresor y despótico que estableció en ella la

ambición española, debo sin embargo protestar ante el mundo entero contra tan insultante versión, asegurando solemnemente que lejos de haberme ocurrido ni una sola vez el pensamiento de cejar en el propósito que dio vida al levantamiento iniciado en Yara y generalizado ya en toda la Isla, cada día me siento más animado para seguir sin vacilar las peripecias de la guerra; el sentimiento patriótico que con una fuerza irresistible me hizo abandonar las comodidades y dulzuras domésticas y los goces inefables de la familia para lanzarme a los peligros del combate, a la vida errante y llena de fatigas inherentes a la campaña establecida, ese sentimiento digo, crece a medida que van llegando a mi conocimiento, las vejaciones, las iniquidades, los crímenes que con lamentable frecuencia son víctimas vecinos pacíficos, que por la razón de ser cubanos y no vituperar la insurrección, arrostran toda la virulencia, toda la ira de los gobernantes españoles. Sólo en pechos desprovistos de hidalguía, en corazones miserables y en cabezas vacías de entendimiento recto, puede caber la presunción de que yo sea capaz de aspirar al indulto, bien que semejante especie tiene por principal objeto el de hacer creer a los cándidos e ignorantes peninsulares, que son los más, qué los sublevados en que estoy afiliado se encuentra en la agonía, logrando por este u otros reprobados medios que no decaiga por completo el espíritu ya abatido de esos hombres laboriosos cuya candidez e ignorancia explotan en provecho de sus miras ambiciosas los gobernantes y los que a su sombra median y prosperan con lastimoso quebranto de nuestra dignidad.

Si alguna vez, si en un momento siquiera, hubiera cruzado por la imaginación la idea fatal de abandonar el puesto que con orgullo ocupo en la Revolución, y de acogerme a la amnistía o al indulto sucesivamente otorgado por el General Dulce, bien pronto me hubiera revelado contra ella. Nadie ignora que esos actos de aparente clemencia han causada más víctimas que la guerra misma, nadie ignora que no pocos tímidos labriegos cuando ilusionados por el contexto de ambos documentos concurrían a presentarse a las autoridades españolas eran villanamente asesinados por las avanzadas de voluntarios movilizados que los recibían; y nadie ignora, que hasta han sido extraídos de la cárcel de Cuba en el silencio de la noche infelices hombres sobre quienes pesaba la sospecha de que simpatizaban con la Revolución, para ser asesinados también con inaudita vileza, estando a la cabeza de tan execrable cruzada el Gefe del Estado Mayor D. Constantino Villar. Tantos crímenes perpetrados por el despotismo español en las personas de los que incautamente cre-

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116 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA yeron en su fingida clemencia, hubiera bastado para que me arrepintiese

de deponer las armas, si tal cosa me hubiera ocurrido, como han servido para elevar a su mayor altura el sentimiento patriótico que puso en mis manos aquellas mismas armas, las que no depongo, sino cuando haya exhalado el último suspiro, o cuando haya triunfado la causa que defiendo.

Para que los miserables autores de la versión a que me he contraído conozca bien el medio en su torpeza y ambición escogiendo con el doble fin indicado al principio de este escrito, y para que se avergüencen de haber acariciado una idea tan pobre como en armonía con sus indignos sentimientos, ya que no les basta el solemne mentís que envuelve mi pensamiento en este campamento, menester es que les diga que conservo documentos que justifican plenamente que ciudadanos de elevada posición social, llenando la comisión conferida por el General Dulce, me ofrecieron 30,000 pesos y mi traslación y la de mi familia con tal que abandonase el cuerpo que ocupo en la Revolución, cuyo ofrecimiento he despreciado, como cualquiera que se me haga, sea cual fuere su magnitud. Nunca, jamás, pospondré mis aspiraciones de liberar a mi país de la tiranía española, a intereses materiales siempre despreciables en competencia con mi amor a la patria, y tanto es así que á semejante propuesta he respondido incendiando con mis propias manos la hermosa y nueva casa que poseía en Jiguaní, para no apurar el hondo pesar que me había causado su ocupación por las tropas del gobierno que estoy combatiendo.

Paréceme que tales hechos constituyen el más elocuente testimonio de que estoy muy distante de aspirar a la indulgencia de un gobierno que no ha abrigado jamás sentimiento alguno generoso en favor de los cubanos, sino que los ha tratado siempre como esclavos, atropellándolos sin cesar con el mayor despotismo; lastimando su dignidad en todas las ocasiones y esquilmando sus intereses sin ningún género de miramientos.

No aborrezco, no, a los españoles, no ha jurado la Revolución el exterminio de los que residen en la Isla, como algún mal intencionado lo quiere persuadir; mucho de aquellos contamos en el grupo de nuestros íntimos amigos, algunos de los cuales comparten con nosotros los peligros de la guerra, en su día, cuando la Revolución triunfe, como la Divina justicia ha de permitirlo, todos serán invitados al banquete de la libertad, a todos tenderemos nuestra mano amiga con el deseo vehemente de que la acepten, y con sus luces unos, con su industria otros, y con el espíritu de fraternidad todos contribuyan al engrandecimiento del país, a su reorganización más conveniente, en una palabra, a que no

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117 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA quede vestigio alguno de la administración egoísta, torpe, ambiciosa,

despótica y criminal que sufre este hermoso territorio desde su descu-brimiento. — Y mientras que admiro como el que más las glorias que registran la historia de España; mientras aplaudo el heroísmo de su pueblo, su laboriosidad, sus virtudes, detesto con toda el alma su execrable conducta seguida con lamentable constancia en estos dominios, el sistema de terror con que siempre nos ha gobernado, el espíritu inicuo que sella todos sus actos con nosotros ejercidos, el vasallaje odioso en que nos ha tenido, la injusticia insoportable con que nos ha tratado, la insaciable avaricia de su administración, y el desprecio e insolencia con que sin merecerlo ha visto a nuestras personas e intereses, pretendiendo por reprobados medios perpetuar aquí su dominación que no había visto nunca amenazada siquiera empleando otro mando más justo y equitativo, más liberal y en armonía perfecta con nuestra índole, con nuestra ilustración, con los progresos de la época, con las urgencias de la civilización, con su propia conveniencia y con su mismo decoro.

Si obedeciendo a su ambición España no quiso mirarnos un momento con la benevolencia que somos merecedores, si obedeciendo a ese sentimiento que condena todo pecho honrado, cerró sus oídos a los consejos repetidos que ha recibido de sociedades conocedoras de nuestras necesidades, si ciego el gobierno español creyó que jamás habríamos de quebrantar las cuerdas que nos ataban al carro de su despotismo y que mansos habíamos de tener inclinada eternamente la cabeza ante su tiranía, se equivocó por completo, como los prueba el grito de guerra lanzado por todos los pueblos de la Isla, con el firme propósito de sacudir el pesado yugo a que estamos ligados y recuperar nuestras libertades o morir en la contienda antes que someternos otra vez al régimen que combatimos, cuya ferocidad se multiplicaría si lograse el triunfo de sus armas. Mediante esta convicción rio escasearemos sacrificios, por cruentos que sean para que este triunfo no lo alcance España y al efecto bastará que nos inspiremos en la perenne conducta que con nosotros ha observado sin interrupción alguna su amargo recuerdo nos alienta para no cejar en nuestros propósitos; téngalo así entendido los que con tanta malicia como audacia me atribuyen la idea de acogerme al indulto.

Campamento El Ramón, en el partido del Cobre, a 24 de Marzo de 1869.

Félix Figueredo.

(«La Revolución: Cuba y Puerto Rico^. Nueva York, 28 de abril de 1869. Página 3.)

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118 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

PARTE DIRIGIDO POR EL GENERAL DONATO DEL MÁRMOL AL GENERAL DE DIVISIÓN FÉLIX FIGUEREDO

República Cubana. División del Ejército Libertador de Cuba.

Con el mayor placer paso a dar cuenta a V. de los importantes hechos que han tenido lugar desde nuestra salida de Guáimaro hasta el presente. En el campamento de Guaramanao, a ocho leguas de Guáimaro, nos encontramos con los oficiales y soldados prisioneros que en número más de cientos había hecho el C. General Vicente García. Dos partidos igualmente numerosos pedían la muerte y la vida de los referidos prisioneros. El General en Jefe, inclinándose al partido de la clemencia, perdonó a todos la vida después de hacerles comprender con cuánta razón y justicia podíamos proceder de otra manera: con los soldados hizo más: les dio la libertad para que volviesen a sus antiguas filas si así lo deseaban; pero todos prefirieron incorporarse a los nuestros, siendo admitidos y armados y dando más tarde admirable resultado.

En el mismo Guaramanao supimos que una columna venía del Puerto del Padre a las Tunas por el camino de Manuebón. El General en Jefe creyó conveniente esperarlos en este punto con los 400 que le acompañaban, más la fuerza mía y unos cien hombres de la división de las Tunas. El General García fue enviado por delante para que tomase- al enemigo la retaguardia y le impidiese así retroceder a Puerto del Padre. Nosotros avanzamos de frente y le aguardamos en el paso del río Maniabón incendiando ante todo las fincas que pudieran servir de campamento. Esto pasaba el jueves 13 del corriente. El enemigo no tardó en presentarse completamente desprevenido, pues venía ya acosado por el General García, que según supimos más tarde le había quitado ya como 50 mochilas y héchole un considerable número de muertos y heridos. Mucho antes de presentarse la columna contraria vino a engrosar la corta fuerza con que le aguardábamos, el General Peralta con 200 hombres. Fue recibido el enemigo con dos brillantes descargas de nuestros soldados, rompiendo a llover fuertemente en aquellos momentos. A pesar de eso, continuó el fuego nutridísimo por espacio de una hora desde las dos orillas opuestas del río y casi enteramente a campo raso. Tuvimos únicamente un herido leve, al paso que hicimos

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119 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA dos prisioneros por quienes luego supimos que en las dos primeras des-

cargas con que fueron sorprendidos se le habían hecho como 60 bajas entre muertos y heridos. Muchas bajas habían de ser realmente porque el enemigo no creyó prudente avanzar, acampando alrededor de una de las casas incendiadas, donde tuvo que sufrir a la intemperie un recio aguacero que duró tres horas.

Nosotros nos retiramos a dos leguas de allí, sobre el mismo camino para esperar de nuevo a los contrarios en su avance a las Tunas. Nos atrincheramos en el otro paso del río y estuvimos aguardando todo el viernes sin que el enemigo se atreviese a avanzar. Debo advertir a V. que el enemigo traía un convoy de 25 carretas custodiadas por 500 hombres, todos voluntarios movilizados, á excepción de una compañía de veteranos; informes que nos dieron los dos prisioneros. El sábado 15 por la mañana supimos que una columna compuesta de 400 hombres, salida de ¡as Tunas, venía por el mismo camino y á distancia ya de dos leguas de los de Maniabón. Apenas se tuvo el tiempo necesario para disponer nuestras fuerzas a recibirla; el enemigo estaba ya a tres cuartos de legua y se rompió el fuego por el General García, quien después de media hora de resistirlos, vino a quedar a retaguardia del enemigo, haciéndole avanzar rápidamente hacia donde yo estaba con los míos: después de algún fuego viene a quedar también a retaguardia con el General García, persiguiéndole ambos hasta que se encontró con las fuerzas del General Peralta que le hizo algunas descargas continuando entonces las tres fuerzas en persecución del enemigo por toda una sabana, por espacio de tres cuartos de leguas. Una copiosa lluvia nos obligó a retirarnos y el enemigo acampó más adelante en un ingenio demolido, donde volvió a sufrir al raso otro recio aguacero de dos horas. A pesar de la fuga de los contrarios, no pudieron impedir que les hiciésemos más de 40 muertos que dejaron tendidos en el camino, presentando el espectáculo más horrible después de la acción.

Los heridos pasaron de 100, según supimos por dos graves que dejaron en el camino, nosotros a pesar de estar constantemente parapetados, tenemos que lamentar la muerte de tres valientes y seis heridos. Apenas habíamos pasado la impresión de la batalla cuando fuimos agradablemente sorprendidos con la nueva feliz del desembarque de la expedición por Mayarí, recibida por el General en Gefe en el intervalo del primero y segundo fuego. Pasada el agua reunía Quesada todas las fuerzas disponiendo que los generales García y E. Mármol con unos 600 hombres

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120 CUADENO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA continuaran hostilizando al enemigo y nosotros nos pusimos en marcha

hacia el lugar del desembarque, trayendo un camino de 45 leguas. A mitad de él tuvimos el gusto de abrazar al valiente y buen patriota cubano, gefe de la expedición que con algunos compañeros se dirigía a Guáimaro. Supimos entonces que traía cerca de 4,000 carabinas de alcance de mil metros, 300 rifles de Remington, que son superiores a todos los otros, 500 revolver de 6 tiros, 12 famosas piezas de artillería de á 12, 24 y 32 y una inmensa cantidad de pertrechos. Además trae la expedición 1,000 lanzas, 1,000 pares de zapatos, otras tantas mudas de ropa, dos imprentas, con todo su material, botiquines y mucho arroz, galleta, carne salada, sal y harina. Todo en fin, para poner en pie de guerra unos 6,000 hombres sin experimentar necesidades algunas. Han venido también cerca de 300 a la orden del General Jordán, entre ellos una compañía de expertos rifleros, algunos artilleros escogidos y buenos médicos.

Cuando habíamos andado las tres cuartas partes del camino tuvimos la noticia de que los españoles habían sorprendido la expedición y capturado el campamento. A pesar de lo que ya nos había informado el jefe de la expedición, nos alarmó esto porque temíamos que pudiera haber habido un nuevo ataque.

Apresuramos velozmente nuestra marcha, habiendo llegado antes de ayer a medio día al Júcaro, supimos entonces lo ocurrido por todos los de la expedición y que ya habían transportado hasta allí la mayor parte del cargamento y continuaba la operación con facilidad. El Júcaro está en la costa del Puerto de Bañes y a media legua del Ramón. He aquí lo que pasó.

Los nuestros ocupaban tres casas en el Ramón; el enemigo sorprendió al amanecer dos de las referidas casas logrando apoderarse de una, haciendo un fuego muy vivo, obligando a los nuestros a reconcentrares en las otras, con 4 de nuestros cañones que había logrado quietarnos; pero no duró mucho su triunfo porque los artilleros, con varios disparos de granada que hicieron con admirable puntería, desalojaron al enemigo de las posiciones que ocupaba, obligándole a retirarse en precipitada fuga y a dejar todo lo que se había robado, exceptuando 6 cajas con ropas y municiones y una con una bandera, que también estaba en dicha casa. Se le hicieron muchos muertos y heridos y uno de los vapores que contribuía a hostilizarnos, recibió tres soberbios balazos

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121 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA de nuestra artillería y se ladeó completamente, retirándose haciendo agua.

El jueves volvieron a desembarcar nuestros enemigos atrincherándose durante la noche fuertemente en el itsmo de la península del Ramón, con la intención de sitiar a los nuestros; cortándoles la única retirada; pero los valientes expedicionarios con un valor extraordinario desalojaron al enemigo de las trincheras que parecían formidables, ocasionándoles sobre 25 muertos y número inmenso de heridos y dispersos que estamos haciendo prisioneros entre los manglares. Durante todos estos días han permanecido tres buques de guerra españoles frente al Ramón, bombardeando lo que ellos creían nuestro campamento y depósito de la expedición, operación inútil, porque todos los efectos han sido retirados a media legua y en su mayor parte están ya en el Júcaro y en este cuartel General. Han acudido más de 2,000 patriotas á extraer la expedición y aún no hemos terminado; pero esperamos hacerlo muy en breve por la actividad con que se trabaja.

Estamos orgullosísimos con el muy valioso cargamento que nos ha venido; armas, pertrechos de todas clases, porción de útiles para la guerra, todo es de superior calidad, las granadas sobre todo y las partes de metralla son considerablemente superiores á las de Valmaseda y está probado ya por la acción del otro día que en sus efectos son incomparablemente más terribles.

Apresuré la marcha a este punto de todos los individuos desarmados porque V. sabe que si nos viniesen 20,000 armas se colocarían de momento y puede calcular V. por lo tanto, lo que se puede tardar en repartir las recién llegadas.

Vienen en la expedición cubanos, americanos, alemanes e hispano americanos, todos gente que promete mucho para el éxito de nuestra causa.

Hemos recibido la noticia oficial de otro desembarque de armas por Nuevitas, estando ya á salvo todo el cargamento, y aun habiéndose empleado también los pertrechos contra la columna de Maniabón; de ésta sólo hemos sabido que intentó continuar su marcha hacia las lunas; pero que fue en breve obligada a replegarse á Maniabón por los generales García y E. Mármol. Considero difícil que logren la conducción del convoy, porque los caminos están poniéndose intransitables y los nuestros no los pierden de vista.

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122 CUADERNO DE CUBA EN 1878 Patria y Libertad. — Bijarú á 22 de Mayo de 1869. P. del General. El Secretario, José R. Villasana.

(La Revolución: Cuba y Puerto Rico. Nueva York, mayo 8. 1969.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A SALVADOR CISNEROS BETANCOURT

República de Cuba. Divon de Cuba.

Co. Presidente de la Cámara de Representantes: Salvador Cisneros Guanimao.

Los prisioneros Francisco Mora y Andrés García correspondientes a la toma de Bayamo; por diferentes veces han presentado instancias se les permita consagrarse a la defensa de nuestra República, y el primero en una de sus instancias negó el extremo de la imputación. La vida del segundo si era que la suerte lo destinaba a morir, y como esta acción hija un corazón grande y generosa es meritoria llamó mi atención de tal manera que cuando fueron juzgados, sentenciados y ejecutados otros prisioneros juzgué prudente esperar una oportunidad a que nuestro Gobierno se penetrase de la petición para que resuelva, y hoy que la (ilegible) nos asegura un triunfo completo, me permito remitir (ilegible) prisioneros ante (roto el documento) Cámara de Representantes que la ilustración de los que la componen (ilegible) resuelva lo que en justicia corresponda.

Mayo 13 de 1869.

P o L.

El Gral.

Félix Figueredo

(Archivo Nacional, Caja 452, No. 100 Fondo Academia de la Historia de Cuba.)

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123 LA GERRA DE CUBA EN 1878

DE FÉLIX FIGUEREDO AL CORONEL MÁXIMO NAVIDAD

Campamento Lajas, Mayo 16 de 1869.

Coronel Máximo Navidad. Muy Señor mío:

He leído, sin querer averiguarlo, que V. intenta la conquista de algún jefe ó de algunos de los que corresponden a la insurrección por medios que yo también he sabido emplear y de los que podré algún día suministrar pruebas a la historia. Ese medio político es, hasta cierto punto, plausible y revela en V. pruebas de tener claro juicio, pero hay un inconveniente para que V. pueda lograr buen fruto y es muy sencillo; ¿ha oído V. ó leído en la historia de los pueblos que puedan ser sofocadas las revoluciones que tienen por objeto la independencia? Creo que no y ésta comprendo será mucho más difícil por haberse complicado con la cuestión de la abolición de la esclavitud y con la mira política que tienen nuestros hermanos de los Estados Unidos en que el gobierno de España pierde el florón de la que fue Corona de España.

Si tuviera tiempo haría a V. una larga carta con intención de probarlo hasta la evidencia que la Isla de Cuba la perderán ustedes y que serán vanos e impotentes los esfuerzos para subyugarla y reducirla al estado en que se hallaba antes de Octubre del 68.

Yo, educado en España, en la Escuela de las Cámaras, Alarcón, Orgoz, Cuello, Rivero, Albaylda, etc., pensaba, cuando vine a la Revolución, y mil veces me repetía que era imposible sostenerla por el carácter de los criollos y por la falta de elementos materiales, no obstante ayudé a predecir a mi amigo Sá del Rey, quien estuvo de gobernador de Jiguaní, que las nubes engrosaban y que sin embargo de no ser aquí posible la Revolución iba a estallar, porque hay causas que Dios protege. Hoy conozco mi error político, pues me convenzo más y más de que la Revolución triunfará y que nada le importa que la traicionen algunos, porque serán pequeñas manchas para ella, y grandes, muy grandes, para los que sabiendo que la vida termina con la muerte se olvidan por un momento de este decreto eterno, y manchan su honra para que la pos-teridad los anatematice, como a Maroto por lo de Vergara y á Dulce por lo de Blazer en el 54.

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124 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

Como Coronel que es V. del Ejército Español, y yo, como General de insurrectos, estamos los dos muy distantes de ser amigos; pero en particular, le puedo ofrecer mis respetos, y V. S. M. atto. S. S.

Félix Figueredo.

(«La Revolución: Cuba y Puerto Rico», Nueva York. 23 de Junio de 1869, p. 3.)

DE LUIS MARCANO A FÉLIX FIGUEREDO

Sevilla, Julio 15 de 1869.

Al Cno General Félix Figueredo. Estimado amigo:

Entrégale la adjunta a Cisneros, participándole que las tropas enemigas han desalojado este puesto y reconcentrándose en el Aserradero, quizás con objeto de proteger los cafetales. Jesús no se encuentra aquí por haber ido con Quesada a La Muía, pero creo que llegará hoy por el camino del Masio a este punto si el enemigo no resuelve otra cosa quedará expedito. Según noticias verbales Modesto Díaz ha resuelto ocupar el campamento de Nagua y tuvo en seguida pc esta vez rechazó al enemigo ¡Gracias al garrafón de pólvora! Sin otro particular dispon de tu amigo y S. S.

Luis Marcano1

(Manuscrito en los fondos de la «Colección Cubana» Biblioteca Nacional.)

Plasencia. Aleida. «Bibliografía de la Guerra de los Diez Años». Biblioteca Nacional «José Martí». La Habana, 1968, p. 128.

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125 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

GRAVEDAD DE ALONSO CISNEROS

División de Cuba

C. General Félix Figueredo. Me encuentro en el lugar de Remanganagua o bien vía Fraijuan con el C.

Alonso Cisneros, y no sé a qué lugar me he de dirigir con fijeza con él, espero V. me dirá cuál es, pues no me atrevo a salir sin saber por estar lo más delicado y traer una marcha muy forzada a consecuencia de sus males y no haber habitaciones donde descansar con seguridad por una sorpresa y es de mucha necesidad su residencia, pues no duerme ni come más que caldo q. es el que lo sostiene avanzándolo a cada rato. Mucha peste en fin V. lo verá, no salgo hasta su determinación, acompaño oficio para el C° General Francisco J. Cisneros.

Dios, P y L. Julio 21 de 1869 José S. Vázquez.1

(Manuscrito en los fondos de la «Colección Cubana» Biblioteca Nacional.) 1 Plasencia . Aleida. «Bibliografía de la Guerra de los Diez Años». Biblioteca Nacional «José

Martí.» La Habana, 1968, p. 397.

DEL GENERAL FÉLIX FIGUEREDO AL GENERAL FRANCISCO JAVIER CISNEROS1

Ejército Libertador. División de Cuba. 2“ Brigada.— Campamento de los Cocos del Caney.—

Julio 30 de 1869

C° Gral. Francisco J. Cisneros. Presente.

Estimado amigo.

He recibido uno de los cañones de acero traído por V. en la expedición del Perit, que bajo su mando llegó a nuestras playas y abundando en el pensamiento que anima a V. lo he bautizado con el nombre de

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126 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

«Ponce de León», no sólo en prueba de gratitud a los buenos patricios

Néstor y Rodrigo Ponce de León, que nos regalaron dos de ellos, sino también en memoria de nuestro valiente y malogrado compatriota Alejandro Ponce de León, que tanto se distinguió en los combates de «El Ramón» y de «El Canalito».

Yo espero C° Cisneros que en breve tendremos el gusto de aprovechar los triunfos obtenidos con el cañón «Ponce de León».

Sin más queda su offmo. amigo,

El Gral. Félix Figueredo.

1 Carta manuscrita conservada en la Biblioteca Nacional «José Martí*.

EJÉRCITO LIBERTADOR DE CUBA

C. José Pérez. 24 de Enero de 1869. Cobre.

Acabo de tener una entrevista con el C. General Máximo Gómez, y éste autoriza para ordenar a V. deje tranquilo a los hacendados franceses, y en su lugar se traslade sin pérdida de tiempo a la vuelta de los ingenios para que destruya por medio del incendio las casas de viviendas y los trapiches con sus máquinas, para que de ninguna manera puedan los dueños obtener cosechas con que pagar los voluntarios que de Cuba envían contra nosotros. En este concepto puede V. empezar la obra respetando los sembrados de caña y los frutos, pero queme V. las habitaciones y trapiches con sus máquinas para cumplimentar la orden del General Gómez.1

Félix Figueredo

El texto de esta carta está tomado de la obra «Cuha contra España». (Apuntes para la Historia de la Rebelión en la Isla de Cuba que principió el 10 de Octubre de 1968). por Vicente García-Verdugo, fiscal que ha sido de la Audiencia de Puerto Príncipe. Editada en Madrid en 1869. Imprenta y Librería Universal de los Sres. Crespo. Martín y Cía. Arenal N* 16, Tribulete N* 1. pp. 176-177.

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1870

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PARTE OFICIAL DE LAS TROPAS ESPAÑOLAS

Parte del Comite. Gral. de las tropas en operaciones en el departamento Oriental en Oficio de 5 de Marzo de 1870 al Capitán Gral. de la Isla.

Gaceta del Viernes 11 de Marzo de 1870.

Tan pronto se supo en Cuba la reunión de las partidas del Cobre salieron las contraguerrillas de Matanzas, Bailen, San Quintín y la del Comdte Boet y después de 13 días de continua persecución se les causó 49 muertos varios heridos y cogidos varios prisioneros y 95 personas que sorprendieron— Nuestras bajas consisten en dos heridos.

(Los varios prisioneros que dice el parte. Marcano, Leiva, y mi madre— mi tía Eloina— mi hermana Inés, Cachita mi prima y yo.)

Cario« Fijueredo y del Castillo

Carlos Figueredo y del Castillo.

DE MAXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO Altagracia,

21 de abril de 1870,

C. Félix Figueredo.

Mi nunca olvidado compañero:

Cansado estoy de preguntar por ti, y aunque por vagas noticias he sabido todos tus trópicos y por los que ha pasado toda tu familia y todo me ha sido sensible.

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130 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Vuelvo por fin a Jiguani, después de haber trabajado seis meses en Holguín y cinco en las Tunas, adonde me llamó el Gobierno á una conferencia. De allí se vaciló si se me mandaría para Las Villas, pues de allí me pedían; pero más luego se resolvió que pasara á Jiguani á operar en combinación con el General Díaz, que ya ha marchado con mil hombres sobre Bayamo, ha tomado el Horno y la Muía, y se encuentra sobre la población. Yo estoy organizando mi gente que con tantas luchas y fatigas casi toda venía enferma, para entrar lo más pronto. Diez días hace que he llegado a este lugar y para no estar ocioso y proporcionarme recursos he hecho varias excursiones sobre los campamentos enemigos de la Vuelta, la Verita, y la Caridad y de cuatro- encuentros que las dichas excursiones me han proporcionado, he tenido buenos resultados; en todos he derrotado al enemigo, y en el segundo, que fue en la legua del Sao, me dejaron 4 muertos y cuatro Remingtons de infantería de marina, cuya clase de arma aún no habíamos conocido: son de un magnífico sistema.

Ayer me vinieron á atacar y no sólo no pudieron entrar al campa mentó, sino que en su fuga nos dejaron muertos en el campo un comandante y un teniente, cuyos uniformes hemos recogido; al comandante: lo ha muerto el teniente coronel José Vázquez casi a quema ropa, pues ellos avanzaban con rapidez y se nos venían encima; pero cuando cayó este jefe, retrocedieron y luego los perseguimos como una legua.

Ya se me han incorporado como 50 hombres de Baire Abajo, pues hace 4 días que mandé á Calixto con 100 y todo aquello lo ha registrado y revuelto; hasta los que estaban de ronda se han venido. Con este solo movimiento, el enemigo está recogiendo todos los hombres y se está atrincherando en Jiguani. Los criollos parece que se van desengañando y todos se les están escapando: hasta los Loras, según me han dicho ya están flaqueando.

Parece que la reacción se va operando casi por sí sola. Te ofrezco' que pronto te he de ver fabricando una gran casa en Jiguani, en el mismo solar en que quemaste la otra; pero eso sí, desde ahora te pido que dediques un cuarto para cuando se me antoje pasar por ese pueblo.

Ya me he ocupado un poco de la Revolución y de mi, y bueno será que lo hagas ahora de ti. ¿Qué haces tú? Nada. Sé todo lo que ha pasado, pero todo eso implica poco, yo siempre soy el mismo amigo para ti, aunque un poco mal criado, como luego me dices, y nunca seré inconsecuente con mis antiguos compañeros. Deseo y quiero que estés

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 131

a mi lado, y esto ha de resultar una vez que consiga conquistar terreno donde tú puedas situarte para que puedas seguir prestando tus servicios a la causa. El primer pueblo que se ha de tomar y donde ha de venir a parar nuestro Gobierno es Jaguaní y en él hemos de entrar juntos. Jaguaní fue el primero una vez y lo será otra.

En Las Tunas y el Camagüey opera el enemigo lo mismo que por acá, pero hará tanto como por aquí, no hará más que dominar el terreno que ocupe. Valmaseda por no perder sus millones y sus mal entendidas glorias se irá y el Ejército tan demacrado como está, hasta se sublevará. Las revoluciones como la nuestra, las comparo con el joven que hace ejercicios gimnásticos, que mientras más lucha más se desarrollan sus fuerzas y más se robustece. Nosotros nunca nos aniquilamos, mientras que ese viejo Gobierno sí concluirá, y si se descuida, hasta en la misma España.

Adiós, Félix, hasta pronto que nos veamos. Tu amigo, Máximo.

Tomo VII, p. 406 Revista Cubana, 1888

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1871

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DE FÉLIX FIGUEREDO A MICAELA DEL CASTILLO1

El Bejuco y Setiembre 25 de 1871.

Mí querida Micaela: en mi última te prometí que sería más extenso y cumplo hoy mi palabra con tanto más gusto porque tengo que darte noticias de mucho interés.

Ya te dije que me hallaba junto a Calixto, organizando el ramo de Sanidad Militar, esperando á Gómez de Guantánamo, para marchar luego a Holguín con igual objeto. Por hacer de todo, me embullé con Calixto para ir a Jiguaní á probar fortuna y después de pensado el plan resolvimos atacar la plaza con 400 y pico de hombres. Salimos del Bejuco el 15 por la mañana y por la tarde acampamos en las orillas del río Contramaestre. El 16 continuamos la marcha pasando el río por Bango y fuimos hasta Palmarito, acampando entre el potrero de Uber y la estancia de Juan Antonio Fuentes (ya muerto). El 17 por la tarde, después que paró de llover, mandó Calixto formar y después de una arenga ,corta, en que les dijo que íbamos á atacar un pueblo lleno de mujeres, ancianos y niños, sería muy severo con el que ofendiera uno de esos seres, que el objeto era matar los soldados españoles que guarnecían la plaza y saquearle. Se dieron vivas a Cuba independiente y emprendimos marcha con dirección a Jiguaní. A las 9 de la noche se hizo alto en Santa Cruz, camino real de Holguín, y después de dar ¡as órdenes á todos los jefes subalternos y de un descanso de dos horas, continuamos marcha por el mismo camino. Entre doce y una de la noche se situó Calixto (y yo junto á él), en la calle del Monte, detrás de la casa de Lucía Bustamante, para ver desfilar la fuerza que silenciosamente penetraba en la plaza en el orden siguiente: El comandante Benjamín Ramírez con 50 hombres por la entrada de Holguín, para ocupar las casas de Pren; 1“ de las Villas

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136 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA guiados por el Capitán Agustín Acosta. El capitán Miguel Ruiz, guiado por

Fernando Zamora (hijo de Mariano), con el teniente coronel Camilo Sánchez y su fuerza para tomar la casa de Santiago Dellundé. El teniente coronel Martín Sierra (colombiano), comandante Salvador Rosado, capitán Tuni Venero y una fuerza a las órdenes del 1?, guiado por Wenceslao Saladrigas, para tomar y destruir el hospital establecido en la de los Trinchet. El mismo Saladrigas, con otra fuerza para que ocupara la casa-tienda de la viuda de Carretero. El capitán Pancho Reyes con su compañía, conducido por Juan Noallas para que tomasen los patios de las casas de Barandiaran y José Baró. El capitán Esteban Arias con los prácticos Cheché Rodríguez y Máximo Fuentes y una fuerza de 20 y pico de hombres, para tomar la casilla del telégrafo y penetrar en la casa de Gobierno por el fondo. El comandante Amor Muñoz con su fuerza y de práctico a Desiderio (hijo de Teresoma), para tomar la Cárcel. Y Calixto con su escolta, ayudantes Esteban García, Manuel Torres, Sancho Fonseca, Félix Méndez y yo, para llegar hasta la casa del celador y casa de alto. En el orden enumerado penetramos de repente en la población cuya guarnición y habitantes no estaban prevenidos por el sigilo con que se hizo; tomó cada jefe la posición ordenada, rompiendo un fuego terrible para llevar a cabo la obra. Dio la maldita casualidad que en la tarde había llegado un gran convoy custodiado por 200 hombres de Bailén, de manera que, contando nosotros el batir 100 hombres, nos encontramos con una fuerza fuerte de más de 400 que defendían la plaza; pero a pesar de esto, era indispensable en aquel trance lograr el objeto; los nuestros, alentados por los Jefes, no se acobardaron, ocuparon algunos las posiciones indicadas y empezó la matanza.

Contar los hechos en particular no me es posible, porque los hubo muy variados y muy heroicos, pero puedo referirte algunos. El comandante Benjamín Ramírez, que creyó ocupar casas habitadas por familias, tuvo que tomar un cuartel planteado en la esquina de Joaquín Ramos, logrando tomarlo a viva fuerza: mató 8 soldados, los demás huyeron y encontró dentro 60 hamacas, mochilas, armas, prendas de ropa, de oro, dinero y otras cosas. Llevaba un niño de apellido Biera, que cortó los hicos de cinco hamacas y decía después: «Yo que busco un muchacho para matarlo, no lo encuentro. Benjamín se retiró con siete heridas de balines, causadas por un disparo a quema ropa. Dejó su fuerza á cargo de un capitán. Esteban Arias y los suyos mataron al telegrafista y llegaron hasta la casa del gobernador, que salió huyendo sin que supiera por dónde. Allí también llegó el valiente Comandante Amor, después

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137 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

de hacer un fuego terrible sobre la Cárcel. El invicto capitán Ruíz junto con

el arrojado Fernando Zamora, fueron a la casa de Santiago Dellundé, rompieron las puertas, y se hallaron con un bien surtido establecimiento que pertenecía a los Estévez; desde adentro les hicieron fuego, y no obstante, penetraron en él matando un dependiente, mas no cogieron a los dueños porque parece se fugaron por el patio. Saquearon el establecimiento cargando a todos los que allí fueron de ropa hecha, telas, chorizos, jamones, sardinas y otras muchas cosas y saltaron con una hacha la caja llena de valores. Después le dieron fuego a todo, perjudicándoles en más de 80,000 pesos, Pancho Reyes (de la Seca), Juan Noallas y toda la compañía, hicieron prodigios de valor, mataron a muchos y después dieron fuego al barrio de los Onices. Yo fui junto con Calixto hasta la casa del Celador, junto a la plaza, pero viendo herido a Desiderio, el hijo de Teresona, y a otros, me puse a recogerlos y los saqué para el potrero de Ramón García, donde me dediqué a curarlos. El teniente coronel Sierra, (colombiano) y Salvador Rosado, se portaron bien, mas no lograron su intento ni pudieron efectuar del todo la orden de Calixto, porque quien los guiaba los dejó solos, y ellos no conocían las calles ni el sitio que se les designó. Calixto con una admirable energía y resolución a toda prueba, lanzaba la gente contra el enemigo, y entre los de su escolta iba el moreno Juan Castellanos (que fue de Potrias)-quien por su sola mano mató 5 enemigos. El negrito Daniel Blanco, que era un movilizado terrible, fue muerto a machete. Cayó también Isidro Lora. Los españoles volvérnosle locos, unos iban a refugiarse al castillo de la Loma, otros se metían entre los nuestros y en cuanto eran conocidos morían a tiros ó al machete, algunos creyendo salvarse tomaban nuestra contraseña que era «Fuera Santiago», pero no les valía. Todas estas escenas, algunas pasaban a oscuras, y otras al resplandor de las casas incendiadas. El castillo de la Loma nos hacía disparos, y en las calles y casas nos arrojaban granadas de mano. Después de dos horas y media de combate, pero cuerpo a cuerpo, se saquearon tiendas, cuarteles, casilla del telégrafo, casa de Gobierno, y casas, y después que se incendió casi toda la población, mandó Calixto tocar retirada, que se ejecutó con el mayor orden. Nuestros soldados salieron cargados, y en la salida cogieron también caballos y reses. Era el punto de reunión el potrero de Ramón García, donde estuvo la casa conocida por las Delicias. La retirada tuvo lugar como a las tres y media, y la hicimos conduciendo 26 heridos que nos hicieron,

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138 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

llegando nosotros al campamento de Palmarito como a las 9 de la mañana.

Por otra parte el capitán Cristóbal Rodríguez (alias el Ratón), fue destinado para atacar un destacamento situado en el potrero de Ignacio Casas. Esta operación tenía por objeto, que no recibiera auxilio la plaza de Jiguaní. El Rodríguez atacó el destacamento en cuanto oyó los primeros fuegos de Jiguaní y sostuvo el ataque durante tres horas. No logró destruir las casas, porque los soldados habían construido una casa-torre y eran mayor número que los nuestros.

Resumiendo lo que acabo de relatar, sucedió, que tomamos la plaza por asalto á media noche, que fue saqueada é incendiada sin que bastara para estorbarlo la defensa que hicieron 400 hombres, más bien más que menos, que la ocupaban, ni el fuerte de la Loma con sus disparos de cañón: que se les hicieron 200 muertos y heridos, y que se les tomaron como 20 mil pesos en oro, ropa y víveres; que se les cogieron 40 armas de fuego y muchos machetes, mochilas, hamacas, cruces, sombreros, papeles y otros objetos de militares y empleados.

Vamos a la segunda parte, tanto ó más interesante que la primera. Tranquilos en nuestro campamento de Palmarito, estábamos el día de la victoria, disfrutando a placer de sabrosos manjares, que de mucho tiempo atrás ni veíamos ni catábamos. Las chuletas de carnero, las sardinas de Nantes, chorizos extremeños, los espárragos, el arroz, dulce de almendras, chocolate; todo abundaba y todo se vendía y regalaba y en medio de tanta abundancia se paseaban nuestros soldados, vestidos con levitas, chaqués, chaquetas, otros de etiqueta y otros con ropas militares españoles de alta graduación; cuando empezamos a oír disparos de cañón, sobre las cuatro de la tarde. Esta novedad nos dio el alerta, y a poco vinieron partes de nuestras avanzadas, a decirnos que el enemigo nos atacaba, lo que en efecto, era cierto, porque empezamos a oír el fuego de fusilería. Delicada presentóse la cuestión, pues era preciso salvar en primera los heridos y seguidamente el botín; botín que bajo ningún concepto debíamos perder porque fuimos con la columna casi desnuda a Jiguaní y des-pués, todos teníamos ropas. Dispuso Calixto para salvar la situación se apostara una parte de la fuerza por donde ellos venían para contenerlos, y que retiraran los heridos y los efectos nuestros, al centro de un monte espeso; esto se hizo instantáneamente. Los españoles venían como perros rabiosos y borrachos en concepto de todos. Avanzaban a paso de carga bajo un fuego mortífero y por tres veces fueron rechazados. Como casi

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la totalidad de nuestra fuerza se hallaba ocupada en salvar los heridos y el

convoy, se les dejó el campamento después de dos horas y media de combate; la retirada se hizo en general al aproximarse la noche y se verificó en buen orden, sin perder ni dejarles un alfiler, de lo tomado en Jiguaní, pero tuvimos el sentimiento de perder al valiente comandante Amor (español), que murió batiéndose como un toro; murió también Eustaquio Rodríguez y tuvimos un herido; es decir, un total de tres bajas. Fue la retirada a media legua del sitio de la acción y al siguiente día, por la mañana, salieron dos exploradores nuestros a practicar un reconocimiento que dio por resultado el saber que terminado el fuego de la tarde anterior se volvieron para Jiguaní los enemigos; dejando el ca-mino lleno de sangre, hilas, trapos y muchas señales que indicaban habían sufrido gran número de bajas que seguramente quisieron ocultar a los ojos del pueblo, entrando a media noche.

No teníamos en Jiguaní medios ni buen local para colocar nuestros heridos y estas razones nos aconsejaron dejar la jurisdicción. Pasamos el Cauto por el paso la Yuraguana, seguimos por Naranjo, Sabanillo, Pedregalón, el Salto, Vega de Don Marcos, llegando a este campamento el día 23, que cumplía 8 de nuestra salida. He aquí la historia en compendio de lo sucedido en los días que duró nuestra marcha y regreso.

El asalto, toma, saqueo é incendio de la plaza de Jiguaní, ha producido un cambio satisfactorio en nuestra gente y de un efecto moral imponderable. Calixto García se ha llenado de gloria, y por Dios que más lo merece porque dirigió la acción y verificó la marcha apenas salió de unas fiebres intermitentes que padecía: á esto se agrega que tiene dos úlceras en las piernas hace muchos meses, y que su brazo izquierdo ha perdido algunos movimientos de resultas del balazo que le dieron en el mismo Jiguaní hace año y medio. A mis ojos tiene tanto o más mérito lo de Jiguaní porque otro hecho igual no se ha visto desde el principio de la guerra. Hubo también la particularidad de ir nosotros en el concepto de tener que batir, cuando más 100 enemigos y nos encontramos con el refuerzo de Badén llegado pocas horas antes, y con los catalanes y gente del comercio que disparaban desde sus establecimientos, á quema ropa. Sin estas contrariedades, queda la plaza por nuestra a los 10 minutos de fuego, pero hubimos de batir mucha fuerza en número igual a la que llevábamos, y para ellos la ventaja de estar en sus casas tranquilos, bien parapetados y alimentados, mientras que nosotros ...............................................................

La victoria alcanzada en Jiguaní ha servido también para alentar a los nuestros de otras jurisdicciones, y tanto es así, que en estos momentos

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140 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA se encuentran aquí 400 hombres de las Villas que ha traído el coronel

Payan para recoger armas y pertrechos; también tenemos otra comisión de las Tunas que ha venido con igual objeto.

El ataque que nos dieron los españoles la tarde del día que salimos de Jiguaní, fue en mi concepto un acto de desesperación y mas lo aseguro porque juzgo que tanto el comercio como el vecindario se echarían sobre el jefe y empleados de la plaza después de la derrota, y que los culpables para mitigar las consecuencias, hicieron un supremo esfuerzo.

(Esta carta de la correspondencia del Dr. Figueredo no tiene firma.)

Los Pasos y Junio 26 de 1872.

Mi querida M.: corrió por ésta una noticia que no dejó de tenernos confundidos: es la de que no damos batallas, ni tomamos pueblos. Se advierte ser un hecho que hasta la fecha no ha sucedido lo uno ni lo otro, pero en pago tenemos una terrible verdad con que contestar a ese argumento. ¿Cuántos soldados españoles han venido a reforzar el ejército de Valmaseda desde que ocupó a Bayamo? Según datos tomados de sus mismos periódicos, pasan de cien mil. ¿Y cuántos quedan? Menos de la tercera parte, ó sean treinta mil. ¿Qué se han hecho, pues los otros? Esta pregunta diariamente la están solventando nuestros soldados y las enfermedades del país. Se hace necesario advertir, que ningún jefe español pudiera como Valmaseda habernos hecho la guerra: él solo, ha reunido más dotes militares que todos juntos; y en política ha desplegado y hecho alarde de un genio verdaderamente diabólico, infernal. En su primera época de apuros, de nosotros mismos sacó un ejército de criollos que a poco más le hacen conseguir el triunfo; pero es lo cierto que hoy, á pesar de sus aparentes ventajas, y de decir sus adeptos que la guerra está reducida a partida de bandoleros, va de falondres, y que muy en breve verá su gloria militar y política envuelta en el polvo de la rabia. ¿De qué le han servido su ocupación militar, ni sus contraguerrillas penetrando en todas partes, ni su oro catalán, ni su política en el exterior, ni sus medios de seducción, ni sus infinitas proclamas, ni su trocha militar y navegación por el Cauto? De nada, porque todo, todo ha venido a estrellarse contra la fe del cubano y el deseo que tienen los negros de ser libres.

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141 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Valmaseda pronosticó que nos iba a coger como lagartos pegados a los

palos, pero no conto con la jutía que lo supo y nos dijo: «aquí me tenéis, defended vuestros derechos: derramad la libertad sobre los esclavos y sobre vosotros mismos, que también lo sois: continuad en la lucha hasta conseguir el triunfo, que nunca os faltaré».

Nuestro ejército de hoy, verdad es, que es más reducido pero no por ello deja de ascender a diez mil hombres: es más fuerte, disciplinado, más guerrero y sufrido, y sobre todo, más puro. Los soldados que lo componen, pueden llamarse verdaderos tipos de la heroicidad y de la virtud; así lo demuestran en todos sus actos: se les conoce que no tienen más objeto sino acabar con los españoles ó arrojarlos fuera del país: pueden citarse uno o más ejemplos que bastarán para probarlo. Sucede muchas veces, que hay escasez de municiones y entonces se les ve desaprenderse de su dinero, de sus alhajas, de su tabaco y hasta de su comida para conseguir parque del que a sus compañeros les queda. Si se ponen a jugar cápsulas con el objeto de conseguirlas ó aumentarlas, no admiten en el juego al que pone dinero: es preciso poner cápsulas: hay soldado nuestro que para no malgastarlas, no dispara si no tiene seguridad de herir ó de matar un enemigo. Se ha visto a un Pancho Aguilera querer desprenderse del único doblón que tenía para comprarlas a otro compañero, y a un Ángel Guerra gastar todo su capital, que eran doce reales, para conseguirlas a real cada tres cápsulas, y a otros empeñarse para no verse precisados a cambiar el Remington por una carabina del sistema antiguo. El día que tengamos las municiones en abundancia serán las consecuencias muy funestas para los españoles.

Estas observaciones que tenía hechas y que dejo escritas, con los ejemplos citados, vienen de perilla y servirán para enrojecer de vergüenza a los que están fuera del país haciendo pingües negocios con expediciones y otras buscas, como las que cita la Crónica de Nueva York del 30 de marzo, dirigida por Ferrer de Couto, donde dice: «que un fulano estaba en Cayo Hueso vendiendo células ó cartas de ciudadanía por el equitativo precio de veinticinco reales cada una».

¡Qué fácil es así hacer ciudadanos cubanos! Mientras que serlo aquí cuesta mucha hambre, muchas llagas y mucha sangre. No hay cuidado, que nuestras victorias nos aseguran el triunfo, y va á llegar pronto el juicio final de esta guerra, y entonces los innumerables y grandes pecadores, serán arrojados al infierno del desprecio y de la execración públicas.

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142 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

Noticias de la Guerra. Jurisdicción de Holguín

Después de la acción de los Berros, el 6 de mayo a media noche, en que los españoles se retiraron dejando algunos muertos y llevándose 19 heridos (según noticias posteriores), se trasladó el Cuartel general para los Pasos, saliendo al mismo tiempo la mitad del 1er. batallón de Holguín, con su comandante José María Peña, para la bahía de Bañes. El día 20 entró en bahía una lancha cañonera, y tan pronto la tuvo Peña bajo sus tiros, le rompieron sus fuegos, hiriendo a la mayor parte de los que estaban en cubierta. El principal objeto era matar al timonel para que el buque perdiera el gobierno y quedase a merced de la fuerte corriente; por espacio de cinco minutos así lo detuvo, pero pasado esto pudo andar y echarse fuera de bahía desde donde disparó algunos cañonazos que no hicieron daño alguno a nuestra gente. Llevaron la noticia a Jibara y Mayarí, lo que dio motivo a que enviaran tropas por mar y tierra en número de 2,000 hombres. El día 24 atacaron al brigadier Calvar en Los Pasos, y después de un fuerte tiroteo de dos horas y media, tomaron las trincheras del campamento que dejaron los nuestros por haber gastado todo el pertrecho. Nuestras bajas fueron tres heridos y un muerto, mientras que ellos quemaron en grandes palizadas 11 cadáveres cuyos cráneos aún se conservan. Al siguiente día, en camino Veguita de Bañes, los esperó Peña en emboscada haciéndoles bajas de consideración. Reunidos los generales García Iñiguez y Calvar, trocharon el mismo día 25 por vereda extraviadas para situarse con las fuerzas entre Bañes y Muías, camino que quería seguir el enemigo; allí se les plantó una emboscada fuerte de 200 hombres, y a no ser por los ladridos de un perro nuestro hubieran caído en ella; trataron entonces de echar alas por derecha e izquierda a media legua dentro del monte; esta fue de los más recio, y viendo ellos que nada conseguían sino tener bajas, dejaron el campo, marchando unos por Muías y otros por el embarcadero de Bañes. Solo tuvimos dos bajas: el sargento Leoncio, herido en un brazo, y un asistente muerto, mientras que ellos las llevaron en gran número a juzgar por la sangre, trapos, hilas y otras cosas que dejaron. Como la pelea duró tres días con algunas horas de intervalo cada día, hubo algunos lances curiosos. El primer día se les plantó la copia de una carta que el general García había mandado al teniente gobernador de Holguín, encargándoles fuera más verídico en sus partes militares, por los embustes que puso en los referentes a los días 5, 11, 12, 13 en Alcalá, y en el

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143 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA mismo palo donde se le puso la copia de la carta, se encontró la contes-

tación que decía: «A Calixto García. 350 ingenieros, marina, León y España, hemos venido aquí para c... en V. y en los c... que manda, por cobardes que no saben batirse como los hombres. El coronel Arias».

El otro fue el siguiente. En medio de la pelea del segundo día, el capitán Benigno Marrero, creyéndose mandar un pelotón de los nuestros, en medio del monte les decía: «¡Avancen, muchachos, por aquí, pronto!»: ellos creyendo a Marrero voluntario, seguían hasta que, uniéndole a Marrero dos de los nuestros, dijeron ellos: «son mambises, ¡fuego!» y sin embargo pudo salvarse Marrero y los otros dos. Tan revueltos estaban los unos con los otros.

El día 31 se retiró el enemigo llevando sus heridos y dejándonos el campo del combate, y como su retirada era anuncio de volver con mayores fuerzas, dispuso Calixto dos operaciones. La primera al mando de los comandantes José María Peña, Miguel Ruíz y Pancho Aguilera con fuerzas de Holguín y Jiguaní, para que atacasen el caserío de Mayarí; y la segunda al mando del teniente coronel Belisario Peralta y comandantes Saladrigas y S. Rosado con medio batallón de Holguín y 1° de Jiguaní, para que fuesen a Corralito y Guabineyón, a quemar el caserío y extraer animales. Salieron ambas fuerzas a los puntos designados, ejecutando Peña la suya el día diez y sin tener baja alguna, mientras que el enemigo tuvo dos muertos vistos, un prisionero que fue fusilado y cogiéndole cinco armas largas con cinco cananas llenas de cápsulas: también se le quemaron algunas casas. La operación de Peralta tuvo efecto el 9 de junio por la noche y se extendió además del Corralito, á San Carlos, Gua-bineyón y Cuevitas, quemándole 40 casas y quitándoles multitud de efectos, con la suerte de no haber tenido tampoco baja alguna.

En la línea occidental de esta jurisdicción, según los partes de Varona (coronel), ha habido encuentros, quita de ganados, tumba del telégrafo y otras operaciones, los días 6, 9 y 15, pero como no las he visto no quiero relatarlas.

Vamos ahora a la importante, que bien podemos llamar heroica acción del Rejondon y Báguano, segunda vez, el día de San Pedro, 29 de junio.

Por nuestros espías sabíamos que el enemigo tenía que transportar un gran convoy de Holguín a Barajagua, y para detenerlo salieron nuestras fuerzas de la Ensenada á apostarse en el camino Real de Barajagua, entre el Rejondon y Báguano. Como el enemigo anticipó su salida, no

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144 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA pudieron los nuestros llegar a tiempo, y sí para esperarlos á su regreso.

Como a las 10 de la mañana del 29 se presentó el enemigo y rompió una de las avanzadas el fuego sobre ellos, que a los primeros disparos echaron sus guerrillas al monte para que avanzase la columna. Acudió el coronel Maceo en ayuda del brigadier Calvar y a las dos horas de fuego empezó una matanza terrible. El número de enemigos sería como de 400, y a las pocas horas ya se contaban en el camino más de ochenta muertos.

El resultado fue que en toda la acción dejaron ellos 115 muertos contados, pues cayeron hasta los jefes, llamado el uno José Martínez Castillo; 146 Remington; 14,000 cápsulas; 52 caballos; infinidad de cananas, maletas llenas de ropa, todos los papeles del Provisional número 1, que llegó a Jibara el 24 de marzo, y del que quedan muy pocos. Por nuestra parte tuvimos 5 muertos (entre ellos el coronel Camilo Sánchez), y 15 heridos, entre los cuales el comandante Pancho Aguilera, pero leve, Joaquín Castellanos, hijo, Jesús Rabí, mi ahijado el capitán José Vicente Hernández y Francisco Cutiño.

Desde Calvar y Maceo hasta el último soldado de los que tomaron parte en esta jornada, se han llenado de gloria. Nuestro gobierno presenció la batalla.

De aquella línea contramarchamos para la Ensenada, y después de campear de nuevo en Los Pasos, salimos el 5 de julio para Sama. A dos leguas del caserío, hicimos alto y pasamos la noche, y el día 6 al amanecer dividido la fuerza en tres columnas penetramos en el caserío a paso de carga. La primera columna la mandaba el general García, apoyado por Modesto Díaz, Calvar y Maceo; la segunda el comandante Peña y la tercera el teniente coronel Guillermo Moneada. Se ocupó como una legua del caserío, y se cogieron 30 prisioneros que fueron pasados por las armas. Se quemó todo el caserío y entre reses y caballos se cogieron más de 250; 30 ó 40 quintales de tabaco, cerdos, aves, otros animales y muchos efectos. El caserío quedó destruido por completo y a sus vecinos se les cogió en plena cosecha. En sus dos trincheras había como 300 hombres; tres veces intentaron salir y otras tantas fueron rechazadas. Hicieron uso del cañón que tenían montado, sin resultado alguno. El total de bajas sería como 60, y por nuestra parte tuvimos 5 muertos y 10 heridos. Entre los muertos figura el capitán Juan de Mata, que siempre se distinguió por su valor y arrojo; y herido el comandante Arcadio Leite Vidal. El día 7 regresamos para Los Pasos, y el enemigo en número crecido, vino con objeto de quitarnos el convoy. Se le conoció

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145 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA la intención porque no quiso atacar el campamento, sino que después de

tirotearse con la avanzada, mandó una columna a ocupar la Veguita de Bañes, punto por donde se mandó retirar el convoy: ya de éste había pasado la mitad cuando se interpuso el enemigo haciendo 10 ó 12 disparos sobre los que pasaban. El grueso de nuestra fuerza, como oyese los disparos, acudió presto, sin embargo de hallarse a legua y media, y llegó tan a tiempo, que más luego hubiera sido tarde. Se trabó la acción con empeño, y después de algunas horas de fuego, cedió el enemigo dejándolos la cureña del cañón, y sin poder quitarnos ni un solo animal. Allí tuvimos un muerto, el teniente Ramón Duany y dos heridos. Los del enemigo no lo sabemos, pero por el reconocimiento del sitio, y por la sangre y su retirada tan de prisa, no obstante que serían 800 hombres, los calculamos en 60 u 80.

Por tan repetidos y brillantes hechos de armas, han ascendido a tenientes coroneles los comandantes José María Peña, Arcadio Leite Vidal, Ramón Marín y Teodoro Lafitte; a comandante el capitán Limbano Sánchez y Amores Mirabal; se han nombrado algunos capitanes y el joven Joaquín Castellanos ha sido promovido a subteniente.

Hasta aquí las últimas operaciones. F.

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1872

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DE CALIXTO GARCÍA A FÉLIX FIGUEREDO

27 de Mayo de 1872.

C. Félix Figueredo. Querido Félix: Pasa á esa el C. Juan Rafael Pérez. Que vengan con él todos

los armados que hay en ese punto, dejando sólo 6 para el cuidado de los heridos.

El enemigo ha marchado para Bañes a embarcar sus heridos en una lancha que está allí, y creo volverá. Esta mañana les ha hecho mucho fuego el comandante Peña en el camino de Tasajeras á Bañes y yo marcho ahora para la bahía con toda la fuerza, á ver si puedo darles un “Báguano”, lo que no creo muy difícil. El punto en que ustedes están me parece bueno; si opinas lo contrario puedes mandar los heridos. Te pondré al corriente de los que hubiere. Tuyo,

Calixto.

Querido Félix: Por los partes que te incluyo verás el bolón que se está formando. Mucho ojo y caña si es preciso para salvar á Cuba de discordias civiles.

Recibe un abrazo de tu hermano, Calixto G. Iñiguez.

PARTE OFICIAL

Mayor General Calixto García íñiguez, Jefe del Departamento de Oriente.

General:

Cumpliendo la orden de usted salí al frente del 2°, 4'-, 5? y 6" batallón de Cuba y 1? de Holguín, á batir al enemigo acampado en los llanos

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150 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

del Yamal. Los contrarios ocupaban una posición ventajosa, eran mayor número y estaban apoyados por dos piezas de artillería. A pesar de todo, confiado en el valor de los nuestros, resolví el ataque, ordenando al teniente coronel Félix Francisco Borrero, que mandase el flanco izquierdo, el derecho al del mismo grado Limbano Sánchez, y ocupando el centro en unión de los tenientes coroneles Prado, Porfidio González y comandante José Maceo, el que tiene la honra de dirigir á usted el parte de este importante hecho de armas. Preparada suficientemente la combinación, dispuse que las respectivas fuerzas avanzasen sin vacilar, á marcha forzada, hasta lanzarlos de sus parapetos. Así fue efectivamente, y hubo tanto arrojo y decisión en los míos, que el enemigo hizo primero esfuerzos para sostenerse, después vaciló, y por fin nos abandonó el lugar y en él muchos cadáveres y algunos heridos. El capitán Martín Traba, del 2“ batallón, con algunos números de ese cuerpo, llegó a penetrar en el convoy, dió muerte a una parte de los que lo custodiaban, entre ellos a un teniente coronel, dispersando a los demás y llevándose 12 rifles Remington, 10 cananas y varios efectos.

Vueltos los españoles de la impresión de aquel momento, se rehicieron y organizados avanzaron sobre nosotros en columna cerrada, cubriéndonos con un fuego nutridísimo de fusilería y haciéndonos varios, disparos de cañón, lo que nos obligó a retirarnos en buen orden, pero batiéndolos siempre con la firmeza y serenidad que caracteriza á nuestro Ejército ya veterano.

Después de conceder un pequeño descanso a los míos, de organizar- los y unir a ellos el batallón del teniente coronel Emilio Noguera, que acababa usted de enviarme con refuerzo, avancé segunda vez, ocupando entonces este jefe el flanco izquierdo, y el derecho el de igual graduación Guillermo Moneada. En el primer empuje se confundieron españoles y cubanos, hasta tal punto, que algunos de los nuestros arrancaron al enemigo el arma de las manos. Terminada aquella lucha reñida nos replegamos sobre el monte más inmediato, á fin de remitir los heridos á ese Cuartel General. Desde allí sostuvimos un nuevo fuego. El enemigo nos hizo diferentes descargas y algunos disparos de cañón.

Ya próxima la noche y habiendo sido auxiliados los españoles por 50 hombres de a caballo y como 100 infantes, enviados —según presumo desde el inmediato campamento de Yara, intentaron venir sobre nuestras posiciones. Mi columna acababa también de ser reforzada por el batallón del teniente coronel Mariano Domínguez, y les salí al encuentro,

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 151

avanzando sobre ellos por toda la sabana. El terreno se disputó palmo a palmo y las dos líneas de fuego se sostuvieron igualmente; pero la escasez de parque de los nuestros —que se me comunicó— me obligó á ordenar a mi gente que se retirara, lo que efectuó sin desmayar sus fuegos y como pudiera hacerlo la tropa mejor disciplinada.

El enemigo nos disparó —durante la acción— 36 cañonazos; dejó en el campo varios oficiales muertos y muchos soldados, pudiendo calcularse en más de 200 bajas. Nosotros sufrimos 10 muertos y 53 heridos: entre los primeros el valiente capitán Martín Traba.

El combate empezó a las 11 y media de la mañana del referido día 4, y terminó á las 7 de la noche. En ese tiempo se ocuparon 15 Remington, 5 revolverse, machete, un magnífico reloj de oro, como 400 cápsulas y algunos equipos.

Jefes, oficiales, clases y soldados se portaron con valor y son dignos de elogio.

Admita usted el testimonio de mi más distinguida consideración y respetos.

El Coronel

Antonio Maceo.

Tomo VII pág. 538. Revista Cubana, 1888

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1873

'

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DE FÉLIX FIGUEREDO A TOMÁS ACOSTA5

Pedregalón y Marzo 23 de 1873.

Amigo mío: hace algún tiempo que nada decía a V. de nuestra guerra, mis ocupaciones y otros motivos secretos eran la causa de mi silencio, más ahora creo de alguna importancia comunicarle los últimos acontecimientos, para que V. y el público sepan la verdad de lo que pasa, á despecho de los partes que dan los españoles con los cuales tratan de ocultar los asuntos de esta Isla.

Desde que arribó la última expedición Agüero, se suspendieron en los Distritos de Holguín y Cuba las operaciones, por nuestra parte, ocupándose solo nuestras tropas en la traslación de los materiales de guerra para los puntos designados por nuestro gobierno y general jefe del Departamento, operación llevada a cabo felizmente sin interrupción por parte del enemigo que no ha dado señales de existencia. Concluida la operación supimos la llegada a Cuba del repórter del Herald, Mr. O’kely; por medio de nuestros agentes secretos, descubrimos que era su misión estudiar nuestra guerra y esclarecer la verdad en reemplazo de Mr. Henderson que se marchó de Cuba, temiendo alguna trama española, de las muy comunes entre los malagueños del barrio del Perchal ó de los curros en el de la Viña. Sucedió pues, que puestos en comunicación con el referido señor O’Kely y sin necesidad de los 2,000 hombres que aseguran, le ofrecía el comandante general de la ciudad de Cuba para que lo acompañasen en su excursión; salió de aquella plaza atravesando ocultamente los puertos, ingenios del Perú y San Juan de Wilson, hasta llegar primero a uno de nuestros pequeños campamentos, de donde fue escoltado por un comandante y 40 hombres que lo condujeron por el Caobal y Salado a nuestro cuartel general, a la sazón establecido en la margen derecha del Contramaestre en la hacienda Dos Ríos.

5 En Kingston, Jamaica. 5 Francisco Maceo Osorio.

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156 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

No sé el efecto que causaría a Mr. O’Kely la vista de nuestro campamento con cinco calles y más de trescientos ranchos cobijados con yerba de Guinea pero lo que sí aseguro que desde aquel momento separó de su imaginación la idea que han hecho creer los españoles de que nosotros sólo habitábamos el interior de los bosques como si fuéramos jíbaros.

Además del movimiento constante de los seis batallones, que después de los toques de diana y fajina salían a proveerse de jutías y viandas, sin necesidad de administración militar con almacenes y ...................................como les acontece a los españoles, se daban por la noche bailes con la música que sacamos de Holguín, á los que concurrían multitud de mujeres de nuestros soldados y oficiales, que viven perfectamente, estando ya bien acostumbradas a los trabajos y fatigas de la guerra. Desde el 1 de Febrero hasta el 3 de Marzo, permaneció el cuartel general en Dos Ríos, próximo al campamento español, situado en la Venta de Casanova, sin que nadie nos molestara, a pesar de nuestra música y del merodeo de nuestra gente por las cercanías del dichoso campamento: que están ansiosos de verlo libre como a Baire Abajo, Vuelta, Yaya, Muías y muchos otros que van desocupando.

El repórter Mr. O’Kely, me parece ser hombre que no se lleva por lo que le dicen, sino que todo lo ve por sí y lo estudia, sacando de todo preciosos apuntes, y en verdad nos alegramos que así suceda. Por sus ojos ha visto salir a nuestros soldados y asistentes después del toque de fajina, y regresar a las 4 ó 6 horas con sus jolongos lleno de jutías, boniatos, clavo, canela, culandro y otras especies para condimentar sus comidas; á otros cargados de haces de caña, caturos de miel de abejas para tomar el «Cuba Libre», y algunas con venados, peces, cerdos, etc. ¡Qué tierra para suministrar municiones de boca con que hacer la guerra de Independencia! Han pasado cinco años que no se trabaja y siempre tenemos que comer. Días hay que entran en el campamento 500 jutías, que por término medio rinden 3,000 libras de carne.

Ahora voy a dar a V. pormenores de la apertura de la nueva campaña. El de Marzo, después del toque de Diana, puso el general García íñiguez la

fuerza en marcha para la jurisdicción de Jiguaní, por lo que fue preciso atravesar el río Contramaestre. La columna, compuesta de 5 batallones y dos escoltas, constaría de 700 armas. Llevaba la vanguardia el 1? de Jiguaní, en el centro el cuartel general incluso Mr. O’Kely,

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 157

y la retaguardia a cargo del brigadier Calvar con 3 batallones de Holguín. Como a las 3 de la tarde llegamos y acampamos a una legua de Jiguaní, en el punto denominado el Cañadón, situando la mitad de la fuerza en una pequeña altura en forma de media herraduda, y la otra mitad detrás de un campo de yerba de Guinea con la espalda a un bosque en su mayor parte de guáimaros. Dispuso el general García íñiguez que el teniente coronel Saladrigas, con su batallón, fuera a la población de Jiguaní a provocar a los españoles, y se retirara para la posición que ocupábamos a fin de que le siguieran por el rastro, según costumbre en el enemigo después de la retirada. Por la noche como a las diez, penetró el batallón en la población sosteniendo un fuego de dos horas, retirándose después de haber hecho bajas, y por nuestra parte 2 muertos y cinco heridos. Notó Saladrigas y los asaltantes, que dos calles de la población tenían vacías las habitaciones, lo que confirmaba las noticias que nos diera un prisionero, que a la caída de la tarde cumplían las familias con la orden de abandonar sus casas y refugiarse en la plaza, ó detrás de las trincheras que han construido en las boca-calles que dan a la plaza. Esto dará a V. una idea de la poca protección que pueden los españoles brindar a las familias y comercio en los poblados, y sin embargo, siempre quieren andar persiguiendo familias por los campos.

Anudando la narración, diré a V. que el día siguiente, que fue el 4, colocadas nuestras fuerzas en los puntos designados nos pasamos el día y la noche esperando al enemigo para ver si caía en el lazo. El día 5 se dio la orden al teniente Carlos Suárez para que con 40 hombres fuera al potrero de Ignacio Casas á buscar ganado. Después de salir de las avanzadas notó huellas del enemigo, y del reconocimiento resultó que aquel vino de Jiguaní en la mañana del 5 en número de 200 ó poco menos: se situó a 200 metros de nuestra avanzada, estuvo ahí emboscado y se retiró poco después sin disparar un tiro, ni dejarse sentir. Continuó su marcha el teniente Suárez, llegó al potrero, que sólo dista un kilóme-tro de Jiguaní; mató 6 ú 8 reses a tiros, y regresó a media noche sin novedad alguna, a pesar de la guarnición española que tiene la mencionada finca. Mr. O’Kely dudaba que los españoles estuviesen tan anonadados, que llegaran hasta nuestra avanzada sin batirse y que se dejaran sacar el ganado sin estorbarlo, por lo que ordenó el general G. íñiguez fuese el teniente coronel Limbano Sánchez, con 100 armas y algunos asistentes a la misma finca a destruirla y quitarle más ganado. Se puso en marcha la pequeña columna el 6 a medio día y llegaron al potrero de Casas a las 4 de la tarde.

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158 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Ya en la finca dispuso el coronel Sánchez, la demolición de la cerca del fondo en la extensión de una legua, y al efecto, con los maderos de la misma, se hicieron 113 hogueras; hecho esto, entró toda la gente de armas al potrero, haciendo fuego nutrido sobre el ganado; allí mataron 150 reses e hirieron doble número, sin que la guarnición del destacamento quisiese salir de la torre óptica que tienen construida junto a las casas de la finca. Nuestra gente no perdía el tiempo, pues de las reses muertas descuartizaban algunas para llenar sus jolongos, así estuvieron hasta altas horas de la noche, en que concluida aquella operación, mandóse tocar llamada para emprender la retirada. Mientras la fuerza se ordenaba, vino el enemigo favorecido por la oscuridad de la noche a parapetarse detrás de una cerca del camino, lo cual ignoraban los nuestros, por manera que, al moverse la columna, sufrió una descarga cerrada a quema ropa; afortunadamente sólo cayeron heridos los caballos del teniente C.S. que iba de práctico y el del capitán Pedro Vázquez, joven natural de Holguín, de 22 años, que marchaba a la cabeza. Estos sin trastornarse, contestaron el fuego y mientras lo sostenían junto con los primeros de la columna, dispuso el coronel Sánchez tirar los jolongos a tierra, desplegar la fuerza y que avanzase sobre la cerca donde estaba el enemigo. Nuestra gente avanzó con empuje, apoderándose inmediatamente de la cerca, en donde se empeñó la lucha cuerpo a cuerpo: fue tan recia que el enemigo no pudo sostenerse y mucho menos al oír las voces de: «¡al machete!». Entonces emprendieron la fuga dejando 25 cadáveres, y la persecución sobre los españoles por el potrero era igual a como la había sido antes con el ganado. Dio por resultado después de concluida la acción que el enemigo tuvo 25 muertos contados y muchos heridos, quedando en poder de nuestra gente 25 cananas con 1,300 cápsulas, 16 Remington, 1 carabina, 1 machete, 3 cornetas, medallas y varios papeles, figurando entre los que se le quitaron a un sargento una carta que iba- a dirigir a su padre, a España, dándole cuenta que la insurrección está como el primer día. Tanto las medallas como la carta se le han regalado a Mr. O’Kely, por si quiere darle publicidad en el Herald. Nuestras bajas consistieron en la muerte del sargento Quinterio Díaz y 8 heridos; es de más gravedad el capitán Pedro Vázquez. Este joven al sentir herido su caballo en la primera descarga, echó pie a tierra, hizo fuego y recibió un balazo en un muslo que le quebró el fémur; a su lado lo fue igualmente el sargento Solís, pero como lo fue leve, le dijo Vázquez: «Sálvate tú, que puedes caminar, pero antes pégame un tiro para no caer sino muerto en poder de los españoles».

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 159

Por fortuna, fue nuestra la victoria y ambos están hoy salvos y en vías de

curación. La columna dirigida por el teniente coronel Sánchez, regresó a la madrugada

para nuestro campamento del Cañadón, trayendo los trofeos de la victoria y carne suficiente para toda la fuerza.

El triunfo alcanzado sobre los españoles en el potrero Retiro, de la propiedad del comerciante Casas, dio una verdadera idea al repórter Mr. O’Kely, del arrojo, valor y decisión de nuestros soldados cubanos y como segunda prueba .de lo que valen los partes españoles.

Jiguaní, en toda su jurisdicción muy abundante en potreros sólo tenía el del Retiro, por tan próximo al pueblo, para depositar sus ganados, ahora veremos donde los coloca para sostenerse, porque a mayor distancia caerán en poder de nuestros majases. La plaza de Jiguaní tendrá que evacuarla, ó sostenerse a fuerza de tocino, garbanzos, etc, traídos de Cuba. He preguntado a J. Cutiño, que se nos pasó con su familia, cuanto valía en Jiguaní una libra de carne, y por respuesta me contestó: «Dicen que la vendan a cuatro reales», lo que significa que ni él, ni las familias pobres, la comen hace mucho tiempo.

El día 7, después del toque de diana, manifestó el Sr. de O’Kely deseos de continuar marcha para verse con el Presidente, y para darle gusto, dispuso el general García Iñiguez saliese a escoltarlo el batallón de Mayarí hasta el Macio, y de este punto, que solo fuese el teniente coronel B. Ramírez con 10 números. Salieron la misma mañana pasando por las Piedras, camino de Baire y Rinconada, mientras que nosotros nos retiramos para Dos-Ríos, donde al tercer día supimos que ya O’Kely, quedaba junto al Presidente en las cercanías de Guiza.- Dejaba olvidado que al despedirse Mr. O’Kely, nos hizo que le pusiéramos cada uno, un recuerdo en su Album de viaje.

Al regreso del Cañadón enfermó gravemente el general García íñiguez, razón que nos obligó a asistirle y suspender las nuevas operaciones proyectadas. En el intermedio de la enfermedad del Mayor y también del segundo brigadier Calvar, se tuvo noticias de que una columna española seguía al coronel Maceo que bajaba de la jurisdicción de Guantánamo. Dos encuentros tuvieron Maceo con la referida columna en las márgenes del Cauto, Barrancas y Arroyo-Blanco, haciéndole pocas bajas por la escasez de parque, pero que no bajaron de 29, según un presentado de Palma Soriano, mientras que Maceo sólo tuvo dos heridos y un muerto. Llegó Maceo con su columna el día 12 a Dos Ríos, y al tercer día se presentó

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160 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

por la jurisdicción de Jiguaní una columna como de 300 hombres y una pieza, acampando en la Jutía, cerca de la Vuelta, campamento abandonado por ellos.

Como el mayor íñiguez y el segundo Calvar estaban enfermos quedó el coronel Maceo hecho cargo de batirse, y al efecto, colocó la fuerza en orden de batalla en la margen derecha del Contramaestre. Algunos reconocimientos fueron a provocar a los españoles; pero éstos, después de tirar tres cañonazos desde la orilla opuesta y frente a Dos Ríos, se corrieron a la izquierda, sin querer empeñar la acción y fueron a acampar a Bungo: allí fue una pequeña fuerza a tirotearlos, y otra a Baire-Abajo, por donde se escurrieron para Jiguaní.

Marcha el correo y no quiero dejar la pluma sin decirle algo de los últimos acontecimientos; dejando para otra carta, el juicio que nos merece la lectura de los periódicos, con el establecimiento de la República en España.

El día 22 estábamos acampados en las márgenes del Cauto y Contramaestre en el punto nombrado las Dos Bocas. Llegaron diferentes espías con noticias de que nuestros vianderos fueron sorprendidos y dispersados en Yara. El cuartel general estaba con sólo 50 hombres armados, por haber salido el teniente coronel Limbano Sánchez a las cercanías de Holguín a efectuar una operación secundaria. Los vianderos dispersos fueron reuniéndose poco a poco y no tuvimos que lamentar ninguna pérdida.

F.F.

DE FÉLIX FIGUEREDO A TOMÁS ACOSTA Y NARIÑO. KINGSTON

Pedregalón, abril 1? de 1873.

Mi estimado amigo: En mi anterior prometía V. la continuación con los pormenores de lo que fuese ocurriendo en estos distritos de Cuba y Holguín, por estar el departamento militar á cargo del mayor García Iñiguez, con quien estoy reunido: algo de lo que fuese sabiendo de los otros y también dejé en suspenso la relación con el resultado de la operación secundaria encargada al teniente coronel Limbano Sánchez.

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Antes de todo permítame decirle, que nuestro agente en Jiguaní nos asegura, que en la acción del potrero Retiro, cayeron 30 españoles muertos, doble número de heridos, y que el ganado fue diezmado.

La operación secundaria ejecutada por el teniente coronel Sánchez tuvo efecto en la noche del 26 de marzo, pasado, en el ingenio Santa Lucía ó Guabajaney, de la propiedad de D. Rafael L. Sánchez. Esta finca situada entre Fray Benito, Jibara y la costa, tenía una pequeña guarnición como de 30 hombres, entre movilizados y españoles, cuando fue asaltada. El teniente coronel Sánchez, burlando la vigilancia de Sao Arriba, Fray Benito y otros campamentos, de improviso cayó sobre ella y a pesar de sus trincheras y casa-fuerte pudo ocuparla; encerrando con una parte de su columna a los que la defendían en la casa-fuerte y haciéndeles fuego por sus mismas aspilleras; mientras que los otros se ocupaban en recoger todos los útiles, concluyendo por incendiar todas las fincas de manipostería y teja, excepto la casa-fuerte. Se utilizaron 21 caballerías, algunos bueyes y otros animales. Los campos de caña no pudieron quemarse por la lluvia que había caído. Cerca del amanecer retiráronse los asaltantes, y un pequeño refuerzo español, que acudió en socorro, tuvo que atrincherarse al romper el fuego los nuestros. Sus bajas no pudieron calcularse por la oscuridad de la noche y por habérsele hecho dentro de sus muros. Las nuestras lo fueron en número de 6 heridos, pero tan leves, que ninguno necesitó camilla.

La finca mencionada era considerada con la segunda de la jurisdicción de Holguín, en importancia: De manera que el teniente coronel Sánchez le ha quitado a su dueño un peso enorme de la cabeza, con habérselas quemado: porque el ayuntamiento de Holguín, separado de la contribución que pagaba al gobierno español, y del sostenimiento de un destacamento, le había impuesto un arbitrio de 450 pesos, según se lee en el periódico de Holguín El Periquero, del 9 de febrero último.

¿Cómo se las compondrán esos benditos propietarios españoles para pagar contribuciones, destacamentos, jornaleros, empleados y otras gabelas, sin la ñapa de la derrama, para amortizar los 40 millones de pesos duros?

Quisiera me dijeran con franquezza ¿de qué le sirven esos destacamentos en sus fincas, si el día que conviene destruirlas cae sobre ellas la Comuna? ¿No han visto por sus ojos la quema y destrucción de más de tres mil? ¿Qué esperanza a los restantes, si las ponen bajo la protección española, pagándole contribuciones? Y los mismos gobernantes españoles,

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162 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

¿por qué no les dicen que ya no pueden? ¡Sacrificios de dinero y de sangre!, y como siempre inútilmente. Jiguaní con 400 hombres que no pueden rechazarnos, Guiza, Baire-Abajo y Don Bartolo, Dátil, Caño, Zarzal, Ti-arriba, la Socapa, Tiguabo, Indiana, los Alfonso, Guáimaro, Sibanicú, Sao Arriba, San Manuel, Chapala, el Horno, Santa Rita, Holguín, apesar de sus mil hombres con artillería y caballería ............ ¿no les ponen de manifiesto su impotencia?

Si los españoles tan monárquicos, se han convertido en republicanos abolicionistas, ¿por qué no querer que nosotros lo seamos? ¿Por que fuimos colonos? ¿Porque nos alzamos después de tanto hierro y ya cansados de la importación africana en favor de los bolsillos de Concha, Zulueta, Alcaldes Mayores, Fiscales, Gobernadores, Franganillo y comparsa?

Pero ellos no quieren ceder y cada nuevo día siguen los insultos, fu-silamientos, destierros, asesinatos en indefensos, mujeres y niños. Se quejan de nuestra tea y callan que aún mantienen en todo su vigor el célebre bando del Tiburón del Cauto, que logró que por el río de este nombre corra sangre...

Ni un ápice quiere ceder esos republicanos modernos sui generis. No cuentan que en la guerra de Cuba lleven ya perdido seis mil oficiales y ochenta y dos mil soldados, sin incluir los voluntarios...

Pues bien, que sigan trayendo a Cuba españoles que juramos doblar el número, y tras nosotros, nuestros hijos si necesario fuese, que para ellos escribimos la historia y los estamos educando en las repúblicas del Norte y otras americanas.

Ocupémonos del periódico de Holguín, El Periquero, para aclarar algunos hechos.

Publica el núm. 3 de Febrero último, una circular del comandante General Benegasi, para que el celador (de la ciudad), y capitanes Pedáneos (que no conocemos), busquen y capturen a 14 soldados españoles que desertaron, poniendo a continuación sus filiaciones. ¿Será verdad que tanto los 14 como otros 9 y varios confinados, se han desertado? Pues mucho ojo, que en Santo Domingo fueron las vísperas del abandono.

El mismo Periquero publica otro edicto fechado el 26 de Enero en Mayarí-Abajo, del comandante fiscal D. Juan M. Romero, llamando por término de 30 días a los paisanos voluntarios Cancio Reyes, Francisco Parra, Cristóbal, Simón y Tomas Ávila, Manuel Duany y otros, hasta el completo de 19 desertores.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 163

Es en vano se moleste ese señor fiscal porque todos ellos, más otros cuatro que suman 23 arrepentidos, se pasaron a nuestras filas con armas y municiones, y lejos de obedecer están dispuestos a contestarle con los mismos argumentos de que dieron brillantes pruebas en las acciones del Retiro, Jiguaní, Bungo y Guabajaney.

En mi carta del 29 de junio del año próximo pasado, juzgando a Val maseda dije: que la ocupación militar, según su método, nos era favora ble, porque en los campamentos abandonados encontrábamos sobrados frutos para continuar la guerra. Hoy viro de rumbo y digo: que los criollos que cogieron para ayudar a pacificar el territorio y exterminarnos, nos los están devolviendo disciplinados, armados y aguerridos. Cancio y Reyes y sus 22 compañeros de Mayarí-Abajo, Lico León con todos los de Guiza, los de San Ramón, el Caño, Jiguaní, los del Camagüey, 26 que se nos han pasado de las Tunas con 17 rifles y 2,000 cápsulas y los que diariamente se nos pasan porque la reacción está siendo un hecho, son testimonios evidentes que justifican mi opinión. Aún hay más.

El brigadier Marcos García y el coronel Spotorno, procedente de las Villas y Camagüey, llegaron a nuestro cuartel general de paso para el Gobierno. Junto con ellos vinieron tres franceses, Clod, Parpillon, Fran- cois Bone-hone y Vicent Jean, recién llegados de España formando parte de un refuerzo que llegó a Nuevitas. Cuentan estos infelices que por pertenecer a la Comuna huyeron de Francia refugiándose en Barcelona, que allí los indujeron pasasen a la Habana, para ganar un duro diario torciendo cigarrillos. Como aceptaron los transportaron a Cádiz, embarcándolo para Nuevitas, cambiándoles de antemano sus nombres verdaderos por nombres españoles y haciéndoles vestir la blusa azul militar, los diseminaron en los campamentos españoles de esta Isla. Dicen que vinieron 40, pero que sólo ellos tres quedaron juntos. Se han pasado a nosotros jurando vengarse de los españoles, y asegurándonos que prefieren morir entre nosotros, que no estar bajo un pabellón que cobija tantos desmanes.

Abril 4, de 1873.

Sin tener ésta concluida acaba de llegar un extraordinario con pliegos importantes de la Secretaría de la guerra. Las noticias son oficies, y de tal magnitud que debo decírselas antes que otras cosas.

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164 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Parte de las fuerzas de la División de Bayamo, acaban de obtener una victoria

en las cercanías de Manzanillo, 500 españoles fueron rechazados con grandes pérdidas: nuestras bajas sólo hablan de 6 oficiales heridos.

En la misma correspondencia oficial vienen detalles de la sublevación de los campamentos Calcicito y el Congo, y a última hora de Portillo, contra los españoles. Del primer campamento se nos pasaron 100 voluntarios con 70 armas de precisión y 6,000 tiros, dejando escondidas tres cajas de cartuchos que últimamente fue a buscar el comandante Jardín con 70 números armados. Al pasarse los voluntarios a nosotros entregaron atado al jefe español del campamento.

Del Congo salieron a incorporársenos 20 y pico, con sus armas y municiones, y otros quedaron por los montes de la Seiba. Allí se dirigía el teniente coronel Antonio Bello y Comandante Jardín para recogerlos. La sublevación tuvo efecto el 22 de marzo. Cuando aseguró que la reacción está siendo un hecho.

Fuerzas de la División de Bayamo también han quitado un convoy a los españoles con papeles de importancia.

Entre los papeles figura el célebre proceso, no terminado, que una comisión militar española empezó en Guiza el 26 de setiembre pasado contra Diego Jacinto Fonseca, José Antonio Bársaga, Lorenzo Menéndez del Toro, Joaquín Bársaga, Pedro Leiba Quintana, Narciso Rodríguez, Sacramento Odoardo, José Antonio Bársaga, Carlos Bertor y Miniet, Luis Fonseca Palma, Pompeyo Bertor, Ignacio Vázquez, Juan Téllez, Felipe Sánchez Domínguez y Antonio Sánchez D.

El proceso corrió sus trámites: escribieron 100 y pico de fojas en ocho días, hasta el 4 de octubre en que fueron fusilados en el camino de Corralillo los ocho primeros. Los restantes gimen en las cárceles de Bayamo; condenados por la misma sentencia, unos a 6 años de cadena, otros a doce y otros a veinte de reclusión.

El primer delator que aparece en el proceso lo es Juan Bautista Carrasana y después José Arébalo, Francisco Guevara y el negro Juan Almeida.

De los acusados Anténor Sánchez Domínguez fue el único que declaró ser verdad que le hablaron para sublevarse de nuevo contra los españoles residentes en Guiza, pasarlos a cuchillos y pasarse a engrosar las filas de los insurrectos. Las continuas remisiones del proceso a Cuba y la Habana con el objeto de que sus primeras autoridades aprobasen los fallos y otros trámites, dio lugar a que en una de ellas cayera junto con

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el correo en poder de una de nuestras guerrillas tan estupendo manojo. Debo indicarle que como leí el proceso, noté que a los procesados como criollos les pusieron una lista de capitanes españoles para que escogieran sus defensores: entre éstos figuraba el de voluntarios, catalán D. Vicente Más. ¿Quiere V. más? Deduzco que con tribunales de esta clase, compuesto de españoles en Cuba, estando la guerra en su máximum, no escapan en verbo de criollos, ni los de menor edad como Pompeyo Bertor.

No quisiera extenderme en comentarios, pero tan repetidas conjuraciones y levantamientos dicen al mundo terminantemente que en Cuba falleció la dominación española, faltando solamente darle sepultura.

Abril 20

Esta carta quedó en suspenso desde el 4 porque quería ponerlo al corriente de la última operación, que por entre líneas enemigas, hemos llevado a efecto.

Ha de saber V. que en todo el Departamento Oriental, que nosotros llamamos Estado, los españoles hasta ahora dirigían sus esfuerzos a tener asegurados con una línea de fortificaciones el valle de Guantánamo, algunos ingenios de Cuba y Holguín, la línea Occidental que partiendo del Camino Viejo de Jibara, comprende á Auras, la Candelaria, Pedregalón, las Bocas, Uñas, San Andrés &. Como estos partidos son los únicos que pagan al español contribuciones, era indispensable hacerles sentir la guerra, mas, era la empresa atrevida por estar rodeados de fortificaciones y por no haber montes en que guarecerse: a pesar de todo reunió el mayor general García Iñiguez una columna de 1,150 infantes que puso bajo su mando, ayudándole como segundo el brigadier Manuel Calvar y el coronel José N. Maceo, y como jefes suplentes los coroneles Bartolomé Masó y Leonardo del Mármol.

El 5 del corriente, después de diana, emprendimos la marcha pasando por la Guinea y San Francisco, donde hicimos noche; el 6 nos dirigimos á Camasán, permanecimos en dicho punto hasta el 8 por la tarde que salimos para el Guayabal con los prácticos Labrada y Diego Ochoa. Se tomaron precauciones para que el enemigo no nos sintiera, y logrado el objeto, nos pusimos en movimiento el 9 a las cinco de la tarde, con dirección a Mejía: de aquí atravesamos a paso de carga la sabana de Las

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Biajacas torciendo hacia la Piedra Blanca, menos de una legua de Holguín, y más adelante caímos al Camino Viejo de Jibara sin que nadie nos viese. Cerca de las Minas, y en un arroyo, hicimos tres prisioneros que entretenidos en pescar, no nos advirtieron, y en el Lirio cogimos otro prisionero. Del ingenio Guayacán por Auras, vimos algunas familias que se asomaban a vernos pasar y seguramente nos tomaron por españoles, porque no dieron señales de alarma: verdad es que, para que no fracasara la empresa, no las molestamos en nada. Como a un kilómetro de Auras tomaron la nueva carretera cortando inmediatamente la línea telegráfica que pone en comunicación a Jibara con Auras y Holguín. Siguiendo adelante se cogieron unos carreteros que con un tren conducían víveres para Holguín. Con los informes de los prisioneros y llevándolos de prácticos asaltamos entre una y dos de la mañana el pueblo de Auras, que logramos ocupar después de un corto fuego que apagaron nuestros batallones de Cuba, que con Maceo iban de vanguardia. El fuego que nos hicieron fue desde la casa de azotea de Argudín y de la Iglesia: en ambos edificios murieron unos a machetazos y otros a tiros, logrando algunos escaparse, no obstante que Argudín, cuatro dependientes y el teniente de volunta-rios José Bango perecieron en la azotea en medio de las llamas. Todos los criollos fueron respetado lo mismo que los prisioneros que antes habíamos cogido, sin embargo de haber respondido «España». La señal dada por el mayor íñiguez para el saqueo era el toque de fajina, y al oírlo se lanzó toda la columna, incluso los prisioneros, a los establecimientos de comercio cargándose cada cual con los objetos mejores hasta no poder más, terminando por incendiar los indicados establecimientos.

Pasadas cuatro horas, dividió el mayor la columna en dos: tomando la primera con el grueso de la fuerza, y bajo sus órdenes el camino de Casayvas, en dirección a las Bocas. La segunda, al mando del teniente coronel Limbano Sánchez y comandante Pablo Amábile el de Pedregosa, para reunimos en el indicado punto las Bocas. Las retaguardias de ¡as dos columnas llevaban y cumplieron la orden de jr quemando a derecha é izquierda las propiedades españolas que encontrasen a su paso. Cómo a las 9 de la mañana del 10, dimos vista al fuerte que los españoles tienen en las Bocas: la guarnición intentó una salida de embite pero bien pronto fueron dispersos, dejando en poder del teniente coronel Sánchez dos caballos con monturas: Sánchez nos dió cuenta allí mismo que en el camino de Pedregosa había ocupado, saqueado y quemado varios establecimientos españoles. Frente al fuerte de las Bocas dejamos el camino de... y desfilamos por la derecha, pasando a medio

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tiro de Remington de la torre óptica sufriendo ellos nuestros fuegos y contestándonos débilmente. Aquí tuvimos la primera baja, que lo fue el soldado Leoncio Cadet, del sexto batallón de Cuba. Seguimos marcha, y siempre a vista del fuerte hasta llegar al camino del Pezquero, donde hicimos alto después de 22 horas de marcha, fatigas é insomnio.

Creo imposible describir a V. los daños que hicimos al enemigo desde la noche del 9 y el 10. Toda la fuerza y nuestros asistentes se habían cargado de un rico botín, de ropa, víveres, ultramarinos, caballos, bueyes, armas y pertrechos. Por mi parte hice algo porque tomé cinco cajas de cápsulas y cartuchos que repartí entre varios, acompañándome en tan importante operación el comandante Salustiano Serrano y alférez José Calzada. El pertrecho lo encontré en una casa junto al almacén de la casa Argudín.

Sin que el enemigo nos persiguiera, salimos el 11 para Chaparra dejando a la izquierda el fuerte la Yaya, pasamos por el Yarey horas después de haber pasado una contraguerrilla española, y acampamos por la tarde dos leguas antes de Chaparra. El 12 continuamos atravesando Chaparra, camino del embarcadero, y línea telegráfica de Holguín á Maniabón, que fue destruida en parte, de aquí seguimos por la Aguada de la Piedra hasta llegar a la Rosa de la Cana, terrenos de San Antonio, donde hicimos alto. El mayor Iñiguez, en consideración a la fatiga de la marcha y de la inmensa carga, concedió 24 horas de descanso a la columna. El 13 por la mañana se enviaron exploradores a la línea cortada, y como a las 11 regresaron anunciando habían tenido un pequeño tiroteo con el enemigo, sin indicar el número. A las 4 de la tarde se oyeron los fuegos del enemigo con nuestra avanzada de retaguardia, y acto continuo desalojó la impedimenta el cam-pamento con el valioso convoy en dirección opuesta, preparándose a la gente de armas en sus posiciones demarcadas para recibir el enemigo. Los tres batallones de Holguín, mandados el 1" por el teniente coronel Sánchez, el 2° por el teniente coronel Herrera (de Méjico), y el 3- por el comandante Pablo Amábile; les salieron al encuentro empeñando un combate cuerpo a cuerpo. El comandante Silva, joven de 22 años, con fuerzas del 3er batallón de Cuba, marchó a recibirlos y sus fuegos tan certeros obligaban a pedir a los españoles «alto al fuego». Los toques de ataques a los españoles y cubanos hicieron el fuego general avanzando el enemigo por el centro y flancos sin hacer caso de sus bajas numerosas, y al cabo de una hora, ya ocupaban nuestra posición sin impedirlos los nutridos y certeros fuegos de todos los oficiales y batallones

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de los tenientes coroneles Prado, Laffite, Moneada, Torres y 1? de Jiguaní cuyo jefe estaba ausente por enfermo. El mayor íñiguez, Calvar y Maceo, estaba animando a la gente; pero el enemigo en su mayor parte, avanzaba con denuedo despreciando la muerte. Ya habíamos perdido definitivamente al comandante segundo jefe Salustiano Serrano, de color y todo un valiente; al teniente ayudante de Maceo, Vitalino Saavedra, al capitán Juan Tolón, y heridos de gravedad al valiente joven capitán Miguel Masferrer, teniente Marcelo López, alférez Manuel Bravo, capitán Ramón Padilla, que murió después; teniente José Toledano, teniente coronel Mariano Torres, levemente, y otros hasta el completo de 23 bajas, 5 definitivas y 18 de curación. A las 4 de la tarde cesó por completo el fuego por ambas partes, retirándose el enemigo para la Aguada de la Piedra con numerosos muertos y heridos, y nosotros para el camino del Vedado a San Antonio, donde le quitamos el caballo a un correo español, que logró escaparse por el monte. De aquí se enviaron reconocimientos al sitio del combate, con un corneta para recoger nuestros extraviados, y volvieron después de reconocer los rastros del enemigo cubiertos de sangre. Sin ningún disperso, ordenada la fuerza y colocados nuestros heridos en sus hamacas, pasamos al Junco, donde llegamos a media noche, y acampamos para que durmiese la fuerza.

En el combate de la Cana de San Antonio, puede decirse, que ni para cubanos ni para españoles hubo victoria completa, porque ambas partes se retiraron dejando el campo de la acción lleno de sangre. Dado caso de emitir un juicio prudente manifestando a quien correspondía el triunfo, se inclinaría la balanza en favor de nuestras armas; porque ellos vinieron a atacarnos eligiendo un terreno que conocen palmo a palmo, que dista de sus campamentos, lo más una legua, de donde podían ser auxiliados; mientras que nosotros era la vez primera que penetrábamos en este punto, de paso y con fuerza embarazada y con un rico botín, que ninguno quiso perder, como lo consiguieron. El bosque donde se trabó la lucha terrible, era espeso, y abierto muy enmaniguado y cruzado de veredas. En mi concepto hubiéramos conseguido con menos bajas mejor resultado si de nuestra fuerza hubieran peleado solo 100 hombres prácticos del terreno. No obstante el enemigo quedó acribillado, porque su retirada fue violenta, y sin que al día siguiente diera señales de existencia: cuando pudo seguirnos y volver á atacarnos bien por retaguardia o flancos.

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Nuestros jefes y oficiales se batieron como héroes en la Cana de San Antonio: verá V. una prueba en el estado demostrativo de las bajas, que le acompaño.

El día 14 al amanecer, se ordenó la marcha, encargando la vanguardia el 1° de Jiguaní, 2° del mismo y 3" de Cuba, el cuartel general en el centro, más atrás los heridos y la retaguardia a cargo del valiente coronel Maceo. En el orden expresado salimos de Junco, pasamos la cuesta de la Saya y caímos a los Cuatro Caminos en la línea telegráfica de Holguín a las Tunas. En este punto como a las 7 de la ma-ñana, una fuerza enemiga, de antemano emboscada, rompió el fuego contra nuestra vanguardia, a cuyo frente iban los comandantes Miguel Ruiz, Salvador Rosado, Silva y teniente coronel E. Cronvet. El mayor general Iñiguez, tan pronto oyó el fuego siguió el sitio de la pelea seguido del brigadier Calvar, coronel Masó y la escolta: allí ordenó el ataque, y a ese tiempo el enemigo dio la espalda y emprendió una fuga vergonzosa: dejó en nuestro poder 2 Remington, y algunos muertos y el paso libre. Dos españoles fueron alcanzados y suplicaban no los matasen. A pesar de la ventaja que ellos tenían y de habernos hecho una descarga a quema ropa, sólo tuvimos un herido, leve, que lo fue el cabo 1“ Manuel Flores. Seguidamente atravesamos la línea (después de cortados los alambres y postes) con dirección al Ojo de Agua, el Rosario y Santa Inés, donde pasamos algunas horas: saliendo para Rioja a medio día y llegando a los Moscones, donde descansamos 36 horas.

El 16 por la madrugada, emprendimos de nuevo marcha por la Meona, potrero de Montes de Oca, Cayo Alto y Canalito: aquí se separó el brigadier Calvar con rumbo a Tacajó, llevándose dos batallones de Holguín. Nosotros seguimos al cuartel general descansando primero en el Salado y a la mañana siguiente por Naranjo Dulce, Sabanilla y el Corojo, nos dirigimos al punto de donde salimos el 5, que lo es la Yaya de Cauto; después de 14 días de marcha y de 80 leguas andadas.

El resultado de operación tan atrevida como dificultosa no ha podido ser más satisfactorio. Con una baja de un dos por ciento, no definitiva porque sólo tuvimos 5 muertos; hemos logrado más de lo proyectado. Cuantos vecinos españolizados tenían los cuartones que recorrimos, quedaron inutilizados para pagar contribuciones al español, porque los cogimos en la plena cosecha del tabaco. El comercio de Auras y sus contornos verdaderamente arruinado, pues se les quemaron sus establecimientos con la existencia y algunos perdieron sus vidas como Argudín, Luis Mir y otros.

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Lo tomado al enemigo es de mucha consideración: sin precisar los datos por no haber visto todos los partes de los jefes de batallón, puedo asegurar que se tomó lo siguiente: armas de fuego entre carabinas y Remingtons 60; idem cortas de cápsulas 7; cartuchos y cápsulas como 20,000 tiros; machetes garantizados de Collins 500; cuchillos 200; caballos con monturas útiles 50; calzado, pares 1,000; sombreros jipijapa 200; polainas, pares 20; ropa, la suficiente para vestir 4 000 hombres; tabaco en abundancia sin contar el que se quemó; bebidas alcohólicas idem; mucho ganado vacuno y víveres ultramarinos para racionar 1,000 hombres durante diez días.

No tengo que hablar del valor de nuestro ejército, porque casi todos los que lo componen llevan en su cuerpo la historia con grandes cicatrices de las balas españolas en los cinco años de guerra. Respecto de disciplina ni un solo consejo de guerra en toda la excursión, y en cuanto a moralidad, pueden decirlo las familias que nos vieron pasar sin un solo ejemplo de atropello en sus personas. El mayor general Iñiguez perdonó en general a todos los prisioneros criollos y españoli-zados que encontramos al paso volviéndolos a sus hogares, excepto un isleño que pasó a disposición de la retaguardia. Todos los oficiales y soldados lo mismo que los jefes, pusieron con esmero cuanto estuvo de su parte para el mayor logro de la empresa. El Cuerpo de Sanidad Militar de que soy jefe en Oriente, cumplió con su deber a satisfacción de todos.

Esta no la tenga como parte oficial, porque estoy muy lejos de mezclarme en atribuciones que no me corresponden, eso queda para el mayor general Iñiguez, que es el Jefe del Departamento, y del que debo decir que así como goza de la confianza del Presidente Céspedes y de la Cámara, merece bien de la patria y un voto de gracias. Solo ha sido mi idea, darle gusto sobre su encargo de que le escriba, acompañado de la satisfacción que como buen cubano experimento, cuando desmiento los partes españoles, que debían de enrojecer de vergüenza a sus autores como el que publica el Diario de la Marina respecto a la acción del potrero Retiro, que de todo habla menos la verdad.

Adjunto los estados demostrativos de las bajas. Sin más, como siempre queda a sus órdenes su invariable y atento s.s.

Félix Figueredo.

Tomo VI p. 504. Revista Cubana.

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DE F. F. á M.. DEL C.

Charco Redondo, 23 de Junio de 1873. Sra. D* M.. del C. de F..

Kingston.

Mi querida M.: estarás desesperada por la falta de mis cartas; pero creo te consolarás cuando sepas que estoy bueno y leas ésta, que te pondrá al corriente de todo.

Empezaré contándote la historia de todo un mes.- De Cauto la Yaya salimos el 22 de mayo, el Cuartel General de Calixto García, 4 batallones de Cuba, al mando respectivamente, de Maceo, Prado, Moneada y Paquito Borrero; un batallón de Jiguaní y los dos de Holguín, en dirección a la Muía y de la Vuelta Grande, donde hicimos la primera parada. En el camino se le comunicó la orden al Coronel Felipe Herrera para que con el 2° de Holguín marchase para la línea occidental, con el objeto de que favoreciese la salida de cierto número de movilizados que habían pedido protección.

El 23 después de pasar el Cauto por la desembocadura del Bayamo, nos dirigimos al Sur, y en la marcha, al pasar nuestras tropas por la sabana de Punta Gorda, entre el Caureje y Cauto del Embarcadero, alcanzamos una pequeña fuerza enemiga, como de 43 hombres, que regresaba de las Mangas para el poblado del Cauto; instantáneamente fue acometida, y muertos 39 soldados, cuyas armas de fuego se ocuparon, con las cananas y el pertrecho que contenían. Allí mismo fue hecho prisionero el teniente de la citada fuerza, D. Venancio Bonet, el que pudo haberse salvado por empeño del Comandante Remigio Marrero que fue quien lo capturó; pero le dio a Calixto el tratamiento de V.E. y ofreció sus servicios bajo la bandera de la estrella, dando al traste con su dignidad de caballero y oficial español, lo que bastó para que nadie hiciese por él y para que fuese condenado a ser pasado por las armas en consejo de guerra verbal, demostrando un valor extraordinario al ser ejecutado, que dejó admirados á todos los que lo presenciaron. Se le dio honrosa sepultura en el Blanquizal.

El día 24 continuamos la marcha, y después que pasamos el riachuelo de Guajacabo, llegamos a la sabana de Curao. En ella nos reunimos con el Presidente Carlos Manuel de Céspedes, y la División de

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Bayamo, fuerte de 500 y pico de hombres, la que, con la nuestra, en correcta formación, fue revisada por el Gobierno y Cuarteles Generales, desfilando al compás de un paso doble tocado por nuestra charanga, para que cada fuerza fuese a ocupar el sitio designado por el Jefe de día.

Allí encontré a los amigos Tomás Estrada, Fernando Fornáris, Fernando Figueredo Socarás, Federico Incháustegui, Carlos Céspedes, su primo el Coronel Ricardo, Francisco Ruz, Porfirio González, los hermanos Antonio y Arcadio Bello, Baltasar Muñoz, el valiente Coronel Francisco Guevara y otros compañeros de fatigas y de penas.

Más tarde, por orden superior, se volvieron a reunir las fuerzas, dándose lectura a una nueva Ley de organización, que, dicho sea de paso, huele a dictadura. Este engendro debe ser obra del Dr. Miguel Bravo, que se ha empeñado en que nuestro Presidente debe tener facultades extraordinarias de guerra. ¡Quiera el cielo que la intimidad del Dr. Bravo no le ocasione dolores de cabeza!- Algunos Diputados trabajan a la sordina; pero, al tiempo...

Ha corrido la noticia de que esta concentración de fuerzas tenía por principal objeto dar un ataque formal á Bayamo ó Manzanillo; pero como los puntos estaban prevenidos para recibirnos debido a los noticieros de oficio, se ha desistido de! proyecto, pues ya los agentes han mandado oportunos avisos del estado de ambas plazas. Si hubieran seguido mis consejos de atacar la Colmena Vieja a principios de Febrero, después de haber guardado en sitio seguro el pertrecho que trajo Melchor Agüero, se hubiera cogido desprevenida la población, y el éxito hubiera sido seguro.

Tres días estuvimos en Curao, sirviéndonos con abundancia de los víveres de Humilladero.

Se acordó y ordenó que saliésemos de aquel punto, y por el Humilladero, camino real de Manzanillo, Peralejos, El Dorado v Tuabeque, fuimos a parar detrás del potrero de Valenzuela. No hay para que decir que todos los postes del telégrafo que encontramos al paso fueron derribados.

El 29 pasamos en la otra marcha a media legua del campamento español de Bueycito, cruzando después los ríos Yao, Buey, Xicotea, y otros de menor caudal, hasta llegar junto a la loma que tiene el pico de ífaragabo, formando el campamento en la linda sabana de la Vihuela, distante una legua del Zarzal, y como tres del histórico poblado de Yara.

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En aquellos montes de Yarayabo conocimos muchas de las familias procedentes de los campamentos españoles San Ramón, el Congo, Caleicito, San Francisco, La Caridad, Jucaibáma y otros, haciendo un total, entre varones y hembras, de 3,700 personas de todas edades. La mayor parte de los hombres figuran ya en los de la fuerza de Manzanillo, pues que se nos presentaron con sus correspondientes carabinas y machetes.

El 1° de Junio hubo noticias de que se aproximaba una columna enemiga, fuerte de unos 500 hombres, con una pieza de montaña. Tomó Calixto García sus disposiciones para que saliera a recibirlos un batallón al mando de Emilio Nogueras, el que se situó en Sabana Larga, y con tan buen tino, que después de un fuego de tres horas, tuvo la gloria de hacerlos retroceder con rumbo a Yara, y cargados de heridos. El Coronel Nogueras comunicó la noticia al Cuartel General, y éste ordenó al Coronel Paquito Borrero que marchase con su batallón a picarles la retaguardia, lo que puso en obra, atacándolos y persiguiéndolo un trecho de legua y media. Nuestra gente sufrió bajas que no detallo porque tengo mucho que contar.

El 2 de Junio, después de los toques de diana y fajina, marcha con una parte de la fuerza el Coronel Limbano Sánchez, en busca de vituallas. En su marcha logra coger algunos prisioneros criollos que le informan que en el pueblo de Yara acababan de dejar una columna como de 1,000 plazas, que había llegado de Manzanillo, ante estas nuevas dispone Sánchez que el Comandante Remigio Marrero con los convoyeros y desarmados, contramarche a proveerse de viandas en el Zarzal, mientras él continúa para hacer un reconocimiento sobre Yara, haciendo prisionero un soldado que desarmó y fusiló. Cruza el camino real, y á poco se encuentra con la contraguerrilla de Bueycito, a la que :se fue aproximando, y haciendo que el jefe de ella se fuese adelantando para ser reconocido, en tanto le previene al Comandante Esteban Arias que se corra por su derecha para el ataque: se hace así, y en la carga lea logra matar 8 guerrilleros, que abandonan en la fuga; salir heridos otros tantos, entre ellos, con dos balazos, el Jefe, apellidado Liens, que pudo escapar abandonando el caballo para escurrirse por entre un monte de espinas. La contraguerrilla quedó destrozada, después de perder caballos, equipos y el pertrecho. Nuestras bajas, la del soldado Pedro Taulé, muerto de una puñalada que asestó un movilizado criollo, al quererlo coger vivo.

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El Coronel Francisco Ruz, el día 2, llega a la Ceiba de Guá con 300 y pico de hombres; y el día 3 se bate con otra Columna, a la que consigue desordenar desde el primer fuego y luego derrotar por una carga al machete, distinguiéndose sobre todos Ricardo Céspedes que rompió el suyo matando enemigos. Dejó aquella columna 51 muertos que fueron despojados de sus Peabodys y cananas, logrando hacer alto a una legua para dar sepultura a otro número menor hasta el completo de 71 bajas definitivas, y de donde contramarcharon para Manzanillo a conducir otro número de heridos. Las nuestras sumaron 17 heridos y 3 muertos.

Junio 4. Desde la noche anterior se tiene aviso de estar acampada en el Zarzal la columna que salió de Yara, noticia que quedó confirmada porque la vigía del Yaragabo desde lo más culminante del pico los distinguía perfectamente. Esto no impide que la oficialidad insurrecta baile toda la noche del 3, disfrutando de la música el enemigo acampado en el Zarzal. Sale por la mañana el coronel Guillermo Moneada con su batallón a reconocer la posición del enemigo y hallándolo parapetado en las trincheras del Zarzal y en el palmar que lo circunda, desiste de entrar en fuego por temor de ser derrotado llevando tan corta fuerza. Como habían llegado pliegos del coronel Ruz, donde daba detalles de su gran victoria del 3, el Cuartel General se decide a no esperar que viniese el enemigo del Zarzal y dispone que fuera el coronel Antonio Maceo con 5 batallones á atacarlo en sus posiciones. Se rompe el fuego como a las 10 de la mañana. El enemigo que no podía creer en tanto arrojo, en el primer avance de los nuestros se desmoraliza y hasta deja penetrar el 2° batallón de Cuba en medio de su cuartel é impedimenta donde los nuestros hacen una carnicería horrible, dando muerte a un teniente coronel, que resultó ser el Sr. Sostrada al que despojan de sus armas y de un bolso de onzas de oro. Como el enemigo era fuerte y no bajaba de mil hombres, se repone, y luego empieza a rechazar a los nuestros del palmar y campo de que se habían posesionado. La pelea se hizo general viéndose a cubanos y españoles irse al cuerpo. Menguan nuestros cartuchos. Maceo pide refuerzos. Vá el teniente coronel Domínguez con el batallón Luz de Yara que hace prodigios de valor. Llega la noche y cesa el fuego. Nuestras bajas ascendían a 51 heridos y 14 muertos. Ignorábamos la del enemigo, pero sale un reconocimiento al sitio de la acción el día 5 y los españoles también se habían retirado, dejando abandonados 12 muertos y sepultados en los fosos de las trincheras como 50. Llega un laborante

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de Yara y asegura que perdieron en la refriega como 200 hombres y que junto con los de las acciones del 1? del 2 y del 3, suman más de 600 bajas entre muertos y heridos. El día 6 el corresponsal de Manzanillo mandó decir que los heridos no les cabían en los hospitales.

Después de pasar dos días en Yaragabo y mientras aguardábamos al coronel Maceo, que fue al campamento de Bueycito á sacar ganado y viandas, cuya operación efectuó felizmente, tomándole el coronel Prado una trinchera al enemigo, nos reunimos y salimos el 8 de Junio para el Purial, pasando por el Zarzal, Sabana de Garata y Cayo Espino. Acampamos luego en el Purial y el día 10 se presentó otra gran columna que como las anteriores tuvo que retirarse sin ocupar nuestro campamento y yéndose cargada de heridos.

El día 11 salimos para Guá, y allí aguardamos la excursión que el coronel Ruz efectuó con 400 hombres por Vicana. A su regreso nos reunimos; contramarchando para Yaragabo, sin que el enemigo volviese a presentarse.

En Guá llegaron correos del Camagüey con la noticia oficial de haber muerto Ignacio Agramontés, el 11 de Mayo, víctima de su arrojo. Leí las comunicaciones de Sanguily, donde da cuenta que el día 7 de Mayo el mismo Agramontés derrotó una columna en el Rosario, que le dejó 48 cadáveres, entre ellos el del teniente coronel Leonardo Abril, 40 caballos y 45 armas de fuego, después de perseguirle en su fuga como dos o tres leguas. El día 11 vino otra columna como de 1,500 hombres, y después de ordenar el ataque, se dirigió él solo con uno ó dos ayudantes, cargando por el flanco izquierdo, donde mató un soldado y recibió un balazo en una de las sienes. Las fuerzas de Agramontés ignoraban que éste había tenido la fatalidad de caer muerto a la primera descarga, y cuando vinieron a saberlo ya era tarde, porque el enemigo se había apoderado del cadáver.

La falta de Ignacio Agramontés en mi concepto, es irreparable tanto por sus aptitudes militares, cuanto porque era el ídolo de los camagüeyanos y de los demás cubanos, que le veían obrar y conducirse en todas las circunstancias buenas ó malas de la guerra. Era el General de mayor prestigio que teníamos por su ilustración y por lo bien que organizaba las fuerzas. Su valor era indiscutible.

Con la muerte del Mayor Ignacio Agramontés ha perdido la República lo que no volverá a recuperar.

Su puesto lo ha ido a ocupar el General Máximo Gómez, como el mejor que puede reemplazarlo.

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176 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

El general Modesto Díaz ha presentado su renuncia que le ha sido admitida. Titá Calvar y Francisco Javier Céspedes han ascendido. El coronel Antonio

Maceo, ya es brigadier, y coroneles efectivos Arcadio Levte Vidal, Silverio del Prado, Paquito Borrero, Guillermo Moneada; tenientes coroneles Pablo Amábile, Narciso Silva, Francisco Estrada, N. Caymari, Fernando Figueredo y Angel Guerra.

Al Jefe de la contra-guerrilla de Bueycito le hirieron entre Limbano Sánchez y el teniente Policarpo, de Bayamo. Regresamos el 18, pasando por las Llanadas de Buey, Valenzuela y el Corojo, por cuyo punto cruzamos el caudaloso Bayamo, para ir a pernoctar en la hacienda San José, fundada por el francés Mr. Bertot.

El 20, luego que pasamos por Santa Bárbara y cruzamos el río de Guiza, hicimos alto en las cercanías del poblado de! mismo nombre, para cogerles el ganado y para que nuestra gente se proveyese de viandas, lo que se hizo en las fincas Hoyo de Pipa y San Andrés, donde se cogieron algunos prisioneros, dando muerte a dos soldados de artillería que no quisieron rendirse, tomándoles 7 acémilas ya cargadas de forraje. En el caserío hubo alarma cuando se sintió nuestra presencia en las inmediaciones, saliendo á reconocernos una fuerza de criollos al mando del renombrado tigre Lolo Benítez, con el que se batió Limbano Sánchez, que guardaba el camino pero sin que se empeñase formal acción, porque nuestra gente andaba con los jolongos llenos de víveres. Terminada la operación de las vituallas, fuimos a pernoctar al camino de Bombón, desde donde salimos al día siguiente para la Caridad, en Charco Redondo.

Allí escribí este borrador, que luego pondré en limpio, y de allí se despidió el Marqués de Santa Lucía con algunos diputados (menos Manuel de Jesús Peña, que fugó para Jamaica), en dirección del Arroyón, que es un estribo de la Sierra Maestra; mientras que nosotros con el Cuartel General de Calixto, salimos para el Contramaestre en busca de las aguas del Cauto, donde deben diseminarse las fuerzas de Cuba, Holguín y Jiguaní, a fin de que vayan a descansar a sus respec-tivas localidades hasta otra concentración para emprender nuevas operaciones.

(Incompleta en el original del Archivo.) Tomo VIII, pág. 33. Revista Cubana.

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DEL DR. FÉLIX FIGUEREDO AL GRAL. VICENTE GARCÍA

Mayor General C. Vicente García Julio 22, 1873

Apreciable General:

Al llegar al Corojo despido al C. Atilano Martínez porque acabo de saber en la posta que Lucas se encuentra en la Candelaria, donde me dirijo para restablecerme de una gastritis intensa que ha tres días me viene mortificando. No culpe a' Atilano de la demora, pues ésta ha tenido por causa la falta de cumplimiento del individuo que mandé a Buenav“ por el asistente, que nos hizo demorar tres días sin aparecerse a contestar el encargo que se le diera; obligándonos a ir a buscarla para así zanjar la falta.

Con el C. Atilano remite al amigo Teniente Coronel Modesto Fon- seca una onza de oro y una carta que me entregara el Diputado Aguilar.

Si mejoro pasaré a verlo a su Cuartel General. Y no ofreciéndoseme otra cosa por el presente me repito de V. afmo. amigo y

S.S. Félix Figueredo.

(Cortesía del Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

DE LUIS FIGUEREDO A FÉLIX FIGUEREDO

Camagüey, Agosto 10 de 1873.

Apreciable amigo Félix: he llegado al Cuartel General del compañero Gómez con toda felicidad, me puse a las órdenes de éste como Tefe del Departamento Central, manifestándole mi nombramiento de Tefe de la División de las Villas, pero al exigirle la entrega de dicha fuerza, me contestó que sentía bastante él no efectuarlo, por razón que el Gobierno no le había pasado comunicación alguna sobre el particular; así es, que me hallo aún á su lado hasta tanto reciba la orden del Gobierno.

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178 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

El Ejército de este Departamento se halla en el mejor estado de disciplina y subordinación, la oficialidad es escogida, pues son personas decentes y de mucha inteligencia, de manera que nos prometen muchas esperanzas en nuestras operaciones, las cuales creo se emprenderán desde mañana, pues el General Gómez ha hecho una reconcentración, la cual poco mas ó menos llegará a 1,300 hombres armados y bien equipados, de éstos como 300 de caballería muy bien montados.

Te adjunto una carta para mi esposa, recomendándote siempre me complazcas en sostener mi correspondencia con ella, pues solamente contando contigo podré tener ese gusto.

Dispensándome mis inoportunidades, pues debes juzgar, como esposo que eres, el regocijo que recibimos los que tenemos familias en el extranjero cuando tenemos cartas de ellas. Tu queredor amigo,

Luis Figueredo.

Tomo VII pág. 47. Revista Cubana, 1888.

DE MAXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO:

Najasa, 1? de Setiembre de 1873. C. Jefe

de Sanidad de Oriente, Félix Figueredo. Estimado amigo: al dorso de una proclama de Quesada he leído algunas

líneas para mí, y aunque esto ha sido poco cortés, como conozco tu corazón, no hago mérito de ello y te contesto con mejores formas. Ya sé algo de la expedición del Centro, mientras tanto, aguardaremos dos años para que nos llegue la de retaguardia y entonces volveremos sobre este asunto.

Como sería muy largo si me pusiese a darte noticias detalladas del movimiento y los resultados con que quise inaugurar mi mando, te incluyo, en pliego aparte, un extracto del parte de operaciones. Como tú, atrevidamente, eres tan exigente con los generales, espero que conmigo serás indulgente, pues como hace poco que me he hecho cargo de esto, tengo que ir haciéndome enterar de todo, conociendo mis subalternos y el terreno, conocimientos que, como comprenderás, son indis-

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pensables para nuestra clase de guerra. Aquí no se cuenta con una infantería igual, ni en número, tan aguerrida como la de Oriente, por eso es que gestiono con el Gobierno y con Calixto, para que se envíen aquí 300 hombres escogidos entre los diferentes Cuerpos de los dos del Ejército de Oriente, que ninguna falta harán, y espero que trabajes para que así suceda. La caballería es un cuerpo inmejorable, pero nunca hará grandes cosas sin la infantería.

Los españoles andan asustados; han sido sorprendidos, pues no esperaban nuevo movimiento en estas comarcas, y debido sin duda á la carencia de fuerzas, se han visto forzados á ponerse a la defensiva. Les he maltratado su defendida zona de cultivo, y la escasez y la miseria van asediando la población. Empieza la reacción; con solo este movimiento se han presentado 20 hombres útiles para las armas, y que se yo cuantos de familia. Las confidencias se multiplican por todas partes, y finalmente el espíritu público muy levantado por todas partes. No hay política mejor que el tizón y el machete. Nuestras tropas provistas de todo, un sin fin de corotos. Sólo me falta la música, pero la cogeré.

Te incluyo dos ejemplares de mis proclamas, la última no he tenido tiempo de hacerla imprimir. No tengo música, pero tengo imprenta; la del Gobierno que estaba enterrada.

Casi puedo asegurar que ya tengo correspondencia directa con el exterior, de lo que me he ocupado con preferencia, por estar aquí abandonado. Espero contestaciones, y en la otra que te escriba te diré lo cierto. Espero tener otro buen Davis.

Adiós, escríbeme y háblame de Mañana; sácame de una duda amarga. He leído en un Fanal la muerte de Calmel, de Rafael Fonseca y la captura de una mujer y una niña.

Un adiós a los amigos y tú recibe el afecto de tu amigo,

Máximo Gómez.

Tomo VII pág. 408. Revista Cubana, 1888.

DEL GENERAL CALVAR A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Ctel. General, Limones, Octubre 29 de 1873. - C. Carlos Manuel de Céspedes: El Jefe del 2° Cuerpo de Ejército me transcribe la comu-

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180 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

nicación siguiente: «Mayor: El Jefe de este Cuerpo ha recibido la comunicación siguiente: República de Cuba. - Secretaría de la Guerra.

Las dos importantes operaciones que simultáneamente han de emprender las fuerzas de su digno cargo y las circunstancias de no haber concurrido todas las que se esperaban con ese objeto, han sugerido al Gobierno la medida de que recojan los números que se encuentran en la residencia del C. Carlos Manuel de Céspedes para incorporarlos al Ejército en operaciones. Y a fin de que dicho C. no carezca de las garantías de seguridad consiguientes al elevado puesto que acaba de desempeñar, mientras que el Ejecutivo se hace cargo de los archivos y demás dependencias del Gobierno y decida lo conveniente al ulterior destino de aquél, se le haga saber que se aproveche de la custodia del Gobierno, trasladándose a su residencia, con lo cual se llenan ambos fines. Y lo comunico a Vd. para los fines consiguientes. - Soy de Vd. etc.- P. y L. - Limones de Baire, Octubre 29, 1873, -6" de la Independencia. - El Secretario de la Guerra interino. - Félix Figueredo. - Lo que de orden de dicho Jefe transcribo a Vd. para su conocimiento y efectos consiguientes. - P. y L. - Cuartel General en Limones, Octubre 29, i873. - El Jefe de Estado Mayor. - Felipe Herrero». Y lo hago saber a Vd. para que se sirva dar cumplimiento a la procedente orden en lo que a Vd. se refiere, viniendo a la Residencia del Gobierno. - Soy de Vd. con toda consideración. - P. L. - El Mayor General, Jefe de Operaciones.

Manuel Calvar.

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», págs. 153-154, La Habana, 1930.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES:

C. Salvador Cisneros y B., Presidente interino de la República. C. Presidente: Está terminado el inventario de documentos y enseres pertenecientes al Estado que se hallan en mi poder. - Lo participo a V. a fin de que se sirva determinar lo que tenga a bien para efectuar su entrega con arreglo al acuerdo de la Cámara de R.R. fechado en 27 ciel corriente. También presentaré copia de algunos documentos que me interesa conservar, para si no hay inconveniente se sirva mandar

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que se me devuelvan autorizadas por quien corresponda. - Con sentimientos de respeto, etc. -P. y L. -Somanta, 30 de Octubre de 1873.

Carlos Manuel de Céspedes.

Secretaría del interior. - C. Carlos Manuel de Céspedes.

Ciudadano: El Presidente interino de la República, en contestación a su oficio de esta fecha relativo a la manifestación de esta terminado el inventario de los documentos y enseres pertenecientes al Estado que se hallan en su poder, a fin de efectuar su entrega con arreglo al acuerdo de la Cámara de R. R., fecha 27 del corriente, me encarga decir a V. que está dispuesto a recibirlos a las ocho del día de mañana 31 en Consejo de Gabinete y en el local de la Presidencia, reservándose resolver acerca de la última parte de su citada participación. - Con sentimiento de la mayor consideración, etc. - P. y L. Somanta, Octubre 30 de 1873. - El Secretario interino de la Guerra.

Félix Figueredo.

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», págs. 160-161, La Habana, 1930.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES:

Secretaría del Interior. C. Carlos Manuel de Céspedes:

El Presidente de la República me ordena decir a V. que mientras se decida acerca de las entidades pendientes con relación a V., deberá permanecer en el campamento del Gobierno, donde siempre encontrará las garantías de seguridad que éste ofrece y las consideraciones consiguientes al elevado cargo que acaba de desempeñar. La Somanta y Noviembre 1" de 1873. 6° de la Independencia. El Secretario interino del Interior.

Félix Figueredo.

C. Presidente de la República. C. Carlos Manuel de Céspedes a V. con el debido respeto, expone: Que acaba de recibir una orden de la Secre-

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182 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo»,págs. 163-165, La Habana, 1930.)

taría del Interior en la que se expresa que mientras se decida acerca de las entidades pendientes con relación a mí, deberé permanecer en el campamento del Gobierno, donde siempre encontraré las garantías de seguridad que éste ofrece y las consideraciones consiguientes al elevado cargo que acabo de desempeñar; posteriormente he recibido aviso del jefe del campamento para partir mañana. Creo que esa orden coarta mis derechos de ciudadano libre, obligándome a trasladarme y a viajar sin que lo reclamen mis intereses, lo pida mi voluntad, ni lo exijan mis deberes. Las seguridades de que me rodeaba antes por exigirlo así, la entidad moral que representaba, no me son hoy, necesarias, que como simple ciudadano nada temo y las consideraciones; a que alude la orden, y que yo agradezco e ignoro cuáles son, no han sido por mí solicitadas ni mi dignidad de hombre me permitiría aceptarlas con sacrificio de mi libertad natural. Finalmente, el resultado de las entidades pendientes puede hacérseme saber, bien valiéndose de los medios que el Gobierno tiene a su disposición, bien citándome en su día en la residencia del Gobierno. La ley dada por la Cámara de R.R. en Palo Quemado el 25 de Diciembre de 1869, que no ha sido derogada, dice: «En sesión celebrada el día de hoy, se adoptó el acuerdo siguiente: La Cámara de R.R. declara que todo ciudadano está en el pleno goce de sus derechos mientras por decreto judicial, ajustado a las leyes, no se le prive de alguno; sin embargo, en las actuales circunstancias el Ejecutivo podrá detener a un ciudadano señaladamente sospechoso de los delitos de traición, homicidio, robo o violación, aunque sólo para ponerlo a disposición del tribunal que corresponda. De un todo me ampara el primer extremo de este acuerdo; y si por ventura me comprende en algo el 2°, póngaseme a disposición de un tribunal de justicia. Por todas estas consideraciones, a V. pido se sirva ordenar se me permita disponer de mi persona. Justicia, etc. - P. y L. Somanta, 1? de Noviembre de 1873.

Carlos Manuel de Céspedes.

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DE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES AL PRESIDENTE SALVADOR CISNEROS

C. Presidente de la República. - C. Presidente: No pensé nunca salir de Cuba, durante la actual contienda contra la dominación española. Más depuesto del cargo que ejercía, mi presencia en el país puede servir de pretexto a ambiciones, ser origen quizás de desagrados que yo quiero evitar a toda costa; es por esto, en modo alguno por las privaciones que tuviera que experimentar ni por temor a peligros procedentes del enemigo, que deseo pasar al extranjero. Quedándome en Cuba, he de ser forzosamente gravoso; en el extranjero sosteniéndome con el producto de mi trabajo personal, puedo ayudar más a la Revolución.- Por los motivos expuestos, C. Presidente, solicito de V. pasaporte para el extranjero, y que se me conceda me acompañen algunas personas de mi familia, algún amigo y criados de mi confianza. Con sentimientos, etc.- P. y L. Somanta, 2 de Noviembre de 1873. Carlos Manuel de Céspedes. (Gerardo Castellanos: «En busca de San Lorenzo», La Habana, 1930, p. 166.)

C. Presidente interino de la República.- C. Carlos Manuel de Céspedes, a V. con el debido respeto, digo: Que por el Mayor General Manuel Calvar, Jefe de Operaciones del Distrito de Cuba, se me participó con fecha 29 de octubre último, una comunicación del Jefe del 2° Cuerpo del Ejército, trasmitiéndole otra procedente de la Secretaría de Guerra de la misma fecha. En ésta se me manifestaba que mientras el Ejecutivo se hacía cargo de los archivos y demás dependencias del Gobierno y decidía lo conveniente a mi ulterior destino, podía aprovechadme de la custodia del Gobierno, trasladándome a su residencia, con lo que no carecería de las garantías y seguridad consiguientes al elevado puesto que acababa de desempeñar. Era, pues, por su índole, pura y esencialmente permisiva esta disposición. No así el transcrito que de ella me hizo el Jefe del Distrito de Cuba; pues que en él me previene que diese cumplimiento a la precedente orden, viniendo a la residencia del Gobierno, lo que no pude efectuar por haberse trasladado el Ejecutivo a donde yo estaba. El carácter imperativo de esta disposición me obligó a inquirir del C. Secretario interino de la Guerra si debía entender me hallaba en clase de detenido. Su respuesta negativa,

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184 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

asegurándome se trataba sólo de la entrega a que se refiere la comunicación de la Secretaría de Guerra, me impulsó a hacer ésta lo más pronto posible. La efectué en breve, según consta del recibo provisional de que se me ha provisto, a reserva de otorgarme el definitivo, obviadas que sean pequeñas dificultades que se dice hay que arreglar, y de los que se me pudo demandar explicación en el punto en que residía.- Hecha esta entrega, provisto de ese recibo y no siendo funcionario público, no teniendo carácter militar, siendo simple ciudadano de un pais libre, creía estar en aptitud de establecerme donde conviniera a mis intereses y a ello me disponía cuando recibí orden del Secretario del Interior para permanecer en la residencial del Gobierno. Acérqueme entonces a la persona del Presidente de la República y le expuse las razones de hecho en que me fundaba para no permanecer con el Gobierno, para no ir con él, previendo que sería necesario y natural tuviera que trasladarse a más o menos distancia del punto en que me convenía residir. Le manifesté que era mi propósito trasladarme donde moraba el Coronel Cintra el cual tenía una pequeña fuerza destinada fijamente a un servicio especial que serviría para resguardarme; le expresé que careciendo de comboyeros para trasladar mis efectos, podía yendo allá hacerlo transportar poco a poco desde la casa de un amigo donde los dejaba depositados, y le signifiqué que siendo mi deseo pasar al extranjero, en aquel punto estaba más al tanto de poderlo practicar y recibir correspondencia de mi familia. Para legalmente satisfacer el propósito de pasar al extranjero presenté el correspondiente pedimento. No obteniendo respuesta decisiva y habiéndome notificado el Jefe del Campamento que me preparase para partir con el Gobierno, presenté entonces una instancia en la que, haciendo presentes mis derechos de ciudadanos de un pueblo libre, aduje las razones de derecho que en ese documento constan. Era ese escrito de tal naturaleza, que, a mi ver recla-maba inmediata resolución que de cualquier modo podía llegar a saber en donde fijase mi residencia, sin obligarme a estar donde no me conviene y donde no por los trabajos personales, que no siento, sino porque no es esa mi voluntad, sufre mi dignidad, siento coartados mis derechos de ciudadano. En vez de esta pronta resolución en la mañana del día de la partida de la Somanta, se me presentó el Secretario del Consejo de Gobierno C. Federico Betancourt, a participarme se había decidido someter a Consejo de Gabinete la resolución que hubiera de recaer a la instancia por mi presentada, expresándome que la jornada se iba a rendir en el lugar llamado Naranjo; y como siendo así en poco o nada

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se alteraba mi itinerario, marché con el Gobierno. Nos fuimos a Naranjo, pernoctamos en Mogote; otra vez me avisté con V. e insistí en las razones que tenía para no querer proseguir en marcha con el Gobierno. Usted se sirvió decirme que lo expuesto por Betancourt no había sido por su orden, que nos dirigiéramos a Arroyón, donde se trataría de arreglarlo todo. Tampoco nos quedamos en ese último punto, y he venido hasta aquí recibiendo diariamente orden del Jefe del Campamento para continuar viaje— Hace ya cuatro días que nos hallamos en los montes de los Horneros, y aún la instancia presentada en la Somanta no ha obtenido decisión alguna, equivaliendo esta demora a una terminante negativa, tanto más enojosa cuanto que se me ha mantenido «n la incertidumbre.- Vuelvo a insistir en que no soy funcionario público, que no tengo carácter militar alguno, que no soy más que simple ciudadano, y aunque la Constitución previene que todos están obligados a prestar servicios según sus aptitudes, no creo yo sea la mía andar viajando sin objeto contra mi voluntad y residir donde no quiero; de todos modos, el cargo u ocupación que se me dé, puede hacérseme saber donde me halle.- Al abogar, pues, en esta instancia por el libre ejercicio de mis derechos; abogo por el de todos los ciudadanos; y como respeto al Gobierno de mi patria y amo a ésta tanto como el que más, sentiría mucho verme en la precisión de echar mano a recursos legales, de hacer manifestaciones y presentar protestas que quizás algún día pudieran imprimir desdoro a mi nación.- Por tanto espero que V. se sirva, sin más demora resolver en justicia.— P. y L. Los Horneros, 9 de Noviembre de 1873. Carlos Manuel de Céspedes.

(Gerardo Castellanos.- «En busca de San Lorenzo» La Habana, 1930, pp. 167-170.)

C. Presidente interino de la República de Cuba.- C. Presidente: Por un periódico español, «El Voluntario de Manzanillo», he tenido conocimiento del apresamiento del Virginius, la pérdida de los recursos de guerra que dice nos traía y el fusilamiento de los patriotas que venían a su bordo. - Grande, intenso es el dolor que ha experimentado mi corazón ante tal desgracia, y si en todas ocasiones es deber de los cubanos servir al Gobierno de la Patria, sostenerlo y ayudarlo a conseguir el triunfo contra nuestros enemigos, afirmando al fin la independencia y la libertad, ha de permitirme V. que yo le ofrezca mis servicios para

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(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo»,p. 172, La Habana, 1930.)

que se sirva utilizarlos del modo que juzgue usted más adecuado a mis aptitudes y más provechoso para la Patria.- Con sentimiento de la mayor consideración P. y L.- Residencia del Gobierno, 21 de Noviembre de 1873. Carlos Manuel de Céspedes.

(Gerardo Castellanos: «En busca de San Lorenzo», La Habana, 1930 p. 170.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES:

Secretaría de la Guerra y del Interior.- C. Carlos Manuel de Céspedes.- En el Consejo de Gabinete celebrado el día 18 del corriente, se acordó contestar a las solicitudes de V. fechadas en 1? y 9 del mismo, manifestándole que era imposible por ahora acceder a ellas mientras no se finalizara completamente la entrega del archivo y mientras estuviesen pendientes muchos asuntos que hacían indispensables su presencia en el lugar de la residencia del Gobierno. En el mismo acuerdo se expresó que se le pedirá a V. la colección de «El Cubano Libre», y en que se encuentran las leyes vigentes, una caja de pinturas y un estuche de matemáticas que tenía el anterior Gobierno que se le significará que debía enviar los planos de los lugares en que están depositados los archivos y documentos de las Secretarias, así como también los nombres de las personas que ocultan dichos archivos, o que presenciaron la ocultación, según se ordenó en un acuerdo tomado en Consejo, que se le recuerde que en el Libro de Actas del Consejo faltan el índice y demás requisitos que sobre este punto exigen los acuerdos del Consejo de Gabinete; y que se le indique que debe manifestar a este Gobierno los nombres de los corresponsales, tanto de la Isla como del Extranjero, y entregar las correspondencias que con ellos haya tenido, a reserva de hacerle todas las demás reclamaciones que se presenten, según se vayan notando las faltas.- Lo que digo a V. para su conocimiento. Con testimonio de mi mayor consideración.- P y L.- Residencia: del Ejecutivo en la Toronja a 21 de Noviembre de 1873.- 6? de Independencia. El Secretario de la Guerra interino. Félix Figueredo.

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DE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES A FÉLIX FIGUEREDO

C. Secretario interino de la Guerra.- Es en mi poder la atenta comunicación de V. fecha 21 del actual en la que me manifiesta «que en Consejo de Gabinete celebrado el 18 del corriente, se acordó contestar a mis solicitudes del 1? y del 9 del mismo, expresando que era imposible por ahora acceder a ellas mientras no se finalizara completamente la entrega del archivo y mientras estuviesen pendientes muchos asuntos, que hacen indispensable mi presencia en el lugar de la residencia del Gobierno».- El carácter indefinido de ese acuerdo amerita el que insista en el pedimento que mis solicitudes contienen, a la vez que me obliga a expresar el que cuando me sea potestativo y en la forma y vías adecuadas, presentaré la reclamación oportuna para reivindicar mis derechos que dejo todos a salvo. Esto, no obstante el sacrificio que se me impone, atendida la razón en que se funda, no puedo menos que reputarlo como un honor en consecuencia con las consideraciones que se profesa tenerme.- Hecha esta salvedad, paso a satisfacer las exigencias que en la misma comunicación se me hacen como acuerdo también del Consejo, diciendo: lo. que remito la colección de «El Cubano Libre» que se me ordena entregar, sin embargo de creer que el Gobierno tiene la que perteneció al difunto Secretario de Relaciones Exteriores, Francisco Maceo, de haberse expresado en comunicación anterior que era de mi particular y exclusiva pertenencia y que deseaba conservarla íntegra como un valioso monumento para la Historia de Cuba que, al ir yo al extranjero, según tengo pedido en ese sentido podría utilizarse; 2° que desgraciadamente no puedo remitir la caja de pinturas y estuche de matemáticas, por haberse perdido el año 1871 en el asalto que sufrió el Gobierno en el Salvial, Jurisdicción de las Tunas; 3", que no tengo conocimiento de que se hayan levantado planos de los puntos en que han sido enterrados los archivos: asunto es este en que no he tomado participación y del que no podré dar más datos que los por mí verbalmente expresados al Ejecutivo, de la incumbencia de los Secretarios; he sabido únicamente que se tomaron notas enterradas a su vez con los archivos posteriores. Con respecto a las personas que los ocultaron o presenciaron la ocultación, diré que del ar-chivo que existía cuando el incendio de Bayamo, debe tener conocimiento el C. Auditor de Guerra Joaquín Acosta; que otro archivo lo ocultó el difunto C. Miguel Villamar, habiendo oído decir que lo sacó

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(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo»,p. 173, La Habana, 1930.)

el General Vicente García, que lo halló inutilizado; que otro se enterró en San José del Chorrillo por los C. C. José Recio Betancourt (presentado a los españoles y el Sub-teniente Rafael Caravallé; que otros dos fueron entregados por el Secretario de la Guerra, Francisco Maceo a los C.C. Feria (de Plolguín), habiendo sido uno de esos ciudadanos cogido por los españoles y ahorcado, que los últimos han sido entregados al Brigadier José de Jesús Pérez, con orden en vista de lo acontecido con los otros archivos, para que los remitiera al extranjero, aprovechando conducto seguro y persona de confianza; 4°, que ignoro si alguno de los Secretarios del Consejo ha llevado índices, más que yo no los he visto ni los tengo; 5“, que como ya he indicado anteriormente, la correspondencia que he seguido con individuos existentes en algunas poblaciones, ha sido de carácter privado, como pudo tenerla cualquier otro ciudadano; que los jefes militares son los que quizás tengan corresponsales en los pueblos, no conociendo yo más que en Santiago de Cuba a Miguel Davis y Leónidas Raquin; de Manzanillo he visto cartas de Robinsón, Marqueta, H. y Flaco, habiendo oído decir que algunos de esos individuos están en relación con otros de la Habana, pero sin que yo haya tenido de éstos comunicación alguna. El carácter privado de esa correspondencia me obliga a reclamar las dos cartas que al Gobierno he remitido, para inutilizarlas, según compromiso. No sé que en el extranjero haya habido esos corresponsales .- Finalmente, expresaré en respuesta a la reserva que encierra y constituye el último párrafo de la comunicación de ese Centro a que contesto, y para proceder con mas expedición, que no tengo nada, absolutamente nada que pertenezca al Gobierno, que todo lo he entregado, que lo poco que poseo, es exclusivamente mío; sin embargo, yo que todo lo he cedido a la Patria, haciendo un sacrificio más estoy pronto a entregar lo que me queda, si se me exige, deseando solamente que se me prevenga con rapidez para poder usar de mi libertad, que es lo que más aprecio.- Con sentimientos de consideración.- P. y L.- Residencia del Gobierno, 24 de Noviembre de 1873,- Carlos Manuel de Céspedes.-

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DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Secretaría de la Guerra.- No. 59.- C. Carlos Manuel de Céspedes.- Distinguído conciudadano: En contestación a la comunicación que con fecha 21 del corriente dirige V. a este Centro, donde pone de manifiesto lo grande e intenso de su dolor por la pérdida del Virginius con los materiales y expedicionarios, lo cual le mueve asimismo a ofrecer de nuevo sus servicios a la República del modo que se juzgue más adecuado a su aptitud y más provechoso para la Patria, debo manifestarles: que en Consejo de Gabinete se dio lectura a su citada comunicación y se acordó lamentar como V. la pérdida de los materiales de guerra que nos traía; pero más particularmente la irreparable de los hermanos expedicionarios que cayeron en poder del enemigo para ser fusilados contra todo derecho, como está sucediendo según últimas noticias. Y respecto del otro punto, también se acordó tomar en con-sideración que no era esperable otra conducta del hombre que en Yara se alzó en armas contra España por la independencia de nuestro patrio suelo.- P. y L.- Residencia del Ejecutivo en los negros, a 28 de Noviembre de 1873.- 6“ de nuestra Independencia. Secretario de Guerra interino. Félix Figueredo.

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», p. 172, La Habana, 1930.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Secretaría de la Guerra. Carlos Manuel de Céspedes. Distinguido ciudadano: El Ejecutivo ordenó la lectura de su comunicación de fecha 24 de Noviembre próximo pasado en Consejo de Gabinete, y de la misma resulta un acuerdo que paso a manifestarle, pues así me lo ordenan: Primero: Que queda V. libremente autorizado para hacer uso de los derechos que puedan asistirle donde más le convenga, cuya medida, si V. la toma, llenará completamente los deseos del Gobierno, porque con ella la Historia colocará a V. en el lugar que deba corresponderle. Segundo: Que este Gobierno está en la obligación de quedares con la colección de «El Cubano Libre» que V. entregó, a pesar

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(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo»,p. 179, La Habana, 1930.)

de sus razones, porque con ella se suple la que V. debía haber entregado anexo al archivo cuando cesó en la Magistratura, de la pertenencia del Gobierno; sin que esto se roce en nada con la adquirida a causa del desgraciado suceso del Secretario de Relaciones Exteriores, G. Francisco Maceo.- Tercero: Que se aceptan los motivos que V. da y que causaron la pérdida de la caja de pinturas y estuche de matemáticas. Cuarto: Que no se comprende que usted como Presidente de la República que era entonces, permitiera enterrar los archivos sin llenar las formalidades de levantar los correspondientes planos y demás, para poder extraerlos llegado su día, aun cuando no existan los individuos que verificaron el entierro.- Quinto: Que estando dispuesto se formen índices, cuya disposición existe en el Libro de Actas del Consejo, no es excusa decir «que ignora si alguno de los Secretarios del Consejo ha llevado índices», y menos cuando éstos no son responsables.- Sexto: Que a todo ciudadano le está vedado tener correspondencias de carácter privado con personas que permanezcan en las plazas del enemigo. Se pueden tener reservadamente, pero en consonancia con la Revolución y para provecho de la misma; y como así se ha hecho y se sigue haciendo, de ahí que le exija a V. la correspondencia que procede de nuestros agentes, no sólo para estudiar el estado, de los asuntos que en sí contiene, sino que también para archivar esos documentos, los que mañana servirán de antecedentes para poder recompensar a sus autores, bien sea por este Gobierno o por los que le sucedan, los que esti-marán como justificativos los documentos archivados. Y para terminar, manifestaré a V. que este Gobierno, haciéndose cargo de su último párrafo, no se explica cómo pueda V. ser despojado de lo que legítimamente le pertenece y sea exclusivamente suyo. En hora buena que V. le haya cedido a la Patria cuanto poseía; así hemos hecho todos y seguiremos haciendo hasta sacrificar nuestras vidas si necesario fuese, con tal que queden asegurados nuestros principios democráticos y en salvo la Libertad e Independencia de Cuba.- Reciba las pruebas de toda mi consideración.- Patria y Libertad.-

Casa Blanca (Cautillo) 12 de Diciembre de 1873. 6? de nuestra Independencia. El Secretario de la Guerra. Félix Figueredo.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 191

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo»,p. 181, La Habana, 1930.)

DE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES A FÉLIX FIGUEREDO-

C. Secretario de la Guerra: Tengo el honor de acusar a V. reciba de su oficio fechado el 12 del corriente mes y año, en que se sirve trasmitirme el acuerdo del Consejo de Gabinete recaído en mi comunicación de 24 de Noviembre próximo pasado.- No volvería a molestar la ocupada atención de V. si el C. Presidente de la República no se hubiera dignado decirme, en conferencia verbal, que debía dar una contestación a ese despacho.- Entrar en el análisis y refutación de las doctrinas que contiene, discutir sobre las consecuencias que de ellas quieran deducirse o sobre la relación que, como Presidente que fui de la República, guardo con el actual Ejecutivo por lo que respecta a los actos que ejercí durante mi administración, aunque de fácil tarea, a nada conduciría en estos momentos; y así debe quedar reservado para ocasión más oportuna si fuese necesario. Ahora, por lo que concierne al hecho de los documentos y explicaciones que se me han pedido, nada tengo que añadir a lo que expuse en mi oficio de lo de Noviembre último, dirigido al C. Secretario del Consejo y en otro de 24 del mismo mes y año, dirigido al C. Secretario interino de la Guerra, en cuyo concepto las reproduzco y ratifico en todas sus partes.- Sin embargo, como el C. Presidente, en la mencionada conferencia verbal, me pidió los índices que en su concepto debieron llevar de sus archivos los C.C. Secretarios del Despacho, aunque ese punto no está tocado en. la comunicación de V., conseguiré aquí lo mismo que de palabra expresé, esto es, que los Secretarios del Despacho no tenían obligación de formar índices, si bien no podía asegurarlo, por no ser asunto mío personal; pero que de cualquier modo, así como con los referentes a la Secretaría del Consejo, ni los había visto ni los tenía.- Dispénseme V., C. Secretario, admitir las protestas de mi mayor consideración.- P. y L- Casa Blanca (Cautillo) 15 de diciembre de 1873. Carlos Manuel de Céspedes.

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192 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Secretaría de la Guerra.- No. 120.- C. Carlos Manuel de Céspedes.- Distinguido ciudadano: Tengo el honor de poner en conocimiento de V. que en Consejo de Gabinete celebrado el día de ayer, entre otras cosas, se hizo el acuerdo que a la letra copio:- «Se acordó pedir al C. Carlos Manuel de Céspedes todas las disposiciones legislativas dictadas por él, desde el 7 de julio del 72 hasta el 25 de Septiembre del 73, que reanudó sus trabajos la Cámara de Representantes, pues en el Cuaderno que entregó solo existen de ese intermedio el Decreto de 26 de Agosto y el del 18 de Septiembre del presente año, como también la última disposición de la Cámara de R.R. deponiéndole del cargo de Presidente que ejercía y el Decreto autorizando a Castillo, Quesada y Govín para formar la Agencia Confidencial y levantar el empréstito hasta 100.000.000 de pesos (cien millones) otorgado por la Cámara. Pedirle cuenta del estado del empréstito general y de las cantidades tomadas aquí por él y libradas al extranjero, así como de su inversión. Que manifieste la comisión que llevó al Diputado Antonio Zambrana al exterior, así como las comisiones que ha desempeñado y el carácter con que nos ha representado en el exterior el General Manuel Quesada antes de ser nombrado Agente Confidencial. La fecha en que se le expidieron los grados de Teniente Coronel y Coronel al Comandante Melchor Agüero y las comisiones oficiales que ha obtenido dicho ciudadano del Presidente de la República y cuál fue la causa que se le siguió al Comandante Agüero según consta en el Libro de Actas del Consejo. La fecha de la concesión del grado de Teniente Coronel de Provisionales al C. Rafael Milanés, así como las fechas en que se les concedió a los C.C. José de Jesús Pérez y Rafael Quesada el grado de Brigadier, y en que se expidieron los Diplomas de Coronel a los Tenientes Coroneles Ruz, Guevara, Maceo, Pineda y Moneada, y los de Brigadier a los Coroneles Manuel Calvar y Francisco Vega. Las fechas en que se reconoció el grado de Coronel a los Tenientes Coroneles Angel Mestre, Eduardo Agramontés, Ignacio Guerra y Jaime Santiesteban, individuos propuestos a la Cámara y aceptados unos y otros no. Las fechas en que se le concedió el grado de Mayor General al Brigadier Javier Céspedes y C. José M. Barreto. En que se concedió el grado de Brigadier al Coronel Manuel Agramontés Porro y el de Coronel a los Tenientes Coroneles Juan Cintra, Manuel Suárez, Arcadio Leyte Vidal,

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 193

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», p. 182, LaHabana, 1930.)

Enrique M. Reeve, Belisario G. de Peralta y Jacinto Durán, ninguno de los cuales consta en los libros de actas del Consejo, según se previene, ni en los libros copiadores de la Secretaría de la Guerra. Se acordó asimismo pedir a dicho C. Céspedes copia de las cartas de 22 y 29 de Mayo del presente año del Ejecutivo al Agente de Jamaica y las proclamas y documentos que acompañaba el mismo agente en su comunicación de 18 de Mayo del presente. Pedirle asimismo las comunicaciones de aquella Agencia al Ejecutivo, pues en el archivo de la Secretaria del Exterior solamente existe una, e igualmente las contestaciones de dichas comunicaciones. Pedirle copia de la contestación a la del 29 de Abril de Castillo al Ejecutivo y pasada en 24 de Julio. Pedirle también la exposición de la gente de color de los Estados Unidos y la de la Asociación Central de Nacionalidades de New York, por Sickles; los recortes impresos a que se refiere el Agente Diplomático Céspedes en su comunicación de 22 de Mayo del 73; las copias de documentos que remite el mismo ciudadano en la del 23 de Junio del presente año; El Republicano, a que se contrae el mismo Agente Céspedes en la de 18 de Febrero del 73; la alocución a que hace referencia el C. Castillo de la de 28 de Mayo del 73; el suplemento a La Revolución a que hace referencia en la misma comunicación dicho Agente Céspedes, como también los impresos marcados con los números 12, 13 y 14; el folleto del C. Juan M. Macías y carta de J. G. del Castillo, en contestación a aquel que acompaña Castillo en comunicación de 29 de Abril del presente al Ejecutivo; las comunicaciones números 933, 936 que faltan en el libro copiador. También se acordó preguntar al C. Carlos M. de Céspedes si al expedirle pasaporte para el extranjero al General Garrido le encomendó alguna comisión, y si es así, el tiempo que tardará para volver a Cuba».—Lo que comunico a V. para los efectos oportunos.—Con la más distinguida consideración.—P. y L. Residencia del Gobierno en Casa Blanca, Diciembre 17 de 1873.—El Secretario de la Guerra. Félix Figueredo.

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194 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

ENTRE CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Y FÉLIX FIGUEREDO

C. Secretario de la Guerra: Inclusa hallará V. la Disposición de la Cámara de R.R. fechada en 27 próximo pasado, por la que se sirve deponerme del cargo de Presidente de la República, con manifestación de que fue dirigida a mí en particular y soy el que tengo derecho a conservarla. No se ha recibido ninguna cuenta del estado del empréstito general; las noticias que sobre el asunto han llegado deben hallarse en los archivos y no las recuerdo a punto fijo.— He tomado aquí y librado a la Agencia de Jamaica $102 que me entregó el C. Jesús Rodríguez para abonarlos a su señora esposa, habiéndole devuelto $72 y remitido en privado a mi difunto hermano C. Pedro de Céspedes los $30 res-tantes para que pagase al que comprobara haberlos suplido a dicha señora; pues creo que la Agencia no satisfizo el libramiento, de cuyo resultado estoy pendiente. En este particular es oportuno observar a V. respetuosamente, que no estoy obligado a dar cuenta al actual Ejecutivo de la inversión de caudales que entraran en mi poder durante mi administración, sino a la Cámara de R.R. como lo he hecho con cuantos he manejado.—Recuerdo que el C. Antonio Zambrana fue encargado a petición suya, de conciliar y entusiasmar los ánimos de los cubanos emigrados y conseguir que facilitasen recursos para la guerra contra España.— El C. General M. Quesada, cuando marchó al extranjero, llevó la comisión de allegar y remitir esa misma clase de recursos.— El Coronel Melchor Agüero ha conducido al extranjero pliegos referentes a distintos particulares, y la causa que se le formara, recaería a la pérdida de la expedición del Hornet. Al General Garrido no se le encomendó ninguna comisión. Respecto de los demás particulares, nada puedo informar de memoria, refiriéndome, por último, a lo que dejo dicho en mis anteriores contestaciones. Con esto me cabe el honor, C. Secretario, de haber dado respuesta a su atenta comunicación de ayer, en que V. se digna copiarme el acuerdo del Consejo del Gabinete celebrado el día anterior, y de reiterar a V., al mismo tiempo, las protestas de mi mayor consideración. P. y L. Residencia del Gobierno en Casa Blanca, a 18 de Diciembre de 1873.— 6“ de N. I.— Carlos Manuel de Céspedes.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 195

Secretaría de la Guerra. No. 134. C. Carlos Manuel de Céspedes: La atención del Ejecutivo se ha fijado en la contestación de V. a la nota que se le dirigiera el 17 del corriente marcada con el No. 128, y no conforme por no concretarse V., a los particulares que se le piden, la sometió en Consejo de Gabinete a una resolución, y ésta es la que a la letra copio: «Que este Gobierno no está conforme con la respuesta evasiva que ha dado a las últimas reclamaciones que se le hicieron, porque siendo el jefe de administración en la época en que tuvieron lugar los actos de que se le pide cuenta, y no constando en los archivos que ha entregado nada sobre aquellos, está en la obligación de remitir los antecedentes que se le piden, para poder la actual administración resolver las dudas que pueden ofrecerse sobre estos particulares; y que por todo lo expuesto se le exija una respuesta categórica». La anterior copia del acuerdo lo pone a V. en la obligación de entregar en esta Secretaría las credenciales que se le piden y queda a la expectativa lo verifique V. para resolver sobre varios puntos en que está detenida la actual Administración por la falta de las enumeradas credenciales. Reitero a V. las pruebas de mi mayor consideración. P. y L. Arroyo de la Güira, Diciembre 26 de 1873. El Secretario de la Guerra interino. Félix Figueredo.

C. Secretario de la Guerra: Cábeme el honor de acusar a V. recibo de su comunicación fecha 26 del corriente No. 134, en que vuelve a transcribirme otro acuerdo del Consejo de Gabinete relativo a la contestación que en 18 del mismo día su oficio del día anterior. A los particulares de que se me ha tratado no he dado ninguna respuesta evasiva, ni tenía motivos para darla, no soy capaz de darla. En mi concepto he contestado categóricamente a las distintas comunicaciones de ese Centro en todo lo que pedía y debía contestar con arreglo a la verdad y sin exponerme a errar; aun por hacer favor, me he extendido basta más allá de lo que era mi obligación. Si el Gobierno no ha quedado conforme, lo siento infinito, porque mis deseos de ayudar en lo que me sea posible son los mejores; pero no puedo dar otra respuesta más categórica a los citados particulares. Tampoco puedo remitir ningún otro documento o credencial de los que se me han pedido porque he entregado todos los que estaban en mi poder. Los que hubiera convicción de que faltan, estarán en los archivos guardados, o se habrán extraviado o destruido con los azares de la guerra; y si eso demora la resolución

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196 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

de algún asunto, o de cualquier modo la dificultad; en el mismo caso podría hallarse y se ha hallado varias veces la Administración pasada, sin que sea culpa de nadie. Creo que no puedo contestar más categóricamente, y así he tratado de hacerlo en mis anteriores comunicaciones; que repito por conclusión. Reitero a V. las pruebas de mi mayor * consideración. P. y L. Arroyo de la Güira, 27 de Diciembre de 1873.— 6° de N. I. Carlos Manuel de Céspedes.

(Gerardo.Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», pág. 186, La Habana, 1930.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

C. Carlos Manuel de Céspedes. Distinguido C.: El Gobierno tiene que moverse y emplear algunos días en asuntos de interés; y como a V. tal vez no le tenga cuenta permanecer en su seno; puede quedarse o continuar, como más convenga a su personalidad. Si prefiere quedarse, el campamento del Comandante Beola brinda seguridad, y esto porque el Gobierno no puede facilitarle una escolta como quisiera hacerlo; y si desea acompañarnos, puede verificarlo. De cualquier modo, es el deseo del Gobierno que V. elija lo que le convenga; quedando los negocios con V. pendientes a la mira de resolverlos tan pronto pueda hacerse.— Reitero a V. las pruebas de toda mi consideración. P. y L. Arroyo de la Güira, 27 de Diciembre de 1873. 6° de nuestra Independencia.— El Secretario de la Guerra. Félix Figueredo.

C. Secretario de la Guerra: He recibido la atenta comunicación de V. fechada en el día de hoy, por la cual se sirve manifestarme que el Gobierno ha resuelto que puedo continuar en su compañía o quedarme, como más me convenga en cuyo último caso tiene a bien indicarme que el Campamento de Beola brinda seguridad, el supuesto de que el Gobierno no puede facilitarme una escolta como quisiera hacerlo, y por último, que los negocios conmigo pendientes quedan a la mira de resolverlo tan pronto como se pueda.— Agradezco profundamente los buenos deseos del Gobierno con respecto a mi persona, y aprovechando ese permiso prefiero no seguir marcha; pues aunque para mí sería muy

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 197

honorífico no me lo permite el estado de mis cabalgaduras. En todo tiempo y ocasión estoy a las órdenes del Gobierno por todo lo que sirva mandarme en obsequio de nuestra patria. Por manifestación verbal de V., quedo enterado de que pueden acompañarme (y doy las gracias) mi hijo Carlos Manuel y mi hermano político José I. de Quesada. Soy de V. con la mayor consideración. P. y L. Arroyo de la Güira, 27 de Diciembre de 1873. 6° de N. I. Carlos Manuel de Céspedes.

(Gerardo Castellanos G: obra cit. pág. 188.)

DE FÉLIX FIGUEREDO A CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES

Al C. Carlos M. de Céspedes. Distinguido Ciudadano:

En el Consejo de Gabinete celebrado el 8 del corriente se leyó su comunicación fecha 2 de Noviembre último, y respecto a su contenido se acordó contestarle que este Gobierno no cree conveniente en manera alguna, que sin causa poderosa y justificada, salgan fuera de su territorio los que en él militan y le deben forzosamente sus servicios; y en cuanto a que su presencia pudiera servir de núcleo a descontentos y transgresores de la ley, el Gobierno espera que eso no sucederá confiado en su celo, en su patriotismo y en el hasta la fecha no han desmentido los ciudadanos de la República. Lo que comunico a V. para su inteligencia. Ciego de Najaza, Febrero 23 de 1874. El Secretario de la Guerra interino.

Félix Figueredo.

(Gerardo Castellanos G: «En Busca de San Lorenzo», pág. 212, La Habana, 1930.)

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198 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

ASCENSO A CAPITAN DE SERAFÍN SANCHEZ R.C. Secretario de la Guerra. Capitán C. Serafín Sánchez.

El Presidente de la República, en uso de las facultades que le concede la Ley vigente y de acuerdo con la propuesta del Mor. Gral. C. Ignacio Agramontés Loynaz ha tenido a bien nombrar a V. Capitán de Infantería del Ejército Libertador.

Lo que pongo en su conocimiento con manifestación de que se le expedirá el correspondiente diploma, tan luego como se obtengan los impresos al efecto.

Residencia del Ejecutivo en los Negros de Bayamo a 15 de noviembre de 1873.

El Secretario de la Guerra. Félix Figueredo. Reg. al No. 55

Diebre, 31, 1873 El. J. de E.M.

Raf. Rodríguez.

LA MUERTE DE RAFAEL MORALES (Moralitos)

Cámara de Representantes.

C. Félix Figueredo. Secretario del Interior.

CERTIFICO: que en el archivo de la Secretaría a mi cargo existe la comunicación que a la letra dice: «Cámara de Representantes». Al ciudadano Presidente de la República: en sesión celebrada en el día de hoy la Cámara acordó por unanimidad lo siguiente: la Cámara, de Representantes, reconocida al malogrado patriota Rafael Morales y González, por sus eminentes servicios en favor de la República de Cuba, lo declara «Benemérito de la Patria». Lo que comunica a V. para los fines

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 199

convenientes. Patria y Libertad. El Presidente, Jesús Rodríguez. El Secretario Luis V. Betancourt. En Casa Blanca del Cautillo, a 14 de diciembre de 1873, VI de nuestra Independencia.

Roa. Ramón. «Con la pluma y el machete». (Compilación, prólogo y notas de Raúl Roa.) Academia de la Historia de Cuba. La Habana 1950.

DE MAXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO Carrasco, 15 de

diciembre de 1873.

C.F.F. Estimado amigo: he recibido tu apreciada del IV del actual; me extraña no te

refieras a ninguna mía, pues te he escrito varias.

Adjunto el Boletín de la Guerra. Por él te enterarás de otro golpe a los enemigos. ¡Machete con ellos!

No puedo entrar en pormenores, pues en este momento estoy ahogado de trabajo, y quiero esta misma noche despachar el correo.

Siento en el alma no contestar a tu solicitud de un modo satisfactorio, en lo de recursos para Jamaica. Tu sabes que nunca guardo nada, pues aunque los muchachos me regalaron algo, yo todo lo derrocho al momento.

Ya tenía noticias de la ocurrencia del Virginius, pero no con los pormenores que en la copia del corresponsal nos envías, pero todo eso es nada, y quién sabe los bienes que nos reportará ese mal, si como sabemos, Inglaterra y los Estados Unidos meten la mano en el negocio.

¡Como me alegra lo que me dices de organizar á Cambute! Acá todo lo esperamos de la caña del Marqués y la tuya.

No puedo ser más largo y abur, hasta otro día, con mis recuerdos a los amigos, saluda al Secretario de la Guerra, su amigo,

Máximo Gómez

Tomo VII pág. 409. Rev. Cubana, 1888.

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200 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

DE MÁXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO

Belén, Diciembre 21 de 1873.

Ciudadano Félix Figueredo. Estimado amigo: Al desaparecer la Comisión, llegó el teniente coronel

Romero y me entregó todo, además otras correspondencias atrasadas que recogió en el camino, entre las que venía otra tuya muy atrasada, del 16 de Noviembre, fechada en la Toronja.

Blanca. ¡Cuántos recuerdos y cuánta historia encierro en esos bosques! Blanca. ¡Cuántos recuerdos y cuánta historia encierro en esos bosques! Ahí he pasado buenos y malos ratos, ahí sufrí algunos dolores, y fue donde primero aprendí a ser algo fuerte, pero nunca, como tú dices, me aburrí, siempre he sido de los verdaderos creyentes y mi corazón cual las rocas de Casa Blanca, jamás se sintió desfallecer.

Siento, como tú, la pérdida del buen Maceo,1 pues aunque a él le sucedió un día como a San Pedro, cuando caminando sobre las aguas perdió la fe y se quiso ahogar (Arroyo Rosario) ya, más lleno de esperanzas y entusiasmo, hubiera podido ser útil a su patria.

Tú estás ahora en tu elemento, envuelto en papeles, que es lo que a ti te gusta, y por lo que te importe te haré una advertencia: Cuidadillo con aquello de los grados, pues una de las cosas que censuraban a la pasada administración, era lo que espontáneamente dio, y ahora veo que lo han hecho con el Inglés, sin esperar a que yo diera los informes; aquí se ha notado eso y te puedo asegurar que al Inglés no le agradará: Cuando le vino el diploma de coronel y esto lo propuso Agramontés á Carlos Manuel, que no lo esperaba así, hizo que yo lo expresara al margen del mismo diploma. Aquí ningún jefe ni oficial agradece que sin propuestas lo asciendan.

Según me dice el general Vicente García, además del correo que cogieron de allá para acá, pueden también haber cogido uno que yo mandé a él con muchos pliegos para que los despachara y con los cuales envié mi gran proclama. No lo dudo, pues la mandé a todos los amigos, y ninguno me dice nada de ella. Te la incluyo para que la veas. Cuando

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 201

me escribas me dirás algo. El correo a que me refiero fue despachado en 25 de octubre. Si los pliegos no se han perdido, debió recibirlos la pasada administración.

Tengo que enmendar -el parte de Palo Seco, pues por posteriores reconocimientos se han contado 505 muertos diseminados por los montes, y la gente de las Tunas ha recogido como 30 caballos, 20 armas, prendas y otros efectos. ¡Esta sí que fue gorda! Me gané a Calixto con la del Chato. Esta tarde se me han presentado tres de Guáimaro, y me dicen que a los tres días del combate, llegaron 1,000 hombres, estuvieron tres días emboscados en los alrededores del pueblo, y no se han atrevido a reconocer el lugar del combate; que allí sólo se presentaron los que despaché con Martitégui, y dos más después, que la columna justa y cabal quedó en el campo, y que el pánico y la miseria es horrorosa.

También recibo hoy noticias confidenciales, asegurando que las relaciones entre España y los Estados Unidos están llamadas a un rompimiento; que el negocio es de una tirantez tal, que ó compromete la paz entre las dos naciones, ó la dignidad de España queda malparada.

Adiós, no tengo tiempo para más, pues voy a escribir algo a dos Panchito (distingue mucho a este viejo que es muy buen amigo) y al Marqués. Tuyo amigo,

Máximo.

Tomo VII, pág. 410. Revista Cubana, 1888.

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1874

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DE MÁXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO

Naranjo, 24 de enero de 1874.

Félix Figueredo. Secretario de Guerra.

Estimado amigo: aunque el 16 despaché al capitán Pablo Nueva con cartas para tí y el Presidente, aprovecho hoy la ocasión del aspirante á coronel, Machado, que tengo que enviar a ese Gobierno para que él resuelva como mejor le parezca. Ningún informe favorable ni desfavorable puedo dar de dicho sujeto, pues no lo conozco, bien que, según otros, parece que la mayor parte del tiempo lo ha pasado en los ranchos por enfermedad y otras causas.

Tengo a la vista un número de «La Voz de Cuba» muy gracioso, en el cual hay un artículo donde los españoles te hacen trizas y copian —de seguro y por supuesto— lo que les conviene de la carta que me enviaste y que cogió Marti tégui. La comentan, mezclando tu nombre, y el mío y el de otros más. Siento que en esa carta te ocuparas tanto de Carlos Manuel, es decir, de vituperar tanto su conducta como hombre político, pues lo creía innecesario, sabiendo como yo y todos, que estando designada por todos su deposición, sacar a relucir ciertos hechos no nos hace mucho favor. Así pienso yo por el bien del país y por nuestro decoro, pues de lo contrario nos pareceríamos a los españoles, que teniendo o no razón hacen siempre como ahora con Castelar, que después de caído lo insultan y desprecian. Bien sé que es esa la condición humana, pero sé también que tienes muy buen juicio, y no dejarás de comprender que estas cosas no conducen a nada bueno. Bien sabes la actitud de los camagüeyanos con respecto a Céspedes, pues sin embargo, después de su caída nadie se ha ocupado más de él sino para compadecerlo, porque no tuvo tino ni acierto en su gobierno. Con respecto a mi ¿cómo podré olvidar el 8 de junio de 1872, en el Peladero? En aquel día y en aquel lugar me infirió Céspedes una ofensa, y sin embargo, la recuerdo compadeciendo su situación, que comparada

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206 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

con la á que él me condenó en aquella época, resulta muy más triste, pues yo tuve muchos soldados que me sintieron y algunos amigo» que se dignaron pasar muchos años haciéndome compañía en mi triste rincón. Habla, pues, amigo, á esos patriotas para que nadie se ocupe de Céspedes, que lo embarquen si así conviene, y que nos deje acá tranquilos proseguir la guerra a los españoles.

Dentro de tres días saldrá un correo y llevará los partes. Te has de reír con lo de Báscones y nuestra gente que mandé a operar por Santa Cruz; Báscones, con mil y pico de hombres, estaba a un cuarto de legua de nuestras fuerzas, y no se atrevió a salirles al encuentro, se puso a la defensiva y preguntaba si yo iba mandando las fuerzas. ¿Qué te parece este pájaro? No pierdo las esperanzas de echarle el guante otra vez. -

Adiós. Memorias a los orientales. Tu amigo • "» Máximo.

Tomo VII, pág. 415. Revista Cubana, 1888.

A LOS VENGADORES DE CÉSPEDES'

Ayer 21 de enero recibí por conducto de las Prefacturas vuestro anuncio, que no llamo anónimo á pesar de la forma por qué os conozco como á los dedos de mis manos. Os conozco y no os temo á pesar de vuestras amenazas, por que os hago el honor de teneros por honrados patriotas y buenos m.:6 y me persuado que nunca seréis capaces de ejecutar asesinatos; contra un patriota que aceptó la revolución para derrocar un poder que rechazaba la civilización y lo pedía la emancipación de más de 300,000 individuos que sumidos en la esclavitud clamaban por que se les librase del hierro y del chasquido del látigo que están sintiendo ha tantos años, en sus oídos y en sus espaldas.

Y si por haber hasta cierto punto, sacrificado mi familia; visto fusilar mis únicos tres hermanos; perder los mejores años de mi juventud y de mi carrera; lo mismo que todos los dolores y miserias pasadas y por pasar; venís á ofrecerme una muerte decretada allá en

6 Masones.

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207 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA vuestras secretas reuniones; donde la legalidad no existe, por que no es legal una asociación que se encuentre con el misterio y que carece de todas las formas legales para poder existir, desde luego que dudo lo pongáis en obra porque vuestros sentimientos y vuestra conciencia os detendrán en la ejecución de la amenaza. Y si no tratad de hacer el experimento y os veréis desmentidos al ejecutarlo. Nada os he hecho; y más bien os he servido hasta donde mis fuerzas me lo permitieron: tampoco os creo enemigos porque en este mundo sólo tengo uno que quiso asesinarme y como no pudo quiso luego deshonrarme y como tampoco lo ha conseguido, hoy solicita mi amistad y hasta quiere llamares mi pariente. Se llama éste José de Jesús Pérez; a quien evité que traicionara la causa vendiéndonos al coronel español Máximo Na-vidad, cual otro Judas Iscariote. Fui íntimo amigo del primer caudillo Carlos M. de Céspedes y en su desgracia le serví cuando todos le volvieron las espaldas. —¿Conocéis los secretos que me impidieron á aceptar la Serie de la guerra?

Creo que nó, porque si así fuese me haríais justicia. ¿Habéis leído las memorias póstumas de Pancho Maceo? Seguro que nó, porque si las hubieseis leído, se os caería la venda de los ojos.

No puedo continuar porque 42 fiebres complicadas con una afección al hígado me tienen demacrado y me quitan la calma que necesito para tratar asuntos de esta naturaleza.

Reuníos y llamadme cuando ya esté bueno y al oírme me haréis justicia y os arrepentiréis de vuestras amenazas.

Que el gran Arquitecto os quite la venda de los ojos.

El h.\' Don Félix Figueredo.’.

Revista Bimestre Cubana. Tomo V. Año 1910, págs. 172-174.

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208 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

ASCENSO A COMANDANTE DE SERAFÍN SANCHEZ R.C. Secretario de la Guerra. Comandante C. Serafín Sánchez.

El Presidente de la República en uso de las facultades que le confiere la Ley de Organización Militar 1? de acuerdo con la propuesta del Mor. Gral. C. Máximo Gómez Jefe del 2 Cp. de E. ha tenido a buen nombrar a V. COMANDANTE DEL E.L.

Lo que pongo en su conocimiento con manifestación de que se le expedirá el correspondiente diploma, tan luego como se obtengan los impresos al efecto.

P. i L. S. Diego 1” Febrero 3 de 1874. 7 de N.Y.

El Secretario de la Guerra. Félix Figueredo. Reg. al No. 94 Febo. 6 1874 El J. de E.M. Raf. Rodríguez.

DE MÁXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO

Departamento Central. Naranjo, 15 de Febrero de 1874.

C. Félix Figueredo.

Estimado amigo: no sé como empecé la contestación á tu epístola del 3 del actual, desde el Realengo, pues hoy y en este momento, estoy de muy mal humor, tengo toda la Gomada, encima. ¡Dichosos aquellos que se han educado en el amoroso regazo de una amada esposa y de unos hijos queridos! ¡Cuán diferente sienten, hablan y son! ¡Ay de aquellos que educados desde su niñez entre el fragor de las armas y en trato con los hombres —los hombres soldados— nunca han disfrutado de la sonrisa de un hijo querido, ni han visto deslizarse

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209 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA una lágrima de ternura por el rostro de una compañera idolatrada! Tal vez hoy, hablando contigo, ponga mi espíritu en calma, mi cabeza en juicio y mi corazón en amor, transformándome de este modo en un hombre bien educado. Pero ¿a dónde voy a parar? No, no sigo, amigo Félix, pues siento que mi espada desolada tiembla en el cinto, al ver que pierdo el tiempo en divagaciones, más propias de una anacoreta ó u médico, que de un militar.

Me siento mejor y te contesto. Lamento hoy más la pérdida de la correspondencia, porque me dices venían

cartas de nuestras familias. No les perdono que correspondencia de esa clase la fiaran a cualquiera, estando tú en el foco de los negocios y conociendo a tantos oficiales de Oriente, capaces de ir hasta la Habana sin que nada les resulte. No se te ocurrió enviar una comisión á mi cuartel. Descuido, la guardaré para cuando se me ofrezca, porque a mí que no me vengan con casualidades.

No haré lo que tú me dices, pues eso es muy gordo, amén de que a él (Báscomes) se le puede ya cantar el de profundis. Ni siquiera lo oigo nombrar, y es muy posible que se vaya con la música a la Península.

No tengas cuidado que no aflojaré, y si perdoné a los de la Sacra y Palo Seco, por no contrariar lo del decreto, fue porque ya estaba derogado, yo no tenía conocimiento de ello. Pero ¡que coincidencia! Martitégui quizás cogió la correspondencia que hubiera hecho caer su cabeza cuando más tarde cayó prisionero. A otra cosa.

¿Conque mi plática ha hecho el mismo efecto que á Napoleón lo del Papa Pío? Pues no lo creas, y te hablaré en serio. No creo que hables de buena fe al suponer que yo dije aquello porque me quitaran la iniciativa, pues ¿qué bienes me vienen con esa gracia? Ninguno: trabajos pour moi Sr. Secretario. Si lo dije fue para que no imitaran a la pasada administración, y porque el ascenso del coronel Reeve no lo exigía una necesidad del servicio, y sin duda se podía esperar su hoja de servicios y demás informes y de ese modo le hubiera sido más grato al extranjero conquistar el grado de brigadier. Desengáñate, á ningún hombre delicado le gusta ascender de ese modo, después que todo el mundo sabe lo que ha pasado en Cuba con los grados, y si lo dudas, escríbele al inglés y verás lo que te dice. Y es muy natural que así sea. ¿Cómo no le ha de gustar que el que le vio batirse en el Atadero a la vanguardia de la columna volante; que el que le dirigió

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210 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA y vio avanzar sobre las fortificaciones enemigas de Santa Cruz, diga como él hizo todas esas cosas, para que entonces el Gobierno diga: «Por estos méritos, etc.». De otro modo no, pues ustedes desde allá no podían saber todo eso, y de aquí una de dos: necesidad del servicio, que siempre es desagradable para el ascendido, no la había; Reeve tiene una pierna rota y no podía ascendérsele á brigadier para que en-trara en campaña. Luego, debió ser por simpatías. Pues aquí está toda la pifia, y esto es lo expuesto y hasta lo temible, pues cuando entren los rencores es muy fácil que deponga lo que impuso al efecto. Aguanta y no pujes. Y esta es la última vez que tratemos el asunto, pues no quiero que se manosée el nombre de un veterano distinguido.

Estoy muy de acuerdo contigo en la conducta que, según dices, se ha trazado ahora ese Centro, de obrar por todo y por sobre todo bajo tres afirmaciones: conforme a las Leyes, á la Constitución y el bien de Cuba. Sobre este último punto es que se requiere el gran cuidado, pues sobre los dos primeros, como nuestras leyes son tan pocas y tan cortas, difícil es infringirlas. Mucho, muchísimo cuidado se necesita, tanto que, mira, ni Dios me convence que lo del brigadier González está ajustado a las Leyes ni al bien de Cuba, y si no el tiempo lo dirá. Pregúntale a Gonzalito —él que aún duda en hacerse cargo del destino— si le conviene esto. ¿Y cuál es la causa? La de no consultar al jefe que conoce a sus subalternos y las necesidades del Cuerpo que manda, y luego vaya la responsabilidad sobre el pobre jefe, que se querrá, que tome a la Habana; pero no es solo la responsabilidad con el Gobierno que a todo hombre que sabe lo que vale le importa un bledo y que sabe también que todos los Gobiernos son ingratos; la responsabilidad con el pueblo á que se sirve muy bien y siempre, la responsabilidad de un nombre y de una reputación conquistada a costa de tantas fatigas y tantas amarguras.

Aguanta que allá va más. Lo del General Luis Figueredo............. ¿por que con sin igual cinismo

te atreves a inculparme la posición en que lo colocó la pasada administración? Hice lo que debí en su favor, para que el ciudadano, á quien tantas virtudes adornan, no se desprestigiase como militar. Prueba de ello es la exposición que más tarde dirigió al cuerpo de oficiales de aquella división. No sé pues, cómo el ciudadano diputado Marcos García reprueba la conducta de aquellos oficiales en este asunto, pues ellos, como tú mismo puedes ver, invocan los informes poco favorables que

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211 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA de Figueredo les ha dado la Diputación de las Villas. Lo he leído en la exposición.

Voy a concluir, pues ya estoy cansado. Vuelven para allá algunos despachos sin firmar (Descuiditos). La proclama del Presidente no vino en la factura (idem). No firmas como antes y no lo dices (idem). La correspondencia muy mal pegada (idem). La circular del 2 de enero derogando el indulto, tampoco viene en la factura (idem). Total: 5. Mucho de factura y al primer tapón... zurrapa.

Lo del garrafón de pólvora lo arreglará el Gobierno. Para ti y tus inglesitos pondré a tu disposición 10 años de paga devengados al concluir la parranda: 40,000 pesos. Yo, trasto viejo, la pasaré contándole historias a tus chiquillos.

Eres muy malo, has venido a sorprenderme con recuerdos que jamás se olvidan, con recuerdos de otros tiempos y otros lugares. ¡Piloto! ¡Mi pobre hipo! Inocente criatura, quedó enterrado en aquellas incultas montañas. No parece sino que vino a la tierra para irse y dejarme. Vino nada más que á hacerme más llevaderas las horas de amargura á que en aquellos días me condenaba el destino.

Las cosas siguen bien por acá, por el parte oficial que irá muy pronto te impondrás de lo que he hecho.

Adiós, con recuerdos a todos, soy siempre tu amigo, Máximo.

Tomo VII pág. 412. Revista Cubana, 1888.

DE RAMÓN P. TRUJILLO A FÉLIX FIGUEREDO

Junio 25 de 1874. Querido Félix:

Te incluyo una carta para mi madre, que tendrás la bondad de incluir en una tuya cuando escribas a Micaela.

Operaciones non habet desde «Las Guásimas», pero se dice hay reconcentrados doce mil hombres para volver a las andadas.

El Congreso americano ya sabrás lo que ha hecho, pero desconoces lo que hará, con lo cual estamos los dos iguales.

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212 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Los españoles han publicado en La Marina un artículo de fondo analizando la

rebelión y sacan a relucir a todo bicho viviente, después de lo cual te escogen entre todos y le dan mil vueltas al mefistofélico párrafo de tu carta a Gómez; ten cuidado que si te atrapan, tendremos pira y otras bagatelas de la Inquisición.

Deseo verte cuanto antes y mientras esto sucede, guarda el pellejo y dispón de tu amigo,

Ramón P. Trujillo Tomo

VII, pág. 170. Revista Cubana, 1888.

DE F. F. A LA SRA. M. DE C.

Cauto, octubre de 1874.

Mi querida M.: Voy a escribirte mucho y ni sé por dónde empezar; tantas son las materias de que tengo que ocuparme. Me concretaré primero a lo que me dices en tus dos últimas cartas y después seguiré escribiendo cual lo permita mi razón.

Te quejas de que ya mis cartas no te llegan y apuntas los meses que has dejado de recibirlas y luego das a entender como que la actual administración debe de tener la culpa.

Es una equivocación tuya, debida tal vez a la perversidad de los que están ahora al frente de esa Agencia el achacar al actual Gobierno la causa del mal de que no se reciba ‘la correspondencia nuestra con la regularidad que antes, cuando saben muy bien que es debido a que cuando cogieron todos los papeles juntos con el cadáver del Presidente Carlos Manuel, el enemigo al examinarlos descubrió que estaban anotados los nombres propios de los agentes en las poblaciones, con excepción del que se firma «Leónidas Raquin», y la imprudencia de tener escrito lo que no se debía, hizo que los unos fueran presos, los otros perseguidos y que alguno, como «Davis» escribiera seguidamente para renunciar el cargo que desempeñaba y de todo esto el trastorno de que te quejas.

A no ser que, si los demás la reciben, haya por allí quien tenga interés en interceptar mi correspondencia y desde luego debo suponer

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213 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA que si alguno lo hace será para perjudicarme, hiriéndome cobardemente; o quién sabe si será para poder alcanzar glorias pecuniarias con el Cónsul español por tan patriótico servicio. Y esto lo digo porque no recuerdo haber perdido la costumbre de escribirte. Luego y más adelante también me dices, que por allí hay una algarabía tan grande, entre esos sesudos políticos, que concluirán por no entenderse.

Que los unos dicen que Máximo Gómez concluyó con el Gobierno . del Marqués de Santa Lucía.

Que otros pugnan porque acepten las últimas proposiciones de los españoles.

Y de que yo entregué a mi patria cuando estuve desempeñando el cargo de Secretario de la Guerra...

Ahora bien: si las tales bolas no fueran tan estupendas, quien sabe si pudiera suceder que sus inventores me precisaran a pedirles que publicasen las pruebas. Pero, ¿para qué el molestarles si en ningún caso pudieran presentarlas? ¿Ni como podría ser posible el proceder a la venta o entrega de lo que los mismos no consiguieron enagenar?

Pretenden algunos que cargue yo con pecados nunca cometidos, lo mismo que con los ágenos; y es lo más curioso que vengan ahora a figurar los cómplices de los que dieron las mejores pruebas de un verdadero patriotismo, conferenciando en el cafetal Los Laureles con el coronel español D. Máximo Navidad, para quedar con él obligados a lo que pude estorbarles que no cumplieran, y los cuales, por ser del mismo modo de pensar, han llegado después a formar causa común con los que también las dieron cuando se colaron en Bayamo en 1869, para conferenciar con el general Conde de Valmaseda; y de allí salir ilusionados a proponernos el que dejáramos «nuestras escopeticas», para que fuésemos sumisos y desarmados a recoger el perdón, resultando que, como no lo lograron, los tales servicios siempre les fueron pagados por el nobilísimo Conde con unos salvo conductos que les pudiesen servir para que fuesen protegidos en su viaje al extranjero; y sin contar que esos documentos habían de venir a caer en poder de Máximo Gómez cuando operaba por la jurisdicción de Jiguaní, de cuya resultas hubo presos y amnistiados, en lugar de haber habido presos fusilados, por el hecho de que quisieron hacer traición a nuestra naciente República.

Aunque las anteriores consideraciones debían de detenerme, me es preciso, sin embargo, decir algo más.

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214 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA En la época en que estuve desempeñando el cargo de Secretario de la Guerra,

que nunca pretendí, ni menos quería admitir, hasta que Calixto García se empeñó seriamente, para marcharse confiado a emprender operaciones que ya tenía proyectadas, recuerdo que el Gobierno hiciera lo siguiente: lo primero, regularizar el ejército; lo segundo publicar una ley de Organización militar, que, buena ó defectuosa, era indispensable para llenar ese vacío: Servir a muchos, pero sin menoscabar el prestigio de nuestras leyes, etc. Y por separado le tocó al Gobierno de que yo formaba parte, recoger su parte de gloria en las memorables acciones de los Melones en la que el enemigo, si bien tuvo la suerte de verse auxiliado al emprender su retirada, ésta la hizo en escalones, para no sufrir una completa derrota; la de «Naranjo», donde le sucedió otro tanto a dos mil españoles, que fueron perseguidos en su retirada hasta Moja-Casabe; y la de las Guásimas, donde fueron encerrados en un círculo de fuego los tres mil españoles que mandaba el General Armiñán, y que no hubieran conseguido salir, a pesar de su artillería, si no hubiesen acudido dos mil españoles más, que llegaron al quinto día de la pelea, para salvar a los que quedaban de los primeros. Y por último, la coleta del paso de la Trocha, con la invasión del territorio de las Villas, que si antes se hubiera podido efectuar, tal como estaba convenido entre el Gobierno con el General Máximo Gómez, es casi seguro que á estas horas estaría la guerra en las mismas puertas de la Habana.

De manera que, por lo visto, no se explica que pudiera entretenerse en andar en malos tratos el que, por su carácter, separado de su limpia hoja de servicios, estaba presenciando lo que se cuestionaba en los Melones, Naranjo y en Las Guásimas, ni menos se concibe que lo hubiera hecho antes cuando está justificado que hasta sus ratos de descanso más bien los ocupaba en servir a la Revolución, haciendo de cronista y dirigiendo cartas a su amigo el General Máximo Gómez, como lo comprueba una, que por arte del demonio de la guerra, llegó a ser del do-minio público, después que la publicaron, aunque no completa, «La Voz de Cuba», La «Bandera Española» y otros periódicos, por haber sido presa del enemigo, junto con la otra correspondencia del Gobierno, al quedar prisioneros en las cercanías de Guáimaro los de la Comisión portadora, debido á que el coronel Pancho Varona se separara de las instrucciones que se le dieran en la Secretaría de la Guerra al tiempo de entregarle esa correspondencia para que la llevara bajo su respon-sabilidad hasta el Camagüey. Y que como no hay mal que por bien no resulte,

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215 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA cuando la suerte favorece, la cogida de esa correspondencia fue causa de que el

General Máximo Gómez obtuviera el triunfo más grande que registran los anales de esta guerra, con la victoria de Palo Seco, donde el comandante español Martitégui, que tenía en sus bolsillos parte de esa misma correspondencia, al salir en libertad del campo de batalla junto con los demás prisioneros, que también fueron perdonados, pudieron ver con sus ojos hasta el número de 507 cadáveres de los que horas antes habían formado parte de la destruida fuerza, incluso su jefe el teniente coronel Sr. Bilches.

He tenido la paciencia de entrar en estas explicaciones, no porque tenga que dar cuenta a nadie, sino porque considero de mi obligación que con el tiempo sepan mis hijos á que atenerse, y puedan, sin que se les salten los colores a la cara, presentar las pruebas de mi honrada conducta para con mi país, al que me consagré con perjuicio de ellos, de mis bienes, pero bien adquiridos; de mi carrera; en una palabra, de mi propia existencia. Desde el 12 de octubre de 1868 hasta este otro de 1874, en que escribo, no recuerdo haber tenido otras ocupaciones ni mas empeños que el de servir a la Revolución, como yo entiendo y he enseñado que se le debe de servir, para que pueda dar por resultado la emancipación de la esclavitud junto con las demás libertades; ni he querido ni puedo tener más tratos con los enemigos que el de cobrarles, de cualquier modo que se pueda, la muerte de mis tres hermanos Angel, Nando y Emiliano, fusilados por el Conde; y la de nuestra hija Alayita, muerta en una prisión antes de que cumpliera dos años de edad, de resultas de los trabajos sufridos en las prisiones y del hambre con que se criara en la Somanta.

Por consiguiente, fuera mejor que esos bravos que vagan por la emigración, mal entretenidos en calumniarnos y en otras cosas peores, después que huyeron de las balas y de los boniatos, volvieran para enseñarnos a ser patriotas, ó, por lo menos, a reemplazar a los que sólo saben sacrificarse para que tengan patria libre.

Hablemos ahora de Calixto García Iñiguez; de las causas, con detalles, de su reciente cuanto sensible desgracia; y si quedare papel ya que en nuestras fábricas sólo conseguimos las hojas de los «cupeyes», entonces hablaremos de nuestra situación, y tal vez de otros particulares. Empecemos con algunas consideraciones respecto del infortunado amigo.

Mucho se moteja, me dices, que Calixto, en las grandes situaciones, oyera mis advertencias; y como llega la ocasión, por mi cuenta agrego:

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216 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA que muchos de los que le adulaban, al volverles las espaldas le rompieron el

espinazo, diciendo que casi siempre obraba por mis consejos, con lo cual, después de no hacerle ningún favor, querían por carambola que yo resultara participante y responsable de los hechos. Y ahora sabremos el crédito que se les puede dar a tales conversaciones.

Después del ataque a la plaza de Holguín y de sus últimas glorias alcanzadas en las acciones que se sucedieron a la concentración de Curaito, en la Vihuela y el Zarzal, consecutivamente en Santa María, donde dejó copada la columna al mando del valiente teniente coronel Gómez Díeguez, tuvimos que andar separados, primero por causa de las fiebres intermitentes, que me repitieron con las lluvias de la copiosa primavera, y después porque, aun cuando nos reunimos en el Vijagual, volvimos a separarnos, en razón de que yo había dejado de ser el Jefe de Sanidad Militar de Oriente, para pasar a hacerme cargo de la Secretaría de la Guerra, con el carácter de Subsecretario, hasta que le hice entrega al Mayor General Vicente García, allá en el Camagüey, hallándonos en La Matilde de Simoni, después de lo sucedido en Naranjo y en Las Guásimas.

Por las mismas razones, en Agosto último vino Calixto a buscarme, encontrándome en San Agustín del Cauto, para proponerme que le acompañase al territorio de la jurisdicción de Bayamo, donde le obligaba la circunstancia de ir a poner coto a las desavenencias que tenían lugar entre el Jefe de aquella División, General José Ma. Barreto, con el de Brigada, que causaban mucho mal en aquellas fuerzas.

En un principio me negué a lo de acompañarle en todo el viaje, y únicamente le prometí que le seguiría hasta las aguas del río Contramaestre, en lo que quedó conforme; y en ese concepto, salimos para Dos Ríos, donde de momento quedó establecido el Cuartel General; recibiendo, al segundo día de estar en él, al comandante Juan E. Ramírez, que llegaba en comisión del General Barreto a entregar interesantes pliegos. Uno de los mismos contenía las proposiciones de los españoles, proponiéndonos la paz; proposiciones que, bien estudiadas, daban lugar a reflexionar, pero seriamente.

Si mal no recuerdo, porque no tuve tiempo de tomar copia, eran las siguientes:- Primera. Abolición de la esclavitud en la República de Cuba.- Segunda. Reconocimientos de grados para los de nuestro ejército.- Tercera. República Federal unida a España; pero si allá se daba ésta la monarquía, proclamar en Cuba la Independencia.- Cuarta.- Devolución

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217 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA de los bienes confiscados.- Y Quinta.- Dar España una nación en garantía, y

otra los cubanos. Leído el oficio de remisión de Barreto, las proposiciones y algunas cartas, entre

las que entraba a figurar una de un tal Sr. Aznar, comandante de Ejército y Fiscal en la causa que se formara contra el agente Varona, preso en el Castillo de Gerona, de Manzanillo, según lo explicaba la carta; Calixto me dijo que le era imposible el marchar para Bayamo sin que dejara de acompañarle; y yo, que entendí que el con-junto era delicado, desde luego accedí, sin más condición que la de hacer el viaje por entre Santa Rita y el Cautillo, Charco Redondo, cercanías de Guiza, y luego por el Corojo para bordear la Sierra y no tener encuentros con el enemigo. Pero el comandante J. Ramírez, contrarió mi proposición, expresando que era mejor hacerlo por la costa del Cauto, para luego dejarlo, pasar por la Sabana de Punta Gorda, el Humilladero, la Veguita, y después de pasar el camino de Manzanillo, ir hasta las alturas del Yaravabo, donde esperaba Barrito. No me bastaron reflexiones para disuadir a Calixto de que no aceptase ese itinerario, porque al fin, Ramírez acababa de hacer el viaje por esa ruta y argüía que el camino estaba inmejorable. Pedí a Calixtxo que antes de emprender nuestra marcha debía consignar por escrito que nunca había tenido motivo para escribir al Varona que usaba el pseudónimo de «Marqueta», para que así quedase desvirtuada la carta del mismo, bastante comprometedora, que ya dije venía junto con los pliegos de los españoles y la que aparecía haberse escrito en el Castillo de Gerona, donde se hallaba preso el firmante, por causa de los apuntes del Presidente C. Manuel, ocupados por el enemigo, Calixto me contestó que así lo haría; pero que lo aplazaba para cuando llegásemos al cuartel del General Barreto. A lo que sí accedió, y de momento, fue a que marchase en comisión el coronel Ismael Céspedes, Jefe de E.M., con los pliegos para el Gobierno, donde se incluía el original de las proposiciones de los españoles para que allá, éste y la Cámara pudieran acordar lo que creyesen conveniente.

Salimos de Dos Ríos el 28 de agosto, con unos 60 infantes y 16 jinetes, mal montados; y el primer tropiezo lo tuvimos al repasar el río Cauto por el llamado «Paso del Oro», donde á poco más, se nos quedan el buen amigo y compañero Juan Miguel Ferrer, el Capitán Ayudante Esteban García, y el soldado Esteban el Cayero, que, como no sabían nadar, fueron arrebatados por la fuerza de la corriente, y hubimos de emplear grandes esfuerzos, logrando sacarlos casi ahogados.

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218 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Por fin logramos ganar la opuesta orilla después de mil trabajos y luego de

caminar por la jurisdicción de Bayamo, ya que pasamos la extensa sabana de Punta Gorda, hicimos parada en el camino real de la Isla, mientras los de la fuerza derribaban los postes del telégrafo que pone en comunicación á Cauto del Embarcadero con la ciudad de Bayamo, y además, se quemaban unos parapetos construidos exprofeso» por los españoles para guarecerse y proteger el paso de sus convoyes.

Más adelante, un fuerte aguacero nos hizo acampar antes de llegar al blanquizal para pasar la noche y a la mañana siguiente seguimos en busca de los Jagüeyes, con todo el camino lleno de agua, los arroyos crecidos, y después de muchos trabajos llegamos al susodicho punto, donde tenía un retén de una veintena de hombres enfermos y heridos, el coronel Emilio Noguera, que no vimos porque se hallaba ausente: allí encontramos con una pierna rota al capitán Carlos Gabino, hecho- cargo del campamento, y éste nos dio informes del disgusto general que tenían los de la fuerza, por la conducta ó abandono del Jefe de la Di-visión y del de la Brigada, que, á lo que se decía, no querían descender de las lomas al llano, pasando el tiempo por los puntos nombrados Rancho Claro y El Macho, sin operar contra el enemigo.

Venciendo mayores dificultades, dejamos al amanecer los Jagüeyes, para cruzar el camino de Bayamo a Manzanillo, por el intermedio de los campamentos de Bueycito y el de la Veguita: al verificarlo, tomando las precauciones del caso, por si se tropezaba con alguna fuerza española ó con la confronta; la vanguardia nuestra descubrió que estaban apostados del otro lado del camino, bajo las órdenes de un teniente de apellido Meriño, unos 15 veteranos insurrectos que acechaban el paso de un pequeño convoy; y al llegar al punto que estos ocupaban, Calixto García, seguramente distraído, dio la orden al comandante Jesús Rabí para que hiciese derribar los postes del telégrafo del camino y cortar los alambres. Yo, que me había detenido con la retaguardia en el paso del río de Buey, para que mi caballo bebiese a su antojo, y se le limpiaran las crines de la cola, que las llevaba llenas de lodo, cuando llegué al camino y noté que se destruía la línea, a pesar de lo del acecho del paso del convoy, no pude menos que hacer conocer que había sido un error, puesto que en vez de reforzar con gente nuestra al teniente Meriño, más bien iba a servir la otra operación para dejar advertida al enemigo de nuestra presencia en aquellos lugares; y a la par, la otra consideración, de que nos hubiera debido resultar de mayor provecho

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219 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA la quita del convoy para alimentarnos, que no la de dejar destruida la línea

telegráfica en el corto espacio de un kilómetro. Los del teniente Meriño, luego que, con disgusto, vieron la operación

concluida, comprendieron la inutilidad de su permanencia en aquel sitio: y al continuar nosotros nuestro camino también se marcharon ellos. ¡Maldita disposición origen de tantas desventuras!

Llegada la puesta del sol nos quedamos junto al Hicotea, para poder pasar la noche, después que dejamos en el espacio de camino andado las huellas de nuestro paso, bien marcado por la tumba del telégrafo y por efecto de las lluvias.

Al siguiente día muy de mañana, seguimos en marcha, hasta que pa- jamos en La Cidra, detenidos por una negra tempestad que, para descargar, dejó desprender un rayo que cayó cerca de nosotros destrozando una palmera, lo que me hizo presentir alguna desgracia, y cuya observación no me explico por qué se la hice a Calixto desde mi hamaca. Al otro día llegó Mármol, el Jefe de la Brigada, que luego de haber pagado un par de horas con nosotros, nos indujo a que marchásemos ca-mino de Yarayabo, facilitando a Calixto antes de separarse al teniente Guerra como práctico de todo aquel terreno, y con el que seguimos hasta que nos hizo detener en un sitio de malísimo aspecto, llamado San Antonio, junto a las orillas del río Baja. Este punto era una estancia vieja, llena de manigua, en el centro de un montecillo, rodeado por sus afueras de grandes sabanas, y distante del pueblo de Yara sobre 3 leguas. Desde que reconocimos el terreno, el descontento se hizo ge-neral y nuestros asistentes se daban á los diablos porque no hallaban espacios sin fango para levantar nuestros pabellones.

Hice presente a Calixto los peligros e inconvenientes si nos quedábamos en un sitio tan cenagoso, donde no había medios ni de encender hogueras; pero hube de resignarme, para dar el buen ejemplo; y con mis asistentes puse mano a construir un techo, colocándole pencas de yarey, que lo teníamos en abundancia, para poder dormir a cubierto de los aguaceros.

Por la mañana del día siguiente me llamó Calixto, haciéndome ir a su pabellón, para preguntarme con buen humor si me encontraba bien; por lo que hube de repetirle mi protesta del día anterior; y aún le dije que estaba con deseos de marcharme de aquel pesado sitio, con solo mis asistentes en busca de otro de mejores condiciones.

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220 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Él me contestó: «Comprendo toda la verdad de tus razonamientos,, pero ya la

gente ha salido para el Zarzal a buscar boniatos, y te prometo que cuando regresen nos marcharemos para Yarayabo.»

En la misma mañana llegó un oficial de la fuerza del batallón de Oriente con la correspondencia del extranjero, que luego de repartida nos entretuvimos en leer, y cuando acabamos de comentar las diversas noticias que nos daban, emprendió Calixto conmigo la broma de que, si algún día tenía la mala suerte de caer prisionero, iba a empeñarse con los españoles para que me dejasen ir a hacerle compañía, pues de antemano calculaba las reflexiones que le haría camino del patíbulo.

Entonces le pregunté delante de sus ayudantes y de Juan M. Ferrer, que si llegado ese triste lance se dejaría coger vivo, para luego tener que dar ese triste espectáculo.- No, me contestó seguidamente; porque de los seis tiros que tiene mi revolver, cinco serán para el enemigo, y el sexto para quitarme la vida.

Malas bromas, y en ayunas, le dije, hemos elegido para pasar el rato; y ya que agotasteis el tema con esa especie de oración fúnebre, déjame ir a ver si encuentro con el asistente alguna cosa con que desayunarme, para vivir preparado; porque la verdad es que en este San Antonio del Baja, todo me huele a mortaja.»

Salí de aquel pabellón, y al sentarme en mi hamaca para almorzar llegó el comandante José Ignacio Quesada, al que invité para que compartiéramos lo poco que tenía en el calderito. Aceptó con franqueza de compañero y hablamos sobre su hermano Manuel, cuya presencia en Kingston acabábamos de conocí en la correspondencia de Jamaica; y como continuamos comentando las noticias, le tocó el turno a la del cambio verificado en Zambrana, pues éste le había escrito a Calixto desde París, diciéndole con respecto al General Manuel de Quesada, «que no lo conocía bien; pero que, después de haberlo tratado con intimidad, había llegado al conocimiento de que era el único capaz de salvar a Cuba», olvidando, agregó José Ignacio, el hermano, todo lo que hizo y dijo como Diputado allá en la Cámara cuando lo depusieron del cargo de General en Jefe. ¡Así son ciertos hombres! Y cerró la conversación.

Se marchó de mi lado José Ignacio, y, pasados algunos minutos, los repetidos fuegos en nuestra avanzada, puesta en el rastro que dejamos al entrar en el Baja, nos advirtieron que teníamos al enemigo en nuestro seguimiento.

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221 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA En el tiempo más preciso dejé arreglado mi caballo, haciendo que el asistente

Timoteo lo hiciese con la muía; y ya de un todo listo, me dirigí, con el caballo de la brida, al pabellón de Calixto, al mismo tiempo que llegaba el sargento Villarreal, encargado de la guardia que había hecho fuego, para dar el parte de que el enemigo que se había presentado era numeroso, y que después de los primeros tiros con su descubierta, aquél había hecho alto; observando, dijo Villarreal, que el Jefe, desde el caballo que montaba, hacia señales en dirección de su izquierda y derecha, como si fuesen estas para ordenar el ataque!-

Entonces Calixto mandó á algunos números, de los pocos de su escolta, á que se incorporasen a los que tenía el Comandante Juan Rabí, y á éste que saliese a recibir al enemigo en el terreno que mediaba entre los ranchos del campamento y la avanzada o guardia del rastro por donde esperaba que le entrase. Dio después la orden a su ayudante, el capitán Agustín Camejo, para que retirara del campamento, por la parte opuesta, llevándose la impedimenta; y dirigiéndose a mí me encargó que le sacase la poca gente de caballería, para que esperase el resultado en la sabana inmediata.

Calixto, le dije, advierte que si ese enemigo es numeroso, y nos entra a un mismo tiempo por el centro y los flancos, y se propone envolvernos, no hay medios de contenerlo, pero ni posible defensa, porque no tenemos en el campamento ni siquiera media docena de hombres para cubrir los flancos; y creo sería lo mejor que me siguieras a la sabana, aun suponiendo mayores peligros, con tal de verte salir de este encharcado maniguazo. «Si es muy cierto, me contestó, pero no pienso pelear. Sólo espero que Rabí le sostenga un poco el fuego para retirarnos». «Si así me lo prometes, marcharé con tu caballería, pero me iría más tranquilo si desde ahora mismo me siguieras». En aquel momento le presentaba su asistente Pancho las botas, que él rechazó, diciéndole: No me las pongo; guárdalas y vete tras la caballería.

Allí le dejé en su pabellón, rodeado de los Ayudantes José Ignacio Quesada, Joaquín Castellanos, José Souvanel y Esteban García; del capitán Planas, y a su lado el teniente Guerra, que le servía de práctico y detrás de éste los asistentes Guadalupe y Candelario.

Pasó como una media hora, sin que se rompiese el fuego por ninguna de las partes; y como se oyera que hablaban por la izquierda del pabellón, dicen que Calixto exclamó: «Gracias a Dios que por ahí

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222 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA llegan los vianderos». Y luego preguntó al práctico Guerra. ¿Podrá venir por

ese lado el enemigo? Este no lo sacó de dudas; pero al ir a colocar por aquel lado un número en observación, casi fueron sorprendidos. Hay que tener presente que el campamento estaba lleno de matas de malvas peludas, y tan altas, que cubrían un hombre perfectamente. El práctico, al ver que eran los enemigos, dicen disparó su Remington y salió huyendo, dejando abandonado el cuartel general. Este inmediatamente se encontró que iba a ser envuelto, y comprendiendo- su mala situación, intentó retirarse. El fuego del flanco que por allí reventara cayó sobre tan pequeño grupo. Ya Planas andaba herido por ambas piernas, auxiliado por el capitán Esteban García. Ya el joven teniente castellano, cumpliendo como bueno, se batía hasta caer muerto, y Calixto junto con Quesada, Candelario y Guadalupe, emprendieron la retirada por el rumbo de mi pabellón que lo tenía al sur. Pero el campamento por este lado, no tenía ningún sendero; antes al contrario, presentaba estorbos de árboles tronchados de antiguo, y tan embejucados y espinosos, que hacían imposible la retirada. Calixto quiso en aquel trance salvarse con los que le seguían; así fue que, dejándose correr por una veredita que los asistentes habían hecho para sacar las maderas de los ranchos, trastornado, volvió de nuevo hacia el campamento, pero descubierto por los del flanco, que, atraído, dejó escapar a los demás, parece que logró cogerlo, lo mismo que al comandante Ignacio Quesada. Para esto hubo de haber algunos tiros; de manera que el comandante Rabí, al oír el fuego en el campamento, quiso volver en auxilio del cuartel general; pero en los mismos momentos, se le presentó por su frente todo el resto del enemigo, y enton-ces tuvo que batirse hasta consumir los últimos cartuchos, no quedándoles otro camino que el de hacerse a un lado y dejar que los que le batían fuesen a reunirse con los del flanco, después que limpiaron todo el campamento, quedándose con las personas del Mayor General Calixto García Iñiguez, Jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente y de su Ayudante el comandante José Ignacio de Quesada.

Cuando esto pasaba llovía a torrentes, sucediéndose sin interrupción los relámpagos, los truenos y rayos.

Yo me encontraba en uno de los extremos ó bordes de la sabana de Orozco, rumbo al O. del campamento, favoreciendo los mal montados jinetes que mandaba el comandante Ferrer, español de naturaleza, y entre nosotros la poca impedimenta, sufriendo al descubierto el inter

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223 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA minable aguacero que nos caía, después de haber pasado la sabana con el

fango y la mala yerba cortadera al pecho de los caballos. En aquella desesperada situación, y ya de tarde, nos llegó un aviso del

comandante Rabí para que volviésemos al campamento, lo que pusimos en práctica, y con el camino tan malo, que para caminar una legua tardamos el doble de tiempo. El regreso lo verificamos por todo el limpio de la sabana, y quedamos sorprendidos al ver que el rastro del enemigo iba en nuestra dirección, pero que luego se dirigía para la de la sabana de Yara. El rastro estaba bien marcado en tres hileras, y calculamos que aquella fuerza, toda de infantería podría constar de 400 a 600 hombres.

Cuando llegamos al campamento, ya cerrada la noche, fuimos informados del desgraciado suceso, y en la imposibilidad de ponerle remedio, resolvimos quedarnos hasta el día siguiente, para proceder a nuevos- reconocimientos, porque aún se dudaba de la triste realidad, en razón de que no había persona que diese pruebas evidentes del hecho.

Llegó el nuevo día, y sólo se notaba la falta del General Calixto García y del comandante Quesada, pues el otro que lo era el teniente Joaquín Castellanos, de 21 años a lo sumo, apareció muerto, con un balazo, un machetazo y contusiones de culatazos. Después de dar al cadáver honrosa sepultura y de nuevas pesquisas por las sabanas y montes vecinos al Baja, resolvimos esperar a reunimos con los vian-deros, para dejar aquella zona, convencidos de que el mal no tenía cura, puesto que a Calixto y a Quesada se los tenían que haber llevado presos. Y era evidente que así debía de haber sucedido, porque de haberlo dejado muertos, se hubieran tenido que hallar los cadáveres,, como se encontró el del benemérito joven teniente Joaquín Castellanos; y León.

Como dice el adagio que el mal nunca llega solo, no pudimos reunimos a los de la fuerza que habían ido al Zarzal hasta el día 6. Lo primero, porque mientras se ocupaban en la rebusca y saca de boniatos en los sembrados de aquellas estancias, fueron acometidos por los de la contraguerrilla de Jibacoa, en su mayor parte criollos movilizados, la que nos mató un asistente é hirió a otro en el acto de la sorpresa, y la que, sin embargo, se desbandó cuando le rompieron el fuego el capitán Blanco, ó Bellito, y el teniente Santiago Dellundé, con algunos de la fuerza protectora de los vianderos; y también porque luego de estar cargados, al regresar para el cuartel general, quedaron detenidos.

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224 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

del otro lado del río Baja a causas de los grandes aguaceros caídos en las horas anteriores, lo que les obligó a pasar la noche del otro lado, hasta que al día siguiente les dio paso.

Al soberano práctico teniente Guerra, no lo volvimos a ver desde que salió huyendo, dejando abandonado el cuartel general, en medio de aquel laberinto tan espeso de mala manigua. Y fue tanto más criminal en su conducta, cuanto que, después averiguamos que el San Antonio del Baja era muy frecuentado del enemigo; con la adición de que en uno de los días anteriores se había pasado al enemigo un españolizado que estuvo poco tiempo en nuestras filas, y que vivió en el San Antonio con su familia antes de volver a presentarse a los españoles. De manera que, si el teniente Guerra hubiera advertido todo lo que sabía, y además hubiera cumplido con el deber inherente a los que tienen ese encargo, no se hubiera colocado allí el campamento, ni tampoco se hubiera separado del General García íñiguez; y, en último caso, llegado el crudo trance, lo hubiera sacado junto con los Ayudantes por donde él encontró el camino de su salvación.

Cuando el enemigo avanzó sobre el campamento, creo que no teníamos veinte hombres disponibles para la defensa, por la razón de que los que no estaban en el Zarzal cargándose de boniatos para racionarlos, andaban por la montaña cazando jutías y descubriendo colmenas para quitarles la miel. Y luego los pocos jinetes con los caballos sin aliento de tanto mal pasar en los caminos con las lluvias y que no era prudente dejar encerradas las caballerías en aquel endemoniado manigüero, para utilizar a los jinetes como infantes.

Consumado el hecho, yo no quise permanecer más tiempo en aquellos lugares y de consuno con el comandante Rabí salimos costeando las Sierras para volvernos a la jurisdicción de Cuba.

Yo sabía que el General Barreto, el Dr. B. y otros más, estaban por Yarayabo, como a 3 leguas del lugar de la desgracia; pero no era posible que pudiera ver a los dos primeros para no leer en ellos la satisfacción estúpida del final del General García íñiguez, al que, desde los acontecimientos del Vijagual, acusaban de haber sido la causa de la pérdida de sus carteras como Secretarios del anterior Gobierno.

Ya Calixto García, en medio de tanto batallar, ha desaparecido del teatro de la guerra. ¿Qué le habrá sucedido después? No me atrevo, no quiero decirlo, ni puedo expresar el sentimiento de tanta desventura.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 225

¿Por qué el infortunado amigo y buen compañero no quiso oírme, cuando

tanto me esforzaba para disuadirle de que no aventurásemos el viaje por el llano del territorio de Bayamo, tan cruzado de caminos frecuentados del enemigo, y de telégrafos, donde, por lo visto, se propuso marcar las huellas de su futura ruina?

¿Por qué, después de mi fatal augurio, cuando sentimos el estampido del rayo que cayera en la Cidra, no me oyó en el San Antonio del Baja, donde tanto le rogué para que me siguiera hasta la sabana, donde era más posible la defensa?

¿Cómo fue que el Mayor García íñiguez no pudo tener presente la enseñanza de la terrible y humeante desgracia del Mayor Ignacio Agramontés, que le hubo de suceder por haberse separado de la fuerza para quedarse casi solo en la hora del mayor peligro?

Y el comandante Ramírez, ¿qué podrá decirnos ahora, después de tanto aseverar en Dos Ríos, que hallaríamos el camino inmejorable? ¿Dónde fue que se separó de nosotros, que no lo tengo bien presente?

Cuando registro en mi memoria todos los acontecimientos que precedieron y fueron enlazados el cuadro final, y me detengo en el del Cauto, allá en el Paso del Oro, hasta llego a figurarme que el torbellino de la corriente del río apagaba la vocería de nuestra gente para decir a Calixto: «¡Detente! ¡Mira la que rápida creciente de mis aguas en este día tan sereno, es para que no pases a contrariar la voluntad del Cielo! ¡Mira que si te empeñas en seguir por este camino, entonces no te respondo de que allá, a lo lejos, en tu última jornada, puedas encontrar lo peor de todas, que ha de ser, ¡óyelo bien! la de la muerte!

«¡Pues que al fin pasaste, que se cumpla tu fatal destino!»

Adición. Aunque me queda por hacer la relación de la nueva y difícil situación, tan cargada de nubarrones, por la brusca falta del Jefe Militar de este Cuerpo de Ejército de Oriente, tengo que suspender aquí, pues el Prefecto me dice que espera de un momento a otro á la Comisión que viene a recoger la correspondencia para llevarla a su destino.- Adiós.- A mis hijos todo mi corazón, y besos; y con un abrazo se despide tu F. F.

A última hora.

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226 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

En uno de los periódicos de los que ha traído la Comisión, acabo de leer el

parte oficial que juega con la cogida de Calixto. ¡Cómo desfiguran los hechos! Dicen en el parte que contaron 36 muertos en el campo de la acción, y que se

llevaron 4 prisioneros. Si han considerado que el joven teniente Joaquín Castellanos y León, por su valor valía por 35 hombres, entonces tienen razón. Y si cuentan como dobles al General García íñiguez y al comandante J. Ignacio Quesada, también la tienen. Ya contestaremos, para que el mundo sepa la verdad.

Tomo VII, pág. 347. Revista Cubana, 1888.

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1875

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DE RAMÓN P. TRUJILLO A FÉLIX FIGUEREDO

Santa Ana de Guaicanamar, 10 de marzo de 1875.

Mi querido y simpático amigo Félix: te engañas si crees que no me puede interesar lo que me dices, pues sabes que te profeso amistad sincera, y que si no lo sintiera sería incapaz de decírtelo, porque entre mis defectos figura la franqueza en la expresión de mis sentimientos, hasta el punto que muchos la juzgan inconveniente y perjudicial a mis intereses. Así que atribuyo la frase al estado de salud en que te encontrabas cuando me escribiste.

Y a propósito de tu enfermedad, te aconsejo que pidas tu traslación a este departamento, donde la facilidad en la alimentación, las comodidades de la vida y la residencia del Gobierno, te harían más soportables las penalidades y disgustos inherentes a nuestra actual situación; además estarías más cercano al campo donde hemos planteado la solución del problema en que está envuelto nuestro porvenir, sin perder por eso la facilidad de comunicarte con tu familia; resuelve, pues, y aprovecha la vuelta de Calvar sin entrar en más consideraciones.

No te doy cuenta de los últimos triunfos que hemos obtenido en las Villas, porque te informarás de ellos por el Boletín de la Guerra: son espléndidos y precursores de la victoria final. Concha se ha marchado, Balmaseda se dice que ha venido con unos cuantos quintos que apenas alcanzan para pagar el tributo anual al vómito, y Grant anuncia un mensaje especial sobre Cuba al Congreso americano.

Pero no es eso todo; los que escapen del vómito, caerán bajo el filo del machete y si Grant dice poco o no dice nada, con los que están en las Villas, los patriotas que salen y los veteranos más que les mandemos, libertaremos a Cuba antes que Carlos VII se convenza que no tiene derecho, ó Alfonso XII renuncie al que cree tener por no habérselas con nuestros parientes de la célebre Península.

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230 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Te recomiendo que influyas cuanto puedas en el ánimo de esos veteranos, a fin de que no encuentre obstáculos la misión que lleva el General Calvar. No necesito recomendarte su importancia porque tú la comprenderás en cuanto la conozcas; estoy seguro de ello porque fue en un tiempo asunto diario de nuestras conversaciones.

Se van y no puedo continuar. Adiós Félix, te quiere siempre tu verdadero amigo.

Ramón P. Trujillo. Tomo VII pág. 170. Revista Cubana, 1888

DE MANUEL SANGUILY A FÉLIX FIGUEREDO

Junio 30 de 1875. Doctor Félix Figueredo.

Estimado amigo.

Espero —cuando vengan los que se van, á este campamento— la carta prometida, en la cual, además de aquello, desearía leer los últimos sucesos, narrados por usted.

Pienso vender ese autógrafo suyo, dentro de algunos años, á algún viajero inglés, ó á algún bibliófilo.

Por acá, antier dos españoles (que se cree), se presentaron de nuevo a los suyos. En la cuestión de Cuba, el equilibrio de los españoles es el que los físicos llaman equilibrio indiferente, que es el de aquellos cuerpos que cualquiera que sea su posición vuelven siempre al centro de gravedad.

Nada más por hoy, sintiendo muy de veras no verle ántes de marchar, y lamentando que usted no se decida a visitar las sabanas de Villa Clara y las colinas de Trinidad.

De usted afmo amigo y s.s. q.b. s.m. Manuel Sanguily.

Tomo VII pág. 537. Revista Cubana, 1888.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 231

DE TOMÁS ESTRADA PALMA A FÉLIX FIGUEREDO Guaramao,

Septiembre 19 de 1875. Estimado y querido amigo: su largo silencio no me mueve —sin embargo—,

a usar de represalias. Le escribo, pues, y con ello me proporciono placer.

Después de maduro estudio y de análisis detenido de la situación política y militar de la República, el Gobierno ha resuelto que el Mayor General Vicente García, asuma el mando en propiedad del departamento militar «Camagüey» y el interino de Oriente. Ésta solución concillará por lo pronto los encontrados intereses de ambos departamentos, y dará tiempo para que, más adelante, cuando los ánimos estén ájenos a las pasiones que los perturbaran en meses pasados; cuando la nueva Representación Nacional nombre el Presidente de la República en propiedad, se adopten con la garantía de la opinión explícita del País, soluciones definitivas.

Entre tanto, los que se precian de verdaderos patriotas, tienen el deber ineludible de secundar al Gobierno en sus miras de conciliación y en cuanto tienda a conservar la unidad de la República.

Hace cuatro o cinco días que me hallo en el cuartel general García, adonde me han traído asuntos relativos al 1er cuerpo de Ejército y al refuerzo con que ha de contribuir en favor de las Villas.

El contingente oriental debe estar en marcha a fines de noviembre. No es posible eludir su envió. La conveniencia del país lo exige y el honor mismo de los hijos de Oriente nos lo impone. Confío, querido Félix, en que V. establecerá una propaganda favorable para que se cumpla sin obstáculo, sin resistencia, la orden del Gobierno relativa al refuerzo de las Villas.

Creo provechoso al departamento militar, al cuerpo de Sanidad y al prestigio de su jefe, que éste resida en el cuartel general. Me atrevo a dirigir a V. esta indicación, y no dudo de que la acogerá, como emanada de la sincera amistad que le profeso.

Estimo que es un acto de justicia la propuesta de ascenso a favor del Comandante de Sanidad Militar Dr. Inchaústegui. Si V. participa de mi opinión, me congratulará que cuanto antes la eleve, pudiendo apoyarla en las razones que V. considere oportunas, a reserva de acompañar

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232 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

la hoja de servicios del interesado, caso de que no la tenga a manos. No le remito Estrellas ni Boletines porque no los he recibido aún de la

última tirada. Las noticias de las Villas son, como siempre plausibles. Los partes oficiales de las operaciones de Guantánamo y Baracoa son muy

interesantes. En Camagüey, el enemigo ha practicado dos incursiones, limitándole a

destacar guerrillas para que asalten ranchos de familias, roben, violen y asesinen. El Comandante Enrique Telles, el viejo Infante y varias otras personas indefensas, han sido víctimas de tales monstruos. También cayó en su poder el Coronel M. Polhamn, Sub-secretario cesante. Fue conducido hasta cerca de Vistahermosa dándole muerte en el acto de ser hostilizada por el Coronel Benítez la columna enemiga.

La noticia única del exterior se concreta a la indigna conducta del Gobierno Haitiano, que entregó al comandante del vapor español «Churruca» la expedición de armamento y parque conducida a Portau-Prince por la goleta «Laura Pride», para trasvolarla luego al vapor «Octavio», que debía traerla a Cuba.

Mientras vuelvo a escribirle, admita esta prueba de mi afecto. , Su amigo y S.S.

T. Estrada Tomo VII, pág. 48. Revista Cubana, 1888.

DE RAMÓN PÉREZ TRUJILLO A FÉLIX FIGUEREDO San José de

Guaicanamar, octubre 4 de 1875.

Querido amigo Félix:

Mucho tiempo hace que te marchaste y aún no he recibido carta tuya, a pesar de las promesas que me hiciste la víspera de tu partida: esta conducta merecía el silencio de mi parte, pero como tengo en cuenta que tus dolencias y prematura vejez te impiden a menudo tomar la pluma, espero que, en la primera oportunidad, me digas a que debo atribuir tu falta para condenarte ó absolverte.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 233

Ahora voy a contarte, siquiera sea ligeramente, lo que se sabe por acá. El general Gomes se encuentra en las Villas occidentales con el grueso de las fuerzas invasoras y esperamos de un momento a otro la noticia de alguna acción ó ataque importante.

Los españoles guardan un estudiado silencio acerca de nuestras operaciones militares, y ese silencio, como tú sabes, es un síntoma favorable a nuestra causa. Balmaseda está en La Habana, y el periódico cubano La Independencia asegura que ha ido a esa ciudad a aguardar su relevo, lo cual no es muy difícil, si se tiene en cuenta lo poco que ha hecho, y lo mucho que esperaban de él los voluntarios.

Esto significa que con Balmaseda se amenguarán mucho las necias esperanzas de pacificación que alimentan los bodegueros, y que no está lejano el día de la despedida eterna. Algo nos queda, sin embargo, que hacer, y ese algo es preciso que lo hagamos en este invierno, con la cooperación de las fuerzas de Oriente, no sea que la causa de D. Carlos se hunda y D. Alfonso pueda disponer de un ejército y mayores recursos.

Te recomiendo, pues, que hagas propaganda en el sentido de la invasión, para que las órdenes que el Gobierno ha expedido por conducto del general García no encuentren obstáculos, y nuestros hermanos de las Villas puedan contar para la campaña de invierno con la valiosa cooperación de la infantería oriental que de seguro dará en aquel territorio nuevos días de gloria a la patria.

Aquí se han hecho algunos fuegos al enemigo que días atrás hizo algunas operaciones por las rancherías, cometiendo como de costumbre, violaciones, asesinatos y robos, pero ya ha calmado bastante, a consecuencia sin duda de la brillante excursión que ha hecho el brigadier Maceo, en Guantánamo. Este jefe está demostrando después de su marcha de Camagüey, que al valor y actividad reúne otras, condiciones favorables, y está llamado en mi concepto, dentro de un corto plazo, al ascenso de Mayor General, si se esfuerza por reprimir su carácter que le granjea muchos enemigos.

La nueva diputación del Camagüey ha sido aceptada por la Cámara de R.R., y se esperan las listas electorales de los demás estados. Dime cuáles serán los de Oriente. Camagüey y Oriente forman hoy una sola circunscripción militar, a consecuencia de los sucesos ocurridos en este último Estado y otras muchas causas que ni tiempo tengo para marrarlas, ni prudente fuera hacerlo en esta carta.

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234 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

De los Estados Unidos se anuncia una nueva expedición salida del puerto de New York a ciencia y paciencia del gobierno americano y a pesar de las protestas del cónsul español.

La narración del incidente a que dio lugar este suceso, es graciosísima contada por «El Cronista», y pone de relieve la impotencia de España y la intención del gobierno americano, el que, después de hacerse a la mar el buque mandó perseguirlo en las costas de los Estados Unidos. Mr. Fish, ese yankee egoísta y estúpido ha salido del Gabinete con una silba del Herald Tribune y parece que no ha influido poco en su caída la cuestión de Cuba.

De la lectura de la prensa, la americana y la española, se deduce que ha entrado la cuestión de Cuba en una nueva faz, más halagüeña para nosotros y ya, sin pecar de ilusos, podemos traslucir el día de la victoria.

Doy fin, memorias a Calvar y cuenta siempre con tu verdadero amigo, R. P. Trujillo.

Tomo VII, pág. 168. Revista Cubana, 1888.

DE JUAN MANUEL FERRER A FÉLIX FIGUEREDO San José de

Guaicanamar, octubre 4 de 1875. Dr. Félix Figueredo.

Mi querido Dr. Félix:

Después de vagar hasta muy cerca de las Tunas, por motivos muy poderosos, hemos vuelto a este delicioso campamento, que tantos recuerdos tiene para todos los que en él nos hallábamos en junio próximo pasado. Afortunadamente, la tempestad se ha disipado y creo no se volverá a turbar la paz.

Al fin después de mucho discutir y hablar, aceptaron aquí al general García, que el Gobierno consideró necesario nombrar jefe del Camaguey,

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 235

para que quedaran unidas las Tunas. Pero, al ir a realizar la medida, se

encontró con Oriente, que necesitaba una buena cabeza que lo dirigiera y sobre todo, que era preciso sacar el contingente. Todo se arregló, quedando Vicente hecho cargo de los dos departamentos. AI llegar aquí el general, han surgido algunas dificultades, el brigadier Reeve ha insistido en su pase para las Villas y el Gobierno se lo concede, encargando de la División a Benítez, que acaba de ser ascendido a brigadier. Aquí, como usted sabe, hay un núcleo de intransigentes, pero creo que no habrá novedad, porque el tiempo que hay que esperar es cortó, pronto vendrán los nuevos diputados. En el Camagüey han obtenido mayoría Antonio Aguilar, el Marqués, Miguel Betancourt y Francisco Sánchez. Supongo que ya habrán tenido lugar las de allá. Veremos los candidatos.

El enemigo aunque ha hecho muchas incursiones, está quieto por ahora; noticias del pueblo nos hacen saber que hay muy poca tropa, pues toda la han sacado para las Villas, donde la caringa se sigue bailando en grande. Estará usted contentísimo por lo de Guantánamo y Baracoa; nosotros también lo estamos y nos congratulamos por ello.

Tengo que comunicarle que Mr. Fish, nuestro encarnizado enemigo, ha salido ya del Gabinete de Grant. Quien lo ha sustituido no lo sabemos aún; pero motivos hay para creer que la cuestión de Cuba ha sido la principal causa, por eso nos auguramos un pronto cambio. Además, el «Octavia», que cambió de nombre y de bandera —Uruguay— salió descaradamente a mediados de agosto de New York, rumbo a Montevideo y un puerto, llevaba a su bordo a Pío Rosado, Lorenzo Castillo, un hijo del Marqués (Gasparito) y otros expedicionarios. ¿Qué le habrá sucedido?

El General García sale mañana de aquí con dirección á Oriente á verificar una importante operación. Como he sido tan desgraciado en mis diligencias para conseguir una hamaca, voy a acudir a usted para que me saque del apuro. Para cuando se verifique esa operación he de tener dinero, así espero que usted haga todos los esfuerzos posibles para conseguírmela, que yo le abonaré lo que cueste. Estoy desesperado de verme destinado a dormir en una cama de cujes.

No le mando ningún Boletín, porque se tardaron tanto que tuvieron que tirar seis números juntos, y el papel anda escaso. Le envío, sin embargo algunos números á Chastrapa. Le incluyo la última Estrella.

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236 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

En una Independencia que hemos recibido se lee la noticia de la muerte del padre de los Betancourt, figúrese como estará el pobre Luis Victoriano.

Consérvese bueno y crean en el sincero afecto de su verdadero amigo, Juan Manuel Ferrer.

Tomo VII, pág. 168. Revista Cubana, 1888.

DE FÉLIX FIGUEREDO A «EL PERIQUERO»

El Mijial (Cuba Libre) y Diciembre 18 de 1875.

Sr. Director de El Periquero, de Holguín. Muy Sr. mío y de toda mi consideración: Como San Isidoro continua

haciendo milagros, mal que les pese a los señores brigadier Esponda y Juez de primera instancia, hizo que llegara a nuestras manos el periódico del 16 del corriente mes para no faltar al convenio que hemos celebrado. Esto le probará a usted que nosotros tenemos con los santos alguna influencia, y en verdad tiene que ser así porque somos demasiado fieles en nuestros votos, y porque pagamos con puntualidad nuestras ofrendas, recibiendo en pago los soplos del Espíritu Santo.

Hablando del periodiquín y las noticias que propaga, puedo asegurarles que las conozco todas y que lo he leído todo, deduciendo de su lectura insípida que ustedes, como buenos íntegros se mantienen firmes en callar lo que todo el mundo está cansado de saber, y en decir lo que nadie quiere creer; y como esto necesita demostración, dígnese dejar por un momento sus múltiples atenciones y parar oídos en lo que voy a apuntar para que haga el uso que le parezca más conveniente, aunque de antemano sepamos cual será.

Dice su periódico, entre otras cosas, «que andaban los insurrectos merodeando por la sabana y al ver desarmado a D. Pedro Meseguer y Ascencio, se lanzaron tras él como lobos hambrientos, y al alcanzarlo en la corrida le asestaron tan terrible machetazo (ojo mucho ojo) que le produjo la.... desnudez y alguna otra cosilla; y después, por el aviso de un muchacho, fue recogido por los guerrilleros y llevado al hospital

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 237

de la ciudad, donde le hizo la cura de primera intención el cirujano Corrales, y más tarde le fue amputado un brazo por el doctor Soloegui».

Cierto, muy cierto es el voluntario, cabo de artillería, D. Pedro Meseguer y Ascencio, recibió tan terrible machetazo, y Dios le conserve la vida por muchos años, ya que se salvó de la tremenda, para que cuente a los no escarmentados como se reciben esos milagros y para que pueda engullirse los cien pesos, producto de la subscrición en su favor, sintiendo nosotros.... un extraordinario placer con haber visto entre los suscriptores los nombres del patriota Gerardo Pérez Puellez, de Aurelio Maza, que en 1868 tiraba cartas a los de la Periquera, de Manuel Betancourt, de Miguel Figueras y otros beneméritos más, como Julián Gorgas, que mejor le estaría acordarse de lo que los españoles hicieron a su honrado padre...

Pero lo que no es digerible, fumable ni creíble, es lo de que los insurrectos anduviesen entretenidos en merodear por la sabana, y puesto que ni usted, ni el autor del remitido, ni los bravos de Holguín, quisieron salir de la ciudad el día dos del corriente mes, cuando los insurrectos salieron de los Pedernales (q.e.p.d.), para mirar por sus ojos lo que pasaba a menos de un kilometro de la población, nos tomaremos la pena de contárselo, para que le dé publicidad, a fin de que su periódico en lo sucesivo conquiste fama de verídico.

Es el caso que, anunciada con anticipación una visita de inspección al Departamento de Oriente por el Gobierno de nuestra República democrática, se concibió el proyecto de prepararle una fiesta nacional, de las que nosotros acostumbramos llamar de bala, tizón y machete. Llegado que hubo al territorio de Holguín, se le dio conocimiento del proyecto, que no tuvo inconveniente en aceptar, poniendo por condición, para que la fiesta fuese más ruidosa, que se llevase una charanga para pasear una hermosa bandera cubana, que acaba de traer de Nueva York y regalar al Presidente, el expedicionario comandante Barnet. Aceptada y aplaudida la condición, se organizó en Tacajó, bajo las órdenes del general José Antonio Maceo una columna como de 200 jinetes, con las brigadas de Holguín y Cuba a cargo de los coroneles Arcadio Leyte Vidal y Emilio Noguera; faltando solamente trasladarnos a Alcalá para incorporar las guerrillas de San Fernando y de Melones, mandadas respectivamente por el comandante A. Molina y capitán Mastrapa, lo que se llevó a efecto el 29 de Noviembre. Arreglado todo en el orden expresado, salimos el 1 de Diciembre como a las 10 de la mañana,

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238 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

de Alcalá, con dirección a Jesús María, haciendo el primer alto de una hora en la sabana de las Viajacas, y el segundo a una legua de la carretera de Gibara, donde dispuso el general Maceo dividir en dos la columna, para atacar simultáneamente los fuertes de Jesús María y del Guayabal, tan próximos a la ciudad de Holguín, que veíamos las luces del alumbrado público desde el punto donde hicimos la parada.

Dio el mando de la fuerza que había de atacar el Guayabal al coronel A. Leyte Vidal, secundado por el coronel Cronvet, para cuyo efecto partieron enseguida, acompañados de los prácticos necesarios y la mitad de la fuerza, como a las once de la noche. El general Maceo se hizo cargo de tomar a Jesús María, de manera que permanecimos en el sitio del alto, el tiempo preciso para dar lugar a que los otros llegasen al Guayabal. Cuando el reloj marcó la hora convenida, mandó el general poner en movimiento el resto de la columna, entrando a pocos momentos en la carretera de Gibara y avanzando siempre sobre el campamento de Jesús María a paso ligero, llevando en la vanguardia las dos guerrillas, que iban apoyadas por el coronel Nogueras, a las que seguían el Cuartel General y Gobierno, y detrás la caballería, con encargo de cubrir la retaguardia y caminos inmediatos. Tan pronto circuló el aviso de hallarse próximo al fuerte, se lanzaron las guerrillas al asalto; haciéndolo con tal denuedo y empuje que a los pocos instantes habían obligado a los guardias civiles que defendían las trincheras a buscar su salvación en la fuga, no obstante constar su número de cien hombres y de estar prevenidos, como lo comprobaban los tres centinelas que tenían y el haber intentado con sus repetidos disparos de fusilería detener a los primeros asaltantes, pero ¿cómo detener a los primeros que entraron a la trinchera, si lo hicieron machete en mano para dar muerte a todo el que hiciera resistencia?. ¿Ni como impedirlo, cuando a los cinco minutos de fuego nos hallábamos revueltos dentro del caserío y la trinchera, y la vanguardia, centro é impedimenta en busca de enemigos a quienes dar machete? Aquello era para visto y no para contado, ¡cuadro imponente, iluminado por el incendio de la trinchera! Lo que más llamaba la atención fue la prontitud con que nuestros guerrilleros se convirtieron en guardias civiles, por haberse puesto los sombreros, uniformes, capas y correaje que allí tomaron en buena lid. Luego que se incendió todo, pues a todo se le dio tizón, tocaron los clarines llamada y formación, lo que obligó a cada cual a ocupar el lugar que le correspondía. Allí se repartió el parque y demás elementos de guerra ocupado a los guardias, tan malos defensores de la trinchera, y seguidamente el general Maceo

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mandó tocar marcha, guiando los prácticos, para el Guayabal, donde más o menos pasaban las mismas escenas. A nuestro paso por las fincas inmediatas al camino, acudían a ellas nuestros rancheros y asistentes, y después de limpiarlas les aplicaban el tizón, iluminándonos el camino el resplandor de las hogueras. Divertidos estarían los habitantes de Holguín y campamentos cercanos, al ver tantos incendios sin poder salir a extinguirlos sus bomberos. Veían rapar las barbas al vecindario y se decían ¡Nones! No hay miedo, a cada quinqué le llega su San Martin. ¡Adelante! y al Guayabal, donde nos aguardan ¡vencedores! nuestros hermanos. Y erase que se era el amanecer del 2 de diciembre cuando allí llegamos, hallando un verdadero pueblo cubano de niños, hombres, ancianos y mujeres que se saludaban y abrazaban, gritando: «¡Viva Cuba Libre!» Y nuestros soldados que decían: «¡Que salgan! ¡ A que no vienen! ¡Veremos al gavilán (Maceo) arrojarse sobre ellos y darle machete como en la Demajagua! Puff! Ya se aproximan!...» Pero ¿qué es aquello? El sol que asoma por oriente y en la tierra una estrella «¡Viva Cuba Libre!!!» gritaron todos locos de entusiasmo. En aquel momento nuestra charanga tocaba el himno villareño, al desplegarse, gallarda y soberbia, la bandera de la patria.

Tres horas permanecimos en las ruinas de lo que fue campamento del Guayabal, mientras se organizó de nuevo la columna, colocando en el centro la numerosa impedimenta aumentada con tantas familias y tanto ganado, que se dio a la custodia de los ex-voluntarios que, ya cubanos, se nos incorporaron bien armados de fusiles y machetes. Salimos con rumbo a los Pedernales, acercándonos cada vez más a las fortificaciones contiguas a Holguín, y en espera de que el enemigo saliera a interrumpir nuestra marcha, ansioso de quitarnos la presa que le habíamos arrancado, y a.... dispersarnos, como acostumbran decir en sus revistas quincenales. Por mas que lo deseamos, para ver a nuestros jinetes maniobrar en un terreno tan a propósito para la caballería, no lo conseguimos. Y, por Dios, que el general Maceo estaba contrariado porque no salían, pues era su afán confirmar la bandera «con un repiqueteo de machete»: así lo decía a cada paso y aún tenía esperanza de conseguirlo al pasar por algunas de las vías que existen entre Holguín, Mata-Toro, San Andrés y el Yareyal, y tan empeñado estaba en ello, y lo creía tan seguro, que se adelantó, colocándose en la vanguardia de la columna con los jinetes exploradores y 150 mas, ordenando al resto de la caballería cubriese la extrema retaguardia; pero, después de atravesar los caminos mencionados, el deseado enemigo no aparecía. Continuamos

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240 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

adelante, girando sobre Holguín y los Pedernales, siempre con la bandera desplegada y colocado el que la llevaba entre el Cuartel general y el Gobierno. De pronto se oyeron tiros por vanguardia y la columna en masa repitió ¡el enemigo! ¿Que sucedía? ¿Que significaban aquellos disparos? Que el destacamento defensor de la trinchera de Pedernales al descubrir nuestro pabellón tricolor, quisieron saludarlo con algunos disparos: los nuestros lo tomaron a ofensa y a escape tomaron la dirección de la trinchera. Era de ver como se lanzaron unos a tiros y otros blandiendo sus machetes, gritándoles: ¡ahora lo veremos! ¡Cogerles la retirada! ¡ya huyen! ¡Que se escapen! ¡Tírales, tírales! ¡Cobardes! Y efectivamente se les veía correr como perros jíbaros, salvando matorrales, cercas y demás obstáculos, para poder ganar un monte que estaba próximo, y se marcharon ¡cobardes!, sin intentar defender la trinchera dejándola abandonada, lo mismo que a las familias y todo el caserío que inmediatamente fue inundado por nuestros soldados, asistentes y rancheros, para utilizar todo lo que allí encontraron y que tan sabrosamente habían ganado. Digo esto porque no tuvimos allí baja alguna, no obstante ser tomada la trinchera a pecho descubierto, y a pesar de su buena construcción y situación para la defensa.

Como a la diez de la mañana quedó terminada la operación del cam-pamento Pedernales, con la quema de todos sus establecimientos y la ocupación de todo lo útil, principalmente el armamento y algunos miles de cartuchos, y concluida que fue, avanzó nuestra caballería con su descubierta desplegada; acercándose más a la población de Holguín por la entrada que llaman de Cuba a Bayamo, donde acababa de ver algunos hombres que tomaron por exploradores enemigos, mientras el resto de la columna seguía las huellas de la caballería para apoyarla en caso necesario, es decir, en caso de que los de Holguín aceptasen el combate a campo abierto, que de hecho se les proponía no solo con la presencia de toda la columna en la sabana, sino con la persecución de los que entraban y salían de la población, y que fue cuando el cabo de artillería D. Pedro Meseguer y Ascendió, por su mala estrella, tuvo la desgracia de que lo alcanzaran en su precipitada fuga y le asestaran tan terrible machetazo. Más infortunados fueron otros que intentaron también correr y alcanzados que fueron, se les dio machete tan de veras que con seguridad hicieron inútiles los conocimientos científicos de los doctores Corrales y Soloegui.

Por distintas veces se desplegó nuestra caballería como a mil metros, a vista de la población, pero aquellas evoluciones no eran interpretadas

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 241

ni siquiera comprendidas por los señores defensores de la integridad del territorio. Se contentaron con dispararnos dos cañonazos con bala rasa que tomamos por el primer aviso, y en espera de lo demás, nos cansamos de esperar hasta que comprendimos que los disparos de cañón eran señal de respetuoso saludo a nuestro pabellón nacional y al Presidente de la República, y como prueba de agradecimiento les damos las más expresivas gracias.

En la misma sabana, en un paso del arroyo Miradero en el camino de Mayabe y siempre a vista de las torres de la ciudad, hicimos otra parada en espera del enemigo, hasta que convencido el general Maceo que no quería pelear, juzgó oportuno no esperar más y marchar para el Mijial para dar descanso a la columna, que llevaba 28 horas consecutivas de andar y de fatigas en los tres campamentos de Jesús María, Guayabal y los Pedernales, asaltados, tomados y quemados. Esto último, con el simple objeto de purificar nuestra atmósfera, tan insalubre desde la conquista.

Si fuésemos, Sr. Director, á analizar esta brillante operación y a deducir sus consecuencias, alcanzaríamos, tal vez, que nos aplicaran algunos artículos y sueltos, con epítetos escogidos, los padres del Periquero que, entendemos, deben serlo el «Diario de la Marina» y la «Voz de Cuba» y nuestra antigua conocida, «La Bandera Española»; pero no lo haremos porque nos falta tiempo, y solo queremos manifestar al Periquero que «donde las dan las toman», y que si los íntegros de Holguín tuvieron a bien lucirse con recepciones, banquetes y serenatas por la llegada de S.E. el Sr. Brigadier Esponda, nosotros, que no somos menos, estimamos oportuno recibir al Gobierno de nuestra República democrá-tica, proporcionándoles horas agradables con una fiesta nacional de las que llamamos de Bala, Tizón y Machete, y después retirarnos a disfrutar el producto de una subscrición forzosa, que dio por resultado: 60 bueyes, 100 cerdos, más de 1,000 aves domésticas, amén de otras frioleras de alguna importancia, como han sido el ingreso de 40 voluntarios armados de rifles y algunos miles de cartuchos metálicos, que devolvemos uno a uno, junto con los que vinieron con la bandera que trajo de New York el Comandante Barnet.

Como en los fuegos no artificiales siempre se saca lasca, tenemos a bien no ocultar que en toda la fiesta tuvimos 4 bajas: una definitiva, que fue el sargento Odalio Batista, al asaltar, el primero, la trinchera de Jesús María, y tres heridos que fueron: el sub-teniente Benito González,

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242 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Tomo VII, pág. 258. Revista Cubana, 1888.

el sargento José O’Brien, también en Jesús María, y el cabo Federico Peña en la entrada de Cuba, los cuales heridos siguen bien y ya casi curados, gracias a los cuidados que les han prodigado los doctores Collado, Brioso y Blanca Rosa.

Ya ve usted Sr. Director, como también tenemos doctores y damos fiestas al Gobierno, al que obsequiamos con banquetes, serenatas y teatros donde se representan tragedias y dramas escogidos del moderno repertorio. Aseguramos a usted que aquí va estampada la verdad de todo lo acontecido en los día l y 2 del corriente mes de diciembre de 1875, verdad que si usted la examina hallará tan desnuda como el cabo de artillería D. Pedro Meseguer y Ascencio. Le encarecemos dé publicidad a ésta, siempre que lo tenga a bien S.E. el Brigadier Esponda, para que los lectores de su insulso periódico se convenzan que hubo de todo, menos aquello de que «los insurrectos anduviesen merodeando por la sabana».

Y antes de concluir participo a usted que nuestro Gobierno, al despedirle para Camagüey, por estar más cerca del teatro de las Villas, nos prometió que la descripción de esta operación, con tan feliz éxito llevada a cabo por el general Maceo, se publicaría con preferencia a otras en nuestro «Boletín de la Guerra» y «Estrella Solitaria», y que tina copia iría a manos del Sr. Bellido de Luna, Director de La Independencia, en New York, para buscarle quisquillas al finchado Sr. Ferrer de Couto. Se le saluda fraternalmente, Sr. Director de El Periquero, deseando que nunca se vea perseguido por alguno de los que alcanzaron al cabo Meseguer y Ascencio, pues pudiera acontecer... vamos... mejor es no decirlo, no sea que le acometan pesadillas.

De usted seguro servidor. F. F.

Nota.— Remitido al periódico «El Periquero» de Holguín, por conducto de Avilés. Fue una copia para el Presidente de la República. Otra para el Mayor Iñiguez.

El Autor.

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1876

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DE FULGENCIO ARIAS A FÉLIX FIGUEREDO

El Helechal, Marzo 18 de 1876. Coronel Dr. Félix Figueredo.

Distinguido amigo y señor:

Recibí su última sin fecha, y en contestación le digo que sentí mucho lo que tardó en llegar a sus manos la en que yo le citaba para la «Sabana», pero no habiendo llegado usted, nombré de defensor al capi- tan José Lacret, el que lo hizo muy bien y salí como debía, esto es, como hombre a quien se acusa por capricho. Nada se ha hecho con los calumniadores debiendo haber sido castigados.

Adolfo el zapatero se halla en la escolta del general José Antonio Maceo, por eso no me he atrevido a embullarlo.

Hace cerca de 40 días que ordenó el general Maceo al teniente José de la Cruz que viniese a esta Prefectura á hacerse cargo de la guerrilla, y aún no lo ha hecho, lo que prueba que el teniente Suárez debe dar buen resultado y que José de la Cruz ya empieza a flaquear.

Nuestros compañeros los combuteros hace tres días que están peleando con una gruesa columna española que anda por «Brazo Escondido», el «Ranchito» y otras zonas, y según parece su idea es destruir la zona de cultivo. Por ahora solo tenemos que lamentar la muerte del valiente capitán Tachel.

Su affmo amigo y servidor, Fulgencio Arias.

Tomo VII, pág. 163. Revista Cubana, 1888.

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246 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

DE FERNANDO FIGUEREDO A FÉLIX FIGUEREDO Las

Guásimas de Machado, Mayo 6 de 1876. Coronel Félix Figueredo. Mi querido amigo: Vale más tarde que nunca, dice el adagio antiguo, y yo

cobijándome con su moral, me tomo la libertad de hacerle a V. estos renglones, prueba evidente de que lo recuerdo, de que me ocupo de V., y, por consiguiente, que lo aprecio.

Aunque ya la fiebre de la política y la moda de los políticos pasó, y aunque yo no me dejé pillar de la primera y me horrorizaba hallarme en el número de los segundos, voy á principiar mi carta con algunas pinceladas semipolíticas, y referirle el estado de esta etapa de la República y aunque á la ligera, la de los altos poderes de la nación. Comenzaremos por el Camagüey. Supongo que V. sabrá de la petición que á fines de Marzo se presentó al Gobierno de Spotorno, pidiendo la separación de Vicente García del mando del Departamento. Al menos el disgusto con que fue visto su nombramiento. Esta exposición, firmada por unos treinta jefes y oficiales, fue seguida por otra, titulada contraoposición, firmada, según se me ha asegurado, por muchos oficiales, clases y como 200 soldados, pidiendo á Vicente García para el mando del Camagüey. Esto habló más alto que nada y el Gobierno se tapó los oídos á la primera instancia. Resultado: Que hoy se halla Vicente al frente de este cuerpo aceptado, con excepción de unos pocos, con plácemes. El trabaja bien: se mueve mucho y promete mucho. Hoy se encuentra en la zona al frente de 150 caballos, sostenido por las infanterías de Camagüey y Túnas que se encuentran aquí hace dos meses. Antier se dio un gran banquete por las fuerzas del Camagüey á las de Túnas. A él asistió el General García con su E.M., Brigadier Suárez y ayudantes y todos los oficiales y jefes de las infanterías y caballerías del Camagüey y las Túnas. El salón proyectado donde se extendieron mesas para 200 cubiertos, estaba adornado con pabellones de armas, banderas y lemas de «La Unión constituye la fuerza», «Unidos venceremos», «Separados seremos débiles». Asistió también una comisión de la Cámara y del Gobierno. Esto como usted comprenderá, es muy significativo, como se hizo notar por los discursos pronunciados por Sanguily, Trujillo, Victoriano, Lúeas Castillo, Dr. Bravo y todos, todos

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247 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA los presentes. Creo que hemos dado un gran paso en la senda de la unión. Estrada ha nombrado su gabinete. Ha encargado la cartera de la Guerra al

entendido Comandante La Rúa, y la de Relaciones Exteriores al conocido Teniente Coronel Roa. Este joven gabinete, desempeñado por patriotas inteligentes y honrado, ayudará mucho á Estrada en el desarrollo del plan que se ha trazado.

Por renuncia del cargo de Representante por La Rúa, me tiene V. de Secretario de la Cámara, en cuyo destino, como siempre, me tiene á sus órdenes. Hace algunos días nos estamos ocupando de medidas enérgicas que pongan coto á abusos de parte de los españoles y cubanos. Estamos trabajando unas nuevas ordenanzas militares. —La cuestión General en Jefe se ha propuesto—. El Dr. Bravo tomó posesión Antier. Lúeas y Jaime Santisteban están aquí también. Le mandó una carta del hombre de ultra-trocha. Ya me escribe significándome su agradecimiento por los esfuerzos que hice, y los combates que tuve porque fuera a las Villas. —Supongo que ha V. le dirá lo mismo.

Escríbame y cuénteme todo lo de por allá. Suyo affmo. amigo.

Fernando Figueredo Socarrás.

(Tomo VII, págs. 50-51. Revista Cubana, 1888.)

DE ANTONIO MACEO A FÉLIX FIGUEREDO Coronel

F.F. Bariguá, Mayo 18 de 1876

Mi querido amigo: con el portador de la presente le adjunto la ma-nifestación hecha por mí al Gobierno de la República, para que usted me haga todas las observaciones que crea prudentes al caso, y al efecto me las hará por escrito con el mismo portador de mi esquela.

Hoy doy principio a los consejos que usted se sirvió darme, y que creo darán muy buenos resultados.

La manifestación que le remito está sujeta a toda clase de observaciones. No calla nada. Respecto a mi marcha al extranjero, le diré que me

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248 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA es doloroso tocar esa cuestión que siempre he rechazado, pero ya he lle-

gado á conocer los ánimos de muchos, y no quiero ser más tarde acusado: usted sabe que el que evita la ocasión evita el peligro.

Mande como guste a su amigo que le quiere de veras.

Antonio Maceo

Ciudadano Presidente de la República.

Antonio Maceo y Grajales, natural de la ciudad de Cuba, Brigadier del Ejército Libertador y en la actualidad Jefe de la 2- División 1er. Cuerpo, ante usted, usando la forma más respetuosa, se presenta y expone: Que de mucho tiempo atrás, si se quiere, ha venido tolerando especies y conversaciones, que verdaderamente condenaba al desprecio porque las creía procedentes del enemigo, quien, como es notorio, esgrime y ha usado toda clase de armas para desunirnos y ver si así puede vencernos; pero más tarde viendo que la cuestión clase tomaba creces y se le daba otra forma, trató de escudriñar de donde procedía, y convencido al fin no era del enemigo sino, doloroso es decirlo, de individuos hermanos nuestros que, olvidándose de los principios republicanos que observar debían, se ocupan más bien en servir miras políticas particulares; por lo tanto, en razón de los dicho, se cree obligado á acudir al Gobierno que usted representa, para que bien penetrado de las razones que más adelantes expondrá, procede como fuere de justicia, y resolviendo, dicte las medidas necesarias a fin de que en ningún tiempo se tache ni aparezca dudosa la conducta del exponente, ni su honra con la más ligera mancha; pues los deseos de toda su vida han sido, son y serán, servir a su país, defendiendo los principios proclamados y exponer su vida, como tantas veces lo ha hecho, porque la causa triunfe y se mantengan incólumes los sacrosantos principios de libertad é independencia.

El exponente, ciudadano Presidente, supo hace algún tiempo, por persona de buena reputación y prestigio, que existía un pequeño círculo, que propalaba había manifestado al Gobierno «no querer servir bajo las órdenes del que habla, por pertenecer a la «clase», y más tarde por distinto conducto ha sabido que han agregado «no querer servir por serles contrario y poner miras en sobreponer los hombres de color á los hombres blancos». Tal es la cuestión que ese círculo agita: y es de creer la han lanzado para herir en lo más vivo al exponente, porque con ella

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249 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA quieren servir intereses políticos particulares, y por de contado para ver si

así inutilizan al que consideran un estorbo para sus planes; tratando de hundir, ya que de otro modo no pueden, al hombre que ingresó en la Revolución sin otras miras que la de dar su sangre por ver si su patria consigue verse libre y sin esclavos. Y no obstante no tener ambición ninguna y de haber derramado su sangre tantas veces cual lo justifican las heridas que tiene recibidas, y tal vez porque sus envidiosos le han visto protegido de la fortuna apelan a la calumnia y ésta toma incremento; y el que habla como su conciencia la lleva sin sangre, después de penetrar lo que están haciendo, abordó la cuestión de frente con uno de los que componen el pequeño círculo, convenciéndose después mas y mas del inicuo fin que se proponen: como también de que plantan sin advertirlo la semilla de la división; siembran, por de contado, el disgusto; enervan los ánimos, y en último resultado será la Patria quien sufra las conse-cuencias.

Y como el exponente precisamente pertenece á la clase de color, sin que por ello se considere valer menos que los otros hombres; no debe ni puede consentir, que lo que no es, ni quiere que suceda, tome cuerpo y siga extendiéndose; porque así lo exigen su dignidad, su honor militar, el puesto que ocupa, y los lauros que tan legítimamente tiene adquiridos. Y protesta enérgicamente con todas sus fuerzas para que no ahora, ni en ningún tiempo, se le considere partidario de ese sistema, ni menos se le tenga como autor de doctrina tan funesta, máxime cuando forma parte, y no despreciable, de esta República democrática, que ha sentado como base principal la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, y que no reconoce gerarquias.

Y si llega el postulante al Gobierno de la Nación, es para que se proceda como corresponde, para que aquel que pruebas tuviere las presente, y de no haberlas sea tenido como enemigo de la República; porque debe considerarse como tal enemigo á todo aquel que esgrima armas que directa o indirectamente favorezcan los planes de nuestros contrarios, y por consiguiente, se hace acreedor a que nuestras leyes le castiguen.

Y si por un evento no creíble se le negare al postulante la justicia que demanda, y si por un fin político, ya que se ha puesto la cuestión en el tapete, se le quisiere condenar a la inercia, dejándole como simple espectador de una guerra que abrazó con tanta fe como denuedo, por creer en la santidad de la misma, pide le den su pasaporte para el extranjero, donde se reserva hacer uso de sus derechos y protestar ante el mundo civilizado como lo hace ahora aquí sin que por esto ahora se entienda ni remotamente que este sea un pretexto para abandonar el país, y mucho menos ahora que la Patria necesita más que nunca del postrer esfuerzo de todos sus buenos hijos; pues ni está inutilizado, a pesar de las once heridas que en su cuerpo lleva noblemente, ni está cansado; porque el exponente, ciudadano Presidente, no es de los hombres que se cansan, ni se cansará mientras no vea a su Patria en posesión de los derechos

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250 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA que reportarle debe la sangrienta lucha que empeñó desde 1868 para librarse de todo aquello que no sea republicano. Y por último: A usted ocurre con la súplica de que ordene la formación del corres-

pondiente juicio para que la verdad quede en su lugar y el castigo se aplique á los que á él sean acreedores.

Campamento de Barigua, á 16 de Mayo de 1876, 9° de la Independencia. Patria y Libertad.

Tomo VII. Pág. 533. Revista Cubana, 1888.

DE JUAN MIGUEL FERRER AL DR. FÉLIX FIGUEREDO

Las Guásimas, Junio 30 de 1876.

Mi querido D. Félix: ¿que delito he cometido que ni siquiera se digna contestar mis cartas? A pesar de esto yo le escribo.

Seguro estoy que ya sabe usted la marcha del contingente. Guinia de Miranda una columna derrotada, los ingenios destruidos, y un tren de ferrocarril tomado efectuado por el regimiento Domínguez. Hemos perdido a Justo Jardín y al comandante Cebreco. La isla de Turiguanó, Mayajigua, puerto de Morón, convoy en Sancti-Spiritus y Ciego de Ávila, regimiento Borrero. Saquito recibió un machetazo en Mayajigua, pero ya está bueno.

El prieto Gómez, que ha salido hoy de aquí ha venido muy contento del estado de las Villas y tiene muchas esperanzas en el contingente. ¡Que retrato tan magnífico tiene de Calixto! ¡Si lo viera tan buen mozo! Este amigo nuestro, según me dice Aldama en una carta que tengo a la vista, pudo haberse escapado por 3,000 pesos, pero no lograron reunirle el dinero en Paris.

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251 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA La emigración es la que da horror. Luna se ha desatado en La Inde-

pendencia contra Aldama. Ya tienen el descaro de decir que la proclama del Presidente ha sido inspirada por Aldama. El Gobierno se propone ser enérgico y dar su apoyo al agente. Por lo pronto ya tienen el decreto sobre los jefes y oficiales que están en el extranjero, sobre los autonomistas. Se dice que Aguilera se ha entregado en brazos de Quesada y que éste le ha prometido desembarcarlo en Cuba. Hace días que ha desaparecido, pero creo que al saber el nuevo nombramiento y el decreto declarando que ha dejado de ser Vice Presidente, no vendrá.

Pronto nos veremos. Vamos hacia allá. Guárdame algo bueno. Crea usted lo quiere mucho su affmo., amigo que tendrá el gusto de abrazarlo pronto,

Juan Miguel Ferrer.

Tomo VII, pág. 167. Revista Cubana, 1888.

DE JOAQUÍN ACOSTA A FÉLIX FIGUEREDO

Los Pitos, Setiembre 28 de 1876

Dr. Félix Figueredo. Apreciable amigo: acabo de recibir la tuya fecha de ayer, que paso a

•contestar con el mayor gusto. Contrayéndome al punto principal de tu carta, te diré que en 1“ y 2-

instancia, el sargento Pedro Díaz, juzgado junto con otros como desertores de las Villas, fue degradado; y ya que le iba a dar lectura al acta de la última, tuvimos el disgusto de saber que se había fugado, aprovechándole de la inexperiencia del centinela. No dejó esto de alarmar el campamento, pero no es el hecho de tanta magnitud que origine nuevo procedimiento.

No es de poca importancia lo que circula por el mundo de la mambisería. Es nada menos que la nueva de la toma de las Tunas por el General García, donde, según comunicación del mismo, tenía a las 3 de la madrugada, tomado ya el polvorín, el cuartel principal y varias trincheras. Había ocupado mucho parque y armas, al punto de haber pedido

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252 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA refuerzo para su aprovechamiento y custodia. Creo que el golpe es con-

tundente y que abre ancho campo para el progreso de la revolución. Un hurrah al general García y los que, de acuerdo con él, le franquearon la entrada, por lo que pudo aquel entrar con los suyos, llegar al cuartel principal, y pasar al machete a los que lo custodiaban.

Me despido como siempre tu queredor amigo que te aprecia,

Joaquín Acosta. Tomo VII, pág. 164. Revista Cubana, 1888.

DE TOMAS ESTRADA PALMA A FÉLIX FIGUEREDO San

Gerónimo, Octubre 12 de 1876. Estimado amigo: Le incluyo carta para el brigadier Maceo. Tengo hoy

mayor empeño en que V. pase a Bio, porque Maceo me significa que también le han mandado medicinas de Baracoa, y es conveniente que V. vaya al cuartel general de dicho jefe para que, teniendo a la vista la nota que el Brigadier envió, separe y reciba las medicinas que componen el pedido que dirigí a Pompeyo.

Me intereso especialmente en que las dos libras de quinina no se extravíen, pues deseo distribuirlas equitativamente por conducto de V.

Confío en que nos veremos en la concentración, mas espero que antes me remitirá V. las medicinas que le recomiendo.

Su amigo y S.S. T. Estrada.

Tomo VII, pág. 51. Revista Cubana, 1888.

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253 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

DE PACHECO A FÉLIX FIGUEREDO

Piloto, Noviembre 28 de 1876. Dr. Félix Figueredo. Mi estimado amigo:

Como sé que á usted le agradan las buenas noticias, voy a darle algunas que son positivas, pues las he recibido de los corresponsales y las publican los españoles en «La Bandera».

El día 7 del corriente salió de Puerto Plata, a las 2 de la tarde, el vapor Moctezuma, habiendo embarcado allí doce cubanos emigrados. Como a las 6 del mismo, estando comiendo se presentaron los cubanos expresados en la puerta de la cámara intimando la rendición a los que en ella estaban. A esta intimación, parece que algunos trataron de defenderse, recibiendo el capitán del vapor, Cacho, dos tiros de revolver en las sienes, muriendo intantáneamente, lo mismo que los camareros José Castro y Marcelino José Méndez, y pasajero Francisco Leguero, y heridos el mayordomo, un fogonero y un pasajero; el resto de pasajeros y la tripulación se rindió.

Al llegar frente a un punto de Haití, desembarcaron a los rendidos, dejando a bordo a los maquinistas, fogoneros, un piloto y varios tripulantes a fin de que los condujesen al puerto que ellos le indicasen.

Los salvados llegaron a Port-au-Prince en un vaporcito que en Punta Paz les facilitó el Gobernador, para dirigirse a Cayo Haitiano, adonde llegaron y tomaron el francés que los condujo a Santiago de Cuba.

Este hecho, amigo mío, es heroico, 12 cubanos contra 50 españoles, que de capitán abajo formaban la tripulación. Aún no se sabe el destino del Moctezuma. El cargamento vale más de 300,000 pesos, con unos 15,000 pesos que traía en dinero.

El general Arsenio Martínez Campos se ha hecho ya cargo de la Capitanía General de la Habana. A Holguín va destinado Sabás Marín. Según La Bandera, se ha llevado a efecto en Madrid el empréstito para la Isla de Cuba. En una reunión de 250 diputados, el señor Cánovas del Castillo declaró que era determinación del Gobierno conservar a Cuba a cualquier costo.

Del ingenio Santa Cruz (Navarrete) ha salido al campo gran número de esclavos: ignoro cuantos serán, pues parece que todavía no han podido unírsenos. Voy a mandar gente en su busca.

El general salió de los Lazos el 22.

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254 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

Me alegraría desechara usted la idea de que mi enfermedad es jarana, y tratara de aliviar a uno de sus buenos amigos.

Suyo, Pacheco.

Tomo VII, pág. 257. Revista Cubana, 1888.

DE T. ESTRADA AL CORONEL FÉLIX FIGUEREDO. JEFE DE SANIDAD DE ORIENTE

La Loma de Sevilla, Diciembre 4 de 1876.

Estimado amigo: Hemos llegado al Camagüey, y después de atravesar los peores caminos, que no había recorrido antes en los ocho años que llevamos de Revolución. Ignoramos aún como tuvimos la fortuna de salir de los pantanos que formaban la parte de camino comprendido entre la Guinea y la Trinidad Holguinera.

Ha llegado hasta nosotros la noticia de que una columna enemiga •estuvo por Báguanos, poco después de haber salido nosotros de esa zona. Supongo que la hostilizarían convenientemente.

Le recuerdo la autorización que V. tiene para pedir medicamentos a Pompeyo, sobre todo, los necesarios para la curación de los bubosos. No descuide este asunto, pues la patria está profundamente interesada en él. Desplegue toda la actividad de que se halla V. dotado, y estoy seguro que triunfaremos en Oriente de la terrible enfermedad que amenaza inutilizar ese cuerpo de Ejército.

Nada nuevo le comunico porque no hay materia de que escribirle sobre noticias importantes, a no ser la de hallarse en tierra Martínez Campos con algunos millares de quintos, apenas salidos de la adolescencia y con un cuadro de Mariscales de Campo, Brigadieres y Coroneles, que absorberán muy pronto el empréstito contratado y cuantas rentas puedan ser recaudadas. Veremos que tal se conduce D. Arsénio.

Mientras tengo el gusto de volverle a escribir, me complazco en recordarle mi afecto.

T. Estrada.

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1877

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DE FERNANDO FIGUEREDO A FÉLIX FIGUEREDO

Camagüey, Enero 20 de 1877.

Mi muy querido amigo: Dos son los principales objetos de esta carta; primero, remitirle la que tengo el gusto de adjuntarle, y, segundo, darle una explicación por remitírsela abierta.

Al ver su sobrescrito, comprenderá con cuanta facilidad podría caber la equivocación. Esa carta me la entregó el capitán Collazo, delante de 1 omasito y otros varios, y como él y yo supusiéramos que era para mí, la abrí. Tan pronto hube rasgado la cubierta, advertí la equivocación, volviendo á guardar la carta con el respeto que ella y V pudieran inspirarme. Tenga la bondad de hacerle saber a su esposa, lo fácil que puede equivocarse su nombre con el muy humilde mió, cuando está escrito como en el presente caso, con eso me proporcionará el placer de enviarle a V. su correspondencia sin el disgusto con que remito la presente.

Pasemos a otra cosa. La Cámara de R.R. ha facultado por acuerdo del 9, al Presidente de la

República para que, con el carácter de Generalísimo, asuma el mando del Ejército. Tomasito propuso a la Cámara al General Gómez para el cargo de Secretario de la Guerra. El día 15 prestó juramento dicho General. Hoy lo tenemos convertido en Secretario de la Guerra, que con el giro que han tomado los asuntos, desempeñará con dicho nombre, las funciones de Jefe de E.M. General. Yo creo que V. es partidario de tal solución, que era apremiante en vista del cariz que los asuntos públicos estaban tomando. Usted comprenderá la importancia que tomarán las operaciones militares, que bajo la dirección de Gómez directamente, adquirirán la actividad y vigor inherente a su carácter y la madurez y cordura que distinguen al Presidente Estrada.— Yo creo que hemos ganado mucho, y en conciencia de mi voto a favor de la posición.— ¿Que cree usted sobre el particular? Deme su opinión franca y leal, y si por fortuna fuere favorable, influya en esa gente, que le oye a V., para que se

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258 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Tomo VII, pág. 53. Revista Cubana, 1888.

secunden los planes del Gobierno en las operaciones que han de practicase. Se me dice que el hombre del Bejuco —como V. llama al de la calaverada

de Sagunto— se mueve con actividad por esos mundos. (A mi pobre mujer le habrá hecho dar sus buenos sustos y carreras) ¿Como le ha ido a V. y a su plantel?

¿Que es de Maceo? ¿Es cierto estuvo cinco días en la población de Baracoa, que incendió? ¿Es verdad que Martínez Campos, para llamarlo por su nombre, se marcha? Esta noticia corre con alguna validez por estos contornos hace días. Es de fuente laborante, y, por lo tanto, necesitamos su confirmación.

El Gobierno marcha en breve a Oriente. No sé si se correrá hasta la línea oriental, pero, por lo que pueda importar, es necesario que lo sepan con tiempo.

El Gobierno ha nombrado a Vicente para la Jefatura de las Villas. Marchará para su destino tan pronto haya concluido algunas bellaquerías que trae entre manos por las riberas del río Cauto.

¿Qué me dice de Collado? Debió seguirme a los pocos días de haber salido yo de Holguín, y aunque hace cerca de dos meses que yo salí de allá, todavía no se nos ha dejado ver.

Escríbame largo y agradable como sabe V. hacer, deme cuenta de todo, pues de todo me interesa saber.

Tomasito, Gómez, los diputados y sus innumerables amigos lo recuerdan. Y usted acepte las presentes líneas como prueba de la sinceridad y afecto que le profesa su amigo verdadero,

Fernando.

Hoy debe haberse embarcado el General Sanguily en comisión del Gobierno. La Agencia General ha sido suprimida, y necesitándose de recursos, el Ejecutivo envía a Julio —Vino Pacheco, nos trajo adufre en abundancia y algunas otras cositas— Sabe V. que en Puerto Príncipe se fabrica un globo, ¿diz que para explorar la Cámara? Estos españoles, que nunca se corrigen, no saben ya que inventar.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 259

DE J. E. COLLADO A FÉLIX FIGUEREDO

Camagüey, Sierrecita de Biaya, Marzo 22 de 1877.

Dr. F. Figueredo. Jefe de Sanidad.

Mi querido amigo: llegué por fin al campamento del Gobierno el 16 del actual, en amable compañía del General Céspedes y fuimos recibidos por los altos varones que constituyen los altos poderes de nuestra República con las muestras de entusiasmo, regocijo y de cariño que es costumbre en tales casos, menos la de uno, el más Santo de aquellos ilustres hombres que como estaba presente estaría demás decir quién es. Y puesto que nos entendemos sigamos adelante. Allí también se hallaba acampado el Mayor General Vicente García a quien tuve el gusto de saludar. El Gobierno se hallaba en estos momentos muy ocupado en cierto estira y afloja y en un arre que arre incomprensible, para que este general fuese a encargarse del muerto de Nueva-California y en el asunto había más movimiento y más teje maneje que en el velorio de un paciente rico: la cosa se iba descomponiendo cada vez más, cuando llegaron muy barbudos y maltrechos los Diputados Marcos García y Spotorno, procedentes de aquel territorio, los cuales aunque dueños de distintas opiniones nos dijeron entre paréntesis que lo del difunto no era nada y con este motivo se movieron de nuevo las teclas y García tomó el lote mal acompañado de los suyos para llegar a la cosa y cumplir lo dispuesto, pero reuniendo la mascarada que parece que no le hacía buen estómago.

En California, la Nueva, parece que los ternes se declararon en huelga y la cosa más parecía un día de fiesta que un velorio.— Don Arsénico había concurrido a ver el Espíritu Santo, con el santo fin de trancar los ratones, que tomo andaban de parranda sin contar con él, se asustaron y dieron sus carreritas en el primer momento hasta que vieron que la cosa era seria y entonces con algunos ratones grandecitos de Oriente a la cabeza, se reunieron y empezó el fandango y así dice García y Spotorno que los dejaron. Ya sabrá V. que el Congreso de la Paz en Filadelfia nos ha hecho proposiciones para que tengamos un arreglo amistoso con los españoles y se concluya esta tragedia.— Las proposiciones están en inglés y, según me han dicho, son bajo la base de una independencia probable. Sin duda la Cámara se ocupará de este lío, que para ver que es lo que trae, nos lo ha remitido nuestro buen Ministro de Washington

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260 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

después de lavarse las manos y decir como aquel guachinango «ni tiro ni jalo, ni la manta es mía», cuando él siempre quedaba cubierto con ella.

En las Villas parece que hay gran bulla con esta paz. D. Arsenio parece que ha conferenciado ya con algún Jefe cubano y dice que anda en diligencias de conferenciar con otros. Se nos dice que Ricardo Céspedes trae una misión muy importante para el Gobierno y le esperamos de un momento a otro. A mí me ha dado el olor de que todo esto es una estratagema de los españoles para ganar tiempo y que Martínez Campos trata de catequizar a los cubanos, como hizo con los Carlistas; pues según informes de nuestros agentes de los veinte y cinco mil hombres que trajo para esta campaña, ya se les habían muerto catorce mil y seguían muriéndose; de modo que si los Ejércitos que traigan nos han de vencer dándoles tales paraletas que siga el entierro. Creen algunos que este último sacrificio de España, sea también el último desengaño, y por consiguiente, creen que pueda haber algo de verdad en los rumores de paz. Sin embargo, a nadie aquí preocupa este asunto; pero a mi si me preocupa lo de los catorce mil, pues juzgo que si en la estación benigna el vómito ha logrado tal desarrollo y producido tales estragos, ¿que será en la estación en que las condiciones climatológicas varían tan desfavorablemente para la humanidad en esta tierra del Sol y de las aguas? Se morirán todos los Ejércitos y así nuestra independencia quedará garantizada para siempre en nuestras vírgenes Selvas, donde la muerte vestida de Aurora sale a recibir cariñosamente a los aventureros que vienen con el intento de degollarnos, encontrando su rapacidad y su codicia, justa y merecida recompensa. De modo que, como cada año la isla es más insalubre, á causa de su despoblación, se morirán todos los que vengan, si vienen, y no hay ni esperanzas.

D. Arsenio pide ahora doce mil hombres mas para completar su obra. ¿Que le parece?

Calderón Collantes, Ministro de Estado, ha dicho en el Senado que vendrá el Rey y toda España, si fuese necesario; pero el Senado contesta que no lleva ni un pimiento, y asi andan allá enredados en esta cuestión por el bello florón, por la perla de los trópicos, que les produce, á pesar de su estado de guerra, algunos millones más todos los años.

Nuestro Gobierno, según veo, no irá tan pronto á Oriente como se decía: supongo que aquí lo han de detener algunos asuntos de importancia.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 261

Y cierro esta carta porque el correo sale; pero temeroso de que V. pudiera

pensar que le tenía olvidado, he querido distraerlo así, robándole un rato a sus ocupaciones.

Dígame que hay de Valera por allá; por acá no hay novedad; paz octaviana reina en todos los ámbitos. Para Guantánamo dicen que van a ver a Maceo unos mil quinientos soldados que han pasado por Santa Cruz.

Para el ascenso de Maceo, solo se espera su hoja de servicios. Y sin más al presente, queda suyo affmo',

J. E. Collado

Tomo VII. Pág. 40. Revista Cubana.

DE TOMAS ESTRADA PALMA A FÉLIX FIGUEREDO

Camagüey y Marzo 24 de 1877.

Coronel Jefe de Sanidad Félix Figueredo. Estimado amigo: Han llegado a mis manos la de Febrero 26 y otra posterior;

así como una carta dirigida á Kingston. Ésta ha sido enviada a su destino. Juan Luis Pacheco ha sido despachado por segunda vez. El General Vicente García, salió antes de ayer en marcha para las Villas,

después de dos meses o tres de dificultades y demoras; al fin partió para aquel Departamento, llevando municiones de guerra y una fuerte escolta de caballería.

Usted me habla en su última de propagandas circuladas por allí sobre generalato en Jefe del General Vicente García. Nada tengo que decirle respecto á este particular sino es, que cada cual tiene derecho á pensar con su cabeza.

Maceo me comunica que abriga fundadas esperanzas de obtener todas las medicinas que le he pedido para combatir las fiebres y las bubas.— Entiéndase con él y recuérdele sin descanso la urgente necesidad de ellas.

Spotorno y Marcos García llegaron hace pocos días de vuelta de las Villas— Martínez Campos que llevó allí el grueso de sus tropas no había

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262 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

logrado hasta principio de este mes otra cosa, que recoger familias y talar sembrados; todo lo cual le ha costado considerables bajas causadas por el plomo de nuestros rifles y por las enfermedades.

Nuestras tropas en las Villas conservan fuerte la moral, levantando el espíritu, poseen municiones y se baten con entusiasmo ya fraccionados, ya en concentración.

Mientras el General en Jefe español inunda de tropas a Sancti-Spíritus y Remedios, las fuerzas de la República queman Ingenios en Cienfuegos, Villa-Clara, efe.

Todo esto le dará una idea de la pacificación de las Villas de que ya hablan los periódicos.

A fines de Febrero tuvo lugar en Sancti-Spíritus, sitio denominado «Santa Teresa» una reñida acción en que el enemigo quedó mal parado y con innumerables bajas.

Pongo punto final, recomendándole haga llegar a manos de Pedro Telles la adjunta carta; y queda su affmo amigo,

Tomás Estrada Tomo VIII, pág. 151. Revista Cubana.

DE ANTONIO MACEO A FÉLIX FIGUEREDO

Barrancas, 5 de Mayo de 1877. Coronel Félix Figueredo.

Mi estimado amigo:

Hace pocas horas que llegué a este punto con algunos heridos del combate que sostuve ayer en las inmediaciones de Palma Soriano, y como hacen falta ciertos medicamentos para su curación, le suplico envié las que le indique Benjamín, pues algunos de los heridos son los hombres que más quiero y los más necesarios.

Mando dos heridos para los Indios con el fin de que sean curados por usted, otros los he entregado a José de la C. Martínez, y el resto a cargo de Benjamín Rojo.

En el combate de ayer se dió mucho machete. Ocupé más de 20 rifles, cápsulas, machetes y otros efectos. Sucedió esto a vista de Palma

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 263

Soriano y Cauto Baire. De ambos puntos hacían fuego. Una imprudencia de varios jinetes del regimiento y escolta, hizo que fuera tanto el número de heridos. En un momento de entusiasmo se aproximaron a las fortificaciones, donde fueron heridos 6, entre ellos el jefe de mi escolta, ascendiendo el número de bajas a 10, entre ellas dos muertos.

Mande como guste a su amigo, A. Maceo.

Tomo VII, pág. 536. Revista Cubana, 1888.

DE FÉLIX FIGUEREDO A ARCADIO LEITE VIDAL

Jucarito, Junio 5 de 1877. Coronel Arcadio Leite Vidal.

Querido amigo: dé por seguro que cuando recomiendo á una persona la creo acreedora al beneficio que solicita; y dicho esto paso a recomendarle al Capn. Ramón Reyes quien necesita de V. recomendación para que los agentes Gibareños traten por todos los medios de sacar de la Población de Gibara a Manuela Benítez y Fernández, que cayó en poder de Valera cuando éste (según confesión de su parte) nos dejó en Barajagua para seguir rastros por la Canoa Guairajal, etc. Haga porque Lica Benítez salga lo más pronto tanto por ella cuanto por sus niños que lo pasan pésimamente. Ramón Reyes su esposo vá ahora á Holguín y Je dará esplicaciones.

¿Que me cuenta de nuevo? ¿y de los Arsenicófagos? Al parecer están quedos, lo que tal vez dependerá de la guerra que les ha declarado Jesucristo y su Padre. Por estos lugares todo yace en calma, pero parece no sucede lo mismo por la nuestra donde se están oyendo dos diluvios: uno de truenos y aguaceros y otra de fusilería y cañón. El primero como antes dije pende de Jesucristo y su Papa; ocasionando que los caminos, veredas, sacos, montes, sabanas, cañadas, arrozas y ríos estén hasta las nubes; el segundo me figuro será debido al ataque del Aserradero por Cronvet que antes de dar fuego al caserío y fuertes cargó con 1 almacén y 7 tiendas; y ellos, los milimetros, azucados por el cazador Campos quieran recuperar en el seno de la más altas montañas de Cuba los traste- sitos que tenía mal asegurados en el Aserradero. ¿Lo conseguirán? ¡Quia! ¡Ni por esas!

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264 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

705 299 489

2581 3234

7308

Presentads.

Total

No es poca fortuna que por aquí continuemos ignorándolo todo: si algo sabemos es porque los arsenicófagos se complacen en dar partes inverosímiles para que los reproduzca la «Bandera». Y tan existe razón para creerlo que dicen «solo tuvimos diez bajas en Sao arriba incluyendo al Comandante. Maza». Vamos entre V. y yo á preguntar al mundo para ulteriores consecuencias.

¿Los españoles no contarán como bajas las de los criollos que mueren por defender su causa?

Asegura el amigo M. de Campos que en las Villas hay paz octaviana; y resumiendo el parte que da como General en Jefe al Ministro de la Guerra resulta

Insurrectos

Muertos vistos ------ Heridos vistos -------

Prisioneros -----------

varones hembras

Y Ruiz Guillotín José Manuel Vázquez,

Marrero y demás amigos.

Memorias. Figueredo

Muertos -------- ---- ------------------------- 144 Heridos --------------------------------------------------- 472 Contusos graves --------- — ---------------- ---------- 29 Desaparecidos------------------------------------------- 16

661

Fuerza que ha empleado en su movimiento de avance de Occidte. a Orte. Batallones 26. Escuadrones 15. Guerrillas el Atlántico. Guardia Civil el Adriático. Artillería el Mediterráneo. Total tierra y agua.

El Gavilán voló allende los Pinares en solicitud del descanso que suele proporcionarse; lo que equivale á decir, que ahora dará bailes con infantería.

Me aseguraron que V. me tenía un par espejuelos armazón de Acero. Le agradecería me los enviase con el Sargento Urrutia á quien deseo por

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 265

8 días. Mándeme dos pares plantillas y á Pedro Vázquez que ya necesito el curtidor porque tengo cal y pieles en abundancia. Miserere mei.

Dr. F. Figueredo.

Boletín del Archivo Nacional, T. LUI y LIV, Ene-Dic. 1954-1955. La Habana, 1956, págs. 147-148.

DEL GENERAL MAXIMO GÓMEZ AL DR. FIGUEREDO Jácaro á las

9 de la mañana, 8 de Julio de 1877.

Mi estimado amigo F.

Ayer a las 12 me encontré con Julio Céspedes y leí la tuya. Hoy que me tienes aquí y vengo a deshacer entuertos y no a confeccionar

ñames, puesto que mi misión es oficial.— El Presidente no debió venir y me envió á mí.— Algo debía tocarme en la parranda y he llegado nadando: diez días traigo de marcha.

En Camagüey muy bien: Martínez Campos ha mojado sus papeles y sus tropas se conforman con comer laticas en medio de un tiroteo constante.

La política interior tranquila, y todos protestan en contra de lo de las Tunas, el lunar de la joven República, pero no como el de la bella Luisa.

Lo sabrás todo.— No puedo más pues los mosquitos no me dejan- ven— Aquí aguardaré a Maceo, pues le he puesto un correo. Tuyo affmo.

Máximo Gómez.

Tomo VIII, pág. 152. Revista Cubana.

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266 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

DE MÁXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO

Los Indios, 11 de Agosto de 1877. Dr. Figueredo.

Amigo mió: estaba impaciente por recibir algo de tí, tanto que á pesar de haberme atacado ayer el enemigo, hoy muy temprano volví á ocupar la posición para esperar tu correo.

Estoy algo tranquilo por la situación de nuestro común amigo Maceo. El enemigo ayer mismo se retiró rumbo a la Canoa: la caballería que fue la

que atacó y la infantería, de Megía se dirigió también hacia aquel punto; pero no he podido reconocer la zona de Barajagua para saber si está limpia; aunque yo creo que todo el enemigo es fácil se haya retirado.

Por la sabana no hay novedad y en las costas del Cauto tampoco. Cuando quieras moverte para trasladar a Maceo puedes hacerlo, avi-

sándome para cubrirte los caminos é indicarme poco más ó menos como debo hacerlo, pues no se el punto de los cruceros según tu marcha.

Saldrá inmediatamente la Comisión a buscar los efectos y las medicinas. Dile al amigo Maceo que me diga todo lo que quiere que haga por él, que

¡ojalá! un poco de mi sangre pudiera servirle de bálsamo prodigioso. Espero pronto tu segundo aviso.— Tengo detenido el correo por el

Gobierno hasta que me digas el pronóstico de las heridas. Tu amigo,

Máximo Gómez Tomo VIII, pág. 153. Revista Cubana.

DE MÁXIMO GÓMEZ A FÉLIX FIGUEREDO

Setiembre 19 de 1877. Loma de Piedra.

Estimado amigo Félix: ¡tristón! me dicen que estas afectado por un asaltico donde escapaste la pelleja; pero perdiste tu caballo, la vaca y otras cosillas de poca importancia: no seas bobo y di como el filósofo griego: «Dolor, tu no eres un mal y yo estoy aparejado» Si estuvieras aquí verías lo apurados que están los españoles, pues así lo dan a comprender

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 267

en los periódicos que tengo a la vista. Confiesan doce mil bajas por distintos conceptos. Se trasluce la ninguna confianza en sofocar esto. En la península están trinando por los sacrificios estériles y en las Cortes grandes debates sobre este punto. Cánovas del Castillo caerá, y Martínez Campos se encuentra sin apoyo y va decayendo su prestigio. Ahora va a suspender las operaciones, dice que para continuarlas con mas brio en la «Seca» cuando le hayan llegado quince mil hombres que ha pedido de refuerzo.— Veinte días estuve viajando por Holguín y allí no se movió una paja; muy al contrario, le tomamos el convoy de las Calabazas ¡la mar! Dejaron 12 muertos y se ocuparon 15 rifles, por nuestra parte tres heridos.

«Holguín bien, pero Limbano Sánchez, tan pronto me sintió se fue huyendo para la Línea Occidental, arrastrando unos pocos que ya se le estaban desertando; los demás están con Rius, a quien he dejado encargado de todo».

«No he tenido ninguna noticia del Gobernador, no obstante, que he mandado tres correos.

»Como ya lo que me resta que hacer es sobre organización y según el estudio que he hecho, son indispensables algunas que pueden ser de trascendencia, yo no me atrevo por mi solo á hacer ningunas innovaciones; y por tal motivo voy al Camagüey para significar al Presidente lo necesario de su presencia aquí, pues sobre el mismo terreno se pueden estudiar y no producirán descontentos y yo quedaré exento de responsabilidad».

«Por Luis Figueredo supo el General Díaz, que Vicente García estaba en la residencia del Gobierno, y Luis le dijo, que nadie pensaba ya en sus reformas y que Belisario Peralta había tomado el campamento del Hatillo».

«Según los periódicos españoles, combaten en las Villas con partidas de 200 hombres. Conque adiós y consérvate. Tuyo affmo amigo,

Máximo Gómez Tomo VIII, pág. 154. Revista Cubana.

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268 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

DE FÉLIX FIGUEREDO A MAXIMO GÓMEZ Mayor

General Máximo Gómez, Secretario de la Guerra.

El Saito, 29 de setiembre de 1877. Mi buen amigo Máximo:

Después de leer y de releer la que me escribisteis antes de tu marcha, desde «Loma de Piedra», te la contesto y redigo, que te equivocasteis al suponer que me hiciera mella lo de haber perdido el caballo, la muía Fabiana, un bulto con papeles; más una vaca con su cría y media docena de gallinas destinadas para el alimento de Maceo; todo lo que conservaba al cuidado del negro Manuel Júcaro junto con los perros Poleón y Nicotina, en un rancho oculto en medio de la montaña por donde corre el manso Bio, que nunca creyó que por sus aguas y orillas fuesen a pasar en su día, en interminable columna, lo menos un millar y medio de los arsenicófagos recién llegados de las Villas y Camagüey.

Y tan te equivocasteis que mas bien debiste enviarme la enhorabuena, y aún de bendecir la hora en que se me ocurriera tener anzuelo- convoy en aquel punto para que el enemigo pudiera entretenerse en desplumar gallinas, leer las cartas de mis amigos y algunos borradores de las mias; todo lo que dio tiempo para que el asistente Guapo Latoizon, que había ido a buscar la botella de leche para Maceo, hubiera vuelto pero volando, a darnos el aviso de que se nos iban a venir encima, con las intenciones de siempre, que tu sabes cuales han sido desde que se formalizó esta guerra de agarra, y cuyo aviso también dió algunos minutos de tregua para que nuestro amigo Antonio Maceo, mal o bien se levantara, y para que su hermano José, sin preocuparse del conflicto, pudiera recoger las tres parejas, únicas con que podía contar y con las cuales, después de empezado el fandango, a tiro limpio y sostenido con la algazara de costumbre, les fuera cortando los bríos al enjambre de azules abejones, que se desbordaban por aquel monte, persuadidos de que nos iban a coger sin resistencia ni defensa; pues de antemano sabían donde estábamos, debido a la familia de la mulata Eduarda y el maestro Justo de los Santtís que se les habían presentado en los Indios, notificándoles que Maceo estaba medio muerto de re-sulta de sus heridas y de tenerlo yo a mi cuidado junto con su esposa María y muy poco personal para qúe no se encontraran rastros.

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 269

El conflicto, amigo Gómez, era serio, extremado, gravísimo, porque con Maceo sin poder andar, los prácticos Liberato Portales y Cosme Pereira en una pesquería por el Cauto, y José Maceo con solo seis números para contener el ímpetu de tanta gente, en medio de un espantoso fuego de redoble, parecía materialmente imposible el que dejaran de acribillarnos después de entablada la persecución que duró, desde las primeras horas de la tarde, hasta bien cerrada la noche.

Y sin embargo, fue milagroso que no nos hicieran ningún daño, pero no por oraciones ni encomiendas, sino porque José Maceo con su Winchester y los otros de la escolta con sus carabinas, cada vez que se detenían en escalones favorecidos por los árboles, para disparar sobre los del montón persecusor, les redoblaban las bajas, llenando de heridos y de muertos el sendero que iban abriendo en confuso tropel para alcanzarnos y cazarnos.

Con la oscuridad de la noche nos quedamos en un Sao, como á una legua del punto donde nos atacaran; oyendo por intervalos en el resto de la misma el reclamo de la magüica, que producían los movilizados juntando las manos, como si fuese una señal convenida para reunirse y volver al centro del cuartel de la columna; y en esa situación nos mantuvimos en vela hasta el naciente crepúsculo, en que haciendo el general A. Maceo un supremo esfuerzo de voluntad, le vimos incorporarse del suelo donde pasó la noche, para dar órdenes al práctico Liberato Portales que por fortuna se nos había incorporado en la retirada para marchar de nuevo en busca de las aguas del Bio, pero con rumbo al potrero de la Sabana de San Miguel.

En marcha haciendo eses caminamos lentamente, es decir, paso á paso por el fatal estado de Maceo que seguía falto de fuerzas y con sus pulmones heridos, aunque en vías de cicatrización.

Todas las veredas que cruzamos las vimos pojadas por el enemigo que aún nos buscaba con empeño; fiero al fin llegamos al límite del potrero, sin otra novedad en la marcha que la de haber hallado al paso la cabeza y los demás huesos de la vaca y del ternero con cuya carne se habían regalado la noche anterior.

Ya en el potrero, que fue recorrido, nos corrimos por el fondo hasta hacer alto a un kilómetro del río; y en aquel punto creyó Maceo que podía permanecer, confiado en que no debía estar lejos el teniente coronel Mayía Rodríguez que podía auxiliarnos con los pocos números

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270 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

montados que tenía, y en ese estado pasamos la noche tranquilos, con el único inconveniente, de tener que dormir en ayunas.

Mas apenas empezó el sol a levantarse, empezamos a oír algunos disparos con la pareja de nuestra guardia, la que fue sosteniéndose y replegándose hasta reunírsele José Maceo que con más agilidad que nunca volvió a entrar en fuego con aquel enemigo, que mejor aleccionado le veíamos derramarse por todos los trillos del potrero para converger sobre el frente del fondo en medio de un aguacero de descargas, que eran acompañadas de terribles juramentos y de picantes chanzonetas como las siguientes: «¡Alto Moréndigos! ¡Les seguiremos hasta Guinea! ¡Entrégate Maceo, que te vamos a curar! ¡Te cogeremos vivo ó muerto!...

El espacio de montaña virgen por donde retirábamos era de mal terreno, cuajado de sartenejos y enmarañado de bejucos que era preciso ir cortando para abrirnos paso. María, la inseparable esposa de Antonio Maceo, le seguía al pie, sin sustos, confiando en el valor y destreza de su cuñado José, que iba cubriendo nuestras huellas, hiriendo de muerte a los más osados en el empeño de perseguirnos, que debían ser criollos por la facilidad con que se deslizaban por el monte; pero José Maceo inutilizaba sus propósitos con su mortífero Winchester. Así la persecución, pero sin ninguna desgracia para nosotros, pudimos ganar el cauce del Arroyo de la Munición por el que fácilmente salimos al camino de Barajagua, en el que pidió el general Maceo su caballo al asistente Serapio, que lo llevaba de la brida y en cuanto se lo acerca y lo monta, sin ocuparse de sus dolorosas y descuidadas heridas, se fue corriendo hasta perderse en las vueltas y revueltas del camino que dejó de no seguir tan pronto hallara la entrada de una vereda que marcaba el otro del arroyo de Pantezuela, donde en el resto del día se le fueron reuniendo los que le cuidaban y defendían que, aunque atrasados en la marcha por hacerse a pie, podían seguir sin descuidar las huellas del caballo como la mejor guía para encontrarlo.

El enemigo también llegó al camino de Barajagua, pero en las malas condiciones en que le tenía José Maceo y allí le dejamos enredado con Mayía Rodríguez que lo entretuvo el tiempo suficiente para matarle algunos hombres, los cuales, después de tanto vociferar tendrían que ser encamillados para que los condujesen á aumentar el crecido número de bajas que el primer día les causara José Maceo, en esta jornada que yo he bautizado ya con el nombre de La Tremenda, por el motivo de lo que pasamos en tan porfiada persecución, como consecuencia de los

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malditos informes dados por la familia de la mulata Eduarda, los que solo han servido para desengañar al enemigo de que no debe perseguir heridos; y para probarlas de que este General Maceo, como todo insurrecto de buen calibre, mejor se cura con agua, con hierro y con fuego que con bálsamos y ceratos; mientras que su médico sigue tomando notas para si se salva del Agarra y sobrevive, preguntar a los sabios de las Academias y a los Profesores clínicos si puede ser posible que en esta tierra del pasmo y del paludismo, un hombre postrado en una rústica cama de cujes, mal acolchada con guajaca pero sin forro de tela; teniendo sus pulmones interesados por el plomo de una bala de Remington y el hierro de la manzana de un revólver hecha pedazos; y heridos los dedos de la mano como también el antebrazo derecho en su parte anterior y media, puede levantarse en medio de la gravedad de sus heridas, caminar leguas a pie, no comer ni dormir en tres días, cruzar ríos, montar a caballo, correr y decir al cabo de tan violentas fatigas, que se encuentra mucho mejor y que espera acabar de curarse para salir a tomar la revancha en la que hará por cobrarse y con intereses la deuda que con él han contraído los defensores del absolutismo colonial y de la esclavitud.

Con lo que aquí va escrito, mi querido Gómez, quedas al corriente de casi todo lo que pasó en ese Asaltico donde pude escapar la pelleja (son tus palabras) y me figuro que con el relato que te hago te doy pruebas de que los dos debemos por ahora poner en cuarentena lo de lo apurado que deben estar los españoles á pesar de las doce mil bajas que confiesan en sus periódicos; pero de lo que no debes dudar es, de que para no seguir indigestándose con el alimento contenido en esas laticas que me dices que comen, vinieron a Bio á merendarse mi vaca, las gallinas y hasta el ternero; y de que si no lograron tostar mi pellejo junto con el del amigo Maceo, ha sido por haber tenido la fortuna de estar el campamento del herido a cargo del denodado José Maceo, el héroe de la trinchera de la Indiana que creo te entregó la llave de los cafetales de Guantánamo cuando inaugurasteis aquella campaña en la que inutilizasteis los planes ó conocimientos del Coronel ó Brigadier D. Arsenio Martínez Campos: y respecto de José Maceo se hace necesario que nuestro Gobierno acabe de ascenderle con el empleo inmediato por su heroico comportamiento en esta célebre jornada, lo mismo que en las otras anteriores, en la que debemos incluir la que sostuvo cuando resultó mal herido del codo del brazo izquierdo, que ya son méritos suficientes para que esa escrupulosa cámara, cuando se reúna para el examen de su brillante hoja de servicios, vote el ascenso por unanimidad sin discusiones ni reparos.

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He dejado á Maceo en franca convalecencia, y pienso a fines de esta semana marchar en busca de las aguas de Búnago, para reunirme al capitán Bellito que tiene que salir con rumbo a las lomas del Sur para donde marchó tu paisano D. Modesto Diaz llevando el batallón de Jiguaní, dejando indefenso el Cauto. Por allá me detendré todo el mes de octubre hasta que pasen las lluvias y la creciente; y cese de una vez la maldita Reforma de Vicente García que ha dejado todo esto como lo vistes por tus propios ojos.

Y aquí termino para después de entregar la carta correr a examinar una arrogante muía, de prodecedencia española que acaba de regalarme el Capitán Carlos Suárez, y al entrar en posesión de mi nueva cabalgadura te prometo: que si allá por las empinadas Sierras la veo en peligro de que se la quieran adjudicar esos señores de las laticas, haré que el Capitán Bellito o el negro Yara le quiten la piel para convertir la carne en tasajos y con estos descansar de tanta Jutía.

Recuerdos al Presidente Estrada y demás amigos.- Tu affmo,

F. Figueredo. Tomo VIII, pág. 55. Revista Cubana.

DEL DOCTOR FÉLIX FIGUEREDO AL MAYOR GENERAL MANUEL CALVAR

Reservado para el amigo Mayor General M. Calvar.

Noviembre 20 de 1877. Querido amigo Titá:

El práctico con quien contaba para que me llevara a tu residencia me dicen fué a Jiguaní y anda con el capitán Bellito; de modo que en espera de hallar por aquí alguno que me guiara se ha sucedido un temporal que no sabemos cuándo cesará pues van diez días que llueve sin parar.

Oye mi súplica, amable Titá, que te hace un padre desgraciado por servir a Cuba. Mi hijo me escribe en la desesperación porque vive

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trabajando y no tiene ni zapatos y dice se larga para el Perú en busca de fortuna. Sé tú mi amigo en tan terrible circunstancia y escribe a tu honrado hermano y a tus amigos para que el mismo y en mi nombre lo ponga bajo los respetos y dirección de tu hermano Javier; pon en juego toda la valiosa y yo te juro mi agradecimiento. Fin de lo reservado.

Supongo que por los periódicos la «Bandera» te habrás enterado de la prisión del coronel Riosta, de la presentación confirmada de Lucas del Castillo con su hijo Alberto y de otras cosas más, como así mismo de una carta impresa del general Cortijo donde asegura se le habían presentado 10 jefes cubanos en el territorio de Bayamo y Manzanillo, su Comandancia General.

El general Vicente García se sometió al gobierno y a su petición fué pasado por un simulacro de consejo de guerra que lo condenó a organizar la fuerza de las Tunas como jefe de aquel territorio. Belisario está, aseguran, de jefe de Holguín, organizando y tiene ya como 300 hombres. De manera que la cuestión interior parece ya zanjada y arreglada por el gobierno, y tan debe ser así que el general García acompañó al gobierno hasta las Arenas dándole diez números después que lo despidió y dos mil cápsulas. Juan Luis llegó con algún parque y regresó. El gobierno compuesto del Presidente y Mayor General Céspedes llegó hasta Cauto, donde no obstante las reflexiones del sub- prefecto Zamora quería seguir para pasar por Punta Gorda; traía de escolta 40 hombres a cargo ésta de un oficial del Camagüey y ya en Cauto fué atacado por el enemigo que le seguía de las Tunas por haber cortado el telégrafo; del primer avance salió con bien y en el 2do. perdieron los caballos dispersándose en grupos por el monte, pero medio organizados y ya en el Ramblazo fueron acometidos por la caballería española que los dispersó completamente saliendo el Presidente al rancho de un tal Cabrales que se hizo el ignorante como práctico del terreno, en tal situación y de noche fué asaltado el rancho por el traidor Juan Criollo que hizo prisionero a Tomasito a quien ataron y condujeron ante el jefe español de la columna; después allí ordenó el jefe español le quitaran las amarras; y devolviéndole la cartera y prendas lo trató con altas consideraciones. El oficial camagüeyano vino a la Seca donde Rabí en vez de explotar y cerciorarse de los pormenores así como de asegurar 4,000 cápsulas que traía un asistente del Presidente por lo cual le despachó Rabí a cumplir con el resto de sus deberes ya que no cumplió en lo principal. Hay también el hecho de

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que un teniente de Bayamo que por ahí andaba con algunos números, de los reformistas de Luis Figueredo le negó obediencia a Tomás y se fue por donde quiso. Francisco Javier después del terrible contratiempo desistió de continuar a Bayamo y contramarchó para el Camagüey.

Cuenta el sargento de Jiguaní D. José que acompañó escoltando a Gómez, que allá en Camagüey se encontró Gómez con Bello, Santi- esteban y Varona y que enterado por Bello del objeto que lo traía sin base de independencia los hizo Gómez atar asegurándolos por la noche en cepos, que sometidos a un consejo se ejecutó sentencia de muerte en Varona y otros y que la de Bello se retardó por no sé que motivo; que en este estado hubo alarma de enemigo de frente, mandando Gómez retirar los presos a cargo de un oficial, que seducido por Bello se puso en fuga junto con ellos apareciendo como nosotros sabemos en las conferencias de Veguita con el general Cortijo. Cuenta también el sargento que al tener la entrevista Bello hizo sacar víveres ultramarinos con pan y vino que ofreció a Gómez y demás; pero que Gómez hizo arrojar y romper todo aquello porque no permitía aceptar a ningún efecto de tan infame procedencia. Añade también el narrante que Bello para excusarse dijo que en Bayamo al recibir el encargo de ser portador resistió porque no había el requisito Independencia pero que algunos de Bayamo le obligaron a llevarlas bajo la responsabilidad de ellos. (Para guardar la ropa.) Todo viene acorde con lo que me contó Víctor Ramos; de manera que a juzgar por lo último parece quedaba en Bayamo la mala semilla. Ahora bien: D. Modesto ni nada dice, ni nada sabe ni nada hace y solo veo una comunicación de Rabí donde lo cita para los Diablos con todo el batallón donde hallará a Guevara para que bajo las órdenes de éste emprender operaciones ya acordadas de antemano. ¿Qué opinas sobre temperamento tan linfático?

En resumidas cuentas, veo detrás de todo eso lo que no me gusta; y te invito como patriota reconocido, como republicano demócrata y como general reputado que tomes la iniciativa o secundes el proyecto diciendo conmigo «El Presidente Tomás Estrada Palma cayó prisionero. El período crítico por que atraviesa la revolución, si permanecemos con los brazos cruzados, puede ser de fatales consecuencias para la República. (Si seguimos así sin ponerle remedio perderemos al fin nuestro carácter político.) Afortunadamente tenemos al general Gómez cuya historia está grabada en todo el territorio de la República, desde Guantánamo hasta las Villas. Su conducta con los traidores siempre

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ha sido la misma; pues lo que hizo el 69 en el Calabazal con los Milaneses es igual a lo que ahora ha hecho con Bello, Santisteban y Varona. Pues bien, violentemos al gobierno y a la Cámara, dentro de la constitución y las leyes, para que inmediatamente sea nombrado General en Jefe. Los españoles, nuestros enemigos, han dicho por la prensa «que Gómez es el general más hábil y entendido que tenemos.» Esto sólo hace su apología. ¿Qué esperamos pues?

Dispénsame querido Calvar y sigamos pensando los dos en Cuba. Seamos francos y confesemos que la situación es grave por falta de un jefe pues por lo demás el ejército está casi íntegro. Hoy no hay quien reemplace a Tomasito. Se susurra algo sobre Bravo pero éste no merece nuestra confianza en primer lugar; en 2do. no es militar y 3ro. como político es nauseabundo como lo probó cuando C. Manuel deponiendo y queriendo sacrificar a Gómez «facultades extraordinarias de guerra curaito además falta saber y ver su fe de bautismo porque el artículo 18 de la constitución exige el requisito de ser cubano». Dejemos a Bravo. Lo de Bayamo habrá sucedido por varias causas «por varias causas para nosotros impenetrables»; pero en primer término resaltan la falta de respeto a Don Modesto Díaz porque si lo estimaran, respetaran y temieran no hubieran conspirado en alto grado. Y además que por su edad y reconocida enfermedad no puede como antes colocarse a la altura de su puesto. Siendo esto de sentirse porque D. Modesto vale mucho ante mis ojos, pero la patria necesita sangre joven.

El pugilato que siempre hubo entre el ya reconocido y declarado traidor Antonio Bello y el coronel Guevara. La falta de tino en no haber nombrado a Guevara jefe de brigada para premiar acciones como la de Majacalito; pero al mismo tiempo poniendo un jefe de División escogido que llevando la batuta fuera responsable para que otra vez no sucediera otro fracaso como el de Pérez en «Belis».

Yo aprecio y respeto al mayor general Francisco Javier de Céspedes; pero me figuro carece de toda iniciativa y juzgo que sus compañeros de grado llegado el caso ninguno le respetaría por su talento militar. Como presidente sin el carácter de generalísimo lo acepto para llenar el hueco y que en él sea útil a la república pero no como jefe del ejército para contrarrestar a Martínez Campos. Así pues que continúe como Vice-Presidente en propiedad y como Presidente accidental, mientras se resuelve un pensamiento que tengo en el cerebro para someterlo a consultas.

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¡Se ha cacareado tanto la cuestión de «Guá» que hasta de Jiguaní me escriben participándome paradas y serenatas porque decían allí que iban a presentarse 14,000 hombres en Manzanillo! Querían, los pobres, saber la verdad y ¡hasta me ofrecen alojamiento! Un arriero de Manzanillo aseguró en Jiguaní que en el primer punto entraban y salían los mam'bises a verificar compras de todos efectos y que los jefes españoles les permitían comprar de todo menos armas ,y municiones de guerra, y Dn. Modesto ¡qué ha hecho! Llamar al comandante Rabí a los Diablas para operar o efectuar operaciones de antemano proyectadas.

Estudia amigo Calvar, todos los hechos y sus consecuencias y después no tendrás más remedio que convenir conmigo en que la situación es grave. Ata cabos y siempre vendremos a parar en las lagunas de Varona que a no ser por ellas hace mucho que Cuba sería libre.

Ya tú conoces el estado de mi familia ¡la incurable úlcera, que llevo en mi corazón y que tanta sangre y tantos sacrificios sirvan ahora para que Bello, Santiesteban, Lucas del C., Varona y otros se presenten a pedir perdón que no merecen, queriendo además arrastrar todo un pueblo! No. Vale más morir que presenciar tan groseros ejemplos.

Muchos desean tratemos con los españoles; pero ¿bajo qué bases si éstos no han soltado la primera prenda? Comprende que muchos estarán cansados de la guerra, o más si se quiere, estaremos que es mucho conceder; pero ¿de qué manera tratar? ¿Sometiéndonos? ¡Rayos le caigan al que lo piensa! ¿Admitiendo grados, dinero y otros beneficios y que los negros queden esclavos? Eso sería criminalísimo e imperdonable. Primero ellos que nosotros: por ahí quiero que empecemos: que se hunda Cuba si los esclavos no han de conseguir su libertad: ¡qué muera Sansón con todos los filisteos! La cuestión esclavista es el nudo gordiano. Dicen existen en Cuba 600,000, ¡qué importan la mar de millones! Pues bien: fijamos ahí nuestro punto objetivo que de seguro más luego alcanzaremos la anhelada independencia.

Por consiguiente soy de parecer que si los españoles quieren tratemos, que empiecen publicando el Decreto de abolición sin condiciones. Nosotros decimos «Todos los habitantes de la República son enteramente libres». Que también digan ellos «Desde la publicación de este Decreto quedan enteramente libres todos los esclavos de la Isla de Cuba. Los dueños en obediencia a las leyes de la nación, etc».

Volviendo a la cuestión Gómez, me parece amigo Calvar que es indispensable urgentísimo resolverla, por que si continuamos en el

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estado de inacción que estamos, no sabemos o no quiero augurar lo que puede suceder. Esta máquina ha quedado sin rueda catalina y todas las piezas de que compone están como paralizadas. Mientras tanto: el español no pierde el tiempo; se agita, se afirma, anda con pretextos de tontos, estudiando, seduciendo, prometiendo, engañando y operando. Es menester no nos hagamos ilusiones: estamos luchando con una nación, guerrera desde los Fenicios, con una nación que luchó con Roma la dominadora del mundo; con los sarracenos, durante 800 años y con Napoleón el grande a quien arrojó de toda España cual antes hiciera con moros y judíos.

Desde que tomé la pluma no he parado ni reflexionado lo bastante: así que irá llena de cuestiones tratadas al vapor, que bien deslindadas y meditadas darán tal vez mejores razones. Corrige, enmienda, quita y suple; y después dame tu parecer así como el de otros a quienes tendrás que enterar del asunto principal. Vive seguro que el Mayor Maceo, G. Moneada, D. Silverio, Martínez Freire, Lacret, Mármol, Rius Rivera, B. Peralta y otros más son de mi parecer. Los batallones Baire, Jiguaní lo piden con los comandantes Rabí, A. Acosta, etc., incluso el capitán B. Reyes.

Tu afemo. A.

Dr. A. Figueredo.

(Cortesía del historiador oriental Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

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1878

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Facsímil de la carta del Dr. Félix Figueredo al Coronel Flor Cronvet

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Facsímil de la carta del Dr. Félix Figueredo.

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DEL DR. FIGUEREDO AL CORONEL FLOR CRONVET

Coronel Flor Cronvet Cambute

Piloto y Febrero 16 de 1878.

Estimado amigo: Como el médico Comandante P. Maceo me anuncia que de V. recibimos carta

con muchas noticias y como ésta creo haya salido de su poder le advierto que ha tomado otro camino por que al mío no han llegado; lo cual me es extraño por lo que todos sabemos como el Padre Nuestro.

El Gral. Antonio Maceo se dio de alta mucho antes de que sus cicatrizadas heridas se lo permitieran y después que el Coronel J. Maceo abrió la campaña o la ofensiva con el gran hecho de armas de Pinar Redondo donde quedó el Comandante Iglesias con 50 más sin hacer mérito de 54 heridos que se llevaron; ahora se han repetido otras de igual calibre por el Mayor Maceo. Las fuerzas enemigas en estos días han perdido un gran comboy de número, parque y medicinas que conducían para Horida blanca y para rescatarlo vino otra columna y después otra. En la del comboy quedaron 40 muertos, es el T. Coronel Dn. Ramón Cabezas con oficialidad, sanidad militar y cuantos venían en la columna. Y en la del Coronel Sanz pudo éste salvarse con unos 4 hombres debido a su indisputable valor. El final de 6 ó 7 días de fuego ha sido que perdiera el enemigo sobre 300 muertos, otros tantos heridos y dispersos unos 400 rifles fino C. como 28, once cápsulas, 5 revólvers, cornetas, 50 machetes, todas las raciones de carne y galleta y que nuestra gente se engalanara con sus prendas y vestuario - Mientras estos gloriosos hechos tenían lugar por la Llanada de Juan Mulato y en la vereda de La Julia, el Coronel J. Maceo solo con muy pocos

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285 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA números derrotaba y perseguía otras columnas por Piloto y los Pinares,

pensé con tanto valor y arrojo que el día 9 derrotó por completo la que mandaba el Coronel Dn. Hermógenes Gonzalo (ilegible) cuyo jefe quedo muerto en el campo de la acción y despojado de su tevólvevs, prendas, papeles entre los que se leyeron varios telegramas muy importantes de la Comandancia general y del Brigadier Polavieja. Hasta aquí los contundentes golpes al enemigo.

En medio de todo esto llegan correos de Holguín y el último conducido por el Sargento Romagoza traía la misión de venir donde el Mayor Maceo á quien llaman con insinuada urgencia temerosos de una traición por el Presidente de aquella junta local Dn. Collado. - Y es particular que Vázquez, P. Vidal, Limbano, Molina y otros después de afiliados en la intempestiva «reforma» cejen y apelen al Mayor Maceo para que salve aquel Distrito de la Anarquía y de la persecución del enemigo. Todo esto me congratula porque significa que la unión se consolida - Contribuiremos con el Mayor Maceo á cumplir con nuestro deber.

Ahora salimos con que tras la noche viene el día; y esto sabido por qué? Por que aller llegaron parlamentarios enviados por l°s Jefes de Oriente, Dabán, Galvis, etc. para que el Mayor Maceo dé órdenes á las tropas porque se figuran son aceptables las proposiciones oficiales que nos hacen para la terminación de la guerra - Yo, las he examinado á la ligera y lo primero que veo en ellas, es, que ya empiezan á conceder; pero tan poquísimo, que no valen la pena ni de oírlas. El primer perjudicado es el Ejercito Libertador y de consiguiente basta esto sola-mente para no admitirlas. ¿Qué sacamos con que Cuba después de tanta sangre derramada; después de tantos huesos rotos y descompuestos y después de tantos sufrimientos venga ahora á igualarse á Puerto Rico? Es admisible que aquellos en paz ganen tanto como nosotros? Esta sola consecuencia basta para no ceder - No amigo Flor, es preciso revestirse de paciencia, y de más fé y constancia: es preciso seguir la guerra hasta que consigamos de los 100 que pretendemos lo menos un 95 - Por lo tanto, á V. no es preciso instarlo por que los que como V. piensan y ejecutan quedan libres de estos encargos - V. amigo Flor no ha completado su carrera en la milicia y es muy joven; pues en avant.

No le doy pormenores porque V. debe tener en su poder los pliegos españoles y de consiguiente estar enterado por ellos de todo - Mucho ojo y no dejar

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286 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA que penetre entre sus subordinados la ilusión y la desanimación - Conmigo

siempre pueden contar porque tengo fe: en avant - Recuerdos á mis amigos todos deseando á V. suerte y salud queda siempre

affmo. Dr. Figueredo.

Haga saber en el extranjero es incierto que estoy prisionero como dicen publicó la Banda española.

DEL DOCTOR FÉLIX FIGUEREDO AL TTE. CORONEL PEDRO MARTÍNEZ FREIRE

Febrero 16 de 1878.

C° T. Coronel Pedro Martínez Freire,

Estimado amigo, compañero y paisano:

Doy a usted la más cumplida enhorabuena por haber sido uno de los primeros actores en las últimas jornadas de tanto fruto para la república.

Usted mejor que yo sabe el daño que venimos experimentando hace algún tiempo; y como ya estamos en una que es necesario desaparezca para poder salvar la república, dirijo a usted un proyecto de reforma tal como lo he concebido y consultado, para que su buen juicio y acrisolado patriotismo me diga si puede tener cabida y si será un buen remedio para curar la dolencia. Antes de todo creo estará usted bien informado de los extravíos de Bello, Santiesteban, Marcano, etc., y finalmente del incalificable Dr. Collado.

Proyecto: Disolución de la Cámara.- El gobierno actual será sustituido por otro que se titulará gobierno Provisional de la República democrática. Se formará de cuatro miembros a saber: uno por Camagüey, otro por las Villas, otro por Occidente y otro por Oriente; y á estos se agregará un Presidente. Este Gobierno será elegido por el Pueblo, o mejor, en cada Estado se formará una junta local que recogerá los votos de los C.CS. tocando a cada Estado elegir su miembro y dar además sus votos para el Presidente y la votación que dé mayo-

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287 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA ría en los cuatro Estados designará el Presidente. Elegido el nuevo gobierno de los cuatro Sries, con su Presidente deberá asumir todos los poderes, previo un programa en que juro conservar nuestras libertades designadas en la Constitución y acto seguido nombrará general en jefe al general Gómez para que organice y discipline el ejército y adopte un plan para vencer al enemigo.

Debe además el gobierno dictar una ley para que los ancianos y los que por enfermedades crónicas o defectos físicos adquiridos en la guerra, quieran salir del país para el extranjero por su cuenta y riesgo puedan hacerlo, para que no sean pasto del enemigo; y para que no se den más ejemplos de presentaciones increíbles. Esa ley dará garantía para los que están en el extranjero que desean regresar puedan verificarlos sin el temor de quedarse aquí. Consta que en el extranjero existen más de mil cubanos que si no vienen es porque dicen y argumentan que después no se puede salir. En resumen, creo, que si procedemos de mutuo acuerdo a la formación de un gobierno provisional por elección en la forma que indico quedarán todos satisfechos y aptos para resultar elegidos: y así no será difícil ver juntos en un mismo gabinete al Marqués, a Masó, a Vicente García, Spotomo, Luis Victoriano y otros patriotas apoyados por la fuerza moral y material de un ejército con el general Gómez a su cabeza.

V. A ..................

F.F.

(Cortesía del historiador oriental Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

DEL DR. FÉLIX FIGUEREDO AL GENERAL VICENTE GARCIA

Baraguá y Marzo 14 de 1878.

General Vicente García,

Distinguido General:

Felicito a usted porque ha llegado a esta parte de Oriente en ocasión oportuna y sin novedad.

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288 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Si en otra época creí conveniente contrariarlo creo hoy mi deber ya que ambos

permanecemos en el puesto, ofrecerle mi humilde apoyo para que todos, bien unidos, sin doblez de ningún género tratemos de salvar la revolución del punto donde la dejaron los traidores y descorazonados. No dudo acogerá esta oferta cual debe y para que crea en la sinceridad de mis palabras, le dirijo la presente que conservar^ si lo estima conveniente como verdadera prueba.

Reciba distinguido General el testimonio de toda mi admiración y respeto. B.S.M. Afmo. S.S. y h:

Dr. Félix Figueredo.

(Cortesía del historiador oriental Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

DE CAMILO POLAVIEJA A FÉLIX FIGUEREDO Comandancia

General de Cuba.

Segunda Brigada.

Particular. Mavarí abajo 23 Abril 1878.

S. D. Félix Figueredo.

Muy Sor mió: adjuntas tengo el gusto de acompañarle las cartas que para V. y otros Sres. he recibido de D. Máximo Gómez.

Aprovecha esta ocasión de saludarlo con la mayor consideración su S.S.Q.B.M.

Camilo Polavieja

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289 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

DEL DR. FÉLIX FIGUEREDO AL SR. TEODORO GUERREAU

New York y Julio 31 de 1878.

Ilustrísimo Sor. D. Teodoro Guerreau,

Mi querido amigo:

Por fin, después de diez años de duras penas hemos vuelto a la vida sociable, con intenciones de anudar nuestras antiguas relaciones que dejamos en suspenso por circunstancias de todos conocidas; y al recordar quienes fueron mis mejores amigos, me acordé en primer término de U. a quien saludo cordialmente ofreciéndole de nuevo mis escasos servicios en la Habana para donde marcharé pasado mañana.

Al dador de ésta, mi amigo el Sr. D. Manuel Sanguily a quien estimo en mucho se presentará a usted y espero le dé franca entrada entre sus amigos; y le favorezca en la obra que va a terminar.

Le conozco a usted mucho y deseo ahora asegurar que el Sr. Sanguily quedará contento con la acogida que usted sabe dar a las personas que le son presentadas por amigos que como el que suscribe se repite su siempre afmo. que lo quiere.

Dr. Félix Figueredo.

(Cortesía del historiador oriental Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

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DE FÉLIX FIGUEREDO A MANUEL SANGUILY

Sor. D. Manuel Sanguily Madrid.

Gijón y Mayo 25 de 1879. Fonda del Cam°.

Mi siempre estimado amigo.

De La Habana salí en el vapor 2° Barreras para Vigo el día 13 del pasado Abril y entre tumbos, malos tiempos, calmas, cadáveres al océano... poca capacidad para 330 individuos y otras peripecias, llegamos a Vigo el día 3 de Mayo o sea el día de la Cruz. Contento recé porque no me dieron por gran tumba al gran océano como sucedió a 7 viajeros ya crónicos; y cuando más veía por aquello de que todo prójimo ríe de los demás; héteme atacado de una pleuresía que dió lugar a que el Dr. D. Antonio Cachero se sirva de mí y me atizara un gran cáustico en el lado izquierdo del pecho: Cáustico que por fortuna evitó me canta el De Profundis el cura Saez de Rodrigañez Capellán con ejercicio a bordo del 2° Barreras. La pleuresía por lo visto después me dejó llegar a Santander porque en Gijón arreció tan fuerte que tuvieron que dejarme porque se figuraron iba a resolverse pero definitivamente la que soto voce ensayaba el Capellán Rodrigañez.

Pero aquel Dios de los 10 años y detrás el Dr. Cachero me juzgaron y sentenciaron a vivir. ¡Salvé de la pleuresía! Mas como el mal nunca viene solo caí en otra casi tan gorda es decir en poder de un estafador que a bordo venía con capa de mayordomo quien me sustrajo veinte y dos onzas de oro aprovechándose de mi estado de incapacidad por efecto del mal que quiso matarme.

De todo resulta que vivo hoy en Gijón, salvo de la dolencia plenstica pero algo acongojado porque mi dinero se fué sin que me hubiera servido para ver lo que intentaba con algo de desahogo.

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294 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Pero como un mambí viejo no debe acongojarse ni apesadumbrarse por

percances de la naturaleza, ni menos dejar de apetecer y buscar, creo yo de imprescindible necesidad crear en Gijón medios y con estos buscar el camino de los Madriles ahora que predominan los calores atmosféricos y políticos para así ver lo que no quiero que nadie me cuente. Además, yendo podré dar un estrecho abrazo al pollo Sanguily y no pollo por falta de espolones pues lo juego a cuantos noveles Diputados por Cuba vayan a estrenarse; con excepción del viejo bayamés D. José Antonio Saco.

Esta carta que confecciono en la cama precederá a mi persona que será a los tres correos por la contestación. Si por allá llego como lo creo hablaremos de Marcos García, de Ricardo, de Trujillo Pérez, D. Ramón, de Rius Rivera, de Gómez, Maceo y Calvar, de Aurelio Pérez, de otras personas y otros mil asuntos a quienes parecemos adheridos.

Conque volveremos a vernos con el amigo que en N. York quería datos a quema ropa.

Por ahora no puedo más: es natural después de la pleuresía se suceden las adherencias.

En toda esta semana entrante nos veremos. Vi a Julio en el Louvre el día 12 de Abril vísperas de mi salida. De... y familia andan por la Habana con Castillo, y qué es de Castillo? Reciba el gran abrazo de su amigo

Félix Figueredo. (Cortesía del Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

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1882

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DE FERNANDO FIGUEREDO A FÉLIX FIGUEREDO

Cayo Hueso Marzo 3 de 1882 Sr. D.

Félix Figueredo Habana.

Mi querido Félix: Ayer puse en la estafeta una carta para V. y hoy vuelvo á escribirle impresionado por la lectura de la carta que V. hace á Carlito Céspedes, en que me dedica un recuerdo y se extraña de mi presencia en esta localidad, cuando V. me creía en Pto. Plata.

No puede figurarse todo el bien que esas dos líneas me han producido: me han llenado de satisfacción porque veo que V. aún me recuerda y que al parecer, puesto que significa contento por tenerme mas cerca, es aun consecuente con este pobre compañero y digno del cariño que yo siempre le he profesado.

Recién llegado aquí hace un año de Pto. Plata, le escribí a V. una cartica pintándole mi situación y rogándole que tratara de hacer algo en mi obsequio y como mi carta no tuvo contestación, ni siquiera la natural de una excusa, me mortifiqué con V. y le juzgué mal, creyendo que su posición le habría hecho cambiar con aquellos que, como yo, siempre le merecimos afecto y distinción.

Un amigo de V. y mió al ver mi estado hoy, me aconsejó escribiera á V. con la seguridad, decía él de que V. inmediatamente haría algo por aliviarla; pero yo impresionado por lo que creía su conducta inexplicable, por cierto, para mí, me abstuve de hacerlo.

Ayer, por fin, le hago dos letras en la carta que junto á esta ha de recibir, no sin temor de un nuevo desaire y envolviendo mi verdadera idea en un ropaje extraño; pero hoy al ver la de Carlos, ver su letra, su estilo, á V. mismo y sobre todo, convencerme de que no tuve razón para juzgarlo inconsecuente conmigo, créame que he experimentado el mayor de los placeres y harto tengo que contenerme para, como decía V., vaciarme cándidamente en esta carta.

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298 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

Pero lo dejaremos todo para el momento, que espero será pronto de que V. me consiga el que no se me vede á esa á darle un abrazo y á hablar con V.

Es necesario salir de esta ponzoñosa atmósfera: la emigración está erizada de espinas. Reserva.

Mis afectos para Micaela, c.p.b., recuerdos para Carlos, su niña y Lucilita (que he sabido está junto á V.) y V. reciba un fuerte abrazo de su compañero y amigo

Fernando. Dirección

Box n° 3 Key West Fia.

OTRA-

Cayo Hueso, Marzo 31 de 1882

Sr. D. Félix Figueredo

Habana.

Mi querido Félix: Me he quedado esperando la oferta que me hizo de volverme á escribir referente á mi traslado á esa ciudad, y como, al parecer, presentaba ese asunto alguna dificultad, no extrañaría que su silencio sea hijo de la conducta de esas Sres. Autoridades.

Nada me sorprendería de nadie y si acaso mi sospecha fuera fundada, á nadie culparía sino á mí mismo haber llenado fórmulas solicitando permiso, no ya para permanecer sino para pasar por esa ciudad con rumbo a Honduras. Y á la verdad, amigo Félix, que si yo hablase con V. media hora habría de ver cuanta injusticia encierra una negativa para mi permanencia en esa ciudad. Si no hubiera sido por mí ¡cuántas disparidades no se hubieran cometido! ¡cuántos malos ratos no hubiera pasado esa gente! No porque yo quisiera aparecer, hipócrita, ni aliado ó amigo de su causa, nó, sino porque cosas que mi razón y mi conciencia han acusado de disparidades o locuras que habrían siempre de ponernos en peor situación, han encontrado un firme adalid en mi persona que mas de una ocasión, encontrando eco en asociaciones, á que por fortuna he pertenecido, han dado al traste con planes descabellados que lleva

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 299

dos a cabo nos habrían costado un poco mas de vergüenza, es verdad, y con ella oportunidad de lamentar males sin consideración. Y sin embargo cada uno escribe la Historia á su modo, y á mí se me cierra la entrada, siquiera de paso, en la isla de Cuba.

Puede que yo este errado y que su silencio tenga otra procedencia, si así fuere avísemelo; mire que tengo necesidad de buscar otro centro donde trabajar: de buscar modo de asegurar un pan á mis chiquitos.

Escríbame y le contestaré largo. ¿Qué sabe V. de la cuestión Julio Díaz? ¿Volvió la mujer? ¿Esa descarriada oveja volvió al redil? En mi concepto la nave que la condujo á Cuba la volvió a traer á esta tierra americana. Entonces si así ha sucedido, su Sr. hermano D. Lucas, comprenderá que de la mejor buena fé ha sido juguete de una ridícula farsa.

Mientras tengo el placer de saber de V., póngame á los pies de Micaela y afectos á los niños de todos nosotros y para V. un abrazo de su amigo y compañero.

Fernando.

AL LCDO. DR. FÉLIX FIGUEREDO, CÓNSUL DE HONDURAS EN LA HABANA

Ministerio de Relaciones Exteriores República de Honduras

Valle de Ángeles Mayo 12 de 1882. Señor Cónsul.—

Con fecha 9 del corriente se ha dictado por mi gobierno el importante acuerdo que tengo la satisfacción de enviar a Ud., en copia autorizada, por el cual se hacen varias concesiones al vapor «Marco Aurelio», perteneciente a los señores Bensay, Mellado y Compañía, residentes en Trujillo.

Con el fin de que las relaciones comerciales entre nuestros puertos de la costa Norte, y los de la Isla de Cuba, tomen cada día mayor ensanche, sería muy conveniente que el Capitán General de Cuba, tuviese al indicado vapor «Marco Aurelio», como vapor correo y le otorgase las exenciones y privilegios que en todas partes se conceden a las embarcaciones que tienen aquel carácter.

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300 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

En tal concepto, doy a usted instrucciones para que participe al Capitán General de Cuba las concesiones hechas en esta República al referido vapor, y que tiene con el mismo a fin de que le conceda iguales privilegios, ó los que sea posible atendidas las facultades con que aquel Superior empleado se encuentra investido.

Interésese Ud. mucho porque se emitió una resolución en dicho sentido, pues como Ud. comprenderá, ella favorecería en gran manera a los negociantes de ganado de Honduras y de Cuba, sirviendo a la vez, para facilitar el desarrollo del comercio general del país.

Manifieste Ud. al señor Capitán General que el Gobierno de Honduras está en relaciones amistosas con el de España; que dentro de poco se celebrará entre ambas naciones, sobre la base de mutua conveniencia y de verdadera reciprocidad un Tratado General de Amistad, Comercio, Navegación, fa, fa, y que una resolución en el sentido expuesto, sería considerada como un acto de cortesía que el Gobierno de Honduras vería con mucho agrado.

Deseando a Ud. el mejor éxito en el desempeño de la comisión que le confiere mi Gobierno, nos es grato aprovechar esta oportunidad para suscribirme de Ud. con muestra de distinguida consideración su atento servidor.

Riva. Al Señor Licdo. Dn. Félix Figueredo, Cónsul de Honduras en La Habana.

DE CALIXTO GARCÍA A FÉLIX FIGUEREDO

Madrid, 17 Nbre. 1882. Sr. D. Félix Figueredo.

Mi querido amigo:

He dejado pasar dos correos sin contestar tu grata del 5 de Octubre pues he tenido á Isabel y á mi chiquín bastante enfermos, sobre todo la primera que tuvo un dolor hepático que la puso de bastante gravedad, aunque ya afortunadamente está restablecida.

Anteayer he visto al hermano de aquel señor cuyo destino ocupas interinamente, el cual me ha dicho que su hermano ha renunciado y

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LA GUERRA DE CUBA EN 1878 301

que ya no piensa ir á esa. Te lo aviso para que veas si puedes conseguir que te den el destino en propiedad. Yo creo que si tú quieres conseguir algo que te asegure allí una posición, debes venir á ésta, aprovechando la venida de Arderius que dicen se embarca pronto.

El vapor en que debe venir Rius, ha llegado; pero está en cuarentena en Mahon y no sé si habrá embarcado en él, pues aunque he escrito preguntando, aún no he recibido contestación. La última carta que tengo de Rius, es fecha 30 de Agosto, en la que me dice haber recibido la mía, en que le anunciaba como casi seguro su traslado y en esa época estaba bueno y ya hacía días que el cólera castigaba á Manila. Como él debe haber recibido la orden de traslado el 12 de Septiembre pues salió de aquí el 1? de Agosto, debe haber embarcado en el Valencia que salió de allí el 1 de Octubre y llegó el 15 de éste a Mahon. Creo que por el próximo correo te podré decir algo sobre él.

Pienso que es inútil decirte que si te determinas á enviar á Carlos7 á ésta, tendrá en mí un amigo cariñoso y que mi hijo Calixto se alegrará para tener con quien hablar inglés, aunque yo creo que dejar sus cinco onzas, por venir á acabar la carrera aquí, no es un grato negocio y él como buen inglés que es, debe pensar que «business is before anything».

La cuestión Maceo8 se está haciendo interesante. Parece que alguien se ha dirigido á O’Kelly —aquel corresponsal del Herald, que es hoy diputado inglés— encargándole el asunto y éste lo ha tomado con tanto empeño que trae apurados á los ministros ingleses á fuerza de interpelaciones. El gobierno inglés ha abierto una información sobre el asunto y según dicen los últimos telegramas resulta muy favorable para los diputados. Un amigo me ha prestado una carta que recibió de O’Kelly de la cual te copio el principal párrafo y te la copio en inglés para que tu Carlos te lo traduzca.

«You can depend that whatever I can do, shall be done in favor of Maceo and his companions. Already the matter has assumed very great importances and unless the Government shows the... nost energy, there will be a storm of public indignation raised against Gladstone. The conservaturis have taken up the case so your friends will have for defenders, not only the whole Irish party, but also the English Conservaturis and a portion at least of the radicals. Undar these circunstances the releass of Maceo and his friends may be regarded as cartain».

7 Carlos Figueredo y del Castillo, hijo del Dr. Félix Figueredo. 8 José Maceo.

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302 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

A pesar de lo que dice O’Kelly yo dudo que entreguen los prisioneros, aunque ya se habla aquí de indultarlos para no tener que entregar los súbditos españoles á un gobierno extranjero. Comunica estas noticias á Antonio Maceo, para que sepa hoy hay aquí quien se interesa por su hermano.

El nuevo partido del Duque de la Torre se agita mucho y se cree alcanzará el poder, pues se le han unido muchos republicanos que cambian el gorro frigio por la corona, entrándose en el mismo hombres de tanta talla como Martos, Romero Ortiz, Moret y Echegaray. De todos modos yo creo que si Sagasta reforma el gabinete dando entrada en él, al elemento Constitucional puro, durará algún tiempo más.

Mis afectuosos recuerdos á toda tu familia y para tí un buen abrazo de tu Calixto9

(Papeles de Maceo, tomo II, págs. 72-74, Academia de la Historia de Cuba, 1948.)

9 Calixto García.

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1884

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DE FÉLIX FIGUEREDO A FERNANDO FIGUEREDO SOCARRAS

14 de Oct. de 1884.

Sor. D. Fernando Figueredo Socarrás.

Key West.

Apreciable Fernandito: Su cariñosa y explícita carta depositada en aquella estafeta el 17 del corriente,

según el sello de correo, la recibo ayer 13 a la dirección de F. Caceda a donde me vino dirigida, y hago notar esta circunstancia porque me parece tener una docena de cartas suyas con mi dirección de la calle de Neptuno, lo cual me hace suponer que V. debe haber perdido algo la memoria o que quiso que la recibiera más oportunamente.

Y en verdad que no deja de tener algún fundamento mis sospechas, cuando se me ha ocurrido que esta ha sido escrita, hecha abstracción de la forma, para advertirme que la cosa es seria, y que por serlo y por el miedo a la misma que le rodea estaba resuelto o comprometido a marchar a la sabana o a casa de Lorenzo Seva donde estaba citado para un baile.

Aunque estas palabras aunque escritas de su letra no parecen serlo, no solo revelan muestras de haber perdido V. la memoria sino hasta el sentimiento de amor a la familia que V. ha formado, porque dejarla en el abandono por el gusto de marcharse, para luego quedar prisionero entre las redes de ajenas voluntades, después de lo que la experiencia le enseñó, solo se le ocurre a un loco desesperado.

Expuesto lo anterior, contaré a V. la respuesta que di a otra invitación del mismo género,10 en octubre de 1878. Entre otras cosas decía lo siguiente:

10 Del General Calixto García.

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306 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA «Y yo agrego que si el hombre propone Dios dispone. No quiero mezclarme

en lo que harás de ahora en adelante, pero para bueno tuvieras presente, que, cuando te pegaste el tiro para no caer prisionero con vida, allá en S. Antonio del Bajá, no te valió sin embargo para que dejaras quitarte el pellejo y de (ilegible) en New York y Jamaica. Lo mismo hizo más tarde con Tomasito porque tuvo también la mala suerte de caer prisionero; y mucho trabajo ha costado luego que volvieran a recuperar lo que más estima el hombre que es la honra.

»Yo ya tengo muchas con ellos y a ellas debo el poder resistir cuando de mí se les antoja suponer. Esto sin embargo, aventuro que no quiero contraer compromisos por que al postre siempre se alcanza el mismo resultado; cumpliendo con mi extraño carácter veo y dejo que cada uno haga lo que mejor le parezca; pero por mi parte tengo mi partido tomado y lo que es al monte no vuelvo por nada ni por nadie.

»Entre las muchísimas razones, a parte del convenio, porque sale muy caro el resignarse ir a pasar toda clase de males, disgustos y cuaresma eterna, mientras que en Nueva York y otros puntos se van quedando los rezagados aquellos que al son de Cuba Libre gustan permanecer en buenos hoteles envueltos en famosas bacanales a expensas de los que hicimos sacrificios de perder nuestra juventud; nuestro patrimonio (ilegible) cual iba a sacrificar a nuestros hermanos y tan bien a nuestra familia.

»Personas para mí muy queridas me han referido muchas veces los horrores de las miserias y del ayuno por fuerza de la expatriación; y en esas tristes historias cuajadas de dolores y lágrimas, siempre han tenido que mezclar los nombres de algunos miserables que fugados de la revolución fueron a ocultarse entre las faldas de las familias emigradas para ponerse a cubierto de los peligros de la guerra, para vivir despechados cometiendo infamias de todo género, para disponer de la conducta de los que se estaban sacrificando y para rendir homenaje y dar aplauso a los hechos de los Quesada11 y Comparsa, que si es verdad que estos alguna vez dejaban entrever algunas lágrimas como dicen lo hicieron a presencia de la célebre señora (ilegible) más bien pudo ser por los efectos del espíritu de (ilegible) si vivían entregados con el producto de las colectas para vivir aturdidos y no sentir al herido de las descargas que nosotros recibíamos mientras que ellos daban al tiempo el encargo que cumplieran la sagrada misión que los llevó al extranjero».

11 General Manuel de Quesada.

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307 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA Pues bien amigo Fernando, lo mismo que hube de contestar a Calixto en

octubre del 78 por las razones que dejo expuestas lo mismo tengo que decirte a ti en octubre del 84 sin que haya variado ni un solo punto de mi modo de pensar, así es, que suceda lo que suceda pudiera repetir lo antes dicho: al monte no vuelvo ni por nada ni por nadie.

Escrito lo que antecede sin temor a ninguna consecuencia porque ni debo tenerla, ni debo dejar la pluma ya que me propuse contestar cuando se me ha ocurrido después de haber pesado bien «la gran noticia» que me pone en su cariñosa carta y que no obstante me atrevo a llamar un aviso mefistofélico.

Creo muy bien que si me propusiera rebuscar en mi ya gastado cerebro alguna de las muchas historias en que debo haber intervenido en los diez años que pasé en la revolución pudiera hallar tantas, que hasta me figuro habían de faltar tiempo y papel para exponerlas, aunque esto se me tenga por exagerado; pero por razones que la prudencia manda callar, no debo buscarlas, haré omisión de lo que aquí pudiera venir a cuento, y solo me limitaré a dejar consignado, que bajo ningún pretexto ni concepto, debo ser partidario de ningún plan que tenga por objeto venir a revolver escombros, turbar la tranquilidad de un país que no quiere más sangre, ni tampoco quiero faltar a lo pactado en San Luis, después que por unanimidad quedó anulada la Protesta de Baraguá.

Y suponiendo que no hubiera sido tampoco creo deben abrogarse la facultad de renovar la lucha que de buena o mala gana se despojaron, cuando lo estimaron conveniente, de toda su representación, para renunciar ante el mundo y la historia de todo derecho para no continuar en la defensa de la obra que con tal motivo quedó terminada con el Pacto del Zanjón, por lo cual probaron que no existía razón para sostener la idea o que no (ilegible) para poder dar cima a ninguna empresa de trascendencia, y en mi sentir, el, o los que fallan una vez, fallan siempre.

Por consiguiente me parece natural el considerar muy débil y hasta insensato que olvidando lo que pasó, lo que prometió por su palabra de honor y lo que después hizo venga ahora a prestar su cooperación y ayuda a otra nueva tentativa que dará el mismo o peor resultado que hemos visto dieron las de José Maceo y G. Moneada, de Belisario Peralta y Varona, de Juan Rabí, de Gregorio Benítez, de Cecilio González, de Angel Maestre, Serafín Sánchez, Carrillo, Limbano Sánchez y de Calixto García, en las cuales solo han podido verse el sacrificio de los que

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308 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

han muerto en la deportación, como Cintras, Cholau, Amador Crespo* etc., y el de los inmolados en el propio terreno, como Jiménez,-Goyo Benítez, José de la Cruz, Pepillo Medina, Pío Rosado, los hermanos Soria, Leyte Vidal, el joven Arteaga y muchísimos otros.

Como pudiera suceder que la lectura de mi carta produjera, con perdón de la frase, mucha rabia en el ánimo de los que siempre han pretendido morderme en los talones, haré constar que por esta «aquí» no he sido más explícito al hablar de las cosas y de los hechos.

También quiero que conste que en todo lo que queda escrito no hay ofensa ni ha entrado en mi camino zaherir la reputación de los que siempre he tenido por mis amigos y estimados compañeros hasta la terminación de la guerra. Únicamente he considerado que a ellos y a V. junto conmigo los considero destituidos de toda razón por haber entrado en el Pacto del Zanjón afirmado en San Luis por expresa voluntad de todas las fuerzas, para intentar alcanzar ese otro ensayo, sin que el pais los llame, lo que no pudo alcanzarse, fuese por tantos desaciertos,, por la impotencia, por falta de razón, por el descubrimiento de las armas de precisión o por lo que hubiese sido.

Y ya que toqué la cuestión vital de los desaciertos, si alguno quisiera contradecirme podría contarle lo que por mis propios ojos he visto desde el 13 de octubre del 68 día que formalizó la parodia de Yara,12 hasta la (ilegible) del Cobre, desde la derrota y disperción del Saladillo hasta la proclamación de la Dictadura de Donato del Mármol en el ingenio Caney, desde la entrevista del comisionado José de Armas y Céspedes en la estancia de Giró y excursiones por los ingenios de Cuba hasta las conferencias de Tacajó donde quedaron definidas la dictadura de Mármol y la Capitanía General de Carlos Manuel,13 desde la entrevista de Jorge Milanés y otros con el Conde Balmaseda en Bayamo hasta la prisión de los mismos en el Calabazal que ejecutó el Brig. Justo Mármol por orden de Gómez, desde el convenio secreto de Jesús Pérez con el Coronel Máximo Navidad hasta la ejecución de José Pérez, por los que fueron a prenderle por orden de Mármol; desde la muerte de Donato M. y nombramiento de Máximo Gómez hasta la deposición de este Jefe después del proceso de las Bocas del Rosario donde se dictó muerte contra Inclán en Consejo de Generales; desde la caída de Pan-

12 Llamé «parodia» lo de Yara por que lo fue en comparación con lo de Pozas cuando Njrciso

López.-F.F. 13 Carlos Manuel de Céspedes.

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309 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA cho Maceo14 y conspiraciones (ilegible) hasta el gran acontecimiento que vimos en Bijagual en el mes de octubre, desde la dificultad por entrega del contingente y conspiración (ilegible) hasta el tragín del caso de S. Antonio del Bajá (ilegible) desde Lagunas de Varona cuyas semillas fueron esparcidas por las Villas y Oriente hasta el batacazo de Sta. Lucía, desde la elevación de Tomás Estrada para Presidente con los acontecimientos de Santa Margarita y Alcalá, hasta la lucha de Calvar y del resto del contingente de las Villas; desde la retirada de Gómez de las Villas con otros jefes subalternos hasta el nombramiento de Vicente García; desde las reformas en Santa Rita, ordenadas por V. García hasta las heridas de Antonio Maceo en Barajagua, sin hacer mención de cuando Limbano15 apuntaba a Maceo con el revolver y desde la entrevista de M. Calvar, M. Díaz y M. Gómez en las riberas del Cauto hasta la (ilegible) de los mismos con la marcha de Gómez, encuentro con Bello, Santiesteban y Varona; conferencias en varios puntos como en BueycitO' y por punto final la explosión del Zanjón cuyos pormenores están detallados en la carta de (ilegible) y en el folleto de Máximo Gómez, publicado en Kingston en 1878.

Importante advertencia. En la sangrienta lucha debatida en los campos de Cuba durante diez años,

cubanos y españoles quedaron destrozados en vidas e intereses, y solamente ganaron los negros, por haberse publicado la abolición de la esclavitud que de derecho les correspondía.

Toda mi familia agradece sus recuerdos le saludan y devolvemos cariños. De doña M. Díaz, nada puedo decirle, porque vive retirada por Bolondrón en una finca de (ilegible) de Matanzas.

Siempre a sus órdenes su affmo. Félix Figueredo.

(Del Archivo de Máximo Gómez.)

14 Francisco Maceo Osorio.

15 Limbano Sánchez.

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188 5

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DE TOMÁS ESTRADA PALMA A FÉLIX FIGUEREDO

Central Valley

Orange C.

N. Y.

Junio 10 de 1885.

Sor. Félix Figueredo.

Mi querido i estimado amigo.

Recibí con bastante atraso su carta de 25 de Abril, que no había contestado antes de ahora, porque deseaba hacerlo después de hablar con el Dr. Soto.

Aunque no lo he verificado todavía, ni será dable hasta mi próximo viaje a New York dentro de diez días, me adelanto a dirigirla la presente, así por el placer de acusarle recibo de su apreciable ya mencionada, como también porque me interesa encomendarle cosa que me concierne.

Le hubiera escrito a Don Marco tocante al particular a que V. alude, pero poseyendo escasos antecedentes sobre el asunto, me ha parecido mejor, en obsequio de la propia recomendación de Ud., tratarlo con él en conferencia personal, teniendo a la vista la carta que V. me dirigió. En tal concepto, cuente con la seguridad de que oportunamente le comunicaré el resultado de la conferencia.

Paso ahora a ocuparme de la indicación apuntada con respecto a mi mismo.

El estado de guerra i revolución gral. provocado en Centro América a principios de Marzo último por el Presidente de Guatemala, me hizo cambiar mi propósito de regresar a Honduras, por la determinación de establecerme aquí, fundando un instituto de Enseñanza, dedicado principalmente a la educación de jóvenes hispano-americanos. Puse desde luego manos a la obra, en virtud de disponer de circunstancias favora

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314 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

bles para proceder a la organización del establecimiento; publiqué el Prospecto del Colegio i he distribuido muchos ejemplares en diferentes países de la América Latina.

He enviado a la Habana algunos impresos por conducto de Titá, i hoi me permito remitir a U., adjuntos, unos veinte, rogándole se sirva repartirlos en el círculo de sus amistades, en esa i otras ciudades de la Isla, e interponer su influencia, con el interés propio de la amistad i cariño que siempre me ha dispensado, a fin de dar a conocer mi Instituto de una manera favorable.

La lectura del Prospecto le impondrá del plan del Colegio i de los principios pedagógicos i sociales en que descansa su organización, que lo hacen un plantel especial, entre los de su clase. Yo me propongo, si me es posible reunir desde este primer año número suficiente de alumnos, elevarlo gradualmente a la mayor altura.

El precio de pupilaje se extiende a los doce meses del año, incluso el período de vacaciones, i comprende los gastos de lavado de ropa i carbón en el invierno; por lo cual, no puede ser objetado por excesivo, sino, antes bien, considerado como prudente i racional.

Apelo, pues, a su actividad i buen deseo, con la confianza de que hará en mi obsequio cuanto le fuese dable.

Yo estoy aquí con mi esposa i dos hijos, varones ambos; cuatro años hace que me casé en Honduras; el mayor de mis chiquitos tiene dos años nueve meses, el otro seis meses solamente i nació en este lugar.

Mi esposa se llama Genoveva Guardiola; ella ofrece a Micaela i á U. su modesta amistad con el sentimiento sincero de la que yo les profeso.

Yo recuerdo a Micaela i a sus dos hijos, que ya los considero hombre y mujer hechos i derechos, mi afecto i estimación de pasados tiempos.

Le abraza cordialmente su amigo affmo. T. Estrada

P.D. Deseo conocer la dirección de Calixto para escribirle,

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1888

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DEL DR. FÉLIX FIGUEREDO A D. MANUEL SANGUILY

Enero 30 de 1888. Estimado amigo Manuel:

Tiene en esta su casa una resma de papel de oficio destinada para cuartillas y puede cuando guste mandar por ella o venir a recogerla porque ya es ........ Si le ocurre venir a de ser por la mañana hasta las once y en ese caso ....................... de C. M. de Céspedes para conocer en qué fundaba su resentimiento para tratarme mal

No quedaría su memoria bien parada si yo escribiese las mías donde podría referir los grandes servicios que le presté a Cuba independiente contrarrestando su Capitanía general que la desmoroné en Tacajó al par que la Dictadura de Mármol; y en particular a El cuando fué depuesto y promovió Pancho Maceo en la Semanta de Cambute el primer Consejo para pedir que el Gobierno de el Marqués lo nombrase Mayor General con el intento, Maceo, de mandarlo a servir bajo las órdenes de Máximo Gómez; pero ¿qué ganará la posteridad con nuestras revelaciones?

Me llaman a comer y suelto la pluma con sentimiento La enhorabuena a V. por la llegada de su hermano Julio.

Su afcmo. Félix Figueredo.

(Cortesía del historiador oriental Dr. Juan Andrés Cué Bada.)

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1889

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Sant° Cuba 16 de Enero de 1889.

Sor. D. Félix Figueredo

Habana.

Estimado amigo

Con el placer de siempre he recibido su carta del 5 de los corrientes en la que con su amabilidad acostumbrada me trata de la eficacia con que he cumplido sus tan fáciles encargos, cuando yo quisiera haber tenido que vencer dificultades demostrándole así que sé corresponder á la amistad que V. me profesa.

Le agradezco en lo que vale la recomendación que me dice le ha hecho de mi al Gobor. Civil Sor Izquierdo, y en cuanto llegue iré a verle.

En cuanto recibí su carta entregué los justificantes á la madre de Quintín que como ya sabe V., él no vive en Cuba, y le dije todo lo que respecto á eso me decía en la suya.

Ahora voy á suplicarle que vea si puede hacer algo por un pariente mío que está desterrado en Isla de Pinos, que cuando se lo llevaron yo no quise hacer nada por él por razones que tuve para ello. Pero ahora la familia se ha empeñado mucho conmigo porque ha sabido que pasa mucho sufrimiento y yo no he podido menos que confiando en su amabilidad de que antes le hablé, prometerle hacer algo por él. El individuo se llama José Garbey y lo desterraron porque lo juzgaron vago. Espero que me disimulara esta nueva incomodidad.

Con respecto á su encargo lo haré como V. me recomienda en cuanto tenga que hacerlo.

Sin más me despido su servidor y amigo G. Moneada

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322 CUADERNO DE HISTORIA DE LA SALUD PUBLICA

DE MANUEL DE LA CRUZ A FÉLIX FIGUEREDO

Dr. D. Félix Figueredo.

Pte.

Mi querido y respetado amigo:

Acabo de corregir las pruebas de la primera parte de «La Protesta de Baraguá», que verá la luz en el próximo numero de la «Revista Cubana». Puede ir, con toda calma, preparando su estadística de guerreros para que le sirva de apéndice, si es de este parecer Don Enrique José.—

Si no hay motivo que á ello se oponga, quisiera que aquellas recomen-daciones que V. pensó dar á Ledo para Filipinas, las endosase á mi amigo el joven Gonzalo Villaurrutia, que de seguro hará de ellas distinto uso del que hubiera hecho el recomendado de la Villa. Villaurrutia se embarcará el día 5 de Febrero.

Déjese ver por la Habana Elegante, pues desde que se ha domiciliado en el bárrio aristocrático del Cerro, escasean más sus visitas. Prodigúese más, querido Dr., y con afectos á Micaela, Inés y Cárlos, se reitera de V.

Apasionado amigo

Manuel de la Cruz

Habana Enero 19 de 1889 - San Nicolás 14.

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1890

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DE CALIXTO GARCÍA A FÉLIX FIGUEREDO

Madrid 8 Septbre 1890. Sr. D. Félix Figueredo.

Pedazo de bribón. No sabes la alegría que me ha proporcionado tu carta del 20 pasado que me acaba de traer Modesto en este mismo momento. Ya había escrito a esa, entre otros a Jesús Rodríguez «pidiéndole noticias de tí, pues no te creía muerto pues lo hubiera sabido por los periódicos, te creía muy enfermo. En fin (ilegible) y te perdono tu simbergüensura, si vuelves a reincidir. Te he escrito dos veces y nada, habrás caído en un pozo. ¿Que te ha pasado? Lo de la enfermedad sola no lo creo. Te conozco bastante para saber que has podido escribirme a pesar de tus males.

Si fuera espiritista creería que los espíritus me han traído tu carta, pues hace dos días que no dejo de pensar en ti y hoy más que nunca.

Modesto me encarga que te dé sus recuerdos y que su dirección es Calle de Colon 13 y 15. Pon Calle porque hay también Plaza. La mía es Paseo de... (incompleta.)

DE FRANCISCO JAVIER DE CÉSPEDES, HERMANO DE CARLOS MANUEL, A FÉLIX FIGUEREDO

Sor Dn. Félix Figueredo.

Mi querido amigo: no olvidando los favores por V. prestados gene-rosamente en tiempos pasados, y que agradezco verdaderamente; no debo ocultarle el peligro que amenaza nuestras propiedades de Macaca, con motivo de una denuncia que hace un miserable de que en esas tierras existe un Realengo; y como quiera que la Hacienda le gusta andar en esos bretes, se ha hecho cargo de tal denuncia para desvirtuar

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326 CUADERNOS DE HISTORIA DE LA SALUD PÚBLICA

la antigua y pacífica posición, que desde D- Juana Nogueras vienen disfrutando la de nuestra familia. Y como Micaela su esposa le corresponde una parte de dichas tierras como hija de Lucas, así como á los hijos de Pancho; espero su valiosa ayuda en el asunto, que no solo es de material interés, sino de dignidad. ¡Quitarnos unas tierras que poseemos hace mas de cien años, lo cual tengo probado con valiosos documentos! Este es el Zanjón, engaños, para mas tarde, hoy castigarnos, y empobrecernos, y mañana arrojarnos de la Isla. Bien lo me-rezco, pues hice venir mi familia del extrangero, por complacer al Gral. Martínez Campos. ¡Está en Cuba y será siempre!

Basta de timidez, ¿Qué quiere el Gral. Polavieja? Me equivoco, yo tengo que agradecerle mucho a este Gral., cuando lo de Ricardo y varios desterrados. ¿Pero qué quiere Dn Francisco P. Portuondo Inspr Gral de montes? ¿Que el Intendente Gral. de Hacienda? Qué el Gobr Gral. de la Isla, si apoyan un denunciante que no tiene prestada fianza de calumnia? Que salgamos de Cuba? Pues ya vamos andando. Pero mucho esperamos del digno Gral. Polavieja Cap. Gral. de la Isla, al que acudiremos y nos hará justicia. A eso vamos á la Habana; y V. ayúdele á Ricardo, para que pueda hablar con el Gral. que lo recordará, por mas que su memoria haya olvidado a los que siempre lo miraron con respeto, y hoy le piden justicia.

Avisado, Sr. Dn. Félix, y V. goza allí en la Habana de buenas amistaodes, y todo no será expropiarnos y botarnos de Cuba.

De Trina, y míos cariñosos recuerdos para Micaela, Inecita y V. ordene a su amigo que lo aprecia - B.S.M.

Francisco Jr. Céspedes.

Manzanillo Novbre de 1890. Dirección de esta s/c Concepción n° 14

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1891

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DE FRANCISCO JAVIER DE CÉSPEDES A F. FIGUEREDO

Sor Dn Félix Figueredo Habana. Mi querido amigo y compañero:

Es en mi poder su grata carta de fha 17 en la que me incluye un recorte o R. O. relativo al asunto Povia, que me persigue, aprovechando la influencia de esos codiciosos como Castañeda y el Intendente, que no conozco, pero que según Ricardo ya se habían manifestado partidarios del Sargento 1?, que parece fue su asistente. Ya teníamos conocimiento de esa R.O. y pensando que los condueños de Macaca podían reunir algún dinero para seguir en la lucha, les escribí a todos participándole la llamada del (ilegible) del expediente que en la Dirección Gral. de Hcda. se había despachado, como así era de justa en nuestro favor. Los pocos que me han contestado me gastan toda esperanza definida alegando que no tienen dinero, mas, vergüenza es lo que no tienen. De seguida les comunico su cuidadosa carta, inclinándolos a su proposición, que (ilegible) de remuneración, un (ilegible) en camino de tener una representación económica en Madrid, é interesada en vencer en este asunto, que mas que de interés es de honra; y de este he (ilegible) en desierto ya otras veces.

Como desde hace 4 años vengo sosteniendo la batalla con Povio, también he gastado lo poco que pude alcanzar de mis deudores de antes de la guerra, pues encontré unos pobres y otros muertos: mas de $4500 llevo gastados, con poco me han ayudado los condueños, y ya dicen que se han arruinado, sin ver que de otro modo se deshonrarían más que la impuesta; pero ya veremos cuando, cuando el zapato los apriete más.

Así es, por mi parte, agradezco su espontaneidad y ofrecimientos y desde luego, si no fuera posible, esa pequeña suma que V. exige, le sería proporcionada, y en marcho á la Corte, á luchar contra alguna

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injusticia que se pretenda. Yo he renovado mis manifestaciones a los interesados; pero nada alcanzaré, pues resumiendo cosas, los Estradas Castillo, creo no me miran bien, ignoro causa. Los Castillo Lora y Ta- mayos, emprendieron contra mí un pleito, por conducto de un Santiago (ilegible) y López, que los gané, patentizando estaba circulando en el Boletín de 1? de Marzo 1891 (no pierda la fha) en cuya cuestión gasté cerca de $2000, que hoy hacen falta para batir á Podio. Los Castillo Morenos y descendencia, pobres- Céspedes Tamayo miserables, Céspedes Castillo unos pobres y otros egoístas. C. C. Calamidades. De esto le escribí a Atala Castillo recomendándole que su esposo hablase con Dn José Ma Céspedes, que en la Habana aceptó mi poder, y se ha tomado empeño en defender nuestra causa, interesando a su cuñado Dn Francisco Lastres, a quien tengo conferido poder en Madrid, de mancomún con Dn Rafael M* Labra, uno y otro velan allí sobre este asunto, y Pepillo Céspedes, lo tiene recomendado, muy especialmente, a su cuñado. En esta virtud, le suplico á V. que también se asista con el Dr. Céspedes, que este le instruirá del estado del asunto, elevado al (ilegible) por el «Podio» Sargento que fué de guerrillas en la guerra ¡Desgraciado! Y que parece se quedó en Cuba, para hacernos mal. ¿Que conocimientos tenía Podio de Macaca? Sin duda, algún ambicioso de nuestras tierras. ¡Infame instrumento de venganzas! Con de-nuncias de la Guerra: Le diré, y tengo fundamento para creerlo, que Dn Juan Ramírez, hoy Colector, por premio de su presentación á Martínez Campos, es el mas encarnizado enemigo nuestro en esas posesiones. $2500 le entregué para una diligencia y los tiene en el Saco. Luego se habla aquí de combinaciones con Podio, y un Ramón Sánchez, que es Boticario, condiscípulo de Fabrié, y por estos medios quieren vencernos, y me lo manifiesta que la R.O. venga por el Ministerio del Ultramar. ¡Fabrié, farmacéutico, y farmacéutico Sánchez y condiscípulos! ahí tiene V claro lo de la R.O. y queremos llevar el expediente á Madrid, donde según dicen, van las cosas Cubanas, siempre de mal en peor. Entiendes amigo Fabio?

Con fha 30 Nov. de 1890, escribí al Gral. Campos manifestándole lo que me estaba pasando, y correspondió; recomendando el asunto al Gral. Polavieja, contestándole este estar despachando el expediente por la Dn Gral de Hcda. Como el expediente se llama á Madrid, le he vuelto á escribir, por este correo, manifestándole la R.O. «(ilegible) como acogido al convenio del Zanjón, hará algo en nuestro favor». No se como está V. con él, y si le convendría que le escribiese. V. con lo que

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hable con Pepillo Céspedes, formará un plan, y colocará sus peones ó Egto. lo mejor posible para el ataque. V. debe conocer a Pepillo ¿Quien no lo conoce? Nuestro negocio lo lleva con mucho acierto, y V. Alludele en lo posible, y visítelo cada rato, para que esté al corriente de nuestro asunto, y esté al tanto de lo que me haga Podio, Sánchez, Iduate u comparza, haciéndose V. espía de sus intereses o de Micaela. ¡Noble avanzado de los intereses de todos!

Ricardo recibió el poder de mi prima Micaelita, y dio el primer paso, me consta, y creo habrá arreglado algo con Lola Sánchez, él le dirá. Hoy ando por el campo, y me hice cargo de su carta, que con gusto contesto, y mucho mas pues encuentro en V. un adalid que me acompañará en la Cruzada, pues amigo Félix, los de por acá están «como quien dice muertos». Y sobre su proposición le contestaré según progrese y me contesten los interesados, que en todo andan como el «perezoso».

Si V. tiene amistad con Dn Rafael M- de Labra, escríbale sobre el asunto, que ya el conoce, y le tengo recomendado, y que de él se cuida como mi apoderado, sin que hasta hoy le halla podido mandar las espensas, que según cartas, me indicó. Labra es un consecuente amigo, valioso en el caso presente, y por recomendación del L. Dn. Urb Sánchez Hechavarria no lo desatiende; así como Dn Francisco Lastre Juiz, por consejo del buen amigo Dn Joaquín Lastres Jinarte, bayamés antiguo, que también me ha servido desinteresadamente en otro asunto. Yo me congratulo de tener tantos amigos, estoy orgulloso de ello, y espero que esas amistades no sean consecuentes, y V. en quien confío, com-pleta el cuadro de mis simpatías. Y tengo allí al Sr. Dn Luciano Ruiz, socio gerente de la casa L. Ruiz y C de la Habana, dueños del ingenio «San Luis» en Niquero; á quien puede V. hablar del asunto, si se le ofreciere. Me distingue tan amistosamente ese Sr. que tengo que agradecerle muchos servicios.

Espero á Ricardo para instruirlo de su carta, para ver si él hace diligencias con los parientes; pues yo aunque quisiera, ya estoy muy viejo (72 años) y muy enfermo, y me estoy en casa forzosamente.

Le avisaré del resultado para su gobierno y satisfacción ó para bien de todos. No olvide ver á Pepillo, que gestiona en lo contencioso nuestro pleito.

Nuestros recuerdos cariñosos para Micaela, Inecita, de cuyo enlace nos alegramos, y les felicitamos - deseándoles años de felicidad y abun-

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dante y cariñosa prole. Contando V siempre con el buen afecto de su amigo y pariente.

Francisco Javier de Céspedes.

Esta s/c Concepción 14 Manz° Julio 28, 1891.

(Cortesía de Josefina Duran, Viuda del Dr. Ernesto Figueredo.)

DE RICARDO R. DE CÉSPEDES A FÉLIX FIGUEREDO Ricardo R. de

Céspedes

Manzanillo 17 de Octubre de 1891

Sr. D. Félix Figueredo Habana.

Mi estimado amigo: Con razón habrás tachado mi silencio de extraña desatención; pero las

mismas gestiones que me fueron encomendadas han sido causa de no haber contestado tus apreciables cartas - Recomendé a mi padre que te manifestara que en su oportunidad las recibí, y creo que este lo ha efectuado así. Efectivamente amigo mío, mucho se hubiese prevenido y salvado si hubiésemos estado en condiciones para admitir la generosa oferta que nos haces para ir á Madrid en el asunto de Realengo, pues conozco tu tacto y perspicacia para resolver toda clase de asunto y mas si como este esta apoyado por la razón y el derecho que nos asiste en esta cuestión, que á la verdad no sé hasta donde irán á parar los estafadores de nuestra tierras, ni á dónde nos llevarán injusticias tan notorias, si el Gobierno, según dice Castañera, nos arrojará de nuestros hogares y nos humillará por nuestros antecedentes. No hemos querido creer nada de lo que se nos dice, aunque claramente nos lo repite á diario el periódico conservador La Unión, escrito por un tal Ramón Ibáñez que ha venido á insultar á este pueblo en todas sus esferas y condiciones

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insultando hasta las familias á ciencia y paciencia de las autoridades, pues según se dice ha venido aquí con esa consigna para soliviantar los ánimos y alterar el orden de este pacifico vecindario- De ninguna manera se alterará la tranquilidad publica á pesar de los deseos de las camarillas y lo único que puede encontrar el Ibáñez es una paliza nue lo balde - Desearía que me inquirieras quien es este Sr. y de donde ha salido, pues anda unido al Podio en cuerpo y alma y es mandado aquí por D. Ramón Sánchez y Isidro Callejas en venganza de que este últi mo fue descubierto por un criminal que había sufrido condena - Los conservadores lo eligieron Alcalde Mpal. y engañaron al Gral. para que lo prefiriera en la terna, esta es la venganza que se quiere tener con este pueblo porque no aguantó que el bandido fuera su Alcalde.

Volviendo á los motivos que tuvimos para no poder aceptar tu buena y salvadora oferta, debo significarte que no nos fue posible reunir entre los condueños el dinero que se necesitaba para este caso (que mas económico no podía ser tu pedido) y la mayor ... (inconclusa)

(Cortesía de Josefina Durán, Viuda del Dr. Ernesto Figueredo.)